Enemigo o aliado (Teseo)

por **Arisha Spivak** Mar Oct 28, 2014 7:03 pm

Habían pasado unos días desde que Serene recobrara la memoria, que volviera, en cierta medida a ser la Saskia de antes, aunque en verdad, era como si en ella pudieran convivir aquellas dos personalidades. Su alma se había dividido, en una, la tristeza de la enorme perdida, la venganza que parecía, nunca podría lograr, horadaban esa parte de su ser, volviéndola más sanguinaria, su sed de venganza crecía noche a noche. El ser la verdugo de la comunidad, le permitía de alguna forma, liberarse de esa fiera que llevaba en su interior. La otra mitad de su alma, su otra personalidad, Serene, era calculadora, tranquila hasta lo indecible, una actriz en toda la extensión de la palabra, bajo la superficie se escondía un océano de emociones tan fuertes como las que en Saskia rebullían a flor de piel. Una mezcla peligrosa de pureza y locura, de muerte y redención.

Si aún no había buscado a la responsable de toda aquella desgracia, Tiare, era porque se lo había prometido a Violante, no deseaba que por su sed de venganza, la destrucción cayera nuevamente sobre él. Por un lado, lo despreciaba, no confiaba en él; por el otro, lo amaba y era capaz de darle lo que él quisiera con tal de estar juntos. Una parte de ella, odiaba a su nueva mujer, la neófita Aidara, pero Serene, quien dominaba casi todo el tiempo el cuerpo y la mente, había jurado cuidar a esa nueva vástago, como si en verdad se tratase de una hermana.

En ese tipo de cavilaciones se encontraba sumergida, cuando dejó su mansión, a caballo, esa también era una de las cosas que distinguían a las personalidades. Saskia, nunca dejaría de ser la Baronesa de Italia, Serene, despreciaba los títulos nobiliarios, de la misma manera como despreciaba el que portaba el Príncipe, - si nunca hubiera sido príncipe, tal vez, él no hubiera sido arrogante, su vida habría terminado de una forma diferente – recapacitaba, observando el camino poco iluminado por donde se dirigía a su destino – tal vez, Saskia, seguiría siendo una simple perfumista y no un vampiro. Ainara, quizás, seguiría con vida y la maldita inquisidora no hubiera terminado apareciendo en sus vidas. Entonces la pobre rubia, el amor del príncipe, todavía tendría su cabeza sobre los hombros – se dijo, como si ella no fuera parte de tanta locura. Chasqueó la lengua, en verdad, aquello le molestaba en sobremanera. Hubiera deseado que le dieran la misión de ejecutar a esa inquisidora, pero el Rey de Corazones, ni siquiera la conocía. Resopló, mientras apuraba su caballo para llegar lo antes posible.

La entrada del cementerio de Montmartre se encontraba desierta, el enterrador, seguramente había salido a tomar algún aperitivo y ella aprovechó aquel descuido para dejar su montura escondida entre los árboles que rodeaban el campo santo, y moverse por el interior del lugar como un espectro más. No venía a ese lugar, desde que su amiga y su hija habían muerto. Las había enterrado en un hermoso panteón, con un conjunto escultórico que la decoraba, un ángel descendía de los cielos y tocaba las manos levantadas de una mujer y una niña. El estómago se le estrujó, pensando que nunca más las vería. Recordó la última semana, habían pasado todos los días, haciendo planes de cómo iban a festejar la primera Navidad de la pequeña Nouvel, una de verdad, con todos los adornos, con sus regalos y la cena de navidad. Pero todo aquello había terminado en el granero, tres semanas antes del 25 de Diciembre, - jamás, pudiste disfrutar una noche buena con tu madre, siempre en ese detestable orfanato, sufriendo como los demás niños – de sus ojos se deslizaron lágrimas de sangre que mancharon las rosas blancas que llevaba como ofrenda, - perdóname por no vengar tu muerte, perdona por pensar en los que aún están sobre la faz de ésta tierra, pero te juro, que algún día, vengaré tanta maldad… mi pequeña niña – acarició la placa que llevaba tallado el nombre de la pequeña – Tiare… te haré pagar tanto dolo -.