AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Lunas de sangre
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Lunas de sangre
Recuerdo del primer mensaje :
Era noche de sábado, las calles rebosaban de gente por el estreno de la compañía, "una obra de arte" habían dicho las críticas, por eso mismo el padre de Beatrice había adquirido entradas, por desgracias, ni el ni su esposa habían podido asistir. Se suponía que Beatrice se quedaría en casa, pero ansiaba ver el espectaculo, sentir el ambiente nocturno, vibrar con las emociones de las escenas.
En cuanto los padres salieron de la casa esa tarde, Beatrice dio un suspiro profundo y subió a su dormitorio a vestirse, en cuanto estuvo lista hizo llamar uno de los carruajes de la casa. Lo esperó en la puerta, cubriendo sus hombros con una cálida capa. Hacía una noche brillante, la luna se alzaba completamente redonda e iluminada, y ni una sola nube se veía cerca, las estrellas parpadeaban incesantes y las constelaciones se veían con claridad. Tras unos minutos de espera, llegó el carruaje al que la ayudó a subir el cochero, y se dirigió sola al teatro, entrada en mano. Se suponía que no debía salir sin acompañante, y menos de noche, pero se consideraba una joven independiente y responsable que sabía cuidar de si misma.
Sumida en la calma del viaje, observó a la gente acercarse al templo del arte escénico vestidos de forma elegante. Algunos iban paseando, otros, al igual que ella, en calesa. A pesar de su pasividad habitual, las luces, el ambiente, la gente, le creó cierta emoción. Se sentía impaciente de poder bajar y participar de ello. Llegaron a la puerta del teatro y el conductor le abrió para ayudarla a bajar. Por fin estaba allí. Se despidió del cochero, ya no lo vería hasta el final de la velada. Entró con calma, observando la magnificiencia del lugar.
Dio la entrada y accedió por la alfombra, de un rojo carmesí, hacia el interior del lugar, dejó su capa y su sombrero en el ropero, asintiendo al joven que le tomó las pertenencias, las escaleras subían a los pisos superiores y estaban rodeadas por enormes columnas hasta el techo, el cual se veía decorado con nervios y un panelado dorado, tras subir las escaleras había tres puertas donde se encontraban los palcos, el lugar, tanto arriba como abajo, estaba repleto de mármol blanco. La madera noble, las luces y el ir y venir de gente, las charlas distendidas, le dieron la bienvenida al teatro. Subió con paciencia los escalones de alabastro y se giró a mirar la escena de abajo, había quienes se dirigían a las puertas que se enontraban en esa primera planta, que dabam paso a la sala de butacas, otros esperaban a sus acompañantes, algunos aun fumaban antes de entrar a la sala y las voces se elevaban con alegría.
Beatrice entró al palco, donde se encontraba el asiento que se le tenía reservado, más arriba, en el gallinero, varias damas cotorreaban sin cesar a voz en grito, esperaba que sus voces cesaran al inicio de la obra, Se sentó en una de las esquinas, esperando la llegada del resto de ocupantes, el escenario, con un altísimo techo, estaba rodeado por columnas de madera oscura, el suelo del palco estaba alfombrado para amortiguar el sonido de pasos. La cortina del escenario tenía puesta una mesa, debía ser parte del decorado de la obra, y el telón, de terciopelo rojo, igual al de la alfombra de entrada, se encontraba cerrado, al momento sonó el aviso de los cinco minutos, pronto empezaría el espectaculo. Estaba deseosa de ampliar sus horizontes.
Era noche de sábado, las calles rebosaban de gente por el estreno de la compañía, "una obra de arte" habían dicho las críticas, por eso mismo el padre de Beatrice había adquirido entradas, por desgracias, ni el ni su esposa habían podido asistir. Se suponía que Beatrice se quedaría en casa, pero ansiaba ver el espectaculo, sentir el ambiente nocturno, vibrar con las emociones de las escenas.
En cuanto los padres salieron de la casa esa tarde, Beatrice dio un suspiro profundo y subió a su dormitorio a vestirse, en cuanto estuvo lista hizo llamar uno de los carruajes de la casa. Lo esperó en la puerta, cubriendo sus hombros con una cálida capa. Hacía una noche brillante, la luna se alzaba completamente redonda e iluminada, y ni una sola nube se veía cerca, las estrellas parpadeaban incesantes y las constelaciones se veían con claridad. Tras unos minutos de espera, llegó el carruaje al que la ayudó a subir el cochero, y se dirigió sola al teatro, entrada en mano. Se suponía que no debía salir sin acompañante, y menos de noche, pero se consideraba una joven independiente y responsable que sabía cuidar de si misma.
Sumida en la calma del viaje, observó a la gente acercarse al templo del arte escénico vestidos de forma elegante. Algunos iban paseando, otros, al igual que ella, en calesa. A pesar de su pasividad habitual, las luces, el ambiente, la gente, le creó cierta emoción. Se sentía impaciente de poder bajar y participar de ello. Llegaron a la puerta del teatro y el conductor le abrió para ayudarla a bajar. Por fin estaba allí. Se despidió del cochero, ya no lo vería hasta el final de la velada. Entró con calma, observando la magnificiencia del lugar.
Dio la entrada y accedió por la alfombra, de un rojo carmesí, hacia el interior del lugar, dejó su capa y su sombrero en el ropero, asintiendo al joven que le tomó las pertenencias, las escaleras subían a los pisos superiores y estaban rodeadas por enormes columnas hasta el techo, el cual se veía decorado con nervios y un panelado dorado, tras subir las escaleras había tres puertas donde se encontraban los palcos, el lugar, tanto arriba como abajo, estaba repleto de mármol blanco. La madera noble, las luces y el ir y venir de gente, las charlas distendidas, le dieron la bienvenida al teatro. Subió con paciencia los escalones de alabastro y se giró a mirar la escena de abajo, había quienes se dirigían a las puertas que se enontraban en esa primera planta, que dabam paso a la sala de butacas, otros esperaban a sus acompañantes, algunos aun fumaban antes de entrar a la sala y las voces se elevaban con alegría.
Beatrice entró al palco, donde se encontraba el asiento que se le tenía reservado, más arriba, en el gallinero, varias damas cotorreaban sin cesar a voz en grito, esperaba que sus voces cesaran al inicio de la obra, Se sentó en una de las esquinas, esperando la llegada del resto de ocupantes, el escenario, con un altísimo techo, estaba rodeado por columnas de madera oscura, el suelo del palco estaba alfombrado para amortiguar el sonido de pasos. La cortina del escenario tenía puesta una mesa, debía ser parte del decorado de la obra, y el telón, de terciopelo rojo, igual al de la alfombra de entrada, se encontraba cerrado, al momento sonó el aviso de los cinco minutos, pronto empezaría el espectaculo. Estaba deseosa de ampliar sus horizontes.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
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Re: Lunas de sangre
-Beatrice, tranquila, estoy bien, no es grave, voy a estar bien.- Le dijo el chico con voz dolorida preocupando aun más a la joven, que aun más asustada se sentía incapaz de moverse de allí, sentía que si dejaba de mirar al chico, este podría desvanecerse, aunque, la verdad, es que si parecía mejor, la preocupación de la joven nublaba su juicio, cuando el joven posó sus manos sobre las de la chica, una ligera calma comenzó a extenderse por ella, aunque no demasiada, pues sabía que, si no estuviese herido y le tomase las manos, era más que provable que se sonrojara hasta la raiz de cabello- Gracias.- la sonrisa del joven sorprendió a la chica, a la que ese pequeño gesto la calmo bastante -Voy a estar bien.-susurró el chico más tranquilo, eso hizo que la tensión de la chica bajara,.-¿Tu estás bien?, ¿te has hecho algo?.-
A Beatrice le conmovio la preocupación en la voz del joven, estaba sangrando y aun se preocupaba por ella, aun con un par de lágrimas en las mejillas negó con la cabeza, incapaz de hablar, estaba tan asustada de que le pasara algo...sintió que la tela ya estaba empapada, pero parecía que, cada vez, sangraba menos. Era una sorpresa y un alivio, parecía que la herida era menos grave de lo que a la chica le había parecido, sino no dejaría de sangrar tan rápido. Con un ligero suspiro, más tranquila al ver que el sangrado remitía, se dejó caer al suelo sin dejar de apretar la herida y miró al chico, intentndo calmarse:
- Parece que ya casi no sangra- comentó ahora más consciente de las manos del joven sobre las suyas- Menuda noche, y eso que parecía que iba a ser tranquila- bromeó para distraer, al chico del dolor, y a ella misma de su acelerado ritmo cardiaco.- Esperemos a que estés bien, luego... luego pensaremos que hacer...- comentó entre balbuceos, no sabía muy bien que decir, seguía preocupada- Y cuando puedas moverte iremos a limpiarte la herida- comentó mordiendose el labio mirando al joven a los ojos, en realidad todo eso era porque no tenía ni idea de que decir en realidad, y snetía que, si se quedaban en silencio, se sentiría más comoda de lo que, en ese momento, podía permitirse.- y...- desvió la mirada, avergonzada- gracias por protegerme...- cuando lo dijo, volvió a alzar la mirada para ver la reacción del joven.
La chica, impaciente, deseaba poder hacer algo más por el chico, en ese momento de preocupación no sentía ni el pinchazo en el tobillo ni el dolor de los moretines que empezaban a salirle en el costado, lo primero era el joven, que, en tan poco tiempo, le había demostrado ser más confiable que cualquier otra persona que hubiera conocido nunca, y mucho más cálido y dulce, recordó la pequeña sonata que habia tocado en el desafinado piano y sonrió, ese sonido tan tierno lo decía todo, si su musica sonaba de una forma tan hermosa, era porque el músico tenía un espiritu excepcional:
- ¿Sabes? Creo que el fantasma tiene celos de tu música, es mucho más hermosa que la suya- confesó medio distraida, aun ensimismada recordando ese sonido tan claro y amable.
A Beatrice le conmovio la preocupación en la voz del joven, estaba sangrando y aun se preocupaba por ella, aun con un par de lágrimas en las mejillas negó con la cabeza, incapaz de hablar, estaba tan asustada de que le pasara algo...sintió que la tela ya estaba empapada, pero parecía que, cada vez, sangraba menos. Era una sorpresa y un alivio, parecía que la herida era menos grave de lo que a la chica le había parecido, sino no dejaría de sangrar tan rápido. Con un ligero suspiro, más tranquila al ver que el sangrado remitía, se dejó caer al suelo sin dejar de apretar la herida y miró al chico, intentndo calmarse:
- Parece que ya casi no sangra- comentó ahora más consciente de las manos del joven sobre las suyas- Menuda noche, y eso que parecía que iba a ser tranquila- bromeó para distraer, al chico del dolor, y a ella misma de su acelerado ritmo cardiaco.- Esperemos a que estés bien, luego... luego pensaremos que hacer...- comentó entre balbuceos, no sabía muy bien que decir, seguía preocupada- Y cuando puedas moverte iremos a limpiarte la herida- comentó mordiendose el labio mirando al joven a los ojos, en realidad todo eso era porque no tenía ni idea de que decir en realidad, y snetía que, si se quedaban en silencio, se sentiría más comoda de lo que, en ese momento, podía permitirse.- y...- desvió la mirada, avergonzada- gracias por protegerme...- cuando lo dijo, volvió a alzar la mirada para ver la reacción del joven.
La chica, impaciente, deseaba poder hacer algo más por el chico, en ese momento de preocupación no sentía ni el pinchazo en el tobillo ni el dolor de los moretines que empezaban a salirle en el costado, lo primero era el joven, que, en tan poco tiempo, le había demostrado ser más confiable que cualquier otra persona que hubiera conocido nunca, y mucho más cálido y dulce, recordó la pequeña sonata que habia tocado en el desafinado piano y sonrió, ese sonido tan tierno lo decía todo, si su musica sonaba de una forma tan hermosa, era porque el músico tenía un espiritu excepcional:
- ¿Sabes? Creo que el fantasma tiene celos de tu música, es mucho más hermosa que la suya- confesó medio distraida, aun ensimismada recordando ese sonido tan claro y amable.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
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Re: Lunas de sangre
Poco a poco la joven fue recuperando la calma. Bethlem no pudo evitar observarla mientras realizaba todas esas operaciones de auxilio, al igual que no pudo evitar fijarse en toda la preocupación que había mostrado su acompañante. Se quedó unos instantes pensativo mirando al frente, con una ligera sonrisa "bobalicona", que no pudo evitar tener pensando en aquello.
Beatrice respondió con una negativa a la pregunta de si se había hecho algo. Lo único que le estaba resultando desagradable al joven ,era en realidad el olor a sangre que podía percibir, no le gustaba, pero cuando lo olía en situaciones como aquella siempre se preguntaba si las personas que estaban a su alrededor podían olerlo. La presión que ejercía Beatrice sobre la herida calmaba el dolor del joven, o por lo menos el dolor que debería sentir... aunque si la tela se había llegado a empapar significaba que había sido una herida profunda... ¿Con qué se habría cortado así?.
Bethlem miró a Beatrice mientras hablaba, y no pudo evitar reírse con su comentario, lo que le hizo sentir una pequeña punzada de dolor.-Beatrice, no es tan grave, estoy bien de verdad.- Iba a seguir cuando Beatrice le agradeció su pequeño momento de "heroísmo" cuando tan sólo había hecho lo que habría hecho cualquier persona con un poco de cabeza. El joven sintió que de alguna manera se le derretía el corazón, y sintió cómo la emoción se traducía en sus ojos.-Ha sido un placer.-Fue lo único que supo decir, de otra manera podría haber parecido un creído o algo por el estilo. Era bastante raro en él el hecho de quedarse en blanco, pero Beatrice de algún modo lo conseguía, conseguía dejarle sin saber qué decir
Bethlem sonrió ante el comentario de Beatrice sobre su música.-Era un fragmento de una de mis sonatas preferidas de Mozart.- Observó a Beatrice.-Es uno de los compositores que más admiraba en mi juventud... Aunque ahora estoy muy pendiente de las noticias que llegan de Beethoven, provoca en mi una gran admiración, la verdad.-Dijo sin poder evitar seguir hablando, la música era su pasión, y quizá en otros temas se podía quedar más escueto, o no hablar demasiado, pero en el caso de la música le emocionaba tanto que le costaba controlarse.-¿Sabías que a Bach nadie le quería en su época?.-Sus pensamientos iban de un compositor a otro, de un momento a otro. Frunció levemente el ceño a raíz de aquel pensamiento- Me refiero, su música no era valorada como se debía, se adelantó mucho a todo lo que iba a venir después... Es como si hubiese nacido en el momento equivocado.-Miró a Beatrice ahora con una sonrisa un tanto irónica.-Es curioso, ¿no crees?.- Se dio cuenta de que había estado hablando un rato sobre música, y pensó si debía zanjar el tema o no.-La próxima vez te daré un recital con obras mías, lo prometo.-Dijo con una enorme sonrisa dibujada en el rostro.
Beatrice respondió con una negativa a la pregunta de si se había hecho algo. Lo único que le estaba resultando desagradable al joven ,era en realidad el olor a sangre que podía percibir, no le gustaba, pero cuando lo olía en situaciones como aquella siempre se preguntaba si las personas que estaban a su alrededor podían olerlo. La presión que ejercía Beatrice sobre la herida calmaba el dolor del joven, o por lo menos el dolor que debería sentir... aunque si la tela se había llegado a empapar significaba que había sido una herida profunda... ¿Con qué se habría cortado así?.
Bethlem miró a Beatrice mientras hablaba, y no pudo evitar reírse con su comentario, lo que le hizo sentir una pequeña punzada de dolor.-Beatrice, no es tan grave, estoy bien de verdad.- Iba a seguir cuando Beatrice le agradeció su pequeño momento de "heroísmo" cuando tan sólo había hecho lo que habría hecho cualquier persona con un poco de cabeza. El joven sintió que de alguna manera se le derretía el corazón, y sintió cómo la emoción se traducía en sus ojos.-Ha sido un placer.-Fue lo único que supo decir, de otra manera podría haber parecido un creído o algo por el estilo. Era bastante raro en él el hecho de quedarse en blanco, pero Beatrice de algún modo lo conseguía, conseguía dejarle sin saber qué decir
Bethlem sonrió ante el comentario de Beatrice sobre su música.-Era un fragmento de una de mis sonatas preferidas de Mozart.- Observó a Beatrice.-Es uno de los compositores que más admiraba en mi juventud... Aunque ahora estoy muy pendiente de las noticias que llegan de Beethoven, provoca en mi una gran admiración, la verdad.-Dijo sin poder evitar seguir hablando, la música era su pasión, y quizá en otros temas se podía quedar más escueto, o no hablar demasiado, pero en el caso de la música le emocionaba tanto que le costaba controlarse.-¿Sabías que a Bach nadie le quería en su época?.-Sus pensamientos iban de un compositor a otro, de un momento a otro. Frunció levemente el ceño a raíz de aquel pensamiento- Me refiero, su música no era valorada como se debía, se adelantó mucho a todo lo que iba a venir después... Es como si hubiese nacido en el momento equivocado.-Miró a Beatrice ahora con una sonrisa un tanto irónica.-Es curioso, ¿no crees?.- Se dio cuenta de que había estado hablando un rato sobre música, y pensó si debía zanjar el tema o no.-La próxima vez te daré un recital con obras mías, lo prometo.-Dijo con una enorme sonrisa dibujada en el rostro.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 16/04/2015
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Re: Lunas de sangre
-Beatrice, no es tan grave, estoy bien de verdad.- Intentó calmarla un poco -Ha sido un placer.- respondió a su agradecimiento.
Tras su comentario hacerca de la música del joven. Beatrice contempló como una sonrisa se abría paso en los labios del chico, una sonrisa contagiosa y comenzó a divagar sobre música:
.-Era un fragmento de una de mis sonatas preferidas de Mozart.-Mozart, era uno de sus compositores favoritos, junto a bach, Beethovem y, ultimamente, Chopin y Listz- Es uno de los compositores que más admiraba en mi juventud... Aunque ahora estoy muy pendiente de las noticias que llegan de Beethoven, provoca en mi una gran admiración, la verdad-Se notaba que al joven, realmente le encantaba su profesión, la pasión brillaba en sus ojos al hablar de música.-¿Sabías que a Bach nadie le quería en su época?.- los nombres y detalles volaban desde sus labios, por fortuna, la chica le lograba seguir el ritmo, la música le gustaba mucho, sabía algo de piano y tocaba bastante bien el violín - Me refiero, su música no era valorada como se debía, se adelantó mucho a todo lo que iba a venir después... Es como si hubiese nacido en el momento equivocado.-La sonrisa del joven se volvió irónica.-Es curioso, ¿no crees?.- la joven, asintió divertida, le gustaba aprender cosas, curiosidades,y, sobretodo, le gustaba que el joven hablara con ella, le resultaba divertido e interesante, con divagaciones más que incluidas-La próxima vez te daré un recital con obras mías, lo prometo.
- Me gustaría escucharte tocar. Yo se algo de piano, aunque mi instrumento preferido es el violín, me encanta esa cadencia que se consigue aprentando las cuerdas y acariciandolas con el arco, su sonido es tan claro y brillante, además, me encantan los vibratos, hacen que me estremezca. El sonido es tan cálido y fuerte, tan claro, sin una sola distorisión- ahora era la chica la que divagaba con ensoñaciones- Creo que la música expresa mejor el alma de las personas que las palabras, la música no miente, se sabe con facilidad si es sincera.- Miró al chico- No me apasiona tanto como a ti, eso lo se, pero no puedo evitar que me guste, creo que la única vez que he discutido con mis padres- intentó recordar- fue porque no querían que tocase el violín, pataleé mucho- rió- pero no podía hacer otra cosa, mi violín es mi compañero, no se que sería de mi si no pudiera hacerlo sonar.- en ese momento, a parte de sus padres, el joven era el único que cnocía su secreto, amaba el violín.- Pero no se lo digas a nadie, ¿vale? no está bien visto que a una mujer le guste tocar ese instrumento.- tras unos momentos de silencio en lso que no logró apartar la vista de la cara del joven, miró la herida, sonrojada, al parece ya no sangraba- ya no hay sangre- suspiró aliviada, incluso parecía que la herida estaba casi cerrada, era una sorpresa, una sorpresa muy agradable.- Cuando estés mejor, ¿Qué piensas que debemos hacer con todo esto?
La chica apartó, dando pequeños golecitos, la tela de la herida del joven, y miró aliviada, que efectivamente, ya no sangraba, dejó la tela en el suelo y se miró las manos, manchadas de sangre, no le gustaba ese aroma como a hierro oxidado, pero teniendo en cuenta que había sido por una buena causa, le importaba bien poco tener sangre en las manos. Sonrió a Bethlem, para que supiera que, ahora que la herida se estaba cerrando, se sentía más tranquila, encuanto decidiesen levantarse y el chico hubiese tratado su herida, iría al baño a improvisar un pequeño apaño en el vestido para no provocar un alboroto. Lo último que necesitaban en ese momento era a chicas gritonas intentando hacerse las victimas cuando el que había sufrido la herida era el joven.
Tras su comentario hacerca de la música del joven. Beatrice contempló como una sonrisa se abría paso en los labios del chico, una sonrisa contagiosa y comenzó a divagar sobre música:
.-Era un fragmento de una de mis sonatas preferidas de Mozart.-Mozart, era uno de sus compositores favoritos, junto a bach, Beethovem y, ultimamente, Chopin y Listz- Es uno de los compositores que más admiraba en mi juventud... Aunque ahora estoy muy pendiente de las noticias que llegan de Beethoven, provoca en mi una gran admiración, la verdad-Se notaba que al joven, realmente le encantaba su profesión, la pasión brillaba en sus ojos al hablar de música.-¿Sabías que a Bach nadie le quería en su época?.- los nombres y detalles volaban desde sus labios, por fortuna, la chica le lograba seguir el ritmo, la música le gustaba mucho, sabía algo de piano y tocaba bastante bien el violín - Me refiero, su música no era valorada como se debía, se adelantó mucho a todo lo que iba a venir después... Es como si hubiese nacido en el momento equivocado.-La sonrisa del joven se volvió irónica.-Es curioso, ¿no crees?.- la joven, asintió divertida, le gustaba aprender cosas, curiosidades,y, sobretodo, le gustaba que el joven hablara con ella, le resultaba divertido e interesante, con divagaciones más que incluidas-La próxima vez te daré un recital con obras mías, lo prometo.
- Me gustaría escucharte tocar. Yo se algo de piano, aunque mi instrumento preferido es el violín, me encanta esa cadencia que se consigue aprentando las cuerdas y acariciandolas con el arco, su sonido es tan claro y brillante, además, me encantan los vibratos, hacen que me estremezca. El sonido es tan cálido y fuerte, tan claro, sin una sola distorisión- ahora era la chica la que divagaba con ensoñaciones- Creo que la música expresa mejor el alma de las personas que las palabras, la música no miente, se sabe con facilidad si es sincera.- Miró al chico- No me apasiona tanto como a ti, eso lo se, pero no puedo evitar que me guste, creo que la única vez que he discutido con mis padres- intentó recordar- fue porque no querían que tocase el violín, pataleé mucho- rió- pero no podía hacer otra cosa, mi violín es mi compañero, no se que sería de mi si no pudiera hacerlo sonar.- en ese momento, a parte de sus padres, el joven era el único que cnocía su secreto, amaba el violín.- Pero no se lo digas a nadie, ¿vale? no está bien visto que a una mujer le guste tocar ese instrumento.- tras unos momentos de silencio en lso que no logró apartar la vista de la cara del joven, miró la herida, sonrojada, al parece ya no sangraba- ya no hay sangre- suspiró aliviada, incluso parecía que la herida estaba casi cerrada, era una sorpresa, una sorpresa muy agradable.- Cuando estés mejor, ¿Qué piensas que debemos hacer con todo esto?
La chica apartó, dando pequeños golecitos, la tela de la herida del joven, y miró aliviada, que efectivamente, ya no sangraba, dejó la tela en el suelo y se miró las manos, manchadas de sangre, no le gustaba ese aroma como a hierro oxidado, pero teniendo en cuenta que había sido por una buena causa, le importaba bien poco tener sangre en las manos. Sonrió a Bethlem, para que supiera que, ahora que la herida se estaba cerrando, se sentía más tranquila, encuanto decidiesen levantarse y el chico hubiese tratado su herida, iría al baño a improvisar un pequeño apaño en el vestido para no provocar un alboroto. Lo último que necesitaban en ese momento era a chicas gritonas intentando hacerse las victimas cuando el que había sufrido la herida era el joven.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/04/2015
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Re: Lunas de sangre
Bethlem la escuchó con gran atención, se podía ver un hermoso brillo en los ojos de la joven, al parecer a ella también le producía una gran emoción hablar sobre música, eso hizo al joven sentir mayor emoción si cabía. -¿Así que eres una amante del violín?.-Tal y como lo describía lo era.-Entonces yo también quiero oírte tocar.-Dijo con emoción.-Seguro que sacas un sonido precioso.-No pudo evitar imaginárselo, todo su rostro indicaba la felicidad que estaba sintiendo en esos instantes.-Deberíamos tocar algo juntos, un dúo para violín y piano o algo así.- De pronto se dio cuenta de lo que acababa de proponer y no pudo evitar ponerse rojo como un tomate.-Si... Si quieres claro... Podemos tocar si quieres.- Dijo casi balbuceando de lo nervioso que se había puesto en unos instantes.-Y no se lo diré a nadie.-Prometió aún algo rojo por la timidez repentina del momento.
El joven se miró el costado, tal y como pensaba había empezado a cicatrizar pronto.- Pues...-Comentó aún observándose la herida.- Creo que deberíamos...-Iba a decir esperar a poder salir, pero vio la rotura del vestido de la joven, luego cayó en que aún debía haber policía por allí, y ahora él tenía la camisa ensangrentada, y eso podría ser extraño... Además ambos jóvenes estaban completamente cubiertos de polvo... Y Beatrice tenía sangre en las manos. El joven de pronto recordó que su chaqueta debía estar en el palco, aquello era algo fácil de conseguir.- Tenemos que adecentarnos un poco.- Comentó aguantando un poco la risa.-Siento mucho lo de tu vestido.- Dijo francamente.-Podríamos ir a un baño a limpiarnos un poco y... Yo pudo ir luego a por mi chaqueta sin que me vea nadie, y así taparé un poco este desastre de camisa... ¿Tu traías abrigo o algo asi?. Te puedo dejar la chaqueta si hace falta.-Dijo con una sonrisa. Sea como sea, vamos a ir moviéndonos.
El joven apoyó las manos en el suelo, y ayudándose de sus brazos y de la pared se fue levantando. En el fondo ya no le dolía nada, pero no quería que fuese demasiado obvio.- Deberíamos intentar que no nos viese nadie creo.- Dijo pensativo.-No quiero a señoras escandalosas y a policías haciendo preguntas.- Siguió imaginándose la escena, un enorme corro de señoras cotillas y lloriconas observando cómo les interrogaban. ¿Cómo iban a explicar lo que había ocurrido?.
El joven se miró el costado, tal y como pensaba había empezado a cicatrizar pronto.- Pues...-Comentó aún observándose la herida.- Creo que deberíamos...-Iba a decir esperar a poder salir, pero vio la rotura del vestido de la joven, luego cayó en que aún debía haber policía por allí, y ahora él tenía la camisa ensangrentada, y eso podría ser extraño... Además ambos jóvenes estaban completamente cubiertos de polvo... Y Beatrice tenía sangre en las manos. El joven de pronto recordó que su chaqueta debía estar en el palco, aquello era algo fácil de conseguir.- Tenemos que adecentarnos un poco.- Comentó aguantando un poco la risa.-Siento mucho lo de tu vestido.- Dijo francamente.-Podríamos ir a un baño a limpiarnos un poco y... Yo pudo ir luego a por mi chaqueta sin que me vea nadie, y así taparé un poco este desastre de camisa... ¿Tu traías abrigo o algo asi?. Te puedo dejar la chaqueta si hace falta.-Dijo con una sonrisa. Sea como sea, vamos a ir moviéndonos.
El joven apoyó las manos en el suelo, y ayudándose de sus brazos y de la pared se fue levantando. En el fondo ya no le dolía nada, pero no quería que fuese demasiado obvio.- Deberíamos intentar que no nos viese nadie creo.- Dijo pensativo.-No quiero a señoras escandalosas y a policías haciendo preguntas.- Siguió imaginándose la escena, un enorme corro de señoras cotillas y lloriconas observando cómo les interrogaban. ¿Cómo iban a explicar lo que había ocurrido?.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Re: Lunas de sangre
-¿Así que eres una amante del violín?.-comentó el joven cuando Beatrice dejó de parlotear-Entonces yo también quiero oírte tocar.-la emoción en la voz del chico hizo sonreir a Beatrice-Seguro que sacas un sonido precioso. Deberíamos tocar algo juntos, un dúo para violín y piano o algo así.- Sorprendida Beatrice abrió los ojos con un leve sonrojo, pero divertida, por suerte estaban solos, si alguién más lo escuchara podría malinterpretarlo-Si... Si quieres claro... Podemos tocar si quieres.- El balbuceo del joven le hizo soltar una risilla.-Y no se lo diré a nadie.
- Me encantaría hacer un duo de piano y violín, mi pieza favorita es el "Ave María" de Franz Schubert. y gracias por guardarme el secreto.-
Tras unos momentos de duda el chico le comunicó que lo mejor sería adecentarses un poco, razón no le faltaba, estaban cubiertos de polvo y sangre.
-Siento mucho lo de tu vestido. Podríamos ir a un baño a limpiarnos un poco y... Yo pudo ir luego a por mi chaqueta sin que me vea nadie, y así taparé un poco este desastre de camisa... ¿Tu traías abrigo o algo asi?. Te puedo dejar la chaqueta si hace falta.
- Tengo una capa, y no te preocupes por el vestido, ni se notará cuando acabe con él.- sonrió la chica para calmar al joven- si no me equivoco hay dos baños, no creo que nadie te vea si entras a limpiarte la herida, ¿necesitarás ayuda?- preguntó preocupada, hasta que se dió cuenta de lo que había dicho- No me refería a... es decir que yo no quería... era solo que si no llegabas por que te duele... es decir...- Se tapó la cara avergonzada y muy roja, pero qué decía, solo empeoraba las cosas así.
Preocupada vió como el chico se levantaba sin pedirle ayuda y fue ella quien, todo lo rápido que podía intentó prestarle sus hombros para que se alzara. Una vez en pie notó que el color del chico era mejor de lo que pensaba. Haciendo caso de la propuesta del chico, despacio se dirigió al principio del pasillo y se asomó, parecía no haber nadie allí arriba. Avanzó por el pasillo en silencio y vio que la mayoría de la gente estaba o bien en el piso de abajo, o seguían en sus localidades. Gracias a eso lograron llegar a los baños sin demasiado agetreo.
Beatrice entró, labó sus manos y soltó su pelo, que hasta entonces había llevado medio suelto y quitó el polvo de su vestido, con los ganchos recogió la parte rasgada del vestido y la enganchó como si fuera una simple decoración, luego labó su cara y volvió a enganchar su pelo con los ganchos que le quedaban, ni siquiera se notaba que había estado entre polvo y arañas. Mojó un pañuelo y lo escurrió, con eso podía quitar la sangre de la camisa del chico si este no lo había hecho ya.
Al salir, aunque el tobillo aun le molestaba, seguía en caliente, así que no lo notaba demasiado, cuando llegase a casa tendría que ponerse hielo. Después de labarse la cara y quitarse el polvo se sentía más fresca y si se encontraba con las damas de antes no le costaría hacerles frente.
- Me encantaría hacer un duo de piano y violín, mi pieza favorita es el "Ave María" de Franz Schubert. y gracias por guardarme el secreto.-
Tras unos momentos de duda el chico le comunicó que lo mejor sería adecentarses un poco, razón no le faltaba, estaban cubiertos de polvo y sangre.
-Siento mucho lo de tu vestido. Podríamos ir a un baño a limpiarnos un poco y... Yo pudo ir luego a por mi chaqueta sin que me vea nadie, y así taparé un poco este desastre de camisa... ¿Tu traías abrigo o algo asi?. Te puedo dejar la chaqueta si hace falta.
- Tengo una capa, y no te preocupes por el vestido, ni se notará cuando acabe con él.- sonrió la chica para calmar al joven- si no me equivoco hay dos baños, no creo que nadie te vea si entras a limpiarte la herida, ¿necesitarás ayuda?- preguntó preocupada, hasta que se dió cuenta de lo que había dicho- No me refería a... es decir que yo no quería... era solo que si no llegabas por que te duele... es decir...- Se tapó la cara avergonzada y muy roja, pero qué decía, solo empeoraba las cosas así.
Preocupada vió como el chico se levantaba sin pedirle ayuda y fue ella quien, todo lo rápido que podía intentó prestarle sus hombros para que se alzara. Una vez en pie notó que el color del chico era mejor de lo que pensaba. Haciendo caso de la propuesta del chico, despacio se dirigió al principio del pasillo y se asomó, parecía no haber nadie allí arriba. Avanzó por el pasillo en silencio y vio que la mayoría de la gente estaba o bien en el piso de abajo, o seguían en sus localidades. Gracias a eso lograron llegar a los baños sin demasiado agetreo.
Beatrice entró, labó sus manos y soltó su pelo, que hasta entonces había llevado medio suelto y quitó el polvo de su vestido, con los ganchos recogió la parte rasgada del vestido y la enganchó como si fuera una simple decoración, luego labó su cara y volvió a enganchar su pelo con los ganchos que le quedaban, ni siquiera se notaba que había estado entre polvo y arañas. Mojó un pañuelo y lo escurrió, con eso podía quitar la sangre de la camisa del chico si este no lo había hecho ya.
Al salir, aunque el tobillo aun le molestaba, seguía en caliente, así que no lo notaba demasiado, cuando llegase a casa tendría que ponerse hielo. Después de labarse la cara y quitarse el polvo se sentía más fresca y si se encontraba con las damas de antes no le costaría hacerles frente.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
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Re: Lunas de sangre
-Entonces tocaremos el "Ave María".-Sonrió el joven con felicidad, lo cierto es que le emocionaba la idea de tocar con ella... Le emocionaba mucho, quizá demasiado, aunque todo lo referente a la música jamás era demasiado para el joven.
Bethlem no pudo evitar reír suavemente.-Tranquila, te he entendido.- La miró con una suave sonrisa para que estuviese tranquila.-Si veo que por lo que sea necesito ayuda te aviso.-Dijo entre serio y un poco pícaro, le resultaba encantador, y por qué no reconocerlo, un tanto divertido que la joven se enrojeciese de vergüenza, aunque mucho más lo primero.
El joven sonrió a Beatrice y poco a poco empezó a caminar hacia el pasillo que les llevaría a los baños. Dejó que Beatrice se adelantara para mirar si había alguien. Cuando quedó comprobado que podían seguir llegaron a los servicios sin más problema. Por ese momento los jóvenes se separaron, Bethlem entró al baño, y una vez allí se quitó la camisa para observarla. Rápidamente la sumergió en agua para quitarle la sangre, que como aún no se había secado no fue muy difícil de sacar. Después se observó la herida inquisitivo, tal y como pensaba había sido lo suficientemente profunda como para que no estuviese ya cerrada, pero empezaba a ser evidente que no se curaba al ritmo de cualquier ser humano. Suspiró unos instantes antes de limpiarse la piel, y una vez hecho se volvió a poner la camisa, que ahora estaba empapada. "Eres un torpe Bethlem... Podrías haber lavado solo la mancha". De todos modos ya no había nada que hacer.
Antes de salir se adecentó un poco sacudiéndose el polvo de los pantalones, sin poder apartar la pequeña rabia que sentía por haber empapado la camisa entera. Cuando salió del baño estaba Beatrice fuera esperándole. No pudo evitar salir con la cabeza un poco gacha, sintiéndose un poco avergonzado de si mismo.- Creo que no he sido muy listo y he acabado empapando la camisa entera...- Sintió como empezaba a ponerse un poco rojo, como un niño que acaba de hacer alguna trastada y teme ser reñido. No le preocupaba tener frío ni nada de eso, en realidad era muy difícil que se pusiese enfermo, por una vez le preocupaba un poco más lo que pudiesen pensar de él. Le preocupaba lo que pudiese pensar Beatrice.-En cuanto consigamos la chaqueta no se notará.-Dijo casi en un susurro como tratando de explicarse.
Bethlem no pudo evitar reír suavemente.-Tranquila, te he entendido.- La miró con una suave sonrisa para que estuviese tranquila.-Si veo que por lo que sea necesito ayuda te aviso.-Dijo entre serio y un poco pícaro, le resultaba encantador, y por qué no reconocerlo, un tanto divertido que la joven se enrojeciese de vergüenza, aunque mucho más lo primero.
El joven sonrió a Beatrice y poco a poco empezó a caminar hacia el pasillo que les llevaría a los baños. Dejó que Beatrice se adelantara para mirar si había alguien. Cuando quedó comprobado que podían seguir llegaron a los servicios sin más problema. Por ese momento los jóvenes se separaron, Bethlem entró al baño, y una vez allí se quitó la camisa para observarla. Rápidamente la sumergió en agua para quitarle la sangre, que como aún no se había secado no fue muy difícil de sacar. Después se observó la herida inquisitivo, tal y como pensaba había sido lo suficientemente profunda como para que no estuviese ya cerrada, pero empezaba a ser evidente que no se curaba al ritmo de cualquier ser humano. Suspiró unos instantes antes de limpiarse la piel, y una vez hecho se volvió a poner la camisa, que ahora estaba empapada. "Eres un torpe Bethlem... Podrías haber lavado solo la mancha". De todos modos ya no había nada que hacer.
Antes de salir se adecentó un poco sacudiéndose el polvo de los pantalones, sin poder apartar la pequeña rabia que sentía por haber empapado la camisa entera. Cuando salió del baño estaba Beatrice fuera esperándole. No pudo evitar salir con la cabeza un poco gacha, sintiéndose un poco avergonzado de si mismo.- Creo que no he sido muy listo y he acabado empapando la camisa entera...- Sintió como empezaba a ponerse un poco rojo, como un niño que acaba de hacer alguna trastada y teme ser reñido. No le preocupaba tener frío ni nada de eso, en realidad era muy difícil que se pusiese enfermo, por una vez le preocupaba un poco más lo que pudiesen pensar de él. Le preocupaba lo que pudiese pensar Beatrice.-En cuanto consigamos la chaqueta no se notará.-Dijo casi en un susurro como tratando de explicarse.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Re: Lunas de sangre
Esperó fuera a que saliese Bethlem, la gente ya volvía a pasear por el pasillo, con un suspiro puso su peso en la pared, estaba cansada. Al poco salió el joven con la camisa totalmente empapada, el pañuelo mojado de la chica de poco iba a servir con eso. La cabeza del joven estaba gacha, y eso la preocupó, pero antes de que pudiera preguntar nada el chico se explicó:
- Creo que no he sido muy listo y he acabado empapando la camisa entera...- Beatrice rió un poco intentando no ofender al chico, ese despise le resultaba adorablemente encantador, lo miró y se fijo, sin querer, en que la camisa se pegaba a su torso, torneado, sonrojada, apartó la mirada mientras el chico, que parecía no haberse dado cuenta del descaro de ella, seguía hablando - En cuanto consigamos la chaqueta no se notará.-
- No, no se notará- comentó mirando a otro lado, con la cabeza algo agachada, con un evidente sonrojo, ¿desde cuando pensaba cosas como lo que se le venía a lacabeza en ese momento? Acababa de conocer al chico y antes tenía claro que era muy guapo, pero en ese momento lo encontraba increiblemente atractivo, y no podía permitirselo, se mordió el labio y, aun roja comentó- deberíamos ir a por tu chaqueta y mis guantes- entonces se dió cuenta, el joven estaba empapado, podría resfriarse, dejando de lado el sonrojo lo miró algo preocupada- ¿Es buena idea que vayas empapado teniendo la herida? ¿No te resfríaras? Tal vez podríamos pedir prestada una camisa a los encargados de vestuario de la obra, o... no se...
Se sentía mal por haber pensado lo que habia pensado mientras el chico estaba aun herido y podría resfriarse, sería mejor que pudieran salir de allí pronto, el carruaje de la joven estaba cerca, y podrían llevar al chico con rapidez a su hogar, así no se resfríaría y podría tratar la herida adecuadamente. Cuando hubieron terminado de divagar, el pasillo comenzaba a tener más gente, sería mejor apresurarse a volver al palco, allí tendrían más calma, aunque no estaba demasiado segura de, en ese momento, quedarse a solas con Bethlem, porque fácilmente podría notar el sonrojo de la joven y pensar mal de ella, y no quería que el chico la malinterpretara o tuviese una mala opinión de la joven. "En realidad", pensó Beatrice, "es la primera vez que, sinceramente, me preocupa lo que alguien opine sobre mi" eso fue una sorpresa para la chica, que, en realidad, nunca había pensado en lo que los demás creerían acerca de ella, solo intentaba ir a la suya y evitar confrontaciones, pero por sus padres, no por ella, era la la primera persona que conocía por su propia cuenta, y había tenido la suerte de que fuese alguien joven y amable, que disfrutase profundamente del arte.
- Creo que no he sido muy listo y he acabado empapando la camisa entera...- Beatrice rió un poco intentando no ofender al chico, ese despise le resultaba adorablemente encantador, lo miró y se fijo, sin querer, en que la camisa se pegaba a su torso, torneado, sonrojada, apartó la mirada mientras el chico, que parecía no haberse dado cuenta del descaro de ella, seguía hablando - En cuanto consigamos la chaqueta no se notará.-
- No, no se notará- comentó mirando a otro lado, con la cabeza algo agachada, con un evidente sonrojo, ¿desde cuando pensaba cosas como lo que se le venía a lacabeza en ese momento? Acababa de conocer al chico y antes tenía claro que era muy guapo, pero en ese momento lo encontraba increiblemente atractivo, y no podía permitirselo, se mordió el labio y, aun roja comentó- deberíamos ir a por tu chaqueta y mis guantes- entonces se dió cuenta, el joven estaba empapado, podría resfriarse, dejando de lado el sonrojo lo miró algo preocupada- ¿Es buena idea que vayas empapado teniendo la herida? ¿No te resfríaras? Tal vez podríamos pedir prestada una camisa a los encargados de vestuario de la obra, o... no se...
Se sentía mal por haber pensado lo que habia pensado mientras el chico estaba aun herido y podría resfriarse, sería mejor que pudieran salir de allí pronto, el carruaje de la joven estaba cerca, y podrían llevar al chico con rapidez a su hogar, así no se resfríaría y podría tratar la herida adecuadamente. Cuando hubieron terminado de divagar, el pasillo comenzaba a tener más gente, sería mejor apresurarse a volver al palco, allí tendrían más calma, aunque no estaba demasiado segura de, en ese momento, quedarse a solas con Bethlem, porque fácilmente podría notar el sonrojo de la joven y pensar mal de ella, y no quería que el chico la malinterpretara o tuviese una mala opinión de la joven. "En realidad", pensó Beatrice, "es la primera vez que, sinceramente, me preocupa lo que alguien opine sobre mi" eso fue una sorpresa para la chica, que, en realidad, nunca había pensado en lo que los demás creerían acerca de ella, solo intentaba ir a la suya y evitar confrontaciones, pero por sus padres, no por ella, era la la primera persona que conocía por su propia cuenta, y había tenido la suerte de que fuese alguien joven y amable, que disfrutase profundamente del arte.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
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Re: Lunas de sangre
El joven asintió ante la afirmación de Beatrice, debían recuperar sus cosas. De pronto se cruzó con la mirada preocupada de Beatrice, y no pudo evitar dedicarle una enorme sonrisa.-No te preocupes, llevo años sin tener ni un solo resfriado. Pero muchas gracias por preocuparte, lo aprecio mucho-Respondió con sinceridad, aunque luego se preguntó si habría sido una buena respuesta... Aunque realmente ya poco importaba.
El pasillo empezó a llenarse de gente, por lo que Bethlem decidió reaccionar rápido, prácticamente sin pensar tomó suavemente la mano de Beatrice y la fue guiando por los pasillos. Era inevitable cruzarse con gente, quizá es que los policías ya habían dado la orden de que se podía salir de allí.
En principio no hubo problema, fueron pasando los sucesivos pasillos hasta llegar a la escalera, pero a los pies había un grupo de policías hablando, y debían subir a por las cosas, el joven no estaba preocupado por su salud, pero tampoco quería llamar la atención. Se detuvo unos instantes pensando qué podrían hacer, y entonces se le ocurrió una idea. se acercó al oído de Beatrice y susurró.-Sígueme el rollo.-Sabía que no hacía falta nada más, que ella sabría perfectamente hacerlo. El joven se puso detrás de ella, preocupándose por cubrir fundamentalmente la herida, no quería saber nada de preguntas por parte de los policías. Suavemente, le indicó que andaran, hasta detenerse enfrente de la policía. Mientras se aproximaba el joven posó suavemente una mano en la cintura de ella.- Lo siento, no quiero ponerte nerviosa ni pretendo nada, no quiero que nos hagan preguntas incómodas, no sabría responderles.-Dijo susurrándole mientras se acercaban, sólo esperaba que ella no lo considerase un descaro por su parte.
Una vez en frente de los agentes se detuvieron, uno de ellos se giró para mirarles.
-Tienen algún problema jóvenes.-Preguntó mirándoles de arriba a abajo. - Verá agente, a la señorita y a mi se nos han olvidado algunas pertenencias en el palco en el que estábamos sentados, y nos gustaría recuperarlas.-Dijo con firmeza, tratando de que no sospechasen nada.
El pasillo empezó a llenarse de gente, por lo que Bethlem decidió reaccionar rápido, prácticamente sin pensar tomó suavemente la mano de Beatrice y la fue guiando por los pasillos. Era inevitable cruzarse con gente, quizá es que los policías ya habían dado la orden de que se podía salir de allí.
En principio no hubo problema, fueron pasando los sucesivos pasillos hasta llegar a la escalera, pero a los pies había un grupo de policías hablando, y debían subir a por las cosas, el joven no estaba preocupado por su salud, pero tampoco quería llamar la atención. Se detuvo unos instantes pensando qué podrían hacer, y entonces se le ocurrió una idea. se acercó al oído de Beatrice y susurró.-Sígueme el rollo.-Sabía que no hacía falta nada más, que ella sabría perfectamente hacerlo. El joven se puso detrás de ella, preocupándose por cubrir fundamentalmente la herida, no quería saber nada de preguntas por parte de los policías. Suavemente, le indicó que andaran, hasta detenerse enfrente de la policía. Mientras se aproximaba el joven posó suavemente una mano en la cintura de ella.- Lo siento, no quiero ponerte nerviosa ni pretendo nada, no quiero que nos hagan preguntas incómodas, no sabría responderles.-Dijo susurrándole mientras se acercaban, sólo esperaba que ella no lo considerase un descaro por su parte.
Una vez en frente de los agentes se detuvieron, uno de ellos se giró para mirarles.
-Tienen algún problema jóvenes.-Preguntó mirándoles de arriba a abajo. - Verá agente, a la señorita y a mi se nos han olvidado algunas pertenencias en el palco en el que estábamos sentados, y nos gustaría recuperarlas.-Dijo con firmeza, tratando de que no sospechasen nada.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Re: Lunas de sangre
El pasillo comenzó a llenarse de gente que iba y veía, era posible que los policías hubieran terminado las preguntas y estuviesen permitiendo salir a la gente, ahora había un problema, ¿Cómo iban a volver a por sus pertenencias? se mordió el labio, pensativa, cuando sintio que le tomaban la mano con suavidad, sorprendida, siguió la trayectoria del brazo, pertenecía a Bethlem, sonrojada, tomó la mano del chico al igual que el tomaba la suya, y dejó que el la arrastrara, avergonzada, si la viesen seguro que alguien comenzaba a chismorrear, y la joven no podía evitar preguntarse porque era algo que le importaba tan poco.
Cuando comenzaron a llegar a las escaleras, el chico se paró y Beatrice, ensimismada como estaba tropezó con su espalda y desde detrás del chico, se asomó a ver que le había frenado, policía.... parecía que la herida estaba mejor, sino se habría abierto en la carrera, y no era el caso, pero con la camisa mojada sería facil que se le viera la herida. Antes de que a la chica se le pudiera ocurrir algo, el joven se agachó y le susurró al oido:
- Sígueme el rollo- un escalofrío, no precisamente desagradable recorrió la espalda de la joven al escuchar la voz Bethlem y sentir su aliento en su oido, incapaz de hablar, asintió sonrojada.
El chico se situó a espaldas de la muchacha muy cerca y a una señal del joven comenzó a andar, debía lograr mantener la calma frente a la policía. Lo estaba logrando hasta ue sintió posarse suave como el aleteo de una mariposa, la mano del joven en su cintura, la poca calma que había logrado, se disipó al instante, la piel se le sonrosó y se el cortó al respiración por un momento y le temblaron un poco los labios, que se mordió, nerviosa. Y un nuevo susurro no ayudó a que su sonrojo disminuyese, más bien al contrario, sentía que de la vergüenza, le iban a empezar a temblar las piernas, notaba el calor del chico a su espalda y en su cintura, sus pasos a su lado, era extraño, se sentía tan cómoda y nerviosa a la vez, le dava muchísima vergüenza, pero lo cierto es que le gustaba la sensación, nunca le había agradado especialmente el contacto de otras personas, a penas soportaba cuando algunos caballeros se empeñaban en besarle la mano, pero esto no, esto no le molestaba ni incomodaba, simplemente se sentía alterada, como si el corazón se le fuese a salir del pecho. Envuelta en sus cabilaciones, llegaron al frente de los policías, que, mirandolos de arriba a bajo, les preguntaron:
- Tienen algún problema jóvenes.-Beatrice permaneció callada
- Verá agente, a la señorita y a mi se nos han olvidado algunas pertenencias en el palco en el que estábamos sentados, y nos gustaría recuperarlas.- Los policías no parecían convencidos de dejarlos pasar a pesar de las palabras de Bethlem, así que tomando aire con disimulo, Beatrice tomó las riendas de la situación, al fin y al cabo, el fingir y el quedar bien, era el terreno que había pisado siempre.
- Disculparan a mi prometido- dijo soportando el sonrojo que estaba por subirle a las mejillas y que, por desgracia, no logró evitar.- le he despistado al marearme por la sorpresa, no esperaba que sucediera algo así- se tapo la boca con una mano y nubló los ojos como si fuera a llorar- yo... solo quiero recoger nuestras cosas para marcharme a casa, quiero olvidarme de esa imagen- Se giró hacia el chico que aun le sostenía de la cintura y escondió su cabeza en el torso mojado del joven, sin moverse demasiado.
- E...esta bién, pasen pasen, por favor señorita, dejé de llorar, en unos momentos les permitiremos irse a casa- respondió uno de los guardias nervioso.
- ¿Realmente?- preguntó ella girandose- oh, son ustedes tan amables, no se como agradecerselo, muchisimas gracias.- agradeció antes de comenzar a subir las escaleras. Cuando llegaron arriba con los dedos se dió unos toquecitos en las mejillas y se giró a su acompañante, sonriendo burlona- Nunca había intentado algo así, ha sido divertido- rió antes de seguir avanzando.- y... perdón por decir lo de prometido, sino no creo que nos hubieran permitido subir juntos, espero que no te haya molestado...- se disculpó, roja como un tomate.
La joven aun seguía nerviosa por el contacto con el joven y aun más por la desfachatez que había tenido al esconderse en su pecho durante su pequeño teatrillo, solo esperaba que él no estuviera demasiado molesto...
Cuando comenzaron a llegar a las escaleras, el chico se paró y Beatrice, ensimismada como estaba tropezó con su espalda y desde detrás del chico, se asomó a ver que le había frenado, policía.... parecía que la herida estaba mejor, sino se habría abierto en la carrera, y no era el caso, pero con la camisa mojada sería facil que se le viera la herida. Antes de que a la chica se le pudiera ocurrir algo, el joven se agachó y le susurró al oido:
- Sígueme el rollo- un escalofrío, no precisamente desagradable recorrió la espalda de la joven al escuchar la voz Bethlem y sentir su aliento en su oido, incapaz de hablar, asintió sonrojada.
El chico se situó a espaldas de la muchacha muy cerca y a una señal del joven comenzó a andar, debía lograr mantener la calma frente a la policía. Lo estaba logrando hasta ue sintió posarse suave como el aleteo de una mariposa, la mano del joven en su cintura, la poca calma que había logrado, se disipó al instante, la piel se le sonrosó y se el cortó al respiración por un momento y le temblaron un poco los labios, que se mordió, nerviosa. Y un nuevo susurro no ayudó a que su sonrojo disminuyese, más bien al contrario, sentía que de la vergüenza, le iban a empezar a temblar las piernas, notaba el calor del chico a su espalda y en su cintura, sus pasos a su lado, era extraño, se sentía tan cómoda y nerviosa a la vez, le dava muchísima vergüenza, pero lo cierto es que le gustaba la sensación, nunca le había agradado especialmente el contacto de otras personas, a penas soportaba cuando algunos caballeros se empeñaban en besarle la mano, pero esto no, esto no le molestaba ni incomodaba, simplemente se sentía alterada, como si el corazón se le fuese a salir del pecho. Envuelta en sus cabilaciones, llegaron al frente de los policías, que, mirandolos de arriba a bajo, les preguntaron:
- Tienen algún problema jóvenes.-Beatrice permaneció callada
- Verá agente, a la señorita y a mi se nos han olvidado algunas pertenencias en el palco en el que estábamos sentados, y nos gustaría recuperarlas.- Los policías no parecían convencidos de dejarlos pasar a pesar de las palabras de Bethlem, así que tomando aire con disimulo, Beatrice tomó las riendas de la situación, al fin y al cabo, el fingir y el quedar bien, era el terreno que había pisado siempre.
- Disculparan a mi prometido- dijo soportando el sonrojo que estaba por subirle a las mejillas y que, por desgracia, no logró evitar.- le he despistado al marearme por la sorpresa, no esperaba que sucediera algo así- se tapo la boca con una mano y nubló los ojos como si fuera a llorar- yo... solo quiero recoger nuestras cosas para marcharme a casa, quiero olvidarme de esa imagen- Se giró hacia el chico que aun le sostenía de la cintura y escondió su cabeza en el torso mojado del joven, sin moverse demasiado.
- E...esta bién, pasen pasen, por favor señorita, dejé de llorar, en unos momentos les permitiremos irse a casa- respondió uno de los guardias nervioso.
- ¿Realmente?- preguntó ella girandose- oh, son ustedes tan amables, no se como agradecerselo, muchisimas gracias.- agradeció antes de comenzar a subir las escaleras. Cuando llegaron arriba con los dedos se dió unos toquecitos en las mejillas y se giró a su acompañante, sonriendo burlona- Nunca había intentado algo así, ha sido divertido- rió antes de seguir avanzando.- y... perdón por decir lo de prometido, sino no creo que nos hubieran permitido subir juntos, espero que no te haya molestado...- se disculpó, roja como un tomate.
La joven aun seguía nerviosa por el contacto con el joven y aun más por la desfachatez que había tenido al esconderse en su pecho durante su pequeño teatrillo, solo esperaba que él no estuviera demasiado molesto...
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Re: Lunas de sangre
El joven pudo sentir cómo Beatrice se iba poniendo más tensa, durante unos instantes se sintió culpable, igual él había hecho sentir incómoda con aquellos gestos, pero por otro lado se sentía cómodo. De todas maneras tenía muy claro que se disculparía después.
Los policías no parecían nada convencidos, de hecho nos miraron con cierto recelo, preguntándose quizá si lo que le ocurría a la camisa de aquel extraño caballero era que estaba empapada, o transparentaba mucho. Desde luego sus palabras no les habían convencido mucho, quizá habían sonado muy forzadas. Disimuladamente traguó saliva, sentía que su corazón empezaba a latir más rápido debido a los nervios... Por suerte Beatrice estaba ahí para salvar la situación. El muchacho no pudo evitar sonreír ampliamente cuando dijo que era su prometido. Mantuvo el silencio para no estropear lo que Beatrice acababa de conseguir, y cuando ella se giró para hundir el rostro en su pecho apoyó su interpretación rodeándola con los brazos y acompañando aquel gesto con una mirada de molestia hacia los agentes, que acababan de importunar a su prometida
Los agentes se pusieron nerviosos, y entonces les dejaron subir. Bethlem no pudo evitar ponerse a pensar mientras subían las escaleras, lo cierto era que las mujeres tenían todas las armas para descolocar a los hombres cuando quisiesen, acababa de ver una perfecta demostración de ello. Esa era una de las razones por las que respetaba tanto a las mujeres, en realidad eran ellas las que tenían el mundo en sus manos. La voz de Beatrice le volvió a sacar de sus pensamientos.
-La verdad es que no me ha molestado en absoluto.-Dijo con sinceridad, lo cierto es que le había resultado gracioso que se le hubiese ocurrido esa salida en un momento.-Lo siento yo si te he hecho sentir mal... O ha parecido descarado por mi parte o... No se, lo siento si te he molestado.-Dijo empezando a ponerse algo nervioso. Normalmente no se ponía nervioso con casi nada, pero desde luego aquella noche le estaban ocurriendo cosas diferentes. No pudiendo evitar ponerse algo rojo el joven siguió caminando hacia el palco en el que habían estado sentados durante la representación. De vez en cuando miraba de reojo a Beatrice, aquella noche estaba disfrutando como un niño, y lo mejor era haberlo hecho con una persona a la que acababa de conocer apenas unas horas atrás, pero con la que mantenía tantas cosas en común que era como si la conociese de siempre.
Al fin llegaron al palco, y efectivamente sus cosas seguían allí. Por lo menos parecía que nadie había entrado a curiosear. Bethlem cogió la chaqueta y se la cerró, ahora al menos no hacía falta fijarse para ver lo empapado que estaba. Miró a Beatrice y una enorme sonrisa se dibujó en sus labios, por alguna razón se sentía extremadamente feliz en aquellos instantes.
Los policías no parecían nada convencidos, de hecho nos miraron con cierto recelo, preguntándose quizá si lo que le ocurría a la camisa de aquel extraño caballero era que estaba empapada, o transparentaba mucho. Desde luego sus palabras no les habían convencido mucho, quizá habían sonado muy forzadas. Disimuladamente traguó saliva, sentía que su corazón empezaba a latir más rápido debido a los nervios... Por suerte Beatrice estaba ahí para salvar la situación. El muchacho no pudo evitar sonreír ampliamente cuando dijo que era su prometido. Mantuvo el silencio para no estropear lo que Beatrice acababa de conseguir, y cuando ella se giró para hundir el rostro en su pecho apoyó su interpretación rodeándola con los brazos y acompañando aquel gesto con una mirada de molestia hacia los agentes, que acababan de importunar a su prometida
Los agentes se pusieron nerviosos, y entonces les dejaron subir. Bethlem no pudo evitar ponerse a pensar mientras subían las escaleras, lo cierto era que las mujeres tenían todas las armas para descolocar a los hombres cuando quisiesen, acababa de ver una perfecta demostración de ello. Esa era una de las razones por las que respetaba tanto a las mujeres, en realidad eran ellas las que tenían el mundo en sus manos. La voz de Beatrice le volvió a sacar de sus pensamientos.
-La verdad es que no me ha molestado en absoluto.-Dijo con sinceridad, lo cierto es que le había resultado gracioso que se le hubiese ocurrido esa salida en un momento.-Lo siento yo si te he hecho sentir mal... O ha parecido descarado por mi parte o... No se, lo siento si te he molestado.-Dijo empezando a ponerse algo nervioso. Normalmente no se ponía nervioso con casi nada, pero desde luego aquella noche le estaban ocurriendo cosas diferentes. No pudiendo evitar ponerse algo rojo el joven siguió caminando hacia el palco en el que habían estado sentados durante la representación. De vez en cuando miraba de reojo a Beatrice, aquella noche estaba disfrutando como un niño, y lo mejor era haberlo hecho con una persona a la que acababa de conocer apenas unas horas atrás, pero con la que mantenía tantas cosas en común que era como si la conociese de siempre.
Al fin llegaron al palco, y efectivamente sus cosas seguían allí. Por lo menos parecía que nadie había entrado a curiosear. Bethlem cogió la chaqueta y se la cerró, ahora al menos no hacía falta fijarse para ver lo empapado que estaba. Miró a Beatrice y una enorme sonrisa se dibujó en sus labios, por alguna razón se sentía extremadamente feliz en aquellos instantes.
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Re: Lunas de sangre
Después de que el chico la tranquilizara, fue el quien se disculpó, la chica, sorprendida, se giró con rapidez para negar tal cosa:
- No, no me ha molestado, para nada, ni ha sido desagradable ni nada parecido, al contrario- se dio cuenta de todo lo que estaba diciendo y se avergonzó mucho, tapándose la boca con las manos retuvo su charla- quería decir que... es decir, que yo no..., digo...- no sabía que decir, así que, roja como un tomate, soltó- pa... palco, vamos al... al palco... comenzó a andar con toda la rapidez que le permitía su tobillo hacia sus asientos.
Al llegar pudo ver que el patio de butacas estaba medio vacío, ella seguía roja como un tomate, así que se dedicó a buscar sus guantes. No tardo en encontrarlos y ponérselos. Era momento de salir de allí, pero le daba mucha vergüenza mirar al joven a la cara, debería controlarse más, nunca había tenido problemas en mantener un perfil bajo o en escoger sus palabras, nunca, hasta esa noche, Bethlem removía algo en el interior de la chica que le impedía fingir o disimular, que la hacía sentirse viva. Beatrice no entendía cómo alguien a quien acababa de conocer podía provocar tales cosas. Debía haber alguna razón para sus sonrojos, sus palabras descuidadas, para sus despistes y torpezas, para esa seguridad que sentía con el chico.
Dando un suspiro miró al joven de reojo, volviendo a sonrojarse, y salió del palco, la noche estaba finalizando, ya solo tenían que volver a pasar junto a los guardias, ella tomaría su capa y... ¿y luego? ¿Ahí acabaría todo? El pensamiento entristeció a la chica, que se negaba a no volver a ver al chico y decidió que, cuando salieran de allí, le pediría que volvieran a verse, se tragaría la vergüenza, prefería pasarla, y que el chico pensara que era algo descarada, a no volver a ver al joven.
- No, no me ha molestado, para nada, ni ha sido desagradable ni nada parecido, al contrario- se dio cuenta de todo lo que estaba diciendo y se avergonzó mucho, tapándose la boca con las manos retuvo su charla- quería decir que... es decir, que yo no..., digo...- no sabía que decir, así que, roja como un tomate, soltó- pa... palco, vamos al... al palco... comenzó a andar con toda la rapidez que le permitía su tobillo hacia sus asientos.
Al llegar pudo ver que el patio de butacas estaba medio vacío, ella seguía roja como un tomate, así que se dedicó a buscar sus guantes. No tardo en encontrarlos y ponérselos. Era momento de salir de allí, pero le daba mucha vergüenza mirar al joven a la cara, debería controlarse más, nunca había tenido problemas en mantener un perfil bajo o en escoger sus palabras, nunca, hasta esa noche, Bethlem removía algo en el interior de la chica que le impedía fingir o disimular, que la hacía sentirse viva. Beatrice no entendía cómo alguien a quien acababa de conocer podía provocar tales cosas. Debía haber alguna razón para sus sonrojos, sus palabras descuidadas, para sus despistes y torpezas, para esa seguridad que sentía con el chico.
Dando un suspiro miró al joven de reojo, volviendo a sonrojarse, y salió del palco, la noche estaba finalizando, ya solo tenían que volver a pasar junto a los guardias, ella tomaría su capa y... ¿y luego? ¿Ahí acabaría todo? El pensamiento entristeció a la chica, que se negaba a no volver a ver al chico y decidió que, cuando salieran de allí, le pediría que volvieran a verse, se tragaría la vergüenza, prefería pasarla, y que el chico pensara que era algo descarada, a no volver a ver al joven.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
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Re: Lunas de sangre
El joven respiró aliviado, de hecho no pudo evitar reírse suavemente, al parecer a Beatrice le había gustado su idea. No comentó nada al respecto, dejándolo pasar, sencillamente sonrió ampliamente.
El patio de butacas empezaba a vaciarse, en efecto la gente ya podía irse a sus casas. Bethlem por un lado se alegró, pero por otro empezó a crecer una inquietud dentro de él. Buscó varias veces la mirada de Beatrice, tratando de averiguar si después de todo no se volverían a ver. Cada vez que miraba una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios, la muchacha estaba sonrojada, y aún no se atrevía a mirarle, no descaradamente por lo menos.
Bethlem acompañó a la joven fuera del palco, y con un gesto amable ofreció su brazo por si quería agarrarse a él, en realidad ni si quiera lo hizo por los guardias, frente a los que tendrían que pasar para salir, si no por el simple hecho de caminar junto a ella. Durante el camino que recorrían hacia la salida se quedó callado, inmerso en sus pensamientos, repasó la noche, haciendo que poco a poco una sonrisa complaciente se dibujase en sus labios. Había disfrutado como un niño, y lo mejor es que lo había hecho al lado de una persona a la que jamás había visto, pero con la que se sentía como si la conociese de toda la vida. Era curioso, siempre había sido un joven callado, al que le costaba abrirse a los demás, que prefería observar antes de actuar... Pero aquella noche fue como si se hubiese puesto todo patas arriba.
Los pasos de ambos eran lentos, como si tuviesen miedo de que salir de allí significase un adiós definitivo. Bethlem miraba de vez en cuando de reojo a la chica, quería decir muchas cosas, pero era como si no se atreviese a hablar.
Poco a poco se acercaban hacia la salida, poco a poco el joven se iba sintiendo más triste.
El patio de butacas empezaba a vaciarse, en efecto la gente ya podía irse a sus casas. Bethlem por un lado se alegró, pero por otro empezó a crecer una inquietud dentro de él. Buscó varias veces la mirada de Beatrice, tratando de averiguar si después de todo no se volverían a ver. Cada vez que miraba una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios, la muchacha estaba sonrojada, y aún no se atrevía a mirarle, no descaradamente por lo menos.
Bethlem acompañó a la joven fuera del palco, y con un gesto amable ofreció su brazo por si quería agarrarse a él, en realidad ni si quiera lo hizo por los guardias, frente a los que tendrían que pasar para salir, si no por el simple hecho de caminar junto a ella. Durante el camino que recorrían hacia la salida se quedó callado, inmerso en sus pensamientos, repasó la noche, haciendo que poco a poco una sonrisa complaciente se dibujase en sus labios. Había disfrutado como un niño, y lo mejor es que lo había hecho al lado de una persona a la que jamás había visto, pero con la que se sentía como si la conociese de toda la vida. Era curioso, siempre había sido un joven callado, al que le costaba abrirse a los demás, que prefería observar antes de actuar... Pero aquella noche fue como si se hubiese puesto todo patas arriba.
Los pasos de ambos eran lentos, como si tuviesen miedo de que salir de allí significase un adiós definitivo. Bethlem miraba de vez en cuando de reojo a la chica, quería decir muchas cosas, pero era como si no se atreviese a hablar.
Poco a poco se acercaban hacia la salida, poco a poco el joven se iba sintiendo más triste.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Re: Lunas de sangre
Beatrice tomó, agradecida, el brazo que le tendía el joven, y andó despacio hasta llegar a las escaleras de mármol, de vez en cuando, miraba de reojo al chico, y llegó a cruzar una mirada con él, que solo logró que se sonrojase más. Bajaron las escaleras en silencio mientras los guardias los observaban.
Beatrice fue hasta el ropero y entregó el papel con su número para que le devolviesen la capa. Se sentía más tranquila, y fue a mirar a Bethlem para agradecerle la velada y pedirle que se volvieran a ver cuando escuchó a uno de los guardias, el que les había permitido pasar, reirse un poco y decir, mirandolos a ellos:
- Qué bonito es el amor, ya me gustaría a mi estar así con mi mujer ahora, como cuando eramos jovenes- Eso hizo que la chica volviera a sonrojarse, al parecer su excusa del compromiso les había convencido.
Tomó la capa que le daba el joven que vigilaba las prendas y se la puso para salir a la calle, allí, su carromato, esperaba paciente. Beatrice, sabiendo que era momento de despedirse, se olvidó de su vergüenza y se giró a mirar al chico, cara, a cara, él era tan alto, la hacía sentir pequeñita. Tomó aire y cerrando los ojos, con las mejillas como fresas, dijo:
- ¿Podríamos vernos otra vez?- abrió los ojos y emepezó a juguetear nerviosa con sus dedos, que ahora estaban dentro de los guantes- Yo... no quiero que te sientas obligado a verme de nuevo ni nada... es solo que... que bueno, han pasado muchas cosas esta noche, y... y es agradable poder hablar con alguien como hablo contigo... y... y eres muy amable y agradable y no mientes, por eso... si... si quieres... pues... po... podríamos vernos....- comentó avergonzada mientras lanzaba rápidas miradas de reojo al chico, esperaba que no pensara que era una descarada...
Cuando le respondiese, le invitaría a subir al carruaje, fuera cual fuese la respuesta, era lo mínimo que podía hacer por él, ya que había estado acompañandola y cuidandola toda la noche. Sabía que al llegar a casa sus padres iban a echarle un rapapolvo enorme, pero si el chico decía que volvería a verla, le daría igua la regañina, esa noche habría valido la pena.
Beatrice fue hasta el ropero y entregó el papel con su número para que le devolviesen la capa. Se sentía más tranquila, y fue a mirar a Bethlem para agradecerle la velada y pedirle que se volvieran a ver cuando escuchó a uno de los guardias, el que les había permitido pasar, reirse un poco y decir, mirandolos a ellos:
- Qué bonito es el amor, ya me gustaría a mi estar así con mi mujer ahora, como cuando eramos jovenes- Eso hizo que la chica volviera a sonrojarse, al parecer su excusa del compromiso les había convencido.
Tomó la capa que le daba el joven que vigilaba las prendas y se la puso para salir a la calle, allí, su carromato, esperaba paciente. Beatrice, sabiendo que era momento de despedirse, se olvidó de su vergüenza y se giró a mirar al chico, cara, a cara, él era tan alto, la hacía sentir pequeñita. Tomó aire y cerrando los ojos, con las mejillas como fresas, dijo:
- ¿Podríamos vernos otra vez?- abrió los ojos y emepezó a juguetear nerviosa con sus dedos, que ahora estaban dentro de los guantes- Yo... no quiero que te sientas obligado a verme de nuevo ni nada... es solo que... que bueno, han pasado muchas cosas esta noche, y... y es agradable poder hablar con alguien como hablo contigo... y... y eres muy amable y agradable y no mientes, por eso... si... si quieres... pues... po... podríamos vernos....- comentó avergonzada mientras lanzaba rápidas miradas de reojo al chico, esperaba que no pensara que era una descarada...
Cuando le respondiese, le invitaría a subir al carruaje, fuera cual fuese la respuesta, era lo mínimo que podía hacer por él, ya que había estado acompañandola y cuidandola toda la noche. Sabía que al llegar a casa sus padres iban a echarle un rapapolvo enorme, pero si el chico decía que volvería a verla, le daría igua la regañina, esa noche habría valido la pena.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
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Re: Lunas de sangre
Al parecer la actuación de los jóvenes había colado por el comentario que había hecho el policía. Bethlem miró de reojo a Beatrice, vio el sonrojo de sus mejillas, el mismo que cada vez le resultaba más y más encantador.
Una vez fuera ambos jóvenes se detuvieron. Bethlem se giró para quedar en frente de Beatrice. No veía el momento de despedirse, no era algo que le apeteciese mucho. Entonces la joven habló, y a medida que lo hacía el rostro del joven se fue iluminando poco a poco. "Quiere volver a verme" Se repetía en su cabeza.
-Me gustaría muchísimo... De hecho me entristecía mucho la idea de que posiblemente no volviese a verte.-Dijo con una gran emoción, lo que le hacía no medir en absoluto sus palabras, sin poder evitarlo se balanceaba de un lado a otro, como sin poder evitar moverse.- Me gustaría mucho conocerte mejor, creo que tenemos muchas cosas en común, y y y...-El muchacho se empezó a dar cuenta de lo emocionado que se estaba mostrando y con un gesto gracioso dejó de moverse poniendo la espalda recta.-Aún debemos tocar juntos el "Ave María" de Shubert.- Dijo haciendo como que se ponía serio, aunque se podía ver en su rostro la sonrisa que iba a tardar mucho tiempo en irse de ahí.-Además, como buen caballero te iba a preguntar si quieres que te acompañe a casa, no me gustaría que te pasase nada.-Dijo aún haciendo como que estaba muy serio.
El joven le sostuvo la mirada, era cierto que había muchas cosas que quería conocer de ella. Ya sabía algo muy importante de su pasado, pero realmente sabía poco más. Sabía muchos aspectos de su personalidad que había podido ir viendo a lo largo de la noche, sabía que también le gustaba el arte, tanto como a él, sabía que era una persona curiosa, sabía que vivía con una familia adinerada y unos padres estrictos, pero quería saber más, quería conocer sus gustos y sus disgustos, y en realidad todo lo que ella quisiese mostrarle.
De pronto un pensamiento asaltó la mente del joven... ¿Huiría si supiese lo que era?. Una de las razones de que fuese una persona tan solitaria era que dudaba que nadie quisiese quedarse a su lado sabiendo lo que era, ya le había pasado varias veces, y con el tiempo había aprendido a no implicarse demasiado con las personas, pero con Beatrice quería implicarse, pensaba que como mínimo podían ser grandes amigos, y le entristecería demasiado el hecho de que eso no fuese posible por su condición... Quizá si se conocían lo suficiente como para que no se quisiese alejar de él tras saberlo... El joven trató de sacudir esos pensamientos, sobre todo para que los mismo no se hiciesen evidentes a ojos de la joven.
Una vez fuera ambos jóvenes se detuvieron. Bethlem se giró para quedar en frente de Beatrice. No veía el momento de despedirse, no era algo que le apeteciese mucho. Entonces la joven habló, y a medida que lo hacía el rostro del joven se fue iluminando poco a poco. "Quiere volver a verme" Se repetía en su cabeza.
-Me gustaría muchísimo... De hecho me entristecía mucho la idea de que posiblemente no volviese a verte.-Dijo con una gran emoción, lo que le hacía no medir en absoluto sus palabras, sin poder evitarlo se balanceaba de un lado a otro, como sin poder evitar moverse.- Me gustaría mucho conocerte mejor, creo que tenemos muchas cosas en común, y y y...-El muchacho se empezó a dar cuenta de lo emocionado que se estaba mostrando y con un gesto gracioso dejó de moverse poniendo la espalda recta.-Aún debemos tocar juntos el "Ave María" de Shubert.- Dijo haciendo como que se ponía serio, aunque se podía ver en su rostro la sonrisa que iba a tardar mucho tiempo en irse de ahí.-Además, como buen caballero te iba a preguntar si quieres que te acompañe a casa, no me gustaría que te pasase nada.-Dijo aún haciendo como que estaba muy serio.
El joven le sostuvo la mirada, era cierto que había muchas cosas que quería conocer de ella. Ya sabía algo muy importante de su pasado, pero realmente sabía poco más. Sabía muchos aspectos de su personalidad que había podido ir viendo a lo largo de la noche, sabía que también le gustaba el arte, tanto como a él, sabía que era una persona curiosa, sabía que vivía con una familia adinerada y unos padres estrictos, pero quería saber más, quería conocer sus gustos y sus disgustos, y en realidad todo lo que ella quisiese mostrarle.
De pronto un pensamiento asaltó la mente del joven... ¿Huiría si supiese lo que era?. Una de las razones de que fuese una persona tan solitaria era que dudaba que nadie quisiese quedarse a su lado sabiendo lo que era, ya le había pasado varias veces, y con el tiempo había aprendido a no implicarse demasiado con las personas, pero con Beatrice quería implicarse, pensaba que como mínimo podían ser grandes amigos, y le entristecería demasiado el hecho de que eso no fuese posible por su condición... Quizá si se conocían lo suficiente como para que no se quisiese alejar de él tras saberlo... El joven trató de sacudir esos pensamientos, sobre todo para que los mismo no se hiciesen evidentes a ojos de la joven.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Re: Lunas de sangre
El joven accedió a volver a verla, la cara de la chica comenzó a iluminarse con una enorme sonrisa, notó como el chico, comenzaba a balancearse sobre sus pies, parecía tan contento como ella, y además, le propuso acompañarla a casa, tendrían un tiempo más para hablar y estar juntos.
- Me encantaría que me acompañaras. Tengo el carruaje cerca, luego puede llevarte a ti donde quieras- accedió la chica sonriendo.
Las personas habían comenzado ya a disiparse, comenando los sucesos de la noche, ya solo quedaban cuatro cocheros con sus respectivos vehículos. Beatrice se acercó con ligeras miradas de reojo a Bethlem. Se sentía eufórica, tal vez demasiado para lo que sería correcto con alguien a quien prácticamente acababa de conocer, pero había poca gente, así que poco le importaba lo que podrían decir. Al acercarse el cochero esperó con la puerta abierta y miró con sorpresa al chico:
- ¿Qué le ha pasado Miss?- preguntó el señor al acercarse
- No se preocupe Anton, estoy bien, este es Mister Bethlem, un amigo, me ha estado cuidando desde que se ha descubierto lo del asesinato, em... ¿podría llevarnos a casa?- preguntó.
- ¿Usted ha cuidado de Miss Delteria?- El cochero soltó la puerta y se acercó a hacerle una reverencia al chico- Muchísimas gracias por cuidar de ella. Es una joven que realmente se hace de querer, siento si le ha causado algun problema con su curiosidad.- Se alzó y como si de un padre se tratara comenzó a excusarse por la chica- En cuanto dijeron que no podían salir por un asesinato supe que la señorita causaria problemas, le gustan demasiado los libros de misterio, ya se lo decimos todos, que no debe leer esas cosas, que no es de señoritas, pero ella nunca escucha.
- Anton, por favor, deje de decir esas cosas- protestó la joven con la cara enrojecida.
- Miss, reconozca que, cuando es usted misma es problemática, no logra controlarse si algo la emociona, su madre la regaña siempre por eso. Y el joven es muy amable queriendo acompañara a casa- se volvió a girar a mirar al chico- Permítame que, como agradecimiento por cuidar de la señorita, le lleve a su casa.
La chica esperó a que los dos hombres terminaran de hablar para subir al carruaje que no tardó en iniciar la marcha. Se sentó en uno de los asientos forrados del carromato algo nerviosa, se apartó el pelo de la cara y con una sonrisa, miró a Bethlem y le dijo:
- La próxima vez que nos veamos, que sea sin muertos de por medio, ni actrices ni fantasmas- bromeó.- y ahora que sabrás donde vivo, puedes venir en cualquier momento a verme, mi madre suele estar en casa, así que no habrá problema.- comentó para que el chico supiera que siempre sería bien recibido.
Por desgracia, el trayecto fue demasiado corto para lo que le habría gustado a la joven, a lo lejos empezaban a verse las casas residenciales, y no tardarían en distinguir la suya.
- Me encantaría que me acompañaras. Tengo el carruaje cerca, luego puede llevarte a ti donde quieras- accedió la chica sonriendo.
Las personas habían comenzado ya a disiparse, comenando los sucesos de la noche, ya solo quedaban cuatro cocheros con sus respectivos vehículos. Beatrice se acercó con ligeras miradas de reojo a Bethlem. Se sentía eufórica, tal vez demasiado para lo que sería correcto con alguien a quien prácticamente acababa de conocer, pero había poca gente, así que poco le importaba lo que podrían decir. Al acercarse el cochero esperó con la puerta abierta y miró con sorpresa al chico:
- ¿Qué le ha pasado Miss?- preguntó el señor al acercarse
- No se preocupe Anton, estoy bien, este es Mister Bethlem, un amigo, me ha estado cuidando desde que se ha descubierto lo del asesinato, em... ¿podría llevarnos a casa?- preguntó.
- ¿Usted ha cuidado de Miss Delteria?- El cochero soltó la puerta y se acercó a hacerle una reverencia al chico- Muchísimas gracias por cuidar de ella. Es una joven que realmente se hace de querer, siento si le ha causado algun problema con su curiosidad.- Se alzó y como si de un padre se tratara comenzó a excusarse por la chica- En cuanto dijeron que no podían salir por un asesinato supe que la señorita causaria problemas, le gustan demasiado los libros de misterio, ya se lo decimos todos, que no debe leer esas cosas, que no es de señoritas, pero ella nunca escucha.
- Anton, por favor, deje de decir esas cosas- protestó la joven con la cara enrojecida.
- Miss, reconozca que, cuando es usted misma es problemática, no logra controlarse si algo la emociona, su madre la regaña siempre por eso. Y el joven es muy amable queriendo acompañara a casa- se volvió a girar a mirar al chico- Permítame que, como agradecimiento por cuidar de la señorita, le lleve a su casa.
La chica esperó a que los dos hombres terminaran de hablar para subir al carruaje que no tardó en iniciar la marcha. Se sentó en uno de los asientos forrados del carromato algo nerviosa, se apartó el pelo de la cara y con una sonrisa, miró a Bethlem y le dijo:
- La próxima vez que nos veamos, que sea sin muertos de por medio, ni actrices ni fantasmas- bromeó.- y ahora que sabrás donde vivo, puedes venir en cualquier momento a verme, mi madre suele estar en casa, así que no habrá problema.- comentó para que el chico supiera que siempre sería bien recibido.
Por desgracia, el trayecto fue demasiado corto para lo que le habría gustado a la joven, a lo lejos empezaban a verse las casas residenciales, y no tardarían en distinguir la suya.
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
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Re: Lunas de sangre
El joven observó cómo se iluminaba el rostro de Beatrice al decirle que la acompañaría. Irían en carruaje, eso le hizo recordar lo que había estado pensando antes de entrar al teatro, cuando se preguntó cómo sería alguno de que los carruajes por dentro... Y ahora lo sabría.
Juntos se acercaron al carruaje, el cochero esperaba con la puerta abierta, y al parecer se sorprendió al ver a Bethlem. El joven estaba a punto de presentarse cuando Beatrice lo hizo por él. Con un gesto educado pero sin ser forzado el joven hizo una pequeña reverencia- Es un placer- Dijo con una sonrisa. Bethlem escuchó con atención al hombre que hablaba sobre lo mucho que se hacia jerez Beatrice y sobre su interés por el misterio. No pudo evitar sonreír encantado por el tono paternal con el que hablaba aquel hombre, entre disculpándose y recriminándole indirectamente a Beatrice su curiosidad. -No se preocupe Antón, ha sido un placer cuidar de ella, no me ha molestado en ningún momento, y le aseguro que si curiosidad me ha brindado una gran noche.-Dijo mirando a la joven con cierta complicidad, ella sabia a lo que se refería.
Bethlem se sentó enfrente de la joven y con una enorme sonrisa la miró de nuevo.- me parece una gran idea, y lo mismo digo Beatrice, le diré a Antón cual es mi dirección, si alguna vez quires visitarme no tienes más que hacerlo. Entramos enseguida en la zona residencial, Bethlem sentía que de algún modo llegaba el final de la velada. - Lo he pasado genial, ha sido una noche maravillosa, de esas que no se olvidan.- El joven iba observando por la ventana para saber un poco cual era el camino. Poco tiempo después el coche se detuvo. Al parecer habían llegado al destino. Betlhlem miro a Beatrice sin saber si bajarse para despedirse o se debía quedar en el carruaje.
Juntos se acercaron al carruaje, el cochero esperaba con la puerta abierta, y al parecer se sorprendió al ver a Bethlem. El joven estaba a punto de presentarse cuando Beatrice lo hizo por él. Con un gesto educado pero sin ser forzado el joven hizo una pequeña reverencia- Es un placer- Dijo con una sonrisa. Bethlem escuchó con atención al hombre que hablaba sobre lo mucho que se hacia jerez Beatrice y sobre su interés por el misterio. No pudo evitar sonreír encantado por el tono paternal con el que hablaba aquel hombre, entre disculpándose y recriminándole indirectamente a Beatrice su curiosidad. -No se preocupe Antón, ha sido un placer cuidar de ella, no me ha molestado en ningún momento, y le aseguro que si curiosidad me ha brindado una gran noche.-Dijo mirando a la joven con cierta complicidad, ella sabia a lo que se refería.
Bethlem se sentó enfrente de la joven y con una enorme sonrisa la miró de nuevo.- me parece una gran idea, y lo mismo digo Beatrice, le diré a Antón cual es mi dirección, si alguna vez quires visitarme no tienes más que hacerlo. Entramos enseguida en la zona residencial, Bethlem sentía que de algún modo llegaba el final de la velada. - Lo he pasado genial, ha sido una noche maravillosa, de esas que no se olvidan.- El joven iba observando por la ventana para saber un poco cual era el camino. Poco tiempo después el coche se detuvo. Al parecer habían llegado al destino. Betlhlem miro a Beatrice sin saber si bajarse para despedirse o se debía quedar en el carruaje.
- OFF:
- Se ha muerto el cargador de mi ordenador y creo que no puedo usarlo hasta nuevo aviso, te he respondido desde la tablet y no consigo poner los colores. Sorryyyyy u.u
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Re: Lunas de sangre
- Yo también creo que no podré olvidar esta noche, ha sido realmente estupenda, a pesar de todo lo que la ha envuelto y de no haber logrado resolverlo del todo. Ha sido como una novela de misterio sin acabar, aunque, lo cierto es que esas suelen ser las mejores- dijo como pequea analogía.
Llegaron a la casa, y se detuvieron en frente, antes de que Anton pudiera abrir la puerta Beatrice sonrió y, con rápidez se movió hacia delante para darle un ligero beso en la mejilla al joven, para, al momento, bajar con cuidado, sonriendo sonrojada. Desde bajo, con la puerta cerrada pero la cortina de la ventanilla abierta se despidió del chico:
- Hasta pronto Bethlem, espero que no tardemos en encontrarnos.- Se quedó de pie frente a la puerta, sonrojada, agitando la mano enguantada como despedida.
Vio cómo se alejaba el carromato mientras pensaba en lo que acababa de hacer y cuando desapareció de su vista los colores terminaron de subirle a la cara, parecía que le fuera a salir humo de la cabeza, se agachó en el suelo tapandose la boca, la nariz y las mejillas, eso si era lo que podía llamar impulso, miró al cielo aun en esa posición y se río de si misma, se lo había pasado estupendamente. Al alzarse se dió cuenta de que no llevaba la capa, se la había dejado en el carromato. Andó hacia el interior de la casa deseando que el chico la viera y se la quedase, sería una buena excusa para volver a verse, al fin y al cabo, estaba segura de que el chico querría devolverle su capa.
Cuando entró sus padres estaban ya allí, la miraron, horrorizados, por su vestido roto pero vieron que no se notaba demasiado, y eso calmo algo sus humos, la preocupación acudió a sus caras, habían sabido del suceso, primero la regañó su padre, que, tras eso, subió al despacho, su madre, más calmada, le preguntó como había ido la velada:
- Ha sido maravillosa, madre- comentó la chica tomando a su madre por las manos y dando un par de pasos de baile- aunque me he hecho daño en el tobillo, creo que deberé vendarlo y guardar reposo un par de días.
- Hay niña, esos ojos... debes contarme que ha pasado cuando te deje de doler el pie.
- Se lo prometo.- Sonrió la chica, extrañada por el comentario de la mujer, anes de subir a tomar un baño, vendarse el pie y acostarse a dormir.
Llegaron a la casa, y se detuvieron en frente, antes de que Anton pudiera abrir la puerta Beatrice sonrió y, con rápidez se movió hacia delante para darle un ligero beso en la mejilla al joven, para, al momento, bajar con cuidado, sonriendo sonrojada. Desde bajo, con la puerta cerrada pero la cortina de la ventanilla abierta se despidió del chico:
- Hasta pronto Bethlem, espero que no tardemos en encontrarnos.- Se quedó de pie frente a la puerta, sonrojada, agitando la mano enguantada como despedida.
Vio cómo se alejaba el carromato mientras pensaba en lo que acababa de hacer y cuando desapareció de su vista los colores terminaron de subirle a la cara, parecía que le fuera a salir humo de la cabeza, se agachó en el suelo tapandose la boca, la nariz y las mejillas, eso si era lo que podía llamar impulso, miró al cielo aun en esa posición y se río de si misma, se lo había pasado estupendamente. Al alzarse se dió cuenta de que no llevaba la capa, se la había dejado en el carromato. Andó hacia el interior de la casa deseando que el chico la viera y se la quedase, sería una buena excusa para volver a verse, al fin y al cabo, estaba segura de que el chico querría devolverle su capa.
Cuando entró sus padres estaban ya allí, la miraron, horrorizados, por su vestido roto pero vieron que no se notaba demasiado, y eso calmo algo sus humos, la preocupación acudió a sus caras, habían sabido del suceso, primero la regañó su padre, que, tras eso, subió al despacho, su madre, más calmada, le preguntó como había ido la velada:
- Ha sido maravillosa, madre- comentó la chica tomando a su madre por las manos y dando un par de pasos de baile- aunque me he hecho daño en el tobillo, creo que deberé vendarlo y guardar reposo un par de días.
- Hay niña, esos ojos... debes contarme que ha pasado cuando te deje de doler el pie.
- Se lo prometo.- Sonrió la chica, extrañada por el comentario de la mujer, anes de subir a tomar un baño, vendarse el pie y acostarse a dormir.
- offrol::
- No te preocupes Beth, de todos modos este tema ya esta acabado, solo falt tu post de cierre, espero que te arreglen pronto lo del cable n.n
Beatrice Delteria- Humano Clase Alta
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Re: Lunas de sangre
La joven besó la mejilla del chico, que quedó completamente sorprendido y encantado al mismo tiempo. En sus labios se dibujó una sonrisa bobalicona de esas tardan mucho tiempo en borrarse, probablemente se quedase sonriendo toda la noche, y cada vez que recordase lo que había vivido sonreiría de igual manera, cada vez que recordase aquel tímido beso, probablemente su corazón se aceleraría. -Nos veremos pronto Beatrice.-Respondió llevándose una mano a la susodicha mejilla mientras con la otra se despedía de igual manera.
El joven indicó la dirección para que le llevasen a su domicilio. Estaba absorto en sus pensamientos, hasta que se encontró conque Beatrice se había dejado allí la capa. Beethoven la cogio con delicadeza, le pediría al cochero quedársela para poder devolvérsela en algún momento a Beatrice, era la excusa perfecta para volver a verla. Estaba convencido de que Anton le dejaría quedársela, se veía que el hombre había notado cierta complicidad entre los jóvenes.
Una vez en su domicilio el joven bajo del coche, y habló sin dudarlo con el cochero, que comprendió que Bethlem quisiese devolverle la capa a Beatrice en persona. El chico no cabía en si de gozo, y en cuanto vio alejarse el coche empezó a saltar por la alegría, se sentía eufórico, no podía evitarlo. Canturreando por la felicidad entro en la casa. Estaba solo, su maestro no parecía estar por ningún lado, pero aquello no le importo, se metió en su dormitorio y simplemente guardo con todo el cuidado del mundo la capa de la joven, para que no se arrugase, como si fuese el mayor tesoro del mundo, y se tiró encima de la cama ensimismado.
Aquella noche le costó dormir, no por inquietudes ni nada por el estilo, si no por la emoción que sentía en su pecho.
El joven indicó la dirección para que le llevasen a su domicilio. Estaba absorto en sus pensamientos, hasta que se encontró conque Beatrice se había dejado allí la capa. Beethoven la cogio con delicadeza, le pediría al cochero quedársela para poder devolvérsela en algún momento a Beatrice, era la excusa perfecta para volver a verla. Estaba convencido de que Anton le dejaría quedársela, se veía que el hombre había notado cierta complicidad entre los jóvenes.
Una vez en su domicilio el joven bajo del coche, y habló sin dudarlo con el cochero, que comprendió que Bethlem quisiese devolverle la capa a Beatrice en persona. El chico no cabía en si de gozo, y en cuanto vio alejarse el coche empezó a saltar por la alegría, se sentía eufórico, no podía evitarlo. Canturreando por la felicidad entro en la casa. Estaba solo, su maestro no parecía estar por ningún lado, pero aquello no le importo, se metió en su dormitorio y simplemente guardo con todo el cuidado del mundo la capa de la joven, para que no se arrugase, como si fuese el mayor tesoro del mundo, y se tiró encima de la cama ensimismado.
Aquella noche le costó dormir, no por inquietudes ni nada por el estilo, si no por la emoción que sentía en su pecho.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 16/04/2015
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