El juego del destino -Privado Julien

Nunca le habían agradado las visitas y el hecho de que Brittany Appleby, una de sus hermanas mayores, llegase esa misma mañana solo podía significar una cosa. Esperaba solo a su padre pero en su lugar, Brittany entró en la sala de lectura como un huracán, haciéndose notar como siempre. Abbey no leía, solo lo fingía, se pasaba la mayor parte del tiempo mirando por la ventana, buscando algo que no, sería imposible que ocurriese. Y esa voz, esa voz aguda, como si desde la primera letra ya le estuviese regañando, proclamándose dueña y señora de todo. Cerró sus ojos azules a la vez que el libro que tenía entre las manos, girando el rostro despreocupadamente y fijarse en la recién llegada.

Al contrario que Abbey, elegantemente vestida, peinada y maquillada, los ojos de la recién llegada, se clavaron en su hermana menor quien suspiró pesadamente, sin tan siquiera levantarse para recibirla. ¿Cuánto tiempo pasó desde que no se vieron la última vez? No el demasiado, no la echó de menos ni un segundo y el hecho de tenerla delante de ella, le advertía de que se avecinaba algo y no muy bueno.

-Brittany… ¡qué honor! ¿a qué debo el honor de tu visita? -Abbey, sonrió con una dulzura fingida lo que provocó que su hermana frunciese el ceño, aún más de cómo lo traía -Buenas tardes , hermanita. No tengo que recordarte porqué estás aquí. Vine en lugar de padre, así que, levanta y comienza a vestirte, tenemos que ir a un evento. Sé a todo lo que te invitan, dónde y quién… no vayas a mentirme, sé que hay una fiesta esta noche y vamos a ir-Abbey, enarcó ambas cejas, mirándola como si acabase de decir el mayor disparate de todos -No pienso a ir a ningún sitio. ¿O es que ya has fichado? Nos conocemos, conoces no solo todos los caballeros disponibles de Inglaterra, si no también los de París y alrededores…es eso ¿no? No vayas por ahí, ni quiero ni estoy dispuesta. Ve tú ¿no estás de nuevo disponible? Pobre señor Middlenton… -

La ira se reflejó en la mirada de ambas y acto seguido, la señora Gilbert se unió a ambas, llevaba un vestido de lo más elegante, el que tanto le picaba en el pecho y solo con verlo, resopló como si fuese un caballo, cosa que a su hermana le crispó los nervios. Si no iba, añadirían más días de castigo y no estaba dispuesta a permitir tener que esperar unos días más para salir de aquella jaula. De mala gana, tomó el vestido y ante la victoriosa mirada de ambas, se marchó a su cuarto para agradar a aquella maldita mujer ¿por qué no tuvo que venir su padre? De igual modo, estaría en el mismo sitio, preparándose para ir a aquel lugar.

Apareció media hora después, muy diferente a como se la habían encontrado, lucía muy hermosa pero no podía decirse lo mismo la expresión de su rostro. Junto a su hermana, tomaron un carruaje hacia el lugar de la fiesta. Iría, volvería y asunto arreglado. No había más o eso quería pensar. Esa maldita hermana suya terminaría “haciendo lo correcto y guiándola por el buen camino” , alguien que tenía mucho que callar pero en fin, el caso era “alegrar” a su familia, ver que el plan de reformarla seguía en pie y funcionaba, cuán equivocados estaban.

-No pongas esa cara y sonríe, Abbey. Sabes de sobra que miro por ti, tu futuro. ¿No quieres salir de una vez de la residencia? Cuanto antes te cases, antes podrás rehacer tu vida ¿no es maravilloso? -Abbey no respondió, se bajó del carruaje, para entrar en la fiesta lo antes posible, así se iría antes. Brittany, la siguió casi a la carrera y una vez dentro de la fiesta, buscó con la mirada a su víctima, aquella persona que conseguiría llevar por “el buen camino” a la pequeña Appleby o eso quería creer… -Mira ahí está. Sus tierras son muy importantes, está soltero y es un buen partido. ¡Es perfecto! -Abbey miró en la dirección de su hermana y entrecerró los ojos , negando con la cabeza -No se te ocurra hacer lo que estás pensando porque no…

No terminó la frase cuando fue tomada de la muñeca en dirección aquel hombre que disfrutaba de la fiesta. Brittany, le dedicó una leve reverencia, Abbey, miró a otro lado… ni siquiera por educación le saludó total ¿para qué? Frunció el ceño sin poder ocultarlo y la impresión que iba a dar no sería la adecuada pero en ese instante lo único que quería era golpearla y tirar a su hermana mayor por uno de los balcones.

-Señor, cuánto tiempo sin verle. ¿Se acuerda de mi hermana, Abbey? Estoy de paso en París, ella sigue aquí...y soltera -Abbey abrió mucho los ojos y le dio un codazo, Brittany, hizo como que vio a alguien y se alejó....

-¿Qué espera, que le pida un baile? No sé bailar, tampoco es que usted me inspire a ello. El plan de mi hermana es justo que se quede prendado de mí, me pida matrimonio y resuelva todos nuestros problemas. No me mire de ese modo, como si ya lo supiese todo. ¿Qué quiere que le diga? NO quiero estar aquí y usted tampoco en mi compañía pero seguramente, sea mucho mejor que todas estas señoras juntas. Yo al menos no le bailo el agua ni le miento... espero que ni se le ocurra pensar en la posibilidad de cortejarme, es imposible. -estaba enfadada, mucho…porque el plan de su hermana era justo ese, tener que hacer lo correcto, encontrar a alguien quien pudiese ayudarla.

Paris, Londres, fuese donde fuese, terminaba siendo siempre el mismo ambiente. Cargado con esos perfumes caros y que terminaban siendo petulantes a sus. Demasiada iluminación, durante toda la noche intentaba por todos los medios no permanecer en el mismo sitio, bajo esas cargadas lámparas de lágrimas de cristal que la terminarían de cegar por completo y seguramente, no le dejarían dormir durante toda la noche. El mismo buffet, no faltaba detalle, todo lo que quisiesen comer y más. Esa cubertería perfectamente colocada, esas copas relucientes que brillaban como un destello. Todo era perfecto y lujoso , cualquiera desearía estar allí…todos, menos ella.

Su hermana siempre tuvo la voz cantante, aún no siendo la mayor. Fue la primera que se casó de las cuatro Appleby al igual que, también enviudó a escasos meses de su recién estrenado matrimonio. Y no fue el único, ya iba por el segundo. ¿Por qué tenía que empeñarse en arrastrarla a ella también? Brittany y su manía de calcularlo y planificarlo todo. No iba a ser menos, buscarle un marido. Y allí estaban todos esos aspirantes, la lista la tenía bien estudiada y Abbey solo reconocía alguna cara. No es que fuese muy social, si asistía era por orden de su padre y porque debía de hacerse ver en sociedad, borrar de algún modo sus errores del pasado y rehacer una nueva Abbey Appleby, cosa que dudaba . La gente no cambiaba de un día para otro y en su caso, ser como era estaba a la orden del día, nadie iba a cambiar eso, menos obligarle a no ser quien era.

Recordaba fugazmente al señor al que Brittany saludaba de alguna fiesta, hacía años atrás. Apenas era una niña, cierto que aquel hombre era importante y podía perfectamente encandilarle para que por fin, su familia se saliese con la suya pero ¿desde cuándo hacía lo que era correcto? Nunca. No se callaba y quizás su forma de expresarse espantaba a su interlocutor cosa que para nada fue la reacción que esperó. Entrecerró sus orbes azules, mirándole fijamente a los ojos, estudiándole a su manera y actuó ¿le daba carta blanca para darle teatro? Lo aceptaría.

Tomó el brazo del hombre para llevarle a la pista, imposible que su semblante se relajase, seguía enfurruñada y molesta ¿cómo no? No quería estar allí y ahora tenía que fingir, una vez más delante de toda esa gente que no le interesaba lo más mínimo. Se colocó frente a él, dedicándole una leve reverencia y comenzar el baile. Su sonrisa cómplice no desaparecía, iban a darle lo que tanto ansiaban a su hermana y como era de esperar, no iba a ser una acompañante de baile normal, tenía que expresarse.

-¿Qué busca en esta fiesta, señor? No recuerdo su apellido, para qué voy a mentirle. Y creo que…si no soy yo, mi hermana seguramente tome mi lugar ¿no es más divertido no hacer lo correcto? Ella no se salta las normas -rió incluso cuando pasó por su lado, dando una vuelta y colocarse frente a él -Tiene las mismas ganas que yo de estar en esta fiesta, la misma inconformidad y es que… ¿qué iba a buscar aquí cuando todo lo divertido está fuera de esta fiesta?

Bajó un tanto la mirada, no estaba acostumbrada a bailar y era obvia la reacción de todas las personas , se centrasen en la rubia y su acompañante, los murmullos y cuchicheos no tardaron en hacerse notar. Abbey suspiró largamente, volvía a sentirse como un pez fuera del agua.

-No me cae bien, tampoco voy a portarme como esas señoritas de alta cuna de lo más simples y que acatan todas las órdenes, solo hacen sus deberes como esposas florero, yo no soy ni seré así, quiero que lo tenga muy claro -lo miró desafiante, esas orbes azules mostraban esa fiereza y terminación no desaparecían. Esa mujer no iba a conformarse con cualquier cosa, veía la vida de un modo distinto… alguien a quien enfrentarse era todo un reto, aún siendo una simple humana.

Esa mirada perturbadora, acostumbró a sentirla desde que tuvo uso de razón. Brittany se convirtió en su sombra, más que su institutriz y desde luego, una imagen a seguir creada a perfección de su madre. Abbey, fue la última hija de los Appleby, la más joven y problemática como también la no deseada. Antes de que tan siquiera supiesen caminar, todas tenían su futuro escrito y concertado…así debía de ser y así fue.

Todas y cada una de ellas, se casaron y seguían así menos Brittany. ¡Qué mala suerte! Tan joven y viuda, muy rica , hermosa y llena de vida. Su hermana Abbey, ese garbanzo negro, la manzana podrida del saco…no podía ni por asomo permitir que esa niña se atreviese a tan siquiera corromper su apellido e hiciese lo que le diese la gana solo porque fuese “una rebelde sin causa” porque no, Brittany no concebía que no tuviese causa…al menos que tuviese que ver consigo misma y fastidiarle todos sus planes, esa niña endemoniada…

“Julien”, ya lo sabía, se lo oyó decir a su hermana tantas veces para que atrapase sus indirectas. Abbey medio sonrió, una sonrisa fingida que acabó entornando los ojos, no le importaba las pertenencias que tenía ese hombre y menos… sus planes de futuro, su apellido. Al menos, su hermana la dejaría en paz lo que duraba una canción, se mostraría ante la sociedad de una manera más civilizada y no prendiendo la mesa de la comida como solía hacer en toda fiesta a la que acudía. Solo por esa noche, se portaría bien…de momento.

-No -sonó tajante, segura de sí misma y decida. No a todo el mundo le dejaba llamarla por su nombre de pila y él, aunque fuese un conocido y un futuro candidato en la cabeza enferma de su hermana… no iba a permitírselo. Él o estaba sordo o de verdad pretendía molestarla, incomodarla aún más por el simple hecho de estar bailando. Era al primer baile al que accedió y él, el primero también quién accedía… nadie se atrevía y con razón, esa chica era puro genio, carácter…una esencia imposible de descifrar.

-¿Qué parte del NO no ha entendido? Maldita sea -ofuscada, suspiró , intentando controlar su ira… una que comenzaba a teñir sus mejillas con un rubor exquisito pero temible por cómo sus ojos azules, se convertían en hielo afilado -No vuelva a hacerlo, no quiero que me llame así. Solo me llama una persona -giró en el sitio, encarándole, alzando la barbilla orgullosa ¿es que ese baile era eterno? Se arrepentía de haberlo aceptado, no, no era su mundo ni tampoco en el que pudiese jugar a sus anchas.

-¿Qué me aqueja? Ahora mismo, estoy de exposición. Todas esas miradas puestas en mi persona, tienen que juzgar si soy o no…un buen partido, una compañera fiel y leal para un matrimonio fructífero. En resumen, que quieren casarme y yo obviamente no lo deseo. No pienso dar nada a cambio, solo dolores de cabeza y se arrepientan a cada segundo de haber aceptado el compromiso ¿algo más? -lo había dicho tan a la ligera, tan enfadada que tuvo que dar un golpe seco en el suelo con uno de sus pies, estaba tan enfadada… y más por cómo la había llamado Abbey, un placer que solo podía degustarlo una persona -¿Es que acaso le importa lo que me aqueje? Conoce a mi familia, sabe porqué estoy aquí y sé porqué está usted aquí…

No era estúpida, sí despierta y vivaz, capaz de convertir una sosa vida en pura diversión, hacer los días…unos largos y pesados, en no una rutina incesante…

-Y a usted...¿qué le aqueja?-sonrió, de un modo que era mejor... no tentar a la suerte, o sí.

Por cada paso de baile,
Unidos por la melodía.


Visiblemente irritada, seguía los pasos del caballero tan solo para que su hermana la dejase de una vez en paz. Odiaba bailar, exponerse como un trozo de carne fresca para segundos después, ser devorada por esas fieras hambrientas que la estaban esperando con ansias. El mismo ambiente, las mismas caras, sonrisas falsas que delataban, aburrimiento soberano… aquellos eventos la impulsaban al enfado más absoluto y terminaba comportándose como esa joven caprichosa que a ella misma detestaba sobre todas las cosas.

Ninguno disfrutaba de la compañía del otro, se apreciaba a simple vista y el solo hecho de estar cara a cara, ya era un logro para aquel hombre. Abbey, no solía tratar tan de cerca con nadie y esa noche, solamente lo hizo por un motivo en concreto: contentar a su hermana y le fuese con el cuento a su padre de que “podría” tener posibilidades de un candidato. A este paso, el único que reunía todos los requisitos que su hermana Brittany habría dispuesto en su absurda lista. ¿Para qué casarse cuando aún tenía tantas cosas en mente? Y alguien que no esperaba que ocupase gran parte de su pensamiento, ¿el amor? Como bien decía a sí misma y exponía abiertamente…”el amor es tan relativo”.

Enarcó una ceja al oírle exponer lo de que le urgía casarse ¿y qué? con suerte, la encontraría en la fiesta pero que pensase de la misma manera que él… sería complicado. Sus orbes azules, se entrecerraron, estudiando cada palabra y permitir tomarlo del brazo. No le agradó tal cosa por lo que frunció el ceño y suspiró largamente, el contacto para Abbey , contra menos mucho mejor y ahora mismo….lejos de estar cómoda, su enfado no hacía otra cosa que crecer a cada segundo. El tiempo pasaba despacio, el baile se le figuró eterno y las palabras de aquel hombre…totalmente descabelladas ¿oyó bien?

Un leve parpadeo, una risa de lo más incrédula. Le acababa de proponer la solución para el mayor de sus problemas ¿las consecuencias? Ser la “esposa de”. No contestó, las palabras se repetían una y otra vez en su mente. Si accedía, podían ganar ambos y a la vez, perder su ansiada libertad. La libertad que nunca le permitieron tener y ahora hablar de ello, con aquel casi desconocido…

-Usted y yo. Matrimonio. -carraspeó abriendo los ojos sin poder creer aquella idea descabellada -Mi padre no crea que se conforma con cualquier cosa aunque se conozcan y yo, como ha podido comprobar tampoco. Aunque se acordase el trato, el del compromiso…supongo que tendrá algunas condiciones. Ha hablado del amor como algo imposible y lejano, cosa en la que coincido, permítame resaltar eso y subrayarlo para que no caiga en el olvido -miró de reojo hacia el salón en donde una nueva pieza acababa de comenzar.

Brittany hablaba animadamente con un grupo de caballeros, que embelesados se unían a la conversación e incluso le pedían algún que otro baile. La forma en la que Abbey la miraba, con rencor y rabia, verse en aquella situación no era fácil y todo…por ella, lo había removido todo y si no se comprometía pronto, sí que entonces perdería su ansiada libertad…pero ¿no la perdió ya? En cuanto acordase el compromiso, ella misma crearía un muro incapaz de escalar y se quedaría encerrada en aquel mundo, en una jaula de oro sin puerta de salida y cuya llave, se perdería en el olvido.

-No voy a comportarme bien, ni le tendré cariño, ni siquiera aprecio. No es de mi agrado y yo tampoco el suyo, esas cosas se notan… tampoco voy a prometerle que vaya a ser la mejor de las esposas…menos cumplir como tal-sus orbes, se clavaron en las ajenas, aquellas de las que solo podía poseer un ser recién llegado del mismo cielo, las de la joven…frías e impenetrables, como el mismo hielo -Mis condiciones son esas, si vamos a comprometernos, no espero ser la esposa idea y sí, le traeré de cabeza por no comportarme como una señorita debería…ahora está en su mano si quiere aceptar o no -las cosas, claras y sin tapujos, así era la señorita Abbey Lynn Appleby.

Quizás es hora de afrontarlo, ya no hay marcha atrás.


En su cabeza, no paraba de preguntarse ¿qué estaba haciendo hablando con aquel hombre? No deseaba casarse antes, preferiría estar muerta y enterrada pero ¿tenía opción? conocía a su familia, a su padre y haría todo lo que estuviese en su mano por salirse con la suya. Todas sus hermanas terminaron casadas y heredando bienes, títulos y parir hijos para asegurarse dueñas de esa fortuna. Brittany fue más lista, los embaucó de tal manera que solo con su agudeza e inteligencia, acabó su esposo cediéndole todo y así con el segundo… no descatarba un tercero.

Apreció como comenzaba a incomodarle, esperaba espantarle como a muchos otros, sus condiciones no es que fuesen las mejores ¿acaso ella podía poner condiciones? No pero ese hombre qué iba a saber. La media sonrisa apareció en sus labios ¿una socia? En ese mundo de clase alta, de bienes y títulos no existían los socios , menos en un matrimonio ¿quién querría hacer algún tipo de trato con ella? conocida por sus rechazos continuos, no iba a ser fácil.

-En el caso de que encontrase una socia, compañera… y fuese yo, no lo tendría fácil. No soy una de estas mujeres títere en manos de un hombre que solo busca dinero y divertirse en el lecho, se lo repito para que le quede muy claro…nada más -él erró, acababa de decir eso de “comportamiento de niña”. No iba a darle la razón, aún ella contradiciéndose sus palabras, todo lo que decía iba a misa. Frunció el ceño, levantándose de golpe del asiento y alzar la barbilla, orgullosa, inquebrantable. Esa mujer no se achantaba y quizás, las palabras con respecto a ella de ser una niña, quedaron reducidas a cenizas con ese semblante.

-Podré comportarme como esa dama a la que se refiere pero no me creerán, tendrá que ser mejor actor que yo. -suspiró pesadamente, muy seria, se inclinó a él aún de pie, las distancias las acortó y no de cualquier forma, no estaba coqueteando… su mirada fría y distante, le advertía de que en absoluto iba a ser un camino fácil, menos con ella…un hueso de roer. Su padre examinaría todo con lupa, no se le escaparía nada y ambos lo sabían.

No dijo nada, pasaron unos segundos en su mundo hasta que finalmente asintió, suspirando pesadamente, sin perder aquella sonrisa de suficiencia…esa mirada capaz de congelar a cualquiera. Ofreció su mano, le costó horrores acercarla a él, no le agradaba que la tocasen, ni siquiera ni en ese caso.

-Trato aceptado. Tendrá que convencer a mi padre, mi hermana y parecer lo mucho que le encandilé aunque no sea el caso. -esperó que estrechase su mano y se incorporó, colocándose bien el vestido, deslizando la mano por un lateral de éste… pensaba y eso…no era bueno -Va a ser su peor pesadilla ¿por qué se arriesga tanto? No soy fácil, aún sea un trato pienso odiarle del mismo modo, solo por el hecho de ser un hombre…¿Qué se diferencia de los demás? -para Abbey, una pregunta clave, deseosa…de oír respuesta.

Dispongo mi futuro en tus manos… por un poco de libertad.


Oírle decir todo aquello, sonaba mucho mejor de lo que nunca pudo llegar a imaginar. ¿Querer más que la libertad? Bien sabido en su propia piel que jamás tendría esa ansiada libertad, aunque se casase con ese hombre. Ambos, totalmente diferentes pero con el mismo fin: negocios. Deseaba de verdad que lo viese como tal y no se complicasen las cosas. Dejó escapar un largo y desanimado suspiro, la compañía no pareció ser el causante de ello…más bien los pensamientos que rondaban su cabeza ¿cómo hilar todo aquello? Una leve risa, se le escapó de los labios, la primera vez que alguien le aseguraba poder superar a su hermana.

-La diferencia entre esa mujer y yo es simple, no quiero superarla, solo que deje de meterse en lo que no le corresponde. Y sé que… quiere mostrarme qué ganaría con nuestro compromiso. No es cualquier cosa, es de por vida y voy a ser sincera, no me importará lo que haga, dónde vaya, con quién esté siempre y cuando con mi familia, demos el papel de matrimonio que se lleva bien. A mi padre le es indiferente que quiera o no a mi esposo, mientras sea éste quien me aguante y tutéeme, si vamos a comprometernos tendremos que empezar por lo simple ¿no cree? .

Sus orbes azul cielo, se desviaron a la pista de baile, meditaba y pensaba en esa propuesta que podía cambiarlo todo. Le ofrecía su casa y ella, poder obtener aquello que tanto desearía puros negocios. Asintió levemente, aunque no lo pareciese, estaba prestándole toda la atención que seguro nadie le había prestado jamás. El paso a su libertad, a poder realmente hacer lo que quisiera y cuando quisiera, sin levantar sospechas. Ya daba que hablar sin haberse casado, si lo terminaba aceptando, tendría que ser más prudente ¿podría conseguirlo? Nadie podía confirmar eso, seguro que se le terminaría yendo de las manos, era su naturaleza, esa tan fiera y salvaje como la propia joven Appleby.

-Bien…está bien -alzó la mano para que captase su atención, imposible pues las orbes claras de aquel hombre no tenían otro punto fijo que no fuese ella -Nos conoceremos el día a día, y ya veremos si te veo como un enemigo o no…me gusta molestar un poco me divierte ¿qué es la vida sin diversión? -sonrió de medio lado, enarcando una ceja por ese “ni podría” -Es que… ¿no puede…hacer ciertas cosas? un detalle que debo resaltar, así al menos estoy tranquila en que no pasará jamás y…¿está loco? -se irguió, a la defensiva ¿cómo que compañía de mujeres? No era la primera vez que oía tal cosa, al final tendría que dirigirse en ese camino, a este paso…

Dos de sus dedos, frotaron el tabique nasal intentando buscar, encontrar una respuesta…algo que indicase sus verdaderos pensamientos sobre los hombres. No, no podía quedar como a alguien a la que habían dañado o jugado.

-Su condición de hombre, por supuesto, no he obtenido nada bueno de vosotros… exceptuando una sola persona -alzó el dedo índice, subrayándolo en el aire e indicando que solo esa persona fue capaz de alguna manera, entenderse con ella… -El amor es para débiles, locos y no deseo eso… de los errores se aprende ¿no cree? Y no se preocupe por mi familia, con ser un buen caballero atento que prometa a mi padre cuidar y vigilar para no descarriarme del camino… será suficiente, no es fácil ya se lo advertí -fue ella quien se acercó tomando su brazo, una iniciativa que de lejos a su hermana le pareció una grata novedad -Solo le pido algo, una cosa. Protección. Sé que piensa que soy una mujer fuerte, capaz de cualquier cosa pero si se casa conmigo… solo le pido eso, mi fortuna y la suya serán una… no nos faltará capital. Sé que su prioridad es heredar ciertas cosas cuanto antes, le ayudaré… al igual que debe ayudarme a salir de aquella prisión. ¿Acepta entonces? Venga a media tarde, la hora del té…la más aburrida, para conocernos en el día a día ¿no decía tal cosa? -

Sus ojos azules, buscaron la mirada ajena, hablaban de negocios como si tal cosa… ambos sabían que la historia de aquellos planes, estaban a punto de alcanzar su vuelo.

Un día, volaré lejos…muy , muy lejos.

Imaginar que a lo largo de esa velada, terminase hablando y tratar de cierto tema, no lo hubiese creído. El tema del compromiso , el primordial para su persona por parte de su familia. ¿Por qué tenía que terminar como todas esas mujeres? Todo aquel que la conoció, podía dejar constancia de que era distinta, una mujer que no casaba con el tiempo en el que se encontraba y contra eso no podía luchar, lo que tenía claro es que jamás perdería su ausencia.

-No solo mi padre busca cualidades. Es obvio que no voy a elegir y aceptar a cualquiera. -avisó, su tono empleado fue de advertencia, dejaba claro constancia de que si aceptaba no sería a cualquiera…aunque fuese un trato -Mi padre, busca a alguien que me dome, me haga entrar en razón, alguien con carácter capaz de soportar y desafiarme, mantenerme a ralla y lo que he visto de usted no creo que se ajuste a ello -hablaba sin tapujos, sincera y sin darle vueltas al asunto, ella era así y no iba a cambiarlo jamás -Lo pienso, pienso que no sería capaz de enfrentarme , soportarme, aunque estuviésemos a buenas. Lo siento, soy franca y creo que eso es lo que espera de mí. El carácter fuerte y rebelde, dudo que se disipe …de un día para otro. Soy así, alguien que no casa con esta sociedad y usted está muy bien ligada a ella.

Se estaba tomando explicarlo a su entender, como ella lo veía. La franqueza con la que se expresaba, daba una imagen completamente distinta a esa “niña” como la señalaban, lo que la consideraban en esa sociedad llena de buitres que solo deseaban tener lo prohibido, imposible y en este caso, era esa joven…la pequeña de los Appleby. ¿Qué pasaría al final con todas esas especulaciones? ¿llegarían a un acuerdo? Ya de por sí era difícil, mucho… y allí estaba, intentando hilar para que al final todo se solucionase, o al menos, por un tiempo y la dejasen en paz…vivir un poco sin ojos tras su espalda.

-¿No sabe qué mostrar? Entonces no está preparado. Alguien decidido, sepa lo que quiere y no solo negocios, mi familia no es cualquiera y lo sabe. Y está claro que no conoce a mi padre lo suficiente. Me cansa repetir lo mismo, hasta que no esté a mi altura, no me refiero a dinero, modales y demás… me refiero a que me soporte, sepa manejarme. No podrá ¿o me equivoco? Quiero equivocarme porque si no… el trato no tiene sentido -suspiró, observando a las personas que no paraban de hablar, comer y bailar… qué lúgubre visión -Protegerme, de ellos. ¿De quién si no? ¿De verdad no se ha planteado que lo que me ha ofrecido cambie totalmente su existencia? No sabe de lo que es capaz, son capaces…si estoy en Paris es porque estoy en esa residencia de señoritas, como castigo por no creerme una de ellas. Eso dicen pero el castigo es otro aunque creo que eso no le importa… lo que le pase a una chica de clase alta, a otra más ¿me equivoco?

Ante lo de su enfermedad con el sol, no dijo nada. solo asintió, no juzgaba. Ni lo miró de reojo, tampoco se apartó solo lo aceptó. Tolerante, siempre lo había sido y quizás otra lo miraría con repulsión o rareza, ella simplemente… lo aceptó sin más. suspiró largamente, no sabía donde les llevaría todo aquello. Necesitaba alguien fuerte en todos los sentidos, alguien que ante todo no se achantase, luchase por ella en esta batalla sin sentido.

-Mi padre sigue en Londres, vuelve la semana que viene a Paris. Podremos ir mi hermana y yo a su casa si lo desea pero… no aceptaré si antes… me asegura que no me equivoco con usted. ¿qué puede ofrecerme? ¿por qué de todos tengo que elegirle? Piense la respuesta, es importante, todo depende de ello… necesito a alguien creíble, que me soporte y se amolde a mí. No tenemos nada en común y tampoco lo busco pero llevarme bien con usted no es mi prioridad, no confío en nadie y no lo haría con alguien a quien acabo de conocer -su tono sereno, determinante, sabía lo que buscaba y quería para su futuro… su matrimonio.

No puedes ofrecérmelo todo, yo no tengo nada…


¿Cómo iba a ayudarle a crear cierto personaje? Como en una obra de teatro, en donde cada uno asume un papel, se transforma en el personaje y…voilá, llega al público. Abbey, entornó los ojos ante las palabras del hombre, interesado en hacer su papel a la perfección pero ¿cómo iba ella a hacer de él lo que pretendía para su padre? Nunca se le había ocurrido, tampoco nadie se ofreció a ello por eso quizás, no sabía por donde empezar. ¿Se asustó? Sí, pues el hecho de tocar la libertad con los dedos, le sobrepasaba, no lo veía factible…¿cuándo podría saborear su ansiada libertad? Sentirse libre, no atada a esa familia que le condenó desde el primer segundo en el que tuvo uso de razón.

-No espero que vayas detrás de mi persona como si fueses atrapando a un gato rebelde, maldita sea pero tampoco voy a portarme como esa señorita que pretende todo el mundo. ¿También lo crees? Creía que lo comprendías pero está visto que no -entrecerró los ojos, estaba tan ofuscada, enfada consigo misma y no veía más allá de sus propias narices. Fue la expresión de desespero del hombre que la hizo reaccionar, girando el rostro hacia él, mostrando aquel gesto de enfado y al mismo tiempo incrédulo ¿de verdad iba a ayudarla? Es que le era imposible concebir la idea, alguien desinteresado en amoldarse a ella con el único fin de acabar con la tontería aquella del matrimonio.

Se mantuvo en silencio, los minutos suficientes para ordenar sus pensamientos, todo lo que acababa de ofrecerle… cada cosa a cual más interesante. Lo miró intensamente, sus orbes azules le transmitieron algo mucho más que un enfado de niña, si hablaba en serio , de esa conversación podía salir algo mucho más que un trato de conveniencia. Ella ¿qué podía ofrecerle? Algo muy importante que jamás conseguiría él en ningún sitio: alguien que no pensaba como todas las demás mujeres y se ceñía a lo simple, casarse y tener hijos, lo que la hacía no solo distinta, especial en otras muchas más cosas.

¿Su reacción? Se quedó mirándole, fijamente como si nada más existiese en el salón y sonrió, una sonrisa de lo más divertida que en cuestión de segundos se convirtió en una risa tan sonora que acaparó la atención de todos los presentes, sobre todo en Brittany que no daba crédito a que alguien hubiese caído en gracia a su hermana. ¿Protección? ¿Doble vida? ¿La vida eterna? Se tomó su tiempo en reír, hasta que le faltó el aire y suspiró, acariciando con la palma de su mano su vientre, intentando aliviar aquella sensación.

-¿Mujer libertina? ¿Crees de verdad que lo que más me preocupa es eso? -parecía que de todo eso era lo que más le había llamado la atención -Necesito protección de ellos, no me fío de ninguno. Todos huecos por dentro, fachada por fuera. -tomó aire y lo fue soltando despacio, se volvió seria, más de lo que lo había estado nunca -¿Sabe? Lo único que deseo ahora es irme de ese lugar. No necesito vida acomodada, ya la tengo, la he tenido siempre. me interesa eso de doble vida, más bien… dejar a la señorita Appleby en un buen lugar donde crean que hace su cometido y otra señorita que pueda pasearse como realmente desee, con máscara o sin ella… si puede lograr eso , bien… pero ¿la vida eterna? ¿quién querría vivir para siempre? ya concibo la idea de que tengo que vivir esta vida ¿cómo podría encajar vivir más? ¿a qué se refiere? Espero que mis pensamientos, no tengan razón y lo que veo ante mí, en este mismo instante e invisible a los ojos de toda esta gente… me lleve a una conclusión. Podría ofrecerle algo mucho más que mi “cuerpo”, no es idiota, sabe a lo que me refiero…sé la existencia de esos seres y si se hace el loco, el hecho de que su “enfermedad a los rayos del sol” junto con su comentario de la vida eterna… me lleve a esa conclusión ¿quién eres realmente? Yo soy lo que ves, no tienes que fingir ante mí, no cuando vas a ser mi esposo. Dímelo, Julien porque podríamos llegar a unos negocios que ni en sueños se nos hubiesen ocurrido. Tienes muchas cosas que me interesan y no bienes ni dinero… me protegerías, me taparías, podrías darme belleza y viveza para siempre… y yo, podría ofrecerte lo que nadie estaría dispuesto… mi sangre -tragó saliva, inclinándose hacia él, se había acercado mucho…demasiado pero quería ante todo que oyese cada palabra que saliese de sus labios de manzana.

¿Qué tengo que temer cuando ya lo perdí todo?


El conocimiento de lo sobrenatural no era un tema tabú para Abbey. El encuentro con el señor Morrigan, el ataque con Astrid de acompañante…fue suficiente para no temerle a nada , ni a nadie. Demasiados acontecimientos, personas…desde que llegó a Paris. Ni en sueños imaginó que pudiese ocurrir tanto en tan poco tiempo. Conocer a personas que marcarían su vida para siempre y muchas otras que quedaban por conocer. Y ahora, debía enfrentarse a un matrimonio no deseado. Por ambas partes tenían que complementarse, saber y conocer cada detalle del enlace y lo que conllevaba.

Estaba segura que aquel hombre al que tenía de frente, era el indicado. No la amaría nunca ni tampoco esperaba que ella lo hiciese hacia su persona. No solo era rico , si no alguien capaz de ofrecerle lo que pocos podían: protección. Hilar unos cuantos temas más y… la boda se celebrase. Una boda y ella de protagonista. Curioso, por unos segundos, su sonrisa sincera se mostró melancólica porque de verdad llegó a pensar en dejarlo todo… por alguien, alguien que ya no estaba. ¿Cómo podía echarle aún más de menos si se suponía que no volvería jamás?

Sus orbes azules, se fijaron en la proximidad de aquel hombre. No estaba asustada, curioso pues cualquiera su reacción hubiese sido muy distinta. Sonrió de medio lado, la mano libre se deslizó por la nuca de él. Qué atrevida y qué equivocados estaban todos. Iban a pactar aquel contrato que los llevaría a la libertad y complicidad absoluta, siempre podrían confiar en el otro. Sus dedos atraparon un par de mechones de cabello mientras sus labios se entreabrían dejando que él la probase. Su cálido aliento , acariciaba los fríos labios ajenos.

-No me importa lo de los esclavos mientras me des lo que deseo . Mi libertad, mi absoluta disposición de salir y entrar cuando me plazca y… -siseó, no sabía si podía controlar su sed de sangre ahora que le había probado, ahora simplemente…eran dos personas con intereses similares -Qué osado, ahora todos creerán que me has besado -rió divertida, pasando la lengua por los labios ajenos y apartarse, saboreando el sabor férreo de su propia sangre.

-El trato está sellado. Creo que lo conveniente es que en breve hagamos eso de la cena y tranquilo, será ligera, luego puedo darte el plato principal si lo deseas y a cambio… me des una noche de libertad, ellos crean que paseo de tu brazo…¿empezamos? -acababan de prometerse demasiadas cosas y nada al mismo tiempo. Ambos tenían claro que no se amarían nunca pero se darían lo que jamás nadie podría… ¿Acaso no era el mejor de los contratos?

-No te daré problemas mientras me tengas alejada de ellos -sonrió como si nada, volviendo la mirada a la fiesta, unos ojos claros como los de ella los observaban con sorpresa pues Brittany… sí que creyó justo lo que ambos pretendían, ese “flechazo” inusual.

Todo acaba de comenzar.


Extraño que una simple humana, reaccionase con tal naturalidad. ¿Cómo no hacerlo con todo lo vivido? Y lo que aún le quedaba por vivir y experimentar. Lo que había parecido un simple acercamiento, acababan de sellar un trato del que solo ellos dos eran los beneficiarios y conocedores de las condiciones.

Rió por lo bajo, risa que no pudo salir de sus labios de lo más divertida. El hecho de tener que verse las caras con su hermana Brittany era un gran desafío para él tanto como para ella. asintió una sola vez con la cabeza, de acuerdo con sus palabras. Lo difícil podía ser que la pequeña Appleby aceptase el trato pero lo realmente complicado era su familia. Miró de reojo como su hermana se acercaba a paso rápido, Abbey se echó a reír, pasando la mano por el brazo ajeno y atraerle hacia sí. Los ojos azules de Brittany se fijaron en el gesto y en cómo su hermana pequeña la miraba.

-No hace falta que diga lo mismo. Suerte, querido -enarcó ambas cejas, el silencio creado ahora que eran un trío casi le arranca una risa, le resultaba tan divertido -Conversábamos. Le decía que era un honor cenar en su casa….¿la semana que viene, hermana? No sé cuántas invitaciones absurdas a este tipo de fiestas o comidas aburridas me vas a hacer de asistir -Brittany, frunció ligeramente el ceño, esa muchacha no cambiaba, siempre la dejaba en evidencia con su forma de decir lo que pensaba. -Abbey -fue un aviso, incluso pudieron apreciar como apretaba los dientes, con tan poco ya le había desquiciado -¿La semana que viene, señor? Será un placer, mi hermana y yo…quién sabe si mi padre, el señor Appleby podrá acudir a su cena.

Sonreía, de aquella forma falsa y que en contado se diese la vuelta desaparecería. Abbey, apretó con suavidad el brazo del vampiro para que confirmase aquel encuentro aunque que su hermana también aceptase solo sería el principio, llamar a las puertas del infierno. No se fiaba de ella, a saber lo que le había contado a ese hombre y ¿ahora sin más aceptaba cenar con él? gato encerrado, Abbey nunca aceptaba nada y menos se acercaba a ningún hombre… o lo hacía a escondidas.

-Pues entonces nos veremos en su casa. Ha sido interesante hablar con usted, al menos no ha intentado arrancarme el vestido cuando le he agarrado del brazo ¿no es increíble? No te lo podrás ni creer. Todos estos en cuanto se quedan con una mujer a solas no pierden el tiempo… gracias a que no todos son iguales -se separó del vampiro, dedicándole una leve reverencia, sonriendo de aquella forma divertida, cómplice…entre ellos había surgido una complicidad digna de dos personas que sabían lo que deseaban -¡Abbey! -murmuró a la vez que le dedicaba una reverencia también al caballero y se la llevaba a rastras de la fiesta, la joven Appleby, giró el rostro…clavando sus orbes en las azules del compañero de aquella noche y sonrió.