AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Noapte bizar: Cavalerul de sepunere [Privado]
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Noapte bizar: Cavalerul de sepunere [Privado]
Llueve la sangre de antaño,
Se ofrece el cáliz y él inmortal prueba del vino de Dios.
Esto es; la recompensa nacida de la oscuridad.
Se ofrece el cáliz y él inmortal prueba del vino de Dios.
Esto es; la recompensa nacida de la oscuridad.
El mundo que no conoce la impureza de esta linfa maldita, solo los condenados a este perpetuo dolor perciben la congoja, ya que llenar esta necesidad suprime una pena a la terminación de un desdén, lentamente, es que la sombra se eleva junto a los espíritus de la muerte, sin duda ya no hay alguna necesidad de piedad, y el oscuro telón debe abrirse para exponer el delito. Aclarando su mente, sin bajar la guardia, ardiendo en llamas bajo el control de su hambre, la linfa caliente le tentaba pero dispuesto estaba a capturar la indicada, un deseo siniestro aguarda, no es masoquismo, ni es terrorismo, solo es el control de un templo liberado; siendo momento de emprender la ideología de un deseo carnal. Porque en la más plena penumbra se halla el mal de un presagio...
De ese modo, vistiendo de gala, respetando al ambiente, reverenciando el aire con su silencio, avanza, desplegando los pasos con glamour, es atracción engendrada por su maña, elegante mirar y poderío de postura tiene, ¿Quién es en realidad? Todos se preguntan eso, pero le molesta que quieran saber de él. Pero, lo contrario de todo esto, es que él sabe a la perfección con quien se mezcla, esta es una de sus propias reglas.
Y ahí estaba lo que una noche pasada percibió, la mujer de finas curvas, hermosa como el monte de venus al ser destruido por la morbosidad, le examina, sigue el movimiento sensual de su templo, le seguía, Es su manantial la que le atrae, la carne enjugada le invita un festín, ella es la que calmara esta perturbadora hambre, púes el cáliz ha ofrendado, el vino de cada noche está descendiendo entre sus piernas, ¡Oh! Sí, la pureza la olfatea, la sed de encamar, ¿Se dio cuenta que le están siguiendo? ¡Que no se le ocurra correr! ¡Que no grite y que no llore! Ante el susurro de un lenguaje obsceno, el destino asciende siniestro alrededor de ella mientras la maldición cabalga en el núcleo de todo lo conocido, entrelazando los pensamientos, iluminando la perdurable agonía de la palabra…"He de lamer gota por gota y entre cada dulce una domable educación, mamaras y masajearas el ego que nos diferencia"—Mírame…—susurro blasfemó, desplegándose como una oleada de viento, y en su frente permaneció, encadenando esos hermosos ojos— Invítame a tu morada, caminemos y al despertar no olvidaras que soy tu invitado.—Voz mandataria, vibraciones enaltecidas de seducción, indiferencia, recato. La había envuelto en una momentánea pesadilla, como una poseída por la natural insania de una sombra, siempre presente el dominio, dejando que actuara por ella misma y le sujeta del brazo, como a la damisela cuidada por él mismo, sentenciándole a que será suya esa noche de crueles espejos en el mismo rostro.
¿Cuál era la razón de que fuera ella? De que un ego se acrecencia, la intensidad de su mirada parecía gritarle a Astaroth que la tomara, someterla bajo control, transformarla en una grave versatilidad que resalto de la personalidad del que nunca es visto como bestia hasta que es provocada, eso era lo único que deseaba…
Fue que de esa manera se dirigía a la vivienda, siendo su caballero que no quedaba más que obedecer porque presionaba su brazo impidiéndole algún alejamiento, ya que la mejor excitación en plena alimentación era jugar despiertos, y así lo ejecutaría hasta el final, hasta que se diseque su manzana, hasta que el gusano dormite ya una vez picoteado por completo.
Invitado- Invitado
Re: Noapte bizar: Cavalerul de sepunere [Privado]
“She's in love with herself, she likes the dark
An' on her milk white neck, the Devil's mark
Now it's all Hallows Eve, the moon is full
Oh, will she trick or treat, I bet she will”
An' on her milk white neck, the Devil's mark
Now it's all Hallows Eve, the moon is full
Oh, will she trick or treat, I bet she will”
Se encontraba en medio de un juego enfermo y agonizante gracias el veneno que ella misma se había encargado de insuflarle sin descanso. Las salidas existían, múltiples opciones se desplegaban a sus pies, pero admitía ante sí misma, y ante las conciencias superiores, que no poseía la humildad para aceptarlas. Así, se empeñaba en continuar inmersa en un callejón del cual no deseaba salir a pesar de la angustia y desesperación que implicaba el permanecer allí ¿Acaso el ejercer el libre albedrío, el permanecer voluntariamente, no sería de por sí una recompensa para su egolatría? Lo era, de hecho era justo allí donde medraba el problema. Las decisiones tomadas en el pasado pesaban sobre su espalda como bultos de arena. Los resultados fueron casi siempre satisfactorios, no era esa la razón de su congoja. Debería sentirse feliz, los objetivos trazados caían en sus manos abiertas uno tras otro, pero el poseer una conciencia que la machacase con las implicaciones morales de sus actos no le facilitaba la existencia. Alguna manera debería existir para poder aquietar esa maldita voz interna, algo debería poder hacer para poder continuar sin tener que lamentarse en medio del silencio y la penumbra.
Sus pasos le llevaban a su morada. El recorrido desde la iglesia no era extenso y había prescindido de compañía o vehículo alguno. Deseaba estar en solitario con sus cavilaciones, convocar a sus demonios y afrontarles para tratar de sosegarlos. No eran pocos y definitivamente no serían los únicos. Demasiado pronto otros nuevos nacerían a partir por sus actos. Su orgullo y anhelo de poder habían creado el cauce de un río que fluía ya con fuerza propia. Alterable, sí ¿Pero no la regresaba ese pensamiento nuevamente al meollo del asunto? De poco le había servido la visita al sacrosanto lugar. Ninguna respuesta fue hallada entre las pétreas paredes, ninguna revelación le fue enseñada ni por las adorables estatuas, ni por la omnipresencia sagrada que se suponía debía habitarla ¿Aguardaba acaso una señal divina? ¿Tenía aún el descaro de pretender ser escuchada y socorrida después de todo lo acaecido?
La noche, sin embargo, no continuó según lo esperado pues la soledad en la que procuraba permanecer fue eliminada con el primer atisbo de movimiento a sus espaldas. Aunque hubiese podido no habría gritado. No cedería ante el pánico por la sorpresa. Más por curiosidad que por obediencia movilizó sus ojos hasta el rostro de aquel que ahora se cernía sobre su cuerpo, limitándole el espacio y robándole el aire. Sin quererlo había invocado a un extraño, uno con rostro seductor y voz hipnotizadora ¿Qué tenía de curioso aquella pálida tez? ¿Esos ojos resplandecientes y decadentes? Un recuerdo lejano le distrajo por un momento, uno que pretendía hacerle comprender el peligro frente al cual se encontraba. Su mente dictaba que se apartara, que discutiera y le alejara por la falta de respeto en su aproximación. Sin embargo, como movida por las invisibles cuerdas de un titiritero espectral, se vio obligada a tomar el brazo ofrecido. Solo entonces se permitió recapacitar un poco más sobre el individuo y no sobre las circunstancias del encuentro ¿Sería posible que se encontrase frente a uno de ellos? ¿Uno de esos viles demonios sobre los que su madre tanto le había advertido? De ser así contaba con el conocimiento de su lado, sabía lo que ansiaban y aun así un misterio se elevó en el aire ¿Por qué no solo la tomaba en ese lugar? ¿Por qué quería entrar a su hogar? – Le recordaré monsieur, no tenga sobre eso la menor duda, aunque tal vez no sea tal como usted lo solicita – la réplica fue lanzado con un tono duro y frío, como si a un sirviente se dirigiese aunque en su interior su estómago se retorciere de temor ante lo que habría de aguardarle en un futuro próximo.
Sin poder evitarlo caminó asida del fuerte brazo mientras rogaba para sus adentro que alguien les viese y notase algo extraño. Más, amparados por la oscuridad, llegaron sin ser notados a la puerta misma de la mansión. Sus hermanos no se encontraban presentes. Aunque no albergaba mayor esperanza en ellos, bien hubiese podido trocar la presencia del demonio a su favor si de alguna manera los hados le favorecieran y terminara arrancándole la garganta a alguno de ellos. Pero de seguro no contaba con tanta suerte. La servidumbre de poco serviría, tan acostumbrados a obedecer sin chistar ante su presencia solo se limitarían a dejarles entrar sin interrumpir su andar para luego chismorrear al respecto en la cocina. Tan acertada estuvo aquella conclusión que casi sin darse cuenta se encontró en el interior de la imponente construcción, viendo como la espalda del mayordomo se alejaba, dejándola sola con quien bien podría ser su verdugo. – De seguro encontraremos una manera de solucionar este percance, una en la que salgamos los dos beneficiados – ofreció aplicando toda su fuerza de voluntad para disfrazar el pánico que salpicaba su voz. Pero, a pesar de que su mente trabajaba afanosamente sobre las propuestas que podía lanzar sobre la mesa, la verdad era que nada se le ocurría que no pudiese tomar él por cuenta propia. “No todo está perdido aún” se reprendió obligándose a apartar los pensamientos fatalistas. Ella no terminaría así, no esa noche y definitivamente no de ese modo.
Sus pasos le llevaban a su morada. El recorrido desde la iglesia no era extenso y había prescindido de compañía o vehículo alguno. Deseaba estar en solitario con sus cavilaciones, convocar a sus demonios y afrontarles para tratar de sosegarlos. No eran pocos y definitivamente no serían los únicos. Demasiado pronto otros nuevos nacerían a partir por sus actos. Su orgullo y anhelo de poder habían creado el cauce de un río que fluía ya con fuerza propia. Alterable, sí ¿Pero no la regresaba ese pensamiento nuevamente al meollo del asunto? De poco le había servido la visita al sacrosanto lugar. Ninguna respuesta fue hallada entre las pétreas paredes, ninguna revelación le fue enseñada ni por las adorables estatuas, ni por la omnipresencia sagrada que se suponía debía habitarla ¿Aguardaba acaso una señal divina? ¿Tenía aún el descaro de pretender ser escuchada y socorrida después de todo lo acaecido?
La noche, sin embargo, no continuó según lo esperado pues la soledad en la que procuraba permanecer fue eliminada con el primer atisbo de movimiento a sus espaldas. Aunque hubiese podido no habría gritado. No cedería ante el pánico por la sorpresa. Más por curiosidad que por obediencia movilizó sus ojos hasta el rostro de aquel que ahora se cernía sobre su cuerpo, limitándole el espacio y robándole el aire. Sin quererlo había invocado a un extraño, uno con rostro seductor y voz hipnotizadora ¿Qué tenía de curioso aquella pálida tez? ¿Esos ojos resplandecientes y decadentes? Un recuerdo lejano le distrajo por un momento, uno que pretendía hacerle comprender el peligro frente al cual se encontraba. Su mente dictaba que se apartara, que discutiera y le alejara por la falta de respeto en su aproximación. Sin embargo, como movida por las invisibles cuerdas de un titiritero espectral, se vio obligada a tomar el brazo ofrecido. Solo entonces se permitió recapacitar un poco más sobre el individuo y no sobre las circunstancias del encuentro ¿Sería posible que se encontrase frente a uno de ellos? ¿Uno de esos viles demonios sobre los que su madre tanto le había advertido? De ser así contaba con el conocimiento de su lado, sabía lo que ansiaban y aun así un misterio se elevó en el aire ¿Por qué no solo la tomaba en ese lugar? ¿Por qué quería entrar a su hogar? – Le recordaré monsieur, no tenga sobre eso la menor duda, aunque tal vez no sea tal como usted lo solicita – la réplica fue lanzado con un tono duro y frío, como si a un sirviente se dirigiese aunque en su interior su estómago se retorciere de temor ante lo que habría de aguardarle en un futuro próximo.
Sin poder evitarlo caminó asida del fuerte brazo mientras rogaba para sus adentro que alguien les viese y notase algo extraño. Más, amparados por la oscuridad, llegaron sin ser notados a la puerta misma de la mansión. Sus hermanos no se encontraban presentes. Aunque no albergaba mayor esperanza en ellos, bien hubiese podido trocar la presencia del demonio a su favor si de alguna manera los hados le favorecieran y terminara arrancándole la garganta a alguno de ellos. Pero de seguro no contaba con tanta suerte. La servidumbre de poco serviría, tan acostumbrados a obedecer sin chistar ante su presencia solo se limitarían a dejarles entrar sin interrumpir su andar para luego chismorrear al respecto en la cocina. Tan acertada estuvo aquella conclusión que casi sin darse cuenta se encontró en el interior de la imponente construcción, viendo como la espalda del mayordomo se alejaba, dejándola sola con quien bien podría ser su verdugo. – De seguro encontraremos una manera de solucionar este percance, una en la que salgamos los dos beneficiados – ofreció aplicando toda su fuerza de voluntad para disfrazar el pánico que salpicaba su voz. Pero, a pesar de que su mente trabajaba afanosamente sobre las propuestas que podía lanzar sobre la mesa, la verdad era que nada se le ocurría que no pudiese tomar él por cuenta propia. “No todo está perdido aún” se reprendió obligándose a apartar los pensamientos fatalistas. Ella no terminaría así, no esa noche y definitivamente no de ese modo.
Jocelyne Molay- Humano Clase Alta
- Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 14/01/2015
Re: Noapte bizar: Cavalerul de sepunere [Privado]
Ten piedad de la larga noche…
Nunca sabrá esa humana lo que es el miedo hasta que le halla encontrado frente a frente, eso es lo que disfrutaba Astaroth, caminar hacia las penumbras donde nadie sea testigo de su travesura, rebosando belleza y santificado de maldad reinada en la oscuridad y por los suelos sombríos su rol parecía ser el de un caballero quien va de los brazos de un demonio. ¡Que vil mentira! Pero, que juego siniestro les espera. Tan solo la idea le altivaba el deseo, ya el hambre estaba tatuada en ese templo, ella no tenía escapatoria, la linfa seria tomada pero lo que dudaba era la manera de cómo la arrebataría.
Y tras la demanda de esas pupilas encadenadoras a satisfacer sus peticiones, caminaba con la damisela sujetado del brazo, ansiaba escuchar su lamento en ese encuentro reinoso de glamur a la hora de recorrer el sendero que ya se tornaba sangriento y todo se debía por ser una bestia de sangre.
Por lo tanto, deleitaba la voz de una lucha al control, entonando las pisadas hacia el disecado suelo que pisaban, paso tras paso, percibiendo las esencias de la naturaleza nocturna junto a ese perfume; era tentado a desearla con fervor, seducido a una sola idea tenebrosa de divertirse con adiestrara esa mujer. —Quiero ser recordado con el concepto de terrorismo planteado en su alcoba, en la carne floreciente fuera de esta temporada, está protegida por las regulaciones de mi objetividad…Vamos, sigue avanzando que el preludio nos espera.
Y el recorrido a la mansión había finalizado, la puerta se hallaba frente a ellos donde yacen sus presencias ocultas, a espaldas de los mortales y descubierta con interés hacia los ojos de la servidumbre, liberándola de la opresión a su brazo, comenzando a deslizarse al interior del recinto después de que solo ellos dos permanecían.
Observo el espacio habitado, su estructura como su detallada decoración, no fue de suma atracción porque arte era lo que debía resaltar y de ello carecía. Mientras tanto una oferta hizo enfocar los orbes en la damisela.— "Beneficiados"… No es adecuado cuando ansioso estoy por ejecutar y beber de su extasiada linfa, embriagarme por el calor emanado de su templo y cubrir por completo del licor escarlata mi osamenta; recreando un crimen en su cama, quiero sentir mis manos resbalarse por entre sus piernas, extirpar su flujo al alzarlo por sobre mi sedienta boca, sin duda alguna no será beneficiada a menos que se entregue por completo a mí —Exponía sus atroces deseos, dirigiéndose a ella con un estasis proclamador a tomarlo, avanzando a su ya ofrenda poseída, que su mano se va deslizando a su cintura y con una seducción la desliza hasta pegarla a él en lo que mostraba la verdadera cara de la moneda— No será manipulada, me excita interactuar con su fuerza de voluntad, el filo que esconde quiero que lo muestre —le libero de cualquier atadura interna, retrocediendo con ella invitándole a revolcarles en un manantial de sensaciones que ninguna mujer rechazaría porque la manía del inmortal era el mover de esas manos junto con su rostro enmarcando la rectitud de hechos ejercidos con plena seguridad.
Y de manera ágil sigue retrocediendo, no es impedimento el doblegar a una mujer en lo que camina, llegando a las escaleras donde deberían encontrarse los aposentos, no pedía cualquier cama sino la de ella... Sometiéndola a recorrer el pasillo a su alcoba, en lo que él goza de acariciar la piel de su espalda, delinear con la yema de los dedos sus curvas tanto como su fina cadera como las pequeñas montañas de sus senos, guardando la reacción por un momento a un engañoso plan por parte de ella, ya que eso es lo que vislumbra en su mirada.
Y entonces, conocerás lo que es el miedo una vez posada en la blancura de una olvidada pureza.
Nunca sabrá esa humana lo que es el miedo hasta que le halla encontrado frente a frente, eso es lo que disfrutaba Astaroth, caminar hacia las penumbras donde nadie sea testigo de su travesura, rebosando belleza y santificado de maldad reinada en la oscuridad y por los suelos sombríos su rol parecía ser el de un caballero quien va de los brazos de un demonio. ¡Que vil mentira! Pero, que juego siniestro les espera. Tan solo la idea le altivaba el deseo, ya el hambre estaba tatuada en ese templo, ella no tenía escapatoria, la linfa seria tomada pero lo que dudaba era la manera de cómo la arrebataría.
Y tras la demanda de esas pupilas encadenadoras a satisfacer sus peticiones, caminaba con la damisela sujetado del brazo, ansiaba escuchar su lamento en ese encuentro reinoso de glamur a la hora de recorrer el sendero que ya se tornaba sangriento y todo se debía por ser una bestia de sangre.
Por lo tanto, deleitaba la voz de una lucha al control, entonando las pisadas hacia el disecado suelo que pisaban, paso tras paso, percibiendo las esencias de la naturaleza nocturna junto a ese perfume; era tentado a desearla con fervor, seducido a una sola idea tenebrosa de divertirse con adiestrara esa mujer. —Quiero ser recordado con el concepto de terrorismo planteado en su alcoba, en la carne floreciente fuera de esta temporada, está protegida por las regulaciones de mi objetividad…Vamos, sigue avanzando que el preludio nos espera.
Y el recorrido a la mansión había finalizado, la puerta se hallaba frente a ellos donde yacen sus presencias ocultas, a espaldas de los mortales y descubierta con interés hacia los ojos de la servidumbre, liberándola de la opresión a su brazo, comenzando a deslizarse al interior del recinto después de que solo ellos dos permanecían.
Observo el espacio habitado, su estructura como su detallada decoración, no fue de suma atracción porque arte era lo que debía resaltar y de ello carecía. Mientras tanto una oferta hizo enfocar los orbes en la damisela.— "Beneficiados"… No es adecuado cuando ansioso estoy por ejecutar y beber de su extasiada linfa, embriagarme por el calor emanado de su templo y cubrir por completo del licor escarlata mi osamenta; recreando un crimen en su cama, quiero sentir mis manos resbalarse por entre sus piernas, extirpar su flujo al alzarlo por sobre mi sedienta boca, sin duda alguna no será beneficiada a menos que se entregue por completo a mí —Exponía sus atroces deseos, dirigiéndose a ella con un estasis proclamador a tomarlo, avanzando a su ya ofrenda poseída, que su mano se va deslizando a su cintura y con una seducción la desliza hasta pegarla a él en lo que mostraba la verdadera cara de la moneda— No será manipulada, me excita interactuar con su fuerza de voluntad, el filo que esconde quiero que lo muestre —le libero de cualquier atadura interna, retrocediendo con ella invitándole a revolcarles en un manantial de sensaciones que ninguna mujer rechazaría porque la manía del inmortal era el mover de esas manos junto con su rostro enmarcando la rectitud de hechos ejercidos con plena seguridad.
Y de manera ágil sigue retrocediendo, no es impedimento el doblegar a una mujer en lo que camina, llegando a las escaleras donde deberían encontrarse los aposentos, no pedía cualquier cama sino la de ella... Sometiéndola a recorrer el pasillo a su alcoba, en lo que él goza de acariciar la piel de su espalda, delinear con la yema de los dedos sus curvas tanto como su fina cadera como las pequeñas montañas de sus senos, guardando la reacción por un momento a un engañoso plan por parte de ella, ya que eso es lo que vislumbra en su mirada.
Y entonces, conocerás lo que es el miedo una vez posada en la blancura de una olvidada pureza.
Invitado- Invitado
Re: Noapte bizar: Cavalerul de sepunere [Privado]
Un escalofrío le recorrió desde la base de la nuca hasta los dedos de las manos. Era peor de lo que había esperado en un primer momento. Aquel demonio, surgido de entrañas del infierno, no solo pretendía alimentarse con su sangre, su esencia y vida, sino que además planeaba ultrajarla del modo más vil en el que podía serlo una mujer ¿Cómo había terminado en tan irreal situación una visita a la iglesia? Tal vez allí estaba la respuesta ¿Era acaso el castigo divino que le imponía un Dios sin rostro? ¿Uno que sería ejecutado nada más y nada menos que por un diablo de etérea belleza? No podía negar que tal vez lo mereciese aunque eso no indicara que se ofreciera como buena cristiana y aceptase la expiación a sus culpas mancillando su cuerpo. Ella era virginal, más por simple indiferencia que por concebirle a ese estado algún mérito especial de pureza. Además, era el ejemplo perfecto de que el desconocimiento carnal no estaba acompañado de manera irrefutable con el calificativo de inocencia. A pesar de esto no estaba dispuesta a que abrir su cuerpo voluntariamente ante un ser que repudiaba.
Su temperamento afloró, abriéndose paso por la muralla de temor que el intruso había conseguido levantar en su interior. Ahora este se mezclaba con una creciente ira. Su parte lógica le obligaba a pensar bien las cosas, le aconsejaba que en este caso (como en otros a los que se había enfrentado) tenía que recurrir a la astucia y no dejarse dominar por los sentimientos. Pero era difícil poner freno a la tormenta desatada. – No será el temor que inspira el que me impulse a obedecerle así como no será su voluntad la que dicte los términos bajo los cuales he de recordarle – no bien terminó de manifestarse cuando se dio cuenta de lo que aquello significaba. El ser esperaba que le recordara, y sin importar como pretendía que ocurriese, eso indicaba que le dejaría con vida, que su intención no era dar por terminada su existencia sobre la tierra. Se aferró a ese pensamiento para darse ánimos a sí misma, un punto optimista ante la oscura situación. Donde había vida había opciones… y perduraría la venganza.
Pero las palabras inquietantes del vampiro también le llevaron hasta otra conclusión: él deseaba que ella se resistiese. Y he aquí el dilema. Podría aparentar sumisión solo por la esperanza de aquello lo desalentara, pero ¿y si a la par de impulsarlo a buscar una víctima más interesante lo impelía a cuestionarse la decisión de dejarla con vida? Era demasiado arriesgado y quiso convencerse de que era esa la razón por la cual no tomaría ese camino cuando, en realidad, se debía a que se negaba a entregarse con docilidad. Se veía como la guerrera en la que quería convertirla su madre antes de fallecer. Pelearía aunque solo pudiese hacerlo con sus palabras y a pesar de que con ello solo consiguiera alentar al demonio. Se negaba a verse como una pobre víctima. El que él la obligara a caminar hasta sus aposentos, repasando su cuerpo por el camino como nadie antes había osado hacerlo, le ayudó a fortalecer su decisión. Su piel se estremecía de repulsión, sus ojos vacilaban entre el miedo y la furia con cada nuevo toque – ¿Qué le hace pensar que nadie acudirá cuando mis gritos alteren la quietud? – le amenazó sabiendo de antemano lo pueril que sonaba - ¿Arriesgará su inmortal existencia solo por satisfacer tan bajo y patético deseo? – una idea se encendió en su mente al caminar por el corredor y pasar frente a la puerta de uno de sus hermanos.
Una vez se encontraron en el interior de su alcoba se apartó del ser y le enfrentó - ¿Es que acaso está tan obnubilado como para ignorar que un enemigo a considerar se alberga en esta casa? – ella ignoraba hasta qué punto podría un vampiro identificar el olor de un licántropo pero era la única carta que atinó a utilizar. Aprovechando la posición en la que se encontraba retrocedió despacio, y sin dejar de mirarle, hasta topar con su peinador. Su mano se agitó nerviosamente tras su espalda hasta dar con unas tijeras. Rogaba en silencio porque él no percibiera el movimiento y porque el arma improvisada no le resultara, la final de cuentas, irrisoria.
Su temperamento afloró, abriéndose paso por la muralla de temor que el intruso había conseguido levantar en su interior. Ahora este se mezclaba con una creciente ira. Su parte lógica le obligaba a pensar bien las cosas, le aconsejaba que en este caso (como en otros a los que se había enfrentado) tenía que recurrir a la astucia y no dejarse dominar por los sentimientos. Pero era difícil poner freno a la tormenta desatada. – No será el temor que inspira el que me impulse a obedecerle así como no será su voluntad la que dicte los términos bajo los cuales he de recordarle – no bien terminó de manifestarse cuando se dio cuenta de lo que aquello significaba. El ser esperaba que le recordara, y sin importar como pretendía que ocurriese, eso indicaba que le dejaría con vida, que su intención no era dar por terminada su existencia sobre la tierra. Se aferró a ese pensamiento para darse ánimos a sí misma, un punto optimista ante la oscura situación. Donde había vida había opciones… y perduraría la venganza.
Pero las palabras inquietantes del vampiro también le llevaron hasta otra conclusión: él deseaba que ella se resistiese. Y he aquí el dilema. Podría aparentar sumisión solo por la esperanza de aquello lo desalentara, pero ¿y si a la par de impulsarlo a buscar una víctima más interesante lo impelía a cuestionarse la decisión de dejarla con vida? Era demasiado arriesgado y quiso convencerse de que era esa la razón por la cual no tomaría ese camino cuando, en realidad, se debía a que se negaba a entregarse con docilidad. Se veía como la guerrera en la que quería convertirla su madre antes de fallecer. Pelearía aunque solo pudiese hacerlo con sus palabras y a pesar de que con ello solo consiguiera alentar al demonio. Se negaba a verse como una pobre víctima. El que él la obligara a caminar hasta sus aposentos, repasando su cuerpo por el camino como nadie antes había osado hacerlo, le ayudó a fortalecer su decisión. Su piel se estremecía de repulsión, sus ojos vacilaban entre el miedo y la furia con cada nuevo toque – ¿Qué le hace pensar que nadie acudirá cuando mis gritos alteren la quietud? – le amenazó sabiendo de antemano lo pueril que sonaba - ¿Arriesgará su inmortal existencia solo por satisfacer tan bajo y patético deseo? – una idea se encendió en su mente al caminar por el corredor y pasar frente a la puerta de uno de sus hermanos.
Una vez se encontraron en el interior de su alcoba se apartó del ser y le enfrentó - ¿Es que acaso está tan obnubilado como para ignorar que un enemigo a considerar se alberga en esta casa? – ella ignoraba hasta qué punto podría un vampiro identificar el olor de un licántropo pero era la única carta que atinó a utilizar. Aprovechando la posición en la que se encontraba retrocedió despacio, y sin dejar de mirarle, hasta topar con su peinador. Su mano se agitó nerviosamente tras su espalda hasta dar con unas tijeras. Rogaba en silencio porque él no percibiera el movimiento y porque el arma improvisada no le resultara, la final de cuentas, irrisoria.
Jocelyne Molay- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 14/01/2015
Re: Noapte bizar: Cavalerul de sepunere [Privado]
“Si hay palabras y agravios como colmillos, cuyas profundas heridas nunca cicatrizan ultrajes cortantes e insultos de dentado y venenoso filo, hay también goces de consuelo demasiado dulces para el oído receloso, y cuyo eco perdura en nuestra memoria: detalles que son como caricias...”[1]
A la sombra de un hombre siempre hay una mujer que huye, pero ahora aquella imagen permanece, haciendo lucha la humana para que sea esa sombra la que se marche, de modo que es acto contrario, ejecuta el reflejo de un bailoteo en el propio eje, sin embargo es llamado el deseo de cicatrices en cuanto a la defensiva se muestra la damisela, peor error cometido ya que se alza más el ansia por desnudarle y vestirle en su propia debilidad, recalcarle que ni su voz, ni su mirada y sobre todo su mente pudieron mantener la altivez de su decisión.
Tal que, envolviendola con sentires del bajo enjuicio ajeno, ira, coraje son el aliento que los separa, porque el inmortal solo atracción a la captura saborea, placer por los hechos cometidos le seducen y la sed controlada por la osadía de complacer su templo a petición de declarar que no todo es orgullo o capricho define en las caricias e insinuaciones provocadas por el querer controlarle.― No hable de pensar ante un especialista en su materia, en lo que usted va yo ya fuí, si grita es porque así lo quise pero recuerde que aun sabiendo las consecuencias se corren los riesgos, ahora, ¿Que supone que sucederá después de pedir ayuda al entonar sus gritos? ― Percibió la amenaza en sus palabras más fue un gesto de blandura en cuanto al carácter que imponía la mujer.
Y efectivamente, lo que se vislumbro en el pensamiento ajeno era el sendero que le hizo ser la elegida; adentrarse a la cueva del lobo, jugar entre sombras y hallarse en una escaramuza donde el placer era gemelo de la contingencia. ¡Ah!, esas ganas de llevarle a su propia trampa.―No agravié mis gustos, porque es ofenderse a sí misma y si es el caso, deje de ser patética― Continuaba mirándole con recio, decidido a destruir el muro que forjaba y avanza hacia la distancia que interponía, transmitiendo esa maldita seguridad de lo que quería, aceptando las consecuencias como un manjar más.
―¡MMM! Estoy añorando un aullido, uno que sirva de afrodisíaco, sea de quien sea― refiriéndose al perro y al gemido o grito de ella― Estoy cargado, y no dudare en disparar contra usted, me ofreció una adrenalina de ser atrapado en lo que encamo― Se aflojo la corbata de su cuello, engendrando con las precisión las pisadas, guardando el arma a la vista, esa que mantiene cautiva entre sus manos y la espalda, ¿Será que el miedo ya le está acariciando? Y no darse cuenta que el espejo reflejó su movimiento y se lo evidenció al inmortal, causa por la que al llegar frente a ella, va directo a alzar sus piernas y adentrarse en medio de estas, dejando que el tocador fuese un inmueble para poder posarle.
Iris del desdén, así es su naturaleza que podría rabiar pero de otra manera pervertida, destacando que no va en contra de la voluntad, todo es aceptable porque el templo posesionado le dice que le tome. ― Sigo esperando a ser cazado…―¿Por que el perro no salía de su jauría? Si en cuanto puso un pie frente a la puerta debió atacar, sabiendo a la perfección que entre bestias se reconocen y eso no cabe en duda.
Y en lo que esperaba la jugada,―ya sea el encuentro contra ese enemigo, o el filo de unas tijeras inofensivas― tomó entre su mano el mentón de la femenina, delineando la comisura de sus labios, provocando aún más con una herida sobre su labio inferior al ser mordido y adiestrar a la hombría donde pronto estaría, como una vela que marmita en atrayentes bailoteos, vaivenes lucientes hasta consumir la cera que fue especialmente empleada para ella, así se iluminaba este suceso.
1. ↑Charlotte Brontë...
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