AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Imprudencias || Privé
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Imprudencias || Privé
Aquella mañana estaba decidida a buscar algo que hacer, el estar encerrada en la casa no era mi principal fascinación y menos a causa de esa supuesta “enfermedad” que madre mencionaba a cada minuto.
A lo mejor madre tenía razón y si estaba enferma pero no me sentía muy cómoda con un hombre más porque son tan superfluos, quería aventura, ver el mundo por mis propios ojos, experimentar todo en esta vida no quiero salir de un encierro para entrar a otro, por eso aquella mañana me visto con uno de los vestidos de mis propias criadas, en secreto salgo por las calles hasta llegar a una mansión, está abandonada al parecer.
Ingresa, haciendo sonar las rendija de la entrada, se oye chillona de lo vieja que está, lentamente voy dando pasos con cautela hasta la entrada, toco la puerta tres veces y se abre mágicamente, no parecía ser tan sombría al contrario por dentro era muy lujosa, llena de excentricidades con espejos por todos lados, un candelabro inmenso en la entrada y un florero con flores frescas en el centro bajo aquel candil; todo estaba limpio y pulcro, aun con más cautela avanzo hasta llegar a una puerta de aquel salón. Una biblioteca, grandes puertas con dibujos tallados en mármol que rezaban “he aquí la puerta al infierno”, empuje y cuando vi, todo estaba lleno de libros hasta en el suelo habían apilados libros.
Como un ratón me fui directo al queso, a los libros leyendo uno a uno, cada nuevo que tomaba era aún más interesante que el anterior, tan metida en la lectura que no me percate del tiempo que había transcurrido y la noche me alcanzó, tuve algo de miedo pero lo que hice fue quedarme ahí al menos nadie estaría. O eso creía yo. Cuando de pronto las luces de toda la mansión se encendieron en segundos, en secuencia. Me alarme por ello pero dejé el miedo aun lado para salir de mi refugio de letras.
El salón estaba todo iluminad y una melodía suave se podía escuchar. —Hola— susurro con un tono de pregunta, mirando a todos lados si había alguien pero no, no veía a nadie aun.
Quizás aquel dueño de la morada tan bella, estaría solo que a lo mejor había ido de viaje y ahora regresaba y no le gustaría que estuviera ahí una intrusa.
“Estas enferma, el no querer un esposo te hace estar loca, y por los clavos de cristo que tendrás un esposo que te quite esa enfermedad”
A lo mejor madre tenía razón y si estaba enferma pero no me sentía muy cómoda con un hombre más porque son tan superfluos, quería aventura, ver el mundo por mis propios ojos, experimentar todo en esta vida no quiero salir de un encierro para entrar a otro, por eso aquella mañana me visto con uno de los vestidos de mis propias criadas, en secreto salgo por las calles hasta llegar a una mansión, está abandonada al parecer.
Ingresa, haciendo sonar las rendija de la entrada, se oye chillona de lo vieja que está, lentamente voy dando pasos con cautela hasta la entrada, toco la puerta tres veces y se abre mágicamente, no parecía ser tan sombría al contrario por dentro era muy lujosa, llena de excentricidades con espejos por todos lados, un candelabro inmenso en la entrada y un florero con flores frescas en el centro bajo aquel candil; todo estaba limpio y pulcro, aun con más cautela avanzo hasta llegar a una puerta de aquel salón. Una biblioteca, grandes puertas con dibujos tallados en mármol que rezaban “he aquí la puerta al infierno”, empuje y cuando vi, todo estaba lleno de libros hasta en el suelo habían apilados libros.
Esa era mi condena.
Como un ratón me fui directo al queso, a los libros leyendo uno a uno, cada nuevo que tomaba era aún más interesante que el anterior, tan metida en la lectura que no me percate del tiempo que había transcurrido y la noche me alcanzó, tuve algo de miedo pero lo que hice fue quedarme ahí al menos nadie estaría. O eso creía yo. Cuando de pronto las luces de toda la mansión se encendieron en segundos, en secuencia. Me alarme por ello pero dejé el miedo aun lado para salir de mi refugio de letras.
El salón estaba todo iluminad y una melodía suave se podía escuchar. —Hola— susurro con un tono de pregunta, mirando a todos lados si había alguien pero no, no veía a nadie aun.
Quizás aquel dueño de la morada tan bella, estaría solo que a lo mejor había ido de viaje y ahora regresaba y no le gustaría que estuviera ahí una intrusa.
Invitado- Invitado
Re: Imprudencias || Privé
Habían dicho que la llevarían de vuelta a su hogar y así lo hicieron.
Termino por estar quieta en un lugar mientras veía desangrar el cuerpo de una mortal sin ni siquiera inmutarse, Sin ni siquiera dejarse llevar por la culpa, pero ahora era hora de pasar a la otra parte de la realidad, demostrar que no tenía más necesidad de estar ahí y de volver a estar en su hogar. Echaba de menos el olor a incienso que había por toda su mansión. Hacía tanto tiempo que no estaba en su casa. Hacía tiempo que había olvidado el tacto de las sabanas de su cama aunque esperaba que sus sirvientas estuvieran cuidando de la casa en su ausencia, si no era así, les tenía preparada una buena zurra.
En fin.
Estaba aburrida en el viaje, siempre ir en un carruaje cubierto por doquier como si este fuera una jaula de hierro dispuesta a llevarla a la muerte o a su hora final, pero es que en realidad, no podía, ella era un ser de la noche aunque en verdad la habían maldecido con esta maldición desde hace varias décadas, varios años atrás ella era una muchacha pobre, que casi llegaba a fin de mes pero que por cosas del destino, se encontró con su mejor amigo de la infancia y este enseguida, en un ataque de necesidad, se alimentó de ella, dejándola al borde de la muerte, situándola cerca para morir pero enseguida se convirtió en lo que ahora era. Un vampiro muy codicioso, perfeccionista y la mayoría de las veces salta con mal carácter.
Las noches aparecieron eternamente, ya no recordaba lo que el día era en sí, o de que tipo era o si el sol aun calentaba tu piel al pasear bajo los rayos de sol. Aquello para ella era mortal, moriría al instante si se dejase ver a la luz del sol. Echaba de menos la sensación cálida en su piel, la sensación de tener que cubrirse con su parasol, ahora no tendría por qué hacer tal ridiculez siendo de noche, sería algo raro de ver, algo confuso para los demás. Esa era la parte que odiaba de sí misma, el no poder hacer nada más porque el sol era ahora el enemigo que siempre odiaría o hasta que este mismo la hiciera desvanecer de una sola aparición.
Pudo ver la nada en sus sueños cuando dormía para matar el tiempo en el carruaje. Escucho a un niño que correteaba por los campos, que le preguntaba la hora a su madre y aquella mujer dijo que eran más de las seis de la tarde. Entonces el cochero le dijo que estaban a punto de entrar a Paris. Bien, por fin habían llegado después de tantos movimientos del carruaje. Estaría removida y andaría en “S” de los tumbos en su cuerpo, pero hubo una parada inesperada que se solucionó pronto y enseguida, siendo las seis y media de la tarde pensó que la noche caería mucho más rápido y aparecería ante ella. El carruaje se paró debido al tráfico pero continuo lentamente, siguió y dos golpes de su cochero la avisaron que ya no había mas peligro.
Ágatha abriendo lentamente una de las cortinas, descubrió que la luz del sol era vaga, ya no calentaba y prácticamente, se sentía calmada sabiendo que no moriría de ser quemada. El cochero le dijo que estaban cerca de las puertas de su casa, ella estaba ya ansiosa por llegar, estaban cerca, si, lo presentía y cuando finalmente el cochero paro, empezó a oler a distancia el aroma de una mujer. Comenzó a oler y cuando ya por fin no había restos de luz alguna, siguió el olor hacia el interior de la casa. Siguió y siguió el camino hasta encontrarse a una mujer de cabellos rubios, en el interior de su enorme lugar privado. Se sentía ultrajada y en su rostro se veía molestia - ¿No sabes que aquí vive gente, pequeña? –Rápidamente, se acercó a la desconocida cogiéndola de los cabellos por atrás y arrodillándola sin delicadeza - ¿A qué has venido? ¡Contesta!
Termino por estar quieta en un lugar mientras veía desangrar el cuerpo de una mortal sin ni siquiera inmutarse, Sin ni siquiera dejarse llevar por la culpa, pero ahora era hora de pasar a la otra parte de la realidad, demostrar que no tenía más necesidad de estar ahí y de volver a estar en su hogar. Echaba de menos el olor a incienso que había por toda su mansión. Hacía tanto tiempo que no estaba en su casa. Hacía tiempo que había olvidado el tacto de las sabanas de su cama aunque esperaba que sus sirvientas estuvieran cuidando de la casa en su ausencia, si no era así, les tenía preparada una buena zurra.
En fin.
Estaba aburrida en el viaje, siempre ir en un carruaje cubierto por doquier como si este fuera una jaula de hierro dispuesta a llevarla a la muerte o a su hora final, pero es que en realidad, no podía, ella era un ser de la noche aunque en verdad la habían maldecido con esta maldición desde hace varias décadas, varios años atrás ella era una muchacha pobre, que casi llegaba a fin de mes pero que por cosas del destino, se encontró con su mejor amigo de la infancia y este enseguida, en un ataque de necesidad, se alimentó de ella, dejándola al borde de la muerte, situándola cerca para morir pero enseguida se convirtió en lo que ahora era. Un vampiro muy codicioso, perfeccionista y la mayoría de las veces salta con mal carácter.
Las noches aparecieron eternamente, ya no recordaba lo que el día era en sí, o de que tipo era o si el sol aun calentaba tu piel al pasear bajo los rayos de sol. Aquello para ella era mortal, moriría al instante si se dejase ver a la luz del sol. Echaba de menos la sensación cálida en su piel, la sensación de tener que cubrirse con su parasol, ahora no tendría por qué hacer tal ridiculez siendo de noche, sería algo raro de ver, algo confuso para los demás. Esa era la parte que odiaba de sí misma, el no poder hacer nada más porque el sol era ahora el enemigo que siempre odiaría o hasta que este mismo la hiciera desvanecer de una sola aparición.
Pudo ver la nada en sus sueños cuando dormía para matar el tiempo en el carruaje. Escucho a un niño que correteaba por los campos, que le preguntaba la hora a su madre y aquella mujer dijo que eran más de las seis de la tarde. Entonces el cochero le dijo que estaban a punto de entrar a Paris. Bien, por fin habían llegado después de tantos movimientos del carruaje. Estaría removida y andaría en “S” de los tumbos en su cuerpo, pero hubo una parada inesperada que se solucionó pronto y enseguida, siendo las seis y media de la tarde pensó que la noche caería mucho más rápido y aparecería ante ella. El carruaje se paró debido al tráfico pero continuo lentamente, siguió y dos golpes de su cochero la avisaron que ya no había mas peligro.
Ágatha abriendo lentamente una de las cortinas, descubrió que la luz del sol era vaga, ya no calentaba y prácticamente, se sentía calmada sabiendo que no moriría de ser quemada. El cochero le dijo que estaban cerca de las puertas de su casa, ella estaba ya ansiosa por llegar, estaban cerca, si, lo presentía y cuando finalmente el cochero paro, empezó a oler a distancia el aroma de una mujer. Comenzó a oler y cuando ya por fin no había restos de luz alguna, siguió el olor hacia el interior de la casa. Siguió y siguió el camino hasta encontrarse a una mujer de cabellos rubios, en el interior de su enorme lugar privado. Se sentía ultrajada y en su rostro se veía molestia - ¿No sabes que aquí vive gente, pequeña? –Rápidamente, se acercó a la desconocida cogiéndola de los cabellos por atrás y arrodillándola sin delicadeza - ¿A qué has venido? ¡Contesta!
Ágatha Dupont- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/05/2014
Re: Imprudencias || Privé
La melodía iba creciendo conforme mis pasos avanzaban por el lugar, trataba de que aquellos pasos fueran tan delicados como si de una pieza de ballet se tratase así al menos no oirían de mi intrusión, tragué en seco pues sentía que el corazón lo tenía atravesado en la garganta, me ensordecía el latido de mi propio ser por el temor que sentía, mi cabeza se llenaba de conjeturas absurdas y lógicas pero aun así muy en el fondo de este ratón asustadizo un poco de cordura había. Traté de tranquilizarme pero las piernas me temblaban al igual que las manos que corrieron un poco al cerrar la puerta de aquella biblioteca.
El salón, uno muy amplio, mucho más que el de mi hogar, es verdad que no éramos tan ostentosos y que siempre estábamos en las justas, andábamos muy apretados y los lugares en los que vivíamos no eran nuestros sino más bien de parientes que por temporada se encontraban en otro lugar del mapa, y eso era la presión que mi madre ejercía sobre mí, día y noche para que encontrase un buen partido porque, como ella decía:
¿Por qué vinieron esas palabras a mi mente?; negué siguiendo aquellas luces de velas todas fulgurantes —Este…Disculpe yo…— ahí quedó la frase cuando una ráfaga de viento azotó la estancia y un jalón fuerte a mi cabello me obligó a arrodillarme de la manera más cruel que podía ser, caí estrepitosamente y me obligue a apoyar las manos al suelo del dolor que sentí por tal golpe, las lágrimas amenazaron al salir y no las pude contener “que tonta y débil soy” me repetía en la mente irguiendo el cuerpo un poco pero sin moverme mucho. De rodillas me había puesto aquella persona y no me levantaría al menos hasta que me dejara de doler los huesos de aquel impacto.
Traté de gesticular palabra alguna pero las lágrimas no me dejaron, salían de mi sin mi permiso y no podía pararlas ya y fue ahí cuando me digne a levantar la vista hacia el propietario, o mejor dicho a la mujer que tenía en frente con aquel semblante de furia en sus ojos, me recordaba mucho a mi madre y mi nana de pequeña. Respiré aun con la imposibilidad de las lágrimas —Yo lo siento mucho mi señora, pensé que estaba deshabitada y yo…— la orden de “a que has venido” me partió cual rayo cuando toca la tierra, haciendo que me sobresaltara del susto —Yo…yo…— no salían las palabras ¿por qué?, estaba muy intimidada pero tenía que tomar valor y decir algo o me iría peor —Su biblioteca es una espléndida obra señora, lamento mucho no sabe cuánto el haber metido a su hogar, no sabía que era la dueña pensé sinceramente creí que no era de nadie y entré a echar un vistazo como, como lo desconocido que llama al aventurero y me perdí en la noción del tiempo al estar leyendo las obras que posee en su biblioteca— a pesar de los modales y las palabras finas que había escogido temía que ella no me creyera o que pensara que le quería robar, incluso cuando hablaba los labios me temblaban. Temor y pánico tenía porque aquella mujer podía enviar a que me encierren o me latigueen por mi intromisión y ni el apellido de mi padre me salvaría porque al parecer aquella mujer era alguien con mayor importancia y rango social.
El salón, uno muy amplio, mucho más que el de mi hogar, es verdad que no éramos tan ostentosos y que siempre estábamos en las justas, andábamos muy apretados y los lugares en los que vivíamos no eran nuestros sino más bien de parientes que por temporada se encontraban en otro lugar del mapa, y eso era la presión que mi madre ejercía sobre mí, día y noche para que encontrase un buen partido porque, como ella decía:
“La poco fortuna que tenemos no será para siempre”
¿Por qué vinieron esas palabras a mi mente?; negué siguiendo aquellas luces de velas todas fulgurantes —Este…Disculpe yo…— ahí quedó la frase cuando una ráfaga de viento azotó la estancia y un jalón fuerte a mi cabello me obligó a arrodillarme de la manera más cruel que podía ser, caí estrepitosamente y me obligue a apoyar las manos al suelo del dolor que sentí por tal golpe, las lágrimas amenazaron al salir y no las pude contener “que tonta y débil soy” me repetía en la mente irguiendo el cuerpo un poco pero sin moverme mucho. De rodillas me había puesto aquella persona y no me levantaría al menos hasta que me dejara de doler los huesos de aquel impacto.
Traté de gesticular palabra alguna pero las lágrimas no me dejaron, salían de mi sin mi permiso y no podía pararlas ya y fue ahí cuando me digne a levantar la vista hacia el propietario, o mejor dicho a la mujer que tenía en frente con aquel semblante de furia en sus ojos, me recordaba mucho a mi madre y mi nana de pequeña. Respiré aun con la imposibilidad de las lágrimas —Yo lo siento mucho mi señora, pensé que estaba deshabitada y yo…— la orden de “a que has venido” me partió cual rayo cuando toca la tierra, haciendo que me sobresaltara del susto —Yo…yo…— no salían las palabras ¿por qué?, estaba muy intimidada pero tenía que tomar valor y decir algo o me iría peor —Su biblioteca es una espléndida obra señora, lamento mucho no sabe cuánto el haber metido a su hogar, no sabía que era la dueña pensé sinceramente creí que no era de nadie y entré a echar un vistazo como, como lo desconocido que llama al aventurero y me perdí en la noción del tiempo al estar leyendo las obras que posee en su biblioteca— a pesar de los modales y las palabras finas que había escogido temía que ella no me creyera o que pensara que le quería robar, incluso cuando hablaba los labios me temblaban. Temor y pánico tenía porque aquella mujer podía enviar a que me encierren o me latigueen por mi intromisión y ni el apellido de mi padre me salvaría porque al parecer aquella mujer era alguien con mayor importancia y rango social.
Invitado- Invitado
Re: Imprudencias || Privé
Sin embargo después de escuchar a la pobre mujer indefensa suplicar, o escucharla como hablaba de su biblioteca aligero el agarre en esos cabellos para que los soltara de repente, llevo sus manos hacia el vestido de la muchacha para poder romperlo, pero pensó algo mejor. En lugar de romperle el vestido y dejarla en sus vergüenzas, ella misma volvió a cogerla de los cabellos, inclinándola hacia atrás y amenazándola con sus colmillos de vampiro - ¿Sabes cuál es el castigo por inmiscuirte en la propiedad ajena? – Con el canto de su uña, lentamente lo deslizaba por su escote, su clavícula enseñando un hilo carmesí que se metía en el canalillo de la joven – Te has metido en un buen lio y creo que debo castigarte seas quien seas –Tomo un listón de su muñeca y ato el cabello de la muchacha para que estuviera recogido, se lo puso hacia atrás, la giro a medias y Ágatha se colocó a horcajadas sobre esta, acabando por que estuvieran ambas una frente a la otra e inclino hacia atrás el cuerpo de la joven hacia atrás, sobre una gran pila de libros.
– Vas a sentir los cumplidos o más bien el castigo por haberte metido en una propiedad sin el permiso del amo….Mmmm –Ágatha sonrió de lado a lado de una manera malvada y picaresca – Si…parece que no será el dolor físicamente, eso al menos por el momento, pero –Comenzó acariciando los muslos ajenos lentamente, echándose hacia atrás y le levanto las faldas viendo la ropa interior de la joven – Uuuuh –Siguió sonriendo lentamente para finalmente deslizar una mano en el interior de aquella ropa interior, yendo hacia el clítoris para poder excitarlo con leves movimientos de la mano – Será el placer juntado con el dolor….-Comenzó a susurrar a la vez que aquellos movimientos en el sexo ajeno, moviendo la mano lentamente – el dolor juntado con la desesperación de morir para no poder estar presente en los dolorosos castigos que recibirás – Sacó la mano, se chupo el pulgar, pero obligó a la desconocida a que chupara la propia humedad que había impregnada en su mano – Lame tu esencia prematura, esa que esta creciente de una excitación mayor, querida….-Lamio su cuello lentamente después de conseguir que le chupara la mano, lentamente una y otra vez, seguía con la mano en aquella boca continuando con la obligación.
- ¿Qué es lo que no puedes hacer? –Saco la mano para escuchar las palabras correctas que esperaba de la joven, espero un rato pero esta solo jadeaba y volvió a que le chupara esta vez otros dedos de la mano – Creo que he encontrado una diversión después de todo el viaje por el que he pasado –Dijo con burla y un poco de tristeza fingida, acabo finalmente por sacar la mano de la boca y morder el cuello de la joven para poder extraer parte de su vitae, pero se detuvo antes de hincar los dientes, algo la detuvo. Inmediatamente la olio. Olió el miedo en su interior y lentamente se alejó de ella hasta que estuvo a la altura de su ropa interior inferior. Ladeo el rostro hacia un lado y tomando un muslo con poca sutileza hinco ahí sus dientes, introduciendo a su vez dos dedos en aquel sexo por debajo de la ropa de encaje.
Empezó a beber de ella, se detuvo e inclino la cabeza hacia atrás, llenándose de la sensación de júbilo tras beber la sangre de aquella joven. Alejo su mano de aquel sexo y finalmente rompió su ropa interior para sentarse sobre una pila de libros, acercó a la muchacha y la puso boca abajo sobre sus rodillas, levanto sus faldas y con mano firme comenzó con una nalgada fuerte sobre su piel humana - ¿¡Que no harás?! –Tomando parte de las bragas rotas con ellas se limpió el mentón lleno de sangre, tiro el trozo de tela por ahí y volvió con las nalgadas hasta que escuchara piedad, demencia o desesperación porque la libertad fuera de nuevo de la desconocida – ¡¡Si no lo dices, permanecerás aquí hasta que mueras!! –Con palabras crueles y altivas terminaba o su paciencia estaba a punto de agotarse.
– Vas a sentir los cumplidos o más bien el castigo por haberte metido en una propiedad sin el permiso del amo….Mmmm –Ágatha sonrió de lado a lado de una manera malvada y picaresca – Si…parece que no será el dolor físicamente, eso al menos por el momento, pero –Comenzó acariciando los muslos ajenos lentamente, echándose hacia atrás y le levanto las faldas viendo la ropa interior de la joven – Uuuuh –Siguió sonriendo lentamente para finalmente deslizar una mano en el interior de aquella ropa interior, yendo hacia el clítoris para poder excitarlo con leves movimientos de la mano – Será el placer juntado con el dolor….-Comenzó a susurrar a la vez que aquellos movimientos en el sexo ajeno, moviendo la mano lentamente – el dolor juntado con la desesperación de morir para no poder estar presente en los dolorosos castigos que recibirás – Sacó la mano, se chupo el pulgar, pero obligó a la desconocida a que chupara la propia humedad que había impregnada en su mano – Lame tu esencia prematura, esa que esta creciente de una excitación mayor, querida….-Lamio su cuello lentamente después de conseguir que le chupara la mano, lentamente una y otra vez, seguía con la mano en aquella boca continuando con la obligación.
- ¿Qué es lo que no puedes hacer? –Saco la mano para escuchar las palabras correctas que esperaba de la joven, espero un rato pero esta solo jadeaba y volvió a que le chupara esta vez otros dedos de la mano – Creo que he encontrado una diversión después de todo el viaje por el que he pasado –Dijo con burla y un poco de tristeza fingida, acabo finalmente por sacar la mano de la boca y morder el cuello de la joven para poder extraer parte de su vitae, pero se detuvo antes de hincar los dientes, algo la detuvo. Inmediatamente la olio. Olió el miedo en su interior y lentamente se alejó de ella hasta que estuvo a la altura de su ropa interior inferior. Ladeo el rostro hacia un lado y tomando un muslo con poca sutileza hinco ahí sus dientes, introduciendo a su vez dos dedos en aquel sexo por debajo de la ropa de encaje.
Empezó a beber de ella, se detuvo e inclino la cabeza hacia atrás, llenándose de la sensación de júbilo tras beber la sangre de aquella joven. Alejo su mano de aquel sexo y finalmente rompió su ropa interior para sentarse sobre una pila de libros, acercó a la muchacha y la puso boca abajo sobre sus rodillas, levanto sus faldas y con mano firme comenzó con una nalgada fuerte sobre su piel humana - ¿¡Que no harás?! –Tomando parte de las bragas rotas con ellas se limpió el mentón lleno de sangre, tiro el trozo de tela por ahí y volvió con las nalgadas hasta que escuchara piedad, demencia o desesperación porque la libertad fuera de nuevo de la desconocida – ¡¡Si no lo dices, permanecerás aquí hasta que mueras!! –Con palabras crueles y altivas terminaba o su paciencia estaba a punto de agotarse.
Ágatha Dupont- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/05/2014
Re: Imprudencias || Privé
Tragedia antigua, sentía que se repetía en ese momento, no sabía el por qué aquella mujer reaccionada de aquella manera, era la que menos me esperaba pues sus ojos mostraban una ira contenida que me atemorizaba por completo, un escalofrío me recorrió por toda la espalda logrando que todo mi cuerpo se erizara, su voz tan fina pero con fuerza al arrojarme esas palabras provocaron temblores en las manos y el corazón que no paraba de latir a prisa.
Las palabras querían salir sin permiso pero me las trague por mi propio bien, quería protestarle entre gritos que ella no era nadie para tratarme así, que ya había pedido las disculpas por mi intrusión, pero sabía que no podía decirle eso porque en parte ella tenía razón, merecía un castigo por aquel atrevimiento aunque esperaba de buen corazón que aquella mujer solo me reprendiera llevándome hasta donde mi madre jalándome de las orejas para que sea esta quien me castigue con sus tan conocidos sermones:
No quería escuchar nuevamente todo esa letanía y tener que arrodillarme en el jardín sobre las piedritas por horas, el solo imaginar hacía que me dolieran las rodillas aunque al quemazón que sentía era por el dolor agudo que aquella mujer me infligió. Las lágrimas no paraban, ahora, corrían libremente cual ríos sobre mi rostro, los ojos rojos y la nariz que anunciaron mi desdicha y dolor. Jamás había sentido tanto dolor como el de aquel momento. Me dolía hasta la garganta como si hubiera gritado tanto hasta quedarme afónica, pensé que se detendría al tirar mi cabello pero al parecer eso no era suficiente para ella.
—Se lo suplico mi señora, por lo que más quiera, le pido perdón por haberme metido a su hogar, si quiere trabajaré para usted un año para pagar mi afrenta pero no…— aquel dolor desapareció de mis cabellos pero otro horror se dibujó en mi rostro, los ojos los abrí cual enormes platones ante aquel abuso, mis piernas fueron despojadas de la tela del vestido y mostradas ante los ojos de aquella mujer que no se limitó solo a ver si no a tocar mis muslos. Pánico sentí, el pánico se apoderó de mi ¿Qué haría? Pero no me dio tiempo a pensar en la respuesta cuando sus dedos, sus fríos dedos tocaron aquella parte íntima y pura de mi ser —Arrrgh— apreté los dientes cuando comenzó a jugar como si de una muñeca me tratase —Por favor no— gemí bajo pero ella parecía estar muy entretenida ahí —Frío, muy frío…no por piedad— las lágrimas comenzaron a correrme con más fuerza, ya no eran solo lamentos era llanto por aquel asalto.
A mi cabeza vinieron todas las veces que imaginé que sería mi primera vez con algún buen noble tan romántico como los libros hablan de ellos, incluso el primer beso pero no, al parecer mi destino sería que fuera de la forma más brutal y salvaje y con una mujer. Tragué para no gritar pero sus dedos entran en mi boca, estaban salados y no sabía porque hasta que la escuche algo de “Lame tu esencia”. No entendí pero mi boca chupo aquellos dedos sin dejar de pensar en sus palabras “mi esencia, ¿Cuál será mi esencia?” y ahí vino la respuesta, era la mano que había estado jugando en mi intimidad, me horroricé tratando de retroceder de aquello. Quería salir huyendo de ahí, pero al parecer sería inútil.
—Por favor mi señora no, no lo haga, no puedo…— mis ojos tan rojizos como mojados, los labios temblando y mi cuerpo todo rojo y tembloroso hasta que su pregunta y sus manos se internaron en mi piel blanquecina, nuevamente me sentía desnuda y frágil, expuesta ante todos como si fuera una marioneta, quería morir y quizás eso debía hacer hasta que sentí un dolor —Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaayy— cerré los ojos con fuerza tratando de cerrar las piernas o mejor dicho moviendo las piernas para alejar ese dolor —POR FAVOR NO SOY PURA, NO ME HA TOCADO VARÓN ALGO— grite con las pocas fuerzas de mi alma y traté de apartarle con los pies, no me importaba si la lastimaba con los zapatos.
Luego de la tormenta vino la calma, pero solo fue momentánea, quise alejarme salir huyendo de ahí para no volver nunca más pero lamentablemente aquella mujer volvió a tomarme de los cabellos para llevarme a rastras hasta sus piernas, jamás en mi vida sentí tal humillación, mi madre nunca me había nalgueado de esa forma o mejor dicho nunca me había exhibido así. Sus manos golpeaban la suave carne de mi retaguardia una y otra vez preguntándome cosas, pero mi cabeza ardía de dolor y lágrimas —lo siento…yo lo siento…no…no…no volveré…a…a meterme…a…casa…ajena, por favor BASTA— no podía dejar de gritar de dolor y pedir clemencia, quería salir de ahí correr a casa y encerrarme en el toilette de mi habitación por toda la semana, no salir de ahí hasta que recupere algo de mi decencia.
Las palabras querían salir sin permiso pero me las trague por mi propio bien, quería protestarle entre gritos que ella no era nadie para tratarme así, que ya había pedido las disculpas por mi intrusión, pero sabía que no podía decirle eso porque en parte ella tenía razón, merecía un castigo por aquel atrevimiento aunque esperaba de buen corazón que aquella mujer solo me reprendiera llevándome hasta donde mi madre jalándome de las orejas para que sea esta quien me castigue con sus tan conocidos sermones:
“Ay de ti que no consigas un esposo, no sé qué haremos si mi Padre no nos da el dinero, debes casarte pronto, no será eterno este dinero y si mi padre muere no me dejará nada a mí ni a ti, si no a mis medios hermanos y ya sabes como son, pero no, te dedicas a los libros, más vale mejor que yo te consiga un esposo”
No quería escuchar nuevamente todo esa letanía y tener que arrodillarme en el jardín sobre las piedritas por horas, el solo imaginar hacía que me dolieran las rodillas aunque al quemazón que sentía era por el dolor agudo que aquella mujer me infligió. Las lágrimas no paraban, ahora, corrían libremente cual ríos sobre mi rostro, los ojos rojos y la nariz que anunciaron mi desdicha y dolor. Jamás había sentido tanto dolor como el de aquel momento. Me dolía hasta la garganta como si hubiera gritado tanto hasta quedarme afónica, pensé que se detendría al tirar mi cabello pero al parecer eso no era suficiente para ella.
—Se lo suplico mi señora, por lo que más quiera, le pido perdón por haberme metido a su hogar, si quiere trabajaré para usted un año para pagar mi afrenta pero no…— aquel dolor desapareció de mis cabellos pero otro horror se dibujó en mi rostro, los ojos los abrí cual enormes platones ante aquel abuso, mis piernas fueron despojadas de la tela del vestido y mostradas ante los ojos de aquella mujer que no se limitó solo a ver si no a tocar mis muslos. Pánico sentí, el pánico se apoderó de mi ¿Qué haría? Pero no me dio tiempo a pensar en la respuesta cuando sus dedos, sus fríos dedos tocaron aquella parte íntima y pura de mi ser —Arrrgh— apreté los dientes cuando comenzó a jugar como si de una muñeca me tratase —Por favor no— gemí bajo pero ella parecía estar muy entretenida ahí —Frío, muy frío…no por piedad— las lágrimas comenzaron a correrme con más fuerza, ya no eran solo lamentos era llanto por aquel asalto.
A mi cabeza vinieron todas las veces que imaginé que sería mi primera vez con algún buen noble tan romántico como los libros hablan de ellos, incluso el primer beso pero no, al parecer mi destino sería que fuera de la forma más brutal y salvaje y con una mujer. Tragué para no gritar pero sus dedos entran en mi boca, estaban salados y no sabía porque hasta que la escuche algo de “Lame tu esencia”. No entendí pero mi boca chupo aquellos dedos sin dejar de pensar en sus palabras “mi esencia, ¿Cuál será mi esencia?” y ahí vino la respuesta, era la mano que había estado jugando en mi intimidad, me horroricé tratando de retroceder de aquello. Quería salir huyendo de ahí, pero al parecer sería inútil.
—Por favor mi señora no, no lo haga, no puedo…— mis ojos tan rojizos como mojados, los labios temblando y mi cuerpo todo rojo y tembloroso hasta que su pregunta y sus manos se internaron en mi piel blanquecina, nuevamente me sentía desnuda y frágil, expuesta ante todos como si fuera una marioneta, quería morir y quizás eso debía hacer hasta que sentí un dolor —Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaayy— cerré los ojos con fuerza tratando de cerrar las piernas o mejor dicho moviendo las piernas para alejar ese dolor —POR FAVOR NO SOY PURA, NO ME HA TOCADO VARÓN ALGO— grite con las pocas fuerzas de mi alma y traté de apartarle con los pies, no me importaba si la lastimaba con los zapatos.
Luego de la tormenta vino la calma, pero solo fue momentánea, quise alejarme salir huyendo de ahí para no volver nunca más pero lamentablemente aquella mujer volvió a tomarme de los cabellos para llevarme a rastras hasta sus piernas, jamás en mi vida sentí tal humillación, mi madre nunca me había nalgueado de esa forma o mejor dicho nunca me había exhibido así. Sus manos golpeaban la suave carne de mi retaguardia una y otra vez preguntándome cosas, pero mi cabeza ardía de dolor y lágrimas —lo siento…yo lo siento…no…no…no volveré…a…a meterme…a…casa…ajena, por favor BASTA— no podía dejar de gritar de dolor y pedir clemencia, quería salir de ahí correr a casa y encerrarme en el toilette de mi habitación por toda la semana, no salir de ahí hasta que recupere algo de mi decencia.
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Re: Imprudencias || Privé
Ágatha azotaba el trasero de la inocente muchacha que vino a su casa a invadirla. Paró por un momento y simplemente introdujo dos dedos nuevamente tras separar un poco la pierna izquierda hacia fuera, teniendo más espacio para ir con sus dedos izquierdos dentro de aquel agujero viscoso el cual estaba su sexo. Una y otra vez movía los dedos en el interior de su sexo, sin impedir el movimiento el cual ella disfrutaba evidentemente.
Estaba tan pendiente de torturar a la muchacha que se olvidó que era en parte una joven que ya se había disculpado. La tiro al suelo y no hizo nada más – Llevadla a mi alcoba –Ordeno fijamente mirando a uno de sus sirvientes, ella misma se fue hacia una habitación que la usaba como segunda alcoba, ahí se quitó la ropa y se metió en una tina que fue preparada en secreto.
Espero que la muchacha estuviera a punto para cuando ella saliera de la bañera pudiera comenzar a jugar con ella. Estaba ahora preguntándose qué tendría que hacer o si seguía torturándola. Aviso que se acercara la más dulce de sus doncellas y ahí fue cuando mando que vistiera y bañara a la muchacha que invadió su hogar. Estuvo dándole instrucciones para que después la durmieran con el brebaje que hacía a sus sirvientes cuando estos estaban enfermos y el dormir era imposible.
Cuando Ágatha salió de la tina se secó el cuerpo con el uso de una suave toalla. Se echó una crema por muy poco que le sirviera pero al menos le hacía sentirse humana, sentir lo que hacía anteriormente de su transformación. La humanidad que temía perder hacia todo lo posible por mantenerla asegurada en un sitio en el que ella misma pudiera sacarla cuando le fuera posible. Termino de acicalarse y se puso un camisón semitransparente de seda oscura, dirigiéndose hacia donde estaba la invitada evidentemente y se quedó mirando la desnudez de la misma – Eres hermosa, muchacha, me servirás para cuando me aburra y dime –Tosió- ¿Cómo te llamas?
Estaba tan pendiente de torturar a la muchacha que se olvidó que era en parte una joven que ya se había disculpado. La tiro al suelo y no hizo nada más – Llevadla a mi alcoba –Ordeno fijamente mirando a uno de sus sirvientes, ella misma se fue hacia una habitación que la usaba como segunda alcoba, ahí se quitó la ropa y se metió en una tina que fue preparada en secreto.
Espero que la muchacha estuviera a punto para cuando ella saliera de la bañera pudiera comenzar a jugar con ella. Estaba ahora preguntándose qué tendría que hacer o si seguía torturándola. Aviso que se acercara la más dulce de sus doncellas y ahí fue cuando mando que vistiera y bañara a la muchacha que invadió su hogar. Estuvo dándole instrucciones para que después la durmieran con el brebaje que hacía a sus sirvientes cuando estos estaban enfermos y el dormir era imposible.
Cuando Ágatha salió de la tina se secó el cuerpo con el uso de una suave toalla. Se echó una crema por muy poco que le sirviera pero al menos le hacía sentirse humana, sentir lo que hacía anteriormente de su transformación. La humanidad que temía perder hacia todo lo posible por mantenerla asegurada en un sitio en el que ella misma pudiera sacarla cuando le fuera posible. Termino de acicalarse y se puso un camisón semitransparente de seda oscura, dirigiéndose hacia donde estaba la invitada evidentemente y se quedó mirando la desnudez de la misma – Eres hermosa, muchacha, me servirás para cuando me aburra y dime –Tosió- ¿Cómo te llamas?
Ágatha Dupont- Cazador Clase Alta
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Re: Imprudencias || Privé
Cada uno de los golpes solo podía tragármelos junto a las lágrimas, el dolor y la humillación no se quitaba a simple vista incluso en dentro de mi corazón podía sentir ese dolor que me mataba lentamente, no supe cuánto duró toda esa demostración que quería aquella mujer demostrar, pero lo que si supe fue el dolor que sentí por todo mi cuerpo, desde las piernas hasta los brazos mismos que fueron tomados por sus empleados, no podía decir más la garganta me dolía de tanto que grité por piedad y calma, pero no fui oída, ella estaba muy concentrada en tomar mi virtud y mi orgullo.
Abrí los ojos y me vi en una habitación, estaba recostaba boca abajo y una doncella de ojos claros y cabellos rubios, muy delicada y joven se acercó sonriendo, como si con ello me reconfortara. —La señora pide que te aseemos y te dejemos descansar, mira esta pomada te ayudara a no sentir mucho dolo y es mejor que te tomes esto para que no sientas tampoco tus nervios el dolor, tómatelo pequeña— No quería nada, solo quería largarme de ahí y meterme bajo mi cama por un mes o un año si fuera mucho, pero las mujeres comenzaron a entrar para alistar el baño, me llevaron directo cargándome con cuidado, el agua tibia fue cálida para mi intimidad y mi trasero enrojecido.
No supe lo que paso después, el aroma a flores y hiervas me nublaron la mente, hasta que sentí aquel brebaje cerca de mis labios, no hice más que tomármelo, sabía amargo pero luego de tragarlo era como un sabor dulzón. Me llevaron hasta la habitación vistiéndome de blanco, una ironía pensaba, estaba medio soñolienta, como relajada que incluso mis músculos se sentían extraños, jamás me había sentido así. Las manos que tocaron mi cuerpo luego de ese brebaje ni las sentí, colocándome crema sobre todo en donde me habían azotado, la cabo de unos minutos me dejaron descansar en la cama, pensé que era para dormir, pero no, porque al momento la puerta se abrió y apareció ella.
Sus palabras me helaron completamente, más que su presencia “por qué quería divertirse conmigo, que hice yo” pensaba y pensaba pero no me podía mover mucho, trague en seco moviendo mis labios a penas —Aimée C. Wickham mi señora, por favor no más, por lo que más quiera no más, estoy cansada y adolorida, me ha humillado mucho y sobre todo a ultrajado mi virtud, aquella virginidad que soñé entregar cuando me casara y ahora no tengo nada que nadar de mi pureza— las lágrimas junto a los sollozos por la pena causada volvieron a borbotear sin pedir permiso.
Abrí los ojos y me vi en una habitación, estaba recostaba boca abajo y una doncella de ojos claros y cabellos rubios, muy delicada y joven se acercó sonriendo, como si con ello me reconfortara. —La señora pide que te aseemos y te dejemos descansar, mira esta pomada te ayudara a no sentir mucho dolo y es mejor que te tomes esto para que no sientas tampoco tus nervios el dolor, tómatelo pequeña— No quería nada, solo quería largarme de ahí y meterme bajo mi cama por un mes o un año si fuera mucho, pero las mujeres comenzaron a entrar para alistar el baño, me llevaron directo cargándome con cuidado, el agua tibia fue cálida para mi intimidad y mi trasero enrojecido.
No supe lo que paso después, el aroma a flores y hiervas me nublaron la mente, hasta que sentí aquel brebaje cerca de mis labios, no hice más que tomármelo, sabía amargo pero luego de tragarlo era como un sabor dulzón. Me llevaron hasta la habitación vistiéndome de blanco, una ironía pensaba, estaba medio soñolienta, como relajada que incluso mis músculos se sentían extraños, jamás me había sentido así. Las manos que tocaron mi cuerpo luego de ese brebaje ni las sentí, colocándome crema sobre todo en donde me habían azotado, la cabo de unos minutos me dejaron descansar en la cama, pensé que era para dormir, pero no, porque al momento la puerta se abrió y apareció ella.
Sus palabras me helaron completamente, más que su presencia “por qué quería divertirse conmigo, que hice yo” pensaba y pensaba pero no me podía mover mucho, trague en seco moviendo mis labios a penas —Aimée C. Wickham mi señora, por favor no más, por lo que más quiera no más, estoy cansada y adolorida, me ha humillado mucho y sobre todo a ultrajado mi virtud, aquella virginidad que soñé entregar cuando me casara y ahora no tengo nada que nadar de mi pureza— las lágrimas junto a los sollozos por la pena causada volvieron a borbotear sin pedir permiso.
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Re: Imprudencias || Privé
Ágatha observaba a la muchacha, Aimée se llamaba. Supo lo que oía –Aún eres virgen, hasta que no te viole uno de mis sirvientes que uso para eso, aún eres virgen y esencial para mí. No tienes hogar, te han vendido, ahora eres mía y me servirás, no como una criada, si no como alguien que goza de mi comprensión y protección. El mundo está plagado de bichos que hay que aplastar –suspiró- No hablemos del exterior. Esta mansión ahora es tu casa. Puedes ir a donde quieras pero no te atrevas a ir al sótano en la noche. Eres una joven sensible y miedosa que no sabe dónde la han metido –Ladeo su rostro y volvió a mirar a Aimée con la cabeza recta – Ahora vengo –Dejo de hablar y se fue en busca de uno de sus sirvientes, aunque pensándolo mejor, se fue a la campanilla de oro blanco y al tirar de ella, cada sirviente masculino se colocaron a un lado del pasillo y unas doncellas bastante hermosas al otro lado del pasillo. Ágatha sonreía y fue mirando la pulcridad de cada uno, de cómo mantenían impecables sus uniformes, alguna pajarita torcida tampoco era algo grave según su criterio.
Un joven alto, de ojos claros fue a quien se dirigió Ágatha – quítate la camisa –Murmuro alto y claro. El sirviente hizo lo que se le dijo y un tatuaje de dragón le llamo la atención. Acaricio su torso como si fuera algo para ser amasado, se rozaba contra él y a la vez movía su mano sobre la entrepierna del pantalón, notaba como iba excitándose progresivamente y no que enseguida se ponía duro. Sonrió satisfecha, lamia con la lengua ahí mismo los pezones de su sirviente frente a todos y cuando le miro a los ojos, le sonrió deteniéndose – Vístete –Ordeno y dando dos palmadas las doncellas se iban a hacer sus tareas excepto los sirvientes – Tenemos una nueva invitada. Ella será y es mi nueva adquisición. Nadie puede tocarla a no ser que os mande yo para yacer con ella a mi vista. Sois 14 así que como hoy es lunes, vendrán conmigo dos para que la conozcáis –Sonrió como colegiala cuando se refirió a la cifra par – muy íntimamente. El resto volved a vuestras tareas –Antes de que nadie se fuera, Ágatha escogió a dos de sus sirvientes, entre ellos con el que se había restregado y acariciado.
Llegaron a la habitación donde estaba Aimée y la vio con el rostro lloroso. Le limpio las lágrimas gentilmente y la levanto de la cama – mantente de pie –Mando a Aimée y ordeno que sus sirvientes pasaran hacia dentro. El del tatuaje mascaba lo que parecía un palillo entre sus dientes dando un aire negro mientras que otro sirviente, rubio y de ojos claros tenía las manos metidas en los bolsillos desinteresadamente, pero Ágatha vio la mirada afectuosa en Aimée. Aquello le puso nerviosa, sin lugar a dudas, Ágatha abrazo a Aimée como si fuera su oso de peluche por la cintura, atrayéndola hacia sí misma si es que podía metérsela en su cuerpo –Iréis uno por uno –Miro a Aimée la cual no le diría nada – Y tú te vienes conmigo –Se alejó de Aimée para tomar de la mano del sirviente con el tatuaje y más pinta de malo a su habitación, pero antes de que desapareciera, dio instrucciones a su otro sirviente que se pusiera morado con ella si querría pero que la tratara con cuidado.
Un joven alto, de ojos claros fue a quien se dirigió Ágatha – quítate la camisa –Murmuro alto y claro. El sirviente hizo lo que se le dijo y un tatuaje de dragón le llamo la atención. Acaricio su torso como si fuera algo para ser amasado, se rozaba contra él y a la vez movía su mano sobre la entrepierna del pantalón, notaba como iba excitándose progresivamente y no que enseguida se ponía duro. Sonrió satisfecha, lamia con la lengua ahí mismo los pezones de su sirviente frente a todos y cuando le miro a los ojos, le sonrió deteniéndose – Vístete –Ordeno y dando dos palmadas las doncellas se iban a hacer sus tareas excepto los sirvientes – Tenemos una nueva invitada. Ella será y es mi nueva adquisición. Nadie puede tocarla a no ser que os mande yo para yacer con ella a mi vista. Sois 14 así que como hoy es lunes, vendrán conmigo dos para que la conozcáis –Sonrió como colegiala cuando se refirió a la cifra par – muy íntimamente. El resto volved a vuestras tareas –Antes de que nadie se fuera, Ágatha escogió a dos de sus sirvientes, entre ellos con el que se había restregado y acariciado.
Llegaron a la habitación donde estaba Aimée y la vio con el rostro lloroso. Le limpio las lágrimas gentilmente y la levanto de la cama – mantente de pie –Mando a Aimée y ordeno que sus sirvientes pasaran hacia dentro. El del tatuaje mascaba lo que parecía un palillo entre sus dientes dando un aire negro mientras que otro sirviente, rubio y de ojos claros tenía las manos metidas en los bolsillos desinteresadamente, pero Ágatha vio la mirada afectuosa en Aimée. Aquello le puso nerviosa, sin lugar a dudas, Ágatha abrazo a Aimée como si fuera su oso de peluche por la cintura, atrayéndola hacia sí misma si es que podía metérsela en su cuerpo –Iréis uno por uno –Miro a Aimée la cual no le diría nada – Y tú te vienes conmigo –Se alejó de Aimée para tomar de la mano del sirviente con el tatuaje y más pinta de malo a su habitación, pero antes de que desapareciera, dio instrucciones a su otro sirviente que se pusiera morado con ella si querría pero que la tratara con cuidado.
Ágatha Dupont- Cazador Clase Alta
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Re: Imprudencias || Privé
Aquella mujer estaba burlándose la apariencia que tenía ¿no era obvio? Con cada una de sus palabras arrancaba pedazos de mi alma y las tiraba al suelo para luego pisotearlo, me dejaba sin nada más que solo un cuerpo semi desnudo cubierto por una fina tela transparente. Las lágrimas era todo lo que podía oír luego de la sentencia de compra y venta que resulte ser al final ¿sería cierto todo? No, no podía pensar en que madre y aquel hombre que se decía mi dueño me hubieran vendido. Trate de refutar a sus demandas de que le pertenecía y que aquella era mi nueva morada, no, no lo era y jamás lo sería.
Marcha la mujer, se aleja del lecho dejándome completamente aliviada, por lo menos tendría unos minutos para pensar y decidir qué hacer, debía huir de ahí o podría morir si no llegaba a la reunión de noche del mes.
—No, no fui vendida, este no es mi hogar y hoy tengo otro lugar donde estar, ya fui humillada bastante— iba a ponerme de pie cuando aquella mujer ingresa mirándome con una sonrisa de triunfo como si hubiese adquirido la última y mejor pieza de colección. Negué y ella me puso de pie, no podía tener la mirada alzada de vergüenza por los arranques de esa mujer hacia mí, todo ese ultrajo que ella había hecho conmigo, hasta que dos mozo ingresaron, el primero me desvestía con la mirada, aún más si se podía. El otro joven parecía más cálido, mi mirada fue a él con una sonrisa que devolvió indicándome que “todo estaría bien”, ¿cómo podría él saberlo?.
No supe hasta que aquella mujer se retiró con aquel hombre dejándome a solas con aquel mozo, los ojos los abrí de par en par asustada con las manos frente a mi pecho en pose de defensa —Por favor no lo hagas, soy pura y no quiero perder mi pureza con un desconocido— el joven se acercó tomándome la mano para dejar un beso en el dorso con una sonrisa —Tranquila, tenemos toda la noche para conocernos entonces— se sentó en la cama invitándome a hacer lo mismo —Ayúdame por favor— no resistí más y me lancé a sus pies de rodillas rogándole su socorro, él tomó mis manos asustado —Si no estoy en casa antes de la media noche matarán a mi madre y a mí me buscaran y harán lo mismo, yo no soy de tu señora, soy de otro señor, un hombre que siempre me busca mes a mes para algo, no sé para qué pero requiere que me presente en su mansión, luego me deja y sé que no es para tener sexo conmigo porque cuando despierto mi cuerpo no se siente ultrajado ni adolorido, solo se siente ligero y vacío, y me explican que el maestro ha bebido de mi hasta el cansancio, no sé qué significa pero ese hombre es muy poderoso y mi madre ha logrado hacerse con la protección de él, si no llego la matarán, por piedad ayúdame a huir—
Asustado el joven de mis palabras acepta ayudarme, abre la puerta y la cierra enseguida negando, con eso sabemos que no podremos huir por la puerta. Ató la sabana en un extremo de la cama y al unirla con otras sábanas nos hicimos de una especie de cuerda que arrojamos por la ventana, no era mucho, solo el segundo piso, aunque estaríamos a unos 10 o 20 metros, bajé despacio luego de que él descendió. Había lastimado mis manos y no me importó, el jardín era aún más amplio de la parte de atrás que de la de adelante, en eso el me gritó que corriera y lo hice perdiéndome entre el laberinto que tenía aquella mujer en su jardín.
Mala suerte.
Marcha la mujer, se aleja del lecho dejándome completamente aliviada, por lo menos tendría unos minutos para pensar y decidir qué hacer, debía huir de ahí o podría morir si no llegaba a la reunión de noche del mes.
“Cada mes, en este día, deberás acudir a aquella mansión en las afueras.
Debes dejar que te cubran los ojos y luego hacer callada lo que dicen.
Si te amordazan, mejor. No grites y soporta todo, bebe lo que te dan y no emitas sonido alguno jamás”
Nunca sé que pasa en las noches solo que cuando llego suelen ofrecerme vino para luego bajar hasta una mazmorra que pare más un patio iluminada con las antorchas…hasta ahí quedan los recuerdos y nada más. Si no llegaba a esa reunión madre enfurecería y sería capaz de desheredarme o quien sabe que más podría hacer. Debes dejar que te cubran los ojos y luego hacer callada lo que dicen.
Si te amordazan, mejor. No grites y soporta todo, bebe lo que te dan y no emitas sonido alguno jamás”
—No, no fui vendida, este no es mi hogar y hoy tengo otro lugar donde estar, ya fui humillada bastante— iba a ponerme de pie cuando aquella mujer ingresa mirándome con una sonrisa de triunfo como si hubiese adquirido la última y mejor pieza de colección. Negué y ella me puso de pie, no podía tener la mirada alzada de vergüenza por los arranques de esa mujer hacia mí, todo ese ultrajo que ella había hecho conmigo, hasta que dos mozo ingresaron, el primero me desvestía con la mirada, aún más si se podía. El otro joven parecía más cálido, mi mirada fue a él con una sonrisa que devolvió indicándome que “todo estaría bien”, ¿cómo podría él saberlo?.
No supe hasta que aquella mujer se retiró con aquel hombre dejándome a solas con aquel mozo, los ojos los abrí de par en par asustada con las manos frente a mi pecho en pose de defensa —Por favor no lo hagas, soy pura y no quiero perder mi pureza con un desconocido— el joven se acercó tomándome la mano para dejar un beso en el dorso con una sonrisa —Tranquila, tenemos toda la noche para conocernos entonces— se sentó en la cama invitándome a hacer lo mismo —Ayúdame por favor— no resistí más y me lancé a sus pies de rodillas rogándole su socorro, él tomó mis manos asustado —Si no estoy en casa antes de la media noche matarán a mi madre y a mí me buscaran y harán lo mismo, yo no soy de tu señora, soy de otro señor, un hombre que siempre me busca mes a mes para algo, no sé para qué pero requiere que me presente en su mansión, luego me deja y sé que no es para tener sexo conmigo porque cuando despierto mi cuerpo no se siente ultrajado ni adolorido, solo se siente ligero y vacío, y me explican que el maestro ha bebido de mi hasta el cansancio, no sé qué significa pero ese hombre es muy poderoso y mi madre ha logrado hacerse con la protección de él, si no llego la matarán, por piedad ayúdame a huir—
Asustado el joven de mis palabras acepta ayudarme, abre la puerta y la cierra enseguida negando, con eso sabemos que no podremos huir por la puerta. Ató la sabana en un extremo de la cama y al unirla con otras sábanas nos hicimos de una especie de cuerda que arrojamos por la ventana, no era mucho, solo el segundo piso, aunque estaríamos a unos 10 o 20 metros, bajé despacio luego de que él descendió. Había lastimado mis manos y no me importó, el jardín era aún más amplio de la parte de atrás que de la de adelante, en eso el me gritó que corriera y lo hice perdiéndome entre el laberinto que tenía aquella mujer en su jardín.
Mala suerte.
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Re: Imprudencias || Privé
Duele su engaño, duele su traición, duele q solo jugara con mis sentimientos, pero lo q más me duele es q a pesar de tal engaño, aun la amo, se puede engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo. La pobre muchacha desconoce el engaño que trae la persecución por el jardín, la joven ahora es perseguida silenciosamente por aquel varonil muchacho que tan gentil la ayudo a escapar.
Bien perdida se creyó que se la encontró andando de espaldas entre un umbral alto y ancho de musgo verde, él estaba cerca de ella, se pegó al trasero de la joven perdida, le levanto la falda de aquel picardías que le habían puesto y metió dos dedos dentro de su sexo, terminaba colocándola contra aquel umbral de musgo, le bajo la ropa interior, el joven reía regocijándose de la sorpresa ajena – quédate quieta, voy a disfrutar contigo pero no quiero dañarte –Dijo arrancándole de cuajo sus bragas, la azoto en el trasero y se bajó los pantalones para poder rozar su polla contra el trasero de la temida muchacha que por poco escapa.
Estaba excitándose demasiado y enseguida la penetro sin importarle nada en absoluto, le tapó la boca sonriendo, acercándose más a ella, apretándose más contra ella. Estaba follándosela bien antes de que su otro compañero le hiciera incluso mucho más daño que el que le estaba haciendo ahora mismo. Acabó en el interior de la muchacha. Terminó arrodillándola y se dio la vuelta para soltar el resto del semen dentro de la boca de la otra – Te llevaré con nuestra ama –sonríe con malicia y le rompe el picardías, le abofetea y la coge al hombro como si fuera un saco de patatas, llevándosela hacia su próximo encuentro con su compañero, tras haber sido excitado por su ama con anterioridad.
-Buenas, lamento la demora –Ríe azotando de nuevo a la muchacha en su hombro, desnuda al completo y acabo por tumbarla en la cama con cuidado y boca arriba, en eso, el segundo compañero había estado esperando, atrajo a la joven inexperta hacia donde estaba él, hacia el cabecero de la cama y le ato las manos a unas cadenas que había en el cabezal de la cama. El oscuro compañero se alejó de la joven y se acercó a su compañero para darle su acostumbrado morreo debido a que eran amantes el uno con el otro. Cuando acabaron el oscuro compañero se fijó en la muchacha. Había dejado un cigarrillo encendido y cuando lo cogió entre sus dedos se acercó a Aimée y planto la punta del cigarrillo sobre el torso ajeno, justo a un costado. Sonrió con malicia al escuchar el grito y ahí apareció Agatha, desnuda y sin reparos acercándose a Aimée – Dime… ¿serás mía o tendré que seguir jugando?
Bien perdida se creyó que se la encontró andando de espaldas entre un umbral alto y ancho de musgo verde, él estaba cerca de ella, se pegó al trasero de la joven perdida, le levanto la falda de aquel picardías que le habían puesto y metió dos dedos dentro de su sexo, terminaba colocándola contra aquel umbral de musgo, le bajo la ropa interior, el joven reía regocijándose de la sorpresa ajena – quédate quieta, voy a disfrutar contigo pero no quiero dañarte –Dijo arrancándole de cuajo sus bragas, la azoto en el trasero y se bajó los pantalones para poder rozar su polla contra el trasero de la temida muchacha que por poco escapa.
Estaba excitándose demasiado y enseguida la penetro sin importarle nada en absoluto, le tapó la boca sonriendo, acercándose más a ella, apretándose más contra ella. Estaba follándosela bien antes de que su otro compañero le hiciera incluso mucho más daño que el que le estaba haciendo ahora mismo. Acabó en el interior de la muchacha. Terminó arrodillándola y se dio la vuelta para soltar el resto del semen dentro de la boca de la otra – Te llevaré con nuestra ama –sonríe con malicia y le rompe el picardías, le abofetea y la coge al hombro como si fuera un saco de patatas, llevándosela hacia su próximo encuentro con su compañero, tras haber sido excitado por su ama con anterioridad.
-Buenas, lamento la demora –Ríe azotando de nuevo a la muchacha en su hombro, desnuda al completo y acabo por tumbarla en la cama con cuidado y boca arriba, en eso, el segundo compañero había estado esperando, atrajo a la joven inexperta hacia donde estaba él, hacia el cabecero de la cama y le ato las manos a unas cadenas que había en el cabezal de la cama. El oscuro compañero se alejó de la joven y se acercó a su compañero para darle su acostumbrado morreo debido a que eran amantes el uno con el otro. Cuando acabaron el oscuro compañero se fijó en la muchacha. Había dejado un cigarrillo encendido y cuando lo cogió entre sus dedos se acercó a Aimée y planto la punta del cigarrillo sobre el torso ajeno, justo a un costado. Sonrió con malicia al escuchar el grito y ahí apareció Agatha, desnuda y sin reparos acercándose a Aimée – Dime… ¿serás mía o tendré que seguir jugando?
Ágatha Dupont- Cazador Clase Alta
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Re: Imprudencias || Privé
Cuando ya pensaba que estaría a salvo de todo aquello, que estaría en mi hogar en los brazos de mi madre siendo calmada para olvidar aquella pesadilla, todo se torna diferente, porque aquello que sería mi escape era solo un juego de ser el ratón de un par de gatos. No sabía por dónde tomar y arriesgándome a perderme entre esa inmensidad comencé a dejarme guiar por los arbustos estaba viendo en qué dirección estaban más verdes por el sol. Así fue dando hasta llegar casi al centro donde me aguardaba aquel joven, su sonrisa junto a su aproximación me hicieron temblar de miedo.
Su mano fue a mi hombro junto a su risa llena de maldad —Sueltameeee— fue lo único que pude decir cuando aquel sujeto empezó a hablar de cosas sin sentido —No, no, yo no quiero esto quiero mi hogar— una bofetada me sobrevino y con eso fue todo para caer al suelo. Traté de levantarme pero él fue más rápido y con su cuerpo me inmovilizó dejando me a cuatro, sus manos tocaron todo de mi cuerpo, arrancando lo que le estorbaba. En mi rostro se dibujó el horror, iba a ser violada, perdería mi virginidad, traté de pelear con aquel salvaje hombre pero fue imposible, ya estaba siendo tomada de la forma más bestial que podía existir. Mis lágrimas corrieron sin permiso alguno, tenía el rostro rojo de los sollozos y el llanto de tanta humillación. Quería morirme en ese momento.
A aquel tipo no le bastó con aquella violación si no que fue a más, sentí el sabor salado y lo escupí luego, él se ofendió y me abofeteo nuevamente para desnudarme y cargarme como si fuera una cosa, un objeto más de esa casa maldita que se mueve a antojo de la dueña. Desea morir ya. En la habitación que había estado antes mi horror fue aún más al verme atada de pies y manos, y aquel tipo apagando aquel cigarro en mi piel, quedaría una marca, una marca de por vida en mí, más que aquella humillación. Esto debía ser una pesadilla.
Aquella mujer entró, desnuda, sin ningún atisbo de vergüenza por mostrarse así ante sus empleados, no me contuve más, el dolor de aquella marca, de aquella violación y de mi secuestro, habían hecho mella en mi al punto de explotar —Ya está satisfecha, verdad, sus animales me violaron, ya no soy virgen para encontrar un esposo, para el hombre que mi madre escogió para mí, usted y su sucia mente acaba de arruinar mi vida para siempre. LA ODIO, LA ABORRESCO— tiraba de las cadenas mostrándole a ella toda la rabia que tenía. Su mascota se reía fumando aquel cigarro —NO LOS QUIERO VER, mátenme ahora, prefiero morir antes que estar en sus manos. LA ODIO CON TODA MI FUERZA, jamás le perdonaré por esto— las lágrimas salieron en un llanto fuerte que no paraba, comencé a convulsionar por el llanto y luego con mis ojos cristalinos indique la marca de ese animal.
Aquel tipo me miró y me abofeteo poniéndose encima de mí tirando el humo del cigarro a mi rostro, dos bofetadas más y ya tenía el rostro rojo —Serás puta, no le hables así a nuestra ama, ten respeto niña y no te hagas la virgen que no lo eras, entré sin dificultad en ti es más, te cabio toda mi polla en tu coño sin obstrucción alguna— las palabras del tipo no tenían sentido, yo era virgen, mi madre me lo había dicho, me había prometido guardarme para el hombre que ella escogiera para mí —MIENTES— forcejeaba mientras él me manoseaba frente a aquella mujer —MIENTES, mi madre me dijo que era pura y que no debía dejar que me hicieran daño, y lo hicieron, ustedes me hicieron daño, sobre todo tu, Agatha, los odio, déjenme sola, solo quiero morirme por esto que me hicieron— no me importaba ya nada, giré el rostro mirando por la ventana.
A la menor posibilidad aquella ventana sería mi salvación y condena, una condena de muerte que me daría la libertad.
Su mano fue a mi hombro junto a su risa llena de maldad —Sueltameeee— fue lo único que pude decir cuando aquel sujeto empezó a hablar de cosas sin sentido —No, no, yo no quiero esto quiero mi hogar— una bofetada me sobrevino y con eso fue todo para caer al suelo. Traté de levantarme pero él fue más rápido y con su cuerpo me inmovilizó dejando me a cuatro, sus manos tocaron todo de mi cuerpo, arrancando lo que le estorbaba. En mi rostro se dibujó el horror, iba a ser violada, perdería mi virginidad, traté de pelear con aquel salvaje hombre pero fue imposible, ya estaba siendo tomada de la forma más bestial que podía existir. Mis lágrimas corrieron sin permiso alguno, tenía el rostro rojo de los sollozos y el llanto de tanta humillación. Quería morirme en ese momento.
A aquel tipo no le bastó con aquella violación si no que fue a más, sentí el sabor salado y lo escupí luego, él se ofendió y me abofeteo nuevamente para desnudarme y cargarme como si fuera una cosa, un objeto más de esa casa maldita que se mueve a antojo de la dueña. Desea morir ya. En la habitación que había estado antes mi horror fue aún más al verme atada de pies y manos, y aquel tipo apagando aquel cigarro en mi piel, quedaría una marca, una marca de por vida en mí, más que aquella humillación. Esto debía ser una pesadilla.
Aquella mujer entró, desnuda, sin ningún atisbo de vergüenza por mostrarse así ante sus empleados, no me contuve más, el dolor de aquella marca, de aquella violación y de mi secuestro, habían hecho mella en mi al punto de explotar —Ya está satisfecha, verdad, sus animales me violaron, ya no soy virgen para encontrar un esposo, para el hombre que mi madre escogió para mí, usted y su sucia mente acaba de arruinar mi vida para siempre. LA ODIO, LA ABORRESCO— tiraba de las cadenas mostrándole a ella toda la rabia que tenía. Su mascota se reía fumando aquel cigarro —NO LOS QUIERO VER, mátenme ahora, prefiero morir antes que estar en sus manos. LA ODIO CON TODA MI FUERZA, jamás le perdonaré por esto— las lágrimas salieron en un llanto fuerte que no paraba, comencé a convulsionar por el llanto y luego con mis ojos cristalinos indique la marca de ese animal.
Aquel tipo me miró y me abofeteo poniéndose encima de mí tirando el humo del cigarro a mi rostro, dos bofetadas más y ya tenía el rostro rojo —Serás puta, no le hables así a nuestra ama, ten respeto niña y no te hagas la virgen que no lo eras, entré sin dificultad en ti es más, te cabio toda mi polla en tu coño sin obstrucción alguna— las palabras del tipo no tenían sentido, yo era virgen, mi madre me lo había dicho, me había prometido guardarme para el hombre que ella escogiera para mí —MIENTES— forcejeaba mientras él me manoseaba frente a aquella mujer —MIENTES, mi madre me dijo que era pura y que no debía dejar que me hicieran daño, y lo hicieron, ustedes me hicieron daño, sobre todo tu, Agatha, los odio, déjenme sola, solo quiero morirme por esto que me hicieron— no me importaba ya nada, giré el rostro mirando por la ventana.
A la menor posibilidad aquella ventana sería mi salvación y condena, una condena de muerte que me daría la libertad.
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