AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Flores Marchitas || Libre
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Flores Marchitas || Libre
Recuerdo del primer mensaje :
Era agradable sentir la frescura que despedía aquel lugar. Aquel recinto rebosante de vida, de vegetación y olores. Más aún cuando la mayoría del tiempo sólo hueles muerte y podredumbre acicalada con unas gotas de perfume para intentar taparlas, para darle unos toques que eviten que todo el mundo se aparte en tu camino.
Había optado por un vestido más tapado ya que el frio aplacaba cualquier intención de llevar los escotes prominentes típicos de épocas más cálidas. Aún así, no faltaba la sugerente ventana que había arrancado algún que otro suspiro por doquier, una ventana a una mujer peligrosa, armada con sus colmillos y sus garras. Una mujer que puede convertirse en una serpiente en caso de necesitarlo. No, ya no era una joven inocente, si es que alguna vez lo fue.
Aquella noche, el lugar tenía las puertas abiertas por la noche, como único día del año. Habían colocado velas en los senderos, a ambos lados y guiaban el camino por las zonas que se podían visitar. En los laterales, de vez en cuando, unos bancos de madera hacían la función de descanso, de reposo mientras se contemplaba aquel lugar que, aunque menguado por la oscuridad, tenía el brillo especial de los colores apagados y el romanticismo de las luces lanzando las sombras sobre rosas y claveles, jazmines y amapolas.
Caminaba sola, como siempre. Por fin, desde que había llegado a esa ciudad, me sentía integrada en algún que otro grupo. Había conocido a alguno de mi clase y a alguno de los humanos que merodeaban las zonas por las que me solía mover. Desde la fiesta en la que conocí a la joven que cambió mi vida, no había aparecido por ninguna más por miedo a represarías, a venganzas por haber hecho un poco lo que creía oportuno cuando se me presentó la tesitura del que hacer.
El lugar estaba abarrotado de gente, tanto así que era difícil algún lugar donde sentarse. Tampoco es que lo necesitara pero, el continuo camino sin parar hacía que me perdiera demasiadas cosas, demasiados momentos entre las flores, no pudiendo disfrutar plenamente de ellas.
Un poco más adelante por fin dí con un banco que parecía haber sido recientemente dejado. Aceleré el paso y conseguí tomar posesión de el. Reposé las manos sobre la madera fría y sentí su tacto mirando al frente, a un majestuoso arbusto de mezclas rojas, azules y verdes. L' origine de la vie. era su nombre. Algo que le venía como anillo al dedo pues, daba la impresión que podría ser el comienzo de todo por su modo de emerger y la consumación con sus amplios matices coronados por cientos de flores.
- No hay nada más bello que vivir para ver estas cosas... - pensé en voz alta siendo incapaz de apartar la mirada mientras se iluminaba aún más por la luz de la Luna.
Era agradable sentir la frescura que despedía aquel lugar. Aquel recinto rebosante de vida, de vegetación y olores. Más aún cuando la mayoría del tiempo sólo hueles muerte y podredumbre acicalada con unas gotas de perfume para intentar taparlas, para darle unos toques que eviten que todo el mundo se aparte en tu camino.
Había optado por un vestido más tapado ya que el frio aplacaba cualquier intención de llevar los escotes prominentes típicos de épocas más cálidas. Aún así, no faltaba la sugerente ventana que había arrancado algún que otro suspiro por doquier, una ventana a una mujer peligrosa, armada con sus colmillos y sus garras. Una mujer que puede convertirse en una serpiente en caso de necesitarlo. No, ya no era una joven inocente, si es que alguna vez lo fue.
Aquella noche, el lugar tenía las puertas abiertas por la noche, como único día del año. Habían colocado velas en los senderos, a ambos lados y guiaban el camino por las zonas que se podían visitar. En los laterales, de vez en cuando, unos bancos de madera hacían la función de descanso, de reposo mientras se contemplaba aquel lugar que, aunque menguado por la oscuridad, tenía el brillo especial de los colores apagados y el romanticismo de las luces lanzando las sombras sobre rosas y claveles, jazmines y amapolas.
Caminaba sola, como siempre. Por fin, desde que había llegado a esa ciudad, me sentía integrada en algún que otro grupo. Había conocido a alguno de mi clase y a alguno de los humanos que merodeaban las zonas por las que me solía mover. Desde la fiesta en la que conocí a la joven que cambió mi vida, no había aparecido por ninguna más por miedo a represarías, a venganzas por haber hecho un poco lo que creía oportuno cuando se me presentó la tesitura del que hacer.
El lugar estaba abarrotado de gente, tanto así que era difícil algún lugar donde sentarse. Tampoco es que lo necesitara pero, el continuo camino sin parar hacía que me perdiera demasiadas cosas, demasiados momentos entre las flores, no pudiendo disfrutar plenamente de ellas.
Un poco más adelante por fin dí con un banco que parecía haber sido recientemente dejado. Aceleré el paso y conseguí tomar posesión de el. Reposé las manos sobre la madera fría y sentí su tacto mirando al frente, a un majestuoso arbusto de mezclas rojas, azules y verdes. L' origine de la vie. era su nombre. Algo que le venía como anillo al dedo pues, daba la impresión que podría ser el comienzo de todo por su modo de emerger y la consumación con sus amplios matices coronados por cientos de flores.
- No hay nada más bello que vivir para ver estas cosas... - pensé en voz alta siendo incapaz de apartar la mirada mientras se iluminaba aún más por la luz de la Luna.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Flores Marchitas || Libre
No hubo ninguna respuesta. Ni una mirada, ni un sobresalto, ni tan siquiera un ligero tono en sus mejillas. Aquella dama anteponía la educación muy por encima de lo que seguramente habría sentido ante mi contacto ¿O acaso me estaba extralimitando y dando por hecho cosas que no existían? Quizás, mi falta de contacto con la vida humana, más allá de lo obvio y necesario, había menguado y sobre todo tergiversado mi visión sobre ellos. No era culpa de aquella dama, era culpa mía.
Dejé que se separara y se disculpaba mientras me colocaba de nuevo los guantes. Los observé con la idea de destrozarlos ahí mismo. Estaban corrompidos, sucios, mancillados. ¿Porqué entonces seguían guardando la piel de mis manos? Por pura necesidad, así al igual que la gente llevaba ropa o intentaba parecer bella. Todo era necesidad. Necesidad y formalismos.
- No se preocupe, no considero que haya perdido las formas ni nada por el estilo - la contesté a su disculpa - No hay nada de malo en su gesto, es completamente inocente y natural - terminé diciendo para acallar sus pensamientos de falta de educación.
- Me alegra que entonces, su único mal sea la falta de aliento. Algo fácil de solucionar - sonreí ligeramente - Debo decir que no he sentido la necesidad de iniciar una carrera con estas ropas - miré el resto de mi atuendo que también estaba en condiciones deplorables - Pero piense que no podemos tener todo: O estamos bellas o somos ágiles. Una cosa no está bien ligada con la otra - añadí dándole un poco más de humor a lo que Lin había comentado.
El guarda, aunque de un modo cortés y para nada ofensivo, nos indicó que no eran horas de visitas. Insinuando de ese modo que quizás era culpa nuestra que el hubiera preferido dormir a ocupar su puesto vigilando la entrada y salida de viandantes o, más aún, preocuparse de que sus calles quedaran vacías antes de entregarse a los brazos de Morfeo. Sea como fuere, por mi cabeza lo único que pasaba era la idea de arrancarle la garganta por la osadía de tan siquiera pretender darme una reprimenda. Aún así, seguí guardando las formas. Seguramente aquella noche estuviera ganándome el cielo. Si es que existía uno para los míos.
- Perdone que no hayamos abandonado su jardín - comencé con la disculpa - Comenzamos a hablar y la verdad es que perdimos la noción del tiempo. Tanto así que aquí nos hemos - luego pretendí que se sintiera algo mejor aunque fuera lo último que deseaba - Gracias por haber acudido en mi auxilio. No le daremos más molestia.
A continuación, me dirigí de nuevo a mi acompañante que ya parecía más recuperada.
- ¿Tiene usted coche de caballos que la lleve de nuevo a su hogar? - pregunté a sabiendas que, de ser así, allí finalizaría aquella noche - Si no, estoy dispuesta a acompañarla en su camino.
Dejé que se separara y se disculpaba mientras me colocaba de nuevo los guantes. Los observé con la idea de destrozarlos ahí mismo. Estaban corrompidos, sucios, mancillados. ¿Porqué entonces seguían guardando la piel de mis manos? Por pura necesidad, así al igual que la gente llevaba ropa o intentaba parecer bella. Todo era necesidad. Necesidad y formalismos.
- No se preocupe, no considero que haya perdido las formas ni nada por el estilo - la contesté a su disculpa - No hay nada de malo en su gesto, es completamente inocente y natural - terminé diciendo para acallar sus pensamientos de falta de educación.
- Me alegra que entonces, su único mal sea la falta de aliento. Algo fácil de solucionar - sonreí ligeramente - Debo decir que no he sentido la necesidad de iniciar una carrera con estas ropas - miré el resto de mi atuendo que también estaba en condiciones deplorables - Pero piense que no podemos tener todo: O estamos bellas o somos ágiles. Una cosa no está bien ligada con la otra - añadí dándole un poco más de humor a lo que Lin había comentado.
El guarda, aunque de un modo cortés y para nada ofensivo, nos indicó que no eran horas de visitas. Insinuando de ese modo que quizás era culpa nuestra que el hubiera preferido dormir a ocupar su puesto vigilando la entrada y salida de viandantes o, más aún, preocuparse de que sus calles quedaran vacías antes de entregarse a los brazos de Morfeo. Sea como fuere, por mi cabeza lo único que pasaba era la idea de arrancarle la garganta por la osadía de tan siquiera pretender darme una reprimenda. Aún así, seguí guardando las formas. Seguramente aquella noche estuviera ganándome el cielo. Si es que existía uno para los míos.
- Perdone que no hayamos abandonado su jardín - comencé con la disculpa - Comenzamos a hablar y la verdad es que perdimos la noción del tiempo. Tanto así que aquí nos hemos - luego pretendí que se sintiera algo mejor aunque fuera lo último que deseaba - Gracias por haber acudido en mi auxilio. No le daremos más molestia.
A continuación, me dirigí de nuevo a mi acompañante que ya parecía más recuperada.
- ¿Tiene usted coche de caballos que la lleve de nuevo a su hogar? - pregunté a sabiendas que, de ser así, allí finalizaría aquella noche - Si no, estoy dispuesta a acompañarla en su camino.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Flores Marchitas || Libre
Catalina lograba sacarle algo de humor a la infortunada situación y Lin admiró su compostura, ¿No se había sentido terriblemente asustada quedándose sola con esos maleantes? Ahora que lo pensaba mejor, ella le había protegido, de repente Lin entendió el sentimiento de todas esas princesas que en cuentos se enamoran de los príncipes que llegan a salvarlas ¿Era así como se sentía que alguien te protegiera? Por que Catalina le había pedido que corriera para evitar que fuera herida, Catalina afrontó sola a los maleantes a pesar de que le llevaban ventaja en número.
Aquel pensamiento la hizo sonrojar, se sentía avergonzada por haber huido en primer lugar, debió haberse quedado con ella, fuese lo que fuese que pasara con los ladrones, debió haber acompañado a Catalina ¿No era eso lo que significaba tener honor como su padre decía?.
-Pero es más importante estar viva, que la belleza – Respondió con una sonrisa aún que sus mejillas aún seguían encendidas. Él guarda ya les había dejado y volvieron a quedar solas, Lin se dio cuenta de que no quería volver la mansión, no aún, luego de lo ocurrido sentía ganas de conocer más a fondo a Catalina. Entonces fue ella quien ofreció acompañarla a su mansión, la humana se llevó la mano a la boca con expresión de sorpresa.
-Si no es mucha molestia, estaría encantada – Exclamó de inmediato – No vine en el carruaje de mi familia... en realidad ellos no saben que he venido aquí – Aceptó y recordó que en la tarde cuando había salido nadie le había preguntado cual era su destino, a veces la madrastra evitaba hablarle y la relación era cada vez más distante entre ambas – Había pensado pagar un carruaje, pero no estoy segura de que consigamos uno a estas horas, es la primera vez que me quedo hasta tan tarde en la noche en esta zona – Aceptó, sin embargo la idea de caminar no le molestaba, aunque los zapatos de tacón estaban comenzando a herir sus pies luego de toda la acción, definitivamente esas ropas no estaban hechas para ese tipo de actividades.
Aquel pensamiento la hizo sonrojar, se sentía avergonzada por haber huido en primer lugar, debió haberse quedado con ella, fuese lo que fuese que pasara con los ladrones, debió haber acompañado a Catalina ¿No era eso lo que significaba tener honor como su padre decía?.
-Pero es más importante estar viva, que la belleza – Respondió con una sonrisa aún que sus mejillas aún seguían encendidas. Él guarda ya les había dejado y volvieron a quedar solas, Lin se dio cuenta de que no quería volver la mansión, no aún, luego de lo ocurrido sentía ganas de conocer más a fondo a Catalina. Entonces fue ella quien ofreció acompañarla a su mansión, la humana se llevó la mano a la boca con expresión de sorpresa.
-Si no es mucha molestia, estaría encantada – Exclamó de inmediato – No vine en el carruaje de mi familia... en realidad ellos no saben que he venido aquí – Aceptó y recordó que en la tarde cuando había salido nadie le había preguntado cual era su destino, a veces la madrastra evitaba hablarle y la relación era cada vez más distante entre ambas – Había pensado pagar un carruaje, pero no estoy segura de que consigamos uno a estas horas, es la primera vez que me quedo hasta tan tarde en la noche en esta zona – Aceptó, sin embargo la idea de caminar no le molestaba, aunque los zapatos de tacón estaban comenzando a herir sus pies luego de toda la acción, definitivamente esas ropas no estaban hechas para ese tipo de actividades.
Lin Deforest- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/08/2015
Re: Flores Marchitas || Libre
Sonrojo, miradas perdidas en un sinfín de piedras que recorrían el suelo.
Respiración agitada, pensamientos que distan de ser normales y que la mente acusa de algún modo peculiar, diferente, desconocido.
La belleza de unas mejillas carmín no era comparable a ninguna otra cosa en el mundo. En mis pinturas, las mujeres siempre estaban sonrojadas, acaloradas, solían llevar poca ropa o más bien ir cubiertas con túnicas al estilo de la antigua Grecia. Unas ropas que cubrían pero mostraban piel y curvas, sensualidad y todo el pudor que era necesario.
- Deberá entonces añadir ropa de varón a su ropero o buscarse alguien que la proteja bien en caso de que esta situación sucediera de nuevo - le dije cuando antepuso la vida a la belleza - Pero no niego lo que dice: vivir siempre es lo primero. Lo demás es aún más efímero que la existencia - la sonreí mientras comenzaba mi ruta a su lado hasta la salida del jardín.
Allí ya apenas quedaban personas, poco más que uno o dos transeúntes que se habían perdido o quizás habían olvidado que era tarde, al igual que, en cierto modo, nosotras. La calle estaba vacía y no había coches que caminaran por la piedra. El ambiente era húmedo, se podía sentir como el rocío iba haciendo su función y mojaba el suelo. Tampoco las ropas o el cabello estaban exentos de este ataque invisible por parte de la naturaleza.
- No es molestia, no tengo a nadie esperándome en casa y el sueño todavía no ha venido a mi ¿Qué mejor que seguir disfrutando de su compañía? - le indiqué.
Luego, en referencia a su "huida" de casa, no pude si no intentar mostrarme más cercana, intentar que volviera a confiar en mi, que me contara sus secretos, lo que guardaba en su corazón tras esos ojos rasgados.
- ¿Problemas en casa? o ¿Sólo deseaba salir a la aventura? - pregunté mientras nuestros tacones retumbaban por las calles de Paris, calle abajo - Le pido disculpas por haberla entretenido en demasía - en el fondo yo la había retenido hasta llegada esa hora. También sabía que, de volver a pasar algo como lo del jardín, podría protegerla si era necesario - Podemos buscar un coche, seguro que en algún lugar, no muy lejano, hay alguno - el problema es que seguro que estaba en las zonas concurridas a esas horas: los bajos fondos. Un lugar no demasiado recomendado si no querían tener más problemas.
Respiración agitada, pensamientos que distan de ser normales y que la mente acusa de algún modo peculiar, diferente, desconocido.
La belleza de unas mejillas carmín no era comparable a ninguna otra cosa en el mundo. En mis pinturas, las mujeres siempre estaban sonrojadas, acaloradas, solían llevar poca ropa o más bien ir cubiertas con túnicas al estilo de la antigua Grecia. Unas ropas que cubrían pero mostraban piel y curvas, sensualidad y todo el pudor que era necesario.
- Deberá entonces añadir ropa de varón a su ropero o buscarse alguien que la proteja bien en caso de que esta situación sucediera de nuevo - le dije cuando antepuso la vida a la belleza - Pero no niego lo que dice: vivir siempre es lo primero. Lo demás es aún más efímero que la existencia - la sonreí mientras comenzaba mi ruta a su lado hasta la salida del jardín.
Allí ya apenas quedaban personas, poco más que uno o dos transeúntes que se habían perdido o quizás habían olvidado que era tarde, al igual que, en cierto modo, nosotras. La calle estaba vacía y no había coches que caminaran por la piedra. El ambiente era húmedo, se podía sentir como el rocío iba haciendo su función y mojaba el suelo. Tampoco las ropas o el cabello estaban exentos de este ataque invisible por parte de la naturaleza.
- No es molestia, no tengo a nadie esperándome en casa y el sueño todavía no ha venido a mi ¿Qué mejor que seguir disfrutando de su compañía? - le indiqué.
Luego, en referencia a su "huida" de casa, no pude si no intentar mostrarme más cercana, intentar que volviera a confiar en mi, que me contara sus secretos, lo que guardaba en su corazón tras esos ojos rasgados.
- ¿Problemas en casa? o ¿Sólo deseaba salir a la aventura? - pregunté mientras nuestros tacones retumbaban por las calles de Paris, calle abajo - Le pido disculpas por haberla entretenido en demasía - en el fondo yo la había retenido hasta llegada esa hora. También sabía que, de volver a pasar algo como lo del jardín, podría protegerla si era necesario - Podemos buscar un coche, seguro que en algún lugar, no muy lejano, hay alguno - el problema es que seguro que estaba en las zonas concurridas a esas horas: los bajos fondos. Un lugar no demasiado recomendado si no querían tener más problemas.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Flores Marchitas || Libre
Lin se escandalizó más con la ideas de vestir un pantalón que con la idea de ser interceptada por Ladrones. ¿Ella vestida con pantalones y camisa? La sóla idea le parecía una locura, así que soltó una risa entre nerviosa y aliviada, el miedo que había sentido momentos atrás se había disipado cuando habían llegado a la calle. A pesar de que lucía solitaria, tenía la sensación de que al lado de Catalina estaba segura.
-Más bien no me meto en problemas – Comentó, pues le parecía una salida más fácil a tener que vestir como hombre o a conseguir un esposo que la cuidara, ambas cosas parecían demasiado lejanas para ella. Catalina había aceptado a acompañarla y Lin notó que volvían a hablar en tono formal, hacía unos momentos en medio de la caótica situación, por unos momentos cuando la había abrazado sintió que habían dejado las formalidades para hablar de una forma más cercana. Le había gustado eso, Lin hablaba de forma formal con todos sus familiares, inclusive con su propio padre a quien respetaba y adoraba ciegamente.
-No... bueno, no es ningún problema en particular – Respondió cuando Catalina le preguntó – Y no es una intromisión – Agregó para asegurarle que estaba bien tocar esos temas, luego de lo ocurrido se sentía más en confianza – Pero mi madrastra es una mujer estricta, ella se preocupa mucho por la imagen que proyecta la familia Deforest y cuando mi padre está en sus viajes de negocios, es ella la que se encarga de la familia – Le explicó, Lin estaba acostumbrada a llamar a su madre, 'Madrastra', porque desde muy pequeña le habían dejado en claro, que ella no era su hija y que su lugar era diferente al de sus hermanos. - Entonces ella considera que salir a estas horas de la noche no es apropiado para una mujer de mi estatus, especialmente si no voy acompañada de un caballero... pero si le soy sincera, yo que en realidad ella teme que yo haga algo que pueda manchar el nombre de la familia pues evita por todos los medios que yo me exponga mucho a la sociedad – Concluyó.
Siguieron caminando por la calle y sin darse cuenta, Lin había pisado un pequeño charco de agua y lodo entre las piedras, el tacón se le dobló un poco pero alcanzó a sostenerse en pie, sin embargo el lodo manchó su bota blanca y las gotas le salpicaron hasta la pantorrilla, manchándo la tela del vestido azul claro.
-¡Oh no! - Exclamó compungida y se agachó para revisar, la parte baja del vestido estaba también manchada con lago de tierra y hojas del jardín. - Si regreso a casa así, me meteré en graves problemas, especialmente si ya está dormida y la despierto con mi llegada – Dejó escapar un largo suspiro y volvió a ponerse de pie – Que suerte tiene usted que nadie la espera en su casa, por lo menos no tiene que mantener apariencias con nadie -
-Más bien no me meto en problemas – Comentó, pues le parecía una salida más fácil a tener que vestir como hombre o a conseguir un esposo que la cuidara, ambas cosas parecían demasiado lejanas para ella. Catalina había aceptado a acompañarla y Lin notó que volvían a hablar en tono formal, hacía unos momentos en medio de la caótica situación, por unos momentos cuando la había abrazado sintió que habían dejado las formalidades para hablar de una forma más cercana. Le había gustado eso, Lin hablaba de forma formal con todos sus familiares, inclusive con su propio padre a quien respetaba y adoraba ciegamente.
-No... bueno, no es ningún problema en particular – Respondió cuando Catalina le preguntó – Y no es una intromisión – Agregó para asegurarle que estaba bien tocar esos temas, luego de lo ocurrido se sentía más en confianza – Pero mi madrastra es una mujer estricta, ella se preocupa mucho por la imagen que proyecta la familia Deforest y cuando mi padre está en sus viajes de negocios, es ella la que se encarga de la familia – Le explicó, Lin estaba acostumbrada a llamar a su madre, 'Madrastra', porque desde muy pequeña le habían dejado en claro, que ella no era su hija y que su lugar era diferente al de sus hermanos. - Entonces ella considera que salir a estas horas de la noche no es apropiado para una mujer de mi estatus, especialmente si no voy acompañada de un caballero... pero si le soy sincera, yo que en realidad ella teme que yo haga algo que pueda manchar el nombre de la familia pues evita por todos los medios que yo me exponga mucho a la sociedad – Concluyó.
Siguieron caminando por la calle y sin darse cuenta, Lin había pisado un pequeño charco de agua y lodo entre las piedras, el tacón se le dobló un poco pero alcanzó a sostenerse en pie, sin embargo el lodo manchó su bota blanca y las gotas le salpicaron hasta la pantorrilla, manchándo la tela del vestido azul claro.
-¡Oh no! - Exclamó compungida y se agachó para revisar, la parte baja del vestido estaba también manchada con lago de tierra y hojas del jardín. - Si regreso a casa así, me meteré en graves problemas, especialmente si ya está dormida y la despierto con mi llegada – Dejó escapar un largo suspiro y volvió a ponerse de pie – Que suerte tiene usted que nadie la espera en su casa, por lo menos no tiene que mantener apariencias con nadie -
Última edición por Lin Deforest el Jue Sep 17, 2015 7:00 am, editado 1 vez
Lin Deforest- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/08/2015
Re: Flores Marchitas || Libre
Me gustó el modo que tenía de reírse, como se le suavizaba la expresión y se le entrecerraban un poco los ojos más. Evité reírme yo también pues llamaría demasiado la atención y era innecesario. Así que, me limité a sonreír.
- La cuestión es que, aunque no quieras meterte en problemas: si están de pasarte, pasarán - la respondí - Dudo mucho que alguien busque problemas. Incluso los maleantes que nos han atacado, no esperaban encontrarse con dificultades: su idea era llegar, robar y ir a disfrutar del botín. Los problemas te encuentran y tienes que afrontarlos - aunque también había atenuantes - El lugar no era el indicado pero aún así hemos tenido que lidiar con esto. Me alegra que al menos estemos las dos intactas.
Cuando habló de su familia entendí un poco por la situación que estaba pasando. No era que la hubiera vivido pero al menos podía empatizar ficticiamente con ella. Además tenía entendido que las familias orientales eran bastante rectos en cuestiones de educación.
- Es normal que, ante un ambiente opresivo y férreo en cuanto a valores, busquemos algún tipo de escapatoria, de huida. Es su caso, ha sido esta salida nocturna fuera de horas - al menos yo lo veía así - Eso no se puede cambiar y, seguramente, el día que se despose, cambiará unas cadenas por otras. La sociedad ha dado ese papel a nuestro sexo - a veces sentía que todo el mundo avanzaba pero que las mujeres seguíamos en el mismo sitio que hacía trescientos años - ¿Qué podría hacer que fuera merecedor del temor de su madre? - me aventuré a decir. Me resultaba realmente extraño que por su mente corriera algún tipo de maldad. No, parecía demasiado inocente.
Al fijarse en el estado de su ropa, fui consciente del estado de la mía - Si, la verdad es que es un alivio. Si no haber como iba a poder explicarlo - tenía el vestido descosido, manchado y arrugado. Mis guantes y botas también habían seguido un camino similar. Estaba realmente en mal estado.
Cuando se sobresaltó y deprimió, pensé en alguna solución que me pudiera servir para ella. ¿Cómo podría ayudarla a salir al paso? Si en su hogar eran tan férreos de formas, una solución parcial seguramente no le sirviera - "Y si..." pensé para mi mientras barajaba algunas soluciones ligeramente disparatadas que, de no haberse desarrollado la noche de ese modo, jamás habría pensado.
Finalmente, saqué un pañuelo blanco de una de mis mangas y se lo extendí.
- Se que no es mucho pero al menos quitará la suciedad de sus botas - le ofrecí - Quédese con el, así al menos no seré un recuerdo malo en una noche precipitada y peligrosa - seguí diciendo mientras sonreía para que viera que era todo irónico.
Seguí dándole vueltas a la idea alocada en mi cabeza mientras los segundos pasaban. Finalmente, mordí mi labio inferior sintiendo la punzada de mi colmillo sobre el mismo. Sintiendo como, de apretar un poco más, abriría mi propia piel.
- Mi hogar no queda lejos - declaré - Sería retrasarla más, claro está. Pero quizás pudiera dejarle uno de mis vestidos para que saliera al paso esta noche - luego la miré los pies - Lamentablemente creo que mis zapatos no le estarían bien.
- La cuestión es que, aunque no quieras meterte en problemas: si están de pasarte, pasarán - la respondí - Dudo mucho que alguien busque problemas. Incluso los maleantes que nos han atacado, no esperaban encontrarse con dificultades: su idea era llegar, robar y ir a disfrutar del botín. Los problemas te encuentran y tienes que afrontarlos - aunque también había atenuantes - El lugar no era el indicado pero aún así hemos tenido que lidiar con esto. Me alegra que al menos estemos las dos intactas.
Cuando habló de su familia entendí un poco por la situación que estaba pasando. No era que la hubiera vivido pero al menos podía empatizar ficticiamente con ella. Además tenía entendido que las familias orientales eran bastante rectos en cuestiones de educación.
- Es normal que, ante un ambiente opresivo y férreo en cuanto a valores, busquemos algún tipo de escapatoria, de huida. Es su caso, ha sido esta salida nocturna fuera de horas - al menos yo lo veía así - Eso no se puede cambiar y, seguramente, el día que se despose, cambiará unas cadenas por otras. La sociedad ha dado ese papel a nuestro sexo - a veces sentía que todo el mundo avanzaba pero que las mujeres seguíamos en el mismo sitio que hacía trescientos años - ¿Qué podría hacer que fuera merecedor del temor de su madre? - me aventuré a decir. Me resultaba realmente extraño que por su mente corriera algún tipo de maldad. No, parecía demasiado inocente.
Al fijarse en el estado de su ropa, fui consciente del estado de la mía - Si, la verdad es que es un alivio. Si no haber como iba a poder explicarlo - tenía el vestido descosido, manchado y arrugado. Mis guantes y botas también habían seguido un camino similar. Estaba realmente en mal estado.
Cuando se sobresaltó y deprimió, pensé en alguna solución que me pudiera servir para ella. ¿Cómo podría ayudarla a salir al paso? Si en su hogar eran tan férreos de formas, una solución parcial seguramente no le sirviera - "Y si..." pensé para mi mientras barajaba algunas soluciones ligeramente disparatadas que, de no haberse desarrollado la noche de ese modo, jamás habría pensado.
Finalmente, saqué un pañuelo blanco de una de mis mangas y se lo extendí.
- Se que no es mucho pero al menos quitará la suciedad de sus botas - le ofrecí - Quédese con el, así al menos no seré un recuerdo malo en una noche precipitada y peligrosa - seguí diciendo mientras sonreía para que viera que era todo irónico.
Seguí dándole vueltas a la idea alocada en mi cabeza mientras los segundos pasaban. Finalmente, mordí mi labio inferior sintiendo la punzada de mi colmillo sobre el mismo. Sintiendo como, de apretar un poco más, abriría mi propia piel.
- Mi hogar no queda lejos - declaré - Sería retrasarla más, claro está. Pero quizás pudiera dejarle uno de mis vestidos para que saliera al paso esta noche - luego la miré los pies - Lamentablemente creo que mis zapatos no le estarían bien.
Catalina De Aragón- Vampiro Clase Media
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Re: Flores Marchitas || Libre
Catalina sonaba como una mujer muy culta, quizás había leído muchos libros de historia pues hablaba de como la sociedad evolucionaba pero no la mujer, Lin se debatía entre cumplir las expectativas de su padre y sobre lo que en realidad deseaba hacer, el problema era que, a pesar de tener 26 años, había sido criada de una forma en la que no se le permitía opinar ni desarrollar un carácter propio, a ella le costaba imaginarse como podría ser su vida si se salía del canon tradicional como mujer.
- ¡Oh, gracias! - Exclamó recibiendo el pañuelo - Así no tuviera el pañuelo, puede estar segura que no recordaré sino lo bueno de esta noche - Expresó con inocencia y se agachó para limpiar la parte baja del vestido, pero el lodo se encontraba ya bien arraigado a la tela y la única forma en que podría quitarlo sería lavándolo.
- ¿En serio? - Se giró hacía Catalina con expresión sorprendida - ¡Espero no ser una molestia! - Agregó agradecida con el gesto, llegaría más tarde si, pero al menos estaría limpia - Mi madrastra no recuerda cada uno de mis vestidos así que seguro que no reconocerá que estoy usando uno prestado - Le explicó, lo cual era cierto, no creía que ella estuviera al tanto de su ropero, sin embargo notaría que estaba sucio inmediatamente si llegaba a casa en el estado en que estaba. -Muchas gracias Catalina es usted muy considerada - Sin mencionar que así tendría una excusa para volver a verse con ella, tenía que devolver el vestido ¿verdad?.
-No se como sea en otros países, dicen que en algunas partes de las Americas, las mujeres visten poca ropa y pueden convertirse en guerreras como los hombres - Comentó retomando el tema del rol de la mujer en la sociedad - A mi me encantaría tener la oportunidad de viajar y conocer otras culturas - Y luego agregó desviando la mirada - No conozco la tierra de mi madre, es decir China, desde muy pequeña mi padre me trajo a Francia y he sido criada en una familia Francesa, por lo que lamentablemente desconozco bastante sobre la cultura y sociedad China - Le confesó mientras seguían caminando, esta vez guiáda por el camino que tomara Catalina.
- Creo que ese es uno de los miedos que mi madrastra tiene respecto a mi comportamiento, que no me comporte lo suficientemente 'francesa', pienso que ella no quiere que yo llame la atención de forma negativa por ser diferente, además del obvio hecho de que mi padre la traicionó con otra mujer al tenerme... creo que es algo a lo que ella nunca podrá acostumbrarse -
- ¡Oh, gracias! - Exclamó recibiendo el pañuelo - Así no tuviera el pañuelo, puede estar segura que no recordaré sino lo bueno de esta noche - Expresó con inocencia y se agachó para limpiar la parte baja del vestido, pero el lodo se encontraba ya bien arraigado a la tela y la única forma en que podría quitarlo sería lavándolo.
- ¿En serio? - Se giró hacía Catalina con expresión sorprendida - ¡Espero no ser una molestia! - Agregó agradecida con el gesto, llegaría más tarde si, pero al menos estaría limpia - Mi madrastra no recuerda cada uno de mis vestidos así que seguro que no reconocerá que estoy usando uno prestado - Le explicó, lo cual era cierto, no creía que ella estuviera al tanto de su ropero, sin embargo notaría que estaba sucio inmediatamente si llegaba a casa en el estado en que estaba. -Muchas gracias Catalina es usted muy considerada - Sin mencionar que así tendría una excusa para volver a verse con ella, tenía que devolver el vestido ¿verdad?.
-No se como sea en otros países, dicen que en algunas partes de las Americas, las mujeres visten poca ropa y pueden convertirse en guerreras como los hombres - Comentó retomando el tema del rol de la mujer en la sociedad - A mi me encantaría tener la oportunidad de viajar y conocer otras culturas - Y luego agregó desviando la mirada - No conozco la tierra de mi madre, es decir China, desde muy pequeña mi padre me trajo a Francia y he sido criada en una familia Francesa, por lo que lamentablemente desconozco bastante sobre la cultura y sociedad China - Le confesó mientras seguían caminando, esta vez guiáda por el camino que tomara Catalina.
- Creo que ese es uno de los miedos que mi madrastra tiene respecto a mi comportamiento, que no me comporte lo suficientemente 'francesa', pienso que ella no quiere que yo llame la atención de forma negativa por ser diferente, además del obvio hecho de que mi padre la traicionó con otra mujer al tenerme... creo que es algo a lo que ella nunca podrá acostumbrarse -
Lin Deforest- Humano Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 27/08/2015
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