Unmistakable [Libre]

La tranquilidad que le daba aquel pequeño espacio ahora se había convertido en una especie de necesidad para él, recostado sobre aquel sofá, aún podía percibir el olor de violetas dulces muy tenue a pesar de haber traído flores de lavanda, no había podido evitarlo, quería relajarse y cualquier tipo de violetas le recordaba aquellas que había entregado ese último día que viese a aquella mujer que desaparecería de su vida sin darle tiempo de despedirse. Probablemente eso era lo que le había parecido difícil. Pues se torturaba pensando que tal vez pudo haber hecho algo más. Un clásico pensamiento pero nunca lo había sentido real. Ahora había llevado esas flores, para hacerle olvidar, y sin embargo, aún poseían aquel color morado que le gustaba tanto. Después de todo no es que quisiera borrar todo, solo quería estar en paz con todos aquellos pensamientos que no le dejaban ser.

Pero ya había avanzado en sus tareas, se había encargado que la Mansión de la Medianoche luciese habitable de nuevo, aunque nadie fuese a vivir ahí por ahora. A veces dormía allí, claro, necesitaba arreglar los jardines. ¿Qué clase de mayordomo no podría dejar ese jardín en buen estado? Él había estado orgulloso antes de que todo se hubiese marchitado. Ahora se entretenía con eso y con la taberna. A estas horas algunos de sus parientes y subordinados se hacían cargo mientras él descansaba un rato en aquella trastienda oculta detrás de la barra. Estaba por caer dormido cuando escuchó un alboroto fuera. Ya había pasado de la medianoche y muchos ya tenían copas de más, por lo que no resultaba algo extremadamente raro, aún así suspiró pesadamente antes de levantarse.

Salió por la pequeña puerta para preguntarle al cantinero qué pasaba, pero al poder observar el local vio que había una pequeña riña. Eso le hizo arquear una ceja cuando el encargado de las bebidas le dijo que podían hacerse cargo solos. Claro que no es que él pudiese quedarse tranquilo hasta que aquello no estuviese, por lo que permaneció ahí -¿Hay algún problema? - su voz sonó clara y tranquila, aunque su obsesión estaba haciéndole un debate interno al ver el desastre que se estaba armando, si seguían así provocarían un destrozo. Se cruzó de brazos esperando ver si obtenía una respuesta.

Su compañero le vio con alguna expresión de no entenderlo. Por lo regular nadie se sentía impresionado con Junno, era alto pero su complexión delgada hacía que le vieran de un modo despectivo cuando se trataba de peleas. Si bien ellos sabían que no podían subestimarlo, a veces se preocupaban de que lo hicieran enojar más de la cuenta, aunque rara vez sucedía. Solo lo habían visto enloquecer con cierto licántropo que ahora no estaba más.

Estaba tranquila bebiendo un poco de ron en la barra de una taberna de la zona comercial de París. Por lo general aquí se acostumbra a beber vino, pero uno con el tiempo se cansa de lo mismo, y comienzas a buscas cosas nuevas... en mi caso, la sangre, bravo por ti Cullen.
Un pianista ambientaba el lugar, aun no entiendo como existen personas capaces de tocar esa cosa,  yo no se si soy muy torpe o esa cosa es demasiado difícil. Mire a mi alrededor girando sobre mi propia silla para observar a la gente del lugar, muchos de ellos ya estaban intentando ligar, me daban asco, no eran más que unos gordos aprovechadores y adinerados.

Fruncí el ceño y prendí un cigarrillo para calmarme un poco. Pero de repente un hombre llamo mi atención, solo por el echo de que se acerco a mi con confianza absoluta, recostando su brazo contra la barra y soltar palabrerio con un aliento a vino sofocante.
—Hola mi muñeca, ¿por qué mejor no me acompañas? esa ropa tan conservadora no favorece a tu figura, podría ayudarte con un vestido nuevo o con nada. Sonrio ladinamente. —Te puedo prestar nada en mi habitación.
Yo inmediatamente arqueé una ceja tratando de contener una enorme carcajada. —No soy tu muñeca. respondí en tono frío para quemarlo con el cigarrilo en la mano que yacía contra la barra. —''Mi muñeca'' pff ¿en qué año naciste? actualizate, pedófilo.

El hombre me miro con el ceño fruncido y lleno de rabia para luego abofetearme.—¡¡DESCARADA!! no eres más que una zorra que se disfraza como monja para luego coger como la mejor perra de París ¡¿no es así Per..?! pero puñetazo en su cara lo callo.
—Así no se le habla a una dama, caballero. dijo el hombre que lo golpeo recientemente para luego sonreírme. Yo lo mire de forma indiferente por el simple echo de que la pelea no terminaba aquí y no iba a caer en sus brazos gritando ''mi héroe''.
El hombre que había caído al suelo se levanto como de entre los muertos para seguir la riña. Este mismo rompió la botella de ron que yacía a mi lado para amenazar al intento de galán que tenia en frente.

El intento de galán tomo una silla para lanzarla al joven, este la esquivo logrando así que un marco de la pared se cayera al piso. Muchas mujeres decidieron evitar problemas, así que decidieron marcharse de la taberna, por supuesto muchos hombres desesperados las siguieron para darles reconfort. En cambio otros muchos se dedicaron a ver la pelea y hacer apuestas, incluyéndome.

Junno vio el desastre en el que se había convertido su propio establecimiento. Como en una taberna no era posible establecer reglas que mantuviesen el orden que él hubiese deseado, siempre había riñas y problemas. Suspiró porque no le gustaba la forma en la que ciertos hombres trataban a las mujeres que se aventuraban en aquellos sitios. Él creía que cada quien era libre y podía elegir comportarse como quisiera, no creía que alguien tuviese el derecho de ir e insultar a otros porque se le daba la gana.

Su compañero tras la barra le miró cuando decidió salir e interrumpir la trifulca, porque era de esperarse que buscaran aumentar los golpes si alguien se atrevía a interrumpir. Junno sin embargo estaba cansado y no quería lidiar con ello. Era ágil, muchísimo más que un par de borrachos con los que no tenía ningún problema en detener.  Si tan solo las palabras funcionaran, pero no era el momento de hablar. Se puso entre aquellas personas y esquivó un golpe que iba hacia él mientras alzaba la voz -Ruego por su amabilidad para detener esto... -Susurró tan solo evitando cualquier daño hacia su persona y quien estuviese cerca de él.

Y como lo supuso, intentarlo era como intentar hablar con un mueble. Gruñó y tras unos cuantos movimientos dejó inconsciente a quien se atreviese a intentar ponerle un dedo encima. Él no era paciente como para dejar que le golpearan y luego reaccionar. Después de todo era un asesino entrenado y su orgullo también era grande. Volteó a ver a los que observaban y dio un par de golpes con sus palmas, como aplausos, pero para llamar la atención de ellos para poder hablar -Siento las molestias, espero puedan continuar su velada tranquilamente -Fue lo que dijo y vio la botella rota, los destrozos y puso sus manos sobre sus caderas. Luego se volteó hacia la chica por la que había empezado aquel revuelo -Siento mucho si le han incomodado... Puedo invitarle un trago para recompensar nuestro descuido? -Era hora de ponerse tras la barra y entretenerse un rato.

Hizo una seña a un par de jóvenes que trabajaban ahí también para que levantaran el desastre en su lugar. Era un maniático y no era el momento de molestarse por limpiar tan enérgicamente cuando aún había clientes. Hizo una reverencia a la mujer y se dirigió a las bebidas, si le seguía o no, era decisión suya.

El escuálido japones logro dejarme boquiabierta por haber derribado a los enormes hombres como si fuesen unas simples e indefensas rosas de jardín, —¿Qué demonios?  pensé al ver esa escena. A decir verdad, no necesitaba protección, me he valido de mi misma por varios años, pero que más da, nunca me viene mal algo de caballerosidad, además, es divertido ver como los hombres juzgan por la apariencia, ¿qué no conocen el dicho? si luce como ángel, y habla como ángel, es el demonio disfrazado.

El me ofreció un trago, yo como respuesta sonreí de forma ladina. —Un trago siempre será bienvenido en mi garganta. dije en tono simpático, con mis típicas sonrisas. —Y sangre también. resonó en mi cabeza lamentablemente. —¿Puedo preguntarte algo? dije para cortar el silenio. —No es común que vea gente del oriente en Francia, a decir verdad, eres el primero que he visto, ¿qué haces por aquí? pregunte curiosa y con confianza, todo me da curiosidad, hasta un simple palillo. —Por cierto, me llamo Eclipse... dije ofreciendole la mano en modo de saludo. Detesto que me toquen, incluso las manos ,no se por que no utilizo guantes, quizá por que me los tendría que quitar a cada rato para fumar de una forma más cómoda, pero bueno, que venga la ansiedad de todas formas. —¿Y tu eres? si se puede saber...  agregué levantando las cejas.

OFF: perdon por tardar, estuve estudiando

Junno espero a que ella se coodara y le observó con una radiante sonrisa -¿Qué puedo ofrecerte? -Dijo antes de escuchar su pregunta. -Ciertamente no debe ser tan común... -Asintió -Trabajo... He venido aquí a servir como mayordomo -Fue la respuesta. No entró en detalles de momento. Cierto que lo que lo había traído eran sus labores pero distaban mucho de ser solo un sirviente, esa era solo la fachada que había sido elegida para él, aunque se lo tomaba muy en serio. Su trabajo principal era llevar a cabo las órdenes que venían de la cabeza de su clan. El resto de su familia estaba en su país natal, él había sido elegido para conocer a su benefactor, por decirlo de algún modo, y aunque cumplía con sus obligaciones, incluso él no estaba realmente informado de las tareas que le eran encomendadas.

Si alguna persona o algún ser eran vistos como una amenaza para su familia o para quien servía, era él quien debía hacerse cargo. Tenía a otros a su cargo, como los que trabajaban allí con él. Últimamente las cosas estaban tranquilas, ninguna labor que le hubiese llevado al campo de batalla, por eso estaba en la taberna, tratando de calmar su mente y volver a estar en las mejores condiciones.

Su nombre no era algo que le pareciera común, aunque no estaba seguro de si solo era su idea o en realidad era un nombre extraño -Siento mucho mi falta de modales -Dijo mientras se inclinaba hacia el frente en señal de respeto -Kimura Junno -Respondió a la pregunta -Un placer, madmoiselle -Dijo con un tono que tal vez no sonaba tan parisiense a pesar del tiempo que llevaba ahí -Estoy a sus órdenes...

Off: no te preocupes, yo ando lento > <