Sangre por sangre - Libre -

por **Catalina De Aragón** Sáb Ago 15, 2015 5:12 pm

Una nueva noche en mi vida. Una noche más en la que recorrer aquellas calles llenas de vida, de historias y recuerdos que poco a poco se iban formalizando en mi cabeza a raiz que pasaba el tiempo.

No había Luna aquella noche o, si la había, estaba suficientemente oculta tras las nubes como para poder verla. Sólo alguna estrella dispar se colaba entre el algodón y mostraba su brillo a través de la luz de las calles. Algunos coches de caballos aún realizaban sus trayectos antes de que los cocheros marcharan a dormir y había un olor en el aire que mezclaba la noche con el agua, un olor a tierra mojada que amenazaba con la lluvia en las próximas horas.

Había salido, no me quedaba más remedio. Las últimas noches me había mantenido ocupada encerrada en casa con temas demasiado humanos. Las propiedades tenían que ser firmada y los papeles puestos en orden. Nada de eso existía en la época en la que nací y la verdad, no entendía la necesidad en la que corría.

Por esa razón: tenía hambre. Llevaba un par de días sin alimento y la bestia atada en mi interior clamaba alimento, sustento para mantener sus cadenas anudadas a sus muñecas, para no salir y tomar el control de mi transformándome en la peor versión de mi misma. Mi rostro se mostraba más blanco que de costumbre y sentía como los ojos se me habían metido un poco más en las cuencas, dando así un aspecto aún más calaverico. Pero... ¿Qué esperaba?¡Estoy muerta! Lo único que me mantiene despierta es el alimento y si me privo de el... pues sólo queda abrazar a la parca y esperar que sea compasiva con esta hija de satanas máldita poro Dios.

Había llegado a la zona más poco frencuentada por gente de bien. En los callejones era el lugar donde podría encontrar quizás algún alma perdida a la cual tomar y sacia mi apetito. No era un lugar para alguien como yo, lo se. Pero cuando la necesidad es tan acuciante, no se puede andar haciendo ascos a las cosas. Se debe intentar cubrir la necesidad lo más rápido posible. De ese modo viviré otro día para contarlo.

No había demasiada gente como era de suponer, no era un lugar en el que estar a esas horas de la noche. No obstante, después de un primer impacto negativo, perseveré en mi búsqueda durante un rato más, esperando que al segundo intento hubiera más suerte.

Al parecer, si rezas de vez en cuando alguien te escucha. A mis oídos llegó el sonido de una monedas, separadas una por una y perfectamente contadas para no equivocarse. Sentada en una escalera había una joven de unos 30 años, vestida con ropajes de clase baja y una cesta a su lado con algún tipo de alimento. Contaba seguramente lo que habían sido los beneficios que había conseguido aquel día. Al sentir mis pisadas, levantó la cabeza y al verme, su rostro se mostró preocupado.

- Madame ¿Se encuentra bien? - preguntó.

No, la verdad es que no me encontraba nada bien. Las fuerzas me flaqueaban y el sentir el aroma cálido de su sangre había despertado la necesidad depredadora en mi. Sin pensarlo, apoyé mi mano en una de las paredes para evitar que mi cabeza siguiera dando vueltas sin control.

- ¿Puedo hacer algo para ayudarla?¿Desea que llame a alguien? - siguió preguntando mientras dejaba el dinero a un lado y venía a socorrerme.

A veces, la bondad de algunas personas, rayaba la estupidez hasta tal grado que me daba incluso pena beber de ellos. Este por suerte no era el caso, tenía demasiado hambre.

- No se preocupe - contesté mientras intentaba ponerme de nuevo en pie. Fallé y me precipité hacia delante. Por suerte, allí estaba la dama para sujetarme en mi caída.

- La tengo - la escuché en mi oído cuando consiguió frenar en movimiento descendente.

Yo ya no veía más que su carótida palpitando, esperando por mi. Rodeé su cintura con una mano y tomé apoyo con los pies. Deslicé la mano hasta su pelo y tiré de el descubriéndo su cuello. Luego simplemente clavé los dientes en esa piel blanca que clamaba mi nombre.

Comencé a beber, a saciar a mi bestia mientras sus gemidos se hacían presentes, el dolor estaba acallado por la violencia con la que la había tomado, no había llanto, ni gritos, sólo sonidos lastimeros.

- ¡¡Sanguijuela!! - sonó estrepitosamente a mis espaldas.

Me giré y dejé caer el cuerpo inerte de la joven al suelo, no muerto pero si entre ambos mundos. Yo por mi parte, tenía todo el rostro manchado de sangre y parte de mi vestido también gozaba de un color rojizo a causa del líquido.

No sabía que había pasado, ni quien era el joven aquel. Me fijé en su aura pero no la reconocí: no era un vampiro. Gruñó y su cuerpo comenzó a transformarse en una masa de pelo enorme con forma de lobo. Jamás había visto un licántropo, aquella noche los conocí.

Le mostré los colmillos en señal de amenaza, como muestra de que no pensaba amedrentarme. Él gruñó más fuerte, mostrándome toda su dentadura, bastante más prominente que la mía y sentí un escalofrío que me recorrió toda la espalda.

En ese momento supe que no podía ganar aquella batalla.

Saltó y descargó un golpe que me rajó todo el vestido por delante a la altura del vientre y abrió tres surcos en mi piel de la que comenzó a brotar sangre en pequeñas dosis. Para mi, aquel había sido el peor golpe que había recibido en 300 años. Me tuve que morder la lengua para no gritar. Descargó un segundo golpe y un tercero, por suerte era bastante predecible y conseguí esquivarlos a tiempo.

Sonó un ruido al otro lado del callejó y, por un momento se distrajo. Tiempo suficiente para salir huyendo de allí lo más rápido que pude. Corrí calle tras calle, sin ningún rumbo fijo y sin saber realmente donde me estaba metiendo. Corrí hasta que dejé de sentir su presencia, fuera cierto o no. Corrí hasta que me apoyé en una de las paredes y jadeé como si aún respirara, como si estuviera cansada. Mientras apoyaba la mano en mi vientre intentando que poco a poco, la sangre que había bebido, cerrara la herida provocada.

por **William D. Rhys** Dom Ago 30, 2015 10:54 am

El sol se había puesto en el horizonte, lo que significaba que era el momento perfecto para que yo hiciera mi vida. Llevaba en Parías hace una semana, y en estos días había estado demasiado ocupado por la mudanza y cuidando a mi hija. Lo segundo no era ninguna molestia y nunca lo sería, lo primero era un deber. Para mi desgracia la mayoría de los trabajadores humanos tenía un horario diurno, y yo no podía dejar al cargo a Arya de recibir a los trabajadores. Entre eso y la desconfianza que tenía la pequeña por quedarse en nuestro nuevo hogar hizo que no saliera por las noches para satisfacer mi única necesidad como vampiro. Había conseguido mantenerme en pie gracias a la sangre de animal, y a un humano que se acercó más de la cuenta a mi puerta trasera, de eso ya había pasado casi tres días. Necesitaba salir, y ahora era el momento oportuno.
Me vestí con unos ropajes viejos y raidos, un sombrero que ya le faltaba trozos de ala y que la parte superior estaba levantada. Con el tiempo se aprendí que era mucho mejor alimentarse de las personas de los barrios bajos, drogadictos, prostitutas, huérfanos y borrachos. A esa clase de gente muy pocas veces se le echaba de menos y si encontraban sus cuerpos después de algún desliz no se molestaban en investigar más de la cuenta. Al fin y al cabo, solo se trataba de la morralla de la sociedad. Observé mi reflejo en el espejo, me faltaban los guantes sin dedos. Los años también me habían enseñado que lo mejor que podía hacer cualquier criatura era pasar desapercibida. Sería muy llamativo llevar los trajes que normalmente uso, costosos a dos kilómetros de distancia en esas calles donde lo más caro que hay son sus pecados. Al considerarme listo vestido apropiadamente, dejé atrás el espejo.
Mi hija se había quedado dormida hace unas horas. Sin embargo, antes de salir de la casa le escribí una breve nota, indicándole que llegaría antes del amanecer. No me gustaba dejarla sola, pero aquello era inevitable. Coloqué la nota sobre su mesa de noche, sujeta por el pesado candelabro individual. Le aparté el cabello castaño de la frente, y le rocé con los labios en un suave beso. Estos eran los únicos momentos en los que podía mostrarle tan abiertamente mis cariño hacia ella, ya que, normalmente, la niña rehuía de un acercamiento tan directo y repentino. Supongo que eran temas de naturaleza.
Salí al exterior por una de las ventanas, dedicándome a saltar de un tejado a otro sin hacer el menor ruido y siempre manteniéndome en el interior de las sombras. Las farolas de aceite iluminaban pobremente las calles de la ciudad, dándonos la oportunidad perfecta a seres como yo a salir a por nuestras presas. Seguí de tejado en tejado, hasta que encontrar las calles que buscaba. Podría decir que el primer indicativo de estar en el lugar correcto sería decir el aspecto de las fachadas de los edificios, las calles rotas y la oscuridad que se cernía sobre esas zonas por la excesiva escases de farolas, pero estaría mintiendo. Reconocía el lugar correcto por el olor. El alcohol, a cuerpos humanos, el olor nauseabundo de las cloacas, drogas y el olor a ser humano sucio y repugnante se escapaba por todo el lugar. Sin duda estaba en el lugar correcto, y el único contra de mi disfraz es que yo no era capaz que mi ropa oliera así de mal. Mi sentido del olfato era demasiado delicado para tal agresión.
Ya dentro de los territorios fuera de la mano de Dios de la ciudad, no tardé demasiado en encontrar a un candidato perfecto para ser mi presa aquella noche. Era un muchacho, seguramente no sobrepasaba la veintena de edad, con ropas viejas y salpicadas de barro. Estaba inclinado sobre varias bolsas de cuero, lo más probable es que su oficio era el de ratero. Oculto bajo el gran ala de mi sombrero, le tapé la boca al muchacho a la par que lo levantaba y lo mantenía de espaldas a mí. En un simple movimiento de estirar su cuello clavé mis dos colmillos en su cuello. El llameante líquido inundo mi boca a medida que salía a presión ayudado por mis succiones. Menos de un minuto después me sentí más que satisfecho, dejé caer suavemente el cuerpo del joven delante de mí. Se había desmayado por culpa de la pérdida de sangre, escuchaba sus latidos de su corazón a gran velocidad. Muy pocas veces mataba a mis victimas, y por eso mismo tenía que buscar una segunda para sentirme del todo satisfecho. Por suerte, no tuve que buscar demasiado. En ese momento bajando las escaleras del callejón bajo una joven, también con las manos llenas de bolsas de cuero con monedas. Compañeros, hermanos, amantes, daba igual. La muchacha había dejado caer lo que cargaba y estaba a punto de gritar del pánico. No pensaba darle esa oportunidad, antes de que el cuero lleno de dinero tocara el suelo ya tenía mis labios posados sobre el cuello de la chica. Ahogando su grito en el acto, igual que con el primero me alimenté hasta que sentí que era el momento de soltarla o si no moriría en medio de tanta podredumbre.
Se escuchó un siguiente grito. Una palabra la cual me sentía identificado y más de una vez me habían dedicado. No obstante, esta vez no era para mí en lo absoluto. Caminé una vez más entre las sombras y dejando el sombrero como hasta ahora para que nadie fuera capaz de reconocer mis facciones. Los gritos, gruñidos y un ruido desgarrados me guiaron hasta otro callejón cercano. Era un licántropo y una vampiresa, esta última herida por el primero el cual reconocí gracias a mis diversos viajes por el mundo. No era la primera vez que me topaba con esa criatura, ni sería la última. Le di un golpe seco a una botella que allí había, sin duda llamó la atención a la criatura lobuna que olvidó a la mujer y se centró en mí. Antes de que pudiera atacar, le ordené que se detuviera. El licántropo obedeció desconcertado al mismo tiempo que me miraba con odio. Lo siguiente que le ordené es que se alejara hasta las afueras de la ciudad. En una situación normal un licántropo nunca hubiera obedecido a un vampiro, pero yo tenía mis ases debajo de la manga.
A continuación seguí a la vampiresa herida, no fue difícil. Ni si quiera tuve que usar mi don de rastreo, simplemente tenía que seguir el olor a la sangre. Una sangre parecida a la de las flores muertas, y otra a un animal con vida, fuerte, seductora y llameante. En cinco minutos estaba detrás de la mujer.
-Eso ha sido peligroso mi Señora. –le indiqué mi presencia desde unos metros de distancia para que no se sobresaltara. Podía ver su aura pálida totalmente alterada adquiriendo formas extrañas. Introduje mi mano dentro del bolsillo de la chaqueta vieja y de lana, de allí le tendí un pañuelo perfectamente doblada con mis iniciales grabadas. Un lujo que me permití hace muchos años. –También es peligroso que la vean con ese aspecto, si me permitís comentarlo. –lo último era pura formalidad, ya que se lo habría dicho de todas maneras. La parte delantera estaba totalmente cubierta de sangre, olvidándome por un momento que mis labios también debían de estar manchados. Lo único que tenía manchado, no me daba el lujo de llegar a sangre cubierto de sangre desde hace años.

por **Catalina De Aragón** Lun Ago 31, 2015 2:09 am

Me mantuve en esa posición durante un tiempo indeterminado. Llegó a antojárseme eterno mientras sentía el escozor en mi vientre a causa de aquel golpe. Cuando volví en mi misma, recorrí con las manos la herida sintiendo como poco a poco se iba cerrando. Como donde antes hubo sangre, ahora volvía a ser piel. Agradecí mi condición y la posibilidad de poder sanar con más facilidad así como tener la fortaleza suficiente para aguantar semejante golpe. Un golpe que habría acabado con cualquier humano y que estuvo a un ápice de arrancarme un grito de dolor.

Miré a izquierdas, a derechas, buscaba de nuevo aquel ser que se había atrevido a atacarme de ese modo. A ese animal capaz de no preguntar, de simplemente buscar matar sin ni siquiera saber que te ha llevado hasta ese extremo, hasta ese recóndito lugar. Simplemente no le interesaba ni saber a quien estaba matando, sólo que dejara de respirar. Recordé las palabras de Aimee mientras luchaba contra mi, contra mi posición y superioridad, contra la parte de monstruo que veía en mi. Recordé como nos tachaba de animales que lo único que queríamos era utilizar a los humanos como alimento sin importarnos nada más que nosotros mismo. ¡Ay si conociera a ese ser que casi le arranca la vida!

Durante toda mi no-vida, siempre había escuchado las historias que hablaban de hombres lobo, de hechiceros y demás leyendas que, para aquellos humanos que jamás se topan con uno de nosotros, no son más que leyendas que escriben en los libros o que se utilizan para hacer que los niños tengan miedo al irse a la cama. Para nosotros y aquellos que nos conocen, eran una realidad, un peligro, una amenaza. Jamás lo había visto así pero ahora bien me distanciaría de ellos cuando me cruzara en la calle.

Por suerte, había tenido el tiempo suficiente para reconocer su aura. Para ver lo diferente que era a la mía, para reconocer las características que la hacían peculiar, especial. Para poder reconocerles aunque fueran lobos en piel de cordero como parecía que podían hacer. Me cuidaría de ellos pues su fuerza superaba la mía considerablemente y no me sentía rival para semejantes seres, no en las condiciones que me encontraba ahora.

Un ruido me sobresaltó y, sin pensarlo, adopté una postura de ataque más que de protección. Arqueé las manos mientras mostraba mis garras y saqué mis dientes a relucir para dejar claro a ese ser que no pensaba morir sin antes luchar, que no había vivido 300 años siendo simplemente una desconocida, una vampira que pasa desapercibida simplemente alimentándose de lo primero que encontraba.

Pero no era él. En su lugar apareció otro hombre, uno de los míos como pude reconocer enseguida, uno que al menos no parecía con intenciones de llevar aquel encuentro a temas bélicos. ¿Cómo había llegado hasta allí? lo desconocía. Más podía imaginar que simplemente había tenido que seguir el rastro de sangre que había ido dejando hasta que mi herida había terminado de sanar.

Al ver que no era una amenaza, me relajé y volví a mis quehaceres. Coloqué de nuevo la mano en el vientre pretendiendo calentar la herida como si eso fuera a cerrarla más rápido, como si tuviera algún tipo de poder sanación. No obstante, me sentí en la obligación de advertir a aquel hombre del peligro que corría estando allí.

- Agradezco el ruido que me ha prevenido de su presencia. No estoy preparada para más sobresaltos esta noche - le indiqué - Debo decirle que he sido atacada, como es evidente. Y que aquel que lo ha hecho sigue vivo, es posible que no tarde en llegar siguiendo el rastro que he ido dejando a mi paso - luego veo que me ofrece un pañuelo para limpiar la sangre que había emanado de mi herida. Algo que debo declinar educadamente - Agradezco el ofrecimiento, pero esta sangre se quita con agua y no querría manchar tan preciada y valiosa prenda a causa de mi falta de capacidad para evitar daño - me fijo en que tiene las iniciales bordadas en la tela. Lamentablemente no conozco a nadie con dichas letras en el principio de su nombre, algo que a fin de cuentas es normal dada mi carencia de relaciones en esa ciudad y más aún en el bando masculino, donde sólo conocía a Soren.

Cuando hizo la apreciación sobre mi ropa sonreí: resultaba gracioso todo aquello. Acababa de ser atacada por un ser y casi llevada al extremo de la muerte y, sin embargo, me preocupaba por la ropa que llevaba puesta. Le eché un vistazo y la verdad es que estaba fatal, hacía abajo caían unos jirones de tela que dejaban al descubierto un vientre pálido y un ombligo manchado de mi propia sangre.

- Entiendo que no es un atuendo normal, pero no pensé que iba a ser atacada en mitad de un callejón - dije consciente de que aquello era lo que había hecho yo con mi víctima - Intentaré pasar desapercibida hasta llegar a mi residencia - le indiqué pues era la única solución que encontraba ante esa situación - A menos, claro está, que tenga una idea mejor.

por **William D. Rhys** Lun Ago 31, 2015 11:23 am

La mujer al escucharme llegar giró con rapidez, tomando una postura de ataque y exhibiendo los colmillos. Una postura que había visto muchas otras veces, incluso yo mismo había adoptado esa posición alguna vez en mi existencia. Tras unos escasos segundos de valoración, comprobó que no era ninguna amenaza y relajó su postura. Sabía que lo más cómodo hubiera sido dejarme arrastrar por esa repentina amenaza, pero eso solo provocaría que ambos acabáramos en medio de una batalla o por lo menos muy cerca de una situación como esa. Situación totalmente innecesaria, sin contar que en realidad desde hacía mucho tiempo no me costaba controlar mi temperamento, casi tres siglos de experiencia y meditación para controlar los impulsos típicos de mi raza. La dama habló, para acabar avisándome de lo ocurrido. Asentí una sola vez.
-No debe preocuparse por el licántropo, por lo menos no esta noche. –le dije para que se quedara tranquila con ese tema. –He sido testigo del ataque que ha sufrido, y por ello decidí seguirla preocupado por su condición. –decir salud era demasiado fuerte. Los no muertos no enfermábamos, nunca, era imposible pro como bien los dos fuimos testigos sí que podíamos ser heridos. Le ofrecí un pañuelo con mis iniciales que ella rechazó. –Tampoco debería preocuparse por eso, solo es un trozo de tela que puede lavarse. –recordé que yo mismo había estado cazando y que seguramente mis boca estaría algo manchados. Desde que tenía Arya intentaba que mi persona en general no estuviera demasiado manchada a mi llegada a la casa. No sería un plato de buen gusto para la niña, por eso mismo me limpié los labios con el pañuelo. –Si desea limpiarse, solo comuníquemelo. –a estas alturas no podía ser para nada quisquilloso con cosas como esas. Le hice un comentario sobre su ropa, era normal que tuviera esa pinta pero su comentario hizo que sonriera. Cuando me encontraba con uno de los míos era mucho más sencillo y mostrar los colmillos en una sonrisa. Éramos lo que éramos, y la mayoría de las veces teníamos que ocultarlo aunque tenía entendido que una minoría quería que el mundo de los humanos supieran de nuestra existencia. –Nuestra raza pocas veces espera tener un contrincante. –me aseguró que nadie la vería al volver a su hogar, a no ser que le ofreciera algo más. –Se me ocurre algo. –le ofrecí mi brazo para que se enganchara si ella lo deseaba. –Podemos dar un paseo e intercambiar algunas palabras, es recomendable intercambiar un par de palabras con otro de los nuestros. –sonreí con una media sonrisa, esperando a que la mujer se decidiera y recordé algo. –Siento mucho mi descortesía, mi nombre es William D. Rhys. –la miré a los ojos. -¿Y usted, my lady?

por **Catalina De Aragón** Lun Ago 31, 2015 4:02 pm

Al parecer, dado sus palabras. También había tenido un encuentro con el ser que me había atacado. Quizás, después de atar unos cabos en mi cabeza, el ruido que se había producido en los alrededores había sido de su autoría y es por eso que aún podía caminar y seguir "viviendo"

- Entiendo que entonces le debo más que un agradecimiento por el hecho de que esté aquí preocupado por si aún sigo de una pieza y en pie - era una mujer que sabía agradecer lo que hacían por ella, más aún si al parecer las intenciones no eran otras que las de ayudar - También debo agradecer que lo haya distraído lo suficiente para que permitirme refugiarme de la ira descontrolada de ese animal - animal, no había otra forma de describir semejante ser y semejante sed de sangre y muerte.

Sabía que, aunque no le diera suficiente importancia a su tela con iniciales. Para mi era lo suficientemente personal como para no hacer uso de ella para limpiar algo que sólo un baño caliente limpiaría por completo de mi piel.

- Quizás sólo sea un simple trozo de tela como bien indica - comencé a decirle - Pero me dolería mancharle su complemente con esta sangre reseca. Más aún cuando, estando en el lugar en el que nos encontramos, mi presencia no llamará más la atención que la de un vagabundo tirado en el suelo prácticamente medio muerto - tenía que añadirle algo de humor a la escena, poco más me quedaba para ofrecer - Si en algún momento más sucia y humillada de lo que ahora estoy, puede tener por seguro que le solicitaré su pañuelo para limpiar mi orgullo - respondí cuando añadió su última proposición.

Vi su sonrisa y me sentí en cierto modo halagada de que fuera por mi apreciación ligeramente cómica. Vi sus colmillos, lejos de la seguridad que siempre nos da la mano, alejado de tapujos y máscaras para pasar desapercibidos. Éramos dos seres de la noche y no nos molestaba que se supiera, podíamos ser nosotros mismos allí, al amparo de la Luna.

Habló de enemigos de los nuestros, de amenazas reales. Para ser sincera, jamás me había topado con semejante contrincante. Era tan poderoso que me hubiera reducido en un instante.

- Debo de haber vivido en una cueva - le comenté - Pues, en trescientos años, no me había topado con un animal de esas características - sabía que podía resultar paradójico de pensar, pero aún así estaba siendo sincera - Había oído hablar de ellos. Pero las historias no les hacen mérito como contrincantes.

La verdad es que, cuando ofreció su brazo para que se lo tomara, mi primera idea fue negarme a ser una chica normal y menos comportarme como tal. Yo normalmente llevaba las riendas en las relaciones y aquello me descolocaba. Además de ser un varón claro está... También, a modo de añadido, estaba la idea de la confianza: No se debe confiar en el primero que conoces, en lo primero que encuentras y parece en cierto modo agradable, entretenido. No obstante, de haber querido acabar con mi vida, hubiera tenido todo el tiempo del mundo. Sólo tenía que haber sido un poco menos ruidoso.

Finalmente accedo y finjo ser normal por una noche, por no ser una "desviada" a los ojos de Dios y sus súbditos aquí en la tierra. Paso mi brazo por el hueco que deja su codo y comienzo a caminar a su lado.

- No soy muy de hacer estas cosas - admití - Aún más con desconocidos - y luego para terminar halagué su anterior actuación - Lo hago porque parece lo suficientemente versado en las artes de combate para mantenerme con vida hasta que salga el Sol.

- Encantada... - hice una pausa perdida en las formalidades del habla. Al no ser una persona de la época ni mezclada con las altas cunas del día a día, estaba un poco perdida - ¿Lord?¿Sir? no tengo muy claro como dirigirme a vos. Aún así encantada. Mi nombre es Catalina de Aragón - finalmente me presenté después de todo el lio que acababa de montar.

por **William D. Rhys** Lun Ago 31, 2015 7:26 pm

-No se preocupe por agradecérmelo. Era lo que tenía que hacer en ese momento. –le aseguré para que dejara correr el tema. No la había ayudado para buscar una recompensa, como muchos otros hubieran hecho. No era algo propio de mí, ni en esta vida de inmortalidad ni en mi vida en la que fui mortal. Tenía que ayudar, ayudaba porque simplemente alguien lo necesitaba. –Además, estoy completamente seguro que al final os hubierais apañado para librarse del licántropo. –sonreí ante su última palabra. –Cierto es que intimidan bastante cuando se transforman, sin embargo pierden el control cuando lo hacen. Realmente me llegan a dar lastima, pueden destruir a toda su familia sin darse cuenta. No es que nosotros seamos muy diferentes, mas tenemos más opciones que ellos. –de verdad los compadecía perder del todo la conciencia y razonamiento tenía que ser horribles. Yo no me lo imaginaba, y para ser sinceros tampoco me gustaría saber que se sentía ante tal maldición, tenía bastante con la mía.
Le propuse que usara mi pañuelo de seda para limpiar la sangre seca de su piel y ella lo rechazó. Intenté convencerla con palabras sinceras pero no sirvieron de mucho. Obviamente no podía obligar a la mujer a aceptar mi proposición.
-Como deseéis, simplemente consideraba que sería todo mucho más cómodo de ese modo. –le dije sin darle más importancia al asunto, después me limpié yo la sangre de mis labios para guardar el pañuelo de nuevo en mi abrigo e indicarle que podía pedírmelo cuando quisiera. Sonreí por sus palabras. –Señorita, le aseguro que habrá otros que tenga el orgullo más herido que usted y ellos sigues viviendo tan alegremente con el suyo embarrado. Que no le incordie lo que acababa de vivir, alguna vez tenía que pasar.
Había mostrado un par de sonrisas delante de la muchacha. No era normal que hiciera algo como eso. Es cierto que sonreía con mi hija y delante de los mortales, sin embargo no era lo mismo. En ambos casos tenía que ocultar con deliberación mis colmillos para que nadie se asustara más de la cuenta. Los mortales entraban en pánico enseguida, unos segundos después es cuando gritaban monstruo o abominación. No me molestaba, eran pequeños seres que estaban en aquel momento por un corto periodo de tiempo, podía decir de mi existencia lo que desearan. Las décadas harían que el silencio les llegara de manera natural, y hablaba de décadas porque me gustaba ser generoso. El único problema de todo aquello era la reacción de mi hija. Consciente de que, probablemente, su naturaleza era la culpable de su actitud tan reservada y precavida para conmigo, tenía que esforzarme el doble para no asustarla. Dejar de hacer movimientos bruscos delante de ella o para dirigirme a ella, en el primera caso la niña me miraba con recelo, con el segundo movimiento solía encogerse. Sabía que para una parte del cerebro de la pequeña yo era un monstruo y que ella era relativamente normal. Sencillamente no quería darle mucho más motivos para temerme, un rechazo de ella dolería más que cualquiera dolor causado por la sed.
-Jajaja, la cueva le ha sentado estupendamente. –intenté quitarle hierro a aquel asunto. –Siempre hay historias sobre las criaturas que viven en la noche o que la prefieren. He viajado por todo el mundo varias veces en mis doscientos setenta años. He aprendido tres cosas sobre las leyendas: La primera, es que son creadas por aquellas mentes hiperactivas de los humanos para asustar a sus hijos. La segunda, esas historias siempre tienen una parte verdadera y tercera, las mejores historias son aquellas que han sido creadas por nosotros mismos. –escuchar toda clase de relatos y cada uno era mucho mejor que el anterior y las mejores, eran creadas por los propios protagonistas de las historias. Podían ser tristes y sangrientas, y sin duda era la mejor manera de asustar a la población. –Es cierto que no hay que subestimar nunca a un enemigo, no obstante tampoco hay que más importancia de lo que realmente tiene, le dará un poder a la amenaza sobre usted.
Le ofrecí el brazo para dar una vuelta, ya que vi una oportunidad gracias a las palabras de la joven. Vi en sus ojos que vacilaba mas terminaba en aceptar la proposición. Con su brazo en el mío comenzamos a caminar. Reí tranquilamente por lo que me decía.
-Hace bien. –comenté después de que me aseguraba que todo aquello no lo solía hacerlo, mucho menos con un desconocido. –La dejaré en la puerta de su hogar sana y salva si así lo desea, o por lo menos lo más lejos que me deje acompañarla. –le aseguré. –Y sin que el sol salga. –no podía decir que tuviera artes del combate, de hecho evitaba cualquiera enfrentamiento mas sabía a la perfección cuales eran mis límites. Obligar a un hombre lobo que saliera de la ciudad cuando estaban sin conciencia no era, casi, ningún mérito. Me presenté, ya que era el momento más adecuado tras suceder todo aquello. –Me basta con William o Señor Rhys, como prefiera. –ella se presentó. –Un placer Señorita de Aragón. –llevé el dorso de su mano a mis labios antes de seguir caminando.
Los callejones de aquel sitio parecían que no habían cambiado demasiado. Como siempre el olor eran tan característico que no se olvidaba en años, a pesar de estar tanto tiempo fuera como yo lo había estado. El rumbo que tomé era una de las calles principales de aquel barrio marginal, no obstante nos mantenía siempre en el interior de las sombras para no llamar demasiada la atención. Aunque allí no había nadie a la cual levantar la curiosidad. Las pocas personas eran borrachos que estaban tirados en la calle rodeados de su propio vomito o simplemente que se han desmayado en medio del camino. Las prostitutas, a estas horas tenían que estar hasta arriba de clientes, de hecho de lejos llegamos a ver a una antes de irse con un cliente.
-Las meretrices me resultan totalmente fascinante. Son una de las pocas mujeres que no quiere encajar dentro de los estándares. Bellas como ellas solo podían serlo y demasiado astutas… Si me dieran a elegir entre hacer un pacto entre una de esas chicas de compañía y el diablo, elegiría este último. Aprecio demasiado mi existencia para ponerla en manos de mujeres más inteligentes. –comencé a divagar, algo que con los años siempre sucedía. Durante un tiempo no tenía a nadie a mi lado con quien hablar o por lo menos solo estaba acompañado en un tiempo relativamente poco para mí. Así que, para entretenerme comencé a hablar solo. Arya a veces disfrutaba de mis discusiones internas y me advertía que ya llevaba demasiado tiempo en ese estado. -¿Lleva mucho tiempo en París? –le pregunté para sacar un tema de conversación mucho más normal y ameno que mi admiración por las mujeres inteligentes, independientemente si era o no eran prostitutas.

por **Catalina De Aragón** Mar Sep 01, 2015 3:05 am

- Veo que vuestro optimismo es digno de elogio también - comento ante su suposición de que finalmente me las abría arreglado para escapar o vencer al animal en cuestión - No obstante no tengo ningún arma que blandir contra él más que mis habilidades sociales que, en este caso, creo que servían más bien de poco. Por no decir de nada - ciertamente, la inmortalidad no me había conferido ningún tipo de don para situaciones así, tampoco tenía muy claro que las hubiese, siempre me había relacionado con gente más o menos pacífica.

- Es muy interesante lo que me comenta - refiriéndome ahora a la explicación acerca de la conducta y "debilidad" de los licántropos - No les envidio siendo así, prefiero ser más débil pero saber donde van dirigidos mis golpes - la potencia sin control más bien servía de nada - Supongo que, al igual que nosotros, ellos no eligen ser así. Simplemente se dedican a vivir con ello - la verdad es que lo pintaba de tal modo que lejanamente alguien, en su sano juicio, decidiría someterse a semejante tortura - Nosotros, aunque perdiéramos el control, seguramente no acabaríamos con nuestra familia, pues ya ha quedado muy atrás. Al menos en lo que a mi respecta - seguramente si me pusiera a leer cronologías y siguiera la estela de la sangre de mi familia, daría con algún tipo de "pariente" en la actualidad. No obstante mucho distaría de lo que fue mi sangre y mi gente.

Cuando habla del orgullo de los demás... sinceramente me es de poca importancia pues, como aún no conozco tanto a nadie como para que su orgullo sea importante, no me preocupa lo que les pueda pasar. Aún así entiendo lo que pretende decirme y le respondo.

- Es gracioso lo fácil que se pierde el orgullo y lo difícil que es recuperarlo cuando alguien lo ha visto - me refería a haber sido en semejante situación - Sobre todo cuando la resolución acaba en un estado tan indecoroso como ha resultado mi vestido - sonrío de nuevo. Era ameno hablar con aquel varón y ayudaba a que el repentino sobresalto y el miedo que lo acompañaba, se fuera disipando poco a poco.

- Adulador... - me permito decirle cuando intenta hacer un cumplido - Las historias... ¿Cuánto de verdad y cuando de mentira tendrán? Sólo aquellos que la vivimos podemos dar parte de ellas. Créame que, si algún día escribo sobre esos animales - refiriéndome a los licántropos - No serán los héroes en mis relatos, ni tampoco los más favorecidos - terminé diciendo - Y tomaré buen consejo en lo de no subestimar a mi enemigo. Pero también considero que, colocarle un poco por encima de lo normal hace que la precaución esté presente y no seamos demasiado temerarios ¿Me explico?.

- Sería gracioso que después de todo lo vivido esta noche, no llegáramos a un lugar seguro antes de que salga el Sol, señor Rhys - terminé dirigiéndome a él de ese modo - Me gusta más que William, si me lo permite claro está - Iba cogida de su brazo y me sentía realmente rara. Pero en el fondo sería más normal que se me viera así por la calle que de otro modo, al menos parecería normal... si no fuera por la ropa hecha jirones y la sangre reseca cubriéndola.

Caminamos en silencio hasta que comenzó una conversación que no esperaba: Las damas de compañía. Era una conversación que seguramente hubiera surgido al ver a alguna que otra por doquier. De un tiempo a esta parte, era más común verlas por las calles, buscando los clientes por su propia cuenta, ajenas a las reglas de un burdel. No las culpaba: al menos así sabían con quien se acostaban y lo elegían por su propio gusto y necesidad.

- Hace usted bien, señor Rhys - comencé a decir a modo de respuesta - La belleza es el peor arma creado por el todopoderoso. Si es que existe - la verdad es que viéndonos a nosotros, muertos en vida, era difícil no pensar que alguien o algo lo había creado todo - Y más aún si es un arma que saben esgrimir - seguí con mi exposición - Esas damas saben como engatusar, como conseguir lo que desean haciendo lo mínimo posible. Saben que su cuerpo es su templo y sus artes pueden hacer mucho más trabajo que la consumación en un lecho - lo tenía claro, yo misma lo había hecho - Nunca se fie de unos ojos bonitos, una figura perfecta y unos labios sugerentes. La sonrisa de una desconocida nunca esconde nada bueno.

Luego la conversación cambió de nuevo al terreno personal. Al tiempo que llevaba en aquel lugar que no era mucho pero comenzaba a sentirme como en el mío propio.

- No llevo demasiado tiempo aquí - le expliqué - Me trasladé por necesidad y poco a poco me he ido sintiendo más de aquí y menos de donde vengo - era duro decirlo pero uno pertenece al suelo que pisa - Pero sigo sintiéndome Española - finalicé - ¿Y vos?

por **William D. Rhys** Mar Sep 01, 2015 11:25 am

-No creo que mis pensamientos deban ser clasificados como optimistas. –confesé. –Más bien creo que es otro punto de vista mucho más sencillo de lo común, sin complicaciones. Puede que usted no haya visto una salida, mas, si se para a pensar se dará cuenta que todo nuestro ser es un arma. La velocidad, la fuerza, los sentidos… Por desgracia, mi joven compañera, todo nuestro ser es un arma desde que comenzamos en esta nueva vida. –hice una pausa con una sonrisa en los labios. –Y si considera que no puede hacer nada con sus propias fuerzas la opción más simple es romperle el cráneo con un ladrillo, piedra o algún palo. –me encogí de hombros. Seguía sin creer que la línea de mis pensamientos fueran optimistas, sino sencillas. Si no era negro tal vez sería de otro color.
Les expliqué lo que le sucedían a los licántropos, era realmente una lástima que sucediera todo aquello, no se lo deseaba a nadie y eso que ni si quiera era un hombre lobo sino era la antítesis de ese ser. Asentí.
-No he encontrado a ningún vampiro que decidiera esta clase de vida, sinceramente y tampoco creo que hay alguien que la eligiera por propia voluntad. Yo me la encontré sin apenas entender nada y al final solo tuve que adaptarme al cambio. Tampoco es que tuviera muchas más opciones. –la muchacha mencionó la familia e inmediatamente pensé en la mía y en la casa, la cual la tenía en alquiler en aquellos momentos. –Me mantuve cerca de mi familia después de transformarme y nunca sentí esa necesidad de atacarles, ni si quiera en mis peores noches. Comencé a viajar por el mundo después de enterrar a mis padres. –hasta hace poco podía decir que estaba solo, pero ya no podía decir eso porque era mentira y me basta con la compañía de mi hija.
El orgullo era un tema algo dedicado. Muchas personas tenían tan arraigada esa idea que podían llegar a obsesionarse. Incluso la literatura se centraba en aquel tema, Esas personas que eran demasiadas orgullosas, sino la enfocaban en la dirección correcta podían arrasar con todo lo que tenían por delante, sin importarle los demás. Si comprobar si eran o no culpables de verdad. Un pensamiento realmente peligroso y nefasto. Reí por su comentario sobre su vestido, le eche un último ojo al estado del vestido.
-Es de estilo siniestro, pero ha llegado a mis oídos que lo siniestro resulta misterioso y lo misterioso suele gustar. Solo tiene que salir a mitad de alguna plaza para comprobarlo. Caerán a sus pies, a no ser que sean sensatos y huyan.
Negué la con la cabeza tras escucharla.
-Se equivoca al pensar que soy adulador, Considero que es prudente no confiar demasiado en la gente, hasta que se encuentra a la adecuada para poder confiar. –escuché atentamente su respuesta por mi comentario sobre las historias. –Puede que ponga a los hombres lobo como los malos en sus historias, sin embargo eso no significa que cuente una mentira sino un punto de vista. –le indiqué tranquilamente. –Sí, se explica perfectamente y sin duda es un buen método.
Le aseguré que mi intención era dejarla en un lugar más o menos seguro, si no era para dejarla en la puerta de su casa sería lo más cerca que ella me permitiera ir. Todo esto después de la dar una pequeña vuelva, teníamos toda la noche para hacer vida social.
-Puede llamarme como deseéis.-le aseguré para que no le diera demasiadas vuelta al asunto. –Gracioso, sería un término bastante sarcástico si la luz del sol llega a tocarnos. –sabía que le chica en un principio se sintió bastante incómoda por la idea de mantener su brazo con el mío, pero parecía que era capaz de sobrellevar todo aquello, y no parecía demasiado incómoda. No estaba seguro, al fin y al cabo, no conocía para nada a aquella mujer.
Caminé con ella por las calles de ese barrio, siempre manteniéndonos en las sombras para no llamar demasiada la atención. Igualmente allí nadie estaba en las condiciones adecuadas para fijarse en algo que no fuera su vicio. En eso que vi de lejos a una prostituta que se fue con algún cliente, sin darme demasiada cuenta acabé hablando en voz alta un pensamiento. Tal vez debería hablarle a Arya sobre las prostitutas, la niña no era ninguna estúpida pero a lo mejor era el momento. Seguramente hasta la chica ya sabía más cosas que yo sobre aquello que intentaba protegerla. Quería que aprendiera pero al mismo tiempo quería protegerla y que no viera innecesario.
-Estoy completamente seguro que saben hacer todo eso. –hice una pausa pensando en mis propia familia. –Sin embargo no puedo decir que no haya caído en las redes de unos ojos bonitos, de hecho ella ha sido la única que me ha hecho perder la cabeza. –en mi vida humana si había tenido un par de amantes con las cuales divertirme, pero nunca llegué a enamorarme y nunca había encontrado a nadie que me resultara tan interesante para crear tal respuesta en mí. Le pregunté por su estancia de Francia, sobre todo porque acababa de llegar. –Soy gales, y solo llevo una semana en París. –le confesé. –Hace mucho tiempo que Francia fue mi hogar, sin embargo acabé por irme a otra parte del mundo y al final, he decidido asentarme de una manera indefinida en París. Era el momento de sentar la cabeza por un tiempo. –la miré a los ojos. –He estado en España, un lugar realmente curioso y bonito. Sus gentes son bastante peculiares a la hora de buscar o encontrar aquello que es sobrenatural.

por **Catalina De Aragón** Mar Sep 01, 2015 4:37 pm

- Veo que entonces es un forofo de los puntos de vista. También lo encuentro con un método más que válido para no llegar a una disputa: Por un lado no se desmiente lo que piensa uno pero tampoco se acepta como propio alegando que sólo es una manera de verlo y hay muchas - era una postura muy acertada aunque poco común entre los nuestros que preferían imponer aquello que pensaban ya fuera por la fuerza o por tretas mentales - En cuanto a las opciones que me presta. Debe entender que la situación era completamente nueva para mi - hice una pausa mientras volvía a pensar en aquel ser que me había atacado no hacía demasiado tiempo - A primera vista, a nivel físico, parecía superarme con creces. Por lo que la opción de un enfrentamiento directo, a priori no era factible - intentaba sonar lo más coherente posible - Supongo que lo más inteligente hubiera sido la distracción y la huida al menos para calcular las opciones en el supuesto de que me hubiera seguido - a veces sentía que hablaba como uno de esos líderes que gobiernan ejércitos en las batallas. Quizás había leído demasiado - Pero no me ha hecho falta. Ahora ya, con la información de la que dispongo, estaré preparada para otro momento como el de esta noche - callé por un instante pues sentía que había acaparado la conversación y le dejé hablar a él. Mientras seguíamos nuestro tranquilo paseo como si no hubiese pasado nada extraño.

Cuando habló de su familia y de como se había mantenido a su lado hasta que expiraron su último aliento. Sentí una punzada de nostalgia o quizás de tristeza directamente clavada en mis entrañas. Arrugué el gesto y ensombrecí mi mirada casi tanto como la oscuridad que gobernaba el cielo con una Luna secuestrada por unas amplias nubes. Ya que el había hablado de su pasado tan abiertamente, no podría hacer otra cosa que contarle el mío. Para eso, respiré primero bien hondo.

- No, no creo que nadie la elija. No creo que nadie desee pasar su vida oculto del sol, sabiendo que este con simplemente tocarle acabaría con su existencia - comencé a decir - Tampoco creo que alguien sensible sea capaz de ir noche tras noche, tomando el alimento de otros, sintiendo como se retuercen mientras tu colmillos abren su piel y extraen su sangre. No lo creo - al principio hasta a mi me había costado hacerme a la idea de que ese iba a ser mi destino a partir del abrazo - Pero también somos un ejemplo de lo que es renovarse. Tenemos que cambiar completamente para asumir lo que somos y intentar vivir con ello - y era algo que no se hacía en una noche - Yo, incapaz de asumir en lo que me había convertido, me oculté a la vista de todos los que me conocían, me confiné en un lugar donde pasaba los días y por las noches cazaba intentando pasar desapercibido - forcé una sonrisa triste cuando acabé la frase - Al final, todo el mundo asume que estás muerto.

- ¿De estilo siniestro dice? - le contesté abriendo un poco los ojos ante aquella explicación. No era muy afín a la moda y quizás también estuviera fuera de onda en ese aspecto. Creo que finalmente terminaría siendo anacrónica a menos que tomara a alguien que pudiera adaptarme a la sociedad actual - Tendré que informarme, quizás sea un estilo que me pegue - añadí riendo ligeramente, mostrando mis colmillos que resplandecían a la luz de la velas que gobernaban las farolas - Si, creo que lo que menos nos haría sería gracia - refiriéndome a su apunte acerca de la luz del sol - Aunque no se si dolería más que el corte que he sufrido - hice una pausa - De todos modos, prefiero no probarlo.

- No escribiré, no soy buena con las palabras. Lo mío es más bien el color y los lienzos - diciéndole de este modo que me gustaba el arte - Aún así lo haré del modo que le digo si algún día tengo que poner en aviso a otra persona.

- Hace tiempo que no siento eso de lo que habla - le indiqué mientras veía la puntilla de una falda esconderse tras uno de los callejones que no quedaban demasiado lejos de nosotros - En un principio pensé que la inmortalidad había acabado con todo lo que sentí y lo que podía sentir a partir de ese momento - algo que, al parecer, no era del todo cierto - Pero un hombre muy amable, que comparte nuestro sino, me dijo que había amado después del tránsito y el paso por la muerte. Quizás es que aún no he encontrado a la persona - y añadí aunque sonara dramático - O quizás no exista - finalicé sonriendo, mostrando que realmente ya había dejado de importarme eso.

A continuación habló de su procedencia y sus viajes por el mundo. Yo la verdad es que me sentía pequeña ante tantos cambios. El simple hecho de pasar de España a Francia me estaba costando demasiado.

- Entonces además tengo la suerte de conocer a alguien que ya ha vivido aquí antes - le dije ligeramente emocionada - Quizás pudiera ponerme al día de lo que se mueve por aquí. Que sitios evitar y cuales son seguros, seguro que usted sabe más que yo o sabe como poder conseguir esa información. Sería de vital importancia para mi... - luego, con sus palabras, consiguió que me remontara a tiempos pasados donde mi tierra, mi verdadera tierra era la que acogía mis pasos y mi presencia - Es un lugar precioso mancillado por la ingenuidad del hombre, el miedo y la locura se apoderó de todos y cada uno de ellos cuando se formó la inquisición... - había odio en mis palabras - Ellos son el motivo de que me halle aquí.

por **William D. Rhys** Miér Sep 02, 2015 12:28 pm

-He conocido a mucha gente para tener ese punto de vista, sin contar que siempre me ha gustado aprender. –le expliqué. –Lo que significa que tengo que saber todas las opciones y posibilidades. –a continuación fue ella la que me explicó y obviamente tenía razón, había pasado por alto el hecho que era la primera vez que se había topado con esa clase de criatura, como bien me había indicado con anterioridad. Sonreí con tranquilidad cuando finalizó su explicación. –Estoy seguro que para la próxima vez sabrá lo que hacer. Aunque, lo que si realmente me parece curioso es que siguiera en la ciudad. –dije mirando al cielo donde la gran luna llena iluminaba la ciudad, apoyando a las farolas de tenue luz. –Tengo entendido que normalmente se alejan de las zonas urbanas para no hacer daño a nadie… Hay todo ciertamente, así que, esa criatura no sabe lo que es o directamente no le importa realmente el daño que pueda llegar hacer a los demás. –si era así no estaba demasiado seguro de dejar con vida a un ser de ese estilo, aun así, era algo que no tenía que tener nada conmigo.
Notaba su brazo alrededor del mío mientras caminábamos. Me pregunté cuanto tiempo tendría que esperar hasta que pudiera llevar a mi pequeña de ese modo, al mismo tiempo que no podía evitar pensar en algún pretendiente para ella y eso me molestaba un poco. Era mi hija, y no podía imaginarme entregarla a nadie. Recordé vagamente aquel hombre del barco en el que llegamos a París. Al hablar de mi familia vi como arrugaba el gesto y se le ensombrecía sus ojos. No todo el mundo había tenido una relación más o menos buena con su familia. MI relación con mi familia nunca había sido la mejor, pero tampoco fue la peor. Por su expresión me pregunté, vagamente, lo que le había sucedido a mi acompañante. Preguntarle sería una falta de respeto para su intimidad.
Gracias al escuchar sus siguientes palabras me hicieron comprender que había sufrido o por lo menos que se tomaba muy en serio nuestra naturaleza. En nuestra raza, estaban los que mataban sin preocuparse de lo que estaban haciendo, y que de hecho, disfrutaban con cegar vidas. Otros, como la muchacha que tenía a mi lado, que no le gustaba nada esta nueva vida y aborrecía por completo el hecho de tener que alimentarse de humanos. Yo no entraba en ninguno de esos dos grupos.
-Yo no puedo decir que me importen demasiado los humanos de los que me alimento. –la sinceridad de mis palabras era fulminante. –Sin embargo tampoco puedo decir que me dé igual. No haría daño a un humano que conociera o que tuviera cariño. No obstante, el resto me son indiferentes, son mi fuente de alimento pero no por eso acabo con su vida en cada cacería. Ellos para mí son como el ganado, como son las vacas para ellos. A pesar de este pensamiento, no termino con sus vidas porque no son vacas, sino humanos. Soy un monstruo, pero he visto peores monstruos entre las filas de los humanos, así que no me siento mal por mi naturaleza. –hice una pausa. –Es cierto que todo depende de los ojos que nos miren. Para unos ojos seremos hermosos y para otros horrendos. –llegamos a un pequeño puente, donde ninguna fuente de luz iluminaba el camino, así que no había riesgo de que nadie nos viera, ni si quiera el vestido destrozado y cubierto de escarlata de mi compañera. Tomamos el camino del puente, escuchando al mismo tiempo su anécdota y el sonido del agua que corría debajo de nosotros. –Después de transformarme yo también me oculté, pero mis padres no me dieron por muerto. Ni a mí, ni a mi hermano hasta que fallecieron y acabó todo su sufrimiento.
Hice comentario sobe su vestimenta, que tenía rota y llena de sangre. Algo que llamaría la atención a cualquier humano, y que seguramente haría que entrara en pánico. Eso me hizo recordar a la muchacha de hace un rato, que ni si quiera tuvo tiempo de emitir un ruido de su garganta antes de que clavara mis colmillos en su cuello. Se despertarían dentro de unas horas, aturdidos y cansados, con un poco de suerte pensarían que solo era su imaginación hasta que vieran las heridas de su compañero. Podrían saber que era real tales criaturas, pero no sabían quién era su atacante y por encima de todo, nadie los creería. Por lo menos la chica, ya que era la única que había visto claramente que el ataque al muchacho. Tenían dos opciones contar lo sucedido realmente y acabar en un manicomio o callarse y seguir en libertad.
-Estoy seguro que un vestido sin sangre y sin estar hecho jirones ayudaría a que nadie saliera corriendo. –el tono divertido estaba presente en mis palabras. –El dolor siempre es algo que se evita, en ninguna situación es agradable. Y sin duda, cuando los humanos salgan corriendo por solo una visión siniestra reiré. A veces el miedo hace que todos hagamos cosas sin sentido. –no podía dejar a ninguna criatura sobrenatural fuera de aquello. Puede que dejáramos nuestra vida humana hace mucho tiempo atrás, pero no significaba nada. Nuestra base era humana, sentíamos lo mismo que un humano, punto. No podíamos creer que los humanos y los vampiros eran criaturas distantes. Habían diferencias, pero no tantas como para creernos superiores o inferiores. –Así que pinta… -dije pensativo. –Creo que una buena actividad. Mi único mérito en el mundo del arte es la música, he tenido suficiente tiempo libre y paciencia para comprender y tocar a la perfección algunos instrumentos.
Escuché atentamente lo que me contaba sobe los sentimientos, comprendiendo que ella se refería a un sentimiento de amor de pareja. Obviamente, yo tampoco me había explicado bien a la hora de decirle que muchacha me había arrebatado la razón, aunque era cierto. Con una mirada suya conseguía que me derritiera y que el instituto de protección surgiera en mí.
-Por lo menos ha conocido a alguien que la ha hecho rectificar en su creencia. –le dije esbozando una sonrisa amable. –Sería demasiado triste si siguiera creyendo, creo que ya estamos lo suficientemente muertos para privarnos de algo más como los sentimientos. Sin ellos solo seríamos una cáscara vacía. –medité por un momento ante su explicación de dicha persona amada. –Desconozco el motivo por el cual no ha encontrado a nadie, sin embargo yo estoy en la misma situación. Cierto que le dije que había caído en las redes de unos ojos bonitos, sin embargo no me refería a los ojos de una amante. No he encontrado a nadie para que ocupe ese lugar en mi vida, supongo que es cuestión de tiempo de que aparezca. Creo que usted tanto debe agobiarse si lo encuentra o no, ya aparecerá. –le dije con simpleza. Si necesitaba satisfacer necesidades todavía más primitivas que alimentarme, ya buscaría cualquiera cosa por ahí, cualquier mujer que tuviera aspecto sano. Claro estaba. Era cuestión de sosegar una necesidad, punto.
Le conté que no era mi primera vez en la capital del país, y que había estado viviendo un tiempo allí. Reí por la emoción que soltaban sus palabras.
-No creo que en estos momentos la pueda servir mucho de ayuda. –comencé a explicarle. –Viví aquí por un tiempo pero hace demasiado que no pisaba París, así que no sé exactamente hasta que punto a evolucionado la ciudad. –me callé pensando por un momento. –Tal vez ha conocido a suficientes de los nuestros para saber que algunos disfrutan mucho o intentan disfrutar de compañías importantes, y el mejor lugar para hacer eso es en el teatro. Si quiere conocer a más de los nuestros, lo más apropiado sería que visitara el teatro de los vampiros, aunque le aviso que sus actuaciones son un tanto diferentes a las humanas. Los sitios que debe evitar pues, veamos… -volví a sumirme en mis pensamientos intentando recordar algún lugar en concreto peligroso de París. No me paraba tanto a pensar porque tuviera mala memoria, sino por todo lo contrario. Tenía muy buena memoria y había visitado muchos sitios, así que tenía que clasificar todo los datos. Aun así, no tardé más de un segundo en acordarme. –Tal vez el área donde se concentran los gitanos, no es que sean muy peligrosos pero esos humanos suelen tener una percepción del mundo muy diferente a los normales. Tienen poderes, y pueden reconocer fácilmente a cualquier criatura. En si no es problema, hasta que a alguno de ellos grite tu naturaleza y aparezcan todos sus compañeros con antorchas, estacas y plata. Le aseguro que no es una situación agradable y menos cuando tiene gente a su cargo… -la última parte la acabé casi susurrando y diciéndole más para mí que para ella recordando un suceso no muy lejano. Le mencioné que había estado en España hace ya algún tiempo, y también le comenté por sus gentes. –Así que, es una exiliada. –no lo dije con crueldad. –Desconocía la situación tan grave que España sufría. Igualmente, los hombres se encuentran en esa situación en todo el mundo. Los humanos necesitan respuestas, y ellos directamente les han dado una solución. No he tenido muchas experiencias con la inquisición, me he mantenido alejado de todo aquello que pudiera atraerles, o por lo menos me he mantenido al margen lo suficiente.

por **Catalina De Aragón** Jue Sep 03, 2015 8:59 am

La duda que se le presenta al recién conocido señor Rhys hace que, por un momento mi mente divague buscando alguna explicación lógica a todo aquello. Estaba claro que, dado mi nulo conocimiento de la situación, poco más que conjeturas podía llegar a sacar, palabras sin mucho fundamente.

- Puede que haya sido la primera vez que cambia de forma, si es que para ellos hay una primera vez en todo eso y, al no ser consciente de su condición, simplemente haya pasado sin más... - como bien decía: suposiciones sin fundamento - Aunque al parecer si había tenido contacto con alguno de los nuestros anteriormente pues me ha definido como un animal demasiado concreto - me refería al termino "sanguijuela" que había usado para llamar mi atención - O puede que se estén aventurando a las ciudades. Por lo que se hay alguno de los nuestros que son reacios a los espacios tan sociables - debía parar aquello o no acabaría de hablar en toda la noche - O que se yo. Supongo que sólo lo sabrán ellos - sonreí ligeramente - Lo importante es que ya pasó - dije para finalizar esa parte de la conversación.

La conversación acerca de los humanos hace que vuelva la vista atrás donde, muchas caras se aparecían ante mi, ojos vidriosos, ojos asustados, gritos de dolor... había sembrado de almas asustadas el pasado, el presente y probablemente si nada lo impedía, el futuro. Aún así no sentía desprecio por aquellos de los que me alimentaba, sería como despreciar un manjar.

- Yo creo que soy un poco como usted - obviamente, con aquellas palabras no respondía absolutamente nada - No siento nada por aquellos de los que me alimento. Aún así, son personas, con vida y con rostro, con seres que les quieren y quizás un perro que le trae un palo cada vez que lo tira... - lo que me llevaba a la pregunta - A lo largo de su muerte ¿Ha sesgado muchas historias?¿Ha desangrado muchos humanos? - en mi caso se contaban por decenas, aunque prácticamente todos habían sido varones. La última... fue en casa de aquel vampiro - A veces, me despierto con la sensación de que sus rostros me torturan mientras duermo. Con la sensación de no haber .descansado nada en mi reposo diurno - le confesé - Por suerte para mi, sólo ocurre alguna noche.

- Estoy totalmente de acuerdo en lo que dice - me refería a la visión que podía tener la gente de a pie de nosotros - Aunque también le digo que, aquellos que nos ven horrendos, rara vez lo hacen sin que alguien les haya metido ideas extrañas en la cabeza. Nada más lejos de la realidad claro está - me refería más en concreto a la inquisición que no dejaban de ser unos pobres diablos sin mente - Luego está la otra parte... - no podía evitar sonreír al pensar en ella y incluso debía refrenar un impulso de morderme el labio - Cuando te ven hermoso y desean entregarse a ti... cuando les muerdes y se deshacen en tus brazos, dejándote todo el control de sus vidas - no es que pasara muy a menudo, claro está. Pero a veces si pasaba - Y en mi caso, creo que ayudó a que me dieran por muerta, que mi padre nunca me reconoció - añadí restándole importancia a la expresión ya que aún, después de tanto tiempo, todavía seguía doliendo.

- Es la curiosidad, no lo siniestro. Al menos eso creo - respondiendo al tema de la vestimenta - No hay nada mejor para atrapar a un gato que ponerle algo que le llame la atención, que se salga de lo normal. Supongo que eso es lo que se consigue con una ropa "diferente" - no podía evitar reír al pensar lo primario que llegaban a ser en ocasiones - Al igual que un escote sugerente: lo criticarán por falto de recato. Pero en el fondo todos saben de dicha falta porque no han perdido cuenta de el.

Cuando habla de la música, mi rostro no puede ocultar su emoción. ¡Arte!¡Más artistas!!pensaba que era la única en el mundo que veía más allá de la sangre y el hedonismo. Me alegraba de que estuviera equivocada.

- ¡Oh, por favor!¿Cómo es posible que lo exprese con tan poca emoción? -
obviamente era algo que a mi me sobraba - El arte es la mayor expresión, la cúspide de la belleza y, ya sea mediante pintura, escultura, interpretación o música, es algo que me apasiona hasta niveles inconoscibles - le dije - Lastima que sólo haya podido destacar en la pintura - aunque había intentado hacer un poco de todo, era en lo único que había avanzado medianamente.

Luego me referí al hecho del amor, de lo que había escuchado a través de los labios de Soren.

- Me han dicho que se puede sentir. Pero realmente no se hasta que punto es eso cierto. Si es real que se siente o simplemente se recuerda algo que se sintió y, siendo este segundo caso el correcto, encontraría respuesta a mi falta de apego hacia alguien en concreto - ya que, si no lo has sentido antes, no puedes evocar una sensación desconocida - Pero no decaeré en el intento. Se lo aseguro.

Al parecer el se sentía perdido y yo estaba perdida. No obstante, los consejos aunque antiguos, seguían siendo de utilidad, al menos a priori.

- Por ahora sólo he visitado el teatro de los humanos. Desconocía que existiera uno que perteneciera a los nuestros - mi rostro se tornó pensativo - ¿Cómo lo hacen para no llamar la atención entonces? Me refiero... si es un espectáculo diferente - los sitios que no debía pisar los conocía más o menos, pero siempre venía bien corroborar la información - En cuanto a los otros, los grabaré a fuego en la memoria.

- La inquisición... es la única facción de humanos que se cree con derecho para justificar cualquier tipo de muerte - al menos era la única que podía hacerlo - He visto matar a gente perfectamente inocente, simplemente por una falsa acusación... Es duro vivir oculto, pero no quedan más opciones: Es eso o salir corriendo como he tenido que hacer yo.

Así cerraba esa conversación y la noche era aún joven. Había que buscar algún otro punto por el que seguir hablando, por el que alargar aquella compañía imprevista y muy grata a la vez. No quería hablar del tiempo así que busqué otra cosa que podía resultar de interés.

- ¿Vive usted sólo?

por **William D. Rhys** Jue Sep 03, 2015 8:05 pm

-Sí, sí que hay para ellos una primera vez, como la nuestra a la hora de perder el control y beber sangre. –le di vueltas a su idea por el momento, pero claro. No sabía nada de esa criatura, así que, la verdad sería un misterio. –Puede que supiera lo que somos, pero puede ser que si fuera su primera transformación y que antes fuera un cazador. No sería raro que los cazadores humanos acaben como aquellas criaturas que persiguen. Es otra posibilidad… -dije pensativo. Fuera lo que fuera, bajo mi punto de vista me parecía raro que se mantuviera en la ciudad cuando había riesgo de transformarse. –Algunos de los nuestros son especiales, así que lo mejor sería no darle demasiada vueltas porque acabarías con dolor de cabeza. –dije burlón. Algunos vampiros eran complicados de verdad, pero otro eran tan sencillos que te sacaban de quicio por su simpleza. –No creo que sea buena señal si se están adentrando en la ciudad, puede ser realmente peligroso para todos. –miré al cielo de nuevo, observando como la luna quedaba libre de las nubes que la habían ocultado. Tendría que tener cuidado a partir de ahora. El tema quedó totalmente zanjado, aunque una parte de mi mente seguía dándole vueltas sobre todo para dar paseos con Arya, no me gustaría nada salir con riesgo de que un animal peludo y fuera de si nos pudiera atacar.
Le expliqué mi visión ante los humanos, para mi eran una fuente de alimento. Como para los humanos eran las vacas, no obstante, la diferencia es que yo no mataría al animal ni lo descuartizaba para tener con que alimentarme. Tomaba lo que necesitaba de él, que era la sangre, y los humanos tomaban lo necesario de los animales para obtener la carne que necesitaban. Para mí era exactamente lo mismo. Entendía su punto de vista, era la lucha de seguir nuestra naturaleza, y lo que fuimos algún día.
-Creo que maté a cinco personas. –dije sin estar muy seguro. –Fue en mis primeros meses en esta nueva vida, no sabía como controlarme exactamente. Cinco tal vez más, no estoy muy seguro pero creo que no llega a la decena. –comprendía a que se refería la muchacha, más o menos. –A lo mejor le sirve pensar que en realidad estaban en el lugar menos indicado, que solo han tenido demasiado mala suerte a la hora de toparse con usted. –no estaba seguro de que ese le fuera a funcionar, pero por intentarlo no iba a pasar nada. Yo no podía decir que sufría tales persecuciones, porque no les daba demasiada importancia. Es cierto que había matado por culpa de mi sed, pero había aprendido a controlarme y por ello, había salvado a más gente de la que he matado. Me sentía satisfecho con eso.
-Los instintos de supervivencia de algunos humanos son bastante fuertes, pero creo que tiene razón en lo que dice. Normalmente aquellos que nos ven horribles es porque han tenido largas conversaciones con alguien con fuerte poder de convicción. –reí cuando escuché como describía a la otra clase de personas. –Describiéndolo de ese modo dan hasta ganas de mantener a una humana al lado de uno. –me reí. Sentir que un hombre se deshacía en mis brazos en vez de placer me daba algo de escalofríos. No era alguien que no aceptara relaciones del mismo sexo, de hecho hasta yo mismo lo había probado por simple curiosidad, y descubría que adoraba a las mujeres en todos y cada uno de sus esplendorosas formas. –Mis padres no se rindieron aunque nos dieron por muerto tanto a mi hermano como a mí, decían que hasta que no encontraran nuestros cadáveres seguirían creyendo que estábamos vivos. El amor de los padres es muy poderoso, y muy peligroso al mismo tiempo. –habló de cómo atraer a la gente, ejemplificando con un gato. Esos animales se sentían atraídos por las cosas brillantes. –Un buen ejemplo. Las personas que más critican de falto de decoro suelen hablar desde la hipocresía. Un marido se puede acostar con todas las meretrices de la ciudad, sin embargo una mujer hace eso y es un deshonor. Nunca he comprendido esa clase de pensamiento, ni si quiera cuando era humano.
Me gratificó el escuchar que la mujer le gustaba la pintura y la practicaba. Le comenté que tocaba algún que otro instrumento y al ver su expresión casi de ofensa por la manera tan fría en la que me exprese.
-Jajaja, no se sulfure Señorita. –aunque seguía riéndome por su manera de reaccionar. –Es cierto lo que dice, pero soy músico expreso todo a través de un instrumento y ahora mismo no tengo ninguno a mano para demostrarle que disfruto del arte igual que usted. –le dije con una sonrisa. –No todo el mundo puede destacar en la pintura. Es mucho más fácil destacar en la música, es cuestión de práctica y perseverancia. La pintura, aunque uno practique lo más probable es que nunca lleguen al talento natural. –aunque también es cierto que el arte valía lo que la gente estuviera dispuesto a pagar.
Reí suavemente.
-Yo también le puedo asegurar que puede amar. –la seguridad teñían mis palabras. –Es real lo que se siente, el único problema es saber hasta donde tenemos nuestros límites de creer y saber. Nunca será lo mismo creer que amamos a alguien que saber que lo amamos. –asentí. –Supongo que ya llegará el momento para encontrar a esa persona. –tampoco le iba a decir que la iba a encontrar si o si, porque no sabía el futuro de nadie, ni si quiera sabía el mío.
Me preguntó por París, pero no estaba muy seguro ya que llevaba mucho tiempo sin pisar la ciudad. Le comenté un par de lugares que recordaba de la última vez que había estado allí. Me comentó que si había estado en el teatro de los humanos, pero no en el teatro de nuestras especies. Alcé las dos cejas, dándole a entender que la respuesta podría ser algo difícil.
-No sé si no llaman la atención, o que realmente la llaman pero les da igual. –le dije, creía que los únicos humanos que entraban allí nunca salían. Si es que aparecían humanos. – No llaman la atención por la posible cantidad indecente de inmortales juntos porque las actuaciones suceden a altas horas de la madrugada. –me llevé la mano a un bolsillo y saqué el reloj de oro blanco. –Lo más probable es que a esta hora estén empezando o ya han empezado, si es que sigue igual como hace unos años. –asentí al escuchar que se grabaría a fuego en la memoria el resto de los sitios que le había dicho. Le hablé de mi experiencia en España. –Puede que la inquisición crea tener el derecho de justificar las puertas, pero algunas personas se aprovechan de esa oportunidad para cumplir sus deseos más oscuros. Sobre todo con esa clausura en la que te permitía quedarte con las riquezas de quien denunciabas, por lo menos quedarte con una porción.
El silencio se estableció entre nosotros, no lo noté incómodo así que apenas me molestó. Pensando un poco en todo, sobre todo mis antiguos recuerdos del país que ahora sería mi hogar por un tiempo indefinido. Las partes más pobres no han cambiado demasiado a lo largo de los años, la parte más cara y más concurrida de la ciudad si había cambiado. La ampliación de la ciudad era notable. Me preguntó si vivía con alguien.
-Sí, vivo con mi hija. –seguramente ese dato le sorprendía porque era bien conocido por todos, o por lo menos por la mayoría que los vampiros éramos estériles. Algo lógico, estábamos muertos sería sorprendente que pudiéramos traer a este mundo algo con vida que saliera de nuestras entrañas.

por **Catalina De Aragón** Vie Sep 04, 2015 4:45 pm

- Quizás suponemos demasiadas cosas y sólo es un caso aislado más. Cosas extrañas ocurren todos los días ¿Porqué no englobar esta dentro de ellas? - intenté apaciguar la locura que se podía llegar a formar en nuestras cabezas en caso de seguir dando vueltas y más vueltas a algo que jamás llegaríamos a saber - Simplemente, después de lo que yo he vivido y lo que usted ha presenciado, deberemos andarnos con más ojo a la hora de hacer actos tan estúpidos como los que he hecho yo esta noche - la verdad es que, a la hora de alimentarme, había sido descuidada, precipitada y poco previsora. Había llamado demasiado la atención confiando en que, dado en el lugar que me encontraba, lo que menos haría sería llamar la atención.

Cerrado ese tema, pasamos al siguiente del que habíamos hablado: las muertes del alimento. La verdad es que era un tema que no solía hablarse mucho. Los demás vampiros no hablaban más que de si mismos, de sus andaduras, de sus experiencias... era difícil llegar a un tema que tocaba la sensibilidad humana que aún restaba dentro de nosotros. Algo que mostraba nuestro lado humano, nuestra debilidad.

- Es usted todo un ejemplo de autocontrol entonces - dado que si, en el mismo tiempo de vida que yo, su número de fallecimientos era tan pequeño, era normal que no llamara la atención de nadie. ¿Demasiado impulsiva por mi parte? Quizás, pero es algo que no podía cambiar - Así que recientes no tiene... - hice una pausa mientras pensaba si debía contarle mi reciente ataque de humanidad por una lado pero a la vez de crueldad por otro. Algo que, pensándolo bien, justificaba con el hecho de estar en el lugar equivocado - Mi última victima no hará más de una semana. No se que me pasó la verdad, perdí el control y la tomé hasta que dejó de moverse... - agaché la mirada avergonzada en parte por ser tan abierta en ese momento y mostrarle algo tan oculto en mi - Lo malo es que realmente... no lo necesitaba.

Reí ante el comentario de mantener humanos aficionados a los mordiscos pero no le di más importancia de la que tenía. Era una frase en mitad de una conversación mucho más profunda para aliviar de algún modo la carga emocional de la misma. Continué cuando habló de su hermano y dijo algo que llamó mi atención.

- Entiendo que su hermano también es... - vampiro quería decir pero tampoco tenía la suficiente confianza como para hacer una pregunta tan directa. Aún más cuando al parecer, su familia siempre había sido de gran estima para aquel varón - Disculpe mi curiosidad, no tiene que responder, no es necesario - corté así esa parte de la conversación sintiéndome mal en cierto modo por haber tocado un tema tan delicado.

- El problema de eso que comenta de los varones y las damas es puramente una imposición social - tenía sangre guerrera en mis venas pero aquella lucha no era fácil ni se solucionaría en poco tiempo - De todos modos tiene que entender que las damas viven mucho más fácil de ese modo y quizás ese sea el motivo por el que no hacen nada a respecto.

- En cuanto a la música... permítame discrepar - aunque la verdad es que era un ejemplo que servía para todo tipo de artes - Una persona puede pintar cualquier tipo de cuadro. Pero sólo aquellos que tienen un don lo harán transmitiendo todo aquello que quieren a través de sus manos y su arte - ahora le tocaba el turno a la música - Al igual que cualquiera puede tocar un instrumento. Pero sólo algunos pueden componer cosas tan bellas como se escuchan en ocasiones. Quizás sea usted uno de esos - luego haciendo referencia a la falta de instrumentos para hacer una muestra, osé decir - Por la falta de medios para demostrar su arte no se preocupe: Si lo desea puede mostrármelo en otro momento, tenemos muchas más noches - aunque de nuevo sentía que me había extralimitado - Si es su deseo claro está.

- Veo entonces que no fue un comentario aislado y que quizás si sea cierto - respondí refiriéndome al amor - Si algún día llegase a suceder, puede tener por seguro que me acordaré de usted - le dije a modo de cumplido.

El tema del teatro de los vampiros llamaba muchísimo mi atención. Tanto como el modo en que lo llevaban a cabo, como el hecho de conseguir que no llamara demasiado la atención.

- Supongo que lo tendrán muy bien preparado si han tenido la voluntad para llevarlo a cabo - luego añadí - Me pasaré alguna de estas noches a comprobar que es lo que hacen en ese lugar, si realmente hay más arte en los vampiros de lo que hay en los humanos - algo que no me hacía sentir demasiado segura - O quizás sólo sea una barbarie más. Una muestra supuestamente fingida de lo que somos y a lo que nos dedicamos.

- Desde que he conocido la barbarie de la inquisición. La frase: Las mayores atrocidades han sido cometidas en el nombre de Dios. Ha adquirido mucha más fuerza - ciertamente no sabía donde la había escuchado, pero era una frase que me rondaba la mente una y otra vez cuando pensaba en los males pasados vividos - Es la aberración llevado a la máxima expresión. Espero no tener que cruzarme más con ellos... - la última frase no la conocía. Tampoco es que estuviera metida en todos los entresijos de aquella asociación humana. Pero ahora entendía un poco más porque pasaban las cosas - Razón de más entonces para denunciar de manera masiva.

Y ya, con el tema de vivir con su hija... mi cara no pudo evitar la sorpresa y la mueca que se mostraba en ella. No obstante, intenté disimularla lo mejor que pude.

- Su hija... ¿Natural? - No podía ser, aquello era imposible: tenía casi 300 años.

por **William D. Rhys** Vie Sep 04, 2015 8:20 pm

El tema del licántropo quedó concluido y lo que saqué en claro es que tenía que tener mucho cuidado cuando saliera con Arya para dar un paseo nocturno. Ojalá pudiera salir a la hora del día, y disfrutar del sol como lo hacía antes y en compañía de mi hija. No obstante no podía hacer eso. Disfrutaba de las horas diurnas con ella, pero siempre dentro de las cuatro paredes de lo que en su momento era nuestra casa. Solo le permitía salir con las doncellas, para que las llevara a pasear a los parques o las calles cercanas de nuestro hogar. La niña tenía su derecho de vivir su vida, así que no me gustaba condicionarla a que se quedara en casa por las mañanas, por lo menos no en esas horas que estaba impartiéndoles clase. Después de sus horas de estudios podía hacer lo que quisiera, no obstante por el momento tenía que conformarse por el momento hasta que encontrara a alguien digno de confianza para poder dejar que saliera con esa persona. No dejaría a mi hija en manos de personas desconocidas.
El tema de nuestra naturaleza acabó por llevarnos al tema de nuestras victimas de caza. Le dije la cantidad que creía que había matado, y en realidad eran pocas. Tanto hombres como mujeres, y todo aquello fue en mis primeros años siendo una criatura de la noche.
-Dista mucho de ser autocontrol en realidad. –le rectifiqué con cordialidad, porque en realidad no era nada de autocontrol lo que yo hacía. –Sigo sintiendo… -dejé la frase a medias porque en ese momento una pareja de hombres hicieron acto de presencia tambaleándose de un lado a otro con una botella de licor que se iban pasando. Perdieron el equilibrio por un momento que uno casi se cae al suelo. El hombre que estuvo a punto de caerse, se detuvo un momento con las piernas dobladas y los brazos abiertos para mantener el equilibro antes de seguir caminando. Suspiré cuando se alejaron, dejando un rastro de alcohol, sudor, suciedad y sangre debajo de todo aquello. –la sed. –terminé la frase que antes dejé a medias. –Siguió sintiendo la sed, incluso en esos dos caballeros que han pasado. Me quema la garganta de manera dolorosa, y en mis primeros años no pude controlarme demasiado. Me alimentaba una vez, y cada persona que pasaba a mi lado me tentaba demasiado. Así que intenté, mantenerme aislado todo lo que podía hasta que perdía el control. Maté a tres personas o cuatro estando en ese estado. En mis momentos de deseo por la sangre, pensé que ojalá pudiera leer algo. Ahí caí en la cuenta de que si podía leer, entretenerme. –hice una pausa. –Sabía que mi limite sin alimentarme como máximo eran tres días, así que solo tenía que encontrar algo con que distraerme durante esos tres días. Por las mañana dormía, y por la noche leía y con el tiempo pase de leer a aprender algún oficio interesante y a aprender a tocar instrumentos. En el proceso perdí el control más de una vez, pero ahora ya sé como tengo que actuar, lo que debo hacer y cuando puedo aguantar sin alimentarme. –me acordé de algo. –Bueno, si nos ceñimos al hecho de no haber matado por culpa de la sed, no, recientemente no. Pero si que he matado recientemente, de hecho fue nada más atracar en el puerto pero no fue porque tenía que alimentarme. –le acaricié la mano del brazo que tenía alrededor del mío, la intención del gesto era darle consuelo. –No se preocupe, a todos nos pasa, como ya le he dicho no es autocontrol, porque no puedo estar más de tres días sin alimentarme. Es cuestión de distraerse.
Hablé un poco de mis padres y como lo habían pasado cuando me convertí en vampiro. Solía quedarme a una distancia prudente y siempre a favor del viento para que el olor de su mortalidad me tentara y vigilaba su sueño. Les echaba de menos, pero no creía que tuviera las fuerzas suficientes para presentarme delante de ellos diciéndoles cual era mi nueva naturaleza. Sin contar que tampoco me gustaría que me rechazaran, ya pensaban que yo era el culpable de todas deudas de la casa. Tampoco era capaz de mantenerla compostura delante de ellos. Miré a la mujer cuando no terminó la frase.
-¿Vampiro? –le pregunté divertido, pero sus siguientes palabras consiguieron que me sorprendiera. –No se preocupe. –le aseguré. –La respuesta a su pregunta es sencilla: -la miré a los ojos. –No lo sé. –mis labios formaron una sonrisa. –No sé lo que paso con mi hermano. Le seguí porque estaba acumulando demasiadas deudas por culpa de una vida llenas de vicios, pero el principal motivo fue porque me culpó a mí. Mintiendo a nuestros padres diciéndoles que yo era el que se estaba entregado a esa vida llena de deudas. Al llegar al local donde perdía todo su dinero y el que no era suyo y comprender donde estaba, no tuve tiempo de dar media vuelta para escapar. Me atacaron, me dieron el “abrazo” y lo demás solo recuerdo retorcerme de dolor antes de alzarme como un vampiro. Busqué a mi hermano, o su cuerpo, lo que fuera de él pero no había rastro. Supongo que también lo convirtieron pero no estoy seguro. A lo mejor en realdad lo mataron y lo tiraron al mar. –me encogí de hombros. –Ha pasado mucho tiempo de eso, así que, no creo que deba darle muchas vueltas al asunto.
Hablamos de las mujeres de nuestra actualidad, y dio un punto de vista.
-¿De verdad creen que es más fácil vivir así? –le pregunté, porque en realidad tenía curiosidad. Después hablamos del arte, y discutió conmigo. No era ese tipo de discusión desagradable, sino hablar e intercambiar ideas y opiniones de una manera adecuada y sin que nadie se sintiera ofendido. Tener una conversación de ese estilo era más que gratificante. Reí. –Tal vez lo sea, tocado bien o mal, nadie hará que deje de tocar. –Asentí con elegancia. –Siempre y cuando a usted le apetezca. –le aseguré. Volví a sonreír por el tema del amor. –Tal vez incluso me llegue a presentar al afortunado.
Le hablé de los lugares de Francia que recordaba.
-La verdad es que solo eran muy pocas actuaciones que implicaban a los humanos, y yo la verdad es que los evitaba, pero el resto eran como las actuaciones del teatro mortales. Todavía recuerdo un baile de una pareja de vampiros, fue una actuación que conseguía erizar el vello. –le aseguré. –Pero no sé si ha cambiado o no, y si lo comprueba antes que yo por favor, dígame que tal fue la experiencia. –le pedí, ya que me gustaría disfrutar de alguna que otra obra de teatro, y al mismo tiempo tenía que decírselo a Arya a lo mejor le interesaba.
-Como ya le he dicho, a veces, los humanos son incluso más monstruos que nosotros. -escuché como echaba pestes por la boca de la inquisición, nadie podía culparla porque tenía razón. Solo daban la oportunidad para que algunas se vengaran de otros, matar a inocentes con la escusa de acabar con el mal de la tierra e imponer ejemplos, cuando en realidad solo se ganaban el odio y el miedo del pueblo. Por desgracia, este último sentimiento era el que ganaba al primero, sino el odio ya habría hecho que el pueblo se alzara contra la inquisición. –La única manera de que no aparezcan es no llamar demasiado la atención.
En ese momento me preguntó si vivía con alguien conmigo, y yo le contesté con sinceridad. Obviamente se sorprendió por lo que le decía. Éramos estériles, no podíamos traer vida, sino muerte a este mundo después de morir y pasar a ser un hijo de la noche.
-Ojalá fuera mi hija natural, me daría mucho más derechos sobre esa niña. –sonreí algo con tristeza. –En realidad es mi hija adoptiva, pero hija en términos llanos y claros. Ya le he repetido que los humanos pueden ser los verdaderos monstruos y con ella lo fueron. La encontré medio muerta en una calle, la recogí, la curé y le ofrecí quedarse conmigo. Le di me apellido, y ahora es mi hija, aunque para los mortales es mi hermana pequeña. Va creciendo y es necesario decir esa mentira. –miré a la mujer y sonreí con alegría. –Es una preciosidad ¿sabe? Y es la única mujer que ha sido capaz de cautivarme con sus bellos ojos. –estaba orgulloso de mi pequeña, eso se notaba y también se notaba que la quería.

por **Catalina De Aragón** Lun Sep 07, 2015 1:30 pm

La noche avanzaba pesadamente por aquellas calles que nos daban cobijo. A ojos de los demás podíamos pasar como una pareja extremadamente rara, con nuestros atuendos dispares. Yo con ropas mas o menos de corte medio alto, rajadas a la altura del vientre y él más bien andrajoso, con ropas que podrían ponerle a la altura de un vagabundo. Cogidos del brazo y charlando normalmente como si llevaramos toda la vida conociéndonos aunque era la primera vez que nos veíamos.

Habló de su debilidad, de su sed. Algo que sentimos todos, algo que ni se apaga, que está en conflicto constante con tu instinto, con tu yo racional. Un impulso que, de no ser refrenado, te haría rozar la locura en ocasiones, una necesidad insana y completamente primaria. Aún así todos éramos iguales frente a ese impulso, sólo podíamos enmascararlo, disimularlo. Pero siempre estaba ahí.

También vi su mirada cuando el par de borrachos estuvieron a punto de caer frente a nosotros. Sus gestos, su necesidad, sus primeros impulsos. También vi como los controlaba, como los hacía parte de si mismo y finalmente los hacía desaparecer.

- No esperaba que no la sintiera. De haber sido así hubiera transcendido de nuestra condición señor Rhys - le dediqué una sonrisa cómplice - Veo que ha buscado la soledad y el aislamiento para ser capaz de controlarla. Algo así como el conductismo - me atreví a decir aunque quizás fuera un ejemplo desorbitado - Sin estímulos, hasta la bestia que tenemos dento se da cuenta de lo inutil que es luchar - la llamaba bestia aunque en el fondo fuera hambre. Antinatural, si. Pero hambre - Llegado el punto, la tentación se convierte en supervivencia y ese es un instinto que la muerte no nos ha podido robar - dije para terminar lo que había entendido - Y si: es autocontrol, creame. Yo estuve una noche entera pitando y, a la noche siguiente casi arañaba las paredes de la necesidad que sentía - admití a sabiendas de que a sus ojos quizás pareciera débil.

Cuando rozó mi mano sentí su frío diferente al mio. Un contacto de otro de los mios ¿Una muestra de cariño? no lo esperaba. Lo agradecí no apartandome y permitiendoselo.

El tema de su hermano llamo mi atención. No era algo muy usual echarse las culpas entre hermanos. Era más fácil achacarlo a alguien externo, a un motivo descontrolado o cosas que se escapan a la compresión de los que no caen en sus redes. Más aún el desenlace: abierto y totalmente incierto.

- Un pasado triste el que cuenta y una pena que terminara así - me refería a la incertidumbre que, aunque intentaba restar importancia, estaba ahí. lo sabia, yo también la sentía de vez en cuando - Es una pena que su hermano lo usara como escudo ¿Acaso se llevaban mal?¿Habia hecho algo que pudiera despertar tanta necesidad de venganza? - de nuevo me estaba metiendo donde no me llamaban pero no sabia si quizás necesitaba charlar o simplemente era gustoso de contar sus anécdotas - Supongo que de haber seguido nuestro destino, finalmente se revelará ante usted señor Rhys. De no ser así, siempre será una incógnita.

- No es más fácil - refiriendome a las mujeres y las vidas que acostumbraban a llevar. Claro está, siempre y cuando no se necesitarán sus manos para seguir adelante con la familia - Simplemente es más cómoda.

Luego en referencia a la musica volví a mostrarme emocionada - ¿Cómo no apetecerme? - después de todo lo que me había contado aún estaba más intrigada - Incluso si ha compuesto algo. El hecho de saber que lo hacia mientras sufría el duelo de la ausencia de sangre, hace que resulte aún más atrayente si cabe. Sólo digame donde y cuando y no faltaré a la cita.

- Quizás sea así si - en referencia al amor. Realmente no era necesario que le comentara que mis gustos salían un poco de la norma y que seguramente encontrara el amor en brazos de una dama.

- ¿Porqué no, en vez de a través de mi, gozamos de una de esas actuaciones en compañía? - me atreví a ofrecerle. Si era aficionado a esas obras, era lo más sensato - Podría traer a su primogénita si también es aficionada - Quizás eso era extralimitarme y prefería manterner esa parte de él para él - Yo simplemente lo propongo. No tiene ninguna obligación - recalqué para evitar que se sintiera ofendido u obligado.

- Digamos que hoy no ha sido una de esas noches que pasan desapercibidas...- si hubiera habido alguien de la inquisición por allí ahora estaría en el punto de mira - Pero si, coincido con usted en que lo mejor es ser invisible y no llamar la atención.

Cuando habló de esa admiración que sentía por su hija adoptiva, casi sentí envidia por como podía llegar a ver a aquella pequeña. Por la manera en que la idolatraba aún siendo un vampiro y ella una humana.

- Debo decir entonces que tuvo muchísima suerte de encontrarse con usted aquella noche y sobre todo que ambos se hayan reportado la compañía que anhelaban - le dije mientras me planteaba en segundo plano lo que eso significaba - Aunque supongo que será difícil mantener una codicion como la nuestra en secreto noche tras noche... llevamos una vida "peculiar".

por **William D. Rhys** Miér Sep 09, 2015 4:37 pm

No recordaba que en París hubieran tantas criaturas sobrenaturales, pero claro, las cosas cambiaban y estaba claro que esta ciudad no se iba a quedar paralizada solo para mí. A partir de ahora tendría que prestar mucha más atención a los lugares, para saber si esas zonas en concreto eran concurridas por criaturas, y si lo era, que clase de criaturas. No me gustaba la idea de que Arya paseara sola y sin protección por una zona de vampiros. Yo era capaz de controlarme gracias a la distracción, pero otros no eran como yo y no quería que le pasara nada a mi hija. Los licántropos, todo estaba bien mientras que no fuera luna llena, en esas noches, como la de hoy, perdían el control de ellos mismos.
Hablamos de la sed y la manera en la que la combatía, era cuestión de distraerme, por lo menos para mí. Reí por su comentario de nuestra condición.
-Bueno, yo no diría que me he mantenido encerrado en mi hogar hasta llegar a mi límite, porque de ese modo no sabría hasta el nivel que podía llegar mi autocontrol, tenía que salir y comprobar hasta donde podía llegar. –puede que mi comportamiento haya sido algo cruel, ya que había expuesto a muchas personas a la muerte, y sabía que solo muy pocas se salvaron por unos segundos o por unos pocos metros de mi posición. Muchos no sabían la suerte que tenían, sin embargo otros, se les había terminado la suerte al cruzarse conmigo en el peor momento. –Y yo le aseguro que solo es cuestión de práctica, aunque es cierto que a veces aunque se intente no se pueda alcanzar lo que uno quiere.
Me preguntó por mi hermano, aunque inmediatamente se sintió algo violenta. No me importaba que preguntara, a veces se descubren grandes verdades porque alguien, por fin, se atrevió a preguntar hasta alcanzar la verdad.
-Si hice algo para que mi hermano tuviera tal comportamiento conmigo lo desconozco. –me encogí de hombros. –Y tampoco creo que la palabra correcta para nuestra relación sea “mala”, sino que no éramos capaces de entendernos o congeniar de alguna manera. Siempre han tenido a mi hermano en un pedestal, y eso se le subió a la cabeza con demasiada facilidad. Yo fui sometido a una gran presión para alcanzar el nivel de mi hermano y lo conseguí con facilidad, no obstante bajo los ojos de nuestros padres él siempre estaría por encima. –le expliqué más o menos la situación que había vivido con mi familia, ya hace mucho tiempo. -No me desagrada del todo que sea una incógnita, por otro deseo saber lo sucedido con mi hermano. Supongo que siempre fue mi hermano, a pesar de todos los problemas causados.
Le pregunté por el tema de las mujeres y me aseguró que la palabras correctas eran la comodidad de tener una vida de ese estilo. No sabía si era la postura más adecuada, mas en estos tiempos no podía ser de otro modo. Suponía que era cuestión de tiempo de que todo se colocara como era debido.
Reí por el entusiasmo de mi acompañante ante cualquier tipo de arte, incluso por la música. Se notaba que era una parte de ella, yo tampoco podía ver mi vida sin un toque de música, ya fuera del sonido de soprano del violín, o los sonidos de los bajos de un piano.
-Cuando mi hogar esté en mejores condiciones y estemos totalmente instalados, será usted bienvenida cuando quiera. –le aseguré. No tocamos más el tema del amor, ya que era algo que se debía de sentir y aceptar para comprobar que existía. Supongo que esta vida era mucho más fácil comprobarlo con nuestros propios ojos.
-Tranquila, no veo ninguna obligación a una invitación. A mí me parece perfecto, -le comenté, pensando en las posibles actuaciones del teatro de los vampiros. Al decirme que podría venir mi hija a esas actuaciones lo descarté de inmediato. No le gustaban los vampiros, por lo tanto no podía llevarla a un sitio plagado de ellos. Siempre me había preguntando como podía aguantar a mi lado la muchacha. Sin contar, el mayor problema… El corazón de la pequeña latía y ni estando en un estado embriaguez agudo la llevaría a un sitio donde corriera peligro. –Si ella quiere ir al teatro, la llevaría al de los humanos. Llevarla a un sitio lleno de vampiros no sería muy inteligente. –dejamos claro que la inquisición podía ser peor que un dolor de muelas y que lo mejor para todo era no llamar su atención. Aunque esos humanos eran más peligrosos para otros humanos que para las verdaderas criaturas. Le acabé contando la historia que tenía con la pequeña Arya. Negué con la cabeza. –Ella sabe mi naturaleza, así que no tengo que mantenerlo oculto. Duermo poco por las mañanas y paso varias horas con ella, enseñándole ciencias, literatura, idiomas o arte, y después duermo. –le expliqué. Si mi hija quería un libro nuevo, yo se lo ponía en las manos, si quería una partitura nueva para el piano, no lo dudaba y se la proporcionaba. Era muy pocas cosas a las que le decía que no.
De pronto, un ruido llegó a mis tímpanos. Sonaba como si los huesos de alguien se estuvieran astillando, seguido por un sonido muy desagradable de desgarro. Si los hubiera escuchado con mis oídos humanos lo más probables es que hubiera vomitado desde hace ya un par de minutos. Sin embargo, al escuchar tal siniestro sonido proveniente de algún punto de la oscuridad me paré en seco y me puse tenso, intentado buscar la fuente del sonido. Aquello no podía ser provocado por un humano, y si lo era, estaba claro que sería un enfermo, un enfermo retorcido. Si era otro hombre lobo tendríamos que tener muy cuidado de no meternos en su camino. Estaba en tensión, con todos mis sentidos alerta ante nuestro nuevo posible amigo de paseo.

por **Catalina De Aragón** Lun Sep 14, 2015 1:58 am

Cada vez que descubría algo más de la vida de aquel varón resultaba más llamativa, más sorpresiva. Más aún cuando me descubrió un poco más el método usado para conseguir aguantar las ganas, conseguir dominar su sed y controlar los impulsos de los que, lamentablemente, muchos éramos presa cuando dejábamos que esta aflorase.

- ¿Me está diciendo que llegaba hasta su límite y luego salía a la calle? - sólo el hecho de imaginarlo hacía que resultara una hazaña prácticamente imposible - Y... ¿Cómo es que no he visto sus carnicerías en los periódicos? - bromeé - No, ahora en serio. Si algún día tengo la intención de llegar a ese nivel de autocontrol, hágame el favor de no irse muy lejos.

Escuché como hablaba de su hermano y, realmente no había ningún tipo de rencor hacia él. Aún después de todo lo que parecía que este había hecho para ser contrarios y además de que al parecer aquel fuera el primogénito y el favorito fuera cual fuera la actitud del señor Rhys. Aquella historia me recordó algo que había leído hace tiempo. ¿O lo había escuchado nada más?

- La historia, según la cuenta, me recuerda a una que escuché en un libro de esos que utilizan en los eventos religiosos - seguramente aquello le resultara algo extraño por lo que procedí a explicarle - No le resulte extraño. En la corte, a todas las doncellas, nos obligaban a asistir a las misas de los domingos y, en esos eventos, escuché la parábola de la que le hablo - hice un poco más de memoria para no dejarme ningún dato de los que acababa de pensar - Se llamaba el hijo pródigo y trataba como en su caso, de dos hermanos. Uno se marchaba habiendo pedido su herencia y hacía de ello polvo. Se lo gastaba en vicios y demás. Cuando se lo terminó, regresó a su hogar con las manos vacías y, por parte de su padre, todo eran agasajos y celebraciones, mientras que el que se había quedado en casa, no percibió nada de esto. Algo que, a mi juicio, demuestra que si hay un hijo favorito, siempre lo será por mucho que el otro se esfuerce.

- Le tomo la palabra pues. Estaré a la espera de su misiva para poder asistir y así, además, conocer a la joven que hace de su vida un camino más liso y llano - contesté al tema de la muestra de música.

La verdad es que el tema de la hija del vampiro me tenía totalmente centrada en ello. ¿Cómo sería para aquella joven vivir a sabiendas de que su "padre" a veces salía a tomar el alimento de otras personas?¿Cómo podría sentirse segura? Seguramente, el tiempo y la falta de cualquier actitud amenazante por parte del señor Rhys, había contribuido en pro de su causa. No obstante, dudaba mucho que en una situación completamente crítica, también fuera capaz de conseguir dominar sus instintos.

- Debe ser entonces más un alivio que una carga - comencé a decir - Compartir la soledad con alguien querido y que además es consciente de tu situación, la comprende y la acepta - luego me interesé un poco más allá - ¿Qué edad tiene la pequeña? - le pregunté - Por lo demás, lo entiendo: Es consciente de lo que usted es, pero no de las barbaridades que podemos llegar a hacer. Es normal que quiera mantenerla alejada del teatro de los vampiros.

Creo que tardé un par de segundos más en escuchar el ruido. Par aquel entonces, mi compañero ya estaba alerta y mirando en la oscuridad intentando vislumbrar más allá de lo que nuestros ojos podían ver. Intentando descifrar que se escondía allí, si era peligroso y sobre todo si era hostil.

El ruido de desgarro y resquebrajamiento de huesos fue acompañado de un gruñido además de una respiración jadeante y demasiado sonora para ser humana. Yo también me coloqué más tensa, intentando ver más allá pero sin llamar demasiado la atención.

De repente, a la luz salió una pata peluda y larga: Era otro hombre lobo. Sólo que, al parecer, todavía no nos había visto. Estaba demasiado ocupado devorando a algún desgraciado que se había cruzado en su camino.

por **William D. Rhys** Sáb Sep 19, 2015 6:04 am

Asentí cuando me preguntó, con un tono casi que apenas se podía creer lo que le estaba diciendo. Reí por su broma.
-Lo más probable es que la haya visto, si ha estado alguna vez en Londres o Gales. -era verdad. Había perdido el control lo suficiente para alarmar a más de una ciudad aunque rápidamente se olvidaban de las muertes. Es lo que tenía vivir de una ciudad más o menos grande y con tantos cadáveres que aparecían en la costa o en algún río. No era común que la gente apareciera muerta, a no ser que fueran pordioseros. Cosa que ni si quiera le interesaba saber si de verdad ha muerto de frío o que le habían matado por ajuste de cuentas. A nadie le interesaba investigar por esas pobres personas. -Gracias a eso, supe cual es mi límite y cuando podía aguantar, obviamente aquellas personas que pasaban a mi lado en ese momento cuando perdía el control tenían muy mala suerte. A veces tal solo eran culpa de unos centímetros, o porque tuvieran algo de fiebre o simplemente la dirección del viento. Condiciones dadas en el peor y último momento de sus vidas mortales. -una parte me daban pena, tenían familia y hasta que no tuve a Arya conmigo no me di cuenta hasta donde podía llegar el horror de perder a alguien amado. Sin embargo, veía a esas personas como sacrificios necesarios para no volver a perder el control hasta el punto de matar a más personas. -Usted solo tiene que avisarme y me mantendré a su lado. -le dije con sinceridad.
Le relaté un poco lo sucedido con mi hermano, y mi familia. No era algo que mantuviera en secreto, nuestra relación podía ser mala y tirante, pero una parte de mí siempre les querría aunque fuera de una manera algo superficial seguramente.
-¿Una Biblia? -aventuré había tantos libros sagrados por el mundo y cada religión pensaba que era la correcta, en su momento hubo ese problema de ver cual de ambas religiones era la verdadera, intentando ponerse una encima de otra mediante la guerra. Los humanos a veces no tenían nada mejor que hacer que alzar las armas y matarse entre ellos. -No puedo decir que sufrí, puede que sean unas palabras demasiado duras, pero que discutí mucho y me enojé de la misma manera, eso si se lo puedo decir. Porque mis padres, aunque fueran exigentes y a veces injustos, nunca me privaron de nada. -le expliqué. Es cierto que querían que fuera como mi hermano, cuando llegué a ser mejor que él en varios aspectos, y aun así ellos no veían ese esfuerzo.
Le aseguré que era bienvenida cuando terminara por fin de instalarme en nuestro nuevo hogar, de paso, encontrar alguna criada que pudiera ser de confianza para la pequeña Arya. Lo más probable es que ella misma la elegiría y yo me encargaría de que todas fueran humanas, para que la niña no tuviera demasiado motivos para asustarse de ellas.
-Sin duda es el sol que le falta a mi existencia. -le aseguré a la muchacha que caminaba a mi lado, que ahora se había convertido en una perfecta compañera para pasear y disfrutar de la noche. Esas horas que solo podemos disfrutar realmente, ya que habíamos sido privados de la hora de sol por nuestra nueva naturaleza. De pronto, escuchamos unos sonidos que eran capaces de ponerme los pelos de punta a un ser tan viejo y tan muerto como yo.
Nunca era bueno escuchar esa clase de sonido, y mucho menos en una luna llena. Mi cuerpo reaccionó por si solo, me detuve y me puse en tensión por completo. Los huesos, se rompían, la carne se desgarraba y la sangre caía en el suelo como si fueran balas que salían del cañón de una pistola. Sin más, como si me estuvieran leyendo mis sospechas. una pata salió a la luz. Dejándonos comprobar que realmente se trataba de un licántropo que devoraba a un ser humano. Otra persona que no ha tenido demasiado suerte y pasó por el lugar equivocado. Cogí a la muchacha del brazo, con mano de hierro pero con delicadeza, como solía hacer con mi hija aunque obviamente tuve que ejercer algo más de fuerza con Catalina que con Arya, esta primera era una inmortal, como yo, así que no era tan fácil moverla. Comencé a retroceder, despacio, sin hacer ningún ruido y agarrando a la muchacha para que se diera cuenta que intentaba retroceder, y que ella también lo hiciera. No obstante, el cuerpo tendido en el suelo cobró algo de vida y nos pidió ayuda con voz ahogada. Los ojos del humano eran cristalinos, con la boca llena de sangre, lo que provocó que su voz saliera de manera ahogada. De pronto, ya no hubo más latidos, sino el de la criatura que estaba matando al humano, sus últimas palabras habían sido de ayuda pero ya era demasiado tarde para hacerlo.
Las palabras del ahora muerto, consiguió levantar la curiosidad de la criatura sin razón. Allí estábamos. mirando a los ojos a un hombre lobo, que ahora exhibía los dientes de manera feroz y escurriendo de ellos la sangre de su última presa. Me percaté de como tensaba los músculos antes para saltar, justo cuando estaba en al aire empujé a mi acompañante a un lado para que no la alcanzara, mientras que yo saltaba hacia otro. El problema de aquello, es que no sabía si había usado la suficiente fuerza para apartar la inmortal y que el licántropo no la alcanzara, estaba acostumbrado a controlar mi fuerza por mi hija, no sabía si la fuerza que empleé con mi acompañante de aquella noche fue suficiente para apartarla de la trayectoria. El licántropo aterrizó en el suelo abriendo sus fauces con toda la intención de atacar.

Lo siento:

por **Catalina De Aragón** Lun Sep 21, 2015 1:44 am

Habló de los lugares donde habían sido conscientes o al menos se había divulgado, aunque fuera sin ningún motivo aparente, sus muertes. Lugares que seguramente fueran completamente diferentes al que ahora nos acogía, lugares con sus culturas, sus gentes y sus costumbres.

- No he tenido el placer de moverme por esas tierras - admití ligeramente avergonzada - Es más, nunca antes había salido de España. En 300 años nunca había tenido la necesidad de conocer otros mundo hasta que fui exiliada de aquel que me vio nacer - mi mirada se tiñó de nostalgia, de unos recuerdos que sería difícil de olvidar - Es raro tener que separarte de aquello que te ha acogido durante tanto y tanto tiempo. Aquel lugar que has visto evolucionar con el paso del tiempo, que has seguido sus cambios. Para mi, mi hogar ha sido mi familia, podría decirse incluso que ha sido como mi hijo. Aunque claramente no he tenido tantas posibilidades de encauzarle como quisiera.

Su manera de explicar su duelo era magnifica, parecía haber gozado de aquel autocontrol siempre más allá de haberlo adquirido con esfuerzo y dedicación. Le escuchaba y cada palabra que seguía a la anterior me dejaba aún más sorprendida.

- A veces, todo son momentos puntuales que hacen que las cosas pases. Quizás fuera algo que tenía que pasar y que, el destino los colocaba allí. Al igual que el mismo mencionado ha querido que me encontrara con el hombre lobo esta noche - aclaré mi postura dejando escapar una leve sonrisa.

Cuando habló del libro en si y le puso nombre, se me iluminó el rostro como si hubiera encontrado algo que había perdido mucho tiempo atrás.

- Si, exactamente. Llevo tanto tiempo aislada de esas falacias humanas que se me olvidan los nombres de los libros de culto - añadí dando a entender un punto de vista totalmente ateo más allá de la redundancia que provocaba mi existencia - Entiendo. En ningún momento he pensado que su historia fuera similar. Simplemente lo mencionaba porque me ha recordado a ella - esperé unos segundos antes de continuar, pensativa y perdida de nuevo entre los recuerdos - Yo tuve un hermano... bueno más bien el tenía una hermanastra - puntué - Viví con él mucho tiempo pero él jamás supo que corría la misma sangre por nuestras venas - en ningún momento eso me había importado. Pero hablando de hermanos, la situación me había recordado mi pasado.

- Sólo echamos de menos aquello que se nos he arrebatado. Me alegro que haya encontrado el modo de suplirlo en los ojos de esa niña que la acompaña - sentí un poco de envidia al escucharle.

El ruido que provenía del callejón tomó forma, una forma similar a la anteriormente enfrentada por mi, una forma que conocía de cerca. La herida que recientemente se había cerrado en mi vientre comenzó a doler de nuevo, incluso diría que a palpitar. Por un instante, sentí que me quedaba clavada en el sitio, presa del miedo y la desorientación.

El ser se preparó y saltó contra nosotros. William me empujó, pero su fuerza apenas me desplazó un metro y sentí como aquel animal se abalanzaba sobre mi con las fauces y las garras preparadas para acabar conmigo, para desgarrarme y arrancarme la vida que vivía en la muerte. Sentí el peso de mi existencia sobre los hombros, la necesidad de aferrarme a ella y, cerrando el puño, le golpeé lateralmente el hocico con todas mis fuerzas haciendo que su rumbo cambiara y cayera al suelo para levantarse al instante sin apenas haber sufrido daño. Yo, sin embargo, tenía todo el puño desgarrado por sus fauces.

- Parece que han decidido salir todos esta noche...

off:

por **William D. Rhys** Dom Sep 27, 2015 9:16 am

-Siento decírselo, pero se ha perdido un mundo extravagante y llenos de peculiaridades. -le aseguré. -No obstante, entiendo a la perfección el deseo de quedarse en la tierra natal de uno. -comenté pensando en Gales. Aquella tierra donde solo se extendía campos verdes y la lluvia humedecía la tierra. Es cierto que a pesar de mis viajes solía echar de menos la tierra en la que nací y crecí hasta los veintiún años. A veces podía cerrar los ojos y recordar todo de aquel lugar, su olor, la textura de la hierba y la visión del paraje que se podía ver desde la ventana de mi dormitorio. Lo más probable es que mis recuerdos no le hacían justicia a la realidad. Pensar en ello me daban ganas de volver, mas le había prometido a mi hija que nos quedaríamos un tiempo en París sin contar que mi casa estaba en alquiler por la que pedía una generosa renta. Ese era una de las fuentes de nuestros ingresos, a parte de ayudar de aquí para allá con informes y acumulación de fortuna a lo largo de estos casi tres siglos. -Los hijos, a veces, toman caminos distintos a los que nosotros deseamos y en ese momento solo podemos esperar a que, si lo han pasado mal durante el camino, lleguen a la cima con la lección aprendida.
Reí.
-Eso es cierto, pero siempre he pesado la suerte que tiene algunos y la poca que tienen otros. -porque las cosas eran así. Saber que unas personas solo se han salvado por la dirección del viento y otras no, o por haber pasado un segundo antes cerca de mí y el muerto paso un segundo después. Sin duda, esas personas que se han salvado por eso han tenido más que suerte. Seguramente para ellos, su Dios ha estado ahí para protegerlos. No sería un mal motivo si no fuera por el hecho que solía dudar a menudo de la presencia de ese ente invisible para los ojos de todos y que debías creer por pura inercia. -No sé si se debe creer en el destino o no, cuando era humano estaba seguro de que el único final en común para todos era la muerte e incluso me equivoque con eso. Tengo 270 años y sigo relativamente vivo, por lo tanto, no creo demasiado en un destino predeterminado. Somos nosotros los que creamos nuestro destino a medida que avanzamos, siempre tenemos opciones y según esas opciones nos forjamos un presente y un futuro.
Me habló de un libro religioso, pero en aquel mundo habían demasiados, reclamando toda la tierra del planeta como suyo y condenando a todas esas personas que no creían en ellos a una aniquilación inminente cuando el fin del mundo se acercara. Por el país en el que nació solo podía venir a la cabeza que era la Biblia, ya que esos libros eran los menos que me llamaban para leer. Nunca me había interesado los desvaríos de un grupo de personas que se creían lo que predicaban. Asentí cuando me dijo que en realidad solo mis memorias le habían recordaba a esa historia en concreto de aquel dichoso libro, y por lo que dijo con anterioridad dejaba claro su postura ante la biblia. Creía tanto en las palabras sagradas, como si le juraba que había visto a un humano con tres brazos, con pechos de mujer, colgándole un pene bajo su corta falda y con un cuerno en la frente. Cosas tan fantásticas que se necesitabas más que la imaginación para creer. La miré al escuchar sobre su situación familiar y como él nunca supo nada. -Eso si que es una desgracia, siempre y cuando tuvieran una relación. ¿Por qué nunca le dijo la verdad? -le pregunté con curiosidad. Mi hermano y yo nos llevábamos tan mal por el simple hecho de que ninguno de los dos se cortaba a la hora de censurar al otro. La verdad ante todo, eso era lo que predicaba mi hermano y es lo que obtuvo de mí. La diferencia es que yo si decía toda la realidad, y él solo contaba lo que más le interesaba. -Lo peor de toda esta situación, es que antes de que viniera no sentía que me faltara algo. Ahora que lo tengo, si me arrebatan a mi pequeña sé a la perfección que una parte de mí se irá con ella. -tenía bien claro que cualquiera que tocara a mi hija tendría una muerte larga y dolorosa. Intentaba delante de ella ser lo más civilizado posible, pero no era un humano, era un monstruo. Aunque con ella no tenía motivos para ser un verdadero monstruo.
De pronto, un ruido desgarrador llego a nuestros oídos. Era totalmente desagradable. Sabía que ese sonido no traía nada bueno detrás de él. Vimos el culpable de todo aquello, otro hombre lobo. La ciudad estaba infectada de criaturas, a penas me podía creer que tantas criaturas sobrenaturales que se podían concentrar en una ciudad tan grande. Aferraba al brazo de la muchacha con fuerza, o eso me parecía a mí. El licántropo se fijo en nosotros y rápidamente se colocó para saltar sobre nosotros. Intenté apartar a la muchacha de la trayectoria del animal, no obstante estaba tan acostumbrado a usar una fuerza menor con mi hija que no conseguí mover a la inmortal. El hijo de la luna cayó encima de la otra hija de la noche, pero nada más acercarse a ella, la muchacha soltó un puñetazo desviando la trayectoria de la criatura. Me coloqué al lado de la mujer, escuchando su comentario.
-Eso parece. -confirmé mientras que el ser seguía gruñiendo en nuestra dirección. Antes de acercarse a nosotros de nuevo. Esta vez adelanté un par de pasos y me deslicé por debajo del lobo cuando este saltaba. Coloqué mis manos por debajo de su cuerpo y lo lanzaba al otro lado de la calle, cayendo al interior del canal del río. Dudaba mucho que las cosas se acabaran allí. -¿Cómo estás? -le pregunté a la muchacha, oliendo ese olor tan pesado de la sangre muerta que corría por nuestras venas.

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