Dulce camino de venganza (Libre)

por **Erickson Sky** Miér Mayo 06, 2015 6:17 pm

El sonido metálico de los frenos de aquella infernal maquina me despertaron sin previo aviso. Debía de ser de madrugada y ya se podía ver aquella ciudad en todo su esplendor: París, la ciudad en la que se encontraba mi destino. No podía evitar sentir un escalofrío al recordar a quien debía de dar caza; aun sufría de pesadillas todas las noches en las que veía a aquella peluda criatura erguirse sobre sus dos enormes patas y de un zarpazo arrancarle la cabeza a mi maestro. No tenía ni idea de como me podrían servir mis venenos para matar a aquel licántropo.
Cuando aquel monstruo de metal paró en la estación no dude en saltar lo más lejos que pude. Respiré hondo pensando en que si aquel trasto no hubiera llegado toda mi misión hubiera sido en vano. Miré por un momento mi maleta mientras me sentaba en un banco de piedra.
-Haber si lo tengo todo preparadito y bien listo. Papeles, si; venenos, si; el revolver de Don Joan, si. Listo para la caza...-
Pero ahora tenía otro serio problema: al no haber completado toda mi instrucción no era más que un chaval con una información que podía ser o no real y que se encontraba en una ciudad que no conocía. Estaba realmente en una mala situación. Además a esas horas de la madrugada no había nadie por las calles. Miré los carteles que señalaban las direcciones y me di otra sorpresa bastante poco grata: !Estaba en Francés¡
Cada cosa que pasaba me complicaba más la situación y me estaba empezando a desesperar. El poco dinero que llevé conmigo no me serviría para tanto tiempo. El franco era una moneda horrible y demasiado pesada.... no había nada como el Denar macedonio: bonito y ligero.
Aun así no podía dejar de estar nervioso ante esa dantesca situación. ¿A donde debería dirigirme para encontrar información de aquella maldita bestia y poder volver a mi patria?

por **Lauritz Koning** Miér Mayo 06, 2015 6:40 pm

La estación de Francia, la había pisado ya tantas veces que había perdido la cuenta. Acababa de llegar de un corto viaje a Orleans, unos clientes de gran importancia se habían puesto pesados con que querían al mismísimo Lauritz tomándoles las medidas y pese a advertirles que aquello encarecería muchísimo el precio del vestido, insistieron y pagaron sí que pagaron, les falto firmarme la escritura de la mansión pero no me interesaba y ya había añadido demasiados ceros a mi cuenta gracias a mi magia.

No llevaba demasiado equipaje realmente, apenas un maletín con una muda y mis enseres de sastre. Andaba revisando los últimos albaranes que debían de certificarse en unos días conforme había entrado nueva mercancía en el almacén de la fábrica sin percatarme que justo delante de mí había un hombre con el que choque.

El choque no había sido demasiado aparatoso, si quiera podía haberle hecho daño, aunque si fue suficiente para que tuviese que pararme y hacer gala de mis modales.

-Discúlpeme, Monsieur, no era mi intención chocarme, ha sido culpa mía por ir mirando donde no debía.

Me percate entonces que el hombre parecía un tanto perdido y que incluso parecía hacer esfuerzos por entenderme. Tal vez venía de lejos y acababa de llegar.

-¿Puedo ayudarle en algo?

Hablaba bastantes idiomas, quizás podría hacer una buena acción.

por **Erickson Sky** Miér Mayo 06, 2015 7:01 pm

Un ligero choque me despertó de mis pensamientos nocturnos. Un hombre, posiblemente francés por como me había hablado me miraba de arriba a bajo como si estuviera intentando hacer su buen acción del día. Le había entendido por encima, pero sinceramente no sabía como iba a contestarle.
-Ma dahali buen señor, necesito información de como encontrar a una persona, además de encontrar un sitio para hospedarme- mi acento medio turco, medio macedonico dejaba ver que era totalmente extranjero. Esperaba que aquel señorito de alta clase no intentara desplumarme y si que hiciera una buena acción. No soportaba a los nobles después de que aquel cabronazo de Vol Vaner violara a mi madre.
Le miraba bien, atendiendo a toso sus movimientos. Mi maestro siempre decía que se podía juzgar a una persona por sus ojos y sus reacciones. Pero este tío era de lo que no había. Su porte era el de cualquier noble de pacotilla... pero algo no me cuadraba. Tenía algo especial que le hacía destacar. Quería intentar sacarle toda la información que pudiera, ademas si conseguía encontrar a algún que otro cazador de licántropos por la ciudad me iría mejor que con un corbatas como el que tenía delante. Decidí que esta persona podría ser mi primera marioneta.
-No se si puede entenderme mucho señor, no soy de este país y vengo como embajador y necesito un poco de ayuda- me acerqué un poco a él para darle la mano como solían hacer en otros sitios.

por **Eduardo Hernández** Jue Mayo 07, 2015 11:36 am

El sonido del conductor pidiendo parar a las monturas puso sobre aviso al lobo de que ya habían llegado. Que pereza pensó. Desde que había llegado a París había tenido que tratar con múltiples personalidades y hoy había sido un día especialmente ocupado en ese sentido. Era lo que había. Al fin y al cabo trabajar de diplomático no era más que relacionarse con los demás, e intentar solucionar los problemas por medio de las palabras y no de los disparos.

- Aunque a más de uno debería de haberle metido un tiro-, musitó para sí mientras observaba por la ventanilla.

Eduardo se bajó del carruaje y le pagó al cochero por el trayecto antes de despedirse. En pocos pasos pudo darse cuenta de que había poco movimiento en la estación. Normal teniendo en cuenta la hora. Él mismo ni siquiera estaría por allí si no le hubieran encargado recibir al embajador del Imperio Otomano. Esto había causado cierto revuelo en la embajada española. Que ellos supieran el embajador del Imperio no había sido destituido pero una carta había llegado a sus manos, y por lo visto esa noche llegaría un nuevo representante de dicho país. Como la carta había llegado solo hacía unas horas no hubo tiempo de comprobar la nueva situación con la embajada otomana, así que mandaron al bueno de Eduardo como emisario. España tenía varios tratos con el Imperio que era un país clave en las rutas comerciales por oriente próximo. Por eso al no poder contactar con los otomanos a tiempo era mejor ser precavidos y dar buena impresión al nuevo embajador.

- El tren ya debe haber llegado-, comentó pensativo mientras se dirigía al andén. - Espero que el nuevo embajador siga por aquí o me meteré en problemas.

- No sé si puede entenderme mucho señor, no soy de este país y vengo como embajador y necesito un poco de ayuda-, escuchó decir a un joven a otro señor cuando pasaba a su lado.

¿Pero qué coño? pensó el lobo con los ojos como platos. ¿Este chico era el embajador otomano? No parecía que dominase si quiera el idioma francés. Parecía más un joven llegado a París para buscarse la vida.

- Perdonen. No quisiera parecer entrometido-, comentó cortés. - Vengo a recibir al embajador del Imperio y creo que es usted-, dijo igualmente cortés aunque algo escéptico. ¿De verdad sería el embajador?

por **Erickson Sky** Jue Mayo 07, 2015 12:47 pm

Justo cuando iba a hacer la jugada con ese noble otro se me había acercado."Son como pulgas estos hombres trajeados" Miraba a ambos mientras intentaba elaborar una melosa respuesta para ese diplomático. El decía ser un embajador y posiblemente tendría mucha información.
Él sería mi segunda marioneta.

Decidí que también intentaría sacarle lo que fuera a ese pobre desgraciado. Me acerqué a darle la mano mientras le saludaba cordialmente - Ma dahali buen señor, como usted dice soy el embajador del imperio Otomano, Erickson Sky Resh.- casi me doy de golpes contra algo al momento que lo dije. ¿Como había sido tan estúpido de dar mi verdadero nombre?

Pero al momento de ir a darle la mano me quedé totalmente en blanco... Ese olor, esa sensación, esos sentimientos de odio. No me podía mover...un escalofrió recorría todo mi cuerpo. Por mi mente solo pasaban aquellas funestas imágenes de la bestia asesina que buscaba. Pero aquel hombre no parecía ser lo que era a primera vista: tenía la misma pinta de noble tontorrón y adinerado que con el que había estado hablando hace menos de un minuto....pero era un licántropo, estaba totalmente seguro.

-Matar...matar.....matar- mi neura había comenzado, y cuando comenzaba nada podía pararme. Saqué el revolver de Don Joan y le apunté justo en el pecho. Miré al otro noble y le di un par de gritos.- Aléjese buen señor, esta criatura es un ser infernal. Bajo esta mascara solo hay una bestia que no hace más que masacrar a personas inocentes por diversión, ¿No es así, chucho inmundo?- todo esto pasaba mientras le apuntaba con un arma que ni siquiera tenía balas porque los fondos no me daban para ello. No tenía ni idea de como iba a salir de aquel problemón...quizás se asustará y huyera, pero seguro que como buen cazador que era algo se me ocurriría.

por **Lauritz Koning** Jue Mayo 07, 2015 3:52 pm

Me costo muchísimo lograr entenderle, su francés era muy pobre, tal vez si le hablaba en ingles me entendía. Por lo visto solo necesitaba conocer la ubicación de algún sitio donde hospedarse, no parecía mala gente, solo alguien atormentado.

Le di la mano, especialmente cuando me dijo que había venido como embajador, aunque si bien era cierto que me pareció enormemente extraño que le costase tanto hablar el francés, las embajadas solían enviar gente que soliese hablar perfectamente el idioma de la misión.

Apenas iba a abrir la boca para poderle dar algunas indicaciones que apareció alguien mucho más indicado que yo, Eduardo. Un buen amigo mío que precisamente era diplomático de la embajada española, no solamente me caía bien sino que además tenerlo cerca era símbolo de poder. Se acerco, al parecer estaba allí precisamente para recibir al hombre que tenía delante.

-Eduardo, soy yo, Lauritz.

Dije entre una sonrisa, al parecer no se había percatado que estaba allí, se había centrado demasiado en quien teníamos delante, no obstante apenas pudimos decir nada que aquel hombre que decía llamarse Erickson pareció volverse loco… empezó a balbucear matar, matar repitiéndose, saco un revolver y apunto al Español en el pecho, ¿estamos locos, o qué?

Abrí los ojos especialmente al ver que el embajador conocía el secreto del hombre lobo… Yo lo sabía por su aura, pero no le había dado nunca demasiada importancia, no hasta aquel momento en el que al parecer querían darle caza… ¿y si buscaba hechiceros también?

-Oiga, tranquilo, me parece que se ha equivocado de persona… Eduardo es un diplomático, se meterá en graves problemas si le hace algo.

Me acerque a él y le aparte el brazo que tenia la pistola, al tocarle lo hechice levemente para meterme en su mente y conseguir que soltase el arma. Me agache y recogí el revólver, era de buena calidad pero pesaba muy poco, no tenia munición.

-¡Que diantres! esta vacio… ¿Quien es usted y que hace aquí?

Seguía sosteniendo el revólver pero lo suficientemente fuerte para que no pudiese arrebatármelo, además que ahora iba a estar atento a cualquier cosa.

por **Eduardo Hernández** Vie Mayo 08, 2015 4:55 pm

El lobo se había concentrado tanto en las palabras del joven, que no se había percatado de que el señor con quien hablaba era el diseñador Lauritz Koning.

- Vaya Lauritz. Que causalidad verte por aquí-, comentó de forma amigable antes de perderse nuevamente en pensamientos.

¿Sería el embajador de verdad? No tenía pinta de serlo pero se lo había confirmado. O era el embajador otomano o le estaba echando mucha cara ese muchacho. De todos modos Eduardo no tuvo mucho tiempo de pensar si era un farsante.

- ¡¿Se ha vuelto usted loco?! Usted no puede ser el embajador del Imperio si actúa de ese modo-, dijo algo alarmado por la situación.

Lo que más le preocupaba era que supiera su condición de lobo ¿Cómo diablos sabía que era un licántropo? Era un simple humano o su percepción le estaba fallando. Echó un vistazo a Lauritz y pudo comprobar que su visión estaba bien. El danés tenía su aura de hechicero así que ese hombre solo era un humano. La única explicación era que lo hubieran informado de ello, pero eran muy pocas las personas que sabían lo que era en realidad, y era improbable que esa información estuviera por territorio otomano. A quien le iba a importa que un licántropo andará por París tan lejos.

- Oiga. Lo de apuntarme con un arma no ha tenido gracia, aunque le recomendaría que si va en serio al menos comprara balas-, dijo sorprendido al ver el revólver sin balas. O tenía muchas pelotas o estaba loco. Probablemente las dos cosas. Apuntar a un licántropo con un arma sin balas era una forma rápida de morir sin duda. No creo que alguien haya hecho eso anteriormente pensó Eduardo. Debía de ser un hito en la historia lo de ese joven.

- Me sorprende que venga a matarme con una pistola sin balas. Pensaba que mis enemigos me tendrían en mejor consideración-, comentó en broma. - ¿Qué es esa historia de una bestia sedienta de sangre? - preguntó haciéndose el despistado. Puede que no supiera nada de su condición de lobo y solo fuera un loco. - Vamos joven, hable. ¿Qué le hace pensar que soy una bestia?

por **Erickson Sky** Sáb Mayo 09, 2015 10:11 am

Solo ante el peligro. Desarmado y sin nada que hacer. El noble con el que primero había entramado conversación y el cual iba a ser mi primer marioneta tenía mi arma, me la había quitado de alguna forma que no reconocía...aunque de poco me iba a servir el arma la verdad. El segundo, el noble que desprendía aquel aroma a chucho el cual para un cazador que había vivido entre ellos, había matado muchos y se había relacionado hasta el punto de ser compañeros para obtener su fin.... era inconfundible, realmente apestaba.

-No os acerquéis malditos...- los miraba a los dos mientras intentaba retroceder. Uno tenía una extraña capacidad para atontar de alguna forma a quien tocara, y el otro sin duda alguna era un perro....su aroma, su sonrisa, todo me recordaba aquellas cazas y aquellas personas que aparentemente eran tan humanas y luego no dudaban en descuartizar personas por diversión o hambre. Eran escoria.

-¿Como conseguiste hacer que soltara el arma....y que relación tienes con esta bestia?, no pareces uno de esos chuchos sarnosos- les miraba... me habían dicho muchas cosas en francés y en otro idioma que no reconocía para nada, pero sabía que estaban compinchados.

Mi neura volvía de nuevo y no dudé en sacar un botecito de oxido el cual al ser lanzado producía una leve cortina de humo. Era hora del plan B: la retirada estratégica. Puede que no fuera muy heroico, pero mi maestro solía decir -"Cuando no hay más opción que salir por patas, no lo dudes, huye como si llevaras una jauría de licántropos con rabia detrás"- Solo me faltaba oír sus argumentos antes...así sabría si de verdad eran mis enemigos, aunque ya me había quedado con la cara de uno.

por **Lauritz Koning** Lun Mayo 11, 2015 5:50 am

Aquella era una situación en exceso rara, de tensión, aunque debía de admitir que desde el momento en el que le cogí la pistola y note que estaba vacía me relaje un poco. Era obvio que aquella persona no era el embajador de nada pero aun así, era realmente chocante el hecho de que conociese la condición de Eduardo, no note nada raro en él… era humano, simple y llanamente, era imposible que pudiese detectarnos por el aura.

No pude evitar esbozar una sonrisa al escuchar la recomendación de mi amigo, que al menos comprase balas. Aquel hombre parecía dominado por la ira, estaba fuera de sí, algo debía de haberle pasado. Ya hizo bien el diplomático en increparle para que le contase porque lo acusaba de aquella manera, porque noto el aura estábamos los dos seguros que no podía ser. Y entonces se dirigió a mí.

-Vaya, ¿así que solo usted puede hacer preguntas y a nosotros no nos contesta? ¿No es un poco feo ese gesto?

Contesté de una forma suave mientras seguía cogiendo la pistola.

-Si la quiere recuperar va a tener que contestarnos, en caso contrario creo que me quedaré este revolver requisado… la gente no puede andar libremente con este tipo de armas.

Claro, yo tenía unos cuantos en casa, todos ilegales, a Caroline seguro que no le haría gracia si se enteraba que casi tenia un arsenal. Pero aun así sabía que no se podía ir así como así.

-Empiece a contarnos usted el porqué de su reacción y quien es en realidad… y si eso, nos explicaremos nosotros.

por **Eduardo Hernández** Lun Mayo 11, 2015 12:07 pm

El tipo no solo no le había apuntado con un arma sin balas sino que además lo llamaba chucho sarnoso. Era indudable el poco aprecio por la vida que tenía este chico, increpando a un licántropo de esa manera estando desarmado. Seguramente no sabía ni que era un lobo. Solo era un tipo montando un espectáculo contra alguien que pensaba sería un humano.

- Como le comenta mi amigo parece que usted es el único que puede hacer preguntas-, dijo acercándose al joven. - Deje de insultarnos llamándonos bestias y haga el favor de explicarse.

El tipo era bastante excéntrico pero no podía menos que apreciar su temple. No dejaba de insultar a sus “enemigos” pese a que su situación era delicada. Eduardo no conseguía entender porque había actuado así. ¿Sería una cuestión de ver su tapadera desenmascarada? Debía ser eso. Al no ser embajador de ningún lado había enloquecido[/i] pensó.

- ¿Todo esto es porque no es el embajador del Imperio Otomano? - preguntó creyendo estar acertando en sus pesquisas. - Vamos hombre. Tampoco es para tanto. Hay muchos más farsantes en esta ciudad y su acción a lo Curro Jiménez es mucho más grave que una mentira.

Se acercó otro poco al rubio y pudo comprobar que llevaba algo en las manos. Con su actitud ya no le extrañaría que fuera un frasco de pólvora, o cualquier cosa explosiva que los mandase a todos al infierno.

- Ehh que llevas en la mano-, dijo dejando de acercarse al mozo, y mirándolo con suspicacia. Algo en su interior le decía que este tipo era tan loco de matar llevándose a quien fuera por delante.

por **Erickson Sky** Mar Mayo 12, 2015 4:08 am

Me veía acorralado y no podía hacer nada. Me habían descubierto por completo. Es verdad que no me había dado tiempo de comprar balas antes de llegar a París. Pero nunca había podido llegar a imaginar que me encontraría con un enemigo a la primera de cambio. Estaba demasiado alterado....aquellos recuerdos y el odio casi fanático hacia aquellos seres lobunos habían desatado toda mi ira.-Kendinizi şeytani varlıklar yalan lanetli olsun- estaba tan alterado que gritaba cosas en mi idioma natal.

Pero de pronto vinieron a la cabeza las sabias palabras de mi maestro. "Cuando tienes las manos y os pies atados, debes seguir luchando, con la mente calmada y sin ira en tu interior". Aquel consejo era siempre el que me daba cuando me alteraba en una pelea, e incluso tras su muerte seguía dándome fuerzas para luchar contra el mal. Era el mejor maestro que había podido tener, y había aprendido bien de él pese a que no era un Cazador hecho y derecho. Pero podía desenvolverme aun en esta situación; no iba a morir tan pronto.

Les miré con los ojos llenos de inquina y serenidad. Mi aura había cambiado por completo, estaba preparado para todo lo que pudiera pasar. -Creo que me excedí un poco antes señores....dejadme presentarme antes de que les de caza apropiadamente. Soy Erickson Sky Resh, como ya dije antes.... y también soy un Cazador de la Orden de la Plata Antigua, cazadores ancestrales de licántropos desde hace siglos. Desde que nos unimos a la Orden se nos enseña a reconoceros por el olor que desprendéis aunque vuestra forma actual sea humana.-les había hablado en francés, aunque mi acento seguía gritando a todo pulmón "Soy extranjero". Una sonrisa siniestra apareció en mi rostro mientras me inclinaba un poco hacia delante. Quizás fuera demasiado valiente, o idiota....o simplemente estuviera loco, pero así les quedaría claro que no estaban hablado con cualquiera. Me supuse que me habían subestimado, un gran error para ellos.

Levanté el brazo en el que llevaba el detonante de nieblas mientras una risa escapaba de mi interior. Por un momento había pensado en la opción de huir....pero ahora iban a saber lo que era luchar contra el odio y la ira contenidas y llevadas a un extremo en el que el ser humano es capaz de hacer todo lo posible por sobrevivir. Lancé el explosivo al suelo y una cortina de humo se esparció rápidamente por toda la estación mientras que rebuscaba en los bolsillos de mi casaca por mi última esperanza. Ya lo tenía todo preparado.... y sabía contra que me enfrentaba.

Entre el espeso manto de humo deje escapar o mis ultimas palabras o las de mi victoria....- Demostrarme de que sois capaces, simples nobles....-

por **Eduardo Hernández** Mar Mayo 12, 2015 10:48 am

El joven no solo no respondió a Eduardo sino que además se puso a gritarles en un idioma desconocido para él. Supuso que se trataría de turco debido a su procedencia, aunque perfectamente podría haber mentido en eso también. Su aura se tornó del color de la ira aunque no hacía falta tener ese tipo de percepción para notar su furia. Sus gritos de poseso ya lo dejaban claro. Lo que faltaba pensó el lobo. No solo me apunta con un arma sino que además se indigna el caballero.

Eso fue un momento. Tan pronto se alteró se calmó. Se presentó con un nombre que podría ser falso aunque el lobo tuvo la sensación de que decía la verdad. Era el mismo nombre de antes, lo que le hizo pensar que si antes había dicho el nombre verdadero hubiera sido fácil localizarlo después de descubrir su tapadera. Este chico me asombra con su valentía por decirlo de algún modo pensó ahora.

- Su historia es digna de un libro pero eso de los licántropos solo son historias de fantasía joven-, comentó seriamente pese a mentir. - Debería olvidarse esos cuentos antes de trastornarse más de la cuenta.

Eduardo no tuvo tiempo de parlamentar más. La siniestra carcajada del rubio le hizo saber que cometería otra locura. Por suerte no fue lo que esperaba en un principio. No saltaron por los aires sino que una extraña niebla se extendió junto a ellos. La niebla sería un incordio para cualquiera que no tuviera su excelente visión en la oscuridad aunque para el lobo no era tan problemática. No podía ver correctamente pero para alguien sin su visión sería imposible de ver nada.

El canario se abalanzó en un primer momento donde estaba Sky. Nada. El joven se había movido con extrema agilidad aprovechando la confusión. Por un instante pensó que había huido pero el sonido del forcejeo con el danés lo alertó.

- Aguante Lauritz. Voy en su ayuda-, gritó entre la niebla artificial.

por **Erickson Sky** Mar Mayo 12, 2015 4:07 pm

-Mal movimiento perro...desvelaste tu verdadera naturaleza. Tus ojos lo dicen todo- la situación que había creado era maravillosa. Al lanzar la bomba de humo me había desplazado rápidamente hasta cerca de la posición del otro noble haciendo ruidos de metal contra metal para que pensara que atacaba a su compinche. Pero era todo un farol. Había caído por completo en mi trampa y ahora me situaba agachado cerca de su costado derecho con un estoque de plata en las manos. Era la oportunidad perfecta. Mis movimientos totalmente coordinados habían permitido ponerme en una situación más o menos favorable, aunque si me alcanzaba posiblemente me mataría.

Rápidamente y con mucha precisión di una estocada en el costado izquierdo de aquel hombre. Su expresión de dolor me lleno de éxtasis. El sufrimiento de aquella criatura me provocaba un placer inmenso, como lo había hecho matar a tantos como él.

-¿Qué pasa ahora mala bestia, seguirás con tu juego de las mentiras o te rendirás para que pueda cumplir mi venganza ya?- levanté el estoque y me preparé para darle el toque final. Solo quería esperar a oír sus ultimas palabras.

por **Lauritz Koning** Mar Mayo 12, 2015 5:31 pm

Al parecer el extranjero llevaba una pequeña botella en la mano, no sabía muy bien que podría ser, pero sabia por experiencia que las pociones podían ser muy poderosas si quien las creaba era buen entendido. No obstante antes de hacer nada pareció decir algo en un idioma un tanto raro, sabía hablar varios idiomas pero aquel no lo había oído nunca ¿Sería el que hablaban los Otomanos?

Aquel hombre era realmente raro, de golpe y sin motivo alguno cambio su semblante y llego incluso a presentarse en un francés un tanto anacrónico pero suficientemente bueno como para entender que era un cazador de una orden que se encargaba de exterminar lobos, y como era el caso mi amigo Eduardo.

Tiro el botecito al suelo y aquello se lleno de niebla como si fuese Londres, que pena que aquel cazador no supiese nada de mi… aquello era un juguete comparado con mis pociones, aunque también era una pena no haber traído nada, aunque aun así, me acababan de retar a ver de que era capaz. Sonreí socarronamente.

Empecé a recitar unas palabras en latín, apenas una frase fue suficiente para conjurar suficiente viento como para alejar aquella niebla, aunque tarde lo suficiente para darle tiempo a aquel hombre a herir a mi compañero ¡Estaba loco! Rápidamente levante mi brazo y me metí en la mente de aquel hombre ordenándole soltar el estoque y quedarse paralizado.

-No hay venganza que valga, señor Sky ¡Dale Eduardo!

Sabía que el diplomático estaba herido, pero no parecía ser suficientemente grave como para tenerlo que llevar de urgencia a un hospital y aún así, tenia al cazador cazado, no podría moverse como poco en los siguientes cinco minutos.

por **Eduardo Hernández** Miér Mayo 13, 2015 5:42 pm

Mierda. Todo era una emboscada del artero turco. Maldito hijo de mil rameras fue lo único que atinó a pensar cuando sintió el acero internándose en su cuerpo. No tenía que haberlo subestimado. Al ver como actuaba solo parecía un lunático. Estaba loco eso seguro pero tenía el suficiente nivel para preparar una estrategia para acabar con sus enemigos. Por suerte para el lobo una simple espada no le haría mucho ahora que ya lo tenía como un digno adversario.

- Pero a ti que te pasa conmigo jodido psicópata-, le gritó fruto de la ira por la herida.

Le dio un empujón hacia atrás para liberarse del arma y cuando iba a arremeter de nuevo contra él pudo observar como soltaba el estoque y se quedaba quieto. Se trataría cosa del brujo pensó el lobo preparando su ataque. Le dio un golpe tremendo en la cabeza y esta cayó en redondo. Por un momento pensó que lo habría matado pero al comprobarle el pulso notó como la sangre seguía circulando por su cuerpo.

Luego lo colocó sentado sobre un banco cercano de forma que pareciera que estaba dormido. Cogió el arma que sostenía Lauritz y se lo guardó en un bolsillo. Luego también le colocó su espada. El tipo estaba loco pero no deseaba quedarse con nada de él, seguramente así pasaría de volver a intentar matarle. Había actuado con caballerosidad devolviéndole las armas y así le demostraba que no eran un perro cualquiera.

- Bueno Laurizt. Aquí ya no hay nada que hacer. ¿Qué le parece si vamos a un bar a tomarnos unas copas para celebrar seguir vivos? - comentó amigable. - Aunque lo cierto es que tampoco era difícil sobrevivir viendo sus métodos de ataque suicida-, dijo mirando al turco con cierto asombro. Luego se miró la herida. - Parece que esta ciudad está empeñada en matarme-, se carcajeó antes de avanzar un poco hacia la calle. - Vamos, invito yo. Por los amigos de los perros.

por **Erickson Sky** Sáb Mayo 16, 2015 4:48 am

Una extraña sensación me sostenía en el limite de la cordura. Por mi cabeza solo pasaban malos recuerdos de días pasados, los cuales me atormentaban....gritos, fuego, aullidos. me acordaba en concreto de una de aquellas noches...

"Don Joan me había dicho que un licántropo estaba atormentando la zona pesquera del oeste de Divjakë. Estaba un poco lejos de donde solíamos buscar trabajo. Pero según él este era un caso especial. -¿Cuando aparecieron los piratas y cuando se acabó con estos mismos?- Su pregunta me había dejado totalmente en blanco en aquel momento. Sus palabras solían ser ambiguas y muchas veces llenas de acertijos. Llevaba un tiempo buscando información sobre este hombre lobo en concreto, hasta el punto de que solía partir días enteros dejándome a mi con casos un poco complicados con lobos y hechiceras, pero esas son otras historias.

Lo que importa es lo que pasó aquel fatídico día. Todo comenzó cundo llegamos a Divjakë, una ciudad al oeste escindida del Imperio durante una revuelta. Los ciudadanos de allí eran gente un poco hostil y fría. Nuestras pintas tenían mucho que ayudar a tales comportamientos. Habíamos oído que la revuelta tuvo éxito gracias a una banda de hombres con una fuerza sobrehumana. Supuse que eran chuchos y que como habíamos venido a cazarlos aquellos lugareños solo querían que nos fuéramos al burdel y luego siguiéramos nuestro camino. Y mira tu por donde fue allí donde acabamos... Don Joan dijo que tenía que hablar con un contacto, aunque yo sabía que él era un poco putero y que mezclaba vicio con trabajo. De echo siempre lo hacía, no había vez que no fallaba. Por eso me puse cómodo mientras una bonita chica se colocaba a mi lado, quitándome la camisa poco a poco. Pero poco tiempo pude disfrutar de aquel momento, pues Don Joan había salido ya del cuarto al que había entrado y tenía una cara muy seria.

-Niño, no te metas en los pechos de mamá hoy y mueve el culo. Hay perros que cazar.- me dí cuenta de que llevaba un humor jodidamente malo, ademas de un extraño macuto a la espalda. ¿Qué demonios había estado hablando con su contacto y que era eso que llevaba colgando?

No pude saber que le preocupaba hasta que llegamos al puerto de la ciudad. Me quedé sorprendido al ver que había allí anclado un barco pirata. Ahora si que estaba alucinando. Varios marinos nos miraban desde la popa del barco. Estaban colocando cajas justo antes de que llegáramos hasta su punto de visión, pero se habían detenido en cuanto llegamos. Mi maestro se paró en seco mirándolos, pero me imaginé que iba a pasar. Acto seguido de aquellas hostiles miradas varios hombres se lanzaron con sables sobre nosotros. Pero Don Joan era el mejor espadachín de todo el Imperio Otomano.

-Po naredba na Boga i našiot Srebrena ... ne go završime so ovie pekolen suštestva!- sus gritos despertaron el interés de los demás piratas ademas de gente del poblado. Había dicho en nuestro idioma natal algo como: "Por la orden de Dios y de nuestra Plata... ¡acabemos con estos seres infernales!"

Al momento todo era un caos. Don Joan ya se había llevado ya dos por delante y yo tenía a un gigante delante...aquel hombre era el más grande que había visto nunca. Me lanzó uno de los barriles que tenían cerca del barco, el cual impactó contra una de las paredes del edificio que teníamos detrás. Pensé que había fallado...pero una explosión detrás de mi me sorprendió. El barril había dado contra un farol, provocando un enorme incendio en la cara norte del edificio. El fuego empezó a extenderse rápidamente mientras nos defendíamos como podíamos. Además yo tenía un gran temor encima....mi maestro había elegido un mal día para cazar. Esa noche habría luna llena y se empezaba a acabar el día.

Poco a poco los piratas empezaron a mostrar menos resistencia. Don Joan y yo estábamos espalda contra espalda, pero nos separamos al oír unos fuertes pasos en la escala del barco. Un hombre bastante grande y fuerte nos miraba con una sonrisa en el rostro. No podía evitar recuerdos de los típicos piratas de sombrero y un loro en el hombro; era idéntico a los de los libros que habíamos traído una vez de Italia.

-Has cometido un error al seguir buscándome, Maestre Don Joan....el mejor cazador del este- escupió cerca de nuestros pies al decir esto. Todos sus hombres se apartaban cuando este avanzando hacia nosotros. Don Joan tenía en una mano su sable y en su otra mano una pistola de balas de plata, el signo de la Orden de Cazadores del Este.

-Creo que ya es hora de que pagues por tus crímenes, Kiendro el Lobo de los Mares.... has matado a muchos para liberar un pueblucho de las manos del Imperio, y más aun hace diez años en la capital....te lo volveré a preguntar como aquel día: ¿no te arrepientes de haber matado a Elizabet?- mi maestro había avanzado. Yo me había perdido un poco al oír sus palabras. Llevaba con él casi diez años, por lo que no había conocido a ese licántropo al cual habíamos venido a cazar.

El pirata avanzó hasta ponerse cara a cara con Don Joan. Sus miradas estaban llenas de ira, odio y recuerdos dolorosos. - No Joan....no me arrepiento, disfruté matando a aquella mujer infiel.... y tu quedaste pendiente. Pero no fui el culpable de aquella masacre que se aconteció después.... mis hombres no tienen la culpa de haberme defendido cuando varios cazadores me apuntaban con ballestas.- el pirata se dio la vuelta y empezó a andar de nuevo hacia el barco. Levantó la mano y de nuevo se nos echaron encima una docena de hombres. Pero vi como Don Joan sacaba un botecito de la casaca y se lo bebía de un trago. No se movía ante aquella estampida que venía hacia nosotros. Pensé que sería una estrategia, pero no...no se movia. Le di un par de gritos y corrí a ayudarle, pero no iba a llegar a tiempo. Justo cuando iba a ser alcanzado por aquella marabunda enfurecida despareció delante de nuestros ojos y todos los piratas se quedaron impactados. Uno tras de otro fueron cayendo con algún miembro cortado o simplemente fulminados. Me di cuenta de que era mi maestro, que había adquirido de pronto una velocidad sobrehumana.

El lobo pirata no pudo hacer nada más que sorprenderse al ver a su tripulación caer victima de aquel hombre bala. Rápidamente sacó una espada y paró una estocada que iba dirigida al corazón. Aquella escena quedaría grabada en mi mente para siempre... el macuto que llevaba había desparecido, la manta que lo cubría volaba ahora por los aires y el contenido, un maravilloso estoque echo de plata, era portado por Don Joan. El pirata sonreía ante aquel hombre. Si no hubiera sido por los agudos reflejos de un hombre lobo aquel golpe lo hubiera matado. De un fuerte golpe lo alejó para ganar un poco de espacio. Pero ya era tarde.... nos dimos cuenta de que el sol se había ido rápidamente. La ciudad entera estaba ya en llamas y el calor abrasante nos rodeaba...pero aquella luna llena que había salido era nuestra marca de muerte.

Un aterrador gruñido me despertó de aquella dantesca visión para meterme en una pero. El pirata empezaba a crecer, le salía pelo y su hocico crecía para dar paso a unas terribles fauces. Había visto a muchas de aquellas bestias transformarse....pero esta en especial fue terrible. Todo lleno de llamas mortales, mi maestro con sus armas preparadas en pos de la venganza añorada y una bestia más grande que cualquier otra que hubiéramos intentado cazar.

-Por los pecados de luxuria, invidia, ira y coditia yo te condeno...viejo amigo- las últimas palabras de mi maestro antes de encarar a aquel ser me dejaron atónito. Pero no podía dejar de ver la pelea que mantenían aquellos dos. El tonico que debía de haber tomado mi maestro debía de haberle concedido una resistencia y velocidad impresionantes. Ya me había hablado alguna vez de que algunos cazadores usaban tónicos estimulantes para poder enfrentar a los seres demoníacos mas fuertes, pero nunca pensé que él era uno de aquellos "cazadores estimulados". Pero me di cuenta de la efectividad de aquellos tónicos...

La pelea no duró mucho. Don Joan había estocado en ciertos puntos importantes y el lobo ya se movía con más lentitud. Pero para mi sorpresa Don Joan, teniendo ya la partida ganada y con el estoque preparado no pudo dar el toque final. El licántropo reaccionó antes que él y con una extraordinaria fuerza le dio un zarpazo en la cabeza...haciendo saltar esta de los hombros de Don Joan. Aquella dantesca escena me hundió en una locura total....cogiendo el estoque fui directo a por aquella bestia, pero no era rival y acabé noqueado cerca del difunto cuerpo de mi maestro. Horas mas tarde y cerca del puerto me desperté y me encontré solo, con las armas de mi maestro y sus notas de tónicos y venenos. Pero una sed de venganza hacía aquel hombre me cegó por completo de locura....y mi odio hacia aquellos seres se volvió casi psicopático."

Aquel recuerdo era el que me había impulsado a buscar a todos los licántropos y acabar con el mal que traían estos sobre nuestras naciones. Pero había acabado en aquella horrible situación...pensé que mi sentencia estaba ya firmada.....ahora si que estaba realmente jodido, ¿cómo iba a salir de esta ahora?

por **Jade Green** Sáb Mayo 16, 2015 5:56 am

Esa noche se acostó en sus aposentos como siempre, estaba agotada tras un duro día de trabajo. Ya estaba con su camisón puesto y dispuesta a meterse entre sus sábanas cuando escuchó que la puerta principal se cerraba. Le parecía bastante extraño ya que su señor no le dijo nada de que fueran a tener visitas, se asomó por la ventana y vio como éste salía; se puso una mano en la barbilla pensando ya que él no era de salir a no ser que fuera necesario.-Esto es muy extraño….¿Hacia dónde irá?- Se preguntó, como si alguien le fuera a responder a dicha pregunta. Se mordió el labio inferior, no podía evitar ser curiosa aunque tendría que ir con bastante cautela ya que la noche era algo muy peligroso pero aun más para una mujer como ella. -Tal vez vaya a algún…burdel…Aunque él no es de ese tipo de personas…- Se sacudió la cabeza y se alejó de la ventana para cerrar las cortinas y empezar a vestirse.

La joven iba de un lado para otro de sus aposentos, lanzando hacia la cama el camisón que llevaba y anduvo desnuda por la misma. Tomó unas finas enaguas de algodón junto a un sostén.- Tengo que darme prisa o lo voy a perder…- Susurró mientras que seguía corriendo por el cuarto. Tomó un vestido azul marino de muselina, se lo colocó rápidamente, tomando unos botines altos y mientras estaba bajando las escaleras se los estaba colocando, más de una vez se iba a caer por éstas. Del Hall, había una fina capa de lana para cubrirse si hacía frío, salió del lugar cerrando con cuidado. Se puso aquella capa sobre los hombros y empezó a andar por el lugar rápidamente, las calles estaban en total silencio, solo se escuchaba a algún borracho cantar de una manera bastante mal, haciendo que la joven hiciera una mueca de molestia, era como si fuera un gato desafinando.-Dios…No sirven para el coro de la Iglesia…- Susurró mientras que de lejos veía a su señor, ella iba con cuidado ya que no quería molestar a su señor, que éste se enfadará porque ella fuera de curiosa. Iba ocultándose con cuidado por el lugar, el corazón de la joven latía con fuerza, se tenía que decir más de una vez que se calmará, que era mejor que el corazón se quedará en su sitio.

Lo perdió por unos momentos, si que era rápido este chico. Suspiró pero un ruido extraño hizo que se acercará hacia donde estaba siendo la pelea. Era un lugar muy solitario y bastante alejado de la mano de Dios; lo bueno es que no se había puesto a alguien inocente. Se acercó con cuidado, tenía que reconocer que estaba bastante nerviosa ya que no sabía lo que podría pasar, porque también podría ser una pelea callejera. Se escondió bien para no ser descubierta y saldría cuando todo pasara, cuando no escuchó nada salió de su escondite. Se arropó bien ya que tenía bastante frío, se acercó con cuidado y vio en el suelo el cuerpo de un joven.-Pero qué diablos….- Susurró, miró hacia los lados por si veía a alguien que la pudiera ayudar pero conociendo a la gente del lugar, lo dudaba mucho. Se acercó rápidamente y se agachó viendo a un joven inconsciente. -Oiga… ¿Caballero? ¿Qué le ha pasado? ¿Le han atracado? Oiga… ¿me escucha?- Le dijo mientras le daba unos golpecitos en la cara para despertarlo; apoyo su cabeza sobre el pecho de él, afortunadamente para ella aun estaba vivo, su corazón latía.-¿Hay alguien que nos puedan ayudar?-Grito pero no recibía ayuda alguna, no se escuchaba nada. Se pasó la mano por sus cabellos negros.-Ey no se muera…-Dijo preocupada.

Miro muy seriamente el cuerpo de él, echó la cabeza hacia atrás para abrirle la boca y empezó a hacerle el boca a boca. -Venga abra los ojos, despierte. Si lo hace le invito a desayunar.-Susurró cerca de los labios de él. Se incorporo, ahí iba a coger frío, tomo el brazo de él y lo paso por el hombro de ella, después el brazo de ella paso por la cintura de él para intentar levantarlo.-Espero que no te aproveches…En cuanto veamos a un soldado te dejo con él…-Lo levanto como pudo.]b]-Pesas demasiado….¿qué comes piedras?[/b]Susurro mientras que lo alejaba como podía del lugar, rumbo a alguna posada para que él descansara.

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