AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
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Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
Una vez más había caído en la trampa y se juró que por más que vaya a vivir bajo un puente en este lugar no me quedaría más. La regente la había engañado haciéndose la mujer preocupada que se comprometía emocionalmente con Sweet, que empatizaba pero nada de eso había sido cierto y una vez mas había dejado pasar a su habitación al hijo de puta que había osado maltratarla y someterla a sus actos de violencia que habían dejado una vez más serios moratones en su cuerpo.
Estaba cansada llorando sobre la cama desarmada. No tenía problemas con las violaciones o con los golpes leves, pero si con el tipo de maltrato extremo contra su persona, contra su voluntad.
Gritó contra las almohadas hasta que no quedaron mas lagrimas por llorar, aun era de noche más tirando a la madrugada cuando se decidió . Tomó un bolso de los grandes y guardó en él todas sus pertenencias, ya había hablado con la regente sobre esto y no tenía ganas de perder más tiempo en explicarle una vez más la situación, directamente se iba de allí. Salíó por la puerta de atrás con una pequeña capa y un vestido diurno que tenia de cuando había llegado al lugar por la tardecita. Caminando cuando el viento comenzaba a golpear con más fuerza indicio del otoño que ya estaba entre nosotros. Observó las calles vacías salvo por algún que otro perro o vagabundo de la zona durmiendo. Casi arrastraba el bolso al llegar a la plazoleta donde se apostó en uno de los bancos decidida a dormir allí hasta el horario en el que podía volver al departamento que compartía con su amiga en el centro. Ella había salido como todos los sábados temprano y había concretado dos citas con clientes, era prostituta también. El viento trajo una pequeña tarjeta a escasos metros de sus pies como respuesta a sus plegarias internas.
IL PECCATO NOSTRO
Club Nocturno
"Donde el placer y el pecado son lo mismo"
Esto rezaba la invitación, abierta pero totalmente concreta y estaba segura que se trataba de un lugar donde el sexo era bien pago. Tenía mucho tiempo libre así que decidíó invertirlo al menos en conocer el lugar ya que de nada le servía mantenerse en la plazoleta llorando por lo sucedido, los días corrían y debia pagar el alquiler. Así que con una toalla y algo de maquillaje se arregló un poco, al menos para pasar desapercibido el llanto anterior y se encaminó al lugar ya mucho mejor predispuesta y con ánimos de hallar por esos lugares la salvación.
A la media hora estaba frente a la dirección mencionada en la tarjeta, alguna velas iluminaban el lugar, todo en luces tenues. Respiró profundo y armándose de valor y prestancia cruzó las puertas custodiadas con aires nuevos y determinación en la cara.
Dentro estaba concurrido, tanto que no podía apreciar más que las paredes y alguna que otra parte del mobiliario. Por ser un lugar nuevo realmente llevaba gente, además de ser una estancia mucho más grande de lo que había pensado que era por fuera, me quedó posiblemente una hora o minutos, tal vez segundos eternos tratando de asimilar con los ojos la amplitud y lo variopinto de la gente de allí. Algunos reparaban posiblemente en el inapropiado atuendo que tenía para ser de noche, o bien que estaba haciendo vestida. Tenía que hablar con quien fuera que llevara adelante ese lugar y pedir que me tomaran en cuenta al menos de ayudante del lugar, limpieza, cualquier cosa estaba bien. Se acercó a la barra porque sabía que allí iba a obtener alguna respuesta fidedigna.
-Discúlpeme ¿podría indicarme donde encuentro a la autoridad? - preguntó al cantinero con mirada de niña perdida. No era algo forzado, toda la vida había tenido actitudes aniñadas, y a eso se sumaba mi sutil voz, suave y algo angelical. Era extraño viniendo de una prostituta pero nunca buscó ser lo que era.
El cantinero observó a los lados buscando a quien impartía las ordenes hasta que lo localizó con la vista y le pidió acercarse con la mano - Allí viene, Lucciano Vecchio es su nombre - dijo y volvió a sus tareas sin darle más importancia.
-Merci beaucoup - agradeció mientras observaba la tranquilidad y decisión que imponía Lucciano en el lugar, algunas mujeres se giraban para verlo, era el centro de atención y realmente entendía porqué, ya que era un hombre realmente apetecible con ropa, ni imaginarlo sin ella. Sonrió un poco cuando se acercó, tenía los ojos puestos en ella, de seguro estaría midiéndola o intentando saber porque una mujer entró a su local vestida como para dar un paseo por el centro. Sweet tragó saliva y esperó.
Última edición por Sweet Von Teese el Lun Oct 19, 2015 4:27 pm, editado 3 veces
Sweet Von Teese- Prostituta Clase Baja
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
Muy poco habitual a lo que eran aquellas calles en la hora nocturna, estas parecían haber olvidado la oscuridad de la noche y el dormir de la noche.
Detenida junto a aquella enorme puerta de faroles lustrosos y coloridos en tonos rojizos, una carroza tras otra traía a los clientes que pronto se unían a la música nocturna y a las buenas compañías, algunas de las chicas llegaban tras ser aceptada para instalarse en lo que sería su nuevo hogar y lugar de trabajo, pasando de largo por la sala, otras continuaba con su trabajo.
Lucciano se había asegurado de que aquel club privado sería discreto pero no le faltaría opulencia, siempre había valorado la belleza por encima de todo y entrar en aquel lugar aun sin estrenar era como entrar en un bello paraíso que decoraba sus habitaciones temáticas con hermosos paisajes que eran capaces de transportarte a lugares nunca visitados pero que en la mente del vampiro había existido en otros tiempos.
Aquel día descansaba, se internaba en su propio negocio para ver en primera persona como trabajaban los suyos y de paso se divertía un poco.
La mayoría de sus chicas parecían más distraídas en su presencia que en su propio trabajo, al parecer les imponía, les hacía sentir como estar en una prueba.
Nuevas presencia, nuevo olor... Nueva chica que buscaba un hueco entre los suyos. Una belleza dulce, rubia y con aspecto de inocencia, ¿qué le depararía?
Aquellos ojos claros se alzaron: uno azul y otro verde (obviamente robado).
No hizo falta explicación ni conversación aparente, su mente vago hacia la de aquella, una breve conversación: la persona encargada de la barra hablaba de una chica nueva que buscaba trabajo y esperaba un encuentro.
Lucciano sonrió, la noche parecía aburrida pero tenía pinta de animarse.
Detenida junto a aquella enorme puerta de faroles lustrosos y coloridos en tonos rojizos, una carroza tras otra traía a los clientes que pronto se unían a la música nocturna y a las buenas compañías, algunas de las chicas llegaban tras ser aceptada para instalarse en lo que sería su nuevo hogar y lugar de trabajo, pasando de largo por la sala, otras continuaba con su trabajo.
Lucciano se había asegurado de que aquel club privado sería discreto pero no le faltaría opulencia, siempre había valorado la belleza por encima de todo y entrar en aquel lugar aun sin estrenar era como entrar en un bello paraíso que decoraba sus habitaciones temáticas con hermosos paisajes que eran capaces de transportarte a lugares nunca visitados pero que en la mente del vampiro había existido en otros tiempos.
Aquel día descansaba, se internaba en su propio negocio para ver en primera persona como trabajaban los suyos y de paso se divertía un poco.
La mayoría de sus chicas parecían más distraídas en su presencia que en su propio trabajo, al parecer les imponía, les hacía sentir como estar en una prueba.
Nuevas presencia, nuevo olor... Nueva chica que buscaba un hueco entre los suyos. Una belleza dulce, rubia y con aspecto de inocencia, ¿qué le depararía?
Aquellos ojos claros se alzaron: uno azul y otro verde (obviamente robado).
No hizo falta explicación ni conversación aparente, su mente vago hacia la de aquella, una breve conversación: la persona encargada de la barra hablaba de una chica nueva que buscaba trabajo y esperaba un encuentro.
Lucciano sonrió, la noche parecía aburrida pero tenía pinta de animarse.
Lucciano Vecchio- Vampiro Clase Alta
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
Lucciano provocaba que ella se quedara sin palabras. Tuvo que recordar cómo era respirar para hacerlo manualmente ya que su cuerpo se había tensado lo suficiente al verlo llegar allí a la barra del local. Observó de reojo a los demás en el lugar y todo parecía indicar que ejercía el mismo poder sobre las demás mujeres del lugar. Era una atracción poderosa que fuera de ser solo sexual era la que puede tener un hombre que sabe llevar el trabajo y sabe cómo hacer que las cosas que piden se cumplan. Esa había sido la primera impresión que Sweet tenía de este hombre.
A pesar de lo tenues de las luces era notoria su mirada, algo extraño tenia aunque aun no llegaba a identificar que era aquello. Acopió aire para presentarse como era debido, aun tenía el bolso con ella, no tenia donde dejarlo a salvaguarda por lo que lo dejó caer en el piso antes de ofrecerle su mano para saludarlo debidamente. La extendió hacia el hombre - Buenas noches Monsieur, el cantinero me ha dicho que usted lleva este lugar. Mi nombre es Sweet y quería pedirle se me tenga en cuenta para algún puesto que usted considere dentro de este lugar... - terminó cuadrando los hombros. Su actitud era siempre de timidez. No solía hacer este tipo de pedidos, por lo que no le era habitual el presentarse. Dudó de haberlo hecho bien. Aguardó la mirada del hombre desaprobatoria. ¿Era digna de tal lugar?
En el ambiente notaba una sobrecarga de energías extrañas, posiblemente solo era ella, pero los que aquí se juntaban no eran como los parisinos que recibían en el burdel donde ella trabajaba. Apenas entró buscó caras familiares pero no las encontró, de seguro era por la exclusividad del lugar. Los guardias de las puertas de seguro no dejarían entrar al matón que le solía pegar. No a ese tipo de hombres, las mujeres que estaban sin clientes no tenían cara de estar mal pagas tampoco, ni tristeza reflejada en sus rostros ni golpes visibles, y eso que andaban con pocas ropas.
Tragó saliva una vez más en la espera y fuera de la vista de Lucciano cruzó los dedos, por una respuesta positiva y por un cambio de vida
A pesar de lo tenues de las luces era notoria su mirada, algo extraño tenia aunque aun no llegaba a identificar que era aquello. Acopió aire para presentarse como era debido, aun tenía el bolso con ella, no tenia donde dejarlo a salvaguarda por lo que lo dejó caer en el piso antes de ofrecerle su mano para saludarlo debidamente. La extendió hacia el hombre - Buenas noches Monsieur, el cantinero me ha dicho que usted lleva este lugar. Mi nombre es Sweet y quería pedirle se me tenga en cuenta para algún puesto que usted considere dentro de este lugar... - terminó cuadrando los hombros. Su actitud era siempre de timidez. No solía hacer este tipo de pedidos, por lo que no le era habitual el presentarse. Dudó de haberlo hecho bien. Aguardó la mirada del hombre desaprobatoria. ¿Era digna de tal lugar?
En el ambiente notaba una sobrecarga de energías extrañas, posiblemente solo era ella, pero los que aquí se juntaban no eran como los parisinos que recibían en el burdel donde ella trabajaba. Apenas entró buscó caras familiares pero no las encontró, de seguro era por la exclusividad del lugar. Los guardias de las puertas de seguro no dejarían entrar al matón que le solía pegar. No a ese tipo de hombres, las mujeres que estaban sin clientes no tenían cara de estar mal pagas tampoco, ni tristeza reflejada en sus rostros ni golpes visibles, y eso que andaban con pocas ropas.
Tragó saliva una vez más en la espera y fuera de la vista de Lucciano cruzó los dedos, por una respuesta positiva y por un cambio de vida
Última edición por Sweet Von Teese el Lun Abr 20, 2015 9:25 am, editado 1 vez
Sweet Von Teese- Prostituta Clase Baja
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
Pronto y con un mero gesto había despedido a sus acompañantes, ni le había ofrecido asiento a aquella pequeña cosita bonita y rubia que le hablaba.
La mirada de colores dispares, la examinaba de arriba abajo, sin tapujos, la desnudaba casi por completo de un modo intimidatorio.
-Mademoiselle Sweet. Me habían avisado de su presencia, al parecer interesada en formar parte de "nuestra" pequeña familia. Pero ... ¿Qué la hace diferente de mis chicas? ¿Qué es capaz de hacer? -Su voz era suave, acariciadora y a la vez excitante en el aire que la transportaba. Lucciano no podía decirte que tenía un físico de envidiar, a pesar de que le faltaba cierto atractivo, pero su voz... Su voz era su rasgo más distinto, tanto ahora como antes cuando era un simple mortal. Su timbre de voz tenía un algo que lo hacía apetecible.
Un gesto de la mano simple, impidiendo que ella pudiese contestar.
-Acompáñeme, esta conversación es mejor tenerla en privado. -Y tras levantarse, ademán de que le siguiese al despacho de la última planta.
La mirada de colores dispares, la examinaba de arriba abajo, sin tapujos, la desnudaba casi por completo de un modo intimidatorio.
-Mademoiselle Sweet. Me habían avisado de su presencia, al parecer interesada en formar parte de "nuestra" pequeña familia. Pero ... ¿Qué la hace diferente de mis chicas? ¿Qué es capaz de hacer? -Su voz era suave, acariciadora y a la vez excitante en el aire que la transportaba. Lucciano no podía decirte que tenía un físico de envidiar, a pesar de que le faltaba cierto atractivo, pero su voz... Su voz era su rasgo más distinto, tanto ahora como antes cuando era un simple mortal. Su timbre de voz tenía un algo que lo hacía apetecible.
Un gesto de la mano simple, impidiendo que ella pudiese contestar.
-Acompáñeme, esta conversación es mejor tenerla en privado. -Y tras levantarse, ademán de que le siguiese al despacho de la última planta.
Lucciano Vecchio- Vampiro Clase Alta
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
Sweet estaba por responder. Era algo complicado describirse a sí misma, había cosas que sabia decir en su interior y con conocidos, o frente a una persona desnuda que pedía sus servicios, pero muy distinto era hacerlo frente a su posible empleador, frente a un grupo inmenso de personas que se congregaban allí. No era de las cosas más sencillas pero tenía que hacerlo, a pesar que por fuera vestía como una mujer de casa adentro.
Por suerte Luciano notó esto y le pidió pasar a otro lugar más reservado para charlar y discutir sus condiciones. Transitaron por pasillos finamente decorados, los tonos suaves y cálidos de las paredes, puertas a vos lados y la decoración majestuosa.
¿Era para ella este lugar? Lo pensó y meditó a medida que avanzaban hasta llegar a una de las puertas, donde él se inmiscuyó y prendiendo la luz la invitó a pasar. Era una oficina acogedora, con un escritorio y sus respectivas sillas, a los costados de este unos mullidos sillones que invitaban a sentarse. Sweet dejó en la puerta el gran bolso que llevaba y se dejó caer en un sillón simple que había allí juntando sus manos al frente para calmar sus movimientos. Era intimidante, su mirada tenía algo de peligrosa, pero a la vez parecía sincera. El la observó esperando su respuesta, ella suspiró - Bien... He estado trabajando en el burdel pasando la plaza unas 7 o 6 cuadras Monsieur. Tengo experiencia en lo que se refiere a cómo atender hombres y también mujeres. A pesar de mi edad, me desarrollé de pequeña así que hago esto esporádicamente hace 6 años más o menos y aun hay cosas por aprender también, lo sé - observó brevemente escudriñando su mirada, su voz sonaba aniñada, un poco más de lo normal y se sentía sumisa a su lado. La interrumpió una afirmación de Luciano, su voz era su característica más apetecible pensó y un cosquilleo en su interior apareció por arte de magia al imaginarlo hablándole de manera pervertida y tocándola. Sacudió su cabeza a esas ideas, no era el momento indicado para esos pensamientos pecaminosos con su posible jefe. Pero allí estaban una y otra vez. Se sonrojó y continuó.
- Me fui del burdel porque la Madame no me cuidaba físicamente - con sutileza natural desanudó un poco el vestido revelando sus pechos con marcas latentes de laceraciones propias de mordidas fuertes, se notó avergonzada por ello pero continuó con naturalidad sin anudar el vestido, solo tapándose.
- Estoy buscando seguir con mi trabajo, lo necesitó para vivir y pagar el alquiler, pero no quiero que se me maltrate...no de esta forma brutal al menos - comentó lánguida con una mueca de tristeza. Era algo que la afectaba, el recordar cómo había sido golpeada brutalmente.
Continuó hablando un poco más sobre su vida y sus costumbres y los demás lugares donde había trabajado con el permiso de él, midiendo sus respuestas, tranquilizándose a medida que avanzaba. Mientras él no la miraba observaba sus rasgos, era a su forma muy bello y elegante sobre todo y cuando hablaba su voz hacia que se le erizara la piel.
- Monsieur no visto las ropas adecuadas porque no tenía pensado venir aquí hoy. Pero si desea que le demuestre mis habilidades y mi cuerpo no habría problema, simplemente le pediría pasar al baño para acomodarme un poco y ver si aplico para este lugar. Hay cosas que posiblemente necesite confirmar con la mirada más que con mis palabras...- fue sugerente al ver que había que pasar por cierta prueba de seguro como había pasado en los burdeles anteriores. Se quedó observándolo de parada, dispuesta a responder a lo que él pidiera. Siempre se buscaba demostrar dispuesta cuando el trabajo le interesaba.
Por suerte Luciano notó esto y le pidió pasar a otro lugar más reservado para charlar y discutir sus condiciones. Transitaron por pasillos finamente decorados, los tonos suaves y cálidos de las paredes, puertas a vos lados y la decoración majestuosa.
¿Era para ella este lugar? Lo pensó y meditó a medida que avanzaban hasta llegar a una de las puertas, donde él se inmiscuyó y prendiendo la luz la invitó a pasar. Era una oficina acogedora, con un escritorio y sus respectivas sillas, a los costados de este unos mullidos sillones que invitaban a sentarse. Sweet dejó en la puerta el gran bolso que llevaba y se dejó caer en un sillón simple que había allí juntando sus manos al frente para calmar sus movimientos. Era intimidante, su mirada tenía algo de peligrosa, pero a la vez parecía sincera. El la observó esperando su respuesta, ella suspiró - Bien... He estado trabajando en el burdel pasando la plaza unas 7 o 6 cuadras Monsieur. Tengo experiencia en lo que se refiere a cómo atender hombres y también mujeres. A pesar de mi edad, me desarrollé de pequeña así que hago esto esporádicamente hace 6 años más o menos y aun hay cosas por aprender también, lo sé - observó brevemente escudriñando su mirada, su voz sonaba aniñada, un poco más de lo normal y se sentía sumisa a su lado. La interrumpió una afirmación de Luciano, su voz era su característica más apetecible pensó y un cosquilleo en su interior apareció por arte de magia al imaginarlo hablándole de manera pervertida y tocándola. Sacudió su cabeza a esas ideas, no era el momento indicado para esos pensamientos pecaminosos con su posible jefe. Pero allí estaban una y otra vez. Se sonrojó y continuó.
- Me fui del burdel porque la Madame no me cuidaba físicamente - con sutileza natural desanudó un poco el vestido revelando sus pechos con marcas latentes de laceraciones propias de mordidas fuertes, se notó avergonzada por ello pero continuó con naturalidad sin anudar el vestido, solo tapándose.
- Estoy buscando seguir con mi trabajo, lo necesitó para vivir y pagar el alquiler, pero no quiero que se me maltrate...no de esta forma brutal al menos - comentó lánguida con una mueca de tristeza. Era algo que la afectaba, el recordar cómo había sido golpeada brutalmente.
Continuó hablando un poco más sobre su vida y sus costumbres y los demás lugares donde había trabajado con el permiso de él, midiendo sus respuestas, tranquilizándose a medida que avanzaba. Mientras él no la miraba observaba sus rasgos, era a su forma muy bello y elegante sobre todo y cuando hablaba su voz hacia que se le erizara la piel.
- Monsieur no visto las ropas adecuadas porque no tenía pensado venir aquí hoy. Pero si desea que le demuestre mis habilidades y mi cuerpo no habría problema, simplemente le pediría pasar al baño para acomodarme un poco y ver si aplico para este lugar. Hay cosas que posiblemente necesite confirmar con la mirada más que con mis palabras...- fue sugerente al ver que había que pasar por cierta prueba de seguro como había pasado en los burdeles anteriores. Se quedó observándolo de parada, dispuesta a responder a lo que él pidiera. Siempre se buscaba demostrar dispuesta cuando el trabajo le interesaba.
Sweet Von Teese- Prostituta Clase Baja
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
Lucciano había tomado asiento. Ni una sola palabra salió de entre sus labios, solo un leve ademán con una de sus manos para que ella se acercase un poco más al lugar donde estaba. Luego la dejo hablar.
Tras ver como ella descubría su piel desnuda, ni un gesto que diese señal que de sorpresa, más bien nada que no fuese la neutralidad del vampiro.
Finalmente ella dejo de hablar y él se levanto tomando la decisión de que para que aquello fuese más entretenido dejaría atrás sus juegos mentales para dejarse llevar por la improvisación y la sorpresa. Por así decirlo, prefería que aquella chica crease por ella misma el retrato o imagen que quería darle a él en aquel momento.
Lo único que había contado era su historia, lo que deseaba y luego había finalizado con aquella sugerencia; no era la primera vez que una chica nueva se ofrecía a sus brazos para ganarse el puesto.
Silencio. Incómodo. Tenso.
Acercándose tranquilo, aquellos ojos claros y de colores dispares se paseaban de arriba abajo por la figura de la joven describiéndola para sí. "Belleza" Pensó al sostener por un instante y con aquella suavidad propia de él uno de sus mechones de pelo.
Comenzó pasearse a su alrededor silencioso, aspiró el aroma que ella desprendía, y no solo el aparente, sino el olor de su sangre circulando bajo su piel, bombeado por aquel joven corazón que latía deprisa y enervado.
Lucciano sin darse cuenta paladeo al pensar en su sabor, al fin y al cabo, por naturaleza era un depredador insaciable.
El inmortal se detuvo frente a ella, clavando sus pupilas a las de ella. Tras hacerle ademán que volviese a descubrirse, sus dedos acariciaron cada marca dolorosa de sus pechos dejando tras de sí, un suave consquilleo, y continuando su paseo por el cuello de ella.
Sus dedo sostuvieron un instante la barbilla de ella obligándola a alzar su rostro hacía él y que le mirase directamente a los ojos.
-Bien, entre por esa puerta de ahí y acomódese como desee. Vemos que sabe hacer. -Por fin había hablado, otra vez esa voz que era capaz de cortar el aliento. -Y por favor dirijase a mi como Signore Vecchio o simplemente Vecchio.
Tras ver como ella descubría su piel desnuda, ni un gesto que diese señal que de sorpresa, más bien nada que no fuese la neutralidad del vampiro.
Finalmente ella dejo de hablar y él se levanto tomando la decisión de que para que aquello fuese más entretenido dejaría atrás sus juegos mentales para dejarse llevar por la improvisación y la sorpresa. Por así decirlo, prefería que aquella chica crease por ella misma el retrato o imagen que quería darle a él en aquel momento.
Lo único que había contado era su historia, lo que deseaba y luego había finalizado con aquella sugerencia; no era la primera vez que una chica nueva se ofrecía a sus brazos para ganarse el puesto.
Silencio. Incómodo. Tenso.
Acercándose tranquilo, aquellos ojos claros y de colores dispares se paseaban de arriba abajo por la figura de la joven describiéndola para sí. "Belleza" Pensó al sostener por un instante y con aquella suavidad propia de él uno de sus mechones de pelo.
Comenzó pasearse a su alrededor silencioso, aspiró el aroma que ella desprendía, y no solo el aparente, sino el olor de su sangre circulando bajo su piel, bombeado por aquel joven corazón que latía deprisa y enervado.
Lucciano sin darse cuenta paladeo al pensar en su sabor, al fin y al cabo, por naturaleza era un depredador insaciable.
El inmortal se detuvo frente a ella, clavando sus pupilas a las de ella. Tras hacerle ademán que volviese a descubrirse, sus dedos acariciaron cada marca dolorosa de sus pechos dejando tras de sí, un suave consquilleo, y continuando su paseo por el cuello de ella.
Sus dedo sostuvieron un instante la barbilla de ella obligándola a alzar su rostro hacía él y que le mirase directamente a los ojos.
-Bien, entre por esa puerta de ahí y acomódese como desee. Vemos que sabe hacer. -Por fin había hablado, otra vez esa voz que era capaz de cortar el aliento. -Y por favor dirijase a mi como Signore Vecchio o simplemente Vecchio.
Lucciano Vecchio- Vampiro Clase Alta
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
- Si Signore... Vecchio - afirmó midiendo las palabras. Ella no solía emplear esos términos muy lejanos a su francés melodioso y no quería que en sus labios sonara a un insulto. Era precavida de ello y sus ojos pasaron de observar las manos del hombre a clavarse en su mirada, profunda y penetrante, extraña y poco certera.
Pidió permiso con su mirada, las palabras no salían de su boca y sus piernas dispuestas parecían haberse ablandado bajo el peso de las palabras del hombre que una vez mas volvía a sonar como un canto de sirenas en sus oídos. Él coordinaba en sus actos. Ella no sabia si podía acercarse hasta la puerta que él había mencionado. Pero lo consiguió padeciendo un cierto cosquilleo interno, buscó en el sillón su bolso y partió con seguridad en sus pasos hacia el baño del lugar. Dentro había un mueble ornamentado que servia como lavabo y para embellecerse también. Rebuscó entre sus cosas, calzó unas medias con ligas que la favorecían, todas en color piel con moños rosas, ropa interior de finas sedas transparentes al igual que el soutien que ocultaba los moretones que se habían marcado en su piel como tatuajes.
Abrió la puerta y encontró la habitación como la había dejado antes. Bajo la atenta mirada del hombre de mirada extraña y voz gutural avanzó hasta situarse a su lado, midió su mirada sin conseguir distinguir ningún atisbo de nada. Respiró y sacó pecho demostrándose segura, como si la situación fuera parte de la prueba y su silencio solo una invitación a mostrarse mas. Se giró sobre si misma conservando el tiempo necesario para ser examinada y al volver a estar frente a él se animó una vez mas a preguntar.
- Y bien Signore Vecchio... usted manda - buscó una sonrisa amena, su voz seguía siendo aniñada. Y por una vez le gustó como salio de su boca la palabra extranjera. Se felicitó por haberla practicado unos instantes antes de salir por la puerta. Sonaba tan aterciopelada como se la había imaginado.
Controlate Sweet, se repetía una y otra vez. Mantén la compostura, rezaba para sus adentros.
Solo pensaba en abalanzarse sobre el hombre y demostrarle todos los conocimientos sobre el arte del amor que conocía hasta ahora, pero no sería propio de no ser con la autorización del mismo. Se sentía poderosamente atraída, hipnotizada, poseída por un desenfreno poco propio. Entendía porque un hombre como él podía manejar un burdel así. Y si terminaba trabajando para él... ¿sería así siempre o se acostumbraría a ese poder que él tenia?
Pidió permiso con su mirada, las palabras no salían de su boca y sus piernas dispuestas parecían haberse ablandado bajo el peso de las palabras del hombre que una vez mas volvía a sonar como un canto de sirenas en sus oídos. Él coordinaba en sus actos. Ella no sabia si podía acercarse hasta la puerta que él había mencionado. Pero lo consiguió padeciendo un cierto cosquilleo interno, buscó en el sillón su bolso y partió con seguridad en sus pasos hacia el baño del lugar. Dentro había un mueble ornamentado que servia como lavabo y para embellecerse también. Rebuscó entre sus cosas, calzó unas medias con ligas que la favorecían, todas en color piel con moños rosas, ropa interior de finas sedas transparentes al igual que el soutien que ocultaba los moretones que se habían marcado en su piel como tatuajes.
Abrió la puerta y encontró la habitación como la había dejado antes. Bajo la atenta mirada del hombre de mirada extraña y voz gutural avanzó hasta situarse a su lado, midió su mirada sin conseguir distinguir ningún atisbo de nada. Respiró y sacó pecho demostrándose segura, como si la situación fuera parte de la prueba y su silencio solo una invitación a mostrarse mas. Se giró sobre si misma conservando el tiempo necesario para ser examinada y al volver a estar frente a él se animó una vez mas a preguntar.
- Y bien Signore Vecchio... usted manda - buscó una sonrisa amena, su voz seguía siendo aniñada. Y por una vez le gustó como salio de su boca la palabra extranjera. Se felicitó por haberla practicado unos instantes antes de salir por la puerta. Sonaba tan aterciopelada como se la había imaginado.
Controlate Sweet, se repetía una y otra vez. Mantén la compostura, rezaba para sus adentros.
Solo pensaba en abalanzarse sobre el hombre y demostrarle todos los conocimientos sobre el arte del amor que conocía hasta ahora, pero no sería propio de no ser con la autorización del mismo. Se sentía poderosamente atraída, hipnotizada, poseída por un desenfreno poco propio. Entendía porque un hombre como él podía manejar un burdel así. Y si terminaba trabajando para él... ¿sería así siempre o se acostumbraría a ese poder que él tenia?
Sweet Von Teese- Prostituta Clase Baja
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
En aquel momento parecía haber más silencios que palabras que volasen en el aire. Lucciano había dejado su chaqueta sobre el diván con aire distraído y los primeros botones de su camisa bailaron deshaciendo su atadura.
Unos pasos, el olor de su sangre en el aire, el palpitar de su mortal corazón y la piel al descubierto. Hacía siglos, desde que lo encerraron en aquella tumba sin nombre que no había probado bocado como tal, que no había tocado a una mujer bella y había gozado de ella, y aquella era una ocasión que no iba a desperdiciar. Él siempre lo había tenido muy claro: si lo que quería lo tomaba, fuese o no a la fuerza. Los limites siempre se lo pondría él mismo.
Se había parado frente a ella y mientras se tocaba la barbilla con aire examinado, sus ojos no se dejaron ni un rincón del cuerpo de la muchacha. Sus dedos cayeron sobre el hombro de ella y su brazo; y tras hacer esto con aire pensativo, sus labios se curvaron.
-Tienes la piel muy suave. -Le susurro muy suave cerca de su oído, en cuanto por un momento decidió tomarla por la cintura y apretarla contra él. Mientras pronunciaba sus palabras, sus labios levemente se había deslizado por su cuello y posado un beso en su hombro. La soltó y alejándose sus pasos volvieron al diván donde se sentó. -Acércate y siéntate sobre mí dándome la espalda. Tu respiración se estremece. Sin temor, creo que disfrutarás más tú que yo...
Unos pasos, el olor de su sangre en el aire, el palpitar de su mortal corazón y la piel al descubierto. Hacía siglos, desde que lo encerraron en aquella tumba sin nombre que no había probado bocado como tal, que no había tocado a una mujer bella y había gozado de ella, y aquella era una ocasión que no iba a desperdiciar. Él siempre lo había tenido muy claro: si lo que quería lo tomaba, fuese o no a la fuerza. Los limites siempre se lo pondría él mismo.
Se había parado frente a ella y mientras se tocaba la barbilla con aire examinado, sus ojos no se dejaron ni un rincón del cuerpo de la muchacha. Sus dedos cayeron sobre el hombro de ella y su brazo; y tras hacer esto con aire pensativo, sus labios se curvaron.
-Tienes la piel muy suave. -Le susurro muy suave cerca de su oído, en cuanto por un momento decidió tomarla por la cintura y apretarla contra él. Mientras pronunciaba sus palabras, sus labios levemente se había deslizado por su cuello y posado un beso en su hombro. La soltó y alejándose sus pasos volvieron al diván donde se sentó. -Acércate y siéntate sobre mí dándome la espalda. Tu respiración se estremece. Sin temor, creo que disfrutarás más tú que yo...
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
El abrazo no lo había esperado, de pronto se encontraba en un golpe contra el duro torso de Lucciano y esa proximidad la sorprendió. Trago aire por la boca sin querer y cuando besó su cuello lo soltó relajándose en el acto y sintiéndose caer sobre un colchón de plumas.
- Signore...- y su voz murió en el acto, no podía hablar mas. Y así fue hasta que tuvo que tomar fuerzas de nuevo porque el soltaba su agarre. Sus caricias eran un deleite, y fue difícil volver a pisar el suelo con la suficiencia que debía pero lo consiguió. Distraidamente se movió por el lugar como buscando opciones, midiendo las posibilidades hasta terminar en el diván y pidiendo que se acercara. Su voz la tranquilizaba un poco mas. Con sus ropas mínimas estaba generalmente en confianza pero el hecho que podía ser su futuro empleador le daba una condición extra al asunto. Marcó con seguridad en el paso el espacio entre ambos, le dio la espalda posicionándose entre medio de sus piernas y se sentó sobre ellas, no sin antes mover con sutileza su trasero expuesto frente al hombre y luego se sentó con la mirada baja y buscó su mirada tras ella, el tiempo le había dejado acomodarse bien y sentir sus muslos fuertes que le servían de asiento pero no llegó a sentir el calor de su entrepierna. Tenia ganas de llegar allí, pero si no le daba permiso esperaría un poco mas a hacerlo. Quizá el solo quería verla moverse y si bien quería hacerlo no iba a propasarse con este hombre.
Su tacto era dulce, su voz era miel y sus labios en el cuello habían dejado volar su imaginación mas allá. Ademas era un poco rudo por su manera de tomarla hace unos instantes. Si sobrevivía a esta noche sabía con que iba a soñar en las siguientes...
- Signore...- y su voz murió en el acto, no podía hablar mas. Y así fue hasta que tuvo que tomar fuerzas de nuevo porque el soltaba su agarre. Sus caricias eran un deleite, y fue difícil volver a pisar el suelo con la suficiencia que debía pero lo consiguió. Distraidamente se movió por el lugar como buscando opciones, midiendo las posibilidades hasta terminar en el diván y pidiendo que se acercara. Su voz la tranquilizaba un poco mas. Con sus ropas mínimas estaba generalmente en confianza pero el hecho que podía ser su futuro empleador le daba una condición extra al asunto. Marcó con seguridad en el paso el espacio entre ambos, le dio la espalda posicionándose entre medio de sus piernas y se sentó sobre ellas, no sin antes mover con sutileza su trasero expuesto frente al hombre y luego se sentó con la mirada baja y buscó su mirada tras ella, el tiempo le había dejado acomodarse bien y sentir sus muslos fuertes que le servían de asiento pero no llegó a sentir el calor de su entrepierna. Tenia ganas de llegar allí, pero si no le daba permiso esperaría un poco mas a hacerlo. Quizá el solo quería verla moverse y si bien quería hacerlo no iba a propasarse con este hombre.
Su tacto era dulce, su voz era miel y sus labios en el cuello habían dejado volar su imaginación mas allá. Ademas era un poco rudo por su manera de tomarla hace unos instantes. Si sobrevivía a esta noche sabía con que iba a soñar en las siguientes...
Sweet Von Teese- Prostituta Clase Baja
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
No hubo más palabras, tampoco fueron necesarias. Él la tenía justo en el punto que deseaba. A su merced.
Ella ante su orden buscaba provocarle, él en cambio se mantenía aparentemente impasible simplemente observando con aquellos ojos de colores dispares y gesto relajado.
Sentada sobre él, su mano templada se paseo por la espalda de la joven, dejando tras de sí un leve y agradable cosquilleo. Se tomaba su tiempo con deleite, mientras dibujaba sobre su piel formas indefinidas y algún que otro beso se posó en su hombro y cuello.
Para ser sinceros toda aquella ropa le sobraba desde el principio. Que mejor adorno que la piel desnuda de una mujer joven y bella como aquella. Sin miramientos desató enredados nudos y descubrió sus pechos y cicatrices ajenas que siguieron el mismo recorrido de caricias.
Posando su mano en su vientre y obligando a apoyas su espalda en su tordo como el fuese su asiento, dedos juguetones se deslizaron por el interior de su ropa hasta llegar a su sexo.
-Tranquila. No hagas nada ni temas nada... - Susurraron su labios cercanos a su rostro.
Acaricias que se dejaban llevar expertas por la humedad y excitación placentera del cuerpo femenino. Podía sentir como su corazón humano latían alterado bajo aquella suave piel y como su cuerpo ante aquella calma se retorcía sobre el deseoso de más, pero para nada era su intención, más el objeto principal era el nirvana para aquella joven y para el su dulce sabor.
Los ojos del vampiro sin detener su tarea, excitados en escarlata fijaron su objeto y afilados colmillos atravesaron la blanda piel creando una explosión en su garganta al sentir el férreo de la sangre en su lengua. Una mezcla de dolor y placer.
Ella ante su orden buscaba provocarle, él en cambio se mantenía aparentemente impasible simplemente observando con aquellos ojos de colores dispares y gesto relajado.
Sentada sobre él, su mano templada se paseo por la espalda de la joven, dejando tras de sí un leve y agradable cosquilleo. Se tomaba su tiempo con deleite, mientras dibujaba sobre su piel formas indefinidas y algún que otro beso se posó en su hombro y cuello.
Para ser sinceros toda aquella ropa le sobraba desde el principio. Que mejor adorno que la piel desnuda de una mujer joven y bella como aquella. Sin miramientos desató enredados nudos y descubrió sus pechos y cicatrices ajenas que siguieron el mismo recorrido de caricias.
Posando su mano en su vientre y obligando a apoyas su espalda en su tordo como el fuese su asiento, dedos juguetones se deslizaron por el interior de su ropa hasta llegar a su sexo.
-Tranquila. No hagas nada ni temas nada... - Susurraron su labios cercanos a su rostro.
Acaricias que se dejaban llevar expertas por la humedad y excitación placentera del cuerpo femenino. Podía sentir como su corazón humano latían alterado bajo aquella suave piel y como su cuerpo ante aquella calma se retorcía sobre el deseoso de más, pero para nada era su intención, más el objeto principal era el nirvana para aquella joven y para el su dulce sabor.
Los ojos del vampiro sin detener su tarea, excitados en escarlata fijaron su objeto y afilados colmillos atravesaron la blanda piel creando una explosión en su garganta al sentir el férreo de la sangre en su lengua. Una mezcla de dolor y placer.
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
Se recostó con movimientos sutiles sobre el cuerpo del hombre sintiéndose más tranquila con sus palabras, estaban solos por primera vez y eso era lo que más le pesaba al momento de notar la intimidad de la instancia. En el burdel esto no había sido necesario por el hecho que era un lugar barato, donde cualquiera que contara con las condiciones mínimas iba a poder entrar.
Aparte Lucciano era un hombre que se notaba con mucha seguridad, tranquilidad y temple para estas cosas. Esa era una de las virtudes que Sweet quería conquistar algún día, estar más allá de las acciones y simplemente ser un alma que vuela lejos de los problemas y aflicciones del resto, estar físicamente más no invlucrarse sentimentalmente con todo lo que pasaba a su alrededor.
Sus caricias avanzaban calmas pero con avidez cruzando los límites de su ropa interior, desatando los cruces del corset que la sostenía e incluso abrazando sus pechos. Estaba extasiada, quería sentir ese cosquilleo, no le importaba quien se lo impartía, quería más y se frotaba contra el cuerpo del otro con apetito de más. Y como si sus súplicas pudieran ser oídas soltó un gemido al notar que los besos de Vecchio se volvían más intensos en su cuello, tanto que le daban escalofríos y le hacían cerrar los ojos sintiendo un profundo placer que amenazaba su cuerpo. Podía venirse en cualquier momento, no importaba nada porque no tenía más el mando de su cuerpo y este no dejaba de acercarse al agarre del hombre apostado tras ella, a su boca necesitando de esa caricia en esa noche tan inusual, en una semana donde las cosas no habían salido del todo bien y que la encontraba en pleno horario laboral buscando otro destino, un nuevo rumbo. Una caricia al alma lo consideraban algunos, un golpe de suerte otros, ella en cambio lo sentía como el cielo en la tierra.
Y continuó con esos movimientos involuntarios hasta que su cuerpo se tenso con los dedos de Lucciano hundidos en su entrepierna y su beso tan intenso que ardía, y sucumbió a ellos, se estremeció allí entre sus piernas, los gemidos salieron placenteros de entre sus labios y ese fuego que salía de su vientre se desplegó por todo su cuerpo como llamas abrazándola, dándole calor, quemándola allí donde era tocada.
Extendió una mano detrás de ella alcanzando la nuca del hombre y besándolo en la boca en un arrebato de sensaciones, saboreando primero la dulzura transformada en óxido que colmaba su lengua mientras la de ella danzaba sin notar aquel sabor.
Aparte Lucciano era un hombre que se notaba con mucha seguridad, tranquilidad y temple para estas cosas. Esa era una de las virtudes que Sweet quería conquistar algún día, estar más allá de las acciones y simplemente ser un alma que vuela lejos de los problemas y aflicciones del resto, estar físicamente más no invlucrarse sentimentalmente con todo lo que pasaba a su alrededor.
Sus caricias avanzaban calmas pero con avidez cruzando los límites de su ropa interior, desatando los cruces del corset que la sostenía e incluso abrazando sus pechos. Estaba extasiada, quería sentir ese cosquilleo, no le importaba quien se lo impartía, quería más y se frotaba contra el cuerpo del otro con apetito de más. Y como si sus súplicas pudieran ser oídas soltó un gemido al notar que los besos de Vecchio se volvían más intensos en su cuello, tanto que le daban escalofríos y le hacían cerrar los ojos sintiendo un profundo placer que amenazaba su cuerpo. Podía venirse en cualquier momento, no importaba nada porque no tenía más el mando de su cuerpo y este no dejaba de acercarse al agarre del hombre apostado tras ella, a su boca necesitando de esa caricia en esa noche tan inusual, en una semana donde las cosas no habían salido del todo bien y que la encontraba en pleno horario laboral buscando otro destino, un nuevo rumbo. Una caricia al alma lo consideraban algunos, un golpe de suerte otros, ella en cambio lo sentía como el cielo en la tierra.
Y continuó con esos movimientos involuntarios hasta que su cuerpo se tenso con los dedos de Lucciano hundidos en su entrepierna y su beso tan intenso que ardía, y sucumbió a ellos, se estremeció allí entre sus piernas, los gemidos salieron placenteros de entre sus labios y ese fuego que salía de su vientre se desplegó por todo su cuerpo como llamas abrazándola, dándole calor, quemándola allí donde era tocada.
Extendió una mano detrás de ella alcanzando la nuca del hombre y besándolo en la boca en un arrebato de sensaciones, saboreando primero la dulzura transformada en óxido que colmaba su lengua mientras la de ella danzaba sin notar aquel sabor.
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
Su respiración se agitaba bajo cada caricia del vampiro; una explosión de placer que podía saborear en su lengua a través de su sangre.
Un sutil mordisco en su propia lengua y su sangre se mezcló con la suya curando las heridas del cuello. Era suficiente, no quería arriesgarse a desangrarla.
Sobre su cuerpo ella se estremeció ante el orgasmo, arqueando su espalda levemente, sin quererlo el vampiro sonrió ante su pequeño logró nocturno y pronto retiraría sus manos envolviendo sus caderas.
Los labios aún ávidos de la chica buscaron los de él, que al entras en el juego de lenguas intercambiaron el sabor férreo de la sangre mancillados de piel intacta. Lucciano le devolvió aquel beso con ardor y lujuria sutil y contenido ante el desenfreno. Perder el control será despertar al monstruo y con ello arriesgar la vida de aquella chica de la que sacaría provecho.
Pasándose en sus caricias, sus labios buscaron tranquilizarla suavizando sus besos.
-Bien hecho. -Susurro, deteniendo el contacto de sus boca y con aquella serenidad, a pesar de su excitación latente.
Un sutil mordisco en su propia lengua y su sangre se mezcló con la suya curando las heridas del cuello. Era suficiente, no quería arriesgarse a desangrarla.
Sobre su cuerpo ella se estremeció ante el orgasmo, arqueando su espalda levemente, sin quererlo el vampiro sonrió ante su pequeño logró nocturno y pronto retiraría sus manos envolviendo sus caderas.
Los labios aún ávidos de la chica buscaron los de él, que al entras en el juego de lenguas intercambiaron el sabor férreo de la sangre mancillados de piel intacta. Lucciano le devolvió aquel beso con ardor y lujuria sutil y contenido ante el desenfreno. Perder el control será despertar al monstruo y con ello arriesgar la vida de aquella chica de la que sacaría provecho.
Pasándose en sus caricias, sus labios buscaron tranquilizarla suavizando sus besos.
-Bien hecho. -Susurro, deteniendo el contacto de sus boca y con aquella serenidad, a pesar de su excitación latente.
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
Y volvió en si misma por fin, dándose cuenta que estaba en la habitación, sola con su posible empleador otra vez, que lo estaba besando y que además la había hecho alcanzar el clímax con sus manos solamente.
Oh, ese hombre era maravilloso. Podía hablarle solamente que terminaría por complacerla sin apenas tocarla. Era increíble... increíble y vergonzoso a la vez.
Se dio vuelta cerrando sus piernas y colocándose de lado con cierto aire pecaminoso en su mirada que no le dejaba observarlo. ¡Se moría de vergüenza! ¿Cómo podía tener esos sentimientos por un hombre? no por ser Lucciano, sino porque se negaba a disfrutar del sexo, a sentirse atraída por un hombre, solamente lo hacia por trabajo y asi se lo tomaba, sin mas. Estaba perdida, toda seguridad hasta entonces, se había desvanecido después del placer que este le generó y además no entendía como había pasado eso.
- Eh... Lucci... Signore Vecchio... discúlpeme si me he sobrepasado...con los clientes no soy entregada, no se que me pasó esta vez...yo...- y no pudo decir mas porque se le cerraba la garganta y una suave sonrisa parecía dibujarse en el rostro de Lucciano ante sus palabras, aun estaba sentada en sus faldas, semidesnuda y con la posibilidad aun de no ser contratada y tener que volver a su anterior trabajo en apenas una semana cuando la situación económica no la ayudara ni para pagar un plato de comida.
Estaba acabada...literalmente.
Se amparó en su mirada, ahora si, ya mas recuperada y tranquila que antes. Al menos lo podía mirar de vuelta. Sus ojos la atemorizaban, pero ya no tanto como antes ahora tenían un tinte mucho mas sensual.
Y bajo su piel un sentimiento de culpa afloraba, una sensacion horrible después de la lujuria.
Oh, ese hombre era maravilloso. Podía hablarle solamente que terminaría por complacerla sin apenas tocarla. Era increíble... increíble y vergonzoso a la vez.
Se dio vuelta cerrando sus piernas y colocándose de lado con cierto aire pecaminoso en su mirada que no le dejaba observarlo. ¡Se moría de vergüenza! ¿Cómo podía tener esos sentimientos por un hombre? no por ser Lucciano, sino porque se negaba a disfrutar del sexo, a sentirse atraída por un hombre, solamente lo hacia por trabajo y asi se lo tomaba, sin mas. Estaba perdida, toda seguridad hasta entonces, se había desvanecido después del placer que este le generó y además no entendía como había pasado eso.
- Eh... Lucci... Signore Vecchio... discúlpeme si me he sobrepasado...con los clientes no soy entregada, no se que me pasó esta vez...yo...- y no pudo decir mas porque se le cerraba la garganta y una suave sonrisa parecía dibujarse en el rostro de Lucciano ante sus palabras, aun estaba sentada en sus faldas, semidesnuda y con la posibilidad aun de no ser contratada y tener que volver a su anterior trabajo en apenas una semana cuando la situación económica no la ayudara ni para pagar un plato de comida.
Estaba acabada...literalmente.
Se amparó en su mirada, ahora si, ya mas recuperada y tranquila que antes. Al menos lo podía mirar de vuelta. Sus ojos la atemorizaban, pero ya no tanto como antes ahora tenían un tinte mucho mas sensual.
Y bajo su piel un sentimiento de culpa afloraba, una sensacion horrible después de la lujuria.
Última edición por Sweet Von Teese el Mar Sep 15, 2015 9:20 am, editado 2 veces
Sweet Von Teese- Prostituta Clase Baja
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
Al parecer aquella situación no era demasiado habitual para la joven, que parecía tener un aire abrumador ante lo sucedido.
Era normal que su trabajo nocturno ellas diese más que recibiesen. Seguro que simplemente ellas esperaban a que el cliente acabase y nada más. Sin sentir, y era lo sensato.
Lucciano recordó
regla que en su época se aplicaba en los lupanares y era que nunca se las besaba o no debías esperar en, la mayoría se negaba aunque muchas elevar el pago lo incluían en sus servicios.
A pesar de que el mundo hubiese evolucionado había cosas que no cambiaban.
Los ojos del vampiro volvieron a ser bicolores, y su excitación aún latente comenzó a calmarse.
-Ve acostumbrandote a esto... -Decía suavemente con aquella voz tan particular mientras le acariciaba el lateral de la cadera y luego el muslo. -Aquí todo va a ser distinto de lo que conozcas, tus clientes son inmortales, vienen a alimentarse y divertirse; se cansan de lo de siempre según la edad. -Comenzó distraído a apartarle el cabello a un lado dejando parte de su espalda al desnudo. -Nos gustan ver las emociones intensas en los humanos... -Le beso suave el hombro y el hueco de la clavícula.
Por un momento hubo un silencio un tanto incomodo. Él parecía pensativo.
- Tus cosas serán llevadas a mi villa, vivirás allí; tendrás un tutor que te proporcionara un educación básica y tal vez lo que tu quieras alcanzar. -Le beso la mejilla suavemente, sus pupilas volvían a tener hambre de ella. -Por la noche vendrás aquí y atenderás a los clientes que te asignemos, si alguno rompe las reglas puedes negarte a atenderlo; por encima de todo cuidó a mis chicas. Y si sois felices más complacientes. -Luego suavemente en los labios. --Puede que algunas noches te llame sólo para mí....
Miró de soslayo el escritorio, se imaginaba tumbada sobre el, y su excitación se hizo de nuevo se hizo aparente, por una parte él se había quedado con ganas de más.
Mordiendose sus propios labios y con cierta violencia la volteo sobre él para que quedaran a horcajadas suya, frente a frente.
Sus manos se deslizaron en su trasero y apretó las caderas de ella contra las suyas.
-Considerate contratada. -Sólo dijo dándole una palmadita en el trasero e insinuándole libertad. Si ella quería podía irse o...
Era normal que su trabajo nocturno ellas diese más que recibiesen. Seguro que simplemente ellas esperaban a que el cliente acabase y nada más. Sin sentir, y era lo sensato.
Lucciano recordó
regla que en su época se aplicaba en los lupanares y era que nunca se las besaba o no debías esperar en, la mayoría se negaba aunque muchas elevar el pago lo incluían en sus servicios.
A pesar de que el mundo hubiese evolucionado había cosas que no cambiaban.
Los ojos del vampiro volvieron a ser bicolores, y su excitación aún latente comenzó a calmarse.
-Ve acostumbrandote a esto... -Decía suavemente con aquella voz tan particular mientras le acariciaba el lateral de la cadera y luego el muslo. -Aquí todo va a ser distinto de lo que conozcas, tus clientes son inmortales, vienen a alimentarse y divertirse; se cansan de lo de siempre según la edad. -Comenzó distraído a apartarle el cabello a un lado dejando parte de su espalda al desnudo. -Nos gustan ver las emociones intensas en los humanos... -Le beso suave el hombro y el hueco de la clavícula.
Por un momento hubo un silencio un tanto incomodo. Él parecía pensativo.
- Tus cosas serán llevadas a mi villa, vivirás allí; tendrás un tutor que te proporcionara un educación básica y tal vez lo que tu quieras alcanzar. -Le beso la mejilla suavemente, sus pupilas volvían a tener hambre de ella. -Por la noche vendrás aquí y atenderás a los clientes que te asignemos, si alguno rompe las reglas puedes negarte a atenderlo; por encima de todo cuidó a mis chicas. Y si sois felices más complacientes. -Luego suavemente en los labios. --Puede que algunas noches te llame sólo para mí....
Miró de soslayo el escritorio, se imaginaba tumbada sobre el, y su excitación se hizo de nuevo se hizo aparente, por una parte él se había quedado con ganas de más.
Mordiendose sus propios labios y con cierta violencia la volteo sobre él para que quedaran a horcajadas suya, frente a frente.
Sus manos se deslizaron en su trasero y apretó las caderas de ella contra las suyas.
-Considerate contratada. -Sólo dijo dándole una palmadita en el trasero e insinuándole libertad. Si ella quería podía irse o...
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
Permaneció allí con su pena, podía perder la posibilidad de trabajar en ese lugar, no todos los contratantes querían que sus prostitutas quedaran satisfechas con las caricias de su compañía ocasional. Ojala Lucciano no fuera de estos. Se repitió varias veces su apellido para recordar llamarlo asi y no por su nombre, la entonación del nombre le resultaba atractiva al paladar, no podía evitarlo. Lucciano…
Se sentía como una niña pequeña allí hablándole cuando de pronto sus caricias y palabras tranquilizadoras llegaron a sus oídos y recorrieron su cuerpo, su corazón comenzó a latir fuerte una vez mas; podía sentir la tensión aumentando, si había algo que realmente la podía era la voz de alguien hablándole suavemente y el vampiro llegaba exactamente al punto con todo eso. Suspiró al sentir que no estaba respirando adecuadamente y se sintió en el silencio del momento. Para su sorpresa él pensaba contratarla y darle un lugar donde vivir, con un tutor, ofrecía su cuidado y además su felicidad.
Volvió a concentrar sus ojos en los de él y vio sus pupilas dilatadas contemplando su cuerpo mientras lo recorría y lo besaba.
¿Cómo puede tener tal efecto en mi? Se preguntaba a sí misma, podía sentirse como una virgen otra vez ¿Cuándo fue la última vez que disfrute de las caricias de otros? ¿Cómo iba a soportar estar allí? ¿Dijo que posiblemente me llamara solo para él?... La mirada del vampiro fue hacia el escritorio, ella la siguió y sintiendo sus piernas separadas notó que estaba a horcajadas frente a él sintiendo su respiración subir y bajar contra su cuerpo. No soportaba mas… quería probar sus labios otra vez y que sea lo que él quiera. Quizá malentendía los gestos pero era evidente que le dejaba la puerta abierta.
Así que sin pensarlo mas, pasó una mano por entre sus cabellos y volvió a besarlo pero esta vez con mucha mas pasión que parecía haberse acumulado y su corazón latía con una fuerza descomunal, mezcla de adrenalina y temor. Apretó su cuerpo contra la figura de este y se dejó llevar por esas caricias que la envolvían.
Se sentía como una niña pequeña allí hablándole cuando de pronto sus caricias y palabras tranquilizadoras llegaron a sus oídos y recorrieron su cuerpo, su corazón comenzó a latir fuerte una vez mas; podía sentir la tensión aumentando, si había algo que realmente la podía era la voz de alguien hablándole suavemente y el vampiro llegaba exactamente al punto con todo eso. Suspiró al sentir que no estaba respirando adecuadamente y se sintió en el silencio del momento. Para su sorpresa él pensaba contratarla y darle un lugar donde vivir, con un tutor, ofrecía su cuidado y además su felicidad.
Volvió a concentrar sus ojos en los de él y vio sus pupilas dilatadas contemplando su cuerpo mientras lo recorría y lo besaba.
¿Cómo puede tener tal efecto en mi? Se preguntaba a sí misma, podía sentirse como una virgen otra vez ¿Cuándo fue la última vez que disfrute de las caricias de otros? ¿Cómo iba a soportar estar allí? ¿Dijo que posiblemente me llamara solo para él?... La mirada del vampiro fue hacia el escritorio, ella la siguió y sintiendo sus piernas separadas notó que estaba a horcajadas frente a él sintiendo su respiración subir y bajar contra su cuerpo. No soportaba mas… quería probar sus labios otra vez y que sea lo que él quiera. Quizá malentendía los gestos pero era evidente que le dejaba la puerta abierta.
Así que sin pensarlo mas, pasó una mano por entre sus cabellos y volvió a besarlo pero esta vez con mucha mas pasión que parecía haberse acumulado y su corazón latía con una fuerza descomunal, mezcla de adrenalina y temor. Apretó su cuerpo contra la figura de este y se dejó llevar por esas caricias que la envolvían.
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
Le había dado opciones, y ella había decidido aceptar su insinuación. Ya parecía no estar buscando demostrarle nada para intentar obtener un lugar en "Il Peccato Nostro", más bien por propio placer.
Al sentir sus labios estallar contra los suyo, el hundió con fuerza sus dedos en la piel ajena, sintiendo la suavidad y redondez de aquellos glúteos que con su tacto le excitaban.
Rodeados de papeles, plumas, tinta que mancillaba el suelo y otros objetos que había estado en el escritorio. Pronto hubo dado cuenta que ya no estaban sobre el diván, y los puestos eran opuestos donde ella estaba tumbada sobre el largo escritorio y él sobre ella, besándola con tal desenfreno que podía sentir la sangre ajena en su lengua.
¿Dónde había terminado el hombre que anteriormente parecía calmado y con temple? Ahora el vampiro parecía más impaciente y desatado que hacía un momento.
Con los muslos de ella abrazándole aceptando la invitación a su llamada, y sus caderas encajadas, apenas necesito excitarla y humedecerla para penetrar en aquel ardiente vientre.
Con cada embestida su respiración se agitada mientras saboreaba con su lengua aquellos pechos que poco a poco se mancillaban de la propia sangre causada por sus colmillos. Al parecer más que el sexo en sí, era la sangre lo alteraba la razón de inmortal, el cual, aquella noche había encontrado un nuevo juguete favorito con el que pasar sus ratos de tedio.
Al sentir sus labios estallar contra los suyo, el hundió con fuerza sus dedos en la piel ajena, sintiendo la suavidad y redondez de aquellos glúteos que con su tacto le excitaban.
Rodeados de papeles, plumas, tinta que mancillaba el suelo y otros objetos que había estado en el escritorio. Pronto hubo dado cuenta que ya no estaban sobre el diván, y los puestos eran opuestos donde ella estaba tumbada sobre el largo escritorio y él sobre ella, besándola con tal desenfreno que podía sentir la sangre ajena en su lengua.
¿Dónde había terminado el hombre que anteriormente parecía calmado y con temple? Ahora el vampiro parecía más impaciente y desatado que hacía un momento.
Con los muslos de ella abrazándole aceptando la invitación a su llamada, y sus caderas encajadas, apenas necesito excitarla y humedecerla para penetrar en aquel ardiente vientre.
Con cada embestida su respiración se agitada mientras saboreaba con su lengua aquellos pechos que poco a poco se mancillaban de la propia sangre causada por sus colmillos. Al parecer más que el sexo en sí, era la sangre lo alteraba la razón de inmortal, el cual, aquella noche había encontrado un nuevo juguete favorito con el que pasar sus ratos de tedio.
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
Cerró sus ojos al sentir la lengua de Lucciano dentro de su boca, mientras estas bailaban juntas, se volteaban y se buscaban constantemente. Sentía entre sus dedos los cabellos de éste, los aferraba por la nuca y con pasión los jalaba. Oyó ruidos. Su cuerpo se consumía pidiendo mas y se contraía contra el del hombre danzando sobre su cuerpo.
Ambos se separaron por un momento, abrió los ojos, no estaban más en el diván, sintió el rústico de la madera bajo su espalda y comprendió que estaban sobre el escritorio. Los ruidos que había escuchado eran producto de la caída de los objetos que allí estaban. Acomodó su cuerpo a la cintura de su jefe, apretó sus muslos y vislumbró en sus labios un tinte rojo y una mirada asesina que la sedujo por completo. Se sentía una infiel, una quebrantadora de las reglas. Estaba desnuda frente a su empleador y ese pensamiento la excitó aún más.
Encorvó su cuerpo mientras notaba la boca de Lucciano contra sus pechos, bebiendo de los mismos. Se dejó morder tirando sus manos detrás para sostenerse del escritorio mientras éste la embestía a conciencia.
Vio su rostro, mirándola una vez más, y en sus labios un hilo de sangre fluía con claridad. Con sus dedos la retiró para luego lamerlos en un acto de provocación hacia el vampiro. Sintió una embestida aún más poderosa que la anterior y de su pecho brotó un gemido mezcla del mismo éxtasis de su cuerpo que pedía más.
Ambos se separaron por un momento, abrió los ojos, no estaban más en el diván, sintió el rústico de la madera bajo su espalda y comprendió que estaban sobre el escritorio. Los ruidos que había escuchado eran producto de la caída de los objetos que allí estaban. Acomodó su cuerpo a la cintura de su jefe, apretó sus muslos y vislumbró en sus labios un tinte rojo y una mirada asesina que la sedujo por completo. Se sentía una infiel, una quebrantadora de las reglas. Estaba desnuda frente a su empleador y ese pensamiento la excitó aún más.
Encorvó su cuerpo mientras notaba la boca de Lucciano contra sus pechos, bebiendo de los mismos. Se dejó morder tirando sus manos detrás para sostenerse del escritorio mientras éste la embestía a conciencia.
Vio su rostro, mirándola una vez más, y en sus labios un hilo de sangre fluía con claridad. Con sus dedos la retiró para luego lamerlos en un acto de provocación hacia el vampiro. Sintió una embestida aún más poderosa que la anterior y de su pecho brotó un gemido mezcla del mismo éxtasis de su cuerpo que pedía más.
Sweet Von Teese- Prostituta Clase Baja
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
Aquellos maravillosos muslos abrazaban su cintura recibiéndole en aquel placentero ardor, con cada embestida aumentaba su ritmo al igual que su profundidad. Al fin y al cabo perder la cordura era lo de menos, el vampiro solo deseaba consumirse en ella, buscando el camino al nirvana. Nada más.
Cerca sintió la llegada de su culmen mientras retenía la respiración en aquella apresurada caída, pero contenido y saboreando el fruto que eran sus pechos busco que ella alcanzará antes el más alto de los placeres.
Aquella pequeña cosita bonita había conseguido provocarle, y más en un día que en apariencia era calmo; pero al fin y al cabo tenía un humor de perros. ¿Por qué no divertirse un rato y desatar su furia de otro modo que no fuese ese?
Por un momento pensó que no debía haberse aprovechado de ello; no era típico de él tomar a cualquiera de sus esclavas tan adrede, tampoco se sentía satisfecho con cualquiera
Sintió explotar y él se dejó ir tras la espera, derramándose en si vientre, sintiendo un inmenso placer.
Todo había terminado, al menos para él que aun paladeaba la sangre de su juguete momentáneo. ¿Y ahora qué?
Cerca sintió la llegada de su culmen mientras retenía la respiración en aquella apresurada caída, pero contenido y saboreando el fruto que eran sus pechos busco que ella alcanzará antes el más alto de los placeres.
Aquella pequeña cosita bonita había conseguido provocarle, y más en un día que en apariencia era calmo; pero al fin y al cabo tenía un humor de perros. ¿Por qué no divertirse un rato y desatar su furia de otro modo que no fuese ese?
Por un momento pensó que no debía haberse aprovechado de ello; no era típico de él tomar a cualquiera de sus esclavas tan adrede, tampoco se sentía satisfecho con cualquiera
Sintió explotar y él se dejó ir tras la espera, derramándose en si vientre, sintiendo un inmenso placer.
Todo había terminado, al menos para él que aun paladeaba la sangre de su juguete momentáneo. ¿Y ahora qué?
Lucciano Vecchio- Vampiro Clase Alta
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
Se dejó venir, en esa cascada de sensaciones que era el clímax. Había sido cordial de esperarla ¿Hacía cuanto tiempo no tenía la posibilidad de hacerlo? Ninguno de sus hombres la dejaba venirse primero. Sus cabellos caían por el borde del escritorio y sentía palpitar el miembro de Lucciano dentro de su cuerpo. La sensación la consumía haciendo que el tiempo fuera aun mas lento o diera la apariencia de ello al menos. Tenía el cuerpo con leves gotas de sudor, estaba empapada de cabeza a pies pero totalmente plena. Tenía la cara de este sobre su pecho, la abrazó con cierta satisfacción. Sus piernas caídas a ambos lados de sus caderas liberaron la presión que había ejercido antes cuando pedían mas de él.
Y el silencio del lugar… se hubiera podido quedar a dormir allí arriba del escritorio, salvo por las cosas caídas estaba todo de lo mas normal. Acarició inconscientemente el rostro juvenil de su jefe, sintiendo su incipiente barba crecer y peinando sus cabellos ¿Respiraba? Debía ser el acto reflejo, porque no lo necesitaba realmente. Ella suspiró y fue allí que él se corrió, dándole espacio para que se levantara. Primero se sentó en el escritorio cruzando sus piernas. Se la veía bien luego de una sesión de placer y allí se quedó observándolo con los ojos entrecerrados mientras este se acomodaba y colocaba la ropa donde debía. Observó al costado y optó por colaborar también asi que fue a recoger las cosas que habían tirado, algunas hojas de papel, unos pergaminos, cartas, plumas, todos objetos de escritorio. Las depositó allí y luego fue por su ropa que había quedado por todos lados. Se levantó y fue a cambiarse al baño nuevamente. Salió a la brevedad y fue al encuentro del vampiro que ya estaba como la primera vez que lo vio. Se acercó, le tomó la mano y la besó –Gracias… Signore Vecchio – y sonrió sin perderle la vista. No solo le daba empleo sino además se mostraba caballero con ella. No podía pedir mas. Algo había en el medio, esa tensión posterior al sexo. Lo sabía, implícita estaría siempre allí para ambos. Aunque esta era una tensión ya mucho mas agradable que la anterior.
Y el silencio del lugar… se hubiera podido quedar a dormir allí arriba del escritorio, salvo por las cosas caídas estaba todo de lo mas normal. Acarició inconscientemente el rostro juvenil de su jefe, sintiendo su incipiente barba crecer y peinando sus cabellos ¿Respiraba? Debía ser el acto reflejo, porque no lo necesitaba realmente. Ella suspiró y fue allí que él se corrió, dándole espacio para que se levantara. Primero se sentó en el escritorio cruzando sus piernas. Se la veía bien luego de una sesión de placer y allí se quedó observándolo con los ojos entrecerrados mientras este se acomodaba y colocaba la ropa donde debía. Observó al costado y optó por colaborar también asi que fue a recoger las cosas que habían tirado, algunas hojas de papel, unos pergaminos, cartas, plumas, todos objetos de escritorio. Las depositó allí y luego fue por su ropa que había quedado por todos lados. Se levantó y fue a cambiarse al baño nuevamente. Salió a la brevedad y fue al encuentro del vampiro que ya estaba como la primera vez que lo vio. Se acercó, le tomó la mano y la besó –Gracias… Signore Vecchio – y sonrió sin perderle la vista. No solo le daba empleo sino además se mostraba caballero con ella. No podía pedir mas. Algo había en el medio, esa tensión posterior al sexo. Lo sabía, implícita estaría siempre allí para ambos. Aunque esta era una tensión ya mucho mas agradable que la anterior.
Sweet Von Teese- Prostituta Clase Baja
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Re: Llantos que devienen en Pecados (Lucciano Vecchio)
Aun jadeante, sus ojos escarlatas y excitados poco a poco volvían a ser calmos y de su color original, más "humanos".
La mano en su rostro de ella, poco esperada, pareció despertarle de su pequeño trance. Él se la tomó sereno y la beso para después separarse de ella.
Había recibido a la joven para la entrevista, con un sentimiento un tanto de molestia y furia asomada, por culpa de... Digamos su "protegida" o "pupila", aun no tenía claro como debía de llamarle, ya que podría haber llamado a Lilith "amante" o "socia"; pero no había palabra que la definiese del todo.
En un principio pensó que aquello le dominaría, más aquella joven que ahora recogía su ropa mientras él se vestía, solo había conseguido calmarle, le había dado la oportunidad de desatarse en su cuerpo. Era poco habitual que Lucciano se aprovechase de situaciones como aquella, ya que lo consideraba algo "típico" y "fácil", incluso podría decirse poco elegante. Aunque su concepto de elegancia era muy distinto a la mentalidad de aquel siglo. Pero sin querer, Sweet había conseguido hervirle lo suficientemente la sangre en el momento "adecuado", y bastante suerte la de ella, habitualmente y viendo la furia asomarse por cualquier motivo, hubiese acabado con la vida de la joven en un arrebato y como desfogue. ¿Qué eres una vida más para el contador? ¿Perder otro empleado? Podía tener los que quisiera. Para ella, fortuna, que había conseguido entretenerlo sin quererlo lo suficiente para decidir fogar su enojo de otro modo.
No hubo palabras, ciertamente Lucciano no tenía necesidad de ello. Volvía a su hierática actitud de autoridad del lugar, y cortesía.
Ella le beso la mano y le dio las gracias, ¿por qué?
-Un carro le estará esperando en la puerta, irá a recoger todas sus posesiones y se instalará en la mansión, donde le dirá que debe hacer y los tutores la formarán. -Su voz suave estaba allí, de nuevo acariciando aquel aire aun tenso. -Espero que muestre el mismo entusiasmo en aprender y trabajar, como aquí lo ha hecho... -Distraído el vampiro, le coloco bien una de las prendas que ella vestía. La tomó de la barbilla y sus labios se curvaron en una sonrisa. -Puede que pronto la vuelva a llamar, últimamente estoy algo malhumorado y necesito que me "entregan". Puede marcharse.
Y sin alarmarse ni más ni menos por el desorden, la dejo marcharse. Si aquella chica conseguía entretenerlo, no meramente con el sexo, sino de otras maneras, se podría decir que su paso por aquel lugar con todas las comodidades y caprichos estaría garantizados, y más si era el mismo Vecchio al que tenía contento directamente.
La mano en su rostro de ella, poco esperada, pareció despertarle de su pequeño trance. Él se la tomó sereno y la beso para después separarse de ella.
Había recibido a la joven para la entrevista, con un sentimiento un tanto de molestia y furia asomada, por culpa de... Digamos su "protegida" o "pupila", aun no tenía claro como debía de llamarle, ya que podría haber llamado a Lilith "amante" o "socia"; pero no había palabra que la definiese del todo.
En un principio pensó que aquello le dominaría, más aquella joven que ahora recogía su ropa mientras él se vestía, solo había conseguido calmarle, le había dado la oportunidad de desatarse en su cuerpo. Era poco habitual que Lucciano se aprovechase de situaciones como aquella, ya que lo consideraba algo "típico" y "fácil", incluso podría decirse poco elegante. Aunque su concepto de elegancia era muy distinto a la mentalidad de aquel siglo. Pero sin querer, Sweet había conseguido hervirle lo suficientemente la sangre en el momento "adecuado", y bastante suerte la de ella, habitualmente y viendo la furia asomarse por cualquier motivo, hubiese acabado con la vida de la joven en un arrebato y como desfogue. ¿Qué eres una vida más para el contador? ¿Perder otro empleado? Podía tener los que quisiera. Para ella, fortuna, que había conseguido entretenerlo sin quererlo lo suficiente para decidir fogar su enojo de otro modo.
No hubo palabras, ciertamente Lucciano no tenía necesidad de ello. Volvía a su hierática actitud de autoridad del lugar, y cortesía.
Ella le beso la mano y le dio las gracias, ¿por qué?
-Un carro le estará esperando en la puerta, irá a recoger todas sus posesiones y se instalará en la mansión, donde le dirá que debe hacer y los tutores la formarán. -Su voz suave estaba allí, de nuevo acariciando aquel aire aun tenso. -Espero que muestre el mismo entusiasmo en aprender y trabajar, como aquí lo ha hecho... -Distraído el vampiro, le coloco bien una de las prendas que ella vestía. La tomó de la barbilla y sus labios se curvaron en una sonrisa. -Puede que pronto la vuelva a llamar, últimamente estoy algo malhumorado y necesito que me "entregan". Puede marcharse.
Y sin alarmarse ni más ni menos por el desorden, la dejo marcharse. Si aquella chica conseguía entretenerlo, no meramente con el sexo, sino de otras maneras, se podría decir que su paso por aquel lugar con todas las comodidades y caprichos estaría garantizados, y más si era el mismo Vecchio al que tenía contento directamente.
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