Palabras de papel [Privado]

por **Priscila Catrice** Lun Mayo 04, 2015 1:02 am

La inspiración le había abandonado. Entre que recientemente había sido despedida del lugar donde había estado trabajando y que el dinero ahorrado estaba comenzando a escasear, para lo ultimo que tenía ganas era para sentarse y dejar que las ideas para nuevas poesías surgieran de su mente. Bien se decía que cuando la desesperación atacaba algún aspecto importante de la vida, hasta lo que más se amaba podía dejarse de lado y como muestra, estaba ella. Sentada en el suelo, con la espalda recargada sobre una pared y con una pequeña hoja en la mano, Priscila observaba todo a su alrededor, esperando porque las musas de la inspiración decidieran hacer su aparición.

Había perdido el sentido del tiempo y poco le interesaban las miradas curiosas que se posaban en su figura. Priscila llevaba en ese sitio demasiado tiempo ya, pero cuando se trataba de crear algo era terca y por eso es que no pensaba moverse, hasta que no diera con alguna idea para una nueva creación o en su defecto, una que le ayudara a pensar en que debía trabajar a continuación para poder mantenerse. Nadie le había informado que la vida en París sería tan complicada, quizás más que en cualquier otros sitio en que hubiese estado antes, pero bien valía la pena o eso esperaba ella de manera sincera.

Observo la hoja que tenía consigo, en ella algunas palabras estaban escritas pero al leerlas únicamente le parecieron cosas al azar, nada de importancia o que pudiera dar pie a crear algo mejor, así que con pesar, arrugo la hoja y la dejo a un costado suyo en el piso. Suspiro y enfoco su vista en la nada solo para después llevarla a un punto de la calle de donde parecía provenir un ligero alboroto. Fue así como sus ojos dieron con un grupo de jóvenes, todos ellos al parecer pertenecientes a esas calles pues las personas que andaban los evadían y ellos andaban como si fueran reyes del lugar. La visión de aquel grupo le hizo levantarse del sitio donde se hallaba, con la idea de que quizás necesitaba algo de distracción para que las ideas pudiesen fluir mucho mejor de su mente, así que sin pensar mucho y más guiada por el actuar, camino hasta poder sujetar el brazo de un chico.
– ¡Hey! – dijo para hacer que la observara – ¿A dónde se dirigen? – ella no tenía derecho alguno para preguntar aquello, pero tratar de hacer que le dijeran que los siguiera era su mejor opción para no quedarse como una idiota en aquel lugar hasta que se le ocurriera algo que hacer – ¿Puedo ir con ustedes? – soltó de manera rápida, antes de que el grupo se alejara y el joven terminara por ir tras ellos sin decirle si podía o no hacerlo.

por **Brandon Acklang** Lun Mayo 04, 2015 10:02 pm

A Brandon le gustaban esos días. Cuando el sol se encontraba escondido, la brisa golpeaba contra su cuerpo, y el trabajo resultaba menos difícil o pesado que en otros días. No es que fuera perezoso, pero sabía que la vida se le iría trabajando para poder comer en el presente, y tener momentos de calidad con su Pandilla le resultaba sin duda, una de las mejores inversiones, además, todos habían llegado a comer bien. Y todo gracias a la señora generosa del mercado que les daba lo que no se vendía. Esa buena mujer prefería alimentarlos a que su producto se echara a perder, y claro, ellos la amaban.

Toda aquella pandilla había decidido hacer acto de presencia en la plaza central de la ciudad ¿para qué? Algunos tenían pasos de baile que enseñar, otros alguno que otro retrato, incluso algunos trucos de “magia”, todos ellos eran un estuche de monerías, y antes de terminar sin ningún sólo peso para poder alimentarse los siguientes días, lo mejor que podían hacer era ganarse la vida como mejor se lo sabían hacer, y todo antes de que los guardas de la noche llegaran a joderles el acto, e intentar llevárselos a todos a los calabozos.

El joven que vivió en la selva los observaba animado, y de vez en cuando vitoreaba junto con el resto. ¿Para qué? Para llamar la atención de las personas, y las mismas intentaran acercarse, o hicieran que más se aproximaran a sus actos. Con una sonrisa amplia Brandon se detuvo al sentir un jalón. Observó a la chica, y se encogió de hombros para seguir caminando ¿Le abría entendido?

— Siempre que tengas el alma libre, y el corazón enorme, puedes venir con nosotros — Aclaró el joven estirando su mano para tomar la ajena. La calidez de la chica le arrancó una sonrisa cálida — Nosotros somos de la calle, no te juntes demasiado con esta gente o podrán verte mal — Señaló a los ojos llenos de prejuicio. Todos ellos personas de la clase alta — Me llamo, Brandon, por cierto — Se presentó apresurando el paso porque los estaban dejando, y lo mejor era avanzar todos al mismo ritmo — Más tarde te presento a los demás, apúrate — Le tiró de la mano para que ambos comenzaran a correr.

Cuando llegaron a la plaza una de las chicas cantaba, mientras otros dos tocaban una guitarra oxidada y unas castañuelas medio rotas. Brandon se sentó en el suelo junto al resto. Le dio une espacio considerado a su nueva amiga para que se acomodara a su lado.

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