AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sangre por sangre - Libre -
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Sangre por sangre - Libre -
Recuerdo del primer mensaje :
Una nueva noche en mi vida. Una noche más en la que recorrer aquellas calles llenas de vida, de historias y recuerdos que poco a poco se iban formalizando en mi cabeza a raiz que pasaba el tiempo.
No había Luna aquella noche o, si la había, estaba suficientemente oculta tras las nubes como para poder verla. Sólo alguna estrella dispar se colaba entre el algodón y mostraba su brillo a través de la luz de las calles. Algunos coches de caballos aún realizaban sus trayectos antes de que los cocheros marcharan a dormir y había un olor en el aire que mezclaba la noche con el agua, un olor a tierra mojada que amenazaba con la lluvia en las próximas horas.
Había salido, no me quedaba más remedio. Las últimas noches me había mantenido ocupada encerrada en casa con temas demasiado humanos. Las propiedades tenían que ser firmada y los papeles puestos en orden. Nada de eso existía en la época en la que nací y la verdad, no entendía la necesidad en la que corría.
Por esa razón: tenía hambre. Llevaba un par de días sin alimento y la bestia atada en mi interior clamaba alimento, sustento para mantener sus cadenas anudadas a sus muñecas, para no salir y tomar el control de mi transformándome en la peor versión de mi misma. Mi rostro se mostraba más blanco que de costumbre y sentía como los ojos se me habían metido un poco más en las cuencas, dando así un aspecto aún más calaverico. Pero... ¿Qué esperaba?¡Estoy muerta! Lo único que me mantiene despierta es el alimento y si me privo de el... pues sólo queda abrazar a la parca y esperar que sea compasiva con esta hija de satanas máldita poro Dios.
Había llegado a la zona más poco frencuentada por gente de bien. En los callejones era el lugar donde podría encontrar quizás algún alma perdida a la cual tomar y sacia mi apetito. No era un lugar para alguien como yo, lo se. Pero cuando la necesidad es tan acuciante, no se puede andar haciendo ascos a las cosas. Se debe intentar cubrir la necesidad lo más rápido posible. De ese modo viviré otro día para contarlo.
No había demasiada gente como era de suponer, no era un lugar en el que estar a esas horas de la noche. No obstante, después de un primer impacto negativo, perseveré en mi búsqueda durante un rato más, esperando que al segundo intento hubiera más suerte.
Al parecer, si rezas de vez en cuando alguien te escucha. A mis oídos llegó el sonido de una monedas, separadas una por una y perfectamente contadas para no equivocarse. Sentada en una escalera había una joven de unos 30 años, vestida con ropajes de clase baja y una cesta a su lado con algún tipo de alimento. Contaba seguramente lo que habían sido los beneficios que había conseguido aquel día. Al sentir mis pisadas, levantó la cabeza y al verme, su rostro se mostró preocupado.
- Madame ¿Se encuentra bien? - preguntó.
No, la verdad es que no me encontraba nada bien. Las fuerzas me flaqueaban y el sentir el aroma cálido de su sangre había despertado la necesidad depredadora en mi. Sin pensarlo, apoyé mi mano en una de las paredes para evitar que mi cabeza siguiera dando vueltas sin control.
- ¿Puedo hacer algo para ayudarla?¿Desea que llame a alguien? - siguió preguntando mientras dejaba el dinero a un lado y venía a socorrerme.
A veces, la bondad de algunas personas, rayaba la estupidez hasta tal grado que me daba incluso pena beber de ellos. Este por suerte no era el caso, tenía demasiado hambre.
- No se preocupe - contesté mientras intentaba ponerme de nuevo en pie. Fallé y me precipité hacia delante. Por suerte, allí estaba la dama para sujetarme en mi caída.
- La tengo - la escuché en mi oído cuando consiguió frenar en movimiento descendente.
Yo ya no veía más que su carótida palpitando, esperando por mi. Rodeé su cintura con una mano y tomé apoyo con los pies. Deslicé la mano hasta su pelo y tiré de el descubriéndo su cuello. Luego simplemente clavé los dientes en esa piel blanca que clamaba mi nombre.
Comencé a beber, a saciar a mi bestia mientras sus gemidos se hacían presentes, el dolor estaba acallado por la violencia con la que la había tomado, no había llanto, ni gritos, sólo sonidos lastimeros.
- ¡¡Sanguijuela!! - sonó estrepitosamente a mis espaldas.
Me giré y dejé caer el cuerpo inerte de la joven al suelo, no muerto pero si entre ambos mundos. Yo por mi parte, tenía todo el rostro manchado de sangre y parte de mi vestido también gozaba de un color rojizo a causa del líquido.
No sabía que había pasado, ni quien era el joven aquel. Me fijé en su aura pero no la reconocí: no era un vampiro. Gruñó y su cuerpo comenzó a transformarse en una masa de pelo enorme con forma de lobo. Jamás había visto un licántropo, aquella noche los conocí.
Le mostré los colmillos en señal de amenaza, como muestra de que no pensaba amedrentarme. Él gruñó más fuerte, mostrándome toda su dentadura, bastante más prominente que la mía y sentí un escalofrío que me recorrió toda la espalda.
En ese momento supe que no podía ganar aquella batalla.
Saltó y descargó un golpe que me rajó todo el vestido por delante a la altura del vientre y abrió tres surcos en mi piel de la que comenzó a brotar sangre en pequeñas dosis. Para mi, aquel había sido el peor golpe que había recibido en 300 años. Me tuve que morder la lengua para no gritar. Descargó un segundo golpe y un tercero, por suerte era bastante predecible y conseguí esquivarlos a tiempo.
Sonó un ruido al otro lado del callejó y, por un momento se distrajo. Tiempo suficiente para salir huyendo de allí lo más rápido que pude. Corrí calle tras calle, sin ningún rumbo fijo y sin saber realmente donde me estaba metiendo. Corrí hasta que dejé de sentir su presencia, fuera cierto o no. Corrí hasta que me apoyé en una de las paredes y jadeé como si aún respirara, como si estuviera cansada. Mientras apoyaba la mano en mi vientre intentando que poco a poco, la sangre que había bebido, cerrara la herida provocada.
Una nueva noche en mi vida. Una noche más en la que recorrer aquellas calles llenas de vida, de historias y recuerdos que poco a poco se iban formalizando en mi cabeza a raiz que pasaba el tiempo.
No había Luna aquella noche o, si la había, estaba suficientemente oculta tras las nubes como para poder verla. Sólo alguna estrella dispar se colaba entre el algodón y mostraba su brillo a través de la luz de las calles. Algunos coches de caballos aún realizaban sus trayectos antes de que los cocheros marcharan a dormir y había un olor en el aire que mezclaba la noche con el agua, un olor a tierra mojada que amenazaba con la lluvia en las próximas horas.
Había salido, no me quedaba más remedio. Las últimas noches me había mantenido ocupada encerrada en casa con temas demasiado humanos. Las propiedades tenían que ser firmada y los papeles puestos en orden. Nada de eso existía en la época en la que nací y la verdad, no entendía la necesidad en la que corría.
Por esa razón: tenía hambre. Llevaba un par de días sin alimento y la bestia atada en mi interior clamaba alimento, sustento para mantener sus cadenas anudadas a sus muñecas, para no salir y tomar el control de mi transformándome en la peor versión de mi misma. Mi rostro se mostraba más blanco que de costumbre y sentía como los ojos se me habían metido un poco más en las cuencas, dando así un aspecto aún más calaverico. Pero... ¿Qué esperaba?¡Estoy muerta! Lo único que me mantiene despierta es el alimento y si me privo de el... pues sólo queda abrazar a la parca y esperar que sea compasiva con esta hija de satanas máldita poro Dios.
Había llegado a la zona más poco frencuentada por gente de bien. En los callejones era el lugar donde podría encontrar quizás algún alma perdida a la cual tomar y sacia mi apetito. No era un lugar para alguien como yo, lo se. Pero cuando la necesidad es tan acuciante, no se puede andar haciendo ascos a las cosas. Se debe intentar cubrir la necesidad lo más rápido posible. De ese modo viviré otro día para contarlo.
No había demasiada gente como era de suponer, no era un lugar en el que estar a esas horas de la noche. No obstante, después de un primer impacto negativo, perseveré en mi búsqueda durante un rato más, esperando que al segundo intento hubiera más suerte.
Al parecer, si rezas de vez en cuando alguien te escucha. A mis oídos llegó el sonido de una monedas, separadas una por una y perfectamente contadas para no equivocarse. Sentada en una escalera había una joven de unos 30 años, vestida con ropajes de clase baja y una cesta a su lado con algún tipo de alimento. Contaba seguramente lo que habían sido los beneficios que había conseguido aquel día. Al sentir mis pisadas, levantó la cabeza y al verme, su rostro se mostró preocupado.
- Madame ¿Se encuentra bien? - preguntó.
No, la verdad es que no me encontraba nada bien. Las fuerzas me flaqueaban y el sentir el aroma cálido de su sangre había despertado la necesidad depredadora en mi. Sin pensarlo, apoyé mi mano en una de las paredes para evitar que mi cabeza siguiera dando vueltas sin control.
- ¿Puedo hacer algo para ayudarla?¿Desea que llame a alguien? - siguió preguntando mientras dejaba el dinero a un lado y venía a socorrerme.
A veces, la bondad de algunas personas, rayaba la estupidez hasta tal grado que me daba incluso pena beber de ellos. Este por suerte no era el caso, tenía demasiado hambre.
- No se preocupe - contesté mientras intentaba ponerme de nuevo en pie. Fallé y me precipité hacia delante. Por suerte, allí estaba la dama para sujetarme en mi caída.
- La tengo - la escuché en mi oído cuando consiguió frenar en movimiento descendente.
Yo ya no veía más que su carótida palpitando, esperando por mi. Rodeé su cintura con una mano y tomé apoyo con los pies. Deslicé la mano hasta su pelo y tiré de el descubriéndo su cuello. Luego simplemente clavé los dientes en esa piel blanca que clamaba mi nombre.
Comencé a beber, a saciar a mi bestia mientras sus gemidos se hacían presentes, el dolor estaba acallado por la violencia con la que la había tomado, no había llanto, ni gritos, sólo sonidos lastimeros.
- ¡¡Sanguijuela!! - sonó estrepitosamente a mis espaldas.
Me giré y dejé caer el cuerpo inerte de la joven al suelo, no muerto pero si entre ambos mundos. Yo por mi parte, tenía todo el rostro manchado de sangre y parte de mi vestido también gozaba de un color rojizo a causa del líquido.
No sabía que había pasado, ni quien era el joven aquel. Me fijé en su aura pero no la reconocí: no era un vampiro. Gruñó y su cuerpo comenzó a transformarse en una masa de pelo enorme con forma de lobo. Jamás había visto un licántropo, aquella noche los conocí.
Le mostré los colmillos en señal de amenaza, como muestra de que no pensaba amedrentarme. Él gruñó más fuerte, mostrándome toda su dentadura, bastante más prominente que la mía y sentí un escalofrío que me recorrió toda la espalda.
En ese momento supe que no podía ganar aquella batalla.
Saltó y descargó un golpe que me rajó todo el vestido por delante a la altura del vientre y abrió tres surcos en mi piel de la que comenzó a brotar sangre en pequeñas dosis. Para mi, aquel había sido el peor golpe que había recibido en 300 años. Me tuve que morder la lengua para no gritar. Descargó un segundo golpe y un tercero, por suerte era bastante predecible y conseguí esquivarlos a tiempo.
Sonó un ruido al otro lado del callejó y, por un momento se distrajo. Tiempo suficiente para salir huyendo de allí lo más rápido que pude. Corrí calle tras calle, sin ningún rumbo fijo y sin saber realmente donde me estaba metiendo. Corrí hasta que dejé de sentir su presencia, fuera cierto o no. Corrí hasta que me apoyé en una de las paredes y jadeé como si aún respirara, como si estuviera cansada. Mientras apoyaba la mano en mi vientre intentando que poco a poco, la sangre que había bebido, cerrara la herida provocada.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/08/2015
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Re: Sangre por sangre - Libre -
- No dudo de ello - fue la respuesta que obtuvo acerca de haberme perdido cosas mágicas y extravagantes por el hecho de haber permanecido en mi lugar de nacimiento - Pero como en todo el mundo, hay gente que es viajera y gente que es sedentaria. A mi había algo que me retenía allí. Quizás fuera la necesidad de aferrarme a lo conocido y el miedo a lo desconocido. Quizás el hecho de que mi pasado había quedado inconcluso y por eso no sentía que simplemente lo podía dejar ahí y seguir adelante. Pueden ser demasiadas cosas... - dije de seguido mientras me mostraba pensativa, evocando imágenes de ese pasado que aún me perseguía y que tenía claro que ya no podía cambiar. No podía hacer que mi hermanastro fallecido al igual que mi padre y todos los que me conocían, supieran quien era y de donde venía. No, ya no, ya sólo podía vivir con ello.
Habló de los hijos y la verdad es que me sentí con la necesidad de hablarle de mi punto de vista, de lo que sentía acerca de ese tema, de lo que me evocaba su historia.
- Siempre tomarán un destino que no es el que se espera que tomen - reí con él - La vida es una completa disputa y más con aquellos a los que quieres - añadí - ¿Sabe? Soy una mujer antes que una vampira, aunque a veces la línea se difumine en demasía. Y siempre quise tener hijos. Supongo que el ciclo vital hace que esa necesidad se instaure en tu cabeza llegado el momento. El problema es que mis gustos... diferían un poco de lo normal y al final no llegué a consumarlo - seguí diciendo - Luego pensé en que quizás debía hacer a uno de los nuestros y tratarlo como tal. Uno más joven, uno más inocente... Todavía, algunas noches, se me pasa la idea por la cabeza. Dudo que algún día llegue a hacer semejante barbaridad condenando a un niño.
Preguntó sobre mi situación familiar y un suspiro se me escapó sin pensarlo. Caminé unos pasos y dejé que la cabeza me diera unas cuantas vueltas antes de decir aquello: nunca antes había hablado de mi vida humana antes con otra persona. Lo guardaba férreamente para mi. Pero, esta noche, daba un poco igual, podía hablar. ¿Qué podía pasar?
- Mi padre era Felipe "el hermoso" rey de España por la época que nací. Era un libertino que gozaba de todas las doncellas que podía y luego simplemente se despreocupaba. Cuando mi madre fue encita, se separó de la corte y me tuvo apartada de aquellos mundos. Al llegar a la madurez, mi madre me contó la historia y yo decidí entrar en la corte al servicio de mi hermanastro. ¿Cómo iba a decirle que éramos hijos del mismo padre? Nadie me hubiera creído... además, la reina Juana habría enloquecido aún más... - le expliqué. La verdad es que hablar de ello había resultado relajante. Sentía como si tuviera un peso menos sobre las espaldas.
Luego llegó el ataque del Licántropo y, salimos airosos de la primera embestida, conseguí apartarle y el señor Rhys, con unos movimientos ágiles y precisos, lo lanzó lejos, al canal. El sonido de la caída fue sordo y opaco, acompañados de unos gemidos de dolor por parte del animal.
- Si, si estoy bien. Sólo ha sido un rasguño - le expliqué mientras mis nudillos y dedos volvían a recomponerse poco a poco ya que la herida había sido bastante grande - Pero esto cada vez me gusta menos.
Un aullido gutural llenó la noche y a punto estuvo de helarme el alma. El sonido provenía del lugar donde había caído nuestro atacante, pero se extendía por las calles, por el cielo... No tardó demasiado en comenzar a sentirse más pasos en la noche, más ruido de garras arrastrándose y pronto aparecieron dos animales más, de entre los callejones, avisados por la llamada de socorro.
- Parece que alguien ha dejado sueltos a los perros... - dije en tono de broma mientras intentaba tener controlados a los recién llegados.
Además, del canal del fondo, estaba volviendo a salir el que había aparecido en primer lugar. Tenía sangre en el hocico y los ojos inyectados en sangre. No parecía estar precisamente de buen humor...
Habló de los hijos y la verdad es que me sentí con la necesidad de hablarle de mi punto de vista, de lo que sentía acerca de ese tema, de lo que me evocaba su historia.
- Siempre tomarán un destino que no es el que se espera que tomen - reí con él - La vida es una completa disputa y más con aquellos a los que quieres - añadí - ¿Sabe? Soy una mujer antes que una vampira, aunque a veces la línea se difumine en demasía. Y siempre quise tener hijos. Supongo que el ciclo vital hace que esa necesidad se instaure en tu cabeza llegado el momento. El problema es que mis gustos... diferían un poco de lo normal y al final no llegué a consumarlo - seguí diciendo - Luego pensé en que quizás debía hacer a uno de los nuestros y tratarlo como tal. Uno más joven, uno más inocente... Todavía, algunas noches, se me pasa la idea por la cabeza. Dudo que algún día llegue a hacer semejante barbaridad condenando a un niño.
Preguntó sobre mi situación familiar y un suspiro se me escapó sin pensarlo. Caminé unos pasos y dejé que la cabeza me diera unas cuantas vueltas antes de decir aquello: nunca antes había hablado de mi vida humana antes con otra persona. Lo guardaba férreamente para mi. Pero, esta noche, daba un poco igual, podía hablar. ¿Qué podía pasar?
- Mi padre era Felipe "el hermoso" rey de España por la época que nací. Era un libertino que gozaba de todas las doncellas que podía y luego simplemente se despreocupaba. Cuando mi madre fue encita, se separó de la corte y me tuvo apartada de aquellos mundos. Al llegar a la madurez, mi madre me contó la historia y yo decidí entrar en la corte al servicio de mi hermanastro. ¿Cómo iba a decirle que éramos hijos del mismo padre? Nadie me hubiera creído... además, la reina Juana habría enloquecido aún más... - le expliqué. La verdad es que hablar de ello había resultado relajante. Sentía como si tuviera un peso menos sobre las espaldas.
Luego llegó el ataque del Licántropo y, salimos airosos de la primera embestida, conseguí apartarle y el señor Rhys, con unos movimientos ágiles y precisos, lo lanzó lejos, al canal. El sonido de la caída fue sordo y opaco, acompañados de unos gemidos de dolor por parte del animal.
- Si, si estoy bien. Sólo ha sido un rasguño - le expliqué mientras mis nudillos y dedos volvían a recomponerse poco a poco ya que la herida había sido bastante grande - Pero esto cada vez me gusta menos.
Un aullido gutural llenó la noche y a punto estuvo de helarme el alma. El sonido provenía del lugar donde había caído nuestro atacante, pero se extendía por las calles, por el cielo... No tardó demasiado en comenzar a sentirse más pasos en la noche, más ruido de garras arrastrándose y pronto aparecieron dos animales más, de entre los callejones, avisados por la llamada de socorro.
- Parece que alguien ha dejado sueltos a los perros... - dije en tono de broma mientras intentaba tener controlados a los recién llegados.
Además, del canal del fondo, estaba volviendo a salir el que había aparecido en primer lugar. Tenía sangre en el hocico y los ojos inyectados en sangre. No parecía estar precisamente de buen humor...
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/08/2015
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Re: Sangre por sangre - Libre -
-Puede ser. -dejé el comentario ese en el aire, porque solo ella era capaz de decidir cual fue el motivo para quedarse en España. -Yo supe que tenía una oportunidad para viajar, y lo más probable es que, incluso siendo humano hubiera terminado por viajar por todos los lugares hasta que alguna enfermedad exótica me matara. -reí. -Siempre es una posibilidad con altos porcentajes. -siendo humano siempre me daba un poco de miedo morir a manos de una enfermedad desconocida por esos país que tanto me gustaría visitar, no obstante siempre había tenido claro que valía la pena arriesgarse. Es cierto que comprendía esa necesidad de quedarse en la tierra natal, yo mismo la tenía, pero aun así, el deseo de viajar era todavía mucho más fuerte. Y, a pesar de eso, seguía volviendo a Gales para ver el lugar una vez más. Saqué un poco el tema de los hijos por un comentario que dijo, y escuché atentamente a lo que me decía.
-¿Gustos que difieren de lo normal? -no encontraba la relación de los gustos con el tema de los hijos antes de escuchar el tema de consumarlos. -Entiendo. -dije comprendiendo por fin los gustos de la muchacha, no era nada raro encontrar a vampiros que le gustasen el mismo género o que le gusten los dos. -Seguramente ya se habrá dado cuenta, pero siento una gran curiosidad por todo aquello que no entiendo o que no sé. -le comencé a decir algo lejano de aquellas calles parisinas. -En uno de mis viajes conocía a un vampiro más viejo que nosotros, no sé exactamente cuanto más. Sin embargo, se me insinuó. -le expliqué. -Por un momento me escandalice, que los demás tuvieran esos gustos no lo veía problema mas no podía imaginarme tener ese tipo de relaciones con otro hombre. Sin saber demasiado como, acabó convenciéndome de intentarlo, en realidad sí lo sé. Me convenció con está simple pregunta: ¿Cómo sabes que no te gusta si no lo has probado? -me encogí de hombros. -No pude terminar lo que empezamos porque descubrí que nada funcionaba, en términos llanos. Amo únicamente a la anatomía femenina. -concluí mi pequeño relato. Puedo decir que fue una experiencia interesante, aunque con un resultado desastroso. -Y volviendo al tema de los hijos. Por experiencia propia, no es necesario consumarlo para querer a alguien de ese modo. Obviamente yo no pude, y sé perfectamente que esa niña es mi hija. -reflexioné un momento por lo que acababa de decir. -Es una posibilidad, pero los niños demasiados pequeños no son capaces de sobrevivir al abrazo, y sinceramente, es como usted ha dicho, una barbaridad. Privarle de ese modo el futuro a una criatura puede ser realmente cruel, y a mí, me dan pena. En mi caso, y tal vez pueda aventurar que el suyo también, hemos vivido poco mas lo suficiente para saber que esperar del resto de las personas. Un niño no, aunque termine por madurar. Puede buscar a un acompañante dispuesto a pasar una vida con usted como si hijo, un protegido y, si el destino quiere… -la palabra destino se me resistió un poco, aun así lo dije para resumir el concepto. -pondrá a alguien en su camino al cual podrá amar como una madre. A mí me pasó, y nunca se me había pasado por la cabeza ser padre.
Hizo un comentario sobre su familia, y le pregunté por ello. Si podía saber me gustaría saber, mas no por una curiosidad insana, sino porque la muchacha parecía algo afectada y porque realmente tenía curiosidad. Y si me decía que no podía saber simplemente callaría, porque no era asunto mío y eso estaba claro. Al final, terminó por contármelo. Nada más escuchar el nombre de su padre comprendí al instante cual era el problema de todo aquello. No había nacido en esa época, sino años más tarde aun así, había estudiado lo suficiente la historia de los países que visitaba.
-Sin duda era una situación más que complicada. -comenté. -Lamento mucho que no pudiera decirle a su hermano que tenía esa posición en su vida. -la miré a los ojos. -¿Y como era la vid… -mi pregunta se quedó a medias tras escuchar un sonido escalofriante.
Nos dimos cuenta que el licántropo no hacía nada más que alimentarse de una manera siniestra, rompiendo huesos a medida que se alimentaba y desmembraba a su presa, todavía viva hasta que segundos después perdió la vida a garras del monstruo. No se podía hacer nada por él, a pesar de desear esa ayuda que nunca llegaría y que sería innecesaria. Cuando el hijo de la luna saltó hacia nosotros, intenté apartarla pero no pude. Cayó encima de ella, que lo apartó con rapidez. El cánido volvió a saltar para caer sobre nosotros, esta vez me tocó a mí. Me adelanté un par de pasos, y lo lancé hacia el río. Le pregunté por su estado.
-A mi tampoco me está gustando. -le confesé. Me acerqué a la muchacha. -Permítame. -le pedí extendiendo una mano para que me diera su mano herida. -Soy médico, entre otras cosas, pero mi mayor vocación es la medicina. -le expliqué para que no creyera que lo hacía por narcisismo. Los aullidos adornaron la noche, provenía del rió y no tardaron en escucharse mucho más aullidos repartidos por toda la ciudad. Era una mala señal, una nefasta. -Será mejor que corramos. -sugerí sutilmente, observando como nuestro amigo peludo salía del agua con sangre en la boca y los ojos totalmente rojos. -Terminemos esto. -ataqué al enemigo, Este volvió a caer a las aguas, esta vez me lleve dos fuertes arañazos en los costados. Esperaba mi ataque, noté como se resistía. Por suerte no se esperaba que tuviera tanta fuerza mi ataque, ya que perdió una de las patas por el borde del canal, cosa que hizo que cayera de nuevo. -¡Vamos! -le urgí a la muchacha para salir de allí corriendo. Solo tendríamos que adentrarnos en las zigzagueantes calles de París y después subir a los tejados y mi don serviría para esquivar a los licántropos. Me solía ayuda para encontrar a alguien, y otras para esquivarles porque sabía donde estaban de aquí a veinte kilómetros a la redonda.
-¿Gustos que difieren de lo normal? -no encontraba la relación de los gustos con el tema de los hijos antes de escuchar el tema de consumarlos. -Entiendo. -dije comprendiendo por fin los gustos de la muchacha, no era nada raro encontrar a vampiros que le gustasen el mismo género o que le gusten los dos. -Seguramente ya se habrá dado cuenta, pero siento una gran curiosidad por todo aquello que no entiendo o que no sé. -le comencé a decir algo lejano de aquellas calles parisinas. -En uno de mis viajes conocía a un vampiro más viejo que nosotros, no sé exactamente cuanto más. Sin embargo, se me insinuó. -le expliqué. -Por un momento me escandalice, que los demás tuvieran esos gustos no lo veía problema mas no podía imaginarme tener ese tipo de relaciones con otro hombre. Sin saber demasiado como, acabó convenciéndome de intentarlo, en realidad sí lo sé. Me convenció con está simple pregunta: ¿Cómo sabes que no te gusta si no lo has probado? -me encogí de hombros. -No pude terminar lo que empezamos porque descubrí que nada funcionaba, en términos llanos. Amo únicamente a la anatomía femenina. -concluí mi pequeño relato. Puedo decir que fue una experiencia interesante, aunque con un resultado desastroso. -Y volviendo al tema de los hijos. Por experiencia propia, no es necesario consumarlo para querer a alguien de ese modo. Obviamente yo no pude, y sé perfectamente que esa niña es mi hija. -reflexioné un momento por lo que acababa de decir. -Es una posibilidad, pero los niños demasiados pequeños no son capaces de sobrevivir al abrazo, y sinceramente, es como usted ha dicho, una barbaridad. Privarle de ese modo el futuro a una criatura puede ser realmente cruel, y a mí, me dan pena. En mi caso, y tal vez pueda aventurar que el suyo también, hemos vivido poco mas lo suficiente para saber que esperar del resto de las personas. Un niño no, aunque termine por madurar. Puede buscar a un acompañante dispuesto a pasar una vida con usted como si hijo, un protegido y, si el destino quiere… -la palabra destino se me resistió un poco, aun así lo dije para resumir el concepto. -pondrá a alguien en su camino al cual podrá amar como una madre. A mí me pasó, y nunca se me había pasado por la cabeza ser padre.
Hizo un comentario sobre su familia, y le pregunté por ello. Si podía saber me gustaría saber, mas no por una curiosidad insana, sino porque la muchacha parecía algo afectada y porque realmente tenía curiosidad. Y si me decía que no podía saber simplemente callaría, porque no era asunto mío y eso estaba claro. Al final, terminó por contármelo. Nada más escuchar el nombre de su padre comprendí al instante cual era el problema de todo aquello. No había nacido en esa época, sino años más tarde aun así, había estudiado lo suficiente la historia de los países que visitaba.
-Sin duda era una situación más que complicada. -comenté. -Lamento mucho que no pudiera decirle a su hermano que tenía esa posición en su vida. -la miré a los ojos. -¿Y como era la vid… -mi pregunta se quedó a medias tras escuchar un sonido escalofriante.
Nos dimos cuenta que el licántropo no hacía nada más que alimentarse de una manera siniestra, rompiendo huesos a medida que se alimentaba y desmembraba a su presa, todavía viva hasta que segundos después perdió la vida a garras del monstruo. No se podía hacer nada por él, a pesar de desear esa ayuda que nunca llegaría y que sería innecesaria. Cuando el hijo de la luna saltó hacia nosotros, intenté apartarla pero no pude. Cayó encima de ella, que lo apartó con rapidez. El cánido volvió a saltar para caer sobre nosotros, esta vez me tocó a mí. Me adelanté un par de pasos, y lo lancé hacia el río. Le pregunté por su estado.
-A mi tampoco me está gustando. -le confesé. Me acerqué a la muchacha. -Permítame. -le pedí extendiendo una mano para que me diera su mano herida. -Soy médico, entre otras cosas, pero mi mayor vocación es la medicina. -le expliqué para que no creyera que lo hacía por narcisismo. Los aullidos adornaron la noche, provenía del rió y no tardaron en escucharse mucho más aullidos repartidos por toda la ciudad. Era una mala señal, una nefasta. -Será mejor que corramos. -sugerí sutilmente, observando como nuestro amigo peludo salía del agua con sangre en la boca y los ojos totalmente rojos. -Terminemos esto. -ataqué al enemigo, Este volvió a caer a las aguas, esta vez me lleve dos fuertes arañazos en los costados. Esperaba mi ataque, noté como se resistía. Por suerte no se esperaba que tuviera tanta fuerza mi ataque, ya que perdió una de las patas por el borde del canal, cosa que hizo que cayera de nuevo. -¡Vamos! -le urgí a la muchacha para salir de allí corriendo. Solo tendríamos que adentrarnos en las zigzagueantes calles de París y después subir a los tejados y mi don serviría para esquivar a los licántropos. Me solía ayuda para encontrar a alguien, y otras para esquivarles porque sabía donde estaban de aquí a veinte kilómetros a la redonda.
William D. Rhys- Vampiro Clase Alta
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Re: Sangre por sangre - Libre -
El tema de los viajes parece apasionar a mi compañero de aquella noche. Es un mundo fácilmente atrayente pero, también, para un humano normal era una posibilidad muy lejana ya que el coste no era asumible a priori. Un campesino, dedicado a la tierra para poder comer al caer el día, simplemente no podía dejarlo y irse a la aventura. Más aún si añadimos la contrapartida de tener familia.
El tema radicaba en que yo, incluso después de haberme convertido, tampoco había dejado mi tierra natal aunque siempre había tenido la posibilidad. Más aún si añadimos el hecho de que poseía algo de capital más que suficiente para costearme un tráslado diurno dentro de mi ataúd.
- Si lo pienso bien, siempre deseé conocer mundo como ha hecho usted. No obstante de humana mis posibilidades eran remotas por no decir inexistentes - hice una pausa - Y como inmortal... Supongo que sabía o pensaba que me quedaban cosas por hacer allí en mi tierra. El problema es que el tiempo avanza y hay cosas que, si no se solucionan en un momento concreto, quedan para siempre como "tareas pendientes".
La conversación deriva en tendencias sexuales. Ya que, el tema de los hijos es un handicap para mi. llegué a tener el deseo de procrear como humana. Pero las circunstancias hicieron que los acontecimientos jamás acabaran soltando anclas en ese puerto.
Es agradable ver como, el señor Rhys, no es una persona cerrada de mente. Como explica que una vez incluso se planteó el hecho de probar con un similar aunque no llegara a ser de su gusto. Yo, sin embargo, jamás había consumado con un varón, lo que no implica no haber tenido un contacto íntimo con ese género.
- A mi también me gusta más - reí a la par que él - Supongo que son dos conceptos diferentes basados en épocas distintas - comencé - En la época que yo viví, había dos tipos de mujeres: Las que tenían suficiente posición para buscarse un marido de una clase acomodada o las que sólo podían a aspirar a conseguir algo a través de lo que tenían - era triste pero era así - Las campesinas terminaban con campesinos, mancilladas por un señor o abandonadas en las pocas tierras que trabajaran sus padres - era un concepto que había vivido durante toda mi infancia - Luego estaban las que se aventuraban a la corte. Ese era un lugar donde siempre que podían intentaban aprovecharse de ti, de tu juventud, de tu virtud... - también lo había vivido - Supongo que vivir rodeada de tanto abuso me hizo adquirir atracción por las doncellas. También le digo que ya es una práctica en mi en completo desuso - llevaba casi desde que había renacido sin haberme encontrado íntimamente con nadie.
- Supongo que si, encontraré algo o a alguien - cuando comentó que quizás el tiempo colocaría a alguien al que pudiera querer como a un hijo. El tiempo o el destino - ¿Me permite una pregunta? Es algo que se me ha pasado por la cabeza. Quizás sea desafortunado por mi parte arriesgarme a hacerla. Pero es algo que me reconcome por dentro - realmente quizás aquella pregunta acabará con la relación que acabábamos de iniciar pero guardarla para mi sería un reconcome que podría durar hasta siglos - ¿Cómo asume que ella crezca, madure y que un día muera? - le pregunté - Más aún teniendo la llave para parar ese ciclo - era un trago por el que no me gustaría volver a pasar - He visto morir a muchas personas queridas. Nunca es fácil...
El tema de mi familia parece resultar le interesante. La verdad es que es una historia peculiar y poco común, pero nada más que una historia después de tantos años.
- No hay problema, ya no. En aquel entonces tampoco pues, cuando me incorporé a la corte, mi padre ya había fallecido y mi hermano jamás creería mi versión. Después de un tiempo, dejé de verle como sangre de mi sangre para ser simplemente el rey.
A continuación llegó el ataque y todo lo que ello conllevó. El ser apenas había sufrido daño y yo ya estaba herida.
- Sólo necesitó tiempo. Pero gracias por el ofrecimiento - le dije en tono cómico pues sabía que un médico con un vampiro, podía hacer más bien poco.
Se añadieron más enemigos a la contienda. Era como si hubieran abierto una jaula y hubieran soltado a los perros. Otra embestida y ahora William también resultó herido.
Me instó a correr y apenas terminó la frase ya había iniciado la carrera. No había tiempo que perder, estábamos en minoría y menguados por dos ataque consecutivos. Sin embargo ellos parecían frescos.
El ligero tacón hacia que correr fuera una ardua tarea y, en una zancada, se partió uno de ellos, lo que me hizo caminar a desnivel y perder velocidad. Forcé que se rompiera el otro para volver a coger la suficiente para huir.
Giramos por calles y callejones hasta que creímos haberlos perdido. Apoyamos la espalda y permanecimos en silencio. Fuera se oía el paso de los animales y el sonido de sus respiraciones buscando nuestro olor.
El tema radicaba en que yo, incluso después de haberme convertido, tampoco había dejado mi tierra natal aunque siempre había tenido la posibilidad. Más aún si añadimos el hecho de que poseía algo de capital más que suficiente para costearme un tráslado diurno dentro de mi ataúd.
- Si lo pienso bien, siempre deseé conocer mundo como ha hecho usted. No obstante de humana mis posibilidades eran remotas por no decir inexistentes - hice una pausa - Y como inmortal... Supongo que sabía o pensaba que me quedaban cosas por hacer allí en mi tierra. El problema es que el tiempo avanza y hay cosas que, si no se solucionan en un momento concreto, quedan para siempre como "tareas pendientes".
La conversación deriva en tendencias sexuales. Ya que, el tema de los hijos es un handicap para mi. llegué a tener el deseo de procrear como humana. Pero las circunstancias hicieron que los acontecimientos jamás acabaran soltando anclas en ese puerto.
Es agradable ver como, el señor Rhys, no es una persona cerrada de mente. Como explica que una vez incluso se planteó el hecho de probar con un similar aunque no llegara a ser de su gusto. Yo, sin embargo, jamás había consumado con un varón, lo que no implica no haber tenido un contacto íntimo con ese género.
- A mi también me gusta más - reí a la par que él - Supongo que son dos conceptos diferentes basados en épocas distintas - comencé - En la época que yo viví, había dos tipos de mujeres: Las que tenían suficiente posición para buscarse un marido de una clase acomodada o las que sólo podían a aspirar a conseguir algo a través de lo que tenían - era triste pero era así - Las campesinas terminaban con campesinos, mancilladas por un señor o abandonadas en las pocas tierras que trabajaran sus padres - era un concepto que había vivido durante toda mi infancia - Luego estaban las que se aventuraban a la corte. Ese era un lugar donde siempre que podían intentaban aprovecharse de ti, de tu juventud, de tu virtud... - también lo había vivido - Supongo que vivir rodeada de tanto abuso me hizo adquirir atracción por las doncellas. También le digo que ya es una práctica en mi en completo desuso - llevaba casi desde que había renacido sin haberme encontrado íntimamente con nadie.
- Supongo que si, encontraré algo o a alguien - cuando comentó que quizás el tiempo colocaría a alguien al que pudiera querer como a un hijo. El tiempo o el destino - ¿Me permite una pregunta? Es algo que se me ha pasado por la cabeza. Quizás sea desafortunado por mi parte arriesgarme a hacerla. Pero es algo que me reconcome por dentro - realmente quizás aquella pregunta acabará con la relación que acabábamos de iniciar pero guardarla para mi sería un reconcome que podría durar hasta siglos - ¿Cómo asume que ella crezca, madure y que un día muera? - le pregunté - Más aún teniendo la llave para parar ese ciclo - era un trago por el que no me gustaría volver a pasar - He visto morir a muchas personas queridas. Nunca es fácil...
El tema de mi familia parece resultar le interesante. La verdad es que es una historia peculiar y poco común, pero nada más que una historia después de tantos años.
- No hay problema, ya no. En aquel entonces tampoco pues, cuando me incorporé a la corte, mi padre ya había fallecido y mi hermano jamás creería mi versión. Después de un tiempo, dejé de verle como sangre de mi sangre para ser simplemente el rey.
A continuación llegó el ataque y todo lo que ello conllevó. El ser apenas había sufrido daño y yo ya estaba herida.
- Sólo necesitó tiempo. Pero gracias por el ofrecimiento - le dije en tono cómico pues sabía que un médico con un vampiro, podía hacer más bien poco.
Se añadieron más enemigos a la contienda. Era como si hubieran abierto una jaula y hubieran soltado a los perros. Otra embestida y ahora William también resultó herido.
Me instó a correr y apenas terminó la frase ya había iniciado la carrera. No había tiempo que perder, estábamos en minoría y menguados por dos ataque consecutivos. Sin embargo ellos parecían frescos.
El ligero tacón hacia que correr fuera una ardua tarea y, en una zancada, se partió uno de ellos, lo que me hizo caminar a desnivel y perder velocidad. Forcé que se rompiera el otro para volver a coger la suficiente para huir.
Giramos por calles y callejones hasta que creímos haberlos perdido. Apoyamos la espalda y permanecimos en silencio. Fuera se oía el paso de los animales y el sonido de sus respiraciones buscando nuestro olor.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Sangre por sangre - Libre -
-Lo bueno de ser lo que somos, señora mía, es que tenemos todo el tiempo que queramos para hacer esas tareas pendiente. No obstante hay que hacerlo, sino todo el tiempo que tenemos sería en vano. -me encogí de hombros. -También otra ventaja es que podemos ahorrar mucho más que cualquier humano. Yo empecé mi viaje después de ser inmortal.
Acabamos hablando de las tendencias sexuales, después de conectar lo que me decía con un par de cosas más me di cuenta de que le gustaban las mujeres. Yo no tenía ningún problema con eso, ya que muchas personas se hacían los ofendidos por la homosexualidad cuando ya desde la antigüedad las personas solían tener relaciones con personas del mismo sexo. La memoria de la sociedad era claramente selectiva. Le acabé contando mi pequeña experiencia/experimento con otro vampiro varón. Llegué a la conclusión de que me gustaban y seguirían gustándome únicamente las mujeres. La muchacha también estuvo de acuerdo que le gustaban las mujeres, y reí. Después de eso me explicó como era la sociedad en la época en la que vivía siendo humana, casi éramos de la misma quinta aun así no sabía hasta que punto podía ser tan diferente la sociedad galesa y la sociedad española.
-Yo pertenecía a una clase media, bastante acomodada, y la verdad es que siempre me importaba bien poco las clases sociales que podía tener la dama en cuestión. -la miré a los ojos. -Se lo puedo asegurar, que a ellas también le importaba realmente poco, y más cuando deseaban otras cosas. -me encogí de hombros. Con todas las muchachas que había estado era porque ellas también querían, es cierto que yo también comprometía la virtud de muchas jóvenes, pero siempre porque ellas querían. En ese sentido era igual que mi hermano mayor, a saber donde estaba y si seguía relativamente vivo o enterrado bajo tierra desde hace casi tres siglos. -Creo que es totalmente lógico esa atracción tras ser testigo de tales sucesos. No creo que nadie sea capaz de culparla, si es que tuvieran el derecho de hacerlo. -cosa que nadie tenía el derecho. Podrías comentar, si querías, pero estaba en manos de la otra persona hacer o no hacer caso. Y lo más probable es que acabaría por ignorar todo lo que le decían. -Puede encontrar alguna compañera, seguro que no le resulta difícil, y el resto del problema, bueno… Supongo que es cuestión de práctica, como le he dicho. -le indiqué que algún día conocería a la persona indicada o lo que fuera, ya sea como hijo o como amante. Eso ya era cuestión de ver lo que el corazón deseaba, yo no sabía lo que necesitaba hasta que lo tenía y darme cuenta de lo que me faltaba. Asentí cuando dijo que si le permitía una pregunta. -Por supuesto. -no podía negarle una respuesta después de que ella contestara a todas a las mías.
Por un momento me quedé pensando en su pregunta, sin duda era una pregunta seria. Lo que significaba que merecía una respuesta como era debido.
-La verdad es que lo he pensando, mas al instante he decidido apartar esos pensamientos. -miré al cielo, en concreto a la luna que seguía sobre nuestras cabezas. Faltaba poco para que volviera a amanecer. -Sé que tengo un tiempo limitado con ella, y por eso mismo haré todo lo posible para aprovechar el tiempo. No pienso desaprovechar absolutamente nada. Cuando las canas adornen su cabello, ya veré lo que hago, mientras tanto no me voy a preocupar queda bastante tiempo para que el tiempo me la arrebate.
El tema de su familia quedó concluido, sencillamente no se lo podía decir. Las cosas eran complicadas muchas veces, y estaba seguro de que si le decía que era su hermana acabaría en el garrote. Cosas así eran sin duda injustas, pero nadie podría cambiar esas cosas. Las personas eran así, y los vampiros tampoco nos librábamos de ese tipo de cosas y esas arrogancias, de hecho, nosotros los inmortales éramos los que más pecábamos de eso. La chica aseguro que terminó por ver al monarca como eso, como su rey.
La conversación se vio drásticamente por la presencia de un hombre lobo. Nos atacó sin pensarlo dos veces, y no pude apartar a mi acompañante y resultó herida. Cuando la criatura me atacó a mí, lo tiré al río y sin poder evitarlo me acerqué a la muchacha para verle las heridas. Manías de médico, porque obviamente un ser inmortal no necesitaba las mismas atenciones que un mortal, por no decir que no necesitaban ninguna porque nos curábamos solos. Al parecer nos tocó el hombre lobo que sabía nada y escalar, porque salió y acabé embistiéndolo. Yo también acabé herido, pero no le presté demasiado atención. Indiqué que era hora de correr, sobre todo al escuchar como todos los aullidos se alzaron en la noche, amenazantes. La chica no necesitó que le dijera nada más porque comenzó a correr, en seguido me coloqué a su lado y corrimos por las calles de París, huyendo de todo aquellas fauces que casi se podían oír a la distancia, dispuestas a arrancarnos miembros y desgarrar nuestra piel a tiras. En un momento Catalina se quedó atrás, frené la carrera para comprobar que como rompía el otro tacón para seguir corriendo. Éramos rápidos, pero ellos habían sido creados para poder alcanzarnos. Conseguimos un escondite, pero seguíamos escuchando las respiraciones de los cánidos gigantes, como olfateaban. Mi cuerpo se puso en tensión al ver como se mostraba el hocico al otro lado del callejón, un aullido volvió a sonar, uno mucho más potente que el resto. La criatura que solo estaba un par de metros de distancia, a punto de descubrirnos dio media vuelta y se alejó. Las patas y garras contra el asfalto resonaron durante un par de minutos antes de que desaparecieran por completo. Solté el aire en un suspiro, apoyé toda mi espalda contra la pared y miré al cielo.
-Por los pelos. -dije. -Parece que va a amanecer dentro de poco… La acompaño hasta su casa, si así lo desea. -le comenté separándome de la pared.
Acabamos hablando de las tendencias sexuales, después de conectar lo que me decía con un par de cosas más me di cuenta de que le gustaban las mujeres. Yo no tenía ningún problema con eso, ya que muchas personas se hacían los ofendidos por la homosexualidad cuando ya desde la antigüedad las personas solían tener relaciones con personas del mismo sexo. La memoria de la sociedad era claramente selectiva. Le acabé contando mi pequeña experiencia/experimento con otro vampiro varón. Llegué a la conclusión de que me gustaban y seguirían gustándome únicamente las mujeres. La muchacha también estuvo de acuerdo que le gustaban las mujeres, y reí. Después de eso me explicó como era la sociedad en la época en la que vivía siendo humana, casi éramos de la misma quinta aun así no sabía hasta que punto podía ser tan diferente la sociedad galesa y la sociedad española.
-Yo pertenecía a una clase media, bastante acomodada, y la verdad es que siempre me importaba bien poco las clases sociales que podía tener la dama en cuestión. -la miré a los ojos. -Se lo puedo asegurar, que a ellas también le importaba realmente poco, y más cuando deseaban otras cosas. -me encogí de hombros. Con todas las muchachas que había estado era porque ellas también querían, es cierto que yo también comprometía la virtud de muchas jóvenes, pero siempre porque ellas querían. En ese sentido era igual que mi hermano mayor, a saber donde estaba y si seguía relativamente vivo o enterrado bajo tierra desde hace casi tres siglos. -Creo que es totalmente lógico esa atracción tras ser testigo de tales sucesos. No creo que nadie sea capaz de culparla, si es que tuvieran el derecho de hacerlo. -cosa que nadie tenía el derecho. Podrías comentar, si querías, pero estaba en manos de la otra persona hacer o no hacer caso. Y lo más probable es que acabaría por ignorar todo lo que le decían. -Puede encontrar alguna compañera, seguro que no le resulta difícil, y el resto del problema, bueno… Supongo que es cuestión de práctica, como le he dicho. -le indiqué que algún día conocería a la persona indicada o lo que fuera, ya sea como hijo o como amante. Eso ya era cuestión de ver lo que el corazón deseaba, yo no sabía lo que necesitaba hasta que lo tenía y darme cuenta de lo que me faltaba. Asentí cuando dijo que si le permitía una pregunta. -Por supuesto. -no podía negarle una respuesta después de que ella contestara a todas a las mías.
Por un momento me quedé pensando en su pregunta, sin duda era una pregunta seria. Lo que significaba que merecía una respuesta como era debido.
-La verdad es que lo he pensando, mas al instante he decidido apartar esos pensamientos. -miré al cielo, en concreto a la luna que seguía sobre nuestras cabezas. Faltaba poco para que volviera a amanecer. -Sé que tengo un tiempo limitado con ella, y por eso mismo haré todo lo posible para aprovechar el tiempo. No pienso desaprovechar absolutamente nada. Cuando las canas adornen su cabello, ya veré lo que hago, mientras tanto no me voy a preocupar queda bastante tiempo para que el tiempo me la arrebate.
El tema de su familia quedó concluido, sencillamente no se lo podía decir. Las cosas eran complicadas muchas veces, y estaba seguro de que si le decía que era su hermana acabaría en el garrote. Cosas así eran sin duda injustas, pero nadie podría cambiar esas cosas. Las personas eran así, y los vampiros tampoco nos librábamos de ese tipo de cosas y esas arrogancias, de hecho, nosotros los inmortales éramos los que más pecábamos de eso. La chica aseguro que terminó por ver al monarca como eso, como su rey.
La conversación se vio drásticamente por la presencia de un hombre lobo. Nos atacó sin pensarlo dos veces, y no pude apartar a mi acompañante y resultó herida. Cuando la criatura me atacó a mí, lo tiré al río y sin poder evitarlo me acerqué a la muchacha para verle las heridas. Manías de médico, porque obviamente un ser inmortal no necesitaba las mismas atenciones que un mortal, por no decir que no necesitaban ninguna porque nos curábamos solos. Al parecer nos tocó el hombre lobo que sabía nada y escalar, porque salió y acabé embistiéndolo. Yo también acabé herido, pero no le presté demasiado atención. Indiqué que era hora de correr, sobre todo al escuchar como todos los aullidos se alzaron en la noche, amenazantes. La chica no necesitó que le dijera nada más porque comenzó a correr, en seguido me coloqué a su lado y corrimos por las calles de París, huyendo de todo aquellas fauces que casi se podían oír a la distancia, dispuestas a arrancarnos miembros y desgarrar nuestra piel a tiras. En un momento Catalina se quedó atrás, frené la carrera para comprobar que como rompía el otro tacón para seguir corriendo. Éramos rápidos, pero ellos habían sido creados para poder alcanzarnos. Conseguimos un escondite, pero seguíamos escuchando las respiraciones de los cánidos gigantes, como olfateaban. Mi cuerpo se puso en tensión al ver como se mostraba el hocico al otro lado del callejón, un aullido volvió a sonar, uno mucho más potente que el resto. La criatura que solo estaba un par de metros de distancia, a punto de descubrirnos dio media vuelta y se alejó. Las patas y garras contra el asfalto resonaron durante un par de minutos antes de que desaparecieran por completo. Solté el aire en un suspiro, apoyé toda mi espalda contra la pared y miré al cielo.
-Por los pelos. -dije. -Parece que va a amanecer dentro de poco… La acompaño hasta su casa, si así lo desea. -le comenté separándome de la pared.
William D. Rhys- Vampiro Clase Alta
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Re: Sangre por sangre - Libre -
Finalmente, pareció que el perseguidor, había optado por dejarnos vivir una noche más. Algo a tener en cuenta después de todo el empeño que había puesto a la hora de buscarnos y, añadiendo a eso, el hecho de que incluso se había visto en la situación de llamar a más de sus "compañeros" para darnos caza.
Quizás fuera que eramos más rápidos o quizás más listos. O puede que lo único que habíamos tenido era suerte. Sea como fuere, escuchamos con cierto alivio como se fue alejando hasta perderse de nuevo en la noche parisina. Seguramente, si el destino hacía que cualquier desagradecido se encontrara con él en el poco tiempo que distaba hasta que la Luna se ocultara, correría la suerte que nosotros acabábamos de eludir.
Poco a poco nos fuimos relajando y la tensión generada, disipándose. Primero se separó él del refugio de la pared y seguidamente, cuando vi que el peligro había pasado a ciencia cierta, lo hice yo. Miré mis manos viendo como habían sanado por completo y las moví inconscientemente para comprobar la movilidad plena de las mismas: estaban en perfecto estado.
A continuación, escuché su proposición de acompañarme a mi hogar, seguramente para cerciorarse de que llegaba al mismo de un modo seguro y en una pieza. Le sonreí pues, hasta el momento, no había hecho otra cosa que cuidar de mi y eso era de agradecer entre seres tan egoístas y egocéntricos como eramos los vampiros.
- Se lo agradecería de buen grado - le contesté tomando la iniciativa y siendo yo ahora la que pasaba el brazo por el suyo - Más que nada por compartir un rato más su compañía - luego cambié mi rostro a uno más preocupado, siendo consciente de algo que no había tenido en cuenta - Pero... ¿Está seguro de que podrá llegar a su hogar igual de bien después dejarme a mi con el amanecer tan cerca? - le pregunté. En caso de que su casa quedara muy lejos, le sería completamente imposible llegar hasta ella antes de que los rayos de Sol escaparan de la cárcel del horizonte.
Comenzamos a caminar y intenté retomar alguna conversación anterior para que nuestra marcha fuera amena y sobre todo, para saber más de aquella extraña relación que tenía con su hija. ¿Era envidia? puede ser. Que alguien dependa de ti siempre es bueno, te da una posición de poder que es difícil de igualar. Pero el problema es que suele ser recíproco: esa persona depende de ti por una razón en concreto pero tú dependes de ella porque necesitas no estar solo, porque necesitas ver cada amanecer. Finalmente, su dependencia finaliza y la tuya tienes que arrebatarla con lágrimas y desesperación. Es algo así como la finalización de una pareja amorosa: al que menos le duele siempre es al que decide terminar con la misma.
- El tiempo pasa demasiado rápido para gente como nosotros que no dependen de el - le comenté en referencia a la lejanía que había colocado en cuanto al crecimiento de su hija - No deje que le gane la partida y disfrute de todo lo que la juventud de su hija puede ofrecerle, vea como crece y aprende día tras día como un día lo hicimos nosotros, un día demasiado lejano y remoto.
Luego, me atreví a tomar más confianzas dado todo lo que habíamos convivido y compartido aquella noche. Mucho más de lo que me hubiera gustado dada la situación de peligro que acabábamos de sofocar.
- La verdad, aunque en un principio creí que era fuerte por el hecho de que haya dominado su sed de tal modo que esta no le domina a usted - comencé a decir - No es nada comparado con esto que me está comentando ahora mismo - en referencia de nuevo a su hija: La había convertido en el centro de la conversación sin quererlo - Quizás sea eso lo que me impide entablar relaciones duraderas con otras personas - admití siendo consciente de lo importante que era aquello y lo profundo que había estado oculto en mi interior hasta aquel momento - Quizás no tenga relaciones porque no pueda soportar el dolor de perderlas.
Quizás fuera que eramos más rápidos o quizás más listos. O puede que lo único que habíamos tenido era suerte. Sea como fuere, escuchamos con cierto alivio como se fue alejando hasta perderse de nuevo en la noche parisina. Seguramente, si el destino hacía que cualquier desagradecido se encontrara con él en el poco tiempo que distaba hasta que la Luna se ocultara, correría la suerte que nosotros acabábamos de eludir.
Poco a poco nos fuimos relajando y la tensión generada, disipándose. Primero se separó él del refugio de la pared y seguidamente, cuando vi que el peligro había pasado a ciencia cierta, lo hice yo. Miré mis manos viendo como habían sanado por completo y las moví inconscientemente para comprobar la movilidad plena de las mismas: estaban en perfecto estado.
A continuación, escuché su proposición de acompañarme a mi hogar, seguramente para cerciorarse de que llegaba al mismo de un modo seguro y en una pieza. Le sonreí pues, hasta el momento, no había hecho otra cosa que cuidar de mi y eso era de agradecer entre seres tan egoístas y egocéntricos como eramos los vampiros.
- Se lo agradecería de buen grado - le contesté tomando la iniciativa y siendo yo ahora la que pasaba el brazo por el suyo - Más que nada por compartir un rato más su compañía - luego cambié mi rostro a uno más preocupado, siendo consciente de algo que no había tenido en cuenta - Pero... ¿Está seguro de que podrá llegar a su hogar igual de bien después dejarme a mi con el amanecer tan cerca? - le pregunté. En caso de que su casa quedara muy lejos, le sería completamente imposible llegar hasta ella antes de que los rayos de Sol escaparan de la cárcel del horizonte.
Comenzamos a caminar y intenté retomar alguna conversación anterior para que nuestra marcha fuera amena y sobre todo, para saber más de aquella extraña relación que tenía con su hija. ¿Era envidia? puede ser. Que alguien dependa de ti siempre es bueno, te da una posición de poder que es difícil de igualar. Pero el problema es que suele ser recíproco: esa persona depende de ti por una razón en concreto pero tú dependes de ella porque necesitas no estar solo, porque necesitas ver cada amanecer. Finalmente, su dependencia finaliza y la tuya tienes que arrebatarla con lágrimas y desesperación. Es algo así como la finalización de una pareja amorosa: al que menos le duele siempre es al que decide terminar con la misma.
- El tiempo pasa demasiado rápido para gente como nosotros que no dependen de el - le comenté en referencia a la lejanía que había colocado en cuanto al crecimiento de su hija - No deje que le gane la partida y disfrute de todo lo que la juventud de su hija puede ofrecerle, vea como crece y aprende día tras día como un día lo hicimos nosotros, un día demasiado lejano y remoto.
Luego, me atreví a tomar más confianzas dado todo lo que habíamos convivido y compartido aquella noche. Mucho más de lo que me hubiera gustado dada la situación de peligro que acabábamos de sofocar.
- La verdad, aunque en un principio creí que era fuerte por el hecho de que haya dominado su sed de tal modo que esta no le domina a usted - comencé a decir - No es nada comparado con esto que me está comentando ahora mismo - en referencia de nuevo a su hija: La había convertido en el centro de la conversación sin quererlo - Quizás sea eso lo que me impide entablar relaciones duraderas con otras personas - admití siendo consciente de lo importante que era aquello y lo profundo que había estado oculto en mi interior hasta aquel momento - Quizás no tenga relaciones porque no pueda soportar el dolor de perderlas.
- off rol:
- Siento la demora en la respuesta.
Ha sido una semana caótica y negra... además todo el mundo me contestó de repente y me ha costado poner al día. (de hecho aún me quedan un par de temas más para contestar)
Un saludo, espero que estés bien.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Sangre por sangre - Libre -
La noche había sido de lo más movida, por clasificarla de alguna manera porque cualquier adjetivo se quedaría corto. En teoría debía de ser una noche tranquila, una en la que encontrabas a un par de presas bebías lo suficiente para no matarlas y se quedaran con una anemia de días y después volvía a mi casa para encontrarme con mi hija. Esperaba que Arya no se hubiera despertado a altas horas de la madrugada, en esos casos la niña no se quedaba tranquila y no se dormía hasta que yo llegara, a pesar de dejarle siempre una nota para que se tranquilizara. Sin duda esa noche estaba repleta de imprevistos. Primero encontrar a una joven siendo atacada por un hombre lobo, librarme del hombre lobo, huir de este, darle más o menos esquinazo hasta encontrarnos con otro que a su vez decidió llamar al resto de la manada para jugar con nosotros. Otra vez tuvimos que huir, hasta que por unos centímetros nos libramos de enfrentarnos cara a cara de nuevo. Necesité echar una mirada al cielo para saber porque los chuchos se habían retirado, era cuestión de horas de que el sol se alzará de nuevo dando lugar a un nuevo día. Tampoco eran horas seguras para nosotros. Le ofrecí a la muchacha acompañarla hasta su hogar, era lo menos que podía hacer llegados a estas alturas. La chica tomó la iniciativa y pasó su brazo alrededor del mío, sonreí.
-No se preocupe, París tiene las mejores catacumbas del mundo. Si es necesario caminaré por ellas, los de mi casa saben lo que tienen que hacer. -le comenté para que no diera más vueltas sobre el asunto. No sería la primera ni la última vez que me viera obligado a esconderme en algo parecido a las cloacas, y caminar por ahí hasta que el sol se pusiera de nuevo. En aquella época nadie me esperaba en casa, no tenía nada que hacer solo esperar para poder salir y alimentarme de nuevo. En uno de esos problemas existenciales que tuve a lo largo de estos dos siglos de vida. Sacó el tema de mi hija, era lógico. Criaturas como nosotros es común que se mantuvieran juntos, no éramos monstruos antisociables, no obstante si era raro que mantuviéramos a nuestro lado a otras criaturas que eran, de cierta forma, inferiores a nosotros, más carnosos y sobre todo, mucho más frágiles. Sorprendía aún más cuando esa compañía se trataba de una niña pequeña, mucho de los míos se sentirían tentados a tomar la sangre de la pequeña. Y yo lo único en lo que me sentía tentado era pellizcarle una mejilla cuando se le veía concentrada en algo mientras que fruncía el ceño.
-Tiene usted razón, el tiempo pasa demasiado rápido para gente como nosotros. -coincidí algo distraído, antes de sonreír y volver al presente. -Disfruto de su compañía todo lo que puedo y más, incluso tenemos nuestras peleas. Los dos somos demasiado cabezotas para dar el brazo a torcer la mayoría de las veces. No tengo oportunidad para aburrirme con esa niña. -le aseguré con una sonrisa de oreja a oreja. Se hizo un breve silencio entre los dos, nada incomodo. De hecho tras echarle un vistazo a la muchacha parecía estar concentrada en algo antes de volver a dirigirme la palabra. Me sorprendí por sus comentario, y así quedó plasmado en mi expresión antes de comprender a que se refería. -Es un riesgo que debe correr Señorita Catalina, es algo que siempre estará ahí y pensar que todo será bello y nunca habrá problemas se equivoca. Eso solo existe en los cuentos de hadas y este mundo no es nada de eso. Sin embargo, las buenos momento valen la pena arriesgarse a tener a alguien a tu lado. Es lo que he comprobado en estos pocos años al lado de esa niña. -le aseguré. Disfrutaba de cada momento, incluso de las discusiones porque siempre que peleábamos dejaba a la vista sus verdaderos sentimientos, la mayoría eran amargos pero en medio de todo eso me solía decir que me quería. El orgullo podía con esa niña, y seguramente me traería mucho más dolores de cabeza y estaré esperando por ellos. -Dígame, ¿ahora por dónde es? -le dije tras llegar a un cruce.
-No se preocupe, París tiene las mejores catacumbas del mundo. Si es necesario caminaré por ellas, los de mi casa saben lo que tienen que hacer. -le comenté para que no diera más vueltas sobre el asunto. No sería la primera ni la última vez que me viera obligado a esconderme en algo parecido a las cloacas, y caminar por ahí hasta que el sol se pusiera de nuevo. En aquella época nadie me esperaba en casa, no tenía nada que hacer solo esperar para poder salir y alimentarme de nuevo. En uno de esos problemas existenciales que tuve a lo largo de estos dos siglos de vida. Sacó el tema de mi hija, era lógico. Criaturas como nosotros es común que se mantuvieran juntos, no éramos monstruos antisociables, no obstante si era raro que mantuviéramos a nuestro lado a otras criaturas que eran, de cierta forma, inferiores a nosotros, más carnosos y sobre todo, mucho más frágiles. Sorprendía aún más cuando esa compañía se trataba de una niña pequeña, mucho de los míos se sentirían tentados a tomar la sangre de la pequeña. Y yo lo único en lo que me sentía tentado era pellizcarle una mejilla cuando se le veía concentrada en algo mientras que fruncía el ceño.
-Tiene usted razón, el tiempo pasa demasiado rápido para gente como nosotros. -coincidí algo distraído, antes de sonreír y volver al presente. -Disfruto de su compañía todo lo que puedo y más, incluso tenemos nuestras peleas. Los dos somos demasiado cabezotas para dar el brazo a torcer la mayoría de las veces. No tengo oportunidad para aburrirme con esa niña. -le aseguré con una sonrisa de oreja a oreja. Se hizo un breve silencio entre los dos, nada incomodo. De hecho tras echarle un vistazo a la muchacha parecía estar concentrada en algo antes de volver a dirigirme la palabra. Me sorprendí por sus comentario, y así quedó plasmado en mi expresión antes de comprender a que se refería. -Es un riesgo que debe correr Señorita Catalina, es algo que siempre estará ahí y pensar que todo será bello y nunca habrá problemas se equivoca. Eso solo existe en los cuentos de hadas y este mundo no es nada de eso. Sin embargo, las buenos momento valen la pena arriesgarse a tener a alguien a tu lado. Es lo que he comprobado en estos pocos años al lado de esa niña. -le aseguré. Disfrutaba de cada momento, incluso de las discusiones porque siempre que peleábamos dejaba a la vista sus verdaderos sentimientos, la mayoría eran amargos pero en medio de todo eso me solía decir que me quería. El orgullo podía con esa niña, y seguramente me traería mucho más dolores de cabeza y estaré esperando por ellos. -Dígame, ¿ahora por dónde es? -le dije tras llegar a un cruce.
William D. Rhys- Vampiro Clase Alta
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Re: Sangre por sangre - Libre -
Nadie hubiera pensado por un momento que toda la noche se iba a revolucionar como lo había hecho. Que iba a comenzar como una noche tranquila y poco a poco se iba a ir complicando hasta llegar hasta donde estaban en ese momento: caminando por la calle habiendo conseguido salvar la vida de puro milagro.
La verdad es que, para ver sido el primer encuentro con hombres lobo que había tenido, me consideraba afortunada de haber salido prácticamente ilesa del mismo. Dado el potencial físico del que parecían hacer gala y la diferencia que se habría entre ambas razas. Sabía de primera mano que, un paso en falso con esas criaturas, podía cabar en tragedia para el hijo de la noche. Pero, a su vez, ¿Cómo lidiar con un ser que carece de cualquier tipo de razón una vez que ha cambiado de forma? Era imposible: sólo podías matar o huir. Y lo de matar... quizás otra noche.
Finalmente habíamos terminado dando un paseo de camino a casa, con la ropa manchada y hecha jirones: como si fuera una noche más. Teníamos que dar gracias que no había demasiada gente a esas horas. ¡Sabe Dios que no es bueno llamar la atención!.
La conversación se seguía moviendo en torno a la familia del Señor William. Una niña que había suscitado mi atención por lo peculiar de su relación: La llamaba como a una hija aunque realmente no lo fuera. Y además, era consciente de la situación de su "padre". Más allá de lo peculiar, antes mentado, estaba una cierta envidia que oscilaba por mi estómago. No es que no fuera posible encontrar relaciones así. Si no que, más bien, lo difícil era que perduraran en el tiempo.
Decidí hablar un poco de mi vida y las relaciones más cercanas que había tenido. Para ello, por suerte, no tuve que rememorar mucho, pues ambas relaciones habían ocurrido hace escaso tiempo. Incluso una aún era parte de mi día a día.
- Yo, he intentado tener a gente así como tiene usted - la verdad es que la frase sonaba rara pero no era mi pretensión - Encontré una inmortal que, al parecer, buscaba a su creador. Y este, parecía haberla dejado tan marcada en el tránsito, que alg en su cabeza se había estropeado. Tanto así, que me fue imposible hacer que aquella relación siguiera después de aquel primer contacto.
Ahora, aunque quizás no fuera plato de su gusto, hablaría de Aimée.
- Luego está mi otra chica - caminé unos pasos con la cabeza agachada mientras buscaba como encarar aquel tema del mejor modo posible - Se llama Aimée - decir su nombre hacia que su rostro se reflejará en mi memoria. Sus gestos dispares, su sorpresa, su rebeldía... - La encontré en un evento de estos que alguno de los nuestros gusta de montar - no tenía claro si había participado en alguno o quizás, debido a su condición moderada, simplemente hubiera escuchado de ellos - Estaba siendo subyugada por un grupo de vampiros que amenazaban con desangrarla - la imagen estaba aún vívida en mi cabeza - La saqué de allí y le ofrecí una alternativa. Ahora vive a mi lado. Aunque no se si ella piensa que ha cambiado un amo por otro.
Después, a su pregunta de cual camino tomar para ir a mi hogar. Vuelvo a la realidad y me ubico.
- Es subiendo por esta calle, no queda lejos.
La verdad es que, para ver sido el primer encuentro con hombres lobo que había tenido, me consideraba afortunada de haber salido prácticamente ilesa del mismo. Dado el potencial físico del que parecían hacer gala y la diferencia que se habría entre ambas razas. Sabía de primera mano que, un paso en falso con esas criaturas, podía cabar en tragedia para el hijo de la noche. Pero, a su vez, ¿Cómo lidiar con un ser que carece de cualquier tipo de razón una vez que ha cambiado de forma? Era imposible: sólo podías matar o huir. Y lo de matar... quizás otra noche.
Finalmente habíamos terminado dando un paseo de camino a casa, con la ropa manchada y hecha jirones: como si fuera una noche más. Teníamos que dar gracias que no había demasiada gente a esas horas. ¡Sabe Dios que no es bueno llamar la atención!.
La conversación se seguía moviendo en torno a la familia del Señor William. Una niña que había suscitado mi atención por lo peculiar de su relación: La llamaba como a una hija aunque realmente no lo fuera. Y además, era consciente de la situación de su "padre". Más allá de lo peculiar, antes mentado, estaba una cierta envidia que oscilaba por mi estómago. No es que no fuera posible encontrar relaciones así. Si no que, más bien, lo difícil era que perduraran en el tiempo.
Decidí hablar un poco de mi vida y las relaciones más cercanas que había tenido. Para ello, por suerte, no tuve que rememorar mucho, pues ambas relaciones habían ocurrido hace escaso tiempo. Incluso una aún era parte de mi día a día.
- Yo, he intentado tener a gente así como tiene usted - la verdad es que la frase sonaba rara pero no era mi pretensión - Encontré una inmortal que, al parecer, buscaba a su creador. Y este, parecía haberla dejado tan marcada en el tránsito, que alg en su cabeza se había estropeado. Tanto así, que me fue imposible hacer que aquella relación siguiera después de aquel primer contacto.
Ahora, aunque quizás no fuera plato de su gusto, hablaría de Aimée.
- Luego está mi otra chica - caminé unos pasos con la cabeza agachada mientras buscaba como encarar aquel tema del mejor modo posible - Se llama Aimée - decir su nombre hacia que su rostro se reflejará en mi memoria. Sus gestos dispares, su sorpresa, su rebeldía... - La encontré en un evento de estos que alguno de los nuestros gusta de montar - no tenía claro si había participado en alguno o quizás, debido a su condición moderada, simplemente hubiera escuchado de ellos - Estaba siendo subyugada por un grupo de vampiros que amenazaban con desangrarla - la imagen estaba aún vívida en mi cabeza - La saqué de allí y le ofrecí una alternativa. Ahora vive a mi lado. Aunque no se si ella piensa que ha cambiado un amo por otro.
Después, a su pregunta de cual camino tomar para ir a mi hogar. Vuelvo a la realidad y me ubico.
- Es subiendo por esta calle, no queda lejos.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Sangre por sangre - Libre -
La noche fue más que peculiar, todo una breve aventura. Esos días eran los que más me gustaban, es cierto que no me arrepentía de tener una vida de familia porque eso era lo que quería. No obstante, seguía siendo una criatura a que le gustaba las aventuras y que consideraba que de vez en cuando no haría daño meterse en un lío, siempre y cuando pudieras salir de él. Por eso mismo le había enseñado a mi hija, a parte de conocimientos con base como idiomas, lenguaje, ciencias, etc, como hacer varias trampas. Como por ejemplo a la hora de jugar a las cartas. En el nuevo mundo, a estas alturas ya no era demasiado nuevo, vi como los hombres se encargaban de hacer trampas cada vez que tenían la oportunidad. El oeste era un lugar peculiar, y la verdad es que no sabía como demonios había sobrevivido a un lugar tan soleado. El caso, es que allí se encargaban de hacer trampas como si fuera respirar. Acabé aprendiendo a hacerlas yo también, no me gustaba que me tomaban el pelo y podía pasar solo una vez, no una segunda. Además, era divertido ganar fortunas de una manera poco limpia.
Al final acompañé a la joven hasta su casa, era lo menos que podía hacer cuando los licántropos habían decidido tomar la justicia por si mano y atacarnos gratuitamente. También era una mala noche para estar fuera, en especial para nosotros. Para los humanos, nunca era seguro. Ya sabía lo que tenía que hacer con Arya. Normalmente no me preocupaba que Arya saliera por la noche si quería dar una vuelta, es cierto que la mayoría de las veces yo la acompañaba. No obstante viendo lo que me encontraba en aquellos momentos en las calles parisinas sería mejor tenerla más vigilaba, por lo menos cuando la noche comenzara a alzarse sobre el cielo. Hablamos un poco de nuestras vidas, aunque el que más hablé fui yo. Al fin y al cabo mi situación familiar llamaba la atención a todos los seres inmortales. Era muy raro que yo tuviera a alguien que consideraba hija, y que esta no fuera también una hija de la noche. Lo entendía, no se me pasaba por alto que a más de uno le costaba ignorar los latidos del corazón humano, el torrente de sangre que corría en el interior de sus vidas llenando de vida el cuerpo en el que se encontraban. Era difícil, muy difícil ignorar esos hechos.
Resoplé al escuchar lo que la joven me acaba de decir.
-Por una parte entiendo a esa Dama. La incertidumbre de no saber a que mente demente se le ocurre traerte a este mundo sin tu permiso. -le comenté. -Yo tampoco sé quien es me dio el abrazo, ni si quiera sé su género. Simplemente me encontré con todo esto. -me señalé por completo con el brazo que tenía libre, ya que en el otro portaba el brazo de la joven. -Sin embargo, no entiendo esa necesidad a parte de la venganza. Aunque me de rabia, puedo decir que gracias a mi condición he podido vivir cosas que siendo mortal no hubiera sido posible, así que, de cierta manera me siento agradecido. -la miré y me encogí de hombros. -Es mejor que no intente hacerla entrar en razón si la vuelve a encontrar, o por lo menos debería mantenerse al margen todo lo posible. Tenemos demasiado tiempo libre y tenemos que llenarlo de alguna manera.
Escuché como continuaba su historia, parecía que esta parte en cuestión le costaba hablar. Así que esperé pacientemente a que pudiera o no pudiera hacerlo. Esta muchacha en cuestión tuvo que ser realmente especial porque incluso se acordaba de su nombre. No era difícil con nuestra memoria, no obstante era curioso.
-Eso quiere decir que también es mortal. -miré a la joven. -¿O me equivoco? -le pregunté. En ese momento le pregunté en que dirección era su casa y cuando me lo comunicó comenzamos a caminar. -Avíseme. -le pedí subiendo por la calle. -Siguiendo con el tema… Tal vez lo adecuado sea hablar con ella. Su usted no se considera su ama, sino como una amiga o compañera, debería comentárselo. Lo peor que puede hacer es no comunicarse, se lo digo por experiencia. -le dije con una sonrisa. -No sé como es Aimée, pero si es una persona de carácter lo más probable es que acabe aguantando hasta que suelte todo lo que tenga que soltar. Y si es una persona tranquila, preferiría callar y aguantar todo lo que se le pase por delante. Y he ido a un par de reuniones como esa, lo evito cada vez que puedo. No obstante, a veces, no se pueden rechazar ciertas invitaciones por… política. Cuando estaba solo daba igual rechazar esa clase de invitación, no sentía apago por esas tierras que tuviera que abandonar después, pero ahora no puedo hacer eso. Me resultan desagradables esas reuniones, aprecio la vida aunque a mí me la arrebataran.
Al final acompañé a la joven hasta su casa, era lo menos que podía hacer cuando los licántropos habían decidido tomar la justicia por si mano y atacarnos gratuitamente. También era una mala noche para estar fuera, en especial para nosotros. Para los humanos, nunca era seguro. Ya sabía lo que tenía que hacer con Arya. Normalmente no me preocupaba que Arya saliera por la noche si quería dar una vuelta, es cierto que la mayoría de las veces yo la acompañaba. No obstante viendo lo que me encontraba en aquellos momentos en las calles parisinas sería mejor tenerla más vigilaba, por lo menos cuando la noche comenzara a alzarse sobre el cielo. Hablamos un poco de nuestras vidas, aunque el que más hablé fui yo. Al fin y al cabo mi situación familiar llamaba la atención a todos los seres inmortales. Era muy raro que yo tuviera a alguien que consideraba hija, y que esta no fuera también una hija de la noche. Lo entendía, no se me pasaba por alto que a más de uno le costaba ignorar los latidos del corazón humano, el torrente de sangre que corría en el interior de sus vidas llenando de vida el cuerpo en el que se encontraban. Era difícil, muy difícil ignorar esos hechos.
Resoplé al escuchar lo que la joven me acaba de decir.
-Por una parte entiendo a esa Dama. La incertidumbre de no saber a que mente demente se le ocurre traerte a este mundo sin tu permiso. -le comenté. -Yo tampoco sé quien es me dio el abrazo, ni si quiera sé su género. Simplemente me encontré con todo esto. -me señalé por completo con el brazo que tenía libre, ya que en el otro portaba el brazo de la joven. -Sin embargo, no entiendo esa necesidad a parte de la venganza. Aunque me de rabia, puedo decir que gracias a mi condición he podido vivir cosas que siendo mortal no hubiera sido posible, así que, de cierta manera me siento agradecido. -la miré y me encogí de hombros. -Es mejor que no intente hacerla entrar en razón si la vuelve a encontrar, o por lo menos debería mantenerse al margen todo lo posible. Tenemos demasiado tiempo libre y tenemos que llenarlo de alguna manera.
Escuché como continuaba su historia, parecía que esta parte en cuestión le costaba hablar. Así que esperé pacientemente a que pudiera o no pudiera hacerlo. Esta muchacha en cuestión tuvo que ser realmente especial porque incluso se acordaba de su nombre. No era difícil con nuestra memoria, no obstante era curioso.
-Eso quiere decir que también es mortal. -miré a la joven. -¿O me equivoco? -le pregunté. En ese momento le pregunté en que dirección era su casa y cuando me lo comunicó comenzamos a caminar. -Avíseme. -le pedí subiendo por la calle. -Siguiendo con el tema… Tal vez lo adecuado sea hablar con ella. Su usted no se considera su ama, sino como una amiga o compañera, debería comentárselo. Lo peor que puede hacer es no comunicarse, se lo digo por experiencia. -le dije con una sonrisa. -No sé como es Aimée, pero si es una persona de carácter lo más probable es que acabe aguantando hasta que suelte todo lo que tenga que soltar. Y si es una persona tranquila, preferiría callar y aguantar todo lo que se le pase por delante. Y he ido a un par de reuniones como esa, lo evito cada vez que puedo. No obstante, a veces, no se pueden rechazar ciertas invitaciones por… política. Cuando estaba solo daba igual rechazar esa clase de invitación, no sentía apago por esas tierras que tuviera que abandonar después, pero ahora no puedo hacer eso. Me resultan desagradables esas reuniones, aprecio la vida aunque a mí me la arrebataran.
William D. Rhys- Vampiro Clase Alta
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Re: Sangre por sangre - Libre -
La subida hacía mi hogar era ligeramente ascendente y empedrada. De haber sentido dolor en el cuerpo, mis pies lo habrían sufrido de primera mano. Por suerte para mi, sólo era un tránsito más, un camino que andaba día tras día y que ya lo hacia de manera recurrente.
No tenía muy claro porque había comenzado a hablar de aquello y donde terminaría esa conversación. Cada vez tratábamos temas más privados, más del día a día. Cosas que, a priori, no solía hablarlo con nadie. Supongo que las experiencias al borde de la segunda muerte terminan uniendo de un modo u otro. Es algo que hermana.
En mi antigua tierra, cuando compartía refugio con otros de mi raza, lo que en un principio nos unió, lo que nos atrajo los unos con los otros, fue el peligro. La inquisición nos pisaba los talones casi a diario y eso nos hacia, nos obligaba a cubrirnos las espaldas los unos a los otros.
Por suerte, en aquel lugar, no parecían tener un ritmo tan frenético ni tan activo. Un indicativo de ello era que todavía no había tenido ningún encuentro con miembros de su orden.
- Yo si se quien me convirtió y el porque - respondí - Bueno, el porque no lo tengo claro pues sus ordenes eran matarme.
- En cuanto a la inmortal que te comentaba - retomé la conversación basándome en sus cuestiones - Intenté por todos los medios que entrara en razón, que se centrará. Pero fue imposible... - agaché la mirada, en cierto modo decepcionada - No creó que la vuelva a ver. Sólo le deseo que no acabe hecha cenizas - era triste acabar así sólo por ser imprudente o pretenciosa.
- En cuanto a Aimée... - era aún más difícil hablar de ella. Era más íntimo - Si, es mortal. Una humana normal y corriente que ha estado en el lugar equivocado en el momento equivocado - dije como una explicación previa a entrar en detalles - Sigue en mi vida. Quizás este en casa a nuestro regreso - o no, le había puesto alas y quizás algún día tendría que cortarselas - El problema con ella es que considera que todos somos iguales. En ningún momento la obligué a nada. Ella eligió por su propia voluntad estar a mi lado y que la protegiera. Yo sólo le dije que a cambio de su protección, algún día tomaría alimento de ella y que debía estar cuando despertara - pensé en mis palabras y reí - Quizás si la controlo de algún modo. Pero es que su forma de ser iba a terminar matándola - dije a modo de explicación - La saqué de un ciclo del que no podía salir viva.
No tenía muy claro porque había comenzado a hablar de aquello y donde terminaría esa conversación. Cada vez tratábamos temas más privados, más del día a día. Cosas que, a priori, no solía hablarlo con nadie. Supongo que las experiencias al borde de la segunda muerte terminan uniendo de un modo u otro. Es algo que hermana.
En mi antigua tierra, cuando compartía refugio con otros de mi raza, lo que en un principio nos unió, lo que nos atrajo los unos con los otros, fue el peligro. La inquisición nos pisaba los talones casi a diario y eso nos hacia, nos obligaba a cubrirnos las espaldas los unos a los otros.
Por suerte, en aquel lugar, no parecían tener un ritmo tan frenético ni tan activo. Un indicativo de ello era que todavía no había tenido ningún encuentro con miembros de su orden.
- Yo si se quien me convirtió y el porque - respondí - Bueno, el porque no lo tengo claro pues sus ordenes eran matarme.
- En cuanto a la inmortal que te comentaba - retomé la conversación basándome en sus cuestiones - Intenté por todos los medios que entrara en razón, que se centrará. Pero fue imposible... - agaché la mirada, en cierto modo decepcionada - No creó que la vuelva a ver. Sólo le deseo que no acabe hecha cenizas - era triste acabar así sólo por ser imprudente o pretenciosa.
- En cuanto a Aimée... - era aún más difícil hablar de ella. Era más íntimo - Si, es mortal. Una humana normal y corriente que ha estado en el lugar equivocado en el momento equivocado - dije como una explicación previa a entrar en detalles - Sigue en mi vida. Quizás este en casa a nuestro regreso - o no, le había puesto alas y quizás algún día tendría que cortarselas - El problema con ella es que considera que todos somos iguales. En ningún momento la obligué a nada. Ella eligió por su propia voluntad estar a mi lado y que la protegiera. Yo sólo le dije que a cambio de su protección, algún día tomaría alimento de ella y que debía estar cuando despertara - pensé en mis palabras y reí - Quizás si la controlo de algún modo. Pero es que su forma de ser iba a terminar matándola - dije a modo de explicación - La saqué de un ciclo del que no podía salir viva.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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