Burden † Libre

por **Lasher** Lun Oct 20, 2014 5:49 pm

I once upon a time
Carried a burden inside

Desde su llegada a la capital se había sentido como un extraño, siendo los primeros días los más pesados. Poco a poco se empezaba a habituar a ser parte de las pinceladas tan singulares en las que se sumergía día con día. Océanos de recuerdos inmemoriales le separaba de la tierra que le había visto nacer y morir en poco tiempo. Rusia era fría, solitaria, como él pero en París las cosas eran muy diferentes, cada detalle en las calles era hasta cierto punto embriagador, único y fascinante. Las fauces de las calles empolvadas le engullían una vez más en este largo recorrido hacia un venidero crepúsculo cenizo. Durante el tiempo que su condición fantasmal le hizo deambular de un lado a otro había sido testigo de una y mil formas de actuar en el raciocinio humano, amantes lejanos, familias separadas por peleas, disputas por herencias, a donde quiera que el volteara se topaba con una gama de comportamientos perturbadores, la contradicción de la que los humanos son presa.

Acostumbraba dar un pequeño concierto en las plazuelas antes de que los últimos rayos del sol murieran en las entrañas de la atmosfera vespertina. No importaba si los extraños le arrojaban una moneda o no, él tan solo quería ser escuchado, el sonido ensordecedor de un par de aplausos bastaba pues quería que las personas hallaran un remanso de paz en las melodías lúgubres que nacían de su viejo Stradivarius largo. Esas composiciones adoloridas tan diáfanas pero con un sinfín de trasfondos. Cada pieza, cada movimiento evocaba un momento de su vida. De este modo daba inicio un acto más, una nueva presentación ante miradas extrañas. Con la pequeña bolsa aterciopelada colgando en su hombro izquierdo avanzó entre un pequeño tumulto de personas, sonreía cuando se topaba con la mirada de algún chiquillo ingenuo que le saludaba, se mantenía callado cuando la ocasión ameritaba pero normalmente su amabilidad salía a relucir, aún con desconocidos.

Llevó suavemente el instrumento hacia su mentón y suspirando antes de dar inicio a esta confesión admiro la forma de las curvaturas en los pocos edificios que se erguían portentosos a su alrededor. Sonrió. Con la mirada apagada sus dedos acariciaron la textura del Stradivarius y eventualmente el aullido de las notas anunciaba su nacimiento. Cada sonido tomaba forma y figura conforme los movimientos del fantasma fluían de forma magistral. Se entregó a la ejecución como lo había hecho las noches previas, sin temor, sin vacilar. En el vaivén exquisito los murmullos de aquellos ajenos a sus recuerdos le contemplaban quizás, otros pasarían de largo sin detenerse siquiera. Aun cuando los coloridos edificios se derrumbaran y una tormenta pudiera caer en la plazuela el seguiría tocando, nació para ser un músico y curiosamente había perdido la vida por la misma causa. Porque la música lo era todo para él: destrucción y sanación.

por **Cerise Moreau** Miér Oct 22, 2014 10:36 am

Definitivamente, le gustaba París. Puede que no conociera a nadie allí, que el día anterior hubiera gastado su último franco en una cochambrosa cama y una sopa de dudoso (y frío) contenido en la que parecía ser la posada más sucia de toda Francia, pero había gente, mucha gente. Cerise sonrió para si. Las calles estaban abarrotadas, las puertas de los comercios nunca llegaban a cerrarse pues siempre había alguien cruzando su umbral. Incluso con la noche cayendo sobre ella, París no descansaba. Y eso, en su mundo, significaba dinero.

Se apoyó en la pared de un edificio cercano, observando el flujo de la plaza, fijándose en las ropas de las personas y en su aura, buscando a aquellos que estuvieran relajados, paseando sin preocupaciones. Respiró hondo y se ajustó la gorra. Llevaba el pelo recogido bajo ésta y se había agenciado el traje de uno de los mozos de la posada (algo tenía que compensar esa horrible sopa),bien podría pasar por uno de esos mozos de almacén que corrían llevando recados de una tienda a otra.

Entonces escuchó la música. El sonido del violín inundó las calles parisinas con su hermoso silbido, transportándola a través de su memoria a días más simples.Cerró los ojos con fuerza, tomó otra gran bocanada de aire y trató de alejar la música de su cabeza, siempre había que estar atenta durante la faena. Sigilosamente pero con naturalidad, se introdujo entre el corrillo de personas que, complacientes, disfrutaban de la actuación callejera. Sus manos bailaron entre prendas y joyas como las del violinista sobre su instrumento, incluso pareció que Cerise sincronizaba con la cadencia de la melodía, desprendiendo un collar del cuello de su dueña, lenta y suavemente, aumentando el ritmo al introducirlas en un bolsillo aquí y allá.

Fue entonces cuando se fijó en la pequeña bolsa aterciopelada que portaba el violinista. La audiencia parecía complacida, lo que indicaba que esa pequeña bolsa iba a llenarse pronto. Contabilizó mentalmente su botín: un par de sortijas, un reloj y un collar de poco valor. Necesitaba monedas si quería comer algo ese día y no conocía a nadie en París para cambiar su mercancía. Parecía que no iba a ser un buen día en la vida del músico. Se acercó todo lo que pudo al artista, esperando a que se acabara la actuación para simular dejar una moneda y poder robarle el saquito. Por primera vez, dirigió la vista a la cara del hombre e instintivamente retrocedió un paso. No era un humano normal, desde luego, pero no se parecía al aura de un vampiro o un licántropo. Era como una ausencia, un aura vacía, sin presencia, pero definitivamente humana. Cerise quería saber más. Tenía que saber quien era.

- Vale, quizás él sea peligroso pero puedo descubrir algo o al menos hacerme con la bolsa, si no quiero pasar la noche bajo un puente del Sena.- Pensó Cerise, mirando a los ojos a su incierta víctima quien, para su sorpresa, encontró su mirada.

Burden † Libre

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