AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Lunas de sangre
2 participantes
Página 1 de 3.
Página 1 de 3. • 1, 2, 3
Lunas de sangre
Era noche de sábado, las calles rebosaban de gente por el estreno de la compañía, "una obra de arte" habían dicho las críticas, por eso mismo el padre de Beatrice había adquirido entradas, por desgracias, ni el ni su esposa habían podido asistir. Se suponía que Beatrice se quedaría en casa, pero ansiaba ver el espectaculo, sentir el ambiente nocturno, vibrar con las emociones de las escenas.
En cuanto los padres salieron de la casa esa tarde, Beatrice dio un suspiro profundo y subió a su dormitorio a vestirse, en cuanto estuvo lista hizo llamar uno de los carruajes de la casa. Lo esperó en la puerta, cubriendo sus hombros con una cálida capa. Hacía una noche brillante, la luna se alzaba completamente redonda e iluminada, y ni una sola nube se veía cerca, las estrellas parpadeaban incesantes y las constelaciones se veían con claridad. Tras unos minutos de espera, llegó el carruaje al que la ayudó a subir el cochero, y se dirigió sola al teatro, entrada en mano. Se suponía que no debía salir sin acompañante, y menos de noche, pero se consideraba una joven independiente y responsable que sabía cuidar de si misma.
Sumida en la calma del viaje, observó a la gente acercarse al templo del arte escénico vestidos de forma elegante. Algunos iban paseando, otros, al igual que ella, en calesa. A pesar de su pasividad habitual, las luces, el ambiente, la gente, le creó cierta emoción. Se sentía impaciente de poder bajar y participar de ello. Llegaron a la puerta del teatro y el conductor le abrió para ayudarla a bajar. Por fin estaba allí. Se despidió del cochero, ya no lo vería hasta el final de la velada. Entró con calma, observando la magnificiencia del lugar.
Dio la entrada y accedió por la alfombra, de un rojo carmesí, hacia el interior del lugar, dejó su capa y su sombrero en el ropero, asintiendo al joven que le tomó las pertenencias, las escaleras subían a los pisos superiores y estaban rodeadas por enormes columnas hasta el techo, el cual se veía decorado con nervios y un panelado dorado, tras subir las escaleras había tres puertas donde se encontraban los palcos, el lugar, tanto arriba como abajo, estaba repleto de mármol blanco. La madera noble, las luces y el ir y venir de gente, las charlas distendidas, le dieron la bienvenida al teatro. Subió con paciencia los escalones de alabastro y se giró a mirar la escena de abajo, había quienes se dirigían a las puertas que se enontraban en esa primera planta, que dabam paso a la sala de butacas, otros esperaban a sus acompañantes, algunos aun fumaban antes de entrar a la sala y las voces se elevaban con alegría.
Beatrice entró al palco, donde se encontraba el asiento que se le tenía reservado, más arriba, en el gallinero, varias damas cotorreaban sin cesar a voz en grito, esperaba que sus voces cesaran al inicio de la obra, Se sentó en una de las esquinas, esperando la llegada del resto de ocupantes, el escenario, con un altísimo techo, estaba rodeado por columnas de madera oscura, el suelo del palco estaba alfombrado para amortiguar el sonido de pasos. La cortina del escenario tenía puesta una mesa, debía ser parte del decorado de la obra, y el telón, de terciopelo rojo, igual al de la alfombra de entrada, se encontraba cerrado, al momento sonó el aviso de los cinco minutos, pronto empezaría el espectaculo. Estaba deseosa de ampliar sus horizontes.
En cuanto los padres salieron de la casa esa tarde, Beatrice dio un suspiro profundo y subió a su dormitorio a vestirse, en cuanto estuvo lista hizo llamar uno de los carruajes de la casa. Lo esperó en la puerta, cubriendo sus hombros con una cálida capa. Hacía una noche brillante, la luna se alzaba completamente redonda e iluminada, y ni una sola nube se veía cerca, las estrellas parpadeaban incesantes y las constelaciones se veían con claridad. Tras unos minutos de espera, llegó el carruaje al que la ayudó a subir el cochero, y se dirigió sola al teatro, entrada en mano. Se suponía que no debía salir sin acompañante, y menos de noche, pero se consideraba una joven independiente y responsable que sabía cuidar de si misma.
Sumida en la calma del viaje, observó a la gente acercarse al templo del arte escénico vestidos de forma elegante. Algunos iban paseando, otros, al igual que ella, en calesa. A pesar de su pasividad habitual, las luces, el ambiente, la gente, le creó cierta emoción. Se sentía impaciente de poder bajar y participar de ello. Llegaron a la puerta del teatro y el conductor le abrió para ayudarla a bajar. Por fin estaba allí. Se despidió del cochero, ya no lo vería hasta el final de la velada. Entró con calma, observando la magnificiencia del lugar.
Dio la entrada y accedió por la alfombra, de un rojo carmesí, hacia el interior del lugar, dejó su capa y su sombrero en el ropero, asintiendo al joven que le tomó las pertenencias, las escaleras subían a los pisos superiores y estaban rodeadas por enormes columnas hasta el techo, el cual se veía decorado con nervios y un panelado dorado, tras subir las escaleras había tres puertas donde se encontraban los palcos, el lugar, tanto arriba como abajo, estaba repleto de mármol blanco. La madera noble, las luces y el ir y venir de gente, las charlas distendidas, le dieron la bienvenida al teatro. Subió con paciencia los escalones de alabastro y se giró a mirar la escena de abajo, había quienes se dirigían a las puertas que se enontraban en esa primera planta, que dabam paso a la sala de butacas, otros esperaban a sus acompañantes, algunos aun fumaban antes de entrar a la sala y las voces se elevaban con alegría.
Beatrice entró al palco, donde se encontraba el asiento que se le tenía reservado, más arriba, en el gallinero, varias damas cotorreaban sin cesar a voz en grito, esperaba que sus voces cesaran al inicio de la obra, Se sentó en una de las esquinas, esperando la llegada del resto de ocupantes, el escenario, con un altísimo techo, estaba rodeado por columnas de madera oscura, el suelo del palco estaba alfombrado para amortiguar el sonido de pasos. La cortina del escenario tenía puesta una mesa, debía ser parte del decorado de la obra, y el telón, de terciopelo rojo, igual al de la alfombra de entrada, se encontraba cerrado, al momento sonó el aviso de los cinco minutos, pronto empezaría el espectaculo. Estaba deseosa de ampliar sus horizontes.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
Aquella era una noche perfecta para ir al teatro. Bethlem se preparaba sonriente delante del espejo. Le gustaba asistir a aquellos espectáculos, le servían para desconectar, y en muchas ocasiones soñar despierto. Aquella noche iba a ir solo, a su maestro no le había llamado mucho la atención la obra que se iba a representar, solía decir que cuando la gente hablaba mucho de ello significaba que a él en particular no le resultaría interesante. Bethlem se encogió de hombros con indiferencia mientras cerraba los botones de su camisa, después de todo no le importaba ir solo, de hecho en muchas ocasiones echaba de menos poder estar solo. Cogió un sombrero de copa y se lo puso, queriendo ver cómo le quedaba, pero su primer instinto fue hacer una mueca nada más vérselo puesto, por lo que, con todo el cuidado del mundo, volvió a dejarlo en el lugar del que lo había cogido. En un gesto rápido se puso su mejor chaqueta de traje, a juego con sus pantalones, se aseguró de que la entrada estaba guardada en el bolsillo interior izquierdo, ya que sin ella no podría entrar, y dedicando una última sonrisa a su reflejo decidió que estaba perfecto para asistir al teatro.
Hacía una noche agradable, y tenía el suficiente tiempo como para ir andando, por lo que sin pensárselo dos veces echó a caminar. Sus pasos eran tranquilos, pero seguros, y en realidad en poco tiempo llegó al lugar. Lo hizo en el momento preciso en el que se concentraba bastante gente a las puertas del mismo. Algunos rezagados que hablaban antes de entrar a ver el espectáculo, otros que no querían perder ni un instante fuera de él... Bethlem quiso quedarse unos instantes por los alrededores, quería empaparse de aquel ajetreo que envolvía el lugar, ver a los pudientes bajarse de sus carruajes, y a los menos pudientes, que se acercaban al lugar caminando. Sin duda se podía ver el lado mágico de todas las cosas en cualquier sitio y en cualquier momento. Los carruajes llamaban en especial la atención del joven, jamás había soñado realmente con ir dentro de uno de ellos, pero siempre se había preguntado cómo serían por dentro, o más bien de dónde provendrían, de que mansión o de qué gran casa... Se preguntaba que grandes gentes irían en ellos... O quizá tan solo soñaba despierto, como de costumbre.
Al fin se decidió a entrar, con una gran sonrisa dio la entrada y pasó al gran hall. Decidió quedarse él mismo la chaqueta. No es que desconfiase de nadie pero... Si, en realidad si que desconfiaba... No lo podía evitar, siempre había sido así. Con tranquilidad se la quitó y se la colgó del brazo. Subió las escaleras, su maestro le había permitido quedarse con su parte de la entrada, por lo que juntando ambas partes le había dado suficiente como para comprarse una entrada de palco. Se sentía algo perdido, puesto que jamás había podido ocupar una de aquellas plazas, a la par que emocionado, puesto que siempre las había imaginado con todo lujo de detalles. En cuanto pudo preguntó a un mozo cuál sería su asiento, y éste le guió hasta él.
Una vez en el palco, pudo observar que tan sólo estaba allí una dama. Se acercó al asiento que estaba a su lado, y esperando no importunarla habló.-Disculpe señorita, ¿le molesta si ocupo este asiento?.
Hacía una noche agradable, y tenía el suficiente tiempo como para ir andando, por lo que sin pensárselo dos veces echó a caminar. Sus pasos eran tranquilos, pero seguros, y en realidad en poco tiempo llegó al lugar. Lo hizo en el momento preciso en el que se concentraba bastante gente a las puertas del mismo. Algunos rezagados que hablaban antes de entrar a ver el espectáculo, otros que no querían perder ni un instante fuera de él... Bethlem quiso quedarse unos instantes por los alrededores, quería empaparse de aquel ajetreo que envolvía el lugar, ver a los pudientes bajarse de sus carruajes, y a los menos pudientes, que se acercaban al lugar caminando. Sin duda se podía ver el lado mágico de todas las cosas en cualquier sitio y en cualquier momento. Los carruajes llamaban en especial la atención del joven, jamás había soñado realmente con ir dentro de uno de ellos, pero siempre se había preguntado cómo serían por dentro, o más bien de dónde provendrían, de que mansión o de qué gran casa... Se preguntaba que grandes gentes irían en ellos... O quizá tan solo soñaba despierto, como de costumbre.
Al fin se decidió a entrar, con una gran sonrisa dio la entrada y pasó al gran hall. Decidió quedarse él mismo la chaqueta. No es que desconfiase de nadie pero... Si, en realidad si que desconfiaba... No lo podía evitar, siempre había sido así. Con tranquilidad se la quitó y se la colgó del brazo. Subió las escaleras, su maestro le había permitido quedarse con su parte de la entrada, por lo que juntando ambas partes le había dado suficiente como para comprarse una entrada de palco. Se sentía algo perdido, puesto que jamás había podido ocupar una de aquellas plazas, a la par que emocionado, puesto que siempre las había imaginado con todo lujo de detalles. En cuanto pudo preguntó a un mozo cuál sería su asiento, y éste le guió hasta él.
Una vez en el palco, pudo observar que tan sólo estaba allí una dama. Se acercó al asiento que estaba a su lado, y esperando no importunarla habló.-Disculpe señorita, ¿le molesta si ocupo este asiento?.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
Aún sonaba la señal de los cinco minutos, la joven seguía ensimismada contemplando el patio de butacas, la gente engalanada y el escenario, notó un pequeño movimiento en las cortinas y sonrió, los actores debían estar nerviosos, era la noche del estreno, no había para menos, se quitó los guantes, estaba tan nerviosa por ver la obra que pansaba que le sudarían las manos, algo nada bonito en una dama. Sintió que la cortina que daba paso al palco se abría y unos pasos se acercaban a ella. Al poco una voz masculina le preguntó con educación:
-Disculpe señorita, ¿le molesta si ocupo este asiento?.
- Claro que no, sientese, los asientos están para ser ocupados- respondió con una sonrisa, mostrandole el banco con una mano fina.- Mi nombre es Beatrice, espero que disfrute de la obra.
Decidió presentarse, ya que iban a ser compañeros de palco y a estar sentados al lado, al menos debían saber sus nombres. Era un muchacho alto, que debía tener su edad más o menos, engalanado como todos los que acudían allí, al parecer, acudía solo a ver la obra, o eso supuso Beatrice, al no ver que nadie entrase con o tras de él. Debía resultar indecorosa, una mujer joven y sola habando con un joven desconocido y sentandose a su lado durante la representación. La chia estaba segura de que si su madre lo supiera clamaría al cielo. Pero a Beatrice poco le importaba el decoro, simplemente quería disfrutar de la velada y no era divertido ir al teatro y no poder comentar las pericias actorales.
No es que la chica estuviese especialmente acostumbrada a relacionarse, sobretodo con hombres, sobretodo con hombres jovenes. Un hombre, de estatura baja, que con el traje parecía un autentico pingüino, pidió un poco de calma, una actriz se había mareado y tardarían 2 minutos más en empezar. No me importaba esperar, era agradable ver el ambiente y, sin poder guardarselo, lo dijo en voz alta:
- Es bonito, el aire que se respira antes de un estreno, esa emoción, la espera, los nervios, ¿no le parece?- le preguntó al joven que se había sentado a su lado con una pequeña sonrisa soñadora, sin mirarlo a él, demasiado ensimismada con el ir y venir de la gente y sus quejas.
En ese momento, lo normal habría sido comentar algo sobre la actriz, las damas debían, en esas situaciones, decir cosas como "espero que esté bien" o quejarse por el atraso de la obra, pero Beatrice no, ella iba a su propio ritmo, vivía en su propio mundo.
-Disculpe señorita, ¿le molesta si ocupo este asiento?.
- Claro que no, sientese, los asientos están para ser ocupados- respondió con una sonrisa, mostrandole el banco con una mano fina.- Mi nombre es Beatrice, espero que disfrute de la obra.
Decidió presentarse, ya que iban a ser compañeros de palco y a estar sentados al lado, al menos debían saber sus nombres. Era un muchacho alto, que debía tener su edad más o menos, engalanado como todos los que acudían allí, al parecer, acudía solo a ver la obra, o eso supuso Beatrice, al no ver que nadie entrase con o tras de él. Debía resultar indecorosa, una mujer joven y sola habando con un joven desconocido y sentandose a su lado durante la representación. La chia estaba segura de que si su madre lo supiera clamaría al cielo. Pero a Beatrice poco le importaba el decoro, simplemente quería disfrutar de la velada y no era divertido ir al teatro y no poder comentar las pericias actorales.
No es que la chica estuviese especialmente acostumbrada a relacionarse, sobretodo con hombres, sobretodo con hombres jovenes. Un hombre, de estatura baja, que con el traje parecía un autentico pingüino, pidió un poco de calma, una actriz se había mareado y tardarían 2 minutos más en empezar. No me importaba esperar, era agradable ver el ambiente y, sin poder guardarselo, lo dijo en voz alta:
- Es bonito, el aire que se respira antes de un estreno, esa emoción, la espera, los nervios, ¿no le parece?- le preguntó al joven que se había sentado a su lado con una pequeña sonrisa soñadora, sin mirarlo a él, demasiado ensimismada con el ir y venir de la gente y sus quejas.
En ese momento, lo normal habría sido comentar algo sobre la actriz, las damas debían, en esas situaciones, decir cosas como "espero que esté bien" o quejarse por el atraso de la obra, pero Beatrice no, ella iba a su propio ritmo, vivía en su propio mundo.
Última edición por Beatrice Delteria el Mar Abr 21, 2015 2:54 am, editado 1 vez
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
El joven sonrío agradecido por la contestación de la joven. Su voz le resultó agradable, quizá sencillamente por el tono que se percibía en su voz.-Temía que estuviese ocupada.-Dijo a modo de explicación.- Grazie mille, mi nombre es Bethlem.-Respondió sin poder evitar su acento italiano, aunque llevase en parís bastante tiempo lo seguía teniendo, quizá jamás lo perdería, y en cierto modo, él mismo se negaba a perderlo, era una de las cosas que le hacían ser él mismo.
Hizo el amago de tender su mano a la joven, pero cayó en la cuenta de que probablemente no sería adecuado en aquel ambiente... ¿Un hombre y una mujer estrechando la mano?, no se sabía el protocolo de arriba a abajo, pero seguramente aquello no sería lo más adecuado en aquel momento y en aquel lugar, por ello llevo rápidamente la mano al bolsillo como si buscase algo. Se sentó en el sitio libre con aire entusiasmado, no podía evitar sonreír, mostrando la emoción que sentía en aquellos momentos.
Había muchas cosas que el joven quería comentar, que quería decir, pero de nuevo le asaltaba la misma duda: ¿cuál era el protocolo?, ¿debía dejar a la joven tranquila?, si se habían presentado era por algo ¿no?, pero probablemente de nuevo podía ser "criticado" por su conducta. No es que a él le importasen las críticas... Estaba lo suficientemente seguro de si mismo como para saber que lo que los demás pensasen de él poco importaba, pero podía no ser lo mismo para la dama que se sentaba a su lado.
Bethlem no pudo evitar suspirar, aquellas cosas le sobrepasaban, no podía comprender por qué hacían falta tantas normas de conducta entre las personas, ¿a caso con saber que no había que ofender ni dañar al resto de personas no valía?. Frunció levemente el ceño ante aquel pensamiento, le parecía inútilmente complicado seguir todas aquellas sandeces (al menos él las consideraba así).
El joven observaba con aire distraído el patio de butacas desde las alturas, continuamente podía observar, o escuchar cosas que le llamaban la atención y le hacían mirar hacia aquella dirección. Se sentía como un niño que acaba de descubrir todo un mundo nuevo ante sus ojos... Y en cierto modo lo era. La suave voz de la joven le sacó de sus pensamientos, y quizá para otra persona hubiese sido incómodo o molesto, o algo por el estilo, pero para el joven fue la señal perfecta de que podría ser él mismo, sin normas absurdas de por medio.
-Lo cierto es que sí... Antes me detuve unos instantes en la entrada precisamente por eso,me llamó la atención el ajetreo para entrar... Maravilloso, creo que nunca he visto este teatro tan lleno.-Agradeció que no fuese el típico comentario sobre la actriz a la que le había ocurrido algo, al joven nunca le había gustado el chismorreo, aunque sin duda se podían escuchar los comentarios de las mujeres que estaban en el gallinero, que sí habían decidido comentar el momento.
Por primera vez en la noche Bethlem se fijó más en la dama, en su mirada alegre y soñadora, probablemente muy similar a la que tenía él en aquellos momentos, se podía ver un brillo de entusiasmo en sus ojos. -¿Suele asistir a menudo al teatro?.-Preguntó con ánimo esperando que su pregunta no resultase entrometida, aunque preguntas inocentes como aquella no podían ser entrometidas, o al menos eso le parecía a él: "nada es entrometido hasta el momento en el que te dan un sopapo en el rostro". Recordó aquella frase que le decía mucho un amigo en su juventud, y no pudo evitar que una divertida sonrisa se dibujase en su rostro.
Hizo el amago de tender su mano a la joven, pero cayó en la cuenta de que probablemente no sería adecuado en aquel ambiente... ¿Un hombre y una mujer estrechando la mano?, no se sabía el protocolo de arriba a abajo, pero seguramente aquello no sería lo más adecuado en aquel momento y en aquel lugar, por ello llevo rápidamente la mano al bolsillo como si buscase algo. Se sentó en el sitio libre con aire entusiasmado, no podía evitar sonreír, mostrando la emoción que sentía en aquellos momentos.
Había muchas cosas que el joven quería comentar, que quería decir, pero de nuevo le asaltaba la misma duda: ¿cuál era el protocolo?, ¿debía dejar a la joven tranquila?, si se habían presentado era por algo ¿no?, pero probablemente de nuevo podía ser "criticado" por su conducta. No es que a él le importasen las críticas... Estaba lo suficientemente seguro de si mismo como para saber que lo que los demás pensasen de él poco importaba, pero podía no ser lo mismo para la dama que se sentaba a su lado.
Bethlem no pudo evitar suspirar, aquellas cosas le sobrepasaban, no podía comprender por qué hacían falta tantas normas de conducta entre las personas, ¿a caso con saber que no había que ofender ni dañar al resto de personas no valía?. Frunció levemente el ceño ante aquel pensamiento, le parecía inútilmente complicado seguir todas aquellas sandeces (al menos él las consideraba así).
El joven observaba con aire distraído el patio de butacas desde las alturas, continuamente podía observar, o escuchar cosas que le llamaban la atención y le hacían mirar hacia aquella dirección. Se sentía como un niño que acaba de descubrir todo un mundo nuevo ante sus ojos... Y en cierto modo lo era. La suave voz de la joven le sacó de sus pensamientos, y quizá para otra persona hubiese sido incómodo o molesto, o algo por el estilo, pero para el joven fue la señal perfecta de que podría ser él mismo, sin normas absurdas de por medio.
-Lo cierto es que sí... Antes me detuve unos instantes en la entrada precisamente por eso,me llamó la atención el ajetreo para entrar... Maravilloso, creo que nunca he visto este teatro tan lleno.-Agradeció que no fuese el típico comentario sobre la actriz a la que le había ocurrido algo, al joven nunca le había gustado el chismorreo, aunque sin duda se podían escuchar los comentarios de las mujeres que estaban en el gallinero, que sí habían decidido comentar el momento.
Por primera vez en la noche Bethlem se fijó más en la dama, en su mirada alegre y soñadora, probablemente muy similar a la que tenía él en aquellos momentos, se podía ver un brillo de entusiasmo en sus ojos. -¿Suele asistir a menudo al teatro?.-Preguntó con ánimo esperando que su pregunta no resultase entrometida, aunque preguntas inocentes como aquella no podían ser entrometidas, o al menos eso le parecía a él: "nada es entrometido hasta el momento en el que te dan un sopapo en el rostro". Recordó aquella frase que le decía mucho un amigo en su juventud, y no pudo evitar que una divertida sonrisa se dibujase en su rostro.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
Al parecer el joven era italiano, al menos eso le había dicho a la joven el deje de la voz del muchacho, que, al parecer, estaba tan ensimismado como ella con los sucesos de la sala. Dejo caer la pregunta y esperó la respuesta del joven que no tardo en dar a conocer su parecer:
- Lo cierto es que sí... Antes me detuve unos instantes en la entrada precisamente por eso,me llamó la atención el ajetreo para entrar... Maravilloso, creo que nunca he visto este teatro tan lleno.
Le agradaba saber que había quien compartía su opinión, esa aura vibrante que la llenaba de energía y confianza. Se dedicó a mirar el cortinaje, no parecía que hubiese movimiento tras el telón, lástima, aunque deseaba que la muchacha se encontrara bien, se sentía impaciente por el inicio de la obra. Las damas del gallinero, arriba suyo, hablaban a voz en grito sobre el suceso y cotorreaban acerca de corsés demasiado apretados, embarazos no deseados y otros chismes que se habían inventado en un solo momento. Que desagradable, ¿es que acaso no tenían más temas de conversación? ¿Estaba tan vacía la vida de aquellas damas como para no tener más de que hablar que de inventos sobre otras personas? ¿O acaso no se habían molestado en adquirir una cultura para tener temas interesantes y opiniones propias? No lo sabía, ni le importaba, pero le resultaba incomodo pensar en esas conversaciones tan huecas y banales que a nada llevan. Entonces la voz del joven se interpuso en sus pensamientos:
-¿Suele asistir a menudo al teatro?- eso era otra cosa, un tema interesante y normal, alejado de los tontos cotilleos.
- No tanto como me gustaría- respondió con sinceridad girandose a hablar con el joven- por desgracia solo puedo acudir acompañada por mi familia, aunque, esta vez, me he escapado- confesó con una pequeña risa- No me gusta acatar normas a las que no encuentro sentido, o protocolos inservibles, soy de la opinión de que si algo está mal, está mal, y si algo está bien, esta bien, sin importar normas o protocolos- Se le había soltado la lengua sin pretenderlo y, cuando lo notó, se tapó la boca con una mano, acababa de meter la pata- lo siento, no pretendía decir...- qué no pretendía decir, estaba clara su opinión, por lo que bajo la voz y dejó de hablar para mirar al frente, sonrojada y avergonzada por su metida de pata.
Siempre igual, solía controlarse bastante bien, pero cuando se emocionaba... su lengua resvalaba y no controlaba sus pensamientos, dió un suspiro manteniendo sus manos sobre el largo vestido rojo. Su madre se lo había dicho muchas veces, que aprendiese a controlar su lengua, por desgracia, y a pesar de llevar intentandolo tanto tiempo, seguí sin conseguirlo, era por eso que, cuando se reunía con las damas a tomar el té, prefería permanecer callada, algo que también le había aconsejado madame Delteria, "calladita estás más guapa". Le decía cuando soltaba una de sus impertinencias. Ahora, en ese momento, entendía a lo que se refería la mujer.
- Lo cierto es que sí... Antes me detuve unos instantes en la entrada precisamente por eso,me llamó la atención el ajetreo para entrar... Maravilloso, creo que nunca he visto este teatro tan lleno.
Le agradaba saber que había quien compartía su opinión, esa aura vibrante que la llenaba de energía y confianza. Se dedicó a mirar el cortinaje, no parecía que hubiese movimiento tras el telón, lástima, aunque deseaba que la muchacha se encontrara bien, se sentía impaciente por el inicio de la obra. Las damas del gallinero, arriba suyo, hablaban a voz en grito sobre el suceso y cotorreaban acerca de corsés demasiado apretados, embarazos no deseados y otros chismes que se habían inventado en un solo momento. Que desagradable, ¿es que acaso no tenían más temas de conversación? ¿Estaba tan vacía la vida de aquellas damas como para no tener más de que hablar que de inventos sobre otras personas? ¿O acaso no se habían molestado en adquirir una cultura para tener temas interesantes y opiniones propias? No lo sabía, ni le importaba, pero le resultaba incomodo pensar en esas conversaciones tan huecas y banales que a nada llevan. Entonces la voz del joven se interpuso en sus pensamientos:
-¿Suele asistir a menudo al teatro?- eso era otra cosa, un tema interesante y normal, alejado de los tontos cotilleos.
- No tanto como me gustaría- respondió con sinceridad girandose a hablar con el joven- por desgracia solo puedo acudir acompañada por mi familia, aunque, esta vez, me he escapado- confesó con una pequeña risa- No me gusta acatar normas a las que no encuentro sentido, o protocolos inservibles, soy de la opinión de que si algo está mal, está mal, y si algo está bien, esta bien, sin importar normas o protocolos- Se le había soltado la lengua sin pretenderlo y, cuando lo notó, se tapó la boca con una mano, acababa de meter la pata- lo siento, no pretendía decir...- qué no pretendía decir, estaba clara su opinión, por lo que bajo la voz y dejó de hablar para mirar al frente, sonrojada y avergonzada por su metida de pata.
Siempre igual, solía controlarse bastante bien, pero cuando se emocionaba... su lengua resvalaba y no controlaba sus pensamientos, dió un suspiro manteniendo sus manos sobre el largo vestido rojo. Su madre se lo había dicho muchas veces, que aprendiese a controlar su lengua, por desgracia, y a pesar de llevar intentandolo tanto tiempo, seguí sin conseguirlo, era por eso que, cuando se reunía con las damas a tomar el té, prefería permanecer callada, algo que también le había aconsejado madame Delteria, "calladita estás más guapa". Le decía cuando soltaba una de sus impertinencias. Ahora, en ese momento, entendía a lo que se refería la mujer.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
Bethlem no pudo evitar sorprenderse, no sin agrado, por la respuesta que le había dado la joven. Sonrió para sus adentros, al parecer la suerte estaba de su lado, había dado con una dama que no creía en el protocolo estúpido que había impuesto alguien ¿Quién? No lo sabía, pero sin duda debía ser una persona que se aburría mucho. Por supuesto luego la sociedad había contribuido a que aquellas normas no escritas se estableciesen, o sí estaban escritas... Quizá si alguien había tenido el tiempo de confeccionar todo aquel entramado de "deberes", podría haber tenido el tiempo suficiente también de escribirlos... El caso es que ni lo sabía ni le importaba lo más mínimo. No pudo evitar fijarse en el gesto de la joven, al darse cuenta de que acababa de decir algo en contra de aquellas normas tan importantes, le resultó un gesto simpático, quizá pensaba que el joven era un ferviente defensor de la norma... Pero nada más lejos de la realidad, una cosa era ser educado, y otra pasarse con la "educación".
-Si le sirve de algo, a mi tampoco me hace mucha gracia. Creo que el protocolo sólo sirve para entorpecer las cosas...-Se detuvo unos instantes pensativo, buscando las palabras exactas con las que expresar su opinión.-Mientras no hagas daño a nadie, ¿por qué vas a tener que andarte con esas tonterías?...-Al final tontería era lo que mejor definía aquello.- La gente se pierde mucho de los demás cuando va con tanto cuidado.-La miró guiñando el ojo buscando la complicidad de la dama.-Pero este es un secreto entre usted y yo, aquí hay muchas personas que nos matarían por decir lo que hemos dicho.-Dijo ahora con un tono de voz más bajo que el anterior, casi en un susurro, pero lo suficientemente alto como para que ella le escuchase.
Empezó a haber movimiento detrás de las cortinas del escenario, indicando que los actores se estaban preparando para dar comienzo a la obra. Bethlem se acomodó en el asiento, no sin antes dirigirse de nuevo a Beatrice.- Parece que empieza, disfrute de la obra, señorita Beatrice.- Le deseó con una gran sonrisa.
Un repentino silencio llenó el teatro, era un efecto que las pocas veces que Bethlem había podido ir al teatro había llamado enormemente su atención, era como si de pronto alguien hubiese puesto una enrome sordina en la sala, como los apagadores de un piano que cortan todo ápice de movimiento dentro del instrumento, dando como resultado un silencio absoluto.
Las cortinas tardaron aún un poco en abrirse, era como si algo fuese torpe tras la escena, pero el joven no era un gran entendido en cuanto al teatro se refiere, lo suyo era la música, así que jamás se atrevería a juzgar desde un punto de vista "técnico" algo que no dominaba, y menos si aún no había ni empezado, eso se lo dejaba a las damas del gallinero. Quizá tan solo esperaban a que el silencio fuese de verdad absoluto, puesto que las antes nombradas tardaron algo más de tiempo en darse cuenta de que la obra iba a comenzar.
El joven se imaginó la escena, aquellas mujeres a lo suyo, hablando de sus chismorreos. De pronto una de ellas se daba cuenta del silencio imperante en la sala, y por lo tanto de que había que callarse, así que rápidamente daba un codazo a su compañera. Ésta en un principio reaccionaba de mala manera, pero pronto se daba cuenta del motivo de aquel codazo, por lo que comenzaba una cadena de codazos que terminaba al fin en un verdadero silencio absoluto. Al joven le resultaba una escena completamente cómica.
Al fin el telón se abrió, quizá si que estaban esperando aquel gran silencio, y la obra comenzó.
-Si le sirve de algo, a mi tampoco me hace mucha gracia. Creo que el protocolo sólo sirve para entorpecer las cosas...-Se detuvo unos instantes pensativo, buscando las palabras exactas con las que expresar su opinión.-Mientras no hagas daño a nadie, ¿por qué vas a tener que andarte con esas tonterías?...-Al final tontería era lo que mejor definía aquello.- La gente se pierde mucho de los demás cuando va con tanto cuidado.-La miró guiñando el ojo buscando la complicidad de la dama.-Pero este es un secreto entre usted y yo, aquí hay muchas personas que nos matarían por decir lo que hemos dicho.-Dijo ahora con un tono de voz más bajo que el anterior, casi en un susurro, pero lo suficientemente alto como para que ella le escuchase.
Empezó a haber movimiento detrás de las cortinas del escenario, indicando que los actores se estaban preparando para dar comienzo a la obra. Bethlem se acomodó en el asiento, no sin antes dirigirse de nuevo a Beatrice.- Parece que empieza, disfrute de la obra, señorita Beatrice.- Le deseó con una gran sonrisa.
Un repentino silencio llenó el teatro, era un efecto que las pocas veces que Bethlem había podido ir al teatro había llamado enormemente su atención, era como si de pronto alguien hubiese puesto una enrome sordina en la sala, como los apagadores de un piano que cortan todo ápice de movimiento dentro del instrumento, dando como resultado un silencio absoluto.
Las cortinas tardaron aún un poco en abrirse, era como si algo fuese torpe tras la escena, pero el joven no era un gran entendido en cuanto al teatro se refiere, lo suyo era la música, así que jamás se atrevería a juzgar desde un punto de vista "técnico" algo que no dominaba, y menos si aún no había ni empezado, eso se lo dejaba a las damas del gallinero. Quizá tan solo esperaban a que el silencio fuese de verdad absoluto, puesto que las antes nombradas tardaron algo más de tiempo en darse cuenta de que la obra iba a comenzar.
El joven se imaginó la escena, aquellas mujeres a lo suyo, hablando de sus chismorreos. De pronto una de ellas se daba cuenta del silencio imperante en la sala, y por lo tanto de que había que callarse, así que rápidamente daba un codazo a su compañera. Ésta en un principio reaccionaba de mala manera, pero pronto se daba cuenta del motivo de aquel codazo, por lo que comenzaba una cadena de codazos que terminaba al fin en un verdadero silencio absoluto. Al joven le resultaba una escena completamente cómica.
Al fin el telón se abrió, quizá si que estaban esperando aquel gran silencio, y la obra comenzó.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
-Si le sirve de algo, a mi tampoco me hace mucha gracia. Creo que el protocolo sólo sirve para entorpecer las cosas...- expresó el joven logrando que la chica se girase a mirarlo de nuevo. -Mientras no hagas daño a nadie, ¿por qué vas a tener que andarte con esas tonterías?.. La gente se pierde mucho de los demás cuando va con tanto cuidado.- La joven pensaba que por fin podía relajarse y su sonrojo fue a menos, a lmenos hasta que el chico le guiñó el ojo, el sonrojo volvió a hacerse patente, no estaba acostumbrada a esos gestos espontaneos-Pero este es un secreto entre usted y yo, aquí hay muchas personas que nos matarían por decir lo que hemos dicho.- Cuando el chico dejó de hablar no pudo evitar lanzar una pequeña risa, estaba totalmente de acuerdo con el joven. La chica, con suavidad, como quien va a tocar un petalo, puso un fino dedo sobre sus labios y soltó un pequeño "shhh" indicando que estaba de acuerdo, sería su secreto.
Se detuvo a mirar más al joven, que ahora observaba el escenario, no solo era alto, también tenía la espalda ancha, como la de quien toca el violín, y un color de pelo claro, meloso, su voz era grave y melodica, y parecía una compañía agradable, Beatrice se sentía bastante comoda, cosa que no era usual en ella. Con una ligera sonrisa en los labios volvió a girarse para mirar el escenario, comenzaba a haber movimiento, ya estaba por empezar la obra:
- Parece que empieza, disfrute de la obra, señorita Beatrice.- dijo sin que la chica se lo esperase.
- Lo mismo le digo, señor Bethlem.- respondió con una sonrisa, girando a mirar al chico.
Se sentó bien en el asiento, mordiéndose el labio, el teatro había quedado en completo silencio a excepción de las "gallinas", era como había decidido la chica que llamaría a las mujeres escandalosas que había en el último palco, esas mujeres que preferín cotorrear a ver la obra y por eso adquirían esas butacas. Al momento se callaron, debieron darse cuenta del silencio que gobernaba la sala.
El corazón de Beatrice se empezaba a acelerar, siempre se sentía entusiasmada antes de una obra, el corazón le iba tan rápido que sentía que se pararía, tomando su vestido lo arrugó un poco sin querer, era a causa de los nervios. Las cortinas se abrieron por fin y dieron paso al hombre bajito que había informado del mareo pocos minutos antes:
- Damas, caballero- pronunció en tono solemne- me complace presentarles a estos personajes, cada uno es diferente y dispar, y ninguno sabe de los sucesos de su destino- Comenzó a decir de forma ceremoniosa.
Las escenas se sucedieron entre risas y llanto, de vez en cuando Beatrice miraba al hombre a su lado, ¿le estaría gustando la obra tanto como a ella? ¿Se lo pasaría bien? ¿Qué pensaría de la música? La chica, entusiasta con todo lo que el arte y la literatura aportaban, reconocía una buena actuación, y notó algo raro en la actriz principal, parecía... parecía algo enferma, eso hizo que frunciese el ceño. Pero pronto lo olvidó, llegaba la escena principal.
Era de aventuras, el joven galán debía conquistar a la dama en un duelo con pistolas. Sonaron los disparos y de repente, la joven calló al suelo, se escuchó un OH sorprendido en toda la sala. Pero Beatrice se preocupó, había leido esa obra cientos de veces, era de sus preferidas, pues al final al chica era quien decidía no ir con ninguno de los dos hombres para crear su propio destino, por eso, cuando la mujer calló y el rojo comenzó a teñir su vestido, se le escapó:
- Eso no es parte de la obra...- Su sospecha se vió confirmada al instante.
Comenzaron a escucharse gritos desde bambalinas "Cerrad el escenario" decían, "Que alguien llame a un médico" gritaban otros. El telón se cerró con rapidez mientras los taconeos, los gritos y los llantos cubrían el escenario. Una actriz secundaria, que aun no había tenido la oportunidad de decir sus frases, salió a la cortina y pidió un médico, rápidamente, dos hombres salieron disparados para subir las escaleras y tratar a la herida.
Los murmullos asustados y extrañados llenaron la sala, la gente se encontraba confusa y ni siquiera los mozos sabían que hacer. Un guardia de seguridad, entró, y, a voz en grito, obligó a cerrar todas las puertas.
- ¿Qué es todo esto?- preguntó Beatrice, más sorprendida que asustada.
La policía no tardó en llegar, entraron a los camerinos, y salieron, ellos y los dos hombre que habían entrado a ayudar, las manos y camisas de estos últimos, se encontraban manchadas de carmesí. El capitán de la guardia, sin perder un segundo, y como un actor más de la compañía, salió a escena, y desde el centro mismo del escenario informó con fuerza:
- ¡Señoras, señores! ¡Ha habido un asesinato! Nadie saldrá de aquí hasta que encontremos al culpable- las quejas se alzaron por la sala- Calma señores, señoras, por favor, mantengan la calma, intentaremos que esto se resuelva con la mayor premura, pero debemos preguntarles a todos, así que relajense, hoy será una larga noche.
El guardia calló y aun más quejas se alzaron por la sala. La chica simplemente intentó entender todo lo sucedido, para una vez que salía de casa sin permiso.... Había algunas mujeres que empezaron a llorar, como si conociesen a la actriz de toda la vida. "Oh, por favor, cuanta hipocresía" pensó Beatrice mientras las señoras del gallinero empezaban a montar el pollo.
- Parece que vamos a tener que quedarnos aquí hasta que esto se resuelva.- Dio un suspiro y se volvió a sentar, ojala pudiese hacer algo para ayudar.- Espero que lo resuelvan pronto, todos merecen justicia.- comentó mirando hacia el escenario, sabiendo que no podrían salir aunque quisieran.
En el patio había un grupo que intentaba tirar la puerta, eso la hizo poner los ojos en blanco, por favor, solo debían tener paciencia, no era necesario exagerar. Aunque, posiblemente, era ella la que se equivocaba siendo tan tranquila, no obstante, tenía claro que poco podía hacer si no la dejaban ayudar ni le permitían salir. Aunque actuaba de forma tan tranquila, la verdad es que tenía bastante miedo. Sentada, mirando al frente, se mordió el labio mientras jugaba con los dedos de sus manos. Estaba nerviosa, ya había muerto una persona, esperaba que se quedase en eso.
Se detuvo a mirar más al joven, que ahora observaba el escenario, no solo era alto, también tenía la espalda ancha, como la de quien toca el violín, y un color de pelo claro, meloso, su voz era grave y melodica, y parecía una compañía agradable, Beatrice se sentía bastante comoda, cosa que no era usual en ella. Con una ligera sonrisa en los labios volvió a girarse para mirar el escenario, comenzaba a haber movimiento, ya estaba por empezar la obra:
- Parece que empieza, disfrute de la obra, señorita Beatrice.- dijo sin que la chica se lo esperase.
- Lo mismo le digo, señor Bethlem.- respondió con una sonrisa, girando a mirar al chico.
Se sentó bien en el asiento, mordiéndose el labio, el teatro había quedado en completo silencio a excepción de las "gallinas", era como había decidido la chica que llamaría a las mujeres escandalosas que había en el último palco, esas mujeres que preferín cotorrear a ver la obra y por eso adquirían esas butacas. Al momento se callaron, debieron darse cuenta del silencio que gobernaba la sala.
El corazón de Beatrice se empezaba a acelerar, siempre se sentía entusiasmada antes de una obra, el corazón le iba tan rápido que sentía que se pararía, tomando su vestido lo arrugó un poco sin querer, era a causa de los nervios. Las cortinas se abrieron por fin y dieron paso al hombre bajito que había informado del mareo pocos minutos antes:
- Damas, caballero- pronunció en tono solemne- me complace presentarles a estos personajes, cada uno es diferente y dispar, y ninguno sabe de los sucesos de su destino- Comenzó a decir de forma ceremoniosa.
Las escenas se sucedieron entre risas y llanto, de vez en cuando Beatrice miraba al hombre a su lado, ¿le estaría gustando la obra tanto como a ella? ¿Se lo pasaría bien? ¿Qué pensaría de la música? La chica, entusiasta con todo lo que el arte y la literatura aportaban, reconocía una buena actuación, y notó algo raro en la actriz principal, parecía... parecía algo enferma, eso hizo que frunciese el ceño. Pero pronto lo olvidó, llegaba la escena principal.
Era de aventuras, el joven galán debía conquistar a la dama en un duelo con pistolas. Sonaron los disparos y de repente, la joven calló al suelo, se escuchó un OH sorprendido en toda la sala. Pero Beatrice se preocupó, había leido esa obra cientos de veces, era de sus preferidas, pues al final al chica era quien decidía no ir con ninguno de los dos hombres para crear su propio destino, por eso, cuando la mujer calló y el rojo comenzó a teñir su vestido, se le escapó:
- Eso no es parte de la obra...- Su sospecha se vió confirmada al instante.
Comenzaron a escucharse gritos desde bambalinas "Cerrad el escenario" decían, "Que alguien llame a un médico" gritaban otros. El telón se cerró con rapidez mientras los taconeos, los gritos y los llantos cubrían el escenario. Una actriz secundaria, que aun no había tenido la oportunidad de decir sus frases, salió a la cortina y pidió un médico, rápidamente, dos hombres salieron disparados para subir las escaleras y tratar a la herida.
Los murmullos asustados y extrañados llenaron la sala, la gente se encontraba confusa y ni siquiera los mozos sabían que hacer. Un guardia de seguridad, entró, y, a voz en grito, obligó a cerrar todas las puertas.
- ¿Qué es todo esto?- preguntó Beatrice, más sorprendida que asustada.
La policía no tardó en llegar, entraron a los camerinos, y salieron, ellos y los dos hombre que habían entrado a ayudar, las manos y camisas de estos últimos, se encontraban manchadas de carmesí. El capitán de la guardia, sin perder un segundo, y como un actor más de la compañía, salió a escena, y desde el centro mismo del escenario informó con fuerza:
- ¡Señoras, señores! ¡Ha habido un asesinato! Nadie saldrá de aquí hasta que encontremos al culpable- las quejas se alzaron por la sala- Calma señores, señoras, por favor, mantengan la calma, intentaremos que esto se resuelva con la mayor premura, pero debemos preguntarles a todos, así que relajense, hoy será una larga noche.
El guardia calló y aun más quejas se alzaron por la sala. La chica simplemente intentó entender todo lo sucedido, para una vez que salía de casa sin permiso.... Había algunas mujeres que empezaron a llorar, como si conociesen a la actriz de toda la vida. "Oh, por favor, cuanta hipocresía" pensó Beatrice mientras las señoras del gallinero empezaban a montar el pollo.
- Parece que vamos a tener que quedarnos aquí hasta que esto se resuelva.- Dio un suspiro y se volvió a sentar, ojala pudiese hacer algo para ayudar.- Espero que lo resuelvan pronto, todos merecen justicia.- comentó mirando hacia el escenario, sabiendo que no podrían salir aunque quisieran.
En el patio había un grupo que intentaba tirar la puerta, eso la hizo poner los ojos en blanco, por favor, solo debían tener paciencia, no era necesario exagerar. Aunque, posiblemente, era ella la que se equivocaba siendo tan tranquila, no obstante, tenía claro que poco podía hacer si no la dejaban ayudar ni le permitían salir. Aunque actuaba de forma tan tranquila, la verdad es que tenía bastante miedo. Sentada, mirando al frente, se mordió el labio mientras jugaba con los dedos de sus manos. Estaba nerviosa, ya había muerto una persona, esperaba que se quedase en eso.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
La obra dió comienzo, y Bethlem, apoyando la espalda en el respaldo para no cansarse, centró toda su atención en el escenario. Con lo poco que entendía de teatro podía decir que los actores en general le parecían buenos. Sabían impostar la voz, haciéndola llegar a todas las butacas, además vocalizaban con una gran precisión, lo que hacía que se comprendiese todo el texto... Aunque tampoco sabría decir mucho más. Con la música ya era diferente, podía atreverse a opinar más, pero en general la ejecución y la coordinación entre los músicos era adecuada, y se podía notar que los intérpretes sentían lo que estaban tocando. Todo estaba afinado y en su sitio.
De vez en cuando sentía la mirada de su acompañante, la cual no le desagradaba en ningún caso, de hecho muchas veces aprovechaba él mismo para dedicarle una mirada, y sorprender en su rostro la emoción y la concentración de alguien que está disfrutando por completo lo que está viviendo. Pensó que lo mejor sería preguntarle su opinión cuando acabase la obra, el teatro, al igual que la música, era un arte que necesitaba del tiempo para ser comprendida, y no se podía juzgar sin haber visto la obra completa.
En una de las escenas de aventuras sucedió algo que ni Bethlem, ni probablemente
ninguno de los allí presentes sospechaba. Sonaron disparos, a los que el joven no pudo evitar responder con un pequeño respingo en el asiento. Instintivamente agudizó los sentidos, y a su nariz llegó un olor a pólvora que no era normal en un escenario... Durante unos instantes un enorme silencio y desconcierto se apoderaron de la sala. Instantes después Bethlem no podía creer lo que estaba oliendo, no quería creerlo, a su olfato, de forma muy débil por la lejanía, pero perfectamente distinguible, llegó el aroma a sangre. Durante unos instantes su instinto se debatía con su lado racional "esto no puede estar pasando". La afirmación de la joven le sacó por completo de cualquier duda posible, de verdad estaba ocurriendo todo aquello.
Tras el escenario se escuchaban gritos. Bethlem no pudo evitar ponerse unos instantes de pie, apoyándose en la barandilla del palco con la intención de ver mejor. Quizá pensaba que así podría comprender mejor lo que estaba pasando, ¿acababan de matar a aquella actriz en escena, sin más?. El nerviosismo se apoderó al instante de la sala, murmuros, llantos... Mucha gente se levantó horrorizada en el instante en que se cerraban las puertas. Bethlem se mordió el labio inferior, concentrado en todo lo que estaba ocurriendo allí. En su cabeza se formaron muchas ideas, todas ellas igual de confusas, y cada una más estrambótica que la anterior... Nada parecía tener sentido en aquellos momentos.
La voz de Beatrice sacó a Bethlem de sus pensamientos, y aún un poco ensimismado le respondió.-Creo que acabamos de presenciar un crimen.-.
En cuanto escuchó la confirmación del capitán de guardia Bethlem no lo dudó, aquello iba para rato. Se llenó los pulmones de aire con la intención de relajarse y se volvió a sentar con calma, si algo había aprendido a lo largo de su juventud era a controlar sus emociones. En un principio se sentía alterado, después de todo aquello era un tema bastante serio, al mismo tiempo se sentía indignado por la cantidad de comentarios que escuchaba de las mujeres del gallinero, que parecían incapaces de dejar de cuchichear incluso en ocasiones como aquella... Podía sentir el miedo de los allí presentes en el ambiente con total claridad, pero decidió no permitir que aquello le afectase, pensaba que todo se solucionaría de la mejor manera posible, confiaba en los guardias, por algo estaban allí. Se produjo un gran alboroto en toda la sala, pero todo aquello era inútil, si los guardias habían considerado que quedarse allí era lo mejor para resolver el asunto habría que hacerlo... Y de todas maneras de nada iba a servir llevarles la contraria.
Bethlem asintió ante la afirmación de Beatrice.- Creo que lo mejor que podemos hacer es esperar.- Se encogió levemente de hombros y puso una mueca de resignación. El joven no pudo evitar darse cuenta de que su acompañante estaba tensa, por lo que se giró completamente, sentándose de frente a ella.Rápidamente pensó en algo que la pudiese tranquilizar. Posó una mano con delicadeza en el hombro de la joven, mostrando tranquilidad-No se preocupe Beatrice, ya verá como no ocurre nada... Tenga seguro que mientras esté aquí con usted no le va a ocurrir nada.-Bethlem sonrió, estaba muy seguro de si mismo, y estaba muy seguro de que no ocurriría nada malo... O por lo menos peor de lo que ya había sucedido. Con la misma delicadeza volvió a apartar la mano y se puso cómodo en el asiento, aún de frente a Beatrice. -¿Quiere que hablemos de algo para distraernos mientras tanto?.
De vez en cuando sentía la mirada de su acompañante, la cual no le desagradaba en ningún caso, de hecho muchas veces aprovechaba él mismo para dedicarle una mirada, y sorprender en su rostro la emoción y la concentración de alguien que está disfrutando por completo lo que está viviendo. Pensó que lo mejor sería preguntarle su opinión cuando acabase la obra, el teatro, al igual que la música, era un arte que necesitaba del tiempo para ser comprendida, y no se podía juzgar sin haber visto la obra completa.
En una de las escenas de aventuras sucedió algo que ni Bethlem, ni probablemente
ninguno de los allí presentes sospechaba. Sonaron disparos, a los que el joven no pudo evitar responder con un pequeño respingo en el asiento. Instintivamente agudizó los sentidos, y a su nariz llegó un olor a pólvora que no era normal en un escenario... Durante unos instantes un enorme silencio y desconcierto se apoderaron de la sala. Instantes después Bethlem no podía creer lo que estaba oliendo, no quería creerlo, a su olfato, de forma muy débil por la lejanía, pero perfectamente distinguible, llegó el aroma a sangre. Durante unos instantes su instinto se debatía con su lado racional "esto no puede estar pasando". La afirmación de la joven le sacó por completo de cualquier duda posible, de verdad estaba ocurriendo todo aquello.
Tras el escenario se escuchaban gritos. Bethlem no pudo evitar ponerse unos instantes de pie, apoyándose en la barandilla del palco con la intención de ver mejor. Quizá pensaba que así podría comprender mejor lo que estaba pasando, ¿acababan de matar a aquella actriz en escena, sin más?. El nerviosismo se apoderó al instante de la sala, murmuros, llantos... Mucha gente se levantó horrorizada en el instante en que se cerraban las puertas. Bethlem se mordió el labio inferior, concentrado en todo lo que estaba ocurriendo allí. En su cabeza se formaron muchas ideas, todas ellas igual de confusas, y cada una más estrambótica que la anterior... Nada parecía tener sentido en aquellos momentos.
La voz de Beatrice sacó a Bethlem de sus pensamientos, y aún un poco ensimismado le respondió.-Creo que acabamos de presenciar un crimen.-.
En cuanto escuchó la confirmación del capitán de guardia Bethlem no lo dudó, aquello iba para rato. Se llenó los pulmones de aire con la intención de relajarse y se volvió a sentar con calma, si algo había aprendido a lo largo de su juventud era a controlar sus emociones. En un principio se sentía alterado, después de todo aquello era un tema bastante serio, al mismo tiempo se sentía indignado por la cantidad de comentarios que escuchaba de las mujeres del gallinero, que parecían incapaces de dejar de cuchichear incluso en ocasiones como aquella... Podía sentir el miedo de los allí presentes en el ambiente con total claridad, pero decidió no permitir que aquello le afectase, pensaba que todo se solucionaría de la mejor manera posible, confiaba en los guardias, por algo estaban allí. Se produjo un gran alboroto en toda la sala, pero todo aquello era inútil, si los guardias habían considerado que quedarse allí era lo mejor para resolver el asunto habría que hacerlo... Y de todas maneras de nada iba a servir llevarles la contraria.
Bethlem asintió ante la afirmación de Beatrice.- Creo que lo mejor que podemos hacer es esperar.- Se encogió levemente de hombros y puso una mueca de resignación. El joven no pudo evitar darse cuenta de que su acompañante estaba tensa, por lo que se giró completamente, sentándose de frente a ella.Rápidamente pensó en algo que la pudiese tranquilizar. Posó una mano con delicadeza en el hombro de la joven, mostrando tranquilidad-No se preocupe Beatrice, ya verá como no ocurre nada... Tenga seguro que mientras esté aquí con usted no le va a ocurrir nada.-Bethlem sonrió, estaba muy seguro de si mismo, y estaba muy seguro de que no ocurriría nada malo... O por lo menos peor de lo que ya había sucedido. Con la misma delicadeza volvió a apartar la mano y se puso cómodo en el asiento, aún de frente a Beatrice. -¿Quiere que hablemos de algo para distraernos mientras tanto?.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
- No se preocupe Beatrice, ya verá como no ocurre nada... Tenga seguro que mientras esté aquí con usted no le va a ocurrir nada.- El chico sonrió a la joven, "oh, cielos" pensó ella, se había dado cuenta de que se sentía asustada e intentaba tranquilizarla poniendo una mano, firme pero suave, sobre el hombro de la chica - ¿Quiere que hablemos de algo para distraernos mientras tanto?- propuso él, para entretenerla.
- Gracias- dijo Beatrice con voz algo temblorosa. Al parecer estaba más nerviosa de lo que pensaba, los ojos le brillaban con rastros de lágrimas, por el miedo, aun así, intentó ocultarlo, ella no era una chiquilla más, ni una de esas mujeres que montaban escandalo- no se preocuper mister Bethlem- respondió con cierto acento inglés, denotando así sus origenes, por los nervios- estoy bien, soy más fuerte de lo que parezco ahora mismo.- Respondió tomandose una mano con la otra, controlando el temblor y ocultandolo todo con una sonrisa- No veo justo que la gente se preocupe por mi cuando hay asuntos mucho más urgentes a nuestros pies, he tenido que aprender a cuidarme sola. Pero gracias por intentar tranquilizarme, se lo agradezco de verdad.- Le dijo al hombre, sinceramente.
Agradecía la procupación, hacía mucho que nadie intentaba cuidarla o calmarla con palabras amables, su padre siempre estaba demasiado ocupado con sus finanzas, y su madre, su madre nunca había sido de las que dicen palabras dulces, las palabras de aliento no volaban en su casa, si hacías algo bien, era tu deber, si hacías algo mal, lograbas un castigo. Beatrice tomó aire con fuerza, llenando sus pulmones de arriba a bajo todo lo que se lo permitía el corsé, agradeció, no obstante, el no seguir la moda del cancán, por mucho que su madre le insistiera en hacerlo, sino no podría respirar. Cerrando los ojos soltó el aire que había tomado de forma tranquila, aunque le temblaban los labios.
Miró hacia bajo aun temblorosa, vió a los hombres que habían ido a socorrer a la mujer, aun tenían sangre en sus camisas y contaban a quienes les preguntaban lo que habia sucedido con la actriz, el guardia, una vez más, fue a hablar al público:
- Según el criterio médico, a dama estaba siendo envenenada, es el veneno el que debe haberla matado, el disparo ha sido para distraer, pues no era letal, simplemente le dado en la pierna, pero la adrenalina ha acelerado en veneno. Sospechamos que el asesino es alguien de la sala, cualquiera de los que le han mandado regalos puede haber sido, vamos a iniciar una busqueda por las pertenencias, si encontramos veneno, o pistolas, en el ropero, deberemos investigar más a fondo.
Las afirmaciones del hombre solo la pusieron mś nerviosa, ¿veneno? si la habían envenenado en el teatro, quién les decía que no les habían dado algo en el agua o en el vino a todos. Agradeció al cielo no haber tocado el que había en su palco. Se giró al hombre, más asustada que antes, aun intentando ocultarlo:
- No se si es bueno hablar de banalidades ahora mismo, pero... creo que aceptaré su oferta.- comentó sintiendose bastante tonta, ¿por qué no lograba calmarse? Siempre sabía afrontar todo tipo de situaciones, una pequeña lágrima resvaló de su mejilla, volvía a temblar, se tapó la boca con una mano y se disculpó, ella no era así- L...Lo siento..., no suelo ser así, de verdad, es solo que he visto la sangre... el disparo... y.... y los ojos huecos.... lo... lo siento....- se disculpó por el llanto y por no lograr mantener la compostura.
No era un llanto ruidoso, no era un llanto hipócrita como el de las mujeres de abajo, ni para llamar la atención como el de las "gallinas" simplemente estaba en shock, y aunque había intentado mantenerse tranquila, no lo había logrado. Solo esperaba que el joven no creyese que era una niñata más que aprovechaba cualquier desgracia para convertirse en martir. Era lo último que intentaba Beatrice, siempre mantenía un perfil bajo, siempre intentaba no llamar la atención e ir a su ritmo, pero nunca había visto la muerte, y, mucho menos, una muerte tan violenta. Nerviosa se giró hacia la pared intentando secarse las lágrimas con las manos desnudas, a cada lágrima pasaba sus dedos por las mejillas. Tampoco disfrutaba de que la viesen llorar, se había educado como una mujer responsable, impasible, que sabía moverse sola por el mundo, no era orgullo por ser de alta cuna, era orgullo por ser una persona fuerte, en ese momento, no lo era, y no se sentía bien, no le gustaba sentirse desprotegida.
- Gracias- dijo Beatrice con voz algo temblorosa. Al parecer estaba más nerviosa de lo que pensaba, los ojos le brillaban con rastros de lágrimas, por el miedo, aun así, intentó ocultarlo, ella no era una chiquilla más, ni una de esas mujeres que montaban escandalo- no se preocuper mister Bethlem- respondió con cierto acento inglés, denotando así sus origenes, por los nervios- estoy bien, soy más fuerte de lo que parezco ahora mismo.- Respondió tomandose una mano con la otra, controlando el temblor y ocultandolo todo con una sonrisa- No veo justo que la gente se preocupe por mi cuando hay asuntos mucho más urgentes a nuestros pies, he tenido que aprender a cuidarme sola. Pero gracias por intentar tranquilizarme, se lo agradezco de verdad.- Le dijo al hombre, sinceramente.
Agradecía la procupación, hacía mucho que nadie intentaba cuidarla o calmarla con palabras amables, su padre siempre estaba demasiado ocupado con sus finanzas, y su madre, su madre nunca había sido de las que dicen palabras dulces, las palabras de aliento no volaban en su casa, si hacías algo bien, era tu deber, si hacías algo mal, lograbas un castigo. Beatrice tomó aire con fuerza, llenando sus pulmones de arriba a bajo todo lo que se lo permitía el corsé, agradeció, no obstante, el no seguir la moda del cancán, por mucho que su madre le insistiera en hacerlo, sino no podría respirar. Cerrando los ojos soltó el aire que había tomado de forma tranquila, aunque le temblaban los labios.
Miró hacia bajo aun temblorosa, vió a los hombres que habían ido a socorrer a la mujer, aun tenían sangre en sus camisas y contaban a quienes les preguntaban lo que habia sucedido con la actriz, el guardia, una vez más, fue a hablar al público:
- Según el criterio médico, a dama estaba siendo envenenada, es el veneno el que debe haberla matado, el disparo ha sido para distraer, pues no era letal, simplemente le dado en la pierna, pero la adrenalina ha acelerado en veneno. Sospechamos que el asesino es alguien de la sala, cualquiera de los que le han mandado regalos puede haber sido, vamos a iniciar una busqueda por las pertenencias, si encontramos veneno, o pistolas, en el ropero, deberemos investigar más a fondo.
Las afirmaciones del hombre solo la pusieron mś nerviosa, ¿veneno? si la habían envenenado en el teatro, quién les decía que no les habían dado algo en el agua o en el vino a todos. Agradeció al cielo no haber tocado el que había en su palco. Se giró al hombre, más asustada que antes, aun intentando ocultarlo:
- No se si es bueno hablar de banalidades ahora mismo, pero... creo que aceptaré su oferta.- comentó sintiendose bastante tonta, ¿por qué no lograba calmarse? Siempre sabía afrontar todo tipo de situaciones, una pequeña lágrima resvaló de su mejilla, volvía a temblar, se tapó la boca con una mano y se disculpó, ella no era así- L...Lo siento..., no suelo ser así, de verdad, es solo que he visto la sangre... el disparo... y.... y los ojos huecos.... lo... lo siento....- se disculpó por el llanto y por no lograr mantener la compostura.
No era un llanto ruidoso, no era un llanto hipócrita como el de las mujeres de abajo, ni para llamar la atención como el de las "gallinas" simplemente estaba en shock, y aunque había intentado mantenerse tranquila, no lo había logrado. Solo esperaba que el joven no creyese que era una niñata más que aprovechaba cualquier desgracia para convertirse en martir. Era lo último que intentaba Beatrice, siempre mantenía un perfil bajo, siempre intentaba no llamar la atención e ir a su ritmo, pero nunca había visto la muerte, y, mucho menos, una muerte tan violenta. Nerviosa se giró hacia la pared intentando secarse las lágrimas con las manos desnudas, a cada lágrima pasaba sus dedos por las mejillas. Tampoco disfrutaba de que la viesen llorar, se había educado como una mujer responsable, impasible, que sabía moverse sola por el mundo, no era orgullo por ser de alta cuna, era orgullo por ser una persona fuerte, en ese momento, no lo era, y no se sentía bien, no le gustaba sentirse desprotegida.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
Beatrice respondió con voz temblorosa, y sus ojos empezaban a brillar a causa de los nervios del momento. Se fijó, en realidad por primera vez en el anoche, en el acento inglés con el que la joven le habló, lo que le hizo ahora sentir una enorme curiosidad por sus orígenes, pero decidió que no era el momento de preguntar por ello, ya lo haría más tarde cuando todo estuviese más calmado.-No me de las gracias señorita Beatrice, de verdad.-Le respondió con tranquilidad, y tal como ella le pidió por esos momentos no insistió aunque la siguiese notando nerviosa... No era la clase de hombres que se creían más fuertes que las mujeres, ni que consideraban que protegerlas... Por el contrario, consideraba que las mujeres eran mucho más fuertes que los hombres en muchos aspectos, pero esa clase de pensamientos en la época no eran nada corrientes, y Bethlem lo sabía. En todo caso no quería agobiarla más, y mucho menos hacerla sentir incómoda, por eso decidió no insistir.
Bethlem continuó observando todo lo que ocurría abajo, quizá el hecho de que no era la primera vez que veía una muerte hacía que el shock fuese menos traumático... Había vivido la muerte de cerca en muchas ocasiones... Demasiadas, algunos recuerdos vinieron a su mente, haciendo inevitable que se le entristeciese el rostro. Suspiró tomando una gran cantidad de aire, tratando apartar de su mente aquellos recuerdos. Cerró los ojos apretando la mandíbula, alejando el dolor que le producía pensar en ello. Se centró en la voz del policía, explicando lo que habían descubierto: al parecer la actriz había sido envenenada, eso quizá explicaría el retraso al comienzo de la obra, y algunos pequeños tropiezos que hubo a lo largo de la presentación. Bethlem abrió los ojos, y pensó en hacer un pequeño chiste "me alegro de no haberle enviado ningún regalo a la actriz" pero no estaba bien hacer ese tipo de chistes en esa ocasión, sería muy irrespetuoso por su parte, y cualquiera podría sentirse ofendido ante algo así.
Volvió a escuchar la voz de Beatrice, ahora más alterada que antes, se preguntó por unos instantes si es que él estaba demasiado tranquilo... Tomar el alboroto del gallinero como referencia no tenía sentido, pero el hecho de ver a Beatrice tan nerviosa le hizo dudar. Le sonrió con tranquilidad.-No se sienta avergonzada... no tiene por qué darme explicaciones... Quizá soy yo el que está excesivamente tranquilo en estos momentos...-Apoyó su mano esta vez suavemente en su espalda.- ¿De dónde es Beatrice?, me ha parecido que tiene acento inglés antes.-Pensó que lo mejor sería cambiar de tema, insistir sólo le iba a hacer sentir peor, era más que evidente que no estaba nerviosa simplemente por llamar la atención, y en ese caso realmente era necesario no insistir, cuanto más pensase en aquello peor.
Bethlem reparó en que la joven trataba de secarse las lágrimas con las manos cuando le dio la espalda. Sin decir nada, ni tratar de ponerse en su campo de visión ni nada por el estilo comenzó a buscar por todos sus bolsillos.Finalmente encontró un pañuelo de tela.-He de decir que ha tenido suerte, ¿quiere un pañuelo?.- Preguntó dejando a la joven espacio, sentándose en la silla en la que estaba sentado antes.
Bethlem continuó observando todo lo que ocurría abajo, quizá el hecho de que no era la primera vez que veía una muerte hacía que el shock fuese menos traumático... Había vivido la muerte de cerca en muchas ocasiones... Demasiadas, algunos recuerdos vinieron a su mente, haciendo inevitable que se le entristeciese el rostro. Suspiró tomando una gran cantidad de aire, tratando apartar de su mente aquellos recuerdos. Cerró los ojos apretando la mandíbula, alejando el dolor que le producía pensar en ello. Se centró en la voz del policía, explicando lo que habían descubierto: al parecer la actriz había sido envenenada, eso quizá explicaría el retraso al comienzo de la obra, y algunos pequeños tropiezos que hubo a lo largo de la presentación. Bethlem abrió los ojos, y pensó en hacer un pequeño chiste "me alegro de no haberle enviado ningún regalo a la actriz" pero no estaba bien hacer ese tipo de chistes en esa ocasión, sería muy irrespetuoso por su parte, y cualquiera podría sentirse ofendido ante algo así.
Volvió a escuchar la voz de Beatrice, ahora más alterada que antes, se preguntó por unos instantes si es que él estaba demasiado tranquilo... Tomar el alboroto del gallinero como referencia no tenía sentido, pero el hecho de ver a Beatrice tan nerviosa le hizo dudar. Le sonrió con tranquilidad.-No se sienta avergonzada... no tiene por qué darme explicaciones... Quizá soy yo el que está excesivamente tranquilo en estos momentos...-Apoyó su mano esta vez suavemente en su espalda.- ¿De dónde es Beatrice?, me ha parecido que tiene acento inglés antes.-Pensó que lo mejor sería cambiar de tema, insistir sólo le iba a hacer sentir peor, era más que evidente que no estaba nerviosa simplemente por llamar la atención, y en ese caso realmente era necesario no insistir, cuanto más pensase en aquello peor.
Bethlem reparó en que la joven trataba de secarse las lágrimas con las manos cuando le dio la espalda. Sin decir nada, ni tratar de ponerse en su campo de visión ni nada por el estilo comenzó a buscar por todos sus bolsillos.Finalmente encontró un pañuelo de tela.-He de decir que ha tenido suerte, ¿quiere un pañuelo?.- Preguntó dejando a la joven espacio, sentándose en la silla en la que estaba sentado antes.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
-No se sienta avergonzada... no tiene por qué darme explicaciones... Quizá soy yo el que está excesivamente tranquilo en estos momentos...-El joven, intentando calmar a la chica, puso su mano en la espalda de esta, con suavidad.- ¿De dónde es Beatrice?, me ha parecido que tiene acento inglés antes.- Preguntó para cambiar de tema.
Beatrice quería contestar, pero seguían corriendole lágrimas por el rostro, intentaba respirar con calma, el joven, amablemente, le prestó un pañuelo, que ella aceptó agradecida, se secó las lágrimas con cuidado, no quería manchar demasiado su pañuelo, y tras dar un profundo suspiro, pudo dejar de temblar. Volvió a doblar el pañuelo con cuidado y se giró para sentarse correctamente, dio un pequeño bufido soltando todo el aire que le quedaba en los pulmones, por fin había logrado controlarse y pensaba seguir así, no iba a montar un escandalo:
- Gracias por el pañuelo- dijo devolviendoselo- le aseguro que no suelo ser así, normalmente mantengo mejor la calma.- puso una mano sobre el pecho, tomó aire y lo volvió a soltar para comprobar que estaba tranquila,- afortunadamente usted estaba aquí manteniendo la calma por mi- agradeció con una pequeña risa, más para aligerar el ambiente que por querer reir- no me gusta parecerme a... bueno, al espectaculo de allí abajo, con chicas desfalleciendo y llorando a voz en grito- le hizo saber con una sonrisa- y resecto a su pregunta, soy inglesa, de Londres, llegué a Francia hace unos años por los negocios de mi padre, y aquí me he quedado. ¿De donde sois usted Bethlem? ¿me ha parecido notar cierto acento italiano?
Preguntó ella algo más calmada, poniendo un mechón de pelo tras la oreja, el momento de shoc había pasado y ahora se sentía con tranquilidad suficiente como para hablar. La guardia estaba bajo preguntando a unos y otros si habían notado algo durante la obra, pronto subirían a los palcos y deberían informar de lo que sabían, de lo que habían hecho esa velada y de si sospechaban de alguien.
Justo estaba pensando en cundo llegaría su turno, la coritna del palco se abrió y dió paso a un hombre vestido de policía, venían a interrogarlos, afortunadamente ella ya estaba calmada, más tarde debía agradecerselo como tocaba al chico, si no fuese por él, posiblemente le hubiese dado un síncope:
-Señor, señorita, me gustaría hacerles unas preguntas- dijo el hombre pasando libreta en mano y con un gran bigote cubriendole media cara- ¿Esta todo bien?- preguntó posiblemente haciendo referencia al espectaculos que, hasta el momento, le habían estado dando las mujeres con las que había hablado.
La joven no se atrevió a responder, avergonzada por el lío que había estado montando hasta hacía apenas un momento. Un suave rubor tiñó sus mejillas, era una buenas señal, al menos recuperaba el color. Tomó su abanico y comenzó a darse aire con cuidado y suavidad, al menos, hacer algo, la ayudaba a mantenerse tranquila.
- Iniciaré con las preguntas de rigor, si les parece bien- dijo tras confirmas que la muchacha se encontraba tranquila- ¿A qué hora llegaron al teatro?
- Yo llegué sobre las nueve y media, unos diezminutos antes de que empeara la obra- respondió la joven.
- ¿Vieron a alguien sospechoso?- siguió preguntando tras apuntar lo escuchado.
- Pues....- Beatrice intentó hacer memoria, no había visto que nadie se comportase de forma sospechosa, o si? Le sonaba un hombre entrando directamente por la entrada de camerinos con bebidas, pero bien podía ser un simple encargado- diría que no, recuerdo a un chico llevando una bandeja al camerino, pero no parecía sospechoso, solo iba con prisas, supongo que porque estaba por empezar la obra.
- ¿Notaron algo extraño en escena?- siguió preguntando tras tomar nota.
- Si, eso si, la obra se retraso unos minutos, y además la actriz estuvo bastante torpe, se le trababa la lengua y parecía afebrada, creía que era cosa de los nervios y el calor de los focos.- opiné sin prisas.
- Y durante la escena en la que murió, ¿tienen algun detalle?
- No mucho más de lo que ya debe saber, durante la esena del duelo a pistolas, aunque se supone que no se usan balas, salió una disparada de algún lado, no sabría decir si desde el mismo escenario o desde donde, lo siento, si hubiese llevado binoculares podría haberle dado más detalles.- Al menos lograba no temblar ni llorar ni tartamudear gracias a Bethlem.
- Bien, y, por último, habían oido algún rumor acerca de algún lio entre bambalinas.- preguntó, parecía que esta vez se dirigía unicamente a mi, claro, siendo mujer debía saber sobre chismes.
- Lo siento mucho, no suelo participar de las charlas de ese tipo, con eso posiblemente tenga más suerte en el gallinero, esas mujeres saben todos los chismes parisinos, y si no los saben, se los inventan.
- Bien, ahora pueden salir de aquí, pero no se les permite marcharse del teatro.
Era un alivio, al menos podíamos movernos en lugar de permanecer quitos en un mismo sitio sin hacer nada. El hombre se retiró volviendo a dejar solos a los dos jovenes, parecía que lo peos había pasado ya. ¿O tal vez no?
Beatrice quería contestar, pero seguían corriendole lágrimas por el rostro, intentaba respirar con calma, el joven, amablemente, le prestó un pañuelo, que ella aceptó agradecida, se secó las lágrimas con cuidado, no quería manchar demasiado su pañuelo, y tras dar un profundo suspiro, pudo dejar de temblar. Volvió a doblar el pañuelo con cuidado y se giró para sentarse correctamente, dio un pequeño bufido soltando todo el aire que le quedaba en los pulmones, por fin había logrado controlarse y pensaba seguir así, no iba a montar un escandalo:
- Gracias por el pañuelo- dijo devolviendoselo- le aseguro que no suelo ser así, normalmente mantengo mejor la calma.- puso una mano sobre el pecho, tomó aire y lo volvió a soltar para comprobar que estaba tranquila,- afortunadamente usted estaba aquí manteniendo la calma por mi- agradeció con una pequeña risa, más para aligerar el ambiente que por querer reir- no me gusta parecerme a... bueno, al espectaculo de allí abajo, con chicas desfalleciendo y llorando a voz en grito- le hizo saber con una sonrisa- y resecto a su pregunta, soy inglesa, de Londres, llegué a Francia hace unos años por los negocios de mi padre, y aquí me he quedado. ¿De donde sois usted Bethlem? ¿me ha parecido notar cierto acento italiano?
Preguntó ella algo más calmada, poniendo un mechón de pelo tras la oreja, el momento de shoc había pasado y ahora se sentía con tranquilidad suficiente como para hablar. La guardia estaba bajo preguntando a unos y otros si habían notado algo durante la obra, pronto subirían a los palcos y deberían informar de lo que sabían, de lo que habían hecho esa velada y de si sospechaban de alguien.
Justo estaba pensando en cundo llegaría su turno, la coritna del palco se abrió y dió paso a un hombre vestido de policía, venían a interrogarlos, afortunadamente ella ya estaba calmada, más tarde debía agradecerselo como tocaba al chico, si no fuese por él, posiblemente le hubiese dado un síncope:
-Señor, señorita, me gustaría hacerles unas preguntas- dijo el hombre pasando libreta en mano y con un gran bigote cubriendole media cara- ¿Esta todo bien?- preguntó posiblemente haciendo referencia al espectaculos que, hasta el momento, le habían estado dando las mujeres con las que había hablado.
La joven no se atrevió a responder, avergonzada por el lío que había estado montando hasta hacía apenas un momento. Un suave rubor tiñó sus mejillas, era una buenas señal, al menos recuperaba el color. Tomó su abanico y comenzó a darse aire con cuidado y suavidad, al menos, hacer algo, la ayudaba a mantenerse tranquila.
- Iniciaré con las preguntas de rigor, si les parece bien- dijo tras confirmas que la muchacha se encontraba tranquila- ¿A qué hora llegaron al teatro?
- Yo llegué sobre las nueve y media, unos diezminutos antes de que empeara la obra- respondió la joven.
- ¿Vieron a alguien sospechoso?- siguió preguntando tras apuntar lo escuchado.
- Pues....- Beatrice intentó hacer memoria, no había visto que nadie se comportase de forma sospechosa, o si? Le sonaba un hombre entrando directamente por la entrada de camerinos con bebidas, pero bien podía ser un simple encargado- diría que no, recuerdo a un chico llevando una bandeja al camerino, pero no parecía sospechoso, solo iba con prisas, supongo que porque estaba por empezar la obra.
- ¿Notaron algo extraño en escena?- siguió preguntando tras tomar nota.
- Si, eso si, la obra se retraso unos minutos, y además la actriz estuvo bastante torpe, se le trababa la lengua y parecía afebrada, creía que era cosa de los nervios y el calor de los focos.- opiné sin prisas.
- Y durante la escena en la que murió, ¿tienen algun detalle?
- No mucho más de lo que ya debe saber, durante la esena del duelo a pistolas, aunque se supone que no se usan balas, salió una disparada de algún lado, no sabría decir si desde el mismo escenario o desde donde, lo siento, si hubiese llevado binoculares podría haberle dado más detalles.- Al menos lograba no temblar ni llorar ni tartamudear gracias a Bethlem.
- Bien, y, por último, habían oido algún rumor acerca de algún lio entre bambalinas.- preguntó, parecía que esta vez se dirigía unicamente a mi, claro, siendo mujer debía saber sobre chismes.
- Lo siento mucho, no suelo participar de las charlas de ese tipo, con eso posiblemente tenga más suerte en el gallinero, esas mujeres saben todos los chismes parisinos, y si no los saben, se los inventan.
- Bien, ahora pueden salir de aquí, pero no se les permite marcharse del teatro.
Era un alivio, al menos podíamos movernos en lugar de permanecer quitos en un mismo sitio sin hacer nada. El hombre se retiró volviendo a dejar solos a los dos jovenes, parecía que lo peos había pasado ya. ¿O tal vez no?
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
Bethlem esperó pacientemente a que la joven se calmara. Observó como era delicada incluso para secarse las lágrimas, y no pudo evitar sonreír con cierto cariño.-No hay de qué, ¿para eso están no?.-El joven siguió escuchando sin que la sonrisa se desdibujase de su rostro.- En ningún momento se ha parecido a esas mujeres, se lo aseguro, se que lo que menos quería era llamar la atención... Todo en usted lo decía.-Dijo con sinceridad. Sonrió al comprobar que no se había equivocado con respecto al acento, e inmediatamente respondió a su pregunta.-Efectivamente, soy italiano, de un pueblecito de la Toscana. Vine aquí hace años por trabajo... Y me enamoré de todo lo demás.-Dijo con un aire melancólico.
Bethlem siguió observando a la joven, tenía un rostro verdaderamente precioso. El joven se quedó callado durante unos instantes, sencillamente observándola hasta que un guardia abrió la cortinilla para empezar su ronda de preguntas.
Ante la pregunta de si estaba todo bien Bethlem simplemente asintió.-Todo bien agente. Fui dejando que Beatrice respondiese antes que yo, y a continuación lo iba haciendo yo.
-Yo llegué poco después que ella, le pedí al mozo que me indicase dónde estaba mi asiento y no mucho después empezó la obra.
A mi no me pareció ver a nadie sospechoso agente, quizá podría haberlo visto pero me distraigo con facilidad... Y se me suelen pasar desapercibidas muchas cosas.- Aquello no era del todo cierto... Sencillamente solía saber en qué fijar la atención.
Como ha dicho la señorita, si que me percaté de que la actriz estaba algo torpe, y tuv algunos tropezones por el escenario... Pero en realidad no tengo mucho más que añadir.-Ante las dos últimas preguntas, Bethlem no tenía nada más que añadir, simplemente opinaba lo mismo que Beatrice... De la escena poco más podía saber desde la distancia en la que estaban.-Todo ha ocurrido muy rápido agente, y dede aquí arriba no hay tampoco un buen ángulo con el que hayamos podido ver los sucesos con detalle. Personalmente no conozco a ninguno de los actores de la compañía... No se qué es lo que ha podido ocurrir ahí dentro.- Dijo con total sinceridad, sabía lo mismo que la gran mayoría de gente que estaba allí aquella noche.
El policía, que parecía poco satisfecho nos dejó de nuevo solos. Era lógico que hiciese que la ronda de preguntas, cómo no... El protocolo, y aun así desde que entró a hablar con nosotros se notaba que el hombre no tenía ninguna esperanza de escuchar nada nuevo.
Durante unos instantes Bethlem se quedó en silencio pensativo. Empezaba a estar cansado de estar encerrado en aquel palco, no por la compañía, que le agradaba mucho, si no porque en aquellas situaciones lo peor que podía ocurrir era tener que quedarse quieto. Era una persona inquieta y curiosa, y ahora tenía ganas de saber descubrir qué era lo que había podido pasar allí dentro aquella noche.-Beatrice, igual le parece una locura pero... Le apetecería que saliésemos de este palco... He de confesar que no me gusta tener que estar aquí encerrado.-Si la joven le respondía que no se quedaría con ella sin oponerse, pero tenía la intuición de que ella tampoco quería estar allí más tiempo.
Bethlem siguió observando a la joven, tenía un rostro verdaderamente precioso. El joven se quedó callado durante unos instantes, sencillamente observándola hasta que un guardia abrió la cortinilla para empezar su ronda de preguntas.
Ante la pregunta de si estaba todo bien Bethlem simplemente asintió.-Todo bien agente. Fui dejando que Beatrice respondiese antes que yo, y a continuación lo iba haciendo yo.
-Yo llegué poco después que ella, le pedí al mozo que me indicase dónde estaba mi asiento y no mucho después empezó la obra.
A mi no me pareció ver a nadie sospechoso agente, quizá podría haberlo visto pero me distraigo con facilidad... Y se me suelen pasar desapercibidas muchas cosas.- Aquello no era del todo cierto... Sencillamente solía saber en qué fijar la atención.
Como ha dicho la señorita, si que me percaté de que la actriz estaba algo torpe, y tuv algunos tropezones por el escenario... Pero en realidad no tengo mucho más que añadir.-Ante las dos últimas preguntas, Bethlem no tenía nada más que añadir, simplemente opinaba lo mismo que Beatrice... De la escena poco más podía saber desde la distancia en la que estaban.-Todo ha ocurrido muy rápido agente, y dede aquí arriba no hay tampoco un buen ángulo con el que hayamos podido ver los sucesos con detalle. Personalmente no conozco a ninguno de los actores de la compañía... No se qué es lo que ha podido ocurrir ahí dentro.- Dijo con total sinceridad, sabía lo mismo que la gran mayoría de gente que estaba allí aquella noche.
El policía, que parecía poco satisfecho nos dejó de nuevo solos. Era lógico que hiciese que la ronda de preguntas, cómo no... El protocolo, y aun así desde que entró a hablar con nosotros se notaba que el hombre no tenía ninguna esperanza de escuchar nada nuevo.
Durante unos instantes Bethlem se quedó en silencio pensativo. Empezaba a estar cansado de estar encerrado en aquel palco, no por la compañía, que le agradaba mucho, si no porque en aquellas situaciones lo peor que podía ocurrir era tener que quedarse quieto. Era una persona inquieta y curiosa, y ahora tenía ganas de saber descubrir qué era lo que había podido pasar allí dentro aquella noche.-Beatrice, igual le parece una locura pero... Le apetecería que saliésemos de este palco... He de confesar que no me gusta tener que estar aquí encerrado.-Si la joven le respondía que no se quedaría con ella sin oponerse, pero tenía la intuición de que ella tampoco quería estar allí más tiempo.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
Cuando el inspector salió del lugar, con andares cansados, reinó el silencio por un instante hasta que el joven Bethlem habló:
-Beatrice, igual le parece una locura pero... Le apetecería que saliésemos de este palco... He de confesar que no me gusta tener que estar aquí encerrado.- propuso educadamente.
Beatrice dudo un segundo, mordiendose el labio, no era adecuado salir a pasear con un recién conocido, que además era hombre, y para colmo, sin acompañante, pero esa noche había tal desconcierto, que a la chica, poco le importaba el que dirían. Se mordió el labio por un momento, y después sonrió de forma pícara, se levantó, tomó al chico por las dos manos y, con aire jugueton, le dijo en un susurro:
-Salgamos de aquí, investiguemos un poco.
Salió al pasillo marmolado y vió que estaba desierto a eccepción de unos cuantos hombres que fumaban para calmar sus nervios, más por los histerismos femeninos que por el suceso en si. Hablaban entre ellos educadamente, no se fijaban en nada ni en nadie, solo querían salir de allí, se sentían agoviados. De vez en cuando miraba al joven que la acompañaba, llamaba la atención por su estatura y porte, sin saber porqué, Beatrice estaba bastnte segura de que sabía tocar algún instrumento, tenía manos grandes de dedos largos. El miedo se le había pasado y la curiosidad había ocupado su lugar, además, tras las palbras y la paciencia del joven, se sentía bastante segura a su lado. En las escaleras, algunas mujeres se abanicaban entre ellas, presas de unos falsos nervios y preocupación finjida. Iba a Seguir andando por el pasillo cuando una joven morena con vestido pomposo, como la mayoría de las mujeres de allí, y lagrimones ruidosos en la cara la llamó por su normbre, y por educación, tuvo que acercarse:
- Ay Beatrice, que horror lo que ha pasado, pobre mujer- lloraba.
- Si, es una desgracia, ¿Te encuentras bien?- preguntó más por educación que por preocupación, pues se veía claro que no le pasaba nada.
- Oh, sisi, lo importante es la actriz ahora- dijo en tono de martir- ¿Quién es tu acompañante?- preguntó, de pronto se le habían pasado todos los aspavientos y sollozos por la oportunidad de un nuevo chismorreo.
- Es un amigo, el señor Bethlem Galiano.
- Encantada señor Galiano- dijo la chica de forma pomposa tendiendole la mano.
- Lo siento, estabamos por ir a dar una vuelta para calmar los nervios, si no os importa, nos iremos retirando.- Dijo antes de girarse.
- Oh, claro- respondió la chica con una sonrisa, al tiempo que le ponía la zancadilla a Beatrice.
La muchacha solo intentaba dejar en ridiculo a su conocida, porque la joven jamás le prestaba atención ni le daba chismes y eso hacía que le molestase su presencia, llamba la atención más que ella y encima, se permitía ir acompañada y sola por un hombre, no hacía caso a protocolos, todo eso le molestaba de Beatrice, pero había elegido un mal lugar para hacerla quedar mal, estaban justo en la cima de dos dos tramos de anchas escaleras
El tiempo se detuvo un momento, antes de que Beatrice, medio en el aire, vio el final de las escaleras alfombradas, caería rodando por el frío marmol y no tenía lugar al que sostenerse. Asustada, sintió como en un instante se le detenía el pulso, la respiración se le cortaba y retenía un pequeo grito que luchaba por salir de sus labios, cerró los ojos con fuerza, aterrorizada.
-Beatrice, igual le parece una locura pero... Le apetecería que saliésemos de este palco... He de confesar que no me gusta tener que estar aquí encerrado.- propuso educadamente.
Beatrice dudo un segundo, mordiendose el labio, no era adecuado salir a pasear con un recién conocido, que además era hombre, y para colmo, sin acompañante, pero esa noche había tal desconcierto, que a la chica, poco le importaba el que dirían. Se mordió el labio por un momento, y después sonrió de forma pícara, se levantó, tomó al chico por las dos manos y, con aire jugueton, le dijo en un susurro:
-Salgamos de aquí, investiguemos un poco.
Salió al pasillo marmolado y vió que estaba desierto a eccepción de unos cuantos hombres que fumaban para calmar sus nervios, más por los histerismos femeninos que por el suceso en si. Hablaban entre ellos educadamente, no se fijaban en nada ni en nadie, solo querían salir de allí, se sentían agoviados. De vez en cuando miraba al joven que la acompañaba, llamaba la atención por su estatura y porte, sin saber porqué, Beatrice estaba bastnte segura de que sabía tocar algún instrumento, tenía manos grandes de dedos largos. El miedo se le había pasado y la curiosidad había ocupado su lugar, además, tras las palbras y la paciencia del joven, se sentía bastante segura a su lado. En las escaleras, algunas mujeres se abanicaban entre ellas, presas de unos falsos nervios y preocupación finjida. Iba a Seguir andando por el pasillo cuando una joven morena con vestido pomposo, como la mayoría de las mujeres de allí, y lagrimones ruidosos en la cara la llamó por su normbre, y por educación, tuvo que acercarse:
- Ay Beatrice, que horror lo que ha pasado, pobre mujer- lloraba.
- Si, es una desgracia, ¿Te encuentras bien?- preguntó más por educación que por preocupación, pues se veía claro que no le pasaba nada.
- Oh, sisi, lo importante es la actriz ahora- dijo en tono de martir- ¿Quién es tu acompañante?- preguntó, de pronto se le habían pasado todos los aspavientos y sollozos por la oportunidad de un nuevo chismorreo.
- Es un amigo, el señor Bethlem Galiano.
- Encantada señor Galiano- dijo la chica de forma pomposa tendiendole la mano.
- Lo siento, estabamos por ir a dar una vuelta para calmar los nervios, si no os importa, nos iremos retirando.- Dijo antes de girarse.
- Oh, claro- respondió la chica con una sonrisa, al tiempo que le ponía la zancadilla a Beatrice.
La muchacha solo intentaba dejar en ridiculo a su conocida, porque la joven jamás le prestaba atención ni le daba chismes y eso hacía que le molestase su presencia, llamba la atención más que ella y encima, se permitía ir acompañada y sola por un hombre, no hacía caso a protocolos, todo eso le molestaba de Beatrice, pero había elegido un mal lugar para hacerla quedar mal, estaban justo en la cima de dos dos tramos de anchas escaleras
El tiempo se detuvo un momento, antes de que Beatrice, medio en el aire, vio el final de las escaleras alfombradas, caería rodando por el frío marmol y no tenía lugar al que sostenerse. Asustada, sintió como en un instante se le detenía el pulso, la respiración se le cortaba y retenía un pequeo grito que luchaba por salir de sus labios, cerró los ojos con fuerza, aterrorizada.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
Por unos instantes Beatrice se lo pensó. Bethlem se pasó la mano por la nuca, por primera vez un poco nervioso, quizá no era buena idea... Quizá ella no querría... También, a quién se le ocurría proponer algo así en un momento como ese. Observó el rostro de la joven esperando alguna respuesta. Ella se mordía suavemente el labio pensativa. El chico pensó que la respuesta sería una negativa hasta que la expresión de la joven cambió, y una sonrisa pícara se dibujó en sus labios. Bethlem sintió las cálidas manos de Beatrice cogiendo las suyas y un suave tirón en señal de que podían salir de aquel lugar. Todo rastro de preocupación desapareció del rostro del joven para dar paso a una expresión que denotaba emoción, quizá por la adrenalina que empezaba a correr por sus venas... Desde luego no todo el mundo podía contar una historia como la que contarían ellos después de aquella noche.
Ambos salieron en un instante al pasillo. Bethlem empezó a caminar al lado de Beatrice lo suficientemente cerca para que se viese que iba con ella, pero a su mismo tiempo lo suficientemente lejos para dejarle su propio espacio. Caminaba con la espalda recta, observando la quietud del pasillo, a excepción quizá de un grupo de hombres, que por lo que alcanzó a oír se quejaban, siempre con una educación en algunas ocasiones fingida, de lo mucho que exageraban sus señoras, echándose en sus brazos como si todo aquello les hubiese ocurrido a ellas en personas, en todos ellos se notaba la desesperación que les producía tener que estar allí encerrados. La tensión se respiraba en el ambiente.
Bethlem miró a Beatrice en varias ocasiones, notando en ella mucha más tranquilidad que en momentos anteriores, eso le hizo en cierto modo sentirse tranquilo, puesto que ahora se la veía algo más animada.
Un grupo de mujeres alborotaba en las escaleras. Era evidente que eran damas de las que se sentaban en sus palcos con sus pequeños binoculares... Pero a efectos prácticos, para Bethlem no eran más que "gallinas finas" puesto que sus chismorreos se diferenciaban de los de las mujeres del gallinero únicamente en el lenguaje y en que los primeros si que hacían daño. Por lo menos las mujeres del gallinero no chismorreaban más que con la intención de entretenerse y distraerse un poco de sus duras vidas, pero aquel grupito de allí era de los peligrosos, chismorreaban por llenar sus vidas de "emociones" implicando en ello a otras personas que les parecían o potencialmente más peligrosas, o que sencillamente eran mucho más felices.
Una de ellas pareció reconocer a Beatrice llamándola por su nombre, por lo que ella se acercó a saludar, aunque su gesto demostraba que no le hacía mucha ilusión hablar con aquella señora. Bethlem se acercó un poco, manteniéndose al margen. Aún así escuchó la conversación, que le hizo fruncir levemente el ceño por lo hipócrita que estaba siendo esa mujer, en realidad sólo le interesaba saber quién era él, y qué hacía por allí con Beatrice. Puesto que aquellas mujeres se morían en realidad de la envidia por ver a la joven con un hombre como Bethlem, aprovechó para hablar en cuanto le presentaron.- Il piacere è mio, signorina.-Respondió con un perfecto acento italiano mientras tomaba con suavidad la mano de la señora y besaba suavemente el dorso de su mano. Bethlem reía en su interior, aquellas cosas no le provocaban más que risa, por lo que luchaba por no reír con fuerza delante de aquella "muñequita". En un gesto igual de pomposo se volvió a erguir con intención de seguir a Beatrice.
Hasta ahí todo había ido bastante normal, pero entonces Bethlem se percató primero de que aquella señora miraba a Beatrice como regocijándose, segundo vio en unos instantes a Beatrice a punto de caerse. En un gesto rápido apartó a la señora a la que acababa de presentarse y agarró a Beatrice por la cintura, abrazándola contra sí en un acto reflejo. Una vez la tuvo entre sus brazos la apartó algunos pasos de las escaleras aún sin soltarla. Estaba tratando de registrar en su cabeza lo que acababa de ocurrir.-¿Estás bien?.-No pudo evitar preguntarlo tuteándola, dejando a un lado las formalidades. No podía creer lo que acababa de ver, aquello era una auténtica puñalada trapera, suerte que el joven tenía unos buenos reflejos para aquellas cosas.
Cuando lo tuvo todo claro se separó de Beatrice y miró a aquella señora con desprecio. En su mirada se podía ver el fastidio de no haberle salido bien la jugada, cómo no detrás de una máscara de espanto, puesto que se había cubierto la boca como si acabase de ver la escena más espantosa del mundo. El joven la miró fijamente, tratando de contenerse para no decir nada. En unos instantes todos sus músculos estaban tensos. Cerró los puños conteniendo la ira, sabía que lo peor que podía hacer era acusarla de nada, lo negaría todo y sólo quedaría como un energúmeno, o como un hombre agresivo, y él no era nada de aquello.
Ambos salieron en un instante al pasillo. Bethlem empezó a caminar al lado de Beatrice lo suficientemente cerca para que se viese que iba con ella, pero a su mismo tiempo lo suficientemente lejos para dejarle su propio espacio. Caminaba con la espalda recta, observando la quietud del pasillo, a excepción quizá de un grupo de hombres, que por lo que alcanzó a oír se quejaban, siempre con una educación en algunas ocasiones fingida, de lo mucho que exageraban sus señoras, echándose en sus brazos como si todo aquello les hubiese ocurrido a ellas en personas, en todos ellos se notaba la desesperación que les producía tener que estar allí encerrados. La tensión se respiraba en el ambiente.
Bethlem miró a Beatrice en varias ocasiones, notando en ella mucha más tranquilidad que en momentos anteriores, eso le hizo en cierto modo sentirse tranquilo, puesto que ahora se la veía algo más animada.
Un grupo de mujeres alborotaba en las escaleras. Era evidente que eran damas de las que se sentaban en sus palcos con sus pequeños binoculares... Pero a efectos prácticos, para Bethlem no eran más que "gallinas finas" puesto que sus chismorreos se diferenciaban de los de las mujeres del gallinero únicamente en el lenguaje y en que los primeros si que hacían daño. Por lo menos las mujeres del gallinero no chismorreaban más que con la intención de entretenerse y distraerse un poco de sus duras vidas, pero aquel grupito de allí era de los peligrosos, chismorreaban por llenar sus vidas de "emociones" implicando en ello a otras personas que les parecían o potencialmente más peligrosas, o que sencillamente eran mucho más felices.
Una de ellas pareció reconocer a Beatrice llamándola por su nombre, por lo que ella se acercó a saludar, aunque su gesto demostraba que no le hacía mucha ilusión hablar con aquella señora. Bethlem se acercó un poco, manteniéndose al margen. Aún así escuchó la conversación, que le hizo fruncir levemente el ceño por lo hipócrita que estaba siendo esa mujer, en realidad sólo le interesaba saber quién era él, y qué hacía por allí con Beatrice. Puesto que aquellas mujeres se morían en realidad de la envidia por ver a la joven con un hombre como Bethlem, aprovechó para hablar en cuanto le presentaron.- Il piacere è mio, signorina.-Respondió con un perfecto acento italiano mientras tomaba con suavidad la mano de la señora y besaba suavemente el dorso de su mano. Bethlem reía en su interior, aquellas cosas no le provocaban más que risa, por lo que luchaba por no reír con fuerza delante de aquella "muñequita". En un gesto igual de pomposo se volvió a erguir con intención de seguir a Beatrice.
Hasta ahí todo había ido bastante normal, pero entonces Bethlem se percató primero de que aquella señora miraba a Beatrice como regocijándose, segundo vio en unos instantes a Beatrice a punto de caerse. En un gesto rápido apartó a la señora a la que acababa de presentarse y agarró a Beatrice por la cintura, abrazándola contra sí en un acto reflejo. Una vez la tuvo entre sus brazos la apartó algunos pasos de las escaleras aún sin soltarla. Estaba tratando de registrar en su cabeza lo que acababa de ocurrir.-¿Estás bien?.-No pudo evitar preguntarlo tuteándola, dejando a un lado las formalidades. No podía creer lo que acababa de ver, aquello era una auténtica puñalada trapera, suerte que el joven tenía unos buenos reflejos para aquellas cosas.
Cuando lo tuvo todo claro se separó de Beatrice y miró a aquella señora con desprecio. En su mirada se podía ver el fastidio de no haberle salido bien la jugada, cómo no detrás de una máscara de espanto, puesto que se había cubierto la boca como si acabase de ver la escena más espantosa del mundo. El joven la miró fijamente, tratando de contenerse para no decir nada. En unos instantes todos sus músculos estaban tensos. Cerró los puños conteniendo la ira, sabía que lo peor que podía hacer era acusarla de nada, lo negaría todo y sólo quedaría como un energúmeno, o como un hombre agresivo, y él no era nada de aquello.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
Aun con los ojos cerrados por el miedo, la chica sintió un tirón en la cintura que la levantó, notó unos brazos fuertes que la abrazaban a un pecho fornido, notó como la apartaban unos pasos de las escaleras. Bethlem la había salvado y ahora le preguntaba, extremadamente preocupado, si estaba bien. Beatrice no podía hablar, seguía nerviosa, con el coraón latiendo a mil por hora, y la garganta cerrada por el susto, alzó unos ojos brillantes para ver los de su salvador e, intantaneamente, respiró hondo calmandose. Más tranquila, notó que tenía las manos sosteniendo con fuerza la camisa del chico y que estaban muy cerca, las damas debían estar histéricas pensando la desfachatez de lo sucedido:
- E... Estoy... Estoy bien, gracias- le respondió al chico que se apartó un poco de ella para darle espacio, sabía que aún después de eso debía dar la cara a la que de poco no la mata, así que, de cara a su salvador, dando la espalda a las cotorras, forzó una sonrisa y se giró con cuidado, notando un dolor en el tobillo- Siento el espectaculo, soy algo torpe y no he visto el escalón. Ahora, si nos disculpan, debemos irnos. Gracias por la charla.- Terminó de hablar haciendo una ligera reverencia.
Se giró de nuevo dando un suspiro y comenzó a andar. Sentía las miradas irritadas de las mujeres que habían dejado atrás clavarse en sus espaldas, afortunadamente no tardaron en girar una esquina, ese lugar si estaba desierto. En cuanto se vieron en otro pasillo la joven se dejó caer al suelo, le temblaban las piernas y le dolía el tobillo. Se mordió el labio tocando su tobillo izquierdo y soltó una bocanada de aire. En seguida miró a su acompañante y le dijo, ahora si, con una sonrisa sincera:
- Muchas gracias, me has salvado ahí fuera, en varios sentidos. También... siento que te hayas visto envuelto en todo ese lío. Siempre son así, siento decir que no logro que me guste ese ambiente.
Con un nuevo suspiro empezó a pensar que aun había sido una suerte el no llevar cancan ni tanta pompa y decoración como el resto de mujeres, si lo hubiera llevado habría caído con mucha más rapidez, y posiblemente se hubiese llevado detrás a Bethlem. También era una suerte que fuese tan liviana. Recordó por un momento el calor de las manos del chico en su cintura y se sonrojó, era la primera vez que la tocaba un hombre. Intentó calmar el pulso, que se le aceleraba por momentos y miró a su alrededor.
Ese pasillo no tenía sala alguna, ni palcos, ni servicios, ni nada, era simplemente un pasillo que se adentraba en la oscuridad, ¿qué se suponía que hacía ahí un sitio así? Intentó levantarse obviando el dolor de tobillo, y volvió a caer al suelo. Lo volvió a intentar una vez más, y porfín lo logró:
- ¿Qué hace un pasillo oscuro y vacío en un teatro?- preguntó curiosa- ¿Quieres que sigamos investigando? con algo de suerte no encontraremos a ninguna dama llorona por aquí, esta demasiado oscuro para ellas- Comentó sonriendo, entonces se dio cuenta que lo había tuteado y rápidamente intentó disculparse- Lo siento, no prentendía... perdón, debo ser una molestia tomandome esas confianzas....
Empezó a juguetear con sus manos, algo nerviosa mientras se mordía el labio, al parecer era una costumbre suya. Miró de reojo a Bethlem, preocupada por que se hubiera molestado por las confianzas.
- E... Estoy... Estoy bien, gracias- le respondió al chico que se apartó un poco de ella para darle espacio, sabía que aún después de eso debía dar la cara a la que de poco no la mata, así que, de cara a su salvador, dando la espalda a las cotorras, forzó una sonrisa y se giró con cuidado, notando un dolor en el tobillo- Siento el espectaculo, soy algo torpe y no he visto el escalón. Ahora, si nos disculpan, debemos irnos. Gracias por la charla.- Terminó de hablar haciendo una ligera reverencia.
Se giró de nuevo dando un suspiro y comenzó a andar. Sentía las miradas irritadas de las mujeres que habían dejado atrás clavarse en sus espaldas, afortunadamente no tardaron en girar una esquina, ese lugar si estaba desierto. En cuanto se vieron en otro pasillo la joven se dejó caer al suelo, le temblaban las piernas y le dolía el tobillo. Se mordió el labio tocando su tobillo izquierdo y soltó una bocanada de aire. En seguida miró a su acompañante y le dijo, ahora si, con una sonrisa sincera:
- Muchas gracias, me has salvado ahí fuera, en varios sentidos. También... siento que te hayas visto envuelto en todo ese lío. Siempre son así, siento decir que no logro que me guste ese ambiente.
Con un nuevo suspiro empezó a pensar que aun había sido una suerte el no llevar cancan ni tanta pompa y decoración como el resto de mujeres, si lo hubiera llevado habría caído con mucha más rapidez, y posiblemente se hubiese llevado detrás a Bethlem. También era una suerte que fuese tan liviana. Recordó por un momento el calor de las manos del chico en su cintura y se sonrojó, era la primera vez que la tocaba un hombre. Intentó calmar el pulso, que se le aceleraba por momentos y miró a su alrededor.
Ese pasillo no tenía sala alguna, ni palcos, ni servicios, ni nada, era simplemente un pasillo que se adentraba en la oscuridad, ¿qué se suponía que hacía ahí un sitio así? Intentó levantarse obviando el dolor de tobillo, y volvió a caer al suelo. Lo volvió a intentar una vez más, y porfín lo logró:
- ¿Qué hace un pasillo oscuro y vacío en un teatro?- preguntó curiosa- ¿Quieres que sigamos investigando? con algo de suerte no encontraremos a ninguna dama llorona por aquí, esta demasiado oscuro para ellas- Comentó sonriendo, entonces se dio cuenta que lo había tuteado y rápidamente intentó disculparse- Lo siento, no prentendía... perdón, debo ser una molestia tomandome esas confianzas....
Empezó a juguetear con sus manos, algo nerviosa mientras se mordía el labio, al parecer era una costumbre suya. Miró de reojo a Bethlem, preocupada por que se hubiera molestado por las confianzas.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
Bethlem tomó todo el aire que pudo con los ojos cerrados con el ánimo de relajarse, no tenía sentido seguir de mal humor, no había pasado nada y afortunadamente todos estaban bien, aunque eso no significaba que no le importase. Se percató de que Beatrice cojeaba, y que al mismo tiempo quería irse con rapidez de allí, apartarse de las miradas furtivas de aquellos buitres malhablados. Bethlem les dirigió una última mirada, esta vez no cargada de odio, pero si advirtiendo que sabía lo que acababan de hacer. En realidad sabía que eso daba igual, aquellas señoritas, en especial la precursora del “incidente” no se iban a sentir de ningún modo culpables por aquello... Probablemente más tarde comentarían la jugada.
En pocos instantes llegaron a un pasillo que se encontraba curiosamente vacío. Beatrice se sentó, se notaba que realmente le dolía el tobillo, debió hacerse daño tras aquella zancadilla tan traicionera. Bethlem se acuclilló a su lado, siempre manteniendo la distancia pero sin dejar de estar atento a lo que ocurriese. La joven comenzó a disculparse, a lo que se dibujó una sonrisa en los labios del chico, le estaba tuteando, y eso era algo que le agradaba en gran medida.-No te preocupes... Reconozco que me ha gustado darles en las narices a esas cotorras...-Miró unos instantes hacia el tobillo de Beatrice.-¿Me dejas echarle un vistazo?.-Preguntó con algo de timidez, no quería que pareciese alguna excusa extraña o algo así, sencillamente no era la primera vez que veía un tobillo torcido, y por otra parte tampoco pensaba que pudiese ser algo demasiado grave.-Siento si en alguna medida, o de alguna manera he podido provocar esa zancadilla.-Dijo un poco cabizbajo, en cierto modo se sentía en parte culpable de los hechos.
El pasillo en el que se encontraban era un lugar extremadamente misterioso, y ciertamente picaba la curiosidad del joven. Beatrice trató de levantarse un par de veces, el joven se levantó a su vez y una vez estuvieron ambos en pie Bethlem le ofreció en un gesto que se cogiese de su brazo, por si quería apoyarse al caminar.
Parecía que la joven le había leído los pensamientos, puesto que le preguntó si quería investigar.-Todo sea por evitar a damas lloronas y sin gracia... Pero solo pongo una condición, debes dejarme echarle un vistazo a ese tobillo.-Rió suavemente. Instantáneamente Bethlem miró a Beatrice con una enorme sonrisa, le resultaba adorable el hecho de que se disculpase por no seguir el protocolo.-No te preocupes, te he salvado la vida, creo que es una razón más suficiente para que nos tuteemos.-Dijo con aire simpático sin que ello le restase veracidad, de verdad deseaba que se tuteasen, le resultaba en muchas ocasiones incómodo tratar a otras personas de usted, le resultaba en muchos casos anti-natural, y más si se entendía con facilidad con alguien, como le ocurría con Beatrice. Bethlem le sostuvo la mirada de forma sincera durante unos instantes.- De verdad, si te resulta más cómodo tutearme siéntete libre de hacerlo, no tengo ningún problema.
En pocos instantes llegaron a un pasillo que se encontraba curiosamente vacío. Beatrice se sentó, se notaba que realmente le dolía el tobillo, debió hacerse daño tras aquella zancadilla tan traicionera. Bethlem se acuclilló a su lado, siempre manteniendo la distancia pero sin dejar de estar atento a lo que ocurriese. La joven comenzó a disculparse, a lo que se dibujó una sonrisa en los labios del chico, le estaba tuteando, y eso era algo que le agradaba en gran medida.-No te preocupes... Reconozco que me ha gustado darles en las narices a esas cotorras...-Miró unos instantes hacia el tobillo de Beatrice.-¿Me dejas echarle un vistazo?.-Preguntó con algo de timidez, no quería que pareciese alguna excusa extraña o algo así, sencillamente no era la primera vez que veía un tobillo torcido, y por otra parte tampoco pensaba que pudiese ser algo demasiado grave.-Siento si en alguna medida, o de alguna manera he podido provocar esa zancadilla.-Dijo un poco cabizbajo, en cierto modo se sentía en parte culpable de los hechos.
El pasillo en el que se encontraban era un lugar extremadamente misterioso, y ciertamente picaba la curiosidad del joven. Beatrice trató de levantarse un par de veces, el joven se levantó a su vez y una vez estuvieron ambos en pie Bethlem le ofreció en un gesto que se cogiese de su brazo, por si quería apoyarse al caminar.
Parecía que la joven le había leído los pensamientos, puesto que le preguntó si quería investigar.-Todo sea por evitar a damas lloronas y sin gracia... Pero solo pongo una condición, debes dejarme echarle un vistazo a ese tobillo.-Rió suavemente. Instantáneamente Bethlem miró a Beatrice con una enorme sonrisa, le resultaba adorable el hecho de que se disculpase por no seguir el protocolo.-No te preocupes, te he salvado la vida, creo que es una razón más suficiente para que nos tuteemos.-Dijo con aire simpático sin que ello le restase veracidad, de verdad deseaba que se tuteasen, le resultaba en muchas ocasiones incómodo tratar a otras personas de usted, le resultaba en muchos casos anti-natural, y más si se entendía con facilidad con alguien, como le ocurría con Beatrice. Bethlem le sostuvo la mirada de forma sincera durante unos instantes.- De verdad, si te resulta más cómodo tutearme siéntete libre de hacerlo, no tengo ningún problema.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
Con amabilidad y una pizca de diversión respondió a su sugerencia de seguir investigando:
- Todo sea por evitar a damas lloronas y sin gracia... Pero solo pongo una condición, debes dejarme echarle un vistazo a ese tobillo.-Rió suavemente el joven -No te preocupes, te he salvado la vida, creo que es una razón más suficiente para que nos tuteemos.-Dijo con simpatía y sinceridad sacándole una sonrisa a la joven- De verdad, si te resulta más cómodo tutearme siéntete libre de hacerlo, no tengo ningún problema.
- Gracias, si que me resulta más cómodo, creo que me cuesta tratar de usted a alguien de mi edad con quien parece que comparto tantas opiniones.- Le respondió con una sonrisa.- Y si la única condición que pones para seguir investigando es comprobar mi tobillo, me parece bien- le concedió levantando su vestido.
Sabía que eso no estaba bien a ojos de la sociedad, pero lo cierto es que si que le dolía, y si el joven le había pedido verlo, debía de tener alguna noción sobre ese tipo de cosas. Se sentía algo avergonzada, no solía comportarse así, pero le parecía que podía confiar en el joven. Se sostuvo de la pared, poniendo un brazo en ella.
Accedió, agradecida, el brazo que le tendía el chico, puso su mano sobre la del chico y comenzaron a avanzar hacia el interior del pasillo. Mientras caminaban Beatrice se decidió a preguntar:
- Puedo... puedo preguntar a qué te dedicas- dijo mirando al joven- tengo una pequeña teoría por tu físico y tus manos, pero no se si estoy acertada- confesó ella.
Llegaron al final del pasillo, no es que fuese muy largo, pero no había ni puertas ni luces, nada. La oscuridad, tan absoluta la ponía algo nerviosa, lo que hacía que apretase un poco el brazo del chico, aunque deseaba que él no se diese cuenta, no quería parecer una niña asustadiza, y ya había metido bastante la pata, y nunca mejor dicho, por una noche. Para aligerar su semblante, decidió contestar a un comentario que Bethlem había hecho anteriormente y ella se había olvidado por completo de responder:
- Antes has dicho que la zancadilla había sido por tu culpa.- empezó- pero no es cierto, no es la primera jugarreta que me hacen.- confesó- creo que no les caigo bien, y la verdad, me alegro, no me querría a mi misma si me consideraran una de ellas- comentó riendo- Tampoco puedo responder, prefiero callarme y dejarlo pasar. Es más práctico, no me gusta buscar pelea- terminó de explicar - Es más, creo que les has gustado, por eso han intentado dejarme mal, es normal, creo que es tu aura, parece atraer a la gente- dijo sonriendo sin pensar que estaba soltando lo que pensaba- digo... perdón, hoy estoy muy parlanchina, creo que debería empezar a morderme la lengua- dijo, dejando de hablar, sonrojada.
Su torpeza había logrado que se olvidase de que estaba en completa oscuridad, algo bueno había.
- Todo sea por evitar a damas lloronas y sin gracia... Pero solo pongo una condición, debes dejarme echarle un vistazo a ese tobillo.-Rió suavemente el joven -No te preocupes, te he salvado la vida, creo que es una razón más suficiente para que nos tuteemos.-Dijo con simpatía y sinceridad sacándole una sonrisa a la joven- De verdad, si te resulta más cómodo tutearme siéntete libre de hacerlo, no tengo ningún problema.
- Gracias, si que me resulta más cómodo, creo que me cuesta tratar de usted a alguien de mi edad con quien parece que comparto tantas opiniones.- Le respondió con una sonrisa.- Y si la única condición que pones para seguir investigando es comprobar mi tobillo, me parece bien- le concedió levantando su vestido.
Sabía que eso no estaba bien a ojos de la sociedad, pero lo cierto es que si que le dolía, y si el joven le había pedido verlo, debía de tener alguna noción sobre ese tipo de cosas. Se sentía algo avergonzada, no solía comportarse así, pero le parecía que podía confiar en el joven. Se sostuvo de la pared, poniendo un brazo en ella.
Accedió, agradecida, el brazo que le tendía el chico, puso su mano sobre la del chico y comenzaron a avanzar hacia el interior del pasillo. Mientras caminaban Beatrice se decidió a preguntar:
- Puedo... puedo preguntar a qué te dedicas- dijo mirando al joven- tengo una pequeña teoría por tu físico y tus manos, pero no se si estoy acertada- confesó ella.
Llegaron al final del pasillo, no es que fuese muy largo, pero no había ni puertas ni luces, nada. La oscuridad, tan absoluta la ponía algo nerviosa, lo que hacía que apretase un poco el brazo del chico, aunque deseaba que él no se diese cuenta, no quería parecer una niña asustadiza, y ya había metido bastante la pata, y nunca mejor dicho, por una noche. Para aligerar su semblante, decidió contestar a un comentario que Bethlem había hecho anteriormente y ella se había olvidado por completo de responder:
- Antes has dicho que la zancadilla había sido por tu culpa.- empezó- pero no es cierto, no es la primera jugarreta que me hacen.- confesó- creo que no les caigo bien, y la verdad, me alegro, no me querría a mi misma si me consideraran una de ellas- comentó riendo- Tampoco puedo responder, prefiero callarme y dejarlo pasar. Es más práctico, no me gusta buscar pelea- terminó de explicar - Es más, creo que les has gustado, por eso han intentado dejarme mal, es normal, creo que es tu aura, parece atraer a la gente- dijo sonriendo sin pensar que estaba soltando lo que pensaba- digo... perdón, hoy estoy muy parlanchina, creo que debería empezar a morderme la lengua- dijo, dejando de hablar, sonrojada.
Su torpeza había logrado que se olvidase de que estaba en completa oscuridad, algo bueno había.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
-Si, la verdad es que compartimos muchas opiniones, y he de admitir que eso me hace sentir bastante cómodo.-Le dijo con sinceridad mientras se agachaba para echarle un vistazo al tobillo. Tomó el pie de la joven con delicadeza y un suave gesto le quitó el zapato dejándolo en el suelo.-Así puedo verlo mejor.-La informó con aire distraído refiriéndose a lo que acababa de hacer. Suavemente palpó el tobillo, buscando con los pulgares dónde podía estar la lesión. Por las reacciones de la chica y porque encontró una zona inusualmente dura localizó la lesión.-¡Tengo una buena noticia!.-Exclamó con felicidad.-No va a haber que cortar el tobillo.- Miró a la joven con una sonrisa divertida en la cara.-Te dolerá unos días, pero si no lo cargas mucho no tiene por qué haber problema.- Dijo tranquilo mientras le volvía a poner el zapato con cuidado.
Una vez de pie Beatrice se cogió de su brazo y ambos empezaron a caminar. La joven preguntó por la ocupación de Bethlem, a lo que este respondió con gusto.- Soy músico, más concretamente compositor.-Dijo con orgullo.-Estudié piano, pero para mi no era suficiente y siempre quería saberlo todo de todos los instrumentos... Mi maestro llegó a la conclusión de que sería un buen compositor y me instruyó para ello. Para componer debes conocer los instrumentos para los que estas escribiendo.-El joven miró a su acompañante, pero el pasillo se empezaba a hacer bastante oscuro, lo que Beatrice no sabía es que Bethlem podía ver. En cuanto sus ojos se acostumbraron a la oscuridad podía ver con claridad. Aun así lo disimuló, probablemente habría sido bastante raro hacer aquello evidente. -¿Y tu a que te dedicas?.-Preguntó queriendo seguir la conversación.
Una vez en llegaron al final del pasillo se dieron media vuelta, lo cierto es que el hecho de que el pasillo no tuviese nada, ni luz, ni puertas, ni nada era extraño y al mismo tiempo tenebroso. Qué hacía ese pasillo allí. Por un momento un montón de posibilidades pasaron por la imaginación del joven. ¿Y si había una puerta secreta, o algún pasadizo o algo así?.
La voz de Beatrice le sacó por un instante de sus pensamientos.-Pues no entiendo por qué no... Sinceramente. A mi me pareces una chica encantadora.-Dijo sin pensárselo dos veces.-Ya... Yo también prefiero no meter leña al fuego en muchas ocasiones... Pero me sigue pareciendo estúpido el comportamiento de ellas.-Bethlem se detuvo un momento mirándola con una sonrisa divertida.-¿Yo?.-Rió suavemente.-Sencillamente es que si les dices algo en italiano se derriten.-Dijo restándole importancia.-Y no te cortes, me gusta que digas lo que piensas.-Dijo aún de buen humor.
Bethlem de nuevo se detuvo. -¿Sabes qué estaba pensando?, este pasillo no tiene ningún sentido por si solo. ¿Y si tuviese una puerta secreta?.-Igual no era una idea tan descabellada.
Una vez de pie Beatrice se cogió de su brazo y ambos empezaron a caminar. La joven preguntó por la ocupación de Bethlem, a lo que este respondió con gusto.- Soy músico, más concretamente compositor.-Dijo con orgullo.-Estudié piano, pero para mi no era suficiente y siempre quería saberlo todo de todos los instrumentos... Mi maestro llegó a la conclusión de que sería un buen compositor y me instruyó para ello. Para componer debes conocer los instrumentos para los que estas escribiendo.-El joven miró a su acompañante, pero el pasillo se empezaba a hacer bastante oscuro, lo que Beatrice no sabía es que Bethlem podía ver. En cuanto sus ojos se acostumbraron a la oscuridad podía ver con claridad. Aun así lo disimuló, probablemente habría sido bastante raro hacer aquello evidente. -¿Y tu a que te dedicas?.-Preguntó queriendo seguir la conversación.
Una vez en llegaron al final del pasillo se dieron media vuelta, lo cierto es que el hecho de que el pasillo no tuviese nada, ni luz, ni puertas, ni nada era extraño y al mismo tiempo tenebroso. Qué hacía ese pasillo allí. Por un momento un montón de posibilidades pasaron por la imaginación del joven. ¿Y si había una puerta secreta, o algún pasadizo o algo así?.
La voz de Beatrice le sacó por un instante de sus pensamientos.-Pues no entiendo por qué no... Sinceramente. A mi me pareces una chica encantadora.-Dijo sin pensárselo dos veces.-Ya... Yo también prefiero no meter leña al fuego en muchas ocasiones... Pero me sigue pareciendo estúpido el comportamiento de ellas.-Bethlem se detuvo un momento mirándola con una sonrisa divertida.-¿Yo?.-Rió suavemente.-Sencillamente es que si les dices algo en italiano se derriten.-Dijo restándole importancia.-Y no te cortes, me gusta que digas lo que piensas.-Dijo aún de buen humor.
Bethlem de nuevo se detuvo. -¿Sabes qué estaba pensando?, este pasillo no tiene ningún sentido por si solo. ¿Y si tuviese una puerta secreta?.-Igual no era una idea tan descabellada.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
Al parecer su tobillo estaba bien, solo tendrí que dejar de forzarlo durante unos días. En el camino su pregunta sobre la profesión del joven se vió respondida, y eso hizo que a los labios de la chica saliese una sonrisa amplia y brillante, había acertado en algo, su trabajo tenía que ver con la música. Ella, por su parte, le explicó que ella se dedicaba a estudiar, quería heredar el negoció comercial de su padre, y siendo mujer le sería muy dificil, por eso debía estar más preparada que cualquier otro.
Al llegar al final del oscuro pasillo, en lugar de investigar, dieron la vuelta mientras el chico, con amabilidad, y aspecto divertido contestaba a sus afirmaciones:
- Pues no entiendo por qué no... Sinceramente. A mi me pareces una chica encantadora.-Dijo sacando un sonrojo bastante notable de la chica, que agradeció la oscuridad.-Ya... Yo también prefiero no meter leña al fuego en muchas ocasiones... Pero me sigue pareciendo estúpido el comportamiento de ellas.-El semblante del chico era relamente interesante, su cara no paraba de cambiar, parecía tener un sinfin de expresiones faciales, cada cual más interesante que la anterior, y eso hacía sonreir a Beatrice.-¿Yo?.-preguntó con una suave risa-Sencillamente es que si les dices algo en italiano se derriten.-confesó haciendo que la joven soltase un amago de risa.-Y no te cortes, me gusta que digas lo que piensas.- La chica no pudo evitar sonrojarse nuevamente, no solía acostumbrar a que la gente quisiera oir su opinión sincera.
- ¿Así que eres un rompecorazones?- Preguntó divertida- No esperaba eso de usted señor Bethlem- Bromeó con claridad.
Estaban llegando de nuevo al inicio del pasillo, era un pequeño alivio para la chica, que no veía nada entre tanta oscuridad y se sentía algo nerviosa dentro de la nada. No obstante no pensaba que ese pasillo estuviera tan vacío como aparentaba y, al parecer, Bethlem compartía esa opinión:
-¿Sabes qué estaba pensando?, este pasillo no tiene ningún sentido por si solo. ¿Y si tuviese una puerta secreta?.- expresó el chico.
- Lo cierto es que yo también creo que no es normal, pero... no veo nada en la oscuridad, no se como encontrar puerta alguna o trampilla. Sin embargo, si tu entras, yo entro- dijo sonriendo antes de adentrarse de nuevo en la oscuridad, mordiendose el labio, soportando el pequeño ataque cardiaco que le provocaba estar a ciegas.
Soltandose, algo temerosa, del brazo del chico, comenzó a palpar las paredes, la pared era lisa, polvorienta y el papel parecía rasgado, mientras avanzaba apollandose en la pared, algo le dió en la cabeza:
-Auch -se quejó en voz baja- ¿Qué es esto? me he dado con algo-
Comenzó a palparlo y notó que la forma era la de una palanca. Con la curiosidad como bandera, intentó tirar de ella, pero no conseguía que se moviera, se colgó para usar su peso intentado bajarla, pero tampoco funcionó, además, estaba bastante alta, y solo llegaba con los brazos, y a duras penas. Se había quedado colgada y ahora no sabía exactamente como bajar, podía hacerse daño en el tobillo y ya había sido advertida de que no lo forzase.
- Esto no se mueve- comentó moridiendose el labio.
Al llegar al final del oscuro pasillo, en lugar de investigar, dieron la vuelta mientras el chico, con amabilidad, y aspecto divertido contestaba a sus afirmaciones:
- Pues no entiendo por qué no... Sinceramente. A mi me pareces una chica encantadora.-Dijo sacando un sonrojo bastante notable de la chica, que agradeció la oscuridad.-Ya... Yo también prefiero no meter leña al fuego en muchas ocasiones... Pero me sigue pareciendo estúpido el comportamiento de ellas.-El semblante del chico era relamente interesante, su cara no paraba de cambiar, parecía tener un sinfin de expresiones faciales, cada cual más interesante que la anterior, y eso hacía sonreir a Beatrice.-¿Yo?.-preguntó con una suave risa-Sencillamente es que si les dices algo en italiano se derriten.-confesó haciendo que la joven soltase un amago de risa.-Y no te cortes, me gusta que digas lo que piensas.- La chica no pudo evitar sonrojarse nuevamente, no solía acostumbrar a que la gente quisiera oir su opinión sincera.
- ¿Así que eres un rompecorazones?- Preguntó divertida- No esperaba eso de usted señor Bethlem- Bromeó con claridad.
Estaban llegando de nuevo al inicio del pasillo, era un pequeño alivio para la chica, que no veía nada entre tanta oscuridad y se sentía algo nerviosa dentro de la nada. No obstante no pensaba que ese pasillo estuviera tan vacío como aparentaba y, al parecer, Bethlem compartía esa opinión:
-¿Sabes qué estaba pensando?, este pasillo no tiene ningún sentido por si solo. ¿Y si tuviese una puerta secreta?.- expresó el chico.
- Lo cierto es que yo también creo que no es normal, pero... no veo nada en la oscuridad, no se como encontrar puerta alguna o trampilla. Sin embargo, si tu entras, yo entro- dijo sonriendo antes de adentrarse de nuevo en la oscuridad, mordiendose el labio, soportando el pequeño ataque cardiaco que le provocaba estar a ciegas.
Soltandose, algo temerosa, del brazo del chico, comenzó a palpar las paredes, la pared era lisa, polvorienta y el papel parecía rasgado, mientras avanzaba apollandose en la pared, algo le dió en la cabeza:
-Auch -se quejó en voz baja- ¿Qué es esto? me he dado con algo-
Comenzó a palparlo y notó que la forma era la de una palanca. Con la curiosidad como bandera, intentó tirar de ella, pero no conseguía que se moviera, se colgó para usar su peso intentado bajarla, pero tampoco funcionó, además, estaba bastante alta, y solo llegaba con los brazos, y a duras penas. Se había quedado colgada y ahora no sabía exactamente como bajar, podía hacerse daño en el tobillo y ya había sido advertida de que no lo forzase.
- Esto no se mueve- comentó moridiendose el labio.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
- Mensajes : 304
Fecha de inscripción : 16/04/2015
Localización : París/Francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lunas de sangre
Él la escuchó con atención, sabía que por desgracia tenía razón, a las mujeres se lo hacían todo extremadamente difícil, sobre todo a las mujeres luchadoras. Los hombres debían sentirse amenazados ante ellas o algo así. Era una auténtica pena, y detestaba aquel aspecto de la sociedad, entre muchos otros. Si alguna vez llegaba a tener esposa jamás la haría quedarse en casa como una esclava, tenía muy presente que eso no iba a ocurrir.
Bethlem observaba de reojo las reacciones de la chica. Su sonrojo le resultaba encantador. Por primera vez en la noche el joven se ruborizó, él no había pretendido decir tal cosa... Incluso se puso un poco nervioso.-No, no... Quería decir que...-Estaba intentando buscar las palabras para explicarse.-Que esa clase de mujeres son altamente impresionables.-Titubeaba al hablar, aquella frase tampoco arreglaba nada.-Es decir que es fácil ganarse su atención.-Se dio una palmada en la frente con desesperación, a la par que riéndose.-¿No lo estoy arreglando verdad?.-Dijo medio riéndose y rojo como un tomate, lo daba ya por perdido. Normalmente no se ponía así de nervioso por esas cosas, pero Beatrice le había pillado desprevenido.
-Yo entro donde haga falta.-Dijo agradeciendo el cambio de tema, aún estaba recobrando su color habitual. Beatrice se soltó de su brazo.-Yo miraré por el otro lado.- El pasillo no era muy amplio, por lo que aunque estuviesen de espaldas Bethlem podía sentir a Beatrice cerca. El joven empezó a palpar la pared, aunque en realidad era capaz de ver lo que estaba palpando. Por su lado no había nada irregular, sencillamente alguna que otra grieta. Se giró al escuchar el quejido de la chica y se paró a observarla, sonreía ante la decisión con la que trató de tirar de la palanca, por lo que le dejó hacer.
Bethlem observó la escena con una gran sonrisa dibujada en los labios.Vio como al no poder bajarla, Beatrice se colgaba de ella. Se tapó la boca con una mano, no quería reírse, eso la podría ofender, pero no podía negar que le estaba resultando una escena tiernamente graciosa. Cuando vio que no se atrevía a bajar, probablemente por el tobillo se decidió a ayudarla.-Creo que es momento de bajarte de ahí.-Dijo con suavidad mientras se acercaba a ella para que no se asustase al acercarse a ella. La cogió por la cintura y con suavidad la bajó de allí. Después se estiró e hizo fuerza para tirar de la palanca. Al principio no fue capaz de bajarla.-Si que está dura si.-Refunfuñó haciendo fuerza una segunda vez. Bajó los brazos unos instantes y miró a Beatrice.-Voy a tener que hacerlo a tu manera.-Sonrió. De un salto se colgó de la palanca, y ahora sí ésta cedió.
Entonces sucedió algo que a Bethlem le pareció mágico, a la par que incomprensible y emocionante. Con un estruendo se abrió al fondo del pasillo una pequeña puerta. No era muy ancha, y de ella salía luz.- Vale...-Dijo verdaderamente sorprendido.-Eso si que no me lo esperaba. Miró a Beatrice probablemente con los ojos como platos.-Tenemos dos opciones... Vamos a hablar con un policía o... Vamos los dos.-Realmente lo del policía no era una buena opción. ¿Cómo iban a explicar lo que acababan de ver?
Bethlem observaba de reojo las reacciones de la chica. Su sonrojo le resultaba encantador. Por primera vez en la noche el joven se ruborizó, él no había pretendido decir tal cosa... Incluso se puso un poco nervioso.-No, no... Quería decir que...-Estaba intentando buscar las palabras para explicarse.-Que esa clase de mujeres son altamente impresionables.-Titubeaba al hablar, aquella frase tampoco arreglaba nada.-Es decir que es fácil ganarse su atención.-Se dio una palmada en la frente con desesperación, a la par que riéndose.-¿No lo estoy arreglando verdad?.-Dijo medio riéndose y rojo como un tomate, lo daba ya por perdido. Normalmente no se ponía así de nervioso por esas cosas, pero Beatrice le había pillado desprevenido.
-Yo entro donde haga falta.-Dijo agradeciendo el cambio de tema, aún estaba recobrando su color habitual. Beatrice se soltó de su brazo.-Yo miraré por el otro lado.- El pasillo no era muy amplio, por lo que aunque estuviesen de espaldas Bethlem podía sentir a Beatrice cerca. El joven empezó a palpar la pared, aunque en realidad era capaz de ver lo que estaba palpando. Por su lado no había nada irregular, sencillamente alguna que otra grieta. Se giró al escuchar el quejido de la chica y se paró a observarla, sonreía ante la decisión con la que trató de tirar de la palanca, por lo que le dejó hacer.
Bethlem observó la escena con una gran sonrisa dibujada en los labios.Vio como al no poder bajarla, Beatrice se colgaba de ella. Se tapó la boca con una mano, no quería reírse, eso la podría ofender, pero no podía negar que le estaba resultando una escena tiernamente graciosa. Cuando vio que no se atrevía a bajar, probablemente por el tobillo se decidió a ayudarla.-Creo que es momento de bajarte de ahí.-Dijo con suavidad mientras se acercaba a ella para que no se asustase al acercarse a ella. La cogió por la cintura y con suavidad la bajó de allí. Después se estiró e hizo fuerza para tirar de la palanca. Al principio no fue capaz de bajarla.-Si que está dura si.-Refunfuñó haciendo fuerza una segunda vez. Bajó los brazos unos instantes y miró a Beatrice.-Voy a tener que hacerlo a tu manera.-Sonrió. De un salto se colgó de la palanca, y ahora sí ésta cedió.
Entonces sucedió algo que a Bethlem le pareció mágico, a la par que incomprensible y emocionante. Con un estruendo se abrió al fondo del pasillo una pequeña puerta. No era muy ancha, y de ella salía luz.- Vale...-Dijo verdaderamente sorprendido.-Eso si que no me lo esperaba. Miró a Beatrice probablemente con los ojos como platos.-Tenemos dos opciones... Vamos a hablar con un policía o... Vamos los dos.-Realmente lo del policía no era una buena opción. ¿Cómo iban a explicar lo que acababan de ver?
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Página 1 de 3. • 1, 2, 3
Temas similares
» la sangre llama a la sangre.-[Leif Paine]
» Máscara de sangre. Sangre de esclavitud | Privado | El ascenso del Príncipe
» Te dibujaré con Sangre {SE BUSCA ESCLAVO/A DE SANGRE} 1 DE 1 BUSQUEDA CERRADA
» La sangre traiciona a la sangre | Venganza, Parte I | Privado
» Lunas cronologicas...
» Máscara de sangre. Sangre de esclavitud | Privado | El ascenso del Príncipe
» Te dibujaré con Sangre {SE BUSCA ESCLAVO/A DE SANGRE} 1 DE 1 BUSQUEDA CERRADA
» La sangre traiciona a la sangre | Venganza, Parte I | Privado
» Lunas cronologicas...
Página 1 de 3.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour