A Midnight Flight ~ Privado

por **Yuri Alekséyevich** Jue Abr 02, 2015 11:32 am

La jornada había sido demasiado extenuante los últimos días. Apenas encontraba tiempo para recostarse a lado de Patrick y susurrarle uno por uno las vivencias que daban color a su oscuro paisaje. De la biblioteca a los campos de entrenamiento, de noche las misiones habían aumentado últimamente, vampiros, licántropos daba lo mismo, no era el concepto del monstruo en sí, sino la repetición de los eventos lo que empezaba a resultar tedioso. Su mente pueril trataba de encontrar una lógica en el modo en que transcurría su vida. La rutina estaba empezando a mermar el entusiasmo del pequeño y es que las promesas de verles nuevamente cada día parecían alejarse más. No obstante se aferraba a seguir creyendo, pues como bien lo había aprendido, Dios no coloca pruebas en nuestros caminos sin saber que podrán ser superadas. Tal vez y solo tal vez si sujetado de esa enseñanza pudiera ser posible que el pequeño volviera a creer en un mejor mañana, un amanecer diferente marcado por una sola diferencia que cambiaría el panorama hasta ahora.

Las prendas oscuras cubrían sus delgados muslos una vez más y la cruz carmesí sobre el lienzo blanco en el pecho le hacía diferente a cualquier otro chiquillo de su edad. La investigación era sencilla, un trabajo de campo para recabar información sobre la desaparición de mujeres a las afueras de la capital. Por ende, no se necesitó de refuerzos, confiaban plenamente en que el pequeño sería capaz de concluir satisfactoriamente la proeza dictaminada. Fue así que tan solo acompañado por dos huestes y el cochero emprendió la investigación, valiéndose de sus dones encontró lo que pudiera ser una pista importante para el desarrollo de la misma. Ocultó en una pequeña caja, dos balas de plata aún manchadas de sangre, mismas que pudieron haber servido como defensa contra alguno de esos monstruos que se rumoraban rondaban las zonas aledañas. Eso sería suficiente para regresar victorioso a casa, sin golpes ni bajas en ninguno de los bandos.

En su camino de regreso al núcleo de París la oscuridad se cernía de lleno sobre el carruaje y sus tripulantes. El viento apenas empujaba graciosamente a las rollizas nubes que ocultaba el opacado brillo de los astros colgantes del manto celeste. Yuri aún así estaba consciente que no debía bajar la guardia en ningún momento sin importar las circunstancias, fue así que su sexto sentido le alertó de un asalto.

–¡Cuidado!– alcanzó a gritar antes de sentir como el carromato giraba bruscamente.

El relincho de los caballos hirió el silencio que flotaba en la espesura de la noche. Rápidamente el pequeño colocó el artefacto dentro de sus bolsillos mientras los otros dos soldados se recuperaban de la embestida. Una vez que el carruaje fue colocado en su posición original dieron órdenes específicas de mantenerse en su lugar mientras se dirigían un par de pasos hacia atrás para indagar de dónde provenía la agresión. Yuri asintió y se mantuvo a lado del cochero quien aparentemente tenía una lesión ligera en el abdomen. Se encontraban a solas y mientras el pequeño hacia presión suave sobre el golpe, un crujido de ramas le alertó nuevamente de una presencia ajena.

por **Autumn Di Moncalieri** Vie Mayo 01, 2015 12:47 am

Ese día había sido de lo más extraño para la joven bruja, quien acepto llevar un encargo a los bosques, de parte de una buena mujer que en los últimos días se encargaba de darle alimento y un techo sobre el cual mantenerse. Autumn recibió las indicaciones temprano por la mañana y aunque memorizo perfectamente el camino a seguir hasta la casita en los bosques a la que debía llegar, olvido el ligero detalle de que era necesario que volviese antes del atardecer porque de otra manera le sería sumamente sencillo perderse, que fue exactamente lo que le sucedió.

La hechicera salió animada a cumplir con su misión, tan contenta estaba de poder ayudar a quien le daba algo de esperanza a su día a día, que se detuvo en cada uno de los sitios que llamaron su atención, corto tantas flores como le fue posible y observo tantos pájaros y árboles hermosos como su vista se lo permitía, por eso, fue que era el medio día cuando dio con el lugar donde debía dejar el encargo. Si bien Autumn no estaba del todo segura de que era lo que llevaba, sabía que la canasta que cargaba en uno de sus brazos era bastante pesada y fue por eso que al tocar en aquella oculta casa, se sorprendió de que fuera una anciana la que le recibía. La mujer le hizo entrara su humilde morada y de esa manera fue como la joven se entero de que la mujer que tan amablemente le recibir en su casa, era la hija de aquella a quien visitaba ahora. La hija de aquella anciana, se encargaba de llevarle comida solo que en aquella ocasión se encontraba tan ocupada que debió pedir la ayuda de Autumn para el cometido. Entre que se enteraba de eso y algunas otras conversaciones más banales, para cuando decidió que era el momento de regresar, ya era más tarde de lo que esperaba. La anciana le ofreció quedarse esa noche, pero armada de valor le aseguro que podría llegar sin dificultad antes de que la noche cayese sobre los bosques. Ese fue, por supuesto, un grave error.

Iba repitiendo para si misma, pero a la inversa, el camino que siguió hasta llegar a aquel lugar y aunque en un principio todo pareció ir viento en popa, fue más pronto que tarde cuando se dio cuenta de que termino por errar en alguna de las indicaciones y ahora, se encontraba perdida. Se dijo a si misma que no existía necesidad de entrar en pánico, que pronto encontraría la manera de regresar a las calles de París o al hogar de la anciana. Así que decidida, continuo andando sin rumbo definido por entre los bosques, hasta que el manto oscuro de la noche cubrió los cielos, dejando a Autumn atemorizada por lo que pudiera suceder en aquellos momentos.

Incapaz de continuar más su camino, se recargo en un árbol y se sentó en el suelo. Se encontraba nerviosa y estaba de sobra decirlo, así que para tranquilizares y no sentirse tan solitaria, termino por usar el viejo hechizo que su madre le enseñara, ese que hacía que brillantes mariposas aparecieran volando a su alrededor. Al final, no fueron las mariposas las que animaron el corazón de la bruja, sino el relincho de unos caballos, que termino por hacer que se levantara de manera rápida y auxiliada por el brillo de las mariposas, camino en dirección de donde antes escuchara a los caballos, todo para terminar encontrando un carruaje.
– ¿Están bien? – pregunto al ver a un hombre y un pequeño niño. En esos momentos se sentía mucho más segura, pero aún así mantuvo una distancia prudente, al menos hasta saber que era lo que sucedía en aquel lugar – ¿Necesitan ayuda? – dijo observando al pequeño.

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