Festival de verano (libre)

por **Auguste October De Rais** Mar Ene 20, 2015 7:55 pm

Cuando crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías. Si eres un buen guerrero, no te culparás por ello, pero tampoco dejarás que tus errores se repitan.

El eco del rumor de las voces de todos aquellos que se reunían en el gran jardín de aquel recinto flotaba en el aire. Numerosas voces pertenecientes a jóvenes y ancianos dispuestos a satisfacer su curiosidad por aquel edificio lujoso y destinado, nada más y nada menos, que a la formación de jóvenes músicos. Algunos decían que grandes maestros de las artes habían sido convocados por la dueña de aquel lugar, una joven de alta clase capaz de llegar a los corazones de aquellos que lo miraban con tan solo una mirada de sus ojos marrones. Los rumores decían que ella se movía entre los invitados, haciendo que todos encontraran su lugar en aquel festival creado para presentar a todos aquellos estudiantes a la sociedad. Él sabía, al igual que los demás, que muchos de ellos serían los nuevos talentos que llenarían las salas de los teatros, la crème de la crème en ritmo y armonía.

A pesar de que la mayoría de los asistentes eran de alta clase, luciendo sus vestidos vaporosos de algún modista conocido; otros eran meros burgueses. Personas que trabajaban mucho para poder mezclarse entre aquellos que gozaban de una posición privilegiada por la suma de generaciones de ricos. Personas que solo se dedicaban a dilapidar su fortuna como mejor podía y sabía, a no ser de que pertenecieran a esa escasa clase de ricos que realmente quería trabajar para aumentar sus arcas, llegando a mancharse las manos sólo por asegurarse de que el trabajo se hiciera bien, según sus instrucciones.

Había asistido para olvidar todas sus preocupaciones. Nacido en una familia constituida por jóvenes ricos y excéntricos, él poseía una fachada que rezumaba oro y sofisticación. Tenía ese aura que hedía a sangre azul incluso aunque no tuviera un cargo real. Lo único que le faltaba era un amplio número de monedas que respaldaran su estilo de vida y clase social. Así que vivía con una máscara constantemente colocada; era como la cenicienta. Salvo que cuando llegaban las 12, él abandonaba sus prendas lujosas y se convertía en un cortesano a disposición de la mujer u hombre que pudiera ser capaz de pagar la cuantía que exigía tenerlo en su cama, dándole lo suficiente para pagar las deudas de su padre y mantener esa fachada que le exigía, pagar salarios a todos sus sirvientes, la ropa lujosa y numerosas fiestas ante aquellos que realmente lo creían el "hombre perfecto". Si solo ellos supieran la verdad....

por **Nylessa Ritum** Miér Ene 21, 2015 3:29 pm

Días atrás se había enterado del próximo festival cuyo lugar de celebración sería el conservatorio de música más conocido de la ciudad. Algo en el interior de la muchacha le decía que estaría bien asistir, tenía curiosidad por encontrarse con músicos como ella. Llevaba mucho tiempo sin compartir gustos en lo referente a ese tema, tal vez demasiado. Se había acostumbrado ya tanto a sus clases, y a esa media doble vida que llevaba siendo a la vez cazadora, que apenas se había percatado de lo apartada que se encontraba socialmente.
Pero no era de extrañar, muchos de la ciudad afirmarían sin duda alguna que fue ella la que se buscó que la trataran como si tuviera la peste, ya que fue la que eligió ir en contra de las ''reglas'' establecidas por quien quiera que fuese y quien no le interesaba conocer en absoluto.

En su escuela uno de sus alumnos, el cual iba de forma ''secreta'' ya que aunque le gustara el sitio sus padres no podían permitirse el lujo de dejar que se mezclara con la muchacha, le pidió aquella misma tarde que asistiera junto a él. Tenía tanta ilusión en los ojos que fue incapaz de decirle que no; y tal vez, sólo tal vez, también fue incapaz porque en el fondo se moría de ganas por ir.

- Puedes ponerte este vestido, es decir... -El joven se aclaró la voz antes de que su profesora pudiera replicar-, no digo que no tengas vestidos bonitos, pero este te irá mejor -Y lo cierto es que tenía razón, porque en cuanto se lo entregó en mano y le quitó de encima la sábana en la que estaba envuelto, reveló un vestido verde con mucho potencial.

Él que ya estaba vestido (al parecer no había tenido dudas sobre que Nylessa fuera a aceptar), solo tuvo que esperar a que la muchacha se arreglara. En apenas una media hora pasó a convertirse en lo que realmente era, y con el aspecto que realmente corresponde a su clase social: ese vestido de escote redondo dejaba sus hombros al descubierto, realzaba su figura y combinaba con un recogido junto a unos cuantos mechones sueltos. No le hacían falta joyas, la vestimenta ya decía mucho.

Apenas si tardaron un rato en presentarse a las puertas del conservatorio. El corazón de la muchacha se sentía tan nervioso que podía notar cómo latía en su pecho a gran velocidad. Y lo cierto es que algunas de las personas que se encontraban en la puerta la reconocieron, pero fueron tan pocas que lograron entrar sin ningún tipo de incidente. Nadie esperaría verla de aquella forma.
La última vez que había estado allí apenas era una niña, por lo que notó cierto cambio en el edificio, pero cuando vino a dejar de observar a su alrededor, se dio cuenta de que su alumno había desaparecido.

Por un momento estuvo a punto de pronunciar el nombre del joven, menor aún, motivo por el cual se preocupaba cada vez más, pero no quería llamar la atención más de lo necesario, así que intentó seguir pasando desapercibida mientras le buscaba con la mirada entre los asistentes.

por **Auguste October De Rais** Vie Mar 13, 2015 12:03 am

púrpura que acaba en nieve,
nieve que acaba en el aire...
¡nada entre tanto combate!

El rumor de las voces de todos los invitados se unían al suave vaivén de los instrumentos que comenzaban a tocar algo ligero, avisando a todos aquellos que deseasen tomar asiento para ver el espectáculo, que acudieran antes de que tuviesen que quedar de pie. Así que, notando el número de invitados y de asientos, Auguste acudió junto a los demás situándose en la parte trasera de los asientos, jugando su perfecto papel de joven educado.

Como era de esperarse de alguien como él, acostumbrado a ser nombrado como uno de los caballeros más influyentes por su bien estar, numerosas mujeres mayores acudieron en grupo junto a él, para que las ayudara a tomar asiento. Así que, con una sonrisa, las escoltó a todas, paseándose entre aquella nube de fuertes perfumes mareándolo lo suficiente como para acelerar ligeramente el paso y poder llegar antes a aquellas butacas colocadas en medio del jardín, con unas cintas que las decoraban, llenando el espacio de flores.

No pudo evitar pensar que la elección de aquellas flores que adornaban los asientos, eran casi como el ramo que elegiría cualquier adolescente para el día de su boda. Fresias, lavanda y rosas. Un conjunto ligero y encantador. Pura inocencia.

- Mis señoras, lamento verme privado de su compañía en esta velada.- Dijo con una voz cálida y ronca aún por los gritos que había ofrecido en la cama de una de aquellas mujeres que lo habían contratado. No le gustaba saberse “desgastado” por su “ trabajo”, pero no podía dejar de asistir a un evento importante en la temporada. De lo contrario, todos comenzarían a preguntarse el porqué de su ausencia. O, peor, podría ofender a alguno de los inversores que necesitaba para realizar sus negocios.

Se despidió de las mujeres como si fueran jovencitas y no un grupo de viudas acaudaladas y solteronas, que sólo podían consolarse con la compañía de los jóvenes bajo la excusa de una vejez que le impedía moverse con facilidad. Aquellas mujeres eran tan astutas como las jovencitas que deseaban cazar un esposo.

Se colocó detrás de los últimos asientos y tomó una de las copas de champagne que ofrecía uno de los numerosos camareros, jóvenes enmascarados que se deslizaban con bandejas de copas llenas para que nadie que tuviera sed sintiese su garganta seca. Sabía que algunas mujeres esta noche estarían hablando entre ellas sobre él, la Fleur Du Mal. Ya que, pronto, la mujer que pagaba por su compañía, se casaría. Así que no era un secreto que ella estaba buscando a alguien lo suficiente rico como para pagar por él. Era una cuestión de negocios secretos. ¿ Y quién mejor que una mujer para guardar un secreto como lo que era él?.

Se llevó la copa a los labios para deslizar el contenido de su copa en el interior de su boca. El sabor refrescante y burbujeante del alcohol lo acogió como si fuera un abrazo familiar. Lo que le gustaba de aquella bebida, era que, independientemente de la situación, siempre parecía encajar. Casi como él. Un agradable comodín para cualquier ocasión.

Los jóvenes que estaban a su lado parecían divertidos comentando algo sobre apuestas ilegales, uno de los pasatiempos a los que sus amistades parecían haberle cogido interés, pero él evitaba cualquier tipo de lazo con tales juegos de azar. Y no era por miedo a perder, sino que aquello le recordaba al desgraciado de su padre, y no deseaba pensar en él más de lo que era estrictamente necesario. Como era de suponer, a alguno se le ocurrió empujar al otro en medio de una broma, así que, como respuesta, el otro joven respondió a la ofensa con un empujon más fuerte.

Tal comportamiento insustancial, causó lo que se temía cuando habían iniciado los empujones. En medio de la contienda, uno de los muchachos golpeó con su espalda a una de las mujeres que acudía al evento, arrojándola irremediablemente contra él, al ser el más cercano al grupo. Como acto reflejo, la rodeó con uno de sus brazos, refugiándola contra su pecho para evitar que sufriera daño alguno.

- ¿Se encuentra bien madame? – Preguntó a la mujer, mientras sus ojos se fijaban en los jóvenes y les daba una de esas miradas capaces de congelar a todos aquellos que cruzaban la línea de lo irracional.

- Tal comportamiento deplorable e irracional.- Murmuró mientras los hombres huían en estampida dando unas disculpas escasas, sabiendo que Auguste se había batido en duelos de honor por mujeres indefensas. Aunque, evidentemente, eso no era cierto. Solo eran rumores extendidos por su pose de príncipe azul.

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