La petite fille de la mer /Privado

por **Sandra Liebharts-Koth** Vie Nov 14, 2014 8:48 am

Dies irae, dies illa
Solvet saeclum in favilla
Teste Mircea cum Simona
Quantus tremor

Spoiler:

Puerto - 22:00 hrs - Viento
(Dos meses atrás)

**********

No hay nada más triste que esperar aquello que nunca más se volverá a tener. Que jamás podrás estrechar entre tus brazos, que jamás volverás a perderte en su mirada...¡Cuánto dolor! Yo, que puedo tenerlo todo, no tengo nada. Lejos están ya aquellos días de risas y felicidad. Lejos están, muy lejos; tan lejos, que sólo puedo perder mi vista en el horizonte oscuro cubierto de estrellas, esperando ver una pequeña luz que me anuncie su llegada. Una pequeña luz trayéndolos de vuelta conmigo. No importa el viento, no importa el frío, no importa que me encuentre sola; necesito recuperar a mis grandes tesoros, o lo que queda de ellos... Heme aquí, esperando la llegada de alguien a quien no conozco, del que sólo me han dicho el nombre, de aquel que ha de tratar de ayudarme a interceptar a aquel navío veloz que ha de tener una ínfima presencia por las aguas de éste basto océano azul de Paris. No me importa que el frío cale hasta los huesos, que mis pies estén casi descalzos, que las maderas pútridas y salitrosas del puerto se tambaleen a mi paso. Existe otra clase de frío interior, que ni la más grande llamarada es capaz de calentar: El de la desesperanza, el de la soledad.

Muy arriesgado es...

Las gaviotas revolotean sin descanso buscando alimento cerca de los navíos anclados, volando a ras, e inclusive cayendo en picada para atrapar a algún pez incauto de las decenas de cientos de bancos multicolores que revelan sus escamas plateadas debido a los rayos lunares, asomándose tímidos por entre los densos nubarrones que se han ido formado, amenazando con soltar una gran tormenta en pocas horas. Sin embargo no he de irme, no he de retirarme aún y cuando mi "cita" no llegase puntual a la cita. La moneda está en el aire. Ése pedazo de plata que yo misma arrojé, aquella noche que me atreví a entrar a aquel tugurio de mala muerte, clamando desesperadamente por ayuda, buscando al marino mercante más audaz, valiente y arrojado de la región. Las risas y las obscenidades de lenguas mordaces poco educadas a oídos como los míos, se perdieron entre todos aquellos olores a vinos baratos y a mugre. Hice caso omiso a todos ellos armándome de valor, era más importante para mi recuperar las cajas, que darme cuenta de que yo misma me había colocado como una posible carnada en bandeja no de plata, sino de oro. Me armé de valor aparentando ser una chica ruda, aunque la verdad fuese una muy diferente... Una larga y extenuante noche aquella, que ha de dar frutos si el caballero marinero se apiada de una mujer como yo. De una completa desconocida dispuesta a pagar una gran suma de francos, por un par de cosas.

He llegado hace poco más de diez minutos, recargando uno de mis hombros en un barandal de madera, cubriendo mi rostro con una caperuza violeta, alerta ante cualquier ruido que me pareciese extraño. En realidad todos lo son, completamente todos...

por **Eskol1** Lun Dic 22, 2014 6:20 am

El fuego consumió el inicio del cigarro que acaba de llevarme a la boca. Sabía que era pronto para mi cita, pero aun conservaba la vieja costumbre de llegar antes de lo acordado.
Si bien es cierto que antes lo hacía simplemente para estar siempre puntual y así hacer patente mi educación y respeto hacia los demás, ahora los motivos eran un tanto…diferentes. Las muestras de educación ya no eran necesarias para mi vida actual, sin embargo me era muy útil observar desde las sombras el lugar del encuentro, ver como llegaba mi cita y sus reacciones. Se trataba más de un mero trámite, para evitar trampas o largarme si lo que veía no me resultaba de fiar.

Cuando di mi tercera calada ella llegó, Marcus me convenció como siempre de ir. Lo cierto es que nos hacía falta salir a la mar, casi me había quedado sin monedas de plata de la última vez y mi tripulación casi me exigía retomar la labor. Lo único que sabía de ella era que por sus venas corría sangre azul y que buscaba algo, algo muy valioso tenía que ser y muy complicado de conseguir si recurrió a una panda de piratas.

Desde las sombras del callejón en el que me encontraba la observe entre el humo de mi cigarrillo. Parecía un cervatillo asustado, pendiente de cada movimiento, o bueno eso me precio hasta que pude ver sus ojos. No tenía miedo. Su mirada reflejaba una seguridad azulada y fría. Sonreí de lado, si era cierto lo que Marcus me dijo haría un buen negocio esa noche.
Tire la colilla completamente consumida y camine hacia ella echándome el cabello hacia atrás lo mejor que pude y comprobando que mi camisa aun estaba dentro de mis pantalones.

-Buenas noches, ¿es usted la señorita Liebharts?- dije acercándome por detrás, cuando ella se giró extendí mi mano- soy Eskol, habló con mi compañero Marcus hace un par de noches en una taberna, creo que…necesitaba un grupo de búsqueda-sonríe de forma casi sarcástica. Aproveche esos segundos de silencio para contemplarla de forma sutil, al fin y al cabo era una dama ¿no? Hace mucho que no veía a una chica como aquella, con la piel pulida en mármol, las mejillas coloradas y los labios carmesí pintados con discreción, perfume por supuesto, de rosas como no y las telas traídas de pueblos perdidos y maltratados para envolverla con elegancia y superficialidad. No me gustaba hacer tratos con nobles, eran unos mimados e hipócritas pero tenían algo que a mí me interesaba más que todo eso. Dinero.

por **Sandra Liebharts-Koth** Miér Dic 31, 2014 11:33 am

Azul profundo
es el mar inmenso
es el cielo que veo.

Spoiler:

Sentí pasos detrás de mí, me puse alerta inmediatamente, tratando de regular mi respiración. Al parecer el marinero audaz del que me habían hablado aquel hombre de no mucho fiar, por fin había llegado. Ya estaba temiendo que me hubieran visto la cara, aunque les habría dado la razón, quizás mi pequeña búsqueda no era lo suficientemente interesante como para tomarse la molestia, pero la paga indudablemente lo era. Recuperar las cajas con los cuerpos de mis padres lo valía, eso y mucho más.

Estiré discretamente la mano correspondiendo su saludo, aunque la aparté lo más rápidamente que pude. El marinero me producía temor y desconfianza. La reputación de los piratas no estaba bien valorada y yo... Bueno, me encontraba sola sin nadie que me procurara. Estaba sola en aquel momento, comportándome como toda una experta en aquellos menesteres. Mis padres fallecidos me daban el valor suficiente, pensar en ellos me daba la esperanza de hacer bien las cosas.

-Gracias por haber acudido a mi llamado. Como le dije a... Marcus - hasta ese momento me había enterado del nombre - Necesito interceptar a un navío. Solamente estará de paso, no tocará puerto, por lo que es vital que lo encontremos en tiempo y forma. Sólo tenemos algunas horas... - Le miré a manera de súplica, no me importaba rebajarme a su nivel, si con ello conseguía captar su atención. De mi pequeño bolsito que colgaba de una de mis muñecas saqué un papel. En el venía escrito el nombre de la embarcación -. Marcus me dijo que es el mejor en su ramo, confío en usted.

No confiaba, esa era la realidad, sin embargo debía obsequiarle el beneficio de la duda. No podía perder más el tiempo, encontrar otro hombre aquella noche resultaba prácticamente imposible. Además, a pesar de todo -le veía seguro, una señal inequívoca de que estaba por buen camino.

-La recompensa es muy buena, monsier Eskol. Haga ésta búsqueda por mí, no se arrepentirá...- le miré firme, decidida, aunque mi corazón bombeara más aprisa de lo normal.

por **Eskol1** Dom Feb 22, 2015 9:41 am

Sin duda era una dama, me hablo con calma pero con firmeza, con suavidad pero con seriedad. Me gustaba ver el movimiento de sus labios y la tranquilidad que fingía aparentar no iba acompañada por el sonido de su corazón que aleteaba nervioso.

-¿horas ha dicho?- enarque una ceja, no estaba seguro de haber oído bien- preparar un barco para salir a la mar lleva un tiempo señorita, además de que tendría que reunir a mi tripulación –me dijo que la recompensa sería buena y no lo dudaba, había observado sus movimientos y pude ver su fina muñeca decorada con una pulsera de oro. La recompensa no era el problema si no lo que me pedía.

Asaltar un barco requería al menos de diez hombres, yo tenía tres a mi disposición, cierto es que dos de ellos valían por cuatro soldados, pues eran guerreros natos y brutales pero no se trataba solo de la fuerza. El número era importante para una estrategia de abordaje. No me sería muy difícil conseguir a los otros seis que me faltaban pero necesitaba tiempo, al menos un par de días para poder organizarlo todo.

-Mire señorita Liebharts, necesitaría al menos de un par de días y dado que se trata de un abordaje necesitaría a más gente de la que tengo ahora, eso supondría un amento de la tarifa- abrí el pequeño papel que me dio, en el estaba escrito el nombre de la embarcación, no lo había oído antes pero parecía tratarse de un barco “legal”. -¿De qué tipo de barco se trata?- Lo cierto es que tenía poca información sobre todo aquello y ella me exigía algo que de momento no estaba seguro de si podría cumplir.
A pesar de ser un pirata yo siempre cumplía mis tratos y mi palabra, antes de aceptar cualquier misión tenía que estar seguro de en qué me metía y no sabía nada.

-Hagamos una cosa, déjeme invitarla a una copa y me cuenta todo con más detalle, me halaga que confié en mi pero necesito algo más que su confianza y su dinero para meterme en una empresa como esta. Primero debemos evaluar la situación y pensar en una estrategia para triunfar en nuestro objetivo.

Me sorprendía a mi mismo hablando así, realmente nunca había dejado de ser un capitán del ejército.

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