Rasca en el suelo... +Privado+

Desafortunadamente, las palabras: "Para siempre" tienen un principio y un final. No estoy yo para contarlo, ni ustedes para saberlo, pero hoy he caído demasiado bajo. Si señores, ésta noche he tomado mi violín, he salido a la calle y dado gala de mis mejores momentos como violinista. He ganado muchas monedas gracias a los bolsillos más desprendidos, gracias a Dios pero... ¿Qué fue lo que hice luego de terminar mi naravillosa actuación? Gastarlos en una taberna de mala muerte, aquella en la que viví un tiempo, en la parte superior. Si seré tonto para que volver a un lugar que me trae tristes recuerdos, sólo a mí se me ocurre; soy tonto soy débil y... ¿ya dije tonto? Oh sí, me faltaba la palabra mayor: Masoquista.

No estoy acostumbrado a beber, nunca bebo, porque no sé beber, pero he escuchado que ahogar las penas con alcohol funciona, así que gasté hasta el último centavo ganado con el dolor de mis callos ensangrentados; logrando con esto, marearme un poco, o un mucho, no lo sé. Lo que sí sé, es que no me encuentro beodo, pero lo suficiente para caminar en zigzag " pegando propaganda en las paredes y hablando borroso" como se dice vulgarmente en el mundo de las callejuelas de París.

Se me pasará pronto, la ventaja ó desventaja de ser cambiaformas, es que tienes un poco más de fuerza y aguante aunque yo ... si, lo reconozco soy un poco más delicadosi se me permite la palabra. Lo lamentaré algunas horas más tarde lo sé, ¿pero qué importa ya? Nadie va a reprenderme, nadie me espera en casa, estoy solo, así que repito, no importa ya.

Lo único que quiero, es que ya no duela tanto, que el vacío en el pecho termine por desaparecer y que las lágrimas ya no hagan acto de aparición sin poderlas contener. El alcohol ha logrado subirme un poco más el ánimo y aunque tenga las mejillas ardiendo por el viento frío y el alcohol -repito - me siento un poco más acorde a las circunstancias.

Con la maleta del violín colgando a mi espalda por medio de un cordoncillo, me dirijo a todo trato de dirigirme rumbo a casa; tengo calor aunque la temperatura esté baja, pero no quiero quitarme el abrigo, no quiero llevarle un brazos, así pues soportaré hasta llegar a mi cama, sólo debo doblar por esta calle y... ¡PLAFF! De pronto me encuentro cara a cara con el piso, he tropezado con algo ó más bien con alguien.

-!Ouch! - Mi vista no se encuentra muy bien en estos momentos, pero luego enfocar hacia el frente al causante de mi caída - que al parecer es un hombre desnudo frente a mi- espera... ¿Dije un hombre desnudo? Oh, sí que lo está y además es... Esa esa aura no puede pertenecer a otra raza más que a la de un licántropo. ¡UN LICÁNTROPO! ¡Por Dios! La borrachera se esfumó como por arte de magia. He escuchado que son criaturas irascibles, unos asesinos en potencia que no distinguen entre lo bueno y lo malo, entre el bien y el mal cuando están en el clímax de su conversión cuando hay luna llena. Por instinto trato de alzar la vista para encontrar ese punto blanco sobre el cielo estrellado, pero no logro encontrar nada.

<< Oh Dios, Dios >>

Trago saliva, no quiero moverme ni un ápice , ni un solo músculo, pretendo quedarme quieto escuchando mi corazón latir apresurado por el miedo, es lo mejor que puedo hacer; no quiero ni imaginar lo que es capaz de hacer este hombre en su estado salvaje, no quiero que me haga daño...

Ha dicho que no muerde. Pero, no puedo fiarme. Nada de lo que conozco acerca de los lobos tiene un final feliz. Todo es ira, destrucción, sangre, más sangre, una pierna aquí, una mano allá... Si bien, sé que puedo defenderme, transformándome, estoy tan muerto de miedo, que no lograría la concentración necesaria para salirme con la mía. Aparte está el hecho de que tendría que dejar atrás mi violín, y es lo único valioso que tengo. Dios, ¿por qué tiene que pasarme todo ésto? ¿Acaso no existe alguien más en ésta ciudad en la cuál recaiga la mala suerte? Desde el abandono de...Él, mi vida sólo ha sido un rodar y rodar. El conde tampoco me da tregua, me tiene completamente vigilado. No puedo dar un paso, sin que él lo sepa. ¡Es un psicópata aristocrático!

Volviendo mi mente al callejón, sutilmente me levanto, e inmediatamente mi vista y mis manos se posan en mi preciado violín. Afortunadamente no ha sufrido daños mayores salvo una cuerda rota y un raspón en una orilla, nada grave. Lo grave es, que sigo mareado, hay un lobo desnudo frente a mí, que me tiene muerto de miedo y un camino oscuro por el cuál tengo que pasar, si es que quiero salir de ahí.

<< Trata de pensar. Relájate. Aparenta estar bien o será peor. >>

-Yo...lamento mucho, haberlo pisado señor...No me fijé, lo siento. -Digo con voz ahogada. Los dientes parecían castañear. Y las piernas me tiemblan para poner más tensas las cosas. -Puedo... ¿puedo ayudarle en algo? -quizás si me muestro amable, decida no hacerme nada y termine yéndose hacia alguna parte, o si le doy mi abrigo para cubrirse, al menos. Ya que al verlo de reojo, puedo apreciar que lleva algunas raspaduras, lodo y...algo parecido a ¿sangre? Al menos ése es el olor que desprende.

-Puedo prestarle mi abrigo, si...Tiene frío... -de ser otras las circunstancias, podría regalárselo, pero es el único que está en buenas condiciones. No puedo darme el lujo de librarme de él.

Prefiero morir de frío, a morir desangrado o con una parte de mi cuerpo desgarrada.  Desgraciadamente para mí, siempre tiendo a imaginar el peor de los escenarios. Es un gran defecto que tengo, y que no he podido modificar los últimos años. El verle siempre lado malo a las cosas, me ha traído muchas dificultades. Otras tantas me sacado de aprietos, pero indudablemente tengo que cambiar de manera de pensar. Yo sé, que he sufrido muchos contratiempos que me hacen un hombre temeroso de lo que pueda ocurrirme, pero hay una cosa muy cierta, y es que la vida no me ha tratado muy bien. Siempre tengo que nadar contracorriente, superar tropiezo tras tropiezo, herida tras herida, dolor tras dolor, y no es fácil. Estar del lado del que siempre pierde, es cansado; es como si llevaras una piedra enorme cargando sobre tu espalda de la cual no puedes deshacerte por más intentos que haces por salir adelante.  

-Enseguida señor... - me deshago torpemente del abrigo, y se lo entrego sin hacer contacto visual. Creo que estoy yo más avergonzado, que él, que está desnudo. -No es un abrigo fino, pero es muy abrigador.-instintivamente abrazo el violín y el arco contra mi pecho y los sujeto fuertemente. Lo único que quiero es irme a mi casa, olvidar que he bebido hasta decir basta, y enredarme entre mis sábanas para poder descansar del arduo día de trabajo.

-Eh, bueno... No sé para dónde vaya a dirigirse, pero... - traté de ubicarme, yo tampoco sabía dónde estaba, y el callejón no parecía tener una placa que indicara el nombre del mismo. -Pero, si, usted camina derecho hacia aquella direcciön, es muy probable que salga hacia la plazoleta del centro.

Espero no parecer más tonto de lo que me siento. No estoy seguro de las indicaciones que le estoy proporcionando, pero si mi sentido de orientación no falla, es muy probable que lo que yo le digo sea una realidad y comience a dirigirse hacia allá donde quiera que vaya. Así podré dejar escapar ése suspiro que tengo atorado en la garganta.

Bien, mi ayuda había sido a medias. Mi abrigo era demasiado ajustado y pequeño para la estatura del señor lobo. Le ví calzárselo en la cintura para que le cubriera todo lo cubrible y aún así se le veía casi desnudo. ¿Cómo habría hecho para llegar hasta ahí sin que la inquisición lo atrapara? Las redadas estaban cada vez más difíciles de evitar y él...Bueno francamente hubiera llamado la atención por el estado tan deprorable en el que estaba. Se había salvado casi de milagro. Aún así pedía ayuda por segunda ocasión, y ésta vez abrí los ojos todo lo que pude: ¿Me estaba pidiendo ir a casa?

-Eh, bueno... yo...-rasqué detrás de mi oreja. Un tic nervioso, que salía a relucir, cuando no sabía que responder. En verdad deseaba ayudarle pero de eso a llevarlo a casa, existía un abismo muy grande-. Es que... Mi casa es un huevito y la verdad es horrible...

Eso era verdad. Yo vivía con suma modestia y me avergonzaba de mi condición humilde. Era feliz dentro de mis cuatro paredes, pero el hecho es que se estaba cayendo a pedazos. Sin embargo tenía miedo de hacer enojar al lobo y me mordiera o algo peor.

-Pero si...es muy urgente, puedo auxiliarlo en lo que pueda. -Ahí estaba mi alma de buen samaritano saliendo a flote. Ee verdad que el miedo me orillaba a replantearme la idea de no llevarle, pero es que estaba haciendo mucho frío y el no llevaba calzado tampoco. Mi casita no quedaba muy lejos, y yo también comenzaba a tener mucho frío.