Encuentro productivo // Privado

por **Thierry Dominique** Miér Ene 21, 2015 10:26 pm

Los ojos de su mirada, los mismos que lo analizaron por la mañana. Su hija, la hermosa Vivianè que mostraba siempre un brillo de astucia en esos orbes que no hacían más que recordarle Aniel. La misma rutina, ella tomando el desayuno y él caminando hacía la puerta, se contemplaban y creaban un silencio, no había expresiones físicas ni mucho menos palabras, era como si padre e hija fueran total desconocidos o quizás enemigos buscando el momento preciso para atacar al rival. Como quiera que se interpretara esa relación, algo bien podía ser cierto, no había cariño. Cogió el primer coche y anteponiendo su elegante bastón subió dando la instrucción al cochero. Giró la vista a su casa y ahí en la ventana, como siempre, estaba su hija. Ella lo despedía con el movimiento de su pequeña mano y él contestaba con una sonrisa, luego, la hipocresía terminaba, ella regresaba a sus labores y Thierry marchaba al trabajo.

Aquel fue un día especial, o al menos sabía que lo sería. No recibiría a nadie, a nadie a excepción de la señorita Saavedra. De ella poco sabía, de hecho su interés era el bolsillo de su padre o para ser más preciso las rutas comerciales con la Nueva España. Thierry no solamente era famoso por su trabajo, sino también poseía poder político y social, además de una gran fortuna y varias propiedades en Londres y colonias africanas. Un negocio con los Saavedra no podía más que beneficiarle. Así pues, llegó con una sonrisa al despacho, estaba un poco desordenado por lo que se dedicó a poner todo con mucha minuciosidad en su lugar. Todo, incluso la estatuilla que le dio su ex esposa y el cuadro que Vivianè pintara para él cuando tenía seis años, cuando amaba a sus dos chicas.

Para terminar guardó la botella de whisky que contenía menos de la mitad de su contenido original en el primer cajón y guardó los cigarrillos en el pantalón negro que hacía juego con su saco a tres botones. Estaba listo, con su discurso preparado y sus zapatos de satín bien lustrados. Thierry se sentó sobre el escritorio, cruzó la vista y observó la puerta con detenimiento. Pronto, sacó un cigarro, mas antes de que lo encendiera golpearon la puerta; él sonrió pero no atendió al primer llamado, esperó el segundo golpeteo y cuando éste llego caminó a las ventanas asegurándose de que las cortinas cafés estuvieran perfectamente cerradas, lo que sea que se fuera a tratar con la señorita Saavedra no saldría de su oficina. Llegó el tercer golpeo en su puerta y finalmente abrió.

Ahí estaba ella, una mujer que superó las expectativas de Thierry, era hermosa; entonces y antes de invitarla a pasar recordó que en ningún instante se preguntó en la apariencia de ella, no se preocupó en si sería bella o no, empero, ahora que lo sabía procuraría no dejarse llevar por esa apariencia. —Disculpe haberla hecho esperar tanto tiempo, pero por favor pase y póngase cómoda— dijo y con su mano acompañó sus palabras, cuando ella entró cerró la puerta y se apresuró a caminar hasta su escritorio. —Es un verdadero placer, ¿cómo está su padre?— dijo aunque ya conocía la respuesta. —Déjeme invitarle algo— propuso mientras caminaba al pequeño bar. —¿Brandi?, ¿vodka?, ¿whisky? o quizás sólo agua— se volteó a ella con una sonrisa y un vaso vacío.

por **Ainoa Saavedra** Miér Ene 21, 2015 11:16 pm

Esa fue una mañana común y corriente, pero sabia que todo cambiaría, nunca había asistido sin su padre a una reunión de negocios, se apuraba para poder salir del hotel a tiempo y llegar a su cita con el Sr Thierry. Mientras se ponía el vestido lila de seda y el conjunto de plata que su padre le había regalado en su reencuentro, recordaba su ultima discusión con su madre, y cada ves estaba mas ansiosa, no quería fallarle a su padre, ya que el y el Sr Thierry hacia meses que trabajaban juntos y consideraba ese negocio como uno de los mas importantes en la familia. Cuando subio al carro sintió una gran nostalgia, y con forme me acercaba a su destino no podía dejar de pensar en su ultimo viaje. Al llegar a la oficina del Sr Thierry, espero un poco para que este la recibiera, de se pero un poco y le toco la puerta, al momento de pasar quedo congelada, había imaginado que seria mayor, y lo noto un poco interesado en ella. Ella solo pidio agua, no quería distraerse, ya que tenia un problema financiero y ella no sabía como manejarlo, y el único que podía ayudarle seria el.

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