Cyclamen [Julien]

Las violetas eran la planta preferida de su abuelo. Lo primero que aprendió fue acerca de estas… Cyclamen… la violeta de los alpes o violeta persa. La había usado más de una vez en sus experimentos y justo ahora observaba una flor, tan colorida aún, con toda su belleza a pesar de ya estar muerta al llegar a sus manos. Las flores eran un medio, sus venenos no salían realmente de ellas, sino la mayoría de las veces era una combinación más macabra, más compleja. Las plantas eran su dominio, su mayor fuerza. Lo que sabía de botánica, todo lo que su abuelo le había enseñado. Lo que jamás olvidaría, pues era parte de su ser, de una forma tan literal como era posible.

Su cuerpo, como en todos los que desarrollaban ese arte en su familia, poseía ese veneno, latente en su ser. Transpiraban una sustancia tóxica por los poros de la piel, años, generaciones de estar probando sobre sus propios cuerpos, llegando a 'evolucionar' de esa manera, de una forma diferente, el veneno que corría por ellos, como el agua que lo hacía a través de su cuerpo, contaminada a través de los tiempos. Era por eso, que su vida podía a veces transformarse en un problema en determinadas circunstancias, o más bien, que tuviese algún problema gracias a su naturaleza. Él era un simple ser humano, podía morir como cualquier otro, tal vez lo único que no podía matarlo sería precisamente un veneno. Incluso si le administraban uno lo suficientemente fuerte, era muy difícil encontrar alguno que le dañara mortalmente e hiciera un efecto rápido en él. Más difícil aún era capturarlo.

Esa noche se había ido a la taberna y ahora había terminado por llegar a esa mansión, a ese espacio personal que había creado en ese jardín que ahora parecía tan descuidado, allí, en el sótano estaba todo que podía describir lo que hacía, cada veneno en la repisa y sus antídotos, sin ninguna etiqueta, sin ningún indicio de su contenido, estaba tan acostumbrado que no necesitaba algo como eso. Solo el color, aunque en apariencia fueran iguales, y el olor que en algunos escapaba incluso si estaban cerrados.

La noche había caído. Se estiró casi de forma felina. Al verle, muy pocas personas imaginarían lo que era, un asesino bien entrenado, a pesar de su sonrisa y su servicial carácter. Ese carácter risueño, sin embargo, no era ninguna mentira. Después de varios días intentando dejar la mansión como había estado cuando su dueño llegase a vivir en ella tiempo atrás, al menos había logrado que pareciera habitable. Los jardines aún no tenían el esplendor que quisiera. Había estado tratando de distraerse con aquellas labores, además de que era algo que quería dejar en óptimas condiciones. Dormiría allí esa noche, aunque para eso aún faltaba, aún estaría ahí, haciendo algunas mezclas antes de dejarse atrapar por el sueño. No había ninguna tarea o misión que debiese cumplir y por ahora quería olvidar la imagen de la persona en su mente que parecía torturarle. Aún no abría las rejas exteriores cuando se acomodó el abrigo que traía puesto, casi como un reflejo de sus movimientos. Buscó las llaves del candado. En realidad aquel lugar tenía recuerdos de un encuentro que no quería olvidar, pero que le torturaba un poco recordar con tanta claridad, por eso sus movimientos fueron lentos, sin ninguna clase de prisa. No la había. Era como verse repitiendo algo pero tenía esa sensación de algo que ya no volverá a suceder jamás. Eso era de algún modo triste para él, pues antes nunca había creado lazos que creyera tan fuertes con personas ajenas a su real familia.

Dudó... seriamente dudó en si era una buena idea. Por alguna razón su consciencia salió a flote. Pero él no tenía ningún derecho a juzgar cuando desconocía la situación en la que se desarrollaban las cosas para otros. Después de todo él nunca se había preocupado acerca de si las personas que el asesinaba tenían un pasado o un presente que los manchara de tal forma que alguien como él pudiese  fungir de juez.

Abrió los labios, sin embargo tardó un par de segundos en decir cualquier cosa -¿Un sedante? -Eso era extraño, porque había pensado que vendría con una petición más extravagante. Se reprendió a sí mismo pensando que la pregunta había sonado tonta, había escuchado claramente lo que quería -Puedo otorgarle lo que desea... pero temo tendrá que ser más específico... - ¿Qué quería? Había más de una sustancia que funcionaría como el pedía y eran diferentes en sí.

Si entendía claro y eso estaba por averiguarlo, tendría que saber un poco  más, muy a su pesar. No quería ninguna complicidad, solo hacer lo suyo -¿Una sustancia capaz de matenerlos en un estado de sopor, inhibiendo su sensibilidad o manteniéndola? - Porque podía inhibir los sentidos de una persona, podía incluso hacer que un vampiro dejara de notar el dolor, así de lejos había llegado, pero no podía matarlos con ellos. Esa era la única diferencia, un ser humano, era una cuestión diferente, por eso necesitaba saber unas cuantas cosas o no podría darle las indicaciones correctas en un momento dado. La pregunta era más como para pedir una confirmación de lo que creía estaba pidiéndole.

En este momento, en el que él mismo se sentía como si fuese un ser como el que tenía enfrente, incluso si no eran iguales, no tenía ningún motivo para objetar, incluso si temía ser quien le otorgara un veneno capaz de hacer lo que pedía. Junno era algo extraño a veces, y fue por esa razón que dejó deslizar la cuchilla en su manga , sabiendo que no tenía mucho tiempo, la lanzó hacia el otro, buscando rozar su piel, solo un leve roce era lo que necesitaba. Esa arma estaba impregnada de uno de sus venenos, esperaba no molestar de más a su interlocutor y provocar que le atacara, no era su intención pelear con él, sino demostrarle el efecto justamente de aquella sustancia. un pequeño roce y la piel se entumecería, sin embargo, esa arma, estaba hecha justo para personas como él, inmortales y no un ser humano.

No notó que el otro se hubiese tomado a mal lo que había hecho, no al menos para contraatacar. Y escuchó sus palabras con una sonrisa en los labios. Sí, podía ser que él no pudiese matarlo, pero le provocaba una cierta satisfacción saber que indefenso no estaba.

Y prestó atención. Su mente no fue sino a lo que debía hacer, no se fijó en nada más ni se preocupó en saber la razón por la que un hombre como aquel requería de sus servicios. -Puedo crear cualquier clase de veneno -Dijo con la confianza puesta en sus habilidades. Aquella aseveración no era del todo cierta, como ya había pensado mucho antes, aún no podía matar a un 'inmortal' como el que estaba frente a él, pero podía hacerlo con otros métodos, a veces los venenos soro eran el medio para lograr los objetivos. Había logrado llegar tan lejos como para que un ser sobrenatural dejase de sentir, incluso cuando se tratara del fuego quemándole. una ligera mueca de dolor se figuró en su rostro mientras pensaba en ello. Hasta ahí había llegado y habia usado aquello para llevarse de este mundo a quienes estaban cerca. Sin embargo, contrario a lo que debía, él seguía aquí. Por ello, no juzgaría a nadie, cada quien era libre de decidir.

Y entonces vino aquella especificación y le miró con un atisbo de sorpresa apenas asomándose en sus facciones. Una picadura de una serpiente. Podía imaginar eso, sin embargo él nunca lo había sentido, era inmune a la mayoría de los venenos.

-Puedo hacer eso... -Afirmó y miró la reja -Pero necesito unas cuántas especificaciones más... - Lo era, como la cantidad que precisaba, si necesitaba en antídoto o si lo quería para esa misma noche.

Hizo una reverencia al hombre -¿Le molestaría acompañarme al interior? -Preguntó refiriéndose a la mansión frente a ellos. EL jardín era su más preciado experimento. Incluso si ahora se reducía a algo pequeño, aquellas plantas antes adornaban todo el jardín, plantas con el mismo veneno que corría por sus venas, especiales, con vida y muerte en ellas. Su fragancia ofrecía una sensación de somnolencia para los mortales que pisaban el jardín, pero no lograba lo mismo en vampiros, eso le había enseñado el vivir con dos bajo ese mismo techo.

Cerró la entrada nuevamente cuando el avanzó al interior. Debía adelantarse para abrir la puerta principal de la mansión. Menos mal había estado tomándose tiempo para mantenerla al menos aceptable. Era ante todo su trabajo como mayordomo, mantenerla lo mejor posible, sobre todo ahora que el dueño no estaba ahí.
Había notado que al decir que tal vez entonces necesitara más que lo que había ido a buscar había logrado un cambio en su percepción hacia él. Era agradable y a la vez sonaba peligroso. No iba a meterse en los asuntos de otros como para verse envuelto.
-¿Le gustan las violetas? – Se preguntó si había percibido el aroma en su persona antes de entrar. Las flores en el jardín eran variadas, pero tenían ciertos tonos en ellas, era solo porque él lo prefería así –Esas plantas son mi más sublime creación… -Si es que podía decir justo quien las había modificado eso de ellas, eran un resultado, algo que había aprendido a hacer, eran hermosas y letales para un ser humano. Eran una protección ligera que no estaba de más. Eran una advertencia.
-Son extrañas… Porque son como mi sangre –Contestó sin más, colocándose frente a él, abriendo la puerta y haciéndole una seña para que pasara al interior. Espero en la puerta por él y le observó con cierta curiosidad. Quería preguntar un par de cosas pero le parecía maleducado de momento, tendría que esperar a que la conversación avanzara. ¿Cómo había ido a dar con él? ¿Era suerte o lo contrario?
-Nunca he sentido la picadura de una serpiente, pero he leído sobre ello… -Debía decirle, era difícil para él si solo lo imaginaba –Por ello necesitaba la descripción de lo que pretende causar con la sustancia –Estaba de más la explicación, eso creía, pero a veces era mejor hacer las cosas de esa manera. Él tenía conocimientos de toda clase de cosas relacionadas con lo que creaba. Así que había experimentado con los venenos de serpientes y otros animales que tuviesen esas propiedades, pero no había sentido en carne propia los síntomas de cada uno, en su defecto había logrado memorizar lo que se producía con cada uno según la información que quienes si habían sufrido con ello podían decir.
Si se le explicaba el resultado, el llegaría a lo que necesitara, como hacía un momento. Pero si necesitaba otro tipo de datos para darle exactamente lo que quería y no decepcionarlo -¿Para cuándo lo requiere? –Preguntó al moverse de forma ligera tras él.

Junno solo sonrío amablemente. Lo cierto es que el dueño había adquirido esa mansión por hacerle un favor a alguien más y por un tiempo la habían mantenido en excelentes condiciones, pero las cosas habían sucedido y al final había terminado abandonada, hasta que el mayordomo regresase porque ahí tenía todo lo que utilizaba para hacer sus venenos y sustancias. Lo había dudado, pero al ver la casa una vez más, había querido devolverle un poco de su brillo. Aún había trabajo que hacer en ese aspecto.

De hecho el comentario de las flores le hizo ensanchar aquella sonrisa. Estaba orgulloso de su jardín. Él se encargaba de todo en la casa, pero lo que mayor satisfacción le causaba era justamente el cuidar de esas flores –Es un secreto… ¿Puede decirlo? ¿Es el olor de las flores el que está en mí? ¿O es mi esencia la que encuentra en las flores? – Junno había adoptado a esas flores como las que creía se acercaban más a describirlo, por eso usaba una fragancia hecha a base de ellas. Estaban unidos en más de una forma. Pero no habían crecido en base a su sangre, sin embargo, el contenido que había usado para hacerlas crecer que provocaba aquel aroma, era similar al veneno que corría por sus venas.. Y guardaría el secreto de haber usado su sangre en la base para crearlo. Aunque no era tan difícil de adivinar al parecer.

Le vio acomodarse y sentarse, por lo que se movió llegando detrás de una barra, era una especie de mostrador que separaba dos distintas áreas de la casa. Hábilmente sacó una botella de vino y sirvió en una copa mientras se acercaba a él de nuevo. Como era costumbre, había añadido sangre al servirla, una pequeña cantidad, tal cual solía hacer con sus empleadores. Estaba escuchando su explicación. Y deseo tal vez no saber demasiados detalles, con eso era suficiente para hacerse una idea.

Muchas veces no entendía muy bien la forma en que otros se divertían, vampiros o no. Y justo pensaba en su petición, cómo lo haría y en un par de preguntas que deseaba hacerle cuando en su lugar él preguntó aquello en el mismo momento en el que le ofrecía la copa de vino a su invitado -¿A qué se debe esa pregunta? Soy un humano… No más, no menos que eso… -Y en eso no mentía para nada. No era ningún ser sobrenatural, solo tenía características que le hacían ser parte de una minoría que poseía alguna peculiaridad.

Él había dicho que las flores favoritas de su abuelo le parecían curiosas por su forma. Al parecer también había terminado por sentir curiosidad hacia él -¿Qué le intriga sobre mí? -Esa sonrisa tranquila y amable no desapareció de sus facciones. Aunque no sonreía tanto como antes, aún era una característica notoria en su actitud. No temía responder preguntas que no fuesen a llevar aquello a un nivel diferente y solo habían un par de cosas que no era factible responder acerca de él o su entorno.

Tomó nota mental, le parecía mejor prevenir que lamentar, sin duda el antídoto muchas veces era por esa razón. El tiempo tampoco era alguna dificultad, de hecho podría haberlo hecho en mucho menos, pero siempre era mejor hacer las cosas en calma. Cuando hacía aquellas pócimas solía ensimismarse y abstraerse en su propio mundo, perdiendo la noción de todo lo demás, la concentración era algo que nunca le faltaba –Me parece perfecto… -Afirmó tras tener en cuenta su petición. Le pareció divertido lo de los olores o el hecho de usar algo como el ajo en la fórmula. Realmente era capaz de hacer alguna jugarreta si no se lo especificaban, pero normalmente era con gente conocida, pero nunca habría pensado en usar ingredientes como los que él mencionaba.

Junno sonrió ampliamente esta vez, su respuesta no le parecía tan directa cómo debería –Entonces es algo variable… ¿De qué depende? ¿De la fuerza de voluntad de su víctima? – Le parecía más que curioso, él no lo entendía porque no era como ellos, pero quería saberlo. Había escuchado, visto tantas cosas de ellos, pero nunca había tenido oportunidad de comprobar muchas otras. -¿Quiere intentarlo? Le advierto, Solo un poco… Si llego a sentirme en peligro no dudaré en actuar –El vampiro no lo mataría, eso lo tenía claro, a menos que tuviese alguien más en mente para el pedido que le había hecho. Por su parte, aunque no podía matarle en un caso dado, si podía adormecerlo o dejarle inconsciente. Sus ropas ocultaban toda clase de venenos, no necesitaba salvo mantenerse lo suficiente consciente como para actuar. Se preguntaba si aquello sería algo prudente, pero extendió su brazo, arremangando las mangas de sus ropas, dejando su muñeca al descubierto –No sé si otros vampiros se sentirían atraídos, pero me queda claro que la curiosidad le carcome…. –Como a él saber si podría ver a través de sus sentidos y saber si la sensación era como se la habían descrito antes. Le sonrió de medio lado, una clara expresión que decía que aquello le parecía interesante y temerario. Podría dársela de beber en una copa, pero creía que era algo diferente, demasiado alejado de la realidad que producía que los colmillos se hundieran en la piel. Pero no le dejaría escoger su cuello, eso sonaba sin duda más peligroso.