Por la Mañana / Privado

por **Rocio Mounier** Mar Dic 30, 2014 10:04 pm

Eleonore había despertado temprano, tomó su pequeño bolso, contempló su reflejo en el espejo de cuerpo entero. Se sorprendió por un momento al pensar en el lujo que representaba un objeto así, para una simple mujer de clase media, para ésta nueva mujer, que en nada se parecía a la aristocrática esposa del inquisidor. Tal extravagancia, no le pertenecía, aquello había estado allí desde antes que ella llegara. Así que en verdad, lo consideraba un regalo, para quien solo alquilaba la residencia. Giró revisando su atuendo, suspiró, se notaba algo pasado de moda, deslucido, pero la verdad no le molestaba o entristecía que así fuera, - te ves hermosa, mi ángel – escuchó en su oído la voz de quien le había comprado aquel traje – siempre serás la flor más bella de cualquier jardín – sonrió llevando su mano al oído, como lo hubiera hecho al sentir el suave aliento de su amado – tonto, siempre logras ruborizarme – susurró, recordando la frase con la que solía reprenderlo. Entonces él, la hacía girar apretada de la cintura en sus fuertes brazos, mientras besaba su cuello.

Su mano instintivamente recorrió el trayecto, hasta ocultar con su palma un pequeño relicario que colgaba en su pecho, allí, como si el tiempo no hubiera pasado, como si aún estuvieran con ella, acompañándola, amándola, las miniaturas de los rostros de su hijo y esposo, le recordaban que a pesar de que ahora su vida dolía como una herida que se desgarraba sin poder curarse, alguna vez, no hacía tanto, ella, había sido feliz.

Con sus ojos cerrados, sintió la caricia de las lágrimas derramándose por sus mejillas. Se alejó del espejo y llevando sus pasos hasta el amplió ventanal de la habitación, contempló el amaneces que más allá de la copa de los árboles, se enseñoreaba del cielo, fiel testigo de que a pesar de todo esfuerzo humano por detener lo inevitable, el destino se presentaría sin prisas, pero dispuesto a mostrar que de nada valía el esconderse o huir de los recuerdos, de las tristezas. El pasado caería sobre ella, como el sol sobre los malos y los buenos. Dando calor a las tumbas de reyes, como a las de mendigos.

No supo cuánto tiempo pasó, imbuida en sus cavilaciones, pero cuando volvió a ser consciente de su presente, se dispuso a partir hacia el mercado, debía comprar lo indispensable para comer, mas algunos utensilios domésticos. Si encontraba las fuerzas para darse un pequeño lujo, se sentaría ante una taza de café humeante, con el periódico de la mañana, con suerte podría encontrar un trabajo, no importaba cual, solo algo que le permitiera costear sus gastos y ocupar su mente, de tal forma que la tristeza por aquellas inevitables ausencias, no pesaran tanto.

por **Charles Van Persie** Mar Dic 30, 2014 11:37 pm

Había amanecido, era una de esas noches en las cuales podía dormir sin tener que despertar por ratos de madrugada las pesadillas que me recorrían en la noche. Estaba en el cuarto de hotel que había pagado , estaba curándome una herida del brazo que tenia por haber peleado con un vampiro, aquella noche estaba algo fatigado pero no me rendía. Por mi trabajo casi dormía en diferentes lugares pero no me importaba.

Me vestí con mis ropas casuales como imagen un hombre maduro pero sin o con fortunas, mi imagen casi siempre era sencilla pero me gustaba. Camine mientras apretaba las vendas de mi brazo derecho para que no manchara mi camisa blanca, camine pues me dispuse a ir hacia el mercado tenia que comprar unas cosas para mis heridas y tal ves algo de comer.
Mis pensamientos estaban en mis heridas y en aquella niña que en ella estaba algo extraño algo ne mi me decía que no era humana.

Solo me tomo toparme con personas disculpándome por mi torpeza, camine un poco concentrado cuando choque de frente una señorita, estaba apenado pues era raras ocasiones que me sucedía - discúlpeme...- dije cuando note que le iban a caer unas cosas al suelo, me hinque para recogerlas y devolvérselas - perdóneme, yo... disculpe...- dije un mas apenado - si algo se rompió o se ensucio yo estoy dispuesto a repararlo..- dije mirándola.

por **Rocio Mounier** Dom Ene 04, 2015 9:22 am

Estaba contenta, había adquirido a buen precio los elementos que necesitaba, todo lo usual, algo de harina, huevos, frutas, un bols, cosas que era indispensables, pero siguiendo un arrebato, se decidió a comprar un hermoso jarrón de cristal tallado, buena parte del dinero que había llevado para la compra había servido para adquirir ese objeto.

Parada en frente del escaparate, había estado meditándolo por bastante tiempo, caminado de un lado a otro de la fachada, calculando los días que debería tomar solo un te caliente con un pequeño bollo de pan, hasta que le dieran su primer salario, si era que conseguía un trabajo rápidamente. – que importa si debo comer tan frugal, ¿acaso allí en Florencia no lo tenía todo, pero lo he abandonado porque lo más importante ya no estaba allí?– Se preguntó, - por lo menos podré observar las flores de mi jardín, ellas me alegraran el día y acompañarán mis noches – dijo sonriendo mientras entraba al local.

Momentos después se retiraba, repleta de paquetes, tendría que recorrer dos calles hasta poder tomar un carruaje de alquiler y rogaba que no fuera muy costoso, porque no tenía más monedas, hasta que no vendiera alguna de sus joyas. En el instante que iba a llegar a la esquina, un hombre se le apareció de la nada, intentó esquivarlo, pero su hombro chocó con el pecho del caballero haciendo que diera un giro, librando de su abrazo aquel tesoro que acababa de adquirir. El jarrón que envuelto en diarios y papeles, se zafó de sus brazos cayó al suelo rompiéndose en mil pedazos, el sonido del cristal al fracturarse provocó en Eleonore una sensación de pérdida. Tal vez era tonto pensar así, era algo descabellado sentirse mal por la destrucción de un jarrón. Intentó darse valor, recordando que nada era tan importante como las vidas humanas, pero no pudo contener las lágrimas, llevó sus ojos cargados de tristeza al rostro del extraño y luego al paquete que ya sin forma se encontraba en el suelo, entre medio de los dos, - o no, se ha destrozado – susurró.

Oyó las escusas y el ofrecimiento de reparar la pérdida del objeto destruido, pero Eleonore se sentía tan compungida que solo deseaba salir corriendo y esconderse en algún callejón para llorar su perdida. Claro, ésta no era la rotura de un jarrón, sino la que siempre se quedaba encerrada en su corazón, aquella que sería imposible olvidar, - no se preocupe, es solo un jarrón, he perdido todo lo que me importaba en la vida, ¿qué valor puede tener un objeto así? – se cayó de repente, al darse cuenta que había cometido una indiscreción, ¿a quién podía importarle, lo que ella sufriera? – disculpe, debo… debo marcharme – logró articular, al momento que se alejaba. Caminó unos metros, hasta girara en la esquina, en una calle menos transitada y allí, dejó que sus lágrimas se derramaran. Se sentía muy frágil, todo le costaba mucho más que a cualquier persona, o por lo menos, en su desesperanza así lo sentía.

por **Charles Van Persie** Lun Ene 05, 2015 3:30 am

Mis pensamiento obviamente estaban despistados y tenia que mentarme en calma pues solo cometía errores y eso no me lo podía perdonar en absoluto pues había echado a perder a un mujer que parecía de lo mas tranquila, arruine su día al parecer me sentía culpable, sobre todo cuando su jarrón se había caído al suelo, me hinque para siquiera recoger unos pedazos cuando escuche su susurro , alce mi mirada de la mujer, parecía como si hubiera perdido algo único que no tenia reparación alguna, rápidamente pensé que yo era una bestia, solo la mire pues se notaba verdaderamente triste por ello. Me encontraba totalmente avergonzado - disculpe , yo puedo... .- dije pero cuando escuche lo que me dijo , era claro que tenia un valor sentimental en ese jarrón, se parecía a uno que tenia pero eso era lo de menos, cuando mire el jarrón, alce la vista y vi como se marchaba con tanta prisa, suponía que se sentía mal, me levante rápidamente para ir tras ella.

Rápidamente la seguía mientras esquivaba a las personas que se ponían en mi camino, la seguía con la mirada y con el cuidado de volver hacer lo mismo y causar otro accidente como este. Camine a paso rápido para que supiera que yo estaba realmente avergonzado, pero se me hizo raro que cuando se oculto en un callejón casi solitario. Me detuve por un momento pues yo me encontraba algo herido y no tenia la fuerza para defenderme si seria una trampa de unos maliantes, camine cerca de ese callejón con cautela cuando escuche que unos sollozos provenían de allí, entre en ese callejón acercándome mas de quien podía provenir, avance unos pasos cuando vi que era la mujer con la que había chocado momento antes.

Solo me sentí aun mas culpable así que me acerque con cuidado , tratando de asustarla o que pensara que yo era un ladrón , me acerque mas de lo que pensaba hacerlo pues parecía que estaba por desboronarse, con algo de dudas , puse mi mano en unos de sus hombros para que se calmara - Discúlpeme... pero se encuentra bien?.- pregunte mirándola y acelerando un poco mas - no... debería estar sola por este lugar..- dije tratando se consolarla, metí mi mano libre por uno de mis bolsillos interiores de mi saco y saque un pañuelo color blanco, se lo ofrecí.

por **Rocio Mounier** Dom Ene 25, 2015 9:55 am

Allí, sola, pues en verdad Eleonore había entrado en un estrecho y poco iluminado callejón, aun en pleno día. Permanecía inmersa en su dolor, en sus recuerdos, aquellos que jamás podría recuperar. Una sombra se proyectó en el piso del callejón y un hombre se acercó. Alzó la mirada, aun arrasada por las lágrimas, y pudo distinguir que se trataba del muchacho con el que había chocado. Se sintió un poco incomoda, - ¿habré destruido algo valioso, que portaba éste caballero? – se preguntó mientras continuaba observándolo a los ojos.

La mano de aquel hombre se posó con suavidad en su hombro y le preguntó si se encontraba bien, - ¿acaso le parece? – Quiso decirle, pero simplemente sonrió avergonzada, - sí, disculpe, solo es que… no tiene importancia, era solo un objeto que no tenía gran valor - . Aceptó el pañuelo y secó sus lágrimas. Contempló el pañuelo y supo que era una tela de buena calidad, además de la filigrana con las iniciales del caballero. Llevó su atención desde el pañuelo al rostro del hombre, - gracias, disculpe que lo haya importunado… de seguro debe estar perdiendo un tiempo valioso, con una… - tonta, hubiera querido decir pero se calló – con una mujer demasiado sensible como yo – intento volver a sonreírle, pero su sonrisa solo quedó en una mueca.

Cuando estaba por devolver el pañuelo, pudo observar que la camisa del hombre, debajo del abrigo, estaba manchada de sangre. Abrió sus ojos asombrada y preocupada, - pero, señor… usted es quien necesita ayuda – dijo inclinándose a dejar su compra en el suelo y presta a socorrerle. – Deje que lo ayude… - en su cabeza, recordó las veces que Romeo solía llegar con arañazos, raspones, cortes y heridas que ella curaba, no por falta de recursos para pagar a un médico, sino, para salvaguardar la identidad del inquisidor espía, por eso solían ser cuidadosos con todo aquello. Al dirigir su mirada a los ojos del joven, le sonrió, - si usted me permite, podría atender la herida, no vivo muy lejos y solo será un momento… - se detuvo en su hablar, una mujer sola, como ella, no podía llevar a su hogar a un extraño, no era correcto, pero tampoco podía dejar de ayudarle.

por **Charles Van Persie** Dom Ene 25, 2015 5:33 pm

La mire por lo que me dijo , al pareces estaba destrozada , no me explicaba como es que una mujer hermosa como ella estaria llorando y con menos razon para estar en un lugar muy tenebroso, en lugar de temer por mi , ahora temia por ella, no me gustaba para nada que alguien corriera peligro y eso no me lo iba a permitir bajo ningun modo.

Escuche lo que me dijo sobre su objeto que habia perdido por mi culpa y yo seguia pensando que si tenia valor por eso ella estaba de esa manera, almenos sonrei que ella habia ceptado mi pañuelo , era lo minimo que podia hacer ya que trataba de ayudarla si fuera posible, por mi educacion y modales jamas debia de ser inrespetuoso de las personas, ante sus palabras de como ella se dijo asi misma solo movi la cabeza negativamente - para nada... usted no me hace perder el tiempo, al contrario... mas bien yo creo que la invado y arruine el dia .- dije baje un poco mi mirada puesto que asi como iban pasando las cosas yo la habia provocadoa llorar, alze mi miarada para que me pudiera devolver mi pañuelo cuando de pronto habia olvidado mi herida que estaba abierta y seguia sangrando - descuide.. yo...- dije para decirle que nose preocupara - tal ves sane solo..- dije cuando note que dejoa un lado sus compras solo para anterme no queria interrumpirla deseguro abria alguien que la estuviera esperando.

Me di cuenta que al párecer la mujer sabia como se sanaban las heridas profundas , solo sonrei un poco leve por eso, la mire de nuevo - seria un placer... tal ves usted sepa un poco mas que yo .- comente ante mi herida que estaba manchando cada ves mas la maga de mi camisa, escuche lo que me dijo de su casa y que no estaba muy lejos , asi que alze un poco mis cejas no queria molestarla - pero no tendra problemas por llevar un extraño como yo a un hogar... sabe no quiero provocarle molestias ni mucho menos mal antendidos..- dije mirandola algo inseguro - si esta segura... podria pagarselo con otro jarron... tengo uno igual al que acaba de comprar..- comente y sonrei un poco leve para que ella aceptara.

por **Rocio Mounier** Mar Mar 17, 2015 6:45 pm

Sonrió con un dejo de tristeza, - no se preocupe, no existe nadie que vaya a enojarse y los vecinos… bueno, siempre pueden hablar… pero no puede estar así, está perdiendo sangre y seguramente es porque lo he golpeado - movió su cabeza como si negara o se reprendiera, - lo siento muchos, yo quejándome por un jarrón sin ningún valor, no necesito que pague nada, fue todo mi culpa -, mordió suavemente su labio, en una clara señal de angustia.

Luego de pedirle que se quedara allí, por tan solo un momento, solo, se apresuró a salir a una calle mas transitada, en donde podría encontrar un coche para transportarle a su hogar. Su mente divagaba en mil cosas, recordando aquellas madrugadas en que su amado esposo, llegaba con algún arañazo, o una herida provocada por diferentes armas, como lanzas, espadas y hasta en alguna ocasión, le tocó extraerle una bala. No era enfermera, pero estaba segura que conocía más del cuerpo humano que muchas de esas mujeres que trabajaban en el hospital. Sonrió satisfecha al encontrar por fin un vehículo que los llevara hasta un lugar seguro donde ella lo pudiera auxiliar.

Luego de pedir al cochero que la esperara, se apresuró a llegar a donde el caballero se encontraba, - bien, ya tengo un vehículo en el cual podremos movernos, solo le pido que intente disimular, le he dicho al cochero que es mi hermano - se ruborizó, no le gustaba mentir, pero tampoco era momento como para estar con miramientos y posturas moralistas, - espero que eso no le moleste, es que he pedido que nos aguarde -, le sonrió cohibida.

Pronto se encontraron dentro del coche, rumbo a su pequeño hogar, en las afueras de la ciudad, ella estaba sentada enfrente de él y lo contemplaba con el ceño fruncido, marcando la preocupación que reinaba en ella, - ¿se encuentra bien? – Desde esa postura no podía ver si había sudor en el rostro del joven que marcara una posible infección, - ¿desea que lo lleve al hospital? Si así lo prefiere, es solo indicarle al cochero que tome otra dirección -, tal vez se equivocaba, pero le parecía que a su compañero de aventuras, no le gustaría terminar en el hospital, en donde tendría que dar explicaciones de cómo y porque, se había hecho esa herida. Desde hacía poco más de un mes, el gobierno había implementado mayor seguridad, interviniendo en asuntos que antes pasaba por alto. La razón rondaba en el aumento de criminalidad, ahora era más frecuentes los crímenes extraños, hombres desnudos en mitad del bosque, con signos de haber sido cazados literalmente y también, cazadores furtivos que cazaban en los cotos que pertenecían a la nobleza.

Extendió la mano tímidamente, para tocar con la punta de sus dedos la tela del abrigo del caballero, - no se preocupe, haremos lo que usted desee -.

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