Camelias para un Inútil Pedazo de Piedra [Libre]

por **Andrè Leroy** Lun Sep 06, 2010 11:44 pm

Se había alejado de su madre y del mayordomo de la familia, y realmente no le importaba si se iban en el carruaje y le dejaban allí.

Estaba indignado, primero por obligarle a venir y luego porque su madre quisiera obligarle a decir algunas palabras.

Era el Cuarto Aniversario del hundimiento del barco de su padre y él comprendía el deseo de su madre de darle una 'sepultura' digna y honrarle. Pero... ¿acaso ella no podía comprender su deseo de no querer honrar un estúpido trozo de piedra con el nombre de su padre tallado en él?

No había nada en esa tumba, no había nada en ese ataúd. Solo aire, y las lágrimas de su madre.

Su padre no estaba allí, quizás estuviese muerto, pero su cuerpo no estaba en ese cementerio, y él no tenía porque darle flores ni decir palabras, como si aquel ataúd fuese a escucharle.

Pateó con fuerza una piedra que fue a chocar contra una tumba, para luego apoyarse en un árbol y dejarse caer por él hasta quedar sentado, con la cabeza entre las piernas.

... él comprendía que estaba siendo egoísta, comprendía que estaba actuando como un niño caprichoso, puesto que él mismo le escribía cada noche a su padre desde hace unos días ¿Qué costaba simplemente hablar un poco para dejar a su madre tranquila?

Sin embargo no podía. Besar esa lápida era bloquear para siempre la posibilidad de que su padre estuviese vivo y él... él quería, ansiaba poder creer que seguía vivo.

- Soy un niño estúpido - se dijo a si mismo en un susurro mientras levantaba apenas la mirada y veía aquel ramo de Camelias que aún traía en sus manos y no había sido capaz de dejar bajo el nombre de su padre.

No estaba listo para decirle adiós. Aún necesitaba su presencia en su vida.

Quizás siempre la necesitase.

por **Hayleigh Harley Joke** Mar Sep 07, 2010 10:29 am

La luna llena mira sonriente y burlona desde lo alto del cielo cortejada por todo el firmamento de estrellas azules y amarillas. Los aullidos se oyen por todas las calles y por todas las esquinas. Los lobos han salido esta noche, su noche maldita. Mi sonrisa burlona muestra un rostro infantil y de mis labios sale un aullido semejante al de los lobos y los perros. Mi sonrisa pintada de rojo carmesí se ve contrastada por el blanco de mi maquillaje que me cubre toda la cara. La brisa suave mueve los pocos mechones rubios y rojizos que sale por debajo del gorro mientras suenan los cascabeles viejos y que antaño fueron de un dorado vivo y reluciente y que ahora se muestran oxidados y si brillo. Pero mis ojos si que brillan su color azul, reflejados por la tenue luz de color plateado. Quiero soñar que estoy bajo el sol y que los rayos vayan mi pálida piel mientras bailo en alguna plaza de Italia. Cierro los ojos y respiro el aire frío de principios de otoño. Nadie mas que yo en estos momentos puede apreciar el olor de los muertos surgiendo de sus camas subterráneas de madera decoradas con lapidas de piedra con nombres grabados en ellos con frases que solo los vivos y muertos vivientes leerán. Hoy voy sola, ninguno de mis amigos me acompañan esta noche, todos están en lo que podría llamar “casa”, unas ruinas de un antiguo teatro donde la música aun suena entre las paredes de piedra y los asientos rojos carmesí.
Los tacones suenan secos y su vida cuando chocan con la piedra de las lapidas por las que voy dado saltos. Mi única compañía son el dulce y melancólico sonido del glan glan glan de los cascabeles.
El olor dulce invade el aire. Desde hace dos años este olor nubla mi mente y ciega mis ojos. Me dejo llevar por el dulce y sonoro olor de los humanos. Mi cuerpo tiembla ligero, necesito autocontrol, puedo volar y alejarme de mi presa, pero también puedo evitar el respirar y manejar mis movimientos con mucho cuidado.

*El arlequín anda con elegancia sobre las lapidas de los muertos, mostrandoles respeto con su cabeza inclinada y sus ojos entrecerrados. El viento trae sonidos y trae olores. Se oyen cascabeles y una respiración humana. Un corazón latiendo y sangre fresca. El arlequín se acerca con cuidado rodeada por hojas que caen de los arboles otoñales.*

por **Andrè Leroy** Mar Sep 07, 2010 11:40 am

Una ráfaga de helada brisa provocó un estremecimiento en el joven haciéndole despertar ligeramente, abriendo sus ojos azules y poniendo expresión asustada.

¿En qué momento se había quedado dormido? Eran apróximadamente las seis de la tarde cuando se había separado de su madre y había huído al más lejano rincón del cementerio.

Ahora era noche abierta.

Los ruidos nocturnos le provocaron un escalofrío, mirando con preocupación alrededor. Se escuchaba el viento silbar a través de los árboles, se escuchaba fantasmales susurros y lobos. Se oían lobos.

Andrè se puso se pie aún con el ramo de Camelias en las manos, cerrándose más el abrigo y girando sobre si mismo, clavando sus ojos en la perlada luna que iluminaba el cementerio tenuemente. Era Luna Llena.

- ... bueno, bueno, es luna llena... no pasa nada... no es como si fuesen a aparecer hombres lobo o algo así, jaja... - intentaba autoconvencerse, dudando de qué hacer, a dónde dirigirse. ¿Cómo llegar a casa? - ... al menos eso explica el porque se escuchan tantos lobos...-.

No quería reconocerlo, tenía casi 18, no podía andar diciendo simplemente que... estaba aterrado.

Casi por tic nervioso se acomodó los cabellos y finalmente se agachó a recoger su sombrero que había quedado en el suelo cuando una serie de sonidos le alertaron, haciéndose girarse de golpe, mirando con expresión muy asustada.

Cascabeles, Taconeos y Hojas Secas Quebrarse.

Delante suyo apareció aquel Arlequín con el maquillaje corrido, sus ojos brillaban en la oscuridad y todo su cuerpo tembló. - Corre, ¡corre! - le decía una voz muy parecida a como había sonado la de su padre, pero estaba clavado en el suelo.

¿Qué estaba haciendo un arlequín allí? - ... ho-hola... - susurró, simplemente por no quedarse callado. Todo debía tener una explicación lógica, si.

por **Hayleigh Harley Joke** Mar Sep 07, 2010 7:25 pm

*El arlequín esta feliz dando saltos por las lapidas de aquellos fallecidos. El equilibrio de la chica es increíble y, a su vez, impresionante y admirable aunque solo se tratase por un segundo. La noche hace juego con su figura y la oscuridad no es impedimento para ella. Se ve atraída por el efluvio de la sangre fresca del humano que por la noche decidió ir al cementerio. Su vida corre peligro. ¿Sera capaz de darse cuenta a tiempo o el arlequín sera precavido? *

La piedra no se mueve de su sitio. Ni un solo milímetro de las lapidas pierde su forma, o al menos no cambian por mi culpa.
Me gusta estar aquí, es agradable como el viento cargado de las suplicas de los muertos choca contra mi cuerpo y mi cara moviendo mis viejos cascabeles. Así no me siento sola. Es como si Lisabetta estuviera conmigo, o como si la música de Génesis y Bianca me acompañaran durante todo el día o toda la noche. Fue buena idea dejarlos en casa después de todo, una noche mía acompañada por los demonios de la noche. Hace tiempo que los ángeles no lloran. Tic tac tic tac.
El tiempo corre ¿Sera en tu contra o en la mía? Mis ojos miran y ve algo ¿Que es? O mejor dicho ¿Quien es? Sonrío con una mueca torcida y ladeo mi cabeza. Glang glang glang. Me duelen los ojos sin ver la luz mortal del sol. Mis tacones vuelven a tocar el suelo, o me importa tocar mancharme de barro o que mis botas se ensucien.
-Buenas noches caballero- Digo haciendo una elegante reverencia-¿No le han dicho que un cementerio con luna llena es peligroso?- Susurre con una voz suave acompañada de un suave tintineo. -Me gustan las estrellas, son preciosas ¿Me regalas una?

por **Andrè Leroy** Vie Sep 10, 2010 3:31 am

No sabía porque, pero su cuerpo temblaba ante la sola imagen fantasmagórica de aquel arlequín. El sonido de los cascabeles, su maquillaje descorrido y sus profundos ojos que brillaban a la luz de la luna llena.

Sus manos estaban temblorosas y el sudor frío recorría su espalda. Tragó saliva a la espera de una respuesta mientras la veía bajar de la lápida donde estaba de pie.

Se sobresaltó ante la voz y la reverencia - ¿Una mujer? - pensó sorprendido, pero aquello más que tranquilizarle, de alguna forma le asustó más.

Los lobos aullaron aún más fuerte como para corresponder a su pregunta, pero solo pudo negar - Yo...yo no quería estar... estar aquí a esta hora... de alguna forma me dormí y... - su mano subió y comenzó a alisarse los cabellos nerviosamente, sintiendo que se mordería la lengua a cualquier momento, sin saber que más decir, sin embargo la arlequina le salvó, hablando nuevamente.

Inconcientemente sus ojos se dirigieron al cielo donde las estrellas brillaban aún más que de costumbre como queriendo acompañar a la Luna en su fiesta, asustándose y volviendo a mirar a la mujer, percatándose de su error al quitarle la vista de encima. Estaba en peligro, eso sentía... o quizás era el simple miedo de estar en un lugar tan tenebroso tan tarde... y con tan macabra compañía.

- So-son hermosas... pero... yo no puedo... - se aferró más a las flores, mirándole algo asustado. ¿Si le decía que no qué iba a hacerle?

Con el movimiento el aroma de las camelias llegaron a su olfato y antes de siquiera pensarlo ya había extendido el ramo hacia la mujer, temblando ligeramente - N-no puedo darle una estrella, Mademoiselle, sin embargo... acepte estas flores, por favor... - sus ojos demostraban el miedo que sentía, sin embargo se mantuvo impávido, con el ramo extendido hacia ella, a la espera de que aceptase o rechazase su regalo.

por **Hayleigh Harley Joke** Dom Sep 12, 2010 11:10 am

Mis ojos llenos de ilusión brillan como la luna en lo alto de el cielo oscuro de la noche maldita. Esta noche es peligrosa para todo aquel que sea un bebedor de sangre y se alimente de vidas. Los lobos son nuestros enemigos desde tiempos inmemoriales y nada ni nadie podrá cambiarlo. Mis pasos de fantasma son ligeros, son preciosos ¿Quien podría dudarlo? Soy el reflejo de un fantasma errante que busca desesperadamente a su colombina. Una cara curvada con una curiosa sonrisa pintada de algún color entre el rojo y el negro. Nadie conoce mi verdadero rostro, ni siquiera yo misma lo recuerdo con exactitud.
Alguien me dijo que era precioso el color rosado de mis mejillas. ¿Yo tuve hoyuelos?
Observo como tiembla ¿Acaso tiene miedo? ¿Miedo de un simple arlequín? Los aullidos son fuertes, tal vez hoy no debí salir de aquellas ruinas.
Con delicadeza comencé a negar con la cabeza mientras que un sordo y bajo sonido de negación salía de mis carnosos labios. Con curiosidad miro como se alisa sus cabellos con cierto nerviosismo. Dulce sonrisa se posa en mis labios. Es admirable como son los humanos ¿Verdad?. Yo también fui una hasta hace poco, todos lo hemos sido alguna vez y mirame ahora , me burlo y admiro a los poseedores de corazones latentes.
Miro las estrellas, siento curiosidad por saber cual de todas ve. Brillan y parpadean. Son preciosas. Me quedaría toda la noche viendo su brillo astral sin tener que preocuparme por la luz del sol. Presto atención a sus palabras sin mirarle siquiera. Mantengo mi vista en las estrellas intentando así tener una para mi. No pueden caer del cielo, lastima, por alguna razón ellas se quedan ahí arriba y yo aquí abajo... aunque ¡Espera! ¿Y si soy yo la que decide visitarlas? Podría cogerlas con mis propias manos y bajarlas para que estén con migo y así poder jugar con ellas.
Mi rostro baja de forma brusca y mira al humano. Un rostro triste en un personaje que debería traer sonrisas.
-¿No puede?- Pregunto triste. El joven se agacha y coge algo del suelo. Me pregunto que sea. El olor dulce me es familiar, me recuerda a algo. Mis ojos captan colores diferentes pero iguales con extraña armonía, aun así es hermoso.
Con delicadeza, mis manos enguantadas por mitones negros coger el ramo de flores. Lo acerco con delicadeza hacía mi nariz para absorber el aroma dentro de mi.
-Gracias pequeño bailarín- Canturreo mientras sonrío.

por **Andrè Leroy** Vie Oct 08, 2010 11:39 pm

La noche se vuelve cada más helada, o al menos eso siente el joven parisiano mientras los aullidos de las bestias se escuchan más fuertes y cada vez más. El viento silba a través del silencioso cementerio, mientras en la lejanía casi se puede escuchar el sonido del agua del cause del Sena y del Marne, mientras aquel silencio anormal de aves nocturnas no pueden más que ponerle la piel de gallina.

Sabía que eso era un castigo, un castigo por su actitud con su madre, por su apatía por su 'dolor', pero sin embargo sentía que había sido demasiado dejarle abandonado a su suerte a tanta distancia de casa y solo. O quizás ahora no solo.

No sabía si eso era mejor o peor.

La presencia espectral de la Arlequina solo conseguía asustarle más y darle a toda aquella situación el tinte de pesadilla de media noche, de aquellas de las que uno solo quiere despertar. Sin embargo, en el fondo sabía que no era una pesadilla, sino nada más que la realidad.

¿Por qué miraba las estrellas con tanta atención? ¿Y qué hacía sola en un cementerio a esas horas? Y vestida de esa forma, con aquel traje que hace años debió ser muy hermoso, pero que se nota que hoy no es más que la sombra de lo que fue. Aquel maquillaje algo corrido, con colores oscuros y una cara demasiado blanca. Todo en ella era enigmático, pero contrario al misticismo que le llamaba de algunas personas, de ella su sangre solo le decía "Corre".

Vio su expresión de decepción y tristeza pero ¿qué podía hacer él? Habían algunos locos que hablaban de volar como las aves (sin necesidad de un globo aerostático), pero de allí a poder alcanzar una estrella... parecía imposible.

Aunque no podía negar que sería hermoso tener una. Podría darle a su madre o a Danielle unos aretes de estrellas. Estaba seguro de que la primera le perdonaría por ser como era y Danielle le dejaría ganar en la esgrima.

El pensamiento le hizo sonreír y a la vez le recordó que debía salir de allí, por lo que negó ante el agradecimiento y dio un pequeño paso hacia atrás, algo nervioso.

- Ahm... no es nada, yo... espero te gusten... ahora... pues... - apuntó algo hacia donde estaba París - Debo regresar a casa... un gusto conocerte - le hizo un gesto con el sombrero, girándose y comenzando a caminar muy rápido intentando ubicar la salida de ese lugar, rezando por que la Arlequina no le alcanzase.

Escuchó un aullido mucho más cerca y se giró hacia el lado, deteniéndose en seco.

Bueno, y ojalá que una de esas bestias tampoco le encontrase. Tragó saliva y meditó si dar el siguiente paso, nervioso.

(Lamento la tardanza ;_;)

por **Hayleigh Harley Joke** Dom Oct 24, 2010 6:31 am

La madre naturaleza abrazaba con sus gélidas manos todo lo que estaba cubierto con el manto de la noche. Podía sentirlo sobre mi como una suave seda rozando mi piel y deslizándose por ella, pero esta vez no me estremecía ante el contacto, era suave y agradable aunque no pudiera notarlo. El joven no hacía mas que fascinarme. Podía notar como sucumbía ante mi encanto tétrico y fantasmal, o tal vez aquello solo me lo imaginaba y veía lo que quería. Hablando de querer, ¿Sabes que quiero ahora? Quiero besas sus carnosos labios con delicadeza y luego bajar mis labios por su cuello, notándolo tenso y nervioso y luego probar su sangre con dulzura, después dejaría que la improvisación actuara por si sola.
Absorbí el aroma una vez mas, dejando un olor agradable que para nada podía compararse con el de la sangre de los humanos. Me mordí el labio inferior con lentitud sin hacerme daño alguno. Enterneció los ojos azules intentando parecer una niña, sostuve el ramo de flores entre mis manos como si fuera una novia a punto de casarse con su querido amante. No me había dado cuenta de lo adorables que son los humanos y lo débiles que son. Perfectos para jugar por la noche si estas aburrida sin saber que hacer. Su rostro puso una mascara de tristeza. Miré el cielo y miré la luna, no era tan tarde, no lo parecía. ¿Porque iba a irse tan pronto?
-¿Porque se va tan pronto? ¿Acaso teme ser atacado por demonios?-Pregunte con una dulce voz juguetona. Los demonios siempre están a nuestro lado, es imposible huir de ellos.-Quédese un rato mas, aquí con migo, juguemos juntos.-Quería que se quedara, los aullidos no me eran molestia. Si el lobo aparece, caperucita se iría y dejaría al humano como cebo para huir.-Quédese... quédese...-Voy a hipnotizarte, lo haré, no podrás huir de mi, demasiado tarde.

por **Alfred Brooks** Dom Oct 24, 2010 12:29 pm

La luna brillaba en lo alto mientras las nubes que le habían cubierto hace no mucho se disipaban por completo dejando una clara noche sin estrellas. La frescura de París podía sentirse, y llamaba a salir, a devorar.

Podía sentir aquella furia animal dentro suyo, su mente se había perdido por completo y solo quedaba aquel hambre, aquel ansia de comer y destrozar. La tierra fresca bajo sus patas se sentía tan bien que hasta olvidó su furia contra aquel chupasangre cuando le había forzado a salir de la ciudad.

No importa, ahora estaba en campo abierto y podría de igual manera conseguir presas. No necesitaba esos humanos fáciles y era mejor no meterse tan pronto en una pelea con alguien que, aunque no pudiese vencerle, si le daría pelea. No, necesitaba de toda su fuerza.

Un aullido se sintió en la lejanía y se detuvo, sintiéndose jadear con el corazón a mil. Si siguese siendo humano sonreiría, pero como no podía se paró derecho y aulló con todas sus fuerzas. Allí afuera había un hermano. Era bueno saber que no estaba solo en el mundo, pero no haría mal avisarle de que se encontraba allí y no aceptaría que se metiese en su territorio.

Estaba de caza, y él cazaba solo.

Siguió corriendo, matando un par de pequeños animales en el camino cuando de pronto algo le hizo detenerse. Unas respiraciones. Un corazón palpitante. Un aroma delicioso de carne fresca en medio de la noche.

Silencioso se deslizó entrando en aquel lugar lleno de piedras con inscripciones hasta que lo alcanzó a ver a la distancia. Dos figuras.

Una no era interesante, un chupasangre cuya carne debía saber tan mal como papel en su hocico. Sin embargo el segundo era completamente distinto. Un joven, asustado y delicioso. Sus ojos se afilaron mientras su respiración se aceleró y de golpe olvidó toda precaución y comenzó a correr hacia el humano.

La vampireza se veía débil y él estaba hambriento. No le importaba si ella le había marcado como presa, él se devoraría esa carne tierna aquella noche.

por **Jérôme Leroy** Dom Oct 24, 2010 2:46 pm

Aún no se explicaba como había sido posible aquello, en qué momento le falló el calculo y olvido que aquella noche había Luna Llena. No alcanzó a tomar las precauciones correctas, siempre encerraba a Alfred antes del tiempo en el calabozo, lo encadenaba y se quedaba con él hasta que la luna aparecía por completo en el cielo y causaba efecto en el hombre lobo.

Si bien él era rápido, al parecer el licantropo esta noche lo era aún mas. Al parecer el tener esta única oportunidad de escaparse en la noche y desatar su espíritu de bestia le había dado mayores fuerzas. Tantas noches siendo prisionero en un sótano, estando encadenado, sin poder salir a la intemperie en la noche y hacer lo que sus instintos salvajes dictaran.

Corrió con fuerza, casi flotando, en búsqueda del animal, quien ahora había perdido todo rastro del amable y dulce rostro del Alfred que él conocía. Procuraba cuidar de él y de aquellos quienes se atravesaran por su camino. Agradecía el hecho de que no se hubieran topado con otro humano.

Por un instante le perdió de vista pero hizo uso de su olfato para seguir el rastro. Finalmente llegó al cementerio, por un momento se tranquilizó pues pensó que a esa hora solo habrían otras criaturas de la noche, pero estaba equivocado, pudo oler la sangre fresca y pura de un humano. Algo le hizo pensar que no era cualquier humano y la imagen de su hijo pasó por su mente, pero ¿Cómo podría estar Andrè solo en el cementerio en medio de la noche?

Agudizó mas su vista, intentando ver entre aquella oscuridad, divisando solo dos siluetas a lo lejos. La de aquel humano y la de un ser igual a él, un vampiro.

Aún seguía con ese presentimiento, aquel aroma de la sangre del humano le era familiar, como si él antes hubiese tenido contacto con ella, e incluso había algo de él mismo en aquella sangre. Sus sentidos y su memoria no podían fallarle, debía ser él. Y aún así, aunque no lo fuera, debía rescatarlo de ser atacado por el hombre lobo.

Aunque su motivo inicial era el resguardar a Alfred, no quería que en una de sus transformaciones matase a algún humano y cargara con ese peso sobre sus hombros. No, él no podía permitirlo.

Apresuró mas su paso e irrumpió entre aquel otro vampiro y el humano, parándose tras de este último. Sentía que tenia su vista en aquella criatura de extraño maquillaje y sus oídos puestos en los movimientos del licantropo un poco mas allá.

¿Qué podría hacer? ¿A quién debía atender primero? Lógicamente ese chico delante de él era quien saldría perdiendo sin duda. Rápidamente apareció entre las sombras y se puso entre el chico y aquel vampiro.No temas... -Le dijo girándose solo un poco para hacer que su voz fuera mas audible.

-¿Por qué no vas y te entretienes con otro? -Preguntó con altanería al vampiro delante de él- Además deberías temer por tu existencia en un sitio como éste...¿No crees que es mejor huir mientras puedes? O no sientes a esa bestia tras las lápidas queriendo saltarte encima?

por **Andrè Leroy** Lun Oct 25, 2010 8:28 pm

La noche se estaba cerrando aún más a su alrededor y Andrè tenía miedo de caer en un ataque de pánico de un momento a otro.

La oscuridad, el cementerio, aquella escalofriante arlequina y aquellos aullidos que se escuchaban cada vez más cercanos estaban amenazando con hacer que su corazón o se acelerase demasiado o finalmente se parase. Podía sentir su respiración irregular y el sudor frío correr por su cuello y su espalda. Casi no tenía vergüenza de reconocer que sentía deseos de llorar. Si pudiese simplemente aparecer en su casa todo sería perfecto.

Sus ojos claros se enfocaron en el rostro de la arlquina y un escalofrío el recorrió. No, debía irse. Los demonios no existían, claro que no... pero los humanos podían ser muy peligrosos... y los lobos no eran imaginarios - N-no, no puedo... debo irme a casa... - retrocedió un par de pasos más, tropezando contra una lápida y perdiendo el contacto visual con la arlequina - Debo irme... -.

Pero en ese momento una respiración agitada se escuchó. Una carrera, unas patas contra la tierra. Ni siquiera alcanzó a girarse cuando una figura alta se interpuso entre él y la arlequina, elevando la mirada algo sorprendido, pero sintiendo por primera vez desde que despertaba una ligera paz. Se sentía protegido.

Aquella voz ¿dónde le había escuchado antes? Le parecía familiar, a pesar de que se oía más ronca, más fría, más cruel. ¿Quién era aquel hombre que vestía tan bien y llevaba el pelo tan engominado. No podía verle el rostro, sin embargo.

Pero todas sus cavilaciones se perdieron cuando vio corriendo hacia ellos a aquella bestia. Su garganta se secó por completo y retrocedió más chocando contra un árbol y clavando sus dedos en la madera, horrorizado. Era imposible. Aquello no era humano, sin embargo se veía tan como uno a pesar de todos aquellos razgos animales que no podía más que revolverle el estómago.

Cerró con fuerza los ojos y escondió el rostro en el tronco del árbol - Un sueño... esto es un sueño... es solo un sueño - repetía en susurros, temblando, suplicando por despertar en su cama, envuelto por su tibia cama.

por **Hayleigh Harley Joke** Mar Oct 26, 2010 4:39 pm

El rechazo me parecía un juego perfecto para una noche como esta. EL humano andaría camino a casa, nervioso y tal vez con el miedo recorriendo sus venas. Luego yo desaparecería de su espalda y me hiría escondiendo por detrás de las lápidas creando sombras negras casi invisibles para el ojo humano. Los aullidos eran cada vez mas frecuentes por la zona y eso ayudaba en mi juego. Mire el color de las flores agachando la cabeza y los labios medio abiertos. El color no podía apreciarse del todo por la falta de luz, pero yo podía adivinar como era su color con la mortal luz del sol. El olor a perro era cercano, me quemaba la nariz y me quemaba por dentro. Que alguien se lo lleve ya, es insoportable. ¡Insoportable! El juego se controvertiría en batalla y la batalla en una obra de teatro llena de sangre y cuencas sin ojos. Yo controlaría sus mentes y les movería como si fueran mis marionetas, mi sonrisa inocente les daría pena. Yo les encandilare si es necesario y utilizare los regalos que el diablo me ha dado.
-Vaya, es una lastima-Dice mi voz con ¿Tristeza?. Pongo la cara mas triste que puedo imitar. El labio inferior sobresalía brillante y mis ojos profundos brillaban con una inexistente agua azul y plata. Una mascara triste en un ser sin sentimientos. Muerte y destrucción, caos. ¿Quien esta ahí? ¿Quien eres? Los señores de la muerte han venido aquí a reunirse esta noche, quieren arruinar mi espectáculo, mi maravillosa obra. No, de ninguna manera.
-Vayase ested señor-Digo con mi acento italiano -No esta ocurriendo anda malo ¿Verdad?-Sueno extrañamente encantadora, infantil y pequeña. Parezco frágil y de marfil, si el humano le dice que no pasa nada el otro se ira, le obligare a irse si es necesario, se hacerlo y puedo.-Mi existencia... ¿Cual es?¿Donde esta? ¿Es mía?-Contestame, quiero que lo hagas, si no tienes respuestas a tus preguntas, no preguntes, las respuestas no sabrás si son verdaderas, mentirte sería fácil.-Huye tu, teme tu, escondete entre las lápidas. La obra acabara cuando yo diga, ya he visto la muerte y me dio la vida, me la volverá a dar a cambio de otro beso- Soy su amante y soy su dueña, todos hablan en su nombre, son mis ofrendas, guardo los ojos y los corazones para dárselos en persona.
Encandilate, obedeceme, vete, vete ,vete.
Le tiendo una mano al humano. Un mitón rojo y negro con rombos estampados, unos dedos blancos y fríos se ven con unas uñas violáceas afiladas y naturales decoradas con flores rojas y negras, una en cada una.
-Ven con migo-Susurro seductora-Vuela con migo y haré que todo sea un sueño mas.

off: Tener en cuenta que Hayleigh Harley tiene de poderes encandilamiento y control mental.

por **Alfred Brooks** Jue Oct 28, 2010 11:56 am

Sus instintos le tenía completamente dominado. Sus fauces se abrían y se cerraban ansiando el toque de aquella carne blanda y suave allí, ansiando el poder devorarle cada gramo de carne y cada gota de sangre.

Esa noche era suya y nadie se lo impediría, al menos eso pensaba la bestia porque pronto una presencia demasiado conocida apareció en el lugar.

Aquel traje, aquel cabello y aquel olor tan familiar. Un gruñido animal surgió desde el fondo de su pecho mientras su carrera se detenía. Le conocía, era aquel odioso chupasangre que no dejaba de hacerle la vida imposible desde que había nacido.

Cadenas, noches de luna aullando inútilmente entre cuatro paredes en medio de la oscuridad mientras esos ojos brillaban, observándole, acechándole. Sus propias heridas hechas por sus dentelladas y sus garras, ansiando una sangre que nunca podría alcanzar por aquel ser de la noche.

Hoy no sería así. Hoy tendría a su presa entre sus garras y le destrozaría hasta que nada quedase de él y su hambre de cuatro años fuese satisfecha. No le importaría pasar por encima de aquella otra chupasangre y mucho menos por encima de aquel hombre. Pagaría por todas esas noches de oscuridad.

por **Jérôme Leroy** Mar Nov 09, 2010 12:52 pm

Escuchó con atención las palabras hechizantes de la vampireza. Era obvio que intentaba hacerse dueña de la mente de los presentes. Debía poner cuidado, le había subestimado, pero al parecer no sería tan fácil lidiar con ella. Mostrarse como un contrincante seria algo arriesgado, si se ponía a luchar con ella, le daría libertad al licántropo de atacar al humano, aquel que no era cualquier mortal que podría dejar morir por cualquiera de los otros dos presentes ahí. Era su hijo, estaba seguro, su vista no le podía fallar, su nariz tampoco, era el aroma de la sangre de Andrè, mas maduro después de cuatro años pero seguía siendo él.

Tenía otra opción, tomar a Andrè, escapar con él y dejar al licántropo con total libertad de acción, quizás atacase a la vampireza, quizás le ganase aunque cabía la posibilidad de que fuera él hombre lobo quien saliera herido y era algo que no podía permitir. Entonces, teniendo que proteger a Andrè, su hijo quien estaba siendo asechado por dos bestias, y tener que proteger a una de estas mismas que sin la luz de aquella luna llena era su amigo ¿Cuál sería la mejor opción?

Sonrió ligeramente, mostrándose mas relajado- Solo busco intentar ayudar a uno de mi especie...ese humano parece ser la presa del licántropo...dicen que son muy territoriales, aunque no dudo de sus capacidades-

Vio como se acercó hasta Andrè y aún así intentó mantenerse tranquilo, dándole una ojeada al licántropo mas allá. Se acercó unos pasos hasta la vampira- Sin duda noto como no se quiere ir con las manos vacías ésta noche, pero...si yo le propusiera algo mucho mejor que ese humano débil que tiembla como un conejo ¿Aceptaría? Quizás...dejarlo ir a cambio de lo que usted guste pedir...una presa mejor, incluso dos...créame, soy un hombre de palabra- Sonrió una última vez intentando asomarse por sobre el hombro de la vampira hablando con seguridad en sus palabras, con aquel tono de voz distinguida pero que intenta conseguir lo que quiere.- ¿Qué decide?

{Off: Siento la demora}}

por **Andrè Leroy** Jue Nov 11, 2010 10:42 am

Las sombras estaban alcanzando la mente de Andrè, y no tenía nada que ver con que era casi media noche, ni el frío del cementerio.

La voz de aquella mujer, aquella arlequina estaba hechizándole con cada compás.

Ya no podía ver nada más, no podía oír nada más. Ni luna, ni aullidos, ni vampiros ni hombreslobo, que no debían existir. Solo podía ver aquel traje de colores, podía escuchar aquella voz y lo único que deseaba era poder estirar su mano y dejarse caer en ella.

Sabía, al menos una parte de él, que eso podría ser lo último que haría en la vida. Nunca más vería a su madre, nunca más podría asistir a las clases del profesor Soren. Nunca más podría ver sonreír a sus amigas, ni escucharía relinchar a Trèfle, y no sabría como le había ido a Anuar con aquello que debía hacer y por lo que le había pedido un traje.

Eso sería todo. Sería el final.

Sin embargo podría ver a su padre por fin.

El pensamiento le hizo poner una ligera sonrisa y dar un paso hacia la Arlequina, pero fue justo en ese momento cuando, por sobre el hombro de la fémina, le vio. Aquella cara, aquel traje blando y los ojos preocupados, a pesar de que no lo demostrase ni en la voz ni en los actos.

Su respiración se cortó y sus pupilas se dilataron al saber o creer saber quien era. Ni siquiera alcanzó a susurrar su nombre, tan solo se desmayó.

por **Hayleigh Harley Joke** Dom Nov 14, 2010 7:58 am

Los aullidos recorrían todo el aire de la noche. Nadie esta seguro esta noche, ni los demonios ni los mortales, ni siquiera los hijos de la luna entre ellos están seguros. Se esta conteniendo, pero pronto se echara sobre nosotros, ya veras, intentara degollarnos a nosotros y luego comerle a el. No, no lo permitiré, ningún perro tocara a un joven humano tan apuesto como el en mi presencia. ¿Que hago, que, hago? Necesito pensar, necesito mi música y a mi musa. ¿Donde están?
El brillo de la luna se refleja en mis ojos. El vampiro no quiere hacerme daño, lo he notado, no se a acercado peligrosamente a mi y no me habla con ferocidad, también intenta resistirse a mi encanto, parece que se vuelva loco. Sonrío y me río muy bajo, mis pensamientos me dan risa, oigo y escucho sus palabras, pero yo me divierto mas con mis ilusiones mentales.
-Un cementerio no es territorio de nadie, excepto de los muertos y las lagrimas-Dice una voz fantasmal. Tenemos que respetar la tierra de los muertos, podrían revelarse e ir en nuestra contra, es peligroso jugar con los muertos. ¿Verdad mamá? ¿Mamá? ¿Donde estas?.
-Y ¿Quien detendrá al lobo?-Pregunto divertida dando una vuelta sobre mi misma. -¿El humano inconsciente o el vampiro solitario?-Señalo a uno primero y luego a otro como esas modelos que van con los vendedores ambulantes. Miro el rostro del humano en el suelo, sin duda es para darle un mordisquito, aunque sea muy, muy pequellito.
-Esta bien, acepto su propuesta-Le susurro como una niña pequeña que cuenta un secreto. “Hermanito, he escondido las galletas detrás del jarrón del azúcar.”.- Puede encontrarme en teatro de Ópera abandonado, aunque mas veces de día que de noche-Digo feliz e inocente.-O podría venir al amanecer, podríamos tomar té.-Adivina adivinanza. ¿Con quien estoy hablando ahora?
Mi cabeza gira de pronto, los mechones rubios y sus puntas bailan enloquecidas. ¿Quien esta ahí? Veo veo ¿Quien es?.
-¿Cree que necesitará ayuda para llevarlo?-La pregunta nace de mi boca y se pierde en le viento, miro los ojo del lobo. ¿Quien me responderá?

por **Alfred Brooks** Sáb Dic 25, 2010 4:50 pm

De alguna forma aquel olor, el de la sangre joven, dulce y disponible llenaba aún más el ambiente.

Su delicado olfato ya no sentía el olor de la tierra, ni el olor del río lejano, tampoco aquella peste que expedían los no-muertos. Solo podía aspirar aquel delicioso olor, sintiendo como la boca se le hacía agua ante el deseo de clavar sus dientes en aquella piel tierna, ante el deseo de alimentarse.

No, nada le detendría, y ya había perdido demasiado tiempo en eso. El gruñido aumento en su interior mientras sus ojos brillaban en la oscuridad, hasta acabar en un aullido de lucha y lanzarse al ataque.

Podía verle tendido en el suelo, disponible, accesible. Lo devoraría, saciaría su hambre por fin, podía sentir su interior rugiendo de gusto. Ningún vampiro iba a detenerlo, y si lo intentaba, aseguraría de destrozarle la garganta.

por **Jérôme Leroy** Miér Dic 29, 2010 10:11 am

Su hijo se había desmayado. Andrè estaba en el suelo, y solo tenía ganas de correr rápido tomarle en sus brazos y huir de ahí, pero cualquier movimiento en falso sería perjudicial. No solo para su pequeño, si no también para la otra vampiro. Aún cuando asechaba a su hijo, sentía que debía resguardar incluso por ella. Claro, ese sentimiento de proteger, cuidar, casi de compasión que tenía cuando era humano aún de vampiro no se le quitaba. Y a quien también debía velar por la seguridad del hombrelobo, que sin todo ese pelaje y esa apariencia bestial seguía siendo su amigo.

Escuchó las preguntas que hacía la vampira, parecía como si hablara consigo misma. Y aún así tenía razón, quizás no conocía el motivo de fondo, pero él estaba en un aprieto y debía escoger y estaba muy seguro de que su opción sería Andrè y dejaría al lobo suelto...quizás luego podría venir por él antes de que el sol apareciera por completo.

-Teatro de Ópera...-Repitió para grabarlo en su memoria- Puedo ir y pasar el día junto a usted, pero creo que nuestros planes para ese encantador encuentro deberemos hacerlos con mas calma...-Pasó por el lado de la vampireza de forma ágil, agachándose y tomando al menor en sus brazos. Luego miró a la rubia a los ojos, aunque su vista se iba hacia el lobo.- Lo ideal sería distraerlo de alguna forma...pero ¿Cómo? Yo estoy seguro que él no la quiere a usted, aún cuando solo sea una bestia que actúa por instintos, en su mente solo hay rencor hacia mi...éste joven y yo debemos ser sus presas...-Habló con sigilo, con un tono de voz suave, sentía que cualquier ruido fuerte o movimiento brusco sería una señal para que el licántropo se lanzara sobre él.

-Debemos hacer algo que lo detenga pero que no lo mate...un golpe...solo un golpe certero, preciso para hacerle caer y nada mas...así saldríamos de aquí- Murmuró a la rubia mientras sostenía con fuerza a Andrè. Miró hacia un lado, había un mausoleo con un reja por puerta, sería perfecto tanto para dejar al joven ahí y luchar con el lobo, o bien encerrar a éste último- El mausoleo...supongo que sus habitantes entenderán que estamos en un aprieto...podemos encerrar a éste joven ahí y encargarnos del lobo...

por **Andrè Leroy** Miér Dic 29, 2010 2:38 pm

Una oscuridad profunda se cernía a su alrededor. Pero no era una oscuridad aterradora, era una oscuridad segura, aquella que se tenía cuando uno está envuelto y cálido en la cama, sin un solo resquicio por donde el mal pudiese alcanzarle.

Allí se sentía bien. No quería alejarse de la oscuridad, quería aferrarse a ella y nunca abandonarla.

Como también quería que aquel aroma, aquel olor a paz, a familiaridad jamás le dejase. Quería olerle para siempre. Si, para siempre.

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