¿Puede una oración ser la salvación? ~DesmondAL & YvetteCL~

por **Yvette C. Lemarchal** Dom Sep 12, 2010 12:15 pm

¿Qué le queda a un pobre mortal tras haber probado cualquier modo de obtener el perdón? Quizás lo único que le queda es la oración. Tanta culpabilidad estaba acabando con cualquier pequeño placer o deleite que pudiese tener en mi vida. Seguía empeñándome en permanecer sola por miedo a hacer daño de nuevo a alguien que quisiese.

Vestida con un sencillo y discreto vestido de color negro, a modo de luto y respeto por la iglesia, llegué a la magnánima catedral, justo pocos minutos antes de que terminase la última misa. Una vez terminó me senté en el penúltimo banco en silencio y me quedé mirando fijamente la colosal imagen católica que había tras el imponente altar de mármol.

Respiré profundamente, dudaba que estar allí y rezar pudiese salvar mi alma. Siempre seguiría siendo una asesina, siempre tendría la sombra de la culpa sobre mis hombros oprimiéndome.

Me mordí el labio inferior conteniendo las ganas de llorar que me producía recordar la muerte de mis padres, y cerré los ojos. Respiré profundamente, apoyando las manos sobre el banco de delante y escondí mi cabeza entre mis brazos apoyando la frente sobre mis manos.

por Invitado Dom Sep 12, 2010 12:22 pm

Tan solo necesitaba un lugar para poder relajarme, un lugar silencioso y a la vez oscuro, donde nadie me pudiera ver durante horas y horas, horas que pasaría en silencio, meditando mis cosas, intentando resolver los problemas interiores que me formulaba mi mente.

Esperé a que todo el mundo saliera de la catedral, en el tejado de la misma, detrás de la torre, para que nadie pudiera verme desde las alturas. Sonreí, bajando hasta el suelo y arreglándome la gran gabardina negra que me llegaba un poco más arriba de los tobillos. Caminé, haciendo resonar mis zapatos en la fría piedra de la entrada de la catedral, colándome en la oscuridad de su interior.

Pero en ese momento, me di cuenta de que no estaba solo. Maldije, en mi fuero interno, intentando hacer caso omiso a la persona que había allí. Todo estaba bastante oscuro, aunque las velas molestaban bastante a mi vista. Caminé hasta las escaleras del altar, con las manos en los bolsillos, de manera elegante y grácil, hasta sentarme en uno de aquellos peldaños. Confiaba en que aquella persona no me sacara de mis estribos con alguna tontería. No tenía ganas de discursiones.

por **Yvette C. Lemarchal** Dom Sep 12, 2010 12:32 pm

Algo rompió mi ensimismamiento, era el claro sonido de unos zapatos repiqueteando sobre el marmóleo suelo de la Catedral. Mi agudo oído pudo situar en todo momento la posición de la persona con aquellos irritantes y ruidosos zapatos, posiblemente fuese uno de los religiosos.

Pero hubo algo que me llamó la atención, el olor que desprendía no era humano. Cuando dejé de escuchar el sonido de sus zapatos sobre el suelo, alcé la mirada incorporándome y quedándome sentada herguida en el banco, con mis manos sobre mi regazo.

Fijé mis castaños ojos en la figura del vampiro observándole fijamente. Estaba claro de que era uno de esos indeseables, pero ahora ya no me encontraba ni con fuerzas para suplicarle a uno de ellos que me liberase de mi tormento.

Éste es un lugar de oración y meditación Monsieur- dije sin gritar ni alzar la voz, pues sabía de sobra que aquel vampiro podría escucharme con facilidad.

por Invitado Dom Sep 12, 2010 12:44 pm

Me quedé con la vista clavada en las numerosas figuras religiosas que había por aquella inmensa instancia. Sonreí, admirando el viacrucis que mostraban alguno de los cuadros que estaban colgados en las paredes de la catedral, adorándolas con los colores rojos y azules. Era una estancia bonita y tranquila, si no fuera la persona que había a varios metros por delante de mi, que habló en el momento en el que volvía reparar en su molesta presencia de Cambiaformas.

La chica se dirigió a mi con unas palabras en voz baja, pero las pude escuchar con total perfección. So voz era fina y delicada, como casi todas las que había escuchado de las mujeres. Todas parecían tener la misma entonación, el mismo timbre, pero con diferentes todos. Me quité el sombrero y lo dejé a mi lado, pasando las yemas de los dedos por el terciopelo del mismo. Esbocé una pequeña sonrisa y la fulminé con la mirada, girando la cabeza con rapidez.

-¿Y quién le ha dicho a usted, madamme, que yo no esté meditando? -alcé la voz, alta y clara, no demasiado grave, pero sí con un timbre de peligrosidad que no me esforcé en ocultar.

Puse las manos en las rodillas y esperé con paciencia su respuesta, mirándola sin apartar la mirada ni aquella sonrisa de mis labios, intentando averiguar cuál sería su próxima frase o reacción.

por **Yvette C. Lemarchal** Dom Sep 12, 2010 12:57 pm

Mi mirada permanecía fija en los ojos del vampiro, todo lo demás no existía, era simple decoración. Sonreí levemente ante su comentario y volví a cerrar los ojos adquiriendo nuevamente la misma posición que tenía antes, con mi cabeza entre los brazos, y las manos apoyadas sobre el respaldo del banco delantero.

Discúlpeme, Monsieur... pero me resulta un tanto extraño y poco convincente que alguien de su elegante condición esté en un lugar así con el fin de meditar o bien orar.- susurré respirando profundamente, terminando por levantarme de forma asombrosamente silenciosa.

Crucé el pequeño espacio entre los dos bancos y decidí acercarme al vampiro, no tenía intenciones violentas, más que nada porque desde los encuentros con Eric, tenía todas las de perder contra un vampiro.
Una vez en el pasillo central, empecé a caminar hacia el vampiro, con una elegancia extraña en alguien de mi edad. Mis zapatos no producían sonido alguno al chocar contra el duro suelo.

por Invitado Dom Sep 12, 2010 1:07 pm

Me quité los guantes, guardándolos en uno de los bolsillos de la gabardina, mirando a la cúpula, por la cual se filtraban algunos de los rayos de la luna. Era una bonita noche de luna llena. No era el mejor momento para cazar, ya que yo prefería las noches de luna llena, porque no había ningún tipo de luz con las que mis presas pudieran identificarme. Aunque eso no solía pasar demasiadas veces. Solían ser muertes rápidas, indoloras, en donde no daba tiempo al sufrimiento.

-Las personas hacen cosas extrañas, señorita.

Giré la cabeza hacia ella, viendo como se acercaba. No me moví ni un solo centímetro, controlando cada uno de sus movimientos, esperando laguna acción ofensiva por parte de aquella chica. Pero sus pasos parecían cansados, poco precisos, pero muy elegantes. Probablemente ya se hubiera transformado. No estaba demasiado seguro de cómo iban las cosas en el mundo de aquellas personas. Un mundo que hubiera preferido al mío, un millón de veces más una.

-¿Y usted? ¿Qué está haciendo en un lugar como este? Una dama tan bella corre muchos peligros a estas horas de la noche, madamme -me pasé una mano por la barbilla y sonreí, enseñando una dentadura perfecta y un par de colmillos afilados.

Solté una pequeña carcajada y me quité la gabardina, doblándola y dejándola sobre aquella escalinata. Me remangué la camisa blanca, hasta un poco más arriba de los codos, exhibiendo unos músculos duros y fuertes, en los que unas venas sin sangre se marcaban.

por **Yvette C. Lemarchal** Dom Sep 12, 2010 1:15 pm

Y cosas irracionales y sorprendentes- añadí completando su frase y terminando por situarme delante de él. Me permití tomarme cierta confianza y me senté a su lado, en la escalinata, dejando poco espacio entre nosotros, simplemente poco más de un palmo.

Crucé la falda del vestido sobre mis rodillas para no arrastrarlo y dejé mis muñecas apoyadas sobre las rodillas sujetando la falda del vestido. Escuché sus advertencias y no pude evitar sonreir levemente, sin mostrar hostilidad alguna. Deslicé mi mano por mi cuello y nuca apartando el pelo, dejándolo caer sobre uno de los hombros, y apoyé mi mejilla sobre mis manos mirando al vampiro fijamente a los ojos, sin prestarle atención alguna a sus musculosos brazos, pues sabía que si me fijaba en su cuerpo, terminaría mostrándome débil y me sonrojaría.

Para alguien como yo, creo que estas horas son las más seguras, y en las que puedo encontrar a seres como usted... La noche siempre resulta más interesante y tranquila que el día.- susurré sin perder la leve sonrisa de mis labios.

Ambos estábamos iluminados por la ténue luz de la luna que entraba por los rosetones de la cúpula, y nuestros cuerpos, con sus formas, jugaban un papel importante, fusionándose en caprichosos juegos de sombras.

por Invitado Dom Sep 12, 2010 1:25 pm

Asentí con la cabeza. Me sorprendí bastante cuando se sentó a mi lado, pero no me mostré violento. Seguía en el mismo estado de siempre. No quería problemas, no hasta que terminara de adaptarme en aquella Francia que tanto había echado de menos. No quería volver a bañar mis manos de sangre en tan poco tiempo.

Observé aquel gesto que hizo, el de exhibirme su cuello, su piel casi pálida, delicada. Y la sangre fluía con velocidad por sus venas, llamándome. Pero ya había comido, puede que en otro momento. Me volví hacia el frente, con una extraña expresión en los ojos, mirando a la oscuridad del pasillos, intentando alejar mi mente de la extraña que había sentada a mi lado. Pero volvió a hablar.

-Ahora mismo, la noche está siendo igual de irritante que el día, señorita -solté una baja carcajada, pasándome una mano por el pelo y mirándola a los ojos, con peligrosidad-. Yo que usted no estaría tan segura. Tiene suerte de que ya me haya molestado en tomarme una pequeña cena, madamme. Le daré el consejo de que no exhiba puntos atrayentes a posteriores vampiros, a no ser que sea usted una suicida en toda regla.

Enseñé los colmillos en una sonrisa, pasando la lengua por ellos, con seguridad. Me levanté, caminado por la estancia, pasando las manos por la fría piedra de la catedral y situándome en el pasillo central después. Sonreí y volví a estar a su lado, en menos de un pestañeo, volviendo a sentarme a su lado.

por **Yvette C. Lemarchal** Dom Sep 12, 2010 1:47 pm

No pude evitar reir levemente por su comentario sobre ser una suicida - ¿Y qué ocurriría si realmente fuese una suicida? - le pregunté, y para cuando quise darme cuenta ya se había levantado y estaba en el centro del pasillo.

Le seguí con la mirada, dudando en si levantarme, pero lo único que hice fue incorporar mi cabeza deslizando una de mis manos por mi escote jugando con la fina cadena de oro que se perdía entre ambos senos ocultado el camafeo.

Los colmillos de un vampiro me atraían, de un modo extraño, pues me recordaban en parte a los míos cuando estaba transformada. A veces no entendía por qué tanto odio entre los vampiros y nosotros, a fin de cuentas éramos el mismo tipo de ser, encerrado en una naturaleza distinta.

Ambos depredadores, que dependemos de otro ser vivo para alimentarnos, y cazamos para sobrevivir.

Sin darme cuenta, el vampiro desapareció de mi vista y sentí una leve corriente de aire a mi lado, lo que hizo que me girase y volví a ver a aquella belleza inmortal sentado a mi lado.

por Invitado Dom Sep 12, 2010 2:23 pm

Suspiré, pasándome la mano por el pelo y después al cuello. Sonreí, masajeandome las sienes y mirando al suelo, intentando buscar una buena respuesta que no sonara demasiado... atrevida ni borde. Pero yo era borde y siempre decía las cosas tal y cómo las pensaba, sin importarme los sentimientos de las demás personas que me rodeaban, pues el valor de la sinceridad iba muy por delante de los demás. Pero intentaba ser sincero y, al mismo tiempo, educado, tal y como me habían enseñado mis buenos padres.

-Que usted, bella dama, podría llegar a ser mi nueva plato en un futuro no muy lejano. Hoy en día las presas fáciles escasean -sonreí, mirándolo a los ojos. Relajé la tensión que había impuesto entre ambos y estiré el cuello, moviéndolo hacia ambos lados, cerrando los ojos y escuchando la lenta respiración de ella.

Era interesante. Siempre me había cruzado con Cambiaformas y siempre había llegado a tener algún altercado con ellos. Por la simple razón de que yo siempre estaba buscando una escusa para pagar mi rabia con cualquiera que buscara un poco de pelea. Pero, en aquellos años, había aprendido que podía convivir con aquellas personas, por más hostilidad y asco que me dieran. El simple hecho de que fueran humanos que podían ser animales, pero sin dejar de estar muertos, me hacía entrar en un estado que mezclaba el odio con la envidia. Porque ellos eran como yo, pero estaban vivos. Ese era al gran problema.

-¿Y usted qué? ¿Confía en que Dios se apiade de su alma, my Lady? -estiré los nudillos, haciéndolos crujir.

por **Yvette C. Lemarchal** Dom Sep 12, 2010 2:36 pm

Alcé una ceja al escucharle, en cierto modo me hizo gracia su seguridad al creer que le resultaría fácil cazarme. Quizás llegase a darme caza, pero no le resultaría para nada una tarea sencilla.
Mientras me hablaba no podía dejar de mirarle a los ojos, su expresión era realmente humana, y tenía ciertos atisbos de malicia, superioridad e incluso impertinencia.

Sin duda era una mirada atrayente, distinta a la de muchos otros vampiros con los que me había cruzado- Me complace verle tan seguro de sus atributos y habilidades, como para poder convertirme en su presa facilmente - susurré volviendo a apoyar mi mejilla en mis manos de forma relajada, permitiéndome recrearme con mis vista observando cada uno de sus rasgos y formas.

Los vampiros siempre me habían resultado seres curiosos, eran muertos, pero caminaban entre los vivos. Su piel era tan fría que me resultaba en numerosas ocasiones reconfortante el sentir el tacto de un vampiro sobre mi piel.

La verdad es que no soy una creyente... supongo que he venido a meditar al igual que usted Monsieur- susurré dedicándole una sonrisa para nada hostil, pero con cierta arrogancia.

por Invitado Dom Sep 12, 2010 2:50 pm

Apoyé la cabeza en una de mis manos, mirándola mientras hablaba. Fuera, el viento aullaba con fuerza, moviendo algunos objetos que se habían quedado esparcidos por la calle, solitarios, sin un dueño, dejados de la mano de Dios. Como miles de personas que hoy, como el resto de los días, dormirían en la calle. Me daban pena esas personas, pero no iba a hacer nada por ellas. Eran presas, comida, un buen banco de sangre. Débiles, al fin y al cabo.

-Le sorprendería saber cuán fuertes pueden ser mis cualidades, señorita. No he dicho que sea usted una presa fácil. Pero los cambiaformas, en este estado de debilidad en el que usted se encuentra en estos momentos, son bastante fáciles de atrapar para personas como nosotros.

Me pasé la mano por el pelo y volví a levantarme, apagando todas las velas con los dedos, con una sonrisa, hasta que la Catedral entera se quedó a oscuras. Me senté en uno de los primero bancos y junté las manos, entrelazando los dedos, mirándola a los ojos con una pequeña sonrisa. Oscuridad, bendita seas. Me incliné un poco hacia delante, apoyando los codos en las piernas y levantando las cejas. Solté una fuerte carcajada, que hubiera helado la sangre a cualquiera.

-Sí, había venido a meditar. Pero ya se sabe, siempre hay algún importunio. ¡Oh! Qué descortés por mi parte. Siento no haberme presentado. Me llamo Desmond Alexander Leverte. Puede llamarme solo Desmond. Usted es...

Me interesaba bastante saber su nombre, porque podía buscarla gracias a mi poder. Y si la veía en aquel estado, puede que la convirtiera en una pequeña suicida. Porque también podía hacer eso.

por **Yvette C. Lemarchal** Dom Sep 12, 2010 3:03 pm

Al apagar las velas lentamente, una por una, pude acostumbrar mi visión a la completa oscuridad. De haber sido una humana corriente, me habría privado completamente del sentido de la vista, pero podía ver el cuerpo del vampiro a la perfección- Le sorprendería la resistencia física que puedo llegar a tener en este estado.- susurré sonriendo y levantándome cuando éste se sentó.

Tras presentarse me acerqué a él dejando que mi vestido cayese con gracia hasta que la falda se moviese con mis pasos. El pelo seguía todo sobre uno de mis hombros, dejando descubierto un lado del cuello, parte de la nuca, y uno de los hombros.

Una vez llegué hasta el vampiro le extendí mi mano cortésmente para presentarme - Un placer, Desmond... Yo soy Yvette- dije omitiendo mi segundo nombre y mi apellido, ya que a un vampiro no le importaba saber más datos sobre mí.

por Invitado Dom Sep 12, 2010 3:11 pm

Solté todo el aire que había acumulado poco a poco en los pulmones, mientras ella empezaba a hablar de nuevo. Asentí con la cabeza y metí las manos en los bolsillos, adoptando una postura muy poco informal. Crucé las piernas y la miré a los ojos, con esa sonrisa lobuna aún en los labios. Me encogí de hombros y miré por os ventanales.

-Yo no he dicho nada acerca de sus cualidades, my Lady.

La vi acercarse a mi. ¿Estaba intentando algo? Reí por lo bajo y cogí su mano, con delicadeza, dejando que sintiera el frío y la dureza de mi piel. Aún así, el calor de su mano hacía contraste con la mía. Bajé los labios hasta sus dedos y los besé, con suavidad, aspirando su aroma, que hacía que mi fuero interno se removiese, intentando que perdiera el control y que le saltara a su cuello descubierto. Pero, en todos aquellos años de viaje, muchos vampiros mucho más antiguos que yo me habían enseñado a enfrentar a la bestia que llevaba dentro. Me habían enseñado a respetar a los demás, y a ser quién yo mismo era solo cuándo era realmente necesario.

-El placer es mío, Yvette. Un curioso nombre que nunca había oído. ¿Es usted de Francia, madamme? -solté su mano y la devolví a los bolsillos, esperando su respuesta mientras nadaba en su mirada.

por **Yvette C. Lemarchal** Miér Sep 22, 2010 7:32 pm

Tengo entendido que es un nombre poco común, aunque es algo que tampoco me vaya a quitar el sueño monsieur.- dije pasando por delante de él y sentándome a su lado mirando hacia el frente. No había olvidado su pregunta, de hecho, iba a responderla en ese preciso instante.

Hagamos una cosa monsieur, sigamos jugando a ser unos perfectos desconocidos. Sin involucrarnos en detalles personales.- dije sin mirarle, pero no tardé en tornar mi cabeza hacia él mirándole a los ojos sin titubeo alguno, permaneciendo realmente relajada a su lado, como si él no supusiese una amenaza para mí.

Una leve sonrisa de vislumbró en mis labios mientras mis ojos escrutaban la mirada de aquel vampiro, que a ratos se me antojaba realmente humana.

OFF: Lamento la tardanza, intentaré ser más constante.

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