Ratones de biblioteca (Nicci)

Llevaba un par de semanas de vuelta en el mundo de los vivos luego de pasar tres años enterrado bajo tierra. Volver a interactuar con humanos representaba grandes riesgos y desafíos, a pesar de que eran mucho más frágiles, podían llegar a herir de diversas maneras que no eran físicas y Soren ya había sentido de primera mano lo que era tener el corazón destrozado por un simple mortal. El amor era definitivamente un tema difícil para él, había abierto su corazón una vez amando con intensidad y ahora volvía a tener las manos vacías. La soledad le envolvía como un abrazo traquilizador, pues aunque extrañase tener pareja, al mismo tiempo disfrutaba de la solitud y deseaba más que nada dejar ese capítulo de su vida atrás.

Una de las principales motivaciones para volver al mundo de los vivos era enseñar, en su corazón seguía deseando estar rodeado de alumnos deseosos de su conocimiento, trabajar en la universidad le había permitido conocer a muchas personas interesantes y también impartir la sabiduría que había adquirido en más de 200 años. Definitivamente valía la pena volver. Lamentablemente había perdido su trabajo gracias a su ausencia y se encontraba precisamente intentando obtenerlo de vuelta. Se había vestido con las mejores ropas que le quedaban (Que seguían luciendo viejas y mustias) con sombrero de copa y listón rojo, se había presentado en la Universidad deseando tener una cita con el director. Para su desgracia el director estaba ausente por esos días y no volvería hasta la otra semana.

Soren terminó visitando la biblioteca, al parecer siempre que se deprimía sus pies le llevaban automáticamente allí. La biblioteca era tan grande, que resultaba fácil perderse entre las interminables estanterías con libros. Tomó un libro de poesía Inglesa y otro de historia del arte Medieval, no sabía con cual iba a comenzar, pero eso era lo de menos y mientras buscaba donde sentarse, vio a una joven que parecía tener la edad para ser una estudiante, calculaba que no tenía más de 25, por lo que había un gran chance de que estuviera asistiendo a la Universidad, se le ocurrió que quizás podía darle información sobre los nuevos profesores en el claustro y así prepararse mejor para su entrevista con el director.

- Disculpa, ¿Me puedo sentar contigo? - Le preguntó, consciente de que habían muchas más mesas vacías y sentarse con la chica podría parecer extraño - ¿Qué estás leyendo? - Agregó intentando hacer algo de conversación.

Al ver la reacción de la chica ante su presencia, Soren se preguntó si finalmente su condición de vampiro le había hecho merecedor de una presencia terrorífica, el pensamiento le hizo gracia, pues definitivamente él no era el tipo de criatura de la oscuridad que asustaría con sólo su voz, más bien daría risa. Era ya bastante común para él que otros seres sobrenaturales lo subestimaran, inclusive cuando estaba vivo era subestimado por sus padres y hermano mayor ¿Como podría encargarse del castillo Kaarkarogf y sus tierras cuando ni podía desenvainar una espada?

La verdad era que con el paso del tiempo Soren si que había aprendido a usar una espada, pero más por necesidad (Aquellos eran tiempos peligrosos) que por gusto, el pertenecía a las bibliotecas y a los museos, donde las batallas se ganaban con el cerebro y la palabra. Notó que la chica vestía de manera modesta, eso le agradó, últimamente había visto una moda que le incomodaba bastante, florecer en país, en la que la mujeres usaban pronunciados escotes dejando ver sus apretujados pechos como si fueran una mercancía. Soren provenía de tiempos más modestos en los que, la mujer se mostraba respetable y digna todo el tiempo.

Siento haberle molestado, no era mi intención – Se apresuró a decir, tomando silla en frente de ella y colocando sus libros a un lado, se mostró interesado cuando ella le dijo que tipo de libro leía, observó los demás libros y le sorprendió que estuviera estudiando temáticas tan complejas, cierto era que la mujer de esa época estaba comenzando a mostrar más interés en el conocimiento que en el pasado, pero aún así la mayoría prefería dedicarse a las labores maternales y a los oficios de la casa – Es un tema bastante complejo el que está leyendo – Comentó observándola con más detenimiento, de repente notaba sus preciosos ojos.

- ¿Estudia en la Universidad de París? - Le preguntó intrigado, en el pasado el sólo había tenido alumnos masculinos pues no era común encontrarse mujeres no dedicadas a la casa – Mi nombre es Soren Kaarkarogf – Continuó sin sonreír, aunque su voz era amable – Antes era profesor de la Universidad, impartía historia del arte, si necesitas ayuda con algo, quizás pueda servirte de algo – Finalizó con una leve inclinación como indicaba la etiqueta.

Se llamaba Nicci, Soren nunca había escuchado aquel nombre, cuando ella reveló que no era Francesa confirmó sus pensamientos, lucía como una mujer frágil y delicada, sin embargo parecía muy preocupada por adquirir conocimiento aunque no fuese por una tarea impuesta por un profesor. Eso era algo de admirar.

- Si su nombre no suena para nada Francés - Comentó abriendo el libro de poesía Inglesa - Es una excelente idea aprender un poco de la cultura del país, aunque muchas cosas no se aprenden en los libros, también es importante tener experiencia con la gente real - Agregó recordando como habían sido esos primeros años luego de su llegada a París. Habían pasado casi 10 años desde entonces.

- ¿Genio? - Exclamó y sus mejillas a pesar de ser pálidas gracias a su condición vampirica se sonrojaron dándole la apariencia de melocotón maduro - No... no... claro que no - Se apresuró a decir y entonces cayó en cuenta que ante los ojos de ella aquel era un pensamiento obvio, su rostro había quedado congelado en el tiempo, en la alborada de sus 26 años que fue el momento en el que fue convertido, y por supuesto aquella edad no era la que uno esperaba en un profesor de Universidad. No sabía porqué pero los pocos alumnos que había tenido antes de perder su trabajo nunca habían cuestionado aquello.

- En realidad... bueno... eh tenido suerte - Comenzó elaborando una mentira piadosa - Soy originario de Suecia, allá tuve la oportunidad de aprender de un gran maestro que me enseñó desde que tenía... 14 años así que pude aprender bastante y cuando llegué a Francia debido a la escasez de profesores en mi área, fui contratado fácilmente - Carraspeó y se acomodó las gafas en su larga nariz, esperaba que ella no hiciera más preguntas al respecto, la mentira de por si ya estaba muy floja.

- Permitame - Continuó para cambiar el tema y tomó el cuaderno de ella para observar las palabras que tenía subrayadas - "existentialisme" es una corriente de pensamiento relativamente nueva, habla de que la existencia precede a la esencia" lo que significa que la consideración más importante para las personas es el hecho de que son un ser consciente "existencia" que actúa de forma independiente y responsable - Le explicó emocionándose un poco pues había mucho que no le 'enseñaba' nada a nadie - En lugar de ser etiquetado con roles, estereotipos, definiciones, u otras categorías preconcebidas que se ajustan al individuo "esencia". La vida real de la persona es lo que constituye lo que podría llamarse su "verdadera esencia" en lugar de estar allí atribuido a una esencia arbitraria que otros utilicen para definirla - Concluyó con un atizbo de orgullo en su voz.

- Si por supuesto que lo comprendo - Asintió moviendo la cabeza - A veces aún me pasa, aunque considero que domino bien el Francés, a veces noto que cosas que digo están fuera de moda o son inapropiadas - Le explicó, en realidad no sabía si se debía precisamente a ser inmigrante o al simple hecho de que siempre había sido torpe en situaciones sociales.

Le escuchó atentamente, Nicci era demasiado culta para ser tan jóven, no debía tener más de 20, su piel tersa delataba su juventud, descubrió que le facinaba escucharla hablar de temas complejos como la filosofía, porque aquella era la primera vez que escuchaba a una mujer hablando de esas cosas, por lo general eran los hombres los que tocaban aquellos temas.

- Para ser honesto no comparto las ideas de Santo Tomás - Comenzó a decir e iba a proseguir diciendo que, el temor a Dios había hecho que la humanidad se mantuviera en la oscuridad durante mucho tiempo y que el conocimiento y la ciencia no deberían estar adoctrinados por una religión, pero al notar como ella acariciaba los crucifijos que llevaba, concluyó que se trataba de una mujer con una gran fé Católica y sería muy inapropiado expresar sus pensamientos.

- Oh... bueno, lo que pasó es un poco complicado - Comenzó desviando la mirada hacía el suelo, el tema era un poco peliagudo y no había hablado al respecto con ninguna persona directamente, especialmente con otro humano - Hace unos años conocí a una persona... de la cual... me enamoré - Reconocer el hecho y ponerlo en palabras resultaba más complicado de lo que creyó - Y esta persona... ya no está en mi vida... va a sonar a cliché pero se puede decir que me han roto el corazón - Carraspeó y se volvió a acomodar las gafas - No fui capaz de quedarme en París y bueno... me fui un tiempo para pensar - Dejó escapar un suspiro melancólico - He regresado y como es natural mi puesto ha sido tomado por otra persona, entonces actualmente estoy sin trabajo, de hecho venía de la Universidad, pero el director está de viaje esta semana así que tendré que esperar para tener una entrevista -

¿Porqué carajos le estaba contando todo eso a una desconocida?

Soren no había sido criado en la fe Católica, pues en Suecia, la iglesia protestante Luterana había sido la religión dominante desde varios siglos antes de su nacimiento, por lo tanto había crecido en una familia que asistía fielmente a las eucaristías y seguía los sacramentos Luteranos, su madre por ejemplo, había sido una mujer tradicional que acataba la doctrina al pie de la letra y asistía sin falta a todas las misas.

Sin embargo en sus casi 300 años de vida, Soren había observado las diferencias entre ambas iglesias y estaba familiarizado con el catolicismo, las palabras de Nicci no le parecieron ajenas, él había escuchado a sacerdotes hablar así, refiriéndose a Dios de esa manera. La mano de ella se cerró sobre la suya, aún a través de los guantes de tela, Soren sintió su piel tibia y un cosquilleo le subió por el cuello hasta las orejas.

Cuando Dios cierra una puerta abre una ventana... ¿Era Nicci esa ventana?

Tragó saliva y trató de alejar ese pensamiento de su cabeza, ella retiró la mano y el se quedó en silencio como atolondrado sin saber que decir pues a pesar de no estar completamente de acuerdo con lo que ella decía, su sonrisa y actitud radiante había sido reconfortante y para él, eso era más importante.

- Gracias - Murmuró al fin e inmediatamente se volvió a avergonzar cuando ella habló de sus ropas ¿Lucía como un pordiosero? ¿Cómo un mendigo? ¿Porqué de repente le importaba tanto lo que ella pensara? - Creo... que tiene razón Mademoiselle Nicci - Aceptó desviando la mirada al suelo - Para ser sincero no lo había notado... no soy el tipo de persona que se preocupa por la apariencia, pero usted está en lo cierto, es muy observadora pues ha notado la superficialidad en la sociedad Parisina -

De repente, se le cruzó por la mente que a una mujer tan culta como Nicci su apariencia podría lucir poco confiable. ¿Porqué le estaba importando lo que ella opinara de su ropa? Tal véz porque era una joven muy culta, se respondió.

- Si, tengo algo ahorrado pues eh estado trabajando en otras cosas mientras recupero mi trabajo como profesor - Le explicó - Pero hasta el momento no había pensado en comprarme un traje nuevo, sin embargo es una suerte que la haya conocido esta noche, a veces un hombre necesita el punto de vista femenino de las cosas - Concluyó pensando en que tenía una semana más para conseguir el atuendo antes de que el director volviera - Se ha hecho un poco tarde ¿Ha cenado ya? - Le preguntó observando como la luz de la luna se filtraba por los enormes ventanales de la biblioteca.

Parecía que su comentario había avergonzado a Soren, desviaba su mirada, definitivamente creía haberle incomodado, ella acudió rauda a explicarse. -No es que haya nada malo con su ropa, a mi me gusta como se ve, es guapo - dijo y rápidamente se avergonzó, no entendía muy bien el por qué, aunque era cierto, pero no debía pensar en cosas así - quiero decir, luce humilde y de confianza, yo le contrataría sin pensarlo, no me dejo guiar por las apariencias. A través de la ropa solo podrá verse lo lleno que un hombre tiene el bolsillo, pero a través de sus palabras y sus actos se puede ver lo lleno que tiene el corazón, y eso es lo mas importante - sonrió dirigiendo su vista a otro lado, dando por salvado aquel pequeño desliz.

Definitivamente había algo en la presencia de Soren que lo hacía particular, seguramente por tratarse del primer hombre que la trataba con amabilidad en su vida, por ser un tipo tan interesante, un joven genio no sabía muy bien el qué.

-Mi punto de vista femenino no le servira demasiado, pues no entiendo nada de moda. Solo conozco de vestimentas simples y humildes, ya que he estado prácticamente toda mi vida en conventos, pero quizás podría pedirle asesoramiento a una amiga bastante sabedora del tema, aunque sus gustos son en mi opinión un tanto excesivos para aquellos que no tienen tanto dinero como quisieran.

Observó ella también la luna entrar por la ventana, definitivamente se le había hecho demasiado tarde y ahora que no estaba ni adormilada ni completamente enfrascada en la lectura no era capaz de pasar por alto que realmente estaba hambrienta, ya que su almuerzo había sido mas bien escaso por tanta prisa por volver a los libros. -Pero...- miró a Soren pensativa, ¿acaso el estaba diciendo de ir a cenar juntos? era un tanto indecoroso, eran practicamente desconocidos, pero por otro lado, era una oportunidad de poder hablar mas con el y conocerle mejor y así tener una base para que su encuentro no fuese así el ultimo.

-No...no he cenado - dijo algo tímida, la idea de ir a cenar con ese casi desconocido le aterraba, le avergonzaba, pero al mismo tiempo deseaba hacerlo, algo le empujaba a continuar - apenas conozco la ciudad, ¿sabe usted de un buen sitio para cenar? - preguntó con interés, empezando a recoger los libros, no iba a dejarlos tirados, los colocaría antes de marcharse de vuelta en su sitio.

Que una mujer le dijese que era guapo, era toda una novedad. Soren no recordaba la última vez que una mujer le hubiese considerado atractivo, aquello parecía más como una historia perdida en el tiempo. Descubrió que el alago le hacía sentir un agradable calor en su interior.

La idea de ir de compras con ella de repente se le pasó por la mente, se imaginó caminando por las calles Parisinas iluminadas por el astro rey, con el bullicio de los vendedores al rededor de ellos, ofreciéndoles productos y ellos enfrascados en una intelectual conversación sobre Voltaire, sólo que, aquello sería imposible, Soren nunca podría salir con ella durante el día, el sol significaría enfrentar la muerte absoluta. La fantasía seguía siendo bonita así que la guardó en una parte de su cabeza para después, a lo mejor podría pintar algo al respecto, esa era una buena forma de sacarse esas ideas de la cabeza.

- Oh, estoy seguro de que su gusto en ropas también es bueno - Le comentó cuando ella habló de su amiga, Soren no era muy amante de las ropas ostentosas - Creo que siempre voy pasado de moda... pero la razón de ello es que prefiero lo clásico a lo moderno - Explicó, era un poco complicado de explicar cuando la razón verdadera era que como Vampiro, había observado los continuos cambios en las modas y le costaba adaptarse a ellas - Usted por ejemplo, lleva ropas muy austeras, hablan de una persona con decoro y clase - Continuó dando una mirada rápida al atuendo de ella.

Ante la mención de la cena, Soren se emocionó, aquello sonaba como una pequeña cita, quizás un poco acelerada pues acababa de conocerla, pero aquella mujer daba la impresión de ser el tipo de dama con la que se podría tener una conversación decente, no era fácil de encontrar una persona así últimamente.

- Mmm... si creo que si - Se quedó pensativo - Afuera de la biblioteca, cruzando la calle hay un pequeño restaurante que los estudiantes usan de día para almorzar cuando no tienen tiempo de regresar a casa y deben estudiar - Comentó, Soren no estaba seguro, habían pasado 3 años y a lo mejor el restaurante ya no estaba - ¿Quiere que le acompañe al allí? venden un buen estofado de cordero y también pan fresco - Agregó.

A Soren le dio la impresión de que la chica dudaba en si ir o no con él y le pareció bastante normal, él era un desconocido y desafortunadamente abundaban asesinos y violadores en las calles de París, la policía anunciaba capturas con mucha frecuencia, eso claro sin mencionar los seres de oscuridad que también se movían entre las sombras asechando a las presas. Nicci estaba en todo su derecho de dudar de él.

Esperó a que dejara los libros en su lugar y decidió llevarse los que el había sacado para su casa, quería tener algo que leer en sus ratos de ocio.

- Ojala le guste el estofado - Comentó poniéndose de pie y guiándola hacía la salida de la gran sala - Dicen que es mucho mejor que el de los restaurantes que se pueden encontrar en los barrios de la aristocracia y por supuesto a un precio muy favorable - Soren se acercó a la bibliotecaria que estaba sentada en su cubículo de madera a la entrada de la sala, era una mujer de unos 50 años de edad, con el cabello parcialmente gris recogido en una alta coleta, llevaba gafas y parecía haberse quedado dormida, cuando Soren le habló, se sobresaltó y se apresuró a anotar los libros que él iba a llevar.

- Profesor Kaarkarogf, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que lo vi por aquí - Comentó la señora con una sonrisa que mostraba unos dientes disparejos - Puede prestar por un mes, esas son las nuevas reglas en la biblioteca - Le explicó y prosiguió a poner unos sellos y a anotar el nombre de Soren, luego se despidió y ambos salieron del recinto.

Al salir de la biblioteca un gélido viento los recibió, el invierno había comenzado hacía poco y aunque todavía no nevaba las temperaturas habían bajado peligrosamente. Soren se giró hacía y con la mano estirada le mostró el pequeño local justo al otro lado de la calle, los candelabros estaban encendidos y se vían algunos comensales dentro.

Soren siempre había disfrutado del clima frío, aún cuando era humano y el frío realmente golpeaba su piel hiriéndola, él disfrutaba de esa gélida caricia. Como vampiro el frío ya no le hacía daño pero había cogido la costumbre de usar ropas tibias en invierno y también para no levantar sospechas. Se acomodó el saco y atravesó la calle con ella.

El sitio lucía tal y como lo recordaba, inclusive el mismo chef bonachón y regordete, al parecer aquel negocio familiar se mantenía igual gracias a los estudiantes que siempre transitaban el lugar. Se sentaron en una mesa al fondo y Nicci pidió el famoso estofado, Soren experimentaba una creciente ansiedad por descubrir si a ella le iba a gustar o no el estofado. Pues como vampiro él, como era de esperarse, no lo podía comer.

- Un café negro por favor - Pidió al mesero que tomó la orden y se alejó - No se preocupe, coma usted sin preocupaciones, yo cené antes de venir a la biblioteca - Se excuso, la verdad era que cualquier comida que entraba en contacto con su lengua, le sabía a cenizas, aquella era la realidad de la maldición de los no-muertos, los simples placeres de la vida, como comer y beber le eran negados desde el momento en el que renacía como una criatura de las sombras. Soren añoraba más que nada volver a comer y se aferraba al recuerdo de los sabores que hacía más de 200 años había probado estando vivo.

El café era la única bebida que toleraba aparte de la sangre, lo había descubierto años atrás con su creador, el café tenía un sabor fuerte y un olor penetrante que por instantes le recordaban lo que se sentía estar vivo.

Él mesero volvió pronto con el estofado y el café y le colocó un buen tazón a Nicci de humeante caldo, la taza de café también estaba caliente y Soren se quitó los guantes y colocó sus manos desnudas rodeando la taza, la tibieza le hizo sonreír por primera vez en toda la noche.

- ¿Que tal está el estofado? - Le preguntó intrigado - ¿Si es tan bueno como todos dicen? - Agregó, al fondo se escuchaban las risas de un grupo de jóvenes de no más de 20 años que compartían otra mesa.

Se sorprendió al ver que Soren tan solo pedía un café, pues ya había cenado. Esperaba compartir una agradable charla mientras cenaban, pero si el ya había comido, ¿acaso ella despertaba tanto interés?, no creía merecerlo, y mucho menos de un hombre tan interesante como él, ella solo era una humilde sierva de Dios. No pudo evitar sentirse algo avergonzada a la par que contenta.

El mesonero trajo un gran tazón de estofado. La verdad es que olía delicioso, y también se veía muy bien. Cerró los ojos juntando las manos para orar antes de comer.

-Bendícenos Señor, bendice estos alimentos que por tu bondad vamos a recibir, bendice las manos que los prepararon. Dale pan al que tiene hambre y hambre de ti al que tiene pan. Amén.

Procedió entonces a probarlo, tomó con delicadeza la cuchara, la hundió en el caldo tomandolo y sopló un poco antes de llevársela a la boca. Sonrió de inmediato, el plato tal como le había dicho Soren estaba delicioso, y se agradecía aun mas en esta noche tan fría.

-Está delicioso - le dijo a Soren - es una pena que ya hayas cenado, si no podrías haberlo disfrutado tu también, me da un poco de cosa ser la única que come de los dos - se rió ligeramente - ¿está rico el café? - preguntó interesándose por el.

A pesar de no ser igual, aquel estofado le recordaba ligeramente a aquel que tomaba en Italia cuando el invierno llevaba el frío a Roma. Aunque a este se le notaba un gusto las lechoso, traído sin duda por la carne de cordero en lugar de la ternera del estofado italiano.

-Antes dijo que no compartía la visión de Santo Tomás - hizo una pausa dando otra cucharada, para luego continuar hablando - ¿Es usted al igual que los eruditos modernos un hombre poco creyente? - preguntó con interés mirándole a los ojos.

Era una verdadera lástima no poder compartir la cena con ella, a Soren se le hacía agua la boca por probar el estofado pero sabía que sin importar las veces que tratara, el sabor a cenizas iba ser igual. Observó como ella oraba antes de empezar a cenar, Nicci era definitivamente una mujer muy religiosa, de repente se le pasó una pregunta por la mente ¿Estaría estudiando para ser monja? Su vestimenta era sin duda reservada y llevaba crucifijos.

- ¡Es Italiano! - Exclamó cuando ella mencionó el café - Que coincidencia, tiene un olor muy penetrante - Exclamó y aspiró cerrando los ojos el aroma de la taza, Soren podía identificar muchos tipos de café sólo por su olor, tras centenas de años sólo bebiendo Café, había logrado distinguirlos sin necesidad de probarlos - Él café Italiano es muy fuerte, bastante amargo - Agregó - Sin duda delicioso - Dio un sorbo y disfrutó del amargo sabor bajando por su garganta.

- ¿Con creyente se refiere a que si creo en la Iglesia y sus ideologías? ¿O simplemente si creo o no en el Cristianismo? - Le respondió con preguntas, dejó el café en la mesa y se acomodó las gafas - Mi familia fue... quiero decir, es Luterana - Se corrigió pues sería extraño decir que su familia había muerto cientos de años atrás - Crecí en un hogar Luterano ya que en Suecia la iglesia Católica tiene poca fuerza, la iglesia Luterana tiene ideas diferentes sobre el papel del sacerdocio por ejemplo, así que tengo una visión de Dios y Cristo diferentes - Le explicó y continuó - Pero respecto a Santo Tomas... con él tengo una relación contradictoria - Se encogió de hombros y sus ojos brillaron con la inocencia y curiosidad de un niño - Santo Tomas acepta ciegamente la santa trinidad y la existencia de Dios, sin cuestionar a la iglesia ni a las escrituras y creo que, para ser filosofo uno debe inclusive cuestionarse hasta esas cosas-

Volvió a tomar el café y bebió otro poco, estaba bastante caliente, pero a él le gustaba el ardor que le producía en la lengua, sentir algo de dolor de vez en cuando le resultaba agradable.

- Perdone mi pregunta indiscreta, pero debido al tema que estudiaba, no puedo evitar preguntarme si, está estudiando para unirse al convento - Preguntó al fin pues la duda le estaba carcomiendo por dentro.

Soren comenzaba a sentir que la conversación se estaba yendo por ramas bastante peligrosas, no le molestaba hablar de religión, de hecho ese era un tema que le interesaba bastante, a veces asistía a Cátedras religiosas e inclusive se había leído la Biblia, después de todo uno no puede criticar algo que desconoce ¿Verdad? Y Soren no despreciaba ningún tipo de conocimiento. Sabía que la gran mayoría de Vampiros detestaban todo lo relacionado con la iglesia e inclusive calumniaban o blasfemaban en contra de esta. Él prefería tener una postura más realista y centrada y no sólo rechazar las teorías por el simple hecho de ser un vampiro.

Yo me atrevería a decir que, no sólo el Cristianismo y sus iglesias – Comentó algo incómodo de tratar esos temas con alguien que era claramente católico – Pero considero que todas las religiones en general, buscan comprender a Dios y vivir bajo ciertos principios de armonía y moralidad -

Observó como ella comía, había algo morboso en el acto de ver a otra persona comer, no de una manera sexual, pero para él era como la única forma en la que podía 'disfrutar' de la comida. Observar a otros comer le daba un extraño tipo de satisfacción. Quizás estaba comenzando a enloquecerse luego de tantos años sin poder probar los sabores que alguna vez habían deleitado su paladar, Desvió la mirada y se concentró en lo que Nicci decía.

Me cuesta bastante creer en las cosas que no puedo entender – Le explicó mordiéndose los labios – Ese es mi problema con la fe ciega, por eso me gusta leer para poder intentar usar la razón para comprender esas cosas que se escapan a mi entendimiento – Y aquella era la principal razón por la que había aceptado que le convirtieran en Vampiro, su condición inmortal le permitía aprender cosas que otros mortales no podían por falta de tiempo y ser testigo de la evolución del hombre a través de las eras. Si Dios estaba escondido en alguna parte, estaba seguro que, en su condición podría encontrarle algún día. - Sin embargo, me considero un hombre que busca la armonía y la tolerancia en la sociedad, si creo en el mensaje de amor y bondad de las escrituras, porqué creo que toda vida es preciosa, desde el más pequeño de los animales – Le explicó, y por eso no mataba a sus víctimas cuando bebía y por eso aguantaba tanta sed hasta no encontrar a la victima correcta. Pero claro, eso no podía decircelo a la inocente Nicci.

Le agradó sobremanera escuchar que aquella mujer no estudiaba por obligación sino por gusto, era encantador encontrar una alma que buscaba conocimiento cuando en general la mayoría sólo buscaba diversión o dinero.

- Sobre mi familia... es algo complicado – Comenzó sintiéndose nervioso con la pregunta, tenía que pensar en alguna versión creíble sobre la inexistencia de su familia pues no podía explicarle la verdad – Mi padre era un adinerado Barón en Suecia, poseía un castillo y varias hectáreas de tierra, era un hombre orientado a los negocios y amante de la guerra – Dejó escapar un largo suspiro – También tengo un hermano mayor y una hermana menor, mi hermano mayor Casper es todo lo opuesto a mi, me temo que siempre chocamos desde muy temprana edad, al ser el primogénito, él es el heredero de la fortuna y título de mi padre – Le explicó, aquello era cierto, aunque estaba evitando mencionar que había ocurrido hacía 200 años – Yo decidí irme a recorrer el mundo y aquí estoy, asentado en París – Concluyó esperando que ella no dudara de su historia teniéndo en cuenta de que como máximo el aparentaba 28 años.