• Capitulo II • Los caminos que llevan hacia la confianza

por **Walter Bastien Courcelle** Sáb Nov 15, 2014 9:09 pm

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• Capitulo II •
"Los caminos que llevan hacia la confianza"

“Se debe tener confianza en uno mismo y esa confianza debe estar basada en la realidad.”
— Bobby Fischer

Habían pasado tres días, nuestra llegada a tierras escocesas se podía sentir en el aire y en el ánimo de la gente, Shannon se había recuperado y había estado pendiente de sus caballos. Ya no parecía molestarle mi compañía, cuando estaba trabajando, la dejaba ser independiente, tampoco me necesitaba para moverse en un mundo el cual sabía muy bien cómo hacerlo. Habían pasado camarote por camarote avisando de que pronto estaríamos desembarcando. — Ve a encargarte de tus asuntos, yo organizare la salida de nuestro equipaje — le dije dulcemente. Bese sus frente y luego castamente sus labios, adoraba ver aquellas mejillas rosadas en su pálido rostro, el cual parecía haber obtenido más vida después de su pequeño descanso.

Y así fue, me encargue del equipaje interno, mientras que Shannon organizaba la salida de los caballos. Luego de dos horas esperando que nos permitieran bajar, los mozos ayudaban con el equipaje llevándolo hacia los carruajes correspondientes. Había mucha gente, el puerto parecía ser el mismísimo infierno, el caos reinaba, el desorden era la ley del lugar. Como pude encontré mi carruaje, los cuales comenzaron a alejarse del tumulto de gente. El cochero intentaba que los caballos que jalaban no fueran asustados por la gente que parecía no querer darles paso, miraba hacia los lados, buscando a la bruja y no la encontraba.

Ya comenzaba a sentir cierta inquietud al no poder localizarla, pero luego de salir del caos en carne viva, pude ver como la bruja nos esperaba en una pequeña colina en donde comenzaba un camino. Aquel era el inicio de nuestro sendero en las aventuras que Escocia nos ofrecía a los dos. El cochero se detuvo donde ella estaba junto con los demás carruajes en donde mantenían seguros a los caballos — Estuve a punto de pensar que podrías haberte ido sin mi — alce mi cabeza, para sacarla por la pequeña ventanita que había en el carruaje. — Escocia parece ser una magnifica tierra, espero tener tiempo de conocerla aun mas, con la bella guía que tengo — dije antes de volver a meter mi cabeza en el carruaje.

por **Daviana Ruadh** Sáb Dic 06, 2014 6:01 am

Habían pasado los días y las premoniciones no menguaban, pero el hecho de tener a Bastien a su lado la hacía sentir más segura. Tal vez no había sido lo más seguro volver a las tierras de sus ancestros, sin tener las cosas más claras, los enemigos menos atentos a sus movimientos, pero eso ya no importaba. Con sus pensamientos ya en Edimburgo se dejó acariciar por la briza que traía el aroma de la tierra que la vio nacer, su amada Alba. La misma que marcaría su destino. La inseguridad se apoderó de ella, ¿estaba haciendo lo correcto al intentar recuperar el título que le correspondía, por sangre y por herencia?

Dejó que su prometido tuviera mayor libertad, no deseaba comportarse como esas novias que están todo el tiempo colgadas del brazo de sus parejas, como etiquetas ambulantes para dejar claro que les pertenecían. Shannon, creía en las parejas que gracias a la confianza que se tenían mutuamente, podían estar separados pero seguros de que ninguno de los dos le sería infiel al otro. Por eso, mientras ella se encargaba de ver como estaban los caballos en la bodega del barco, se imaginaba que Bastien estaría trabajando arduo en su pasión que era la pintura. - No se preocupe señorita, ellos estarán bien, no tendremos problemas de entregarlos – Anna asintió a lo que le explicaba el capataz, - pero deberemos llevarlos a Edimburgo, será allí donde entregaremos la carga a los responsables del Ejercito de Highlanders – recordó la dueña de Haras Angus. – exactamente, por eso los llevaremos en unos carros especiales, porque la situación es algo peligrosa para hacerlo de forma trashumante, he tenido noticias de que existen algunos levantamientos contra el gobierno y los rebeldes asaltan los caminos en busca de pertrecho y comida – afirmó el capataz. Así siguieron la charla mientras terminaban de pulir las acciones que deberían seguir apenas tocar tierra.

Anna dejó la bodega con una sensación muy extraña en el estómago, no le preocupaba la carga, ni que los rebeldes fueran a quitarle parte de ella, porque ya tenía un aliado en esas filas, ella entregaría parte de la caballada a cambio de custodia. No es que no creyera que Walter podría defenderla, bien sabía su condición de Licántropo, aunque él no se lo hubiera dicho abiertamente, es que había muy pocas cosas que Shannon no pudiera saber, pero esos pequeños detalles, la enervaban. Subió las escaleras y se dirigió de nuevo a su camarote, el pintor la estaba esperando, sonrió al sentir el afecto con el que la recibía, los besos castos como si temiera romperla por abrazarla o ser más afectuoso de lo que las normas morales de la sociedad permitieran. Se alegró de pasar unos días en Escocia junto a él y no pudo dejar de pensar en su hogar en las afueras de Edimburgo, aquella mansión de estilo neoclásico, de dos pisos, con cuatro ventanas de grandes dimensiones a cada lado de la puerta principal, aderezada por un inmenso jardín de estilo francés, que se extendía en la parte posterior delimitando la enorme extensión de acres de bosques que pertenecían a la propiedad. Le abrazó, apretujándose al pecho de su prometido – te amo – le susurró cerrando los ojos y sonriendo, imaginándose la expresión que estaría haciendo él, mientras la rodeaba con sus brazos fuertes y acariciaba su cabeza como si ella fuera un pequeño cachorro. – Cuando lleguemos a casa estoy segura que el paisaje te gustará – le dijo en un susurro. Su rostro iluminado por la alegría que él siempre despertaba en ella desapareció por un momento, - espero que comprendas que hay ciertos lugares en los que no podrás acompañarme y deberás confiar en mi… - intentó decirle, pero la sombra de la duda, el miedo a que Bastien no fuera capaz de entenderla, hizo que callara. Lo amaba, pero no era un amor ciego y sin lógica, los unía un sentimiento de confianza creciente, que podía llegar a ser tan sólido como las rocas donde se fundaba la misma Caledonia. Pero en ésos momentos, era tan frágil como una preciosa pieza de Cristal, debía cuidarla, no solo por él, sino también por ella.

Antes de que pudiera seguir con sus cavilaciones, el barco llegó a destino, y por una cosa o por otra, se mantuvieron separados. Shannon tenía que hacerse cargo de los animales, ver que subieran a los vehículos y partieran sin problemas rumbo a Edimburgo. El pintor, se ocuparía de sus equipajes y de todo lo correspondiente a ellos. En verdad agradecía que él fuera tan solícito y presto a manejar las situaciones que podían escaparse de sus manos.

No tuvo miedo de perderlo en ningún momento, porque sabía perfectamente donde lo encontraría. Se subió a uno de los carruajes que transportaban la carga y cuando llegaron a la colina donde el camino giraba hacia el sureste, descendió y se quedó esperando a que el coche de su prometido llegara. Sonrió con franqueza al verle sacar su cabeza por la ventanilla y escuchar cómo se había preocupado por ella. Esperó subir al coche antes de contestarle, se sentó a su lado y entrelazó sus dedos a los de él, - cielo, ¿como piensas que me iría sin ti?… has dejado todos tus compromisos en Paris para estar a mi lado… nunca podría abandonarte… - la frase quedó trunca, porque sus premoniciones no le permitían hacer una promesa así. Entonces corrigió su promesa- mientras viva… siempre estaré para ti -.

por **Walter Bastien Courcelle** Dom Ene 25, 2015 7:50 pm

Era una alegría para mí poder verla nuevamente cerca mí, disfrutando el deleite de ver como aquella joven flor brillaba con intensidad cuando se encontraba en su tierra natal. Era un acto maravilloso de ver. Sería un viaje largo y pesado, me preocupaba que fuera demasiado para el debilitado cuerpo de Shannon, pero cada vez que pensaba en ella como una persona débil, encontraba con asombro su increíble fuerza de voluntad. Era como si tuviera algún tipo de elixir la ayudaba a mantenerse en pie en los momentos más difíciles. El viaje apenas comenzaba y las aventuras de infinitas formas nos esperaban.

Los caballos parecían estar en su mejor condición, el viaje no les había afectado, aunque la ola de multitud y carruajes al desembarcar, pareció estresarlos un poco. Parecían acomodarse y relajarse mientras el paisaje más natural y tranquilo. Igual que lo hacíamos nosotros, que nos ajustábamos al ritmo de nuestro grupo. Shannon en ocasiones descanso en mi hombro mientras yo trataba de dibujar unos simples bocetos de lo que mis ojos llegaran a ver. Muchas veces mi mirada se centraba en ella y con papel blanco y un poco de carboncillo comenzaba a hacer siluetas hasta que su rostro aparecía plasmado en un papel.

Luego de dos días de viaje, parecía que estábamos cerca de nuestro destino, el ambiente entre todos llegaba a ser animado y festivo, eso aumento cuando llegábamos aun mas al final de nuestro viaje. — Todo ha sido muy maravilloso Shannon — le dedique una amplia sonrisa — he tenido grandes encuentros con la belleza misma estos últimos días — acaricie suavemente su rostro, tocando algunos de sus cabellos, que terminaron enredados en mis dedos. — Y todo lo he descubierto en tus ojos — gracias a ella había encontrado nuevas fuentes de inspiración y una de ellas era la misma bruja. A quien estaría encantado de plasmar en alguna de mi mejores pinturas si ella se lo permitiera.

— Por cierto tengo un regalo para ti — le guiñe el ojo, mientras sacaba una de aquellas pequeñas hoja que utilizaba para dibujar de mi bolsillo. La cual entregue con ánimo en sus manos — me puse a dibujar unos de tus mejores caballos, para que pudieras tener un recuerdo de el — era el rostro del animal, con parte de su cuerpo y piernas, bien estructuradas y con una musculatura ponente que enmarcaba todo su contorno.

por **Daviana Ruadh** Mar Mar 17, 2015 6:13 pm

Había pasado esos días, contemplando a hurtadillas a su prometido, como bruja sabía perfectamente que él era un ser especial y lo amaba por ello. Comprendía que a él le pasaba exactamente lo mismo, no creía que a estas alturas, el pintor, no supiera que ella era una bruja, tal vez lo que no le fuera sencillo, sería descubrir cuáles eran sus habilidades.

No era que no confiara en Walter, simplemente las circunstancias no se habían dado para que se sincerara en muchos aspectos, aunque no lo quisiera admitir, ello la angustiaba, - ¿me amará de la misma manera cuando se entere que soy capaz de comunicarme con los muertos? - en esas cavilaciones se encontraba cuando escuchó los pasos de su prometido acercándose a ella. Le daba la espalda y sonrió dulcemente, lo amaba, no podía negarlo era tan dulce con ella, la cuidaba tanto que por momento sentía que él pensaba que con solo tocarla la podía destruir, - lo único que sería capaz de destruirme, sería que tu amor variara, que me escondieras algo que para ti es importante… - caviló girando su cuerpo para enfrentarle, con una mirada dulce pero a la vez escrutadora - si alguna vez me fuerais infiel, si os enamoraras de otra mujer, solo debéis decirlo, lo entenderé, me haré a un costado, os dejaré ser feliz… pero… no lo escondáis… porque la decepción de sentir que no confiáis en el amor que os profeso, sería mucho más doloroso que si me apuñalarais con una daga o vuestras fauces lobunas desgarraran mi carne – le quiso decir, pero de sus labios solo surgió – amado, cuanto os extrañe… os amo -.

Inclinó su rostro cerrando los ojos, suspiró al contacto de aquella mano en su mejilla, - si amor, gracias a vuestra presencia, el regreso a éstas tierras ha sido un sueño dulce y placentero… - su mirada buscó aquellos orbes maravillosos – pero sin vos, el camino hubiera sido un completo calvario – dijo con su voz cargada de sinceridad. Negó con un leve gesto de su cabeza, - no, en verdad éstos paisajes son más bellos cuando los plasmáis en vuestras obras, allí es cuando, veo la poesía que en ellos se encierra -, se aferró al brazo masculino, como si fuera una pequeña niña, fisgoneando para todos lados, intentando estar segura que ninguno de los hombres que formaban la escolta los estuviera observando.

Sus ojos buscaron los de Walter, la sorpresa la hizo iluminarse, en verdad por momentos no era más que una chiquilla que deseaba ser amada y agasajada por aquel lobo, - ¿qué es? – dijo llevando su mirada a las manos del hombre. Su boca hizo un perfecto circulo pequeño, como un anillo, estaba sorprendida y a la vez extasiada, para Shannon, todas las obras de Walter eran un tesoro que guardaba celosamente, esperando el momento de colgarlos en las paredes de la que algún día sería el hogar en donde criarían a sus hijos.

Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver el retrato de su hermoso “Belenus”, le costaría deshacerse de aquel animal, pero había tenido un sueño, en el que su amado Walter caía de aquel imponente animal y se hacía daño. Tal vez era solo un sueño, pero no existía un solo escoces que no creyera en que los sueños eran avisos de los dioses o del destino. Jamás dejaría que nada malo le pasara, se colgó del cuello del pintor, besándolo con ternura y arrebato – gracias amor mío, es el regalo más hermoso que podéis darme -.

por **Walter Bastien Courcelle** Vie Mar 27, 2015 8:05 pm

Escocia tenía un aire totalmente diferente a los que estaba acostumbrado. Shannon parecía estar encantada de poder volver a su tierra, en su rostro se veía aunque quisiera ocultarlo. No me molestaba sentir aquel amor y patriotismo que sentía por su país algo que yo posiblemente nunca podría entender del todo, ya que no podía decir que tuviera el mismo amor por mi país. El estar viajando continuamente hacia que te desprendieras del lugar de nacimiento. Me había vuelto un nómada, que ahora parecía ser atado por las faldas de una mujer única.

Era la pequeña de sus ojos. No podía evitar sentirse feliz cuando ella expresaba su alegría con tanta facilidad. Solo era un papel con un conjunto de trazos que enmarcaba la figura de un imponente animal. Pero para ella parecía ser un apreciado tesoro que podría fácilmente enmarcarse en las salas del museo Louvre. Verla con sus ojos iluminados era lo único que necesitaba para sentirme a gusto y feliz. ― Belenus es un gran modelo, pero debo felicitar es a la criadora por tan excelente ejemplar ―respondí riendo ante sus palabras. Podría dolerme las mejillas de la amplia sonrisa que tenia. La abrace fuertemente y bese castamente sus dulces labios.

Estos para mi eran encantadores, había podido apreciar diferentes sabores y texturas, pero los de ella eran diferentes, había una magia, que te llegaba a ser fácilmente adicto a ellos ― Ya faltan pocos días para llegar a nuestro destino; tu destino ― acomode un poco su cabello, que se venía hacia al frente, trate de acomodarlo lo mejor que puse detrás de su oreja. ― ¿Cómo te sientes? ¿Emocionada? ― pregunte acercando mi nariz a la suya en un tierno gesto por mi parte. Estaba en un terrero que no conocía, pero ella si, tal vez mejor que muchos, debía tener sus lugares secretos los cuales seguro que estaba ansiosa de mostrármelos.

por **Daviana Ruadh** Sáb Mayo 09, 2015 5:24 pm

Asintió con la cabeza, algo cohibida, - si amor, estoy bien y feliz a la vez de tu sorpresas, tu compañía… - sus mirada expresaba mucho más de lo que sus escuetas palabras lograban decir. No podía negar que le dolía esconderle el verdadero significado del viaje, pero jamás en todos esos meses que llevaban de relación, ella le había confesado que su padre había sido un noble, ni menos que había estado luchando por conseguir aquel título. Tal vez porque temía que la considerara una persona cargada de ínfulas o que amara los títulos y esa clase de cosas. En verdad ella los detestaba, pero no podía dejar de pensar que la vida de mucho de los arrendatarios de los que otrora fueran campos de su padre, ahora estaban en manos de alguien inescrupuloso, o que podría desalojarlos y dejarles en la calle, - ¿qué sería de ellos, si no intentara conseguir nuevamente el título que por derecho me corresponde? – bien sabía que con lo que ganaba con la cría de caballos sería más que suficiente para llevar una vida holgada y sin preocupaciones, pero no podía simplemente abandonar a quienes por generaciones habían dependido de su familia.

Se aferró al pecho de Walter y tembló, como si una ráfaga de viento helado la traspasara, - Walter, amor mío, quiéreme siempre, no permitas que nada, ni nadie nos separe -, Levantó su mirada, clavando su mentón en el abrigo de su prometido intentando ver su mirada desde es ángulo de visión. Sonrió apretándose a él, - no será fácil deshacerte de mí – bromeó, aunque de inmediato una visión la asaltó, un callejón, unos hombres y el frio helado de la muerte, - ¿acaso ese será mi destino? - Negó con la cabeza, separándose de él para mirar el paisaje – no pensaré en ello, por lo menos hoy – sonrió, girando su cabeza y observando la ciudad que se veía en el horizonte, iluminada por un sol suave y benefactor, - pronto llegaremos a Edimburgo, ya verás que bella es y más allá, detrás de ese bosque que se ve al oeste, allí, fuera de la vieja ciudad, se encuentra el lugar en el que nos alojaremos, es la mansión de un viejo amigo de mi padre – sonrió algo nerviosa, ¿Cómo podría decirle que en verdad esa propiedad le pertenecía y que simplemente estaba a nombre de otro para que no se la quitaran? No estaba muy feliz, ni orgullosa con algunos métodos que su padre había usado para aliviarle su futuro económico, pero no se pondría remilgosa en esos momentos, no había tiempo.

Levantó su vista al cielo del horizonte, el que se extendía más allá de la ciudad, de la costa y supo que pronto tendrían una tormenta, debían apresurar la marcha y llegar a la mansión antes que la tempestad se desatara.

por **Walter Bastien Courcelle** Mar Jun 23, 2015 6:39 pm

Las mujeres siempre parecían ser una ola de emociones y nosotros debíamos entender su naturaleza o al menos comprenderlas para poder hacerlas felices. Estar allí para ellas era lo importante, los hombres se habían convertido en los caballeros de las damas, debían ser fuertes y lo capaces de enfrentar cualquier calamidad. Debíamos ser era roca que mantuviera todo en firme, pero con la delicadeza de ser lo suficientemente comprensivo como para poder también abrazarlas y comprenderlas.

Debíamos ser leones con la gran y esponjosa melena para que puedan estar bien ― ¿Separarnos? ― Reí suavemente mientras la veía de reojo ― ¿Qué podría separarnos? Solo la muerte deberá hacerlo y hasta con ella misma tratare de ahuyentarla, luchando con cada fibra de mi cuerpo― mecía un poco a la bruja en sus brazos, mientras ella me contaba con ese raro brillo en sus ojos lo maravilloso que debía ser su lugar de nacimiento, yo solamente asentía mientras me dedicaba a apreciar sus bellos rasgos escoceses que parecía realzarse en el lugar.

― Entonces deberíamos apresurarnos ― me separe un poco de ella ― Edimburgo nos espera ansiosos, no deberíamos hacerlo esperar ― le sujete la mano para llevarla hacia donde estaban los demás. Eran hombres honrados y leales que estaban haciendo como guías y ayudantes en las diferentes labores de los caballos y demás cosas del viaje. ― Debes descansar un poco, no lo has hecho bien, espero que cuando lleguemos puedas al menos dormir una noche sin tener que despertarte tanto ― se quejo preocupado, mientras la hacia subir al carruaje, sin darle pretextos para que pudiera quejarse.

Ya no había más descansos, su última parada seria a su destino.

por **Daviana Ruadh** Lun Jul 20, 2015 5:33 pm

Una maldita cobarde, así se sentía. Debía pensar como tendría que explicarle que cuando llegara la llamarían con otro nombre – Señorita Ruzzier - ese era su verdadero apellido. Bueno, en verdad el de su madre, aquella mujer que muriera a manos de su esposo cuando la pequeña Shannon nació.

Era verdad que al principio del viaje, su intención era recuperar el titulo nobiliario de su padre. Pero las cosas habían cambiado en el momento de poner un pie en la isla. En sueños, su madre le había puesto en aviso que irían por ella. Que debía cuidarse y que sería mejor usar el apellido que ella le había dado – hija mía, hazte llamar Ruzzier, toma ese apellido como propio, y aprópiate del nombre que elegí para ti, cuando aún estabas en mi vientre… Vannia… así deberías haberte llamado, pero las circunstancia, la maldad, la locura… no me permitió darte mi amor, como hubiera deseado – aquella confesión le había llegado al alma, y por eso había decidido hacerle caso.

Cuando las colinas descendían suaves hasta la ciudad, Shannon se acomodó en el asiento. Inspiró con fuerza, como intentando darse valor. Se giró un poco, tomó las manos de Walter, - amor, debo contarte algo, - su semblante estaba pálido, tenía miedo de asustarlo, de que dejara de amarla. Jamás le había contado que ella era una nigromante, que podía hablar con los muertos y hasta manipularlos, aunque esto último nunca lo hubiera hecho. Apretó suavemente las manos de su amado, - Tu sabes que soy una bruja… que tengo ciertos poderes… algunos buenos… otros… no tanto… - bajó la mirada y suspiró – algunos, son para hacer el bien y otros… aunque pudiera usarlos para el mal… jamás lo hice… pero no dejan de ser parte de mi – levantó su mirada y pidió al cielo que él entendiera – uno de ellos, es poder comunicarme con los que ya no están… y es por éste don… que mi madre se ha comunicado conmigo… amor… debemos protegernos… peligros nos aguardan… y no será bueno que me reconozcan mis enemigos… por eso… necesito que desde ahora… y mientras estemos en mi tierra… me llames Vannia… Ruzzier… or favor amor… no quiero que algo malo te suceda… - apretó con fuerza la mano que mantenía entre las suyas… - con sus ojos suplicando por que le aceptara como en realidad era, le miro – amor… aún con éste don… ¿podrás amarme? – dijo casi en un susurro, temiendo la respuesta, pero dispuesta a recibir la negativa, si con eso lo ponía a salvo. Jamás podría perdonarse si por su culpa Walter llegaba a estar en peligro.

por **Walter Bastien Courcelle** Vie Jul 31, 2015 3:46 pm

Tan poco quedaba para llegar a la ciudad, que ya podía oír; gracias a mis agudos sentidos, que se habían sensibilizado desde el momento que me convertí en licántropo. El ruido de los demás carruajes y las conversaciones cotidianas de la gente, lo que hacía que comenzara a entrar en un nuevo mundo para mi, estaba siendo envuelto en una burbuja de nuevas sensaciones. El estar en un país nuevo para mí, era una experiencia inolvidable y provechosa, ya que ayudaba a nutrir el alma de un artista como yo, que deseaba poder seguir siendo eterno para poder seguir viendo la belleza que hay en cada uno de los rincones de la tierra.

El carruaje se movía de un lado a otro, suavemente, gracias a las piedras que tenían el camino, pero seguía adelante, siendo jalado por dos muy buenos caballos. Semblante de Shannon parecía algo preocupado, se notaba en las expresiones de su rostro y la dureza de sus músculos, estaba demasiado tensa para mi gusto. En las últimas horas de nuestra llegada a la ciudad, parecía que se había vuelto más arisca y su semblante cada vez se podía más pálido. Pasaron un largo tiempo desde que el silencio había reinado en el lugar, ya Shannon no parecía interesada en mostrarme las maravillas de su tierra, se había quedado mirando en la ventana como pasaba el paisaje.

-“Tal vez este cansada”- pensé suspirando un poco. Entrecerré mis ojos y también hice lo mismo, comencé a completar lo que pasaba por la ventana, mientras esperaba ansioso ya llegar a la puerta de la ciudad y a los aposentos preparados para nosotros. Había entrecerrado mis ojos, estuve a punto de dormirme, pero un suspiro profundo de la bruja hizo que mi oído se agudizara mucho más. Abrí los ojos y gire mi rostro hacia ella cuando escuche llamándome — ¿Qué es lo que sucede, Shannon? Te he notado tensa estas últimas horas — confesé mi preocupación mientras sujetaba su mano. Estaba cabizbaja, dudado parecía, yo trataba de que me viera a los ojos, pero ella parecía evadirme.

Deje que hablara lo que necesitaba decirme, sabía que era importante para ella que escuchara solamente. Así lo hice, asentí varias veces, dándole a entender que estaba consciente de lo que ella me decía, sabía que ella era una bruja, como ella sabía que yo era un licántropo… — Oh… ¿Cómo podría dejar de amarte? — le alce la mirada. Sujete con cuidado su rostro y lo alce para que nuestras miradas chocaran — Si tú me has aceptado con este monstro que está dentro de mí y cada luna llena aparece ¿Por qué yo debería juzgarte? — uni nuestras frentes con una aplica sonrisa en mis labios — Amare todo lado de ti, como tú lo haces conmigo… además… nadie nos tocara, si te hacen algo malo… con mis propias manos los destruiré — acaricie su cabello. La consolaba lo mejor que podía, debía admitir que me seria un poco difícil llamarla por otro nombre, pero si era su deseo lo haría. La abrace con ternura mientras seguía acariciando su cabello — ¿Qué te ha dicho tu madre? ¿Le he caído bien? — pregunto riendo suavemente. Mis padres ya debían estar muertos desde hace años, no pude evitar recordarlos a ellos y a mi querida hermana, que debía estar por allí viajando por el mundo junto con su manada.

por **Daviana Ruadh** Dom Ago 02, 2015 9:47 am

Sonrió, mientras se apretaba al cuerpo de Walter, y lo besaba en el pecho aunque el abrigo, la camisa, le permitieran besarle como deseaba. Se quedó un momento así en silencia, disfrutando de la calma que solo él le podía dar. Para luego acomodarse mejor y poderle mirar, aunque solo viera su barbilla rasposa por la barba que llevaba. con su mano derecha acarició el rostro de su amado, - pues mamá me dijo que debía cuidarme de los lobos con piel de cordero... no se si se refería a ti... - dijo, haciendo fuerzas para no reír, al pensar en la expresión que pondría él al escucharle, - además dijo que debías ser muy especial, porque ella sabe que jamás entregaría mi corazón a un ser que no se lo mereciera... y amor... tu eres mi ángel... claro que sé, que solo en ti puedo confiar... estoy segura que jamás me traicionarías - suspiró, cerró los ojos y siguió acariciando con su mano, la barba, el cuello y el pecho de su prometido, - cuando lleguemos, quiero dormir así, a tu lado, aunque se espanten los anfitriones, los amigos de mi padre -.

Estaba por seguir diciendo algunas ideas que tenía en su cabeza, entre ellas llevarlo a conocer la pequeña capilla donde su padre la había bautizado y en la que tenía planeado, algún día y si así lo quería Walter, casarse allí, entre las verdes colinas de su Escocia natal. Pero en esos momentos el coche se detuvo, habían llegado a la ciudad y debían tomar un camino que rodeaba la misma, hacer una millas y allí la esperaría el coronel del ejercito de higlanders que compraría los caballos,traídos expresamente en el viaje.

Cuando el coche se puso en marcha otra vez, Shannon o mejor dicho Vannia, se incorporó un poco, sentandose mejor en el asiento y girando un poco para que Walter pudiera mirarle a los ojos. Inspiró y le sonrió con algo de timidez - cielo, debo contarte un secreto, que tiene que ver con éste viaje, con mi pasado, con mi país - tomó entre sus manos la mano de Walter, y la besó, - no quiero tener secretos contigo, por eso debo contártelo -. Pasó media hora, relatando la historia de como su madre y su padre se conocieron, de como él era el Conde de Escocia, pero que por ser ella su hija natural, no le correspondía el titulo, pero las tierras, las empresas y el metálico, todo eso, sí le correspondían y por ello había emprendido ese viaje, - no es que me interese todo ésto por el solo hecho de un estatus social, sabes bien que eso nunca me ha importado... pero muchas de las tierras, poseen arrendatarios y quienes se han quedado con ellas, los están explotando, es mi deber, como hija del Conde, velar por su seguridad, por sus vidas... ¿entiendes porqué es mi deber volver a Escocia? aunque ponga en peligro mi vida... y ahora la tuya - su mirada triste se clavó en la de su prometido, esperando que él le dijera si aún deseaba quedarse con ella y afrontar lo que fuera que pasara, o volver en el primer barco que zarpara, rumbo a Francia.

por **Walter Bastien Courcelle** Dom Sep 06, 2015 5:19 pm

Era natural en nosotros tener miedo, tenemos una capacidad natural de sentir temor por lo que pueda pasar a nosotros y a nuestros seres queridos, pero no debemos dejar que ese enemigo invisible que vive en nuestras entrañas se apodere de todo nuestro ser. Debemos luchar siempre por un mejor futuro para todos nosotros, siempre con la frente en alta, sin dejar a un lado esos temores, pues son aquellas inseguridades las que nos ayudan a ser más fuerte cada día y nos hacen querer dar mejores pasos y cada vez más firmes.

— Shannon… Digo… Mi querida Vainna — susurre sonriendo suavemente. Le sujete su mano acariciándola dulcemente — Siempre estaremos en un peligro, de alguna forma u otra… solo debemos saber que tenemos a una persona a tu lado para enfrentar todo lo que llegue — en mi las sonrisas no podían borrarse fácilmente de mis labios cuando estaba junto a ella, era casi imposible. Aquella joven de ojos brillantes y labios atrayentes, me dejaba hipnotizado, totalmente hechizado y aunque notoriamente desde muy temprana edad había conseguido que las damas estuvieran siempre junto a mí, se podría decir que era la primera vez que sentía que podía estar con una sola mujer por mucho tiempo.

Tratamos de hacer a un lado las preocupaciones y nos concentramos en disfrutar el viaje que nos quedaba. Antes de llegar al lugar donde nos quedaríamos debíamos entregar a los caballos a sus nuevos dueños, por eso rodeaban la ciudad para llegar al lugar pautado para la entrega. Duramos apenas unos veinte minutos, pero ya los compradores estaban en el lugar. Nos bajamos del carruaje, para que Vainna tuviera la oportunidad de saludar y terminar el negocio. Yo mientras tanto era su perro guardián, aunque sabía que ella no necesitaba uno, nunca estaba demás que notara que no está sola.

Al final del día ya estábamos bajando del carruaje para entrar a una bella casa de arquitectura tradicional, que se alzaba con elegancia, allí duraríamos el tiempo que Vannia necesitara para resolver todos los asuntos que tenía pendiente, serian días largos, pero ahora que estaba junto a ella, no debía sentirse sola y sin apoyo.

FINALIZADO

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