AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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De brujas y demonios | Privado | The World War of the Black Swans
Recuerdo del primer mensaje :
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Noviembre de 1803
Tardó dos meses en llegar a Rumania, específicamente a Bukharest. Su misión era sencilla. Se había celebrado un juicio a cinco mujeres por brujería y después de un año de juicios, la Iglesia convenció al gobierno y quedaron bajo su autoridad. Il Canarino nero tan sólo llegaría a dar una última fe a que no había injusticia para finalmente ejecutar la sentencia que en aquel reino era aceptada… La muerte.
Ya no podía decirse que il Canarino nero era la prodigio de la orden de la Inquisición, ya había muchas mujeres, entre ellas la líder de los soldados. Pero de lo que si se hablaba era de ser la discípula de Killer Bee y eso además de darle beneficios y respeto, también le traía una gran responsabilidad y la incomodidad de ser observada, acosada; como esperando el momento en el que se equivocara. Era por eso que siempre estaba pendiente, todos sus sentidos se mantenían alertas en todo minuto; por supuesto, eso la agotaba más, pero a la par tonificaba su potencial en la reacción y la intuición.
Llegó en caballo y se presentó con las prendas de un Inquisidor del Vaticano, llevaba un hábito negro con una cruz bordada de plata muy brillante, un rosario de madera en el cuello y una capa azul fuerte con una cruz dorada bordada. Debajo de ese atuendo vestía muy similar a su mentora; un short, unas botas, cartucheras en su cintura izquierda y pierna derecha así como una daga en la bota. No fue del todo bien recibida, el Obispo aún no aprobaba a las mujeres dentro de la Inquisición y no la consideraba calificada, pero si algo respetaba sobre todo era las ordenes directas de su santidad, por eso, al leer la carta con la aprobación de Innocentia como verdugo accedió a las exigencias de la inquisidora. La ejecución se realizaría en un lugar cerrado, lejos de la mirada del público para evitar protestas y serían colgadas hasta morir. Pero la prudencia de Innocentia era tan minuciosa que decidió adelantar la fecha de ejecución por si se tejía una represalia, así que esa misma noche serían colgadas.
La hora llegó, el lugar destinado una parroquia abandonada y totalmente saqueada, víctima de las guerras en los siglos XII y XIV, era muy vieja y ya nadie la visitaba. Las cuerdas ya estaban preparadas y los hombres que las jalarían para levantar los cuerpos hasta asfixiarlas estaban en posición. Vestida todo de negro, como una verdugo Innocentia arribó con las acusadas, al principio no hubo problema para controlarlas, en las semanas previas a su llegado ocuparon el tiempo para quebrar sus espíritus y debilitar sus cuerpos, por lo que hasta ese momento se mantenían pasivas. Mas presenciar lo que sería sus muertos despertó esa adrenalina que las hizo descontrolarse. Innocentia derribó a una de ella e inutilizó a una segunda, la tercera fue controlada por la compañía de la inquisidora. Pero fue esta última la que habló. —Matarás a inocentes, las brujas están en Tultcha y practican sus artes con los demonios—así dijo, con voz firme. Il Canarino nero tan sólo se limitó a observarle— Tomen a esas dos y prepárenlas y tú suelta a esta—ordenó, liberó a las que tenía sometidas y fueron llevadas inmediatamente a la horca.— Yo puedo conducirte—le habló la acusada más animada, convencida de que la inquisidora motivada por el gusto de la cacería aceptaría, pero se equivocaba, lo que hizo Innocentia fue algo inesperado para todos los congregados. En un movimiento que no pudieron ver debido a la capa que parecía todo ocultar, se hizo de su cañón y le disparó a quemarropa justo en el corazón.
—Cuélguenlas, ¡AHORA!—y en breve las dos acusadas ya estaban muertas. La orden se había cumplido.— Pero qué fue lo que sucedió, ¿por qué no tomó su palabra o lo discutió con nosotros?— il Canarino nero vio al monje que los acompañaba con cierto grado de irritación. Por supuesto, podía explicarle sus motivos, como el hecho de saber demasiado para la sentencia que recibía, no acusaba a nadie en general sólo apuntaba a un grupo y mencionó el lugar preciso, no solamente podía ser una trampa sino también un truco de persuasión y confusión. Para Innocentia esas palabras eran una descarada enunciación de «soy bruja».— Yo soy la autoridad aquí, ustedes limítense a obedecer y ejecutar mis ordenes— tan pronto como lo dijo se abrió paso. Sus palabras quizás sonaban prepotentes, pero si algo le había enseñado Killer Bee era que tenía que imponer su autoridad con desdén, soberbia y menosprecio. Esto era debido al hecho de ser mujeres, cuando se convirtiera en una Inquisidora famosa, obtendría más respeto y ya no sería necesario degradarse al modo del hombre para dirigir y hacer que se ejecuten las ordenes.
Pero algo ocurrió en el interior, una de las acusadas comenzó a arder sin explicación alguna y pronto toda la parroquia se incendió quemando a las personas, il Canarino nero quedó asombrada y al mismo tiempo sintió miedo, por primera vez presenciaba un fenómeno como el de ese momento, mas no estaba petrificada y cuando decidió correr para ayudar a sus acompañantes el lugar explotó y una fuerza tomó posesión de su cuerpo arrojándola a varios metros de distancia.
Ya no podía decirse que il Canarino nero era la prodigio de la orden de la Inquisición, ya había muchas mujeres, entre ellas la líder de los soldados. Pero de lo que si se hablaba era de ser la discípula de Killer Bee y eso además de darle beneficios y respeto, también le traía una gran responsabilidad y la incomodidad de ser observada, acosada; como esperando el momento en el que se equivocara. Era por eso que siempre estaba pendiente, todos sus sentidos se mantenían alertas en todo minuto; por supuesto, eso la agotaba más, pero a la par tonificaba su potencial en la reacción y la intuición.
Llegó en caballo y se presentó con las prendas de un Inquisidor del Vaticano, llevaba un hábito negro con una cruz bordada de plata muy brillante, un rosario de madera en el cuello y una capa azul fuerte con una cruz dorada bordada. Debajo de ese atuendo vestía muy similar a su mentora; un short, unas botas, cartucheras en su cintura izquierda y pierna derecha así como una daga en la bota. No fue del todo bien recibida, el Obispo aún no aprobaba a las mujeres dentro de la Inquisición y no la consideraba calificada, pero si algo respetaba sobre todo era las ordenes directas de su santidad, por eso, al leer la carta con la aprobación de Innocentia como verdugo accedió a las exigencias de la inquisidora. La ejecución se realizaría en un lugar cerrado, lejos de la mirada del público para evitar protestas y serían colgadas hasta morir. Pero la prudencia de Innocentia era tan minuciosa que decidió adelantar la fecha de ejecución por si se tejía una represalia, así que esa misma noche serían colgadas.
La hora llegó, el lugar destinado una parroquia abandonada y totalmente saqueada, víctima de las guerras en los siglos XII y XIV, era muy vieja y ya nadie la visitaba. Las cuerdas ya estaban preparadas y los hombres que las jalarían para levantar los cuerpos hasta asfixiarlas estaban en posición. Vestida todo de negro, como una verdugo Innocentia arribó con las acusadas, al principio no hubo problema para controlarlas, en las semanas previas a su llegado ocuparon el tiempo para quebrar sus espíritus y debilitar sus cuerpos, por lo que hasta ese momento se mantenían pasivas. Mas presenciar lo que sería sus muertos despertó esa adrenalina que las hizo descontrolarse. Innocentia derribó a una de ella e inutilizó a una segunda, la tercera fue controlada por la compañía de la inquisidora. Pero fue esta última la que habló. —Matarás a inocentes, las brujas están en Tultcha y practican sus artes con los demonios—así dijo, con voz firme. Il Canarino nero tan sólo se limitó a observarle— Tomen a esas dos y prepárenlas y tú suelta a esta—ordenó, liberó a las que tenía sometidas y fueron llevadas inmediatamente a la horca.— Yo puedo conducirte—le habló la acusada más animada, convencida de que la inquisidora motivada por el gusto de la cacería aceptaría, pero se equivocaba, lo que hizo Innocentia fue algo inesperado para todos los congregados. En un movimiento que no pudieron ver debido a la capa que parecía todo ocultar, se hizo de su cañón y le disparó a quemarropa justo en el corazón.
—Cuélguenlas, ¡AHORA!—y en breve las dos acusadas ya estaban muertas. La orden se había cumplido.— Pero qué fue lo que sucedió, ¿por qué no tomó su palabra o lo discutió con nosotros?— il Canarino nero vio al monje que los acompañaba con cierto grado de irritación. Por supuesto, podía explicarle sus motivos, como el hecho de saber demasiado para la sentencia que recibía, no acusaba a nadie en general sólo apuntaba a un grupo y mencionó el lugar preciso, no solamente podía ser una trampa sino también un truco de persuasión y confusión. Para Innocentia esas palabras eran una descarada enunciación de «soy bruja».— Yo soy la autoridad aquí, ustedes limítense a obedecer y ejecutar mis ordenes— tan pronto como lo dijo se abrió paso. Sus palabras quizás sonaban prepotentes, pero si algo le había enseñado Killer Bee era que tenía que imponer su autoridad con desdén, soberbia y menosprecio. Esto era debido al hecho de ser mujeres, cuando se convirtiera en una Inquisidora famosa, obtendría más respeto y ya no sería necesario degradarse al modo del hombre para dirigir y hacer que se ejecuten las ordenes.
Pero algo ocurrió en el interior, una de las acusadas comenzó a arder sin explicación alguna y pronto toda la parroquia se incendió quemando a las personas, il Canarino nero quedó asombrada y al mismo tiempo sintió miedo, por primera vez presenciaba un fenómeno como el de ese momento, mas no estaba petrificada y cuando decidió correr para ayudar a sus acompañantes el lugar explotó y una fuerza tomó posesión de su cuerpo arrojándola a varios metros de distancia.
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Última edición por Innocentia Coletti el Jue Oct 15, 2015 6:20 pm, editado 3 veces
Innocentia Coletti- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/10/2014
Re: De brujas y demonios | Privado | The World War of the Black Swans
VATICANO
Caso 15
El ministerio de los ángeles:
Caso 15
El ministerio de los ángeles:
¿Cómo es posible que el mal siga existiendo? Aquí, y allá, con desconcertante frecuencia, con el deber de denunciar sin temor a nada su existencia y acción, la maldad se sigue expandiendo, no solo en las calles de un país, en todo el mundo se presenta. Hasta en la misma casa del señor, y que triste que sea de esa manera. Ahora todos conviven con bestias, pero hay que saber diferenciarlas, y conocer los ilegítimos demonios sobre todo no dar la voluntad, sin esta no pueden hacer nada.
Así, era necesario forjar una armadura para proteger la humanidad, al prójimo mismo que era tentado por el diablo, se ofreció como espada la palabra y la perseverancia en las plegarias, que con el corazón hicieran su justicia, vencer al pecado es la única forma de vencer al demonio ¡Qué defensa, qué remedio oponer a la acción del demonio! Defenderse del pecado, es defenderse del mismo enemigo. Y la más potente, la fe. Que no teman, ni turben sus corazones, la Santa Inquisición se encargó de ir desterrando el mal; aquellos dañinos a la fe, contrarios a la moral. Así como atentados, y el más polémico fue el caso 15.
Este caso fue llevado a la corte de la Inquisición, se realizó una consagración por la resolución del atentado. En los cuales fueron citados los líderes de cada fracción aparte de los principales integrantes, al Vicario de Cristo quien tiene la última palabra.
—La misión ha sido un fracaso. Mi señor, se ha ejecutado una masacre total en Aragón, no es obra de uno de nuestros miembros, ese trabajo fue realizado por el demonio.— La líder de los soldados se presentó ante el Papa, dejando que la voluntad de su fe hablara como ofensa.
—Soldado, sea más explícito, ¿A qué conclusión ha llegado? —El Papa intervino. Y no importa que fuese mujer, siempre se les dirige en general.
—Perdone mi señor. Como nos hemos enterado, Aragón fue cubierto por llamas, el pueblo entero fue vilmente torturado; no bastó con el fuego, se encontró cadáveres degollados, y como blasfemia en el centro la cabeza de quien solamente debió haber sido sentenciado a la hoguera.
Se le había ordenado al soldado, “Camile White” exterminar al hereje de manera discreta, que el pueblo pudiera seguir viviendo en armonía. Y NADA de ello fue llevado a cabo. Tras estudiar la escena y confirmado con el reporte. El soldado actuó de manera imprudente, por sentimientos y pasiones que van en contra de nuestra enseñanza, por ello, hemos decidido que sera castigada. No debemos permitir debilidades como esta. Dejó de portar el estandarte de la inquisición y pasó a ser una hereje más.—Finalizó, esperando pronta la decisión, puesto que muchos tuvieron su opinión de la situación.
Así, de unos segundos, fue nombrado el soldado Piero D’Páramo, mano derecha del líder de los soldados fracción 1 a que pasara frente al Vicario y se inclina.
La decisión fue: —Tu deber es traer al soldado Camile White viva, haz tu deber, no hace falta decir que termines con esto de una buena vez, fuiste asignado a esta labor por tus estrategias empleadas. Has sabido tomar bien las decisiones, espero lo mismo en este caso. Además, se te consignará ayuda, tu líder te otorgara sus nombres de pila y el expediente queda en tus manos, quiero como siempre el informe de cada movimiento.
Ante el mandato, se alista, coge el expediente y de manera ágil da una ojeada, se informa de las actividades de Camile pero hubo algo que le llevaría directo a ella. Un informe acerca de la aniquilación de un grupo de inquisidores y la desaparición de Innocentia, la subordinada de su objetivo. Tan rápido proceso la información, y directo confió en su razón, debido al suceso y el estado en que debía encontrarse Camile, con exactitud afirmaba que iría a su búsqueda y su blanco se enfocó al norte de Rumanía. Puesto que si va tras los pasos de Camile, claramente no la alcanzaría, si llegaban a Bukharest, ella ya habría partido. De manera que se dirigio a Maramures.
—Terminemos con esto de una buena vez, no estamos para cometer errores, y ni aprender de esto; Cada uno ya sabe su deber y las reglas de conducta. En marcha si no hay objeciones, iremos al norte de Rumanía.
Sin perder el tiempo, da la orden de partida a los miembros asignados; Emelia Borromeo y Ulysses Von Harnett. Mencionando que llevaran lo esencial; alimento, agua, sus armas y equipaje ligero puesto que a caballo partirían, dando 5 minutos por lo mucho para descanso alguno, hasta al final, antes de llegar guardaran sus energías en medio día de descanso…
Días les llevó llegar, por los informes, nada era de sorprenderse, se murmuraban que a ciertos kilómetros atrás ruinas habían quedado, podía percibir la magia negra al paso, ¡Cómo se atrevían a quemar rosarios! Era imperdonable, tanto que con un movimiento con la falange derecha, demandó que continuaran caminando, un extenso vació en el fondo, y unas paredes ocultas, formulando una entrada secreta, todo indicaba que el lugar a donde debían acudir era ese, y percibía como la tierra sepultaba energías, cenizas de magia oscura, un campo abierto hacia el infierno.
Había algo más, un sol negro, esa fortaleza maligna podía percibir el brujo, parecía guiarse a esta, unas plegarias en el eco sonoro del paisaje olvidado, habiendo otras energías no muy a lo lejos del lugar, voces, pasos, plegarias, ruegos, y súplicas al señor…
Y la luz vio, el templo del diablo tirado sobre los trozos del cimiento, olfateando el ritual que se llevó a cabo, el fuego y los signos, una especie de cueva, un sombrío lugar que cosechaba energía poderosa. Y lo que en brevedad le molestó, ¿Por qué un niño, a vista un arcángel más, estaba liberando ese templo?
—No están haciendo nada al igual que tú. Guarda silencio Harnett... Y tú, ¡Debes matarla! —Miro al niño al situarse en frente, alzando la ballesta directo al corazón de la bestia. — Tienes un momento para hacerlo, tomaste los votos para la inquisición, cumple con tu deber. Conoces de la demonología, el demonio sembró su semilla, ya es una de ellos, ¡DEBES MATARLA! ¿Qué no te enseñaron a no tocar lo pútrido? Te infectas, se está alimentando así de tu energía, lo estás liberando y alimentándolo a su vez. — No estaba dando la oportunidad al mocoso, este debía terminar el hechizo o saldría perjudicado. —No debiste en primera hacer un campo en estas circunstancias, así estás alimentando a ese engendro. —hablaba la dureza, la frivolidad de las palabras en tonos graves.
Y como era de esperarse, fue empujado el demonio, y una sombra comenzó a buscar un cuerpo para encarnar.
—¡Harnett protege al niño! —La ballesta fue posada en el suelo y cogió una especie de piedra, realizando cortadas en las palmas y se sitúa frente a Innocentia, con ambas manos alzadas, conjurando contra la sombra. — Borromeo, si decide escapar Innocentia no la dejes. Volveré a situar el espíritu en su cuerpo, y cuando termine, quiero que la mates. Así es como debió de ser desde un principio.
—Ad templum ubi nati estis lux es parte foderunt in corpus ... Cum virtus Sanguinis Domini nostri Jesu Christi, vinctum clauso ore malum spiritum mitto ventrem ludit in ea mortuum esse misit ad nihilum . Sicut exilium Lucifer ire cum domino meo . ¡Reprímele Deus, supplices deprecamur![1]
Comenzó con el conjuro, uniendo la bestia en su nido, era la única forma para extinguir ese mal, porque con la luz solo se debilitan, pero siguen presentes e Innocentia debía de saberlo, sería ya una especie de incubadora para parir demonios. Y ese necesitaba yacer encima de ella para terminar su forma corpórea. Siendo sucesivamente un ciclo maldito.
1.-Regresa al templo de donde naciste, fuiste luz, fuiste parte de ella, adéntrate a su cuerpo…Con el Poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, ato y amordazo este espíritu maligno, lo envío al vientre, encarna en ella y muere, serán enviados a la nada. Así como Dios desterró a Luzbel, hazlo con este, mi señor. ¡Reprímele Dios, pedimos suplicantes!
Así, era necesario forjar una armadura para proteger la humanidad, al prójimo mismo que era tentado por el diablo, se ofreció como espada la palabra y la perseverancia en las plegarias, que con el corazón hicieran su justicia, vencer al pecado es la única forma de vencer al demonio ¡Qué defensa, qué remedio oponer a la acción del demonio! Defenderse del pecado, es defenderse del mismo enemigo. Y la más potente, la fe. Que no teman, ni turben sus corazones, la Santa Inquisición se encargó de ir desterrando el mal; aquellos dañinos a la fe, contrarios a la moral. Así como atentados, y el más polémico fue el caso 15.
Caso 15; Masacre en Aragón.
Orden: «Al brujo no deberás dejar con vida»
Líder de la operación: Camile White
Orden: «Al brujo no deberás dejar con vida»
Líder de la operación: Camile White
Este caso fue llevado a la corte de la Inquisición, se realizó una consagración por la resolución del atentado. En los cuales fueron citados los líderes de cada fracción aparte de los principales integrantes, al Vicario de Cristo quien tiene la última palabra.
—La misión ha sido un fracaso. Mi señor, se ha ejecutado una masacre total en Aragón, no es obra de uno de nuestros miembros, ese trabajo fue realizado por el demonio.— La líder de los soldados se presentó ante el Papa, dejando que la voluntad de su fe hablara como ofensa.
—Soldado, sea más explícito, ¿A qué conclusión ha llegado? —El Papa intervino. Y no importa que fuese mujer, siempre se les dirige en general.
—Perdone mi señor. Como nos hemos enterado, Aragón fue cubierto por llamas, el pueblo entero fue vilmente torturado; no bastó con el fuego, se encontró cadáveres degollados, y como blasfemia en el centro la cabeza de quien solamente debió haber sido sentenciado a la hoguera.
Se le había ordenado al soldado, “Camile White” exterminar al hereje de manera discreta, que el pueblo pudiera seguir viviendo en armonía. Y NADA de ello fue llevado a cabo. Tras estudiar la escena y confirmado con el reporte. El soldado actuó de manera imprudente, por sentimientos y pasiones que van en contra de nuestra enseñanza, por ello, hemos decidido que sera castigada. No debemos permitir debilidades como esta. Dejó de portar el estandarte de la inquisición y pasó a ser una hereje más.—Finalizó, esperando pronta la decisión, puesto que muchos tuvieron su opinión de la situación.
Así, de unos segundos, fue nombrado el soldado Piero D’Páramo, mano derecha del líder de los soldados fracción 1 a que pasara frente al Vicario y se inclina.
La decisión fue: —Tu deber es traer al soldado Camile White viva, haz tu deber, no hace falta decir que termines con esto de una buena vez, fuiste asignado a esta labor por tus estrategias empleadas. Has sabido tomar bien las decisiones, espero lo mismo en este caso. Además, se te consignará ayuda, tu líder te otorgara sus nombres de pila y el expediente queda en tus manos, quiero como siempre el informe de cada movimiento.
Ante el mandato, se alista, coge el expediente y de manera ágil da una ojeada, se informa de las actividades de Camile pero hubo algo que le llevaría directo a ella. Un informe acerca de la aniquilación de un grupo de inquisidores y la desaparición de Innocentia, la subordinada de su objetivo. Tan rápido proceso la información, y directo confió en su razón, debido al suceso y el estado en que debía encontrarse Camile, con exactitud afirmaba que iría a su búsqueda y su blanco se enfocó al norte de Rumanía. Puesto que si va tras los pasos de Camile, claramente no la alcanzaría, si llegaban a Bukharest, ella ya habría partido. De manera que se dirigio a Maramures.
—Terminemos con esto de una buena vez, no estamos para cometer errores, y ni aprender de esto; Cada uno ya sabe su deber y las reglas de conducta. En marcha si no hay objeciones, iremos al norte de Rumanía.
Sin perder el tiempo, da la orden de partida a los miembros asignados; Emelia Borromeo y Ulysses Von Harnett. Mencionando que llevaran lo esencial; alimento, agua, sus armas y equipaje ligero puesto que a caballo partirían, dando 5 minutos por lo mucho para descanso alguno, hasta al final, antes de llegar guardaran sus energías en medio día de descanso…
NOVIEMBRE DE 1804, Rumania, Maramures
Días les llevó llegar, por los informes, nada era de sorprenderse, se murmuraban que a ciertos kilómetros atrás ruinas habían quedado, podía percibir la magia negra al paso, ¡Cómo se atrevían a quemar rosarios! Era imperdonable, tanto que con un movimiento con la falange derecha, demandó que continuaran caminando, un extenso vació en el fondo, y unas paredes ocultas, formulando una entrada secreta, todo indicaba que el lugar a donde debían acudir era ese, y percibía como la tierra sepultaba energías, cenizas de magia oscura, un campo abierto hacia el infierno.
Había algo más, un sol negro, esa fortaleza maligna podía percibir el brujo, parecía guiarse a esta, unas plegarias en el eco sonoro del paisaje olvidado, habiendo otras energías no muy a lo lejos del lugar, voces, pasos, plegarias, ruegos, y súplicas al señor…
Y la luz vio, el templo del diablo tirado sobre los trozos del cimiento, olfateando el ritual que se llevó a cabo, el fuego y los signos, una especie de cueva, un sombrío lugar que cosechaba energía poderosa. Y lo que en brevedad le molestó, ¿Por qué un niño, a vista un arcángel más, estaba liberando ese templo?
—No están haciendo nada al igual que tú. Guarda silencio Harnett... Y tú, ¡Debes matarla! —Miro al niño al situarse en frente, alzando la ballesta directo al corazón de la bestia. — Tienes un momento para hacerlo, tomaste los votos para la inquisición, cumple con tu deber. Conoces de la demonología, el demonio sembró su semilla, ya es una de ellos, ¡DEBES MATARLA! ¿Qué no te enseñaron a no tocar lo pútrido? Te infectas, se está alimentando así de tu energía, lo estás liberando y alimentándolo a su vez. — No estaba dando la oportunidad al mocoso, este debía terminar el hechizo o saldría perjudicado. —No debiste en primera hacer un campo en estas circunstancias, así estás alimentando a ese engendro. —hablaba la dureza, la frivolidad de las palabras en tonos graves.
Y como era de esperarse, fue empujado el demonio, y una sombra comenzó a buscar un cuerpo para encarnar.
—¡Harnett protege al niño! —La ballesta fue posada en el suelo y cogió una especie de piedra, realizando cortadas en las palmas y se sitúa frente a Innocentia, con ambas manos alzadas, conjurando contra la sombra. — Borromeo, si decide escapar Innocentia no la dejes. Volveré a situar el espíritu en su cuerpo, y cuando termine, quiero que la mates. Así es como debió de ser desde un principio.
—Ad templum ubi nati estis lux es parte foderunt in corpus ... Cum virtus Sanguinis Domini nostri Jesu Christi, vinctum clauso ore malum spiritum mitto ventrem ludit in ea mortuum esse misit ad nihilum . Sicut exilium Lucifer ire cum domino meo . ¡Reprímele Deus, supplices deprecamur![1]
Comenzó con el conjuro, uniendo la bestia en su nido, era la única forma para extinguir ese mal, porque con la luz solo se debilitan, pero siguen presentes e Innocentia debía de saberlo, sería ya una especie de incubadora para parir demonios. Y ese necesitaba yacer encima de ella para terminar su forma corpórea. Siendo sucesivamente un ciclo maldito.
1.-Regresa al templo de donde naciste, fuiste luz, fuiste parte de ella, adéntrate a su cuerpo…Con el Poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, ato y amordazo este espíritu maligno, lo envío al vientre, encarna en ella y muere, serán enviados a la nada. Así como Dios desterró a Luzbel, hazlo con este, mi señor. ¡Reprímele Dios, pedimos suplicantes!
Última edición por Piero D'Páramo el Vie Nov 06, 2015 10:05 pm, editado 1 vez
Piero D'Páramo- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 30/11/2014
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Re: De brujas y demonios | Privado | The World War of the Black Swans
Caminó por los pasillos en total silencio, en su mirada, fría por costumbre, había un brillo peligroso, extraño, el germen de la locura. Emelia no estaba contenta, su jefe y defensor máximo, la había traicionado, o por lo menos así lo sentía, -¿cómo puede mandarme a una misión, con dos hechiceros condenados, es acaso lógico mandar un lobo con corderos y que uno de éstos le intente dar órdenes al lobo? – caviló, mirando fijo al frente, sin prestar atención a quien venía en dirección opuesta. Su primera víctima fue un soldado novato, que no logró esquivarla a tiempo, golpeando su hombro con el de ella. La furia de Emelia se liberó, con movimientos rápidos, lo atacó, dejándolo en el suelo, con su daga a milímetros del cuello. La mirada de asesina de la inquisidora se fue desvaneciendo cuando notó, el sudor en el rostro del inquisidor y la mirada de espanto. Pero fue el gesto de dolor de su oponente, el que logró que la inquisidora se sintiera mejor, - no existe nada más excitante que ver el terror en los ojos del adversario – concluyó, mientras sonreía por primera vez en el día. Se incorporó, para mirar al hombre que aún intentaba levantarse, - has de tener más cuidado la próxima vez, y no dar por sentado que una mujer es incapaz de patearte el trasero – el joven asintió, llevando su mano al cuello, donde un hilo de sangre comenzaba a mostrar las huellas del enfrentamiento. Se notaba a simple vista que era un novato y que su maestro no le había advertido que por los recintos de la inquisición rondaba una monja muy particular, dedicada solo a la tortura y a los ajusticiamientos. Pero estaba segura que ya no se le olvidaría.
Mas reconfortada por haber liberado el estrés, siguió el camino a sus aposentos, no contaba con mucho tiempo para preparar el viaje, guardó en una alforja los venenos, dagas y cañones. Comprobó que su querida ballesta estuviera en condiciones y se dispuso a terminar los detalles, en antes de medianoche deberían estar en camino a Rumania. Deseaba completar pronto la misión y seguir con su venganza. Mas intentó no pensar en ello, debía permanecer alerta a los peligros, no deseaba terminar bajo una lápida, antes de matar a su detestada hermana Emilia.
Pero antes de partir, le hizo una visita al Santo Padre, quien ya se había retirado a sus aposentos. Emelia utilizó una de las entradas secretas y pronto estuvo ante el Pontífice. Éste en ningún momento se asustó o tuvo intención de defenderse, por el contrario, al girarse ante el ruido de la trampilla que ocultaba la entrada, le sonrió con un gesto de picardía, - me preguntaba cuanto se demoraría la más peligrosa de mis hijas en venir a reclamar mi osadía -, Emelia se detuvo a unos escasos centímetros del hombre, cruzó sus brazos, observándole con un dejo de desprecio, - y si lo sabías, ¿por qué intentas ofenderme de esa manera? – El pontífice, se dirigió hasta un mueble bellamente decorado con oro y piedras preciosas, abriendo una de las pequeñas puertas, extrajo del interior dos copas de oro, más una botella de vino consagrado, - vamos, no te enojes, que bien puedes utilizar ésta oportunidad para algún beneficio – sirvió las copas y extendió la mano para que ella brindara con él. Mas Emelia se negó, - no gracias, tal vez cuando vuelva, y me permitáis matar a la bruja que fue amante del inquisidor Rosso… tal vez, entonces logre perdonaros -. Un movimiento tras de ellos, alertó a la inquisidora quien lanzó una daga al lugar de donde provenía el sonido, un ahogado quejido hizo que el Papa, diera un respingo, dejando las copas en el mueble y corriendo hacia donde un cuerpo caía al suelo. – pero que has hecho -, le recriminó, Emelia encogió los hombros, mientras se acercaba observando como la amante de turno del pontífice agonizaba, sin que éste pudiera hacer nada. En silencio, extrajo la daga del vientre de la mujer desnuda, limpiando la sangre con el cortinado del lecho papal, - no he hecho nada, solo os he librado de una prostituta, podéis decir que os intentó seducir, siempre tendréis una excusa para estos menesteres, solo deberéis buscar a otra que os cobije entre sus piernas – sus palabra salieran cargadas de sarcasmo para su benefactor, el que la soportaba solo, porque le era en extremo útil, pero que bien podía dejar de serlo y cuando el momento llegara él se libraría de esa loca. Mientras tanto, solo le restaba aguantar, las salidas de su protegida.
Una hora más tarde viajaba con destino a Rumania, mordiéndose la rabia por estar bajo las ordenes de un inquisidor condenado, esperaba tener la suerte de ejecutar las ordenes pronto y de ser posible liquidar a sus dos compañeros de viaje, esos dos hechiceros. Los odiaba, como a casi todo el mundo, solo que ellos además eran sus más predilecta piezas de caza. Inspiró profundo, intentando controlarse y parecer una simple inquisidora, atenta, disciplinada y obediente, una soldado fiel a su líder, o al que hubieran puesto para dirigir, - ¿pero en qué estaba pensando ese degenerado, en el momento de unirme a ésta misión? – cerró los ojos y dejó que la rabia desapareciera de su mente, una sonrisa de placer surgió en sus labios recordado la frustración del Pontífice al ver a su acompañante nocturno, agonizando por su culpa. Emelia volvió a pensar que no existía más belleza en el mundo que ver como la vida se escapaba en un charco de sangre.
Al llegar a destino, bajó de un ágil salto de su caballo, tomando su ballesta y preparando las flechas con veneno, mientras escuchaba atenta, lo que su líder decía, asintiendo ante la orden que le daba y buscando la posición más adecuada para poder dar un tiro certero y mortífero al objetivo. Contempló a la inquisidora poseída, quien le pareció una hermosa pieza para trabajar en ella – lástima que debamos aniquilarla tan rápidamente, me hubiera gustado sentirla gemir de dolor, bajo mis manos – caviló, mientras su mirada recorría el recinto y a todos los inquisidores que se encontraban en el lugar. – Me lleva el demo... – intentó ahogar el gritó que pugnaba por salir de su garganta, al ver al pequeño inquisidor, - que hace éste mocoso aquí - se exasperó, -debería haberte dado una verdadera zurra hace un tiempo atrás… – pensó, mientras volvía su atención a su principal objetivo.
Mas reconfortada por haber liberado el estrés, siguió el camino a sus aposentos, no contaba con mucho tiempo para preparar el viaje, guardó en una alforja los venenos, dagas y cañones. Comprobó que su querida ballesta estuviera en condiciones y se dispuso a terminar los detalles, en antes de medianoche deberían estar en camino a Rumania. Deseaba completar pronto la misión y seguir con su venganza. Mas intentó no pensar en ello, debía permanecer alerta a los peligros, no deseaba terminar bajo una lápida, antes de matar a su detestada hermana Emilia.
Pero antes de partir, le hizo una visita al Santo Padre, quien ya se había retirado a sus aposentos. Emelia utilizó una de las entradas secretas y pronto estuvo ante el Pontífice. Éste en ningún momento se asustó o tuvo intención de defenderse, por el contrario, al girarse ante el ruido de la trampilla que ocultaba la entrada, le sonrió con un gesto de picardía, - me preguntaba cuanto se demoraría la más peligrosa de mis hijas en venir a reclamar mi osadía -, Emelia se detuvo a unos escasos centímetros del hombre, cruzó sus brazos, observándole con un dejo de desprecio, - y si lo sabías, ¿por qué intentas ofenderme de esa manera? – El pontífice, se dirigió hasta un mueble bellamente decorado con oro y piedras preciosas, abriendo una de las pequeñas puertas, extrajo del interior dos copas de oro, más una botella de vino consagrado, - vamos, no te enojes, que bien puedes utilizar ésta oportunidad para algún beneficio – sirvió las copas y extendió la mano para que ella brindara con él. Mas Emelia se negó, - no gracias, tal vez cuando vuelva, y me permitáis matar a la bruja que fue amante del inquisidor Rosso… tal vez, entonces logre perdonaros -. Un movimiento tras de ellos, alertó a la inquisidora quien lanzó una daga al lugar de donde provenía el sonido, un ahogado quejido hizo que el Papa, diera un respingo, dejando las copas en el mueble y corriendo hacia donde un cuerpo caía al suelo. – pero que has hecho -, le recriminó, Emelia encogió los hombros, mientras se acercaba observando como la amante de turno del pontífice agonizaba, sin que éste pudiera hacer nada. En silencio, extrajo la daga del vientre de la mujer desnuda, limpiando la sangre con el cortinado del lecho papal, - no he hecho nada, solo os he librado de una prostituta, podéis decir que os intentó seducir, siempre tendréis una excusa para estos menesteres, solo deberéis buscar a otra que os cobije entre sus piernas – sus palabra salieran cargadas de sarcasmo para su benefactor, el que la soportaba solo, porque le era en extremo útil, pero que bien podía dejar de serlo y cuando el momento llegara él se libraría de esa loca. Mientras tanto, solo le restaba aguantar, las salidas de su protegida.
Una hora más tarde viajaba con destino a Rumania, mordiéndose la rabia por estar bajo las ordenes de un inquisidor condenado, esperaba tener la suerte de ejecutar las ordenes pronto y de ser posible liquidar a sus dos compañeros de viaje, esos dos hechiceros. Los odiaba, como a casi todo el mundo, solo que ellos además eran sus más predilecta piezas de caza. Inspiró profundo, intentando controlarse y parecer una simple inquisidora, atenta, disciplinada y obediente, una soldado fiel a su líder, o al que hubieran puesto para dirigir, - ¿pero en qué estaba pensando ese degenerado, en el momento de unirme a ésta misión? – cerró los ojos y dejó que la rabia desapareciera de su mente, una sonrisa de placer surgió en sus labios recordado la frustración del Pontífice al ver a su acompañante nocturno, agonizando por su culpa. Emelia volvió a pensar que no existía más belleza en el mundo que ver como la vida se escapaba en un charco de sangre.
Al llegar a destino, bajó de un ágil salto de su caballo, tomando su ballesta y preparando las flechas con veneno, mientras escuchaba atenta, lo que su líder decía, asintiendo ante la orden que le daba y buscando la posición más adecuada para poder dar un tiro certero y mortífero al objetivo. Contempló a la inquisidora poseída, quien le pareció una hermosa pieza para trabajar en ella – lástima que debamos aniquilarla tan rápidamente, me hubiera gustado sentirla gemir de dolor, bajo mis manos – caviló, mientras su mirada recorría el recinto y a todos los inquisidores que se encontraban en el lugar. – Me lleva el demo... – intentó ahogar el gritó que pugnaba por salir de su garganta, al ver al pequeño inquisidor, - que hace éste mocoso aquí - se exasperó, -debería haberte dado una verdadera zurra hace un tiempo atrás… – pensó, mientras volvía su atención a su principal objetivo.
Isabelle Campionibusa- Inquisidor Clase Alta
- Mensajes : 104
Fecha de inscripción : 13/03/2015
Re: De brujas y demonios | Privado | The World War of the Black Swans
La presencia de tres inquisidores más la hizo ponerla más nerviosa, a penas ponía atención a lo que decían los que eran, por ahora sus aliados. Ulysses Von Harnett hechicero condenado, Piero D’Páramo hechicero condenado y mano derecha del líder de la propia fracción de Il Canarino nero, al que Killer Bee consideraba un elemento de la orden de quién cuidarse, un rival digno y como ella totalmente entregado al señor y por último la sádica Emelia Borromeo. Por lo menos los distinguió entre tantas acciones que sucedieron tan rápido que el terror la invadió después. —¿Incubadora?, ¿matarme? —Innocentia comenzaba a comprenderlo y aunque intentó suicidarse era mentira que Yuri la convenció, fue ella la que se aferró a la vida, que no tuvo valor para enviar a los demonios al infierno.
Piero tenía razón pero ella no quería morir y quizas estaba más aterrada que el propio demonio que vencido por la luz regresó al vientre de Innocentia, éste reció un poco más y ella gimió de dolor. Era el momento, la matarían y ni siquiera Yuri podría salvarla. Las lágrimas de Innocentia comenzaron a surgir pero eran de sangre y eso provocó en ella un grito desesperado, comenzó a retroceder pero chocó con Emelia que le cortaba el camino. —Piero por piedad, debe de haber otra manera —chilló y cayó de rodillas tocándose el vientre.
—Killer Bee haría lo mismo, jalaría el gatillo. No, ya estaría muerta, Piero me está dando segundos que Camile no me hubiera dado; ¿por qué?, ¿reza por mi alma o sólo quiere hacerme desesperar —Il Canarino nero se echó a llorar golpeando el piso—, yo no pedí esto, Piero tienes que ayudarme. Yo sólo tenía que juzgar a las brujas de Bukharest no terminar así, en este lugar desconocido y yo ser profanada. MI CUERPO PERTENECE A NUESTRO SEÑOR, A DIOS TODOPODEROSO, yo no lo pedí —no pudo continuar por su llanto pero su corazón seguía rogando a Piero el que debía estar a cargo de la misión y entonces se preguntó—, ¿cuál era realmente su misión, pues era imposible que supieran el estado de Il canarino nero, debió de ser como con Yuri, una coincidencia... no, Dios trazó su camino para que se encontraran y él no fallara como inquisidor. Sí, estaba pérdida y condenada.
Resignada alzó el rostro a Piero, —¿crees que Dios me acoja en el paraíso pese a esta profanación que me han hecho? —suspiró y cerró los ojos para recibir el disparo.
Piero tenía razón pero ella no quería morir y quizas estaba más aterrada que el propio demonio que vencido por la luz regresó al vientre de Innocentia, éste reció un poco más y ella gimió de dolor. Era el momento, la matarían y ni siquiera Yuri podría salvarla. Las lágrimas de Innocentia comenzaron a surgir pero eran de sangre y eso provocó en ella un grito desesperado, comenzó a retroceder pero chocó con Emelia que le cortaba el camino. —Piero por piedad, debe de haber otra manera —chilló y cayó de rodillas tocándose el vientre.
—Killer Bee haría lo mismo, jalaría el gatillo. No, ya estaría muerta, Piero me está dando segundos que Camile no me hubiera dado; ¿por qué?, ¿reza por mi alma o sólo quiere hacerme desesperar —Il Canarino nero se echó a llorar golpeando el piso—, yo no pedí esto, Piero tienes que ayudarme. Yo sólo tenía que juzgar a las brujas de Bukharest no terminar así, en este lugar desconocido y yo ser profanada. MI CUERPO PERTENECE A NUESTRO SEÑOR, A DIOS TODOPODEROSO, yo no lo pedí —no pudo continuar por su llanto pero su corazón seguía rogando a Piero el que debía estar a cargo de la misión y entonces se preguntó—, ¿cuál era realmente su misión, pues era imposible que supieran el estado de Il canarino nero, debió de ser como con Yuri, una coincidencia... no, Dios trazó su camino para que se encontraran y él no fallara como inquisidor. Sí, estaba pérdida y condenada.
Resignada alzó el rostro a Piero, —¿crees que Dios me acoja en el paraíso pese a esta profanación que me han hecho? —suspiró y cerró los ojos para recibir el disparo.
Innocentia Coletti- Inquisidor Clase Alta
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 27/10/2014
Re: De brujas y demonios | Privado | The World War of the Black Swans
La situación se estaba poniendo diferente a lo que estaba acostumbrado a soportar, tantas personas con sus sumidas en su mundo estrecho y cuadrado de vidas en donde los ha segado el poder de la nada; las sombras que se ocultan en el interior de aquel que se acerca al infante como si aceptar la orden del “superior” que se le fue encargada. Sus manos se posan sobre los hombros del niño al cual le solicitaba que retroceda, más en la profundidad de su ser sopesa la oscuridad que se encerraba realmente.
Observaba al superior empezar un conjuro para alejar a los espíritus del bajo astral, aquellos que se arrastran por las miserias humanas. La sonrisa de medio lado que aflora al seguir el hechizo en su mente, sus labios se abren moviéndose como el viento, rápido y silencioso, un escudo de protección para él y para al que ordenaron proteger. Sus dedos se fijaron en los hombros del niño.
–No sé por qué viniste niño, pero es mejor que no te acerques mucho y si lo haces asegúrate de guardarte tu propia energía para ti y no para otros. Tu amiga morirá a este paso–, susurró las palabras amargas al pequeño colocándose frente a él. De entre su ropa sacó un aniño con una gema oscura como la de su alma, colocándolo en la mano zurda, sus labios se movían más en la forma de su conjuro de protección.
Miró a los inquisidores, a cada uno de ellos, riéndose para si mismo, hasta que observó a aquella con la que nadie quiere trabajar, aquella mujer que se hace llamar Emelia, una a la que conocía por rumores, “Ella no dejará que haga lo que quiero” comprendió la nueva situación saliendo de su propio escudo –Señor– se dirige a su superior –El exorcismo no dará resultado si se oculta en la sombra, solo lastimará a la mujer.– se estaba arriesgando demasiado por una estúpida mujer –A este paso solo lo liberaremos para que vague por este mundo, romperemos el envase y el demonio se liberara. Debemos hacer otra cosa señor–
Aleja al niño para evitar que las energías negativas le tomen por sorpresa –Puede que el demonio nos esté engañando, pero no podemos arriesgarnos a perder a todos los que estamos aquí–. Ahí iba su última carta antes de poder sacar provecho de la situación que se maquina en las entrañas de las sombras.
Se acerca a la mujer, con su energía tan baja para evitar darle alimento a aquel que se oculta tras el rostro de la belleza –Señor, solo nos queda un último exorcismo, pero con todos nosotros, debemos hacerlo todos, pero para que resulte necesitamos algo y no creo que usted quiera hacerlo Piero– medita la situación, analiza cada aspecto de lo que está surgiendo y de lo que él mismo espera sacar para sí de aquello, la energía que se manejaba era demasiada y sería algo que le ayudaría en su propio plan.
Observa a todos pero en especial al pequeño inquisidor, una mirada que le sopesa su alma e intenciones.
Observaba al superior empezar un conjuro para alejar a los espíritus del bajo astral, aquellos que se arrastran por las miserias humanas. La sonrisa de medio lado que aflora al seguir el hechizo en su mente, sus labios se abren moviéndose como el viento, rápido y silencioso, un escudo de protección para él y para al que ordenaron proteger. Sus dedos se fijaron en los hombros del niño.
“Ahora tengo que hacer de niñera, que ridículo.
Y yo que quería divertirme con este pequeño esbirro del mal que ha entrado.
Esto será divertido”
Y yo que quería divertirme con este pequeño esbirro del mal que ha entrado.
Esto será divertido”
–No sé por qué viniste niño, pero es mejor que no te acerques mucho y si lo haces asegúrate de guardarte tu propia energía para ti y no para otros. Tu amiga morirá a este paso–, susurró las palabras amargas al pequeño colocándose frente a él. De entre su ropa sacó un aniño con una gema oscura como la de su alma, colocándolo en la mano zurda, sus labios se movían más en la forma de su conjuro de protección.
Miró a los inquisidores, a cada uno de ellos, riéndose para si mismo, hasta que observó a aquella con la que nadie quiere trabajar, aquella mujer que se hace llamar Emelia, una a la que conocía por rumores, “Ella no dejará que haga lo que quiero” comprendió la nueva situación saliendo de su propio escudo –Señor– se dirige a su superior –El exorcismo no dará resultado si se oculta en la sombra, solo lastimará a la mujer.– se estaba arriesgando demasiado por una estúpida mujer –A este paso solo lo liberaremos para que vague por este mundo, romperemos el envase y el demonio se liberara. Debemos hacer otra cosa señor–
Aleja al niño para evitar que las energías negativas le tomen por sorpresa –Puede que el demonio nos esté engañando, pero no podemos arriesgarnos a perder a todos los que estamos aquí–. Ahí iba su última carta antes de poder sacar provecho de la situación que se maquina en las entrañas de las sombras.
Se acerca a la mujer, con su energía tan baja para evitar darle alimento a aquel que se oculta tras el rostro de la belleza –Señor, solo nos queda un último exorcismo, pero con todos nosotros, debemos hacerlo todos, pero para que resulte necesitamos algo y no creo que usted quiera hacerlo Piero– medita la situación, analiza cada aspecto de lo que está surgiendo y de lo que él mismo espera sacar para sí de aquello, la energía que se manejaba era demasiada y sería algo que le ayudaría en su propio plan.
Observa a todos pero en especial al pequeño inquisidor, una mirada que le sopesa su alma e intenciones.
Ulysses Von Harnett- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 22/05/2015
Re: De brujas y demonios | Privado | The World War of the Black Swans
El camino al norte se complicó. La compañía de Camile, pese a Leto, eran unos indisciplinados. Para el decimo cuarto día de viaje una pelea entre Nicolo y Tiare ocasionó que ella prescindiera de él. Más adelante, en el vigésimo tercer día Leto Radamanto perdió el control de su licantropía, luchó contra Tiare pero fueron sus balas de plata lo que dio muerte al licántropo. Camile no solamente arrastraba la culpa de Aragón, también tenía el de haber pérdido el rastro de Innocentia y los asesinatos a Niccolo y Leto. Pero siguió adelante y Tiare le seguía sin mediar palabra; era como si las acciones de Killer Bee le volvieran sumisa.
Todas las noches tenía pesadillas por lo que decidió dormir por las mañanas justo como Tiare, gracias a eso avanzaron más rápido y con más energía. Por eso, cuando visualizaron a la congresación de inquisidores que rodeaban a Innocentia, Killer Bee estaba tan fresca que podía aventurarse a confrontarlos por lo que le decía Tiare de lo que hablaban. Desde la oscuridad, junto a un árbol frondoso en los límites del bosque Camile distinguía a cada uno de los inquisidores. —Piero D’Paramo, Ulysses Von Harnett, Yuri y Emelia Borromeo —susurró mientras la rubia junto a ella repetía las palabras que la Abeja no alcanzaba a escuchar.
Tiare le preguntó «¿qué haría?», Killer Bee no se percató de la malicia con que la miraba. Turbó su mirada en el suelo, ella era su aprendiz, la única que decidió tomar y le dolía saber que había sido poseída. Cerró los ojos y una lágrima cayó en la fértil tierra hungara. —Piero está perdiendo el tiempo, hay que matar a Innocentia —dijo en voz fría pero con el alma desgarrada, otro par de lágrimas se asomaron mientras emprendía su camino. No corría y tampoco se acercaba con sigilo, mas la eventualidad entorno a Innocentia no permitía a los inquisidores darse cuenta de que la Abeja Asesina se aproximaba con una de sus manos en la funda de uno de sus cañones.
Pero Camile no iba a llegar desapercibida, Innocentia que se lamentaba la observó ya muy cerca y antes de que pronunciara su nombre Camile sacó sus dos cañones, uno de ellos lo apuntó a Piero y el otro a Innocentia. —Dejen de jugar hechiceros, ésta ya está condenada y si queremos honrrar al señor por misericordia hay que darle muerte —dio la espalda a Piero y con uno de sus cañones apuntó a la petrificada Innocentia. Tiare estaba a un costado de ellos y el cielo ya rugía amenazando que se aproximaba una tormenta. Y no era de sorprenderlos, las montañas pertenecían a los demonios y las tierras altas donde se encontraban eran consideradas tierras malditas. Eso sin mencionar que debían de ser cerca de las tres—. ¿Cómo puedes ser tan soberbio Piero?, ¿querer enfrentar al demonio en la hora donde es más poderoso? ¡Que estupidez! —puso su dedo en el gatillo y entonces vino a ella un recuerdo, el primer día que la vio, el momento en que la encomendaron a ella. Un auténtico ángel la consideró en ese momento. «Dios, ¿por qué has permitido que esta, tu hija Innocentia Coletti sea poseída por el demonio» quiso jalar el gatillo pero lo único que hizo fue soltar otro par de lágrimas.
—¿Cómo una cazadora de hechiceros termina bajo las ordénes de la mano derecha de nuestra facción, facción contaminada por condenados —dijo Killer Bee con desden, provocando a Emelia. Camile había tomado una decisión y si podía hacer que Emelia no interviniera le ayudaría bastante. —Yuri y Ullysses, quiero que huyan con Innocentia y le practiquen el exorcismo, yo me aseguraré de que Piero no quiera matarla, que no intervenga de ninguna forma, ni él ni Emelia —Killer Bee no sabía cómo actuaría Tiare y si Ulysses haría caso, pero se aseguraría que Piero no matara a su pequeña no importaba si tenía que matarlo.
Mientras la inquisidora se dio media vuelta para enfrentar a Piero recordó los informes que hablaban de él. Un hechicero con la capacidad de dominar un cuerpo y poseerlo, Killer Bee tenía que jugar bien sus cartas, pues la misma Tiare era vulnerable a esos poderes si es que actuaba como su aliada. La lluvia cayó cuando la Abeja alzó sus cañones inhabilitándolos, irritada sonrió de lado. —Te incapacitaré mediante golpes, así sea, así será —sentenció.
Todas las noches tenía pesadillas por lo que decidió dormir por las mañanas justo como Tiare, gracias a eso avanzaron más rápido y con más energía. Por eso, cuando visualizaron a la congresación de inquisidores que rodeaban a Innocentia, Killer Bee estaba tan fresca que podía aventurarse a confrontarlos por lo que le decía Tiare de lo que hablaban. Desde la oscuridad, junto a un árbol frondoso en los límites del bosque Camile distinguía a cada uno de los inquisidores. —Piero D’Paramo, Ulysses Von Harnett, Yuri y Emelia Borromeo —susurró mientras la rubia junto a ella repetía las palabras que la Abeja no alcanzaba a escuchar.
Tiare le preguntó «¿qué haría?», Killer Bee no se percató de la malicia con que la miraba. Turbó su mirada en el suelo, ella era su aprendiz, la única que decidió tomar y le dolía saber que había sido poseída. Cerró los ojos y una lágrima cayó en la fértil tierra hungara. —Piero está perdiendo el tiempo, hay que matar a Innocentia —dijo en voz fría pero con el alma desgarrada, otro par de lágrimas se asomaron mientras emprendía su camino. No corría y tampoco se acercaba con sigilo, mas la eventualidad entorno a Innocentia no permitía a los inquisidores darse cuenta de que la Abeja Asesina se aproximaba con una de sus manos en la funda de uno de sus cañones.
Pero Camile no iba a llegar desapercibida, Innocentia que se lamentaba la observó ya muy cerca y antes de que pronunciara su nombre Camile sacó sus dos cañones, uno de ellos lo apuntó a Piero y el otro a Innocentia. —Dejen de jugar hechiceros, ésta ya está condenada y si queremos honrrar al señor por misericordia hay que darle muerte —dio la espalda a Piero y con uno de sus cañones apuntó a la petrificada Innocentia. Tiare estaba a un costado de ellos y el cielo ya rugía amenazando que se aproximaba una tormenta. Y no era de sorprenderlos, las montañas pertenecían a los demonios y las tierras altas donde se encontraban eran consideradas tierras malditas. Eso sin mencionar que debían de ser cerca de las tres—. ¿Cómo puedes ser tan soberbio Piero?, ¿querer enfrentar al demonio en la hora donde es más poderoso? ¡Que estupidez! —puso su dedo en el gatillo y entonces vino a ella un recuerdo, el primer día que la vio, el momento en que la encomendaron a ella. Un auténtico ángel la consideró en ese momento. «Dios, ¿por qué has permitido que esta, tu hija Innocentia Coletti sea poseída por el demonio» quiso jalar el gatillo pero lo único que hizo fue soltar otro par de lágrimas.
—¿Cómo una cazadora de hechiceros termina bajo las ordénes de la mano derecha de nuestra facción, facción contaminada por condenados —dijo Killer Bee con desden, provocando a Emelia. Camile había tomado una decisión y si podía hacer que Emelia no interviniera le ayudaría bastante. —Yuri y Ullysses, quiero que huyan con Innocentia y le practiquen el exorcismo, yo me aseguraré de que Piero no quiera matarla, que no intervenga de ninguna forma, ni él ni Emelia —Killer Bee no sabía cómo actuaría Tiare y si Ulysses haría caso, pero se aseguraría que Piero no matara a su pequeña no importaba si tenía que matarlo.
Mientras la inquisidora se dio media vuelta para enfrentar a Piero recordó los informes que hablaban de él. Un hechicero con la capacidad de dominar un cuerpo y poseerlo, Killer Bee tenía que jugar bien sus cartas, pues la misma Tiare era vulnerable a esos poderes si es que actuaba como su aliada. La lluvia cayó cuando la Abeja alzó sus cañones inhabilitándolos, irritada sonrió de lado. —Te incapacitaré mediante golpes, así sea, así será —sentenció.
Camile Avery- Inquisidor Clase Alta
- Mensajes : 171
Fecha de inscripción : 28/09/2012
Localización : Europa
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
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