AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Le plaisir de sang |Privado
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Le plaisir de sang |Privado
Su cuerpo temblaba. La garganta ardía y toda ella se reprimía de los más agudos y mortíferos instintos, hasta llegar al lugar indicado, donde liberaría las ansias que llevaba soportando noches enteras. Dasha a través de los años había aprendido a soportar el fuego de su garganta. Ya no era aquella neófita que por las noches se lanzaba a rasgar con sus colmillos cualquier cuello femenino que se encontrase e incluso llevándose las vidas de las féminas en ocasiones. No, ahora conocía el secreto de la contención y por encima de todo, conocía de su propia mano cómo hacer que la sangre de sus víctimas resultara aún más suculento, más dulce para su exquisito paladar. Se decía que el vino es más bueno como más viejo este sea. En este caso, sin embargo, no se trata de cuan vieja o joven sea la sangre a pesar de que las malas lenguas prefieren la sangre de los infantes que dicen ser la más exquisita de todas cuantas haya, si no de que como más días pudieran pasar de entre los días de tomar el carmesí elixir de los mortales, más delicioso resultaría para los inmortales que se alimentan de ella. Y sin duda alguna, para Dasha, el resultado final hace merecer la pena todo aquel sacrificio puesto en la espera. ¿Qué significaba para ella una espera de unas pocas noches o incluso, de una semana? Apenas representaba una brevedad para ella que tenía toda la eternidad para seguir saciándose, al contrario que los mortales, para los que una semana o unos días a veces, podían representar la muerte o la vida de sus efímeras vidas.
La noche a sus pasos se había encontrado calmada y tranquila mientras se dirigía a los burdeles de la ciudad. Los vientos que hacían crujir las ramas de los árboles y los tejados de las casas inferiores hacia dos noches se habían alejado, sumiendo París en una extraña calma que en muchas ocasiones quería decir que en el horizonte algo peor se acercaba. Aunque para Dasha lo peor de las noches eran los seres que como ella buscaban saciar sus necesidades de sangre y muerte. No habría jamás tormenta que podría compararse con la ferocidad, el magnetismo y los asesinatos que su gente hacía. Los malditos seres de las noches u oscuros, como los llamaban los cazadores y ella aún reía de eso. Los vampiros como ella vivían bajo el amparo de la oscura noche; eran sus hijos, su legado. Los malditos debían ser aquellos que como inquisidores y cazadores decían ser de la noche y la noche su aliada, cuando era todo lo contrario. La noche solo era el yugo para la mayoría de los mortales, el fin o la decadencia. Y para decadencia los suburbios de París y los burdeles. Allí donde ella misma se dirigía para aplacar la sed en las más bellas y jóvenes del lugar. Rubias, de pálida piel y ojos celestes como aquel mar que ya no podía contemplar. Ellas eran sus favoritas, las elegidas todas las noches que salía de caza. Debían de ser todo lo contrario a ella y Mirna y Miselle eran perfectas. No hacía mucho que las había encontrado y en más de una ocasión las llevó incluso a conocer su mansión, donde sin molestias pudo saciarse lo suficiente para no arrebatarles su humanidad. Obviamente ellas no recordaban más que pasarlo bien y unas caricias que jamás llegaron a consumarse y a Dasha aquello le parecía bien. Confundir sus mentes había sido como quitarle un juguete a un niño pequeño, fácil en demasía, y esta noche regresó a por ellas.
—Por favor podríais traerme a Mirna y Miselle. —Mandó solo entrar al tiempo que entregaba su abrigo al joven de la puerta que asentía autómata tras sus palabras. —Solo requiero del servicio de ellas y de nadie más. Y también desearía una mesa privada donde poder pedir una botella de vino lejos del resto de los… — “Humanos” pensó por unos segundos. El burdel estaba lleno, y por donde quiera que los ojos gélidos de la vampiresa fueran, solo había humanos borrachos llenando el lugar con sus nauseabundos perfumes. Contrastando con los perfumes de esencia de las prostitutas. — Clientes. —Añadió con una fina sonrisa de sus labios.
El joven pidió que la siguiera y resaltando su figura a través del rojo vestido que portaba le siguió, encontrándose aturdida unas milésimas de segundo cuando antes de ver a sus dos chicas, un olor se entrecruzó echando a perder por unos segundos la calma de su rostro. Por suerte, logró recuperar ese control, pero una vena en ella le hizo estar atenta mientras se sentaba entre sus dos escogidas para la noche. Y ni las caricias de ella, ni las risas de ambas jóvenes en sus oídos la hicieron volver a la realidad en donde sus sentidos seguían en búsqueda de aquel aroma. Solo cuando una de ellas mordió el lóbulo de su oreja se obligó a sonreir y prestarles atención volviéndose hacia ellas, y depositando un beso en el fino y descubierto cuello de una de las féminas, pensó... cuan profundo ella podría morderle y con qué rapidez, dejarla seca por aquella vil interrupción.
La noche a sus pasos se había encontrado calmada y tranquila mientras se dirigía a los burdeles de la ciudad. Los vientos que hacían crujir las ramas de los árboles y los tejados de las casas inferiores hacia dos noches se habían alejado, sumiendo París en una extraña calma que en muchas ocasiones quería decir que en el horizonte algo peor se acercaba. Aunque para Dasha lo peor de las noches eran los seres que como ella buscaban saciar sus necesidades de sangre y muerte. No habría jamás tormenta que podría compararse con la ferocidad, el magnetismo y los asesinatos que su gente hacía. Los malditos seres de las noches u oscuros, como los llamaban los cazadores y ella aún reía de eso. Los vampiros como ella vivían bajo el amparo de la oscura noche; eran sus hijos, su legado. Los malditos debían ser aquellos que como inquisidores y cazadores decían ser de la noche y la noche su aliada, cuando era todo lo contrario. La noche solo era el yugo para la mayoría de los mortales, el fin o la decadencia. Y para decadencia los suburbios de París y los burdeles. Allí donde ella misma se dirigía para aplacar la sed en las más bellas y jóvenes del lugar. Rubias, de pálida piel y ojos celestes como aquel mar que ya no podía contemplar. Ellas eran sus favoritas, las elegidas todas las noches que salía de caza. Debían de ser todo lo contrario a ella y Mirna y Miselle eran perfectas. No hacía mucho que las había encontrado y en más de una ocasión las llevó incluso a conocer su mansión, donde sin molestias pudo saciarse lo suficiente para no arrebatarles su humanidad. Obviamente ellas no recordaban más que pasarlo bien y unas caricias que jamás llegaron a consumarse y a Dasha aquello le parecía bien. Confundir sus mentes había sido como quitarle un juguete a un niño pequeño, fácil en demasía, y esta noche regresó a por ellas.
—Por favor podríais traerme a Mirna y Miselle. —Mandó solo entrar al tiempo que entregaba su abrigo al joven de la puerta que asentía autómata tras sus palabras. —Solo requiero del servicio de ellas y de nadie más. Y también desearía una mesa privada donde poder pedir una botella de vino lejos del resto de los… — “Humanos” pensó por unos segundos. El burdel estaba lleno, y por donde quiera que los ojos gélidos de la vampiresa fueran, solo había humanos borrachos llenando el lugar con sus nauseabundos perfumes. Contrastando con los perfumes de esencia de las prostitutas. — Clientes. —Añadió con una fina sonrisa de sus labios.
El joven pidió que la siguiera y resaltando su figura a través del rojo vestido que portaba le siguió, encontrándose aturdida unas milésimas de segundo cuando antes de ver a sus dos chicas, un olor se entrecruzó echando a perder por unos segundos la calma de su rostro. Por suerte, logró recuperar ese control, pero una vena en ella le hizo estar atenta mientras se sentaba entre sus dos escogidas para la noche. Y ni las caricias de ella, ni las risas de ambas jóvenes en sus oídos la hicieron volver a la realidad en donde sus sentidos seguían en búsqueda de aquel aroma. Solo cuando una de ellas mordió el lóbulo de su oreja se obligó a sonreir y prestarles atención volviéndose hacia ellas, y depositando un beso en el fino y descubierto cuello de una de las féminas, pensó... cuan profundo ella podría morderle y con qué rapidez, dejarla seca por aquella vil interrupción.
Dasha Smirnova- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/05/2015
Re: Le plaisir de sang |Privado
¡Ten cuidado! –Agarro a un hombre borracho por la camisa y le separo de una de las chicas del burdel. –No son mercancías y si quieres sus servicios al menos que se te levante-Su altura y su figura eran imponentes por lo que aquel hombre solo pudo parlotear una disculpa. –A mí no me pidas perdón, pídeselo a ella.-Obliga al hombre a ponerse de rodillas frente a la mujer que veía el espectáculo agradecida- Vamos… Susane está esperando-aprieta su cuello sabiendo que estaba provocando dolor-Venga yo te ayudo… Lo sien…-el hombre termino la frase y con eso llego su liberación-Ahora lárgate y vuelve cuando estés al menos limpio-Le empujó hacia la puerta viendo como salía del local.-Gracias Tau…-Se giró hacia la voz femenina y sintió labios ajenos rozar los suyos.-Siempre es un placer- se alejó de aquella mujer que le siguió con la mirada hasta que un nuevo cliente llamo su atención.
Era fin de semana y por eso se notaba aún más la cantidad de gente que había pululando por aquel local ya de por si frecuentado. -¡TAU! Mesa aparte y reservado, botella de vino y avisa a Mirna y Miselle-Levanto la mano desde la barra dando el OK a aquella orden y después de servir un par de cervezas se dirigió donde ambas muchachas pidiéndolas que fueran a la localización que antes le habían dicho.-Ahora os llevo yo el vino… portaros bien chicas-Riendo se alejó y fue a buscar la botella de vino requerida-Mierda…-Frunció la nariz al darse cuenta que la botella especificada no estaba en su lugar por lo que salto la barra y se dirigió al almacén pasando rápidamente por la misma mesa donde debía dejar el vino, solo pudo fijarse en un vestido rojo y una mujer morena ya acompañada por ambas cortesanas.
-Donde te metes…-murmuro para el mismo antes de fijarse en la botella elegida teniendo que limpiarla con un trapo colgado en su hombro.-Perfecto…-De pasada agarro 3 copas bien anchas dado que el reservado más aquella botella de vino dejaría un pico de francos… y eso era lo suficiente para ofrecer lo mejor que podían tener.
Sin dudar un instante se dirigió hacia la zona reservada y corrió lentamente la cortina dando tiempo a los que había dentro a que se dieran cuenta que alguien podía verles si estaban en situaciones… comprometidas.-Perdón por la tardanza y por interrumpir-Su voz masculina sobresalió entre las femeninas.-La botella estaba jugando al escondite-Quitó el corcho de la botella aun sin levantar la mirada hacia el cliente-Huele maravilloso…-Sirvió solo en la copa del medio que sería la del cliente ya que debía decidir si compartirlo con las cortesanas y levanto la vista para sonreír al cliente pero aquello no lo esperaba, su cuerpo se quedó estático observando aquella figura femenina… era hermosa tanto que asustaba, sus ojos estaban centrados en el también con una mirada entre desconcierto y terror y no sabía porque, el solo podía fijarse en el color de su piel, en lo suave que parecía su pelo negro… en aquellos ojos azules que parecían más oscuros por momentos… sus labios, esos labios que Tau irremediablemente quiso morder, era una debilidad del humano que para contenerse mordió los suyos propios. –Nunca había agradecido tanto como ahora el ser camarero-Se incorporó y ladeo la cabeza mirando aún más intensamente aquella figura que destacaba entre todas.-Mi nombre es Tau… seré tu nuevo dolor de cabeza-Estiro su mano hacia ella sonriendo y clavando sus ojos verdes en ella. -¿Cuál es su nombre? Si me lo dice… me iré y no la molestare hasta dentro de un rato…-Aquello iba totalmente en serio, Tau no había tenido tal fijación por nadie en tan poco tiempo… pero aquella mujer tenía algo que no podía obviar.
Era fin de semana y por eso se notaba aún más la cantidad de gente que había pululando por aquel local ya de por si frecuentado. -¡TAU! Mesa aparte y reservado, botella de vino y avisa a Mirna y Miselle-Levanto la mano desde la barra dando el OK a aquella orden y después de servir un par de cervezas se dirigió donde ambas muchachas pidiéndolas que fueran a la localización que antes le habían dicho.-Ahora os llevo yo el vino… portaros bien chicas-Riendo se alejó y fue a buscar la botella de vino requerida-Mierda…-Frunció la nariz al darse cuenta que la botella especificada no estaba en su lugar por lo que salto la barra y se dirigió al almacén pasando rápidamente por la misma mesa donde debía dejar el vino, solo pudo fijarse en un vestido rojo y una mujer morena ya acompañada por ambas cortesanas.
-Donde te metes…-murmuro para el mismo antes de fijarse en la botella elegida teniendo que limpiarla con un trapo colgado en su hombro.-Perfecto…-De pasada agarro 3 copas bien anchas dado que el reservado más aquella botella de vino dejaría un pico de francos… y eso era lo suficiente para ofrecer lo mejor que podían tener.
Sin dudar un instante se dirigió hacia la zona reservada y corrió lentamente la cortina dando tiempo a los que había dentro a que se dieran cuenta que alguien podía verles si estaban en situaciones… comprometidas.-Perdón por la tardanza y por interrumpir-Su voz masculina sobresalió entre las femeninas.-La botella estaba jugando al escondite-Quitó el corcho de la botella aun sin levantar la mirada hacia el cliente-Huele maravilloso…-Sirvió solo en la copa del medio que sería la del cliente ya que debía decidir si compartirlo con las cortesanas y levanto la vista para sonreír al cliente pero aquello no lo esperaba, su cuerpo se quedó estático observando aquella figura femenina… era hermosa tanto que asustaba, sus ojos estaban centrados en el también con una mirada entre desconcierto y terror y no sabía porque, el solo podía fijarse en el color de su piel, en lo suave que parecía su pelo negro… en aquellos ojos azules que parecían más oscuros por momentos… sus labios, esos labios que Tau irremediablemente quiso morder, era una debilidad del humano que para contenerse mordió los suyos propios. –Nunca había agradecido tanto como ahora el ser camarero-Se incorporó y ladeo la cabeza mirando aún más intensamente aquella figura que destacaba entre todas.-Mi nombre es Tau… seré tu nuevo dolor de cabeza-Estiro su mano hacia ella sonriendo y clavando sus ojos verdes en ella. -¿Cuál es su nombre? Si me lo dice… me iré y no la molestare hasta dentro de un rato…-Aquello iba totalmente en serio, Tau no había tenido tal fijación por nadie en tan poco tiempo… pero aquella mujer tenía algo que no podía obviar.
Tau Sayed- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/04/2015
Localización : De momento... París
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Re: Le plaisir de sang |Privado
Jamás en sus años de inmortalidad y eternidad había actuado de tal magnitud. Parecía que aquel aroma lo llenase todo. Y un sentimiento salvaje recorría cada una de las pupilas gustativas de la joven vampiresa que esperaba ansiosa por descubrir su portadora. Iba a tenerla fuera quien fuese aquella noche. Nada le gustaba más que adueñarse de lo que aún no le pertenecía y hacerlo suyo. Desde años atrás había conquistado duques y condes, los había atraído como la miel atrae a las abejas y los había usado uno y cada uno de ellos para sus fines. La riqueza, el poder y el placer. No obstante, ahora todo ello quedaba olvidado ante el perfume esquivo de su próxima presa y ni los besos, ni caricias de las dos féminas a su lado lograrían sonsacarla de su estado de alerta, de rastreo. No, hasta que encontrara su ansiado vino para la noche. Aun así dejó que lo intentaran, que jugaran con ella. No iba a dejar escapar lo que ya era suyo, por un aroma furtivo que se escondía de ella.
La caricia pecaminosa de una de la jóvenes féminas recorriendo con su mano el muslo de la inmortal, le hizo sonsacar una sonrisa y esperando aquella botella que no llegaba, dejó el cuello de Myrna para regresar su atención a la otra joven que parecía impaciente por atraer y tener toda su atención. —Tranquila ma chérie, tenemos toda la noche. —Le susurró contra sus labios antes de tomarlos en un beso intenso. El aroma femenino no fue capaz de disimular aquel otro aroma por el que la vampiresa se encontraba fascinada, sin embargo, saboreando en su paladar el perfume y la piel femenina sonrío contra su boca cuando el primer gemido rasgó las cuerdas vocales de la cortesana y la deleitó en aquel murmuro de su voz. Su mano diestra acarició el costado de la joven, jugueteó con los dedos al llegar a su busto y acariciándole por encima el escote no tardaron en notarse —entre la tela que las cubría—, erguirse las cimas doradas de la joven.
—Mi señora por favor… pasemos del vino, os tenemos reservada una habitación. —Dijo Myrna elevando la voz por encima de los gemidos ahogados de la cortesana que se encontraba en las manos de Dasha. — ¿No nos echasteis de menos, nuestra señora?
La pregunta hizo que Dasha terminara la tortura de Miselle y depositando un beso en la comisura de los labios carnosos de esta, se volvió a su sitio. Estaba claro que las dos jóvenes sabían del favoritismo que les tenia, pero aquel comportamiento de la joven no le agradó y a punto hubiera estado de darle una lección o echarla de su lado cuando un joven descorrió las cortinas y entró en aquel rincón de lujuria y juegos que ahora eran su campo de guerra. El aroma que por unos instantes saboreando la piel femenina bajo sus labios había olvidado, regresó con más fuerza y desesperada por encontrar el portador de aquel manjar hincó con fuerza su mirada en la del joven camarero del burdel. El aroma provenía de él. Era su corazón quien cantaba para sus oídos y para su garganta, reconoció Dasha cambiando aquella desesperación por la curiosidad y el miedo. Llevaba toda su vida huyendo de los hombres. Ignorándolos haciendo como si no existieran y por primera vez la pared que había construido ante ellos, se resquebrajaba por un joven.
«Si… Huele maravilloso.»Pensó la joven sin poder contenerse mientras su mirada vigilaba cada uno de sus pasos, bebiendo de su esencia y de aquella seguridad que parecía tener. Su voz diferente a todas cuanto había oído despertó en ella un estremecimiento que nunca antes nadie había logrado en ella y cuando sus ojos coincidieron finalmente con los propios, saltaron llamas entre ellos. La calidez, la curiosidad, el deseo chocaron contra la mirada gélida y profunda de la vampiresa y fue como un choque de titanes. El ratón parecía querer jugar con el gato más fiero del lugar y Dasha pasados esos segundos de desconcierto, sonrío con aquella sonrisa perfecta suya tan característica. El joven era osado y valiente para jugar de aquel modo con ella y hoy que su aroma llenaba todo su reinado, decidió dejarse ir. Quizás a fin de cuentas esa noche saldría más que bien servida de aquel lugar.
— ¿Y por qué debería decíroslo si así como habéis dicho, nos privareis de vuestra compañía? —Preguntó mirándole de frente sin titubear. Sus azules ojos se fundieron con los verdes ajenos y sonrío descarada mientras tomaba con delicadeza la copa de vino y se la acercaba a ella. —Me agrada que me miren y jamás me negaría a ello. ¿Por qué debería? No es delito contemplar lo bello, ni lo exótico… tampoco aquello que pueda resultarnos deseable. —En sus ojos relució el brillo divertido de su rostro y sin dejar de mirar al joven se llevó la copa a los labios, remojándoselos finalmente tras un breve sorbo de su copa y tastar el caro vino que le había servido. No era de los mejores que en su vida hubiera pasado por su paladar, pero viniendo de un burdel, aquel vino era el mejor y el más selecto sin duda alguna, aunque aquel vino no hiciera justicia a su portador. —Ahora decidme… ¿es este el mejor vino que tenéis? ¿No tendréis escondido uno mejor en la bodega? Porque si el problema es un precio, no sería un problema suficiente, no para mí. Y este, aunque bueno y rico… no llega a mis exigencias. Soy de un paladar más picante, más fresco y dulce. Algo parecido a usted, pero sin tanta ropa que nos entorpezca. — Añadió jugueteando con su lengua acariciándose los colmillos que en el interior de su boca crecían hambrientos. Con aquella sonrisa y sin despegar jamás su mirada de la masculina tendió la copa a una de las jóvenes para que lo tomara y lentamente se levantó. Su vestido adornó su cuerpo y dejando entrever las curvas de su cuerpo con aquellas telas de satén, volteó la mesa que lo separaba de él y su tentadora cercanía, encontrándoselo de frente. Avanzó un poco más y quedando a un efímero paso de tenerse piel con piel, sonrío y le tendió la mano.
—Soy una Smirnova, Dasha Smirnova. Vuestra peor pesadilla; si me dejáis.
*ma chérie = Querida mía.
La caricia pecaminosa de una de la jóvenes féminas recorriendo con su mano el muslo de la inmortal, le hizo sonsacar una sonrisa y esperando aquella botella que no llegaba, dejó el cuello de Myrna para regresar su atención a la otra joven que parecía impaciente por atraer y tener toda su atención. —Tranquila ma chérie, tenemos toda la noche. —Le susurró contra sus labios antes de tomarlos en un beso intenso. El aroma femenino no fue capaz de disimular aquel otro aroma por el que la vampiresa se encontraba fascinada, sin embargo, saboreando en su paladar el perfume y la piel femenina sonrío contra su boca cuando el primer gemido rasgó las cuerdas vocales de la cortesana y la deleitó en aquel murmuro de su voz. Su mano diestra acarició el costado de la joven, jugueteó con los dedos al llegar a su busto y acariciándole por encima el escote no tardaron en notarse —entre la tela que las cubría—, erguirse las cimas doradas de la joven.
—Mi señora por favor… pasemos del vino, os tenemos reservada una habitación. —Dijo Myrna elevando la voz por encima de los gemidos ahogados de la cortesana que se encontraba en las manos de Dasha. — ¿No nos echasteis de menos, nuestra señora?
La pregunta hizo que Dasha terminara la tortura de Miselle y depositando un beso en la comisura de los labios carnosos de esta, se volvió a su sitio. Estaba claro que las dos jóvenes sabían del favoritismo que les tenia, pero aquel comportamiento de la joven no le agradó y a punto hubiera estado de darle una lección o echarla de su lado cuando un joven descorrió las cortinas y entró en aquel rincón de lujuria y juegos que ahora eran su campo de guerra. El aroma que por unos instantes saboreando la piel femenina bajo sus labios había olvidado, regresó con más fuerza y desesperada por encontrar el portador de aquel manjar hincó con fuerza su mirada en la del joven camarero del burdel. El aroma provenía de él. Era su corazón quien cantaba para sus oídos y para su garganta, reconoció Dasha cambiando aquella desesperación por la curiosidad y el miedo. Llevaba toda su vida huyendo de los hombres. Ignorándolos haciendo como si no existieran y por primera vez la pared que había construido ante ellos, se resquebrajaba por un joven.
«Si… Huele maravilloso.»Pensó la joven sin poder contenerse mientras su mirada vigilaba cada uno de sus pasos, bebiendo de su esencia y de aquella seguridad que parecía tener. Su voz diferente a todas cuanto había oído despertó en ella un estremecimiento que nunca antes nadie había logrado en ella y cuando sus ojos coincidieron finalmente con los propios, saltaron llamas entre ellos. La calidez, la curiosidad, el deseo chocaron contra la mirada gélida y profunda de la vampiresa y fue como un choque de titanes. El ratón parecía querer jugar con el gato más fiero del lugar y Dasha pasados esos segundos de desconcierto, sonrío con aquella sonrisa perfecta suya tan característica. El joven era osado y valiente para jugar de aquel modo con ella y hoy que su aroma llenaba todo su reinado, decidió dejarse ir. Quizás a fin de cuentas esa noche saldría más que bien servida de aquel lugar.
— ¿Y por qué debería decíroslo si así como habéis dicho, nos privareis de vuestra compañía? —Preguntó mirándole de frente sin titubear. Sus azules ojos se fundieron con los verdes ajenos y sonrío descarada mientras tomaba con delicadeza la copa de vino y se la acercaba a ella. —Me agrada que me miren y jamás me negaría a ello. ¿Por qué debería? No es delito contemplar lo bello, ni lo exótico… tampoco aquello que pueda resultarnos deseable. —En sus ojos relució el brillo divertido de su rostro y sin dejar de mirar al joven se llevó la copa a los labios, remojándoselos finalmente tras un breve sorbo de su copa y tastar el caro vino que le había servido. No era de los mejores que en su vida hubiera pasado por su paladar, pero viniendo de un burdel, aquel vino era el mejor y el más selecto sin duda alguna, aunque aquel vino no hiciera justicia a su portador. —Ahora decidme… ¿es este el mejor vino que tenéis? ¿No tendréis escondido uno mejor en la bodega? Porque si el problema es un precio, no sería un problema suficiente, no para mí. Y este, aunque bueno y rico… no llega a mis exigencias. Soy de un paladar más picante, más fresco y dulce. Algo parecido a usted, pero sin tanta ropa que nos entorpezca. — Añadió jugueteando con su lengua acariciándose los colmillos que en el interior de su boca crecían hambrientos. Con aquella sonrisa y sin despegar jamás su mirada de la masculina tendió la copa a una de las jóvenes para que lo tomara y lentamente se levantó. Su vestido adornó su cuerpo y dejando entrever las curvas de su cuerpo con aquellas telas de satén, volteó la mesa que lo separaba de él y su tentadora cercanía, encontrándoselo de frente. Avanzó un poco más y quedando a un efímero paso de tenerse piel con piel, sonrío y le tendió la mano.
—Soy una Smirnova, Dasha Smirnova. Vuestra peor pesadilla; si me dejáis.
*ma chérie = Querida mía.
Dasha Smirnova- Vampiro Clase Alta
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Re: Le plaisir de sang |Privado
Estaría más loco aun de lo que estoy si no la dejase serlo… Dasha- Miró de reojo como las otras mujeres antes tan absortas con la presencia de Dasha le clavaban puñales con los ojos y no pudo evitar girar la cara y dirigirse a ellas.-Señoritas… antes os caía en gracia, ¿Qué ha cambiado?-Sabia que para ellas el dinero era muy importante por lo que tenía que arreglarlo de alguna manera y su encanto en este caso esperaba que diera sus frutos.
Señorita…-Chasquea la lengua intentando recordar su apellido que por supuesto se acordaba pero no la daría ese placer… de momento.- ¿Smir…jova? Yo no entro dentro del paquete de servicios de este lugar… soy un simple camarero que por suerte ha chocado inesperadamente contra usted, la cual… parece que ha perdido su interés en esas hermosas mujeres… aunque el tiempo se cobra.-Agarro la mano de ella que tenía agarrada la copa, notando su frialdad por primera vez mientras la retiraba la copa y se terminaba el vino de un trago-Páguelas y vayamos usted y yo a un lugar donde le daré a probar algo mucho más… apetecible que este vino.
Dejó la copa en la mesa y espero de brazos cruzados mientras sin ningún tipo de reparo la observaba- ¿Hago lo que le gusta no? Observar lo que me interesa aunque ha dejado bien claro como preferiría que me encontrase.-Notó como las dos cortesanas se levantaban y cada una se puso a un lado del cuerpo de ambos -Mmmmm…- se acerca al cuerpo de Dasha la cual ya de por sí tenía cerca rozando su torso contra sus pechos recogidos en aquel corsé que dejaba que la imaginación volase… tanto que su lengua sin poder evitarlo recorrió su propio labio inferior centrando su vista por unos segundos en aquellos montes.-Creo… que estas señoritas quieren acabar la noche contigo.-Por fin mira sus ojos con una sonrisa ladina acompañando sus labios.-Usted decide señorita…
¿Qué le pasaba? Estaba intentando demostrar que controlaba la situación, y en parte estaba muy seguro pero su corazón estaban cabalgando en su pecho… aquella mujer era hermosa por supuesto pero había algo más… lo sabía, aquella sensación que no reconocía le estaba poniendo tenso… necesitaba averiguar porque no veía a nadie más salvo a ella, porque quería que se fuera de su mano y no con aquellas mujeres… quería saber porque había aparecido justo en ese momento de su vida… París cada día le sorprendía mas, y tenia la sensación... que su vida iba a cambiar como nunca hubiera imaginado.
Señorita…-Chasquea la lengua intentando recordar su apellido que por supuesto se acordaba pero no la daría ese placer… de momento.- ¿Smir…jova? Yo no entro dentro del paquete de servicios de este lugar… soy un simple camarero que por suerte ha chocado inesperadamente contra usted, la cual… parece que ha perdido su interés en esas hermosas mujeres… aunque el tiempo se cobra.-Agarro la mano de ella que tenía agarrada la copa, notando su frialdad por primera vez mientras la retiraba la copa y se terminaba el vino de un trago-Páguelas y vayamos usted y yo a un lugar donde le daré a probar algo mucho más… apetecible que este vino.
Dejó la copa en la mesa y espero de brazos cruzados mientras sin ningún tipo de reparo la observaba- ¿Hago lo que le gusta no? Observar lo que me interesa aunque ha dejado bien claro como preferiría que me encontrase.-Notó como las dos cortesanas se levantaban y cada una se puso a un lado del cuerpo de ambos -Mmmmm…- se acerca al cuerpo de Dasha la cual ya de por sí tenía cerca rozando su torso contra sus pechos recogidos en aquel corsé que dejaba que la imaginación volase… tanto que su lengua sin poder evitarlo recorrió su propio labio inferior centrando su vista por unos segundos en aquellos montes.-Creo… que estas señoritas quieren acabar la noche contigo.-Por fin mira sus ojos con una sonrisa ladina acompañando sus labios.-Usted decide señorita…
¿Qué le pasaba? Estaba intentando demostrar que controlaba la situación, y en parte estaba muy seguro pero su corazón estaban cabalgando en su pecho… aquella mujer era hermosa por supuesto pero había algo más… lo sabía, aquella sensación que no reconocía le estaba poniendo tenso… necesitaba averiguar porque no veía a nadie más salvo a ella, porque quería que se fuera de su mano y no con aquellas mujeres… quería saber porque había aparecido justo en ese momento de su vida… París cada día le sorprendía mas, y tenia la sensación... que su vida iba a cambiar como nunca hubiera imaginado.
Tau Sayed- Humano Clase Media
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Localización : De momento... París
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Re: Le plaisir de sang |Privado
Dasha respiró llevándose su fresco perfume masculino, y saboreando su esencia picante, sonrío cuando a su espalda las jóvenes cortesanas parecieron tomar la iniciativa. Una mano femenina recorrió la curva de su espalda mientras la otra se colocaba a su lado izquierdo en una súplica silenciosa. ¿Se pensarían acaso que iba a dejarlas sin los pagos por sus atenciones, aunque efímeras? En lo absoluto dejaría que aquello ocurriera y cuando el joven frente a ello se le recordó ladeó el rostro con curiosidad. A cualquier otro hombre le habría arrancado aquel cuello de su cabeza solo por insinuarle que el vestido que llevaba en la noche no era el adecuado o sencillamente, quizás demasiado corto. Por lo qué aquel joven se atreviese a decirle lo que debía hacer a otro le hubiese costado esas palabras unas muy pesadas e incluso las últimas de su corta existencia, pero él tenía algo... Sus sentidos se centraban en el maldito aroma que convertía en ramalazos de lava su garganta, pero lejos de aquel perfume intoxicante y atrayente, tan lleno de vida sabía que se escondía más. No podía únicamente comportarse de aquel modo con un hombre por su aroma, aunque tuviera muchas ganas de probarle, de beber de él, toda aquella situación era nueva y lo disfrutaba. Por primera vez en mucho tiempo se sentía viva y todo gracias a aquel joven que venía ante ella como agua de mayo, como lluvia tras una larga sequía.
—No hace falta que me recordeís mis deberes para con las señoritas. Yo jamás las he defraudado, ni he pagado menos por ellas de lo que puedan merecer. —Contestó enfrentando divertida aquella mirada masculina que solo la hacía desear acercarse más y jugar. Observó con detenimiento como el vino terminaba en su boca y con atención se fijó aún sin quererlo en el movimiento de tragar. Era en ese momento que el pulso era más notable bajo la piel fina del cuello y cuando más fresca se encontraba la sangre. La sangre y el vino siempre habían permanecido en la alta lista de la vampiresa a la hora de disfrutar de aquella eterna existencia.—Espero que no seáis un embaucador, no me alegraría de tener que recordarle su promesa y sus tan tentadoras palabras… ¿O quizás si pudiese ser divertido el recordároslo, no creéis?
Sus ojos no dejaban de ver los ajenos. Le estaba midiendo, retando, jugando... todo a la vez, hasta que el cuerpo masculino la rodeó sonsacando una sonrisa juguetona en los labios de la inmortal que se creía la vencedora. Sus ojos subieron del cuello a la mirada verde ajena con suma lentitud, disfrutando de las vistas y sin separarse de aquel contacto que quemaba la piel de su cuerpo señaló con una mano la mesilla en donde había depositada una pequeña bolsa con lo que iban a ser y serían los honorarios de las cortesanas por aquella noche.
—Tomar la bolsa y esta noche descansad, mañana os vendrán a buscar en la noche y no desearía tener que devolveros solo llegar la fiesta. —Ordenó con voz fría a las cortesanas que se apresuraron a alejarse de ella y descubrir el dinero y las joyas que se escondían en la pequeña bolsa. Los ojos de las jóvenes lo dijeron todo y a pesar de que en ningún momento las miró, supo por la expresión masculina que el precio que había pagado aquella noche ya no era un misterio ante los presentes y satisfecha sonrío, acariciando con uno de sus dedos la camisa, resiguiendo los músculos que podía adivinar bajo aquellas telas. —Espero que el lugar al que me queráis llevar valga tanto o más que lo que he ofrecido esta noche por la compañía de dos señoritas a mi lado, y a mi cargo. Así que adelantaros y contadme de vuestros planes, o bien quedémonos y subamos… No únicamente tenía reservada una botella y dos compañías femeninas, así que escoged rápido, o deberé de nuevo volver a escoger y quien sabe que escogería esta vez.
Y tras esas palabras fue que Tau tiró de ella y por primera vez —nuevamente en aquella noche— se dejó llevar por el joven que a pesar de desearlo muerto o bajo su boca, parecía más vivo que nunca, y con él; sorprendentemente ella también.
—No hace falta que me recordeís mis deberes para con las señoritas. Yo jamás las he defraudado, ni he pagado menos por ellas de lo que puedan merecer. —Contestó enfrentando divertida aquella mirada masculina que solo la hacía desear acercarse más y jugar. Observó con detenimiento como el vino terminaba en su boca y con atención se fijó aún sin quererlo en el movimiento de tragar. Era en ese momento que el pulso era más notable bajo la piel fina del cuello y cuando más fresca se encontraba la sangre. La sangre y el vino siempre habían permanecido en la alta lista de la vampiresa a la hora de disfrutar de aquella eterna existencia.—Espero que no seáis un embaucador, no me alegraría de tener que recordarle su promesa y sus tan tentadoras palabras… ¿O quizás si pudiese ser divertido el recordároslo, no creéis?
Sus ojos no dejaban de ver los ajenos. Le estaba midiendo, retando, jugando... todo a la vez, hasta que el cuerpo masculino la rodeó sonsacando una sonrisa juguetona en los labios de la inmortal que se creía la vencedora. Sus ojos subieron del cuello a la mirada verde ajena con suma lentitud, disfrutando de las vistas y sin separarse de aquel contacto que quemaba la piel de su cuerpo señaló con una mano la mesilla en donde había depositada una pequeña bolsa con lo que iban a ser y serían los honorarios de las cortesanas por aquella noche.
—Tomar la bolsa y esta noche descansad, mañana os vendrán a buscar en la noche y no desearía tener que devolveros solo llegar la fiesta. —Ordenó con voz fría a las cortesanas que se apresuraron a alejarse de ella y descubrir el dinero y las joyas que se escondían en la pequeña bolsa. Los ojos de las jóvenes lo dijeron todo y a pesar de que en ningún momento las miró, supo por la expresión masculina que el precio que había pagado aquella noche ya no era un misterio ante los presentes y satisfecha sonrío, acariciando con uno de sus dedos la camisa, resiguiendo los músculos que podía adivinar bajo aquellas telas. —Espero que el lugar al que me queráis llevar valga tanto o más que lo que he ofrecido esta noche por la compañía de dos señoritas a mi lado, y a mi cargo. Así que adelantaros y contadme de vuestros planes, o bien quedémonos y subamos… No únicamente tenía reservada una botella y dos compañías femeninas, así que escoged rápido, o deberé de nuevo volver a escoger y quien sabe que escogería esta vez.
Y tras esas palabras fue que Tau tiró de ella y por primera vez —nuevamente en aquella noche— se dejó llevar por el joven que a pesar de desearlo muerto o bajo su boca, parecía más vivo que nunca, y con él; sorprendentemente ella también.
TERMINADO
Dasha Smirnova- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/05/2015
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