Under the midnight sun [Privado]

por **Drake Ende** Jue Sep 22, 2016 9:45 pm

Poco más de un año transcurrió desde la fatídica noche en que su vida llegó de cierta manera a su fin, tiempo que para él se sentía como nada. ¿Lo había cambiado mucho la inmortalidad? Drake se cuestionaba eso prácticamente todos los días, respondiéndose siempre lo mismo. Seguía siendo el mismo, solo que más solitario que nunca. Al convertirse en vampiro se alejó de todos sus conocidos cazadores pues no deseaba que le vieran de aquella manera y mucho menos que se sintieran decepcionados de la manera en que había caído en la inmortalidad. Renunciar a verse con sus compañeros cazadores resultó algo complicado pero habiendo ya renunciado una vez a algo que amaba, su decisión le pareció mucho más sencilla de tomarse y sobre todo de cumplirse.

Un par de años atrás Drake había renunciado a su vida. Dejó a su familia de sangre para hacerse de una familia de ideales, una que sabía que no le defraudaría de la manera en que su propia sangre lo hizo siempre. Separarse de los seres que amaba fue muy difícil, sin embargo, los entrenamientos para convertirse en cazador le mantuvieron lo suficientemente ocupado como para superar todo. Ahora, en esta nueva ocasión que dejaba todo detrás, había sido la sed de sangre y sus intentos por adaptarse a su nueva condición lo que le mantuvieron más o menos cuerdo y le impidieron buscar a sus amigos cazadores. No quería dañar a aquellos que le ofrecieron tanto, de hecho, aún en su condición de vampiro pensaba ayudarles desde las sombras, apoyarles como pudiera, siempre sin dejarse ver por ellos. Lo mejor tanto para sus conocidos como para él, era que lo creyeran muerto justo de la manera en que estaba su cuerpo. De lo único que no pudo apartarse fue de la cacería.

Una vez que se adaptó a lo que era comenzó a recorrer las calles en busca de trabajo, justo de la misma manera en que lo hizo cuando era aun humano y contrario a lo que creyó en un inicio, ser un vampiro y además cazador llevó grandes beneficios al Ende, quien usando una identidad falsa ya se había hecho de una buena reputación en las calles de París y algunas otras zonas de Francia. Cada día tenía más personas que le buscaban para contratarle y como ejemplo estaba esa noche. Días atrás se le pidió al inmortal que asistiera a una reunión para acordar un nuevo trabajo, solo que el hombre que planeaba contratarlo no le daba muy buena espina al vampiro, así que sin avisar, Drake decidió cambiar su destino de la noche, dirigiendo su andanza a la armería clandestina en las afueras de París, sitio donde planeaba hacerse de un par de cosas que le faltaban en su arsenal.

La armería se encontraba en un sitió estratégico, uno de difícil acceso para las personas comunes, además de ser conocido y visitado principalmente por cazadores y mercenarios. Drake llevaba haciéndose de cosas ahí desde hacia aproximadamente cuatro meses y para su fortuna, ninguno de sus antiguos compañeros cazadores la frecuentaban, volviendo la armería un santuario para él.

Llegando a su destino más pronto de lo que planeo en un principio, el Ende ingresó en la armería de manera despreocupada, sus ojos iban de un lado a otro y sus pensamientos se enfocaban en que era lo que iba a pedir pero cuando sus ojos se posaron sobre una figura de perfil cerca del mostrador, Drake se detuvo en seco y de manera no intencional un nombre fluyó de sus labios.
– Rahel…

por **Rahel Marszalek** Lun Oct 10, 2016 6:20 pm

“The past beats inside me like a second heart.”
― John Banville, The Sea

Rahel solía ir de cacería sola, todos aquellos e los que había confiando lo suficiente como para pelear lado a lado, desaparecieron por algún u otro motivo... su tía, Zíu, Blake, los primeros dos los enterró, al tercero... ese simplemente desapareció s¡de su vida un buen día.

La cazadora era sociable, afable y amable cuando debía de serlo, pero era demasiado independiente, los golpes en la vida le enseñaron que no se debe de aferrar a algo o alguien, que el cariño es relativo y la lealtad siempre puede verse quebrantada.

Hacía tiempo que solamente practicaba, en los últimos tres años, perdió rastros y ganas de continuar con la labor de su tía y con lo que enmarcaba su venganza ¿a donde la llevaba ese camino? no obtenía respuestas y contrario a disminuir con el número de seres sobrenaturales, este solo se incrementaba ¿de que servía?. Pero algo, la determinación o el espíritu indomable y salvaje que clamaba por venganza, la obligó a salir de casa y dirigirse al único lugar seguro y confiable que conocía para reabastecer su arsenal.

Aquel lugar se encontraba escondido, no había ningún mapa que mostrara su ubicación, y al llegar, no había ningún señalamiento que te indicara que estabas en el lugar correcto. La localización y contactos eran cosas que se heredaban, cosas que la familia Marszalek conocía. ―Tráeme lo que esta en la lista, ya se que es mucho, pero lo necesito - preguntó la cazadora al hombre pelirrojo y regordete detrás del mostrador, este asintió y se fue a buscar lo que le pedían. Rahel se recargó en el mostrador, llevaba un abrigo negro largo guantes de piel y pantalones de color vino hechos a su medida.

Aquella sensación de sentirse observada, un escalofrío recorrió su espalda justo cuando se atrevió a mirar por sobre su hombro. El hombre que la atendía fue llevando de apoco las cosas que estaban en la lista, llamándola por su apellido para preguntarle si le gustaría echar un vistazo a las navajas que acaban de llegar, Rahel movió la mano ignorándole, su vista estaba fija en un fantasma que solo en sueños traía de vuelta ―Blake - ese nombre salió de sus labios con miedo a ser pronunciado, se separó del mostrador y caminó hacia él, primero sus pasos fueron inseguros, luego rápidos para al final, detenerse en seco alargando la mano hacia el hombro de aquel que parecía querer huir de ella ―Ende... - lo llamó por su apellido, era él, de eso no le quedaba duda.

por **Drake Ende** Jue Nov 10, 2016 8:49 pm

Aquello no podía estar pasando, él no debía ser visto por las personas importantes de su pasado, aún así, sus piernas no le respondían y de sus labios salió el nombre que provoco que la muchacha se girase a mirarlo. Fue ahí, en ese preciso momento que Drake supo que ya no podía huir y que lo que debía hacer era enfrentar a Rahel pero, ¿Qué iba a decirle a su amiga? ¿Cómo abordar el tema de que ya no era más un ser humano? Ende tuvo la esperanza de que su ausencia y falta de comunicación convencieran a la muchacha de que estaba muerto, de que una de sus misiones no salió del todo bien y él ya no se encontraba más en aquel mundo; quizás ella creyó todo eso, desafortunadamente ya no lo creería más.

El hombre que atendía la armería menciono algo a la joven cazadora, algo que ella decidió ignorar pues sus ojos se encontraban clavados en los del vampiro en quien seguramente también se enfocaban sus pensamientos. En los ojos de su amiga podía ver dudas e incredulidad, algo absolutamente comprensible dado la manera tan abrupta y silenciosa en que el Ende desapareció. Cuando Rahel comenzó a andar en su dirección, Drake dio un paso hacía atrás. Quería mantener la distancia con ella para que no se diera cuenta de la clase de monstruo que era, sin embargo, también quería estar cerca de ella. Le extraño, no podía negarlo. Rahel, durante el tiempo que convivieron se convirtió no solo en su amiga y compañera de misiones, sino también en su única familia, aquella a la que terminó abandonando por el temor de mostrarse como el vampiro que ahora era. Un cazador convertido en vampiro, no existía posibilidad de aceptación de algo así o al menos, eso creía él.

El inmortal se obligo a no moverse más, de la misma manera en que se obligo a mantener su mirada fija en la ajena hasta que la cazadora llegó a estar frente a él. Un atisbo de sonrisa apareció en sus labios en el instante que sintió la mano femenina posarse sobre su hombro, pero en seguida, una punzada de culpabilidad le ataco, provocando entonces que el vampiro alejase su mirada de su amiga.
– Rahel, lamento haber desaparecido sin avisarte, pero yo no quería que me vieras de esta manera – ella era una cazadora y él un monstruo, su amistad no podía continuar.

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