Una mañana primaveral [privado]

El equinoccio a media noche había sido demasiado agradable, el cambio de estación era una fiesta de la cual no me perdía desde que era cambiaformas siempre me iba al bosque para disfrutar de aquel cambio y disfrutar con los gitanos de aquel paso de invierno a primavera. Me había quedado dormida cerca de la laguna así que a primera hora de la mañana sentí como los pájaros, y ciertos animales comenzaban a andar, los rayos de sol cubrieron mi cuerpo felino de pies a cabeza dándoles un calor demasiado diría yo para tan solo fuera la primera mañana primaveral. Estire mi cuerpo afilando mis garras en la tierra que estaba algo húmeda, cada pelo de mi cuerpo se movió de tal forma que parecían darme masajes reiterativos por todo mi cuerpo. Amaba estirarme como gato, todos mis músculos se movían en un baile único que solo otro felino sabría que es sentir aquello.

Las mariposas se veían tentadoras de agarrar pero no quería eso, la suave brisa porvenir de la laguna me lleno de mucho deseos de probar aquella agua aunque por la hora de seguro estaría más fría de lo normal pero no podía resistirme, comencé a correr a gran velocidad rodeando la laguna, como si me hubieran contado una gran noticia, mis patas se llenaban de lodo y Dios que bien se sentía todo aquello a lo lejos vi el muelle de ahí podría lanzarme al agua, pensé mientras me acercaba a gran velocidad. Pero había un problema como gato no me gustaba mucho mojar mi pelaje así que antes de cualquier cosa mira hacia todos lados inspeccionando que nadie me estuviera observando, entraría al agua como humana… pero ¿ y ropa? era muy temprano para que alguien anduviera rondando este lugar, así que no habría problema por aquello.

Me pare en el comienzo del muelle y le vi el final que daba a la tentadora agua cristalina… Comencé a correr sintiendo como cada partícula de mi cuerpo comenzaba a cambiar, ya no tenía pelos si no que dejaba al descubierto mi piel lisa y evidentemente mi natural desnudez, cuando al fil llegue al punto preciso di un salto y con un piquero mi cuerpo toco el agua, que bien lo había previsto estaba heladísima, pero tan solo unos segundos más y mi cuerpo terminaría por acostumbrarse. Nade por bajo del agua unos instantes y luego subí a la superficie solo dejando mi cabeza afuera.

MI cabeza quedo fuera del agua dando la espalda al muelle, lentamente saque mis cabellos mojados de mi rostro para que pudiera observar el espectáculo que había a mi alrededor pero una voz irrumpió toda aquel momento de pasividad gire para ver quien me estaba observando porque era claro que estaba más cerca de lo que me imaginaba, en ese momento lamente mi desnudes. – Lastima que no trajiste tu red para pescar – dije en tono divertido mientras movía mis brazos en el agua para no hundirme del todo, lobo fue mi primer pensamiento cuando su aroma llego a mis sentido.

Bueno según vi hay gran variedad de peces en el agua – eche mi cuerpo hacia atrás y comencé a nadar de espalda unas cuantas braceadas y luego mire al joven que seguía en el muelle. – ¿Porque mejor no vienes a nadar conmigo? El agua está algo helada pero con el pasar de los minutos uno se acostumbra. –Le propuse ya que no tenía intención de salirme de aquel lugar y mucho menos sin vestimenta. Y qué mejor que empezar una buena conversa cubiertos de agua. No podía prever los pasos a dar del Licántropo pero parecía simpático y no parecía hostil al menos por el momento. ¿O acaso yo era la hostil? Pensé unos segundo en aquello y lo quite de mi mente, siempre me han dicho que soy un angelito… ¿será eso cierto?

Nade hasta llegar cerca del muelle y lo quede mirando directo a los ojos, sin decir ninguna palabra –Me llamo Sophia D`Luca– Le ofrecí una amplia sonrisa mientras le salpicaba agua, juguetonamente.

No iba en mi obligar a nadie para hacer algo que estuviera en contra de su voluntad y menos algo tan simple como meterse al agua, escuche atenta de cada palabra que decía y algo surgió en mi interior ¿A los felinos no les gusta el agua? Claro, evitaba en mis transformaciones el contacto con aquella pero como humana no había más que adorara que estar cubierta de pies a cabeza por ese líquido transparente. A pesar de que no me gustaba el frio el agua siempre me relajaba de sobre manera y más cuando necesitaba estar en todas mis cabales.

A decir verdad a mí tampoco me gusta el agua helada, siempre huyo de ella pero hoy es una hermosa mañana primaveral ¿Qué mejor que disfrutarla en contacto con la misma naturaleza? – me exprese con simples palabras que pude encontrar, además disfrutar era gratis y eso era lo mejor de tener una laguna cerca. – El paisaje se puede observar de cualquier punto, estando aquí en el agua puedo ver el perfecto reflejo de los colores vivos en las cristalinas aguas que al moverse van borrando el paisaje reflejado en ellas. –añadí mientras movía mis brazos ondulada mente para mantenerme a flote. – Interesante nombre Monsieur Ikeda – si que lo era, conocía a pocos extranjeros y a simple vista aquel hombre no era de tierras muy cercanas a Paris, sus rasgos iban más allá de los horizontes donde alguna vez residí. Sin dejar de mover mi cuerpo y sin quitarle la vista de encima seguí salpicando agua, esta vez no con el afán de mojarlo si no con la gracia de divertirme.

No sabe de lo que se pierde – levante mis cejas a la par y luego sonreí animada, el agua cada vez se tornaba más tibia o al menos así lo sentía mi cuerpo, el ambiente subía de temperatura y eso se notaba con la sequedad que estaba teniendo mi cabellera que no había tocado el agua en tan solo escasos minutos, sin previo aviso me sumergí saliendo a flote rápidamente dando la espalda al joven que recién estaba conociendo – Te invito a apreciar un paisaje como pocos en esta tierra – gire solamente mi cabeza para poder mirarlo y le guiñe un ojo, corriéndome hacia atrás hasta quedar al borde del muelle con fuerzas me levante dejando ver la desnudez de mis hombros nada más que eso – Yo no obligo a las personas… todos somos libres de hacer, decir y pensar lo que deseamos aunque la sociedad diga lo contrario – deje caer mi cuerpo de nuevo al agua y me sumergí para nadar por bajo de esta misma hasta aparecer algunos metros más allá.

El frio era solo sicológico, así me lo había enseñado aquella vieja gitana que había cuidado de mi por largos años. Solo mi cabeza estaba fuera del agua mi desnudez era lo que le incomodaba aquel hombre ya lo tenía más que claro, sus palabras iban y venían por mi cabeza. Pensé más de una vez en salir del agua y mostrar lo que podía hacer pero no… mientras ideaba en mi mente una fórmula para la incomodidad recordé que solo un hombre que precisamente no le gustaban las féminas me había visto así desnuda, el mundo está loco… hombres con hombres di un suspiro ante el pensamiento que venía en mi cabeza y me aleja mientras escuchaba sus últimas palabras.

¿Asi que le molesta que no tenga con que cubrirme? – dije con una sonrisa amplia en mi rostro y sin quitarle la vista de aquellos ojos rasgados me acerque a él braceando hasta quedar en el borde del muelle – No se preocupe, tengo con que cubrirme. Deje mis ropas bien ocultas para que no me la roben – termine por decir, aunque era una gran mentira al salir del agua me transformaría en felino y regresaría a mi vida normal. Claro no sin antes pasar de una buena mañana en la laguna.

Japonés… - dije con el acento italiano que tenía escondido, si sabía que aunque todos dijeron que venía de Londres yo venía de otro lugar. - ¿Cuánto tiempo lleva en Paris?... y cuando tiempo más me tardare en tenerlo junto a mí en el agua – si aquello había sido una insinuación a mi parecer la primera de la mañana, no era mi intención molestarlo pero la primavera me ponía de un ánimo diferente al que solía llevar. Viéndolo desde el agua se veía alto, no negaría que su cuerpo contorneado era demasiado atrayente para mis ojos y mis sentidos, no eran de mi gusto los asiáticos pero este tenía un misterio que me hacía querer saber más de él, de su naturaleza que tenía más que clara que no tan solo era un humano común y corriente.

Otra sonrisa se posó en mi rostro eché mi cuerpo hacia atrás y comencé a patalear lentamente para que tan solo le alcanzaran unas cuantas gotas a Hiroshi. - ¿Sabes nadar? – fue lo último que pregunte, quizás no sabía y por eso aún no se metía a las cálidas aguas que rodeaban mi cuerpo en ese momento.

No era molestia lo que Hiroshi sentía, más bien era curiosidad. Es está época tan arraigada el solo hecho de pensar que una dama pudiera dar tremendo espectáculo uno demasiado agradable, eso, escandalizaría a cualquiera no a él, no a Hiroshi ya que siempre le han gustado las personas fuera de lo común y una vez más su mente le decía “París fue la mejor idea que tuviste” su eterna sonrisa se ensancho… su mente seguía librando una batalla en entrar pero salió de su ensimismamiento al escucharla.

-No es que me moleste- la vio acercarse una vez más –Más bien acaba de quitarme la ilusión de poder admirarla– un tono de fingida decepción salió de sus labios mientras clavaba sus ojos negro en aquellas cuencas cafés. Pero por un extraño motivo supo que la joven no decía la verdad, no creía que poseyera nada de ropa, pero no esperaría a descubrir la verdad, solo provocaba que una extraña felicidad le invadiera. Después de todo ¿cuándo podría tener una suerte como la que ahora posee? El termino del invierno, una mañana hermosa y calma, un paisaje más que alentador, una hermosa dama sonriéndole dentro de un lago como cual sirena fuera embriagando a los hombres con su sola voz, una voz linda y a la vez un tanto seductora.

Afirmo con la cabeza escuchándole sin que se diera cuenta que sus palabras le habían gustado mucho y que ese era el incentivo que esperaba para poder sumergirse a su lado –En París llevo el suficiente tiempo y ahora creo que amo el lugar- se levantó de la orilla del muelle y quedo parado observando como esa silueta nadaba mientras un poco de agua ahora le llamaba por su nombre atrayéndolo como aquella fémina lo hacía – Si se nadar y no tendrá que esperar más por mí solo que… - rasco su barbilla – Sí el agua está fría pues tendrá que dar calor a mi cuerpo no quiero morir de frío… digo si es en sus brazos no estaría tan mal pero aun así soy demasiado joven para morir- rio un poco y dio un salto en el agua, las manos entraron por delante seguido por su cuerpo internándose en las claras aguas. Nado un poco por debajo de la superficie para aclimatar su cuerpo que ahora se encontraba erizado, se precipito hacía arriba para que el sol tocara su cuerpo – Le dije… que el agua… estaría helada – dijo entre cortadamente, estaba a unos metros de Sophia no pudo ocultar su temblor y por un momento su sonrisa se borró –Ahora creo que usted debe pagar por esto- su voz sonó sería arqueo sus cejas y volvió a sonreír, era su oportunidad la tenía a un par de metros de él.

Nado hacía ella la tomo de la cintura Hiroshi la acerco lo más que pudo a su cuerpo (en ningún momento dejo de mover los pies para poder seguir a flote) comprobó de muy buena gana que en verdad, lo único que la joven poseía era su traje de piel y al lobo aun lo cubría una trusa pero en esos momentos le hubiera gustado estar en igual de condiciones –Tendré que pensar el castigo que le impondré– susurro cerca de su rostro sin despegar su vista de ella.

Oculte mi sonrisa o al menos intente hacerlo, pero no fue posible no pude evitar sonreír ante ver la expresión facial ante sentir el frio de las aguas chocar con su cuerpo, levante una ceja conteniendo nuevamente otra sonrisa, en ningún momento le quite la vista de encima, en realidad era un buen espectáculo ver al joven de rasgos asiáticos moverse en las aguas de aquel lago. Instintivamente me hice hacia atrás mientras decía aquello de que tenía que pagar por el hecho de que sentía ¿frio? – Yo, no tengo nada que pagar… no le he obligado a entrar a estas aguas – una pequeña risita salió de mis labios y seguí corriéndome hacia atrás. Lo vi sumergirse y aparecer frete a mi, el contacto de su cuerpo con el mío me tomo por sorpresa, mucha sorpresa.

¡Hey! ¿Qué haces? – abrí mis ojos lo más grande que pude en ese momento y con mis manos tome sus brazos intentando soltarlos de mi cuerpo. – ¡Suéltame! – alegue, comencé a mover mis pies para no hundirme no quería que viera la desnudes completa de mi cuerpo, pero podía decir que el sabía que en realidad estaba completamente desnuda. Los segundos pasaron y mientras mi intento fallido de salir de sus brazos quede completamente quieta.

Hiroshi… Yo no merezco ningún castigo así que no hagas tal de pensar en uno. ¿Acaso mi error fue querer disfrutar? – un juego de palabras, que iba ligado a más sentidos de los que en un principio podrían dárseles. Apoye ambas manos en su pecho haciendo una especie de escudo a mi lado.- Tu cuerpo al final se acostumbrara a la frialdad del agua. – El mío lo había hecho y con el pasar de los minutos el del japonés también lo haría.

Enterré suavemente mis garras, que aun siendo humana las tenía un poco más afiladas que el resto de cualquier normal, no le haría daño solo le dejaría una marca que con el pasar de los segundos desaparecería… Por el contrario si se las enterraba solo un centímetro más dejaría otro tipo de marca. – Anda, suéltame. – Le guiñe el ojo poniendo carita de niña buena.

El agua helada inundo su cuerpo provocando dolor, el frío nunca fue su fuerte a pesar de haber nacido en tierras heladas. El cuerpo del lican se templó después de un rato dentro. Las manos un tanto ásperas del joven sujetaban con firmeza la delicada cintura de su acompañante, no lo negaría el momento era un tanto divertido y extraño, un comportamiento fuera de lugar por parte del extranjero pero no le importó se limitó a observar el rostro de Sophia aquella expresión no tenía precio.

Un reproche seguido de un intento fallido por separarse de su agarre –Basta o nos hundirás– dijo en todo calmado sintiendo las piernas moverse de un lado a otro. Su sonrisa se volvió juguetona y no despego su mirar de ella, era la forma de decirle “nada te pasará a mi lado” no calmaba las cosas pero le hacía sentir mejor. No supo si sus palabras le calmaron pero dejo de luchar contra él, quedando en sus brazos por completo alguna jugada tendría no creyó que esa mujer se rindiera tan fácil.

Rio un poco ante sus palabras pero una vez tomada la decisión nada le doblegaría –No fue ningún error aunque… yo también quiero disfrutar – sus manos formaron cierta barrera, no quería al pelinegro más cerca sin embargo Hiroshi no quiso captar esa indirecta y no hizo caso al sentir sus uñas enterrándose en su piel provocando un pequeño ardor. Aquello lo tomo como una invitación acercándose más colocando su rostro a un lado de la Cambiaformas –No será un castigo ya que mi cuerpo se templó junto a ti – susurro cerca de su oído –Te soltare solo por esta ocasión – fue abriendo los brazos de a poco pero sin alejarse totalmente, volvió su mirar a aquellos ojos verdes sonriéndole complacido sin pensarlo deposito un beso cerca de la comisura de sus labios para después liberarla por completo de su cuerpo.

-Ves no fue un castigo tan malo – se alejó de ella nadando hacía atrás sumergiendo su cabeza en el agua dejando que los rayos del sol tocaran su rostro sin reprochar.

El hecho de que su olor a perro mojado emanara por todos sus poros no era un impedimento, claro que no, Les temía a los Lican pero este era diferente, no había tenido el trato hostil que con los otros que me había topado, eso ciertamente era un gran punto a su favor. Levante una de mis cejas mientras lo miraba más una sonrisa amplia volvía a toparse con mi rostro. Pero no todo era ¡eso! A decir verdad el cuerpo ajeno si estaba a la misma temperatura que el mío, ¿gracias a mí? ¡Que va! negué en mis pensamientos, pero ni siquiera alcance a pronunciar palabra alguna cuando, aquellos labios habían estado muy en contacto con mi rostro, mas diría yo que con mis propios labios. ¡Sorpresa! Grito mi interior y de alguna manera extraña mi rostro cambio totalmente, mis ojos se abrieron a la par, mis cejas se alzaron al mismo tiempo y solo lo vi alejarse.

Tú… - le quede mirando – si tú – volví a decir acercándome a el – Si vas hacer algo, hazlo completo – y ahí estaba yo hablando de más, sacando aquella fiera que a veces me dominaba por completo, no podía ser de otra forma mi parte felina predominaba en situaciones como esta cuando en un segundo perdía el control de todos mis actos. Una ráfaga de impulsos venían a mi cabeza, a mi cuerpo, a mis manos. Mi corazón comenzaba a latir con gran rapidez y mis ojos se clavaron en los ajenos y ahí me quede luchando en silencio… pero solo mi exterior lo estaba. Ya que mi interior se revoloteaba de aquí para allá. Iba y venía, mis manos se movían en el agua como si de un mismo pez se tratara. Pero ¿Qué podía hacer? ¿Estaba pensando que hacer? Ya creía que en verdad me estaba volviendo loca, maldita la vez que me crearon, pensé vagamente. Sumergí mi cuerpo por completo en el agua para enfriar a la fiera que se apoderaba de cada neurona de mi cabeza.

Quede cerca muy cerca de Hiroshi Ikeda, lo mire, y lo seguí mirando desafiante, a la expectativa. Ya había dado un paso y yo más de uno a la vez… - Ahora te castigare yo a ti – mi vos se tornó un tanto seria pero seductora a la misma vez, no había vuelta atrás un humano, un gatito y un guepardo habían tomado el control de mi cuerpo, alma y pensamiento. Era yo si… pero no completamente, avance con lentitud hasta quedar sumamente cerca, ya ni siquiera me importaba mi desnudez y aunque nunca importo mucho ahora era realmente lo de menos. Pase uno de mis dedos desde su ombligo hasta su boca – Tu, no debiste haberme castigado, no, no, no – moví mi cabeza en negación, con un aire de sensualidad en mis propias palabras.

Tome su mandíbula entre mis manos y me acerque tanto como para besarlo, pero no lo hice si no que me detuve a escasos milímetros de los labios ajenos en vez de besarlo me fui a su oído y le susurre – no juegues con fuego… porque te puedes quemar lobito – hice énfasis en mis últimas palabras y mi lengua lamio el lóbulo de su oreja como si de un dulce se tratase. Mi sonrisa combinada entre seriedad y fiereza se pintó en mi rostro y lentamente me aleje sin dejar de mirar esos oscuros ojos… que parecían un verdadero laberinto de pasiones por resolver.

Su olfato le engañaba como tantas veces lo había hecho ¡no hay manera que sea un felino! ¿ho sì? no que va, eso era absurdo pero aquel olor le había penetrado la nariz desde su llegada aunque no puede asegurar nada a pesar de ser un Lican es malísimo en sus sentidos ya que hay días en que el hombre se desconecta por completo quedando como un humano. En sus cinco años como lo que es aún no controla eso por eso resulta raro que él, Hiroshi, haya vivido por todos estos años con la torpeza que suele cargar.

Le escucho hablar, eso no le sonaba nada bueno así que cerró los ojos como si de esa manera aminorara su voz gritándole, era una dama después de todo –una dama desnuda en medio de un lago con un completo extraño el cual se le había acercado tanto que pudo sentir a la perfección aquella vestimenta de piel y que al final le había intentado besar- pero ella seguía siendo una dama. Pero no, el reclamo no fue lo que esperaba en cambio se acercó a él pidiéndole que terminara lo que comenzó ¡sí! escucho bien, giro su cabeza para poder verla abriendo los ojos lentamente con los rayos del sol dándole de lleno, la distinguió allí sumergida, no lo evito su rostro simplemente lo formo algo que hace mucho tiempo no hacía, una sonrisa suave como si su rostro hubiera servido de lienzo creando una delicada línea, no era una de tantas sonrisas que Hiro podía crear era aquella la cual le vuelve especial, sencilla, sincera.

Era ¿cómo explicarlo? Como un felino asechando a su presa, aquel gato salvaje moviéndose con elegancia y sensualidad, con un aire de peligrosidad pero atrayente – ¿De qué forma lo harás? – El miedo no se apodero de él fue todo lo contrario se le quedo mirando intentando no parpadear ya que ella era como una aparición y tenía miedo que si llegaba a perderla de vista se esfumara para siempre. Fue una sorpresa no sirve de nada negarlo pero su tacto fue tan placentero la suavidad de su piel contra la suya sumando toda esa sensualidad – Si te he ofendido – le siguió mostrando aquella sonrisa sincera – Deberé asumir mi responsabilidad, le ruego su perdón y aceptare aquel castigo que se ha propuesto impartirme – la seriedad de su voz no engañaría a nadie, estaba ansioso por más de ella, mucho más que su mano paseando por su pecho hasta sus labio –Pero debo advertirle que si el castigo me parece injusto pues… deberé tomar cartas en el asunto–

Sus manos allì estaban otra vez sobre èl, pero no lo beso a pesar de haber sentido su respiración tan cerca no lo hizo. Las manos del extranjero se mantuvieron a un lado de su cuerpo no querìa tocarla, no por el momento debía esperar el resultado de aquello, se sus frases resonando en el interior de su oído “lobito” un par de veces se lo repitió asimilando la magnitud de sus palabras y la vio alejarse, tal vez Sophia se regocijaría con su rostro de confusión o es ¿qué acaso despedia aquel olor a can mojado? La vio alejarse pero le impidió que fuese màs allà. La tomo por la cintura sin fuerza exesiva pero la suficiente como para que una mujer como ella no pudiera hacer nada contra su agarre –El lobito quiere una explicación- acorto el espacio entre ellos provocando que su respiración chocara contra ella – ¡Ho! ¿es que acaso los gatos han dejado de temernos? – fue arriesgada su acusación, ya que eso fue lo dijo esperando haber acertado no conocía a otro ser capaz de descubrir su identidad.

Todo el contacto con aquel asiático era realmente especial, no podía describir lo que me estaba pasando precisamente siempre estaba a la defensiva todo el tiempo y justo del primer momento que conocí a Hiroshi todo era lo contrario, mis sentidos decían que era un lobo de eso no lo podía negar pero, me causaba demasiado atrayente y lo mejor era que no me daba miedo su presencia. Volví a estar frente a frente con el contenerme esta vez si que tenía mis dudas, el había hablado y yo había hecho lo mismo por mi parte. Levante una ceja y solo le quede mirando, en silencio escuchando todo lo que el decía, procesando cada palabra buscándole algún significado o quizás aprovechándome de la misma situación en la que me veía envuelta. Me agarre de sus hombros enterrando mis garras en el, suavemente sin causarle daño pero con una especial sonrisa de maldad en mi rostro.

Mi castigo será acorde a tus actos y como buen castigo lo hare de principio a fin – acerque mis labios depositando mi respiración muy cerca de la ajena, saque mi lengua y saboree mis propios labios dándole un suave roce con la misma a los labios ajenos – No soy como tú que deja las cosas a medias – el felino rugía en mi interior, queriendo salir y arañar a ese lobo que tenía en frente pero no, era momento de jugar con el, disfrutar y jugar ¿qué mejor combinación? Seguí enterrando mis garras en su espalda mis ojos no daban tregua a la mirada de Hiro y mis labios seguían a la misma altura que los ajenos. Mi corazón estaba extasiado pero tranquilo de alguna forma sabía que el momento estaba medianamente controlado.

Las fieras solo temen cuando se sienten amenazadas – hice una mueca con mis labios, el sabia o al menos presentía lo que era yo, pero solo eran ideas vagas el aroma a felino era fuerte si, pero por eso era que nosotros nos cuidábamos de tal magnitud que no dejábamos un rastro tan notorio a menos que fuera necesario. No podía quedarme callada y no lo haría aún tenía que pensar en un castigo – Sabes Lobito, tú no tienes derecho a juzgar como será mi castigo, ya tuviste la oportunidad de castigarme y fue algo inapropiado – mi voz sonaba juguetona en ese momento, me gustaba sentir su piel junto a la mía no lo negaría así que me mantuve aferrada a el reclamos.

Prepárate Lobito – me mordí el labio de manera insinuante y levante mis manos hasta que ambas quedaron sujetando el rostro ajeno, otra media sonrisa y acerqué mis labios a los ajenos y lamí suavemente sus labios para que poco a poco le comenzara a besar, siendo un beso algo más salvaje de lo normal, introduje mi lengua y de esa forma acaricie la ajena de forma suave saboreando el dulzor ajeno. Duro lo que tenía que durar y al fin aleje mi rostro de él y todo mi cuerpo con un movimiento ágil quede a menos de un metro del cuerpo ajeno y con una sonrisa juguetona en mi rostro le quede mirando – Y bien, espero no te haya gustado el castigo – dije mezclando la broma con la ironía, a decir verdad si me importaba que le gustara pero no lo daría a conocer.

Es algo sencillo a su parecer, estaba allì sin nadie a su alrededor que le impidiese disfrutar de ella ¿por què no? Estaría muy bien que dejarà aquella etapa de caballero intachable y de buena educación, aquel que odia las fiestas de sociedad, que odia a todo aquel que se refugia en el alcohol sin detenerse a analizar sus actos y convertirse en unos miserables que solo ensuciaban las calles con rostros demacrados y sucios ¿en verdad podría aprovecharse de la situación? Tomarla cual objeto y desecharla con la misma facilidad. Pero no, ella era algo más que simple pasión y deseo, su forma de interactuar con el lobo sin ese temor que suele ver en los ojos de aquellos seres, ella era diferente por eso la respuesta era simple, no debía tocarla, no podría hacerlo.

Una manera filosófica de responder pero sentirla tan cerca le haría perder el control ya que el placer de tenerla en brazos era demasiado –Espero con ansias aquello que debo afrontar– la distancia era corta y el roce “involuntario” de su lengua contra los labios del extranjero provocaba que algo en su interior despertara, era como el éxtasis que sentía al momento de ver la luna llena y convertirse en aquel ser del cual no tenía control. Esa mujer con su exquisitez le incitaba convertirse en eso, un ser salvaje que sigue su impulso. Ensancho su sonrisa al escucharle pero no respondió, no tenía caso, no quería perder aquel control el cual por primera vez le costaba trabajo mantener.

Le miro fijamente con un brillo peculiar en sus ojos sin evitar que sus manos se movieran por aquella espalda acariciando con suavidad, asentía a cada palabra que escuchaba salir de su boca y el autocontrol al escuchar tal sensualidad estaba perdiéndose y todo terminaría en un instante, solo un beso con ello sabría todo lo que necesitaba –Si asì lo fue ruego tu perdón– dijo en un susurro provocando que mi aliento chocara con el de ella, aun seguía tan cerca, tan provocativa. Creo que no quería aceptar lo que pasaba tal vez solo era una dulce y sensual fantasía.

Fue cuestión de segundos algo que no quiso evitar su entorno ya no existía nada le llamaba la atención, solo se percató de aquellas manos que sujetaron su rostro y calor de su lengua rozando sus labios los cuales entre abrió para poder saborearla los brazos del extranjero se cerraron alrededor de esa cintura perfectamente delineada acercándola a él mientras su lengua se enredaba con la chica y saboreaba de una forma inusualmente placentera, pero no todo lo bueno dura para siempre simplemente se alejó provocando ondulaciones en el agua –No, el castigo fue justo y sumamente irritante– uso el mismo tono que ella mientras la sonrisa se borraba.

Solo espero unos segundos ya que no pudo resistir más, se dice que cuando sientes el paraíso es difícil olvidarlo y mucho más alejarte de el. Se fue acercando lentamente acechándola como lo hace con sus presas con la vista en los ojos de la cambiaformas y mostrando lo peligroso que podría ser, la fiera aun estaba encadenada pero no faltaba mucho para que pudiera deshacerse de ellas y por fin salir a reclamar lo que quería, lo que sería suyo y de nadie más. La tomo de la cintura nuevamente acercándola a su cuerpo provocando que su aliento chocara contra su nueva victima, entre abrió la boca y con sus labios rozo los ajenos sin besar su sonrisa se había vuelto juguetona y con un deje de maldad aquellas manos varoniles paseaban en la espalda de la fémina libremente. Deposito pequeños besos en sus mejillas sin atreverse a reclamar esos labios como suyos pero si marcando ese cuerpo con el olor a can salvaje, con su olor –Creo que esto no es un castigo– le susurro – Pero ahora esa no es mi intención– una leve mordida en el pómulo de su oreja y solo espero una respuesta favorable, el último incentivo para poder proceder,

La fiera que encerrada en mi interior aún se encontraba, rugía fuerte para ser escuchada gruñía para que fuera vista mis ojos no quitaban la vista del objetivo que ahora nuevamente tenia frente a mí, por más que me alejara él siempre lograba encontrarme y atraerme consigo, un imán eso era para mí aquel lobo que me enjaulaba entre sus brazos contorneados. Mi mente quería una cosa más mi cuerpo pedía otra, respire fuertemente dejando notar mi enfado ¿pero en realidad estaba enfadada? No, no lo estaba, más bien quería todo de aquel lobo, seguir probando de sus labios, disfrutar de aquel roce involuntario que ambos cuerpos estaban teniendo. Me quede inmóvil cuando mordió el pómulo de mi oído, trague saliva y mis ojos como fieras miraban y no dejarían de hacerlo.

Sentía que poco a poco el control de mis actos lo estaba perdiendo, que él con cada gesto que hacia desvanecía todo bajo mis pies ya había olvidado que estaba en medio de la laguna sin más ropa que la piel que cubría mi cuerpo, mi corazón se agitaba por el hecho de no tener escapatoria y ahí estaba la fiera tras de mi diciendo que hacer, todo en mí se estremeció al instante que volvía a la realidad en la que estaba envuelta con un abrir y cerrar de ojos ya estaba presente mi mayor tormento o mi mejor careta. La fiera, mi lado felino salía a flote sin decir ninguna palabra y menos sin pensar mucho en lo que estaba haciendo, fuera de todo control acerque mis labios a los de él pero no los bese si no que mordí el labio inferior del asiático con algo de fuerza atrayendo todo su rostro y su cuerpo hacia mí para terminar en un beso diferente, podría decir que tenía pasión, locura, desenfreno, intensidad, deseo y una suma innumerable de otros adjetivos que ya ni siquiera podía pensar. Rodee su cuello con mis brazos y ladeando mi cabeza seguí con el beso introduciendo mi legua en su boca buscando la ajena para así luchar en un juego donde dos fieras se juntaban. Ya no había ni siquiera un milímetro que nos separaba estábamos completamente pegados; con ayuda del agua levante mis piernas rodeando sus caderas y aprisionándolo. – Ahora no podrás escapar Hiroshi – mordí nuevamente su labio inferior para terminar de alejarme de él.

No lo soltaría ya lo tenía claro, había despertado a la gata salvaje que habitaba en mi interior y ahora tenía que atenerse a las consecuencias como él decía esto ya no era un castigo, el castigo había quedado bajo las amenazas que ambos nos hicimos en un principio ahora las circunstancias eran diferentes y placenteras aunque aún no todo estaba dicho – El lobito quiere jugar – hable cerca de su oído y de la misma forma que lo había hecho él y mi lengua acaricio el lóbulo ajeno para luego succionarle suavemente, lo solté, depositando un beso en el mismo lugar y bajando por su cuello, era mi prisionero, pensé mientras seguía acariciando su piel con mis labios, me hice hacia atrás y mirándolo seductoramente levante una ceja – ¿Y cuáles son tus intenciones ahora? – la sonrisa malvada se dibujó en mi rostro, algo de satisfacción había detrás de todo aquello y como en un principio lo había dicho yo no dejaría las cosas a medias.

De igual forma me hice aquella pregunta para mí. El silencio reino entre los dos, mi respiración y la ajena eran el cantico que nos acompañaba, no le daría tregua y si tenía que luchar seria hasta el final, nuevamente volví a sonreír por mis pensamientos una gata salvaje no perdería el control, sino más bien haría parecer eso… porque ahora el control estaba en manos de dos cuerpos no de uno solo, moje mis labios pasándole la lengua lentamente, como si saborease el manjar más dulce en ese mismo momento. Hiroshi Ikeda, pensé mientras con la mirada intentaba descifrar lo que había detrás de aquellos ojos oscuros con aires de misterios.

Aquel beso había sido apasionado para el chico, excitante, lleno de deseo y de algo que aun no sabe como explicar, con un dulzor que invadió su interior mientras el fuego emanaba en cada respiración. Aquella fiera frente a sus ojos supo como volverlo loco en un instante, desear más y reclamar lo que quería, sí, Hiroshi ahora la reclamaría a ella, a sus besos ardientes, ese cuerpo sensual que ahora esta bajo sus manos, incluso sería dueño de la luz de sus ojos ya que una vez probada aquella miel no la dejaría ir jamás… en el cuerpo de Sophia la linda y fiera cambiaformas quedaría una marca eterna e invisible para los demás pero para aquel lobo salvaje no, en toda ella existirá ese olor a can y las marcas hechas por este. Sus piernas ahora rodeaban la cintura del lobo y este no despegaba esa mirada de asechamiento quería lamer los propios labios como si de esa manera la probara una vez más con la intensidad de antes pero ya tendría tiempo de saborearla completa y comerla entera mientras esta pedía más con aquel caballero complaciendo cada petición de su dama provocando en cada caricia un placer verdaderamente pecaminoso.

Aquel lobito que el asiático aun no sabía controlar estaba libre y corriendo por toda su mente no estaba pensado solo se mantenía cauteloso observando por donde atacar para poder descubrir ese punto débil. La situación ya es diferente ninguno de los dos quiere dañar al otro pero ¿verdaderamente esas eran sus intenciones desde el principio? O es que ambos son una broma del destino que les unió en un lugar inhóspito para poder tener este encuentro. Cada acto de la chica le provoca que la respiración se agite entornando su vista en ella con esa sonrisa maliciosa dibujándose en aquel rostro semi angelical, los labios le queman la piel sus brazos y piernas se convierten en su cárcel de placer ya no se sabe a estas alturas quien es la presa o el depredador simplemente ambos quieren algo del otro y en aquel choque de fuerzas sus cuerpos serían los combatientes perfectos –No sirve de nada decirte mis intenciones– hablo con voz áspera y sensual intentando despertar más deseo en ella –Mejor te muestro los que mis labios y manos pueden llegar a hacer contigo– susurro pegando sus labios con los de la pelinegra sin besarla solo quería sentir ese roce y la cercanía de ambos.

Unas manos varoniles se pasearon por las piernas femeninas llegando hasta la cadera jalándola hacía el cuerpo del chico, quería solo estar seguro que el sueño era realidad. Comenzó a lamer el contorno de sus labios bajando hasta la barbilla para así seguir hasta apresar su cuello, en el mismo acto un beso sensual y el sabor de la mujer le invadió, aquello solo le insito a morder entre el cuello y el hombro dejando así la primera marca de muchas que le faltaban, pero iba a suceder a medida que se apoderaría de ese cuerpo. El lobo aullaba como un loco por querer poseerla en este mismísimo instante pero al igual como toda cosa buena el joven Ikeda se tomaría ese tiempo necesario, aquel en el cual Sophia gritaría su nombre y pediría tomarla –Espero no haya sido muy rudo– dijo después de dejar de morder yendo a buscar su mirar, la voz había sido risueña con un toque de malicia y una pizca sarcasmo.

Las manos juguetonas del chico no esperaron para explorar ese nuevo cuerpo, pasearon de un lugar a otro desde la nuca pasando por toda la espalda, hasta acariciar sus caderas con sensualidad y llegar a sus glúteos afirmando su agarre en ese preciso lugar para que la joven no llegará a hundirse en aquel lago el cual Hiroshi no recordaba estar metido.

Tentar al lobo era como tentar al mismísimo demonio, y ahí estaba yo en la plenitud de mi salvajismo, ya no era la chica que solo quería darse un baño matinal ahora las intenciones habían cambiado y aquel lobo que de un principio se mostraba hostil caía entre las garras, entre mis garras donde tenía control de todo y a la vez de nada, sonreí levantando mis cejas aquello era prácticamente un verdadero duelo. Odiaba a los lobos y lo seguiría haciendo después de aquel encuentro, no eran de mi agrado pero ser salvaje iba en mí, y prácticamente también en él. El aroma a can lo tenía pegado en cada parte de mi piel y aunque lo aborrecía más que nada tenía que admitir que hasta la más santa de las vírgenes caería en los brazos de aquel; pero esto era otro tipo de laberinto… en donde yo lo dominaba y manejaba a mi manera. Mis piernas lo tenían prisionero, agradecía que aquellas fueran fuertes y tonificadas pero el crédito solo se lo llevaba el agua que nos bordeaba.

Al parecer tú no sabes cómo ser rudo, hablas mucho y practicas muy poco – le mostré mis dientes de manera desafiante, poco me importaba tener marcas de él, mi piel tenía esa capacidad de regenerado que servía para estas instancias, pero lo mejor era que aun así él era un humano, necesitaba de la luna para sacar lo salvaje, por lo contrario yo podía sacar mis garras en cualquier momento y sin medir mi fuerza una de mis uñas trazo un camino desde sus labios hasta su ombligo subí y baje reiteradas veces, como si de un juego se tratara, sus intenciones estaban claras más las mías eran verdaderamente dudosas. No era una maniática, ni tampoco una persona muy cuerda, me dejaba llevar por los instintos y eso era precisamente lo que estaba haciendo en ese punto de nuestro encuentro, ambos saldríamos dañados, con marcas de guerra pero el caso era que había algo antes de eso… Placer… dolor… y placer una sonrisa casi macabra se apodero de mi rostro, no emití sonido alguno por que mis ojos y mis facciones me delataban.

Baje mis piernas hasta tocar el suelo de la laguna, trague saliva y observe a la presa que tenía enfrente, cínicamente puse cara de inocente – Lobito… Lobito… en que lio te has metido – dije con vos de una niña pequeña y sin más apremio mis brazos de apoderaron de su cuerpo y un empujón basto para que el quedara medio acostado, me lance sobre el buscando el trofeo de aquella batalla. Quería jugar y lo haría, puse una de mis piernas en su entrepiernas y levantándome lentamente comencé a mecer mi cuerpo sobre el ajeno haciendo que se levantara el, y claramente haciendo que su virilidad reaccionara con el roce suave de mi piel, mi sonrisa era juguetona no amenazante, divertida… era como encontrar una gran mina llena de piedras preciosas y únicas, tenía el control y lo seguiría teniendo. Perder la cabeza por un lobo no estaba entre mis prioridades.

Tus intenciones son tan…- no terminé la frase pero quede meciendo mi cabeza de lado a lado mientras mis labios callaban todo intento de palabra para él y lo bese salvajemente sin casi dejarlo respirar una de mis manos tomo como prisionero su miembro y tan solo bastaron dos masajes bien hechos para ver cómo se endurecía, - vaya, vaya pero que tenemos aquí – le susurre a la altura de su oído dejando el rastro de una lamida volví a mirarle con ansias de ver sus reacciones….