Innocent eyes [Priv]

por **Luis Castelló** Jue Dic 18, 2014 2:44 pm

No habría que decir demasiado.

Él juraba que no había sido, pero aun así, había sido incriminado de un asesinato que no había cometido. Él jamás hubiera matado a Madame Gerard, apenas la conocía de algunas transacciones con Monsieur Gerard, pero al parecer, alguien o no sabía cómo uno de sus machetes de caza había llegado a la escena del crimen y había sido parte de la obra del destripamiento de la víctima. Gareth sujetaba el machete en una mano mientras en otra procuraba sujetar la cabeza aún viva de Madame Gerard, pero para cuando la policía llego a la escena del crimen, pillándole con las manos incriminadas en la masa, Madame Gerard había muerto.

48 horas antes

Gareth estaba planteándose el irse de nuevo a Londres para realizar transacciones portuarias de comercios que tenía pendientes. Gene estaba medianamente con él y se había en parte, mudado con él a su modesta mansión en casi a las afueras de Paris. Parecía que lo único que le retenía era que él estaba al borde de los nervios por alejarse de Gene, pero en realidad, en el último momento decidió que no, que no se movería de su mansión y que pasaría un tiempo con Gene, siendo un poco bastante modesto con ella y ofreciéndola todo tipo de lujos que ella quisiera ya que él se los ofrecería. Lo primero que contrato fue un equipo médico para que supiera que estaba sana. Sabía de qué en los burdeles te podrías encontrar de todo, sabía que estaba sana de por sí, pero más vale prevenir que curar. Los días pasaban a lo largo de su vida. Sabía que estaba perdiendo el tiempo y alargando con escusas el motivo de sus comercializaciones solamente por una mujer, pero había esperado demasiado.

-¿Gene? –Pregunto dónde estaría Gene, habían quedado para comer en el porche mientras los rayos de sol estuvieran acariciando la piel de ambos. Se levantó de su asiento de madera para ir en busca de Gene, subió las escaleras, las bajo de nuevo y la encontró en el jardín, con un bello vestido rosa y un bello recogido a media altura. Estaba oliendo las flores como si hubiera encontrado el edén. Sonrió a más no poder y solamente se le acerco y evitó que se pinchara contra las espinas de una rosa que no tenía que crecer en el grupo de rosas blancas. Una rosa roja, entre tantas blancas era peligrosa, como la tentación de la serpiente hacia Eva – Ten cuidado Gene…-Susurro en su oído lentamente mientras le metía un mechón por detrás de la oreja y le dejó un beso en la frente.

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-¡NO! No he sido yo! –Estaban dispuestos a llevárselo sin más, sin dejarle un juicio por delante e inmediatamente fue llevado a una celda con ruedas de madera que le llevaban directo a la policía para ser interrogado.