AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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|| Toma mi mano, te invito a la oscura sabiduría || Privado
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|| Toma mi mano, te invito a la oscura sabiduría || Privado
La noche ya había caído en las tierras de Francia, donde un firmamento envuelto en un brillo estelar roba el protagonismo junto al astro lunar que solemne yace en el pináculo de la fotografía escénica, atestiguando la aglomeración de distintos personajes que a través de carruajes exóticos y de gran altura se van dando cita en uno de los recintos mas simbólicos así como elegantes de aquel país: El teatro.
Distintos entes luciendo sus mejores ropas empiezan a formar una multitud que es reconocible en la alta alcurnia pues son varios políticos, miembros de la aristocracia e inclusive uno que otro personaje de la realeza; todos y cada uno de ellos deseosos por presenciar una exquisita puesta en escena. ¿Ópera? ¿Obra de teatro? ¿Algo? Las manecillas del reloj no tardan en responder la cuestión.
Entonces una figura alta, de gran porte y elegancia sale de entre las sombras; vistiendo un traje negro y camisa de matiz blanquecino. Un moño oscuro por igual y un rostro serio que muestra un par de ojos grises carentes de brillo, como si se tratase de una persona que vive meditando. Sus cabellos son negros y cortos; sus facciones perfectas que podrían cautivar a cualquier presencia femenina que se cruzara en su camino, es como si se tratara de un hechizo natural que despide con tan solo ir caminando lentamente hacia la puerta principal, donde subiendo las escaleras con toda paciencia termina su entrada triunfal al quedar justo dentro de aquella construcción artística.
El motivo de su llegada es evidente pues sus ropas finas, su perfecto desenvolvimiento en el acto social e inclusive la seriedad con la que estudia su entorno delatan una posición económica bastante acomodada e inclusive su cavidad en la jerarquía de la sociedad. Él ha llegado con calma para vivir una noche más de las miles que ha tenido y las millones que seguramente tendrá.
-Gracias- musita al recibir una copa de champagne por parte del sirviente. Algo que singular en él es el hecho de que no bebe nada, tampoco come nada... Su dieta es muy especial, de esas que no puede seguir cualquier ente existente en la Tierra y que también le orilla a derramar el líquido que hace segundos le fue otorgado sobre una maceta, librándose de la copa mientras curioso vaga entre la gente, estudiándola, analizándola, adentrándose en sus pensamientos aguardando por el momento indicado para subir a tomar asiento...
O para desviarse de tu camino.
Distintos entes luciendo sus mejores ropas empiezan a formar una multitud que es reconocible en la alta alcurnia pues son varios políticos, miembros de la aristocracia e inclusive uno que otro personaje de la realeza; todos y cada uno de ellos deseosos por presenciar una exquisita puesta en escena. ¿Ópera? ¿Obra de teatro? ¿Algo? Las manecillas del reloj no tardan en responder la cuestión.
Entonces una figura alta, de gran porte y elegancia sale de entre las sombras; vistiendo un traje negro y camisa de matiz blanquecino. Un moño oscuro por igual y un rostro serio que muestra un par de ojos grises carentes de brillo, como si se tratase de una persona que vive meditando. Sus cabellos son negros y cortos; sus facciones perfectas que podrían cautivar a cualquier presencia femenina que se cruzara en su camino, es como si se tratara de un hechizo natural que despide con tan solo ir caminando lentamente hacia la puerta principal, donde subiendo las escaleras con toda paciencia termina su entrada triunfal al quedar justo dentro de aquella construcción artística.
El motivo de su llegada es evidente pues sus ropas finas, su perfecto desenvolvimiento en el acto social e inclusive la seriedad con la que estudia su entorno delatan una posición económica bastante acomodada e inclusive su cavidad en la jerarquía de la sociedad. Él ha llegado con calma para vivir una noche más de las miles que ha tenido y las millones que seguramente tendrá.
-Gracias- musita al recibir una copa de champagne por parte del sirviente. Algo que singular en él es el hecho de que no bebe nada, tampoco come nada... Su dieta es muy especial, de esas que no puede seguir cualquier ente existente en la Tierra y que también le orilla a derramar el líquido que hace segundos le fue otorgado sobre una maceta, librándose de la copa mientras curioso vaga entre la gente, estudiándola, analizándola, adentrándose en sus pensamientos aguardando por el momento indicado para subir a tomar asiento...
O para desviarse de tu camino.
Achilles- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 104
Fecha de inscripción : 16/08/2014
Localización : París, Francia
Re: || Toma mi mano, te invito a la oscura sabiduría || Privado
El vendaval de la noche anterior había remojado las tejas de la vieja casa en la que habitaba Dauphine, su sobrino, y la institutriz de este último. La humedad perduraría un par de noches y no sería agradable. Para aliviar las molestias de Emilien, la dueña de casa decidió guardar dentro del armario su uniforme de enfermera y llevar a los integrantes de la pequeña familia al teatro. Así olvidarían, por unos instantes, que los techos no estaban preparados para el próximo invierno.
Pero como siempre antes de partir, la mujer se sentó cuidadosamente ante el espejo y maquilló su cuello con prolijidad. Así nadie, con el favor de la vida (porque Dios ya la había abandonado), notaría los puntos rojos que escondía bajo gruesos collares y retazos de seda. La bruja, al igual que la guardiana de la salud, debía quedar bajo llave esa velada. Y con ello, fingiría que no negociaba con su vida para obtener sangre de vampiro. Haría como si no usara ese preciado elixir como suero para los niños en el hospital. Sería fácil; tantas personas ensayando la hipocresía allá afuera, ¿y no podía ser una de ellas?
Cuando sus pies pisaron esa fuente de arte y vicios tras bambalinas, se dijo «que comience el espectáculo» y sonrió como una civil más, como una gentil mujer que compraba golosinas a su sobrino antes de ingresar a sus asientos, que no eran los mejores, pero tampoco los peores. Mas de repente una gélida sensación hizo que la viuda arqueara su espalda, como si un latigazo de fuego le hubiera recorrido la espina dorsal es un suspiro. Se giró con disimulo, quejándose con su empleada de un supuesto dolor muscular en los hombros.
Cuando detectó al individuo, supo explicar perfectamente el porqué de su sensación. Con ojos como dos dagas y cabello ensortijado, aquella imponente figura transitaba entre los presentes con gallardía. Las más atónitas eran las quinceañeras, verdes e inexpertas. Demasiado huecas como para imaginar el riesgo tras esa apariencia apacible. Incapaces de entender que no era otro cisne adornando sus lagunas. En efecto, podía verse como uno, pero por dentro las únicas alas que se batían eran las de un íncubo.
—Con que muy encantador... peligroso infame. —sonrió con la mirada. A esas alturas no batallaba con lo moral o inmoral que podía resultar un inmortal, y menos cuando si la descubrían en una de sus prácticas, podían llevarla a la horca.
Teniendo completa certeza de la naturaleza del embriagador asistente, la bruja ideó en tiempo récord un plan. No podía olvidar que, por muy viuda que fuese, sola no era. Tenía que ser precavida. Algunos vampiros llevaban tantos siglos bebiendo de cuellos de jóvenes vírgenes que se pudrían en la costumbre y optaban por camino aún más pecaminosos. ¿Qué mejor prueba de tal degeneramiento que los cadáveres agujereados de niños que se aparecían secos en las calles?
—Esta noche ha acudido una particular variedad de audiencia. —se dirigió a su institutriz— Estate atenta, Gertrude. Si llego a indicártelo, toma a Emilien sin chistar y regresen a casa. Yo les seguiré eventualmente. Por ahora llévalo a los asientos.
Y como siempre, la empleada no hizo preguntas, ya que no le pagaban para conocer las respuestas. Entretanto, Dauphine avanzaba graciosamente hacia un costado del individuo. Aguardó a que él pasara por su lado para preguntarle:
—¿Por qué está aquí, señor? —esperó a que él se girase a verla. Allí, ella sonrió con cordialidad, como si estuviese hablando acerca de un tema tan banal como el clima— Lo siento. Algunas personas somos sensibles al olor de… la no-muerte.
Lo vio directamente, creyendo distinguir en medio de esas pupilas un trozo de hielo ardiendo en llamas. Esa maldita sensación que dejaban los vampiros… ni siquiera era necesario que te clavaran los dientes para secarte la garganta. Pero al menos ya le había advertido que sabía lo que era. El resto dependía de él.
—La función está a punto de comenzar. No querrá perderse de camino a su asiento.
Pero como siempre antes de partir, la mujer se sentó cuidadosamente ante el espejo y maquilló su cuello con prolijidad. Así nadie, con el favor de la vida (porque Dios ya la había abandonado), notaría los puntos rojos que escondía bajo gruesos collares y retazos de seda. La bruja, al igual que la guardiana de la salud, debía quedar bajo llave esa velada. Y con ello, fingiría que no negociaba con su vida para obtener sangre de vampiro. Haría como si no usara ese preciado elixir como suero para los niños en el hospital. Sería fácil; tantas personas ensayando la hipocresía allá afuera, ¿y no podía ser una de ellas?
Cuando sus pies pisaron esa fuente de arte y vicios tras bambalinas, se dijo «que comience el espectáculo» y sonrió como una civil más, como una gentil mujer que compraba golosinas a su sobrino antes de ingresar a sus asientos, que no eran los mejores, pero tampoco los peores. Mas de repente una gélida sensación hizo que la viuda arqueara su espalda, como si un latigazo de fuego le hubiera recorrido la espina dorsal es un suspiro. Se giró con disimulo, quejándose con su empleada de un supuesto dolor muscular en los hombros.
Cuando detectó al individuo, supo explicar perfectamente el porqué de su sensación. Con ojos como dos dagas y cabello ensortijado, aquella imponente figura transitaba entre los presentes con gallardía. Las más atónitas eran las quinceañeras, verdes e inexpertas. Demasiado huecas como para imaginar el riesgo tras esa apariencia apacible. Incapaces de entender que no era otro cisne adornando sus lagunas. En efecto, podía verse como uno, pero por dentro las únicas alas que se batían eran las de un íncubo.
—Con que muy encantador... peligroso infame. —sonrió con la mirada. A esas alturas no batallaba con lo moral o inmoral que podía resultar un inmortal, y menos cuando si la descubrían en una de sus prácticas, podían llevarla a la horca.
Teniendo completa certeza de la naturaleza del embriagador asistente, la bruja ideó en tiempo récord un plan. No podía olvidar que, por muy viuda que fuese, sola no era. Tenía que ser precavida. Algunos vampiros llevaban tantos siglos bebiendo de cuellos de jóvenes vírgenes que se pudrían en la costumbre y optaban por camino aún más pecaminosos. ¿Qué mejor prueba de tal degeneramiento que los cadáveres agujereados de niños que se aparecían secos en las calles?
—Esta noche ha acudido una particular variedad de audiencia. —se dirigió a su institutriz— Estate atenta, Gertrude. Si llego a indicártelo, toma a Emilien sin chistar y regresen a casa. Yo les seguiré eventualmente. Por ahora llévalo a los asientos.
Y como siempre, la empleada no hizo preguntas, ya que no le pagaban para conocer las respuestas. Entretanto, Dauphine avanzaba graciosamente hacia un costado del individuo. Aguardó a que él pasara por su lado para preguntarle:
—¿Por qué está aquí, señor? —esperó a que él se girase a verla. Allí, ella sonrió con cordialidad, como si estuviese hablando acerca de un tema tan banal como el clima— Lo siento. Algunas personas somos sensibles al olor de… la no-muerte.
Lo vio directamente, creyendo distinguir en medio de esas pupilas un trozo de hielo ardiendo en llamas. Esa maldita sensación que dejaban los vampiros… ni siquiera era necesario que te clavaran los dientes para secarte la garganta. Pero al menos ya le había advertido que sabía lo que era. El resto dependía de él.
—La función está a punto de comenzar. No querrá perderse de camino a su asiento.
Dauphine "Fiura" Sorcière- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/10/2013
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Re: || Toma mi mano, te invito a la oscura sabiduría || Privado
La velada había recién comenzado y el vampiro ya se sentía emocionado por estudiar el comportamiento humano. Aun no sabía el motivo por el cual una especie tan inferior le resultaba tan interesante, es como un niño observando la granja de hormigas. De pronto siente una mirada, de esas que fácilmente puede percibir gracias a la milenaria experiencia a través de las sociedades y distintas formas de criaturas existentes en el mundo, aislados por sus esencias sobrenaturales, algo que es fascinante para él "Una hechicera" medita sin prestarle mucha atención, ni siquiera un contacto visual.
Su andar por azares del destino -o no- lo lleva a quedar junto enseguida de la musa, quien le dedica unas palabras que en instantes llaman la atención del de ojos grises; su cuerpo giró y sus ojos se clavaron en los de ella. Grave error.
No tardó en adentrarse en las profundidades de su ser, estudiando cada rincón, leyéndola cual libro abierto hasta absorber toda la información que él deseó y sació para su curiosidad sobre un personaje que le había identificado tan pronto.
Un rostro serio se esboza, sin embargo pues con solo instantes el inmortal empezó a alejarse de la chica como si la ignorara, adentrándose mejor en sus pensamientos y así musitarle de una forma secreta más eficiente que un simple susurro "Planeaba tener una velada tranquila en el teatro, ahora veo que eso no será posible... Si mi olor le incomodó, entonces no me persiga... Si le preocupa que la obra ya vaya empezar, insisto, tampoco me persiga" de pronto tomó una puerta cercana y salió hacia uno de los jardines, alejándose de la multitud, no sin antes adjuntar por último.
"Y no me alimento de niños, ni de vírgenes, ni de nada de eso. Solamente lo aclaro"
Poniendo en evidencia todo lo que logró aprender con tan solo un segundo con ella y sus ojos, sus adentros, sus pensamientos. Enterado también se da al respecto de sus habilidades, vaya, hasta sabe el nombre de su sirvienta. ¿Eso importa? No, pero la noche es muy bella, la función ya había comenzado y Achilles estaba solo en el jardín.
Su andar por azares del destino -o no- lo lleva a quedar junto enseguida de la musa, quien le dedica unas palabras que en instantes llaman la atención del de ojos grises; su cuerpo giró y sus ojos se clavaron en los de ella. Grave error.
No tardó en adentrarse en las profundidades de su ser, estudiando cada rincón, leyéndola cual libro abierto hasta absorber toda la información que él deseó y sació para su curiosidad sobre un personaje que le había identificado tan pronto.
Un rostro serio se esboza, sin embargo pues con solo instantes el inmortal empezó a alejarse de la chica como si la ignorara, adentrándose mejor en sus pensamientos y así musitarle de una forma secreta más eficiente que un simple susurro "Planeaba tener una velada tranquila en el teatro, ahora veo que eso no será posible... Si mi olor le incomodó, entonces no me persiga... Si le preocupa que la obra ya vaya empezar, insisto, tampoco me persiga" de pronto tomó una puerta cercana y salió hacia uno de los jardines, alejándose de la multitud, no sin antes adjuntar por último.
"Y no me alimento de niños, ni de vírgenes, ni de nada de eso. Solamente lo aclaro"
Poniendo en evidencia todo lo que logró aprender con tan solo un segundo con ella y sus ojos, sus adentros, sus pensamientos. Enterado también se da al respecto de sus habilidades, vaya, hasta sabe el nombre de su sirvienta. ¿Eso importa? No, pero la noche es muy bella, la función ya había comenzado y Achilles estaba solo en el jardín.
Achilles- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 104
Fecha de inscripción : 16/08/2014
Localización : París, Francia
Re: || Toma mi mano, te invito a la oscura sabiduría || Privado
Arrogante, al igual que el resto de su especie. Así fue como Dauphine percibió al inmortal. Pero este tenía una aire de grandeza más pesado de lo normal, como si su negación «Y no me alimento de niños, ni de vírgenes, ni de nada de eso.» no fuese únicamente un decreto de lo actual, sino también de lo futuro, como si hubiese vivido tanto que ya nada podía sorprenderlo. Ni siquiera él mismo. ¿Cuántos siglos había llevaba sobre la faz de la tierra? Seguramente siglos. Miles de años, quizás. De esos había que tener sumo cuidado. Podían ser más caballeros y controlados que los novatos, pero estaban incluidos dentro de sus experiencias los conocimientos del ser humano a través de las épocas. La bruja se preguntó cuán predecible sería ella para alguien como él. Pero eso no la detuvo. Pocas cosas lo hacían.
Salió tras el vampiro dispuesta a quemarse con el fuego si era necesario para plantarse frente a él. Que Emilien y la institutriz disfrutaran de la ficción; ella debía hacerse cargo de la realidad. Sólo cuando se percibió a solas con él en el jardín abrió la boca nuevamente.
—No es el olor en sí; es lo que viene con él. Esa pálida faz, esas dagas por ojos, y las arma mortales que tan cuidadosamente usted guarda bajo unos prometedores labios.
Conocía bien a quien desafiaba con su presencia, con el chispeo de sus ojos negros iluminados por la magia que infestaba sus pupilas. Un vampiro había acabado con su segundo marido y producto de ello había sufrido el aborto de su bebé. No guardaba rencor, pero sí la memoria. La mitad de la ingenuidad la había perdido con su madre asesina y la segunda con la primera visión que tuvo de un ladrón de sangre.
—Le pido a vuestra merced que no me malinterprete. No soy una inquisidora buscando condenarlo por un número indescifrable de crímenes que han sido deducidos de un libro milenario. Es sólo que no puedo hacer la vista gorda a un lobo que ha venido a caminar entre las ovejas, pues no todas somos de la misma clase. Hay que proteger a los nuestros ante todo. Y aunque usted no es el primero ni será el último en pasearse entre la comida, no por eso hay que descuidarse. No digo que vaya hacerse con uno de los míos, pero sí digo que tiene el poder suficiente para hacerlo. A la vez, podría estar mintiéndome. Aunque me declare y jure con énfasis shakesperiano que no podría tocar un cabello de la cabeza un ángel y yo le crea, ¿quién me dice a mí que no se trata de uno más de sus encantos? Es por esta peligrosa posibilidad que lo he seguido. A un vampiro no se le escucha; se le descifra.
Y él era extremadamente embriagador. Eso era lo que más odiaba de esos zánganos.
Salió tras el vampiro dispuesta a quemarse con el fuego si era necesario para plantarse frente a él. Que Emilien y la institutriz disfrutaran de la ficción; ella debía hacerse cargo de la realidad. Sólo cuando se percibió a solas con él en el jardín abrió la boca nuevamente.
—No es el olor en sí; es lo que viene con él. Esa pálida faz, esas dagas por ojos, y las arma mortales que tan cuidadosamente usted guarda bajo unos prometedores labios.
Conocía bien a quien desafiaba con su presencia, con el chispeo de sus ojos negros iluminados por la magia que infestaba sus pupilas. Un vampiro había acabado con su segundo marido y producto de ello había sufrido el aborto de su bebé. No guardaba rencor, pero sí la memoria. La mitad de la ingenuidad la había perdido con su madre asesina y la segunda con la primera visión que tuvo de un ladrón de sangre.
—Le pido a vuestra merced que no me malinterprete. No soy una inquisidora buscando condenarlo por un número indescifrable de crímenes que han sido deducidos de un libro milenario. Es sólo que no puedo hacer la vista gorda a un lobo que ha venido a caminar entre las ovejas, pues no todas somos de la misma clase. Hay que proteger a los nuestros ante todo. Y aunque usted no es el primero ni será el último en pasearse entre la comida, no por eso hay que descuidarse. No digo que vaya hacerse con uno de los míos, pero sí digo que tiene el poder suficiente para hacerlo. A la vez, podría estar mintiéndome. Aunque me declare y jure con énfasis shakesperiano que no podría tocar un cabello de la cabeza un ángel y yo le crea, ¿quién me dice a mí que no se trata de uno más de sus encantos? Es por esta peligrosa posibilidad que lo he seguido. A un vampiro no se le escucha; se le descifra.
Y él era extremadamente embriagador. Eso era lo que más odiaba de esos zánganos.
Dauphine "Fiura" Sorcière- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/10/2013
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Re: || Toma mi mano, te invito a la oscura sabiduría || Privado
-Lo dije una vez y lo repetiré una última... Su hija y su sirvienta están a salvo, inclusive usted misma si así desea creerme, ya estará en usted- Dijo de manera tajante, fijando esos ojos de color gris hacia le horizonte bajo una noche desolada en aquella terraza del teatro, a solas con una humana y pensante con cada una de las palabras que le musita. Sin embargo, él no dijo nada e inclusive se ahondo más en sus pensamientos que solo le pertenecían a él y que dejaría en tela de duda a la hechicera sobre sus verdaderas intenciones... Humanos, con poderes o sin ellos... Siempre tan ingenuos.
-Descifrar- repitió al dibujar una sonrisa ladina en su rostro, aun manteniendo toda su atención en el perfecto marco escénico nocturno -Insinúa que tratará de descifrar más de tres mil años de existencia en tanto solo una noche... Audaz, pero estúpido- giró su cuerpo y observo de nuevo a la mujer, sus ojos que fungieron como ventanas hacia su alma le brindaron la oportunidad de ahondarse en sus miedos y entonces rescatar un detalle singular...
-Dos acontecimientos tan duros en su vida han marcado fuertemente a la mujer de hoy, admiro la fortaleza de seguir en el mundo pero eso y su audacia no le salvarían de otro de mi clase con menos inteligencia- Mantuvo la curva en su boca y entonces decidió añadir con toda calma -Es un libro abierto para mí. Leo su pasado, percibo su presente y no necesito poderes como los suyos para adelantar el futuro...- dejó salir un suspiro y entonces observó como una pequeña araña se interpone entre los dos protagonistas, caminando por el borde de la terraza -De tener la idea de hacerle daño a usted créame que no tendría como opción mentirle pues sería tan sencillo acabar con su existencia-
El silencio se apoderó y sin ninguna clase de movimiento clavó sus ojos sobre el insecto, ejecutando una fuerte descarga contra el sistema nervioso de aquella araña, despedazándolo en solo un parpadeo sin mucho esfuerzo, dejando como espectáculo el retorcimiento de la arácnida -La vida es efímera y no me siento un ser omnipotente, pero si con la inteligencia suficiente como para tomar las oportunidades... Aniquilarla aquí mismo, luego ir a donde su sirvienta y seguirla hasta su hogar como usted mandó... Matarla y luego beber la sangre de su hija- sus palabras callaron y su ceño se frunció -Pero me insulta el hecho de que me crea tan primitivo como para mentir o siquiera desenvolverme como los seres inferiores de mi raza... Soy el depredador que yace sobre la cadena alimenticia, es cierto, sin embargo, aun entre nosotros hay clase y yo... Yo soy más inteligente que ese salvajismo-
De pronto tomó la mano de la señorita y al depositar un beso en su dorso añade -Mucho gusto, mi nombre es Achilles- dando por hecho que ese encuentro se reiniciaría desde cero, teniendo a ambos solos bajo la custodia del hermoso astro lunar.
-Descifrar- repitió al dibujar una sonrisa ladina en su rostro, aun manteniendo toda su atención en el perfecto marco escénico nocturno -Insinúa que tratará de descifrar más de tres mil años de existencia en tanto solo una noche... Audaz, pero estúpido- giró su cuerpo y observo de nuevo a la mujer, sus ojos que fungieron como ventanas hacia su alma le brindaron la oportunidad de ahondarse en sus miedos y entonces rescatar un detalle singular...
-Dos acontecimientos tan duros en su vida han marcado fuertemente a la mujer de hoy, admiro la fortaleza de seguir en el mundo pero eso y su audacia no le salvarían de otro de mi clase con menos inteligencia- Mantuvo la curva en su boca y entonces decidió añadir con toda calma -Es un libro abierto para mí. Leo su pasado, percibo su presente y no necesito poderes como los suyos para adelantar el futuro...- dejó salir un suspiro y entonces observó como una pequeña araña se interpone entre los dos protagonistas, caminando por el borde de la terraza -De tener la idea de hacerle daño a usted créame que no tendría como opción mentirle pues sería tan sencillo acabar con su existencia-
El silencio se apoderó y sin ninguna clase de movimiento clavó sus ojos sobre el insecto, ejecutando una fuerte descarga contra el sistema nervioso de aquella araña, despedazándolo en solo un parpadeo sin mucho esfuerzo, dejando como espectáculo el retorcimiento de la arácnida -La vida es efímera y no me siento un ser omnipotente, pero si con la inteligencia suficiente como para tomar las oportunidades... Aniquilarla aquí mismo, luego ir a donde su sirvienta y seguirla hasta su hogar como usted mandó... Matarla y luego beber la sangre de su hija- sus palabras callaron y su ceño se frunció -Pero me insulta el hecho de que me crea tan primitivo como para mentir o siquiera desenvolverme como los seres inferiores de mi raza... Soy el depredador que yace sobre la cadena alimenticia, es cierto, sin embargo, aun entre nosotros hay clase y yo... Yo soy más inteligente que ese salvajismo-
De pronto tomó la mano de la señorita y al depositar un beso en su dorso añade -Mucho gusto, mi nombre es Achilles- dando por hecho que ese encuentro se reiniciaría desde cero, teniendo a ambos solos bajo la custodia del hermoso astro lunar.
Achilles- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/08/2014
Localización : París, Francia
Re: || Toma mi mano, te invito a la oscura sabiduría || Privado
«No mires demasiado a este, Dauphine. Conoce sus herramientas.» se dijo la bruja al tiempo que el inmortal terminaba por presentarse a medias. El truco para sobrevivir a un vampiro, al menos mentalmente, era no discutirle. Por eso asintió, mansa como no lo era en absoluto, porque se gobernaba a sí misma. La bruja estudiaba diariamente sobre los vampiros y los efectos de su sangre, empapándose con conocimientos antiguos y actuales. Incluso ahora que examinaba más de cerca el rostro de Achilles lo estaba investigando, a él y a su especie. Estas criaturas inmortales eran tan poderosas que se pensaban perfecta, ignorando que derivaban, para bien o para mal, de los seres humanos, predecibles e imperfectos. Por lo tanto, lo que proviniera de ellos no podía ser sino imperfecto.
—Dauphine Sorcière. Es un verdadero honor. —se introdujo sin dejar de hilar su reflexión.
Lo perfecto sólo podía provenir de la perfección. Pero eso muy pocos inmortales lo sabían. Si hasta había mortales que se pensaban la perfección hecha persona y no lo harían los eternos devoradores de almas. No obstante, aquello no quitaba que Achilles fuese una máquina de matar con sonrisa de galán de salón incluida. Tenía que tener cuidado con él, mucho cuidado. Un hechicero más joven y temeroso se hubiese retirado, pero Dauphine, que era más experimentada, sabía que había una sola cosa peor que ver de frente a tu depredador: no verlo en absoluto.
—Por supuesto que no subestimaría su inteligencia, mi señor Achilles que misteriosamente ha decidido resguardar su apellido, si es que todavía lo recuerda. O quizás nunca fue importante de donde usted viene, sea cual sea su cuna. Tiene una mezcla muy interesante en los matices de su voz. Su acento se oye como si el viejo continente no guardara sorpresas para usted, y qué buena noticia. Ver que nada lo ha maravillado lo suficiente en los rincones de la tierra vista hace que sienta más a gusto estas raíces que me mantienen atada a París.
Ganaba tiempo para saber cómo actuar frente al vampiro. Sin que Achilles se lo propusiera, le estaba dando información valiosa. Lo más relevante fue que, probablemente de confiado, erró en la identidad de quien la acompañaba. Era un niño, no una niña quien había ingresado al teatro junto a su institutriz. Y no era su hijo, sino su sobrino. Bien.
—¿Lo ha insultado en demasía mis cuidados? —comenzó a caminar lentamente alrededor de él, como si lo estuviera admirando. Él era el centro de atención; ése era el mensaje que ella le quería transmitir— Espero que no lo malinterprete. Sería estúpido, como usted ha señalado anteriormente, intentar adelantarse a un vampiro. He conocido varios educados, otros sádicos. Es tan inusual como grato toparse con uno cuya educación parece recoger su sadismo.
—Dauphine Sorcière. Es un verdadero honor. —se introdujo sin dejar de hilar su reflexión.
Lo perfecto sólo podía provenir de la perfección. Pero eso muy pocos inmortales lo sabían. Si hasta había mortales que se pensaban la perfección hecha persona y no lo harían los eternos devoradores de almas. No obstante, aquello no quitaba que Achilles fuese una máquina de matar con sonrisa de galán de salón incluida. Tenía que tener cuidado con él, mucho cuidado. Un hechicero más joven y temeroso se hubiese retirado, pero Dauphine, que era más experimentada, sabía que había una sola cosa peor que ver de frente a tu depredador: no verlo en absoluto.
—Por supuesto que no subestimaría su inteligencia, mi señor Achilles que misteriosamente ha decidido resguardar su apellido, si es que todavía lo recuerda. O quizás nunca fue importante de donde usted viene, sea cual sea su cuna. Tiene una mezcla muy interesante en los matices de su voz. Su acento se oye como si el viejo continente no guardara sorpresas para usted, y qué buena noticia. Ver que nada lo ha maravillado lo suficiente en los rincones de la tierra vista hace que sienta más a gusto estas raíces que me mantienen atada a París.
Ganaba tiempo para saber cómo actuar frente al vampiro. Sin que Achilles se lo propusiera, le estaba dando información valiosa. Lo más relevante fue que, probablemente de confiado, erró en la identidad de quien la acompañaba. Era un niño, no una niña quien había ingresado al teatro junto a su institutriz. Y no era su hijo, sino su sobrino. Bien.
—¿Lo ha insultado en demasía mis cuidados? —comenzó a caminar lentamente alrededor de él, como si lo estuviera admirando. Él era el centro de atención; ése era el mensaje que ella le quería transmitir— Espero que no lo malinterprete. Sería estúpido, como usted ha señalado anteriormente, intentar adelantarse a un vampiro. He conocido varios educados, otros sádicos. Es tan inusual como grato toparse con uno cuya educación parece recoger su sadismo.
Dauphine "Fiura" Sorcière- Hechicero Clase Media
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Re: || Toma mi mano, te invito a la oscura sabiduría || Privado
-Oh! no... Usted se equivoca en lo absoluto- Musitó el inmortal, quien mantenía sus ojos grises fuertemente puestos en la bella mujer, empezando así a mostrarse un poco menos tenso y manejando perfectamente sus emociones -Si hay algo que me embriaga de curiosidad y asombro son de hecho ustedes... Los humanos- entonces camina hacia el borde de aquella terraza, admirando la vista hacia la hermosa ciudad del amor, empezando a indagar en sus pensamientos.
De pronto la hechicera se enfoca en él, le empieza a rodear como si fuese una pintura o una escultura a la cuál ha ido exclusivamente a ver. Qué ingenuidad -No, no me ha insultado lo suficiente pues de ser así ya me hubiese ido- dice de manera tajante, casi tan seguro como educado haciendo una extraña combinación de ambos polos -Porque no la hubiese matado, de hecho usted no es la clase de sangre que bebo y mucho menos la de los niños- sonríe y se voltea, quedando frente a frente a la mujer -Sus cuidados y precauciones no están de más, inclusive las entiendo y hasta comparto-
El trajeado gira su rostro hacia la Luna, entonces admirando al bello Astro empieza a analizar un par de ideas en su cabeza, las cuales no tarda en compartir -Mi apellido no está ausente porque así lo desee, de hecho, solo tengo el nombre de Achilles y ni siquiera me pertenece pues alguien me lo otorgó... Puede que usted conozca muchos de mi clase educados y sádicos, pero dígame, ¿alguna vez ha conocido a uno que tenga su intelecto por encima de cualquiera de los de ese tipo? Lo dudo- retóricamente se respondió y entonces vuelve a ver a la fémina.
-Por favor, no me adule llamándome Señor Achilles, no soy la perfección. Soy un ser inmortal, el depredador que está a la cabeza de la cadena alimenticia... Pero no dejo de ser un ser totalmente plano, sin mucho interés, al menos no como ustedes los humanos, insisto-
De pronto la hechicera se enfoca en él, le empieza a rodear como si fuese una pintura o una escultura a la cuál ha ido exclusivamente a ver. Qué ingenuidad -No, no me ha insultado lo suficiente pues de ser así ya me hubiese ido- dice de manera tajante, casi tan seguro como educado haciendo una extraña combinación de ambos polos -Porque no la hubiese matado, de hecho usted no es la clase de sangre que bebo y mucho menos la de los niños- sonríe y se voltea, quedando frente a frente a la mujer -Sus cuidados y precauciones no están de más, inclusive las entiendo y hasta comparto-
El trajeado gira su rostro hacia la Luna, entonces admirando al bello Astro empieza a analizar un par de ideas en su cabeza, las cuales no tarda en compartir -Mi apellido no está ausente porque así lo desee, de hecho, solo tengo el nombre de Achilles y ni siquiera me pertenece pues alguien me lo otorgó... Puede que usted conozca muchos de mi clase educados y sádicos, pero dígame, ¿alguna vez ha conocido a uno que tenga su intelecto por encima de cualquiera de los de ese tipo? Lo dudo- retóricamente se respondió y entonces vuelve a ver a la fémina.
-Por favor, no me adule llamándome Señor Achilles, no soy la perfección. Soy un ser inmortal, el depredador que está a la cabeza de la cadena alimenticia... Pero no dejo de ser un ser totalmente plano, sin mucho interés, al menos no como ustedes los humanos, insisto-
Achilles- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 104
Fecha de inscripción : 16/08/2014
Localización : París, Francia
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