Atrayendo al pasado (Emhyr) (+18)

Podía notar el sonido de las monedas recién obtenidas moverse en su bolsillo. Emhyr con ambas manos metidas en los bolsillos de su abrigo caminaba solitario por aquellas calles las cuales ya formaba parte de su día a día, a pesar de que solo llevase unas semanas en aquella grandiosa ciudad de luz, ya que a pesar de que la noche mas oscura desolará sus calles, podridas por el pecado y la lujuria, las iluminadoras farolas de ígneo brillo eran capaz de iluminar la mas miserable oscuridad.

Sus dedos, juguetearon con las monedas dentro de su bolsillo y sin querer, el tacto de un papel doblado se cruzo en su piel.

Una sonrisa espontánea hizo que sus labios se curvasen al recordar del origen de aquel papel de despedida, una despedida rota, una despedida que mas bien se había convertido en un paso más en su vida, un extraño paso que le había llevado a sentir las nuevas sensaciones que el mundo podía proporcionar.

No sabía porque, pero no se sentía solo en aquella noche, era por una vez feliz sintiendo que algo de compañía podía esperarle. Aunque un asunto quedaba en su conciencia, preguntas mñas bien sin respuestas, preguntas enumeradas en su piel como cicatrices de una dolorosa embriaguez sentida por unos labios inmortales que bebía de su vida, llevándole a una muerte atractiva y placentera, al hipnótico momento de volver adictivo a sentir el rasgar de su piel una noche mas en aquellas citas en España, ¿pero quién era?

De nuevo intento no preocuparse por ello, aquella noche no debía de volver a recordar, debía de regresar al cementerio.

Las calles parecían estrecharse y hacerse más largas en la noche, y él no tenía más trabajo que hacer, ya que era la hora de los ladrones y aquellas mujeres que por unas pocas monedas, eran capaces de calentar y erizar la piel del más desdichado.

Ajeno al mundo, algo le hizo detenerse. Un escalofrío instintivo recorrió su piel que se erizo. Su respiración se contuvo en frialdad, esa presencia... le era similar, era como en aquella noche cuando...

Sus ojos castaños se volvieron, para fijarse en una llamativa mujer con un sombrero... Era raro ver a alguien de alta clase en solitario por aquellas calles y mas una mujer.

Los ojos furtivos del caballero se posan en mí sin más ni más, en cuestión de segundos atraganto saliva de la cuál no tengo conocimiento existente, derrapo algunas ideas tormentosas sobre mi cabeza asotándome propiamente por recuerdos inocuos atormentándome. Recuerdo bien esa noche, ese rostro no puede elvidárseme nunca, ese, él había sido primer alimento en sitios extranjeros a lado de Guillermo; circunspecta soy incapaz de siquiera mover un pie "Vámonos Annette, lárgate de aquí" murmurlla mi fuero interno mientras permanezco petrificada ante él.

Es un intento banal intentar disimular, si disimulo bien pueda quizá pasar por un humano ¿A quién trato de engañar? entre aquél olor delirante haciendo desfallecer mis sentidos implorándome que una vez más mis colmillos penetren sobre su piel. Ladeando la cabeza de un sitio a otro alejo estas razones poderosas para terminar con él, aún intento comprender el cómo es que quedó con vida, ¿Cómo es posible que éste humano permaneciera todavía con latidos en el corazón resonando como campanas sobre mis oídos?.

Los recuerdos efímeros me acechan a gran virtud, hambrienta, casi debilitada, encaminaba mis pasos sobre una vereda casi desierta sobre alguna región de España, los olores mezclados me parecían asquerosos, un tanto irritables para mi olfato; de repente, entre todos aquellos un dulce se destapó de la nada haciéndome una invitación irresisitible, esa había sido la primera vez que mis incisivos perpetuaron sobre su cuerpo absorbiendo de él lentamente.

Sin haber probado nada igual antes, convirtiéndose en un tipo de atracción carnal, continué las visitas regularmente alimentándome de él sin que opusiese resistencia, más valía que no, pronto en el alimento fina terminaría con él y no sería más que un cadáver; la muertde de Guillermo mi esposo por uno de nuestros soldados, había visto cómo sus colmillos lucían fuera, conociendo nuestra naturaleza deshizo la vida de mi amado instantáneamente, al saber esto un escalofrío me recorrió haciéndome huir casi de inmediato evitándome hacer pensar en la vida de aquél caballero, sin poder agradecerle, sin siquiera poder a detenerme a matarlo para que no dijese nunca nada.

Ahora lo recuerdo todo, nuevas sensaciones me estremecen, verlo varado frente a mí realmente no sé si tomarlo como una experiencia aterradora o sacarle el debiido provecho, muerdo mi labio inferior sin sentirme lo suficientemente valiente para alzar las pupilas dilatadas, el sonido de las moneditas sobre su bolso suenan con total particularidad, el silencio está haciéndose cada vez más pesado, tengo que luchar con mis instintos asesinos, las ganas de aniquilarlo y la cierta alegría que me da verlo vivo todavía.

Bien, es hora de probarme, quizá sea difícil pero intentaré mantenerme en pie lo más posible, concentrándome en el olor amargo de la loción y las luces de los aros homogéneas que no adquieren distintas tonalidades me propongo a seguir mi camino como cualquier ciudadana en París.

-Buenas noches joven- murmullo a duras penas evitando que mi voz suene tan cantarina, es inevitable, en algún momento me reconocerá, en algún instante se dará cuenta de quién soy y mi vida vampírica se verá en serios problemas, al fin, si termina conmigo... habrá aliviado una parte de mi ser.

Él continuaba allí parado, frente aquella mujer de rostro casi oculto por aquel sombrero.
Sus voz peculiar, y familiar a sus oídos, aunque podía jurar que nunca la había oído, viaje en el silencio.

Emhyr no pudo contestar, sintió como su instinto de brujo se disparaba, el aura de aquella mujer le era similar y producía extrañas sensaciones en su cuerpo.

Ligeramente su mente se sentía nublada y mecida por una extraña niebla que invadía su mente, su aire se contuvo en sus pulmones, y un ligero mareo hizo que su cuerpo se tambaleará.

Su tez morena, y de aquellos rasgos lleno de exótismo palideció, sus piernas le fallaron. Y su memoria olvidaba no coenctaba con recuerdos pero si con sensaciones.

-¿Quién eres? -Se atrevió a preguntantar, sintiendo se débil con su presencia.

Sus labios pronunciaron aquellas palabras, y el aire ligero fue exhalado. Los recuerdos olvidados squerían surgir, y entre imágenes extrañas, pudo recordar aquello que uan vez alguien hizo que él olvidase y que en pesadillas exaltaba.

Unas hogueras de llamas altas y con danzantes lenguas intentaban acabar con la oscuridad del cielo nocturno de aquellas playas, los canticos tribales, los cascabeles en los tobillos de las jovenes que celebraban la noche mágica de san juan quedaban lejanas en cuanto las sensaciones, Emhyr tenía la visión borrosa, solo sentía aquellos labios desconocidos besar los suyos, besar su piel en dolor y la sangre que emanaba, pero el dolor pedía más en un ciego abismo de atracción e hipnosis que le llevaba a la muerte lenta... Sentir aquel abrazo frío morfifero, el ferreo sabor de la sangre bajo la lengua, cual óbolo para el barquero... Y unos ojos teñidos en el escarlatas, unos ojos que entraban en contradicción de atracción y miedo...

-¿Quién eres? -Susurro, de nuevo, con mente nublada por los recuerdos de sensaciones impías.

Emhyr sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, y el recuerdo fue arrebatado para llevarle a la realidad... Sus piernas fallaban, y su respiración se aceleraba... Su instinto de brujo no fallaba, aquella mujer no era normal, él había visto antes a esa mujer...

El atisbo de recordar mis labios moviéndose contra los suyos mientras despilfarraba su vida de apoco, endulzándose majestuosamente con el probar de su boca, extraer mientras tanto el motivo de mi superviviencia causan de nuevo extralomitaciones para hacerlo nuevamente, a pocos metros de aquél humano que alguna vez me siriviese de platillo principal no se notase más anciano, y yo... estoy batallando conmigo internamente para no acudir hasta él en pos de hacerlo mío una vez más.

¡Qué pensamientos tan más absurdos se acalaudan en mi ser! por Dios, la máquina asesina portándola dentro se enciende en un abrir y cerrar de ojos de modo tan fácil que es inevitable luchar contra ella, si puedo, y más aún cuando la voz en el caballero surge con apenas los rayos tenues de la calle nos alumbran poco, mi aspecto no se ve del todo, el suyo tampooco pero puedo recordarlo de pies a cabeza; bastante atractivo por cierto, en un instante de aquellos momentos me atraía inconsientemente, algo me invitaba a regresar por él y procramarlo sobre mi propiedad.

Después de años encontrarnos frente a frente, escuchando su pregunta mientras observo como instintivamente se coloca a mi merced, está allí listo para que le posea, sin alzar la vista todavía es inútil seguir alargando esto, suspiro levantando un poco el rostro hasta él sin decirle nada su peso en velo me hace poder halarlo de una de sus mangas hasta la entrada de un pequeño callejón.

Ese arte de seducir lo he perdido, me he vuelto una vampira temerosa de mí misma, pero él está preguntando, le daré la respuesta que quiere, no sé después como se vayan a dar las cosas, pero no hay marcha atrás. Clavando mis pupilas carmín sobre las suyas, recordando viejos tiempos como aquellas noches en que mis ojos le llamaban asiduamente entre las obscuridades, se vuelve a repetir, ésta vez sólo me limito a probar sus labios en un corto beso sin beber de él, al menos no todavía.

Al separarme me quito el sombrero que porto, mis manos níveas se reflejan entre la obscuridad, lo miro sin decir una palabra, pero entre ellos puedo ver cicatrices, aquellas que le había fabricado durante meses, una nueva punzada me acorrala haciéndome hundirme en un sumo remordimiento, no puedo negar la atracción de nuevo, esas sensaciones que me hacían perder la cabeza por su sangre me invaden nuevamente, esto no debería ser así, debería olvidar y dejarlo ir, es lo que debo hacer, más algo me lo impide.

-¿Ahora sabéis quién soy?- dejándome caer hasta el piso levantando la palma de mi mano derecha hasta recargarla sobre mi frente sintiéndome como una basura, o peor que eso ya nisiquiera la palabra asesina porta un buen nombre, el debate entre alimentarlo, atraerme y contenerme me está haciendo salir de mis casillas.

-Espero que con ello recuerdéis- es lo único que mumuro apenas para que él escuche, alzo de nuevo los ojos hasta su rostro esperando el momento en que se desplome.

Obediente, dejo que ella de la manga que tomaba lo arrastrase hasta aquella calle. Era extraña la sensación de ir tirado de unos hilos que solo ella podía manipular a su antojo. Emhyr volvía a entregar su alma como hacía años, sabiendo lo que podía costarle aquello.

Sus ojos castaños se encontraron con los escarlatas de ella, y un vinculo extraño se enlazo entre ambos. Emhyr ahora era, un Ulises hipnotizado por el canto de las sirenas, en todo caso por la seducción de aquellos ojos y labios apetecibles.

Fue efímero el elixir que sus labios recibieron de ella, era como beber de una copa para sentirse sediento e insaciable. Sus labios habían sido en aquel momento como aquellas llamas de San Juan, en las playas españolas, donde todo el hechizo había comenzado, donde la adicción al dolor de que ella elevará su alma al abismo y frontera de la muerta se hiciese una noche tras otra.

Emhyr abrió sus ojos, su respiración se había quedado sin aliento, había olvidado que sus pulmones a gritos ansiaban el aire, pero él no respondía a aquello. Incluso la sensación de ahogo penetro en su cuerpo.

Ella estaba allí, como una efigie marmórea, como una diosa inalcanzable que creaba una frontera entre y ella, ella era luz en aquella noche oscura, era más elevada para él.

Emhyr se atrevió a alzar sus manos para tomar el rostro de ella, rompiendo el hechizo que su físico emanaba ella, él la examino en aquel hipnótico sueño donde reconocía su rostro, donde sentía que la amaba de un modo inexplicable, no era un amor dulce, sino lleno de la más oscura lujuría y una adicción enfermiza; pero no dejaba del todo atrás otro sentimiento contradictoria, el odio, hacia ella que había sido motivo de que toda su campaña comenzase, de que su piel se marcara de miles de respuestas sin contestar. La odiaba, ella era un demonio que se había apoderado de una parte de su alma, condenándole al infierno.

-¿Por qué? ¿Es piedad lo que has sentido hacia mí, o mi vida sigue conmigo por mera fortuna?

Le susurro, mientras inclinaba su rostro dispuesto a ser él quien besase sus labios, con ansiosa y dolorosa lujuría.

No llego a hacerlo, porque cuando sus ojos se cruzaron con los de ella, su poder hizo que su cuerpo se sintiese débil, con ganas de ceder y rendirse. Pero a pesar de que él estuviese a punto de desplomarse allí mismo, el tiempo le había dado una increíble fortaleza ante ese tipo de hipnotismo.

Cuando sus manos tocan mi rostro, ardiendo sobre mi piel, es estremecedora la calidad de aquellos dedos, son flamas ardientes penetrando sobre la heladez marmórea en mí, cruzando nuestros ojos se sintió el ambiente lleno de distintas cosas; no sé que me está sucediendo estar tan cerca de él después de tantos años, mirarlo con ese aire tan delicado, y observar sus cicatrices me revuemen todo, maldita culpabilidad, ¿Qué es lo que soy?; ¿Qué estaba pensando en cuánto mis colmillos acabaron sobre su tez morena?, Dios, esa pregunta nisiquiera puede tener una respuesta decente. Me siento asquerosamente repudiada por ser esto tan decadente.

En cuánto me habla, su voz resuena hermosamente sobre mi cabeza, en todos aquellos meses jamás le había oído, estaba ansiosa de poseer su sangre, sin tomarle en cuenta nada más; pero de un modo completamente bizarro sentía que éste hombre estaba planeado para ser para mí. Después de observarlo bien, me siento todavía aún peor ver lo que de que he sido capaz, tatuar su piel con mis armas potenciales.

-No, no sé ni que deciros, la verdad es que... seguís vivo por fortuna pero también, nunca deseé mataros, al menos no pronto, más tuve que alejaros de vuestro lado- me sincero con él encogiéndome entre mis hombros aún con su mirada ávida sobre la mía haciéndome cuestionar sobre mis pensamientos racionales, tenerlo tan cerca como siempre causa sensaciones extrañas; estoy acostumbrada a estar en soledad, perder y vagar entre distintas ciudades, recreando episodios de mi existencia recordando a Guillermo morir, luego a él recostado esperando a mis dientes rasgándole, se creó un lazo desconocido entre mi alimento y yo, esto no debe ser permitido, jamás deberían dejar que este tipo de situaciones se dieran, pero aún así en ese instante no lo podía evitar, ese hombre y su sangre me llamaba a pertenecerme sólo a mí.

-Estoy tratando de encontrar lo exacto para deciros, no lo encuentro- alzo la mirada sin poder mostrarme no tan cobarde mientras mi rostro está sostenido sobre sus manos sintiendo arderlas, de nuevo siento ansias de hacerle absorber su sangre, sentirla de nuevo seguir por mi esófago, inspiro de esa esencia perdiéndome entre las oras de esos mares deliciosos. Dejo desprender algunas lágrimas cristalinas sobre mis mejillas resbalando por mi garganta lentamente.

Con una de mis manos alargo la manga para ver bien sus cicatrices a la luz tenue de la calle en ese callejón, lo adentro más sentándome sobre el pavimento, acaricio con mis dedos lentamente sobre la tez con relieves a causa de mi culpa, lo miro deslizando mi otra mano sobre su rostro apoyando mi frente a la suya, apenas rozo la superficie a lo largo, dejándome llevar por el tacto entre ambos cuerpos, uno caliente, el otro frío, tal cual como el sol y la luna, o la arena y la nieve, el fuego y el agua, ambos se complementan de modo sin igual.

-Soy la culpable de dejaros así, no sabía qué hacía correctamente, me dejé llevar por las enseñanzas aprendidas en esos momentos- escondo mi cabeza sobre su hombro para despegarme segundos posteriores, tenerlo cerca lo considero pecado, pero quizá si se aleja de nuevo lo perseguiría, hay algún nexo indescriptible, ¿amor? no lo he conocido así que no puedo decir si se trata de ello, ¿pasión pasajera? tampoco, estando casada las cosas estaban distintas, ahora, el asilamiento gobierna mi vida es espeluznante volver a sentirme de este modo.

Al pensar en esto, recuerdo una vez en específico, cuando mis labios por primera vez tomaron los suyos, confundiéndome de modo indescriptible, aún siendo mi presa, me convertía extrañamente en otra persona estando a su lado, en lugar de desear arrebatarle la vida, deseaba poder consumir por siempre, alguna vez me pasó por el pensamiento ser humana para quedarme a su lado, esos ojos marrones me inspiraban a ser míos, escuchar los latidos de su corazón entumbándose sobre mi pecho al estar alimentándome son delirios que me pregunto si volverán.

Lo único sensato que se me ocurre es envolver mis brazos sobre su cuello acercándolo, clavando mis ojos en los de aquél caballero del que nunca incluso supe su nombre, cierta paz me inunda, esto provoca que el color rojo en los iris desaparezca dejándolos en azules cristalinos, sin cerrarlos, entreabro sus labios con los míos conteniéndome de quitarle más de su vida, ya ha sido suficiente, no volveré a consumir de su sangre, ya no.

Sus dedos mortales recorrían el rostro de ella, emanando aquel calor que a diferencia de ella desprendía vida.
Su cuerpo le parecía pesado, y su mente aun continuaba nublado, más el camino de la lucidez quería recrearse, y unos primeros signos de ella se mostraron en el brujo, el hechizo que ella emanaba al que él a la vez intentaba resistirse, a pesar de haber caído casi en su totalidad, se derrumbaba.

Unas lagrimas cristalinas, humedecieron sus dedos aun en el rostro de ella, las efigies de mármol carentes del sentir también lloran, pensó, mientras deshacía el contacto creado por sus dedos.

Aturdido y bajando su tez, la giro de un lado a otro, como recuperándose de un estado de duermevela.

De nuevo su cuerpo involuntario le siguió adentrándose en aquella caverna oscura que parecía formar la calle, mas cerca del peligro al que exponía.

Emhyr dio un paso atrás, cuando sintió el contacto frío de su mano, recorrer su piel. Y de nuevo el escalofrío, y la conciencia. Aquel hechizo se rompía y la voz de la razón volvía a su ser.

-Nunca deseasteis matarme... Pero cada noche me dejabais casi sin vida.

Emhyr se sentía herido por sus palabras, a pesar de aquella fatídica atracción que ella ejercía sobre él, la desconfianza llegada por la conciencia y al razón le inundaban, y el recuerdo de la sensación de quedarse en el interior de la morada oscura que había entre la vida y la muerte.

-Y la noche volvía a repetirse una y otra vez, y decís no desear matarme, cuando ya llegaba el instante en que deseaba la muerte. -Dijo tras aquella pausa, con voz dolorida, y susurrante.

De nuevo el silencio se hizo largo, y los ojos de ellas ya no eran escarlatas, para él era una máscara, un reflejo de lo que había sido su humanidad, le conmovía el pensar que podía estar arrepentida, pero no debía dejarse engañar ella era un demonio de la noche, una arrebatadora de vidas inocentes para hacer perdurar la suya.

Emhyr permaneció quieto sintiendo como ella envolvía su cuello con aquellos níveo brazos, sus músculos se tensaron al sentir su contacto. Y recordó las noches durante su viaje, él sabía que ella no había sido la única que le había probado, aunque ella era quien había probado más de él que ninguno. ¿Por qué había sido en este tiempo, un extraño imán de inmortales, insatisfechos, que le dejaba con vida?

-Alguien más había. -Emhyr dudaba, no sabía si ella era consciente de eso, si conocía o no a los demás responsables. -Alguien más, bebía mi sangre mientras buscaba el camino a París, mientras te buscaba, pero...¿quién? ¿o quiénes?

Engullo los kilos de arrepentimiento sobre lo más pesado de mi alma, si es que poseo una ahora bien se está haciendo presente, cada noche le dejaba sin vida deseando más a la misma muerte, ¡Vaya tipo de ser! sentencio a mi fuero interno refunfuñando de mis acciones propias encaramándome sobre el balcón.

-No captaba en ello, cuando os bebía de vuestra sangre era neófita, hacía lo que me ordenaban- musito con los ojos agachados sintiéndome una cobarde por no poder mirarle debidamente, para ser una vampira debería estar en algún calabozo por repudiar tanto a mi especie, en fin, imis manos se deslizan sobre sus cicatrices a lentirud, viéndolas bien, son muchas más de las supuestas, eso... es imposible para alguien como yo, si él sabe bien, sólo prefería un sólo sitio para alimentarme: poseer sus labios.

Entonces es cuando su pregunta me tira de golpe, cierta invasión de coraje se arremolina sobre mi mente y cuerpo volviendo a colocar mis ojos en carmín a tono con mis labios, lo miro estupefacta alejándolo de mí en instantes, corro hasta el lado opuesto del callejón escondiéndome con ambas manos sobre la cabeza.

-¿Alguien más probó de vos?, eso es imposible, yo... te había elegido- musito tratando de controlar el coraje acumulado, respiro hondo para tranquilizarme pero me resulta inútil: el imaginar a alguien más probando de ese dulce elíxir que pensaba mío, no me deja estar en paz, definitivo, ahora caigo en la cuenta de tantas mordidas sobre él, alguien más que intentó dejarlo vivo, ¿Quién? no lo sé, estoy tan intrigada como el joven, y al mismo tiempo sensaciones de ¿celos? quizá al pensar que pudo ser otra mujer me desagrada completamente.

Desde mi distancia puesta, lo miro de arriba a abajo, la mandíbula está trabada, estoy en estado lleno de ira potencial y no quiero dañarlo, encogiéndome yo sola como ovillo en la esquina me limito a contemplarlo en silencio.

-No sé quienes hayan sido, pero esto no pienso dejarlo así- murmullo con voz tan baja que pienso que solamente me escucho yo, estoy a un tris de derrumbarme, pero perder la imagen frente a un humano sería un error, que mas dá, no importa lo que él tenga para decir, o si quiere deshacerse de mí, al contrario me haría un favor.

-Si pensáis en matarme, por favor no se delate, hágalo de una buena vez- suena algo así como casi a súplica enfundada en esas palabras prefiriendo que ese caballero es el que termine con mi miserable existencia.

Con sorpresa Emhyr notó como ella confundida reaccionó ante aquella afirmación. No, ella no era consciente de que no solo había sido atacado por sus mortecinos labios, sino que un modo repetitivo y durante su estancia en los diferentes lugares de España, alguien también había captado la especialidad de su sangre. Y de nuevo la tortura se había hecho caída la nocturna, para que la vida se quedará recogida y aferrará su espíritu que seguía dispuesto a tener su batalla contra la muerte.

Ella se alejo de él, él permaneció parado donde estaba, metiendo ambas manos en los enormes bolsillos de su abrigo. Su mente volvía a estar totalmente clara, él hechizo de ella se había difuminado, ahora era capaz de pensar en frío. Tomar decisiones no influidas por el poder de ella, al menos hasta que esta decidiese influirlo de nuevo.

Una parte de él, al presencial sus gestos, sintió lástima por aquella alma torturada. Aquel demonio que tal vez no hubiese deseado serlo. Él recordó una conversación hacía unas cuantas noches en un cementerio no muy lejano del lugar. Él ansiaba la inmortalidad, haría cualquier cosas por obtenerla, y en un principio pensó en someterse a aquella endiablada maldición que haría de un asesino sin escrúpulos, carente del sentir humano, pero con todo el tiempo concebido para corregir el error, para castigar a sus acechadores, para reclamar su derecho de sangre, que a pesar de haber renegando de él, era suyo, le perseguía como un fantasma deseoso de ser vengado.

-No sois mi única pretendiente o único, desconozco el sexo de quién continuo este juego de seducción. -Dijo con un tono frío, sentía lastima pero aquello no le privaba de sentir aquel odio acumulado en años. -¿Qué vais hacer? Yo no os pertenezco para que reclaméis nada a otros, y no pienso daros muerte, creo la propia tortura y castigo os la estáis proporcionando usted, con el mero arrepentimiento.

Lo mencionado claro está causándome estrés, ¿Quién demonios había elegido a Emhyr para alimentarse?, su sangre era nueva para mí, toda una delicisa descarriada haciéndome delirar de modo poco usual; saber que no sólo fui yo quién puso manos sobre él está entrecruzándose con mis pensamientos, el lado de querer morir ante él y cierto odio acumulado nisiquiera sé contra quién. Sus palabras no están más que ahogadas en razón, suficiente tortura estoy viviendo noche tras noche repudiando siendo lo que soy, bien, eso queda corto, si pidiera existir preferíría morir antes de seguir causando homicidios a inocentes.

-Tenéis razón, mi condena es eterna ante vuestra mortalidad, no desperdiciéis vuestra vida y vividla, le aseguro que no volveré a cruzarme sobre vuestro camino- enuncio poniéndome en pie mirándolo con expresión serena, no tiene caso que permanezca en ese sitio acorralándolo, al fin y al cabo no estoy interesada en absorber más de su vida, me reconoció, yo a él, es suficiente ya por el momento, a menos que quiera saber más, lo dudo completa y seriamente definitivo.

-Es muy tarde para pediros una disculpa, que no os sorprenda que alguien como yo lo haga, seguís vivo y es una recompensa enorme para su servidora- declaro seriamente caminando hasta él ligeramente manteniendo algo de distancia entre ambos para no causar ningún efecto uno al otro, aunque, siendo sinceros me cuesta trabajo alejarme de él, así solía ser cada noche, no era lo suficientemente valiente para dejarlo mientras me alimentaba de él, velaba su sueño cada noche quedándome allí, cierta importancia le brindaba a mi entonadas crisis existenciales bajo las órdenes de Guillermo, podía sentirme tranquila a su lado.

-Nunca pude deciros nada serio, ni siquiera le di mi nombre y merece saberlo, soy Annette, quién consumió parte de vuestra vida, pero os haré una aclaración: sabéis bien que vuestras cicactrices sólo agunas cuántas las causé, siempre preferí porbar de vuestros labios la sangre, te habéis vuelto en algún punto de esa época un contínuo pensamiento, y nunca supe porqué- sentencio ladeando los labios dibujando una mueca en desacuerdo, es cierto, esas noches pensar no en él como alimento, sino en él como hombre hacían cuestionarme miles de cosas ya en mi mente semi-muerta.

-Algunas ocasiones he de confesaros, me imaginaba viviendo de nuevo una humanidad, visitándolo como cualquier cortesana, quizá hubiésemos podido conocernos en otras circunstancias- eso me desanima, estoy preparada para marcharme saliendo de ese callejón sin dejar de sentirme miserable, culpable y mil cosas al mismo tiempo, dejarlo de nuevo, es un vacío que no pensaba en volver a senir pero qué gran equivocación, heme aquí sintiendo como si dejase otra parte de mi ser, si lo siento, me declaré en alguna parte incapaz de hacerlo pero entonces ésta sensación ¿De dónde proviene?, ya sola me podré entender.

Sin miedo, camino hacia dodne ella estaba situada, sus manos se metieron en su bolsillo.

-Annette.

Repitió, él le había buscado demasiado tiempo, él iba a pedirle aquel favor, quería compartir su inmortalidad a pesar de que sentía aquella contradicción de sentimiento entre la atracción, el odio, y ahora la lastima hacia aquella criatura torturada. A lo mejor ella no había elegido aquel camino.

Pero ahora era demasiado tarde, ya no deseaba su inmortalidad, ya todo estaba decidido, él cambiaría y se uniría al mundo de los seres longevos en vida y malditos, pero no por mano de ella.

La mano de Emhyr, se abrió ante ella, ofreciendosela repentina y sin un motivo aparente. Era extraño en él, pero algo en su cabeza rondaba para dedicarle aquel simple gesto.

Confundida preparándome para salir de aquél sitio aterrador, dejándome afuera a mí, sino es horripilante todo el escenario al verme allí varada con sensaciones raras, un chico que había dejado a media vida y ahora estoy siendo testigo de que él sigue existente, ante mí, tan atractivo como siempre, con ese hermoso olor a esencia dulce como ninguna otra; definitivo, jamás había absorbido ninguna parecida, él creo que prestando atención me hace desvariar más de lo que puedo suponer, maldita sea, que esto me causaba desde un inicio, aún estando con Guillermo, con él a mi lado, probando aquellos dulces labios moviéndose impetuosamente contra los míos era una tranquilidad hermosa.

Me tiende la mano como si fuese alguna vieja amiga del pasado, lo miro de arriba a abajo intrigada, detesto seguir robándole su tiempo, su vida, sentenciarlo de nuevo a mi compañía es mejor marcharme de allí dándole los mejores argumentos posibles. Denegada a consumir de él nuevamente agacho la cabeza reprimida en pensamientos aturdidos, su cercanía provoca un efecto que no sé nisiquiera el modo correcto para describirlo.

Sin mencionarle palabra, alzo la cabeza hasta él confundida, tomo de su mano acercándome solamente a unos cuántos centímetros interrumpiendo nuestros rostros separados, trago saliva inexistente, me siento como niña pequeña en un abismo. La culpa asediada por el miedo en combinación de una atracción incapaz de controlar, y un tipo de... de... ¿Amor u obsesión? no lo sé, ni idea de como llamar a esto, solamente sé que tocando su mano siento un calor inundándome completamente.

Escucharle pronunciar mi nombre, aún es más aturdidor para mi cabeza, resuenan como timbres acumulándose una y otra vez, saliendo de la especie de trance me ubico ya un poco más sobre mi absurda realidad, estrecho su mano a la mía llevándosela hasta su corazón.

-Vaya que tocaís una hermosa melodía con vuestros latidos- sonrío antes de darle un beso en la mejilla ya negado de sentimiento raro, sólo queda la impureza deseando perdón.

-Perdonádme por mis actos, merezco su odio, su repudio y mil cosas más, me arrepiento noche tras noche sobre todo, y no sabéis lo espeluznante que es saberme una asesina- no hay palabra mejor que lo exprese, escondo mi cabeza fría sobre el hueco de su cuello.

-¿Me diriáis vuestro nombre?, así os podré recordar infinitamente- musito sin separarme de él.

Su mano era fría al tacto, era un contacto que causaba una sensación escalofríante y a la vez electrizante.
Emhyr apreto su mano en cuanto ella levanto, sus ojos se desviaron al suelo, tenía una expresión confusa y languida.

Escucho sus palabras con atención, a pesar de que por su expresión parecía estar ausente en aquel momento.

-Emhyr... -Susurro..

Un beso sintió sobre su mejilla, y una sonrisa delicada pudo ver entre sus labios inmortales, él la miro y dejo que ella esconcidiese su rostro en el hueco de su cuello. Le dejo que ella estuviese a aquella distancia, que entrase en contacto con su cuerpo.

Su mano se alzo pensativa, hasta luego posarse en la espalda de ella de un modo deslizante. Suspiro, y con sus brazos envolvió su cuerpo apretandolo con el de él.

-Han pasado noches y noches, desde que nadie venía a tomar de mi sangre... Donde he vivido en un extraño delirio, donde estuve obsesionado por saber quien eras, no sabía, donde soñaba noche tras noche con un momento como este, donde me sentía adictivo de aquella dolorosa sensación de placer que creabas cada vez que sentía tu frío abrazo. Nunca supe si lo que sentí, ya que a veces creía que amaba a una quimera que la vez odiaba, y que soñaba que podría tomar en mi calido lecho para poder desgarrarla odiarla a la vez y saciar aquel fuego, acariciando su cuerpo una noche mas... y ¿sabes? Ahora no puedo sentir odio, no no se si me obsesiona la idea del amor, porque nunco he comprendido ese sentimiento, solo siento piedad sobre tí... Y un enorme vació que en mi interior ha surgido...Ojala pudiese odiarte o amarte.. Y no sentir todas estas dudas.

Emhyr tomo él rostro de ella, siempre le había obsesionado el volver a sentir aquel sentimiento lujurioso que ella volvía a crear en él, para dejarle insaciado y medio muerto. Siempre había deseado poder poseerla, y allí la tenía, como una criatura arrenpentida, y maldita por sus propias acciones.

Sus dedos, se deslizaron acaricantes e impulsivo, Emhyr poso sus labios sobre los de ella acariciandolos furiosos, como un humano insensato que había sido hechizado por una sílfide la cual había elevado a altares y ahora había descubierto que no era lo que él creía. Pero la sentía como un extraño consuelo de aquel sentimiento desolador que le había perseguido en su busqueda de ella.

Escuchándolo, pregúntome ¿Qué será mejor opción? prefiero que me odie, definitivo, así se marchará una vez más, no lo buscaré y podrá hacer su vida como mejor le plazca, yo entretanto no estaré controlándome de modo sobrehumano para no beber de él la sangre anhelante deseándola segundo tras segundo. Entona su nombre dejándola a la deriva por hacerse por fin, "Emhyr" repito tatuándome ese nombre en lo más atenuante de m cabeza sabiendo que después de ésta noche, será imposible que le olvide.

A decir verdad es que castigándome tanto tiempo, arrepintiéndome después de los actos cometidos yo cayendo en la cuenta abobinadamente en mi naturaleza muerte conduce a ingerir alimento humano, estilándose hasta cierto punto el canivalismo, sin duda nada para portar orgullosamente. Sin darle más vueltas al asunto mientras estoy apegada contra él, sus manos se entornan eroszcándose sobre mi cuerpo aprisionándome, "si todas las cárceles fuesen así, preferiría estar encerrada siempre" pienso para mis adentros riéndome conmigo misma del peculiar comentario, las aulas de cristal quizá sean un concepto mejor, impidiéndonos salir para causar daño, claro está, sin asomar la cabeza por las mañanas, viviendo sólo para ser compañía de los aullidos, de la luna escarlata, de las nubes, el cielo nublado, y humanos vagabundos sin un sitio fijo qué poseer, al igual que una servidora es sinónimo de cárcel.

-El olor de vuestra sangre es un delirio, estaba empedernida ena limentarme de vos, el olor me hacía desvariar, no podía controlarme, sólo sabía que entre más poseyera de ti, me sentiría mejor, al menos era la excusa que mi... esposo, me daba- la última palabra salió de mi boca sin una pizca de entusiasmo, me había casado con Guillermo amándolo de modo descomunal, cuando osó a transformarme, no sabía a la perfección que sentía, de hecho nunca lo supe, sólo él me sabía manejar y controlar a su antojo, como vil marioneta tratada como objeto viejo, nada más, que por ceguera no me había percatado de ello.

-¿Porqué teniáis esa obsesión? ¿No fue suficiente con dejaros a media vida?, ¿No te habéis cansado de que no me saciara de ti nunca y siempre quisiera más?- interrogo reprochándole esos hechos, le he quitado parte de su paz, mis dientes están grabados de modo permanente sobre el cuello, muñecas y sobre sus labios, que una y otra vez, noche tras noche me desprendían ganas de seguir adelante además de alimentarme.

-Tenéis estas dudas porque me has vuelto a ver, una vez que me marche de vuestra vida ahora despidiéndome podriáis dejar todas las obsesiones, recuerdos y demás, ya me habéis conocido, hemos hablado. podriáis seguir en paz vuestro camino, yo, como siempre, volveré al mío- musito distraídamente no dejando que la sensación de su piel cálida me distraiga más de la cuenta (es bastante inútil), antes de volver a pronunciar palabra hay cierta frase que me queda grabada
" que soñaba que podría tomar en mi calido lecho para poder desgarrarla odiarla a la vez y saciar aquel fuego".

¿Qué quería decir al respecto de aquello?, sin comprenderla del todo, más bien no queriendo entenderla pues sabiendo perfectamente a lo que se refiere un calor me ahonda de pies a cabeza confundiéndome justo cuando sus labios se estampan contra los míos.

Sin oponer resistencia déjome llevar por los movimientos sinuosos del otro tomando con mis manos heladas de su mejilla acortando el espacio entre ambos, otra vez, mi mente se desploma al probarlo, deseo con ganas infernales absorber de su cálido líquido, me contengo, será la última vez que me vea, no átentaré de nuevo contra su vida, la sed está comenzando a quemarme por dentro, es una sensación espeluznante, me está carcomiendo la idea de no enterrarle mis largos incisivos, pero por otro lado, me distraigo enteramente con su boca que desperdiga vida y calor, algo que ya no poseo.

-De verdad quisiera que me odiases con toda tu alma, así no sería un pesar dejarte- musito apenas despegándome lo necesario de sus labios sin abrir los ojos, no todavía quiero soñar un poco más, pretender que aquél humano se interesa por mí y yo por él, antes de volver a mis realidades aislantes, es mejor pensar que lo dejaré en paz, aunque no sea cierto, lo he encontrado, siempre estaré a su cuidado, aunque sea desde las sombras.

-Aunque, pensándolo mejor, me alejaré de vos cuando tú lo pidas, si deseáis que sólo sea ésta noche aquí estaré, si me deseas ver mañana también, te debo mucho, lo menos que puedo hacer en contestar vuestras preguntas- dejado que la última parte sea un pretexto.


Off: Ahmm... perdona mis pésimos roles >.<, si te aburre dime vale?? por favor no dudes en mencionármelo ¿SI?

Emhyr se había embrigado en lo que le pareció un contacto efímero de sus labios, cuando forzosamente los buscaron con ansias. Podía considerarse un adicto, y algo masoquista respecto a sus acciones, él no la odiaba, tampoco sentía amor o algo parecido, solo un extraño fuego que le movía a querer sentir aquellas dolorosas y a la vez placenteras sensaciones, que en él creaba su hechizo, para luego sentirse insaciable y frustrado con todo aquello.

Ella continuaba cerrando sus ojos, cuando despego sus labios. No pudo encontrarse con ellos.

Emhyr se mordió los labios, conteniendose el volver a besar, el que no pudiese controlarse para llegar a mas de un modo suicida, y tal vez obtener la muerte de ella, que parecía nerviosa por su sangre.

-Ojala fuera tan fácil, pero esto ha sido para mí como una extraña droga, que he buscado adictivo, y que nubla la razón. Has sido así, a pesar de que sé que me traes la muerte, y dolor. -Pauso, su susurro mostraba su dolor. -Sería mejor, sentir odio, y me alejaría de todo esto, pero cuesta bastante hacer eso.

Emhyr, apoyo su frente en la de ella y mientras cerraba sus ojos con fuerza, sus manos acariciaron sus caderas, para luego dejarse caer y él romper el contacto.

OFF: No me aburre al contrario, mola el dramatismo que le estamos metiendo xDD EL que te tendría que pedir disculpas soy yo, que llevo dos días medio ausente y me bloquee por un instante sin saber que contestarte. Aunque ahora me viene algo a la cabeza ^^

Al tenerlo tan cerca idudablemente se acrecenta el antojo, ´lo balanceo con lo que este mismo instante estoy ¿sintiendo?, no hay ninguna otra explicación en definitivo, su frente pegada a la mía y sus manos colocándose sobre mi cadera hacen ciertamente que un escalofrío me recorra de pies a cabeza, mordiéndome el labio inerior presto atención a sus palabras, tiene toda la razón, el odio es algo fructuoso si lo dejas crecer, yo no puedo sentirlo por Emhyr en lo absoluto, al contrario, tampoco puedo recurrir a la lástima. Mirándolo mejor, ante la luz del farol en la calle, supongo que no ha de ver lo que yo miro a un humano adolorido, poseedor de un nivel de resentimiento, en verdad no lo culpo, también veo a un hombre, con ojos hermosos, facciones toscas haciéndolo llenarse de virilidad, me incita a permanecer a su lado, no, eso no es posible.

Tomo sus manos entre las mías, intentando no hacerlo despitarse con la temperatura distinta, aún con mi frente pegada a la suya dirijo mi mejilla para dejarla descansar sobre la suya propia, ¡Cuánto desearía ser humana y sonrojarme, dejarle saber que mi corazón latería con tanta fuerza de tenerlo tan cerca!, el silencio ya no es incómodo, estoy de acuerdo, también se convirtió en una especie de droga durante ese tiempo y ahora al parecer está haciendo lo mismo.

-Habéis mencionado algo importante, no sois el único que tpiensa que soy un estilo de droga, yo... he de confesaros, no sé si me embriaga más el olor a tu esencia o lo que tú eres- murmuro en voz bajita deseando hasta cierto punto que no haya escuchado la última frase, deseando sobre todo en este instante volverme manzana tiñiendo mi rostro estallando de un rojo intenso haciendo juego con mis labios.

-Ahora que os miro de nuevo, volviendo a tenerte tan cerca, sois una tentación enorme, estoy luchando como no tienes idea para no alimentarme, así lo he decidido, así que ésta noche, si decides no volverme a ver no os llevaráis malos recuerdos, al menos lo intentaré- aseguro mostrando expresión seria pero al mismo tiempo con una pizca de sonrisa sobre mis labios.

-Me impidéis pensar coherentemente cuando me besa monsieur- musito haciendo una mueca con los labios queriendo haberme callado, ya qué?, si no me odia, le seré indiferente, en fin, ya vendrá lo que sea con el pasar del tiempo, ansiosa, no lo puedo negar busco sus labios una vez más, ésta vez ya no me contengo para tener cuidado, me entreabro paso como puedo, dejándome hipnotizar por aquél contacto que hace sentirme medio viva en medio de tanto dolor, es algún tipo de refugio en mi vana soledad.

Off: XDD soy especialista en el drama u_u, neeh no me pidas perdón =) no hay de qué preocuparse =)

Emhyr continuo con ambos ojos bien cerrado, dejandose guiar por la percepción de la piel, que a contacto de ella era fría pero lo suficientemente lisa para crear suavidad. Era lo que tenían los vampiros, el mínimo detalle de su apariencia parecía haber sido diseñado para crear o un gran terror o en el caso de Emhyr una contradictoria atracción, que en parte se dibujaba en lujuría.

Sus mejilla tocaba su rostro, y sus manos había recogido las de él, Emhyr apreto sus parpados con fuerza sin querer abrirlos, sintiendose extraño de sí mismo, y a la vez dolorido.

Su corazón latía con fuerza y nervió, una parte de él gritaba con fuerza que se marchase lejos, que optará por la huída. Otra se había quedado paralizada, y deseando que ella hiciese algo.

Sus palabras estaba allí, él continuaba sin decir nada, hasta que escucho aquello de "pensar coherentemente", justamente él abrió sus ojos castaños, ninguna expresión se había hecho en su rostro, solo una extraña relajación, una relajación que se protegía en un muro de frialdad.

Pero aquel muro de frialdad fue roto, cuendo ella ansiosa beso sus labios, y él extrañamente cedió a ellos, al principio sin respuesta para luego seguirlo con la misma ansia con la que ella había comenzado.

Sus manos de nuevo se deslizaron en torno a ella, y obligandola a que el cuerpo mortecino de ella se pegase al suyo calido y lleno con vida.

"¿Qué hacers Emhyr? ¿Qué haces?"

Su cabeza se preguntaba en un principio, pero su mente ya no pensaba solo se dejaba llevar extrañamente, ¿realmente era aquello lo que deseaba? Por sus actos parecía que si.

Encontrome con su cuerpo una vez más buscando contacto con el mío, las pieles tan distintas se enfundan en una sola, a pesar de estar tan fría como el hielo y él quemarme como hoguera estoy en una especie de trance mientras Emhyr sigue al juego de mis labios acompasadamente sin rechistar, muerdo la parte inferior de su boca sin hacerlo sangrar claro ni causarle dolor. Permanezco con los ojos cerrados dejando vivir ésta parte del sueño como algo indescriptible, algo inquivocadamente ilusionatorio, sólo son actos que no consigo controlar.

Teniendo la mente en blanco por completo, desarrollo algunos sentidos más de los que no estaba consiente, apegándome a él, pidiendo entre susurros que no se vaya, pensando en mis adentros la falta que hará en mi existencia si se marcha, demonios, lo voy a extrañar y no tiene caso seguir ocultándolo, es atrayente, más de lo que puedo ocultarme o mentirme a mí misma. Escuchando ese corazón tan lleno de vida, es oír hermosas melodías escondiéndose detrás de las ropas, los latidos contínuos y fuertes son esplendorosos, perseverar ante un humano como Emhyr es increíble, estando entre sus brazos puede ser la creación de un mundo fantástico, protegiéndome, cuidándome tanto como yo de su persona.

Rodeo su cuello con ambos brazos jugueteando todavía entre su boca, deslizándome con mis labios sobre su cuello,´alrededor, sintiendo como cada roce sobre su piel me llena de vida por dentro ante mi muerto ser, la seducción no la estoy usando como arma, simplemente estoy convirtiéndome en una mujer queriendo estar con él, ¿En qué tantos aspectos? es lo que causa tanta confusión, si me quedo velándole es una tentación, si se va nuevamente ni idea de dónde terminaré; una encrucijada, entre la espada y la pared sin tener a dónde correr.

Denegando de mis pensamientos, bien conozco la respuesta, está allí frente a mí, a dónde vaya, lo que haga, estaré al pendiente suyo en una forma u otra, quizá desde las sombras o quizá no, pero el contínuo necesitarle será un porblema para apartarlo de mi lado.

-Decidme , que esto es un error, que no es lo correcto, que estoy sumamente haciendo lo equivocado- murmuro tomando su camisa con mis manos sobre su pecho, mi cabeza agachada también sobre el hueco de sus pectorales derramando una lágrima completamente vidriosa a lo largo de mi rostro.

-Perdóname por haber sido y por ser lo que soy- lo abrazo con fuerza midiendo mi peso, recargando mi oído sobre el latido de su corazón cerrando los ojos dejando que el llanto brote a lo largo dejándome desahogarme mientras sigo ansiosa de sus labios y de todo su ser.

-Sólo sé que ahora mismo, no sé ni dónde estoy parada, tampoco me interesa mientras estés tú- murmuro aferrándome todavía a su cuerpo esperando con anhelo sus brazos me rodeen calentándome, proporcionándome calor invisible pero ardiente, sino, me marcharé sin refutarle una sola palabra, una promesa hecha jamás la romperé.

-Sería feliz si os pudiera devolver algo de lo robado, algo de lo quitado, algo que ya no es recuperable- acentúo con seriedad la última frase pero resulta inútil al desquebrajarse mi voz quedando apenas en un estilo de aullido, rozo sus labios una vez más cuidadosamente ésta vez tomando su mano entre la mía para colocarla sobre mi espalda, la otra libre le toma del cuello adentrándose por el botón abierto de su camisa llegando hasta la parte media de su hombro.

-Estoy a vuestra merced monsieur, ahora soy yo quién te dice que hagáis conmigo lo mejor que os paresca- anuncio recargándome en la pared de la calle cuando los faros se apagan por cierto falso contacto, ahora la penumbra reina ante nuestro paraje,el silencio inunda ese momento, la desesperación, la ansia y sobre todo... sentimientos encontrados murmurándose cosas al sonido del viento llevándose con la brisa elevándose al cielo.

Ella parecía contradecirse también, lamentar cada uno de sus movimientos respecto a él, pero parecía tan atraía a la vez que Emhyr.

Sus labios parecían lejanos y a la vez tan cercanos, Emhyr dejaba de pensar perdiendo la razón e incluso la noción del tiempo y la preocupaciones con cada roce de sus labios, incluso de su cuerpo pegado al suyo.

Un beso en el cuello y de nuevo su piel se erizo, y un suspiro pronuncio sus labios.

Sus palabras seguían ahí, y de nuevo el llanto, eso hizo refrenar a Emhyr, en sus besos.

Él la envolvió con sus brazos dándole la calma, era cierto aquello que ella afirmaba de ser un error, él no la amaba o al menos del modo que se debe de amar, pero podría hacerle sentir al menos una noche mas, humana.

No le dijo nada, ella parecía estar entregada a lo que él desease, pero ¿por qué? Por arrepentimiento, o ¿porque ella realmente también le deseaba?

La oscuridad se hizo repentina, Emhyr beso su frente con calma, mientras su corazon seguía con aquel ritmo acelerado.

-Nunca obligo a nadie, nada que no desee. -Susurro, mientras sus labios se deslizaban por sus mejilla pálidas y su cuello.