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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Darko DeGrasso Vie Mar 06, 2015 11:15 pm

“Intuyendo que la lluvia caerá rota, hecha trizas en un mar de cenizas”


Si supiera lo que evocaban mis premoniciones, no actuaría de la manera en la que lo hago. Si tan solo supiese que mis Dioses no siempre tenían razón y que algunas veces le tenía que hacer caso a la lógica, no me metería en tantos problemas. En tantas subidas y bajadas de ánimos que terminaban por colapsarme de un momento a otro. Cada vez las energías crecían más, parecía que Paris tenía la tierra cubierta de la más sublime energía sobrenatural. Como un foco de luz que atrae a los bichos. Estábamos predestinados a encontrarnos con las personas más inusuales de todas.  Cambiaformas de toda clase de animales, brujos que irradiaban una naturaleza más allá de lo yo antes visto e incluso vampiros y hombres lobo que se maquillaban de humanos al salir a las calles. Todo era ridículamente hermoso. Y como en todo lo bueno, lo malo siempre aparece. La cantidad magnífica de actos de fe que se proliferaba en las plazas, hacía que los fantasmas vagasen por cada lugar habido y por haber. Sus esencias hacían gran caos es mi caminar, me asustaba, me sorprendía y como un gato que busca refugio me cubría entre las largas telas de mi capa. La cual lucía un color esmeralda apagado y por debajo había un vestido abultado en la parte de la cola y en caída por delante, hecho con mis propias manos, pues obviamente no tenía el dinero para comprarlo. Y también lo necesitaba a medida, que se apriete justo en la cintura y luego que sea holgado, de manera que las serpientes que me acompañaban a todos lados podían deslizarse sin ser descubiertas. Eran tres y cada una de ellas tenía un lugar preferido entre mi cuerpo, por donde se deslizaban rápidamente cuando se preparaban para ir a cazar. 

Pero esa noche en especial, me dediqué a pasear por las calles de la ciudad. Pasé por el mercado ambulante con tres cañas amarradas en lienzos que tenían colgadas diferentes tipos de pulseras, collares y accesorios hechos de manera artesanal. Con grandes piedras de diferentes categorías. Algunas de fantasía para poder venderlas muy baratas, pero que sin duda parecían reales. De ese modo me ganaba la vida cuando leer las manos o cartas no daba muchos frutos. ¿Cómo me iba? Podía decir que me alcanzaba para vivir y eso estaba muy bien, era lo justo y lo necesario. Y entre suspiros le vendía por tan solo unos céntimos de franco un collar a una pequeña dama. Parecía complacida y mi sonrisa escarbaba en mi rostro, aunque la preocupación estaba tatuada dentro. Hacía largos días que estaba teniendo sueños repetitivos, no era algo que no conociera, después de todo había soñado con aquel cambiante de ofidios por más de veinte años. Pero en este caso me levantaba agitada, con miedo y a la vez a la expectativa de saber qué era lo que estaba pasando. Como si me hubiesen cortado manos y piernas, me sentía acorralada. Primero una máscara que me contaba historias que quería acallar, una flor, unos colmillos. Era fácil deducir que era un vampiro, la elegancia lo decía todo. Y justamente eso me daba más terror aún. Había tenido experiencias, claro que sí. Muchos vampiros ancestrales se habían cruzado en mi camino en los viajes hechos y tan solo uno había bebido mi sangre. Razón por la cual conocía el dolor y el placer. Cuando uno servía como alimento, tenía que cerciorarse de no perder la cordura, o ellos podían aprovecharse.

Si un humano bebía sangre de inmortal, éste podía convertirse en su esclavo; y me negaba rotundamente a que eso sucediera. Volverme adicta a algo tan sagrado era completamente descarado. Podía concederles la duda a ellos, quienes no tenían la culpa de su naturaleza, pero que obliguen a otro por el simple acto de hacerlo era involuble. Y por ese motivo, cuando la noche total acudió a la ciudad y ésta solo se iluminaba por pequeños faroles en el centro de las calles, comencé a hacer mi partida. Para mi desgracia, era un día poco laboral, el lugar estaba vacío y podía escuchar mis propias pisadas, los zapatos con taco de madera bajos hacían eco y mi mano iba apretada a la canasta de mimbre, donde había dejado el material sobrante y aquellos accesorios que no había podido vender. Estuve a punto de tranquilizarme, cuando mis ojos divisaron mi zona habitual. Pero antes de llegar a ella supe que algo ocurriría. ¿Por qué? No tenía idea. Quizá fuese obra de aquel sexto sentido que tenía para adivinar el futuro. Las señales eran claras y por eso sucumbí a ellas. Dejándome guiar una vez más. ¿Me arrepentiría? Pues no, eso jamás. Podía sufrir, incluso llorar en alguna situación donde los sentires se acumulasen. Pero jamás me arrepentía de los pasos que daba. Intentaba aprender de ellos, ya sea una cosa buena o mala. Así que esperé con la mente abierta a incluso, ser destruida.
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Mensaje por Phantom Nocte Lun Mar 09, 2015 8:12 pm

Meses pasaron desde que la batalla contra Leviathán había terminado, todos habían desaparecido sin dejar rastro alguno incluyendo a mis aliados y mis enemigos, todo se había borrado con el tiempo incluyendo aquel desastre del teatro, ahora había resurgido de las cenizas, había sido restaurado y mejorado en su estructura, pero aún así las obras seguían siendo pésimas sin mi al frente.
Pero... no podía retornar, no sabiendo que el cazador estaba vivo, me dolía admitirlo pero si no volvía al trono que durante siglos me perteneció era por ella, por protegerla, ni siquiera pude buscarla para decirle con jubilo que su ángel todavía estaba vivo, prefería que siguiera respirando el maldito y mugriento aire parisiense antes de que acabará muerta por algún callejonzuelo... Sí, un callejonzuelo donde últimamente mi sombra se ha visto vagar por el ojo atento, por los estúpidos que tientan a su suerte, sintiéndose inmortales, simples escorias que se aventuran a cruzar esos caminos y que se topan con el vivo retrato del hijo del diablo, gritos ahogados, cuerpos destazados y cuellos degollados eran los más mudos testigos del monstruo que había matado a sus dueños con saña e ira... ahora era él Fantasma de los callejones, ahora era un ángel caído.
Una noche como cualquier otra, me dispuse a salir del desván de mala muerte donde había ido a parar, tuve que matar a su dueño, para poderme hospedar sin pagar, sin ser rechazado, juzgado y señalado por toda una prejuiciosa sociedad, mis telas cubrían las nuevas cicatrices en el rostro, el sombrero tapaba parte del cabello y la gabardina cubría mi cuerpo contra el fresco de ese estrellado anochecer, los zapatos de charol negro brillaban bajo el reflejo de la luna con cada paso que daba, vagaba entre las sombras fatídicas y tenebrosas donde ni una sola alma parecía asomarse por las ventanas, era un mal día, necesitaba sangre,necesitaba muertes para sentirme pleno, para tener el infierno satisfecho.
Mis ojos de inteso carmesí solo alcanzaban a divisar calles vacías, burdeles y prostíbulos a puertas cerradas, mujeres esperando clientes, personas que se mostraban indiferentes ante un adefesio cubierto que solo rondaba con el único objetivo de buscar una víctima para saciar mi apetito bestial, sin embargo me contuve, la luz de los faroles aunque tenue era, provoca en mi la repulsión, el asco y el odio.
Continue sin rumbo fijo hasta que llegue a una plazuela, su piso empedrado estaba aun más solo que todo lo que había recorrido hasta entonces -Voy a tener que regresar a quemar todo el maldito burdel sino encuentro nada entretenido con lo cual divertirme esta noche- espete de mala gana mientras desplazaba mis pasos cerca de un sendero que llevaba al centro de la nada, como un depredador observe con más atención, trataba de escuchar si además del soplido del viento algunos pasos de un desgraciado no se acercaban al lugar, no tarde mucho en percibirlos... una silueta femenina se había dibujado después de eso, parecía aferrada a una especie de canasta -Niña infortunada- masculle complacido.
Mi paciencia se agotaba, al ver que su andar era más lento de lo habitual y sin embargo una sonrisa se dibujaba de forma extraña tras los retazos de tela al pensar que podía jugar un poco con ella antes de matarla ¿Porque no horrorizarla para mi beneplácito y después consumar el acto con una muerte lenta y dolorosa?.
Retrocedí unos pasos, solo unos... -¡Chica insolente!- exclame con un tinte oscuro y fuerte desde el extremo de aquel callejón -Esclava de la moda y de la mala vida- señalando con ello sus ropajes de linaje gitano y sus joyería barata y falsa -¿Como te atreves a irrumpir en mi territorio?- pregunto sin vacilar -¡Ignorante  y tonta chiquilla! ¿Acaso no sabes que el diablo  deambula a estas horas? -guarde silencio tratando de contemplar su reacción, despacio me introduje aún más en el callejón para terminar con mi cuerpo pegado a la pared, ese escurridizo cuerpo que se movió con rapidez de un lado a otro, protegido por el velo de la noche, con el único objetivo de que ella que no pudiese encontrarse con el adefesio que por rostro tenía, no, todavía no era el momento.


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Mensaje por Darko DeGrasso Mar Mar 17, 2015 7:31 am

“Resuenan sus voces en la tempestad de la noche”


Un halo escalofriante acababa de subir por toda mi columna vertebral, incluso sentí el respiro angustioso de mi interior, rezumbando y buscando escapatoria. Claramente el pánico se iba a apoderar de mí y con ello me vería intentando a correr a ningún lugar. Sin embargo, con los suspiros engatusados en mis labios, esperé a que mi pecho terminase de hacer sintonía con la situación, que se tatuaran mis pasos; pues yo no me movería, no huiría de la realidad que estaba esperando frente a mí. Su sombra oscura, su alma errante, su aura espesa y brillante. Unos ojos que parecían tener un nimbo de carmesí en ellos. Era un ser de la noche, de esos que había conocido en los lugares más remotos del mundo. Había aprendido que con madera y simbología religiosa podía llegarlos a repeler. Pero nada de eso estaba en mi poder en aquel momento. Estaba a la intemperie contra aquel señor que vilmente comenzaba a acusarme. Y deseaba recriminarle, apuntarle con un dedo de la misma forma que él estaba haciendo. Bramarle que debería encontrar cosas más entretenidas para hacer en la eternidad. Pues tan solo imaginarme una vida infinita para con los Dioses me atraía, aunque la muerte sin duda era seductora, dejar mi cuerpo terrenal para volverme energía no me disgustaba en lo absoluto, por el contrario, me motivaba a vivir el día a día con la creencia de que luego podría ser parte de esa naturaleza que siempre amaba. — ¿Es este su territorio? Me temo que esas palabras no son la mejor forma… De empezar una conversación. —


Me quejé con una expresión mortificante, con los ojos negros destellando en la oscuridad, en lo que mis labios se apresaban molestamente. Aquel vampiro no solo tenía la esencia de un asesino, sino que también podía a llegar ser  un vil contador de cuentos que con sus frases podía desmantelar mis verdades. — El diablo no existe en la tierra, ¿acaso piensas que eres tú? Ser de la noche que ha sido tocado por la maldición. Te temo, pero no así como para dejar a mis dioses a un lado. — Espeté enardecida por sus groserías, frunciendo el entrecejo mientras apretaba la canasta de mimbre. Mis serpientes zumbaron y se dieron a conocer por los rabillos de mi capa cuando sintieron aquel temblor viajando por mi cuerpo. El siseo era desesperante y así mismo no tardé en dar unos pasos hacia atrás. ¿Así es como moriría, consumida por un inmortal? No, esa no podía ser la manera. Le vi escurrirse por entre las sombras una vez más. Y quise soñar que era mi hora de correr, pero no importaba el lugar, no podía dejarme vencer, ¿por qué él? Pregunté quejosamente a mis dioses, mirando al firmamento con desmedido desconsuelo. Y me abalancé al callejón, buscando aquella fragancia que estaba espesa y adolorida, parecía tener el alma rota. Y no necesariamente por su condición o más bien condenación. Sino que en su andar se desprendía un anillo de dolor y venganza. — No huyas de mi mirada, pues no necesito ver tus ojos para saber qué eres, más me gustaría saber quién y qué deseas de mí. Señor diablo. Mi nombre es Deméter y creo que para hablar de que tengo una mala vida antes debería conocerme. — ¿Estaba propasándome? Quizá, pero ya no tenía mucho que perder, tan solo quería conocer su mundo, mi curiosidad estaba a flor de piel. Era la primera vez que podía actuar como mis instintos me demandaban, sin tener una misión que cumplir, tan solo era yo, él y mis serpientes. Encaminados en un mundo de completa ficción. Apoyé una de mis manos sobre la pared húmeda y algo sucia del pasadizo y agitaba intenté alcanzarlo. Estuve a punto de hacer más preguntas, de terminar por enredarme a mí misma en una trampa que no estaba puesta. Y al final terminé quedándome en el sitio, sin moverme siquiera un milímetro. Esperándole, deseando ver a quien había osado criticarme como aquellas mujeres de clase alta que con mala cara pasaban delante de mí. Como aquellos policías que más de una vez habían intentado meterme presa sin ninguna razón válida. Y allí estaba, seguía libre, inhalando el aire de la ciudad parisense hasta que llegara el momento de irme una vez más. 
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Mensaje por Phantom Nocte Vie Mar 20, 2015 8:18 pm

-¿No me oíste la primera vez?- respondí entre la profundidad de las sombras en el angosto callejón, con los ojos puestos en la figura femenina que se postraba frente a mi a pocos metros de distancia y lo oídos atentos a sus palabras -¿Te atreves a decirme como iniciar una conversación?- cuestione soberbio -Permíteme reírme gitana- detrás de la mascara se esbozaba el fantasma de una mueca felizmente maliciosa.
El silencio se hizo de los dos, de la calle, de la noche, los senderos que conducían a aquel lugar parecían estar vacíos en su totalidad, no había nadie mas que ella interrumpiendo con ecos tortuosos el aire con el que luchaba tratando de devanar con uñas invisibles el misterio que se ocultaba en sus adentros, sin obtener la recompensa esperada, por mi parte estaba mas que encantado con su espectáculo de demencia, una mujer cuestionando a la nada era una acción ilógica innata con la que los humanos venían mas que dotados y que me llenaban de beneplácito justo antes de que su muerte aconteciera en mis manos.
-Los dioses no existen- replique -¿No crees que de existir seres tan benevolentes, nosotros no estaríamos en el mismo lugar que los vivos, acechándolos, asesinándolos para nuestra supervivencia?- inspire -¿No crees que no existiría la maldad, la hambruna, las enfermedades, las plagas... La fealdad y la deformidad- señale con severidad, aguarde en silencio, conteniendo mi cólera -Además yo no admití ser el propio diablo, eso sería una blasfemia- deslice mi efímera silueta hacia otra dirección, jugaba con la luz, jugaba con el eco sombrío de mi voz, jugaba con su incertidumbre, jugaba con sus miedos -A mi me conocieron como su hijo, así fue como tu comunidad me bautizó, muchos, demasiados siglos atrás- añadí -Yo soy el hijo del diablo- susurre con tono tosco y amenazador -Y también soy el ángel de la muerte-.
El carmesí de mis ojos se apartó de la mujer por un momento, los recuerdos galoparon a mi mente, pasando frente a mi, falsos espejismos que mostraban con indiferencia lo acontecido con Leviathan y Selena, con el cazador la rabia aumentaba, con Selena la desesperación por reencontrarla crecía instantáneamente, con el mar de confusión era mas que peligroso, era el monstruo que fruncía el ceño embravecido, esperando ansioso el momento en que su sangre fuera mía.
Regrese mi vista al frente, ella se aproximaba al callejón -No tan rápido- musité, escurriendo mi sombra de un lado a otro, retrocedí , escuchando atento, en cada palabra destilaba veneno tan mortífero como el de las serpientes que llevaba escondidas por alguna parte del cuerpo que aun no lograba adivinar, percibía su horrendo y escandaloso cascabeleo, su infernal siseo, mis ojos le recorrían con rencor entre las tinieblas, la punta de mi lengua jugueteaba con mis colmillos, era aferrada pero me llegue a preguntar ¿Cuán valiente seria, cuan paciente para esperar a observar esta repulsiva cáscara seca repulsiva, sin sombras ni máscara que le cubriera?
-Y según tu... Que soy yo Deméter?- cuestione después de que el silencio se hiciera del protagonismo en la escena -¿Acaso leerás mi mano, gitana?- pregunte en su oído, manteniéndome tras de ella, no temo que retornará su vista o que soltara a sus defensoras rastreras, sabia moverme suficientemente bien y rápido, así como también sabia desaparecer serpientes, si ese era mi deseo -Anda- insistí ante su silencio, habiéndole apartado de su espalda, escondido ya, entre el tejido del velo oscuro con que la noche me cubría -Suelta la lengua como las alimañas que escondes, ¡destila tu veneno lleno de prejuicio maldita dalilah!- explote en cólera -Oblígame a obtener tu vida antes de lo planeado... porque después de todo, ¿que mas quiero de un mortal cualquiera?- tome mi barbilla en la mano, meditabundo -¡Habla!- exclame, dejando ver ante ella los ojos carmesí que le señalaban inquisitivamente.


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Mensaje por Darko DeGrasso Miér Mar 25, 2015 11:34 pm

“No agradezcas que el futuro se sienta oscuro”


El enojo en mi alma no hacía más que extenuarse un poco más, claro que le había oído, cada una de sus engatusadas palabras habían hecho eco en mi pecho y me habían perforado la piel, hasta incluso provocar que los vellos de mi brazo salgan disparados hacía afuera como muestra de mi temor. Pero mis agallas no eran tan sumisas como así mi exterior aparentaba. Estaba dispuesta a combatir los males que se hacían por simple gusto. Como el de aquel hombre que parecía entretenerse con cada uno de sus movimientos, atormentándome, queriendo hacerme correr para así jugar al gato y el ratón. Un paso hacia atrás fue el que di cuando su risa chocó contra mí y el jadeo suave del miedo acarició mis mejillas. Siquiera pude responder, no, no había palabra para contradecir esa macabra forma de ser que saltaba hacia mi yugular como queriéndola arrancar. ¿Qué es lo que tenían aquellos seres inmortales que les daba tanto odio hacia los humanos? Aún si nos trataban como si fuésemos animales. Nosotros mismos teníamos mascotas, mis serpientes eran tratadas como parte de mi familia. Pero ellos nos consideraban menos que la misma planta que está en un jardín. Y no había cosa más despreciable y desprestigiosa que pensar que uno es mucho más que otros. “Idiotas que no saben cuál es la verdadera eternidad” Eso es lo que revotaba en mi mente, ante el pensar que en muchos años -o no-, cuando la muerte venga a recogerme, me llevaría al cielo, allí donde los dioses estarían esperándome. Y viviría eternamente, sin reencarnar, disfrutando de las nubes por siempre.

Pude notar en su aura como ésta empezaba a sulfatarse, él mismo me respondía de manera reprobatoria y fue cuando lo escuché hablar de los dioses del cielo que mi ceño se frunció y bufé como una niña a la cual no le quieren dar la razón. Jamás estaba en contra de las creencias de los demás. Que pensaran que no había dios en el cielo o que creyeran que solo el dios cristiano era el que existía. No me importaba, por lo contrario, me parecía gratificante el halo de colores que había en el mundo. Pero eran las palabras de él las que me molestaban. Simplemente porque había llegado para matarme y quizá así fuese, quizá si terminaría muerta y por esa razón, no moriría con lamentos sin ser escuchados. — Los dioses no son nuestros sirvientes, no existen para nosotros, somos nosotros los que tenemos que vivir para ellos. Síguelos y conocerás el camino correcto. Los demás perecerán si hacen el mal y si son neutrales al mundo serán acogidos por el cielo para volver a reencarnar.  — Expliqué en un principio mareada por sus movimientos, la canasta que sujetaba en mi mano derecha estaba temblando tristemente y poco a poco mis labios eran mordidos, intentando no colapsar. Quería correr, llorar de ser necesario. Pero eso me haría más débil, no arreglaría aquella situación y por lo contrario, provocaría en él una satisfacción increíble. — Blasfemias, tu… dices mentiras con tal de querer plantar la semilla del terror en mí. —


Casi tiritando el frío colosal se paseó en mi espalda y mis ojos se dilataron suavemente, mi mirada fue directamente hacía el suelo y un halo de aire se expulsó de mis labios, llamando a la tranquilidad. A buscar un minuto más de vida, mis serpientes me apretaban, estaban deseando atacar, con el veneno que incluso me preocupaba a mí misma, una pizca y moriría rápidamente. La cura para las cobras era difícil de hacer y muchas veces no funcionaba. Rezaba no tener que sufrir aquel calvario. — ¿Acaso quieres que lea tu mano? Viendo tu aura sé que eres un eterno de la noche. Escurres tu cuerpo entre las sombras y asesinas para beber la sangre de los vivientes. — Alcé mi mano en el momento de sentirlo detrás y estuve a punto de agarrarle el rostro para poder observarlo, pero él fue más rápido, se escapó como un ave voladora y el reflejo de su capa fue lo que me dejó sobrepasar su sigilo. — ¡Tan solo buscas dañar! Siquiera parece que estés buscando alimentarte. ¿Acaso quieres mi sangre? Puedes tomarla toda, no ganarás nada con eso. No serás mejor que los demás por matarme. Soy una gitana, nadie espera por mí, nadie me buscará. No moverás el mundo por quedarte con mi alma. Dime tu qué es lo que buscas en la muerte y te diré si yo puedo ayudarte. — Tragando saliva mis manos flaquearon entre temblores y la canasta cayó al suelo en picada, mis pies avanzaron para buscarle y sus ojos rojos, fundidos en sangre, su aura que estaba preparada para terminar conmigo. ¿Qué importaba si era una más de su itinerario en la noche? No podía frenarlo, no había manera y por eso mismo, al menos, le miraría a los ojos antes de que tomase aquella energía vital que recorría por mi cuerpo. — Eres un vampiro y los vampiros sufren igual que los humanos. — Dejé caer el balbuceo mientras mis piernas oscilaban, quería sollozar por mi vida y eso estaba claro. 
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Mensaje por Phantom Nocte Jue Abr 02, 2015 3:27 pm

-¿Insistes en los dioses?- entre las sombras sonreía al escuchar tales blasfemias -Lo que me fascina del hombre es su persistencia a crear teorías que explique su origen, la causa de sus infortunios- una mueca retorcida invadió mi rostro, una sonrisa que daba cuenta de la villanía de la que podía verme cuando la religión era presentada en forma de defensa por los humanos al sentirme, al contemplar mi adefesio -Pero sobre todo gitana, es un invención tan fantástica y mitológica en un mediocre intento del hombre por abrazar la esperanza de que hay algo más allá de la muerte… de perder el miedo a algo tan hermoso como el último aliento- declare con sumo placer, recordaba viejas glorias donde el último respiro iba acompañado de un alarido de horror, de desesperación, de miedo al saber que no había más que hacer por su cuello desgarrado y presionado por mis propias manos o por el laso de Punjab, era todo un espectáculo el de la muerte… que solo aquellos que no podían ver la belleza oculta tras lo oscuro, preferían iluminar con luces divinas que jamás encontrarían, como aquella gitana.
Mi voz resonaba por cada rincón, la acústica que ofrecía el humilde callejón era favorecedora a mis planes, podía escucharse mi tono tan siniestro, tan oscuramente hostil que asumía que cualquiera que le escuchara sucumbiría de miedo ante la incertidumbre que el sonido podía anunciar, en ella, esa mujer de cabellos bañados a la luz tenue de la luna y su frágil estructura humana con infernales alimañas rastreras los efectos estaban siendo tardíos, pero poco a poco el temblor de su mano en la canasta sostenida con fuerza pasa de la discreción a la única y escandalosa verdad de sus emociones -¿A que le temes gitana?- dije complacido, viendo con absoluto disfrute el comportamiento de sus labios, los ojos carmesí  en muchas ocasiones ven más de lo que alguien en mi posición no vería, extrañas habilidades eran las mías, trucos con los que estaba agradecido -Tienes a los dioses de tu lado ¿No es así?, Te prometen la reencarnación en caso de perecer ¿No es cierto?, ¿Porque temblar entonces?-cuestione tenue, confidencial y desafiante -Además… la música de la noche apenas comienza y la muerte roja desea bailar un poco más con la mujer que teme el final de tan distinguido y noctambulo vals… aún es muy pronto para pensar en un fatídico desenlace, así que disfruta de este viaje a un extraño mundo donde la luz de los dioses esta tan lejos como el firmamento de esta noche- volví a moverme como si fuese una más de las piezas de un ajedrez, el alfil o el peón que amenaza a la reina blanca con jaque mate -Ahora volviendo a tus dioses… ¿no crees que son bastante imperfectos como el hombre mismo?- suspiro y continuo -Tan contradictorios…- susurro amenazante -Desde las leyes más primitivas hasta los diez mandamientos son… reglas completamente puestas en oposición a la verdadera naturaleza del hombre, que anula el instinto que trae consigo- mire hacia la luna, contemplado con detenimiento cada detalle mientras pensaba en mi siguiente movimiento -Una vez intente seguirlos y con eso me basto para darme cuenta que han perdido todo poderío sobre el hombre, vi que en todas las casas estaban la envidia, la saña, la ira como deidades, en los rostros resoplaba la presencia de la lujuria, de la infamia, la mentira, el rechazo y la repulsión hacia lo que no comprenden, hacia lo diferente y pese a todo eso intente seguir sus leyes solo para obtener como resultado esto que ahora ves oculto entre la densidad de las sombras… solo hubo una sola deidad que me mostró su verdadero poder, que me enseño que cada siglo ha sido suyo… que es la única victoriosa que ha tenido poder desde que todo comenzó aquí… la muerte- guarde silencio puesto que mis palabras fueron interrumpidas por las suyas -¿Blasfemias? Y no es eso de lo que se alimenta el mundo, no es de eso que alimentan sus prejuicios para humillar a otros y aumentar su ego, yo en cambio digo la verdad con respecto a la muerte, la única neutra que llega causar una sola sensación y nada más… el miedo, esa semilla que esta germinando en ti, sin siquiera haberte tocado todavía ¿Sientes la efectividad de mi deidad? ¿Donde están los tuyos para provocar en mi algún tipo de tortura?-.
Le vi aterrarse en el momento cúspide en que el tacto se hizo presente entre ella y yo, la canasta cayó bruscamente, levanto su mano en aras de tocar el rostro del misterio, pero no era quién para tal derecho y privilegio, solo era una humana, no era Selena… no era Alice .-¿Y crees que dejaría que tus sucias manos de naturaleza inferior a la mía tocaran las mías?- levante una mano en gesto de rechazo -¡Jamás!--exclame furioso, bramando en cada respiro, con el entrecejo fruncido, escuchando cada maldita palabra, daba vueltas en circulo, cual depredador esperando un momento de debilidad de su presa, mis pasos eran silenciosos que ni siquiera podía percibir mi ubicación exacta, la confusión siempre ha sido una de mis mejores armas a utilizar -¡Que diablos me interesa si alguien te espera o no, si te busca toda estúpida comitiva de tu comunidad, no me importa mucho tu vida, ni lo que pase una vez que te la quite!- espete -¡Busco nutrirme del dolor, busco el placer que me provoca matar por matar, ver la sangre correr, sentir el horror de otros! ¡Busco mi propia venganza!— exclamé dejando a la luz mis manos que le tomaron con brusquedad y sin aviso, arrastrándola a las sombras -Que te quede claro esto- susurre al oído estrujando su cuello en aras de ir extinguiendo de ella la posibilidad del oxigeno -¡Soy un ángel de alas negras, soy un demonio, un asesino pero nunca… un vampiro!- le arroje contra el piso, sin prestar atención en su reacción mucho menos si le había lastimado tras la brusquedad de la caída -Un monstruo disfrazado de hombre- susurre, perdiéndome entre las sombras


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Mensaje por Darko DeGrasso Miér Abr 08, 2015 1:31 am

“El miedo te condena, pero te hace humano”


Realmente no podía contemplar sus palabras, su tormento hacia mi persona no hacía más que enfurecerme y hacer que en mis ojos, lágrimas de molestia y temor se avecinaran a encontrarse con al aire. ¿Me sentía disminuida por ello? No, muy por el contrario, en aquel caso era un alivio poder llorar libremente. No contener mis emociones y dejar que el destino me llevara a donde él quisiera ir. Allí se trataba de él, de aquel vampiro que pensaba que podía ser un ángel. Pero estaba errrado, no era más que un hombre que había sido maldecido por otro inmortal en su pasado. ¿Acaso realmente me quería engañar con falsas esperanzas? ¿Me quería confundir con algo que no iba a cambiar de mi mente? Los dioses significaban más que una simple creencia y mis reglas no se hallaban escritas en ningún libro de santidad. El amor, el dar sin esperar nada a cambio. Se había convertido, desde siempre, en mi única realidad. Amar por el simple hecho de tener sentimientos en el interior para poder entregar al que sea que quiera recibirlos. Pero él, él quería buscarle patas a una serpiente. Y jamás lo lograría, pues éstas solo se deslizan sobre la tierra y siguen los instintos de un camino ya trazado. — ¿Hay alguna otra forma de probar nuestra existencia? Te sorprenderías. Supongo que con tu condición habrás visto algún fantasma alguna vez. Es imposible decir que ellos no existen. Y están después de la muerte, solo que no han encontrado lugar que los quiera acoger. Son almas que se quedan atrapadas entre el cielo y el infierno, que es la tierra. —Le reproché, quizá con algo de brusquedad, con la garganta que se me desgarraba y me tiritaba al mismo tiempo.

Y casi dejé salir un grito cuando su aura rozó la mía. El miedo a morir estaba allí, pero tenía que soportarlo, después de todo, me había preparado para eso todos aquellos años. Terminar mi vida sin ninguna clase de decepciones, sin el “no hice esto antes” que muchas personas tienen. No, yo había vivido siempre como deseaba, mis obligaciones eran las que yo misma me imponía. — Me haces reír, piensas que creo que los dioses bajarán a protegerme. O que soy una pared sin sentimientos. Estás equivocado. Soy una humana y temo, amo y río como cualquier otra. Y la luz de ellos está en nuestro interior, no nos mira desde arriba. Aprendiste muy mal. Bramé casi despiadadamente, pues él estaba empezando a provocarme y lo hacía a sabiendas de que nada tenía para defenderme. Pero también, era eso mismo lo que me mantenía tan firme en mis decisiones. Ya que estaba frente a un chupasangre, no importaba qué, saldría muerta, maldita o como una esclava. Y encontraba todo horrible y frustrante. Así que no callarían porque aquel hombre enmascarado pensaba que era tan mejor que los demás. Pero en unos momentos dejé que el silencio reinara a mí alrededor. Me quedé espetando, pensando en cómo había sido esa vida, en qué religión había intentado experimentarse. Pues yo sabía muy bien, que el arte de amar a Dios, o a los dioses. –Realmente no me importaba el género o el número que quisieran darles. Todos le rezábamos a lo mismo al final de la vida. Incluso si yo, luego de la muerte, me encontraba con un sólo ente, estaba segura de que éste entendería mi posición. Y me perdonaría, porque ellos perdonan y aman; eso nadie puede cambiarlo.–No era nada fácil. Y dependía de quién fuese tu guía, pues podías pasar a odiarlos o a amarlos.

— “Esto” que veo entre la oscuridad… Es alguien que perdió el camino porque las cosas no salieron como él deseaba. Tu aura melancólica y tus ojos que parecen estar siempre con el color rojo en popa, me dan a la idea de que mueres de odio, envidia y deseos incumplidos. — Resoplé, lo sentí acercarse y mis orbes se escondieron. Prestaba atención a cada una de sus palabras, no podía perderme ninguna, porque aunque estuviese temblando, mi curiosidad me estaba matando. Estaba enloqueciendo de las ganas de agarrar a aquel señor y sentarlo a contarle sobre las verdades que alguna vez me habían enseñado. Convencerlo de mi realidad aunque sabía que terminaría sin llegar a nada. Pero no podía evitarlo, divagar entre mis pensamientos y ensoñaciones eran las cosas más hermosas que podía hacer. — Ah… El miedo, es la ausencia de valor. Y lo tengo porque no hay nada que pueda hacer contra un ser como tú. ¿Acaso crees que no puedo medir mi propia fortaleza? Así como la oscuridad es la ausencia de luz. Y como la tristeza es la ausencia de amor. No existe tal cosa como un Dios de la muerte que venga a causar el miedo. Pero no soy quien para hablar de qué existe o no. Más puedo decirte que no importa en quien creas. Ninguno se mete en cuestiones tan mundanas como lo eres tú o yo. —


Y entonces le sentí y mordí mis labios con fuerzas, provocando que un ligero corte en el interior se formara. Tirité y me sentí deslizar. El olor de su ropa y el perfume de su piel. Apenas un atisbo de sus manos pude ver, pero el dolor sentido en los bordes y las serpientes que se habían deslizado en el momento exacto de la caída. Pues sí, mi peso podía causar gran dolor a aquellas pequeñas amigas que aún en aquel instante estaban conmigo. Apreté con odio el suelo  y le busqué entre las sombras. Mis lágrimas se habían detenido, porque estaba molesta, eufórica por su trato. Si un vampiro quería mi sangre, podía tenerla, pero tal forma no era algo que aceptara. —Pues entonces ven y mátame dolorosamente por el simple arte de matar, de una vez por todas, si aquello te hace tan feliz. Si tu venganza te sacia los labios. Aunque nunca lo hará. Tu tristeza no puede ser llenada con esto. Caerás en el pozo al final de los días. Encontrarás en la eternidad que nada va a terminar de hacer dulce tu desquite. ¡No eres un demonio, ni un ángel de alas negras! No te compares con un ser celestial o infernal. Ni aunque mil dioses me escuchen vendrán a ayudarme. Como así a ti tampoco. Tenemos que buscar nuestras propias salidas. Nuestra propia felicidad. Una que tenemos en la mano y que solo se puede conseguir si el camino que llevamos nos hace feliz. ¿Eres feliz acaso? ¿Sientes amor cuando matas? ¿Por qué en vez de aquella maldad y locura, no buscas algo mejor? — Jadeé en lo que una de mis cobras se alzaba desde las profundidades de mis ropas, se arrastraba por el suelo y lentamente volvía a subir por arriba de la tela a mi cuello. El siseo era promitente, casi desafiante. 
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Mensaje por Phantom Nocte Dom Abr 12, 2015 8:44 pm

Era con certeza la primera de todas mis víctimas que lloraba por la colisión de emociones que abatía su interior, desde un principio había apostado por que este encuentro seria del todo interesante pero jamas llegue a suponer que me llevara a prolongar mas la agonía de aquella,que con evidente molestia y brusquedad destilaba palabra por palabra, frases no tan vanas e indudablemente tan humanas donde en cualquier lugar hayan acomodo, menos en mi, que permanecía estático entre la penumbra, ocultando hasta el ultimo rasgo de la faz porcenalizada de la mortecina luz lunar propia de madrugadas como estas, esas en que mi poderío debía extenderse más allá de los muros del teatro -Hay otras formas de probar la existencia efímera de los hombres- asentí con seguridad -Por ejemplo- dije con altivez -Que otra prueba mas quieres sobre la existencia humana que no sea la destrucción que el ser humano propaga a su paso, si es precisamente ese mortífero y maldecido ser el causante de la deformación de todo un universo, su existencia esta mas que evidenciada y marcada en cualquier lugar al que vayas... a cualquier hombre al que visites, al que ves transitar a tu lado... no hacen falta dioses, no hace falta que tu me lo digas, el esta en todo lugar destruyéndolo todo, sino... de que otra forma explicarías que hermanos a hermanos se hagan la guerra, que hembra y macho sean como perro y perra- guardo silencio y continuo -No hace falta algo fantasmagórico para probarlo, todo lo terrenal puede hacerlo, pero si insistes te diré que yo no comparto mi mundo con nadie gitana, para mi, en esta tierra alejada de la luz, alejada de la muerte anunciada que trae consigo la mortalidad, no hay nadie mas que yo y mis sombras... El único fantasma, la única alma errante en mis dominios es con quien hablas ahora- los ojos se entrecierran, le observan le han matado desde hace mucho sin que lo sepa, estaba consciente de que la mirada hacia ella era demasiado inquisitiva... Iba más lejos de lo que podía ver un simple asesino -No creo en el cielo, pero si en el infierno y estoy seguro que el mundo es el purgatorio... Si existen fantasmas aquí es porque ya no hay tanto espacio en el averno- refute a su reproche... Mientras en mis adentros una creciente curiosidad iba haciéndose presente en mis adentros, me gusta saber que la mentalidad del gitano cambio a algo mas mediocre y supersticioso que en mis años en el circo.
-De hecho querida- respondí de inmediato a sus palabras -No he aprendido erróneamente, por el contrario, consideró que solo sigo los preceptos que cualquier creencia, cualquier religión dicta, que cualquier dogma impone en un mundo crédulo e ignorante, ¿No es cierto que para creerle a cualquier hombre o mujer que sostenga firmemente ser ayudado o visitado por cualquier deidad piden una prueba visible, tangible?- reí divertido - En este siglo como en muchos otros, si Dios te habla es porque debes haber perdido la cabeza, por lo que es válido la prueba... A lo que voy es... Que yo también te estoy pidiendo una, esa que tanto se me ha negado- guarde silencio, mis pies dieron cuenta de pasos aun mas lentos y amenazantes, quería analizar esta situación desde todas las perspectivas posibles, desde los gestos hasta el calo que la joven usaba, todo lo que quería saber del gitano lo encontraba en esa mujer que de apoco el miedo la destrozaba y al mismo tiempo la hacia mas fuerte.
Sus exclamaciones eran un discurso echado a la basura, de nada valía cada palabra por ella dicha, tales maravillas, tales reflexiones no me hacían nada mas que negar y seguir rechazando con más ímpetu a la sociedad, a su cultura y lo que englobaba en pensamiento, sus ridículas supersticiones y la forma en como se consolaban inútilmente ante la muerte, aferrándose a una existencia que ni siquiera les pertenecía, excepto a mi -¡¿Acaso hay otros sentimientos?!- acalle su voz, el ceño deforme parecía fruncido detrás de la mascara -¿Con quién crees que hablas? ¿acaso crees que he nacido ayer?- refute embravecido -¡He probado todo tipo de sensaciones, de sentires que no todos fueron correspondidos!- el silencio se hizo de mi por instantes, envolvió mi mente y dio en su interior el gris opaco de los recuerdos que se arremolinaron con la misma rapidez con que se marcharon -Sin embargo todos sentimientos provocaron en mis adentros el placer y la felicidad que tanto buscaba- narraba con placer -Son esas sensaciones las que yo custodio, es por mi placer y mi deber que las propagó entre mis víctimas y el resto de París.- inspire -Finalmente- proseguí - Son estos los que me permiten tener el dominio del hombre y darle con creces todo lo inhumano que he sembrado- la mueca malísimos a volvió a predominar en cada mal formada cicatriz, en cada resquicio de piel seca y quemada, el dolo que esto provocaba era bien recompensado por todo lo que recordaba, muertes, poderío y miedo... El maldito miedo, la sensación más mortífera y el punto más débil de los hombres, un arma que no requería instructivo ni fábricas, solo bastaba mi rostro al descubierto.
Negué poniendo los ojos en blanco, era necia.. Odiaba a ese tipo de personas y sin embargo allí la tenía viva y frente a mi, era hora de volver a silenciar su espantosa voz matizada por la blasfemia de una forma menos agresiva y mortal a la que estaba acostumbrado -Si nadie se metiese en cosas tan... mundanas como osas en llamarles, no tendría razón mi existencia, ni tendría cabida el mundo que pisas hoy y que generaciones futuras pisaran, si es que me compadezco de sus progenitores y los dejo vivir, no existirían aquellos que levantan prejuicios, rechazos, muertes sin sentido en medio de guerras, hambrunas, mendigos, pobreza, aquellos que pretenden aniquilar a esos que les parecen tan raros, tan mundanos, tan repulsivos... Tan insignificantes, no habría Santa inquisición, no habría armas que se encargarán del cuerpo y la vida dentro de la carne y no habría palabras que provocarán el asesinato de las almas- afirme con voz hundida en la tranquilidad que tiempo antes no tuve, los gritos habían sido apagados, cubiertos por una voz que conservaba el misterio entre los matices del misterio que incrementaba con las sombras, con la mirada fuera de su percepción, pues los ojos carmesí estaban puesto en el firmamento - Todo mortal sabe de lo que es capaz de hacer cuando la muerte se le presenta de inesperada forma, se que eres capaz, como todos los que han muerto entre mis manos, tu argumento no me sorprende... ¿Qué sentido tendría entonces matar sino hubiese sentimientos de por medio?,un muro no se queja, no discute, no objeta, no teme, es tan frío como yo... - declare para que después todo aquel coraje se desatara en medio de agresiones hacia ella, derribándola sin importar los animales rastreros que llevaba como protectores -¡Por el demonio mujer... Te matare cuando me plazca y no cuando me lo pidas!- hablaba detrás de ella, mis orbes le observan en lo alto, con placer y beneplácito, finalmente la mortal había caído y en forma mínima pero me había pagado su insolencia, yo no era un vampiro, prefería ser todo menos eso, hacía años que renuncie a esa condición, la odiaba, como todo lo que se escribió en el libro del pasado -Ahora- dije con mas calma -Yo ya me resigne a que las deidades les gusta observar para su circo personal, por ello jamás intervienen, ellos son sádicos... ¡Unos reverendos sadicos!- desahogue mi molestia dando la espalda a la mujer que hasta el momento yacía recostada en el piso, sin decir nada más, hasta que colmo mi paciencia, ¡Era el ejemplo vivo de lo que detestaba, era una mas de la acusaba y señalaba sin saber que mas podía haber detrás del monstruo! -¡Trate de seguir cada precepto para encontrar algo parecido al bienestar, a la felicidad! ¡Obedecía sin protestar, sin objetar sus sagradas leyes!- volví sobre mis pasos directo ella, me puse severo -¡Todas las criaturas eran mis hermanos y aún así sufrí el suplicio del hombre, sufrí la muerte en vida cuando me enviaron al exilio, su risa fue como un agua hirviente que adentrándose en mis entrañas despertó a la fiera y tras el llamado del infierno me volví perverso de repente!- me detuve tan pronto escuche el estridente cascabel, no me asustaba, después de todo alguien que convivió con gitanos por mas de quince aprende sus trucos y mañas rápidamente, sabia con certeza controlar y encantar a un serpiente sin dificultad alguna, por lo que no representaba ningún peligro inminente -¿Algo mejor que la sangre y la muerte? - cuestione tajante, viendo que la silueta alargada que de apoco se reflejaba en el piso donde solo el recuerdo de la primera derrota de la gitana yacía en mi mente -No hay nada mas placentero, créeme lo intente y.... Después de estar condenado a esto- jugué con la luz, dejando ver la mitad de la blanquecina máscara que remarcaba el contorno y dividía mi faz a esa mitad que aun permanencia en el anonimato de la sombras -Aprendes a tomar lo poco que te corresponde de sentimientos como los que pregonas sin cansancio... ¿Ahora seguirás refutanfome?, ¿Me doras acaso que sabes lo que es vivir con una máscara?.. Anda dime lo mismo que has dicho todo el tiempo, dime lo que todos han dicho sobre esta maldita cosa... pero digas lo que digas como cualquier mortal sé que mentirás-Rete de la misma forma en que sus serpiente, ese animal que era la representación por excelencia del demonio, tanto ella como yo solo mostrábamos un parte del veneno con que nos caracterizábamos, ella el cascabel, yo la máscara, ninguno con la intención de ceder, esta vez la sombras solo cubrirían la mitad de mi cuerpo, la mitad de mi rostro, la otra apenas era una visión tenue a sus ojos, una figura que desaparecería junto con su vida si tenia la osadía de acercarse más de la cuenta.


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Mensaje por Darko DeGrasso Miér Abr 29, 2015 12:58 pm

“Nadie nunca jamás estará solo, aún si se encierra en su propio mundo de desasosiego”


Escucharlo me torturaba el alma, me estaba dañando por completo, como si todos mis ideales fuesen rompiéndose poco a poco. ¿Por qué estaba haciéndome esto? ¡Que me matara! Que comiera mi sangre y todas mis venas, pero él intentaba primero carcomerme el alma para luego ir despacio por mi exterior. Y yo se lo estaba permitiendo, de eso no había duda alguna, no necesitaba tener a nadie que me lo dijera. Pero mis dioses estaban allí, mirándome desde lo alto, diciéndome, gritándome, que era yo la que tenía que luchar por mis propios ideales y que nadie tenía derecho a quitármelos. Así que por ello y por ninguna otra cosa más, es que lo estaba desafiando. A todo lo que me decía tenía una respuesta. No me dejaría hundir, no por un ser de la noche que había perdido todo halo de creencias. Podía notarlo, su aura me estaba diciendo que lo había intentado y al final lo habían derrotado. Que no tenía salida y estaba corrompido. Sí, me estaba mintiendo, estaba atribuyéndole todas las cosas a una inmortalidad que quizá no era tan deseada, pero que la había aceptado y se había unido a ella de manera que una gran capa se creó a su alrededor. No podía negarlo, si quería dañarme con palabras, lo estaba logrando. Pero yo no dejaría que manche mis pensamientos, me mantendría igual de terca como él o mucho peor. Le respondería con todas las verdades que conocía.

— No eres un fantasma, eres de carne, existes y aunque quieras negarlo sigues a la mereced de aquello que nos mira desde arriba. Puedes decir cuántas cosas quieras, puedes creer que solo el infierno es lo que existe, pero te equivocas. Ya he dicho antes, la oscuridad, es solo la falta de luz. No existe el infierno sin un cielo que lo acompañe. Tu mundo es el mío. Estás atrapado con nosotros, eternamente. Estas… equivocado. — Su mirada de ojos rojos, estaba allí, cubierto por la negrura del callejón, embrujándome para no dejarme mover, solo eran mis labios los que estaban liberados. Su rostro que solo se notaba en reflejos blancos. Sus pasos que no era más que el eco de un sonido seco y retumbante. Todo estaba ocurriendo dentro de mi pecho, me tensaba, me corrompía poco a poco. No había nada más horrible que lo que me estaba sucediendo allí mismo. Y aun así, lo superaría. En mi mente cabalgó una imagen de mi futuro, como si el mensaje de los dioses fuese “no morirás allí”. Casi sentí una brillantez que se acurrucaba a mi lado, la serenidad volvía a hacerse presente y con eso, la tibieza de mi sangre corría por mis venas de una forma un poco más normal. Me sentía viva por completo y buscaría la revancha. — Debe ser por eso que los odias. Porque no fueron correspondidos es que solo quieres causar el mal en la gente. ¿Acaso quieres que los humanos vivamos en la melancolía eterna? ¿Piensas que una existencia tan escondida como la tuya hará que algo cambie? No puedo darte muestras tangibles, pero puedes verte a ti mismo. ¿Acaso eres una creación de la muerte? ¡¿Acaso la muerte existe sola, sin necesidad de la vida?! Mátame, bebe toda mi sangre, ni aunque me modifiques la memoria cambiaré mi pensar. —

Acababa de firmar un pacto con el mismísimo diablo. Estaba entregándole todo a la suerte de los de arriba, siempre me había encontrado muy fiel a mis creencias, casi enfermamente hacía todo lo que me decían, pero ésta vez iba realmente en serio. Y el temblor de mis piernas y las serpientes que se apretaban en mi abdomen me lo hicieron entender. Me quedé nuevamente en silencio. Escuché todas sus palabras, fue como un momento nuevo de meditación, de intentar encontrar qué es lo que aquel hombre quería de mí. No entendía, no parecía tener tanta hambre, aparentemente le gustaba jugar, como si se tratase de una rata de laboratorio y él fuese un fantástico científico. No tenía escapatoria, tenía que jugar su juego. Y por ello me dediqué a escuchar las reglas que eran aquellas blasfemias que no paraba de lanzar. Mis fieles compañeras estaban deslizándose, pero el miedo horrible de que fuese a matarlas me hizo buscar sus pelajes, invitándolas a volver a mi cuerpo, pero ellas hacían lo que querían. No tenían dueño, ni rival y por ello volvieron a sisear como rencorosas fieras a aquel que nos había capturado en medio de las calles de parís. — Seguiré refutándote… Sé que muchos siguen reglas, lo intentan y quieren la felicidad a cambio. Pero no todos podemos seguir los mismos parámetros. ¿Puedes imaginarme siguiendo las leyes cristianas? Todos le rezamos a lo mismo. Pero las leyes son diferentes, porque las ponemos los mortales. Explícame por favor, si tan honrado piensas que eres, si tanto pesar es lo que cargas. Y tanto odias a la humanidad como para expresarlo mediante muertes horribles. ¿Por qué seguiste algo que está escrito por hombres? Adora a los dioses y ellos te recompensarán. Adora a un humano que se cree un dios y nadie te protegerá. Si quieres ser amado, debes amar sin esperar recibir nada a cambio. Me encantaría leer tus pasados y futuros, pero nos hemos encontrado en el lugar y tiempo incorrectos. Quizá en otro momento nos hubiésemos llevado mejor. No somos tan diferentes. Tú estás acorralado por tus creencias, construido bajo el dolor y la tristeza. Yo me he armado sola y me puse mis propias cadenas a la mortalidad y fidelidad. —

Sentí un cosquilleo en el cuerpo cuando la luz empezaba a reflejarlo, unas marcas profundas recorrían su rostro, parecía piel quemada y entonces supe que eso había sido hecho por mano de hombre. Pero no lo entendía, jamás le había refutado que los vivientes no fuésemos seres crueles. Incluso había llegado a conocer a mujeres que habían escapado de las torturas de los inquisidores. La última había sido Monicke, una cambiaformas a la que le habían quemado los ojos con ácidos y luego la habían tirado al río para que muera ahogada. Conocía el horror, la tristeza que uno podía tener. Sí, jamás la había sufrido en primera persona, pero no necesitaba hacerlo para poder entender la situación y la verdad de la vida. — Vives con una máscara porque así lo quieres. Te hundes en la nostalgia e idolatras la muerte, porque tus caprichos no han sido cumplidos. Pero me temo que… No tenemos alternativa. O combates el futuro o te dejas pisotear por él. No, jamás he vivido con una máscara, pero mírame. Soy una gitana, soy despreciada y maldecida. Me gritan encantadora de demonios por tener serpientes de mi lado. Soy una humana y si me atrapan no tengo forma de escapar. Un solo golpe en el lugar correcto y pueden matarme. Pero tu todo eso no lo ves. Estás tan acostumbrado a vivir en las sombras, a desear lo que no tienes y a tomar aquello que sí se te hace fácil, que ha olvidado lo que es la debilidad. ¿Quiénes te hicieron eso? ¿Acaso fueron los dioses? No puedo entender tu dolor, pero el daño parece profundo y aun así… vives. Si me lo hubiesen hecho a mí, estaría muerta. Las infecciones, la pérdida de sangre, el simple hecho de que nadie acudiría a auxiliarme. ¿Por qué no puedes ver lo bueno? — No me acerqué, tenía miedo, estaba triste, quería llorar por él y por mí. Y mordí mis labios, conteniéndome. Intentando que los lagrimales no jugaran en mi contra esa vez.
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Grind up [The Phantom]  Empty Re: Grind up [The Phantom]

Mensaje por Phantom Nocte Miér Mayo 06, 2015 12:48 am

Negaba divertido, mi expresión tras la máscara parecía sentirse como una mueca de burla, sus palabras no movían ni un ápice de reflexiones, remordimientos o recuerdos, solo eran un cumulo de palabras dictadas por la terquedad de una gitana, todo era solo un mal chiste y como tal resultaba interesante para mi entretenimiento -Si estoy tan equivocado como tu dices- comente -Entonces solo puedo decirte que estoy encantado de errar- eran los movimientos en las manos, en los gestos, en el cuerpo que reflejaban orgullo ante sus palabras, aplausos silenciosos de un espectador maravillado con las criaturas que a mi podía ofrecerme el libre teatro nocturno, en donde observaba a la actriz en turno retorciéndose en las tortuosas y pesadas cadenas del miedo que yo ponía sin dificultad y sin el toque de mis manos deformes, no era complicado saber hasta que punto su mente había sucumbido a mi tortura, a la agonía que le ofrecía en el juego del misterio, eran sus reptiles rastreros, sus movimientos y sus lágrimas encarceladas en los calabozos de la fingida fortaleza los que me indicaban que llevaba por delante la partida.
Seguí el hilo de sus palabras, vi como de a poco se iba tejiendo ante mi la imagen de su ideología y de su estrategia, observe como de ella el ímpetu de luchar por sus ideales volvía a encenderse como la horripilante luz del sol, frases que como los rayos del astro rey fastidiaban el ser oscuro de mis adentros, más sin embargo tranquilo continué portándome, aún valía la pena tirar las cartas un poco más -No exactamente- espete después de un suspiro -La melancolía es de los sentires más aburridos que conozco, prefiero encadenar a cada ser viviente a una agonía tan tortuosa como la tuya… ¿Crees que no me percato claramente de lo que estremece tu interior gitana?- desvíe mis orbes al firmamento por un instante -El miedo, la incertidumbre y el desconocimiento pueden ser armas aún más letales que los colmillos de un demonio, que el veneno de la cobra o la serpiente, que el azor al puño de un cazador, que una bala… el miedo es a lo que todo este maldito país ha estado condenado desde el mismo momento en que se enteraron que un fantasma mata sin misericordia desde hace siglos- declare con beneplácito en la voz -¿Crees acaso que les daría incluyéndote una muerte rápida?- cuestione -No… mademoiselle- mi voz parecía moverse de lugar lentamente -Mi método es aterrar, dominar, hacer añicos el interior de mis víctimas antes de depositarlas en la mano férrea y maliciosa del infierno- entre las sombras escudriñaba el lenguaje de su cuerpo, los gritos sordos de su mirada -Además yo puedo negar la existencia de los dioses, pero nunca te he mencionado que renuncio a la creencia de la existencia, ¡Por el contrario!- exclame entonces -Aplaudo y agradezco con creces el amor incondicional que la vida profesa por la muerte, la existencia se ha enamorado de la ausencia desde el origen de los tiempos, por eso es que la vida le envía incontables presentes a la muerte y soy yo quien con su atomización le ayudo a guardarlos por siempre- perseguí -Mi existencia así de invisible como osas en describirle a hecho más de lo que tu crees en los alrededores, ha cambiado sensaciones, ha cambiado vidas y seguirá cambiando destinos- aguarde una pausa silenciosa -Yo no soy creación de la muerte- respondí a su pasada exaltación -Soy creación de la oscuridad misma- asentí de forma altiva, acariciando el muro del estrecho callejón como si se tratase de su halo frágil de vida -Déjame hacerte una pregunta ahora- no pedía permiso, exigía con el sutil tono de matices oscuros de mi voz la respuesta -¿Porque quieres que te mate ya? ¿Porque esa insistencia en beber tu sangre de una buena vez?- sonreí bajo la fría porcelana -¿Te desagrada mi compañía? ¿Acaso ya no soportas el peso de la agonía que te doy? ¿Crees que solo mato y ya, sin un modesto preludio?¿El dolor es tan insoportable ya?- dije -¡Ah gitana!- exclame con el tono rasposo, divertido  con esto ultimo -Vamos, todavía no me has visto y ya quieres salir por la puerta falsa- interrogaba la voz del hombre, la voz de la nada, de la oscuridad en el callejón, le retaba el hijo del diablo, le exigía y le invitaba a responder el ángel de la muerte.
Cuando mis pasos hubieron encontrado freno en aquel muro que tan tranquilo acaricie, estos continuaron su marcha prestando toda atención a la voz femenina de la joven gitana, preguntándome ¿Que nueva arma habría de sacar en su defensa? -Porque era un crédulo idiota, como todo el mundo en años aún más retrogradas que este- respondí con molestia -Alguna vez fui tan humano como tú, para llegar a ser el ángel de muerte que soy, yo tuve que ser por desgracia tan inútil e inservible desperdicio de espacio como los tuyos… un niño quizás que temía al reflejo de su rostro en el espejo pues veía el horripilante rostro de una bestia infernal en vez de algo humano, a dicha criatura se le dijo entonces que debía portar máscara y debía orar los sagrados preceptos escritos por Dios y narrados por los profetas, le convencieron que eran las Sagradas escrituras lo único que podía salvarle… el creía ciegamente como cualquier otro cristiano que se aferraba a una fe que más adelante descubriría inexistente, como todo infante se imaginaba a Dios, se imaginaba su mano escribiendo todo aquello, jamás se puso a pensar que seria un simple cuento humano como la mitología de los griegos o los egipcios, el niño aspiraba entonces a querer ser un santo y entendía por los escritos que solo obedeciendo las leyes del ser Supremo de la cristiandad lo conseguiría pero… ningún Dios estuvo de su lado por mucho fervor y sacrificios que le ofreciera, nadie le salvo del prejuicio que trajo consigo la maldición de la bestia que no solo el espejo daba cuenta, sino de todo humano que le quitará la máscara- comente sin sentimiento alguno, por dentro eso ya no dolía, el infante es tan ajeno a mi como los siglos que han pasado desde entonces -No- negué prontamente -Yo estoy construido desde mi nueva existencia de una madera diferente a aquella donde se pule todo sentimentalismo mortal… ¡Deja de rebajarme al nivel de los tuyos!- exclame con violencia -Es tu vanidad humana la que nunca te dejará entender que hay más de lo que te imaginas cuando posees mis orbes, estos que en todas partes están, que todo observan, que se deleitan con sangre, con dolor, con agonía, con muerte, que ven desde las sombras la caída y decadencia hacia donde el hombre se dirige- espere un momento más antes de proseguir con el discurso que pretendía concordar con el suyo -Comprendo más de lo que tu crees a la debilidad humana, de lo contrario supongo que mis múltiples atributos infernales no surtirían el efecto deseado, es la debilidad la causante de que los mortales sean atractivos a mis ojos, sea quizás por que fui testigo mudo de su yugo, de las laceraciones que provoca hasta que por ellas el alma se escapa- de pronto la paciencia pareció arrancar de mis alas unas cuantas plumas con las que elevo su vuelo yéndose lejos de todo dominio consciente -¡No hay nada bueno que ver… gracias a todos los que defiendes con la terquedad que osas usar como escudo y espada, la luz lastima mis ojos para poder ver lo que tu insistes que existe! ¡Dioses, hombres, gitanos todo el maldito mundo que no tuvo compasión de un infante indefenso!- espete entonces, decido a mostrarme solo un poco, solo para que viera que no era con un hombre, un niño, un vampiro con lo que estaba tratando, era un demonio con careta blanquecina que le observaba con el entrecejo deforme fruncido, con la frialdad, con la sequedad y la severidad en los labios que de pronto desprendieron palabras con más tranquilidad -En mi mundo más allá del alimento busco defenderme de la hostilidad inútil del mundo terrenal, soy como el oso o cualquier bestia salvaje que para sobrevivir tiene que matar-.
Los mortecinos rayos lunares dieron cuenta de mi máscara ante sus ojos, me advirtieron de sus dientes mordiendo sus labios -¿Reprimes tu llanto gitana?- interrogue tranquilamente, carente de empatía, tal parecía que nada de lo dicho momentos antes me hubiese perturbado, como si nada de lo que pasase con ella ahora pudiese tocar fibras profundas de sentimentalismo vago -No llores por lo que no conoces- decía el demonio de la máscara, cuya cabeza ladeaba para observarle fríamente -Soy libre aquí en mi oscuridad y quizás tu debas acostumbrarte a tus cadenas como yo lo he hecho, solo así dejaran de pesar… observa a que pequeñez inmunda están atadas y cuando lo hayas hecho… solo entonces júzgame de nuevo ¡¿Entiendes?!- ordene, la caída larga de la gabardina oscura que envolvía mi figura en una fantasmagórica sombra quedo allí frente de ella, con los ojos carmín abiertos sin parpadear una sola vez, con mis manos cubiertas en piel negra, reposando en mis labios cubiertos, inspirando, esperando su nueva estrategia o que tanto era lo que había logrado torturarle más, puesto que el quiebre de emociones estaba en ella y no en mi, efecto que nunca logre en ninguna otra víctima antes de darle fin.


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Mensaje por Darko DeGrasso Dom Mayo 24, 2015 9:08 am

“Cuanto odio es el que puedes desparramar sin ninguna clase de temor”


Empezaba a molestarme, sí, estaba casi cansándome de aquel juego en donde yo era la víctima, la rata de laboratorio con la cual jugaban hasta asesinar. Me parecía una tortura que era dada por la mano de un hipócrita. De un mentiroso y un traidor, un hombre que porque él no creía en nada buscaba que los demás tampoco. Un ser que no quería ser purificado. Y yo, obviamente, no era la persona indicada para ayudarlo. No estaba logrando nada con mis pensamientos, decirlos no iba a cambiarlo, así como los suyos tampoco me harían retorcer a mí. Estábamos quemándonos las manos con un fuego que no dolía. La diferencia es que él se pensaba mucho mejor que yo. Eso se notaba en el reflejo de sus ojos, su ego flameaba por el aura, su fría y tétrica voz retumbaba como eco en aquel maldito callejón y empezaba a torturarme así como a mis serpientes que poco a poco se hacían más rastreras y se enojaban al punto de sisear incluso ante mi propio tacto. Pero yo sabía que no me morderían, que si lo hacían ellas sabían que me mataban. Solo tragué aire hasta poder contener todo lo que quería escupirle tan solo ante el primer segundo de sus refranes de mal llevado. — Tú no le ayudas a nada, no eres alguien que se asemeje a los dioses, no digas blasfemias. Solo eres un mentiroso y parece que envidias la vida. ¿Por qué no aceptas lo que eres y dejas de molestar a los demás? ¿Piensas que vas a humillarme y hacerme retorcer como a todos esos humanos sin fuerza mental que atosigas? No… No me dejaré matar en mente. Jamás lo haré. — Casi con los dientes que estaban apretándose hasta querer romperse, mis orbes vivaces parecían un faro luminoso por donde quería salir el energía de verdad.

Apreté entonces con los dedos el frío bloque de cemento que tenía a mis espaldas. Mirándole, observando cómo se movía, los tonos de su voz, como matices quebrados que no estaban muy seguros o que quizá lo estaban demasiado. Y las preguntas se abordonaban en mi cabeza. ¿A qué se refería con que había cambiado muchas cosas? Era una persona vil y sin duda parecía que solo situaciones malas podían darse a partir de su mano. Apreté entonces mis labios rojos, juntándolos hasta que se hincharan de la cantidad de presión que estaba ejerciendo para no empezar a gritarle y enojarme realmente fuerte. ¡Aquel tan solo era un poeta de la muerte buscando redención! — No, no me caes bien. Ninguno de ustedes. Me cae bien, piensan que son mucho más que los humanos, que no están bajo el dominio de una entidad omnipresente. Que el futuro es solo de ustedes. No… La realidad es que sí pueden jugar con nuestras vidas, pero poco a poco se van convirtiendo en bestias. ¡Ya no tienes más sentimientos y en unos siglos te aburrirás de la tortura y luego ya no encontrarás más nada para hacer y terminarás muriendo de la forma más miserable que encuentres! ¿Eso te parece hermoso? No sé cuál es la falsa puerta. — Di un paso al frente, el frío de la noche empezaba a hacerme temblar, acariciada por un nerviosismo que estaba calando mis entrañas, incluso mis dedos estaban en un constante movimiento. Jamás me había sentido tan indignada, parecía que estaba hablándole a la pared. A un sócalo de mármol. Y de repente aquella historia estaba presente en mi cabeza, era tan real que me lastimaba, que me hacía marear y sollozar. Mi mano apoyada sobre mi rostro, sobre mis ojos, intentando apartar toda aquella tira de tristes imágenes que me hacían ablandar como un pedazo de masa al sol. Pero si me dejaba por un tiempo sin esa pequeña pizca de pena, volvería a endurecerme. Eso lo sabía, me conocía lo suficiente para saber que la empatía torturaba todos mis sentires en más de una forma. — ¿Cómo me puedes decir eso? ¿Cómo me puedes querer explicar las cosas con tal difusa historia? Creer o no en los Dioses o en Dios o en lo que sea. No es algo obligatorio. Ellos no usan sus poderes en el mundo terrenal, no para mí, al menos. Yo no defiendo a los crédulos. Tú insistes en que soy una idiota. Eso puedo notarlo. Pero yo no soy ninguna mujer que vaya profesando su religión. Ésta es mía y me la guardo para mis adentros, la explico si así alguien quiere, pero jamás la exijo. Lo que aquel niño hizo, fue poner sus esperanzas en el vacío, sin hacer las cosas por sí mismo. La vida es así, está conformada por el dolor y por el placer. Si recibes placer matando, con la sangre y el llanto ajeno. Pues muy bien, que así sea tu vida triste. Pero no le cargues tu tristeza a algo que no conoces. —

Giré el rostro en el momento que sus palabras se dirigieron a mi estado de ánimo, el llanto que quería dejar salir ahora era más por pena a él que por tristeza a mí. Sí, mi ser era de esa forma extraña y ahora más que nunca es cuando quería gritarle. ¡Compasión! ¡Los hombres no tienen compasión si no aman! La única forma de tener misericordia es a medida que el tiempo pasa. Así como cuando los niños comienzan a aprender. Paso a paso, tiempo al tiempo hasta que las cicatrices de la vida te enseñan lo peor y lo mejor que tienen para darte. ¡Pero el pretendía ser adorado desde siempre! ¿Cuántos años tendría? Quizá miles y miles, donde los humanos éramos primitivos, toscos y sin conocimientos que fuesen realmente importantes para la sociedad. Y la razón es que preocuparse por la mente humana no era lo primordial, primero alimentarse, sus necesidades básicas, no tener frío y tales, que si bien llegaban a amar, jamás podían entender lo que realmente significaba vivir. Dejé caer mis parpados entonces, fuerte, concentrándome en él. Tratando de buscar alguna forma de poder sacarlo de esa infinita terquedad, pues resultaba que cuando me lo proponía, llegaba a acercarme a la persona lo suficiente, para que al menos, esta no desee hacerme sufrir más de la cuenta. — No, no lo entiendo. No sé qué quieres decir y si me puse cadenas, son unas de las que tengo las llaves. Tu eres el que las haz perdido. Eres el único que no encuentra la salida a sus penas y se jacta en maldecir a los demás. — Y ya al fin sentí una más de esas gotitas saladas rodando por mi piel, desde el filo de los lagrimales hasta la nariz y al final cayendo al suelo una vez más.
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Mensaje por Phantom Nocte Vie Ago 28, 2015 11:31 pm

-¡Entonces los hombres si tienen todo el derecho de sentirse y ser dioses!-reclame tan pronto hubo terminado el dialogo de la gitana - ¡¿Por qué el maldito hombre es tan egoísta, tan narcisista?!- interrogue entre los contrastes de la luz mortecina de la luna y la densidad oscura de aquella noche estrellada -¿No te das cuenta mujer? Te quejas de mi que solo fui el resultado de su autoproclamado poder divino…. ¡Juzgan como dioses! Entre los animales decide quien vive y quien muere, decide que es lo correcto de lo que no es entre sus sociedades, limita a los de su misma especie, discrimina lo creen horrendo, lo que es aberrante…. ¡Odian lo que es diferente gitana! Porque saben que en eso, todo aquello a lo que le temen se puede hacer añicos su máscara de omnipotencia- espete con violencia, haciendo de mi voz un  eco estridente y duro, grave, sin contrastes salvo los de la rabia -¡Decide en las guerras quien gana, quien pierde, quien debe ser apoyado y quien debe ser abandonado a su suerte!- reclame con furia desbordante, más sin embargo reprimí todo instinto sádico por el momento –Juzgan como dioses- dije en tono más tranquilo -¡Hasta tú!- levante mi mano enfundada en guante de piel oscura y le señale con dedo acusador -¡Tú que vienes a decirme todo aquello! ¿Y con qué derecho?- pregunte –Piénsalo bien infeliz humana… ¿Acaso los hombres no hacen lo mismo que yo?, Medita en sus malditas acciones disfrazadas de bondades… pero al menos yo tengo una diferencia contra su forma letal e indolente de matar, de corregir, de mandar, de juzgar… yo… no lo hago con hipocresía- expulse la idea en un susurro fantasmagórico que quizás solo ella pudo captar.

-Y al parecer- retome la palabra después de un largo silencio –No has entendido la esencia de lo que yo soy, no tienes la más remota idea ¡De que yo ya no tenía sentimientos mucho antes de que fuera el demonio que ves hoy!volvió a mi aquella cólera latente, mis ojos parecían quizás a la vista del otro más encendidos, estaba desprendiendo destellos de muerte, amenaza muda como la de una serpiente tintineando sus cascabeles, mis ojos se cruzaron con los suyos y de allí no pretendí moverlos en absoluto –Yo ya era una maldita bestia a la que podían mostrar todas las noches en un circo de gitanos, ¿Y sabes que? Para ese entonces aún era hombre… era carne, era vida… ¡Era un maldito niño enjaulado como animal!- inspire tratando de recuperar tan solo una pequeña porción de mi paciencia que ya para ese momento estaba a cuenta gotas –No necesito de la etiqueta ahora que soy el hijo del diablo, nombrado así por los tuyos, por los hombres que tanto defiendes y dices  que son objeto en nuestro oscuro juego- pronuncie con seriedad más allá de la huella nata de la rabia que yacía en mi -¿Por qué no te pones a indagar gitana cual es el motivo por el que cada vampiro siente el repudio por los de tu especie? ¿Por qué nos creemos más que la paria de humanos que inundan este mundo ah?- mis pasos, lentos, un pie tras el otro iban en su dirección por las laberintos que la noche me regalaba durante dos siglos –Alguna vez fuimos tan humanos como ustedes y fueron ustedes los que nos llevaron al extremo donde el poder y la venganza resulta tentador para todos los que fuimos víctimas de los dioses humanos- sentencie entonces –Si esa es la muerte que me espera a largo plazo será bien recibida, no espero menos por mis servicios a la muerte- asentí, durante mucho tiempo atrás la idea de mi propio deceso me había quitado el sueño, sabía que algún día perdería el deseo por vivir, pero al recordar mi pasado pronto caí en cuenta que yo nunca lo tuve, que más daba si la segunda muerte llegaba de esa forma –Conozco la crueldad de la muerte- asegure –Como también conozco la de los hombres y el destino- declare firme –Tengo completamente claro lo que ha de sucederme- o al menos lo pensé hasta que mi pequeña rosa llego a mi vida, pero ella era mi secreto, de ella no debía revelarse nada ante la gitana, lo mismo de la existencia de… mi… de Edmond –Todos gitana, sin excepción, mortales e inmortales somos el resultado de nuestras propias decisiones- mis pasos se detuvieron a un costado de su imagen corpórea –Si ese es el precio que deberé pagar a final de mis días.. será hermoso agonizar con el castigo imparcial de la muerte- me perdí en la inmensidad de los recuerdos, palabras frescas de la voz fémina de aquella llegaban a mi como las mismas notas molestas que irritaban al demonio, al ángel de la muerte -¿Tristeza ah?- subraye la palabra con énfasis en sus últimas letras –No, no, no…. Lo que siento es el sentido de la venganza y de la justicia por propia mano, el júbilo que provoca la sangre y beneplácito de la muerte entre mis manos son solo una dote tentadora…la tristeza es para los débiles- declare –En cuanto a las creencias- sonreí de manera malévola entre las penumbras –Debo decirte que no hay ciudad sin Dios, el hombre siempre debe tener uno por naturaleza, debe creer que alguien es responsable de su vida miserable y las penurias que hay en ella, necesitan de un imaginario como los niños para poder subsistir- añadí con calma, aún más que cuando todo inicio –Admito que no conozco absolutamente nada sobre deidades porque en dos siglos que si bien no son muchos, jamás los he visto obrar en la tierra como en el cielo u otorgar al pobre el pan de cada día, solo puedo creer en el infierno y no por que provenga de él, sino porque lo único visto en estas tierras y en mi propia vida mortal ha sido maldades… nada más que eso, aberraciones que solo pudieron ser inspiradas por el rey de los avernos-.

-¿Lloras ahora?- solté una leve carcajada, observando sin dolo el caer de su lagrima en aquel piso seco y desierto, oscuro e incierto –Eso solo me indica que la única que ha perdido toda llave has sido tu gitana… yo ya no tengo cadenas, ya no tengo una jaula, soy tan libre por simple hecho de no sentir nada y no dejarme llevar por la terquedad que insistes tengo, el mundo no se cambia gitana y con lágrimas mucho menos, los vampiros jamás cambiaremos ni la vida que llevamos en un pasado tampoco…. Déjate de sentimentalismos tontos- proteste -¿Qué más vas a argumentar ahora? Además de tu histriónico llanto- rete, tenía que admitir que algo que me gustaba ver las muertes de mis victimas era observar su estúpido llanto sin sentido.


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Mensaje por Darko DeGrasso Miér Sep 02, 2015 12:44 pm

Era su apetito desmedido de maldad, de hacer sufrir a los demás, de placeres que no eran honestos en absoluto, que solo buscaban lastimar y ultrajar hasta la más pequeña de las efímeras felicidades del mundo. Aquel hombre malvado que producía gran caudal de tristeza en mi corazón, me daba pena, tanta que no sabía cómo demostrarla. Y es porque parecía haber perdido todo halo de esperanza en la humanidad. Aunque debía ser sincera, encontraba en su aura un deje de luz muy presente, muy suave y transparente, como si algo lo estuviese sujetando en la humanidad terrenal. ¿Quizá sería el amor por algo o alguien? No podía estar segura y lo cierto es que empezaba a darme terror preguntarle. Eran tantas las palabras con las que él me maldecía que me provocaban callar; yo quería hablar y gritarle todo lo que pensaba, pero mi garganta se cerraba con tristeza. Lo que en verdad me molestaba era esa falta de respeto por la vida, por querer tomar lo que quisiera, por hablar del recorrer eterno como una cosa superflua. Él no comprendía lo que en verdad era el amor por vivir, dar felicidad y esperanza y no esperar nada a cambio. Y fue que con voz temblorosa dejé salir un suspiro algo iracundo, observando como su paso me rodeaba, me acosaba mi espacio e incluso mi mente. — El mundo está lleno de gente buena, pero es difícil encontrarla, mas si no puedes encontrarlos es porque tú debes serlo. Estamos llenos de señales, hay que ser astuto para encontrarlas. Con muchos años en tus hombros no has sido capaz porque estás ciego, ciego del horror por él que has pasado y no quieres superar. —

Vibré con furia y pasión, mi alma enardecía de la luminosidad que tenía por dentro, mi carácter dulce se volvía amargo por la sal, aunque aún seguía existiendo a la espera de ser escuchado. Aunque eso no iba a suceder, eso lo tenía bien claro, ya que aquel hombre no paraba de vociferar cánticos de desprecio. ¿Por qué los hombres eran egoístas, por qué tantos otros eran malos? Pues, era evidente, por la misma razón que lo era él. Por haber sido traicionado por las creencias que antes tenía. — ¿Acaso piensas que eso te hace mejor? ¿Que “porque ellos también lo hacen” va a estar bien? Y por supuesto que sí somos el resultado de nuestras decisiones y eso nos hace capaces de tomar caminos diferentes y hermosos. Y por eso es que tú eres así. Has decidido un camino y haces cualquier cosa para conseguirlo, aún si tienes que matar personas inocentes en él. No te interesa nada y eres egoísta, como cualquier hombre que he conocido. ¿Acaso quieres que diga algo al respecto? ¿Qué te felicite o que te haga un Dios? Espera sentado eso porque no pasará. Tengo oídos para escucharte, dos brazos para consolarte si así se hubiese requerido, sangre para alimentarte. Pero jamás una mente que te alabará o que aceptará tus acciones. Así que puedes detenerte ya con ese cuento porque no quiero oírlo más. — Ladré con el índice apuntando a aquel hombre de la máscara blanca, las lágrimas transparentes estaban allí, mas él no comprendía el significado de ellas y eso me hizo reír. Lo hice con suavidad, como una niña pequeña que siente ternura por un animal que pensaba que era salvaje y que resulta ser solo un gato enojado y mojado. Lentamente me apoyé en la pared mojada del callejón y miré al cielo, nublado, pero con las nubes que dejaban ver retazos de cielo. Hermoso, sin duda la naturaleza era lo más preciado que existía. Lo único que me podía dar una verdadera, completa y perfecta calma. — No he perdido ninguna llave, no sabes por qué estoy llorando porque no puedes pensar más allá de lo que ves. No argumentaré nada más, no he encontrado sentido en hablar contigo. Porque esto no es una conversación en donde pueda poner mi opinión; porque no le das valor ni relevancia. Solo crees en ti y haces las cosas por tu propia banalidad. Debo decirte, de todos modos, que tu aura busca un destello de luz en cada movimiento. Que tienes algo que te hace tan hombre como a los demás. No sé qué es, pero aférrate a ello. Es lo único que te salvará del propio pozo de maldad en el que te has querido hundir. — Y con quietud mis manos se apoyaron sobre mi vestido, una sobre la otra en tanto mi rostro se quedaba mirando hacia el claro cielo en lo que lentamente bajaba la vista, buscando encontrarme con la ajena, tan petrificante y roja que parecía ser un volcán con fuego ardiente. Sí, allí estaba el odio y la muerte de quien busca una venganza que nunca encontrará. Negué con calma y esperé, dejando que el silencio albergara mi espacio de una vez por todas. No quería escucharlo y tampoco quería ignorarlo. Mis ojos empezaban a secarse, pues de alguna forma había vuelto a encontrar mi equilibro. Mi signo estaba en pie sobre mi mente, la balanza quería volver a fijarse y a calcular la magnitud perfecta para recibir a la muerte y a la vida como mejor fuese necesario.
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