AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sin rastro ( Morten )
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Sin rastro ( Morten )
Su vida era como una pequeña estrella, pululando, colgando en medio de la nada, sin saber si se estaba apagando o solo comenzaba a brillar. Era extraño el saber quién era por los labios de otra persona, el tener el conocimiento de haber probado algo similar a lo que bebía y algunos llamaban alcohol.
En silencio, meneó la copa de vino sin interés, manteniendo su mente ocupada en un esfuerzo vacuo que intentaba traer algo que había perdido en el mismo instante en que le habían metido una bala en su cabeza. Ni siquiera sabía cómo había sobrevivido, pero lo cierto era que no se alegraba de estar allí como una cáscara vacía. Quizás podía tener entre todos aquellos bebedores nocturnos un amigo, un hermano o un amante. Lo cierto era que no podría recordarlo aunque quisiera. Sus recuerdos y el conocimiento de quién era, qué quería o, siquiera, dónde vivía se habían esfumado. Ya nada era lo mismo, ni lo sería.
- Un brindis por el yo de antes, por el que murió dos veces y volvió a la vida simplemente con el conocimiento del "hambre".- Oh, sí. Pensó para sí mismo, él conocía la verdadera esencia de su pestilente existencia. Ansias de devorar y extirpar todo lo bello de aqueste mundo. Que muera lo hermoso. Que se extinga la vida. Nada perdura, nada permanece.
En silencio, meneó la copa de vino sin interés, manteniendo su mente ocupada en un esfuerzo vacuo que intentaba traer algo que había perdido en el mismo instante en que le habían metido una bala en su cabeza. Ni siquiera sabía cómo había sobrevivido, pero lo cierto era que no se alegraba de estar allí como una cáscara vacía. Quizás podía tener entre todos aquellos bebedores nocturnos un amigo, un hermano o un amante. Lo cierto era que no podría recordarlo aunque quisiera. Sus recuerdos y el conocimiento de quién era, qué quería o, siquiera, dónde vivía se habían esfumado. Ya nada era lo mismo, ni lo sería.
- Un brindis por el yo de antes, por el que murió dos veces y volvió a la vida simplemente con el conocimiento del "hambre".- Oh, sí. Pensó para sí mismo, él conocía la verdadera esencia de su pestilente existencia. Ansias de devorar y extirpar todo lo bello de aqueste mundo. Que muera lo hermoso. Que se extinga la vida. Nada perdura, nada permanece.
Adrik Ivanović- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/07/2013
Re: Sin rastro ( Morten )
Debido al intenso secuestro y saqueo de las últimas noches, me había olvidado por completo de alimentar mi ego y mi cuerpo. Estaba deseoso de empezar una especie de camorra para liberar energías y subsecuentemente alimentarme de las víctimas fatales de dicho incidente, observando sus ojos completamente abiertos como platos a causa del miedo, cuando lo último que podían observar - sin poder hacer nada para evitarlo - eran un par de colmillos acercándose directamente a su cuello, en el mejor de los casos, porque me daba exactamente igual que parte del cuerpo mordiera mientras perforara una vena. Sangre era sangre y la necesitaba para seguir deambulando entre los humanos, lamentablemente.
Dispuesto a llevar al cabo mi tenebroso plan, entré a la taberna de mala muerte abriendo las puertas de par en par dejándolas cerrar hacia atrás con un gran estruendo. Quería llamar la atención desde luego ¿Para qué perder el tiempo en nimiedades? Cosa que logré sin el menor esfuerzo, analizando rápidamente con la mirada, a mis futuros "clientes" la mayoría eran humanos sin oficio ni beneficio al juzgar por sus vestimentas salvo uno... Un vampiro. Torcí el gesto. No me gustaba compartir terreno con más sanguijuelas, porque era receloso con mi comida De mal talante me acerqué a la barra manoteando sobre la cubierta para que el dependiente reparara en mí.
-Dame lo más fuerte que tengas. ¡Ahora! --recargué mis codos sobre la barra, jugueteando con un pie sobre el piso sucio.
Dispuesto a llevar al cabo mi tenebroso plan, entré a la taberna de mala muerte abriendo las puertas de par en par dejándolas cerrar hacia atrás con un gran estruendo. Quería llamar la atención desde luego ¿Para qué perder el tiempo en nimiedades? Cosa que logré sin el menor esfuerzo, analizando rápidamente con la mirada, a mis futuros "clientes" la mayoría eran humanos sin oficio ni beneficio al juzgar por sus vestimentas salvo uno... Un vampiro. Torcí el gesto. No me gustaba compartir terreno con más sanguijuelas, porque era receloso con mi comida De mal talante me acerqué a la barra manoteando sobre la cubierta para que el dependiente reparara en mí.
-Dame lo más fuerte que tengas. ¡Ahora! --recargué mis codos sobre la barra, jugueteando con un pie sobre el piso sucio.
Morten Harket- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/03/2015
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Re: Sin rastro ( Morten )
El golpe de la puerta, al ser empujada, le taladró el cerebro; cosa a la que ya estaba acostumbrado, pues cuando despertó de su muerte, cargaba con un recuerdo dentro de su cabeza. Una bala instalada, cómodamente, en su cerebro. Debía luchar siempre con jaquecas provocadas por cualquier ruido estridente, incluso sus emociones parecían afectarlo, motivo por el que estaba comenzando a mantener esa parte aún humana, desconectada de sí.
Estar muerto contaba con numerosas ventajas, una de ellas era la posibilidad de dejar a un lado todas sus emociones. No las necesitaba, así como el respirar o evacuar cualquier tipo de impurezas de su cuerpo. La única conexión que quedaba entre aquellos que le servían de sustento y él, era su forma humana y el hambre. Nada más, por fortuna.
Sin embargo, había momentos como aquel, en los que su monstruosa esencia chocaba con un orbe del que aún poco conocía: el mundo de lo sobrenatural. La energía de otro ser igual que él, le provocó un estremecimiento que sacudió algo dentro de su cuerpo. La sensación le resultó tan familiar, que incluso con una mueca de dolor por culpa de su jaqueca, se permitió relajarse contra el asiento. Aunque aquella calma no duró mucho, pues sólo cuando se sintió seguro, sus recuerdos decidieron regresar con la misma intensidad que un balazo.
Como si se abriesen las puertas del infierno, su mente se llenó de imágenes de criaturas a las que había visto. Seres de ojos negros y hambrientos, con sus rostros mudados en una mueca tan terrorífica que podrían considerarse demonios. Bocas abiertas de relucientes dientes afilados, coronadas con unos colmillos poderosos y alargados. Y el inconfundible sonido del gruñido de la bestia antes de lanzarse sobre su presa. Él había conocido a seres como aquellos, los había acompañado en sus cacerías en escasas ocasiones, en otras simplemente los había matado por interponerse en su camino. Pero todos esos recuerdos le susurraron una única palabra.
- Vampyr – Murmuró saliendo de su trance, dejando que su acento ruso acariciase aquella palabra que había dejado colgando en el aire, dándose cuenta de la copa de vino que acababa de aplastar entre sus dedos. La incredulidad llenaba su semblante, ordenándose a sí mismo el borrar la cara de estúpido que seguramente estaba luciendo. Apurándose en sacar un pañuelo de su bolsillo con el que secar su mano manchada por el vino que había estado bebiendo. Un riachuelo de líquido carmesí fundiéndose sobre su blanca piel, deslizándose por su muñeca hacia su codo, manchando el interior de aquella camisa blanca que había robado.
Gruñó molesto con su torpeza, levantándose de la mesa antes de que el vino que había caído sobre la mesa pudiera tocar sus pantalones. Su fluido movimiento atrajo las miradas de aquellos que también bebían a su alrededor, obligándole a maldecir entre murmullos apagados. Lo último que quería era atraer la atención de alguien, deseaba soledad. No sabría cómo explicarle al dueño del bar que había desgarrado las gargantas de todos sus clientes, porque tenía un pequeño problema con su carácter.
Estar muerto contaba con numerosas ventajas, una de ellas era la posibilidad de dejar a un lado todas sus emociones. No las necesitaba, así como el respirar o evacuar cualquier tipo de impurezas de su cuerpo. La única conexión que quedaba entre aquellos que le servían de sustento y él, era su forma humana y el hambre. Nada más, por fortuna.
Sin embargo, había momentos como aquel, en los que su monstruosa esencia chocaba con un orbe del que aún poco conocía: el mundo de lo sobrenatural. La energía de otro ser igual que él, le provocó un estremecimiento que sacudió algo dentro de su cuerpo. La sensación le resultó tan familiar, que incluso con una mueca de dolor por culpa de su jaqueca, se permitió relajarse contra el asiento. Aunque aquella calma no duró mucho, pues sólo cuando se sintió seguro, sus recuerdos decidieron regresar con la misma intensidad que un balazo.
Como si se abriesen las puertas del infierno, su mente se llenó de imágenes de criaturas a las que había visto. Seres de ojos negros y hambrientos, con sus rostros mudados en una mueca tan terrorífica que podrían considerarse demonios. Bocas abiertas de relucientes dientes afilados, coronadas con unos colmillos poderosos y alargados. Y el inconfundible sonido del gruñido de la bestia antes de lanzarse sobre su presa. Él había conocido a seres como aquellos, los había acompañado en sus cacerías en escasas ocasiones, en otras simplemente los había matado por interponerse en su camino. Pero todos esos recuerdos le susurraron una única palabra.
- Vampyr – Murmuró saliendo de su trance, dejando que su acento ruso acariciase aquella palabra que había dejado colgando en el aire, dándose cuenta de la copa de vino que acababa de aplastar entre sus dedos. La incredulidad llenaba su semblante, ordenándose a sí mismo el borrar la cara de estúpido que seguramente estaba luciendo. Apurándose en sacar un pañuelo de su bolsillo con el que secar su mano manchada por el vino que había estado bebiendo. Un riachuelo de líquido carmesí fundiéndose sobre su blanca piel, deslizándose por su muñeca hacia su codo, manchando el interior de aquella camisa blanca que había robado.
Gruñó molesto con su torpeza, levantándose de la mesa antes de que el vino que había caído sobre la mesa pudiera tocar sus pantalones. Su fluido movimiento atrajo las miradas de aquellos que también bebían a su alrededor, obligándole a maldecir entre murmullos apagados. Lo último que quería era atraer la atención de alguien, deseaba soledad. No sabría cómo explicarle al dueño del bar que había desgarrado las gargantas de todos sus clientes, porque tenía un pequeño problema con su carácter.
Adrik Ivanović- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 28/07/2013
Re: Sin rastro ( Morten )
No despegué la viste ni un solo segundo de aquél sujeto que tenía delante, que al igual que yo, era ser de la noche, quien al parecer estaba un poco turbio y molesto por el ambiente que se respiraba; a kilómetros decdistancia se le notaba intranquilo, de hecho estaba distraído, casi podía olfatearlo, tan es así, que el sujeto derramó vino sobre él mismo, levantando las miradas de cada uno de los presentes, yo incluído, aunque claro eso fue desde que puse un pié dentro del tugurio. Errores tan simples como aquel costaban vidas - o no vidas - cuestión de enfoque.
Torcí el gesto, yo no tenía por qué preocuparme por un individuo como aquél, a menos claro, que debido a mi presencia, el otro vampiro quisiera empezar una especie de trifulca, a la cuál yo no le daría la espalda - desde luego - porque Las sanguijuelas como nosotros somos muy territoriales, si bien había llegado primero, era lógico suponer que desearía ser el único y el último. Ya veríamos como evolucionaba la situación.
Por lo pronto fingía ver aquel líquido que quemaba la garganta, y que desgraciadamente no me producía mayor satisfacción; lo que yo necesitaba con ansias, y estaba deseoso de obtener a cualquier costo, era sangre humana por supuesto. Litros y litros de sangre fresca y tibia para conservar mi modus vivendi. No en vano llevaba ya más de tres siglos deambulando por el mundo, y no iba a ser en éste siglo el darme "el darles el lujo" de desaparecer, por el simple hecho de tener que compartir la comida con cientos de criaturas como yo. Habría que ser cauteloso, sopesar posibilidades y quizás llegar a un arreglo que beneficiese a ambas partes. Las alianzas no me gustaban, sin embargo, de vez en cuando tenía que bajar la guardia y socializar con el enemigo.
Copa en mano, traspasé esa línea , y me encaminé directamente hacia el otro sujeto de buen porte, deslicé la silla hacia atrás y me senté en su mesa sin ser invitado, así descarado era yo.
-Te propongo un trato. Ya que al parecer los dos hemos venido por el mismo motivo, deberíamos llegar a un acuerdo. ¿Qué te parece si, tú tomas la zona de la derecha y yo la de la izquierda? Hay abundante ganado para los dos. -Bebí la copa y sonreí con suficiencia, esperando que el vampiro fuese lo suficientemente cuerdo para aceptar, de lo contrario, las cosas se pondrían muy interesantes y sangrientas.
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Torcí el gesto, yo no tenía por qué preocuparme por un individuo como aquél, a menos claro, que debido a mi presencia, el otro vampiro quisiera empezar una especie de trifulca, a la cuál yo no le daría la espalda - desde luego - porque Las sanguijuelas como nosotros somos muy territoriales, si bien había llegado primero, era lógico suponer que desearía ser el único y el último. Ya veríamos como evolucionaba la situación.
Por lo pronto fingía ver aquel líquido que quemaba la garganta, y que desgraciadamente no me producía mayor satisfacción; lo que yo necesitaba con ansias, y estaba deseoso de obtener a cualquier costo, era sangre humana por supuesto. Litros y litros de sangre fresca y tibia para conservar mi modus vivendi. No en vano llevaba ya más de tres siglos deambulando por el mundo, y no iba a ser en éste siglo el darme "el darles el lujo" de desaparecer, por el simple hecho de tener que compartir la comida con cientos de criaturas como yo. Habría que ser cauteloso, sopesar posibilidades y quizás llegar a un arreglo que beneficiese a ambas partes. Las alianzas no me gustaban, sin embargo, de vez en cuando tenía que bajar la guardia y socializar con el enemigo.
Copa en mano, traspasé esa línea , y me encaminé directamente hacia el otro sujeto de buen porte, deslicé la silla hacia atrás y me senté en su mesa sin ser invitado, así descarado era yo.
-Te propongo un trato. Ya que al parecer los dos hemos venido por el mismo motivo, deberíamos llegar a un acuerdo. ¿Qué te parece si, tú tomas la zona de la derecha y yo la de la izquierda? Hay abundante ganado para los dos. -Bebí la copa y sonreí con suficiencia, esperando que el vampiro fuese lo suficientemente cuerdo para aceptar, de lo contrario, las cosas se pondrían muy interesantes y sangrientas.
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Morten Harket- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/03/2015
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Re: Sin rastro ( Morten )
Ahora que había atraído la atención de algunos clientes, sólo pudo evitar verse más animal que humano, si se concentraba lo suficiente aún podía contener ése siseo de advertencia hacia el hombre que no dejaba de quemarlo con su mirada. Sentía perfectamente el peso de sus ojos sobre su cuerpo, como si estuviese siendo evaluado con detenimiento y no fuera satisfactorio el resultado de su análisis. Era la primera vez que se cruzaba en su camino a una criatura como él, por lo que seguía sorprendiéndole el que no se hubiera apartado de su camino. Por lo poco que había conseguido recordar tan sólo unos segundos antes, los vampiros no eran criaturas sociables, era necesario que la criatura estuviese humanizada para ello, acostumbrada a tener a gente a su alrededor interponiéndose en su camino. Pero eran depredadores, nada sucedía de manera sencilla, siempre había un deseo oculto en lo más interno de sus conciencias que los empujaba a cazar, demostrar que el territorio sobre el que sembraban muerte era suyo. Posesividad y fiereza en estado puro. Nadie querría estar en medio de una disputa entre no-muertos.
Alisó su chaqueta con un movimiento rápido y firme, intentando recordarse que quedar inmóvil y sin respirar durante mucho tiempo no era algo "normal". Gimió con disgusto al escuchar el sonido inconfundible de que el otro vampiro se estaba acercando a su área de confort, lo último que necesitaba era que alguien buscase pelea con él en aquella noche. Había decidido alejarse de los demás para regodearse en su propia basura, ¿ Era mejor enfrentarse al hecho de que jamás sabría como era a menos que sus recuerdos regresasen?. Cierto, indudablemente era una jodida buena idea, pero él prefería quedarse en aquel sucio lugar, bebiendo todo el líquido que pudiese pagar, llorando sin derramar lágrimas, ahogando su inseguridad para apagar su necesidad de enterrar sus colmillos en la piel caliente de cualquier ser vivo. Cerró los ojos imaginando aquella deliciosa escena, mientras sus manos se movían con una elegancia que no encajaba en aquel lugar, doblando con delicados movimientos las mangas de su camisa, para así revelar la pálida piel de sus extremidades. Brazos firmes y fuertes en una anatomía propia de un espadachín, no en vano había sido educado como un joven señor feudal, aunque no por los motivos más benevolentes. Él sólo era un muñeco que debía ser el espejo del joven heredero, alguien digno de recibir las mordidas del látigo sobre su piel cuando su señor se portase mal, la historia se había cebado con los denominados " cabezas de turco ". Meros muñecos de trapo en las manos de hombres que tenían el derecho de exigirle el desmembrar su cuerpo por cometer la terrible falta de creerse realmente un ser humano con derechos y voz propia.
El grito que emitió la silla siendo arrastrada por el suelo, anticipó el último movimiento del otro vampiro, quien se sentaba a tiempo para recibir una mirada escrutadora del torpe vampiro sin memoria, al menos no una completa crónica de todos sus años de existencia. Su presencia en el mundo era un completo misterio, tanto para los que le rodeaban, como para él mismo. Sabía que había sido convertido por una mujer, sabía que ella le había hecho mucho daño y que otra era la culpable de su casi muerte. Las mujeres eran peligrosas, eso era lo que mejor recordaba, así como el olor de la pólvora antes de arder por el accionar de un moderno mecanismo mecánico. Algo capaz de hacer daño a seres como él, a personas como aquel joven que se atrevía a irrumpir sus horas de autocompasión. O, ¿sería más correcto llamarlas horas de autodestrucción?.
- Te equivocas, tú y yo no estamos aquí por el mismo motivo. - Le corrigió antes de volver a sentarse en su asiento, aunque a diferencia del hombre rubio al que enfrentaba, no mostraba ninguna sonrisa en su rostro, ni siquiera sus ojos delataban signo alguna de agresividad o malicia sobre su momentáneo compañero de mesa. Simplemente había un crudo vacío, como si su comportamiento mostrase ése signo de que faltaban aún datos determinantes sobre cómo se debía relacionar sus palabras a sentimientos. Aunque se lo explicasen, le era difícil el reaccionar acorde a sus pensamientos. Era más como un depredador relajado, agazapado sobre la hierba y vigilando a su presa con la sabiduría de que ésta sólo se acercaría a él si no mostraba aún su verdadera naturaleza.
Levantó una de sus manos para llamar a la mesera, sin que sus ojos claros se separasen de los del otro vampiro, dándole la atención que le merecía el estar, finalmente, ante alguien como él. Tenía tantas preguntas a pesar del poder de los siglos recorriendo su sangre vampírica, que por primera vez apoyó su rostro sobre una de sus manos para poder analizar mejor cada uno de los movimientos del otro. Desde el movimiento nervioso que creaba el alcohol de su copa al deslizarse contra las paredes del instrumento, hasta el arco minúsculo y gracioso que se creaba alrededor de sus labios cuando sonreía. Sus ojos parecían dilatarse con el deseo que le embargaba ante la especulación de la alimentación. ¿O era más bien por la posibilidad de luchar contra él?.
- Acepto tu trato, con una condición. - Le explicó mientras la humana terminaba de llenar una copa nueva que había traído para sustituir a la que había roto antes, ni siquiera se dio cuenta de cómo sus ojos ansiosos parecían buscar su mirada. Simplemente deslizó una moneda con uno de sus dedos sobre la superficie de la mesa, creando un susurro, antes de dejarlo cerca de la mujer. Inconscientemente su cuerpo se había replegado sobre uno de los costados de la silla, demostrando que le disgustaba la cercanía del cuerpo femenino. Si no hubiera tenido sus ojos fijos en Morten, podría haber avistado la decepción que cubría sus facciones antes de alejarse de ellos, pero para alguien que no había tenido un momento de lucidez desde que sus ojos se abrieron en aquella funeraria, era demasiado estúpido perderse un eclipse de sol por mirarse los pies.
- Enséñame a beber de ellos sin desgarrarles la garganta, últimamente tengo problemas para controlar mis ansias de arrancarles la piel y termino matándolos antes de lo previsto. - No hubo el menor atisbo de arrepentimiento en su rostro, sino que al contrario, se movió con tranquilidad para tomar la copa y beber el vino con suavidad. - Te dejaré la mitad de mi lado. - Le ofreció a cambio, ya que sabía que el otro vampiro no tenía la necesidad de aceptar ser su profesor, sería algo realmente abochornarte para su antiguo yo, pero éste Adrik desconocía el significado de la vergüenza.
Alisó su chaqueta con un movimiento rápido y firme, intentando recordarse que quedar inmóvil y sin respirar durante mucho tiempo no era algo "normal". Gimió con disgusto al escuchar el sonido inconfundible de que el otro vampiro se estaba acercando a su área de confort, lo último que necesitaba era que alguien buscase pelea con él en aquella noche. Había decidido alejarse de los demás para regodearse en su propia basura, ¿ Era mejor enfrentarse al hecho de que jamás sabría como era a menos que sus recuerdos regresasen?. Cierto, indudablemente era una jodida buena idea, pero él prefería quedarse en aquel sucio lugar, bebiendo todo el líquido que pudiese pagar, llorando sin derramar lágrimas, ahogando su inseguridad para apagar su necesidad de enterrar sus colmillos en la piel caliente de cualquier ser vivo. Cerró los ojos imaginando aquella deliciosa escena, mientras sus manos se movían con una elegancia que no encajaba en aquel lugar, doblando con delicados movimientos las mangas de su camisa, para así revelar la pálida piel de sus extremidades. Brazos firmes y fuertes en una anatomía propia de un espadachín, no en vano había sido educado como un joven señor feudal, aunque no por los motivos más benevolentes. Él sólo era un muñeco que debía ser el espejo del joven heredero, alguien digno de recibir las mordidas del látigo sobre su piel cuando su señor se portase mal, la historia se había cebado con los denominados " cabezas de turco ". Meros muñecos de trapo en las manos de hombres que tenían el derecho de exigirle el desmembrar su cuerpo por cometer la terrible falta de creerse realmente un ser humano con derechos y voz propia.
El grito que emitió la silla siendo arrastrada por el suelo, anticipó el último movimiento del otro vampiro, quien se sentaba a tiempo para recibir una mirada escrutadora del torpe vampiro sin memoria, al menos no una completa crónica de todos sus años de existencia. Su presencia en el mundo era un completo misterio, tanto para los que le rodeaban, como para él mismo. Sabía que había sido convertido por una mujer, sabía que ella le había hecho mucho daño y que otra era la culpable de su casi muerte. Las mujeres eran peligrosas, eso era lo que mejor recordaba, así como el olor de la pólvora antes de arder por el accionar de un moderno mecanismo mecánico. Algo capaz de hacer daño a seres como él, a personas como aquel joven que se atrevía a irrumpir sus horas de autocompasión. O, ¿sería más correcto llamarlas horas de autodestrucción?.
- Te equivocas, tú y yo no estamos aquí por el mismo motivo. - Le corrigió antes de volver a sentarse en su asiento, aunque a diferencia del hombre rubio al que enfrentaba, no mostraba ninguna sonrisa en su rostro, ni siquiera sus ojos delataban signo alguna de agresividad o malicia sobre su momentáneo compañero de mesa. Simplemente había un crudo vacío, como si su comportamiento mostrase ése signo de que faltaban aún datos determinantes sobre cómo se debía relacionar sus palabras a sentimientos. Aunque se lo explicasen, le era difícil el reaccionar acorde a sus pensamientos. Era más como un depredador relajado, agazapado sobre la hierba y vigilando a su presa con la sabiduría de que ésta sólo se acercaría a él si no mostraba aún su verdadera naturaleza.
Levantó una de sus manos para llamar a la mesera, sin que sus ojos claros se separasen de los del otro vampiro, dándole la atención que le merecía el estar, finalmente, ante alguien como él. Tenía tantas preguntas a pesar del poder de los siglos recorriendo su sangre vampírica, que por primera vez apoyó su rostro sobre una de sus manos para poder analizar mejor cada uno de los movimientos del otro. Desde el movimiento nervioso que creaba el alcohol de su copa al deslizarse contra las paredes del instrumento, hasta el arco minúsculo y gracioso que se creaba alrededor de sus labios cuando sonreía. Sus ojos parecían dilatarse con el deseo que le embargaba ante la especulación de la alimentación. ¿O era más bien por la posibilidad de luchar contra él?.
- Acepto tu trato, con una condición. - Le explicó mientras la humana terminaba de llenar una copa nueva que había traído para sustituir a la que había roto antes, ni siquiera se dio cuenta de cómo sus ojos ansiosos parecían buscar su mirada. Simplemente deslizó una moneda con uno de sus dedos sobre la superficie de la mesa, creando un susurro, antes de dejarlo cerca de la mujer. Inconscientemente su cuerpo se había replegado sobre uno de los costados de la silla, demostrando que le disgustaba la cercanía del cuerpo femenino. Si no hubiera tenido sus ojos fijos en Morten, podría haber avistado la decepción que cubría sus facciones antes de alejarse de ellos, pero para alguien que no había tenido un momento de lucidez desde que sus ojos se abrieron en aquella funeraria, era demasiado estúpido perderse un eclipse de sol por mirarse los pies.
- Enséñame a beber de ellos sin desgarrarles la garganta, últimamente tengo problemas para controlar mis ansias de arrancarles la piel y termino matándolos antes de lo previsto. - No hubo el menor atisbo de arrepentimiento en su rostro, sino que al contrario, se movió con tranquilidad para tomar la copa y beber el vino con suavidad. - Te dejaré la mitad de mi lado. - Le ofreció a cambio, ya que sabía que el otro vampiro no tenía la necesidad de aceptar ser su profesor, sería algo realmente abochornarte para su antiguo yo, pero éste Adrik desconocía el significado de la vergüenza.
Adrik Ivanović- Vampiro Clase Alta
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Re: Sin rastro ( Morten )
-Acabo de decirte que son ganado ¿para que habrías de querer dejarlos con vida o ser benevolente al momento de alimentarte? son simples humanos que habitan en la tierra con el unico fin de alimentarnos -terminé mi copa. Levanté la mano y pedí una botella de ron. La más cara que tuviesen con prontitud, tronando los dedos.- No seas condescendiente con éstos idiotas, porque ellos no son condescendientes con nosotros; nos creen unos monstruos y darían lo que fuese para aniquilarnos sin contemplaciones, así que no tengas reparo en destrozarles la garganta. Si actuamos con rapidéz no habrían de enterarse siquiera. Cuando menos lo esperasen, ya estarían entregando cuentas a sus dioses.
Me recargué en el respaldo de la silla, tamborileando los dedos sobre la mesa mientras mi pie se revolvía nervioso en el suelo. Estaba ansioso por querer tener algo de acción y el burgués parecía no estar muy convencido de mis palabras. Más bien parecía ser un sujeto melancólico, tratando de arrancarse una pena por medio de la bebida. Algo ridículo a mi manera de ver porque él y yo estábamos muertos, y el único líquido capaz de mitigar nuestra sed, no se encontraba en envases de vidrio, sino de carne y hueso. Recipientes vivientes.
-Desconozco el motivo que te ha traído hasta aquí amigo - acerqué un poco más el rostro hacia su persona - Sea lo que sea no puede matarte. No puedes morir dos veces a menos, que seas lo suficiente estúpido para dejarte atrapar, o volverte cenizas exponiéndote al sol por cuenta propia. Pareces un chico listo. Podría enseñarte otra clase de cosas, menos - recalqué - a morir. Si quieres aprender yo soy el tipo correcto -. El camarero trajo la tan ansiada botella. Sonreí, rellené su copa y bebí directo del pomo.
Me recargué en el respaldo de la silla, tamborileando los dedos sobre la mesa mientras mi pie se revolvía nervioso en el suelo. Estaba ansioso por querer tener algo de acción y el burgués parecía no estar muy convencido de mis palabras. Más bien parecía ser un sujeto melancólico, tratando de arrancarse una pena por medio de la bebida. Algo ridículo a mi manera de ver porque él y yo estábamos muertos, y el único líquido capaz de mitigar nuestra sed, no se encontraba en envases de vidrio, sino de carne y hueso. Recipientes vivientes.
-Desconozco el motivo que te ha traído hasta aquí amigo - acerqué un poco más el rostro hacia su persona - Sea lo que sea no puede matarte. No puedes morir dos veces a menos, que seas lo suficiente estúpido para dejarte atrapar, o volverte cenizas exponiéndote al sol por cuenta propia. Pareces un chico listo. Podría enseñarte otra clase de cosas, menos - recalqué - a morir. Si quieres aprender yo soy el tipo correcto -. El camarero trajo la tan ansiada botella. Sonreí, rellené su copa y bebí directo del pomo.
Morten Harket- Vampiro Clase Alta
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Re: Sin rastro ( Morten )
Aquellas palabras lo abofetearon con tal rudeza que se enderezó en su asiento, casi convirtiéndose con ello en una figura de mármol terriblemente hermosa, pero igual de fría e inmutable. Sin haberlo querido, le había dado una dura muestra de realidad, ¿ Por qué le importaba el mutilar cuerpos cuando se alimentaba ?. ¿ Por qué le molestaba que él le señalase lo que ya sabía?. Era extraño, pero él tenía la certidumbre de que no quería recordar qué había hecho cuando su antiguo yo se alimentaba de sus presas.
Su memoria era algo frágil y débil que no sabía si volvería o no, por de pronto lo hacía sólo cuando su persona física coincidía en su modus operandi con alguna acción, palabra o lugar de su pasado. Era similar a estar en un pasillo, si abría la puerta correcta, podía llegar a saber qué había hecho. Pero todo lo que había conseguido era oscuridad. No quería saber más, pero a la vez debía. Era duro verse a sí mismo desde los ojos de un desconocido, pero así era, él se había perdido. Tenía que caminar en un mundo, como si estuviese atrapado en el cuerpo de otro, viendo lo que había hecho como si fuera una obra de teatro malévola.
- Mi problema no es el asesinar, sino el recuerdo que trae con ello. - Habló lentamente, como si volviera a la vida de repente, a ratos intermitentes. Se acercó al rostro del otro joven y lo miró con total sinceridad, dejando que su horrendo monstruo se reflejase en la superficie de sus ojos verdes.
- Recuerdo su cálida textura derramándose en mi boca, el sabor dulce de las vírgenes creando una explosión en el paladar cuando se mezcla con la agria y vieja sangre de sus padres acudiendo a defenderlas. - Su voz se volvió ronca, manchada con el placer indescriptible de su experiencia, sabiendo que sus labios temblaban con el mero recuerdo de su cacería junto a su creadora. Las noches en las que había sido un neófito destinado a complacer sus inseguridades al encontrar la libertad en la destrucción. Él lo había visto, eran retazos de un pasado. Una y otra vez, en cada donante revivía cada alma que había arrancado.
- Mi problema no es su dolor, sino el mío. Porque siempre quiero más.Así que no me pidas que no piense en la muerte. - Cerró sus ojos, sin querer ver realmente la reacción de aquel desconocido ante su declaración. Aunque era evidente por su expresión que estaba rememorando precisamente aquello que debía olvidar, ya que ahora era consciente de todos aquellos corazones palpitantes, del sonido de su sangre fluyendo por aquellos frágiles cuerpos.
- Enséñame. - Le susurró antes de abrir sus ojos de nuevo para tomar la copa que le había llenado y vaciar su contenido de un único movimiento, tragando con avidez todo el contenido como si eso pudiese terminar de apagar su sed. Dejó la copa sobre la mesa y se levantó con lentitud antes de ir a su lado, aceptando así aquella propuesta de la mismísima parca.
Su memoria era algo frágil y débil que no sabía si volvería o no, por de pronto lo hacía sólo cuando su persona física coincidía en su modus operandi con alguna acción, palabra o lugar de su pasado. Era similar a estar en un pasillo, si abría la puerta correcta, podía llegar a saber qué había hecho. Pero todo lo que había conseguido era oscuridad. No quería saber más, pero a la vez debía. Era duro verse a sí mismo desde los ojos de un desconocido, pero así era, él se había perdido. Tenía que caminar en un mundo, como si estuviese atrapado en el cuerpo de otro, viendo lo que había hecho como si fuera una obra de teatro malévola.
- Mi problema no es el asesinar, sino el recuerdo que trae con ello. - Habló lentamente, como si volviera a la vida de repente, a ratos intermitentes. Se acercó al rostro del otro joven y lo miró con total sinceridad, dejando que su horrendo monstruo se reflejase en la superficie de sus ojos verdes.
- Recuerdo su cálida textura derramándose en mi boca, el sabor dulce de las vírgenes creando una explosión en el paladar cuando se mezcla con la agria y vieja sangre de sus padres acudiendo a defenderlas. - Su voz se volvió ronca, manchada con el placer indescriptible de su experiencia, sabiendo que sus labios temblaban con el mero recuerdo de su cacería junto a su creadora. Las noches en las que había sido un neófito destinado a complacer sus inseguridades al encontrar la libertad en la destrucción. Él lo había visto, eran retazos de un pasado. Una y otra vez, en cada donante revivía cada alma que había arrancado.
- Mi problema no es su dolor, sino el mío. Porque siempre quiero más.Así que no me pidas que no piense en la muerte. - Cerró sus ojos, sin querer ver realmente la reacción de aquel desconocido ante su declaración. Aunque era evidente por su expresión que estaba rememorando precisamente aquello que debía olvidar, ya que ahora era consciente de todos aquellos corazones palpitantes, del sonido de su sangre fluyendo por aquellos frágiles cuerpos.
- Enséñame. - Le susurró antes de abrir sus ojos de nuevo para tomar la copa que le había llenado y vaciar su contenido de un único movimiento, tragando con avidez todo el contenido como si eso pudiese terminar de apagar su sed. Dejó la copa sobre la mesa y se levantó con lentitud antes de ir a su lado, aceptando así aquella propuesta de la mismísima parca.
Adrik Ivanović- Vampiro Clase Alta
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Re: Sin rastro ( Morten )
-Un vampiro bohemio, ni más ni menos. -le dije mirándole directamente a los ojos-. Si de verdad quieres aprender, tenemos dos opciones: Salir de aquí o utilizar a todos éstos mediocres de ganado. Miralos, están perdidos en su propia miseria. Nadie daría un sólo franco por ellos. Podríamos hacer una pequeña prueba... Por ejemplo. ¿Ves ése sujeto que está sentado al fondo? El del sombrero de copa desgastado. El podría servir como primer número. Hagámosle un favor y ayudémosle a dejar éste mundo. Si no quieres clavar tus colmillos en su cuello, hay otras formas de no derramar sangre.
Palmeé su hombro. Me tomé el atrevimiento de traspasar esa barrera para romper el hielo entre ambos. Notaba cierta tensión:
-Lo está pidiendo a gritos. Sé un buen ciudadano. Así le "ayudas a ir al cielo" porque de lo contrario, si se suicida, nunca podrá reunirse con su esposa. -el hombre entrado en años, barbón y desparpajado, no dejaba de ver una imagen en un camafeo que llevaba entre sus manos, derramar lágrimas y suspirar. Había ya visto muchas veces la escena, podía saber que acabaría en un trágico final. Ahogarse en la bebida era el preámbulo hacia lo inevitable.
-Podría apostarte doscientos francos a que quiere arrojarse de un puente o colgarse de un árbol. - estiré el brazo para tomar su copa y beber de ella-. Una idea bastante estúpida si me permites decirlo. Hay pocas probabilidades de que logre arrancarse la vida. Pero... Si tu le rompes el cuello apenas ponga un pie fuera... -sonreí terminando de un solo trago la bebida de mi nuevo acompañante-. Venga, debes estirar esos músculos sobrenaturales. Deja en paz la tristeza y sé lo que tienes que ser: Un vampiro. No nos decepciones. -dejé entre ver dos afilados colmillos, debajo de mis labios. Era mi manera de retarle a sacar ese lado salvaje.- Deja de pensar, no dejes que el remordimiento se apodere de tí. Tú eres más fuerte, mucho más. Piensa que harás una labor altruista. Piensa en la muerte como regalo para ese hombre que ya no tiene nada que perder.
Palmeé su hombro. Me tomé el atrevimiento de traspasar esa barrera para romper el hielo entre ambos. Notaba cierta tensión:
-Lo está pidiendo a gritos. Sé un buen ciudadano. Así le "ayudas a ir al cielo" porque de lo contrario, si se suicida, nunca podrá reunirse con su esposa. -el hombre entrado en años, barbón y desparpajado, no dejaba de ver una imagen en un camafeo que llevaba entre sus manos, derramar lágrimas y suspirar. Había ya visto muchas veces la escena, podía saber que acabaría en un trágico final. Ahogarse en la bebida era el preámbulo hacia lo inevitable.
-Podría apostarte doscientos francos a que quiere arrojarse de un puente o colgarse de un árbol. - estiré el brazo para tomar su copa y beber de ella-. Una idea bastante estúpida si me permites decirlo. Hay pocas probabilidades de que logre arrancarse la vida. Pero... Si tu le rompes el cuello apenas ponga un pie fuera... -sonreí terminando de un solo trago la bebida de mi nuevo acompañante-. Venga, debes estirar esos músculos sobrenaturales. Deja en paz la tristeza y sé lo que tienes que ser: Un vampiro. No nos decepciones. -dejé entre ver dos afilados colmillos, debajo de mis labios. Era mi manera de retarle a sacar ese lado salvaje.- Deja de pensar, no dejes que el remordimiento se apodere de tí. Tú eres más fuerte, mucho más. Piensa que harás una labor altruista. Piensa en la muerte como regalo para ese hombre que ya no tiene nada que perder.
Última edición por Morten Harket el Mar Abr 12, 2016 8:09 pm, editado 3 veces
Morten Harket- Vampiro Clase Alta
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Re: Sin rastro ( Morten )
Sus palabras eran un eco perturbador que se adentraba con demasiada rapidez en su enredada mente. Parecía tener la habilidad de llevarlo al límite, sorteando el filo de la navaja, para dejarlo justo en frente de los pecados más oscuros que deseaba cometer. ¿Vampiro Bohemio? No sabía qué significaba eso, pero él sí que podía afirmar que el otro ser era una mala influencia, sólo le susurraba aquello que deseaba hacer desde que se había despertado en aquella habitación estéril de la morgue.
Inconscientemente sus dedos fueron hacia la clavícula de su hombro izquierdo, el lugar exacto en el que el médico había intentado comenzar el estudio de su cadáver, como si aquello fuera posible. Nadie podría encontrarle sentido a lo que era, como vampiro, no necesitaba que le dijeran el tamaño de sus órganos, su color o textura. Le servía saber que aún podía seguir moviéndose, buscando la siguiente víctima de su lista.
- Deja de confundirme – Le susurró, sabiendo que podría oírlo con claridad. Era bueno saber que aquel peso que sentía sobre uno de sus hombros, pertenecía a otra criatura que, como él, buscaba sangre. Tenían las mismas habilidades innatas, así que su capacidad de escucharle debía ser tan perfecta como la suya.
- Cielo o infierno, esas cosas no existen. Me disgusta saber que hay gente estúpida que sigue a las mujeres, ignorando el mal que todas llevan en su simiente – Su voz fue endureciéndose hasta el punto en el que parecía más un juez decretando la muerte de toda existencia femenina de la faz de la tierra, que un vampiro perdido sin saber qué hacer. Apretó la tela de su hombro, rozando sin querer la punta de los dedos de Morten. Una caricia sin sentido de serlo y que ni siquiera llegó a considerar como tal, hasta que el otro vampiro apartó su mano.
- Me duele el pecho. Un corte punzante que se extiende oprimiendo mi garganta. – Miró a Morten, completamente confundido, como un niño que no entiende lo que siente o lo que debe hacer. Se sentía tan perdido que aún no sabía ni cómo se mantenía de pie sin caer al suelo. – Creo que, si no pienso, haré algo que aumente este dolor. Y eso, eso…- Mantuvo un corto silencio, intentando buscar una palabra que pudiera ajustarse a ello- ¿Me asusta? – Tembló al decir la última palabra, pues no le gustaba la idea de tener miedo de algo, ni siquiera cuando ese algo era él mismo.
Se apartó de Morten dos pasos, recordando que debía mantener distancias con alguien como él, aun no sabía si podía fiarse de aquel desconocido. Y lo peor que podría hacer, era precisamente el bajar la guardia cuando lo tenía tan cerca de su espalda. Un vampiro, alguien letal que no dudaría en desgarrar las gargantas de todos los presentes, un ser que quería ayudarlo a pesar de no conocerlo, que daría muerte a una criatura que considera inferior sólo para que pueda encontrarse con su mujer. Un hombre, más salvaje que él o no, pero todo un ser masculino.
- Supongo que debo usar mi mejor sonrisa, no importa quién sea, todos los humanos sonríen cuando quieren algo. – Le dio una mirada rápida a Morten antes de adelantarse hasta el viejo, aceptando así sus lecciones con cierta astucia, no porque realmente quisiera sentirse mejor después de matar al viejo, sino porque quería comprender mejor a aquel que le daba las instrucciones.
Inconscientemente sus dedos fueron hacia la clavícula de su hombro izquierdo, el lugar exacto en el que el médico había intentado comenzar el estudio de su cadáver, como si aquello fuera posible. Nadie podría encontrarle sentido a lo que era, como vampiro, no necesitaba que le dijeran el tamaño de sus órganos, su color o textura. Le servía saber que aún podía seguir moviéndose, buscando la siguiente víctima de su lista.
- Deja de confundirme – Le susurró, sabiendo que podría oírlo con claridad. Era bueno saber que aquel peso que sentía sobre uno de sus hombros, pertenecía a otra criatura que, como él, buscaba sangre. Tenían las mismas habilidades innatas, así que su capacidad de escucharle debía ser tan perfecta como la suya.
- Cielo o infierno, esas cosas no existen. Me disgusta saber que hay gente estúpida que sigue a las mujeres, ignorando el mal que todas llevan en su simiente – Su voz fue endureciéndose hasta el punto en el que parecía más un juez decretando la muerte de toda existencia femenina de la faz de la tierra, que un vampiro perdido sin saber qué hacer. Apretó la tela de su hombro, rozando sin querer la punta de los dedos de Morten. Una caricia sin sentido de serlo y que ni siquiera llegó a considerar como tal, hasta que el otro vampiro apartó su mano.
- Me duele el pecho. Un corte punzante que se extiende oprimiendo mi garganta. – Miró a Morten, completamente confundido, como un niño que no entiende lo que siente o lo que debe hacer. Se sentía tan perdido que aún no sabía ni cómo se mantenía de pie sin caer al suelo. – Creo que, si no pienso, haré algo que aumente este dolor. Y eso, eso…- Mantuvo un corto silencio, intentando buscar una palabra que pudiera ajustarse a ello- ¿Me asusta? – Tembló al decir la última palabra, pues no le gustaba la idea de tener miedo de algo, ni siquiera cuando ese algo era él mismo.
Se apartó de Morten dos pasos, recordando que debía mantener distancias con alguien como él, aun no sabía si podía fiarse de aquel desconocido. Y lo peor que podría hacer, era precisamente el bajar la guardia cuando lo tenía tan cerca de su espalda. Un vampiro, alguien letal que no dudaría en desgarrar las gargantas de todos los presentes, un ser que quería ayudarlo a pesar de no conocerlo, que daría muerte a una criatura que considera inferior sólo para que pueda encontrarse con su mujer. Un hombre, más salvaje que él o no, pero todo un ser masculino.
- Supongo que debo usar mi mejor sonrisa, no importa quién sea, todos los humanos sonríen cuando quieren algo. – Le dio una mirada rápida a Morten antes de adelantarse hasta el viejo, aceptando así sus lecciones con cierta astucia, no porque realmente quisiera sentirse mejor después de matar al viejo, sino porque quería comprender mejor a aquel que le daba las instrucciones.
Adrik Ivanović- Vampiro Clase Alta
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Re: Sin rastro ( Morten )
Ahora comprendía todo. Mi compañero de mesa, estaba sufriendo por un par de tetas; no era nada extraño, que inclusive un vampiro, perdiese la razón por culpa de unas bragas. Alguna vez la perdí yo también, pero eso había pasado hacía mucho tiempo, decenas de años atrás, cuando todavía era humano, y cuando aún creía que las cosas era de diferentes maneras. No fue, sino hasta que me arrojaron al mundo de las tinieblas, que comprendí que podíamos llevar una existencia dual: Blanco y negro. Arriba y abajo. Mujeres y hombres. ¿Por qué que seguir los cánones que la sociedad marcaba, cuando podías sacar mayor provecho de la sabia naturaleza? ¿Por qué un vampiro, siendo prácticamente invencible, se arrastraba a los pies de una mujerzuela? En mi vasta experiencia en el ramo, había logrado comprender que nada duraba para siempre - hablando de humanos- y que las relaciones interpersonales sólo eran eslabones de una larga cadena que se iban acumulando sobre tu espalda. Nada era mejor que usar y tirar. En extricto rigor. Una noche, una madrugada y voilá.
-No lo pienses demasiado. Mira, vamos a ponerte las cosas aún más fáciles: Piensa que ese sujeto, es la ramera por la cuál sufres. Imagina el rostro de ella; mírala directamente a los ojos y descarga tu furia implacable. A menos claro, que no lo merezca, y sea simplemente eso: Una puta de las más baratas.
Desconocía por completo la situación del vampiro melancólico, pero de qué se trataba de una mujer, podría jurarlo hasta con la no-vida. Simplemente observé sys movimientos, cuando se levantó de la mesa y se dirigió directamente hacia su próxima víctima. Entrecerré los ojos, esperando, que dejase salir su instinto, y que me diese una cátedra de sus facultades vampíricas. Fervientemente esperaba que su mente no le trajerse recuerdos y por consiguiente le remordiese la conciencia. Por que, un vampiro que se encontrase simulando beber licor, en una taberna de poca monta, dejaba mucho que desear sobre su valentía. No estaba diciendo que él fuese cobarde, que no tuviese el valor suficiente, pero llevaba la moral por los suelos y un gran empujón no le vendría nada mal para recordarle quien llevaba el control.
Me daba rabia darme cuenta de que las mujeres siempre iban ligadas con las desgracias. Siempre siendo las principales causantes de la mayoría de las guerras en las que había participado. La palabra mujer, era sinónimo de peligro. No las odiaba, no, pero trataba de evitarlas tanto como me fuese posible.
-No lo pienses demasiado. Mira, vamos a ponerte las cosas aún más fáciles: Piensa que ese sujeto, es la ramera por la cuál sufres. Imagina el rostro de ella; mírala directamente a los ojos y descarga tu furia implacable. A menos claro, que no lo merezca, y sea simplemente eso: Una puta de las más baratas.
Desconocía por completo la situación del vampiro melancólico, pero de qué se trataba de una mujer, podría jurarlo hasta con la no-vida. Simplemente observé sys movimientos, cuando se levantó de la mesa y se dirigió directamente hacia su próxima víctima. Entrecerré los ojos, esperando, que dejase salir su instinto, y que me diese una cátedra de sus facultades vampíricas. Fervientemente esperaba que su mente no le trajerse recuerdos y por consiguiente le remordiese la conciencia. Por que, un vampiro que se encontrase simulando beber licor, en una taberna de poca monta, dejaba mucho que desear sobre su valentía. No estaba diciendo que él fuese cobarde, que no tuviese el valor suficiente, pero llevaba la moral por los suelos y un gran empujón no le vendría nada mal para recordarle quien llevaba el control.
Me daba rabia darme cuenta de que las mujeres siempre iban ligadas con las desgracias. Siempre siendo las principales causantes de la mayoría de las guerras en las que había participado. La palabra mujer, era sinónimo de peligro. No las odiaba, no, pero trataba de evitarlas tanto como me fuese posible.
Morten Harket- Vampiro Clase Alta
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Re: Sin rastro ( Morten )
Se acercó al anciano con las palabras de Morten aún rondando en su cabeza, no entendía porqué le pedía que pensara en una mujer, ya que en realidad su problema procedía del no poder recordar precisamente su pasado. Casi parecía que hubiera adivinado lo que pensaba, relacionando sus palabras con el único recuerdo que lo había seguido cuando despertó en la morgue. Las mujeres eran peligrosas.
Se estremeció al recordar las palabras que habían acudido a su mente, cuando todo se cernía en la más absoluta oscuridad. Lo habían matado por una de ellas, una le arrancó su humanidad e inocencia y la otra su corazón. Parecía que a todos los que dejaba entrar en su corazón terminaban arrancándole una parte de sí, dejándolo cada vez más vacío. Le faltaban piezas y debía seguir caminando con el hueco que otros habían dejado en su cuerpo.
Cerró una de sus manos en un puño, mientras se concentraba en la tarea que le había sido encomendada. Alimentarse del viejo. Lo cual era sencillo, sólo tenía que dejar que su rostro actuase por él, dándole una sonrisa antes de solicitar acompañar al hombre en una conversación que duró lo justo para que su poder se cerniera de la mente del anciano. Su poder de persuasión era tan intenso, que podría pedirle a todo el local que se abriera la garganta, mientras seguía hablando con el viejo, y todo transcurriría sin ningún grito de alarma.
Así que, en cuanto el anciano expuso su garganta para Adrik, éste se inclinó sobre el viejo y se concentró en lo que le había dicho Morten: pensar en la " fulana" que lo tenía así. Aunque eso causó justo el efecto más temido por Adrik, sus colmillos se hundieron en el cuello del anciano con tanta fuerza, que le rompió el cuello antes incluso de que se hubiera alimentado de él.
Aquella muerte alimentó una ira que tenía dormida, esperando el momento justo para explotar. Los recuerdos de su pasado surgió con tanta claridad que emitió un gruñido feroz antes de lanzarse sobre el resto de los humanos que había en la habitación, despedazando y abriendo tantas gargantas como pudo. Dejando que Morten fuera testigo de aquel odio firmemente anclado a todo lo que tenía que ver consigo mismo.
Sólo cuando el penúltimo humano emitió su último suspiro, quedó finalmente inmóvil. Sus ojos verdosos acudieron a Morten, dándole una oscura frialdad de su antigua esencia. Aquel hombre que descansaba en él. Al vampiro que había asolado Rusia cuando fue liberado, aquel que sesgaba la vida de todo aquel que osara romper los contratos que contraían con el monstruo que era.
- Lo admito, pensar en fulanas te ayuda.- Dijo con evidente molestia, antes de lanzarle al único humano que quedaba con vida, ignorando la mueca de terror que inundaba aquel rostro desconocido que pasaría a formar parte de las miles de caras anónimas que le perseguían en la oscuridad.
Si algo había aprendido en aquellos instantes que realizaba la matanza, era la conciencia de sí mismo. Era alguien frío y calculador, acostumbrado a borrar a todos los que le habían hecho daño. Y al parecer, así había sido, ahora sólo tenía que limpiar todo aquel desastre, cambiarse de ropa y empezar a buscar a aquellos a los que le iba a arrancar la piel a tiras.
- ¿Contento?. Espero que el espectáculo valiese la pena.- Se miró con una mueca de desagrado, realmente estaba espantoso, casi parecía que lo habían masacrado a cuchilladas y se estaba muriendo desangrado. Incluso sus pantalones oscuros estaban empapados y parecían tener un color marrón, producto de toda aquella sangre ajena. Bien, se rectificaba, debía limpiar el desastre, robar ropa, cambiarse y empezar a buscar a los culpables de su ira.
Se estremeció al recordar las palabras que habían acudido a su mente, cuando todo se cernía en la más absoluta oscuridad. Lo habían matado por una de ellas, una le arrancó su humanidad e inocencia y la otra su corazón. Parecía que a todos los que dejaba entrar en su corazón terminaban arrancándole una parte de sí, dejándolo cada vez más vacío. Le faltaban piezas y debía seguir caminando con el hueco que otros habían dejado en su cuerpo.
Cerró una de sus manos en un puño, mientras se concentraba en la tarea que le había sido encomendada. Alimentarse del viejo. Lo cual era sencillo, sólo tenía que dejar que su rostro actuase por él, dándole una sonrisa antes de solicitar acompañar al hombre en una conversación que duró lo justo para que su poder se cerniera de la mente del anciano. Su poder de persuasión era tan intenso, que podría pedirle a todo el local que se abriera la garganta, mientras seguía hablando con el viejo, y todo transcurriría sin ningún grito de alarma.
Así que, en cuanto el anciano expuso su garganta para Adrik, éste se inclinó sobre el viejo y se concentró en lo que le había dicho Morten: pensar en la " fulana" que lo tenía así. Aunque eso causó justo el efecto más temido por Adrik, sus colmillos se hundieron en el cuello del anciano con tanta fuerza, que le rompió el cuello antes incluso de que se hubiera alimentado de él.
Aquella muerte alimentó una ira que tenía dormida, esperando el momento justo para explotar. Los recuerdos de su pasado surgió con tanta claridad que emitió un gruñido feroz antes de lanzarse sobre el resto de los humanos que había en la habitación, despedazando y abriendo tantas gargantas como pudo. Dejando que Morten fuera testigo de aquel odio firmemente anclado a todo lo que tenía que ver consigo mismo.
Sólo cuando el penúltimo humano emitió su último suspiro, quedó finalmente inmóvil. Sus ojos verdosos acudieron a Morten, dándole una oscura frialdad de su antigua esencia. Aquel hombre que descansaba en él. Al vampiro que había asolado Rusia cuando fue liberado, aquel que sesgaba la vida de todo aquel que osara romper los contratos que contraían con el monstruo que era.
- Lo admito, pensar en fulanas te ayuda.- Dijo con evidente molestia, antes de lanzarle al único humano que quedaba con vida, ignorando la mueca de terror que inundaba aquel rostro desconocido que pasaría a formar parte de las miles de caras anónimas que le perseguían en la oscuridad.
Si algo había aprendido en aquellos instantes que realizaba la matanza, era la conciencia de sí mismo. Era alguien frío y calculador, acostumbrado a borrar a todos los que le habían hecho daño. Y al parecer, así había sido, ahora sólo tenía que limpiar todo aquel desastre, cambiarse de ropa y empezar a buscar a aquellos a los que le iba a arrancar la piel a tiras.
- ¿Contento?. Espero que el espectáculo valiese la pena.- Se miró con una mueca de desagrado, realmente estaba espantoso, casi parecía que lo habían masacrado a cuchilladas y se estaba muriendo desangrado. Incluso sus pantalones oscuros estaban empapados y parecían tener un color marrón, producto de toda aquella sangre ajena. Bien, se rectificaba, debía limpiar el desastre, robar ropa, cambiarse y empezar a buscar a los culpables de su ira.
Adrik Ivanović- Vampiro Clase Alta
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Re: Sin rastro ( Morten )
Rodé los ojos al escuchar Como el cuello del hombre atormentado se partía en dos. Adrik no estaba haciendo nada astuto. De no ser porque me instinto no me fallaba, podría jurar que era un neófito completamente. Una vez mordió al vejete, su sed se descontroló. Y no fue uno, ni dos, fueron todos y cada uno de los desgraciados que tuvieron la desdicha de encontrarse en el momento menos indicado.
-Uh, oh, ah, ouch...- Sus movimientos eran rápidos, pero no pasaban desapercibidos para mí. Que seguí "bebiendo" ron, whiskey y todo lo que encontré, mientras mi reciente y despechado amigo vampiro cercenaba algunas cuántas cabezas. Su matanza hizo que la sangre me salpicara en el rostro y en algunas partes de mi ropa, pero no me inmuté. Permanecí caminando tranquilamente, esperando que Adrik terminara de sacar todo el orgullo y rencor del cuerpo.
Incluso silvé, y subí las piernas a la mesa para esperar hasta que el espectaculo terminara. Ese hombre debía sacar mucho, al parecer. Era una máquina de matar en primer grado. Currpos iban y venían. La barra de comensales se lleno de cuerpos decapitados.
-Tenemos toda la noche, amigo, tú no dejes de preocuparte.
Finalmente, los cuerpos terminaron de caer y Adrik quedó irreconocible. Una masa sanguinolienta viviente. Empapado ce pies a cabeza. Horrible, horroroso.
-¿Ya terminaste? - aplaudi su gracia y si teatro. - Mereces un diez. Tenías muchas cosas que sacsr. Te felicito. Bien hecho, compañero. Pssaste a la siguiente etapa. - rei.
-Uh, oh, ah, ouch...- Sus movimientos eran rápidos, pero no pasaban desapercibidos para mí. Que seguí "bebiendo" ron, whiskey y todo lo que encontré, mientras mi reciente y despechado amigo vampiro cercenaba algunas cuántas cabezas. Su matanza hizo que la sangre me salpicara en el rostro y en algunas partes de mi ropa, pero no me inmuté. Permanecí caminando tranquilamente, esperando que Adrik terminara de sacar todo el orgullo y rencor del cuerpo.
Incluso silvé, y subí las piernas a la mesa para esperar hasta que el espectaculo terminara. Ese hombre debía sacar mucho, al parecer. Era una máquina de matar en primer grado. Currpos iban y venían. La barra de comensales se lleno de cuerpos decapitados.
-Tenemos toda la noche, amigo, tú no dejes de preocuparte.
Finalmente, los cuerpos terminaron de caer y Adrik quedó irreconocible. Una masa sanguinolienta viviente. Empapado ce pies a cabeza. Horrible, horroroso.
-¿Ya terminaste? - aplaudi su gracia y si teatro. - Mereces un diez. Tenías muchas cosas que sacsr. Te felicito. Bien hecho, compañero. Pssaste a la siguiente etapa. - rei.
Morten Harket- Vampiro Clase Alta
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