AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
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ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
Recuerdo del primer mensaje :
Estábamos pasando por unos días otoñales bastante nublados, a mi no me desagradaban, era un clima mejor que el asfixiante calor del verano. Si tenías la ropa empapada lo único que tenías que hacer era irte a una taberna y quedarte muy cerca del fuego de la chimenea, esa era mi idea.
En ese día me había puesto un chaleco morado oscuro, con una simple camisa blanca de algodón, convinando todo ello con unos pantalones de pana negros.
Paseé por los jardines que rodeaban al castillo de Tullerias, me encantaba pasear por allí para admirar las esculturas que se esparcían entre los rosales y las demás plantas, siempre tan bien cuidadas. Me gustaba además porque podía ver el Museo Napoleón (Louvre), pero hoy no estaba abierto, así que me distraje dibujando las distintas fachadas del edificio, tan palaciego, tan increíblemente perfecto, que no me podía creer que estuviera allí.
Los días que estaba pasando en la casa del profesor Kaarkarogf me habían ayudado bastante en mi recuperación. Todo lo que hace una semana había sucedido ahora me parecía un vago espejismo, pero queriendo o no aquello sucedió en realidad porque aún tenía las marcas que aquel ser dejó en mí.
Habían pasado tantos días, y tan intensos que pensé que Lorraine se había olvidado de mi, y en cierta manera eso me hacía sentir mejor, las pesadillas habían cesado.
Cierto es que ya no salía a la calle sin la pistola cargada con las balas de madera que me había dado el profesor, por si acaso, pero sinceramente dudaba de mi propio valor para hacer uso de ella. Yo no era un asesino.
-¿Cuánto por ese dibujo?- pregunto una voz masculina detrás de mí, interrumpiendo mis pensamientos. Miré hacia atrás algo sorprendido. -¿Cómo?- pregunté con una sonrisa torcida.
–Ya me habéis oído joven.- respondió aquel hombre de bigote oscuro.
No estaba pintando con intención de venderlos, además no estaban acabados, y no los estaba haciendo para nadie en concreto.
-¿Cuánto me daríais?- pregunté por pura curiosidad. –Cincuenta francos.- respondió con una sonrisa. Miré de nuevo el dibujo que estaba haciendo, y volví a mirar hacia arriba donde estaba aquel caballero observándome.
–Muy bien.- murmuré resignado, firmé en la esquina derecha para luego coger el papel con ambas manos y entregárselo. Me dio un saquito de terciopelo con las monedas.
–Muchas gracias, joven. – “A ti.” Pensé cogiendo mi maletín, y metiendo mi nueva ganancia en el bolsillo de mi abrigo, me fui de allí con paso lento. Quería gastarme ese dinero en alguna copita, algo especial, un vino francés por ejemplo, y luego volver a la casa del profesor para que no se preocupara.
Mis pies iban en dirección a la taberna que solía frecuentar muy a menudo...demasiado. El sol empezaba a esconderse detrás de las negruzcas casas.
En ese día me había puesto un chaleco morado oscuro, con una simple camisa blanca de algodón, convinando todo ello con unos pantalones de pana negros.
Paseé por los jardines que rodeaban al castillo de Tullerias, me encantaba pasear por allí para admirar las esculturas que se esparcían entre los rosales y las demás plantas, siempre tan bien cuidadas. Me gustaba además porque podía ver el Museo Napoleón (Louvre), pero hoy no estaba abierto, así que me distraje dibujando las distintas fachadas del edificio, tan palaciego, tan increíblemente perfecto, que no me podía creer que estuviera allí.
Los días que estaba pasando en la casa del profesor Kaarkarogf me habían ayudado bastante en mi recuperación. Todo lo que hace una semana había sucedido ahora me parecía un vago espejismo, pero queriendo o no aquello sucedió en realidad porque aún tenía las marcas que aquel ser dejó en mí.
Habían pasado tantos días, y tan intensos que pensé que Lorraine se había olvidado de mi, y en cierta manera eso me hacía sentir mejor, las pesadillas habían cesado.
Cierto es que ya no salía a la calle sin la pistola cargada con las balas de madera que me había dado el profesor, por si acaso, pero sinceramente dudaba de mi propio valor para hacer uso de ella. Yo no era un asesino.
-¿Cuánto por ese dibujo?- pregunto una voz masculina detrás de mí, interrumpiendo mis pensamientos. Miré hacia atrás algo sorprendido. -¿Cómo?- pregunté con una sonrisa torcida.
–Ya me habéis oído joven.- respondió aquel hombre de bigote oscuro.
No estaba pintando con intención de venderlos, además no estaban acabados, y no los estaba haciendo para nadie en concreto.
-¿Cuánto me daríais?- pregunté por pura curiosidad. –Cincuenta francos.- respondió con una sonrisa. Miré de nuevo el dibujo que estaba haciendo, y volví a mirar hacia arriba donde estaba aquel caballero observándome.
–Muy bien.- murmuré resignado, firmé en la esquina derecha para luego coger el papel con ambas manos y entregárselo. Me dio un saquito de terciopelo con las monedas.
–Muchas gracias, joven. – “A ti.” Pensé cogiendo mi maletín, y metiendo mi nueva ganancia en el bolsillo de mi abrigo, me fui de allí con paso lento. Quería gastarme ese dinero en alguna copita, algo especial, un vino francés por ejemplo, y luego volver a la casa del profesor para que no se preocupara.
Mis pies iban en dirección a la taberna que solía frecuentar muy a menudo...demasiado. El sol empezaba a esconderse detrás de las negruzcas casas.
Última edición por Gerard Montefeltro el Lun Dic 20, 2010 4:24 pm, editado 1 vez
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 30/06/2010
Edad : 41
Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
Para mi sorpresa Lorraine pasó sus brazos por detrás de mi cuello, “Ay Dios…” imploré asustado a un Dios que hacía mucho que me había abandonado. Pude sentir el contacto de su piel junto a la mía, en una conexión sacrílega ¿qué pretendía, qué quería conseguir con esto? Un terrible temblor se hizo presa de mí, tal vez tuvo que ver el hecho de que comenzó a llover, no saldría nada bueno de aquí, quizá una buena pulmonía y algo que lamentar, pensaba sin apartar las ojos del reflejo de mi mismo que encontraba en sus fervientes pupilas. No me gustaba nada el lugar donde nos encontrábamos, me afligía pavor, y ella lo sabía ¡maldita sea! A mi olfato llegó la humedad que nos envolvía, la tierra comenzó a humedecerse junto con los desechos desparramados allá dónde mirases, liberando un sugestivo perfume, parpadeé sin entender. ¿Por qué después de todo aquel acto tenía algo que te atrapaba entre sus garras y no te dejaba escapatoria? ¿Estaría usando brujería conmigo? Porque me sentí desprotegido, frágil, además mi dignidad se había visto atrofiada por culpa del ser que tenía delante.
El remolino de sensaciones que estaba sintiendo en ese momento no se podía soportar, y aún no comprendo cómo pude hacerlo. Hubo un momento en el que me quedé embelesado mirando el recorrido que las gotas del inminente aguacero estaban tomando por su perfecto y ovalado rostro, tan perfecto como ilusorio, he de decir. Algunas enmarcaban sus mejillas, dejando su rastro, otras caían por sus sienes llegando al tobogán que para mí era su particular nariz, o algunas otras se perdían por la comisura de sus labios, ese atroz camino que las aniquilaba ¿por qué no podía apartar los ojos?
La escuché volviendo poco a poco a la temible realidad, ¿por qué me decía aquello? ¿Por qué se pensaba que tenía algún tipo de bestia acechando en mi interior? Yo desconocía esa parte de mí. ¿Por qué quería verme así? Infinitos porqués que no me serían contestados. ¿Mis bajas pasiones? Fruncí el ceño negando sus intenciones. ¿Que qué es lo peor que me puede pasar?... Ya nada, conocerla fue suficiente castigo.
Me estaba provocando pude sentirlo, quería que me dejase llevar por los instintos más primarios del hombre, y lo estaba consiguiendo ¡maldita toda ella!, no me preguntéis por qué pero el hechizo que estaba ejerciendo sobre mí iba en aumento, y el descubrir los pequeños destellos que sus húmedas pestañas cobijaban, no me dejaba más salida ¡estaba perdido! Se acercó más a mí hasta pegar sus labios a la comisura de los míos y así dejarme definitivamente noqueado con un- ¡Déjate seducir! – "¿Por ella?” No hay lógica que expliqué o que justifique mis actos, la debilidad de todo mi ser afloró arrebatándome toda cordura pues en un abrir y cerrar de ojos había atacado la carnosidad de sus labios sin ningún tipo de miramiento, mis manos se enterraron en el rocío de sus cabellos, no era importante respirar, solo acallar todo remordimiento. La besaba con profusión, con odio y a la vez con fervor. -¿En qué me has convertido maldita?- pregunté entre beso y beso, la empotré contra el muro descubierto volviéndome a fundir en sus criminales labios. -¿Era esto lo que querías?- la pregunté mordiendo su mentón, ¿qué me estaba pasando? ¿Por qué me estaba dejando atrapar?
–Estarás contenta entonces…- murmuré con cierto sarcasmo mientras descendía por su cuello, y mis manos delineaban cada funesta curva que estaba a mi alcance, aquello era fatal. Ascendí queriendo reclamar otro de sus besos, se los arrebaté sin permiso alguno, la detestaba me intentaba convencer de ello mientras lo hacía, al precipitar mi lengua por el interior de su cavidad, pude notar como algo se resquebrajaba, me había cortado ligeramente la lengua, y aún así la sangre inundó nuestras bocas, era asqueroso, me separé de pronto escupiendo a un lado lo excesivo. Había sido por su culpa, su boca era letal para mí por mucho que la buscase.
El remolino de sensaciones que estaba sintiendo en ese momento no se podía soportar, y aún no comprendo cómo pude hacerlo. Hubo un momento en el que me quedé embelesado mirando el recorrido que las gotas del inminente aguacero estaban tomando por su perfecto y ovalado rostro, tan perfecto como ilusorio, he de decir. Algunas enmarcaban sus mejillas, dejando su rastro, otras caían por sus sienes llegando al tobogán que para mí era su particular nariz, o algunas otras se perdían por la comisura de sus labios, ese atroz camino que las aniquilaba ¿por qué no podía apartar los ojos?
La escuché volviendo poco a poco a la temible realidad, ¿por qué me decía aquello? ¿Por qué se pensaba que tenía algún tipo de bestia acechando en mi interior? Yo desconocía esa parte de mí. ¿Por qué quería verme así? Infinitos porqués que no me serían contestados. ¿Mis bajas pasiones? Fruncí el ceño negando sus intenciones. ¿Que qué es lo peor que me puede pasar?... Ya nada, conocerla fue suficiente castigo.
Me estaba provocando pude sentirlo, quería que me dejase llevar por los instintos más primarios del hombre, y lo estaba consiguiendo ¡maldita toda ella!, no me preguntéis por qué pero el hechizo que estaba ejerciendo sobre mí iba en aumento, y el descubrir los pequeños destellos que sus húmedas pestañas cobijaban, no me dejaba más salida ¡estaba perdido! Se acercó más a mí hasta pegar sus labios a la comisura de los míos y así dejarme definitivamente noqueado con un- ¡Déjate seducir! – "¿Por ella?” No hay lógica que expliqué o que justifique mis actos, la debilidad de todo mi ser afloró arrebatándome toda cordura pues en un abrir y cerrar de ojos había atacado la carnosidad de sus labios sin ningún tipo de miramiento, mis manos se enterraron en el rocío de sus cabellos, no era importante respirar, solo acallar todo remordimiento. La besaba con profusión, con odio y a la vez con fervor. -¿En qué me has convertido maldita?- pregunté entre beso y beso, la empotré contra el muro descubierto volviéndome a fundir en sus criminales labios. -¿Era esto lo que querías?- la pregunté mordiendo su mentón, ¿qué me estaba pasando? ¿Por qué me estaba dejando atrapar?
–Estarás contenta entonces…- murmuré con cierto sarcasmo mientras descendía por su cuello, y mis manos delineaban cada funesta curva que estaba a mi alcance, aquello era fatal. Ascendí queriendo reclamar otro de sus besos, se los arrebaté sin permiso alguno, la detestaba me intentaba convencer de ello mientras lo hacía, al precipitar mi lengua por el interior de su cavidad, pude notar como algo se resquebrajaba, me había cortado ligeramente la lengua, y aún así la sangre inundó nuestras bocas, era asqueroso, me separé de pronto escupiendo a un lado lo excesivo. Había sido por su culpa, su boca era letal para mí por mucho que la buscase.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
El sentir el olor de sangre correr por cada maldito rincón de un cuerpo muerto es el paraíso para los inmortales, saber que no es suya y que mantendrá en perfectas condiciones su belleza, su eternidad, pensar que después de todo el infierno que han padecido por la maldición, se esta perdiendo; es tan solo un efímero instante en que su palidez pareciera tornarse de una calidez, es tan simplemente un esporádico segundo en que envenenan sus propios pensamientos, para sentirse vivos para concebir una mentira en la cual su pétreo corazón vuelve a latir, golpeando fuertemente su pecho contra la corriente de la sangre entrando a su sistema, ese ruin alimento que les condena.
Dentro de ese castigo, el destierro de los humanos, personas como Lorraine aprovechan cada insignificante temor para no permitirse ser olvidados entre las leyendas. Añadiendo una nueva página a un libro maldito, un vampiro tiene que arrodillarse ante la perversidad, esa maldad tan atrapante y abrazadora, para poder terminar con la vida de sus víctimas sin remordimiento alguno, de lo contrario… Si por cada muerto en las tentadoras garras de un inmortal hubiese un alma atormentada, el cielo no sería el destino final, este sería sin duda el purgatorio del infierno. No es únicamente ese par de aspectos con los cuales un infeliz tiene que lidiar cuando la eterna noche les abraza y les cubre de cualquier claridad, de cualquier amanecer, también existe el sentido de la liviandad. Es cierto, cada quien elige como vivir, pero también es verdad que la carne aún cuando se crea perfecta, tiene sus debilidades.
Gerard, es su nombre, un humano combatiendo internamente con su oscuridad, un débil muchacho que se ha perdido en el camino, se encontró con el rostro de la depravación y no encuentra la forma de escapar ante ese sutil encanto enfermizo. Una victoria mal fundamentada, una mujer es acusada de mutar el alma de una criatura inocente, sabe el demonio al igual que un Dios extraviado, que no existe nada en este mundo que haga flagelar a una criatura cuando en verdad tiene fuerza de voluntad. Lorraine entiende que no es su culpa el que Gerard haya encontrado en su reflejo esa sombra tan sepultada en su interior, pero sí comprende que su tacto ayudo a que la bestia emanara de las profundidades.
Un corazón ardiente se escucha tan diabólicamente cerca de su pecho, sus encías arden, duelen ¡Es que sus devoradores colmillos están hambrientos! No de sangre, no de carne fresca y rompible, es algo más. ¿Quién puede soportar el estridente sonido de un palpitante órgano cuando el propio nunca latió así de fuerte? Y en silencio, siempre en silencio se queda cuando sus memorias osan tomarle desprevenida. Ese maldito deseo por corromper al débil, por quebrantar al frágil, se extiende en sus entrañas, fluyendo como un hermoso río hasta el más salado de los mares. Respiración cortada entre besos desesperantes, tan estúpidamente anhelantes de más. El sabor de sus labios destilaba odio, un odio que le hace caer en el placer más demencial que pudiese existir.
La mirada atónita de un hombre se detiene en sus pupilas, el ardor de sus caricias bajo esa estela de lluvia infierniza su cordura, el endemoniado éxtasis que siente recorrer cada una de sus terminaciones nerviosas, se ve hechizado por la tersa, suave y cálida piel de un humano poco común entre ellos mismos. Su aliento a alcohol choca contra el rostro de la dama, sus mordidas son apenas un rasguño de plumas de ángel, suave brisa perdida en las cumbres del frío silencio. Es su humano, su Gerard, su juguete… Un golpe en sus espalda estalla ansiedades inimaginables, una risa burlona, furia descontrolada, desquebraja su máscara, él ya es residente en su cárcel, en el claustro que representa su cuerpo.
Gélidos brazos encierran un cuerpo vivo, se enredan en el cabello mortal, se deslizan a través de una espalda húmeda, puede sentir en su tacto la temperatura ardiente que envuelve como un aura de llamas a Gerard, entonces como un soprano en un coro celestial responde – Aún no! – Esas manos llenas de agilidad y experiencia desgarran la camisa del hombre. En un efímero instante un sabor lleno de delirios traspasa su garganta, los labios de Gerard han sido desquebrajados, mientras ella busca extender su placer lamiendo delicadamente su encía, él se separa.
Su rapidez impredecible lo hace caer de nueva cuenta en sus brazos, gira sus cuerpos, es él quien ahora descansa contra la pared, sus labios de abren paso entre el pecho de un humano. La sangre que su corazón transporta a cada rincón de su cuerpo palpita fuertemente debajo de esa piel, la obscena lengua de Lorraine dibuja la comisura de sus músculos como si estuviese pintando un lienzo con ellos, como si creara una obra perfecta bajo esa precipitación. – La muerte y yo, somos lo mismo al igual que tu y ese ferviente deseo aflorando en tu piel ¡Ódiame! – Exclama mientras sus labios ascienden hasta su boca – No puedes negar esta terrible excitación -
Dentro de ese castigo, el destierro de los humanos, personas como Lorraine aprovechan cada insignificante temor para no permitirse ser olvidados entre las leyendas. Añadiendo una nueva página a un libro maldito, un vampiro tiene que arrodillarse ante la perversidad, esa maldad tan atrapante y abrazadora, para poder terminar con la vida de sus víctimas sin remordimiento alguno, de lo contrario… Si por cada muerto en las tentadoras garras de un inmortal hubiese un alma atormentada, el cielo no sería el destino final, este sería sin duda el purgatorio del infierno. No es únicamente ese par de aspectos con los cuales un infeliz tiene que lidiar cuando la eterna noche les abraza y les cubre de cualquier claridad, de cualquier amanecer, también existe el sentido de la liviandad. Es cierto, cada quien elige como vivir, pero también es verdad que la carne aún cuando se crea perfecta, tiene sus debilidades.
Gerard, es su nombre, un humano combatiendo internamente con su oscuridad, un débil muchacho que se ha perdido en el camino, se encontró con el rostro de la depravación y no encuentra la forma de escapar ante ese sutil encanto enfermizo. Una victoria mal fundamentada, una mujer es acusada de mutar el alma de una criatura inocente, sabe el demonio al igual que un Dios extraviado, que no existe nada en este mundo que haga flagelar a una criatura cuando en verdad tiene fuerza de voluntad. Lorraine entiende que no es su culpa el que Gerard haya encontrado en su reflejo esa sombra tan sepultada en su interior, pero sí comprende que su tacto ayudo a que la bestia emanara de las profundidades.
Un corazón ardiente se escucha tan diabólicamente cerca de su pecho, sus encías arden, duelen ¡Es que sus devoradores colmillos están hambrientos! No de sangre, no de carne fresca y rompible, es algo más. ¿Quién puede soportar el estridente sonido de un palpitante órgano cuando el propio nunca latió así de fuerte? Y en silencio, siempre en silencio se queda cuando sus memorias osan tomarle desprevenida. Ese maldito deseo por corromper al débil, por quebrantar al frágil, se extiende en sus entrañas, fluyendo como un hermoso río hasta el más salado de los mares. Respiración cortada entre besos desesperantes, tan estúpidamente anhelantes de más. El sabor de sus labios destilaba odio, un odio que le hace caer en el placer más demencial que pudiese existir.
La mirada atónita de un hombre se detiene en sus pupilas, el ardor de sus caricias bajo esa estela de lluvia infierniza su cordura, el endemoniado éxtasis que siente recorrer cada una de sus terminaciones nerviosas, se ve hechizado por la tersa, suave y cálida piel de un humano poco común entre ellos mismos. Su aliento a alcohol choca contra el rostro de la dama, sus mordidas son apenas un rasguño de plumas de ángel, suave brisa perdida en las cumbres del frío silencio. Es su humano, su Gerard, su juguete… Un golpe en sus espalda estalla ansiedades inimaginables, una risa burlona, furia descontrolada, desquebraja su máscara, él ya es residente en su cárcel, en el claustro que representa su cuerpo.
Gélidos brazos encierran un cuerpo vivo, se enredan en el cabello mortal, se deslizan a través de una espalda húmeda, puede sentir en su tacto la temperatura ardiente que envuelve como un aura de llamas a Gerard, entonces como un soprano en un coro celestial responde – Aún no! – Esas manos llenas de agilidad y experiencia desgarran la camisa del hombre. En un efímero instante un sabor lleno de delirios traspasa su garganta, los labios de Gerard han sido desquebrajados, mientras ella busca extender su placer lamiendo delicadamente su encía, él se separa.
Su rapidez impredecible lo hace caer de nueva cuenta en sus brazos, gira sus cuerpos, es él quien ahora descansa contra la pared, sus labios de abren paso entre el pecho de un humano. La sangre que su corazón transporta a cada rincón de su cuerpo palpita fuertemente debajo de esa piel, la obscena lengua de Lorraine dibuja la comisura de sus músculos como si estuviese pintando un lienzo con ellos, como si creara una obra perfecta bajo esa precipitación. – La muerte y yo, somos lo mismo al igual que tu y ese ferviente deseo aflorando en tu piel ¡Ódiame! – Exclama mientras sus labios ascienden hasta su boca – No puedes negar esta terrible excitación -
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
Me estaba dejando atrapar por mí depredador, mi verdugo, mi fin. En un momento dado me creí Ganimedes entre sus afiladas garras, ambos nos elevábamos lejos del suelo, lejos de aquel ignominioso lugar, sus negras y brillantes alas me cegaban, solo podía advertir la vileza de sus ojos, esos ojos que habían acabado conmigo. La cordura había quedado ya muy atrás en la mundanal tierra. Me sentí transcender con cada caricia, cada suspiro que de mis labios afloraba, espejismos, alucinaciones, sueños. ¿Desde cuándo la voluntad cedió con tanta facilidad? Fui un miserable necio que no supo huir cuando tuvo oportunidad, al fin y al cabo un ‘hombre’ con innumerables defectos, la realidad me había pataleado contra el suelo hasta hacerme sangrar, ya no había oportunidad para mí, las puertas del cielo se habían cerrado para siempre, San Pedro me había denegado el paso con gesto grave, cuán pecaminosos podemos ser con ayuda del demonio.
Ahora era yo quien podía sentir el rugoso muro contra la espalda, “Acaba conmigo.” Imploraba en mi interior. Los espasmos no tardaron en llegar cuando sentí sus labios recorriendo mi pecho descubierto, apretaba los parpados con fuerza intentando reprimir mis mundanas emociones, ahora era su lengua la que cobraba protagonismo por mi deleznable piel, igualmente apreté mis labios, como mis puños. Ante todo estaba decepcionado conmigo mismo. Volver atrás…retrotraerme en el tiempo y en el espacio, recordando días felices en compañía de las personas que más quería, y de pronto ¡Oscuridad! La nada abriéndose paso ante mí, todo me era quimérico, mis dedos atrapaban mi perdición, mi ruina “Descansa en Paz”.
Abrí los ojos al escuchar su voz, ¿cómo se atrevía a juzgarme? Sí, la odiaría hasta el final de mis días, pero igualmente la desearía hasta el final de éstos. Sin duda había conseguido excitarme como ninguna mujer antes había sido capaz, que abominable era aquello. – Libérame de éstas cadenas.- Murmuré jadeante, pesaban demasiado, no me veía capacitado físicamente para destrozar el muro que me retenía, mis intentos de fuga fueron en vano, y aún así no paraba de intentarlo, raspando el suelo hasta llegar a los muñones, mis pies y mis manos se evaporaban ante mis ojos, estaba prisionero, era su infeliz esclavo. Las lágrimas se aventaron por mi rostro fundiéndose entre las fracciones de agua que cubrían éste. La miré intentando reprimir los sollozos de mi corazón lacerado, mis manos ascendieron hasta quedar adosadas en sus mejillas, ¿Quería que me entendiera, que leyese dentro de mí? Qué estupidez. – Piedad.- aquella simple suplica se quebró en el instante en que volví a unir nuestros labios, pegando muy mucho su cuerpo al mío, que pedía a gritos ser correspondido, mi corazón no daba crédito a lo que estaba haciendo, pues era mi cuerpo el que actuaba. La abrazaba con fervor, mis manos no tenían límites pues se atrevían a errar por su cuerpo, con la única pretensión de saciarse, siempre se me dio mal la escultura, pero teniéndola entre mis brazos me consideré Dios. Mis labios devoraban los suyos con ansiedad, pude sentir como mi virilidad llamaba aún no queriendo. Eran ahora mis manos las que terminaban por cuartear lo poco que quedaba de su vestido, la frialdad de su cuerpo iba penetrando atreves de mis dedos. Aún con todo, las lágrimas no paraban de derramarse de mis ojos, pues los ojos reflejaban mi alma atormentada. Arrojé el desecho de su atuendo a un lado, sin importarme nada más, sin importarme en absoluto mi futuro. Mi deseo de golpearla aumentaba por segundos, una de mis manos agarró con fuerza su mandíbula. Se podría decir que en ese momento la tenía toda para mí, pero realmente no quería poseerla, la despreciaba. –Aléjate de mí.- Escupí con una rabia incontenible.
Ahora era yo quien podía sentir el rugoso muro contra la espalda, “Acaba conmigo.” Imploraba en mi interior. Los espasmos no tardaron en llegar cuando sentí sus labios recorriendo mi pecho descubierto, apretaba los parpados con fuerza intentando reprimir mis mundanas emociones, ahora era su lengua la que cobraba protagonismo por mi deleznable piel, igualmente apreté mis labios, como mis puños. Ante todo estaba decepcionado conmigo mismo. Volver atrás…retrotraerme en el tiempo y en el espacio, recordando días felices en compañía de las personas que más quería, y de pronto ¡Oscuridad! La nada abriéndose paso ante mí, todo me era quimérico, mis dedos atrapaban mi perdición, mi ruina “Descansa en Paz”.
Abrí los ojos al escuchar su voz, ¿cómo se atrevía a juzgarme? Sí, la odiaría hasta el final de mis días, pero igualmente la desearía hasta el final de éstos. Sin duda había conseguido excitarme como ninguna mujer antes había sido capaz, que abominable era aquello. – Libérame de éstas cadenas.- Murmuré jadeante, pesaban demasiado, no me veía capacitado físicamente para destrozar el muro que me retenía, mis intentos de fuga fueron en vano, y aún así no paraba de intentarlo, raspando el suelo hasta llegar a los muñones, mis pies y mis manos se evaporaban ante mis ojos, estaba prisionero, era su infeliz esclavo. Las lágrimas se aventaron por mi rostro fundiéndose entre las fracciones de agua que cubrían éste. La miré intentando reprimir los sollozos de mi corazón lacerado, mis manos ascendieron hasta quedar adosadas en sus mejillas, ¿Quería que me entendiera, que leyese dentro de mí? Qué estupidez. – Piedad.- aquella simple suplica se quebró en el instante en que volví a unir nuestros labios, pegando muy mucho su cuerpo al mío, que pedía a gritos ser correspondido, mi corazón no daba crédito a lo que estaba haciendo, pues era mi cuerpo el que actuaba. La abrazaba con fervor, mis manos no tenían límites pues se atrevían a errar por su cuerpo, con la única pretensión de saciarse, siempre se me dio mal la escultura, pero teniéndola entre mis brazos me consideré Dios. Mis labios devoraban los suyos con ansiedad, pude sentir como mi virilidad llamaba aún no queriendo. Eran ahora mis manos las que terminaban por cuartear lo poco que quedaba de su vestido, la frialdad de su cuerpo iba penetrando atreves de mis dedos. Aún con todo, las lágrimas no paraban de derramarse de mis ojos, pues los ojos reflejaban mi alma atormentada. Arrojé el desecho de su atuendo a un lado, sin importarme nada más, sin importarme en absoluto mi futuro. Mi deseo de golpearla aumentaba por segundos, una de mis manos agarró con fuerza su mandíbula. Se podría decir que en ese momento la tenía toda para mí, pero realmente no quería poseerla, la despreciaba. –Aléjate de mí.- Escupí con una rabia incontenible.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
“Aberrante demonio nocturno que castigas a todos a tu paso ¿Cuándo sentirás en carne viva el dolor que ocasionas?”
La excitación corre por sus venas como si fuese esa sangre llena de vitalidad que abandono dos siglos atrás. Sus manos arden en un frenético deseo por poseer un cuerpo ajeno, sus labios recorren cada maldito rincón del pecho desnudo de Gerard, es su maldita lengua llena de veneno la convierte caricias en algo más delirante. Reconoce en su interior que su presa ya ha sido domada, él ya esta sucumbiendo ante la condena que Lorraine representa, pero no es solo el débil humano quien se esta dejando llevar por una depravada idea, también esa mujer enfermiza esta atrapada en la telaraña que ella misma tejió y ahora no puede parar.
Infamia, sacrilegio y profanación, poco a poco se adentran en su ser en una metamorfosis caótica. Su placer se extiende en una mueca retorcida, mirada demente… Su víctima no soporta la idea que martilla en su cabeza al igual que la vampiresa no puede permitir que su juguete se escape tan fácilmente. Sí, se ha convertido en el residente de una cárcel perfectamente estructurada, un infierno disfrazado de paraíso, se aprovecha de la situación, goza y se deleita con el sufrimiento marcado en su rostro, saborea al máximo cada maldito espasmo agónico reflejado en sus facciones. Es inútil para el mortal tratar de escapar, los grilletes que lo sujetan a ella se han ataviado de perversas pasiones, mientras que Gerard mismo expone su debilidad, un error que le costará muy caro.
Lágrimas en sus ojos el sublime toque que entrega un sabor más exquisito a toda la faena. Lorraine asciende hasta sus labios, lo besa nuevamente y el salado jugo de sus labios informa que él esta llorando. Sus pupilas observan la caída de esas gotas en sus mejillas, camuflándose con la lluvia, más sus pupilas rojizas confirman el llanto, un llanto profundo, lleno de desesperación, angustia, perdición, ruegos y suplicas. Las mejillas de la fémina son atrapadas entre las calidas manos del varón, las vibraciones en sus dedos debido al pulso acelerado en sus venas, denota aquel éxtasis confuso. Una vampiresa sin alma, sin escrúpulos, sin atisbo de humanidad no puede dar lo que se le fue robado, incluso antes de ser un demonio ¿Acaso existió un tiempo en el que no lo fue?
Y el silencio permite que la sinfonía de los truenos retumbe en los acústicos rincones del lugar, un magno concierto para quienes admiran la belleza de fenómenos naturales, una obra con magia en cada uno de los relámpagos iluminando en la obscuridad, develando cadáveres en el suelo y el hechizo de la lamia. - ¿Tendrás el valor de elegir bien? – Susurra a escasos centímetros de sus labios, dos pasos hacia atrás liberan a Gerard de sus garras. No es ella quien ha colocado las cadenas en ese niño, tampoco ha sido la dama quien le ha torturado todo este tiempo. ¡Cuánto desearía adjudicarse tanto maldito dolor! Pero la realidad que les envuelve con su velo negro es una total y completamente diferente. – Gerard… - Sus labios musitan con lentitud el nombre de su víctima, la desnudez en su cuerpo es cubierta rápidamente por la precipitación – Yo no tengo la llave para cerradura de la cual eres prisionero – Sin más miramientos extiende su mano hacia la derecha, baja la mirada cual persona derrotada – ¡Aléjate tú de mi! – “Si puedes” Agrega en su pensamiento a la sentencia que acaba de imponerle a su humano.
Lorraine no piensa concederle la piedad que su alma implora y es que no se trata de ablandecer su pétreo corazón, mucho menos hacer que su mente se conmueva ante la idea de aquel aterrador sufrimiento. Si en verdad quieres herirla… Já ingenuo, la debilidad en esa mujer es tan solo un simple sueño, pero como todo sueño se puede hacer realidad si acaso existe el atrevimiento para descubrirlo.
Infamia, sacrilegio y profanación, poco a poco se adentran en su ser en una metamorfosis caótica. Su placer se extiende en una mueca retorcida, mirada demente… Su víctima no soporta la idea que martilla en su cabeza al igual que la vampiresa no puede permitir que su juguete se escape tan fácilmente. Sí, se ha convertido en el residente de una cárcel perfectamente estructurada, un infierno disfrazado de paraíso, se aprovecha de la situación, goza y se deleita con el sufrimiento marcado en su rostro, saborea al máximo cada maldito espasmo agónico reflejado en sus facciones. Es inútil para el mortal tratar de escapar, los grilletes que lo sujetan a ella se han ataviado de perversas pasiones, mientras que Gerard mismo expone su debilidad, un error que le costará muy caro.
Lágrimas en sus ojos el sublime toque que entrega un sabor más exquisito a toda la faena. Lorraine asciende hasta sus labios, lo besa nuevamente y el salado jugo de sus labios informa que él esta llorando. Sus pupilas observan la caída de esas gotas en sus mejillas, camuflándose con la lluvia, más sus pupilas rojizas confirman el llanto, un llanto profundo, lleno de desesperación, angustia, perdición, ruegos y suplicas. Las mejillas de la fémina son atrapadas entre las calidas manos del varón, las vibraciones en sus dedos debido al pulso acelerado en sus venas, denota aquel éxtasis confuso. Una vampiresa sin alma, sin escrúpulos, sin atisbo de humanidad no puede dar lo que se le fue robado, incluso antes de ser un demonio ¿Acaso existió un tiempo en el que no lo fue?
Y el silencio permite que la sinfonía de los truenos retumbe en los acústicos rincones del lugar, un magno concierto para quienes admiran la belleza de fenómenos naturales, una obra con magia en cada uno de los relámpagos iluminando en la obscuridad, develando cadáveres en el suelo y el hechizo de la lamia. - ¿Tendrás el valor de elegir bien? – Susurra a escasos centímetros de sus labios, dos pasos hacia atrás liberan a Gerard de sus garras. No es ella quien ha colocado las cadenas en ese niño, tampoco ha sido la dama quien le ha torturado todo este tiempo. ¡Cuánto desearía adjudicarse tanto maldito dolor! Pero la realidad que les envuelve con su velo negro es una total y completamente diferente. – Gerard… - Sus labios musitan con lentitud el nombre de su víctima, la desnudez en su cuerpo es cubierta rápidamente por la precipitación – Yo no tengo la llave para cerradura de la cual eres prisionero – Sin más miramientos extiende su mano hacia la derecha, baja la mirada cual persona derrotada – ¡Aléjate tú de mi! – “Si puedes” Agrega en su pensamiento a la sentencia que acaba de imponerle a su humano.
Lorraine no piensa concederle la piedad que su alma implora y es que no se trata de ablandecer su pétreo corazón, mucho menos hacer que su mente se conmueva ante la idea de aquel aterrador sufrimiento. Si en verdad quieres herirla… Já ingenuo, la debilidad en esa mujer es tan solo un simple sueño, pero como todo sueño se puede hacer realidad si acaso existe el atrevimiento para descubrirlo.
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
– ¡Aléjate tú de mi! – Mis ojos no daban crédito a lo que estaba viendo, ¿qué significaba esa reacción? ¿Podía marcharme libremente? Imposible. En ese momento lo único que sentí fueron las manos vacías, no era una sensación agradable, ni mucho menos. - No.- murmuré mirándome las manos, para luego posar mis desquiciados ojos en ella. – Tú me debes algo.- Mi demencia iba en progresivo aumento.
Quizá a ella le habría gustado darme caza mientras huía, pero mejor que eso me dejé servido para ella.
No era tan estúpido como para ver reflejado en sus palabras la mínima partícula de sinceridad.
Me acerqué a ella hasta quedar arrodillado a sus pies, rodeando sus piernas entre mis brazos, en un intento de aprisionarla, de retenerla. Mis labios acariciaban su piel, mientras mis ojos se cerraban cobardes ante mi delirio. – Lorraine… No me hagas creer que tengo opción.- Me sentí humillado pues nunca creí que haría cosa parecida con nadie y menos con ella.
Mis manos ascendieron por sus muslos hasta llegar a la pequeña tela que cubría su intimidad, fui deslizando la prenda con lentitud, alucinando con lo que estaba viendo. Me engañaba creyendo que jamás podría verla tan vulnerable. Aquella tela empapada por la lluvia quedó a sus pies a los pocos segundos, alcé el rostro completamente ruborizado, desde donde estaba podía ver la oscuridad del rostro de el ser que me tenía esclavo, la lluvia caía impasible sobre su contorno dándole un aura casi divina. Parpadeé repetidas veces, las gotas de rocío me habían nublado la vista, o quizá era otra cosa, tal vez.
Mis manos volvieron a moverse por sus piernas, mi rostro buscaba su contacto, “Ma femme fatale…” pensaba mientras mis manos se resbalaban por sus curvas hasta quedar descansadas sobre sus pétreos glúteos, mi rostro quedó sepultado en su ingle, desde donde estaba podía oler su fragancia, tan distinta al resto, tan peculiar, tan incalificable. Con mi nariz fui ascendiendo por su vientre mientras me iba incorporando poco a poco, aunque las piernas aún me temblaban. Mis manos abandonaron su lugar para modelar la curva de su espalda, minutos antes no había reparado en sus pechos, los cuales eran endiabladamente atractivos, suculentos ambos.
¿En qué estaba pensando? Me pregunto ahora, no lo sé, simplemente me cansé de luchar.
Un cálido aliento se escapaba de mis labios entreabiertos chocando contra su torso, me parecía increíble tener algo semejante entre mis brazos, pero ese cuerpo no era bueno para mí, ni el más pequeño rincón.
Con una de mis manos eché hacía atrás los mechones que se habían derramado por su pecho, ahora era el momento de perderme por su cuello envidiable. Mi mano se dejó caer de su hombro para posarse en uno de sus senos, estudio éste reconociendo que no había tocado algo tan perfecto, disfruté de la suavidad que me transmitía atreves de la yema de mis dedos, masajeando su ternura.
En un momento incalculable miré a los ojos a Lorraine, no lo hice con odio, más bien con una humilde admiración. – Mira a tu loco.- con la mano que tenía en su espalda la apreté hacia mí. –Dime ¿Me deseas? ¿O lo que quieres de mí es esto?- ladeé la cabeza evidenciando mi cuello. – Aquí lo tienes, aquí me tienes.- murmuré convencido de lo que decía, sin un atisbo de temor en mis ojos.
– Si quieres hacerlo, ahora es el momento, pero te pido que cuando empieces no pares, mátame.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
“Masoquismo”
La codiciada llama de su lujuria ya había sido encendida ¿Cómo fue que paso? Aún se debate internamente ante la respuesta que esa pregunta conlleva. La lamia obtuvo entonces lo que anhelaba, volver loco a su víctima, el cuerpo mortal se arrodillo frente a ella, encadenándola entre sus brazos, suplicándole no solo con su voz si no también con la mirada que no le dejase. Para él ya es demasiado tarde y no hay fuerza en este mundo que pueda aparcarlo del deseo aflorado en su piel. El calor de Gerard quema innecesariamente su piel, es tan grande ese maldito ardor que la lamia gruñe bajo su pecho, estira su cuello pues siente el infiero carraspear en su garganta.
Infames caricias suben hasta sus muslos “¡oh, Gerard… si hubieses aceptado la libertad para huir y no quedarte!…” Desgraciadamente, ese humano ya bebió gota a gota el veneno en los labios de Lorraine. Una fina prenda asesinada por sus manos deja al descubierto su altar de Venus, formado por la perfección de sus pliegues, bañado por la humedad de la lluvia. Allí frente a él un espasmo se sirve un plato de fría excitación y el clamor se desprende de sus labios con jadeo zigzagueante de emociones. El sentir en su piel un roce infame y deliberado tan lleno de calor, solo le transporta en el tiempo a una época desconocida a un sueño perdido, sucumbe ante sus deseos, piensa sin coherencia mientras grita internamente su terrible dolor, cae al abismo aberrante en el que un estúpido humano le ha arrastrado sin siquiera preguntarle.
Ahhh… El vaho caliente sube por su ser, por su vientre entre alocadas respiraciones que chocan contra su piel, eriza sus poros, embelesa los sentidos que tanto presume indiferentes. El desliz de su mano sobre el arco en su espalda, es una mágica sensación cubierta de liviandad. Ambos están deseosos, los dos quieren consumar el ardor en sus cuerpos, apaciguar las llamas despertadas en su pasión, saciar sus primitivos instintos… La profanación a su montículo le dejo un gemido ahogado en sus entrañas, él la estaba explorando, encontrando su perfección en cada maldito centímetro que su mano cubría, ella admiraba la delicadeza con la cual este le acariciaba. No se había sentido tan hermosa, hasta que los ojos del humano se posaron sobre su cuerpo. Desde el reflejo en sus pupilas Lorraine pudo verse a si misma con un arte esculpido por el dios de la belleza, sí… Se perdió en lo que representaba para los demás {La perdición, más ansiada}
Salió de su ensimismamiento gracias a una oferta que nadie negaría. El cuello de Gerard estaba al descubierto, empapado por una fina capa de agua, resaltando su efluvio, empalagando con la dulzura de su elixir las fosas nasales de la fémina. Era una tortura letal tenerlo allí enfrente sin poderlo matar, sin poder morder su fino cuello, tan débil, tan apetitoso, tan… “Grrrrrr” Gruñe nuevamente, no podrá soportar más aquel clamor de su sed, su hambruna. Aproximando sus labios contra esa curvatura despreciable, aspira el hedor, se contamina con cada delirante bocanada, con cada maldita brisa. Sus gélidos brazos aprisionan a su humano, restregando su cuerpo junto al suyo, tocando parte de su intimidad en un efímero instante. Su boca se abre lentamente…
Arriba en lo alto del cielo, un violento relámpago ilumina el callejón obscuro, hace brillar con malicia el profundo abismo de sus ojos y sus colmillos se preparan para romper la piel que impide la sangre sea para ella. Deja de respirar, se detiene el tiempo, tal parece que las gotas de lluvia se han quedado suspendidas en el espacio, a su alrededor. Lorraine emite lo más parecido a un tortuoso suspiro – Desearte, es amar al masoquismo que me despierta una gran lascivia en el pecho – Susurra en su oído, su voz esta martirizada, es un tormento – tu sangre es una de las cosas por las cuales mato sin piedad, pero es tu esencia por la cual he caído en esta infame seducción… ¿Matarte? No, me veo imposibilitada ante esa sugerencia – Besa con cierta vulnerabilidad el cuello de Gerard. Sigue la curvatura de su cuerpo hasta reparar en sus labios, besando, profanando, violando y deseando…
Infames caricias suben hasta sus muslos “¡oh, Gerard… si hubieses aceptado la libertad para huir y no quedarte!…” Desgraciadamente, ese humano ya bebió gota a gota el veneno en los labios de Lorraine. Una fina prenda asesinada por sus manos deja al descubierto su altar de Venus, formado por la perfección de sus pliegues, bañado por la humedad de la lluvia. Allí frente a él un espasmo se sirve un plato de fría excitación y el clamor se desprende de sus labios con jadeo zigzagueante de emociones. El sentir en su piel un roce infame y deliberado tan lleno de calor, solo le transporta en el tiempo a una época desconocida a un sueño perdido, sucumbe ante sus deseos, piensa sin coherencia mientras grita internamente su terrible dolor, cae al abismo aberrante en el que un estúpido humano le ha arrastrado sin siquiera preguntarle.
Ahhh… El vaho caliente sube por su ser, por su vientre entre alocadas respiraciones que chocan contra su piel, eriza sus poros, embelesa los sentidos que tanto presume indiferentes. El desliz de su mano sobre el arco en su espalda, es una mágica sensación cubierta de liviandad. Ambos están deseosos, los dos quieren consumar el ardor en sus cuerpos, apaciguar las llamas despertadas en su pasión, saciar sus primitivos instintos… La profanación a su montículo le dejo un gemido ahogado en sus entrañas, él la estaba explorando, encontrando su perfección en cada maldito centímetro que su mano cubría, ella admiraba la delicadeza con la cual este le acariciaba. No se había sentido tan hermosa, hasta que los ojos del humano se posaron sobre su cuerpo. Desde el reflejo en sus pupilas Lorraine pudo verse a si misma con un arte esculpido por el dios de la belleza, sí… Se perdió en lo que representaba para los demás {La perdición, más ansiada}
Salió de su ensimismamiento gracias a una oferta que nadie negaría. El cuello de Gerard estaba al descubierto, empapado por una fina capa de agua, resaltando su efluvio, empalagando con la dulzura de su elixir las fosas nasales de la fémina. Era una tortura letal tenerlo allí enfrente sin poderlo matar, sin poder morder su fino cuello, tan débil, tan apetitoso, tan… “Grrrrrr” Gruñe nuevamente, no podrá soportar más aquel clamor de su sed, su hambruna. Aproximando sus labios contra esa curvatura despreciable, aspira el hedor, se contamina con cada delirante bocanada, con cada maldita brisa. Sus gélidos brazos aprisionan a su humano, restregando su cuerpo junto al suyo, tocando parte de su intimidad en un efímero instante. Su boca se abre lentamente…
Arriba en lo alto del cielo, un violento relámpago ilumina el callejón obscuro, hace brillar con malicia el profundo abismo de sus ojos y sus colmillos se preparan para romper la piel que impide la sangre sea para ella. Deja de respirar, se detiene el tiempo, tal parece que las gotas de lluvia se han quedado suspendidas en el espacio, a su alrededor. Lorraine emite lo más parecido a un tortuoso suspiro – Desearte, es amar al masoquismo que me despierta una gran lascivia en el pecho – Susurra en su oído, su voz esta martirizada, es un tormento – tu sangre es una de las cosas por las cuales mato sin piedad, pero es tu esencia por la cual he caído en esta infame seducción… ¿Matarte? No, me veo imposibilitada ante esa sugerencia – Besa con cierta vulnerabilidad el cuello de Gerard. Sigue la curvatura de su cuerpo hasta reparar en sus labios, besando, profanando, violando y deseando…
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
Se acabó Gerard, me decía a mí mismo mientras Lorraine se preparaba para hincarme el diente, o eso fue lo que pensé mientras me apretaba entre sus brazos, y aspiraba de manera ansiosa mi cuello, se me erizaba la piel por segundos, además mi excitación aún seguía ahí, patente y latente, qué terrible habría sido morir así.
Sentí frío, sentí angustia. Un relámpago arañó el cielo de un estruendo, cegándome.
No pude ver su rostro, ella suspira, yo me muero, ¿por qué no termina ya? Se me estaba haciendo eterna la espera. Tras unos segundos escuché su voz en mi oído, me estremecí, ¿por qué no podía ser normal por un segundo? ¿Por qué me torturaba así? Pero luego las palabras que siguieron a su respuesta me asombraron y descolocaron ¿Encajaba algo ya?
- es tu esencia por la cual he caído en esta infame seducción… ¿Matarte? No, me veo imposibilitada ante esa sugerencia.- ¡No me mataría! Por el amor de Dios, sonreí emocionado, vi como el cielo se abría para mí. Confié en su palabra, porque uno siempre se agarra a un clavo ardiendo, no pensaba que desease tanto vivir como en ese momento.
– ¡Oh Lorraine! te lo agradezco tanto…- Murmuré mientras ella comenzaba a besar mi cuello, y continuó hasta llegar a mis labios, estaba tan feliz que nada más me importó, también pensé que quizá tenía 'un poco' de ese corazón perdido. Ver esa compasión en sus ojos fue una bendición del cielo, no podría explicarlo de otra manera.
Correspondí a su beso con inmensa gratitud, con una emoción desbocada, enterrando mis manos en su nuca, mis dedos se deslizaron por sus hombros. La besé con una pasión tal que hería. Tras unos largos segundos, separé nuestros labios para mirar sus ojos una vez más. – He vuelto a nacer.- y ¿quién lo diría estando dónde estaba? Aún quería irme, dirigí mi cabeza a los cuerpos inertes que nos rodeaban.
–Tendríamos que irnos, mi salud mental pende de un hilo.- Sonreí amargamente. Llevé las manos a mi camisa para empezar a abotonármela, estaba empapado, y quería resguardarme del frío y de la lluvia que no cesaba ni un instante.
Me agaché a sus pies para volver a subir por sus piernas la prenda que antes le había bajado tan descortésmente. También cogí lo poco del vestido que le quedaba, lo miré confuso intentando encontrar los huecos necesarios, se lo fui metiendo por la cabeza como si se tratase de una chiquilla, después cogí mi destrozado abrigo para ponérselo sobre los hombros.
–Por favor.- Le pedí clavando mis ojos suplicantes en ella, tomé una de sus manos para que se acercara. – Este sitio ha sido suficiente para mí. No querrás que mi esencia desaparezca ¿no?- ¿Era un chantaje? No, no creo, era la verdad. – Si gustas llévame a otro lugar.
Sentí frío, sentí angustia. Un relámpago arañó el cielo de un estruendo, cegándome.
No pude ver su rostro, ella suspira, yo me muero, ¿por qué no termina ya? Se me estaba haciendo eterna la espera. Tras unos segundos escuché su voz en mi oído, me estremecí, ¿por qué no podía ser normal por un segundo? ¿Por qué me torturaba así? Pero luego las palabras que siguieron a su respuesta me asombraron y descolocaron ¿Encajaba algo ya?
- es tu esencia por la cual he caído en esta infame seducción… ¿Matarte? No, me veo imposibilitada ante esa sugerencia.- ¡No me mataría! Por el amor de Dios, sonreí emocionado, vi como el cielo se abría para mí. Confié en su palabra, porque uno siempre se agarra a un clavo ardiendo, no pensaba que desease tanto vivir como en ese momento.
– ¡Oh Lorraine! te lo agradezco tanto…- Murmuré mientras ella comenzaba a besar mi cuello, y continuó hasta llegar a mis labios, estaba tan feliz que nada más me importó, también pensé que quizá tenía 'un poco' de ese corazón perdido. Ver esa compasión en sus ojos fue una bendición del cielo, no podría explicarlo de otra manera.
Correspondí a su beso con inmensa gratitud, con una emoción desbocada, enterrando mis manos en su nuca, mis dedos se deslizaron por sus hombros. La besé con una pasión tal que hería. Tras unos largos segundos, separé nuestros labios para mirar sus ojos una vez más. – He vuelto a nacer.- y ¿quién lo diría estando dónde estaba? Aún quería irme, dirigí mi cabeza a los cuerpos inertes que nos rodeaban.
–Tendríamos que irnos, mi salud mental pende de un hilo.- Sonreí amargamente. Llevé las manos a mi camisa para empezar a abotonármela, estaba empapado, y quería resguardarme del frío y de la lluvia que no cesaba ni un instante.
Me agaché a sus pies para volver a subir por sus piernas la prenda que antes le había bajado tan descortésmente. También cogí lo poco del vestido que le quedaba, lo miré confuso intentando encontrar los huecos necesarios, se lo fui metiendo por la cabeza como si se tratase de una chiquilla, después cogí mi destrozado abrigo para ponérselo sobre los hombros.
–Por favor.- Le pedí clavando mis ojos suplicantes en ella, tomé una de sus manos para que se acercara. – Este sitio ha sido suficiente para mí. No querrás que mi esencia desaparezca ¿no?- ¿Era un chantaje? No, no creo, era la verdad. – Si gustas llévame a otro lugar.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
¿Cómo fue que cayó tan bajo? La vulnerabilidad en Lorraine tiene distintos nombres pero jamás imagino que uno de ellos sería el de él, tan simple, tan corriente y miserable que es una estupidez; su fragilidad se ha marcado con su nombre, Gerard. Ahogar sus impulsos, desobedecer la sed que en su garganta se quema solo se pueden comparar con el tormento al que se someten las ánimas del purgatorio y si eso no es lo suficiente, añadir la brutalidad con la cual sus espíritus son flagelados en el infierno al no pasar la prueba; duele.
Fue contradictorio ver reflejado en las pupilas del humano un sentimiento dirigido hacia ella “No” susurra en su interior, él ha confundido lo que la vampiresa le ha obsequiado, dejarte vivir es lo peor que esa mujer puede hacerle a un mortal, pero eso Gerard no lo sabe y agradece con ímpetu el hecho que su corazón aún permanezca palpitando; infierno del inocente. Congelada al igual que su belleza en el tiempo, la lamia observa desde un ángulo yuxtapuesto la visión más desenfrenada, el mirar en sus ojos se deleita con la ilusión creada en sus pensamientos, el rostro que se perfila en su perpetua figura es sereno, estático, inescrutable…
“He vuelto a nacer” Palabras que se clavan en su frágil estructura ¿Quién imaginaría que la nostalgia tocaría a su puerta después del desastre que ocasiono? Baja la mirada añorando tener una vida, una existencia que se pueda considerar de esa manera, pero el silencio le habla al igual que el viento cuando acaricia su cuerpo; sin frío, sin sentimientos… Un precio bastante justo a cambio de la eternidad “Nadie me lo pregunto” Una frase que lleva acarreando desde el instante en que sus ojos fueron invadidos por la penumbra, es demasiado tarde para el arrepentimiento, muy tarde ya. Lo que se figura como una sonrisa adolorida por los siglos cruza sus labios, siente el cálido tacto de Gerard y suspira.
– Después de lo que te he hecho, tu esencia es más fuerte que nunca… - Pasa una de sus manos por su mejilla, lo negro de sus ojos a causa de la sed choca contra el reflejo de una Lorraine más humana ¿Es eso posible? Ella cree que sí. Una caricia semejante a la de una devota madre para con su hijo, es el ademán que esta fémina deposita en su rostro “…Condescendencia… “ – cubriré tus necesidades, ven conmigo – Gira sobre sus talones con una señal en su mano, le esta invitando a seguirla, la cuestión es ¿Gerard se atreverá a continuar su camino junto a ella?
Fue contradictorio ver reflejado en las pupilas del humano un sentimiento dirigido hacia ella “No” susurra en su interior, él ha confundido lo que la vampiresa le ha obsequiado, dejarte vivir es lo peor que esa mujer puede hacerle a un mortal, pero eso Gerard no lo sabe y agradece con ímpetu el hecho que su corazón aún permanezca palpitando; infierno del inocente. Congelada al igual que su belleza en el tiempo, la lamia observa desde un ángulo yuxtapuesto la visión más desenfrenada, el mirar en sus ojos se deleita con la ilusión creada en sus pensamientos, el rostro que se perfila en su perpetua figura es sereno, estático, inescrutable…
“He vuelto a nacer” Palabras que se clavan en su frágil estructura ¿Quién imaginaría que la nostalgia tocaría a su puerta después del desastre que ocasiono? Baja la mirada añorando tener una vida, una existencia que se pueda considerar de esa manera, pero el silencio le habla al igual que el viento cuando acaricia su cuerpo; sin frío, sin sentimientos… Un precio bastante justo a cambio de la eternidad “Nadie me lo pregunto” Una frase que lleva acarreando desde el instante en que sus ojos fueron invadidos por la penumbra, es demasiado tarde para el arrepentimiento, muy tarde ya. Lo que se figura como una sonrisa adolorida por los siglos cruza sus labios, siente el cálido tacto de Gerard y suspira.
– Después de lo que te he hecho, tu esencia es más fuerte que nunca… - Pasa una de sus manos por su mejilla, lo negro de sus ojos a causa de la sed choca contra el reflejo de una Lorraine más humana ¿Es eso posible? Ella cree que sí. Una caricia semejante a la de una devota madre para con su hijo, es el ademán que esta fémina deposita en su rostro “…Condescendencia… “ – cubriré tus necesidades, ven conmigo – Gira sobre sus talones con una señal en su mano, le esta invitando a seguirla, la cuestión es ¿Gerard se atreverá a continuar su camino junto a ella?
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
– Después de lo que te he hecho, tu esencia es más fuerte que nunca… - Seguramente así fuera, aunque todavía no había conseguido procesar lo que había acontecido. Tampoco supe descifrar el significado de su caricia, pero sí puedo asegurar lo extraño que me sentí, pero aún más extraña era la expresión de lo que parecía ser una 'nueva Lorraine' ¿Debía confiar en ella? ¿Por qué? –Cubriré tus necesidades, ven conmigo – “¿Con ella?” Eso no era lo más seguro para mí, después de cómo me había dejado aquella noche, y semanas atrás. Apenas cubierto por un trozo de tela desecha por su fulgor, y demente.
-¿Mis necesidades?- ¿Tan segura estaba de ello? ¿Si me negaba sería peor? Volví a mirar a los cadáveres, quería irme, olvidarlo todo, me daba igual dónde fuese a parar. Di unos pasos indecisos sobre el suelo embarrado por la lluvia. –Tengo hambre…y sed.- murmuré con voz queda, me daba vergüenza reconocerlo. Pasaría por mendigo perfectamente, quien me ha visto y quién me ve. Además tenía el frío adherido a la piel ¿pero ella qué iba a saber? ¡Ni se lo figuraba! Dude mucho de contarle este encuentro a Soren, seguramente me juzgaría por haber hecho lo que hice ¡Pero no fue mi culpa! ¿Verdad? Ella me tentó como el demonio que es. Caminé cabizbajo a una distancia prudencial, sin atreverme a mirarla, escuchando el ligero sonido de sus pies desnudos. Ya no sabía ni cómo reaccionar, desorientado por completo. Incluso me pasé la mano por los labios, doloridos por la bravura que manifestó unos minutos antes, aunque yo tampoco me quedé atrás. Me convencí de que aquello no volvería a pasar, yo era más fuerte que todo eso, que ella incluso. Sí, podría soportarlo. Crucé mis brazos, abrigándome con mi propio cuerpo. Por suertre la lluvia comenzó a menguar paulatinamente.
-¿Dónde me llevas ahora?- Pedí a los mismísimos cielos que no fuera mucho peor que esto, pero eso sería imposible ¿no es así? Me confié. Ya por el simple hecho de alejarnos de esos barrios me daba por contento. Bien escarmentado estaba de la pequeña visita a su pasado, y de ningún modo deseaba repetirlo. El pasado enterrado queda.
[Off: Aquí esta de nuevo el fantasma de Gerard xD. Me estoy apoderando de nuevo del pj, poco a poco, trás la ausencia. No he podido escribir más, porque no sé dónde me llevaría, you know]
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: ACTIVO Benditos los ojos (Lorraine V. F)
Empatía
Una revolución estalla en sus entrañas, una nueva faceta… Sí, a Lorraine le gusta jugar con su comida, hacerles creer que están a salvo, ver en sus pupilas el destello de la esperanza, apreciar los latidos de su corazón disminuir su velocidad cuando se sienten más tranquilos, aspirar el embriagador elixir de su perfume en la tranquilidad de la nada. Podría asegurarse que eso es precisamente lo que intenta ahora, dejar que Gerard se crea sumergido en las alas de un ángel guardián o bajo la protección de un demonio que espera impaciente la muerte del mortal para robar su alma…. ¡Oh, desdicha aniquilada! El felino que guarda en silencio, ronronea con las caricias del viento, su vestido, las tiras que quedaban de este ondean sin cesar por sus contorneadas piernas, se mueven, flotan, se deslizan, cubren… Es una visión de amargura celestial, es la mujer que enloquece, es la musa que inspira, es una demente jugando en la penumbra, es tan solo una frágil indigente ante los ojos de quienes le miran pasar, pero sólo ella y Gerard conocen realmente el daño que puede causar.
Su juguete tiene hambre, tiene sed… Es algo irónico, ella estaba en busca de una presa a la cual desgarrar para alimentarse y ahora pretenderá buscarle un poco de comida, agua y lo que necesite a su presa. ¡Jáh! Se burla en silencio de su desgracia, se ríe, se mofa, se carcajea, se retuerce en su mente ante la locura que comete. ¿Quién es ella y qué es lo que ha hecho con la lamia? Nadie más que si misma puede responder a esa pregunta. Sorprendería cuanta razón tiene, lo ambigua que es su respuesta, lo contradictoria que suena y lo patético que resulta. Se detiene a medio camino, lame con seducción –sin pretenderlo- la comisura de sus labios, desvía la mirada a lo lejos, espera poder encontrar una hogaza de pan o a alguien tragándose algo para arrebatárselo y ofrecerlo a su títere. La penumbra no le ofrece nada… Frunce el ceño, cruza sus brazos a la altura de su pecho, suspira.
Ruge, siente cierta empatía para con él. Está desesperada, es imposible… realmente imposible que le esté importando lo que a Gerard le preocupa. Ladea la cabeza y lo mira aproximarse entre las tinieblas, lo observa, lo descubre, lo llama, lo ¿Seduce? No, no es eso, se trata de algo muy diferente. Es algo nuevo, quizá no tanto… En sus siglos sobre la tierra únicamente un hombre le jugo como ese pintor ahora, su nombre era Lucian. Este simpático pintor le recordaba tanto a ese estúpido engendro que los labios de Lorraine esbozaron una sonrisa y su mirada se atavió de ¿ternura? Lo odiará el resto de su existencia por eso, pero esta noche ya le perdono la vida al igual que aquella en el colegio… ¡Suficiente! No lo quería matar, esa nunca fue su intención y ahora lo ha descubierto sin más nada. – No tengo dinero para pagar la cena en un lujoso restaurante, creo no tolerarías la sangre de un humano ni tampoco comer de su carne… - Comienza a decir en un tono sombrío, para ella es humor negro – Supongo que lo único que queda es… - Deja la frase inconclusa al admirar el desasosiego del muchacho, su inquietud, el miedo y la sospecha - ¿Puedo arrastrarte a mi mansión? Allí estarás bien, te vestirás, beberás y comerás, ah, descuida no morirás – Se encoge de hombros con una sonrisa cómplice en sus labios.
Su juguete tiene hambre, tiene sed… Es algo irónico, ella estaba en busca de una presa a la cual desgarrar para alimentarse y ahora pretenderá buscarle un poco de comida, agua y lo que necesite a su presa. ¡Jáh! Se burla en silencio de su desgracia, se ríe, se mofa, se carcajea, se retuerce en su mente ante la locura que comete. ¿Quién es ella y qué es lo que ha hecho con la lamia? Nadie más que si misma puede responder a esa pregunta. Sorprendería cuanta razón tiene, lo ambigua que es su respuesta, lo contradictoria que suena y lo patético que resulta. Se detiene a medio camino, lame con seducción –sin pretenderlo- la comisura de sus labios, desvía la mirada a lo lejos, espera poder encontrar una hogaza de pan o a alguien tragándose algo para arrebatárselo y ofrecerlo a su títere. La penumbra no le ofrece nada… Frunce el ceño, cruza sus brazos a la altura de su pecho, suspira.
Ruge, siente cierta empatía para con él. Está desesperada, es imposible… realmente imposible que le esté importando lo que a Gerard le preocupa. Ladea la cabeza y lo mira aproximarse entre las tinieblas, lo observa, lo descubre, lo llama, lo ¿Seduce? No, no es eso, se trata de algo muy diferente. Es algo nuevo, quizá no tanto… En sus siglos sobre la tierra únicamente un hombre le jugo como ese pintor ahora, su nombre era Lucian. Este simpático pintor le recordaba tanto a ese estúpido engendro que los labios de Lorraine esbozaron una sonrisa y su mirada se atavió de ¿ternura? Lo odiará el resto de su existencia por eso, pero esta noche ya le perdono la vida al igual que aquella en el colegio… ¡Suficiente! No lo quería matar, esa nunca fue su intención y ahora lo ha descubierto sin más nada. – No tengo dinero para pagar la cena en un lujoso restaurante, creo no tolerarías la sangre de un humano ni tampoco comer de su carne… - Comienza a decir en un tono sombrío, para ella es humor negro – Supongo que lo único que queda es… - Deja la frase inconclusa al admirar el desasosiego del muchacho, su inquietud, el miedo y la sospecha - ¿Puedo arrastrarte a mi mansión? Allí estarás bien, te vestirás, beberás y comerás, ah, descuida no morirás – Se encoge de hombros con una sonrisa cómplice en sus labios.
{FDR: Wiiiiiiiiii....
- Lorraine corre y muerde a su juguete -
Regresaste! Mi arpía está refeliz por que ha vuelto su títere favorito, dice que te extrañaba mucho. Bueno, no era la única. Genial que ya estés por acá torturando a este monstruo! :face: }
- Lorraine corre y muerde a su juguete -
Regresaste! Mi arpía está refeliz por que ha vuelto su títere favorito, dice que te extrañaba mucho. Bueno, no era la única. Genial que ya estés por acá torturando a este monstruo! :face: }
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/02/2010
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