Lazos y caminos [Privado]

por **Alyssia Donovan** Lun Abr 06, 2015 5:57 pm

Ya llevaba unas noches en París y en esos días, había vuelto a sentir la llama del hogar. O así lo llamaba a ella a aquella sensación de melancolía del corazón cuando volvías a la ciudad, al lugar que te había visto nacer y enseñado a dar los primeros pasos por aquella vida.

Había tenido algún que otro número con su violín en los distintos hostales Parisienses del centro, presentándola como una extranjera reconocida y la verdad es que sus raíces no eran tan lejanas. Todo lo contrario. Ella era más de Paris, que muchos de los que iban a sus espectáculos. Y eso para nada le quitaba que no amara perderse por las calles, como de pequeña solía hacer, aunque ahora supiera de memoria cada recorrido de aquella gran ciudad y de cada uno de sus tramos.

Esas noches había dormido en los hostales, en habitaciones bastante seguras y cómodas, de lo que no podía quejarse. Todo y estar acostumbrad a adormir en la intemperie, en los bosques si hacía falta en sus pieles caninas, de vez en cuando le sentaba bien las comodidades que como joven disfrutaba de tanto en tanto. Así que no se quejaba.

—Madeimoselle, perdone… para llegar al jardín botánico? — Preguntó esa mañana a una de las jóvenes que trabajan en el hostal en la entrada. Ante todo debía mantenerse en secreto, no usaba su nombre real ni su procedencia real precisamente para que su familia – o lo que quedaba de ella- no supiera de su presencia, y para ello debía fingir, no conocer esa ciudad. Ni ninguno de los pueblos que tan bien conocía, por más que le pesaran esas mentiras en el alma.

Tras recibir las indicaciones, y agradecérselo, partió en esa dirección, cambiando de rumbo tras unos metros, para perderse aquella bonita mañana por las calles soleadas. Hacía mucho tiempo no respiraba tranquila y aquel día se había propuesto simplemente reposar y descansar todo lo que pudiera. O por lo menos aquello pensaba hasta que sintió como alguien la perseguía a distancia. Con un suspiro dejó de oler los jazmines ante los que se había detenido y prosiguió su camino, hasta que al girar por una calle, sin querer chocó contra alguien.

—Lo siento, disculpadme... ¿Se encuentra bien?