AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
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ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
Estábamos pasando por unos días otoñales bastante nublados, a mi no me desagradaban, era un clima mejor que el asfixiante calor del verano. Si tenías la ropa empapada lo único que tenías que hacer era irte a una taberna y quedarte muy cerca del fuego de la chimenea, esa era mi idea.
En ese día me había puesto un chaleco morado oscuro, con una simple camisa blanca de algodón, convinando todo ello con unos pantalones de pana negros.
Paseé por los jardines que rodeaban al castillo de Tullerias, me encantaba pasear por allí para admirar las esculturas que se esparcían entre los rosales y las demás plantas, siempre tan bien cuidadas. Me gustaba además porque podía ver el Museo Napoleón (Louvre), pero hoy no estaba abierto, así que me distraje dibujando las distintas fachadas del edificio, tan palaciego, tan increíblemente perfecto, que no me podía creer que estuviera allí.
Los días que estaba pasando en la casa del profesor Kaarkarogf me habían ayudado bastante en mi recuperación. Todo lo que hace una semana había sucedido ahora me parecía un vago espejismo, pero queriendo o no aquello sucedió en realidad porque aún tenía las marcas que aquel ser dejó en mí.
Habían pasado tantos días, y tan intensos que pensé que Lorraine se había olvidado de mi, y en cierta manera eso me hacía sentir mejor, las pesadillas habían cesado.
Cierto es que ya no salía a la calle sin la pistola cargada con las balas de madera que me había dado el profesor, por si acaso, pero sinceramente dudaba de mi propio valor para hacer uso de ella. Yo no era un asesino.
-¿Cuánto por ese dibujo?- pregunto una voz masculina detrás de mí, interrumpiendo mis pensamientos. Miré hacia atrás algo sorprendido. -¿Cómo?- pregunté con una sonrisa torcida.
–Ya me habéis oído joven.- respondió aquel hombre de bigote oscuro.
No estaba pintando con intención de venderlos, además no estaban acabados, y no los estaba haciendo para nadie en concreto.
-¿Cuánto me daríais?- pregunté por pura curiosidad. –Cincuenta francos.- respondió con una sonrisa. Miré de nuevo el dibujo que estaba haciendo, y volví a mirar hacia arriba donde estaba aquel caballero observándome.
–Muy bien.- murmuré resignado, firmé en la esquina derecha para luego coger el papel con ambas manos y entregárselo. Me dio un saquito de terciopelo con las monedas.
–Muchas gracias, joven. – “A ti.” Pensé cogiendo mi maletín, y metiendo mi nueva ganancia en el bolsillo de mi abrigo, me fui de allí con paso lento. Quería gastarme ese dinero en alguna copita, algo especial, un vino francés por ejemplo, y luego volver a la casa del profesor para que no se preocupara.
Mis pies iban en dirección a la taberna que solía frecuentar muy a menudo...demasiado. El sol empezaba a esconderse detrás de las negruzcas casas.
En ese día me había puesto un chaleco morado oscuro, con una simple camisa blanca de algodón, convinando todo ello con unos pantalones de pana negros.
Paseé por los jardines que rodeaban al castillo de Tullerias, me encantaba pasear por allí para admirar las esculturas que se esparcían entre los rosales y las demás plantas, siempre tan bien cuidadas. Me gustaba además porque podía ver el Museo Napoleón (Louvre), pero hoy no estaba abierto, así que me distraje dibujando las distintas fachadas del edificio, tan palaciego, tan increíblemente perfecto, que no me podía creer que estuviera allí.
Los días que estaba pasando en la casa del profesor Kaarkarogf me habían ayudado bastante en mi recuperación. Todo lo que hace una semana había sucedido ahora me parecía un vago espejismo, pero queriendo o no aquello sucedió en realidad porque aún tenía las marcas que aquel ser dejó en mí.
Habían pasado tantos días, y tan intensos que pensé que Lorraine se había olvidado de mi, y en cierta manera eso me hacía sentir mejor, las pesadillas habían cesado.
Cierto es que ya no salía a la calle sin la pistola cargada con las balas de madera que me había dado el profesor, por si acaso, pero sinceramente dudaba de mi propio valor para hacer uso de ella. Yo no era un asesino.
-¿Cuánto por ese dibujo?- pregunto una voz masculina detrás de mí, interrumpiendo mis pensamientos. Miré hacia atrás algo sorprendido. -¿Cómo?- pregunté con una sonrisa torcida.
–Ya me habéis oído joven.- respondió aquel hombre de bigote oscuro.
No estaba pintando con intención de venderlos, además no estaban acabados, y no los estaba haciendo para nadie en concreto.
-¿Cuánto me daríais?- pregunté por pura curiosidad. –Cincuenta francos.- respondió con una sonrisa. Miré de nuevo el dibujo que estaba haciendo, y volví a mirar hacia arriba donde estaba aquel caballero observándome.
–Muy bien.- murmuré resignado, firmé en la esquina derecha para luego coger el papel con ambas manos y entregárselo. Me dio un saquito de terciopelo con las monedas.
–Muchas gracias, joven. – “A ti.” Pensé cogiendo mi maletín, y metiendo mi nueva ganancia en el bolsillo de mi abrigo, me fui de allí con paso lento. Quería gastarme ese dinero en alguna copita, algo especial, un vino francés por ejemplo, y luego volver a la casa del profesor para que no se preocupara.
Mis pies iban en dirección a la taberna que solía frecuentar muy a menudo...demasiado. El sol empezaba a esconderse detrás de las negruzcas casas.
Última edición por Gerard Montefeltro el Lun Dic 20, 2010 4:24 pm, editado 1 vez
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 30/06/2010
Edad : 41
Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
“Brisa de verano que tiñe con su anaranjado color las calles de un París diferente al nublado paraíso que alguna vez acunó la pesadilla llamada Lorraine, el lúgubre Londres en donde las calles se tiñeron de sangre tras su paso”
Nostalgia, resignación, dolor e incluso muerte. Sentimientos perdidos que tal vez no deberían regresar a su pútrido cuerpo, a su alma, pero que allí están sin siquiera ser invitados; instalándose en sus aposentos especialmente reservados en lo más profundo de su bestial memoria, los recuerdos más apolillados, húmedos, fríos, delirantes… Sí, cuando era una pequeña niña soñaba con cosas tan triviales que ahora le causan gracia, una mueca en sus labios por el disgusto y la torpeza al verse a sí misma con aquellas estúpidas fantasías. La soledad en su mansión le asfixia hasta sofocar su existencia entre esas paredes monumentales transmutadas en cárceles para los muertos que aún caminan por allí, sin vida, sin alma, sin corazón, sin sentimientos, pero esa mujer que deambula por doquier con su fachada de arpía, también esconde secretos.
Abrigada únicamente con un vestido púrpura como los ríos de sangre forjados en los calabozos del infierno al que llama hogar, un par de zapatillas color negro y su tacón no pueden faltar. Una gargantilla con un dije un tanto extraño para la naturaleza de la fémina, una cruz tallada en amatista y unos zarcillos que no llaman la atención de nadie. Las mangas del bendito atavío dejan ver sus hombros al descubierto, un par de guates de encaje negro cubren sus gélidas y pálidas manos huesudas. El cabello con sus risos negros, más obscuros que el manto de la muerte caen en una espiral digna de apreciación, un broche que no le pide nada a nadie sujeta entre sus dientes poco cabello de la dama. Y a las afueras de su habitación un cabello de sombría apariencia espera…
- ¡Madame! ¿Saldréis esta noche? – Una voz gutural, con la galanura de cualquier varón considerado un caballero, atraviesa el silencio; sólo fue un simple susurro pero hasta su tímpano llegó componiendo una sonrisa en sus labios carmín.
– Sí, ¿Me acompañaréis? – Pregunta elevando la voz para los oídos de un humano puedan escucharle aún cuando las puertas se encuentran cerradas. El mortal toma su tiempo para responder la cuestión de la dama, al final decide rechazar su invitación. Reconoce que cuando su señora sale de la casa es por que irá en la búsqueda de una nueva aventura. Los celos del joven son mal infundados y aunque se conoce como el único quizá esté cayendo en la monotonía que termina con la vida de los juguetes de Lorraine.
El espectro sale de la mansión con su paso delicado, ignorando la noche, la penumbra, admirando el frío y la soledad. Recorre las calles Parisinas con la mirada pérdida en la nada, hambre no tiene, sólo confusiones en la mente que se pueden solucionar sádicos juegos terminados en muerte. Las hojas de los árboles caen a su paso como si se rindieran a su diabólica alma y entonces como una epifanía a un loco recibiendo la sabiduría anhelada, llega a ella un aroma al que su morbosidad aún no esta acostumbrada. Busca entre la gente la fuente del perfume, sus ojos aniquilan a quien no goza de esa virtud. Sus pies se detienen, se concentra fuertemente en el olor, re direcciona su mirar, expande su sentido del olfato, encontrando en un simple cuadro la mezcla de efluvios que recuerda de algún sueño, de alguna realidad ajena al ahora, de su pasado, de algo tan turbio que hace brillar sus ojos de un rojo malditamente escarlata.
Medio labio se eleva en una desfigurante mueca parecida a una sonrisa salida de un cuento de terror, sus pies se mueven al ritmo del viento en una danza que le arrastra hasta el dueño de tan apreciable memoria… - Como la rata a la basura, he venido a buscaros, para saciarme esta locura – Un helado susurro se escapa de su garganta, con una prosa mortífera, dedicada a un joven de cabellera negra y risada, sonrisa angelical, alma soñadora pero de inocencia muy prontamente aniquilada.
Abrigada únicamente con un vestido púrpura como los ríos de sangre forjados en los calabozos del infierno al que llama hogar, un par de zapatillas color negro y su tacón no pueden faltar. Una gargantilla con un dije un tanto extraño para la naturaleza de la fémina, una cruz tallada en amatista y unos zarcillos que no llaman la atención de nadie. Las mangas del bendito atavío dejan ver sus hombros al descubierto, un par de guates de encaje negro cubren sus gélidas y pálidas manos huesudas. El cabello con sus risos negros, más obscuros que el manto de la muerte caen en una espiral digna de apreciación, un broche que no le pide nada a nadie sujeta entre sus dientes poco cabello de la dama. Y a las afueras de su habitación un cabello de sombría apariencia espera…
- ¡Madame! ¿Saldréis esta noche? – Una voz gutural, con la galanura de cualquier varón considerado un caballero, atraviesa el silencio; sólo fue un simple susurro pero hasta su tímpano llegó componiendo una sonrisa en sus labios carmín.
– Sí, ¿Me acompañaréis? – Pregunta elevando la voz para los oídos de un humano puedan escucharle aún cuando las puertas se encuentran cerradas. El mortal toma su tiempo para responder la cuestión de la dama, al final decide rechazar su invitación. Reconoce que cuando su señora sale de la casa es por que irá en la búsqueda de una nueva aventura. Los celos del joven son mal infundados y aunque se conoce como el único quizá esté cayendo en la monotonía que termina con la vida de los juguetes de Lorraine.
El espectro sale de la mansión con su paso delicado, ignorando la noche, la penumbra, admirando el frío y la soledad. Recorre las calles Parisinas con la mirada pérdida en la nada, hambre no tiene, sólo confusiones en la mente que se pueden solucionar sádicos juegos terminados en muerte. Las hojas de los árboles caen a su paso como si se rindieran a su diabólica alma y entonces como una epifanía a un loco recibiendo la sabiduría anhelada, llega a ella un aroma al que su morbosidad aún no esta acostumbrada. Busca entre la gente la fuente del perfume, sus ojos aniquilan a quien no goza de esa virtud. Sus pies se detienen, se concentra fuertemente en el olor, re direcciona su mirar, expande su sentido del olfato, encontrando en un simple cuadro la mezcla de efluvios que recuerda de algún sueño, de alguna realidad ajena al ahora, de su pasado, de algo tan turbio que hace brillar sus ojos de un rojo malditamente escarlata.
Medio labio se eleva en una desfigurante mueca parecida a una sonrisa salida de un cuento de terror, sus pies se mueven al ritmo del viento en una danza que le arrastra hasta el dueño de tan apreciable memoria… - Como la rata a la basura, he venido a buscaros, para saciarme esta locura – Un helado susurro se escapa de su garganta, con una prosa mortífera, dedicada a un joven de cabellera negra y risada, sonrisa angelical, alma soñadora pero de inocencia muy prontamente aniquilada.
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
Ya había salido de una de las grandes Bodegas de París, contento con la botella de vino que había comprado con todo el dinero ganado aquella mañana. Ilusionado a la par porque podría compartirla con mi estimado profesor.
Metí con cuidado la botella en mi maletín. En el cielo no había rastro de color, me había perdido el atardecer, uno de tantos. Y como si las incipientes estrellas me avisaran supe que tenía que volver lo antes posible a la seguridad de su casa, aunque al comenzar a andar la premura no era algo evidente en mis pasos, más bien iba deteniéndome en los escaparates de las tiendas curioso como siempre.
La gente pasaba a mi lado, pero no me importaba, una extraña paz me recorría, escuchaba de fondo las conversaciones de los transeúntes, al rato decidí retomar el paso.
- Como la rata a la basura, he venido a buscaros, para saciarme esta locura.- me paré en seco al oír una especie de susurro “¿Quién…?” El miedo de antaño me embargó por completo, se me habría caído el maletín al suelo si no fuera porque el puño se me había quedado rígido. Un escalofrío me sacudió hasta los huesos.
“Esa voz…” me mordí el labio para evitar que éste temblase, comencé a girarme muy, muy despacio. Al ver la imagen que mis sensibles ojos me mostraron el aliento se me escapó del cuerpo, y mis cristalinos ojos reflejaron mi horror, aunque era una mezcla de distintas sensaciones, tanto sorpresa como de temor.
Era ella, Lorraine, ese ser que me había perturbado hasta hacerme perder la cordura tiempo atrás, ese ser que no contenta con ello se había adentrado en mis sueños, ese ser que hace pocas semanas había transformado completamente mi forma de ser y de actuar, el ser que me hizo temer con todo mi alma la hora en la que debía acostarme.
Ese rostro que jamás de los jamases olvidaría, su rostro está plasmado en todas las paredes de mi habitación (en la residencia) y en las paredes de mi desequilibrada memoria.
Si todos estos días había intentado olvidar lo ocurrido, si había intentando rehacer mi vida, todos mis intentos se estaban despedazando solo con aquel primer segundo de contacto visual. La gente que nos rodeaba no se podría imaginar de lo que aquella aparente dama podía hacer, ni lo que era, solo yo lo sabía.
Pero quizá era un rastro enfermizo de los espejismos que solía tener, puede que…no estuviera delante de mí, ¿por qué se me paso esa posibilidad por la cabeza?
Me detuve mirando cómo iba vestida y lo espectacular que se había puesto hoy, con ese vestido púrpura que quitaba el sentido, sus relucientes hombros quedaban al descubierto, y esa gargantilla me dejaba cada vez más confuso, esa cruz… ¿cómo se había atrevido?
No dudo en que no le quedase bien, encima era del mismo color que todo su conjunto.
Su cabello estaba perfectamente peinado, los tirabuzones caían por doquier.
Iba hecha un pincel, desvié la mirada hacia otro lado frunciendo el ceño, no era capaz de mirar a sus temibles ojos.
-No sois semejante a tal rata, pero no quitaré razón al resto de vuestras palabras.-intenté tomar aire y no perder los estribos. - Pensé que os habríais olvidado de mí. – sonreí penosamente ante la idea, al fondo de la calle se veía un estrecho callejón, rápidamente aparté mis ojos de allí.
– No me creo lo que estoy viendo.- murmuré mientras me pasaba con fuerza los dedos por la frente. Al mirar hacia abajo vi sus manos enguantadas con tan delicada prenda, para ser una imagen de mi imaginación era increíblemente real, dolorosamente real, aún así no me atreví a tocarla.
Metí con cuidado la botella en mi maletín. En el cielo no había rastro de color, me había perdido el atardecer, uno de tantos. Y como si las incipientes estrellas me avisaran supe que tenía que volver lo antes posible a la seguridad de su casa, aunque al comenzar a andar la premura no era algo evidente en mis pasos, más bien iba deteniéndome en los escaparates de las tiendas curioso como siempre.
La gente pasaba a mi lado, pero no me importaba, una extraña paz me recorría, escuchaba de fondo las conversaciones de los transeúntes, al rato decidí retomar el paso.
- Como la rata a la basura, he venido a buscaros, para saciarme esta locura.- me paré en seco al oír una especie de susurro “¿Quién…?” El miedo de antaño me embargó por completo, se me habría caído el maletín al suelo si no fuera porque el puño se me había quedado rígido. Un escalofrío me sacudió hasta los huesos.
“Esa voz…” me mordí el labio para evitar que éste temblase, comencé a girarme muy, muy despacio. Al ver la imagen que mis sensibles ojos me mostraron el aliento se me escapó del cuerpo, y mis cristalinos ojos reflejaron mi horror, aunque era una mezcla de distintas sensaciones, tanto sorpresa como de temor.
Era ella, Lorraine, ese ser que me había perturbado hasta hacerme perder la cordura tiempo atrás, ese ser que no contenta con ello se había adentrado en mis sueños, ese ser que hace pocas semanas había transformado completamente mi forma de ser y de actuar, el ser que me hizo temer con todo mi alma la hora en la que debía acostarme.
Ese rostro que jamás de los jamases olvidaría, su rostro está plasmado en todas las paredes de mi habitación (en la residencia) y en las paredes de mi desequilibrada memoria.
Si todos estos días había intentado olvidar lo ocurrido, si había intentando rehacer mi vida, todos mis intentos se estaban despedazando solo con aquel primer segundo de contacto visual. La gente que nos rodeaba no se podría imaginar de lo que aquella aparente dama podía hacer, ni lo que era, solo yo lo sabía.
Pero quizá era un rastro enfermizo de los espejismos que solía tener, puede que…no estuviera delante de mí, ¿por qué se me paso esa posibilidad por la cabeza?
Me detuve mirando cómo iba vestida y lo espectacular que se había puesto hoy, con ese vestido púrpura que quitaba el sentido, sus relucientes hombros quedaban al descubierto, y esa gargantilla me dejaba cada vez más confuso, esa cruz… ¿cómo se había atrevido?
No dudo en que no le quedase bien, encima era del mismo color que todo su conjunto.
Su cabello estaba perfectamente peinado, los tirabuzones caían por doquier.
Iba hecha un pincel, desvié la mirada hacia otro lado frunciendo el ceño, no era capaz de mirar a sus temibles ojos.
-No sois semejante a tal rata, pero no quitaré razón al resto de vuestras palabras.-intenté tomar aire y no perder los estribos. - Pensé que os habríais olvidado de mí. – sonreí penosamente ante la idea, al fondo de la calle se veía un estrecho callejón, rápidamente aparté mis ojos de allí.
– No me creo lo que estoy viendo.- murmuré mientras me pasaba con fuerza los dedos por la frente. Al mirar hacia abajo vi sus manos enguantadas con tan delicada prenda, para ser una imagen de mi imaginación era increíblemente real, dolorosamente real, aún así no me atreví a tocarla.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 30/06/2010
Edad : 41
Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
“Amante nocturno y quimera acechante”
Sus ojos llameantes, salidos del mismo averno, esas malditas pupilas que se clavan como dagas en el cuerpo de un débil humano, ya no pueden mentir… Pero la pregunta es ¿Alguna vez lo hicieron? El efímero instante en que sus ojos brillaron por ver el rostro de Gerard, como un relámpago cruzando el firmamento, un destello que encandila al hasta el ciego pero que tras su paso deja tan solo más penumbra, incluso una más obscura que la anterior. Sí, su sonrisa espectral es tan aterradora que podría hacer flagelar las rodillas del más valiente, no obstante, en su interior se desquebrajan millones de sensaciones diferentes, emociones encontradas disputándose cual de ellas es líder del aquelarre.
Los sentidos estallan en una explosión delirante, el sentido de su olfato disfruta con desdén el perfume abrigado dentro del cuerpo del humano. Sus papilas gustativas saborean el instante en que sus labios se mancharán de un carmesí tan malditamente adictivo como la Nymphetamine a la cual sucumbe en el ocaso. Los poros de su piel se abren alertas esperando el cálido rose de una tez frágilmente encarcelada en las pesadillas creadas por su propia esencia. Todos y cada uno de sus sentidos despiertan como si un elixir prohibido hubiese sido colocado en sus labios esperando la resurrección de los muertos. Pero ¿Qué sentido tiene su adicción?
No encontrando conexión con su persona ignora cada una de las advertencias silenciosas de su interior, no consciente de que si le hace daño puede encontrarse en un gran peligro ó peor aún enredada en un miserable laberinto sin salida por un algo instalado en lo más profundo de su ¿Corazón? No! Imposible! Siente la mirada de Gerard aniquilar su físico para después perderse en la nada, como si deseara que el encuentro fuera tan solo una perturbada alucinación de su mente, un juego sádico de si mismo para atormentarse con sus temores. ¡Lorraine también lo desearía!
Frente a frente con los rezos convertidos en conjuros, blasfemando un cruce de caminos completamente inesperados, precisamente la noche en la que no hubiese querido toparse con él, ni ninguna otra persona que conozca. ¿Por qué justo ahora? ¿El destino le preparaba una trampa? ¿Un enredo? ¿Una prueba? Sí, eso era… Una maldita prueba que debía superar bajo el costo necesario. Gerard en su intento por responderle a la imagen frente a él sin tener que mirarle, ignora por completo que el domino de la bestia se ve amenazado, no es la mima mujer que atormento su noche en el pasado, pero sí el maldito demonio que pese a todo guarda su corazón en una cristalina de diamantes bajo todo el hielo del miserable planeta.
– Jamás podría olvidar la razón por la cual me siento de esta forma – Su susurro es envuelto en una fina de capa de viento que despeina ligeramente sus cabellos, haciéndolos danzar de una forma tan gloriosa, casi como una melodía dedicada al amante de la música. Queriendo pasar por alto su estúpido comentario retoma su papel de victimario, fueron escasos los segundos en los que la mujer bajo la guardia haciendo saber a los mortales que incluso los Dioses lloran en las puertas del infierno. – No lo creéis por que no lo estáis viendo – Levanta sus manos hasta el punto en el que la barbilla del joven choca contra su piel, forzándolo a verle a los ojos, toda señal de debilidad se esfumo tras la máscara de una sonrisa frívola, una mirada venenosamente penetrante y ese deseo por probar nuevamente de su sangre.
La vorágine que se ha estrado trabajando desde que el infeliz le cuestionó acerca del amor, tiene las espinas más mortíferas, una a una clavándose en su mente desangrando su corteza, fragmentando su pacto con el demonio, rebuscando en su locura una razón para mantener vivo al sujeto que hozo preguntar si ella conocía lo que siempre le negaron. – Amante de sangre, delirio asesino… - Coloca sus manos con suavidad en las mejillas de su hombre, su rostro bajo el semblante de una lamia se esconde la felicidad por encontrarle aún con esa vida que tanto disfruta arrancando a sus presas - ¿Dónde os habéis escondido todo este tiempo? – Se aproxima peligrosamente a los labios de Gerard para rosarlos con los suyos en una promesa de un beso maldito.
Los sentidos estallan en una explosión delirante, el sentido de su olfato disfruta con desdén el perfume abrigado dentro del cuerpo del humano. Sus papilas gustativas saborean el instante en que sus labios se mancharán de un carmesí tan malditamente adictivo como la Nymphetamine a la cual sucumbe en el ocaso. Los poros de su piel se abren alertas esperando el cálido rose de una tez frágilmente encarcelada en las pesadillas creadas por su propia esencia. Todos y cada uno de sus sentidos despiertan como si un elixir prohibido hubiese sido colocado en sus labios esperando la resurrección de los muertos. Pero ¿Qué sentido tiene su adicción?
No encontrando conexión con su persona ignora cada una de las advertencias silenciosas de su interior, no consciente de que si le hace daño puede encontrarse en un gran peligro ó peor aún enredada en un miserable laberinto sin salida por un algo instalado en lo más profundo de su ¿Corazón? No! Imposible! Siente la mirada de Gerard aniquilar su físico para después perderse en la nada, como si deseara que el encuentro fuera tan solo una perturbada alucinación de su mente, un juego sádico de si mismo para atormentarse con sus temores. ¡Lorraine también lo desearía!
Frente a frente con los rezos convertidos en conjuros, blasfemando un cruce de caminos completamente inesperados, precisamente la noche en la que no hubiese querido toparse con él, ni ninguna otra persona que conozca. ¿Por qué justo ahora? ¿El destino le preparaba una trampa? ¿Un enredo? ¿Una prueba? Sí, eso era… Una maldita prueba que debía superar bajo el costo necesario. Gerard en su intento por responderle a la imagen frente a él sin tener que mirarle, ignora por completo que el domino de la bestia se ve amenazado, no es la mima mujer que atormento su noche en el pasado, pero sí el maldito demonio que pese a todo guarda su corazón en una cristalina de diamantes bajo todo el hielo del miserable planeta.
– Jamás podría olvidar la razón por la cual me siento de esta forma – Su susurro es envuelto en una fina de capa de viento que despeina ligeramente sus cabellos, haciéndolos danzar de una forma tan gloriosa, casi como una melodía dedicada al amante de la música. Queriendo pasar por alto su estúpido comentario retoma su papel de victimario, fueron escasos los segundos en los que la mujer bajo la guardia haciendo saber a los mortales que incluso los Dioses lloran en las puertas del infierno. – No lo creéis por que no lo estáis viendo – Levanta sus manos hasta el punto en el que la barbilla del joven choca contra su piel, forzándolo a verle a los ojos, toda señal de debilidad se esfumo tras la máscara de una sonrisa frívola, una mirada venenosamente penetrante y ese deseo por probar nuevamente de su sangre.
La vorágine que se ha estrado trabajando desde que el infeliz le cuestionó acerca del amor, tiene las espinas más mortíferas, una a una clavándose en su mente desangrando su corteza, fragmentando su pacto con el demonio, rebuscando en su locura una razón para mantener vivo al sujeto que hozo preguntar si ella conocía lo que siempre le negaron. – Amante de sangre, delirio asesino… - Coloca sus manos con suavidad en las mejillas de su hombre, su rostro bajo el semblante de una lamia se esconde la felicidad por encontrarle aún con esa vida que tanto disfruta arrancando a sus presas - ¿Dónde os habéis escondido todo este tiempo? – Se aproxima peligrosamente a los labios de Gerard para rosarlos con los suyos en una promesa de un beso maldito.
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
– Jamás podría olvidar la razón por la cual me siento de esta forma.- No comprendí, quizá no quise entender, lo único que supe es que no quería volver a ser el Gerard que fui tras haberla conocido, un Gerard completamente desesperado, sin esperanzas en el horizonte, sombrío, roto cual espejo, me veía reflejado en aquellos trozos pero no me encontraba a mí mismo, estaba perdido, y justo ahora que había logrado encontrarme volvía la peor de mis pesadillas a confundirme, haciéndome sentir la más pequeña de las cosas en la faz de la tierra, el más insignificante insecto creado por lo putrefacto de la sociedad, pero no iba a caer de nuevo, no lo consentiría. Si tenía que luchar con uñas y dientes así lo haría, por lo menos no dejaría que quedase en un temerario intento. Yo que tenía tanto por dar, yo que vivía la vida que había deseado vivir, un hombre que intentaba cumplir sus más acérrimos sueños, y he ahí que creí estar haciéndolo hasta el momento en el que nuestros caminos se juntaron.
No pude alzar la cabeza, intentándome negar la obviedad, maldije para mis adentros cuando recordé su rostro materializado en mis sueños del primer día en el que mi cielo comenzó a tornarse gris. Quizá me mintió, queriendo que yo la viera como un ser vulnerable, pero ahora que la tenía delante no me lo pude creer, además ya no podía manejar aquello a mi antojo, yo no tenía poder en mis actos, era consciente de ello, estaba condenado sin haber sido juzgado.
– No lo creéis porque no lo estáis viendo – Enarqué una ceja al sentir el contacto de sus manos en mi piel, sus manos, aún estando enguantadas me hacían notar su frialdad, ellas me obligaron a encontrar lo que más temía, aquellos ojos tan venenosos como preciosos, que me dejaban en un estado de histeria digno de un psiquiatra. Pude ver aquella sonrisa, que era como un puñal al rojo vivo que me perforaba en lo más profundo.
– Amante de sangre, delirio asesino… - Ahora colocó sus manos sobre mis mejillas, que cada vez se iban acalorando. ¿Qué querría decir con aquellas palabras? Solo ella lo sabía. - ¿Dónde os habéis escondido todo este tiempo? – Se detuvo todo a mi alrededor, ¿qué iba a decirle? Cuando intenté pensar una respuesta convincente, Lorraine se acercó hacia mí, sentí sus labios como una dulce caricia, con la mano que tenía libre la tomé del brazo para acercarla más a mí, cerré mis ojos al provocar aquel contacto más pronunciando, solo fue un beso ¿por qué lo hice? Aún no lo sé. Solté su brazo y me quedé aún cerca de ella. Quizá para que los transeúntes no nos escuchasen, quizá para que no se dieran cuenta de lo extraño que resultaba ese encuentro, dando a entender que éramos simples amantes. Claro, lo que ella mencionó antes, ‘amantes de sangre’. Me quedé sereno mirando sus ojos, mi corazón latía con fuerza, seguramente ella lo escuchaba como si resonase un tambor en sus oídos.
– No me he escondido, no he salido de París.- murmuré, no la estaba engañando. –He estado donde me dejasteis.- Alcé de nuevo la mano para apartar el suave mechón que se le había escapado segundos antes, ¿Queréis un por qué? No puedo responder a eso. Puede que quisiera confundirla para que no supiese la realidad. Hay que decir que yo nunca quise huir fue el profesor quien me propuso quedarme unos días en su casa, intentando ayudarme, pero quizá eso me perjudicaría en un momento dado.
– ¿Acaso… me habéis buscado? ¿No habéis encontrado a alguien mejor para remplazarme en vuestros macabros juegos? – sonreí de lado intentando discernir algún cambio en su inmutable rostro.
No pude alzar la cabeza, intentándome negar la obviedad, maldije para mis adentros cuando recordé su rostro materializado en mis sueños del primer día en el que mi cielo comenzó a tornarse gris. Quizá me mintió, queriendo que yo la viera como un ser vulnerable, pero ahora que la tenía delante no me lo pude creer, además ya no podía manejar aquello a mi antojo, yo no tenía poder en mis actos, era consciente de ello, estaba condenado sin haber sido juzgado.
– No lo creéis porque no lo estáis viendo – Enarqué una ceja al sentir el contacto de sus manos en mi piel, sus manos, aún estando enguantadas me hacían notar su frialdad, ellas me obligaron a encontrar lo que más temía, aquellos ojos tan venenosos como preciosos, que me dejaban en un estado de histeria digno de un psiquiatra. Pude ver aquella sonrisa, que era como un puñal al rojo vivo que me perforaba en lo más profundo.
– Amante de sangre, delirio asesino… - Ahora colocó sus manos sobre mis mejillas, que cada vez se iban acalorando. ¿Qué querría decir con aquellas palabras? Solo ella lo sabía. - ¿Dónde os habéis escondido todo este tiempo? – Se detuvo todo a mi alrededor, ¿qué iba a decirle? Cuando intenté pensar una respuesta convincente, Lorraine se acercó hacia mí, sentí sus labios como una dulce caricia, con la mano que tenía libre la tomé del brazo para acercarla más a mí, cerré mis ojos al provocar aquel contacto más pronunciando, solo fue un beso ¿por qué lo hice? Aún no lo sé. Solté su brazo y me quedé aún cerca de ella. Quizá para que los transeúntes no nos escuchasen, quizá para que no se dieran cuenta de lo extraño que resultaba ese encuentro, dando a entender que éramos simples amantes. Claro, lo que ella mencionó antes, ‘amantes de sangre’. Me quedé sereno mirando sus ojos, mi corazón latía con fuerza, seguramente ella lo escuchaba como si resonase un tambor en sus oídos.
– No me he escondido, no he salido de París.- murmuré, no la estaba engañando. –He estado donde me dejasteis.- Alcé de nuevo la mano para apartar el suave mechón que se le había escapado segundos antes, ¿Queréis un por qué? No puedo responder a eso. Puede que quisiera confundirla para que no supiese la realidad. Hay que decir que yo nunca quise huir fue el profesor quien me propuso quedarme unos días en su casa, intentando ayudarme, pero quizá eso me perjudicaría en un momento dado.
– ¿Acaso… me habéis buscado? ¿No habéis encontrado a alguien mejor para remplazarme en vuestros macabros juegos? – sonreí de lado intentando discernir algún cambio en su inmutable rostro.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
Los sentimientos engañan, transforman la verdadera esencia, la realidad. Algunos tienen el maldito poder de hacernos caer en las redes de los demás, confundiéndonos por completo, haciéndonos ciegos, sordos, mudos… Eso es lo que las emociones anidadas en un cuerpo estúpidamente muerto provocan, tantas reacciones en un mismo instante que no pueden, aunque lo desee pasar desapercibidas.
Debajo de un espejismo tan soberbio como una sonrisa y tan espeluznante como una simple mirada asesina, se esconde una esencia que jamás pensó tener, algo que probablemente este en contra de todos y cada uno de los ideales con los cuales se forjó, esos cimientos que ayudaron a mutar su carácter, transformándole en lo que es ahora, una bestia que asesina cuando no tiene hambre pero… ¿Qué diferencia tiene con los humanos? Una bastante justificable, no se tienta el corazón jamás, hasta ahora, ¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué demonios cambió?
Siente el latir de un corazón ajeno, escucha sus palpitaciones una por una con una velocidad impresionante, es como si el cuerpo agitado de Gerard se descubriera así mismo superando un record en aceleraciones de sus latidos. La sangre que es bombeada a cada rincón, por muy lejano que este sea, es infinitamente apetecible para la dama, una dosis de adicción que desea aniquilar cuanto antes, terminar con ese endemoniado deseo que esta carcomiendo sus entrañas. Es como si los espasmos redirigidos hacia afuera, en un llamado instintivo para atacar a su indefensa presa, fuesen los segundos del día, cada vez más acumulables y sombríos ¿Cuánto más puede soportar su fragilidad alimenticia?
Sólo un bendito roce, solo eso basto para que los pensamientos de Lorraine enloquecieran ¿Cómo es que alguien que desea tanto la sangre no quiere lastimar a su presa con sádicos juegos? La historia se repite, en sus dos siglos vividos, después de tanto tiempo, tras casi 10 años desde aquel encuentro, la historia se repite. Un humano le es más atractivo vivo que muerto y/o desangrentando. ¿Puede un corazón muerto sentir algo más que nada? Y maldita sea la noche en la que supo que sí.
El perfume de Gerard colocándose en sus pulmones atormenta innecesariamente los instintos de la mujer que chocan contra la corriente de sus pensamientos. Suelta de golpe el rostro del humano escuchando detenidamente sus palabras, no fue él quien se alejó de la pesadilla, ha sido la arpía misma quien abandonó el escenario, pero nunca le olvidó… Esa maldita fragilidad que posee su humano estuvo presente constantemente en sus pensamientos, sin querer había mencionado su nombre en la mansión impregnándola con suspiros olvidados y de un llanto efímero a través de su recuerdo. ¿Quién carajo es él y porqué causa eso en Lorraine? Eso mismo se lo pregunta con desdén. – Amor crucificado, sé que nuestra separación se debe a mi falta de atención y lo lamento, pero ya me encuentro frente a vos, esperando que podáis perdonar mi retraso – Comenta serenamente bajando la mirada, sabe que el desconcierto de Gerard es grande, esta vez no hace falta entrometerse en la mente del mortal, basta con ver y analizar sus acciones, eso, únicamente eso es lo que necesita. – No puedo remplazaros vos sois único y debéis saber que cuando tomo un juguete, no lo suelto hasta que ya no me sirve de nada y vos aún respiras ¿cierto? – Arquea una ceja, ese era el tipo de cosas que la vampiresa decía, esa era la imagen precisa de quien era y no lo que aparentaba, entonces… ¿Regreso su lado cruel? Pobre del hombre frente a ella.
Debajo de un espejismo tan soberbio como una sonrisa y tan espeluznante como una simple mirada asesina, se esconde una esencia que jamás pensó tener, algo que probablemente este en contra de todos y cada uno de los ideales con los cuales se forjó, esos cimientos que ayudaron a mutar su carácter, transformándole en lo que es ahora, una bestia que asesina cuando no tiene hambre pero… ¿Qué diferencia tiene con los humanos? Una bastante justificable, no se tienta el corazón jamás, hasta ahora, ¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué demonios cambió?
Siente el latir de un corazón ajeno, escucha sus palpitaciones una por una con una velocidad impresionante, es como si el cuerpo agitado de Gerard se descubriera así mismo superando un record en aceleraciones de sus latidos. La sangre que es bombeada a cada rincón, por muy lejano que este sea, es infinitamente apetecible para la dama, una dosis de adicción que desea aniquilar cuanto antes, terminar con ese endemoniado deseo que esta carcomiendo sus entrañas. Es como si los espasmos redirigidos hacia afuera, en un llamado instintivo para atacar a su indefensa presa, fuesen los segundos del día, cada vez más acumulables y sombríos ¿Cuánto más puede soportar su fragilidad alimenticia?
Sólo un bendito roce, solo eso basto para que los pensamientos de Lorraine enloquecieran ¿Cómo es que alguien que desea tanto la sangre no quiere lastimar a su presa con sádicos juegos? La historia se repite, en sus dos siglos vividos, después de tanto tiempo, tras casi 10 años desde aquel encuentro, la historia se repite. Un humano le es más atractivo vivo que muerto y/o desangrentando. ¿Puede un corazón muerto sentir algo más que nada? Y maldita sea la noche en la que supo que sí.
El perfume de Gerard colocándose en sus pulmones atormenta innecesariamente los instintos de la mujer que chocan contra la corriente de sus pensamientos. Suelta de golpe el rostro del humano escuchando detenidamente sus palabras, no fue él quien se alejó de la pesadilla, ha sido la arpía misma quien abandonó el escenario, pero nunca le olvidó… Esa maldita fragilidad que posee su humano estuvo presente constantemente en sus pensamientos, sin querer había mencionado su nombre en la mansión impregnándola con suspiros olvidados y de un llanto efímero a través de su recuerdo. ¿Quién carajo es él y porqué causa eso en Lorraine? Eso mismo se lo pregunta con desdén. – Amor crucificado, sé que nuestra separación se debe a mi falta de atención y lo lamento, pero ya me encuentro frente a vos, esperando que podáis perdonar mi retraso – Comenta serenamente bajando la mirada, sabe que el desconcierto de Gerard es grande, esta vez no hace falta entrometerse en la mente del mortal, basta con ver y analizar sus acciones, eso, únicamente eso es lo que necesita. – No puedo remplazaros vos sois único y debéis saber que cuando tomo un juguete, no lo suelto hasta que ya no me sirve de nada y vos aún respiras ¿cierto? – Arquea una ceja, ese era el tipo de cosas que la vampiresa decía, esa era la imagen precisa de quien era y no lo que aparentaba, entonces… ¿Regreso su lado cruel? Pobre del hombre frente a ella.
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
¿Qué le rondaría por la mente? Eso quise saber yo. Me quedé escuchando sus palabras ¿falta de atención? ¿Desde cuándo eso fue un problema? Y más en el lugar que a mí me tocaba jugar. ¿Perdonar? ¡Oh por Dios! ¿Qué clase de engaño era este? ¿A que venían esas palabras… después de todo lo pasado? ¿Yo tenía el poder de perdonar o dejar de perdonar?
Ella no debía de estar en sus cabales ese día, la confusión iba gradualmente en aumentó.
Aparté los ojos de ella, porque para qué si no veía nada claro. – No puedo remplazaros vos sois único y debéis saber que cuando tomo un juguete, no lo suelto hasta que ya no me sirve de nada y vos aún respiras ¿cierto? – Bien, ya volvía a ser la misma.
Asentí con la cabeza volviendo a posar mis ojos en ella en un intento de ser valiente por un maldito segundo.
-Hay quienes guardan a buen recaudo sus juguetes.- tanto que valen para generaciones posteriores. –Pero debo deducir que ese no será mi caso.- entrecerré los ojos pensativo.
Bueno si tarde o temprano iba a morir qué más daba tantearla.
–Así que me habéis echado de menos.- Qué extrañas me sonaron esas palabras, ni yo mismo las creí al pronunciarlas. Sonreí resignado desviando los ojos hacia un caballero con bastón que pasaba por allí en ese mismo instante.
–Marchémonos de aquí…hay demasiada gente.- Si alguien tenía que verme vulnerable solo sería ella, no permitiría que los parisinos me vieran así, sufriendo esta humillación.
La tomé del brazo con suavidad, ya estaba acostumbrado a su gélido contacto un poco más no me haría daño, o eso creí yo.
No pensé que pusiera impedimento a mi ofrecimiento, así que eché a andar junto a ella, qué pareja tan extraña debíamos formar. Todos pensarían: ¿Qué hacía un tío como este con una mujer como ella? ingenios.
– ¿Me dejareis libre, o tenéis en mente algún plan atroz? – murmuré agarrando con fuerza el maletín que sostenía en la otra mano. –Espero que por lo menos sea divertido.- De la valentía a la temeridad hay solo un paso y yo lo estaba sobrepasando ¿ella lo habría notado? No me cabía duda.
La noche que desafortunadamente la conocí la advertí con que no me gustaban los juegos, pues sí tenía que morir prefería que fuera rápido.
Giré la cabeza en su dirección. -¿Habéis recapacitado sobre la noche anterior?- Pregunté con una atrevida sonrisa, esa pregunta tenía su fondo, quería darle donde más le doliera.
No podía atacarme allí en medio así que por qué no aprovechar cuando se encontraba tan desarmada.
Ella no debía de estar en sus cabales ese día, la confusión iba gradualmente en aumentó.
Aparté los ojos de ella, porque para qué si no veía nada claro. – No puedo remplazaros vos sois único y debéis saber que cuando tomo un juguete, no lo suelto hasta que ya no me sirve de nada y vos aún respiras ¿cierto? – Bien, ya volvía a ser la misma.
Asentí con la cabeza volviendo a posar mis ojos en ella en un intento de ser valiente por un maldito segundo.
-Hay quienes guardan a buen recaudo sus juguetes.- tanto que valen para generaciones posteriores. –Pero debo deducir que ese no será mi caso.- entrecerré los ojos pensativo.
Bueno si tarde o temprano iba a morir qué más daba tantearla.
–Así que me habéis echado de menos.- Qué extrañas me sonaron esas palabras, ni yo mismo las creí al pronunciarlas. Sonreí resignado desviando los ojos hacia un caballero con bastón que pasaba por allí en ese mismo instante.
–Marchémonos de aquí…hay demasiada gente.- Si alguien tenía que verme vulnerable solo sería ella, no permitiría que los parisinos me vieran así, sufriendo esta humillación.
La tomé del brazo con suavidad, ya estaba acostumbrado a su gélido contacto un poco más no me haría daño, o eso creí yo.
No pensé que pusiera impedimento a mi ofrecimiento, así que eché a andar junto a ella, qué pareja tan extraña debíamos formar. Todos pensarían: ¿Qué hacía un tío como este con una mujer como ella? ingenios.
– ¿Me dejareis libre, o tenéis en mente algún plan atroz? – murmuré agarrando con fuerza el maletín que sostenía en la otra mano. –Espero que por lo menos sea divertido.- De la valentía a la temeridad hay solo un paso y yo lo estaba sobrepasando ¿ella lo habría notado? No me cabía duda.
La noche que desafortunadamente la conocí la advertí con que no me gustaban los juegos, pues sí tenía que morir prefería que fuera rápido.
Giré la cabeza en su dirección. -¿Habéis recapacitado sobre la noche anterior?- Pregunté con una atrevida sonrisa, esa pregunta tenía su fondo, quería darle donde más le doliera.
No podía atacarme allí en medio así que por qué no aprovechar cuando se encontraba tan desarmada.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
“Los humanos poseen armas que desconocen, cosas que son tan insignificantes para ellos, pero que los mortales desearían tener. Algo estúpidamente trivial que es olvidado en los lúgubres aposentos de la mente”
¿Dolor? ¿Acaso sabía la hembra lo que significaba? Los siglos y su pasar curan heridas marcadas en el alma y sanan las que se quedaron como cicatrices en la piel, pero que al final de cuentas terminan en simples recuerdos, unos amargos otros dulces. Sí, Lorraine mejor que nadie conoce el dolor, sabe lo que es sentirse el paria inútil de alguien más fuerte, ser basura, la maldita porquería de humano que nadie quiere, desea, ni salvará. El solo hecho de pensar en su pasado le hace sentir un repudio por completo, su corazón esta manchado por el odio y no puede cambiar el resentimiento que le tiene a la humanidad. Más si pudiese regresar el tiempo, jamás habría intentado asesinar a ese hombre tan hermosamente misterioso, mismo que le hizo esto…
Sigue los pasos de Gerard permitiendo que le tomase del brazo, después de todo su frágil mortalidad no puede lastimarle. Las miradas de los extraños se posan en ellos, sus pensamientos son tan predecibles que nada nuevo le impresiona a la dama “¡Que hermosa mujer!” “¡Chiquillo afortunado!” “¡Le amor!” Si tan solo pudiesen saber la verdad, correrían aterrorizados ante la idea que esa dama puede arrancarles la cabeza con uno de sus movimientos mortales. Entre susurros, comentarios, el taconeo de los zapatos, el galope de los caballos, el ladrido de los perros, el chiquillo de las ratas; entre todo lo que es audible esta noche, Lorraine enfoca su sentido en los labios de Gerard sin omitir ninguna palabra, más como si de una piedra se tratase, no responde ni musita absolutamente nada. En su rostro las emociones han desaparecido todas, sí todas, excepto una…
Su corazón de hielo es fracturado desde el interior cuando nuevamente cuestionan su estado, se detiene en seco soltando el brazo de Gerard, mirando la nada, pensando en nada, cayendo en un maldito abismo sin retorno, sin final… Miles de fragmentos entre sus recuerdos pasan como cascadas por su cabeza, busca y rebusca entre sus memorias lo que se le asemeje a eso, algo que le indique lo que podría o no sentir si tan solo supiese, si simplemente tuviese una maldita respuesta, pero su interior calla al igual que los astros en una noche estrellada.
La curvatura de sus labios es tenue al igual que el suspiro desembocado en la garganta. Levanta la mirada al cielo para observar la tranquilidad de la infinita obscuridad que le cubre, esa eterna penumbra que le acompañará el resto de su inevitable existencia – No siempre se puede ser el victimario, si así fuese… - Se le escapa el aire de sus pulmones mientras baja la mirada al suelo, sin desvanecer la diáfana sonrisa – Cometería el pecado de la monotonía, el único que no puedo aceptar mi Lord – Pareciese que esta mujer confiesa sus crímenes ante un joven de atractiva visión, el tono de su voz, sus movimientos que aparentan inocencia ¡Jah! ¡Pero que blasfemia! Es un reverendo alivio para los demonios el que los humanos estén incapacitados en algunas habilidades como la de escuchar el pensamiento ajeno, de no ser así, Lorraine se vería en la necesidad de matar al mortal junto a ella por descubrir algo que se presume imposible. – No pienso en cosas que jamás estarán a mi alcance joven –
Sigue los pasos de Gerard permitiendo que le tomase del brazo, después de todo su frágil mortalidad no puede lastimarle. Las miradas de los extraños se posan en ellos, sus pensamientos son tan predecibles que nada nuevo le impresiona a la dama “¡Que hermosa mujer!” “¡Chiquillo afortunado!” “¡Le amor!” Si tan solo pudiesen saber la verdad, correrían aterrorizados ante la idea que esa dama puede arrancarles la cabeza con uno de sus movimientos mortales. Entre susurros, comentarios, el taconeo de los zapatos, el galope de los caballos, el ladrido de los perros, el chiquillo de las ratas; entre todo lo que es audible esta noche, Lorraine enfoca su sentido en los labios de Gerard sin omitir ninguna palabra, más como si de una piedra se tratase, no responde ni musita absolutamente nada. En su rostro las emociones han desaparecido todas, sí todas, excepto una…
Su corazón de hielo es fracturado desde el interior cuando nuevamente cuestionan su estado, se detiene en seco soltando el brazo de Gerard, mirando la nada, pensando en nada, cayendo en un maldito abismo sin retorno, sin final… Miles de fragmentos entre sus recuerdos pasan como cascadas por su cabeza, busca y rebusca entre sus memorias lo que se le asemeje a eso, algo que le indique lo que podría o no sentir si tan solo supiese, si simplemente tuviese una maldita respuesta, pero su interior calla al igual que los astros en una noche estrellada.
La curvatura de sus labios es tenue al igual que el suspiro desembocado en la garganta. Levanta la mirada al cielo para observar la tranquilidad de la infinita obscuridad que le cubre, esa eterna penumbra que le acompañará el resto de su inevitable existencia – No siempre se puede ser el victimario, si así fuese… - Se le escapa el aire de sus pulmones mientras baja la mirada al suelo, sin desvanecer la diáfana sonrisa – Cometería el pecado de la monotonía, el único que no puedo aceptar mi Lord – Pareciese que esta mujer confiesa sus crímenes ante un joven de atractiva visión, el tono de su voz, sus movimientos que aparentan inocencia ¡Jah! ¡Pero que blasfemia! Es un reverendo alivio para los demonios el que los humanos estén incapacitados en algunas habilidades como la de escuchar el pensamiento ajeno, de no ser así, Lorraine se vería en la necesidad de matar al mortal junto a ella por descubrir algo que se presume imposible. – No pienso en cosas que jamás estarán a mi alcance joven –
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
Volví el cuerpo cuando se soltó de mi brazo ¿y ahora qué? No pude distinguir nada en su rostro, como un maldito papel en blanco. Así que la preguntita hizo el efecto esperado. Mantuve mis ojos fijos en ella cuando sus pupilas se bañaron de la noche que nos cubría.
Me quedé inmóvil escuchando lo contradictorio que me sonaban sus palabras, la monotonía era algo que le perseguiría eternamente aunque ella intentara negarlo. Su terrible eternidad, el camino sanguinolento que había escogido (o eso era lo que yo creía). El profesor aún siendo un ser nocturno era contrario a Lorraine en multitud de aspectos, y estaba muy lejos de convertirse en alguien como ella. Solo quise que se diera cuenta de que nunca era tarde para cambiar, ¿pero qué estaba pensando?
¿Por qué intentaba dar una oportunidad a tal monstruo? Si yo nunca había tenido la posibilidad de salvarme. Si estaba atado de pies y manos a ella. Si todo perdía importancia cuando ella estaba cerca, si mi voluntad se desplomaba tan solo con una fugaz mirada. No se pueden tener conversaciones racionales con el Diablo. No puedes creer en la idea de estar a su altura, pues estás aplastado en la maldita suela de su impío zapato. Serás azotado hasta desmembración de tu cuerpo si confías por un momento en la palabra de un ser que no ha conocido el valor de humanidad, que por circunstancias de la vida su pasado se vio dañado por yo que sé qué.
-Por lo visto no.- murmuré con resignación. Ella estaba tan perdida como yo.
-Nunca me contarás porque eres así, ¿verdad?... No hace falta que me respondas, ni si quiera sé si quiero saberlo.- Ladeé la cabeza comenzando de nuevo la caminata, quizá me despejaría. De nuevo estaba un poco contrariado, quería pasear por las bellas calles de París aunque la compañía no fuera del todo grata.
No me giré en ningún momento, ¿le daba la espalda a la muerte? Se podría decir así.
Al rato me senté en uno de los bancos que había en el impotente Campo de Marte, hacia relativamente unos años allí la sangre había corrido indiscriminadamente.
Abrí el maletín y saqué la botella que había comprado ese mismo día, lo disfrutaría yo solo porque dudaba de que pudiera regresar de una pieza a la casa del profesor. La descorché y olí el aroma que desprendía, perfecta.
Emborrarse era una idea deseable ante mi turbulento futuro. Bebí de la botella con el único deseo de que aquel maravilloso líquido jamás muriera.
Los árboles que había plantados ante mis ojos estaban estudiadamente distribuidos, yo prefería los bosques, la naturaleza, libre de cualquier norma, rebosante de belleza.
Eché el peso del cuerpo hacia atrás mirando las escasas nubes que recorrían a gran velocidad el cielo, tenía la idea de que si fijas la mirada en él conseguirías ver la infinidad de estrellas que nos velaban. Y así hice, me quedé ensimismado en esa única acción, como si lo demás fuera una triste insignificancia.
Me quedé inmóvil escuchando lo contradictorio que me sonaban sus palabras, la monotonía era algo que le perseguiría eternamente aunque ella intentara negarlo. Su terrible eternidad, el camino sanguinolento que había escogido (o eso era lo que yo creía). El profesor aún siendo un ser nocturno era contrario a Lorraine en multitud de aspectos, y estaba muy lejos de convertirse en alguien como ella. Solo quise que se diera cuenta de que nunca era tarde para cambiar, ¿pero qué estaba pensando?
¿Por qué intentaba dar una oportunidad a tal monstruo? Si yo nunca había tenido la posibilidad de salvarme. Si estaba atado de pies y manos a ella. Si todo perdía importancia cuando ella estaba cerca, si mi voluntad se desplomaba tan solo con una fugaz mirada. No se pueden tener conversaciones racionales con el Diablo. No puedes creer en la idea de estar a su altura, pues estás aplastado en la maldita suela de su impío zapato. Serás azotado hasta desmembración de tu cuerpo si confías por un momento en la palabra de un ser que no ha conocido el valor de humanidad, que por circunstancias de la vida su pasado se vio dañado por yo que sé qué.
-Por lo visto no.- murmuré con resignación. Ella estaba tan perdida como yo.
-Nunca me contarás porque eres así, ¿verdad?... No hace falta que me respondas, ni si quiera sé si quiero saberlo.- Ladeé la cabeza comenzando de nuevo la caminata, quizá me despejaría. De nuevo estaba un poco contrariado, quería pasear por las bellas calles de París aunque la compañía no fuera del todo grata.
No me giré en ningún momento, ¿le daba la espalda a la muerte? Se podría decir así.
Al rato me senté en uno de los bancos que había en el impotente Campo de Marte, hacia relativamente unos años allí la sangre había corrido indiscriminadamente.
Abrí el maletín y saqué la botella que había comprado ese mismo día, lo disfrutaría yo solo porque dudaba de que pudiera regresar de una pieza a la casa del profesor. La descorché y olí el aroma que desprendía, perfecta.
Emborrarse era una idea deseable ante mi turbulento futuro. Bebí de la botella con el único deseo de que aquel maravilloso líquido jamás muriera.
Los árboles que había plantados ante mis ojos estaban estudiadamente distribuidos, yo prefería los bosques, la naturaleza, libre de cualquier norma, rebosante de belleza.
Eché el peso del cuerpo hacia atrás mirando las escasas nubes que recorrían a gran velocidad el cielo, tenía la idea de que si fijas la mirada en él conseguirías ver la infinidad de estrellas que nos velaban. Y así hice, me quedé ensimismado en esa única acción, como si lo demás fuera una triste insignificancia.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
"La verdad incómoda"
¿Pueden describirse los sentimientos de una mujer como Lorraine? O mejor aún ¿Una mujer como ella posee sentimientos? Gerard sin saberlo, había revuelto el mundo de la fémina, lo tomo entre sus manos desde el primer día que se lo encontró dentro del College, para variar en su vida, es el miserable humano el que controla su existencia. Mordiéndose el labio inferior con disputas internas, sopesando posibilidades lejanas, tan fuera del alcance de sus manos como las benditas estrellas del firmamento. La gente paseaba por las calles de París sin tomar en cuenta la llegada de los sueños más atroces, sin imaginar que tan cerca de ellos un depredador esperaba impacientemente el descuido y alimentarse con la sangre más fina, delicada, dulce y escarlata. El viento se arremolina en sus cabellos pintando ondas en sus risos, vistiéndola de una forma diabólicamente angelical.
Su rostro que durante un par de minutos permaneció inescrutable ahora esboza la sonrisa inocente de una niña aprendiendo a vivir. Gerard aparca su cuerpo de la presencia vampírica y esta no hace nada para detenerle. ¿Qué importa? Los extraños ven como juegos torpes las reacciones de ambos pero en el interior de la bestia una decena de sucesos están convulsionando sus entrañas. Suspira fuertemente con el afán de sentirse un poco mejor como quien despeja un lamento mudo, en silencio a través de la infinita noche melancólica de sus vidas. Toma una decisión que le cuesta aceptar, pero… ¡Maldita sea! ¿Por qué? ¿Por qué tanta estúpida insistencia en que él la comprenda? Seguramente necesita una justificación para sus actos, pero ninguna puede salvarle de las cosas tan crueles que ha hecho a lo largo de su existencia.
Como ánima en pena recorre las calles de París alzando la vista por encima del hombro, buscando su objetivo, su presa, su víctima, su alumno esta noche… Se retira los guantes de encaje y los arroja lejos de su cuerpo como cualquier basura abandonada en los callejones de la ciudad. Se arranca la gargantilla de amatista y hace lo mismo que hace unos instantes, despeina su cabello para darle un toque más lúgubre a su persona; camina despojándose de sus prendas, hasta que únicamente le queda el vestido de la más fina seda, y lo rompe… Destroza la faldilla de su atavío, desgarrando la tela que cruje salvaje ante el atrevimiento de la dama, las miradas se posan sobre ella, muestra sus colmillos ferozmente para alejarlos, el terror funciona, la calle ha quedado vacía.
Su camino como dama nocturna la conduce hasta una de las bancas de la calzada, un lugar de descanso donde Gerard se dispone a beber hasta ahogarse en el maldito alcohol. La vampiresa lo observa desde su escondite entre las sombras con una mirada un mortífero deseo, se aproxima hasta él sin realizar ni un sonido, es un fantasma que corta la distancia. El viento sopla haciendo murmurar a los árboles de las cercanías, la madera de cruje, chilla, canta, grita… Una lechuza vuela disparada hacia el bosque con su tétrico ulular, el sonido de la muerte, el silencio más atroz.
– ¿En verdad deseáis que os diga mi verdad? Venid conmigo, conoceréis una de mis razones que quizá no sea suficiente para vos, pero para mí, marco la diferencia… - Esa maldita voz que congela del miedo hasta el más valiente de los hombres, esa tonalidad en su decir que hace estremecer al cuerpo en un escalofrío por completo, ese gélido aliento que se instala en el lóbulo de sus victimas anunciándoles la muerte solo por diversión pero que por ahora se ponen a los pies de Gerard. Rodea la banca por la cual le hablo de espaldas al humano y lo encara con el atrevimiento de una mujer que ya no tiene más nada que perder. Le toma del brazo con una mano para ponerlo de pie y que la siga. Si bien opone resistencia tendrá que tomar medidas más drásticas tales como el secuestro de alguien a quien nadie extrañará ó al menos eso es lo que la arpía cree.
Su rostro que durante un par de minutos permaneció inescrutable ahora esboza la sonrisa inocente de una niña aprendiendo a vivir. Gerard aparca su cuerpo de la presencia vampírica y esta no hace nada para detenerle. ¿Qué importa? Los extraños ven como juegos torpes las reacciones de ambos pero en el interior de la bestia una decena de sucesos están convulsionando sus entrañas. Suspira fuertemente con el afán de sentirse un poco mejor como quien despeja un lamento mudo, en silencio a través de la infinita noche melancólica de sus vidas. Toma una decisión que le cuesta aceptar, pero… ¡Maldita sea! ¿Por qué? ¿Por qué tanta estúpida insistencia en que él la comprenda? Seguramente necesita una justificación para sus actos, pero ninguna puede salvarle de las cosas tan crueles que ha hecho a lo largo de su existencia.
Como ánima en pena recorre las calles de París alzando la vista por encima del hombro, buscando su objetivo, su presa, su víctima, su alumno esta noche… Se retira los guantes de encaje y los arroja lejos de su cuerpo como cualquier basura abandonada en los callejones de la ciudad. Se arranca la gargantilla de amatista y hace lo mismo que hace unos instantes, despeina su cabello para darle un toque más lúgubre a su persona; camina despojándose de sus prendas, hasta que únicamente le queda el vestido de la más fina seda, y lo rompe… Destroza la faldilla de su atavío, desgarrando la tela que cruje salvaje ante el atrevimiento de la dama, las miradas se posan sobre ella, muestra sus colmillos ferozmente para alejarlos, el terror funciona, la calle ha quedado vacía.
Su camino como dama nocturna la conduce hasta una de las bancas de la calzada, un lugar de descanso donde Gerard se dispone a beber hasta ahogarse en el maldito alcohol. La vampiresa lo observa desde su escondite entre las sombras con una mirada un mortífero deseo, se aproxima hasta él sin realizar ni un sonido, es un fantasma que corta la distancia. El viento sopla haciendo murmurar a los árboles de las cercanías, la madera de cruje, chilla, canta, grita… Una lechuza vuela disparada hacia el bosque con su tétrico ulular, el sonido de la muerte, el silencio más atroz.
– ¿En verdad deseáis que os diga mi verdad? Venid conmigo, conoceréis una de mis razones que quizá no sea suficiente para vos, pero para mí, marco la diferencia… - Esa maldita voz que congela del miedo hasta el más valiente de los hombres, esa tonalidad en su decir que hace estremecer al cuerpo en un escalofrío por completo, ese gélido aliento que se instala en el lóbulo de sus victimas anunciándoles la muerte solo por diversión pero que por ahora se ponen a los pies de Gerard. Rodea la banca por la cual le hablo de espaldas al humano y lo encara con el atrevimiento de una mujer que ya no tiene más nada que perder. Le toma del brazo con una mano para ponerlo de pie y que la siga. Si bien opone resistencia tendrá que tomar medidas más drásticas tales como el secuestro de alguien a quien nadie extrañará ó al menos eso es lo que la arpía cree.
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
Debí de estar en mi mundo porque no me había dado cuenta de la proximidad de la vampiresa, en un vago intento de creer que se había olvidado de mí:
– ¿En verdad deseáis que os diga mi verdad? Venid conmigo, conoceréis una de mis razones que quizá no sea suficiente para vos, pero para mí, marco la diferencia…
Abrí los ojos atónito al escuchar su inconfundible voz, aparté la botella de mis labios en un movimiento brusco, podría haber escupido el vino que aún retenía en mi boca, pero lo tragué con apuro. ¿Qué era lo que había dicho? ¿Qué la acompañase, a dónde? ¡Dios, no!
Esta vez se colocó delante de mí, y pude ver lo que le había hecho a su atuendo ¡estaba loca! Ya no llevaba sus finos guantes, ni la cara gargantilla, el vestido estaba hecho tiras ¿Por qué? Muchas mujeres habrían matado por llevar tan solo un día una indumentaria como aquella, pero ¿ella qué iba a valorar? ¿Acaso sabía lo que costaban las cosas? Ni idea.
Aún con todo su cabello era lo que más llamaba mi atención dándole un toque etéreo, confundiéndose con la negra noche, pero lamentablemente su conjunto no dejaba de ser macabro.
Estaba perdiéndome en su aspecto cuando su mano me agarró del brazo, dejándome totalmente en tensión, sabía que no podía impedírselo, me quedé de pie frente a ella, cierta ansiedad iba anegando mi pecho. Miré a mí alrededor un segundo, no había nadie ¡Demonios! Habrá sido cosa suya, pensé furioso. No podía pedir ayuda, no había ni un mísero policía ¡qué estúpido era! ¿Por qué pensaba eso? Como si eso me diera la mínima oportunidad.
Solo quise que la bebida hiciera un fulminante efecto sobre mis facultades, insensibilizándome y así confundir mi valor. Volví a mirarla a esos ojos del Diablo con mi propio galimatías acechando cada recoveco de mi mente.
-¿Acaso tengo opción?- la pregunté con una penosa sonrisa. –Llevadme dónde sea.- “Hasta el mismísimo infierno, ahí es dónde acabaremos los dos.” Dejé caer la cabeza volviéndome a detener en su cuerpo y el desperdicio que había ocasionado, ella vería, realmente me daba igual, mientras no le pasase nada a mi botella, como si se desnudaba.
Si te fijabas indiscretamente podías distinguir su blanquecina piel atraves de la poca tela que la cubría.
Una piel que te hacía recrear imágenes pecaminosas, cosa que yo no iba a consentir, no era tan débil en ese sentido, pero como todo artista indudablemente no obvie cada curva de su sinuosa anatomía ¡Ahg! Aparté los ojos de ella llevándome de nuevo la botella a la boca bebiendo un desmedido trago.
Después de todo era bueno que quisiera mostrarme algo, eso significaba…que quizá tenía algo dentro… por minúsculo que fuese, aunque bueno…viniendo de ella tendría que empezar a curarme de espanto.
– ¿En verdad deseáis que os diga mi verdad? Venid conmigo, conoceréis una de mis razones que quizá no sea suficiente para vos, pero para mí, marco la diferencia…
Abrí los ojos atónito al escuchar su inconfundible voz, aparté la botella de mis labios en un movimiento brusco, podría haber escupido el vino que aún retenía en mi boca, pero lo tragué con apuro. ¿Qué era lo que había dicho? ¿Qué la acompañase, a dónde? ¡Dios, no!
Esta vez se colocó delante de mí, y pude ver lo que le había hecho a su atuendo ¡estaba loca! Ya no llevaba sus finos guantes, ni la cara gargantilla, el vestido estaba hecho tiras ¿Por qué? Muchas mujeres habrían matado por llevar tan solo un día una indumentaria como aquella, pero ¿ella qué iba a valorar? ¿Acaso sabía lo que costaban las cosas? Ni idea.
Aún con todo su cabello era lo que más llamaba mi atención dándole un toque etéreo, confundiéndose con la negra noche, pero lamentablemente su conjunto no dejaba de ser macabro.
Estaba perdiéndome en su aspecto cuando su mano me agarró del brazo, dejándome totalmente en tensión, sabía que no podía impedírselo, me quedé de pie frente a ella, cierta ansiedad iba anegando mi pecho. Miré a mí alrededor un segundo, no había nadie ¡Demonios! Habrá sido cosa suya, pensé furioso. No podía pedir ayuda, no había ni un mísero policía ¡qué estúpido era! ¿Por qué pensaba eso? Como si eso me diera la mínima oportunidad.
Solo quise que la bebida hiciera un fulminante efecto sobre mis facultades, insensibilizándome y así confundir mi valor. Volví a mirarla a esos ojos del Diablo con mi propio galimatías acechando cada recoveco de mi mente.
-¿Acaso tengo opción?- la pregunté con una penosa sonrisa. –Llevadme dónde sea.- “Hasta el mismísimo infierno, ahí es dónde acabaremos los dos.” Dejé caer la cabeza volviéndome a detener en su cuerpo y el desperdicio que había ocasionado, ella vería, realmente me daba igual, mientras no le pasase nada a mi botella, como si se desnudaba.
Si te fijabas indiscretamente podías distinguir su blanquecina piel atraves de la poca tela que la cubría.
Una piel que te hacía recrear imágenes pecaminosas, cosa que yo no iba a consentir, no era tan débil en ese sentido, pero como todo artista indudablemente no obvie cada curva de su sinuosa anatomía ¡Ahg! Aparté los ojos de ella llevándome de nuevo la botella a la boca bebiendo un desmedido trago.
Después de todo era bueno que quisiera mostrarme algo, eso significaba…que quizá tenía algo dentro… por minúsculo que fuese, aunque bueno…viniendo de ella tendría que empezar a curarme de espanto.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
“El infierno ¿Qué es si no la realidad de nuestro mundo?”
El demonio tiene bajo a su disposición al pobre humano que desea inquietantemente despertar de la pesadilla en la que se ha sumergido, pena, dolor y sufrimiento… Todo esto que le rodea es completa y mortíferamente real. Lorraine… Como hubiese disfrutado del terror en los ojos de joven a no ser por que se encontraba pensando en cosas tan absurdamente pasajeras como el tiempo para los mortales. El maldito alcohol que portaba en su mano, era más valioso para Gerard que su vida propia, la solución efímera para desvanecer todos los males, la hiel perfecta para sucumbir ante los deseos más disparatados e inconscientes del cuerpo.
La dama le sonríe sin el afán de parecer un espectro nocturno y acechante, más hay algo en las ropas de Gerard que no esta bien. Si ella se veía tan demacradamente sepulcral él tenía que hacer juego con su atavío. Suelta con delicadeza el brazo varonil del hombre, aparta la botella de su lado dejándola en el borde de la banca. Sus manos tan rápidas e impredecibles como los truenos en las tormentas se deslizaron por el cuerpo del muchacho, desgarrando su vestimenta al igual que la suya – No os preocupéis, sois de la misma talla que Lucian, seguro no se opondrá en regalar buena ropa a vuestra persona – Susurra en el oído del mortal con una nota obscura en el fondo, si bien ahora están listos ambos para adentrarse en la pesadilla de los aristócratas. La clase baja y sin derecho a otra cosa que ser esclavizados. – Quitad esa cara – Atrapa en su gélida mano la mejilla del chico, para hacerle una caricia inusual, esas que suelen hacer las abuelas a los nietos para dejarles moretes en la piel.
Toma de nueva cuenta la botella en sus manos, le da un trago a la misma y se lo pasa por la garganta sin sentir el más mínimo ardor provocado por el licor. Entrega el veneno a Gerard y su dedo índice le pide que le siga. Atraviesan las calles perfectamente bien adoquinadas de belleza para llegar cada vez más a calles siniestras y de sepulcral aspecto, esas calles que poco se convierten en tétricos callejones de mala muerte, donde los humanos descansan en el suelo, impregnando con su hedor a suciedad cada maldito rincón del pedazo de tierra que les corresponde.
Los ladrones no pierden su oportunidad y se aproximan a ellos para quererles robar lo poco que les pertenece, en este caso nada más una estúpida botella llena de alcohol, por que la vampiresa creyó prudente esconder el maletín del caballero en la banca, minutos atrás. Más ese trío de mortales no solo buscaban la botella de Gerard si no también el cuerpo desnudo de la dama. Poco a poco se aproximaron hasta ellos, la mujer advierte entre susurros a su humano – Esto es lo que viví, cuando apenas era una niña – Le giñe el ojo bajando la mirada. El panorama pinta ser una noche atroz donde un crimen nuevamente se desataría en esos callejones sin nadie que pudiese impedirlo, si nadie que buscara a los asesinos pues ocurrió dentro del entorno olvidado de la sociedad.
La dama le sonríe sin el afán de parecer un espectro nocturno y acechante, más hay algo en las ropas de Gerard que no esta bien. Si ella se veía tan demacradamente sepulcral él tenía que hacer juego con su atavío. Suelta con delicadeza el brazo varonil del hombre, aparta la botella de su lado dejándola en el borde de la banca. Sus manos tan rápidas e impredecibles como los truenos en las tormentas se deslizaron por el cuerpo del muchacho, desgarrando su vestimenta al igual que la suya – No os preocupéis, sois de la misma talla que Lucian, seguro no se opondrá en regalar buena ropa a vuestra persona – Susurra en el oído del mortal con una nota obscura en el fondo, si bien ahora están listos ambos para adentrarse en la pesadilla de los aristócratas. La clase baja y sin derecho a otra cosa que ser esclavizados. – Quitad esa cara – Atrapa en su gélida mano la mejilla del chico, para hacerle una caricia inusual, esas que suelen hacer las abuelas a los nietos para dejarles moretes en la piel.
Toma de nueva cuenta la botella en sus manos, le da un trago a la misma y se lo pasa por la garganta sin sentir el más mínimo ardor provocado por el licor. Entrega el veneno a Gerard y su dedo índice le pide que le siga. Atraviesan las calles perfectamente bien adoquinadas de belleza para llegar cada vez más a calles siniestras y de sepulcral aspecto, esas calles que poco se convierten en tétricos callejones de mala muerte, donde los humanos descansan en el suelo, impregnando con su hedor a suciedad cada maldito rincón del pedazo de tierra que les corresponde.
Los ladrones no pierden su oportunidad y se aproximan a ellos para quererles robar lo poco que les pertenece, en este caso nada más una estúpida botella llena de alcohol, por que la vampiresa creyó prudente esconder el maletín del caballero en la banca, minutos atrás. Más ese trío de mortales no solo buscaban la botella de Gerard si no también el cuerpo desnudo de la dama. Poco a poco se aproximaron hasta ellos, la mujer advierte entre susurros a su humano – Esto es lo que viví, cuando apenas era una niña – Le giñe el ojo bajando la mirada. El panorama pinta ser una noche atroz donde un crimen nuevamente se desataría en esos callejones sin nadie que pudiese impedirlo, si nadie que buscara a los asesinos pues ocurrió dentro del entorno olvidado de la sociedad.
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
Lo que ocurrió después me dejó muerto, al principio creí que iba a acabar conmigo ahí mismo, desmayarme era una opción de muchas, y muy legitima. Mi mano quedó tristemente vacía al quitarme momentáneamente la botella. Abrí la boca ahogando un grito cuando comenzo a despedazar mis ropas, ¿Qué estaba haciendo? Qué mal me sintió…no os lo podéis imaginar, ¡yo! que cuidaba tan bien las cosas…y ella así por así va y me destroza la ropa, la habría empujado con brusquedad de no ser ‘el ser’ que tenía mi vida en sus manos. “Maldita sea… ¡joder!” Qué indignante, qué impotencia. O sea ¿qué clase de juego es este? ¿Era eso lo que quería mostrarme?
– No os preocupéis, sois de la misma talla que Lucian, seguro no se opondrá en regalar buena ropa a vuestra persona – “¿Cómo? ¿Qué no me preocupe? Venga hombre…” ¿Lucian? Y ese ¿quién…era? Me estaba poniendo enfermo. – Quitad esa cara – ¡Dios! Qué frustración me estaba carcomiendo por dentro, era insoportable. Su mano agarró mi mejilla dejándome totalmente descolocado y furioso, ¿quién demonios se creía que era yo? ¡y qué iba a decir! Ese trato era mil veces peor que el ser martirizado. Porque no entendía sus cambios de humor, no sabías cuándo saltaría hacia ti, era increíblemente horrible. Bufé intentando recuperar el control de mis emociones. Observé como cogía la botella y ¡bebía de ella! ¿Acaso la había invitado? ¿Qué derecho creía que tenía…? Agité la cabeza contrariado. Tomé la botella cuando me la entregó con cierta antipatía. Había escondido mi maletín antes de comenzar a andar ¡mi maletín! ¿Quién me aseguraba que seguiría allí cuando volviésemos…en el caso de volver?
La seguí de cerca, mirando hacia el suelo, no quería levantar la cabeza por nada del mundo, no quería saber nada, estaba hecho una pena, a mi no me gustaba ir así, empezaba a tener frío además. A medida que íbamos caminando el empedrado del suelo ibancambiando, volviéndose más sucio, más asqueroso. ¿Dónde me estaba llevando? ¿Quería dejarme allí moribundo o cómo? (que egocéntrico podía llegar a ser).
Comencé a ver sucios zapatos esparcidos por el suelo, y desechos, me llevé la botella a los labios para apaciguar mi espíritu, la respiración comenzó a acelerarse, me daba pavor aquello. Tuve que levantar la cabeza cuando noté que alguien estaba intentando robar mi botella, no se lo permitiría ¡jamás! Me daba igual tener que pelearme ¡Lo que me había costado comprarme aquel buen vino! Mi rostro comenzó a ensombrecerse tanto así como mi interior. Pero había más desdichados allí ¡no podría con los tres! "Y todo por una botella"… pero es que me daba la vida.
– Esto es lo que viví, cuando apenas era una niña – Giré la cabeza con insensibilidad, no por nada, es que estaba reaccionando al hecho de que aquellos tres se nos acercaban como hienas. –Muchas gracias, de verdad, qué reveladora está siendo esta noche.- Murmuré con ironía. No pude creerme que ella saliese de esta marginación, ¿y esa era una de las razones por las cuales era así de cruel?
–Sácame de aquí ¿quieres?- le pedí mirándola con los ojos como platos, a punto de explotar. –Hablemos de esto en otro sitio…- qué incomodo se estaba volviendo aquello.
-¿Se os ha perdido algo?- preguntó uno de los tres con rostro apagado.
Acabado…estaba acabado.
– No os preocupéis, sois de la misma talla que Lucian, seguro no se opondrá en regalar buena ropa a vuestra persona – “¿Cómo? ¿Qué no me preocupe? Venga hombre…” ¿Lucian? Y ese ¿quién…era? Me estaba poniendo enfermo. – Quitad esa cara – ¡Dios! Qué frustración me estaba carcomiendo por dentro, era insoportable. Su mano agarró mi mejilla dejándome totalmente descolocado y furioso, ¿quién demonios se creía que era yo? ¡y qué iba a decir! Ese trato era mil veces peor que el ser martirizado. Porque no entendía sus cambios de humor, no sabías cuándo saltaría hacia ti, era increíblemente horrible. Bufé intentando recuperar el control de mis emociones. Observé como cogía la botella y ¡bebía de ella! ¿Acaso la había invitado? ¿Qué derecho creía que tenía…? Agité la cabeza contrariado. Tomé la botella cuando me la entregó con cierta antipatía. Había escondido mi maletín antes de comenzar a andar ¡mi maletín! ¿Quién me aseguraba que seguiría allí cuando volviésemos…en el caso de volver?
La seguí de cerca, mirando hacia el suelo, no quería levantar la cabeza por nada del mundo, no quería saber nada, estaba hecho una pena, a mi no me gustaba ir así, empezaba a tener frío además. A medida que íbamos caminando el empedrado del suelo ibancambiando, volviéndose más sucio, más asqueroso. ¿Dónde me estaba llevando? ¿Quería dejarme allí moribundo o cómo? (que egocéntrico podía llegar a ser).
Comencé a ver sucios zapatos esparcidos por el suelo, y desechos, me llevé la botella a los labios para apaciguar mi espíritu, la respiración comenzó a acelerarse, me daba pavor aquello. Tuve que levantar la cabeza cuando noté que alguien estaba intentando robar mi botella, no se lo permitiría ¡jamás! Me daba igual tener que pelearme ¡Lo que me había costado comprarme aquel buen vino! Mi rostro comenzó a ensombrecerse tanto así como mi interior. Pero había más desdichados allí ¡no podría con los tres! "Y todo por una botella"… pero es que me daba la vida.
– Esto es lo que viví, cuando apenas era una niña – Giré la cabeza con insensibilidad, no por nada, es que estaba reaccionando al hecho de que aquellos tres se nos acercaban como hienas. –Muchas gracias, de verdad, qué reveladora está siendo esta noche.- Murmuré con ironía. No pude creerme que ella saliese de esta marginación, ¿y esa era una de las razones por las cuales era así de cruel?
–Sácame de aquí ¿quieres?- le pedí mirándola con los ojos como platos, a punto de explotar. –Hablemos de esto en otro sitio…- qué incomodo se estaba volviendo aquello.
-¿Se os ha perdido algo?- preguntó uno de los tres con rostro apagado.
Acabado…estaba acabado.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
"Sad0mas0quism0, necr0filia y ninf0manía"
Siente en su frío rostro la mirada calculadora del humano, joven mortal que le sigue de cerca pidiéndole le sacase de allí, pero Lorraine tiene más de un motivo p0r el cual estar allí. – N0, aún n0 c0mienza la función – Calla discretamente l0s labi0s de Gerard, mientras un tip0 de cuerp0 r0bust0 busca hacerles platica para distraerl0s. La vampiresa se enc0ntraba c0n su mente abierta, así puede escuchar l0s latid0s de sus c0raz0nes, l0s pensamient0s de su cabeza y las estúpida valentía de su cuerp0. Jah! Quién iba a pensar que l0s cazad0res se c0nveetirían en la presa? Quienes están libres se ayudan para ac0rralar a la mujer, es una excelente actriz de fama irrec0n0cible, y girta… Grita cual dama en peligr0, c0m0 t0da una pequeña a la que se le esta r0band0 la in0cencia. Se deja s0meter p0r l0s var0nes que la arrastran hasta un baldío, para saciar sus patéticos impuls0s de sex0, ese maldit0 instint0 animal que termin0 p0r arrancarle la in0cencia a Lorraine tiempo atrás.
L0s grit0s de la mujer s0n tan aterrad0res que el silenci0 ll0ra p0r una realidad fingida, suelta man0tan0s tratand0 de defenderse c0m0 un ancian0 de una jauría de l0b0s. Pide clemencia, suplica p0r su cuerp0, se retuerce c0m0 cualquier mujer l0 haría. Falsas lágrimas de sus 0j0s ac0mpañan sus lament0s, lament0s infernales estremeciend0 la maldita n0che. Un individuo esta a punt0 de quitarse la p0ca r0pa que lleva puesta s0bre su cuerp0, arrima al r0str0 de la mujer su miembr0 quien ya se encuentra aulland0 p0r pr0fanar una virginidad inexistente – Aleja ese asquer0sa partícula de nada si n0 deseáis que 0s la arranque! – Al fin, deja de gritar, para musitar aquellas palabras c0n el mism0 0di0 en que se las profirió a su padrastr0.
El eg0, el machism0, la valentía, la estulticia! Impide que l0s m0rtales vean la realidad que les r0dea y es así exactamente c0m0 ign0ran est0s d0s incrédulos, la advertencia del dem0ni0. La t0man entre amb0s pers0najes para darle la vuelta e intentar sodomizarla. Lorraine rueda sus 0j0s, suspira fuertemente, se mueve c0m0 las s0mbras del avern0 y quiebra sus cuell0s en un santiamén. El crujir de l0s hues0s se escucha a la perfección, una sepulcral música para l0s 0íd0s pérfidos de la dama.
Sus pas0s se dirigen ah0ra hasta Gerard quien se encuentra s0l0 c0n aquel miserable engendr0 de la humanidad f0rcejeand0 p0r la b0tella – Maldita sea! En mi taberna hay más p0rquería de esa! – Exclama estrelland0 el cristal c0ntra una de las paredes emergidas a sus alreded0res. – Además 0s necesit0 en plen0 us0 de las facultades mentales para la pesadilla siguiente – Se gira lentamente s0bre sus tal0nes mirand0 el ciel0 n0cturn0, más sus pupilas cambian de dirección, al igual que su cuerp0 – Ah, quier0 pedir0s que evitéis es0s pensamient0s – Niega c0n su cabeza, una mueca de disgust0 se ap0dera de ella – N0 me gustan, me estáis arrastrand0 lenta y subc0ncientemente al deliri0… Me excitáis Gerard! – Res0pla l0s labi0s.
L0s grit0s de la mujer s0n tan aterrad0res que el silenci0 ll0ra p0r una realidad fingida, suelta man0tan0s tratand0 de defenderse c0m0 un ancian0 de una jauría de l0b0s. Pide clemencia, suplica p0r su cuerp0, se retuerce c0m0 cualquier mujer l0 haría. Falsas lágrimas de sus 0j0s ac0mpañan sus lament0s, lament0s infernales estremeciend0 la maldita n0che. Un individuo esta a punt0 de quitarse la p0ca r0pa que lleva puesta s0bre su cuerp0, arrima al r0str0 de la mujer su miembr0 quien ya se encuentra aulland0 p0r pr0fanar una virginidad inexistente – Aleja ese asquer0sa partícula de nada si n0 deseáis que 0s la arranque! – Al fin, deja de gritar, para musitar aquellas palabras c0n el mism0 0di0 en que se las profirió a su padrastr0.
El eg0, el machism0, la valentía, la estulticia! Impide que l0s m0rtales vean la realidad que les r0dea y es así exactamente c0m0 ign0ran est0s d0s incrédulos, la advertencia del dem0ni0. La t0man entre amb0s pers0najes para darle la vuelta e intentar sodomizarla. Lorraine rueda sus 0j0s, suspira fuertemente, se mueve c0m0 las s0mbras del avern0 y quiebra sus cuell0s en un santiamén. El crujir de l0s hues0s se escucha a la perfección, una sepulcral música para l0s 0íd0s pérfidos de la dama.
Sus pas0s se dirigen ah0ra hasta Gerard quien se encuentra s0l0 c0n aquel miserable engendr0 de la humanidad f0rcejeand0 p0r la b0tella – Maldita sea! En mi taberna hay más p0rquería de esa! – Exclama estrelland0 el cristal c0ntra una de las paredes emergidas a sus alreded0res. – Además 0s necesit0 en plen0 us0 de las facultades mentales para la pesadilla siguiente – Se gira lentamente s0bre sus tal0nes mirand0 el ciel0 n0cturn0, más sus pupilas cambian de dirección, al igual que su cuerp0 – Ah, quier0 pedir0s que evitéis es0s pensamient0s – Niega c0n su cabeza, una mueca de disgust0 se ap0dera de ella – N0 me gustan, me estáis arrastrand0 lenta y subc0ncientemente al deliri0… Me excitáis Gerard! – Res0pla l0s labi0s.
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
¿De qué función me estaba hablando? ¿Todo para ella era un simple espectáculo? ¡Claro! Como ella no tenía nada a lo que temer…
No me quedó otra que desviar la atención hacia el hombre que se me acercaba con claras intenciones, el muy bastardo. –Te has equivocado de hombre.- murmuré moviendo las manos para que no se acercase más. De fondo escuchaba los gritos de… ¿Lorraine? ¿Qué demonios? Me habría preocupado de no ser ella más letal que los dos que intentaban violarla. Habría gritado que se marchasen, pero ¿para qué? ¿Valía la pena salvar sus vidas? No seré yo quien responda esas preguntas.
Me ponía los pelos de punta escuchar los alaridos que profería a diestro y siniestro ¿por qué hacía eso? No pude concentrarme en el hombre que tenía delante que me estaba mirando con ojos vidriosos.
– ¡Para ya! ¿Quieres?... ¡Esto es mío!- exclamé con irritación. El tipo comenzó a reírse de manera dramática. “Joder… ¿por qué me ha metido aquí?” pensé para mis adentros, escondiendo la botella a mis espaldas. Al hacerlo noté el arma que me había prestado el profesor ¿Y si les tiraba un tiro a los tres? “¡¡¡Gerard qué estás diciendo!!!”
Estaba desesperado, ese ambiente te incitaba acometer barbaridades, ¿qué me estaba pasando? Y todo por culpa de ¡ella!
– Dame algo, sino quieres sufrir la misma suerte que tu amiguita.- Agarró la botella con ambas manos, volviéndome loco. Le fulminé con los ojos y seguidamente con la mano que tenía libre arremetí contra él, impactando mi puño en su mandíbula ¡Ojala se hubiera salido de su sitio! -¡Retira eso!- Gruñí a punto de sacar la pistola, la cual rodeé entre mis dedos.
La habría usado de no ser porque sentí la presencia de la vampira.
¿Porquería? Giré la cabeza al momento cuando escuché el estallido de los cristales, abrí la boca pasmado ¿Qué era lo que acababa de hacer? Ni siquiera me fije en los dos cuerpos que estaban tendidos en el suelo, la ansiedad me paralizó. No la escuché si quiera, me quedé mirando la marca de vino que encharcaba el suelo, habría soltado un improperio, pero la rabia era mucho mayor.
Me llevé ambas manos a la boca, como si hubiera perdido a un familiar “Maldita seas…” pensé observando el reguero de vino desperdiciado. Me giré hacia ella con los ojos salidos de sus orbes. La habría estampado contra la pared de no ser porque: uno podía conmigo, dos no conseguía nada con eso, tres aunque fuera un monstruo no dejaba de ser una mujer.
-No sé de qué me estáis hablando…- farfullé arrugando la nariz. –Quiero… ¡Quiero!- exclamé dejando caer mis brazos y apretando los puños con fuerza. – que me compenses por lo que acabas de hacer.- Señalé con una mano el lugar del crimen, o sea la botella.
–Ha sido gratuito.- me giré negando con la cabeza y comencé a andar no quería ver ¡nada más! Me había jodido, y eso fue el colmo.
No me quedó otra que desviar la atención hacia el hombre que se me acercaba con claras intenciones, el muy bastardo. –Te has equivocado de hombre.- murmuré moviendo las manos para que no se acercase más. De fondo escuchaba los gritos de… ¿Lorraine? ¿Qué demonios? Me habría preocupado de no ser ella más letal que los dos que intentaban violarla. Habría gritado que se marchasen, pero ¿para qué? ¿Valía la pena salvar sus vidas? No seré yo quien responda esas preguntas.
Me ponía los pelos de punta escuchar los alaridos que profería a diestro y siniestro ¿por qué hacía eso? No pude concentrarme en el hombre que tenía delante que me estaba mirando con ojos vidriosos.
– ¡Para ya! ¿Quieres?... ¡Esto es mío!- exclamé con irritación. El tipo comenzó a reírse de manera dramática. “Joder… ¿por qué me ha metido aquí?” pensé para mis adentros, escondiendo la botella a mis espaldas. Al hacerlo noté el arma que me había prestado el profesor ¿Y si les tiraba un tiro a los tres? “¡¡¡Gerard qué estás diciendo!!!”
Estaba desesperado, ese ambiente te incitaba acometer barbaridades, ¿qué me estaba pasando? Y todo por culpa de ¡ella!
– Dame algo, sino quieres sufrir la misma suerte que tu amiguita.- Agarró la botella con ambas manos, volviéndome loco. Le fulminé con los ojos y seguidamente con la mano que tenía libre arremetí contra él, impactando mi puño en su mandíbula ¡Ojala se hubiera salido de su sitio! -¡Retira eso!- Gruñí a punto de sacar la pistola, la cual rodeé entre mis dedos.
La habría usado de no ser porque sentí la presencia de la vampira.
¿Porquería? Giré la cabeza al momento cuando escuché el estallido de los cristales, abrí la boca pasmado ¿Qué era lo que acababa de hacer? Ni siquiera me fije en los dos cuerpos que estaban tendidos en el suelo, la ansiedad me paralizó. No la escuché si quiera, me quedé mirando la marca de vino que encharcaba el suelo, habría soltado un improperio, pero la rabia era mucho mayor.
Me llevé ambas manos a la boca, como si hubiera perdido a un familiar “Maldita seas…” pensé observando el reguero de vino desperdiciado. Me giré hacia ella con los ojos salidos de sus orbes. La habría estampado contra la pared de no ser porque: uno podía conmigo, dos no conseguía nada con eso, tres aunque fuera un monstruo no dejaba de ser una mujer.
-No sé de qué me estáis hablando…- farfullé arrugando la nariz. –Quiero… ¡Quiero!- exclamé dejando caer mis brazos y apretando los puños con fuerza. – que me compenses por lo que acabas de hacer.- Señalé con una mano el lugar del crimen, o sea la botella.
–Ha sido gratuito.- me giré negando con la cabeza y comencé a andar no quería ver ¡nada más! Me había jodido, y eso fue el colmo.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
“¿Cuánto dolor estás dispuesto a soportar?”
Como infernal melodía que describe los actos más crueles, los sonidos del silencio desgarran los tímpanos de quienes pueden escucharlo a través de la nada. La sombra tétrica de un crimen proferido en las entrañas de una ciudad, es callada por la ignorancia de quienes aún duermen en sus casas refugiados y ¿Qué importa un par de rufianes después de todo? Son tan solo vidas menos de vándalos a quien nadie extrañará, pero… ¿Qué hay del joven y apuesto Gerard? ¿Acaso, alguien se arrojará a los brazos de la muerte por su ausencia? Habría que descubrirlo en este preciso instante…
Las palpitaciones de un corazón colerizado, aumentan cada vez más, cada maldito segundo, los latidos bombean sangre por todo el cuerpo del mortal, escurriendo ese maldito líquido hasta saciarse, inundando sus venas con ese toque carmesí que enloquece al más cuerdo de los vampiros. Los atrofiados pensamientos de un hombre, cuya suerte es terrible, se arremolinan en su cabeza, despejando cualquier inquietud, simple, ordinario, predecible… ¿Dónde quedaron esos sueños sepulcrales del amanecer? Y el viento sopla con su tremendo afán por aparecer en esta noche de pesadillas.
Una mujer a quien la vida le fue nefasta, disipa la vorágine entretejida en su cruel mundo, percibe la negación, la rendición del mortal, su ego incrementa al sentirse la dueña de la rinconada perfecta, escucha, observa, juzga y soluciona la problemática generada por su acompañante. Patéticos sollozos en sigilo que imploran y ruegan por la vida de una simple botella, que como muchas otras más, terminó en el suelo. El caballero dentro de su demencia, sí, demencia, pues ya estaba comportándose como la bestia que tanto juzga al desear la muerte del insultante ladrón a cambio de su adorada botella; se gira sobre los talones para salir del callejón. “Lore… Lore… Lore… Él quería una respuesta a su pregunta, no lo dejes ir con las manos vacías” Piensa para sus adentros sujetando como un acto reflejo el brazo de ese tonto chiquillo para impedir que diese un paso más.
- ¿Cómo fue que… ¡Usted! ¿Quién… Nooooo! Bruja maldita! – Se escucha a sus espaldas el sonido de una voz, primero atrevida e insultante hacia la dama, después llena de interrogantes, confusiones es hipótesis estúpidas y por último el miedo instalado en las cuerdas vocales, reflejado en las pupilas fijas de un fulano que vio pasar frente a él la muerte, con ella la perfecta sincronización del cielo al ver un ángel arrancarle la vida y el infierno al sentir los colmillos de un demonio desgarrar su piel por partes, manchando la luna de rojo. No hace falta explicar que la fémina suelta a Gerard para saciar su sed, la distancia que los separa es nula para la dama, lo alcanza cuando menos lo espera, cuando menos lo imagina.
– ¡Sentiros afortunado! No os mataré ¿Qué mejor recompensa que esa? – Su frente descansa sobre la de él, otorgándole una vista sublime, donde puede perderse en los ojos de Gerard, sentir su cálida piel junto a su gélido cuerpo, olfatear su encantador y dulce aroma… Donde puede robar una vez más un beso sacrílego de sus labios…
Las palpitaciones de un corazón colerizado, aumentan cada vez más, cada maldito segundo, los latidos bombean sangre por todo el cuerpo del mortal, escurriendo ese maldito líquido hasta saciarse, inundando sus venas con ese toque carmesí que enloquece al más cuerdo de los vampiros. Los atrofiados pensamientos de un hombre, cuya suerte es terrible, se arremolinan en su cabeza, despejando cualquier inquietud, simple, ordinario, predecible… ¿Dónde quedaron esos sueños sepulcrales del amanecer? Y el viento sopla con su tremendo afán por aparecer en esta noche de pesadillas.
Una mujer a quien la vida le fue nefasta, disipa la vorágine entretejida en su cruel mundo, percibe la negación, la rendición del mortal, su ego incrementa al sentirse la dueña de la rinconada perfecta, escucha, observa, juzga y soluciona la problemática generada por su acompañante. Patéticos sollozos en sigilo que imploran y ruegan por la vida de una simple botella, que como muchas otras más, terminó en el suelo. El caballero dentro de su demencia, sí, demencia, pues ya estaba comportándose como la bestia que tanto juzga al desear la muerte del insultante ladrón a cambio de su adorada botella; se gira sobre los talones para salir del callejón. “Lore… Lore… Lore… Él quería una respuesta a su pregunta, no lo dejes ir con las manos vacías” Piensa para sus adentros sujetando como un acto reflejo el brazo de ese tonto chiquillo para impedir que diese un paso más.
- ¿Cómo fue que… ¡Usted! ¿Quién… Nooooo! Bruja maldita! – Se escucha a sus espaldas el sonido de una voz, primero atrevida e insultante hacia la dama, después llena de interrogantes, confusiones es hipótesis estúpidas y por último el miedo instalado en las cuerdas vocales, reflejado en las pupilas fijas de un fulano que vio pasar frente a él la muerte, con ella la perfecta sincronización del cielo al ver un ángel arrancarle la vida y el infierno al sentir los colmillos de un demonio desgarrar su piel por partes, manchando la luna de rojo. No hace falta explicar que la fémina suelta a Gerard para saciar su sed, la distancia que los separa es nula para la dama, lo alcanza cuando menos lo espera, cuando menos lo imagina.
– ¡Sentiros afortunado! No os mataré ¿Qué mejor recompensa que esa? – Su frente descansa sobre la de él, otorgándole una vista sublime, donde puede perderse en los ojos de Gerard, sentir su cálida piel junto a su gélido cuerpo, olfatear su encantador y dulce aroma… Donde puede robar una vez más un beso sacrílego de sus labios…
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
Me detuvo agarrándome del brazo, yo ya había tenido suficiente ¿qué pensaba ya hacerme? Ignoré las estúpidas palabras del ladrón, pensando que ya nos íbamos de ese putrefacto lugar. Y cuando creía en este tipo de cosas, ella se abalanzó sobre el desdichado, abrí los ojos asustado ¿qué digo? ¡Horrorizado! Aunque ella me soltó no pude moverme de lo petrificado que me había quedado, era como la pesadilla, pero mucho peor ¡era dolorosamente real! La sangre me nubló los sentidos, no era algo que me agradase vislumbrar. Pero al fin logré apartar los ojos de la escena del crimen, ya se me había olvidado lo de la botella.
– ¡Sentiros afortunado! No os mataré ¿Qué mejor recompensa que esa? – Abrí los ojos al sentir su frente pegada a la mía, pero yo solo pensaba en que ella podría hacer conmigo lo mismo que a aquel pobre hombre, o quizá algo mucho peor.
Me perdí en sus ojos, inducido en el extraño trance en que éstos me arrastraban.
Me sentí ciertamente un alimento, la manera en la que me miraba me inspiraba temor, pero a la vez me estimulaba, no encuentro razones lógicas para justificarme.
Sus labios se encontraron con los míos haciéndome cerrar los parpados de manera fortuita, con la mano que tenía libre la agarre de la nuca atrayéndola más a mí, la deseaba, en ese momento lo hice por extraño que pueda parecer.
Me odiaría a mi mismo si me viera desde fuera, pero todo era culpa de Lorraine, era una especie de bruja que me privaba de mis facultades. Ni si quiera pensé en que los labios que estaba besando con tanta ansiedad antes se habían manchado con la sangre de ese roñoso humano, y es cierto que saboreé cierto toque a sangre, que me repelió al principio.
Terminé aquel beso deteniéndome en sus ojos:
–La muerte sería lo mejor que podríais darme.- No quería volver a sentir la adicción que era tenerla así, no quería caer en sus brazos de nuevo. Suspiré débilmente acercándome a la comisura de sus labios.
– Lorraine ¿Me vais a sacar de aquí?- Susurré intentando dominarme de otro arrebato de pasión. Fui dejando caer la mano que la tenía agarrada de la nuca.
Bueno, había que reconocer que dentro de lo malo estaba sacando algo de provecho, aunque lo que me moviera a actuar así fuese algo ajeno a mí.
– ¡Sentiros afortunado! No os mataré ¿Qué mejor recompensa que esa? – Abrí los ojos al sentir su frente pegada a la mía, pero yo solo pensaba en que ella podría hacer conmigo lo mismo que a aquel pobre hombre, o quizá algo mucho peor.
Me perdí en sus ojos, inducido en el extraño trance en que éstos me arrastraban.
Me sentí ciertamente un alimento, la manera en la que me miraba me inspiraba temor, pero a la vez me estimulaba, no encuentro razones lógicas para justificarme.
Sus labios se encontraron con los míos haciéndome cerrar los parpados de manera fortuita, con la mano que tenía libre la agarre de la nuca atrayéndola más a mí, la deseaba, en ese momento lo hice por extraño que pueda parecer.
Me odiaría a mi mismo si me viera desde fuera, pero todo era culpa de Lorraine, era una especie de bruja que me privaba de mis facultades. Ni si quiera pensé en que los labios que estaba besando con tanta ansiedad antes se habían manchado con la sangre de ese roñoso humano, y es cierto que saboreé cierto toque a sangre, que me repelió al principio.
Terminé aquel beso deteniéndome en sus ojos:
–La muerte sería lo mejor que podríais darme.- No quería volver a sentir la adicción que era tenerla así, no quería caer en sus brazos de nuevo. Suspiré débilmente acercándome a la comisura de sus labios.
– Lorraine ¿Me vais a sacar de aquí?- Susurré intentando dominarme de otro arrebato de pasión. Fui dejando caer la mano que la tenía agarrada de la nuca.
Bueno, había que reconocer que dentro de lo malo estaba sacando algo de provecho, aunque lo que me moviera a actuar así fuese algo ajeno a mí.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
“Adicción”
Las nubes a lo lejos relampagueaban en una danza a la paz del trueno, teniendo esa clase de orgasmos sobrenaturales, poco a poco el tétrico callejón de inunda con el olor a tierra húmeda, el viento acaricia el alma de los desamparados con un halo de estúpida esperanza. El tiempo se detiene… La esencia de una pareja aparentemente pordiosera se funde abrasivamente en un beso, el peligro corre por todas partes cuando una mujer redescubre el sabor de la sangre en sus propios labios, pero esto no la detiene…
La dulce fragancia de Gerard sumerge en un encanto bestial a la dama, quien aspira con demencia el olor de la sangre, los cadáveres que le rodean quitan el místico romance de todo aquello y tal pareciera que se esta sometiendo a una adicción. Las entrañas se retorcieron al unísono de un corazón palpitando con más destreza, cierto no es el de ella. Perdidos los dos en ese mortífero beso se perdió la cordura. Gritos se escuchan en los alrededores, alaridos estridentes de niños lastimados, siendo flagelados por el más fuerte, por la autoridad, por la sociedad que alguna vez, en una realidad paralela a esta, atormentaron a la pequeña Lorraine.
Un roce, simplemente eso fue lo que basto para que esa lamia se diese cuenta de lo que anhelaba esa noche, algo más que una simple mordedura, una tortura física o alguna mental de la cual pudiese disfrutar con el brillo en su mirada; el juego había iniciado, pero ¿con qué objetivo? ¿Cuál meta? Sus labios se separaran con lentitud, no quería, no deseaba romper el contacto que ambos tenían en ese momento, y es que le resultaba tremendamente delirante tener que resistirse a morderlo, a lacerarlo para obtener la hermosa joya que otorgan sus venas, esa maldita hembra enferma de masoquismo disfruta como es que sus instintos pelean contra su pensamiento; la mirada profunda del moreno traspasa las pupilas enrojecidas de Lorraine, se clavan en sus ojos cual dedos acusadores en una cacería de brujas. Sonrie de lado, aparta la mirada para colocar una de sus manos en el pecho de su títere…
- No, la muerte sería el regalo más egoísta de mi parte Gerard – sus dedos dibujan círculos en el pecho mortal. Un suspiro alimenta la fugitivo ambición por desgarrar la piel ajena, esta cayendo en una perdición ¿Por qué él? ¿Qué tiene ese chiquillo que ningún otro tenga? Cuestiones y más cuestiones surgen en su mente, si tan solo fuese como su mascota sabría la razón por la cual lo esta dejando con vida, pero a este infeliz… Entonces el adictivo hedor de su vida le recuerda lo masoquista que puede llegar a ser. Escudriña sin temor las posibilidades existentes en su propia supervivencia, jugará un juego, sí… un sádico experimento en su contra ¿Acaso se puede llegar al borde de la demencia?
– Decidme… ¿Cómo preferís salir y porque tanta prisa por iros, si esto es tan solo la mitad de lo que puedo mostraros? – Arquea una ceja, toma la babilla de Gerard con su gélida mano huesuda, le mira directamente a los ojos, podría controlar su mente si ella lo quisiese, hacer que él se ajustara a sus caprichos, pero es más divertido de esta manera. Solo le falta un par de preguntas que hacerle para saber si es suficiente o no, para explicar el por que a todas las dudas del mortal y así mismo acabar de una buena vez con todo esto.
La dulce fragancia de Gerard sumerge en un encanto bestial a la dama, quien aspira con demencia el olor de la sangre, los cadáveres que le rodean quitan el místico romance de todo aquello y tal pareciera que se esta sometiendo a una adicción. Las entrañas se retorcieron al unísono de un corazón palpitando con más destreza, cierto no es el de ella. Perdidos los dos en ese mortífero beso se perdió la cordura. Gritos se escuchan en los alrededores, alaridos estridentes de niños lastimados, siendo flagelados por el más fuerte, por la autoridad, por la sociedad que alguna vez, en una realidad paralela a esta, atormentaron a la pequeña Lorraine.
Un roce, simplemente eso fue lo que basto para que esa lamia se diese cuenta de lo que anhelaba esa noche, algo más que una simple mordedura, una tortura física o alguna mental de la cual pudiese disfrutar con el brillo en su mirada; el juego había iniciado, pero ¿con qué objetivo? ¿Cuál meta? Sus labios se separaran con lentitud, no quería, no deseaba romper el contacto que ambos tenían en ese momento, y es que le resultaba tremendamente delirante tener que resistirse a morderlo, a lacerarlo para obtener la hermosa joya que otorgan sus venas, esa maldita hembra enferma de masoquismo disfruta como es que sus instintos pelean contra su pensamiento; la mirada profunda del moreno traspasa las pupilas enrojecidas de Lorraine, se clavan en sus ojos cual dedos acusadores en una cacería de brujas. Sonrie de lado, aparta la mirada para colocar una de sus manos en el pecho de su títere…
- No, la muerte sería el regalo más egoísta de mi parte Gerard – sus dedos dibujan círculos en el pecho mortal. Un suspiro alimenta la fugitivo ambición por desgarrar la piel ajena, esta cayendo en una perdición ¿Por qué él? ¿Qué tiene ese chiquillo que ningún otro tenga? Cuestiones y más cuestiones surgen en su mente, si tan solo fuese como su mascota sabría la razón por la cual lo esta dejando con vida, pero a este infeliz… Entonces el adictivo hedor de su vida le recuerda lo masoquista que puede llegar a ser. Escudriña sin temor las posibilidades existentes en su propia supervivencia, jugará un juego, sí… un sádico experimento en su contra ¿Acaso se puede llegar al borde de la demencia?
– Decidme… ¿Cómo preferís salir y porque tanta prisa por iros, si esto es tan solo la mitad de lo que puedo mostraros? – Arquea una ceja, toma la babilla de Gerard con su gélida mano huesuda, le mira directamente a los ojos, podría controlar su mente si ella lo quisiese, hacer que él se ajustara a sus caprichos, pero es más divertido de esta manera. Solo le falta un par de preguntas que hacerle para saber si es suficiente o no, para explicar el por que a todas las dudas del mortal y así mismo acabar de una buena vez con todo esto.
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
“Genial, ahora se pondrá a llover…” pensé al escuchar un trueno en una lejanía desconocía para mí.
Yo continuaba cuestionándola con la mirada, tras aquel beso inexplicable por mi parte. ¿Qué pensaría ella sobre esto? ¿Qué tan retorcida podría ser? Me sonrió de lado dejándome desubicado. Al sentir su mano en el pecho, por un momento pensé que me sacaría el corazón y aún palpitando me lo mostraría.
- No, la muerte sería el regalo más egoísta de mi parte Gerard – ¿De verdad? Intentaba no tiritar, la piel se me estaba poniendo de gallina ¿Por qué me hacía estas cosas? ¿No se daba cuenta de la terrible tensión que se apoderaba de mí? Cualquier momento era bueno para ver acabado este sufrimiento o llamémoslo tortura.
- No, la muerte sería el regalo más egoísta de mi parte Gerard – ¿De verdad? Intentaba no tiritar, la piel se me estaba poniendo de gallina ¿Por qué me hacía estas cosas? ¿No se daba cuenta de la terrible tensión que se apoderaba de mí? Cualquier momento era bueno para ver acabado este sufrimiento o llamémoslo tortura.
¿Suicidarme? Parpadeé asombrado con mi propio pensamiento, por mi propia cobardía, justificación ¿la propia desesperación? ¿Quién me tendría que juzgar?
De nuevo su voz me sacó de mis ensoñaciones, pensamientos que en mi vida se me habían pasado por la cabeza.
– Decidme… ¿Cómo preferís salir y porque tanta prisa por iros, si esto es tan solo la mitad de lo que puedo mostraros? – La miré con ojos desorbitados mientras me tomaba de la barbilla. Abrí la boca levemente en un intento de que mis neuronas hicieran acto de presencia, un interrumpido suspiró se escapó de mis labios, tragué saliva con apuro.
– Decidme… ¿Cómo preferís salir y porque tanta prisa por iros, si esto es tan solo la mitad de lo que puedo mostraros? – La miré con ojos desorbitados mientras me tomaba de la barbilla. Abrí la boca levemente en un intento de que mis neuronas hicieran acto de presencia, un interrumpido suspiró se escapó de mis labios, tragué saliva con apuro.
–Sinceramente quisiera salir vivo de todo esto.- La confesé cerrando los ojos, como si así me volviese inmune al poder de sus rojizas pupilas. –No…no tengo prisa.- Murmuré abriendo uno de mis ojos.
¿Era eso lo que ella quería escuchar? No quería terminar como aquellos desventurados que aún se podían ver, quizá al término de la noche (si continuaba de una pieza) recordaría todo lo que había pasado aquella noche, e irremediablemente me afectaría.
–No puedo imaginarme qué puede superar esto. – Dejé pasear mis ojos por todo el callejón, era espantoso. Me hería mi propia sensibilidad de artista. – No sé si estaré preparado.- Aunque no lo estuviera a ella le daría igual, estaba seguro. –Bueno…es igual. Remátame por hoy.- Concluí encogiéndome de hombros.
Di un paso hacia atrás, reculando. -¿Por dónde?- Pregunté mirando hacia el cielo, ¿a quién le había preguntado aquello?
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
El martilleo de un corazón hace mudar los sonidos que se encuentran en el trasfondo, ese bendito latido a contra pecho, parece música celestial ante los oídos de una pérfida mente. Las sensaciones encontradas en un cuerpo carente de alma, se disputan la victoria. Lentamente, mientras las primeras gotas de lluvia comienzan a caer sobre su cuerpo la dama busca el momento apropiado para atacar a su víctima. Gerard confundido, sí, más confundió que nunca le suplica terminar con su tormento, pero aún no es tiempo, ni si quiera había iniciado y en la cabeza de Lorraine solo un pensamiento aparece.
Sus ojos se cierran al escuchar las respuestas del humano, aspira el olor a tierra húmeda, tan embriagadoramente infernal bajo el contraste de esa sangre fresca, escarlata, deliciosa y sobretodo mortal. Acapara entre sus brazos el cuerpo, el cuello del varón, se aproxima con delicadeza, no desea cometer un error, una imprudencia que pueda arrebatarle la vida a Gerard; huele, satisface sus sentidos con el perfume de su títere. Su cuerpo se acerca más a lo cálido del hombre, rosa con su piel la ajena en un acto bastante exótico, estrafalario e impúdico.
La noche representa una escena tétrica junto al alumbrado de los rayos y el crujir de los truenos, cadáveres, ríos de sangre, un demonio y un mártir. El viento llora, la penumbra ríe, alaridos extranjeros hacen eco cubriendo todo en un lúgubre ambiente. ¿Miedo? El agua deja de ser el paria de las nubes al precipitarse, el atavío de la mujer absorbe las pequeñas gotas de agua, sus cabellos se escarchan, su frente se rocían. Las manos de la lamia acarician el cabello del hombre, sonríe…
- Gerard, Gerard, Gerard… Deja salir tu bestia interna, permite que esos deseos arremolinados aquí – coloca su dedo índice en su frente – te corrompan hasta que las bajas pasiones se te hagan realidad. No temas ¿Qué es lo peor que te puede pasar? – Sus labios se curvean ocultando en esa sonrisa los caninos más filosos que pudiesen existir. El aliento de Lorraine busca una salida rápida de su garganta, la encuentra solo para chocar frenéticamente contra la comisura de los labios de su mortal. - ¡Dejate seducir! -
Sus ojos se cierran al escuchar las respuestas del humano, aspira el olor a tierra húmeda, tan embriagadoramente infernal bajo el contraste de esa sangre fresca, escarlata, deliciosa y sobretodo mortal. Acapara entre sus brazos el cuerpo, el cuello del varón, se aproxima con delicadeza, no desea cometer un error, una imprudencia que pueda arrebatarle la vida a Gerard; huele, satisface sus sentidos con el perfume de su títere. Su cuerpo se acerca más a lo cálido del hombre, rosa con su piel la ajena en un acto bastante exótico, estrafalario e impúdico.
La noche representa una escena tétrica junto al alumbrado de los rayos y el crujir de los truenos, cadáveres, ríos de sangre, un demonio y un mártir. El viento llora, la penumbra ríe, alaridos extranjeros hacen eco cubriendo todo en un lúgubre ambiente. ¿Miedo? El agua deja de ser el paria de las nubes al precipitarse, el atavío de la mujer absorbe las pequeñas gotas de agua, sus cabellos se escarchan, su frente se rocían. Las manos de la lamia acarician el cabello del hombre, sonríe…
- Gerard, Gerard, Gerard… Deja salir tu bestia interna, permite que esos deseos arremolinados aquí – coloca su dedo índice en su frente – te corrompan hasta que las bajas pasiones se te hagan realidad. No temas ¿Qué es lo peor que te puede pasar? – Sus labios se curvean ocultando en esa sonrisa los caninos más filosos que pudiesen existir. El aliento de Lorraine busca una salida rápida de su garganta, la encuentra solo para chocar frenéticamente contra la comisura de los labios de su mortal. - ¡Dejate seducir! -
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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