¿Una oración me ayudará a alcanzar mi salvación? (libre)

Algunas personas creen que el rezar, arrepentirte de corazón, ser honesto, tratar a las personas como te gustaría que te trataran, y citando a la biblia, perdonando setenta veces siete, -aún sin saber que significa-, si alguen te ha golpeado, poner tu otra mejilla, te garantizan la entrada al cielo. Las metáforas abundan en ese libro "sagrado", te explican las cosas con un sutil lenguaje, sin embargo las personas siguen sin entender a que se refiere exactamente, es por ello que desde hace un tiempo la bruja dejó de asistir a la iglesia, dejó de hacer oraciones hipócritas que de nada le servirían si después de hacerla volvía a ser la misma persona que era antes.

Con gran pesar veía entrar a los ricos con sus atuendos revosantes y caros que las humilladas costureras se esforzaban por hacerles, no sin antes recibir miles de malas palabras y actos despotas por parte de las personas hermosas y con riquezas, esas personas que al entrar a la catedral se hacían las santas, las que donaban a los niños que pedían caridad en cada esquina, las que daban jugosas donaciones al párroco, las que brindaban trabajos a campesinos maltratados bajo rigurosos días de labor. Galatea muchas veces pensó que era injusto que esas personas entraran, mas sin en cambio asllí estaban ocupando el primer lugar, rezando y pidiendole a los santos milagros triviales como que su hija adolescente no desobedezca a su padre por no querer ir al baile de otoño o cosas como esas...,

Pero este día decidió ir por primera ves en cinco años al templo, talves curiosidad o quizá necesitaba a " Dios " para charlar, cualfuese que fuere la circunstancia que la llevaba hasta allá, ella entraría. Entró a la gran Catedral, con lujosas paredes bañadas en oro, los santos con cara de martires que daban la vida por su pueblo decoraban las paredes y alrededores, suspiró esbozando una leve sonrisa y se encaminó al lugar donde solo se escuchaba a la gente entre sus rezos, sollozos y el repiqueo de sus zapatos, fué a instalarse en una de las bancas cerca de un santo que no reconocía, se hincó e intento elevar su oración..., uno, dos, tres, cuatro..., suspiró otra ves con frustración, no podía rezar, ¿a caso se le había olvidado hacerlo?, observó la llameante veladora al otro lado y se quedó absorta en la flama que ascendía y descendía despidiendo un humo negro, que comenzaba a manchar el vaso de vidrio que la contenía.

Mientras lo observaba su imaginación volaba, pensando en las llamas del infierno, en lo triste que se sentían las almas en pena, en el purgatorio que le esperaba una ves llegada su hora, un escalofrío recorrió su cuerpo, al imaginarse a sí misma arder..., arder en la hoguera como la bruja que era, sin darse cuenta una solitaria lágrima recorrió su mejilla, podía incluso sentir el fuego corroer su figura, mas lágrimas se le unieron a la primera resbalándose por sus mejillas cual agua limpiándole su impureza...