AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
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Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
El cielo había adquirido ya un tono anaranjado al rededor del astro Sol, que impotente veía como la noche se acercaba tiñendo el cielo azul de un tono oscuro. Suerte que aquella noche iba a ser estrellada, porque si uno se fijaba bien en el cielo podía divisar pequeños resplandores de luz que temblaban ante la grandeza del Sol.
Tres días, tres largos e intensos días de soledad y desesperación, donde mi única salida era robar o tocar el violín a cambio de alguna limosna y con la esperanza de que algún noble se fijara en mi pobre talento y de ese modo obtener un puesto más decente. No había sido así y los pensamientos atormentada mi cansada mente.
El dinero comenzaba a escasear y solo me podía permitir un plato de sopa al día o un tazón de chocolate caliente, según mi estado de ánimo prefería una cosa u otra. Pero el echo de que necesitaba la compañía de alguien cada día me atormentaba más.
Estaba perpleja, cada segundo me preguntaba el motivo de mi existencia, había llegado a incluso pensar en quitarme la vida y pasar a un mundo mejor ; pero yo que no creo en Dios el único mundo existente era en el que me había tocado vivir. Sacaba fuerzas de donde no las había, hacía de tripas corazón y mientras que en la noche buscaba el calor de cuerpos extraños que remuneraran mi trabajo y mi afecto en el fondo de mi corazón buscaba algo más que ser la ramera ocasional de alguien.
En aquel momento, me encontraba en las calles.Con el pobre macuto viejo lleno de ropas y el estuche con el violín. Llevaba el vestido más decente que tenía. Era de un estampado floral bastante otoñal, el pobre vestido estaba cosido a retales parecidos por algunos lados y bajo él, unos viejos pololos y un cubre corsés. En realidad no necesitaba más. Pero envidiaba con creces a aquellas mujeres bien vestidas, hacía que su belleza aumentara con creces. La calle estaba atestada de gente que iba y venía, gente que viva un romance de amor a escondidas de su familia. Hombre y mujeres que paseaban con sus hijos - o más bien regresaban a casa- pobres que como yo, intentaba pedir limosna sin exito.
Entre la muchedumbre, me pareció ver a alguien conocido. Tenía que ser y todo sentimiento de soledad fue sustituido de repente por un sentimiento de culpabilidad y abandono. Un hombre alto, de piel morena y andares elegantes, con aquellas facciones de niño madura asomando en su rostro. Sin duda era Emhyr o eso me pareció.
Apartando a la gente a empujones intentaba abrirme paso entre ellos para lograr alcanzar aquella visión. jhasta llegar a una plaza. Una plaza donde el verde que me rodeaba llenaba de vida el corazón que todavía no había despertado de un largo sueño. Pero el no estaba. El recuerdo de aquel beso me había llevado a un estado de locura y obsesión enfermiza y eso no era bueno.
Me tiré en uno de los rincones verdes más cercanos que tenía. Mirando al cielo y como este acabó por teñirse de un negro imponente. De nuevo una noche a la que sobrevivir.
-Ojalá no me hubiera huido de la pensión hace tres días.- acabe por decir para mi misma en voz alta mientras observaba caer algunas hojas de los árboles, o alguna estrella brillar con más intensidad que otra.
Tres días, tres largos e intensos días de soledad y desesperación, donde mi única salida era robar o tocar el violín a cambio de alguna limosna y con la esperanza de que algún noble se fijara en mi pobre talento y de ese modo obtener un puesto más decente. No había sido así y los pensamientos atormentada mi cansada mente.
El dinero comenzaba a escasear y solo me podía permitir un plato de sopa al día o un tazón de chocolate caliente, según mi estado de ánimo prefería una cosa u otra. Pero el echo de que necesitaba la compañía de alguien cada día me atormentaba más.
Estaba perpleja, cada segundo me preguntaba el motivo de mi existencia, había llegado a incluso pensar en quitarme la vida y pasar a un mundo mejor ; pero yo que no creo en Dios el único mundo existente era en el que me había tocado vivir. Sacaba fuerzas de donde no las había, hacía de tripas corazón y mientras que en la noche buscaba el calor de cuerpos extraños que remuneraran mi trabajo y mi afecto en el fondo de mi corazón buscaba algo más que ser la ramera ocasional de alguien.
En aquel momento, me encontraba en las calles.Con el pobre macuto viejo lleno de ropas y el estuche con el violín. Llevaba el vestido más decente que tenía. Era de un estampado floral bastante otoñal, el pobre vestido estaba cosido a retales parecidos por algunos lados y bajo él, unos viejos pololos y un cubre corsés. En realidad no necesitaba más. Pero envidiaba con creces a aquellas mujeres bien vestidas, hacía que su belleza aumentara con creces. La calle estaba atestada de gente que iba y venía, gente que viva un romance de amor a escondidas de su familia. Hombre y mujeres que paseaban con sus hijos - o más bien regresaban a casa- pobres que como yo, intentaba pedir limosna sin exito.
Entre la muchedumbre, me pareció ver a alguien conocido. Tenía que ser y todo sentimiento de soledad fue sustituido de repente por un sentimiento de culpabilidad y abandono. Un hombre alto, de piel morena y andares elegantes, con aquellas facciones de niño madura asomando en su rostro. Sin duda era Emhyr o eso me pareció.
Apartando a la gente a empujones intentaba abrirme paso entre ellos para lograr alcanzar aquella visión. jhasta llegar a una plaza. Una plaza donde el verde que me rodeaba llenaba de vida el corazón que todavía no había despertado de un largo sueño. Pero el no estaba. El recuerdo de aquel beso me había llevado a un estado de locura y obsesión enfermiza y eso no era bueno.
Me tiré en uno de los rincones verdes más cercanos que tenía. Mirando al cielo y como este acabó por teñirse de un negro imponente. De nuevo una noche a la que sobrevivir.
-Ojalá no me hubiera huido de la pensión hace tres días.- acabe por decir para mi misma en voz alta mientras observaba caer algunas hojas de los árboles, o alguna estrella brillar con más intensidad que otra.
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 31/08/2010
Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
Tumbado en aquella cama boca abajo sentía como aquellas manos expertas y con bellas pinturas se deslizaban por su espalda desnuda, las punzadas que al principió les parecía algo desagradables pero que les era conocidas se convirtieron en nada en cuando las horas pasaron. Sintió aquellas gotas de sangre que dibujaban ríos escarlatas mezclada con la oscura tinta china.
La de las bellas manos sentada sobre él continuaba con su trabajo, de vez en cuando pronuncíaba entre sonrisa y sonrisa, otra palabra en aquel extraño idioma. Emhyr con fluídez y alzando su rostro escondido entre las sabanas le contestaba.
No se había dado cuenta pero la habitación en la que se encontraba comenzaba a sumirse entre las sombras de la noche, ¿cuánto tiempo habría transcurrido? A pesar de las punzadas de las agujas, aliviadas por el alterno masaje de la joven que sobre él se encontraba, él se sentía algo adormilado por haber permanecido demasiado tiempo en aquella postura.
Paños limpios cortaron los fluídos ríos, limpiándoselos.
La noche llegaba de nuevo, como siempre, nunca faltaba a su cita. De nuevo la noche, el simbolo de la soledad y la melancolía, hacía acordarse a Emhyr que apenas unos cuantos días había creído que su maldición de soledad se había roto por fin, pero ella había desaparecido sin dejar rastro, solo un puñado de monedas.
En aquellos días había pasado tantas cosas, Emhyr había aceptado gustoso aquellas monedas para permanecer un día más en aquella pensión, pero solo uno más, no llegaba a sentirse cómodo en aquel lugar y por ello decidió regresar al cementerio invirtiendo el resto de dinero en acomodar uno de los mausoleos donde se refugiaba y en conseguir los suficientes ingredientes para acelerar las curas de su heridas.
Aquellos días de soledad les había pasado eternos, ¿dónde se encontraba ella? ¿Estaría bien? Era extraño en él que no se quitase aquellas preguntas, que se preocupase por otra persona que no fuese el mismo y que mantuviese aquella nota bien doblaba en uno de sus bolsillos de su abrigo.
La voz femenina en otra lengua, llena de ronroneos y seseos vibrantes fluyendo, interrumpió sus pensamientos haciéndole volver a la realidad.
Colocándose su camisa, salió de aquel establecimientos, y justo en la puerta aquella enorme plaza por la que la gente se movía y desaparecía para regresar a sus hogares, huyendo de la oscuridad de la noche.
Acompañado por una jóven pálida con las manos pintadas, hablo con ella siguiendo aquel fluído y bello idioma. Emhyr abrió sus manos y le entrego unas cuantas monedas, ella le sonrió, él poso su mano sobre su cabeza de rizos oscuros y pronunció unas palabras en aquel misterioso idioma, luego de la nada hizo surgir de entre sus manos un extraño ramillete que le entrego a la joven, ella lo acepto y le besó ambas manos agradecida.
Emhyr se despidió y comenzó a cruzar la plaza en donde se encontraba el establecimiento con la intención de regresar al cementerio.
La de las bellas manos sentada sobre él continuaba con su trabajo, de vez en cuando pronuncíaba entre sonrisa y sonrisa, otra palabra en aquel extraño idioma. Emhyr con fluídez y alzando su rostro escondido entre las sabanas le contestaba.
No se había dado cuenta pero la habitación en la que se encontraba comenzaba a sumirse entre las sombras de la noche, ¿cuánto tiempo habría transcurrido? A pesar de las punzadas de las agujas, aliviadas por el alterno masaje de la joven que sobre él se encontraba, él se sentía algo adormilado por haber permanecido demasiado tiempo en aquella postura.
Paños limpios cortaron los fluídos ríos, limpiándoselos.
La noche llegaba de nuevo, como siempre, nunca faltaba a su cita. De nuevo la noche, el simbolo de la soledad y la melancolía, hacía acordarse a Emhyr que apenas unos cuantos días había creído que su maldición de soledad se había roto por fin, pero ella había desaparecido sin dejar rastro, solo un puñado de monedas.
En aquellos días había pasado tantas cosas, Emhyr había aceptado gustoso aquellas monedas para permanecer un día más en aquella pensión, pero solo uno más, no llegaba a sentirse cómodo en aquel lugar y por ello decidió regresar al cementerio invirtiendo el resto de dinero en acomodar uno de los mausoleos donde se refugiaba y en conseguir los suficientes ingredientes para acelerar las curas de su heridas.
Aquellos días de soledad les había pasado eternos, ¿dónde se encontraba ella? ¿Estaría bien? Era extraño en él que no se quitase aquellas preguntas, que se preocupase por otra persona que no fuese el mismo y que mantuviese aquella nota bien doblaba en uno de sus bolsillos de su abrigo.
La voz femenina en otra lengua, llena de ronroneos y seseos vibrantes fluyendo, interrumpió sus pensamientos haciéndole volver a la realidad.
Colocándose su camisa, salió de aquel establecimientos, y justo en la puerta aquella enorme plaza por la que la gente se movía y desaparecía para regresar a sus hogares, huyendo de la oscuridad de la noche.
Acompañado por una jóven pálida con las manos pintadas, hablo con ella siguiendo aquel fluído y bello idioma. Emhyr abrió sus manos y le entrego unas cuantas monedas, ella le sonrió, él poso su mano sobre su cabeza de rizos oscuros y pronunció unas palabras en aquel misterioso idioma, luego de la nada hizo surgir de entre sus manos un extraño ramillete que le entrego a la joven, ella lo acepto y le besó ambas manos agradecida.
Emhyr se despidió y comenzó a cruzar la plaza en donde se encontraba el establecimiento con la intención de regresar al cementerio.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 31/07/2010
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Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
Algo me hizo incorporarme de manera brusca, alzando tras de mi una lluvia de hojas secas de colores marrones y naranjas. Y allí en la distancia vi, como como él, la persona a la que había buscado cruzaba la plaza, después de despedirse de una mujer en la que no llegué a fijarme ni lo más mínimo.
Creía que alguien tiró sobre mi un jarro de agua fría. Después de abandonarle en mitad de la noche dejandole unas monedas y una carta que a lo mejor ni si quiera entendía lo único que quería hacer era saltar desde el edifico más alto o que la tierra me engullera. Sentía vergüenza por aquel comportamiento tan irracional que tuve y no solo aquello, también me sentía decepcionada conmigo misma. Le había puesto en peligro noches atrás para después abandonarlo. ¿Pero que otra cosa podía hacer? Necesitaba pensar en lo que que quería realmente, quería saber si podría ser capaz de soportar la compañía de un hombre. Aun que quizás no fuera eso lo que me animó realmente a marcharme.
Cogiendo lo más rápido posible el macuto y el violín corrí en su encuentro Emhyr caminaba cruzando la plaza hacia Dios sabe donde y aun que me encontraba bastante alejada de él, tenía la tonta esperanza de que su cuerpo no se perdiera de nuevo entre la muchedumbre.
Pero el camino que me llevaba hacia él me parecía bastante largo y lleno de obstáculos. La fatiga se apoderaba de mi y el pesimismo de mi mente. me paré en seco intentando coger un poco de aire. ¡Tampoco estaba tan lejos! ¿Qué me pasaba? ¿Por que me impedía a mi misima correr y alcanzarle?
-¡Emhyr!- grité con todas mis fuerzas, ya que me veía incapaz de hacer otra cosa.
Pero parecía que mi voz no era lo suficiente fuerte como para llegar hasta sus oidos. Y haciendo un esfuerzo sobre humano- o eso me pareció a mi debido a mi debilidad- corrí de nuevo. Seguramente él se había percatado de que alguien le seguía, pero cabía la posibilidad de que pensara lo mismo que yo segundos atrás: que eran imaginaciones suyas. Logré alcanzarle justo en el centro de la plaza. Mi mano derecha - con la que no sujetaba mis objetos personales- acaricio la chaqueta de su traje hasta aferrar su brazo con fuerza. Esa vez o sería tan insensata, esa vez no dejaría que la soledad volviera a invadir la vida de ambos.
-Emhyr..-repetí casi sin aliento.-Lo siento mucho de veras...lo siento tanto...me asusté, me asusté de ti, de los cambios. ¿Podrás perdonarme?- quizás solo necesitara su perdón para poder perdonarme a mi misma.
Creía que alguien tiró sobre mi un jarro de agua fría. Después de abandonarle en mitad de la noche dejandole unas monedas y una carta que a lo mejor ni si quiera entendía lo único que quería hacer era saltar desde el edifico más alto o que la tierra me engullera. Sentía vergüenza por aquel comportamiento tan irracional que tuve y no solo aquello, también me sentía decepcionada conmigo misma. Le había puesto en peligro noches atrás para después abandonarlo. ¿Pero que otra cosa podía hacer? Necesitaba pensar en lo que que quería realmente, quería saber si podría ser capaz de soportar la compañía de un hombre. Aun que quizás no fuera eso lo que me animó realmente a marcharme.
Cogiendo lo más rápido posible el macuto y el violín corrí en su encuentro Emhyr caminaba cruzando la plaza hacia Dios sabe donde y aun que me encontraba bastante alejada de él, tenía la tonta esperanza de que su cuerpo no se perdiera de nuevo entre la muchedumbre.
Pero el camino que me llevaba hacia él me parecía bastante largo y lleno de obstáculos. La fatiga se apoderaba de mi y el pesimismo de mi mente. me paré en seco intentando coger un poco de aire. ¡Tampoco estaba tan lejos! ¿Qué me pasaba? ¿Por que me impedía a mi misima correr y alcanzarle?
-¡Emhyr!- grité con todas mis fuerzas, ya que me veía incapaz de hacer otra cosa.
Pero parecía que mi voz no era lo suficiente fuerte como para llegar hasta sus oidos. Y haciendo un esfuerzo sobre humano- o eso me pareció a mi debido a mi debilidad- corrí de nuevo. Seguramente él se había percatado de que alguien le seguía, pero cabía la posibilidad de que pensara lo mismo que yo segundos atrás: que eran imaginaciones suyas. Logré alcanzarle justo en el centro de la plaza. Mi mano derecha - con la que no sujetaba mis objetos personales- acaricio la chaqueta de su traje hasta aferrar su brazo con fuerza. Esa vez o sería tan insensata, esa vez no dejaría que la soledad volviera a invadir la vida de ambos.
-Emhyr..-repetí casi sin aliento.-Lo siento mucho de veras...lo siento tanto...me asusté, me asusté de ti, de los cambios. ¿Podrás perdonarme?- quizás solo necesitara su perdón para poder perdonarme a mi misma.
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 31/08/2010
Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
Metiendo sus manos en los bolsillos, se mezclo entre la multitud volviendo en él aquel pensamiento que volvía a su mente cada vez que la nocturna devoraba los rayos solares días tras días.
Sin saber porque bruscamente se detuvo de un modo instintivo, parado allí en medio el gentía continuaba pasando a su lado, su rostro meditativo se alzo para mirar el cielo que comenzaba a brotar en estrellas.
"Aunque no lo parezca, lloverá"
Pensó mientras con sus dedos acariciaba aquella pequeña perilla, luego tomo la capucha de su abrigo y se lo echo en la cabeza sin importarle que algunos curiosos le miraran extrañados. El cielo aparentemente estaba despejado, un leve viento otoñal removía las hojas secas, pero el viento era la clave y los nimbos oscuros. Iba a llover, Emhyr lo sabía y no solía equivocarse.
De nuevo comenzó a caminar, le pareció oír su nombre lejano, pero penso que se confundía, hasta que sintió un tirón en su brazo. De un modo rápido y ágil, dió un tironazo con su brazo a aquel agarrón y tomo de la muñeca con fuerza a aquella que había sido de la causante.
Cuando vió su rostro se quedo mudo, no podía creerse que ella estuviese allí. Un rato de silencio se hizó, y luego se dió cuenta de que estaba ejerciendo demasiada fuerza a la muñeca de ella, blasfemó, mientras escuchaba sus disculpas.
Una de sus manos que ya estaba dentro de su bolsillo acaricio el papel doblado en su interior. Él le sonrió, y comenzó a hablar en aquel idioma hermoso, lleno de sílabas ronroneantes y siseos fluídos.
-¡Ups! Perdona, a veces no recuerdo que debo de cambiar él idioma. -Dijo en aquel francés que hacía denotar su acento extranjero a pesar de que lo hablará perfectamente. -Mira, la fierecilla salvaje volvió. ¿Intentaron encerrarte en algunas jaula o algo por el estilo?-De nuevo bromeo, con ella no podía evitar ser así, dejaba su lado arisco y frío a un lado, le ponía de buen humor, a pesar de que sabía que ella se había marchado dejandole de nuevo solo, penso que no podía enfadarse con ella, aunque debería. -No tengo nada que perdonarte, porque no debes pedirme disculpas por nada, ¿qué hiciste malo? ¿Huir? Todos lo hacen, y aunque no seas una niña, eres joven.
Emhyr sintiendose como algo en su interior quedará completo, viendo de nuevo como su soledad se ahogaba llegando el bienestar de la compañía, poso su mano sobre la cabeza de ella. En todo momento no se quito aquella capucha que llevaba, y de nuevo miro el cielo ya estrellado.
-Anda, ¿tienes sitio donde pasar la noche? Va a llover, y no es recomendable quedar a merced.
Y exactamente ocurrió, una pequeña gota cayo sobre su hombro, seguida por unas cuantas ligeras.
Sin saber porque bruscamente se detuvo de un modo instintivo, parado allí en medio el gentía continuaba pasando a su lado, su rostro meditativo se alzo para mirar el cielo que comenzaba a brotar en estrellas.
"Aunque no lo parezca, lloverá"
Pensó mientras con sus dedos acariciaba aquella pequeña perilla, luego tomo la capucha de su abrigo y se lo echo en la cabeza sin importarle que algunos curiosos le miraran extrañados. El cielo aparentemente estaba despejado, un leve viento otoñal removía las hojas secas, pero el viento era la clave y los nimbos oscuros. Iba a llover, Emhyr lo sabía y no solía equivocarse.
De nuevo comenzó a caminar, le pareció oír su nombre lejano, pero penso que se confundía, hasta que sintió un tirón en su brazo. De un modo rápido y ágil, dió un tironazo con su brazo a aquel agarrón y tomo de la muñeca con fuerza a aquella que había sido de la causante.
Cuando vió su rostro se quedo mudo, no podía creerse que ella estuviese allí. Un rato de silencio se hizó, y luego se dió cuenta de que estaba ejerciendo demasiada fuerza a la muñeca de ella, blasfemó, mientras escuchaba sus disculpas.
Una de sus manos que ya estaba dentro de su bolsillo acaricio el papel doblado en su interior. Él le sonrió, y comenzó a hablar en aquel idioma hermoso, lleno de sílabas ronroneantes y siseos fluídos.
-¡Ups! Perdona, a veces no recuerdo que debo de cambiar él idioma. -Dijo en aquel francés que hacía denotar su acento extranjero a pesar de que lo hablará perfectamente. -Mira, la fierecilla salvaje volvió. ¿Intentaron encerrarte en algunas jaula o algo por el estilo?-De nuevo bromeo, con ella no podía evitar ser así, dejaba su lado arisco y frío a un lado, le ponía de buen humor, a pesar de que sabía que ella se había marchado dejandole de nuevo solo, penso que no podía enfadarse con ella, aunque debería. -No tengo nada que perdonarte, porque no debes pedirme disculpas por nada, ¿qué hiciste malo? ¿Huir? Todos lo hacen, y aunque no seas una niña, eres joven.
Emhyr sintiendose como algo en su interior quedará completo, viendo de nuevo como su soledad se ahogaba llegando el bienestar de la compañía, poso su mano sobre la cabeza de ella. En todo momento no se quito aquella capucha que llevaba, y de nuevo miro el cielo ya estrellado.
-Anda, ¿tienes sitio donde pasar la noche? Va a llover, y no es recomendable quedar a merced.
Y exactamente ocurrió, una pequeña gota cayo sobre su hombro, seguida por unas cuantas ligeras.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
Presión, no solo en la muñeca que Emhyr sostenía con fuerza, también en el pecho. Una presión que no me dejaba respirar con normalidad pese a que la fatiga por la carrera había menguado bastante. Sentí de nuevo con el contacto el calor que su compañía me brindó tres noches atrás cuanto todo parecía volver a la normalidad.
En un principio la expresión que se dibujó en su rostro era fría y distante, hasta que una sonrisa apareció en el. Para mi era como ver Odalisca sobré el Diván, o como un hombre admiraba a una cortesana por su belleza y atractivo. Me sentía, al ver su sonrisa una privilegiada. Porque aun que no valiera dinero, para mi la sonrisa de Emhyr había dado un vuelco en mi vida, sin quererlo.
Su mano se posó en mi cabeza, de una forma que me transmitió protección y ternura. me sentía como un infante de cinco elogiado por el mismísimo Napoleón. Sus palabras me sorprendieron ya que en ellas no había ningún signo de rudeza, si no de comprensión o incluso alegría por volver a verme. Eso era lo que deseaba en mi fuero interno y quizá por eso veía cosas que no existían.
-Creo que como predicador no te darían ni una triste moneda Emhyr.- dije ante su comentario de la lluvia.- Si el cielo está muy despejado.
Quizás fueron mis ganas de burlarme de él, o quizás que él sabía leer el tiempo pero tan pronto acabé la frase una fina capa de gotas comenzó a caer del cielo. Yo atónita no supe que decir. Cierto era que desde que dejé aquella vieja pensión había pasado las noches en vela y a la intemperie pero ahora que estaba lloviendo lo único que no quería enfermar a causa de coger frío.
-Te dejé en la pensión con más de la mitad del dinero que me quedaba, han pasado tres días. ¿Crees que tengo algún sitio al que ir? Sería una suerte si esta noche duermo bajo techo. Creo que antes de que la gente desaparezca tendré que ir alrededor de algún burdel y conseguir dinero antes de que esto empeore. Así podré al menos volver a la pensión. ¿Tienes algún sitio tu donde ir? -pregunté sabiendo que le pasaba las noches en el tétrico cementerio.- Puedes venirte si quieres, no creo que el casero se oponga, en el fondo le caíste bien. Y te prometo que esta noche no me separaré de ti.
En realidad la otra noche no me hubiera separado de él si no me hubiera asustado de la cantidad de sensaciones que había tenido con él en menos de una hora.
La lluvia empezó a caer con mayor intensidad.
En un principio la expresión que se dibujó en su rostro era fría y distante, hasta que una sonrisa apareció en el. Para mi era como ver Odalisca sobré el Diván, o como un hombre admiraba a una cortesana por su belleza y atractivo. Me sentía, al ver su sonrisa una privilegiada. Porque aun que no valiera dinero, para mi la sonrisa de Emhyr había dado un vuelco en mi vida, sin quererlo.
Su mano se posó en mi cabeza, de una forma que me transmitió protección y ternura. me sentía como un infante de cinco elogiado por el mismísimo Napoleón. Sus palabras me sorprendieron ya que en ellas no había ningún signo de rudeza, si no de comprensión o incluso alegría por volver a verme. Eso era lo que deseaba en mi fuero interno y quizá por eso veía cosas que no existían.
-Creo que como predicador no te darían ni una triste moneda Emhyr.- dije ante su comentario de la lluvia.- Si el cielo está muy despejado.
Quizás fueron mis ganas de burlarme de él, o quizás que él sabía leer el tiempo pero tan pronto acabé la frase una fina capa de gotas comenzó a caer del cielo. Yo atónita no supe que decir. Cierto era que desde que dejé aquella vieja pensión había pasado las noches en vela y a la intemperie pero ahora que estaba lloviendo lo único que no quería enfermar a causa de coger frío.
-Te dejé en la pensión con más de la mitad del dinero que me quedaba, han pasado tres días. ¿Crees que tengo algún sitio al que ir? Sería una suerte si esta noche duermo bajo techo. Creo que antes de que la gente desaparezca tendré que ir alrededor de algún burdel y conseguir dinero antes de que esto empeore. Así podré al menos volver a la pensión. ¿Tienes algún sitio tu donde ir? -pregunté sabiendo que le pasaba las noches en el tétrico cementerio.- Puedes venirte si quieres, no creo que el casero se oponga, en el fondo le caíste bien. Y te prometo que esta noche no me separaré de ti.
En realidad la otra noche no me hubiera separado de él si no me hubiera asustado de la cantidad de sensaciones que había tenido con él en menos de una hora.
La lluvia empezó a caer con mayor intensidad.
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
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Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
La lluvía aun no había adquirido la fuerza suficiente para llegar a empapar al caminante callejero, Emhyr sonrió, siempre acertaba. Las gotas comenzaron a deslizarse por su capucha, alguna que otra acerte en su rostro.
Emhyr observo como su compañera comenzaba a empaparse, era cierto, la verdad no sabía si ella había conseguido algun lugar donde pasar la noche en aquello días, pensó que ella podría valerselas solas y que conociendo la ciudad lo tendría más fácil que él.
-Yo tengo, parte del dinero que me diste, no lo he gastado todo, solo lo invertí en acomodar el lugar donde estoy. Ese cementerio que te dije cuando nos conocimos, la verdad no creo que vuelva a esa pensión, no porque no me hayan tratado bien, que les agradeco bastante el trato.
"Y si que se lo agradezco..."
Una sonrisa pícara se dibujo en su rostro cuando recordo a la joven que le había traído los vendajes, la hija del casero. Aquello fue efímero, su rostro luego volvió a ser serio.
-Pero tengo todas mis cosas en ese cementerio, que creo que temes. Y no creo que me separe de ellas esta noche. Puedes venirte, hay sitio suficiente, o si te ves temorosa de pasar la noche en un cementerio puedo darte el dinero que me dejaste, al fin y al cabo es tuyo y yo mañana puedo conseguir más. Será mejor que decidas rápido sino acabaras toda empapada. Tú diras.
Tras él escucho un silbido, Emhyr se volvió hacia donde provenía el silbido dandose cuenta que la plaza estaba casi vacía ya que los transeuntes huían de la lluvia.
-Un segundo...
Llevándose las manos a los bolsillos se dió cuenta que algo faltaba. Y la procedencia del silbido se lo recordo.
-... no encuentro mi pipa, creo que se me se me cayo esta mañana cuando me quede sin mis...
"...pantalones"
Él mismo se corto, mirando serio a su compañera mientras carraspeaba disimulado, Al parecer Emhyr había aprovechado aquellos tres días en ciertas actividades nocturnas y no tan nocturnas, para apagar su soledad.
Un gesto de que esperara un segundo, y volvió a la puerta de la que había salido anteriormente. La joven de manos pintadas portaba entre sus labios pintados de carmín la pipa tallada de Emhyr, en cuanto este se acerco ella le exhalo algo de humo, Emhyr lo aparto con su mano y le hizo un gesto de regañina mientras le quitaba aquella pipa de entre los labios, de nuevo hizo gesto de despediste y volvió corriendo hacia Nimue.
-Perdona ¡Qué despistado! -Dijo mientras quitaba con su manga el carmín que había quedado en la pipa, luego se la llevo a la boca aun estaba encendida y perfecta para ser aprovechada, aquel humo que emanaba de la pipa daba señal de que no era tabaco. -Bueno tu me dirás, me gustaría tener tu compañia otro día mas antes que intentes desaparecer de nuevo, eso si lo llegas a hacer.
Emhyr observo como su compañera comenzaba a empaparse, era cierto, la verdad no sabía si ella había conseguido algun lugar donde pasar la noche en aquello días, pensó que ella podría valerselas solas y que conociendo la ciudad lo tendría más fácil que él.
-Yo tengo, parte del dinero que me diste, no lo he gastado todo, solo lo invertí en acomodar el lugar donde estoy. Ese cementerio que te dije cuando nos conocimos, la verdad no creo que vuelva a esa pensión, no porque no me hayan tratado bien, que les agradeco bastante el trato.
"Y si que se lo agradezco..."
Una sonrisa pícara se dibujo en su rostro cuando recordo a la joven que le había traído los vendajes, la hija del casero. Aquello fue efímero, su rostro luego volvió a ser serio.
-Pero tengo todas mis cosas en ese cementerio, que creo que temes. Y no creo que me separe de ellas esta noche. Puedes venirte, hay sitio suficiente, o si te ves temorosa de pasar la noche en un cementerio puedo darte el dinero que me dejaste, al fin y al cabo es tuyo y yo mañana puedo conseguir más. Será mejor que decidas rápido sino acabaras toda empapada. Tú diras.
Tras él escucho un silbido, Emhyr se volvió hacia donde provenía el silbido dandose cuenta que la plaza estaba casi vacía ya que los transeuntes huían de la lluvia.
-Un segundo...
Llevándose las manos a los bolsillos se dió cuenta que algo faltaba. Y la procedencia del silbido se lo recordo.
-... no encuentro mi pipa, creo que se me se me cayo esta mañana cuando me quede sin mis...
"...pantalones"
Él mismo se corto, mirando serio a su compañera mientras carraspeaba disimulado, Al parecer Emhyr había aprovechado aquellos tres días en ciertas actividades nocturnas y no tan nocturnas, para apagar su soledad.
Un gesto de que esperara un segundo, y volvió a la puerta de la que había salido anteriormente. La joven de manos pintadas portaba entre sus labios pintados de carmín la pipa tallada de Emhyr, en cuanto este se acerco ella le exhalo algo de humo, Emhyr lo aparto con su mano y le hizo un gesto de regañina mientras le quitaba aquella pipa de entre los labios, de nuevo hizo gesto de despediste y volvió corriendo hacia Nimue.
-Perdona ¡Qué despistado! -Dijo mientras quitaba con su manga el carmín que había quedado en la pipa, luego se la llevo a la boca aun estaba encendida y perfecta para ser aprovechada, aquel humo que emanaba de la pipa daba señal de que no era tabaco. -Bueno tu me dirás, me gustaría tener tu compañia otro día mas antes que intentes desaparecer de nuevo, eso si lo llegas a hacer.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
Parecía que todo iba bien. Todo excepto lo de ir a aquel cementerio. Me resultaba un lugar demasiado sagrado para profanarlo, incluso para mi que no creía en Dios. Desde pequeña, o más bien el tiempo que pasé en el monasterio junto con la monja, había limpiado los mausoleos y había regado las flores que los familiares de los fallecidos habían llevando. El cementerio era sin duda un lugar para muertos no para vivos. Aún así solo hice un asentimiento para contestar a su pregunta. Iría con él. Debía superar mis miedos.
-No necesito ese dinero, si te lo di es porque creía conveniente dártelo. Yo puedo sobrevivir sin dinero más días que tu en esta ciudad.-mentí ya que en realidad lo necesitaba tanto o más que él.
Algo en el comportamiento de Emhyr me llamó mucho la atención, parecía nervioso.Como si algo le faltase. Sospecha que se corroboró cuando sin apenas dejarme hablar se alejó de mi.
-Si, lo has perdido al quitarte los pantalones.- dije para mi misma mientras esperaba bajo la lluvia a que regresara.
No tardó en regresar con lo que había perdido, una pipa de madera. Que emanaba un humo con un olor bastante familiar. Calé, quien odiaba el tabaco siempre lo fumaba. Quise tirarme del cabello, estaba empezando a enfadarme sin ningún motivo aparente. Pero como buena estafadora puse cara de indiferencia.
-Bueno, ten cuidado, la próxima vez puedes perder otras cosas más importantes.- dije con cierta ironía y una sonrisa forzada en los labios.-Iré contigo.No quiero enfermar por la dichosa lluvia. Todo esto es culpa tuya. Debería encender una hoguera y quemarte por brujo.- añadí sin más de una forma fría.Obviamente no creía en los brujos ni en ninguna leyenda urbana sobrenatural. Solo creía en todo tipo de conocimiento empírico..Solo confiaba en aquello que había experimentado. Como las visiones de Calé.
¿Que me pasaba? ¿Estaba celosa? ¿Desde cuando me importaban a mi los romances de los demás? Ni si quiera con Calé al que llegué a considerar una especie de marido me había sentido así.
Hasta el día que decidí marcharme de su lado, para siempre.
-No necesito ese dinero, si te lo di es porque creía conveniente dártelo. Yo puedo sobrevivir sin dinero más días que tu en esta ciudad.-mentí ya que en realidad lo necesitaba tanto o más que él.
Algo en el comportamiento de Emhyr me llamó mucho la atención, parecía nervioso.Como si algo le faltase. Sospecha que se corroboró cuando sin apenas dejarme hablar se alejó de mi.
-Si, lo has perdido al quitarte los pantalones.- dije para mi misma mientras esperaba bajo la lluvia a que regresara.
No tardó en regresar con lo que había perdido, una pipa de madera. Que emanaba un humo con un olor bastante familiar. Calé, quien odiaba el tabaco siempre lo fumaba. Quise tirarme del cabello, estaba empezando a enfadarme sin ningún motivo aparente. Pero como buena estafadora puse cara de indiferencia.
-Bueno, ten cuidado, la próxima vez puedes perder otras cosas más importantes.- dije con cierta ironía y una sonrisa forzada en los labios.-Iré contigo.No quiero enfermar por la dichosa lluvia. Todo esto es culpa tuya. Debería encender una hoguera y quemarte por brujo.- añadí sin más de una forma fría.Obviamente no creía en los brujos ni en ninguna leyenda urbana sobrenatural. Solo creía en todo tipo de conocimiento empírico..Solo confiaba en aquello que había experimentado. Como las visiones de Calé.
¿Que me pasaba? ¿Estaba celosa? ¿Desde cuando me importaban a mi los romances de los demás? Ni si quiera con Calé al que llegué a considerar una especie de marido me había sentido así.
Hasta el día que decidí marcharme de su lado, para siempre.
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
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Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
-No se, conoces mejor la ciudad y su gente que yo, pero yo no he necesitado durante demasiado tiempo el dinero, ni para conseguir comida. Así que pense que a lo mejor tu lo necesitabas.
Le dijo, mientras daba una calada a la pipa, se dió cuenta lo que contenía y pensó que no era plan de ponerse a fumar aquello en aquella ocasión. Era mejor mantenerse con la mente fresca, no ponerse a buscar al "dragón" como decían.
Retirándose de los labios y lamentandose un poco por hacer lo que iba hacer, apago la pipa y dejo caer su contenido al suelo, para así luego guardarsela.
Emhyr tenía razon en sus palabras, había viajado tanto y llegado a lugares que el dinero no valía nada para sobrevivir sino otros medios, y por ello no le tenía mucho apreció al dinero y no se veía agobiado sino lo poseía.
Por un momento le pareció ver algo de indiferencia en la actitud de ella, incluso noto ironía en sus palabras, ¿qué habría echo para enojarla? Porque eso le parecío ver en ella.
Silencioso aun escuchando todo aquello le de decía, sintió como no podía evitar sonreír nerviosamente cuando comento lo de "brujo".
-Esto no es cosa de brujería, es cosa de la misma naturaleza. Sé observarla y por el viento que hacía y esas nubes bajas se veía venir la lluvía solo eso. -Parecía excusarse sin ser necesario de aquello, él sabía que en algunos lugares aun se les sometía a juicio a personas por creer que practicaban la brujería, parecía que esto estaba cambiando pero siempre quedaban restos de las viejas superticiones. -Bueno vamos.
Dijo aun sintiendose nervioso, mientras se quitaba el abrigo y se lo colocaba por la capucha a ella, este pesaba a causa de las cosas que llevaba en sus bolsillos y en uno de ellos en particular, la nota doblada de ella. Luego tomo su mano para comenzar a caminar apresurado.
La lluvía comenzaba a ser más rauda y tomar velocidad, empapando aquella camisa que Emhyr llevaba, sin querer esta comenzo a pegarse en su cuerpo dejando ver aquellos tatuajes que poseía y aun las vendas del hombro, además de una nueva recorriendo su espalda.
Se mantuvo silencioso todo el camino hasta llegar al cementerio, no sabía que decirle exactamente en aquel momento en el cual solo pensaba en ponerla a salvo de la lluvía y le había puesto nervioso su frase sobre lo de "brujo".
Atravesando las vallas, Emhyr echo un vistazo previo por si el enterrador continuaba en aquel lugar, pero no pudo ver rastro de él. Dandose prisa la condujo a un mausoleo cerrado, en el que penetraron este estaba oscuro, pero conla primera vela encendido pudo revelarse que mas que un mausoleo parecía una habitación normal y incluso amueblada con unos cuantos muebles viejos y algunos hechos.
Le dijo, mientras daba una calada a la pipa, se dió cuenta lo que contenía y pensó que no era plan de ponerse a fumar aquello en aquella ocasión. Era mejor mantenerse con la mente fresca, no ponerse a buscar al "dragón" como decían.
Retirándose de los labios y lamentandose un poco por hacer lo que iba hacer, apago la pipa y dejo caer su contenido al suelo, para así luego guardarsela.
Emhyr tenía razon en sus palabras, había viajado tanto y llegado a lugares que el dinero no valía nada para sobrevivir sino otros medios, y por ello no le tenía mucho apreció al dinero y no se veía agobiado sino lo poseía.
Por un momento le pareció ver algo de indiferencia en la actitud de ella, incluso noto ironía en sus palabras, ¿qué habría echo para enojarla? Porque eso le parecío ver en ella.
Silencioso aun escuchando todo aquello le de decía, sintió como no podía evitar sonreír nerviosamente cuando comento lo de "brujo".
-Esto no es cosa de brujería, es cosa de la misma naturaleza. Sé observarla y por el viento que hacía y esas nubes bajas se veía venir la lluvía solo eso. -Parecía excusarse sin ser necesario de aquello, él sabía que en algunos lugares aun se les sometía a juicio a personas por creer que practicaban la brujería, parecía que esto estaba cambiando pero siempre quedaban restos de las viejas superticiones. -Bueno vamos.
Dijo aun sintiendose nervioso, mientras se quitaba el abrigo y se lo colocaba por la capucha a ella, este pesaba a causa de las cosas que llevaba en sus bolsillos y en uno de ellos en particular, la nota doblada de ella. Luego tomo su mano para comenzar a caminar apresurado.
La lluvía comenzaba a ser más rauda y tomar velocidad, empapando aquella camisa que Emhyr llevaba, sin querer esta comenzo a pegarse en su cuerpo dejando ver aquellos tatuajes que poseía y aun las vendas del hombro, además de una nueva recorriendo su espalda.
Se mantuvo silencioso todo el camino hasta llegar al cementerio, no sabía que decirle exactamente en aquel momento en el cual solo pensaba en ponerla a salvo de la lluvía y le había puesto nervioso su frase sobre lo de "brujo".
Atravesando las vallas, Emhyr echo un vistazo previo por si el enterrador continuaba en aquel lugar, pero no pudo ver rastro de él. Dandose prisa la condujo a un mausoleo cerrado, en el que penetraron este estaba oscuro, pero conla primera vela encendido pudo revelarse que mas que un mausoleo parecía una habitación normal y incluso amueblada con unos cuantos muebles viejos y algunos hechos.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
En silencio agradecí a Emhyr que me pusiera aquel abrigo, que cubría mi cabeza con la capucha y a decir verdad casi todo mi cuerpo. Era una suerte que no lo arrastra más de lo necesario. Olía a él.
Por mucho que intentara apaciguar mi enfado solamente el pensar que podría usarme como un medio de diversión me irrataba bastante. Era una irritación irracional que guardaba en silencio.
Caminé cansada y sin romper en silencio al lado de Emhyr, con los pasos pesados lentos, como aquel que se dirige a la soga sabiendo que su muerte era inevitable. Llegamos al cementerio y los escalofríos comenzaron a recorrer mi cuerpo, no solo por el hecho de que la lluvia había calado bastante mi ropa, también por el simple hecho de pensar que iba a pasar la noche en campo de muertos.
Emhyr tras comprobar que el enterrador había ido a descansar a un sitio mejor que aquél me guiño entre tumbas y mausoleos hasta la entrada de uno. Era de noche todo estaba oscuro y parecía más siniestro de lo normal bajo el manto de lluvia que golpeaba con fuerza la tierra haciéndola pantanosa.
Al entrar al mausoleo y éste quedar iluminado por la temblorosa llama de una pequeña vela quedé sorprendida. Era increíble lo que allí dentro había. Todo estaba decorado como una habitación , y mucho mejor que la de la pensión si me se me permite decirlo. Casi abrí la boca de la sorpresa de encontrarme aquello en aquel estado.
-No sabía que los muertos viviesen tan bien.- puntualicé con una sonrisa mientras me quitaba el abrigo y lo ponía de tal modo en una piedra saliente de la pared del mausoleo para que se secara. Mi pelo alborotado por la capucha cubría mi rostro.-No me extraña que prefieras dormir en este cementerio. Si hasta es mejor ue la habitación de la pensión y aquí seguro que no debes temer ser molestado por alguien ¿Quien iba a molestar a un vivo en un lugar donde solo hay cadáveres?- dije el macuto y el violín apoyados en la pared.- Con tu permiso, voy a quitarme esta ropa mojada. - y así comencé a hacerlo hasta que quedé solamente con un pobre cubrecorsé y unos pololos viejos. -¿Qué tal tienes la herida? ¿Te la limpias todos los días?-pregunté verdaderamente preocupada por él.
Por mucho que intentara apaciguar mi enfado solamente el pensar que podría usarme como un medio de diversión me irrataba bastante. Era una irritación irracional que guardaba en silencio.
Caminé cansada y sin romper en silencio al lado de Emhyr, con los pasos pesados lentos, como aquel que se dirige a la soga sabiendo que su muerte era inevitable. Llegamos al cementerio y los escalofríos comenzaron a recorrer mi cuerpo, no solo por el hecho de que la lluvia había calado bastante mi ropa, también por el simple hecho de pensar que iba a pasar la noche en campo de muertos.
Emhyr tras comprobar que el enterrador había ido a descansar a un sitio mejor que aquél me guiño entre tumbas y mausoleos hasta la entrada de uno. Era de noche todo estaba oscuro y parecía más siniestro de lo normal bajo el manto de lluvia que golpeaba con fuerza la tierra haciéndola pantanosa.
Al entrar al mausoleo y éste quedar iluminado por la temblorosa llama de una pequeña vela quedé sorprendida. Era increíble lo que allí dentro había. Todo estaba decorado como una habitación , y mucho mejor que la de la pensión si me se me permite decirlo. Casi abrí la boca de la sorpresa de encontrarme aquello en aquel estado.
-No sabía que los muertos viviesen tan bien.- puntualicé con una sonrisa mientras me quitaba el abrigo y lo ponía de tal modo en una piedra saliente de la pared del mausoleo para que se secara. Mi pelo alborotado por la capucha cubría mi rostro.-No me extraña que prefieras dormir en este cementerio. Si hasta es mejor ue la habitación de la pensión y aquí seguro que no debes temer ser molestado por alguien ¿Quien iba a molestar a un vivo en un lugar donde solo hay cadáveres?- dije el macuto y el violín apoyados en la pared.- Con tu permiso, voy a quitarme esta ropa mojada. - y así comencé a hacerlo hasta que quedé solamente con un pobre cubrecorsé y unos pololos viejos. -¿Qué tal tienes la herida? ¿Te la limpias todos los días?-pregunté verdaderamente preocupada por él.
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
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Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
Emhyr comenzó a pasear por el mausoleo encendiendo una vela tras otra, y sin que ella se diere cuenta pronunciaba un pequeño hechizo tras encenderlas. Con ello aseguraría que no hubiese ningún accidente si alguna de esas velas caía.
Suspiró al sentirse seguro en aquel lugar, aquel nerviosismo que anterior había padecido había desaparecido llegando así la calma. Penso por un instante el motivo por el que había escogido el cementerio, que era el atraer a "vampiros" sabía que algunos visitaban aquellos lugares y que si se encontraba con alguno podría pedirle su mayor deseo, la inmortalidad.
-Desde que llegue aquí he podido reunir unas cuantas cosas que he encontrada, otras las he hecho yo con piezas sueltas, son útiles al menos para quitarle frialdad al lugar. El problema es que no te puedo ofrecer una cama cómoda, solo unas cuantas alfombras y unas sabanas amontonadas.
Comenzo a informarle, mientras se volvía a ella, que estaba deshaciendose de su ropa, al principio se le quedo mirando un instante con la mente aen blanco, pero de rápidamente reacciono evitando su mirada para no ser descortés. Él había visto muchas mujeres como ella estaba, incluso aquella mañana a una con menos ropa aun, pero sin saberlo su corazón palpitaba acelerado, como la primera vez que la vió en casi las mismas condiciones.
-Ahí tengo camisas limpias y secas, puedes tomar alguna, si lo deseas.
Le sugirió sentandose en una banqueta, mientras aun disimulado continuaba mirandola de reojo. Emhyr comenzo a deshaborcharse la camisa mojada, y la retiro de su cuerpo mojado, al recordarle aquello de la herida decidió echarle el vistazo que le tocaba en el día.
-Puedes echarle tu misma un vistazo, esta perfectamente. -Dijo con una sonrisa en los labios, aun le agradecía que le curase y su compañía.
No solo llevaba el hombro vendado sino la espalda como nuevo incorporación.
Emhyr comenzo a desenrollar las vendas así desvelando su herida, era extraño su estado, ya que en tres día parecía que se había regenerado con velocidad la piel, incluso los hilos cosidos comenzaban a caerse de la herida.
Suspiró al sentirse seguro en aquel lugar, aquel nerviosismo que anterior había padecido había desaparecido llegando así la calma. Penso por un instante el motivo por el que había escogido el cementerio, que era el atraer a "vampiros" sabía que algunos visitaban aquellos lugares y que si se encontraba con alguno podría pedirle su mayor deseo, la inmortalidad.
-Desde que llegue aquí he podido reunir unas cuantas cosas que he encontrada, otras las he hecho yo con piezas sueltas, son útiles al menos para quitarle frialdad al lugar. El problema es que no te puedo ofrecer una cama cómoda, solo unas cuantas alfombras y unas sabanas amontonadas.
Comenzo a informarle, mientras se volvía a ella, que estaba deshaciendose de su ropa, al principio se le quedo mirando un instante con la mente aen blanco, pero de rápidamente reacciono evitando su mirada para no ser descortés. Él había visto muchas mujeres como ella estaba, incluso aquella mañana a una con menos ropa aun, pero sin saberlo su corazón palpitaba acelerado, como la primera vez que la vió en casi las mismas condiciones.
-Ahí tengo camisas limpias y secas, puedes tomar alguna, si lo deseas.
Le sugirió sentandose en una banqueta, mientras aun disimulado continuaba mirandola de reojo. Emhyr comenzo a deshaborcharse la camisa mojada, y la retiro de su cuerpo mojado, al recordarle aquello de la herida decidió echarle el vistazo que le tocaba en el día.
-Puedes echarle tu misma un vistazo, esta perfectamente. -Dijo con una sonrisa en los labios, aun le agradecía que le curase y su compañía.
No solo llevaba el hombro vendado sino la espalda como nuevo incorporación.
Emhyr comenzo a desenrollar las vendas así desvelando su herida, era extraño su estado, ya que en tres día parecía que se había regenerado con velocidad la piel, incluso los hilos cosidos comenzaban a caerse de la herida.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
Sentí de vez en cuando la mirada distraída de mi peculiar acompañante a medida que éste encendía las velas del mausoleo. Que aun que no fuera una mansión en el barrio más adinerado de todo París era sin duda encantador y acogedor.
-No te preocupes, en sitios peores que sobre alfombras he dormido,por ejemplo en la tierra junto a un pantano. O en un monasterio. Eso si que daba miedo y no esto. -dije sonriendo. Emhyr continuó hablando y me alegró saber que había comprado con el dinero (aun que a lo mejor no era así) camisas.-Si no te importa prestarme una camisa para esta noche...-le pedí casi rogando.-La verdad es que un cubrecorsé no es muy cómodo cuando te falta la mitad de prendas para vestirte bien, además esta sucio y húmedo.- añadí, ya que era cierto. -Pero antes déjame ver tu herida.
Me acerqué a él y abrí la oca sorprendida.¿De dónde había salido aquel hombre? La herida estaba casi curada, los siete puntos que le había dado -alguno de ellos ya prácticamente cicatrizado- estaban en perfecto estado. Solo habían pasado tres días.Solo tres.
-Mon dieu- dije verdaderamente sorprendida.- Después de la lluvia y de esta curación, permitame decirle que le voy a quemar en una hoguera. Es casi sobrehumano. - dije bromeando.- Esta perfecta, pero deberías llevar cuidado, aún te falta tiempo para recuperarse del todo.- fue entonces cuando me di cuenta, al examinar de cerca su hombro que una venda también cubría parte de su espalda. Había sido una ciega y una completa necia por no haberme dado cuenta antes.-¿Y eso? ¿Ya has salvado a mas damiselas en apuros- pregunté con cierto tono de enfado y preocupación.-Pues eso no a sido culpa mía, de modo que te lo cure quien te lo haya provocado.-obviamente, si era algo importante iba a curarselo de todos modos, me sentía obligada a cuidar de él.
Mi corazón comenzó a palpitar con fuerza al estar tan cerca de él. Podía, como la noche que pasamos juntos, escuchar su respiración, sentir su aliento sobre mi cuerpo. Era eso, o que ya estaba loca.
-¿Dónde dices que están esas camisas?-dije para distraer mi mente, pero en realidad no funcionó me quedé mirándole fijamente a los ojos.Los ojos más bonitos que jamás había visto.
-No te preocupes, en sitios peores que sobre alfombras he dormido,por ejemplo en la tierra junto a un pantano. O en un monasterio. Eso si que daba miedo y no esto. -dije sonriendo. Emhyr continuó hablando y me alegró saber que había comprado con el dinero (aun que a lo mejor no era así) camisas.-Si no te importa prestarme una camisa para esta noche...-le pedí casi rogando.-La verdad es que un cubrecorsé no es muy cómodo cuando te falta la mitad de prendas para vestirte bien, además esta sucio y húmedo.- añadí, ya que era cierto. -Pero antes déjame ver tu herida.
Me acerqué a él y abrí la oca sorprendida.¿De dónde había salido aquel hombre? La herida estaba casi curada, los siete puntos que le había dado -alguno de ellos ya prácticamente cicatrizado- estaban en perfecto estado. Solo habían pasado tres días.Solo tres.
-Mon dieu- dije verdaderamente sorprendida.- Después de la lluvia y de esta curación, permitame decirle que le voy a quemar en una hoguera. Es casi sobrehumano. - dije bromeando.- Esta perfecta, pero deberías llevar cuidado, aún te falta tiempo para recuperarse del todo.- fue entonces cuando me di cuenta, al examinar de cerca su hombro que una venda también cubría parte de su espalda. Había sido una ciega y una completa necia por no haberme dado cuenta antes.-¿Y eso? ¿Ya has salvado a mas damiselas en apuros- pregunté con cierto tono de enfado y preocupación.-Pues eso no a sido culpa mía, de modo que te lo cure quien te lo haya provocado.-obviamente, si era algo importante iba a curarselo de todos modos, me sentía obligada a cuidar de él.
Mi corazón comenzó a palpitar con fuerza al estar tan cerca de él. Podía, como la noche que pasamos juntos, escuchar su respiración, sentir su aliento sobre mi cuerpo. Era eso, o que ya estaba loca.
-¿Dónde dices que están esas camisas?-dije para distraer mi mente, pero en realidad no funcionó me quedé mirándole fijamente a los ojos.Los ojos más bonitos que jamás había visto.
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
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Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
Ella se acerco a ver su herida, y Emhyr rió al ver su rostro sorprendido, cualquiera se hubiese sorprendido por aquello. De nuevo ella evoco aquello de la "hoguera".
-Pues casi... -Dijo como si bromeará aunque lo que iba a decir era realmente cierto. -Puedes acusarme de brujo o lo que quieras, para meterme en esa hoguera, pero primero tendrías que salir de aquí.
En cuanto nombro aquella otra venda, él noto su enfado, ¿se preocupaba de qué hubiese otra mujer? ¿Sentía celos? O era mera preocupación. Al verla picada de aquel modo y desviando su atención a las camisas, Emhyr le señalo donde se encontraba, pero aquello al parecer no había servido de distracción ya que ella estaba fijando sus ojos en los de él.
Él se levanto y tomo la mano de ella junto con la de él, y la deslizo por su piel desnuda y húmeda por la lluvia hasta llegar a la venda, luego tiro de la venda. Una palabras se unían con otras en diferentes idiomas, así formando un dibujo.
"C´est écrit"
Había añadido aquella frase que cubría su cuerpo, en el idioma que correspondía a aquel lugar.
-Una herida que nunca se curará. -Le susurro suavemente, sin soltarle la mano.
El silencio se hizo y Emhyr sintió que su corazón aun seguía algo acelerado.
-Pues casi... -Dijo como si bromeará aunque lo que iba a decir era realmente cierto. -Puedes acusarme de brujo o lo que quieras, para meterme en esa hoguera, pero primero tendrías que salir de aquí.
En cuanto nombro aquella otra venda, él noto su enfado, ¿se preocupaba de qué hubiese otra mujer? ¿Sentía celos? O era mera preocupación. Al verla picada de aquel modo y desviando su atención a las camisas, Emhyr le señalo donde se encontraba, pero aquello al parecer no había servido de distracción ya que ella estaba fijando sus ojos en los de él.
Él se levanto y tomo la mano de ella junto con la de él, y la deslizo por su piel desnuda y húmeda por la lluvia hasta llegar a la venda, luego tiro de la venda. Una palabras se unían con otras en diferentes idiomas, así formando un dibujo.
"C´est écrit"
Había añadido aquella frase que cubría su cuerpo, en el idioma que correspondía a aquel lugar.
-Una herida que nunca se curará. -Le susurro suavemente, sin soltarle la mano.
El silencio se hizo y Emhyr sintió que su corazón aun seguía algo acelerado.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
Su mano tomó la mía, deslizando por su cuero desnudo hasta que dejó que la venda cayera. Con ella dejó ver unas palabras escritas en francés y más idiomas diferentes, no sabía ti todo aquello tenía un significado concreto. Pero hacía tres días me había propuesto a averiguar todo sobre aquel hombre. Y lo lograría.
Tragué silaba, intentando apartar mis ojos de los suyos. Pero no pude. Era como si alguna maldición hubiera caído sobre mi. una maldición milagrosa. Quise apartarme, pero del mismo modo que mis ojos se negaron a apartarse de su mirada mi cuerpo se negó a apartarse del suyo ya que inconscientemente cada vez estaba más cerca.
Casi podía contar cada latido de su acelerado corazón ignorando por completo la celeridad del mio. su mano que aún sostenía la mía - o yo la suya, vete tu a saber - quemaba mi piel en cada centímetro de aquel bendito roce. pensé en el lugar en el que estábamos, un cementerio.¿quién iba a decirme a mi que allí me sentiría más viva que nunca?
-No se si lograré quemarte en una hoguera antes de quemarme yo.-dije casi en susurro apenas audible, en el que mi respiración, nerviosa, iba aumentando la velocidad.
Aquello me hizo recordar la quemadura que tenía en uno de los costados de mi tronco. El mundo casi se vino abajo al recordar una tras una las imágenes de los hechos que había vivido en aquel monasterio con ese demente sirviente de Dios que quemó mi piel con una palabra bastante común y odiosa al mismo tiempo. Aquel cura pensaba que todas las desgracias que se cernían sobre su monasterio fueron causa de mi llegada y sobretodo de mi cabello rojo que era como las llamas del infierno. Pronto me tacho de bruja y maligna y quemó mi piel con aquel nombre ya que a mi no me podía quemar. Después de todo era una niña de siete años y las hermanas de aquel monasterio me protegían. Pero ni siquiera ese terrible recuerdo y el dolor de ser quemada viva pudo separar mi cuerpo del de Emhyr ni mis ojos de su rostro.
-Esto no está bien.- acabé por decir para mi misma en voz alta.-No se que pretendo hacer, no se a que aspiro contigo. No se que quieres de mi.- por fin todas aquella preguntas que me habían martirizado durante tres días habían salido de mi boca temblorosa y casi sin aliento, en aquel mausoleo acompañada de una persona que pese a lo desconocida que era para mi había logrado ganarse mi total y sincera confianza.
Tragué silaba, intentando apartar mis ojos de los suyos. Pero no pude. Era como si alguna maldición hubiera caído sobre mi. una maldición milagrosa. Quise apartarme, pero del mismo modo que mis ojos se negaron a apartarse de su mirada mi cuerpo se negó a apartarse del suyo ya que inconscientemente cada vez estaba más cerca.
Casi podía contar cada latido de su acelerado corazón ignorando por completo la celeridad del mio. su mano que aún sostenía la mía - o yo la suya, vete tu a saber - quemaba mi piel en cada centímetro de aquel bendito roce. pensé en el lugar en el que estábamos, un cementerio.¿quién iba a decirme a mi que allí me sentiría más viva que nunca?
-No se si lograré quemarte en una hoguera antes de quemarme yo.-dije casi en susurro apenas audible, en el que mi respiración, nerviosa, iba aumentando la velocidad.
Aquello me hizo recordar la quemadura que tenía en uno de los costados de mi tronco. El mundo casi se vino abajo al recordar una tras una las imágenes de los hechos que había vivido en aquel monasterio con ese demente sirviente de Dios que quemó mi piel con una palabra bastante común y odiosa al mismo tiempo. Aquel cura pensaba que todas las desgracias que se cernían sobre su monasterio fueron causa de mi llegada y sobretodo de mi cabello rojo que era como las llamas del infierno. Pronto me tacho de bruja y maligna y quemó mi piel con aquel nombre ya que a mi no me podía quemar. Después de todo era una niña de siete años y las hermanas de aquel monasterio me protegían. Pero ni siquiera ese terrible recuerdo y el dolor de ser quemada viva pudo separar mi cuerpo del de Emhyr ni mis ojos de su rostro.
-Esto no está bien.- acabé por decir para mi misma en voz alta.-No se que pretendo hacer, no se a que aspiro contigo. No se que quieres de mi.- por fin todas aquella preguntas que me habían martirizado durante tres días habían salido de mi boca temblorosa y casi sin aliento, en aquel mausoleo acompañada de una persona que pese a lo desconocida que era para mi había logrado ganarse mi total y sincera confianza.
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
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Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
Sensaciones nuevas recorría su interior, Emhyr no sabía porque pero se sentía demasiado cómodo con aquella compañía, demasiado tranquilo así olvidando que había venido a obtener la inmortalidad de vampiros, respuestas de ellos, ni que huía de un pasado donde no se le ocurriría ni un momento el llevar aquellas ropas algo estropeadas, ni vivir en aquellas condiciones, un pasado que no solo le perseguía sino que aquellos que lo formaban le perseguía por poseer el linaje que poseía de nobleza.
Ajeno al sonido de la lluvia que golpeaba las efigies exteriores de los ángeles protectores, que recorrían, también los pétreos rostros de las vírgenes dolorosas lloronas. Los sepulcros donde yacían los vestigios de otras épocas.
Era ajeno a todo.
La verdad, le extraño que aquellos gestos no fuesen movidos por la mera lujuria como era habitual cuando él tenía la oportunidad de aplicarla con alguna mujer. Con ella había visto esa posibilidad clara hacia aquellos tres días, la considero una víctima fácil con la que calentar su piel solitaria con el mero roce, una noche más, pero rechazo la posibilidad, sin saber porque, ya que él no era tan considerado teniendo aquellas posibilidades.
Sus ojos continuaban fijos en los de ella, y sus dedos recorriendo los de ella, al igual que aquel ritmo acelerado de su corazón que le pareció el único sonido en aquel mausoleo silencioso.
Su tez se dispuso seria, y sus ojos se agacharon repentinos al escuchar sus palabras, carraspeo mientras lentamente su mano retiro el roce de ella y se levantaba de aquella banqueta caminando hacia donde estaban las camisas.
Mientras rebuscaba entre unas cuantas prendas y sábanas, medito silencioso, ella tenía razón respecto a lo dicho, porque él sentía lo mismo. No sabía lo que quería de ella, ¿compañía? Si era lo que principalmente buscaba al principio, la anhelaba con todo su ser, ya que había espantado a tanta gente supersticiosa que le costaba saber lo que era convivir con alguien. Pero le daba la sensación que respecto a la compañía de ella, no solo era eso lo que buscaba, porque desde aquella noche donde fue herido sintió un extraño sentimiento de protección respecto a ella, y aquello era anormal en su forma de ser, la protección solo estaba concebida para sí mismo o en beneficio de sín mismo, pero ¿qué beneficio buscaba de ella? Ninguno.
De nuevo carraspeo, y volvió a caminar para situarse frente a ella, le tendió una camisa. Evitaba en todo momento cruzar sus ojos con los de ella.
-Toma, no vayas a coger frío, te daré también alguna manta, no creo que la camisa sea suficiente, estos lugares son algo fríos.
Entregada la camisa, el se dispuso a colocarse una camisa, y mientras se la abrochaba tranquilamente con una actitud meditabundo.
-Compañía, protección, algo de confianza, toda mutua. Supongo. Es a lo que podemos aspirar por ahora y buscar el uno del otro. Todo para sobrevivir. -Pauso. -Incluso podría hablarse de algo de calor, podría haberlo, un calor indefenso, creo.
Solo supo decir abrochando el último botón de su camisa, y buscando con sus ojos una manta para ella, localizo con sus ojos su guitarra y abrigo, compañeros de viajes, pensó en la pipa, sintió ganas de fumarla. Cuando lo hacía era en ocasiones muy excepcionales.
-¿Fumas? -Emhyr camino hacia ella portando una manta doblada, y la pipa que acababa de tomar del abrigo.
Ajeno al sonido de la lluvia que golpeaba las efigies exteriores de los ángeles protectores, que recorrían, también los pétreos rostros de las vírgenes dolorosas lloronas. Los sepulcros donde yacían los vestigios de otras épocas.
Era ajeno a todo.
La verdad, le extraño que aquellos gestos no fuesen movidos por la mera lujuria como era habitual cuando él tenía la oportunidad de aplicarla con alguna mujer. Con ella había visto esa posibilidad clara hacia aquellos tres días, la considero una víctima fácil con la que calentar su piel solitaria con el mero roce, una noche más, pero rechazo la posibilidad, sin saber porque, ya que él no era tan considerado teniendo aquellas posibilidades.
Sus ojos continuaban fijos en los de ella, y sus dedos recorriendo los de ella, al igual que aquel ritmo acelerado de su corazón que le pareció el único sonido en aquel mausoleo silencioso.
Su tez se dispuso seria, y sus ojos se agacharon repentinos al escuchar sus palabras, carraspeo mientras lentamente su mano retiro el roce de ella y se levantaba de aquella banqueta caminando hacia donde estaban las camisas.
Mientras rebuscaba entre unas cuantas prendas y sábanas, medito silencioso, ella tenía razón respecto a lo dicho, porque él sentía lo mismo. No sabía lo que quería de ella, ¿compañía? Si era lo que principalmente buscaba al principio, la anhelaba con todo su ser, ya que había espantado a tanta gente supersticiosa que le costaba saber lo que era convivir con alguien. Pero le daba la sensación que respecto a la compañía de ella, no solo era eso lo que buscaba, porque desde aquella noche donde fue herido sintió un extraño sentimiento de protección respecto a ella, y aquello era anormal en su forma de ser, la protección solo estaba concebida para sí mismo o en beneficio de sín mismo, pero ¿qué beneficio buscaba de ella? Ninguno.
De nuevo carraspeo, y volvió a caminar para situarse frente a ella, le tendió una camisa. Evitaba en todo momento cruzar sus ojos con los de ella.
-Toma, no vayas a coger frío, te daré también alguna manta, no creo que la camisa sea suficiente, estos lugares son algo fríos.
Entregada la camisa, el se dispuso a colocarse una camisa, y mientras se la abrochaba tranquilamente con una actitud meditabundo.
-Compañía, protección, algo de confianza, toda mutua. Supongo. Es a lo que podemos aspirar por ahora y buscar el uno del otro. Todo para sobrevivir. -Pauso. -Incluso podría hablarse de algo de calor, podría haberlo, un calor indefenso, creo.
Solo supo decir abrochando el último botón de su camisa, y buscando con sus ojos una manta para ella, localizo con sus ojos su guitarra y abrigo, compañeros de viajes, pensó en la pipa, sintió ganas de fumarla. Cuando lo hacía era en ocasiones muy excepcionales.
-¿Fumas? -Emhyr camino hacia ella portando una manta doblada, y la pipa que acababa de tomar del abrigo.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
Casi me arrepentí de haber hablado. Pero solo casi, porque si no lo hubiera hecho, quizás me habría convertido en la persona más débil de toda la ciudad. Pues si bien un sentimiento te hacía luchar por las cosas que te importaban de igual modo podían destruirte. Amar, querer , desear, la lealtad, todo aquello eran sentimientos que ponían en peligro la integridad de las personas. Eran como una enfermedad de la que no se puede escapar, lo peor de todo es que todos estamos enfermos.
Emhyr se levantó de aquel taburete, yo me quedé por un momento allí sin mirarle intentando captar la magnitud de todo aquello que inevitablemente estaba empezando a preocuparme demasiado. No solo el hecho de compartir ahora la vida con un desconocido, también por lo que comenzaba a sentir por él.
Cuando me entregó la camisa evité -al igual que él- la mirada en todo momento, sabía que no podría controlar los deseos que ataba con sogas en mi fuero interno.
Me despojé de aquel sucio y húmedo cubrecorsés dejando mi pecho desnudo. Estaba tan ocupada en llegar al fondo de mis pensamientos que ni si quiera me preocupó que él viera las quemaduras en el costado o mis pechos. Daba igual todo. Pero él no tenía de que asustarse, seguro que había visto cuerpo mejores y los había tocado, los habría disfrutado. Me daba igual. Acto seguido me puse la camisa que me entregó, como era lógico me estaba bastante grande , me llegaba hasta las rodillas. Yo no era demasiado alta. Pero los perfumes más caros se vendían en los frascos pequeños, al igual que el veneno.
-Supongo que eso es lo que los dos queremos. Parece que ese Dios al que todos aman nos a sonreído un poco.- si, yo también buscaba en él todo lo que había mencionado. Aun que ignoraba si el lo decía sinceramente o solo por mantenerme allí. Si me engañaba prefería ser ignorante y confiar en él.
-Y no, no fumo, crecí en la iglesia, para las monjas el fumar era un pecado y un vicio no muy sano. Me inculcaron esas idas, pero posiblemente si no me hubiera criado entre mitos y supersticiones ahora mismo fumaría.- comenté indiferente.- La verdad es que el tabaco nunca me había llamado la atención. Yo tenía otras formas más divertidas y productivas para calmar mis nervios.
Recorrí con la mirada nuevamente aquel mausoleo. Y vi una guitara. Sonreí. La música era mi tabaco diario.
-¿Te gusta la música? ¿Sabes componer? O lo más importante. ¿Sabes tocar esa guitarra? - me acerqué a Emhyr, por muy cerca que lo tuviera siempre me parecía que estaba demasiado lejos de mi.
Emhyr se levantó de aquel taburete, yo me quedé por un momento allí sin mirarle intentando captar la magnitud de todo aquello que inevitablemente estaba empezando a preocuparme demasiado. No solo el hecho de compartir ahora la vida con un desconocido, también por lo que comenzaba a sentir por él.
Cuando me entregó la camisa evité -al igual que él- la mirada en todo momento, sabía que no podría controlar los deseos que ataba con sogas en mi fuero interno.
Me despojé de aquel sucio y húmedo cubrecorsés dejando mi pecho desnudo. Estaba tan ocupada en llegar al fondo de mis pensamientos que ni si quiera me preocupó que él viera las quemaduras en el costado o mis pechos. Daba igual todo. Pero él no tenía de que asustarse, seguro que había visto cuerpo mejores y los había tocado, los habría disfrutado. Me daba igual. Acto seguido me puse la camisa que me entregó, como era lógico me estaba bastante grande , me llegaba hasta las rodillas. Yo no era demasiado alta. Pero los perfumes más caros se vendían en los frascos pequeños, al igual que el veneno.
-Supongo que eso es lo que los dos queremos. Parece que ese Dios al que todos aman nos a sonreído un poco.- si, yo también buscaba en él todo lo que había mencionado. Aun que ignoraba si el lo decía sinceramente o solo por mantenerme allí. Si me engañaba prefería ser ignorante y confiar en él.
-Y no, no fumo, crecí en la iglesia, para las monjas el fumar era un pecado y un vicio no muy sano. Me inculcaron esas idas, pero posiblemente si no me hubiera criado entre mitos y supersticiones ahora mismo fumaría.- comenté indiferente.- La verdad es que el tabaco nunca me había llamado la atención. Yo tenía otras formas más divertidas y productivas para calmar mis nervios.
Recorrí con la mirada nuevamente aquel mausoleo. Y vi una guitara. Sonreí. La música era mi tabaco diario.
-¿Te gusta la música? ¿Sabes componer? O lo más importante. ¿Sabes tocar esa guitarra? - me acerqué a Emhyr, por muy cerca que lo tuviera siempre me parecía que estaba demasiado lejos de mi.
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
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Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
Emhyr se llevo la pipa apagada a la boca, dejo la manta sobre el taburete donde anteriormente estaba sentado. Luego se volvió adonde había mas mantas y se agacho para amontonarlas en un lugar donde poderse poner comodo para pasar la noche, de reojo de nuevo sus ojos se fijaron en ella.
Ella estaba despojandose de sus ropas, quedandose semidesnuda y dejando ver sus pechos, y aquellas quemaduras en su cuerpo. Con su lengua movío distraído la pipa que sostenía entre sus labios. Había visto muchas mujeres desnudas en su vida, había podido poseer a montones, pero eso no quería decir que aun no siguiese poniendose nervioso al ver a una en ese estado.
Quedándose algo parado, sintió como la pipa se resbalaba de entre sus labios cayendo sobre las mantas que preparaba. Blasfemo, tomando de donde había caido y desviando su antención hacia las mantas, cuando de nuevo se volvió a ella ya llevaba su camisa.
Dejando aquel lecho preparado, de nuevo se levanto frente a ella y comenzo a preparar la pipa.
-¿Así que monjas? ¿Y pecado?
No sabía porque, pero las cuestiones religiosas siempre le habían hecho reír. Él no regía por ninguna religión, aunque si hubiese continuado en Turquía hubiese seguido la tradición serfardíe de su familia como era lógico. Él solo creía en lo que había visto y nada más.
-No es tabaco, nunca fumo tabaco, es salvia. Tranquila solo la uso para el dolor y.... y otras cosas...
El "otras cosas" lo dejo en el aire. Emhyr pensándoselo mejor, decidió preparar una dosis moderada, no era cuestión de llegar al nivel de uso de "otras cosas".
Dandole la espalda, y encendió la pipa de manera misteriora, es decir, unas leves palabras y esta se vió encendida con fuego de la nada.
Mientras hacía aquello escucho como ella hablaba de su guitarra, y dando una pequeña calada camino hacia ella exhalando el humo que dejaba un olor aromatico y agradable.
Emhyr sonrió al notar su entusiasmo, posando su mano sobre el hombro de ella dirigió su mirada a la guitarra.
-Señorita, esa guitarra me suele dar más de comer que todos esos trucos viejos de magia.
Soltando su hombro suavemente, y moviendo la pipa en sus labios, para de vez en cuando soltar un poco de aquel humo de olor agradable, tomo la guitarra.
-¿Sabes tocarla? He visto una funda de instrumento entre tus cosas, ¿qué es?
Ella estaba despojandose de sus ropas, quedandose semidesnuda y dejando ver sus pechos, y aquellas quemaduras en su cuerpo. Con su lengua movío distraído la pipa que sostenía entre sus labios. Había visto muchas mujeres desnudas en su vida, había podido poseer a montones, pero eso no quería decir que aun no siguiese poniendose nervioso al ver a una en ese estado.
Quedándose algo parado, sintió como la pipa se resbalaba de entre sus labios cayendo sobre las mantas que preparaba. Blasfemo, tomando de donde había caido y desviando su antención hacia las mantas, cuando de nuevo se volvió a ella ya llevaba su camisa.
Dejando aquel lecho preparado, de nuevo se levanto frente a ella y comenzo a preparar la pipa.
-¿Así que monjas? ¿Y pecado?
No sabía porque, pero las cuestiones religiosas siempre le habían hecho reír. Él no regía por ninguna religión, aunque si hubiese continuado en Turquía hubiese seguido la tradición serfardíe de su familia como era lógico. Él solo creía en lo que había visto y nada más.
-No es tabaco, nunca fumo tabaco, es salvia. Tranquila solo la uso para el dolor y.... y otras cosas...
El "otras cosas" lo dejo en el aire. Emhyr pensándoselo mejor, decidió preparar una dosis moderada, no era cuestión de llegar al nivel de uso de "otras cosas".
Dandole la espalda, y encendió la pipa de manera misteriora, es decir, unas leves palabras y esta se vió encendida con fuego de la nada.
Mientras hacía aquello escucho como ella hablaba de su guitarra, y dando una pequeña calada camino hacia ella exhalando el humo que dejaba un olor aromatico y agradable.
Emhyr sonrió al notar su entusiasmo, posando su mano sobre el hombro de ella dirigió su mirada a la guitarra.
-Señorita, esa guitarra me suele dar más de comer que todos esos trucos viejos de magia.
Soltando su hombro suavemente, y moviendo la pipa en sus labios, para de vez en cuando soltar un poco de aquel humo de olor agradable, tomo la guitarra.
-¿Sabes tocarla? He visto una funda de instrumento entre tus cosas, ¿qué es?
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
-Si, es irónico como pueden pecar los que más aman a Dios. Monjas y pecados, entre eso me crié hasta los siete años, después...pasó lo que pasó.- aquello de hablar con Emhyr se estaba convirtiendo en una especie de religión para mi o lo que era lo mismo, mi opio.
Sabía que destapando mis cosas sobre el pasado iría en contra de las enseñanzas que posteriormente obtuve de mi primer acompañante. Pero ¿Realmente era bueno no hablar con las personas de ello? Con Emhyr tenía la necesidad de abrirme, de contarlo todo como una católica que debía de acudir a la iglesia para confesar sus sentimientos y sus pecados.
Su mano rozó con levedad mi hombro, aquello, ese simple gesto, bastó para que mi corazón se acelerada. Cuando el contacto se detuvo regresé a la realidad nuevamente.
-No, no se tocar la guitarra. Pero yo también he podido comprobar por mi misma que la música se paga más que los placeres que te proporciona un cuerpo o robando una cartera. Antes no lo hacía pero ahora acostumbro a tocar por las calles a cambio de algunas monedas. Quien sabe si algún miembro de la sociedad alta te ve por ahí y se enamora de tu música y te pide que trabajes para en él en las celebraciones más importantes...-dije mientras andaba hacía aquel viejo raído estuche me acuclillé y saqué aquél violín con tanta historia.- Toco el violín.-afirmé poniéndome el instrumento en el hombro y alzando la mano con la que sujetaba el arco.- Pero no voy a tocar ahora, creo que sería llamar demasiado la atención en un lugar donde solo debería existir el silencio y la oscuridad.Este instrumento me dio la vida cuando pensaba que ya no iba a poder más, la música salvo mi vida hace unos meses.
Volví a guardar el violín junto con el arco en el estuche y me dirigí hasta el taburete, para sentarme en él. Así lo hice.
-Algún día te contaré prácticamente todo sobre mi vida y tu no te abras dado cuenta de ello.- añadí con una sonrisa. Suspiré -¿Qué es para ti la música?- sabía que era una pregunta demasiado rebuscada, algunos dirían entretenimiento, otros los más románticos dirían una forma de expresar lo que sienten. Otros se preguntarían ¿De que te sirve saber eso?
Sabía que destapando mis cosas sobre el pasado iría en contra de las enseñanzas que posteriormente obtuve de mi primer acompañante. Pero ¿Realmente era bueno no hablar con las personas de ello? Con Emhyr tenía la necesidad de abrirme, de contarlo todo como una católica que debía de acudir a la iglesia para confesar sus sentimientos y sus pecados.
Su mano rozó con levedad mi hombro, aquello, ese simple gesto, bastó para que mi corazón se acelerada. Cuando el contacto se detuvo regresé a la realidad nuevamente.
-No, no se tocar la guitarra. Pero yo también he podido comprobar por mi misma que la música se paga más que los placeres que te proporciona un cuerpo o robando una cartera. Antes no lo hacía pero ahora acostumbro a tocar por las calles a cambio de algunas monedas. Quien sabe si algún miembro de la sociedad alta te ve por ahí y se enamora de tu música y te pide que trabajes para en él en las celebraciones más importantes...-dije mientras andaba hacía aquel viejo raído estuche me acuclillé y saqué aquél violín con tanta historia.- Toco el violín.-afirmé poniéndome el instrumento en el hombro y alzando la mano con la que sujetaba el arco.- Pero no voy a tocar ahora, creo que sería llamar demasiado la atención en un lugar donde solo debería existir el silencio y la oscuridad.Este instrumento me dio la vida cuando pensaba que ya no iba a poder más, la música salvo mi vida hace unos meses.
Volví a guardar el violín junto con el arco en el estuche y me dirigí hasta el taburete, para sentarme en él. Así lo hice.
-Algún día te contaré prácticamente todo sobre mi vida y tu no te abras dado cuenta de ello.- añadí con una sonrisa. Suspiré -¿Qué es para ti la música?- sabía que era una pregunta demasiado rebuscada, algunos dirían entretenimiento, otros los más románticos dirían una forma de expresar lo que sienten. Otros se preguntarían ¿De que te sirve saber eso?
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
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Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
Cuando dijo lo de pecar, y en el ambiente que ella se había criado , estaba claro que se veía influido por la religión, él no se había criado en un ambiente católico, aunque sabía que la sociedad en la que se movía París era respecto a esa religión y aquel temor al pecado, el cual llevaba al infierno y la aspiración a la ascendencia a una clase de cielo o algo similar.
-Lo tengo claro, cuando muera iré al infierno.
Dijo mas para sí que para ella, no sabía porque pero aquel pensamiento se cruzo por su mente y salió de su labios como si nada. Emhyr pensó en el alto precio de obtener la inmortalidad, de sus propias acciones a lo largo de su viaje, en el egoísmo al desear aquello, y el saber que todo sería a costa de incluso vidas humanas.
Aquellos pensamiento se interrumpieron con la voz de ella cuando comenzo a hablar de instrumentos, ella le mostro aquel violín. Él le sonrió, al darse cuenta que ella tenía aspiraciones muy diferentes a los de él, su camino parecía estar más lleno de luz que él esperaba de su vida. No sabía porque, pero por un instante penso en que ella algun día conseguiría aquello que desease.
-Es un instrumento complejo, incluso para mí, debes de ser muy buena saber usarlo.
Con la guitarra ya en sus manos, una mirada de reto le dirigió a Nimue, y sentandose en un lugar coloco su guitarra en posición de tocarla.
-El enterrador suele marcharse a estas horas, ¿cómo no despertemos a los muertos? ¿Temes hacerlo? Estoy dispuestos a despertarlos. -Bromeo, mientras hablar la pipa de entre sus labios se movía. -Creo que voy captando ya ideas sobre tu vida
Unas cuantas notas repentinas y aleatorias resonaron en el mausoleo.
-La música... Pues.. -Comenzo a hablar mientras afinaba la guitarra. -... además de un medio para la supervivencia, un modo de huir de la realidad, por un instante olvidas todas las penurias y no se, a veces las notas parecen hablarte... No sabría como definirtelo... Es como si te contará una conversación, es un modo de apagar la soledad, y mi guitarra me proporciona eso...
Termino de afinar, y sus dedos se deslizaron por la guitarra haciendo sonar la escala.
-Bueno, ¿lista para despertar a los muertos? -Tomando la pipa de su mano, exhalo humo, de nuevo lo devolvió a su boca y con la vista en la guitarra comenzo a tocar la primera .melodía que se le vino a la cabeza
-Lo tengo claro, cuando muera iré al infierno.
Dijo mas para sí que para ella, no sabía porque pero aquel pensamiento se cruzo por su mente y salió de su labios como si nada. Emhyr pensó en el alto precio de obtener la inmortalidad, de sus propias acciones a lo largo de su viaje, en el egoísmo al desear aquello, y el saber que todo sería a costa de incluso vidas humanas.
Aquellos pensamiento se interrumpieron con la voz de ella cuando comenzo a hablar de instrumentos, ella le mostro aquel violín. Él le sonrió, al darse cuenta que ella tenía aspiraciones muy diferentes a los de él, su camino parecía estar más lleno de luz que él esperaba de su vida. No sabía porque, pero por un instante penso en que ella algun día conseguiría aquello que desease.
-Es un instrumento complejo, incluso para mí, debes de ser muy buena saber usarlo.
Con la guitarra ya en sus manos, una mirada de reto le dirigió a Nimue, y sentandose en un lugar coloco su guitarra en posición de tocarla.
-El enterrador suele marcharse a estas horas, ¿cómo no despertemos a los muertos? ¿Temes hacerlo? Estoy dispuestos a despertarlos. -Bromeo, mientras hablar la pipa de entre sus labios se movía. -Creo que voy captando ya ideas sobre tu vida
Unas cuantas notas repentinas y aleatorias resonaron en el mausoleo.
-La música... Pues.. -Comenzo a hablar mientras afinaba la guitarra. -... además de un medio para la supervivencia, un modo de huir de la realidad, por un instante olvidas todas las penurias y no se, a veces las notas parecen hablarte... No sabría como definirtelo... Es como si te contará una conversación, es un modo de apagar la soledad, y mi guitarra me proporciona eso...
Termino de afinar, y sus dedos se deslizaron por la guitarra haciendo sonar la escala.
-Bueno, ¿lista para despertar a los muertos? -Tomando la pipa de su mano, exhalo humo, de nuevo lo devolvió a su boca y con la vista en la guitarra comenzo a tocar la primera .melodía que se le vino a la cabeza
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
Él iría al infierno. Yo pensaba de manera diferente.Nosotros dos la estábamos en él. pero aquellos pensamientos no los dije en voz alta, ya que cualquier ideal diferente entre las personas era un motivo de discusión, la discusión llevaba a la infelicidad de la personas, más cuando las que discuten siente algo mutuamente.
Seguí escuchando muy atenta lo que continuaba diciendo, su monologo había finalizado con una melodía que yo no sabía tocar con el violín. Pero a medida que las notas flotaban en el aire miles de ideas se me vinieron a la cabeza. Las notas fluían por mi mente, intentando salir por medio del violín.
-Sabéis, creo que los muertos necesitan algo de diversión de vez en cuando. Sinceramente los llantos no es una melodía bella.-volví a coger el violín y el arco del viejo estuche. Y esperando el momento adecuado miré fijamente a Emhyr.
Comencé a tocar.
En silencio, observando cada movimiento de la mano de Emhyr, escuchando el compás de su música, el tiempo. Todo para así adaptar una melodía para poder hacer un dúo. Mis dedos se deslizaban por las cuerdas, tocando una melodía desconocida. Estaba improvisando. Pero las notas salían de lo más profundo de mi corazón, transmitían alegría, serenidad, todo que sentía a su lado era plasmado en unas cuantas notas insignificantes. Mientras continuaba con mi música me acerqué hacía donde Emhyr estaba sentado poniéndome de pie justo en frente del chico.
Era imposible sonreír cuando - después de varios meses- era feliz. Me sentía como cuando una madre veía el rostro de su hijo por primera vez, o cuando un niño recibía su primer juguete de latón. Tenía claro que aquella felicidad era momentanea, pero que duraría mientras aquel hombre permaneciera a mi lado.
Ignoré cuanto rota estuve tocando, quizás fueron cinco minutos quizás toda una eternidad. Pero una tos fuerte hizo que parara en seco.
-No lo haces mal, para ser un hombre.- dije bromeando mientras me sentaba en el suelo frente a él. ignorando por completo aquel malestar momentáneo que me había hecho parar. Ya me había pasado otras veces e incluso por un tiempo más prolongado en el cual habíamos tenido que vender muchos de los bienes que poseíamos Calé y yo para que un médico me atendiera. pero yo no creía en ellos, la sugestión es la peor cura de cualquier enfermedad. Enfermas porque crees que estás enferma.
-¿Dónde aprendiste a tocar? Podrías aspirar a estar en alguna orquesta, quien sabe. Con tu físico y tu talento y seguro que enamorarías a cualquier joven rica que se pase por delante. Eso te daría una oportunidad para poder vivir en una casa y no en un cementerio.
Seguí escuchando muy atenta lo que continuaba diciendo, su monologo había finalizado con una melodía que yo no sabía tocar con el violín. Pero a medida que las notas flotaban en el aire miles de ideas se me vinieron a la cabeza. Las notas fluían por mi mente, intentando salir por medio del violín.
-Sabéis, creo que los muertos necesitan algo de diversión de vez en cuando. Sinceramente los llantos no es una melodía bella.-volví a coger el violín y el arco del viejo estuche. Y esperando el momento adecuado miré fijamente a Emhyr.
Comencé a tocar.
En silencio, observando cada movimiento de la mano de Emhyr, escuchando el compás de su música, el tiempo. Todo para así adaptar una melodía para poder hacer un dúo. Mis dedos se deslizaban por las cuerdas, tocando una melodía desconocida. Estaba improvisando. Pero las notas salían de lo más profundo de mi corazón, transmitían alegría, serenidad, todo que sentía a su lado era plasmado en unas cuantas notas insignificantes. Mientras continuaba con mi música me acerqué hacía donde Emhyr estaba sentado poniéndome de pie justo en frente del chico.
Era imposible sonreír cuando - después de varios meses- era feliz. Me sentía como cuando una madre veía el rostro de su hijo por primera vez, o cuando un niño recibía su primer juguete de latón. Tenía claro que aquella felicidad era momentanea, pero que duraría mientras aquel hombre permaneciera a mi lado.
Ignoré cuanto rota estuve tocando, quizás fueron cinco minutos quizás toda una eternidad. Pero una tos fuerte hizo que parara en seco.
-No lo haces mal, para ser un hombre.- dije bromeando mientras me sentaba en el suelo frente a él. ignorando por completo aquel malestar momentáneo que me había hecho parar. Ya me había pasado otras veces e incluso por un tiempo más prolongado en el cual habíamos tenido que vender muchos de los bienes que poseíamos Calé y yo para que un médico me atendiera. pero yo no creía en ellos, la sugestión es la peor cura de cualquier enfermedad. Enfermas porque crees que estás enferma.
-¿Dónde aprendiste a tocar? Podrías aspirar a estar en alguna orquesta, quien sabe. Con tu físico y tu talento y seguro que enamorarías a cualquier joven rica que se pase por delante. Eso te daría una oportunidad para poder vivir en una casa y no en un cementerio.
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
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Re: Reflexiones de una ladrona.[Rervado]
Emhyr por un momento se había marchado de aquel lugar, su mente estaba concentrada en la melodía que su guitarra emanaba, en cada latir, en cada vibración pronunciada cuando sus dedos acariciantes y agiles tocaba cada cuerda y sujetaba acorde.
No recordaba donde exactamente había aprendido aquella melodía, solo recordaba las noches en las que, buscando la paz la repetía uan y otra vez, hasta que olvidaba el motivo de alguna pena, un recuerdo roto que removía su conciencia y alma sumiendolo en agluna dolorosa sensación, o simplemente cuando la soledad le asolaba.
Junto a su guitarra escucho el sonido lejano del violín de ella, por un instante salío de su astración y sus ojos se posaron en ella, mostrando un sentimiento de calma, una paz interna. De nuevo sus ojos bajaron y una enigmatica sonrisa satisfactoria se dibujaron en la curva de sus labios, hasta que de nuevo el silencio se hizo.
Sin darse cuenta, ya hacía rato que ella habia dejado de tocar, y le observaba de manera indiscreta sentada frente a él.
-Escuchando, aprendí escuchando e imitando. -Dijo haciendo un gesto, señalando su oreja, dejando la guitarra a un lado se arrastro hacia donde estaba ella, sentandose a su lado. -En mi país no hay guitarras, tal vez puedas ver algun sitar que es similar, pero traído de oriente, pero no guitarras.
Su brazo se alargo, tomando una de las mantas dobladas.
-Antes la posibilidad de vivir bajo un techo, la rechazo. No aspiro a subir mi posición social, sé lo es estar en lo alto... -Aquello último se le escapo sin quererlo, y rápidamente reaccionó para tapar su error. Abriendo la manta se la echo encima, y con su brazo por un instante la envolvió por la espalda, para luego deshacer aquello dando distancia respetables. -Has tosido, y me ha sonado con mala pinta, hace demasiado frío aquí.
La preocupación se dibujo en su rostro, demasiado observador era con las pequeñas cosas.
-¿te encuentras bien? No vayas a acatarrarte, me sono algo ronco.
No recordaba donde exactamente había aprendido aquella melodía, solo recordaba las noches en las que, buscando la paz la repetía uan y otra vez, hasta que olvidaba el motivo de alguna pena, un recuerdo roto que removía su conciencia y alma sumiendolo en agluna dolorosa sensación, o simplemente cuando la soledad le asolaba.
Junto a su guitarra escucho el sonido lejano del violín de ella, por un instante salío de su astración y sus ojos se posaron en ella, mostrando un sentimiento de calma, una paz interna. De nuevo sus ojos bajaron y una enigmatica sonrisa satisfactoria se dibujaron en la curva de sus labios, hasta que de nuevo el silencio se hizo.
Sin darse cuenta, ya hacía rato que ella habia dejado de tocar, y le observaba de manera indiscreta sentada frente a él.
-Escuchando, aprendí escuchando e imitando. -Dijo haciendo un gesto, señalando su oreja, dejando la guitarra a un lado se arrastro hacia donde estaba ella, sentandose a su lado. -En mi país no hay guitarras, tal vez puedas ver algun sitar que es similar, pero traído de oriente, pero no guitarras.
Su brazo se alargo, tomando una de las mantas dobladas.
-Antes la posibilidad de vivir bajo un techo, la rechazo. No aspiro a subir mi posición social, sé lo es estar en lo alto... -Aquello último se le escapo sin quererlo, y rápidamente reaccionó para tapar su error. Abriendo la manta se la echo encima, y con su brazo por un instante la envolvió por la espalda, para luego deshacer aquello dando distancia respetables. -Has tosido, y me ha sonado con mala pinta, hace demasiado frío aquí.
La preocupación se dibujo en su rostro, demasiado observador era con las pequeñas cosas.
-¿te encuentras bien? No vayas a acatarrarte, me sono algo ronco.
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