Schwere Träume ● Privado

SCHWERE TRÄUME

El que no lucha por lo que desea... no se lo merece.

Mis cabellos rojos bailaban alrededor de mi rostro con la briza marina, el agua que bañaba mis pies hacían que mi cuerpo se mantuviera a una temperatura agradable, vestía con algo ligero un vestido largo de color crema, algo sutil y elegante sobre mis hombros un chal de hilo tejido traído desde muy lejos y de mi cuello una pañoleta color turquesa, mi piel demasiado blanca no podía estar expuesta al sol así que dejando a la vista solo lo necesario seguí mi camino por la orilla de la playa sintiéndome libre como cual gaviota que sobre volaba por la playa, poca gente había a esas horas, un par de criadas a cargo de niños pequeños  que revoloteaban en la arena, unas cuantas parejas disfrutando del amor bajo una sombrilla y una que otra alma solitaria que se dejaba llevar por los encantos que rodeaban la playa. Suspire ante mi pensamiento, tal vez el amor no estaba hecho para algunas personas, o mejor éramos lo suficiente para alguien, baje la mirada hacia la arena y me encogí de hombros, nadie es suficiente para nadie si no tiene un poco de amor propio, había citado las palabras de mi padre, el recuerdo hizo que un nudo en la garganta me dejara paralizada, mientras las pequeñas olas seguían bañando mis pies, mientras el sol seguía entregando su luz… mientras todo pasaba de forma natural.

Augusto, mi fiel chofer, amigo y mi segundo padre me había preguntado si aun tenia sueños, era aquello lo que me había llevado a la playa aquella simple palabra que podía hacer que construyera miles de universo o solo encerrarme en mi habitación.  Mientras avanzaba con lentitud dejaba guiar mi vista por el horizonte que era tan lejano, donde se perdía todo, quizás también los sueños. Claro que tenía sueños, quizás no tan fantasiosos como en alguna época lejana si no más realistas, con los pies en la tierra, ya habían fracasado de varias formas y me comenzaba a poner de pie de manera que pudiera vencer cualquier obstáculo. Ahora tenía mucho por delante, la nueva línea de perfumes que había sacado se estaba siendo conocida por todo el País, y por los países vecinos, ese era un logro y merito de… de mis fracasos y desilusiones, ¿Qué nos hace poner pasión a lo que añoramos? Solo tenía dos respuestas, amar con locura o haber sido desilusionado de la peor de las formas.

Mi cabeza quedo en completo silencio, mas mi alma nunca lo estaría, ¿Cómo había cambiado tanto de un año para otro? ¿En realidad tendría la oportunidad de volver a vivir? Una serie de preguntas comenzaron abordar mi cabeza que inquietaron mi tranquilidad, la briza comenzó a correr un poco más fuerte, tanto como para que el pañuelo soltara su agarre y saliera volando de mi cuello, voló libre con una gracia, elevándose y cuando ya no pudo seguir callo mientras mis ojos lo seguían comencé avanzar apresurando el paso al ver en como terminaría el pañuelo, sobre un jovencito que solitario se encontraba, disfrutando del día, de la playa… - Lo siento  – alce la voz cuando el pañuelo por fin se detuvo. Me había tomado por sorpresa aquella situación y no sabía si agacharme a recoger el pañuelo o no – La briza lo soltó – dije un poco confundida tratando de dar una explicación, lo que menos quería era interrumpir la tranquilidad y los pensamientos de alguien, al final opte por quedarme en silencio, avergonzada por lo ocurrido.

       

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SCHWERE TRÄUME

La perfeccion existe solo si sabes donde buscarla...

Siempre era mal visto que una dama comenzara las conversaciones, habían dos opciones la primera y más  común buscaba compañía de aquellas de tipo sexual ósea que fuera una mujerzuela y la otra era que tenia la confianza necesaria para hablar con quien se le diera la gana cuando ella quisiera. Realmente en mi caso ninguna de las dos era mi opción, era una simple y sencilla casualidad. El jovencito con una gracia peculiar y con un acento extraño hablo, logre entender, supongo, yo con los años mi acento francés se intensificaba aun cuando el ingles de mi sangre siempre permanecería a pesar de todo. Infle mi pecho tratando que la vergüenza opacara mi nerviosismo ante mis pensamientos. – Gracias – en la vida siempre me habían enseñado a disculparme por todo, mi padre, mi nana, mi nodriza… la vida… la sociedad, más que nada una disculpa aunque no fuera mi culpa siempre era bien vista, o así decían. Sonreí y tome el pañuelo con mis manos y con cuidado lo volví a colgar donde pertenecía.

Me acomode a su lado luego de la invitación, a una distancia considerable continuamente mire el inmerso mar, aquel bello paisaje que se pintaba frente a nosotros. - Monsieur Zweig-  ladee mi cabeza para seguir con el saludo – Viola de Lesseps – me presente. El pañuelo siguió moviéndose con la briza marina   y mientras el oleaje bañaba la costa sonreí –  Es perfecto, creo que no hay nada parecido – me quede mirando al joven que parecía tanto o más disfrutar de aquel momento como yo –  Es la armonía justa… no mejor dicho la unión perfecta entre el cielo, el mar y la tierra – estire mis largos y blancos brazos con mis dedos forme un cuadrado haciendo semejanza a un cuadro –  Me gustaría tener un cuadro que mostrara esta belleza en mi habitación – agregue y baje los brazos –Lo único que puedo hacer… es asimilar el aroma del mar, el aroma de la playa  – ya que no era buena dibujando ni mucho menos pintando, no tenia aquel don que tanto disfrutaba el de la pintura.

Aguarde silencio, tenia aquel problema de ponerme hablar y nunca quedarme callada uno de mis grandes defectos –  Lo siento, suelo hablar demasiado – acote levantando mis hombros de manera ingenua, enterré mis pies en la arena y tan solo me dedique a disfrutar de aquello, era mi día libre, era un día que lo había predispuesto a disfrutar y no quería que acabara nunca. Pero todo tenía un final, así como el día tiene la noche, la vida la muerte… y podría seguir contando. El panorama que me esperaba en mi hogar no era el mejor, estaba sola completamente sola mis criados habían viajado a Inglaterra a ordenar la mansión de mi padre ya que pronto iría Arlett y quería que todo estuviera impecable para la fiesta, su cumpleaños, esa vampira sí que disfrutaba y celebraba, moví la cabeza y me saque aquellos pensamientos que volvían y transformaban mi plenitud en odio… en ira… - No eres de Francia, ¿cierto? – no podía quedarme callada.


       

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