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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Colleen Hanigan Mar Mar 15, 2016 12:04 pm

"It is easy to tell the toiler
How best he can carry his pack
But no one can rate a burden's weight
Until it has been on his back."

Ella Wheeler Wilcox

La mañana había comenzado fresca y despejada, pero ahora que el sol empezaba su descenso desde el punto más alto, las nubes habían aparecido para cubrirlo y teñir el ambiente de blanco y gris. Sin embargo aquello no molestaba a los presentes en absoluto; atentos a lo que ocurría frente a sus ojos, ninguno de ellos parecía haberle puesto atención al cambio de clima. Si Colleen era la única que lo había notado, preguntándose internamente si acaso llovería, era porque estaba distraída.
Frente a ella y el tumulto de gente que se encontraba a su alrededor, los caballos corrían y saltaban ganándose gritos de asombro y júbilo cada vez que algún favorito cruzaba la línea de meta en primer lugar. La carrera de obstáculos era un deporte nuevo en Francia, recién llegado de su Irlanda natal, y estaba ganando popularidad rápidamente. Colleen había creído que aquel ambiente le resultaría familiar, pero ahora se daba cuenta de que se había equivocado. Sentada entre integrantes de la alta sociedad que presumían sus lujosas ropas y adornos, se sentía completamente fuera de lugar. Ella no formaba parte de ese mundo. Tampoco quería hacerlo.

Había hecho su mayor esfuerzo por lucir presentable de todas formas, poniéndose uno de sus mejores vestidos y obligando a Rory a usar aquel traje que reservaban para ocasiones especiales y que a él tanto le incomodaba. Se veía mucho mayor en aquellas ropas, como si fuese un niño disfrazado de adulto. Colleen lo observaba jugar a lo lejos, cerca de un carrusel que habían instalado para atraer a los más jóvenes.
-Rory ha crecido mucho -sus pensamientos fueron interrumpidos como si hubiesen sido leídos por un telépata. Frank, uno de los amigos con los que habían acudido a las carreras -y la única razón por la que Colleen había aceptado hacerlo- se había acercado en silencio. Era una de las pocas personas en las que había aprendido a confiar, principalmente porque nunca hacía preguntas de más.
-Sí, ya tiene doce años, ¿puedes creerlo? -sonrió con cierta nostalgia mientras el niño corría tras otros compañeros.
-Siempre quise tener hijos -añadió Frank con un suspiro mientras se acariciaba el cuidado bigote. Era un hombre respetado y querido por todos quienes lo conocían, y Colleen se había preguntado muchas veces por qué no habría conseguido una esposa. Tenía edad más que suficiente para tener ya unos cuantos hijos, dirían muchos.

Sin saber bien qué decir, prefirió guardar silencio.
-Parece un niño muy activo. ¿Va a la escuela? -Colleen observó a su amigo con cierto recelo.
-Lo educo yo en casa. No hay escuelas cerca de donde vivimos, y ya sabes que el viaje a París es largo -explicó tranquilamente, aunque un poco a la defensiva.
Frank parecía procesar la idea mientras una nueva se le ocurría.
-Podría quedarse conmigo durante la semana -se atrevió a decir finalmente. -Sabes que no me molestaría en absoluto, le tengo mucho aprecio. Conozco una buena escuela cerca de casa, y podría volver contigo cada fin de semana…
-Te lo agradezco, Frank, pero no va a ser necesario -Colleen lo interrumpió de inmediato tratando de que no se notara la molestia que sentía en su tono de voz.

No se debía del todo a la sugerencia del hombre, sino a que en el fondo sabía que podía ser una buena idea a pesar de que eso conllevaría tener a su hijo lejos la mayor parte del tiempo. Algo que nunca había querido imaginar.
-Colleen, creo que el niño debería estar rodeado de otros de su edad, aprendiendo más del mundo, ya sabes… Y creo que también le vendría bien tener una figura paterna en su vida.
Aquella había sido la gota que colmó el vaso. La licántropa lo encaró con una mirada incrédula y furiosa y se puso de pie rápidamente.
-¿En qué momento te di el derecho de decidir lo que Rory necesita? Es mi hijo, Frank, lo he criado yo sola y no vas a venir ahora a decirme que no he hecho un buen trabajo.
-No, no, no era eso lo que quería decir, sólo quiero lo mejor para él -preocupado, el hombre se levantó también.
-Yo sé lo que es mejor para él, gracias -se dio media vuelta y empezó a bajar las escaleras de la improvisada tarima que habían puesto con las sillas de los espectadores de la carrera.
-Colleen, no quería… -Frank tomó su mano en un intento de detenerla, pero sólo consiguió que la joven le dedicara una mirada cansina. Sabía que tenía buenas intenciones, pero no quería seguir escuchándolo.
-Necesito un respiro.

Se alejó de él sintiendo su mirada clavada en la nuca. Avanzó entre hombres y mujeres de alta alcurnia y también uno que otro mendigo pidiendo limosna. Pasó cerca del carrusel, al cual Rory ya se había subido, y le hizo una señal a su hijo para que se quedara tranquilo; quería estar un rato a solas pero no deseaba preocuparlo. Se obligó a sonreír y el niño respondió con otra sonrisa, demasiado concentrado en su propio mundo de juegos como para notar que algo andaba mal con su madre. Y así avanzó en silencio hasta llegar a los modestos establos donde aguardaban los caballos, una zona que contrastaba marcadamente con el lugar del que venía, pero aquel negocio apenas estaba surgiendo y nada era muy desarrollado todavía. Las personas que se encargaban de mover a los caballos eran notoriamente más sencillas también, y Colleen se sintió un poco más tranquila.
Dolía escuchar cosas que podrían ser ciertas y dolía cuestionarse si lo que estaba haciendo era lo correcto o no. ¿Remplazar a Braden y traer a otro hombre a su vida? Había considerado aquello en más de una ocasión, pero no podía traicionarlo. ¿Era demasiado egoísta de su parte pensar de esa forma? ¿Estaba haciendo lo mejor para su hijo, a fin de cuentas? Sólo quería ser una buena madre para él, hacer las cosas bien, pero el problema era que sentía. Sentía demasiadas cosas y la carga se hacía cada vez más pesada. Era fácil para otros criticar o poner en duda sus actos cuando no entendían por lo que había tenido que pasar.
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Mensaje por Zíu Vjörnken Jue Mar 17, 2016 7:56 pm

" La familia Vjörnken formaliza la construcción de un nuevo emprendimiento, el quinto en los últimos seis meses. "


Una tarde lluviosa. Demasiado para el gusto de cualquiera que no se precie de ser medio sub acuático en su naturaleza mas propia y personal. Las gotas, casi tan anchas como una bola de granizo, impactaba sin piedad en contra del metal barato y corroido que había en la parte inferior del muelle. La madera, mas y mas húmeda por el agua, comenzaba a destilar un putrefacto e invasivo olor a humedad, sin dar señales de que se detendría en el tiempo mas cercano. Una figura, postrada pero sin estarlo realmente, una sombra que pasa desapercibida ante los ojos menos atentos, se encontraba allí, con un periódico en la mano. La primera plana anunciaba un negocio reciente de una de las familias de mayor poder adquisitivo de la ciudad.

" Vaya asco, hipócritas. "


El hombre cubierto por aquella capa negra, chasqueó la lengua y de un movimiento fluido de su mano derecha, arrugó por completo aquél periódico. Sonrió por unos momentos antes de arrojar el papel a un lado. El humo de aquél cigarro de tabaco que tenía entre los labios invadió sus pulmones cual densa niebla. El calor propio del final de un cigarro llegó a la boca del allí presente, el cual no se inmutó por aquella señal. Sino que inhaló mas fuerte aún. Tomó el cigarro con los dedos índice y mayor y lo arrojó hacia el mar. Entonces finalmente levantó su mirar y con una sonrisa encontró su trabajo, allí intacto, mas allá de que se había tomado un par de minutos para leer aquella noticia tan desagradable a sus ojos.

- Que odiosa es la hipocresía , ¿ no lo crees? - Cuestionó con total calma. Delante de sus ojos, se encontraba un lupino, clavado a la madera inferior de aquél muelle por dos estacas de plata de un decente tamaño. Incluso a una distancia de unos tres metros, el cazador aún podía oír el típico sonido de carne quemada por la plata. No le daba gusto, en absoluto, pero era el sonido que se podía asociar simplemente con el éxito de una cacería. - Tal como la que tu estarías demostrando al no compartir lo que sabes conmigo, condenado infeliz. - Dijo con la misma calma, pero al mismo tiempo movió una soga que tenía dentro del bolsillo. Dicho movimiento, aunque leve, fue suficiente como para retorcer las estacas dentro de la carne del licántropo, el cual no hizo mas que gritar. - Suelta esa lengua, anda.

- Estúpido ignorante, ¿ que crees que logras con todo esto? ¿ Que me quiebre? Soy el puto eslabón mas bajo de la cadena alimenticia, estás muy lejos de tu objetivo niño, esto te supera y por mucho. - La risa que el ser de la noche intentaba soltar a continuación nunca salió de sus labios. Un grito de dolor llegó en su lugar a los oídos del cazador. El cual había simplemente subido una mano hacia arriba. De debajo de su manga salió una cuchilla que se impactó con precisión en una de las manos del hombre lobo que estaba allí colgado. - No sé nada imbécil! Ese asunto fue manejado por los alfas, no por los miembros de rango inferior. Revisa mis cosas, no hay nada ahí!

El cazador dirigió su vista a las pertenencias que él mismo le había quitado a la bestia. Se acercó y se puso a revisarlo todo. No encontró nada en primera instancia. No le sorprendió, él siempre iba por lo que los lupinos tenían en su mente. Pero su instinto le decía que aquél era demasiado neófito como para realmente serle de alguna ayuda. Pero sus desgastadas manos sintieron algo. Un recuerdo cayó como un rayo en su mente, alertando todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo casi en un instante. Extrajo la razón del despertar de aquél viejo recuerdo. Sí, no podía estar equivocado. Miró de reojo al licántropo y le sonrió con una calma casi aterradora.

- Muchas gracias por serme de utilidad. Te prometo que no estarás solo en la otra vida. - Dijo y le puso un fin a la historia de aquél joven ser. Se quito la capucha con lentitud al momento que sus ojos caían sobre el objeto en cuestión. No había forma de equivocarse. Su plan acababa de cambiar radicalmente, tenía que verla. Tenía que salir de las sombras y optar por el tercero de sus planes, uno que en un comienzo e incluso ahora hubiera preferido evitar. Pero no le quedaba de otra.

" Los Vjörnken tuvieron algo que ver con el asesinato de la tía de Rahel."


_______________________

Ya todo estaba listo. Aún no sería correcto enfrentar a su objetivo, ciertamente, sus planes se habían visto modificados de una forma muy radical, no podía andar siendo tan cauteloso como hasta el momento. Si bien estaba en la fase dos de su investigación actual, la mujer a la cual estaba siguiendo no le daba el aspecto de ser una guerrera que ataca a un enemigo sin vacilar. Mas aún cuando éste no se identifica como tal. No, Zíu no tenía la mas mínima intención de pelear con aquella mujer. No sentía interés en ello. Su interés radicaba en otro sitio. Simplemente quería...hablar.

El cazador siempre conoce a su presa, por lo que estaba preparado para evitar los sentidos de los licántropos de la mejor forma posible. Manejaba la energía que irradiaba su cuerpo al no invadirse a sí mismo de emociones negativas. Y su observación era tan disimulada que pocos la notarían siquiera. Él era uno mas, un hombre que había asistido a un evento social de la mas refinada clase. Por dentro sentía asco de toda la falsedad que lo rodeaba, pero era una hipocresía por supuesto. Él estaba disfrazado también. Observó toda la escena y supo tomar provecho de la misma. Podía asumir miles de conclusiones acerca de lo que acababa de ocurrir, pero captaron dos detalles esenciales. La lupina tenía un hijo, estaba en el carrusel. Y ella ahora, se encontraba en la búsqueda de un poco de aire y alejarse de todo.

Zíu se acercó con todo el sigilo que pudo. Mas no hizo que aparecer delante de la mujer al no tener un medio claro mediante el cual llegar a su retaguardia sin ser realmente "sentido" por ella antes.

- Encantado de conocerte, Colleen. - Dijo con toda la calma del mundo, tal y como si fuera lo mas normal , que un desconocido se postre delante de tí y te revele sin pudor alguno que conoce tu nombre. - ¿ Problemas de familia, verdad?

Todo tenía un motivo, por supuesto que sí.
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Mensaje por Colleen Hanigan Miér Mar 23, 2016 3:19 pm

Habían pasado siete años desde que Braden había desaparecido. Desde entonces todo se había vuelto cuesta arriba, y aunque a veces las cosas no parecían tan difíciles, el día a día de Colleen se resumía en salir adelante con la finca, asegurarse de que su hijo estuviese bien e intentar lograr la mejor convivencia posible con su bestial licantropía. Una lucha diaria, larga y silenciosa, a la que en ocasiones parecía haberse acostumbrado y eso era lo que más le aterraba. Había amado demasiado a su esposo. Seguí haciéndolo. Por eso era que hasta entonces no se había logrado desprender del todo de la idea de que quizás volvería a verlo; no quería ni podía hacerlo. En contra de todas las probabilidades e informaciones que había conseguido recopilar, seguía esperando tercamente y en secreto a que su esposo apareciera nuevamente frente a las puertas de su casa. Sabía cuánto estaba pidiendo con aquella idea pero no iba a convencerse de la supuesta muerte del hombre que amaba hasta que no viese su cuerpo en vida o muerte, o lo que quedara de él.

Y a veces creía que aferrarse de esa manera a aquella esperanza era un grave error. Prácticamente había congelado su vida durante todos esos años, ni siquiera había mostrado verdadero interés por otros hombres -a pesar de que las opciones no faltaban- que podrían haberle asegurado fácilmente una mejor calidad de vida a ella y a Rory. Pensar en el “qué pasaría si…” era lo que siempre la detenía. Si había una remota posibilidad, por muy pequeña que fuera, de que Braden estuviese vivo, ¿cómo podría ella darle la espalda? En ese sentido casi prefería saber que estaba muerto a seguir viviendo con esperanzas de lo contrario, ya que al menos así sabría con seguridad qué era lo que debía hacer para continuar con su vida y dejaría de envenenarse con falsas ilusiones. Aquella incertidumbre podía ser realmente tóxica.

Un ruido de pasos interrumpió sus pensamientos y la sacó de su ensimismamiento. Sus finos reflejos le indicaban que la persona en cuestión aún se hallaba lejos, pero acercándose en su dirección. Sin embargo no desvió la mirada, sino que se concentró en uno de los caballos del establo que sacaba su cabeza por sobre la puerta con curiosidad. Incluso a la distancia podía apreciarse su porte ostentoso. Tras unos segundos pudo distinguir por el rabillo del ojo que alguien se detenía cerca de ella, y sólo entonces giró el rostro para encarar a quien acababa de llegar. Se encontró con un hombre de aspecto prolijo y calmo, y al verlo se sintió confundida. Generalmente su sensibilidad licántropa lograba indicarle rápidamente muchos aspectos de las personas con las que se encontraba, ya que sus emociones y actitudes solían dejarlas al descubierto, pero con él estaba resultando diferente, al menos en primera instancia. Había algo casi tranquilizador respecto a su presencia; lo que la había inquietado eran sus palabras.

-Desearía poder decir lo mismo, pero antes me gustaría saber cómo es que sabes mi nombre -dijo ante su primer comentario, manteniendo su mirada con recelo. Su tono de voz no denotaba incomodidad ni indicaba que se hubiese ofendido, pero sí delataba que se hallaba a la defensiva. No le gustaba perder el control de las situaciones y en esos momentos era así como se sentía, sin control y vulnerable ante aquel recién llegado a quien desconocía por completo. Una persona normal no le hubiese dado tanta importancia al asunto, quizás incluso lo habría tomado como un gesto amable de alguien que intenta romper el hielo, pero ella era una criatura sobrenatural y como tal no podía darse el lujo de ser incauta. Su siguiente pregunta fue lo que hizo que un escalofrío recorriese su cuerpo, y es que ella confiaba a muy pocos la información respecto a su familia. Tuvo la intención de desviar la vista hacia el carrusel, que ahora se encontraba muy lejos, sólo para asegurarse de que Rory estuviese bien, pero se contuvo por miedo a que aquello la dejase aún más expuesta.

-Con todo respeto, monsieur… ¿has estado siguiéndome? -enarcó una ceja y lo miró con desconfianza, tratando de no parecer demasiado agresiva ni caer en la paranoia. Después de todo, tampoco quería dar la impresión de que ocultaba algo.
-No recuerdo haberte visto jamás, y créeme que no olvido los rostros con los que me encuentro -finalizó sin dejar de mirarle firmemente a los ojos. Podría haberse marchado en ese mismo momento, no tenía ninguna obligación de responderle ni de mantener una conversación con un desconocido, pero sabía que no lograría dormir tranquila esa noche sabiendo que un completo extraño parecía saber sobre ella más de lo que pensaba. Así que esperó a su respuesta presionándole un poco con la mirada, ya que no quería darle tiempo a inventar alguna historia ingeniosa en caso de que eso fuese lo que estaba pensando.
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Mensaje por Zíu Vjörnken Miér Mar 30, 2016 1:01 am

Todo en la vida del cazador era sistemático. Mas aún con aquello para lo cual se lo había entrenado desde que tiene uso de razón. Con los años, que no dejaban de pasar, Zíu se había visto forzado por las circunstancias una y otra vez a forjar un sistema para consigo mismo. Un sistema de análisis previo, un sistema mediante el cual fuera realmente posible eliminar la gran brecha natural que hay entre seres humanos y los que no poseen humanidad. Un humano, en circunstancias comunes y corrientes, no tiene esperanza de salir victorioso en un enfrentamiento directo con un ser sobrenatural. Eso era el abc de la cacería. Los cazadores nunca se despojan de su humanidad, la abrazan y usan la mortalidad como un arma. O al menos así sucede en el caso del nórdico que ahora se encontraba postrado delante de aquella mujer.

Aquello no era una cacería, era algo mas. Algo menos conflictivo, pero no por menos conflictivo uno debe entender menos importante. Por el contrario, el camino no violento podía tener muchos mas frutos para con el cazador. Pero así mismo acarreaba una pesada carga de riesgos. Si él tenía éxito en su plan, la mujer le ayudaría y le brindaría mas información que si la restringía con sus estrategias y de forma posterior la torturaba. Aquello nunca fue algo que le trajera algún tipo de satisfacción al cazador. Por el contrario, siempre que le fuera posible de algún modo intentaría salir sin pelear de la mayoría de las situaciones.

- ¿ Como es que se su nombre, Señora Colleen? Esa sí que es una excelente pregunta. - Dijo mientras bajaba su mirar con una sonrisa en el rostro. Aquél día el cazador llevaba puesto un sobre todo negro, el cual hacía que su figura fuera mas imponente que de costumbre. Llevaba su larga cabellera recogida y su expresión era nula. A la vista no decía mucho, era un hombre de excelente porte el cual sabía más de lo que aparentaba. Un misterio que la otra parte ansiaba develar con el mas profundo de los recelos. En especial cuando su familia entró en la discusión. - ¿ Siguiendo? No lo creo.

Dijo cortante mientras levantaba su mirar y lo posaba sobre el ajeno, sosteniendo todo el peso de la mirada de la licántropa. El aura de Zíu siempre era nula. No permitía que nada saliera de la frialdad de sus planeamientos previos. No dejaba que las emociones jugaran papel alguno, puesto que estas eran muy a menudo una fuente de problemas. El cazador negó con calma al momento que levantaba ambas manos hasta la altura de su rostro. Movió las mismas en un ademán mas que nada relajado y la sonrisa en su rostro se acentúo ligeramente.

- En mi profesión, Señora Colleen, seguir a personas como usted, generalmente es un recurso muy burdo, muy barato. Y que generalmente queda relegado a la categoría de..."Último recurso". - Dijo mientras mantenía la sonrisa, demasiado calma como para inspirar lo mismo en la otra persona. Mas su tono era relajado, casi como si lo que estuviera diciendo fuera una trivialidad mas. - Lo que yo hago es investigar. Y seguramente su aguda mente ya lo haya notado, pero no creo que pueda ser catalogado como un humano común y corriente. Así como usted tampoco puede ser catalogada de humana, Señora.

Para muchos aquello sería un exceso. Pero Zíu estaba jugando un juego arriesgado, un juego en el cual bien podía perder la vida, pero si usaba correctamente las cartas que tenía en su baraja...seguramente podría sacarle un gran provecho a esa mujer. Hizo una pausa en su discurso revelador para abrir su abrigo principal y dejar el mismo entreabierto. Desvió el mirar del ajeno para centrarlo en lo que su mano derecha estaba haciendo en el bolsillo interno de aquél pesado sobre todo. Sonrió al encontrar el objeto deseado y se lo ofreció a la mujer.

- Siempre realizo tres fases de preparación antes de encontrarme con un objetivo. Con usted, señora Colleen, me limite a realizar sólo las primeras dos. Las cuales abarcan todo lo que se refiere a su vida privada, pública, fortalezas, y debilidades. - Dijo mirando de reojo hacia el carrusel. No sentía interés en el pequeño, mas sabía que aquello sería como un contraataque a la defensiva inicial y natural de la mujer. - Evité la tercer fase por que no siento interés, como cazador, en que usted sea una presa. Esencialmente por que mi cacería actualmente se encuentra especialmente...como decirlo. - Hizo una pausa y continuó.- " Focalizada". Quiero hacer un trato con usted, señora Colleen. Y me temo que una vez que abra ese sobre, no podrá decirme que no. - Soltó como una víbora suelta el veneno en la carne de una presa.

Dentro del sobre, había algo que él descubrió en sus investigaciones. Nadie era mejor que él en lo que hacía. Y a ella le podía ayudar a develar el misterio de la desaparición de su marido. En ese sobre había dos cosas. Un trozo de cabello del hombre, y una nota. La cual obviamente, estaba firmada por él.

- ¿ Quiere escuchar mi propuesta, o prefiere arrancarme la garganta?
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Mensaje por Colleen Hanigan Miér Abr 06, 2016 12:46 pm

Toda la atención de Colleen estaba volcada sobre el cazador. Ninguna mirada, ningún gesto, ningún cambio de voz se le pasaba por alto. Con todos sus sentidos activados, igual que un animal que sabe que puede correr peligro, trataba de escrutar en el interior del hombre para hacerse una idea de cómo actuar y qué decir. Las experiencias del pasado le habían enseñado a no bajar nunca la guardia, y era eso lo que le había ahorrado la mayoría de los problemas a lo largo de esos años, pero ahora se preguntaba cómo era que habían llegado a esa situación. ¿En qué momento se habría descuidado? Solía ser muy cautelosa, tanto en su vida privada como pública. Tarde o temprano tenía que pasar, supuso. Debía hacer lo posible por no perder la calma y así evitar dar un paso en falso.

Escuchó al hombre en silencio, sin quitarle la mirada de encima en ningún momento. Apretó los puños cuando sus intenciones salieron a la luz y sus sospechas fueron confirmadas. Podía sentir su propio corazón latiendo ahora con más fuerza y más velocidad, pero no debía dejar que se le notara. No pasó por alto el momento en el que el cazador miró hacia el carrusel, y aquello fue como un balde de agua fría que caló hasta lo más hondo de su alma. Ya no había dudas. El hombre sabía quién era, lo que era, probablemente hasta sabría donde vivía. Debía se extremadamente cuidadosa pues sabía que en esas situaciones uno no podía confiarse. Había demasiado en riesgo como para convencerse con palabras suaves.

Y sin embargo el desconocido no parecía tener malas intenciones, al menos no directamente hacia ella. Se le ocurrían muchas formas en que podría haberla apartado de aquel sitio y acabado con ella en un dos por tres; sabía cómo eran los de su clase. ¿Estaría intentando confundirla? No quería entrar en su juego, pero tampoco quería arriesgar más de lo que podía permitirse. Sólo cuando terminó de hablar Colleen apartó la mirada de sus ojos desviándola hacia el sobre de papel que le ofrecía. Arrugó levemente la nariz y entornó los ojos con expresión fastidiada; no podía negar que aquel ofrecimiento había despertado su curiosidad, pero un gesto como ese bien podía ser una trampa. Sin aceptar el sobre acortó la distancia entre ambos dando un paso hacia adelante, demostrándole que no sucumbiría ante un trozo de papel. ¿Quería intimidarla? Ella también podía hacerlo.

-¿Qué le hace pensar que aceptaré un trato con alguien como usted? -habló finalmente mientras sus ojos volvían a encontrarse con los de él-. Sé cuál es la visión que debe tener acerca de las personas como yo, pero también sé que el único monstruo aquí es el que tengo justo frente a mí -soltó con desprecio, dejando entrever la tensión en su tono de voz. No iba a dejar que las apariencias y el trato aparentemente pacífico de aquel hombre la confundieran. Sabía que se estaba arriesgando al confirmar lo que había dicho acerca de ella, pues tal vez era su forma de intentar extraer más información, pero tampoco se le ocurría otra manera de amedrentarlo. A esas alturas lo único que deseaba era que la dejara tranquila.

-No sé a qué se debe esta investigación, pero si sabe lo que le conviene me dejará en paz -esta vez sonó algo más tranquila, pero aquello no dejaba de ser una especie de amenaza-. En algo no se ha equivocado: no soy sólo humana, sino algo mucho peor -la distancia entre ambos se había acortado aún más, por lo que no hubo necesidad de que dijera aquello en un tono más alto que un susurro-. Meterse conmigo podría ser el error más grande que cometería en su vida, monsieur, y quizás el último. No lo olvide -le dijo con firmeza para luego dar un paso hacia atrás, como si quisiera evitar una explosión catastrófica. Sabía que estaba arriesgando mucho con aquellas palabras, pero nunca había sido de irse con rodeos. Las cartas estaban puestas sobre la mesa y ahora la situación volvía a depender de él.

No se le ocurría qué podía contener el sobre que le ofrecía. Su vida había transcurrido con relativa tranquilidad y no necesitaba de mucho en esos momentos, y aunque le estuviese ofreciendo una enorme suma de dinero, desde luego que no aceptaría nada que viniese de alguien como él. Sin embargo tampoco quería poner en juego la seguridad de su hijo, lo único que le preocupaba realmente. Muy para su pesar, no veía otra opción que no fuese escucharlo.
-Deme un buen motivo para abrir esa carta y no arrancarle la garganta -dijo finalmente, sintiendo que caía en sus redes a pesar de todo lo que había dicho con anterioridad. En el fondo, a pesar de toda la desconfianza que sentía, esperaba estar equivocada con él y que fuese alguna especie de excepción dentro de los cazadores. De algo estaba segura: iba a tener que dar algo a cambio si quería salir bien parada de allí.
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Un corazón es una pesada carga [libre] Empty Re: Un corazón es una pesada carga [libre]

Mensaje por Zíu Vjörnken Dom Abr 24, 2016 10:09 am

¿ Cual es el principio esencial para ser un buen cazador?


Entender que tus presas, son naturalmente mas fuertes que tú.


Entender la propia debilidad, entender la limitación natural humana y convertirla en la principal fuente de fuerza de uno mismo. Puesto que si uno comprende sus limitaciones, sus debilidades, entonces puede convertirlas en virtudes y en ventajas en un combate. Esa fue la filosofía de vida que le fue inculcada cuando apenas estaba dando sus primeros pasos en el mundo. Toda su vida fue un entrenamiento. Y toda su vida abrazó el concepto y la noción de que los seres a los que se enfrentaba, siempre tenían las de ganar. Sus dones, sus maldiciones o como se las quiera llamar, los dotaban de superioridad natural. Siempre tendrían la ventaja en un campo de batalla. Y esa misma virtud, para sus enemigos, siempre había terminado por transformarse en una debilidad.

Escuchó sus palabras con intriga y obtuvo una sorpresa grata en su mente al ver como la mujer no se dejaba amedrentar con tanta facilidad. Demostrando siempre su superioridad natural, acortaba las distancias en un intento claro de arrebatarle el control a un desconocido que parecía saber mas sobre ella que muchas de las personas que ella podía considerar como allegadas. Pero había un dejo de duda, o al menos esa era la noción que el cazador captaba con su mirar. ¿ Sería curiosidad dentro de ella? Algo natural. Un rasgo compartido por todos aquellos seres que gozaran del uso de razón. No se inmutó por su clara amenaza, mas sólo emitió una sonrisa de mayor tamaño ante la aceptación de la mujer de su propia naturaleza. O mejor dicho...confirmación de lo establecido por el que aún era un desconocido para ella. Un desconocido con intenciones desconocidas por supuesto. Una noción mas que peligrosa.

Pero no fue hasta las últimas palabras de la mujer, que el nórdico bajó la mirada. La sonrisa no se ensanchó en absoluto y su cuerpo no demostró nada en particular. Mas aún, él de hecho sabía con gran satisfacción que ella había cedido finalmente. De ser verdad, aquello que dijo sobre su garganta, ella ya se le habría abalanzado encima con sólo la provocación de él mirando hacia el carrusel. Esa había sido su movida esencial, mas allá de toda revelación, puso a prueba el sentido de cautela de Colleen y no lo decepcionó en absoluto. Con respecto a ella, él podría tener diez cazadores ocultos que le pondrían un fin a la vida de su hijo, a la de su acompañante y a ella misma, si cometía la estupidez de matarlo allí y ahora. Sin contar con la imagen traumática que tendría su niño en la mente luego de ver a su madre asesinar a sangre fría a un hombre que simplemente estaba conversando con ella.

- Tal y como esperaba, es usted realmente una mujer cautelosa, Colleen. Protege la vida de su hijo a toda costa, y no tengo duda alguna de que si usted creyera por tan solo un momento de que realmente mi interés recae sobre el pequeño, me mataría aquí y ahora, tal y como ha dicho anteriormente. Sin embargo, reafirmo con total confianza lo que he dicho antes. Dentro de este sobre, hay algo que es de sumo interés para usted. Y es algo, con lo que me encontré de mera casualidad, pero que sin lugar a dudas será un comienzo para develar uno de los grandes misterios de su vida. - Hizo una pausa al momento que volvía a ofrecer el sobre a la lupina. - Dentro del sobre hay un trozo de cabello y una carta, Señora Colleen. Lo importante para usted es de quién son esos objetos.

El sueco miró el sobre y luego sus ojos recorrieron por completo la figura de la mujer delante suyo. Estaba en guardia, decidida a juzgar si la propuesta del auto proclamado cazador valdría el hecho de perdonarle la vida o huir o cooperar. Pero el nórdico sabía lo que pasaría. El sobre desarmaría toda defensa, haría que desmorone por completo y cooperaría sin dudar. Su hijo no corría peligro, pero eso era algo que comprendería con el tiempo. Ahora...todo estaba en las manos de Zíu.

- Son de su esposo, Señora Colleen. Y mi propuesta involucra ayudarla a encontrarlo, si usted accede a cooperar conmigo.

Reconocería la letra y el aroma del cabello. Y ahí, el cazador movió su mejor ficha. Su reina.



Zíu Vjörnken
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