Juegos peligrosos - privado

por **Laura Tejada Luna** Dom Feb 15, 2015 9:14 am

Tomó su copa de champagne, dio un pequeño sorbo, sus ojos contemplaron las pequeñas burbujas que subían a morir en la superficie del dorado líquido, sonrió pensando en sus enemigos a los que, tarde o temprano, terminaba viendo morir así, uno tras el otro. Jamás dejaba una cuenta impaga, Charleen, se encargaba de que cobrar sus deuda, perdonar una traición, no estaba en sus atributos. Aunque ésta traición fuera en el plano comercial y no en el sentimental. Tal vez por eso muchos pensaban que era fría y calculadora, - porque les molesta tanto como soy, ¿acaso no es justo que paguen por su traición? - , hizo un pequeños y casi imperceptible gesto – ba, digan lo que digan, hagan lo que hagan, jamás cambiaré, quien me traiciona debe pagar – apresuró su copa, recordando a su ultimo amante, - ay pequeños gorrión… debes tner cuidado de no golpearte contra un muro – susurró, recordando en donde se encontraba en ese momento el incauto amante, en una fría y desolada habitación del hospital – y agradece que solo fue una advertencia cariñosa -, volvió a sonreír, iluminando su rostro con un gesto de picardía, como el de una niña pequeña cuando ha cometido una travesura. - si estas invitado a mi lecho, eres solo mío, no me gusta compartir, si decides irte… hazlo, pero no intentes regresar… jamás acepto ser el segundo plato de nadie -, y ese lema se extendía a todo, en especial en el ámbito empresarial.

Dueña de las mejores industrias de manufactura en Escocia, deseaba invertir en la compra de otras empresas más pequeñas y en negocios de distintos rubros, - se dice que existe, un nuevo método para conseguir ganancias, sin tener que mancharte las manos con los empleados y toda esa tontería. Es como apostar, compras acciones de una empresa… te conviertes en parte dueño, pero cuando las cosas se complican, cuando ya no es rentable, pues las vendes y compras las de otras empresas… si quieres yo puedo ayudarte – había dicho su contador y amigo, un abogado exitoso de Londres, conectado con las más altas esferas del poder y del parlamento. Volvió a sonreír, al ver otra burbuja morir en la superficie, - igual que tu Cornwall – susurró, acordándose del destino de aquel que usando el capital de la joven, había hecho sus propios negocios sacando doble tajada de lo que en verdad le correspondía. Un lamentable accidente, terminó con la vida del ladrón de guantes blancos, el pobre granuja se despeñó por un acantilado, - jamás encontraron tu cuerpo… ni lo harán – caviló, con la mirada fría como un tempano.

El rumor de conversaciones, de saludos, la trajo de vuelta al presente, recordándole porqué estaba allí, aguantando estoica la patética reunión empresarial. Esperaba la llegada de un empresario, se suponía que era un genio en su estilo de negociar, en sus métodos empresariales. Para la Baronesa de Inglaterra, no existía nada más excitante y atractivo que un hombre así, doblemente deseable, alguien que pudiera compararse a ella en su ambición, por el dinero y el poder.