AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Encuentro fortuito [Lorraine]
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Encuentro fortuito [Lorraine]
Ópera de París, ópera de vampiros, un espectáculo singular sin que mas que los inmortales fueran los espectadores de aquellos usuales actos. En la obra se encontraba la víctima, una humana de verdad completamente hipnotizada, sus captores se alimentaban de ella, de sus muñecas, de su cuello, de sus muslos, pude ver como se le iba la vida al apagarse por completo el brillo de su implorante mirada dirigida a un público que disfrutaba de ello. Se merecía un aplauso, no dos, solo uno, el solo hecho de despojar a un humano de su vida por medio de la mordida me parecía una pérdida de lo que realmente podría ser divertido, los mortales solían sazonar la carne antes de comérsela, creía que era cuestión de hacer lo mismo con ellos antes de beber su sangre.
Terminado el acto salí del palco privado al pasillo, aun faltaba un acto más para que terminara la obra pero no me interesaba verlo. Llame con la mano a uno de los sirvientes del lugar para que prendiera fuego a mi cigarrillo y le ordene me llevara una copa de vino a la sala privada del segundo piso. Me dirigí hacia allá dando una que otra calada al cigarrillo y dejando caer la ceniza por donde sea, no me importaba. Cuando llegué me encontré con algunos inmortales allí, salude a un conocido que era ruso, estuvimos hablando un rato sobre nuestra opinión personal sobre como divertirnos en Paris, cada uno tenía lo suyo, en realidad era de victimas de lo que hablábamos cuando un francés amigo del conocido se unió a la conversación, llego la primera copa de vino, luego una más, y otra y luego llegó ella.
A la sala acababa de entrar una mujer elegantemente vestida y de porte escultural, muchos voltearon a verla, el francés parecía hipnotizado por la belleza de la vampira mientras que yo trataba de volver a la conversación, una puta mas, una puta menos no me impresionaba en absoluto así que no le veía la gran cosa. Sin embargo en un momento en que me gire a verla bien me di cuenta de que su rostro me era particularmente familiar, volví a girarme y pensé por un momento donde la habría visto. De Escocia no era pero de Inglaterra si, recordaba que antes de viajar me habían presentado a la baronesa, era divertido conocer más nobles que compartían nuestra maldición y despidiéndome de mis conversadores ocasionales con un -Lo lamento caballeros, alguien esta noche cumplirá el deseo que ustedes tanto anhelan como propio, buenas noches- me salí de allí dirigiéndome hacia ella al otro lado de la sala.
-Von Fanel, los años solo han mejorado de ti, envidia de las pobres mortales- dije en un tono burlesco susurrando a su oído por detrás, me pare a su lado con mi copa de vino y mire por una ventana hacia lo que parecía ser una calle oscura donde una pareja se manoseaba sin tiempo queriendo obtener el placer ocultos en la oscuridad pudiendo fácilmente haber escogido otro lugar, pero no era mi intención entender otras mentes, ni entendía la mía, sonreí -Parece que cualquier lugar es idóneo para una revolcada-
Terminado el acto salí del palco privado al pasillo, aun faltaba un acto más para que terminara la obra pero no me interesaba verlo. Llame con la mano a uno de los sirvientes del lugar para que prendiera fuego a mi cigarrillo y le ordene me llevara una copa de vino a la sala privada del segundo piso. Me dirigí hacia allá dando una que otra calada al cigarrillo y dejando caer la ceniza por donde sea, no me importaba. Cuando llegué me encontré con algunos inmortales allí, salude a un conocido que era ruso, estuvimos hablando un rato sobre nuestra opinión personal sobre como divertirnos en Paris, cada uno tenía lo suyo, en realidad era de victimas de lo que hablábamos cuando un francés amigo del conocido se unió a la conversación, llego la primera copa de vino, luego una más, y otra y luego llegó ella.
A la sala acababa de entrar una mujer elegantemente vestida y de porte escultural, muchos voltearon a verla, el francés parecía hipnotizado por la belleza de la vampira mientras que yo trataba de volver a la conversación, una puta mas, una puta menos no me impresionaba en absoluto así que no le veía la gran cosa. Sin embargo en un momento en que me gire a verla bien me di cuenta de que su rostro me era particularmente familiar, volví a girarme y pensé por un momento donde la habría visto. De Escocia no era pero de Inglaterra si, recordaba que antes de viajar me habían presentado a la baronesa, era divertido conocer más nobles que compartían nuestra maldición y despidiéndome de mis conversadores ocasionales con un -Lo lamento caballeros, alguien esta noche cumplirá el deseo que ustedes tanto anhelan como propio, buenas noches- me salí de allí dirigiéndome hacia ella al otro lado de la sala.
-Von Fanel, los años solo han mejorado de ti, envidia de las pobres mortales- dije en un tono burlesco susurrando a su oído por detrás, me pare a su lado con mi copa de vino y mire por una ventana hacia lo que parecía ser una calle oscura donde una pareja se manoseaba sin tiempo queriendo obtener el placer ocultos en la oscuridad pudiendo fácilmente haber escogido otro lugar, pero no era mi intención entender otras mentes, ni entendía la mía, sonreí -Parece que cualquier lugar es idóneo para una revolcada-
Invitado- Invitado
Re: Encuentro fortuito [Lorraine]
“La sangre despierta la libido de un condenado”
Atiborrado con la petulancia de los vampiros, cada maldito palco se ve extasiado con la función de esta noche. Una mujer que grita desesperada por su vida, las bestias alimentándose con su sangre y el morbo creciendo en los cuerpos de los espectadores. El circo perfecto para las mentes enfermizas que divisaban desde sus asientos la catástrofe, el infierno de un mortal. Repugnante. Para Lorraine no existe nada más asqueroso que el hecho de ver una actuación patética por parte de sus hermanos. Pensaba, podría hacerlo mejor, inclusive está consiente que lo disfrutaría al igual que un orgasmo insultante bajo las faldillas de Lucifer. Lo sabe, lo siente y es por eso que cualquier sorpresa que les guarde ese teatro, será solo un acto que sueña ser verídico. Suspira y se conmueve con las dramáticas escena. La supremacía nunca fue algo que le agradase presumir, pero en este caso, los demás eran un par de niños comparados con lo que ella guarda tras esa angelical máscara. No paso mucho tiempo antes de que hiciese saber a sus acompañantes lo tedioso que le parecía la función, e inmediatamente los barones que le acompañaban buscaron la forma de distraerle, de complacerla “¡Patético!” Piensa para sus adentros escuchando las mentes de los depravados pronunciar su nombre en un grito mortífero.
Cansada de verse a si misma suplicar entre berridos y embestidas, se pone de pie rápidamente, dejando atrás todo lo que le encadenaba a la maldita obra de un autor desconocido. Afuera, en los pasillos, los de su clase se paseaban con la frente en alto, criticando el primer acto con aplausos e incluso admiración. Un cuerpo robusto se posa frente a ella y le cierra el paso. Lorraine clava su felina mirada en él y antes de sus labios pudiesen pronunciar palabra alguna, se retira. Se alcanzó a percibir en los ojos de la vampiresa el infierno que le haría padecer si no se aparcaba de su camino – Sin retos, sin juegos… que triste y lamentable – Susurra, sus pasos le dirigen a la salida, está completamente asqueada de tanta jodida diplomacia. Nunca fue un fiel sirviente del protocolo y no precisamente pensaba en iniciar a ser diferente esta noche. Su vestido se ondea de un lado a otro, ese color carmesí con destellos dorados le hace ver increíblemente hermosa y para desgracia de los demás, ella lo sabe. Su cabello cae como una cascada de aguas negras sobre su espalda, las joyas que porta son sólo un artilugio más del que se podría despojar y seguir teniendo ese porte, esa belleza descomunal que desgarra los sentidos con tan solo mirarla.
Se escucha su carcajada romper el murmullo que tras su paso va dejando. Las mentes son tan predecibles, los estímulos, son los mismos, el pensamiento… Una imagen flameo sus entrañas, acaparo toda su atención, no lo pensó dos veces antes de dirigirse hasta esa mujer y tomarle del cuello. La rubia abrió sus pupilas que sus ojos parecieron salir de sus orbitas. Lorraine sonríe de medio lado, con la demencia reflejada en su mirar, lame el cuello y la mejilla de la dama llegando hasta su lóbulo y justamente allí susurrar lo siguiente – No querrás averiguarlo linda – El muro tras la vampiresa cruje cuando la pelinegra azota el cuerpo ajeno contra su estructura. Dicho esto, suelta el cuerpecillo y se dirige hasta la salida, pero una vez más es interrumpida por una voz bastante familiar.
Gira sobre sus talones con el ceño fruncido tratando de reorganizar las piezas en su cabeza. “¿Dónde? ¡¿Dónde?!” Se cuestiona con una falsa sonrisa en sus labios. Sus irises viajan sobre el cuerpo del macho, admirando cada parte de él, acunando las posibilidades en su mente, pero rápidamente las descarta cuando se viene a sus pensamientos la imagen de su dueño. Con la falta de educación, resoplan sus labios – oh, querido, no sólo las mortales me envidian. Existe alguna que otra imbécil criatura – desvía la vista hasta la rubia, consciente que puede escucharla – que también lo hace – Vuelve a clavar sus pupilas en él y se relame los labios “¡Pero por supuesto!” Acaba de recordar quien es él y el lugar de donde lo conoce. Inglaterra. ¿Cómo carajo había olvidado los mejores momentos de su existencia? Se sonríe petulante al escucharlo y ver lo mismo que él observaba – Si los rincones de cada maldita ciudad hablaran, seguro se escucharía mi nombre más de una vez… ¡Pero Monsieur Windsor!… Es ¿regocijante? Verle por aquí. – Dice la última frase tratando de convencerse a si misma que es verdad. La realidad es muy diferente. No es un disgusto, eso es obvio, ya que de ser así lo hubiese dejado con la palabra en la boca, es algo más complicado, es indescriptible, una sensación de extrañeza que le hace pensar con poca cordura.
Cansada de verse a si misma suplicar entre berridos y embestidas, se pone de pie rápidamente, dejando atrás todo lo que le encadenaba a la maldita obra de un autor desconocido. Afuera, en los pasillos, los de su clase se paseaban con la frente en alto, criticando el primer acto con aplausos e incluso admiración. Un cuerpo robusto se posa frente a ella y le cierra el paso. Lorraine clava su felina mirada en él y antes de sus labios pudiesen pronunciar palabra alguna, se retira. Se alcanzó a percibir en los ojos de la vampiresa el infierno que le haría padecer si no se aparcaba de su camino – Sin retos, sin juegos… que triste y lamentable – Susurra, sus pasos le dirigen a la salida, está completamente asqueada de tanta jodida diplomacia. Nunca fue un fiel sirviente del protocolo y no precisamente pensaba en iniciar a ser diferente esta noche. Su vestido se ondea de un lado a otro, ese color carmesí con destellos dorados le hace ver increíblemente hermosa y para desgracia de los demás, ella lo sabe. Su cabello cae como una cascada de aguas negras sobre su espalda, las joyas que porta son sólo un artilugio más del que se podría despojar y seguir teniendo ese porte, esa belleza descomunal que desgarra los sentidos con tan solo mirarla.
Se escucha su carcajada romper el murmullo que tras su paso va dejando. Las mentes son tan predecibles, los estímulos, son los mismos, el pensamiento… Una imagen flameo sus entrañas, acaparo toda su atención, no lo pensó dos veces antes de dirigirse hasta esa mujer y tomarle del cuello. La rubia abrió sus pupilas que sus ojos parecieron salir de sus orbitas. Lorraine sonríe de medio lado, con la demencia reflejada en su mirar, lame el cuello y la mejilla de la dama llegando hasta su lóbulo y justamente allí susurrar lo siguiente – No querrás averiguarlo linda – El muro tras la vampiresa cruje cuando la pelinegra azota el cuerpo ajeno contra su estructura. Dicho esto, suelta el cuerpecillo y se dirige hasta la salida, pero una vez más es interrumpida por una voz bastante familiar.
Gira sobre sus talones con el ceño fruncido tratando de reorganizar las piezas en su cabeza. “¿Dónde? ¡¿Dónde?!” Se cuestiona con una falsa sonrisa en sus labios. Sus irises viajan sobre el cuerpo del macho, admirando cada parte de él, acunando las posibilidades en su mente, pero rápidamente las descarta cuando se viene a sus pensamientos la imagen de su dueño. Con la falta de educación, resoplan sus labios – oh, querido, no sólo las mortales me envidian. Existe alguna que otra imbécil criatura – desvía la vista hasta la rubia, consciente que puede escucharla – que también lo hace – Vuelve a clavar sus pupilas en él y se relame los labios “¡Pero por supuesto!” Acaba de recordar quien es él y el lugar de donde lo conoce. Inglaterra. ¿Cómo carajo había olvidado los mejores momentos de su existencia? Se sonríe petulante al escucharlo y ver lo mismo que él observaba – Si los rincones de cada maldita ciudad hablaran, seguro se escucharía mi nombre más de una vez… ¡Pero Monsieur Windsor!… Es ¿regocijante? Verle por aquí. – Dice la última frase tratando de convencerse a si misma que es verdad. La realidad es muy diferente. No es un disgusto, eso es obvio, ya que de ser así lo hubiese dejado con la palabra en la boca, es algo más complicado, es indescriptible, una sensación de extrañeza que le hace pensar con poca cordura.
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: Encuentro fortuito [Lorraine]
Mujeres, siempre presumiendo ante otras, como sea esa parte provocadora de Lorraine siempre me había divertido y girando levemente el rostro me di cuenta que quería incomodar a una mujer que no estaba muy lejos de nosotros, sonreí con una mueca de burla y regrese la mirada a la inglesa que me acababa de encontrar -Siempre tan 'cordial', me alegra encontrar alguien con ese sentido del humor entre estos pobres y aburridos inmortales- dije entre risas y me dedique en adelante a ver hacia la ventana por donde estaba observando a los amantes que supuestamente se escondían en las sombras del callejón. Mientras tanto ella se fijaba también en nuestra obra teatral improvisada, mejor que la que habíamos pagado para ver aquella noche y volví a reír después de escucharla -Tu nombre se pronuncia en una plegaria de aquellos incautos que han caído presa de tu belleza y de la maldición adictiva que has dejado en sus labios, mujeres y hombres ¿me equivoco?, anhelaran cada noche tu compañía pero la ausencia los llevara a la locura- dije mientras me acercaba a ella y la tomaba de la quijada para observarla detenidamente.
Una mujer de la nobleza cuyos años por muchos que fueran en la vida inmortal nunca igualarían el número de amantes que había tenido, no era ninguna novedad para mi, muchos de los inmortales dedicaban sus eternas noches a pasearse de sábana en sábana, desde la más cautelosa reina hasta la más sucia puta, daba igual, el deseo los consumía pero eso era tan banal. El solo placer de la carne no era uno de mis deportes favoritos, era el dolor que se podía provocar en esa carne lo que en realidad me conducía a un placer exclusivo mas allá de los estúpidos romanticismos de caricias y besos, promesas y bla bla bla. No había mejor placer que el del dolor y lo que lo alentaba era el color de la sangre, por eso aquella función callejera me resulto rápidamente de lo más aburrida y concentrándome en ese hermoso rostro que tenía entre manos sonreí como si algo de repente de me hubiera ocurrido y la solté.
-Lo mismo te digo Lorraine, encontrarnos en Paris es una curiosa coincidencia ya que ni en Londres nos hemos encontrado- respondí como quién no quiere, la idea que había tenido no dejaba de rondarme y mi imaginación me conducía a escenas tan satisfactorias que era inevitable que me olvidara de ese repentino impulso que en parte el contacto con esa piel tan fina había causado -Pero mas allá de la palabrería, el mucho gusto, los modales de las viejas y los ancianos, debo decirlo ahora pues no hay palabra que diga que no me caracterice- dije e hice una pausa para rodearla hasta pararme detrás de ella y apartar el cabello de su cuello para acercarme a su oído -¿Es la mujer de nadie y de muchos tan valiente como para acompañarme esta noche en una obra solo interpretada por los dos?. Pues no hace falta libreto ni escenario, podemos improvisar y verá que el resultado será tan satisfactorio que hasta puede llegar a gustarte- dicho esto baje una de mis manos hasta su cintura y la sostuve con fuerza -O puedes quedarte en esta sala a buscar una víctima como las que sueles tener cada noche- comente riendo y la solté de golpe algo bruscamente para irme de nuevo hacia la ventana.
Provocando a una fiera, ese era un juego divertido para mí porque Lorraine no era cualquiera chiquilla que se dejara llevar fácilmente a una noche que prometía ser de amantes y termino siendo de tormento para las menos experimentadas pero ella no, tenia tanto recorrido que quizá fuera una experiencia mucho más entretenida de lo que pensaba, quería saber cómo era esa fiera liberada, sentir sus colmillos, su furia, su desenfreno, todo lo mejor que ella podía dar solo sucedería si la conducía al límite de su propia locura.
Una mujer de la nobleza cuyos años por muchos que fueran en la vida inmortal nunca igualarían el número de amantes que había tenido, no era ninguna novedad para mi, muchos de los inmortales dedicaban sus eternas noches a pasearse de sábana en sábana, desde la más cautelosa reina hasta la más sucia puta, daba igual, el deseo los consumía pero eso era tan banal. El solo placer de la carne no era uno de mis deportes favoritos, era el dolor que se podía provocar en esa carne lo que en realidad me conducía a un placer exclusivo mas allá de los estúpidos romanticismos de caricias y besos, promesas y bla bla bla. No había mejor placer que el del dolor y lo que lo alentaba era el color de la sangre, por eso aquella función callejera me resulto rápidamente de lo más aburrida y concentrándome en ese hermoso rostro que tenía entre manos sonreí como si algo de repente de me hubiera ocurrido y la solté.
-Lo mismo te digo Lorraine, encontrarnos en Paris es una curiosa coincidencia ya que ni en Londres nos hemos encontrado- respondí como quién no quiere, la idea que había tenido no dejaba de rondarme y mi imaginación me conducía a escenas tan satisfactorias que era inevitable que me olvidara de ese repentino impulso que en parte el contacto con esa piel tan fina había causado -Pero mas allá de la palabrería, el mucho gusto, los modales de las viejas y los ancianos, debo decirlo ahora pues no hay palabra que diga que no me caracterice- dije e hice una pausa para rodearla hasta pararme detrás de ella y apartar el cabello de su cuello para acercarme a su oído -¿Es la mujer de nadie y de muchos tan valiente como para acompañarme esta noche en una obra solo interpretada por los dos?. Pues no hace falta libreto ni escenario, podemos improvisar y verá que el resultado será tan satisfactorio que hasta puede llegar a gustarte- dicho esto baje una de mis manos hasta su cintura y la sostuve con fuerza -O puedes quedarte en esta sala a buscar una víctima como las que sueles tener cada noche- comente riendo y la solté de golpe algo bruscamente para irme de nuevo hacia la ventana.
Provocando a una fiera, ese era un juego divertido para mí porque Lorraine no era cualquiera chiquilla que se dejara llevar fácilmente a una noche que prometía ser de amantes y termino siendo de tormento para las menos experimentadas pero ella no, tenia tanto recorrido que quizá fuera una experiencia mucho más entretenida de lo que pensaba, quería saber cómo era esa fiera liberada, sentir sus colmillos, su furia, su desenfreno, todo lo mejor que ella podía dar solo sucedería si la conducía al límite de su propia locura.
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Re: Encuentro fortuito [Lorraine]
Las palabras que el príncipe de Inglaterra escupe desde sus carnosos y apetecibles labios llenos de hiel, sobrepueblan el espacio vacío que separa a ambos espectros. Tanta cordialidad para dos seres que bien podrían devastar un imperio por completo. ¡Oh, la diplomacia! Para su desgracia, todas y cada una de esos halagos que tal vez pretendían comprarla, no funcionarían con Lorraine, no así, no de esa manera. Quizá la desgraciada se da mucha importancia y él no esté tras ella como lo está pensando pero ¡Por favor! Nadie se aproxima a una persona para “entablar una conversación” sin esperar nada a cambio. Un suspiro se escapa de su pecho, no… no es porque sus palabras le hayan conmovido a tal grado de caer rendida bajo sus pies, es el aburrimiento que le provoca el que le digan algo que ella ya sabe. Desvía su mirada hacia alguna parte del atrio del teatro, buscando un poco de diversión tal vez. En ese instante, como relámpago impredecible en una tarde calurosa, él pronuncia las palabras apropiadas “Ya era hora”, pensando para sus adentros sonríe con una ceja en lo alto y la altanería escrita en su rostro con cada maldito poro de su piel.
¡Pero que osadía! Meter las manos en las llamas del infierno puede torturar a su víctima de tal forma que cualquier cosa que el demonio le tenga preparado, parecerá un juego de niños o… en muchos casos, ser el instrumento perfecto para caer en la decadencia de soportar el dolor para así satisfacer su demencia. Nadie lo sabía mejor que Lorraine o ¿Se quivocaba? ¿Existía en este mundo una mente más retorcida que la suya? El mundo es muy pequeño. Las manos de Aidan de posaron en su cintura para atraparla, la mujer no hizo ningún esfuerzo por escaparse de ese juego. Necesitaba saber cual era el control que él tenía sobre su cuerpo. Espera. Tarda varios segundos antes de responderle, para cundo lo hace él esta frente a esa ventana. Un juego de media noche, un augurio de muerte, la perdición de un ángel que cae a la tierra por pecar o el alivio de un demonio al cumplir su misión por corromper las almas de los humanos. Sea cual sea, ella lo averiguará.
– Con tanta maldita arrogancia espero que sus promesas no sean palabras vacías… – Susurra aproximándose hasta él. Pasa su mano por el cuello del príncipe, desliza sus uñas a través de su piel. Provocadora, siempre igual… siempre tan… Sus orbes se clavan en la mirada del vampiro, no es difícil adivinar lo que se cruza por sus pensamientos. La verdad es que Lorraine ha tenido tantos amantes como el cielo ha estado plagado de estrellas en su inmensidad. Sí, es una maldita puta “Mujer de nadie y muchos” “La ramera del infierno” ¿Qué más da? ¿A quién le importa? A ella, evidentemente no. – Me aburro fácil "¿majestad?" – Dice con una cuestión en la última palabra, no se ha dirigido a nadie con ese tipo de respeto y no comenzará por hacerlo ahora. Los títulos caen en su indiferencia, el hecho que él esté por encima de ella… También. Chasquea la lengua y logra rasgar con su uña la piel marmórea de Aidan. Lo empotra contra la ventana - ¿Quieres jugar? ¡Perfecto! Salgamos de aquí… - Lo suelta y se dirige hacia la salida. Lorraine, una criatura que tiene juguetes por montones, unos están en las mazmorras de su residencia, otros tantos andan por las calles de París comentando sus pesadillas, siendo tachados de locos y el resto se encuentra justo donde Aidan… Deseosos por probarla.
¡Pero que osadía! Meter las manos en las llamas del infierno puede torturar a su víctima de tal forma que cualquier cosa que el demonio le tenga preparado, parecerá un juego de niños o… en muchos casos, ser el instrumento perfecto para caer en la decadencia de soportar el dolor para así satisfacer su demencia. Nadie lo sabía mejor que Lorraine o ¿Se quivocaba? ¿Existía en este mundo una mente más retorcida que la suya? El mundo es muy pequeño. Las manos de Aidan de posaron en su cintura para atraparla, la mujer no hizo ningún esfuerzo por escaparse de ese juego. Necesitaba saber cual era el control que él tenía sobre su cuerpo. Espera. Tarda varios segundos antes de responderle, para cundo lo hace él esta frente a esa ventana. Un juego de media noche, un augurio de muerte, la perdición de un ángel que cae a la tierra por pecar o el alivio de un demonio al cumplir su misión por corromper las almas de los humanos. Sea cual sea, ella lo averiguará.
– Con tanta maldita arrogancia espero que sus promesas no sean palabras vacías… – Susurra aproximándose hasta él. Pasa su mano por el cuello del príncipe, desliza sus uñas a través de su piel. Provocadora, siempre igual… siempre tan… Sus orbes se clavan en la mirada del vampiro, no es difícil adivinar lo que se cruza por sus pensamientos. La verdad es que Lorraine ha tenido tantos amantes como el cielo ha estado plagado de estrellas en su inmensidad. Sí, es una maldita puta “Mujer de nadie y muchos” “La ramera del infierno” ¿Qué más da? ¿A quién le importa? A ella, evidentemente no. – Me aburro fácil "¿majestad?" – Dice con una cuestión en la última palabra, no se ha dirigido a nadie con ese tipo de respeto y no comenzará por hacerlo ahora. Los títulos caen en su indiferencia, el hecho que él esté por encima de ella… También. Chasquea la lengua y logra rasgar con su uña la piel marmórea de Aidan. Lo empotra contra la ventana - ¿Quieres jugar? ¡Perfecto! Salgamos de aquí… - Lo suelta y se dirige hacia la salida. Lorraine, una criatura que tiene juguetes por montones, unos están en las mazmorras de su residencia, otros tantos andan por las calles de París comentando sus pesadillas, siendo tachados de locos y el resto se encuentra justo donde Aidan… Deseosos por probarla.
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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