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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Edmond Antoine Dom Mayo 24, 2015 1:11 am

Entonces Edmond despertó bruscamente en la noche, rato de llamar a mamá Selena pero ni siquiera podía hablar, se levanto sintiendo en su pequeña garganta una especie de nudo que no dejaba ni siquiera respirar, del susto su corazón palpitaba con tal fuerza que creyó en algún momento se saldría de su pecho porque un dolor insoportable en sus pequeños huesos no dejaba de molestarle, sudaba en frío y pronto se dio cuenta que estaba empapado temblando frente a esa puerta gigantesca de la que nadie abría sin importar los llamados a su ángel, se fijo en las paredes, todas eran más grandes de lo normal, la cristalería de sus candiles de colores estaban hechos añicos en el suelo -¿Quien los habrá roto?- pensó preguntándose, observo al techo y de pronto una sombra que apenas si tenia forma se dibujaba justo arriba de su cabeza, intento gritar pero ni una sola palabra emanó de sus pequeños y temblorosos labios, tan temblorosos y tambaleantes como el resto de su cuerpo, de sus pequeñas piernas que no le respondían, paso saliva y corrió próximo a la salida, la puerta ya estaba abierta para ese tiempo -¿M...mmmami?- llamo apenas con gran dificultad -¿Caballero de alas negras?- volvió a llamar con voz tímida, asomando sus pequeños ojos alertas y casi al borde del llanto justo al filo de la puerta -¿Mami? ¿Monseuir ángel?- salió de su escondite intentando con pocas esperanzas divisarlos en aquel corredor del que no recordaba fuese tan largo y oscuro, donde las sombras de los grandes árboles que había en el jardín se reflejaban con la luz de la luna por los muros, grandes ramificaciones que de pronto parecían tener dientes -¡Mami!- exclamo y corrió hacia un rumbo desconocido << Los demonios salen de noche >> escuchaba un terrorífico eco detrás suyo, el pasillo se hacia más largo sin parecer tener un final << Los demonios reinan a las madrugadas >> insistía la deformada y siniestra voz que desaprecio al momento que Edmond piso en falso cayendo al vacío que marcaba el fin del camino, empujado por el aire mientras descendía bruscamente se dibujaron los ojos carmín de su caballero de alas negras -Yo te quiero ángel, yo te quiero de verdad- juraba con lágrimas en los ojos, tibias y proporcionales a su tamaño -¿Porque no me crees? ¿Que te hice para que me odies tanto?- interrogo con la voz quebrada mientras se sumergía al oscuro vacío, recordando desde aquella noche en el cementerio todas las veces que había intentado entablar una charla con él, enseñarle sus inventos, sus creaciones, sus obras de arte con entusiasmo… las innumerables veces que ha quiso su contacto, sentirlo en un abrazo como lo hacia con su mami, todas esas veces fue rechazado de formas claras y tajantes por ese que ahora veía más lejos, inmóvil, sin habla, solo lo observaba caer con la mirada dura y fría con que le observaba cada noche que el llegaba a casa, Edmond estiro su pequeña manita y por primera vez el caballero de las alas negras movió su cabeza para negarle toda ayuda -Lamento no… ser el hijo que querías, soy tan raro que ni mi otra mami me quería como tu y te pido perdón angelito porque te robe a mami Selena…. ¡Lo arruine!- exclamo con desesperación sintiendo finalmente que se acercaba al termino de las profundidad donde había sido enviado -¡Pero te quiero papi! ¡Te quiero!- el eco de su voz parecía rebotar por todos lados y junto con lo que parecía ser la sensación de una fuerte caída, despertó, llorando, con las mejillas regordetas empapadas en lagrimas y sus cabellos pegados a la frente gracias al frío sudor de su frente, sus puños se aferraron a la delgada frazada de colores morados y grises que le cubría, se incorporo de su cama observando el techo, sus creaciones cristalinas seguían allí, sonando como diminutas y dulces campanas que cantaban al ritmo del viento que provenía de su ventana abierta, descalzo abandono la cama y abrió su puerta, el pasillo y las paredes tenían su tamaño normal ahora, el pasillo no era tan oscuro y tenia fin en la escalera para descender a la sala, tembloroso, secándose sus lagrimas con las mangas de su ropa de dormir bajo, mojándose los labios hinchados de tanto sollozar, lo único que le tranquilizaba en aquellas noches después de tan fatídicas pesadillas era observar de cerca el piano negro y oro que se le había prohibido tocar, era el caballero de alas negras con el permiso de desprender de sus teclas tan suave música con la que el pequeño quedaba embelesado por horas, era allí donde lo sentía y se imaginaba que lo abrazaba, que lo trataba con la dulzura que él deseaba y no con el rechazo que cada vez más lo hería y causaba estragos que ocultaba para que su mami Selena fuera feliz -No puedo tocarte- torció los pequeños labios -Si no me quiere con tocar esas teclas me odiará más- hablaba con el instrumento en voz baja -¿Papá Dios porque tu ángel no me quiere? ¿Soy tan feo y raro?- se dibujo en su rostro un gesto melancólico al punto del llanto consciente -¿Tan mal me he portado?- entrelazo las manos como si de un padre nuestro se tratará -Yo te pometo Papá Dios portarme bien, pero por favo haz que él me quiera- imploro con una sonrisa en el rostro y acallando su voz quebrada, siguió contemplado el piano, sus pasos se acercaron un poco más, sus manitas se estiraron para alcanzar y tocar al menos la marra con que estaba hecho el banco negro y rojo, levanto la vista y se abrazo al instrumento fuertemente, sollozando en silencio a causa de sus pesadillas que reflejaban la parte que más dolía, la que provocaba del llanto algo más intenso, el rechazo del caballero de alas negras al que el pequeño quería encariñándose y admirándole de formas inimaginables.
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Mensaje por Phantom Nocte Miér Jun 03, 2015 10:51 pm

En medio de las notas discordantes del violín que bajo mis manos eran arrancadas con violencia de las cuerdas en el lugar más apartado de aquella casa, las ideas y las mortíferas imágenes iban y venían en un tren de absoluta fantasía, todo enfocado a un único objetivo: La muerte de Edmond.
Habían pasado días desde que en el cementerio surgió nuestro primer encuentro, Selena, mi amada rosa y mi amante la noche fueron mudos testigos de lo que estaba ocurriendo por fuera, un asesino que cedía al capricho de una mortal,  mientras el infierno leyendo sus adentros se avergonzaba de su príncipe al acoger entre sus alas a un infeliz que lo único que había hecho era quitarme el amor y la atención completa de mi pequeña niña, lo odiaba, lo detestaba… ¡Lo maldecía!, ni su cara tierna, ni su piel suave y rosada, sus ojos cristalinos e inocentes podían inhibir el gran pesar que tenia en la espalda con tan solo sentir el fuego de la rabia reprimida consumiendo me las entrañas.
Inspiraba al recordarlo, sentía el color de mis orbes tan encendido que traspasaba los párpados deformes y quemados detrás de la máscara de porcelana brillante, su timidez resonaba en el ultimo rincón de mi mente, sentía repulsión de su mano tocándome los ropajes, claro estaba que su toque no duraba más de unos escasos instantes antes de quitar su mano de mi con brusquedad y fuerza suficiente sin llegar a lastimarle, aunque poco faltaba siempre, su risa apocaba los pensamientos como el maldito sol acaba con mi bendita oscuridad, cuando sus estúpidos rayos atravesaban de lado a lado las estrellas para derribarlas, sus ojos, esos infelices ojos curiosos hacían lo mismo con las notas de mi cabeza, cuando su mirada lo albergaba en todo contexto, odiaba su fragancia, que era similar al camuflaje que el día utiliza para embelesar con falsa belleza a toda una sociedad prejuiciosa de la cual el formaba parte, su sangre indigna y podrida corría por sus venas recordándome que era un engendro del cual no quería ni ver, no lo quería físicamente, no lo quería como hijo ¡No!.
Las notas se fueron sin llamar mi atención tan pronto me sumergí en todo ello, fluyeron sin que pudiese apreciar su belleza, escurriéndose entre mis manos como la sangre que tomaba de mis víctimas, excepto que no había goce alguno, no me había embriagado con mi música, no me había bañado en ella mientras las luna llena con su luz mortecina acariciaba de forma tenue los cristales de la vieja ventana de la parte alta, me sorprendí con el arco rasgando las cuerdas del violín con tal brusquedad que se rompieron de pronto, ese irritante sonido, agudo y desafinado cerca de mi odio me devolvió pronto al tiempo y espacio -Maldito seas- maldije al pequeño intruso en medio de un largo suspiro, lleno de desesperación arroje el violín negro contra la pared haciendes añicos al instante, el arco se estrujo en mis manos hasta transformarse en una vara inservible partida por la mitad, de pronto me asalto la idea -¿Porque no los mato de una buena vez?- contemple mi en rededor mientras maquilaba la siniestra posibilidad, pero me resulto repugnante la acción, no por el infante muerto entre mis manos, partido a la mitad, como la varita que yacía entre mis forradas manos, sino por la imagen de Selena, pensar en su muerte, en su ultimo respiro o sus ojos fijos encaminados al incierto sendero de la muerte me aterraba a tales extremos que el mundo parecía girar aunque todo siguiese en su sitio.
Mis manos buscaron el atril entonces, las miles de partituras cayeron en el piso -Cada nota parece flotar, todas mueren, todas caen al igual que la noche- murmure observando fijamente sin hace más cada una de las amarillentas hojas caer con la tinta roja iluminando de sus pentagramas, respiraba sin cesar el aire fresco de la madrugada, escuchaba sus sonidos envueltos en el eco del misterio cuando sin más estos se vieron interrumpidos con el rechinado de una bisagra en una de las habitaciones contiguas al pasillo en el piso de arriba, percibía los sonidos de unos diminutos pasos, tímidos y lentos que buscaban refugio en alguna de las otras puertas que anunciaban su paso al abrir bruscamente y cerrarse lentamente, pude oírle bajando la escalera, su llanto delato aun cuando ya sabia quien era que se trataba de ese infeliz infante, aun en contra de voluntad debía callarle, tenia que dejar descansar a su madre y tenia que dejarme concentrar plenamente en mi música al menos por una noche.
No necesite de lamparás para bajar por el estrecho corredor, era perfectamente oscuro para mi beneplácito y también para mis propósitos, si el niño moría de pronto, podía ser el destino el culpable de su trágico desenlace, bajo corriendo de las escaleras, tropezó y murió, fin de la historia, lo asfixiaría con un lazo de Punjab, luego simplemente acomodaría la escena para que todo pareciese un incidente, saboreaba el momento que mi mente me dictaba, por lo que antes de bajar despoje a una de las viejas y anulosas cortinas el cordón con el que estaban amarradas -Perfecto- musite tan pronto comprobé su textura y lo que me podía ofrecer, no se rompería, el cuello del niño era pequeño y para una criatura mortal de su tamaño no se necesitaba el uso de una fuerza desmedida, escuche sus sollozos, me guíe por ellos a donde permanecía abrazando con ansias una de las patas del pequeño banco de mi piano que no hacia mucho que lo ordene traer con Giry y al que le prohibí determinadamente que pusiese una diminuta mano en su estructura o en sus teclas -No conforme con tus sollozos, tienes la osadía de tocar mi instrumento- señale brusco a regañadientes, apenas en susurro que pudiese escuchar solo él -¿Quieres despertarla?… bastante esa mujer se mata trabajando ante la escor.. ante los otros para que tu llores a media noche interrumpiendo su plácido sueño ¿Quieres matarla de cansancio?- mis ojos carmesí se abrieron paso a su espalda, mi silueta era envuelta por el dulce abrigo de la sombra, acariciada por las manos del misterio -No me interesa en lo más mínimo cual haya sido tu pasado, pero si la despiertas así, terminarás en la calle de nuevo, ¿Entiendes? ¡En la calle!- exclame pese a ser con tono sutil -¿Y no te advertí que el piano estaba prohibido para ti, para tus sucias manos?- el chico al parecer de forma asustada asintió -¿Entonces que demonios esperas que todavía no has quitado tus manos de allí? ¡Quítalas ya!- ordene severo, bajo mi oscuridad, bajo ese manto donde dos rubíes envueltos en porcelana envolvían al infante en rojo sangre de su interior.
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Mensaje por Edmond Antoine Jue Jun 04, 2015 9:16 pm

Sus pequeñas extremidades se contraían entre cada sollozo que dejaba escapar al aire desconsoladamente, su manita de vez en cuando se alzaba para limpiar sus mejillas rosadas por donde las lagrimas resbalaban y caían a la alfombra azul rey bajo sus rodillas dobladas, aspiraba y de vez en cuando sus oídos se tapaban, su nariz se congestionaba, tenia que separarse entonces del pequeño banco a regañadientes, tomaba aliento cuando se dio cuenta que estaba entre penumbras, no había ni siquiera la luz de la luna para iluminar la instancia, sintió su corazón latir rápidamente, sudar en frío, sentir en su estomago la desesperación de la incertidumbre, quería llorar de nuevo como aquella pesadilla de la que había despertado, no había lugar en aquella estancia que no se pareciera a los retorcidos muros.
Ambas manos sostuvieron la laqueada madera que sostenía el banco, se aferraba a ella como si fuese la mano de algo más que un oso de felpa, aunque con seguridad en ese momento deseaba haber fabricado uno -Los niños normales lo tienen y lo estrujan si los monstruos vienen- pensaba, más el pequeño sabia que el no era del común, era raro y a menudo eso le molestaba porque le condenaba a la soledad y al rechazo de sus pares, para ese niño en aquel momento era su imaginación la única puerta a la felicidad, de hecho siempre lo fue, a menudo hablaba solo siempre y cuando nadie lo viera, imaginaba a su madre observando, sonriendo y jugando junto a mamá Selena, se imaginaba rico, con más años de los que tenia, trabajando en el teatro de su padre, el caballero de alas negras… también a él lo imaginaba, se abrazaba solo simulando ser los brazos de ese misterioso hombre que a su mirada era gigantesco, ese mismo que ahora su imaginación lo esbozaba entre las sombras, sentado en el banco, cubriendo su cabeza de caricias cariñosas alborotando su cabello y la pata que sostenía aquel mueble era en realidad la pierna de un ángel -Papi- susurro -Papi- dijo una vez más sintiendo al menos imaginariamente el toque de aquel ser que le había rechazado tantas veces desde el día en que se conocieron en aquel campo santo, -No puedo decir nada de eso a mamá Selena porque ahuyentaría a monseuir ángel y yo no quiero que se vaya- asintió -Mami se ponía triste y yo también-  inspiro, bajando la cabeza, recargando la frente en la fría madera de pino, sus ojos habían dejado de derramar lagrimas pero aún sentía un pequeño nudillo en su garganta -¿Porque no me quieres?- pregunto con melancolía -¿Como puedo ser un niño bueno?- se cuestiono y su cabeza trajo hasta el recuerdo tras recuerdo desde que el caballero de alas negras visitaba la casa, recordaba que siempre bajaba corriendo las escaleras con los brazos abiertos y miles de creaciones de las que poco interés mostraba su caballero de alas negras, el rechazo de su abrazo, de su toque, la ignorancia de su presencia -No me quiere- movió la cabeza de un lado a otro en resignación y comenzó a llorar de nuevo, por un momento se perdió en ello, sus sentidos se fueron apagando y dejo de prestar atención a la brisa nocturna, a los insectos con los que tanto le gustaba jugar, pequeños grillos que saltaban a la par de Edmond, siempre quiso cazar uno y tenerlo en una hermosa jaula de madera que el mismo había diseñado, imaginaba que el canto del pequeño animalito era similar al canto de los ángeles, para el no había animal pequeño o grande que no lo fuese.
Entonces lo escucho hablar detrás suyo, el ángel había descendido para verle, quizás esta ocasión se compadecería de él, lo abrazaría y lo mimaría como tanto deseaba, y luego le susurraría un secreto, que ni a mamá Selena le había dicho, sonrío al ver la escena, estaba con los ojos cerrados, afligiéndose al final por ser un regaño y no cariño lo que recibía -No es mi intención monseuir- dijo cabizbajo -Yo no deseo matar a nadie ¡Es lo que menos quiero!- exclamo llorando de susto al ver la imagen de su mami -Es que… es que yo… yo tuve una pesadilla- murmuro -Lo siento de verdad- y entonces lo miro sin despegar las manos de su pilar invisible y a la vez tangible -Pero, pero… si me lave la cara y las manos- contesto entre murmullos tristes -No creo tenerlas sucias- sonrío observándolas detalladamente -Pero si quiere puede volverlas a lavar- fijo su mirada en los ojos carmesí sin cuerpo, eso no le producía miedo por el contrario, le resultaba mágico y bello -No volveré a tocarlo, lo siento mucho- la sonrisa se desvaneció y el toque animado que su voz diminuta recobro por instantes se esfumo tan pronto la cabeza y la mirada volvieron al techo, observo sus ropajes de dormir, evaluándolos discretamente, esa ropa bien resistiría el frío y la vida en la calle -Monseuir ángel no me quiere y si él no esta contento yo tampoco lo estaré- pensó -Lo mejor es que me vaya, se lo prometí a papá Dios- suspiro y sus ojos claros absorbieron la negrura de la completa oscuridad, escuchando palabras coléricas de su ángel, el primero en no querer a su custodio -Creo que esta enojado porque no me ido- reparo, ignorando lo que realmente debía contestar, poniéndose nervioso por ser malcriado y desobediente -Papá Dios debió de habérselo dicho antes de regresarlo de vuelta del cielo- miro con tristeza, cayó hipnotizado ante ese peculiar color de los botones que surgían en la oscuridad -No sabe como decirme que debo marcharme y cumplir mi promesa ¿Cierto?, pero yo… yo siempre lo tengo aquí- señalo su pequeña cabeza -Se que le prometí que si te dejaba volver con mami Selena, yo me iría- alzaba su cabeza solo para ver sus estáticos ojos -Pero…pero- trato de decir algo más pero la voz se quebró y de sus ojos lagrimas estaban a punto de ser liberadas -¿Puedo pedirle un favor monseuir ángel?- cuestiono limpiándose el agua tibia de sus mejillas -¿Puedo tocar una pieza? Solo una…. por favor- junto las manos como si se tratará de una oración, implorando dentro de su inocencia una pizca de compasión.
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I will you be there? - The Phantom- Empty Re: I will you be there? - The Phantom-

Mensaje por Phantom Nocte Dom Jun 21, 2015 10:54 am

Y aunque deseaba ver ese pequeño y frágil cuello partido por la mitad, lo cierto es que algo me impedía hacerlo, quizás seria el resultado de un complejo pensamiento nacido de contemplarlo detenidamente, quería matarlo solo por odiarlo, su sangre derramada no iría a mis adentros, la quería fuera de mi casa y empapando mis manos enfundadas en guantes negros, su cuerpo y se fastidiosa presencia lejos de lo que era mío y por otro lado pensar lo que podía suceder si lo hacia, yo ya no podría vivir sin mi Selena, simplemente la idea me causa rechazo y repulsión, no soportaría una vez más su lejanía y la culpa, la única culpa de todo era ese infeliz demonio.
En aquello momentos prefería escuchar el cantar de los insectos nocturnos que abundaban afuera de la casa, del velador cuyos gritos pregonando la hora eran más agradables a mis oídos que la voz aguda y chirriante del infeliz, hubiera preferido seguir componiendo bajo mi teatro, hubiera preferido estar en esos momentos matando a la gente de mi inútil elenco en vez de estar batiéndome entre una encrucijada sin sentido, jamás había titubeado tanto tiempo para matar a alguien.
Mientras el lazo de Punjab se estrujaba entre mis manos y finalmente llego la maldita resolución de no matarle o de lo contrario la siguiente en la lista de la muerte seria Selena, su odiosa voz me detuvo -¿Lavártelas? - cuestione pensativo -Lo que debería hacerte es cortártelas por ser tan visiblemente malcriado- amenace sin el más sutil de los cuidados -Por eso ni el cielo mismo te quiere- inspire profundo -Un lo siento no basta, una promesa de no volverlo hacer nunca es suficiente para un ángel de mi naturaleza- agregue -Sin embargo solo por tu madre no hago lo que debería por tu maldita insolencia- mi voz estridente poco a poco paso de los susurros amenazantes a verdaderos gritos reprochables, ni su cara, ni sus ojos, ni sus lágrimas que conmovían un poco, podía detenerme si pero no por mucho, ser caritativo, compasivo y sensible no esta dentro de mis características primordiales.
Lo siguiente me dejo mudo que idiotez era aquella, no había muerto, no había venido del cielo, ningún Dios me había dejado salir de algún lado, ¡Yo soy el hijo del diablo y mi lugar esta en el infierno donde no hay más señor que Belial!, quise decirle todo eso, quise acallarlo pero el hablaba y hablaba -Tonterías- replique en medio de la espesura de todas las sombras en su conjunto, podía sentir mis orbes hervir de coraje, del deseo reprimido, del odio inspirado por su cara infantil e inocente de lo cual era lo que más carecería, lo sabia simplemente por que yo estuve en las calles también, cualquiera pierde su esencia en ese tipo de ambientes mundanos.
Mis puños se contraían de solo verle a los ojos, vidriosos y llenos de lagrimas, si algo odiaba de los estúpidos humanos era observarlos llorar, no porque sintiera remordimiento, no, si no porque odiaba su falsa debilidad, el llanto en el hombre solo es sobreactuado y nunca sincero, es como la coraza de una tortuga, se ocultan bajo de el para evitar la muerte y el resultado de todos sus errores y ni un niño se salvaba de ese juicio mío, todos eran iguales… todos pedían la compasión de la muerte cuando yo aparecía pero nadie tuve compasión de la muerte cuando ellos en mi camino aparecían -Ni una lágrima más pequeño demonio, ni siquiera con ello lograrás conmover a este infeliz ángel, lo hecho, hecho esta y por tanto tienes que aprender a asumir responsabilidades y no quitarte el problema de encima con vanas promesas que después se harán nada al paso de dos días y por lo demás- hable con un tono oscuro y severo, sin tinte de otra naturaleza más que el incoloro del hielo de mi interior -No recuerdo que ningún Dios me haya mencionado palabra alguna con respeto a un sacrificio, los hombres no son capaces de nada al menos que sea para su propio beneficio- conteste irritado -Los niños como tu son tan engañosos, haces esto para que no te eche a patadas de aquí y me gustaría enormemente hacerlo, pero yo no soy como tú… para mi primero esta tu madre antes que yo, de lo contrario estarías muy lejos camino a ver a ese Dios del que no hay misericordia ni prueba de su existencia- respiraba rápidamente, era casi incontenible mi impulso de mantener mi aliento en absoluta calma -Es humano- pensé -Tan humano como cualquier otro, por eso lo odio… soy intolerante a cualquier otra frágil presencia que no sea la de mi pequeña Selena- asentí con palabras mudos y movimientos marcados de cuello a nuca -¡Ja!- solté una carcajada imperiosa, alejada de la discreción y muy cercana a la burla -¿El pequeño principito sabe tocar el piano?- pregunte desafiante más que impresionado, detrás de la blanquecina máscara una sonrisa burlona se dibujaba, entre las sombras mis extremidades se cruzaban en mi pecho, las ropas oscuras se camuflaban con el nocturno fondo del sitio, enmarcaba mi figura que con ayuda de la pequeñez del infante resultaba extremadamente alta -¿Con perfección?- pregunte de nuevo con una carcajada aun más sonora que la anterior, entre las sombras podría sonar siniestra pero el infante ni siquiera se inmutó, simplemente asintió -Eso es imposible, nadie a tu edad puede tocar un delicado instrumento y entender el idioma perfecto de la música a tu edad a excepción de…- me detuve, yo era esa excepción, a su edad las notas iban y venían en mi cabeza, las veía flotar frente a mi, podía contemplar mis propios esquemas mentales y plasmarlos en el piano con una precisión imposible de igualar cuando tenia oportunidad en el circo, cuando con ayuda de el Persa lograba escapar por las noches de mi jaula, era un idiota por regresar a ella después pero solo lo hacia por ese mugriento infante, el único capaz de verme sin repudio y espanto, por el único que abogue ante su muerte -De acuerdo- accedí después de navegar en el limbo de mis recuerdos -Toca algo para mí- ordene con frialdad, el pequeño se dirigió al instrumento, no capte sus expresiones, mi mirada se perdía en la profundidad de la sombra en el piso, comenzó a tocar -¿Que demonios es eso?- pregunte al escuchar las notas desprendiendo de las teclas -¿Que diablos es eso?- exclame con voz estridente, el se detuvo -¡¿Que esperas?!- exclame -¡Maldición, continua! que tu música esta siendo juzgada!- exclame colérico, esperando el termino de su ejecución, aunque podía matarlo en cualquier momento…
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I will you be there? - The Phantom- Empty Re: I will you be there? - The Phantom-

Mensaje por Edmond Antoine Lun Jul 06, 2015 9:06 pm

Edmond asintió con entusiasmo, no perdió minuto alguno -Si, si, si, si ¡Si!- exclamó, con dificultad subió al enorme banco carmín que tenia delante de si, una pierna y luego la otra, se acomodo como lo haría cualquier pianista profesional, aunque sus gestos eran más marcados, en cierta medida estaba jugando, imaginaba en lugar de sala palcos y palcos de gente sonriente, veía a su mami y a mami Selena en los palcos principales, con sus hermosos ojos brillantes y sus rostros felices, Edmond quiso tocar las primeras tonadas pero no alcanzaba a ver más que el filo de las teclas blancas, al pobre pequeño se le borro su orgullosa sonrisa y tímido vio al ángel, estaba serio, con el mismo gesto de molestia y su mano mistaba impaciencia -Lo... lo... siento monseuir- se disculpo y a modo de retribución  las mejillas se colorearon de rosado y su sonrisa mostró sus pequeños dientes blancos, pero el caballero de alas negras no respondió.
Suspiro resignándose a que ni la música lograría ablandarle el corazón o al menos dejarle un bonito recuerdo antes de partir, se concentro en el teclado y se puso de rodillas entonces, simulo que sus deditos se tronaban, se concentro en el teclado, comenzó a tocar -Dos teclas blancas primero y luego una negra al final- repitió una y otra vez mientras la melodía iba tomando cada vez más forma, no era una canción cualquiera, alegre en algunas escalas, lenta y melancólica en otras, cerro los ojos y se perdió en la inmensidad de los acordes, su imaginación iba y venia con colores nuevos, la música provenía de su interior, cada nuevo rayo de imaginación significaba cierta tecla, jamás pudo aprender las notas, el padre Joseph nunca quiso enseñarle y los libros sobre el tema estaban tan confusos para él que nunca más se atrevió a descifrarlo, a veces su pensar era paradójico, podía haber cosas que las resolviera mejor que un matemático para su edad y otras donde la inocencia permanecía intacta.
En su pequeña cabeza el escenario seguía siendo el mismo, con la diferencia de que estaba bien sentado, con un hermoso “traje de músico” como el llamaba a las telas que había visto en los miembros de una orquesta de la cual disfruto a escondidas en el Teatro de París, la gente le aplaudía, le sonreía, le arrojaba flores, su piano, es decir el de su padre, brillaba bajo la tenue luz de las velas que iluminaban el proscenio de madera, el director canoso y de bigote largo casi como el de los magos de los cuentos no dejaba de maravillarse con su talento, ante todo eso el se reía y escocía su cabeza para que no se notará lo rojo que estaba, intentaba tararear y repetir la misma instrucción una y otra vez para que no se le olvidara el orden correcto de las teclas.
Entonces lo escuchó exclamar, preguntar e interesarse por su arte… ¿¡Como no se le había ocurrido antes!?, el ángel y el quizás podían entenderse por lenguaje universal más hermoso que existe: la música, además alguna vez mami Selena le confeso que además de tener alas negras, su padre era el ángel de la música -Es… es…- pronunció con timidez, sintió que los colores se le subieron al rostro, el caballero de alas negras jamás le había hablado de aquella forma, eso lo hacia sentir especial, un honor y un triunfo poder entablar una charla con su padre -Es… solo una canción en mi cabeza, se que no es natural- prosiguió encogiéndose de hombros -Pero… pero yo soy todo menos alguien normal y…- paro de tocar por un instante -Quizás por eso no me quieres- bajo su cabeza después de mirar al ángel, una lágrima pequeña resbalo por su mejilla izquierda -Me disculpo por no ser el hijo que usted quisiera- se le entrecorto la voz haciendo pucheros incontrolables, evitaba el llanto, al caballero siempre le ha gustado que todos sean fuertes, siguió tocando aunque apenas si podía soportar el amargo y enorme nudo que sentía en su garganta, el entrecejo retrato lo que sentía, tristeza, mucha tristeza… -¿Escucha como cada nota parece flotar?- pregunto con la vista puesta en el teclado - ¿Escucha como todas mueren y finalmente caen al igual que la noche?- no obtuvo respuesta y tampoco quiso conocer la expresión que dejaba al descubierto un poco de su rostro pálido -Es música que surge descontrolada, inquietante y hermosa- sonrío para si mismo, la imagen tierna de el caballero de alas negras abrazándolo inundo su mente, toco con más ímpetu -Creo que es hermosa… no sé la parte de acompañamientos, pero con un poco de intuición estoy seguro que llegaré a honrar el arte- pero al voltear nadie estaba allí, se rodeo de oscuridad y tuvo miedo de la noche pero eso no importaba ahora, tocaba tan mal que el ángel se enojo y se fue, despacio cerro el piano pero aun así logro lastimarse los dedos, no pudo más y empezó a llorar en silencio para no despertar a mami Selena, si ella lo descubría correría al ángel de su lado y aunque le tuviera ella seria tremendamente triste como el año pasado, además el ángel era grande, muy grande y fuerte, él cuidaría bien de ella -Papi, lo siento- dijo entre sollozos bajando sus piernitas, tomo su mano lastimada entre la otra y como si lo hubiesen regañado corrió a la puerta sollozando, volvió la mirada, quería quedarse allí y marcharse en la mañana pero mami Selena no lo permitiría, tenia que irse aunque le aterrara lo noche porque con papá Dios habia hecho un teatro, jalo la perilla de la puerta sacando la punta de su lengua rosada, no hizo ruido, era esa una de sus habilidades más reconocidas, el sigilo y el deslizamiento por las sombras, asomo sus ojos por la pequeña abertura de la puerta -Esta muy oscuro- se dijo n voz alta, pero no importo, limpió sus lágrimas con la manga de su ropa de dormir a rayas -Adiós mami Selena, adiós Angel de alas negras, piensen en mi alguna vez que yo siempre pensaré en ustedes y todas las noches rezare ante papá Dios por ustedes- abrió más la puerta, contemplo sus pies descalzos y camino solo un poco antes de que una fuerte ventisca le cerrara la puerta de golpe, impidiéndole la salida, intento abrirla de nuevo, el picaporte estaba puesto para evitar su huida, como era de esperarse se aterro volviendo a llorar, sin moverse con la mirada puesta en la puerta blanca.
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Mensaje por Phantom Nocte Lun Sep 07, 2015 1:22 pm

Era su música demasiado abrumadora para continuar viéndolo de frente, no entendía que era lo que me hacía recordar escenas pasadas de una vida que deteste experimentar ¿Sería acaso el piano, la música, las palabras?, mismas oraciones que yo había pronunciado minutos antes de ser interrumpido por ese mequetrefe, lo observe con duda y desconcierto, un demonio como ese con miles de mañas malignas aprendidas de la calle fácilmente pudo escabullirse y escuchar detrás de la puerta, no sé que era lo que esperaba de un mortal cualquiera e ignoraba la magia que utilizaba para que yo hiciera una regresión a tiempos anteriores Solo falta en él una máscara maloliente, le falta ser un esclavo- retrocedí sin siquiera percatarme de ello, imágenes rápidas me nublaron la vista y las cadenas se hacían aún más evidentes, anunciándose con sonidos cada vez más estridentes, pisadas de piano y teclas frente de mí, una jaula a mi alrededor, un publico embalsado por la música del hijo del diablo, los látigos flagelándome la espalda hasta que la piel estallará mientras tocará, lloraba como él... lloraba sin entender que les había hecho para merecer su desprecio, su odio y su miedo y solo en medio de aquellas risas, de aquel terror y del sonido de los peniques al terminar la función había un hombre, uno solo que parecía tener en su mirada un ápice de compasión por el que yacía en la suciedad y la pobreza, aplaudió y luego se escondió hasta que entrada la madrugada me proveyó un poco de alimento y un par de caricias detrás de las rejas que culminaron con una extraña mirada que no supe distinguir, pero que en su momento enmarco un gesto más amable que aquel frío con el que lo conocí.  

Y la historia se estaba repitiendo, cuando reaccioné él se iba, su mano giraba la perilla y lloraba masajeando la mano que se había lastimado, desde donde estaba escuchaba los latidos de su pequeño corazón afligido, el galope de su sangre en el golpe que ardía en el torso de su mano, inundaban mis sentidos hasta que escuche pronunciar de sus labios "Papá", quede estupefacto ¿era engaño, artimaña o la manera en que mi pequeña rosa le había enseñado a dirigirse en mi presencia?. De cualquier forma no pude dar cabida a dejarlo marchar, pensé entonces el escandalo que armaría Selena, me haría prometerle buscarlo hasta el confín de París de ser necesario y con tal de no perderla de entre mis brazos cedería, podía matarlo también y luego desaparecerlo por algún lugar, mi rosa se moriría, me gustará o no reconocerlo ahora compartía a Selena con otro hombre.

Cerré la puerta con el viento frío que siempre soplaba a merced de mis deseos cuando los necesitaba, sollozó y su llanto se me hizo insoportable, lleve las manos al costado de mi rostro -¡Cállate! ¡Cállate! ¿Acaso quieres despertar a tu madre?- exclamé para salir de entre mis terrenos oscuros, lo tome por el hombro girando con brusquedad su pequeño y diminuto cuerpo -¿A dónde crees que vas ah? ¿Crees que la noche se hizo para habitarla seres como tú?... ustedes son débiles... ¿Quieres matar a tu madre de un susto?- le reprendía y el niño callaba, la curiosidad era demasiada  me hubiese gustado conocer que era la que pasaba por su cabeza para mirarme perdidamente y sin saber que hacer -¡Contéstame con un demonio! ¿Crees que iba a ser tan tonto para dejarte salir?- le cuestione y mis ojos se deslizaron por el pequeño, seguía masajeando su mano -¿Te duele la mano?- dije en tono más plausible y suave –Déjame verla- le extendí la mano con mirada severa en el rostro, convenciéndome cada vez que yo no seria el factor que provocaría que la historia se volviese a repetir, no estaba dispuesto.
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Mensaje por Edmond Antoine Lun Sep 07, 2015 3:00 pm

Las manos blancas y pequeñas de Edmond empezaban a temblar, había cosas que aun pese a toda la inteligencia con la que podía contar no entendía y también era muy crédulo en otras tantas, creció envuelto de viejas leyendas donde fantasmas malignos acompañaban a la madrugada matando personas por allí, demonios llevándose almas y brujas buscando niños para comérselos, a menudo cuando vivió en las calles era más el temor a todo ello que a tomar una fuerte pulmonía en un día de mucha lluvia donde no hallará refugio después de que lo echarán a patadas de donde se escondía incluyendo a las afueras del teatro de París. En todo momento pensó que los demonios habían venido por él, al ser tan desobediente y falto de sus promesas divinas, de hacer enfadar al ángel, al caballero de alas negras, a su padre, ese al que quería mucho y él no lo quería nada, sabía que si los demonios lo arrastraban él no se interpondría por el contrario quizás haría una fiesta y volvería a ser el mismo que era con su mami Selena.

Sollozó con más ímpetu de tan solo pensar que él era la razón por la que su mami y el caballero de alas negras siguieran separados, por el miedo de las puertas cerradas, de la tormenta eléctrica en las afueras del hogar y de su mano que seguía punzando horrores, entonces lo escucho y paso saliva rápidamente, lo había hecho enfurecer por enésima vez, guardo silencio y sin poner resistencia dejo que hiciera con él lo que quisiera así fuera de manera brusca, así lo lastimara del hombro como lo había hecho, calló y con la mirada baja dejo que lo reprendieran, se lo merecía si su padre lo consideraba prudente.

Apenas alzó la vista se encontró con el entrecejo fruncido del adulto enmarcando los ojos color malva que le escrutaban detenidamente, el pequeño Edmond quiso saber que pensaría el ángel de alas negras al respecto, pero no tenía derecho alguno a cuestionar, una palabra más y estaría fuera de la casa en un santiamén, por eso guardo silencio y aunque el toque fue poco y violento, el niño quería llorar de felicidad por su gesto, por evitar que saliera, por preocuparse aunque no lo admitiera –No fue mi intención- dijo cabizbajo el infante, con ojos vidriosos y la mirada puesta en el piso alfombrado humildemente –Yo sé que usted detesta que lloren, lamento haberlo desobedecido señor caballero- agregó con la voz entrecortada por el llanto reprimido –Yo no quiero matar a mami Selena tampoco- siguió disculpándose -Quiero que sea feliz y eso solo usted puede hacerlo señor- asintio, aspirando el aire que empezaba a faltarle –Yo también sé que no es un terreno seguro para vagar, la noche es peligrosa, pero...- se detuvo encogiéndose de hombros –No es la primera noche afuera he vagado mucho ¿Sabe?, nada puede asustarme ya...- pero si había algo en realidad, el desprecio de su padre, nada le dolía más que aquello y nada le asustaba más que sus gritos y rechazos, cuantas noches no lo esperaba despierto y cuando sentía su presencia bajaba corriendo sin importar que sus diminutos pasos siendo torpes a su edad lo hicieran tropezar entre escalones, competía con el dolor por un solo abrazo, extendía sus pequeños brazos al llegar a bajo pero él, continuaba su camino de largo, lo ignoraba y Edmond sabía que lo disfrutaba tanto, pero nunca perdía la esperanza y cuando él toco las teclas creyó que papá Dios le había escuchado, de nuevo se había equivocado llegando a la conclusión de que no era bienvenido ni querido, era tan raro que ni un ángel lo quería.

Contempló la mano extendiéndose hacia él, apreto su mano aún más -¡Reparé su piano!- reaccionó a su defensa, creyó que levantaría su mano contra él -No me pegue señor caballero- rogo el pequeño -Ya no vuelvo a portarme mal, prometo repararlo y marcharme después pero no pegue como los demás... no me demuestre que le alegra verme herido como los demás... padre por favor- imploró ignorando su mano para correr a ocultarse debajo del piano –Quiero llevarme un buen recuerdo de usted, no me humillé más- allí tomo asiento, junto sus rodillas abrazándolas, lágrimas tibias corrieron por sus mejillas y era tan pesadas que pronto su caída era directa al suelo –No me haga daño, no hice nada, no hice nada...- fue lo último que se le oyó decir.
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Mensaje por Phantom Nocte Dom Sep 20, 2015 8:20 pm

-Patrañas... patrañas- pensaba sin prestar atención a sus palabras con detenimiento, cobarde, un reverendo cobarde, un mortal como es su naturaleza humana, débil y patética desde niños -Claro sigue diciendo lo que tu gustes y mandes- refería con tono burlesco y poniendo los ojos en blanco, no sabía como Selena aguantaba a un mequetrefe de su calaña, si era un completo demonio, uno bastante habilidoso con el arte de la compasión y el engaño, al parecer sabía manipular muy bien las emociones, menos las mías, que no quisiese repetir la historia no significaba que caería en sus juegos eso no, Selena era la única humana a la que siempre proveería de amor, a ese engendro no –Jamás vas a lograr comprarme de esa manera, tu madre puede ser muy inocente a veces- sentencie firmemente -Yo no, entendiste, yo no- negué con el dedo forrado en pieles oscuras, observaba su diminuto cuerpo y cuanto me reía de su temblor en silencio.

Pero de pronto la perspectiva cambió y yo no entendía nada ¿Quién demonios eran los otros? ¿Qué aludía el maltrato, un golpe? ¿Cuál dolor? ¿De que demonios del infierno estaba hablando?, contrariado permanecí aún con la mano extendida, él la ignoró y la paso de largo corriendo a ocultarse debajo de mi piano, no pude evitar la perplejidad que provocaba su comportamiento quedando en la misma posición y en el mismo lugar, ahora no podía exigir que mantuviera cerrada la boca porque ni siquiera era el niño quien emitía de su voz entrecortada y débil lo que parecía escuchar, se alzaron mis manos alcanzando mi frente cubierta por la máscara de porcelana fría, intentaron en vano dar ligeras caricias –Debes pensar con la cabeza fría- me decía y ese mismo consejo luchaba contra corriente de ciertos sonidos del pasado, un espejo roto con mis puños, una gitana alzándome la mano solo por haber hecho las cosas al revés, creyendo hacer un bien y no un mal al quitarme la máscara del rostro y al creer que había un monstruo en el espejo, creí recordar el ruego de ese pequeño ante la humillación y el cese de los golpes, igual que él termine oculto en la carpa donde ese mismo día fui encarcelado para siempre.

Una sensación extraña termino por abarcar mi pecho, el corazón se hizo pequeño, al tamaño de una pequeña piedra de río, sentí odio, coraje y tristeza de la que más tarde fui consciente de sentirla ¿Cómo era posible que un mocoso despertará todo aquello? Las manos bajaron a mis costados y tras el sonido de la lluvia empezando a caer y los truenos en lo alto, sus sollozos y el caer de sus lágrimas llegaron a mi, a ese hombre que seguía dándole la espalda, que de hecho se la había dado desde el día que lo conoció, que nunca se detuvo a preguntar quien era y de donde venía, que gustaba de humillarlo y dejarlo con los brazos extendidos a su llegada y de ver su rostro cubierto de una tristeza silenciosa cuando lo dejaba atrás con ese gesto en el aire, ese niño no era el mundo, al menos aún no era participe de sus ideologías sino que, por sus ruegos parecía haber sido víctima de ellos. Sus sollozos no eran juegos, ni manipulaciones como lo supuse en un principio, no podía manipular algo que no sabía, nadie, ni siquiera Selena sabía que había más allá del hombre que amaba y él no era una criatura de mi estirpe para poder leer recuerdos e historias, además conocía ese llanto y sabía lo que decía a palabras calladas.

Me di vuelta en su búsqueda debajo del instrumento, por primera vez me puse de rodillas ante un humano que no fuese Selena, perfectamente en la media luz de la estancia podía divisar su silueta, era solo alguien que se asemejaba a mí cuando fui niño alguna vez –Edmond- pronuncie su nombre por primera ocasión sin que de por medio hubiese un tono brusco de mi parte –No voy a lastimarte ni tampoco es mi intención humillarte- inquiría al ver que la criatura no salía de su escondite, era como un cachorro asustado que deambuló de calle en calle buscando alimento y solo le dieron de palos e insultos –Solo deseo ver tu mano...- ofrecí mi mano de nuevo -¿Quiénes te han hecho daño? ¿De cuales otros me has hablado?- pero él no hablaba, solo sollozaba, que horrible fue saber que era como los adultos que alguna vez de mi abusaron... que había parecido más un humano, la criatura que más detestaba en la tierra.
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Mensaje por Edmond Antoine Lun Sep 21, 2015 12:37 am

Edmond tenía mucho miedo, le iba pegar y él lo sabía, paso de largo el ofrecimiento de su mano, había provocado ralladuras a la madera oscura del piano, casi sale a la calle y eso era algo que no le cayó mucho en gracia, en resumen el caballero de alas negras debía estar más que enfadado por su actitud y si de por sí no lo quería por estar cerca de mami Selena y ahora que ella estaba ausente podía hacer con él lo que quisiera y si en él estaba golpearlo lo haría con demasiado gusto como con dejarlo con los brazos extendidos o ignorarlo como hacía casi todas las noches que él estaba en casa.

A través de la vela Edmond observo con la vista nublada por las lágrimas a una sombra que imperaba por toda la sala, permanecía inmóvil y era casi imperceptible si algo decía o si su respiración era agitada como siempre que lo veía, la lluvia era más fuerte que cualquier sonido y el estruendo del relámpago lo estremecían de miedo desconcentrándolo de su tarea por mantenerlo vigilado –Vamos Edmond, en cualquier momento vendrá por ti y te golpeará, tienes... tienes que estar atento- susurró para si mismo pero de poco sirvió su propio apoyo, al rayo siguiente estaba aun más encorvado con la vista perdida en la ventana y aferrado a sus rodillas con todas las fuerzas que le sobraban, lo escuchó entonces y sus pasos lentos lo hicieron estremecer y temblar hasta un grado que no podía soportar, no pudo mover su pequeño cuerpo porque nada le respondió, cerró los ojos –Papá Dios por favor... por favor- rogó con ansia que lo sacarán de esa casa milagrosamente -Mami... mami Selena- gimoteo como si en realidad acabará de despertar de una horrible pesadilla, sueño que para el siguiente instante le mostraba al monstruo de rodillas frente al piano, extendiendo su mano de nuevo –No, tu me quieres pegar- respondió a continuación de la petición del caballero –Soy raro y no cumplí mi promesa de marcharme, eso es pecado y tu vas a castigarme por ser ángel del cielo, no quiero ir contigo- respondió entre sollozos –Me vas a pegar y vas hacerlo en mi mano que me duele mucho- siguió sollozando sin descanso y poco a poco le fue imposible respirar, lo tuvo que hacer por la boca , pero eso no le importaba de allí no saldría hasta que fuese el amanecer, Edmond sabía que su padre se marchaba antes del alba y por alguna razón ese día tampoco sería la excepción.

Pasó saliva y no contestó en un primer momento -¿No se supone que los ángeles lo veían todo?- se pregunto, pero luego y habiendo leído gran parte sobre los ángeles de la guarda de los que tanto se había refugiado en sus tiempos más duros supo que él nunca sería su ángel y por eso no lo quería, pero cuanto se había ilusionado por que algo así ocurriera en otro momento –Usted me lastima señor- asintió cabizbajo y con exactamente la misma posición que minutos atrás, solo que ahora volvía la vista a la mano que perdió su fuerza en tan pronto mencionó aquello –Y ellos, los de mi provincia, allí vivía con... con... mi otra mami que se fue al cielo con Papá Dios y los ángeles como usted, para mi comunidad siempre fui un demonio ¿Sabe?... para ellos yo era tan raro, a nadie le caía bien y si el padre Joseph no estaba.... ellos acudían a gritar cosas feas afuera, mi mami estaba muy enferma ya y tampoco me quería y mientras ella estaba bien solo me pegaba como usted lo hará por su piano, como ellos lo hicieron solo porque era.... porque soy diferente- lloró estaba vez con más fuerza sin detenerse ni oír nada más. Recordar dolía, dolía más de lo que su mano en aquellos momentos.
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Mensaje por Phantom Nocte Lun Sep 21, 2015 11:58 pm

¡Malditos sean los hombres! ¡Maldito sea yo al parecerme a ellos!, yo había colaborado con toda la bola de inútiles escorias, despreciables desperdicios de espacio que pudieron hacerle daño a un niño tan pequeño, el no tenía algún defecto visible, no como yo que mi cara deformada era causa de espanto entre mortales, para él su condena ante los hombres fue su propio intelecto, Selena me había contado al respecto sobre el asunto, por ella sabía que era demasiado inteligente y que poseía capacidades no muy esperadas en un niño de su edad, sabía que hacia figuras de madera y que las vendía para ayudar a mi pequeña rosa, ella decía que su arte era esplendido y que alguna vez debía detenerme a observarlo, gracias a su maravillosa y prominente memoria él podía tallar en madera detalles a la perfección, jamás pude verlo, lo odie tanto en ese momento que la figura que me regalo en el cementerio la primera vez que nos conocimos la arrojé al fuego apenas llegue a mis aposentos en el séptimo sótano del teatro, ahora me arrepentía, fui una bestia como los que me maltrataron en el pasado, Edmond crecería si, pero yo estaba contribuyendo para que se convirtiera en uno más del ejercito del prejuicio moral e hipócrita del mortal. Yo también lo había juzgado de la misma forma pero por diferente defecto, su único pecado cometido en mi contra fue entrar en la vida y en el corazón de mi Selena.

Inspire retirando la mano de donde estaba extendida, mi mirada mientras tanto trataba de perderse en el estruendo de la ventana, los cristales se estremecieron con la caída de los relámpagos y la forma en como las gotas de lluvia era empujadas hacia nosotros con ayuda del viento, no sabía que decir para remediar la situación, ese niño me había desarmado con tan poco, con un pasado tan similar al mío -Tu madre, la verdadera debe de estar con ángeles mejores que yo, no deberás confundirte... yo me caí del cielo mucho tiempo atrás- ¿Qué más podía decirle? ¿Desmentirle de quién era? ¿Decirle que era un monstruo, un vampiro? era un niño y estaba asustado, yo conocía bien ese miedo, con cualquier cosa, con cualquier monstruo saldría disparado, alguna vez su horror fue el mío también pero para mí no hubo piano en donde refugiarme ni alguien que de rodillas estuviera hablándome, para mi nunca hubo rosas, solo espinas –Tu madre debe... debe ser un gran ángel para haberte puesto en manos de mi.. de Selena, aquí el único que debería irse sería yo, tu lo mereces todo, yo no merezco nada, ni siquiera esas lágrimas ¿Me entiendes?- pero él no contestó ¿Qué esperaba de todas formas?

Tararé una suave canción sin saber a bien porque se me había venido a la mente justo en aquel momento y aunque detestaba al autor si es que ese había sido, lo cierto es que esa canción me proporcionó todo aquel consuelo que en su momento necesite -¿Quién cuidará de ti?- decía así la canción -¿Quién te proporcionará el cuidado y el consuelo para ti? Ya no estarás más solo, aprende a sentir a tu ángel compañero, nunca imaginaste que afuera en el cielo habría brazos para sujetarte, tu siempre has sabido en el fondo que tu corazón era de ángeles y querubines, aprende a amar que la vida se comparte entre las criaturas del cielo- un estruendoso trueno termino por callarme, oí su quejido al fondo del piano y después siquiera de ponerme en pie, algo me sostenía de la cintura, arrojándose contra mi con fuerza.


Última edición por The Phantom el Mar Sep 22, 2015 1:41 am, editado 1 vez
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I will you be there? - The Phantom- Empty Re: I will you be there? - The Phantom-

Mensaje por Edmond Antoine Mar Sep 22, 2015 1:37 am

¿Qué se podía esperar del espanto de un pequeño desconcertado que se sabía no querido por aquel que sin conocerlo físicamente ya lo amaba como un a un padre? era increíble que la imagen construida por Edmond cuando mami Selena le contó tantas maravillas del Caballero de alas negras se estuviera colapsando a pasos agigantados, al final no resulto ser quién creía ni quién imaginaba, no era un ángel común y eso le quedo claro desde el día en que se vieron por vez primera en el cementerio, pero al final como todo infante y más embelesado por las historias de los ángeles de la guarda creyó que sería tan bondadoso como ellos y lo querría como decían los libros sobre el amor de esas criaturas divinas y mágicas por las que siempre habría profesado devoción. Los ojos empezaban a doler después de tanto llorar, escuchaba y a la vez no prestaba atención, la voz suave con la que hablaba y jamás había utilizado para con él era cada vez más lejana, recordaba a su primera mamá con mucha nostalgia y deseaba pese a todo que ella estuviese con él, estaba convencido que al final ella vería quién era y lo quería por ello, en su cabeza no dejaba de repasar su sonrisa y el sonido de su risa, no dejaba de pensar en cabellera larga, rizada y castaña y sus ojos verdes que al final, en su lecho de muerte lo observaron con ternura y amor, sintió calor y también confort, lo que mami Selena como le decía cariñosamente le daría después y en gran medida pese a su tristeza a cuestas.

Continuó llorando interrumpidamente cuando la voz cantó para él, era un sonido encantador el que provenía de los labios del ángel que cantaba justo frente al piano, era el canto más hermoso que había oído y el único que colmo su llanto al instante, la letra también era hermosa y de pronto todo fue luz para él, un sonido que le decía con notas tranquilas y armoniosas como una canción de cuna que todo marcharía bien y con ello el miedo junto al llanto y los escalofríos desaparecieron de inmediato, solo la sensación del llanto y el ardor en los ojos prevaleció sin importar lo que aconteciera. En medio de aquel torrente musical el pequeño observó al cuerpo ataviado de ropas oscuras que dejaba de ofrecer su mano, reflexionó y entendió que él no tenia porque irse, Edmond era un niño sensible que en ocasiones podía tener suficiente empatía para percibir emociones, en esa canción el pequeño escucho sufrimiento pareciendo entender el lenguaje en el que su Caballero de alas negras se estaba comunicando –El cayó del cielo- pensó -Pobre, debe estar muy solo, tan solo como yo- en eso el relámpago volvió a estallar en sonido y Edmond sin pensarlo un momento más salió aterrorizado de su escondite, toda la estancia se había iluminado con lo bajo en tierra. Si bien le agrada todo aquello de fenómenos naturales y la noche misma, su parte contradictoria era que les tenía un pavor enorme.

Se abrazó al ángel tan pronto encontró su cuerpo, olvido de lo que se estaba cuidando en el momento de esconderse bajo el piano, ya no le importaba si le pegaban después, si por haberlo tocado esta vez no habría más puertas cerradas por si solas, solo quería sentirse protegido de alguna forma aunque adentro ningún trueno fuera a tocarlo –No se vaya señor ángel por favor, tengo miedo, las tormentas me gustan pero me atemorizan igual que la noche me fascina pero me aterra, no deje que ese trueno me alcance por piedad se lo suplico- dijo volviendo a sollozar y recargando su diminuto rostro contra el caballero de alas negras que no devolvió el abrazo como siempre, a Edmond no le importó, se aferró a él con más fuerza sin saber que le pasaría a ciencia cierta los minutos siguientes.
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I will you be there? - The Phantom- Empty Re: I will you be there? - The Phantom-

Mensaje por Phantom Nocte Vie Oct 23, 2015 1:26 am

Para mí un relámpago era cualquier cosa, un fenómeno tan oblicuo e insignificante que en mi no tenía ni un sesgo de importancia. Quizás era aquello en realidad porque nunca de niño tuve el tiempo de preocuparme por cosas como esa, de sentir el miedo erizando mi piel o preguntándome de donde era que venían. No, yo nunca tuve el tiempo porque jamás tuve infancia por extraño que parezca.

Me pregunte si esa era la razón por la que no entendía el proceder de ese niño cuando la luz natural del relámpago ilumino la casa, se me hacia casi inaudito que se aferrara de algo tan horrible como yo, de un monstruo peor que los que moraban en su cabeza, seguía con la estúpida ignorancia metida en la cabeza, nadie había logrado que él dejará de decir ángel o caballero... cualquiera en su lugar hubiese corrido para cualquier lado menos para donde el león esperaba con las fauces abiertas a la presa –Es un i...- e inmediatamente el pensamiento se hubo detenido, tenía que entender que él no era un tonto, solo un inocente como lo fui alguna vez y que una forma o de otra yo lo estaba destruyendo, si, debía ser un reverendo monstruo para destruir entre mis puños un alma tan pura y todavía disfrutar de su dolor.

A la par de su estrechez, la postura rígida y tensa fue encorvándose de a poco, a su vez el entrecejo dejó de fruncirse y en su lugar sentía una mueca de inexplicable sentimentalismo que ni siquiera podía descifrar. Era insoportable la sensación, una parte de mi quería sacárselo de encima a como diera lugar y otra quería que estuviese allí si eso le devolvía la tranquilidad que tanto deseaba, sus pequeños brazos envolviendo mis piernas, sus manos aferradas a las telas oscuras de mis ropajes eran cuchillas o algo lo suficientemente fuerte para hacer añicos el interior que me dolía infinidades sin siquiera poder hacer nada por el sangrado de las heridas abiertas ante su toque.

Mis manos sucias de sangre vertida en la nada a lo largo de los siglos salieron de su escondite con su acostumbrado forraje en cuero negro, dubitativas se alzaron en aras de alcanzar sus hombros, mientras mi mirada parecía evitarle ¿Qué demonios iba a pensar de estos horribles ojos malva?, si un relámpago cualquiera lo hacia correr despavorido, una característica como la mía lo haría hacer cualquier tontería que siempre dictaba el miedo mortal de ley –No seas tonto Edmond- pronuncié con tono plausible y lento –Ningún rayo va a tocarte, estas bajo techo- sentencie y lo sentí bajo la palma de mis manos, su diminuto cuerpo temblaba, su corazón palpitaba aceleradamente y podía presentir que buscaba mi mirada –En realidad...- proseguí poniendo los ojos en blanco y cerrándolos después en su totalidad –No deberías tener miedo a la noche y lo que ella ofrece- mis manos cuidaban de su distancia, no toleraba cerca, aún no... solo Selena podía tocarme, solo ella –El anochecer es el único con el poder suficiente para embellecer las cosas que la luz se empeña ciegamente en tornar horribles hacia el ojo ajeno... la noche es fiel y te permite ser quien realmente eres, te cubre bajo su manto, te protege del prejuicio hipócrita de la gente egocentrista, a su lado un mundo y una vida distinta siempre aguardará por ti- asentí con la confianza de que el prestaba atención -Este ángel que vez aquí, es el amo y señor de ella... este es mi mundo, es mi reino.. es donde impera la ilusión- entonces baje mi vista, su mirada se clavó en la mía sin inspirarle el terror que yo me imaginaba, estaba allí expectante sin saber que más era lo que esperaba de mí -En este escueto mundo, en este mundo de monstruos y tinieblas en los que te han hecho creer no hay más pequeño principito que el reino de la música, su belleza y la notas de la melodía de la noche- agregué desconcertado. El sonreía, reía para el ángel de la muerte... -¿Quién eres entonces Edmond Antoine? ¿Quién para que no temas de este adefesio de oscuridad?-
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I will you be there? - The Phantom- Empty Re: I will you be there? - The Phantom-

Mensaje por Edmond Antoine Sáb Dic 05, 2015 2:38 am

Los ojos del pequeño brillaban con ímpetu, tal vez el ángel no se había dado cuenta pero Edmond si, lo estaba tocando por los hombros, le había nombrado con la voz más suave que de ese a quien tanto quería le había escuchado jamás hacia él y lo mejor de todo al menos para el pequeño Antoine, era que el caballero de alas negras le nombrará "Pequeño principito". Su alegría era tanta y no disimulo en ocultarla, sonrió de oreja a oreja con sus dientes blancos creciendo aún, cuantas ganas tenia de abrazarlo y de correr donde mami Selena dormía y contarle que el Caballero de alas negras lo había tocado y lo llamó con afecto de otras maneras que el despectivo "mequetrefe" o "mocoso infernal", pero nada de lo que pensaba era correcto, en primera su padre aún guardaba su distancia y ejercía la suficiente fuerza en sus hombros imposibilitando su movimiento y la segunda mami Selena se encontraba durmiendo después de todo un día de largo trabajo, no era justo para ella y tampoco para él que en algún momento pensó que todo lo que estaba pasando era un sueño, un hermoso sueño del que no quería despertar nunca.

Al escuchar la calidez en la voz del adulto observo alrededor de la sala, el piano, la alfombra, los sillones y el techo, escuchó la lluvia caer afuera y los grillos callando poco a poco conforme la tormenta iba en aumento, supuso el pequeño que esa era la belleza a la que él se refería y volvió su mirada brillosa a la máscara blanca que estaba en las alturas. Él también pensaba que la noche era un mago capaz de conceder y crear las más bellas melodías y pinturas, después de todo él no era un niño normal y como tal en ocasiones no dormía porque su mente estaba demasiado activa, creando y dando vida a la madera, tocando las notas invisibles en el aire antes de quedarse dormido y sobre todo fue ese momento cuando aún vivía con su primera madre que estaba libre de todo juicio por parte de sus vecinos, era el único instante en que se sentía como cualquier otro niño de su edad, amado, bello y aceptado.

-Todo es tan bonito en la noche y nadie me ve- susurró en un largo suspiro –Antes solía salir por las noches ¿Sabe?- lo miró expectante, esperando recibir una respuesta que no parecía fuera a llegar –Para que le preguntó si debe saberlo usted todo ¿No es así?- pregunto con curiosidad, atrapado en la mirada extraña del hombre, sus ojos eran de una tonalidad roja que el pequeño jamás había visto en otra persona, pero no huía, por el contrario estaba fascinado y se preguntaba si al crecer podía tener un color tan único y singular. Sonrió de solo pensarlo –Me imagino que desde el cielo deben verse muchas cosas- se removió incomodo, si eso era verdad entonces su padre debía saber con seguridad que varias veces había robado uno que otro pedazo de pan para llevárselo a la boca –Pido perdón si alguna vez me observó robando, pero necesitaba comer y no tenía más remedio que tomar pedazos de pan de por allí y acá- pareció sonrojarse y luego siguió –Antes salía de noche- asintió tímido -Disfrutaba mucho de andar en los bosques cerca de mi casa a altas horas de la madrugada, a veces iba por madera y otras simplemente iba a caminar por allí a escuchar la música de la noche o a ver las crías de los zorros jugar a plena luz de la luna..- comento con animo propio de un niño -Pero...- bajo la mirada clavándola en sus pies descalzos e inquietos –El padre Joseph se enteró, me regañó y me contó que la noche estaba llena de demonios que beben sangre, brujas que se llevan a los niños y que la gente... la gente que me rodeaba me tenía miedo por ser... bueno... diferente- inquirió el niño cabizbajo y con la voz débil y entrecortada, a punto de llorar de nuevo –Por eso la noche me da tanto miedo, los demonios, las brujas y... las personas pueden volver con sus antorchas y sus piedras, pueden herirme otra vez- exclamó con miedo.

Después de un momento aparto la mirada del suelo y la volvió a la ventana, donde las gotas podían vérseles resbalar por el cristal frío aun con las cortinas cubriéndolas -Y sin embargo extraño mis caminatas nocturnas ángel- reparó con sus pequeñas manos aferradas al traje oscuro del adulto –La noche me inspiraba...- se detuvo su pequeña vocecita, no sabía que tan correcto era decir lo que pensaba, la última vez ante el padre Joseph fue tachado por pecador y obligado a rezar desde el medio día hasta el anochecer para pedir perdón por las blasfemias ejecutadas -Me inspiraba a ir más allá del mundo que conocía, atraído a otro rincón donde los sueños comienzan...- agregaba con ilusión y una enorme sonrisa volvía a dibujarse en sus labios sin despegar la mirada de la ventana evocado viejos recuerdos –Cuando la oscuridad surca los cielos siento cosas extrañas aquí y aquí- señalo su cabeza y su pecho –Cosas que a nadie diría y que las palabras no pueden explicar- continúo volviendo su mirada a los ojos malva -¿No ha sentido perder los sentidos  y rendirse a la magia de la noche? ¿Cuándo mira allá afuera con la madrugada pintada de azul y puntos blancos una fuerza sobrenatural? ¿Usted ángel no siente la necesidad de poseer?- pregunto con curiosidad y al mismo tiempo con tanto temor de que también el ángel, el caballero de alas negras lo juzgará como loco y que por ello decidiera que no quería ser su padre... miedo de no volver a escuchar de sus labios "Pequeño principito". Edmond se movió de un lado a otro sobre si, observando y llevándose su puño lastimado y cerrado a la boca con evidente nerviosismo.
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Mensaje por Phantom Nocte Dom Dic 20, 2015 1:45 am

Al escucharlo sentí que ese párroco  o lo que sea tenia tanta razón, había demonios que bebían sangre y otros que dejaban cuernos y cola en el infierno para volverse monstruos entre los hombres y matarlos con el placer bestial del que me alimentaba cada noche –Si tan solo supieras que existe una criatura como esa bajo tu mismo techo- pensé y sin embargo noté que ese niño no me dejaba de idealizar como ángel o algo parecido a un héroe de estúpidas novelas mortales. Quizás su madre tenia la culpa de semejante blasfemia o en realidad era yo el que me negaba a creer que incluso en un manojo de miedo y ruido como aquel existiera semejante inocencia, todavía no admitía la posibilidad de que, pese a venir por de las calles el no era ningún peligro.

-Yo no puedo decirte si hay monstruos o no allá afuera- sentencie con voz firme -Jamás he estado en el cielo yo no...- y guarde silencio, ese niño podía ser inteligente pero conocía bien a los de su tipo, aún no tenían el suficiente raciocinio para procesar que yo era todo menos alguien que cantara entre ángeles y querubines, había tanto por explicar y tanto que él no entendería, algo en mi interior solo me dictaba que yo no debía cometer el mismo error, sabia perfectamente lo que se sentía cuando las ilusiones se rompen, cuando te dicen que algo en realidad no tiene alma... sabía que eso significaba perder la fe y el único consuelo que le queda a un hombre relegado del mundo social –Olvida lo que te he dicho- reparé con más calma, escuchando con aparente desinterés el resto de la historia. No podía hacerme blando ante él y sin embargo heme allí bajando la mirada para observarlo con los ojos que tantos otros les provoco terror y en ese niño como en Selena parecían tener el efecto contrario, yo había hecho algo similar, robe para sobrevivir y me las ingenie para huir, nunca digo la verdad de mi historia a nadie... la versión que todo el mundo sabe solo es el retorcido relato de un ser renegado –No tienes que disculparte conmigo, yo soy el menos indicado para hacerlo, la necesidad siempre será necesidad y el hambre siempre será el hambre- y luego otra vez el hombre y su estúpido complejo discriminatorio, ¿Qué demonios puede hacerles alguien que simplemente es diferente? ¿Quiénes fueron los idiotas que mediante la superstición y la ignorancia volcaban al mundo contra nosotros? ¡Son unos infelices! ¡Unos mal paridos que merecen la muerte con razones justas!.

Fue tanto mi enfado que no supe en que momento empezó a importarme lo que le había acontecido, solo sabía que por lo narrado sentía más rabia que un perro y que mañana habría más muertes en el teatro, no eran los que habían dado de palos al infante pero entre hombres todos son escorias iguales, todos son unos inútiles y despreciables desperdicios de espacio ante los ojos del Hijo del diablo -Exijo saber donde te hirieron Edmond- ordené antes de proseguir con todo lo demás que en un momento me pareció conocido -¿Podía ser que un niño viera el mundo de la forma en que yo lo veía? ¿Qué la noche tuviera el mismo efecto en él?- mientras me formulaba esas preguntas en mi cabeza, recordé que alguna vez Selena dijo que si por algo acogió al niño fue porque creía éramos parecidos y que de tener un hijo quizás sería como él, como era de esperarse jamás le creí hasta que lo estaba escuchando hablar... ¿Qué demonios significaba eso?  -Entonces...- no pude articular palabra por un breve instante -¿Tu también te has sentido cautivado por la belleza que la oscuridad muestra cuando despliega sus alas a todo el mundo que conoces con la horripilante luz del día? ¿Has sentido su impulso y su inspiración más profunda?- cuestione y al momento la expresión de aquel parecía sorprendida, admirada... irradiaba algo que yo mismo dudaba en juzgar por lo que me parecía ser –¿Te has sentido seducido entonces por lo peligroso y salvaje? ¿Te alimentas de la necesidad de hallar la perfecta belleza?- y entonces asentí son seguridad –He sentido esa hambre... es algo que jamás he podido reprimir, pero dudo que la tuya sea igual a la que hoy impera sobre mí- respondí -Pero quizás...- susurre pensativo -La música...- inspiré -La música la sientas como yo lo hago.... ¿No sientes que cuando levanta su notas y canta por si misma inspira cosas que no pueden creerse dentro de alguien? ¿Cosas que no puedes confesar?- y para mi sorpresa el seguía observándome expectante y yo le miraba de una manera tan diferente como lo fue en un principio.
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I will you be there? - The Phantom- Empty Re: I will you be there? - The Phantom-

Mensaje por Edmond Antoine Sáb Ene 23, 2016 1:19 am

-¿Cosas por las que se siente la sed de poseerlas?- irrumpió Edmond con entusiasmo. Su boca había dejado de dibujar una enorme "o" en sus labios permitiéndole articular la pregunta, jamás se imagino que ese ángel sintiera lo mismo que él cuando caía la noche, las esperanzas entonces se abrían para él y su sueño por llegar a parecerse a él acrecentaba con la medida en que le escuchaba hablar. Desde las alturas Edmond contemplaba al adulto con fascinación, deseaba ser tan alto como él y tocar el violín tan divinamente como lo había escuchado cada noche desde su habitación o detrás de la puerta.

Se convenció que ese ángel no era malo del todo, algo de bueno tenía muy dentro de si aunque no le gustará admitirlo, pero Edmond, como el pequeño artista de mente prodigiosa que era podía siempre ver la belleza que albergaba el alma de otro, era como pulir madera en su imaginación y sacar la mejor estructura de alguien y por ello era de esperarse que en la medida de lo posible entendía a que se refería que la sed por poseer no era la misma, su padre era malo también y sus razones tendría -Quizás esta molesto por que lo arrojaron sin querer del cielo- pensaba con inocencia sabiendo que él, por otro lado perdonaba a todo el que lo hubiera despojado de su felicidad por que como el padre Joseph le dijo alguna vez "El hombre tiene miedo de lo diferente", el pequeño tenía sed de poseer muchos conocimientos y utilizarlos a fin de que el mundo entendiese que hay variedad en los senderos terrenales, en resumen él quería hacer el bien sin distinción y su ángel enojado quizás quería hacer alguna especie de mal con distinciones especificas, intuía que solo a mami Selena le perdonaba el hecho de ser humana porque los ángeles también amaban.

Suspiró y continuo, sintiéndose más aliviado por encontrar finalmente a alguien que parecía entenderlo –Yo siento todo eso, pero tenía pena de decirlo- sus mejillas parecieron adquirir un color escarlata nuevamente observando al ángel detenidamente –El padre Joseph me dijo que eso era pecado- trato de explicarse –Pero yo sabía que estaba equivocado, es algo tan natural, algo que la magia de la noche inspira... la oscuridad es la magia perfecta- añadió con entusiasmo –Como la música también lo es... ¿Usted no tiene música en lo más profundo de su cabeza? ¿Le indicado cual es el camino y lo guía? ¿No le resulta igual que a mí imposible resistirse a seguirla?- habla con rapidez pero las palabras parecían entenderse perfectamente, instintivamente lo tomo de los antebrazos con confianza y fuerza, mientras su asombró seguía en aumento –¿Verdad que la música llena todos sus sentidos y que es terriblemente intensa para poder detenerla y plasmarla a papel limpio o instrumento sin corromper?- sonrió franco –Dígame que también lo necesita... necesita la belleza de la música y el intelecto...- de pronto bajo la mirada y su agitación pareció aminorarse –Mami Selena tenía razón, usted es el ángel de la música y los ángeles no puede ser padres aunque hayan caído del cielo ¿Verdad?- declaro cabizbajo -No tengo derecho a decirle padre, ahora lo entiendo- suspiro -Lamentó haber blasfemado- se disculpo y entonces levanto su camisa de su conjunto de dormir que a pesar de que era "nuevo" puesto que había logrado comprar algo de segunda mano porque el dinero no daba para más, dejo ver su piel blanca del costado derecho de su cuerpo -Aquí- señaló la cicatriz que dominaba esa pequeña porción de piel -Allí me lastimaron, fue con un palo con clavos que usaron cuando todos me vieron vagar por el pueblo, querían matarme- volvió su mirada a la de el ángel -Pero el padre Joseph conocía algo de medicina y yo había leído algo al respecto de un viejo libro que almacenaban en la antiguo droguería del pueblo, con eso me ayude a curarme y estoy vivo de milagro.... la música me ayuda a olvidar todo, el arte, la magia y sobre todo los espejos me mantienen entretenido- bajo la prenda para cubrirse ese diminuto pedazo de cuerpo que había tomado la temperatura fría del resto de la casa –Ven- lo jalo por la tela de sus ropajes –Quiero mostrarte algo- sonrió invitándolo y enseguida casi arrastrando, sorpresivamente lo llevo al cuarto de arriba, giró la perilla con dificultad porque su estatura aún era más baja de lo esperado a su edad –Este es mi cuarto- presento orgulloso cuando la puerta estuvo abierta techo –Ven- dijo con entusiasmo y corrió hacia el fondo de la habitación, cuantas veces soñó con mostrarle sus creaciones y a diferencia de sus fantasías donde solo veía incomprensión por parte del ángel, ahora estaba seguro que en la realidad admiraría todo aunque no le dijera absolutamente nada.
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