Magia oscura [Privado]

por **Clarence Mackay** Sáb Mayo 07, 2016 6:22 pm

La magia lo había llamado, no existía otra manera de explicarlo ya que simplemente un día al pasar cerca de aquella florería sintió el poder emanar de ella, un poder que de una u otra manera debía poseer a cualquier costo. Clarence comenzó entonces a vigilar aquella florería pero sobre todo, el pequeño apartamento encima de ella, ese del que fluía la magia y en el cual vivía una hechicera que trabajaba arduamente hecho que favorecía al brujo, pues la mujer, rara la vez se encontraba mucho tiempo en su hogar alimentando así la idea de Clarence de hacerse del libro mediante el hurto. Robar no era algo que el escoses hiciera de manera regular, sin embargo, cuando se trataba de magia y el poder que esta ofrecía no podía resistirse; en especial considerando lo que quería llevar a cabo a largo plazo, aquello que era un secreto hasta para sus más cercanos.

Pensando entonces únicamente en lo que podría adquirir, Clarence espero prudencialmente un par de días después de investigar a la hechicera habitante del departamento para por la noche, escabullirse dentro del lugar aquel haciendo uso de sus habilidades mágicas. El departamento aunque pequeño era sumamente acogedor y el aura mágica de su habitante fluía por todos los rincones de aquel lugar, impidiendo que el brujo descubriera la ubicación del artefacto mágico que en un inicio lo hubiera llamado.
– ¿Dónde estas? – se preguntaba a si mismo, avanzando entre la casita aquella, moviendo las decoraciones, revisando todos los cajones que se encontraba, frustrándose más y más al ver sus intentos de encontrar la magia frustrados. ¿Qué necesitaba hacer para dar con aquel poder que tanto necesitaba? Requería dar con la fuente del poder de manera urgente pues cada segundo que pasaba dentro de la casa, era un segundo que la hechicera se encontraba más cerca de llegar y descubrirlo – Por favor, solo necesito darte una ojeada – imploraba de cierta manera a la magia porque le brindara la oportunidad de descubrirla, aunque claro, una vez que la hallara, no pensaba dejarle nunca más.

por **Lavern Connolly** Dom Mayo 15, 2016 12:39 am

Aquella mañana trabajaba en el hostal. Había logrado mantener aquel trabajo en el tiempo, por lo que estaba contenta y siempre hacía lo que podía por mejorarse día a día. Estaba animosa, pensaba en salir con su acordeón luego de su trabajo, o quizás pasar tiempo con Autumn, a quien adoraba y cuidaba con dedicación. Aunque, de forma repentina, sus ánimos se le fueron. Algo dentro de ella le hizo sentir de que algo no andaba bien, de que debía volver a casa, de que el lugar en el que estaba no eran donde le necesitaban. Podría llamarlo instinto, sexto sentido, lo que fuera, pero era una sensación que no se le iba y que decidió escuchar. Se excusó con su jefe diciendo que se sentía enferma y, con un poco de cambiar su apariencia, se hizo ver más pálida y con ojeras, por lo que le creyeron y la dejaron ir a casa.

Hizo todo lo posible de llegar a su hogar cuanto antes, por lo que cuando se adentró a la florería de la señora Judith, se veía agitada. “Niña, creí que estabas en casa, con todo e alboroto que se siente arriba”, le comentó su arrendataria, lo cual le preocupó, pero hizo lo posible por no mostrarlo.- Debe ser Autumn bailando, ¿la ha visto hoy? -Preguntó intentando calmarse, más cuando la anciana le negó con la cabeza, se disculpó de su presencia y subió las escaleras con rapidez. Al llegar arriba se encontró con la puerta de su departamento abierta e inmediatamente un escalofrío le recorrió la espina dorsal.- Autumn… -Susurró asustada, entrando casi tan rápido como sus pasos se lo permitían, observando hacia todos lados y espantándose con el desorden.- ¡Autumn! -Llamó alzando la voz, adentrándose a la habitación principal, donde no se encontró a su pequeña pupila, sino que a un completo desconocido.

Se quedó blanca y plasmada unos segundos, más al recorrer el lugar con los ojos, pudo comprobar que Autumn no estaba en casa, por lo que aquello la hizo sentir más tranquila y le permitió reaccionar ante aquel hechicero entrometido.- ¡¿Quién eres?! ¡¿Qué es lo que buscas?! -Alzó la voz amenazante, bloqueándole la salida para que no escapara sin primero contestarle honestamente. Ella no era alguien violenta, pero cuando se trataba de proteger sus polluelos y su propia vida, era una fiera leona. Su enfado y su mente estaban tan alborotados que, mientras se quedaba allí de pie enfurecida, sus cabellos comenzaron a tornarse ligeramente rojizos con lentitud. La magia dentro de ella estaba manifestándose, haciendo cambiar su aura a uno más hostil y poderoso, pues en momentos como ese, sus años de entrenamiento daban frutos.

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