Blood Lust || Vincent

por **Rouge Höffer** Jue Ago 20, 2015 9:17 pm

“Ven a mí”

La sangre comenzaba a gotear de su hocico lacerado. Una a una, las gotas escarlatas dibujaron una línea transitoria por donde sus aguerridas patas pisaban tierra. Su ojo izquierdo tenía ya un arañazo que provocó ceguera temporal, y a pesar del cadencioso jadeo y la poca esperanza, el animal continuaba de pie.
El hermoso pelaje manchado y sin ninguna distribución lógica en sus colores, perdió la textura suave, para convertirse en una plasta pegajosa de carmín; la cual lamía desinteresadamente. Al fondo, la voz del presentador repetía su nombre artístico una y otra vez, intentando encontrar un oponente más para la bestia, alguien que derrocara su corona, pues hacía más de tres meses, cada fin de semana, en que el felino resultaba invicto.
Los espectadores, aunque valientes y tercos en su mayoría, no se atrevían a enfrentarlo, ninguno de ellos estaba lo suficientemente loco para poder soportar tres minutos luchando. Le vieron combatir, pelea tras pelea, siguiendo sus caídas y su renacimiento. Han observado ya tantas derrotas contrarias y el hecho de que pareciera un animal indomable, que les causa escozor en la piel, el sólo hecho de enterarse que un nuevo contrincante ha entrado a la rueda.

En la mente del felino, reconoce su imperfección; no es un guerrero excepcional, no pelea limpio, no gestiona sus movimientos y tampoco prevé los ajenos. Ha perdido más batallas de las que ha ganado, ha recibido más golpes delos que su cuerpo muestra en cicatrices, y han existido un par de ocasiones en que la muerte realmente ha besado sus labios, sin embargo, nunca se ha rendido.

-Ahí le tienen, Ignis “La muerte roja”- El hombre al habla, disfrutaba comentar el triunfo del Lince, pues las apuestas, desde que se inició, han estado a su favor, dejando ganancias fructíferas para todos los merodeadores del circuito.
El rostro del hombre, terminó en la esbelta silueta de su jugador, aquel cuerpo se encontraba entre los 60 y 70 cm de altura, con una longitud aproximada de 80 a 130 cm desde la cabeza hasta la inserción de la cola. Era bastante difícil adivinar que su pequeñez pudiese ser tan mortífera, pero era precisamente ese cruel engaño, lo que le garantizaba la victoria.
La señal de la criatura fue clara, aún podía continuar peleando sin importar la gravedad de las heridas en el confortamiento anterior, las heridas superficiales sanarían rápido, y las graves aún no causan sopor en su piel, por lo tanto, estaba bien. Además, necesitaba la plata para adquirir más de aquella droga que le hizo recordar a su hermana.

-¿Alguien más que desee participar? ¡Por favor! Tiene que haber algún desesperado; es su tercer pelea y el cachorro está cansado, seguro que podrán con él- Pero a pesar del aliento que les daba el hombre, nadie se atrevía a levantar la mano o eso creía, hasta que un ser de cuatro patas, sin presentación, sin nada más que adrenalina en sus gigantescos ojos, se adentró en la ruda. Su hocico entreabierto, con los colmillos rosando las comisuras y su saliva goteando, le hacían ver como si sonriera.

El pelaje de Rouge se erizó, ella podía presentir la diferencia; aquella podría convertirse en la mejor pelea clandestina que ha tenido en los últimos días…

por **Vincent Blackraven** Jue Nov 19, 2015 11:21 pm

Había estado observando la pelea clandestina desde el inicio. La excitación, la euforia y la embriaguez, habían creado una cúpula sobre ellos. En medio, sin poder pasar desapercibido, se encontraba Blackraven. No es que se molestase siquiera en intentarlo. No estaba en su naturaleza ocultar su aura cargada de poder y arrogancia. Aquellos a su alrededor lo habían notado e, inconscientemente, se habían apartado de su lado. Se había adueñado de ese territorio en particular desde el momento en que puso un pie dentro. Era magnético y seductor. Cuando había escuchado acerca de combates entre felinos para diversión de los espectadores, incluyendo apuestas entre éstos, Vincent supo que su especie estaba envuelta tras esos juegos de poder. Solo cambiantes podían dar un espectáculo que moviera masas. A pesar de llevar poco tiempo en tierras francesas, no le había tomado mucho recibir una invitación a participar. No solo era el líder de una compañía de ferrocarriles, también era el futuro gobernante de una de las manadas más poderosas de Inglaterra. Cualquier ser sobrenatural que pudiese leer las auras, sabría con quién estaba tratando. El que dirigía esa orquesta tras bastidores, despertaba la curiosidad de los suyos, tentándolos con la idea de medir su fuerza. El rubio estaba tan seguro de sus habilidades que la felina invicta no le parecía lo suficiente para tomarse la molestia de cambiar y luchar. Encima, se trataba de una mujer. ¿Qué clase de macho se sentiría orgulloso por reclamar victoria de esa forma? Era un cambiante puro. El primer Blackraven había cogido una de las suyas como mujer y desde entonces, todo aquél que pertenecía a una rama de su árbol genealógico, tenía que asegurarse de seguir con la tradición. Jamás se permitiría que se mezclaran, con humanos o con cualquier otra raza cambiante. Eso solo diluía el poder y las características que ganaban con su animal siendo uno. Por ello, Vincent era un león, incluso cuando no estaba transformado. Todo en él parecía vibrar, rugir, reinar.

Con los brazos cruzados sobre el pecho desnudo, sus marcas en los antebrazos parecían cobrar vida propia. Aquello lo señalaba como el mejor entre lo mejor en su linaje, en el mismo escalón que su padre. Cuando oyó al presentador, un gruñido bajo retumbó en su garganta. ¿Ese era su poder de convencimiento? ¿Anunciar que el cachorro estaba cansado? Nunca deshonraría su apellido luchando con alguien inferior, a no ser que fuese a reclamarlo como miembro de su manada y, aun en ello, eran estrictos sobre quién ingresaba. Los leones eran su emblema. Aquél felino, de haber tenido la posibilidad de elegir entre sus formas al rey de los animales, lo habría hecho sin dudarlo. Era el más poderoso aunque, tenía que admitir que el lince estaba haciendo un jodido buen trabajo. Quería conocer a la mujer que había vencido. ¿Quién demonios era? Los gritos a su alrededor se incrementaron cuando otro felino se presentó. Vincent supo que aquella pelea no sería justa y, de pronto, su actitud dominante se expandió. Eso, aunado a que dos machos alfas, no podían estar en un mismo lugar sin enfrentarse, parecía que la decisión de participar estaba tomada. Se alejó lo suficiente del lugar para deshacerse de la única prenda que llevaba encima. La dobló con pulcritud y sus músculos se ondularon, el animal finalmente contento por salir a estirar los miembros. El cambio fue fácil e indoloro. El león dorado, al que siempre recurría, apareció en todo su esplendor. Era enorme. No se había visto uno como él. O si lo había habido, nunca se habían cruzado. A eso, era a lo que se refería sobre tener sangre pura. El animal se fundía con el hombre y viceversa. Todo después de allí, fue rápido. – Desaparece. – Habló mentalmente a la hembra. – Este es mío. – Terminaba de enviar la demanda cuando entró a la ruda. – No tienes ninguna oportunidad con él, yo en cambio, ya he vencido. – Sonaba altamente engreído, pero el cambiante había estado en infinidad de peleas, solo que no clandestinas. Las suyas, eran por el poder, para reclamar territorio o para demostrar porqué un Blackraven era el mejor líder entre todos los grupos.

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