Un nuevo atardecer (Privado - Giselle Tyrell)

Habían pasado días desde que había visto mi casa arder y aún recordaba el sabor del humo amargo alzándose hacía los cielos. Mi cuerpo estaba bastante sucio de prender fuego a la casa. Desde lejos la mire arder largo rato sabiendo que todo moría allí. Lo único que conserve fue el colgante de mi madre y uno de sus libros sobre la magia blanca escondido debajo de la tela de una cesta.

Desde niña había crecido en esa carta, y desde adolescente me había torturado mi padre en aquella casa, ahora era tiempo de desaparecer. Tiempo de intentar cambiar, buscarme un oficio y acabar con la mierda que sentía que había empapado cada parte de mi cuerpo, y cada rincón.
Escondida me quedé a ver como caía hasta el último escombro y como llegaba la gente al lugar cuando eso estuvo demasiado lleno para mi me puse en camino. Limpié las lágrimas de mis ojos, envié un beso hacía el lugar donde estaba enterrada mi madre y empecé a caminar hacía ningún lugar deseando cambiar de vida.

No estaba segura de si lo que había vivido hasta el momento se podía llamar vida o que había sido exactamente, ahora desde luego no tenía a donde ir pero quemar mi casa era la mejor solución. Tras encarcelar a mi padre lo siguiente que pasaría es que las autoridades registrarían mi casa y tras eso me quemarían por bruja, fue por eso que tome la decisión de quemarla y desaparecer.
Camine durante horas y horas  hasta que no pude más y cuando salió el amanecer termine durmiéndome en la fría hierba, estaba demasiado cansada para que las pesadillas me acompañaran aquella mañana y a mediodía desperté.
Aquella tarde volvería a la ciudad cuando hubiera pasado todo, buscaría trabajo y permanecería algunos días en una de pensiones. Antes de irme decidí que lo mejor sería recoger unas hierbas y colocarlas en el cesto. Seguramente las necesitaría para hacer pociones y además llevar la cesta vacía a la ciudad quedaría muy extraño.

Intenté asearme un poco y me puse a ello, no esperaba que un joven galante se me acercará en medio del bosque y muchísimo menos me esperaba que me hablará. Sus ropas elegantes indicaban que era de la clase alta. Me costó reaccionar al principio y preste atención a sus palabras. Me dijo que ambos buscábamos lo mismo, sabía que a la clase alta se le trataba diferente fueras de la clase que fuera y sabía el lugar que me correspondía pero no podía dejar que viera lo que ocultaba la cesta. Saqué las hierbas de la cesta y se las entregué.
-Os ruego que me perdonéis y toméis esto que os ofrezco…es lo único que tengo- Quizá él no se diera cuenta de la verdad en mis palabras.

La palabra “compartir” en los labios de aquel joven se me hizo demasiado extraña, no todos los de su condición la hubieran utilizado.  Me intrigaba muchísimo que un hombre con ese traje estuviera recogiendo plantas sin ningún valor para los humanos normales. Notaba algo raro en él no me di cuenta hasta que use la empatía con él, parecía que me admiraba y tenía curiosidad hacía a mí. Aquello nunca me había pasado sin embargo…. Había algo que no me gustaba, mi interior sentía que algo fallaba.

Coloqué la mitad de mis flores en la cesta y le ofrecí la otra mitad esperando que lo cogiera sin apartar la mirada de él ni un segundo y haciéndome la inocente mientras analizaba cada movimiento, no terminaba de fiarme de él. Sabía lo que no era, no era un licántropo, ni vampiro, ni cualquier ser sobrenatural. ¿Sería un hechicero? Si buscaba esas plantas tenía todas las papeletas pero… ¿Qué tipo de magia tendría? Tragué saliva sin hablar y oí su pregunta.

-Creo que yo podría preguntarle lo mismo- Respondí tentándolo tras aquello decidí mentir para que no supiera nada sobre mi pasado. – Mi madre murió ayer y esta es su planta favorita. Su último deseo fue que las colocará sobre su tumba, deseo cumplirlo.- Era incapaz de mencionar a mi padre por lo que calle en cuanto mi mente lo pensó.

Debía descubrir qué tipo de magia utilizaba antes de que pudiera hacer algo contra mí.
-Mi nombre es Giselle pero mi apellido no es importante señor así que permitirme omitirlo- Comenté restándole importancia. Mientras hablaba seguí cogiendo plantas y dándole algunas, fingiendo poco interés en él a pesar de que en ese momento, por protección, era lo único que me interesaba.
Seguía muy de cerca sus reacciones y movimientos mientras mi habilidad seguía presente.

Nada más utilizar la magia supe que había puesto las cartas sobre la mesa y tuve una sensación al mirar sus ojos supe que lo sabía pero fingí que aquello no era importante. Mi pulso no estaba de acuerdo conmigo y se aceleró mientras recordaba la muerte de mi madre por brujería. “Él no puede delatarme…es lo mismo que yo…” Eso era lo que quería creer, y era sin duda lo que me interesaba creer. Mire como colocaba las flores en su maletín, seguía sintiéndome desprotegida cada vez que lo miraba.

Al oír sus palabras sobre mi madre se me escapó una ligera sonrisa aún tenía vagos recuerdos de mi madre explicándome cosas referidas sobre las plantas pero solo aquellas de magia blanca. Siempre me había enseñado que la magia negra no era algo con lo que se pudiera hacer el bien, ni era algo que se podía controlar. A veces echaba mucho de menos sus enseñanzas.

Al intentar volver a comprobar que sentía creo una barrera para que no pudiera entrar, me gire de golpe sus ojos se encontraron con los míos. Acababa de confirmar que era un mago ahora solo quedaba comprobar que tipo de mago era, y si era mi amigo o mi enemigo. Me daba muchísima rabia que me hubiera pillado pero solo aparte la mirada antes de contestar.
-Sí, señor, no volverá a ocurrir- Hice una mueca y seguí cogiendo flores aunque cada vez tenía más ganas de largarme de ahí, nada más llenar mi cesto me iría

En cuanto me guiño el ojo aparte la mirada e hice una mueca seguía viendo algo en él que no me gustaba, puede que fuera demasiado amable conmigo y nadie lo había hecho antes. Me gustaría haber podido fingir que aún tenía un padre pero siempre había estado muerto para mi aunque estuviera encerrado por sus crimines.

-Trabajo…- Susurre inconscientemente, era algo que necesitaba demasiado. Al mirarlo supe que me había oído aunque yo hubiera preferido que no. No sabía ni de que trabajo se trataba ni por qué me lo ofrecía a mí, aquello me hizo mal pensar.

Tras escuchar el trabajo que me ofrecía y ver como se sentaba suspire. Si era mago no entendía porque quería conocer de mis habilidades, las cuales el me paraba y aún no había entendido el por qué. Deje la cesta un momento y me acerqué a él quedándome de pie mirándole.
-¿Cuál es el truco? ¿Por qué me ofrecéis esto a mí señor Koning?- Me había manejado muy bien con mi padre, y estaba segura de que Koning no era tan peligroso como Derek. Necesitaba el trabajo y quizá no encontrará nada mejor, sabía que la cosa de trabajar estaba difícil a no ser que vendiera mi cuerpo, eso no era una opción, poca gente me daría trabajo con mi cabello rojizo, mucha gente me tacharía de bruja.- Contadme más…

Sonreí al escuchar que no volvería a ocurrir, obviamente los dos nos habíamos percatado del poder del otro y allí estábamos, dos desconocidos que teníamos más en común de lo que pensábamos. Pese a eso notaba una reticencia a estar allí conmigo, había algo que no me decía que hacía que no se sintiese del todo cómoda en mi presenta, yo no quería eso, la nueva musa de la industria Koning debería de sentirse cómoda a mi lado y tratarme con más confianza, aunque aquello ya llegaría.

Parecía que había dado en el clavo al sacar el tema del trabajo, era obvio que una huérfana que estuviese dando una vuelta a aquellas horas por el bosque no debía de tener, o al menos así me lo parecía a mí. Al parecer le intereso, porque dejo de mostrarse tan reticente e incluso se acercó a preguntar.

-Bien, me interesa por lo que acabo de presenciar, posee usted cierta afinidad sobrenatural y me interesaría que me enseñase un poco más de que se trata. No sé mucho más de lo que yo sé controlar y he leído, pero sé que no todos somos iguales ni tenemos las mismas habilidades y me gustaría poder escribir un libro donde clasificarlas. Obviamente nunca daría nombres, no estoy loco.

Sonreí y la mire inquiridoramente a los ojos.

-Tengo una empresa textil, soy diseñador de ropa y había pensado que además de servir en mi casa, podría valerme de modelo, solo si os parece bien. El sueldo al principio no será muy alto, más que el de una sirvienta, lo cual no obstante incluye habitación y alimentos. Y por la parte de modelo le iría pagando conforme me ayudase y hiciéramos pruebas de los vestidos, por allí ya puedo decirle que seguramente cobraría bastante más.

Sabía que no estaba dando un mal trabajo, era uno de los empresarios que mayor salario pagaba y mucha gente lo sabía y quería trabajar para mí, aunque seguramente aquella joven no debía de saberlo.

-También le diré que soy un tanto celoso con mis empleados y me gusta saber un poco de ellos, más que nada porque les deposito la confianza plena de mi hogar y labores… Tranquila, no tenga miedo, ya sabe que soy como usted y si hubiese querido hacer algo, ya lo hubiese hecho, no obstante no sé lo mismo de usted.

No quería salir del brazo de mi padre para toparme a otro como él y aunque aquel señor era agradable parecía serlo demasiado. Eso era lo que me echaba hacía atrás sin convencerme del todo. Aun así, el trabajo era algo necesitaba y quería más información sobre aquello.

Las palabras sobre mis habilidades no me convencieron, aunque una sensación buena se apodero de mí, no intentaría matarme por ser hechicera y quizá podría practicar la magia en la intimidad de una habitación sin que nadie interrumpiera en ella. Los aspectos positivos eran muy grandes pero también existían los aspectos negativos, si le confesaba todo lo que era sabría lo que podía o lo que no podría hacer. Sabría todo sobre mi, mis puntos débiles y mis puntos fuertes aquello era demasiado privado y llegaba a unos niveles de confianza que solo había tenido con mi madre, no era algo que me gustará y menos sin conocerlo de nada.

Si llegaba a escribir ese libro puede que mucha gente saliera herida, de alguna manera u otra quién tuviera poderes parecidos a los míos saldría afectados.
-Lo siento señor Koning pero no creo que debamos hablar de mis habilidades en ningún momento. ¿Usted querría que alguien se enterará de lo que es capaz o no? Entenderá mi situación y estoy segura de que comprenderá porque rechazo su oferta.

Necesitaba aquel trabajo, a estas alturas era algo que ambos sabíamos pero no quería que supiera nada de mi pasado, era algo que deseaba borrar y olvidar. Si alguien lo sabía seguiría dentro de mí. Tampoco podía arriesgarme a que supiera todo sobre mí porque era mi modo de protegerme.
-Como ambos sabemos me interesa su oferta pero como ya le he dicho antes debo rechazarla. No le hablaré de mis habilidades, no lo haré.
Tampoco puedo responder preguntas de mi pasado ni hablaré sobre él, como comprenderá mi madre a fallecido hace poco y es demasiado doloroso. Dudo que siga siendo la chica que busca cuando no puede confiar en mí pero la confianza es algo que la gente se debe ganar y no algo que se deba exigir. – Le sonreí dejándole aquellas cosas claras- ¿Esta dispuesto aun así a contratarme? Yo diría que no.- Me di media vuelta dando por finalizada aquella conversación y tome mi cesta

No pensaba que hubiera nada más que hablar y aclarar, cuando alguien me pedía su opinión se la daba a pesar de la clase social que fuera, siempre y cuando mi vida no estuviera en juego.

La idea del libro no acababa de convencerme, quizá eran las experiencias pasadas pero nada de lo que decía me convencía. Si bien era cierto que existían muchos magos curiosos pero también hechiceros que utilizaban la gente con maldad, gente que utilizaba o mataba a las personas. No quería toparme con alguien así pero un libro como el que quería hacer si caían en malas manos podía llegar a ser horrible, o al menos mis enseñas y experiencias lo veían de ese modo.

Su siguiente pregunta hizo que todo mi cuerpo se congelará como si me hubieran encerrado en hielo, mi voz desapareció y mis manos temblaron con torpeza ante aquella pregunta. Era lo único que quería saber de mí, debía de hacer un esfuerzo y contestarle pero ningún ruido salía de mi garganta. No me atreví a mirarlo si no que baje la cabeza. Deseaba poder mentirle con todo mi corazón, deseaba poder fingir que ese hombre no existía. Quería sacarlo de mi cabeza y olvidar todos los momentos vividos.

Trague saliva sin atreverme a olvidarlo, me sentía petrificada, no era algo de lo que quisiera hablar si no algo que prefería no mencionar. Carraspeé notando que de nuevo tenía voz y decidí intentar decirle la verdad- Para mí lo está ¿Eso no os vale?- Me hubiera gustado ser la dueña de mi voz pero sonó temblorosa y afligida sin que yo pudiera realmente evitarlo.

Por mucho que dijera que podía pensármelo, no había nada que pensar. La decisión estaba tomada y no tenía otro sitio a donde ir. Sonreí de forma fría cuando oí que podía llevar mis cosas. Aquella cesta y el libro oculto ya era lo único que me quedaba- Señor Koning esto es lo único que tengo así que si así lo deseáis os seguiré hasta vuestra casa. No creo que tenga que pensármelo, esta decidido- Agaché la cabeza e hice una breve inclinación.

Aquello era un buen trabajo y sin lugar a dudas era mejor que nada. Por otra parte sentía la misma curiosidad por sus habilidades que él por las mías.

Odiaba tener que hablar de mi padre, cualquier mención y referencia a él por ello aquello me costó tanto. Aún recordaba cómo me había tratado, y podía recordar los chillidos en la hoguera de mi madre, como me obligo a mirar… Ojala hubiera podido saber las atrocidades que hacía, quizás así mi madre se hubiera salvado per por aquel entonces solo era una niña.

La boca se había llenado de amargura y dolor al responder a su pregunta haciéndome odiar todo lo referente a ese hombre, quería olvidar y tachar mi pasado. Estaba allí para empezar de cero y por alguna razón ese hombre estaba conmigo ofreciéndome una segunda oportunidad en la vida sin saber que lo hacía.

Comenzamos a caminar por aquel sendero, después de aquello sobre mi padre no me apetecía hablar había hecho un gran esfuerzo para hacerlo. Por otra parte él era un hechicero y si descubría que mi padre había matado a gente como nosotros puede que lo hubiera pagado conmigo, otro motivo para no hablar sobre mi pasado.

Entonces me fije en que había un hombre allí, su traje era elegante y supuse que debía ser el chofer por el comportamiento del señor Koning. Agaché la cabeza cuando me presentó al chofer y subí al carruaje, este se puso en marcha. No dije nada porque no sentía la necesidad de hacerlo pero debía reconocer que estaba perpleja y emocionado. No podía creer que por una vez la suerte me sonriera, estaba nerviosa de despertar en cualquier momento. Como era la primera vez que montaba en carruaje me sentí un poco rara y no pude evitar mirar hacia el exterior.

El señor Koning me informo de cómo serían las cosas a partir de ahora, al menos una parte por que volvió al tema de la magia. Sin mirarle directamente a los ojos porque era mi superior, algo que mi padre me había grabado a fuego, le conteste.- ¿Qué tareas son las que debo realizar? – Tragué saliva antes de hablar de la magia, debía ir con mucho cuidado.- Si, señor lo note. No volverá a ocurrir, no intentaba dañaros…- Era una habilidad que utilizaba para saber de quién podía fiarme y de quién no. La mayoría de la gente que había conocido era buenas personas sentían cariño, amor…Mi padre era de las malas desde niña intuía que había algo mal en él pero creía que mi madre tenía razón. Al morir mi madre supe que lo que mi padre había sentido era odio hacía mí. Las personas que sentían odio o rabia las evitaba.

Por eso no sabía si aquel hombre era de fiar solo sabía que sentía curiosidad hacía mi pero poco más había podido ver de lo que sentía, y se protegía podía ser porque tenía algo que ocultar.

Cuando el carruaje paro mi acompañante fue el primero en bajar ayudándome gentilmente en bajar aunque mis ropajes no eran de noble por lo que no abultaban demasiado. Mi boca se abrió de par en par al ver aquella casa, era muy amplia y preciosa, aunque de alguna manera me resultaba familiar…

Me resulto muy rara aquella sensación aunque no era la primera vez que me pasaba, mi madre nunca me había explicado aquello por eso no solía darle importancia cuando ocurría.
-No se cómo agradeceros todo esto- Mi voz parecía normal pero cada vez todo aquello me sonaba más.

Utilizaba los modales que mi padre me había grabado a fuego en la mente, era algo que me salía solo. Algo que no podía quitarme de dentro y lo hacía inconscientemente como no mirar a los ojos a no ser que me lo ordenaran si trabajaba para él. Al igual que evitar mirar algunas cosas a no ser que me den permiso.  Intenté mirarlo a los ojos tomándome aquello como una orden y lo conseguí unos segundos.

-No creo poder aceptar eso mi señor, creo que es lo justo y os debo el respeto que os merecéis. Al aceptar este trabajo sois vos quién decidís sobre mí, no yo.   -Esa era mi opinión al menos y creo que le debía mucho más respeto del que él era consciente. No tenía ni idea de lo que me había ayudado probablemente sin querer hacerlo.

Escuché las tareas que iba a realizar a partir de ahora, no muy diferentes a las que había realizado en el pasado, ya que era yo quién llevaba mis libros. Ahora todos estaban quemados, muertos y hechos ceniza por mi culpa pero había sido lo mejor, Tome la cesta y la acaricie sabiendo que era portadora de mi último libro.
Entrar aquella casa fue algo increíble por todo lo que había en el interior, era todo nuevo para mí y no podía evitar pararme en cada estatua y en cada cuadro admirándolo, alzaba la mirada para ver las lámparas que colgaban en el techo como si alguien las hubiera puesto allí estratégicamente colgadas, pero a mí solo me fascinaba. Incluso la alfombra me parecía algo de otro mundo. Mire la escalinata que parecía tan perfecta sin un rasguño y al volver la vista a mi jefe me di cuenta de que así era él.

Era perfecto, dudaba que encontrará algo malo en él porque eso no existía, yo había desconfiado de él pero me empezaba a dar cuenta de que era tal y como se había mostrado conmigo y me dolía un poco, haber desconfiado de él. Ahora tenía la sensación de que aquello era irreal, que iba a despertar en cualquier momento. Yo era imperfecta aquello era demasiado ni estaba a mi altura, ni siquiera para trabajar.

No me enteré bien de aquello que dijo, parecía la lista de la gente que trabajaba allí pero mi mente estaba bloqueada diciéndome que aquella vida era demasiado buena para mí. Le seguí hasta entrar en la habitación que me dijo.


Al entrar vi que mi mente tenía razón, había muebles que ni siquiera sabía para que se utilizaban, un armario que con solo el conjunto que llevaba sería incapaz de llenar de ropa nunca, unas cortinas elegantes, un reloj que en mi vida había tenido. Pergaminos… pergaminos limpios, una cosa tan simple como aquella. Deje la cesta encima de la cama, que era la más grande que había visto y me abalance hacía el exterior.


Me tope de golpe con mi jefe sin que ninguna palabra saliera hasta que conseguí calmar mis ansias de hablar- Mi señor, señor Koning creo que debería recapacitar. Esta no puede ser mi habitación, yo no merezco esto. Debería dárselo a otra persona, no puedo aceptarlo…no…no es para mí- -Ni pude mirarlo a los ojos, mi mirada estaba perdida en el suelo.

Aquellas palabras eran muy diferentes a las que solía oír, nadie me había dicho que tenía los ojos bonitos aunque podía deberse al hecho de que no solía mirar a la gente por encima de mi nivel a los ojos, y los que estaban a mi nivel tendrían muchas más cosas en las que pensar en vez de mis ojos.

Aquello fue como un cumplido mezclado con una especie de orden y solo por ello me atreví a levantar la mirada del suelo y observar los ojos de mi nuevo señor aunque silenciosa sin murmurar palabras. En ese momento descubrí que mirar aquellos ojos me ponían nerviosa como si fuera una niña pequeña a la que acabarán de pillar trasteando, una niña pequeña y normal sin nada malo que ocultar salvo las trasturas de la época pero nunca había llegado a sentirme así en mi juventud. ¿Por qué ahora sí?

¿Lo mínimo que una persona debía tener? Allí había demasiado espacio, mi antigua habitación era lo mínimo que una persona debería tener, un cama rota y una habitación secreta hacía la pequeña estantería que llamábamos biblioteca pequeña. Aquello era inmenso. Poco convencida e incrédula ante aquello me dio una orden antes de meterme en el interior y cerrar la puerta.

Me quite mis ropajes sucios y me probé mi nuevo uniforme, no me quedaba mal aunque no estaba acostumbrada a ese tipo de vestimenta, me sentía demasiado expuesta aunque era ropa más limpia que la que había llevado desde hacía años.

Aproveché para mirarme en el espejo y busqué algo con lo que sujetar mi pelo, una sonrisa se deslizo por mis labios cuando lo encontré y me hice un moño alto, este no quedo demasiado bien por mi torpeza al no tener práctica pero siempre me había gustado recogerme el pelo para trabajar, aunque hasta ahora no había podido hacerlo.

Salí de mi nueva alcoba con el corazón prácticamente en un puño, volvía a estar afuera mi señor que enseguida se puso a caminar haciendo que lo siguiera de inmediato. Apuntaba cada dato en mi mente e intentaba grabar en mi memoria cada cosa que decía.
Hice una breve inclinación de cabeza hacía el ama de llaves cuando me presenté sin decir ni una palabra para no romper aquel ambiente tan raro y de ensueño que se había formado. En algún momento despertaría estaba convencida de ello.

Llegamos a una especie de comedor inmenso donde intenté escucharle con atención pero mi mente se fue lejos de allí imaginándome las celebraciones o bailes de los que hablaba, el vestuario de las damas o como los caballeros las sacarían a bailar. Sonreí levemente y al darme cuenta borré mi sonrisa, no podía sonreír en el trabajo. El trabajo no era diversión eso me decía el hombre que se hacía llamar mi padre.

Entonces llegamos a una especie de despacho que era mucho más que lo que se veía, tras bajar las escaleras y abrir aquella puerta el corazón me dio un vuelco al ver aquella sala llena de libros. Pasaron algunos minutos hasta que reaccione cosa que sin duda me costó bastante.

Colocó la llave en mi mano y la apreté con fuerza totalmente conmocionada, no podía creer que confiará tanto a mí con los pocos datos que tenía para guardar aquel tesoro.
No podía creer que me estuviera dando permiso para leer todo aquello, podía haber de todo y cualquier cosa en esos libros, era sin duda tan emocionante para mí que se deslizaron lágrimas por mis mejillas y no hice nada para evitarlo. Sí que me aparté un poco y las limpié no quería que pensará que era débil.

Sentía curiosidad por aquel libro, el único libro que no me dejaba leer pero nunca lo tocaría, él había confiado en mí a pesar de mis interrogantes y eso me hacía verle de otra manera. Si me daba aquella oportunidad sin pedir nada a cambio significaba que era de confianza.

Salí de la biblioteca y me pidió de nuevo la llave colocándola en una cadena de plata, me lo coloqué alrededor del cuello.
- No sé si soy la más indicada para esta tarea, y si no os arrepentís os prometo que haré todo lo que este en mi mano para cuidar de todos estos magníficos libros. No sé cómo agradeceros lo que habéis hecho por mí. - Mi voz temblaba recordando la muerte que yo misma había dado a todos mis libros- Es un honor poderos servir señor Koning - Tome mi vestido e hice una breve inclinación.

Por fin se dignaba a mirarme a los ojos, le había costado, pero no podía negar que eran preciosos. Deje que se pusiese el nuevo uniforme y al salir debía admitir que realmente le sentaba bien, era muy agradable volver a tener servicio que brillase por su belleza y su juventud, hasta ahora la mujer más joven era Eloise y tenía 30 años, que aunque no muy mayor, si bastante más que yo.

Sabía que estaba yendo muy deprisa de aquí para allá, no le estaba dando tiempo a asimilar por donde pasaba, pero ya tendría tiempo después, total al fin y al cabo no solía pasar mucho en casa y mi servicio solía estar siempre de aquí para allá, me gustaba tratarlos como si fuéramos una gran familia.

Note al pasar por el comedor que había sonreído, pero que rápidamente borro aquella preciosidad de su cara. Tal vez se pensaba que quería un servicio serio y no era así.

-Por favor, no se esté de reír, adoro las sonrisas y me gusta que el servicio este feliz mientras este conmigo, por ello ría todo lo que quiera y necesite, su sonrisa es bienvenida.

Sonreí yo también en señal de calidez. La verdad es que pese a no conocerla de nada, había algo en su mirada que me hacia poder ver que era buena persona, no necesitaba usar mi magia para convencerla de que me contará todo, como si que había hecho con otras sirvientas… simplemente aquello no era necesario y ya se sentía bien así.

No me di cuenta que al entregarle la llave había derramado un par de lagrimas, además, ella fue rápida y se aparto como interesada por los libros que habían en aquel sótano.

Era un buen lugar pese a ser un sótano, la piedra y la madera combinaba perfectamente y había una chimenea de leña que en invierno hacia el lugar muy acogedor, el único problema era que como aquí no entraba nadie, tenía que preparármelo yo mismo todo.

Estaba realmente contento por poder compartir aquellos secretos con alguien más, me aprecia muy egoísta ser el único que tuviese conocimiento de ello, además que sabía que la joven bruja sabría sacar provecho de ello y eso era arduo importante. Además, tras las palabras que soltó, estaba seguro que había escogido a la persona adecuada para aquello.

-Créame, es la adecuada para esta tarea, no confió en nadie más que en usted… Si necesita cualquier tipo de ingrediente pídamelo y se lo proporcionare, este es un buen lugar donde hacer pruebas… de bueno, ya sabe.

Sonreí nuevamente, aquí había elaborado ya muchas pociones anteriormente, era un buen lugar porque nadie más podía entrar desde fuera sino tenía llave. No obstante y pese a todo la joven dijo algo que realmente hizo que inconscientemente me hinchase de satisfacción, era un honor trabajar para mí y así esperaba que siguiese siendo.

-Y me esforzare para que así siga siendo, que eso no le quepa la menor duda.

Procedí a abrir la puerta y salimos de aquella habitación, nuevamente a la biblioteca.

-Podría decirle que esto es todo pero en la planta superior hay más estancias entre las que esta mi estudio, habitación, habitación de invitados, sala de arte… Como veo que es una mente curiosa tal vez quiere que le enseñe también la primera planta.

Si bien era cierto que el motivo real para enseñarle la casa era llegar a la biblioteca, aunque también era adecuado que se conociese las demás zonas para que no se perdiese cuando le diesen alguna orden.

Todo aquello parecía el cuento perfecto, como una historia que nadie se hubiera atrevido a escribir por que realmente fuera demasiado buena. Los cuentos de hadas o las historias de que acaban bien no existen en el mundo real. Eso era la pura verdad y sabía que tarde o temprano despertaría y abriría los ojos para ver la realidad que aquello era un sueño y que me encontraba de nuevo en aquella casa aún sin quemar con mi padre arrastrándome del pelo obligándome a no sonreír, a no levantar la mirada del suelo. La sonrisa de mi padre retumbo en mi cabeza provocandome un escalofrío y por un momento pude escuchar su risa de nuevo mientras hablaba de mi madre.

Volví sobre mi notando como cada parte de mi cuerpo volvía a la realidad, mi labio tembló ligeramente, era solo pasado no debía pensar más en ello, tenía una buena vida o eso intentaría labrarme a partir de ahora por mucho que tropezara o cayera al suelo. Respiré hondo y me controle, se me hacía pesada cada parte de mi cuerpo pero tenía una misión, una tarea: proteger la biblioteca. Aquel era un paso muy importante para mi por que nadie me había tratado así de bien, me parecía todo tan irreal que sabía en mi interior que algo saldría mal. Tarde o temprano todo se rompería y me haría caer al suelo de un solo golpe.

El señor Koning me dio permiso para no solo leer sino para realizar cualquier poción en el interior, me sentía más tranquila desde su permiso para sonreír y volví hacerlo de nuevo- No os preocupeis me las apañare, habéis hecho mucho por mi y no quiero ser una molestia de ninguna forma, no sabéis como os agradezco esta oportunidad ni lo que significa para mi. Muchísimas gracias. - Controle mis lágrimas que intentaban salir y me controle pero todo aquello me superaba era demasiado bueno para ser cierto.

Salimos de la sala y fui tomando nota mentalmente de todo a puntando cada detalle en mi interior, mi nuevo jefe por así decirlo quería que le enseñará el resto de la casa- Sera un placer señor - Sonreí y le seguí repasando cada habitación que me enseñaba y viendo todo lo increíble que era aquello. Algo me decía que había hecho bien en confiar en ese hombre, era la oportunidad de oro para comenzar con una nueva vida y poner todos mis asuntos en orden. Una buena manera de olvidar a mi padre me dije en una de las salas. Empezaba a pensar que aquel hombre era bastante increible y en las primeras semanas como su sirviente empecé a confiar en él.