Esperando no meter la pata (Golnar)

Tres días pasaron en un abrir y cerrar de ojos, debido al incidente,  Mirko había tenido un par de discusiones con el dueño del restaurante, sería más apropiado afirmar que había sido regañado por el dueño y que le había amenazado con quitarle el trabajo, aquella era la primera vez que tenía problemas en el restaurante, siempre había hecho su labor a caballada, nunca había llegado tarde o había estropeado un platillo, ser regañado por el jefe era sin duda aterrador. Se sintió humillado y bastante molesto consigo mismo por haber perdido la compostura y haber iniciado esa pelea con el marinero. ¿Pero habría podido actuar de otra forma? Se preguntaba así mismo esa noche de martes mientras regresaba a casa luego de terminar la jornada en el restaurante, ¿Habría podido pasar por alto los insultos a Golnar?.

Su hogar no era más que una desvencijada y vieja casa de un sólo piso que quedaba en la zona residencial del sur, no era propia por supuesto, la había rentado a un excelente precio debido a que tenía muchos problemas a arreglar que la desvalorizaban, le faltaba un poco de pintura aquí y allá, tenía problemas con goteras cuando llovía y sin fin de pequeños detalles, pero tenía un sótano lo suficientemente grande como para que Mirko pudiese explayarse en sus experimentos, por lo que lo había convertido en un pequeño laboratorio.

Desde su llegada a París, había pasado noche tras noche encerrado en el sótano luego de terminar su jornada laboral enfocado en sus estudios, ya no tenía clases en la Universidad y contaba con un título de Doctor, pero Mirko no estaba interesado en conseguir un trabajo en el hospital, a él le interesaba experimentar con diferentes químicos para crear posibles curas o vacunas a enfermedades, de ahí que le apasionara la botánica, pues la naturaleza guardaba los secretos en sus hojas para diferentes tratamientos que Mirko ansiaba por descubrir.

La casa no había recibido a ningún invitado desde hacía 8 años que era cuando se había mudado y había comenzado a estudiar en la Universidad, por lo que Mirko se encontró bastante nervioso con la idea ¿Que debía preparar antes de la llegada de Golnar? Se preguntaba inquieto una vez dentro de la sala, todo parecía tan austero y simple, como si nadie viviera allí, la casa definitivamente no tenía personalidad, no habían adornos, cuadros o cosas que indicaran sus gustos pues el nunca se había preocupado en ese tipo detalles.

Había enviado un carruaje a recoger a Golnar, el servicio no era muy costoso pues no era un carruaje de lujo, se trataba de un hombre de raza negra de contextura gruesa de unos 50 años, vestido con un abrigo peludo gris conduciendo a un caballo bastante huesudo de pelaje negro con manchas blancas, el carruaje como tal era pequeño y con asientos en cuero. Le había dicho que recogiera a la dama a las 7, lo que le daría a Mirko unos 45 minutos de tiempo extra para organizar mejor su casa y prepararla para la visita. Decidió comenzar por barrer la sala y encender la fogata, afuera hacía un frío de los mil demonios.

Golnar estaba realmente nerviosa. Los días habían pasado demasiado rápidos y el martes ya se presentaba ante ella pisando fuerte.

Había pasado la mañana ayudando a Narcisse con algunas cosas del pequeño huerto que poseía. Claro que la madre de Golnar estaba al tanto de lo que le pasaba a su hija y había asegurado que de aquella relación iba a salir solo cosas buenas.

La mujer negó con la cabeza y aseguró que su madre solo estaba diciendo estupideces pero no paraba de darle vueltas a las palabras que le había dicho. "Tú no lo sabes pero es lo que has estado buscando todo este tiempo. Empieza con una leve confusión que va creciendo a medida que pasas el tiempo con esa persona." ¿Cómo no creerla cuando ella sí que había conocido al amor de su vida? Era necesario creerla pero sabía que Mirko no podía acabar con ella, él se merecía algo mejor.

A las seis ya estaba lista. No sabía cómo podía estar preparada para salir si todavía quedaba una hora. Se dedicó a dar vueltas por la casa, esperando a que un carruaje se parase delante de su puerta. Por fin, oyó el relinche de los caballos y un leve "so". Salió en su búsqueda casi de inmediato, no sin antes despedirse de Narcisse.

Salió y le sonrió al hombre. No le apetecía ir sola en aquel carruaje... Vio que había un pequeño hueco al lado del conductor y no dudo en montarse a su lado. Comenzó a charlar con él, al parecer le costaba un poco entender el francés pero ella intentó hacerse entender. Supo de su vida, de las bocas que tenía que alimentar y a lo que se dedicaba, a parte de aquel trabajo de llevar a personas. Parecía extrañado tener conversación durante el trayecto pero lo cierto fue que ambos lo agradecían. Así Golnar dejaba de pensar en las palabras que le había dicho su madre.

No tardaron en llegar a la casa y ella se bajó sin ninguna ayuda. Le dio las gracias al hombre y se acercó a la puerta. Inspiró profundamente y soltó todo el aire del tirón. Pegó tres veces y esperó mientras intentaba pensar en lo que le diría cuando le viera. Se alisó el pomposo vestido azul que llevaba. Tenía que vestir como una dama para que él se acostumbrarse a enredarse siempre con el vestido de su acompañante.

─Hola, Mirko, ¿cómo estás?─ dijo en un susurro, comprobando cómo sonaba. No, demasiado informal─. Buenas tardes, ¡cuánto tiempo! ¿Cómo estás?─ no, tampoco parecía lo más correcto. Resopló y se llevó las manos a la cara. ¿Por qué sentía el corazón latiéndole con tanta fuerza? Era realmente estúpido.

Mirko barrió la casa, sacudió los tapetes y calentó la fogata para que la casa no estuviera tan fría cuando ella llegara, descubrió un nido de arañas que no había visto en una esquina de la sala pero decidió no matarlas pues sabía que las arañas eran buenas exterminadoras de otros insectos como las moscas o las pulgas, aunque lo más probable es que el frío venidero en los próximos meses de invierno terminara por matarlas.

Dio un respingo cuando escuchó los golpes en la puerta y corrió a abrir olvidando quitarse el trapo blanco que se había colocado como tapabocas para que no se le metiera el polvo en la nariz. Cuando abrió la puerta parecía una especie de ladrón de blanco enmascarado y se encontró con Golnar luciendo un precioso vestido azul, bastante elegante para la ocasión.

- Buenas noches... wow... ¡Que vestido tan bonito! - Exclamó inmediatamente, Golnar le había dicho que era buena idea adular le vestido a las mujeres y Mirko decidió poner en práctica los consejos de ella a partir de ese momento, además el vestido realmente le parecía bonito y eso que su conocimiento de moda era casi nulo. Fue consciente de que aún tenía el trapo en la cara y se apresuró a quitárselo - Estaba sacudiendo un poco la sala - Confesó doblando el pañuelo - Adelante, pasa - Agregó dandole permiso a seguir.

Había un pequeño corredor y con un colgador de abrigos que tenía un abrigo gris y un par de sombreros colgado, luego seguía la sala, una estancia no muy grande con dos sillones de cuero negro y una mesita de madera en el centro, al fondo estaba la chimenea encendida, el fuego crepitaba suavemente iluminando todo el recinto. No habían cuadros en las paredes, sólo una gran estantería llena de libros de variadas temáticas: Biología, anatomía, astronomía y botánica en su mayoría.

- He puesto a calentar agua para hacer un poco de café... por cierto ¿Has cenado? Tengo un poco de pan con queso por si te provoca - Agregó indicándole que se sentara y se pusiera cómoda.

Golnar se asustó al escuchar el sonido de la puerta. Vio al joven con un trapo en la cara y dejó escapar una leve risita. Aunque su sonrisa se borró al escuchar el halago. No supo por qué pero sus mejillas se enrojecieron. Ya había oído ese tipo de cumplidos pero siempre sonaban diferentes cuando salía de la boca de Mirko. Se alisó el vestido intentando ocultar sus mejillas.

Entró cuando él le dio permiso para ello. Se quitó la capa que llevaba para tapar sus brazos y la puso en el colgador. Intentó no parecer muy cotilla pero se fijó en todos los detalles de la casa. No era muy grande, ella había pensado que sería un poco más acorde con su clase social. Pero era acogedora aunque quizá le faltaba algún que otro toque personal.

Se acercó al fuego y puso sus manos. Estaban realmente heladas y necesitaba entrar un poco en calor. El hecho de tener que llevar esos vestidos y que hiciera tanto frío no era una combinación demasiado buena. Se fijó en los libros, como no, tenía bastantes. Mucho más que Golnar y le entró ganas de coger uno y recostarse en aquel sillón pero no había ido allí para aquello.

─Gracias, sí me vendría bien tener algo caliente en el estómago─ se calló al acabar de hablar. ¿Por qué le había sonado mal aquella simple frase? Vio que él le señalaba el sillón y se dirigió hacia allí, sentándose en el que estaba más cerca de la chimenea. Era una auténtica delicia sentir aquel calor cerca de ella─No me ha dado tiempo a cenar a decir verdad─ dijo algo pensativa, en realidad sí que había tenido rato para prepararse algo de cenar pero, en aquellos momentos había tenido el estómago totalmente cerrado─. Y creo que es una forma muy amena de comenzar un baile─ añadió recordando a lo que había venido─¿Estás nervioso por lo de mañana?─ le preguntó por curiosidad.

Golnar había dejado la capa y se había acercado a la chimenea, Mirko notó los brazos descubiertos y se preguntó si no tendría mucho frío, a veces la moda le parecía que ponía más empeño en el diseño y la apariencia que en la funcionalidad, por eso Mirko la encontraba superflua e imprescindible, a la hora de escoger ropa, el nunca se fijaba en si estaba acorde con las tendencias, el se fijaba en el material de las telas y en como se sentían contra su piel.

Cuando ella dijo que no había tenido tiempo para cenar, Mirko se llevó una mano a la frente dándose una palmada ¿Cómo había sido tan descuidado? Pero por supuesto que no había podido cenar si la había citado precisamente a esa hora en la que la gente cenaba. Mirko no estaba acostumbrado a tener visitantes y mucho menos a cuadrar citas con sus horarios de trabajo, se sintió avergonzado por no haber planeado ese encuentro mejor por lo que se apresuró a decir – Espera un momento, te prepararé algo de inmediato, no podemos bailar con la panza vacía ¿O si?-

Corrió a la cocina que era la habitación continua a la sala, era amplia y tenía un enorme horno de leña bastante antiguo, el hollín había manchado las paredes pues la usaba con regularidad. Tenía un saco de arpillera con verduras y papas en el suelo que había comprado esa semana en el mercado ambulante, también tenía un canasto con huevos frescos. El agua que había puesto en la olla a calentar ya estaba hirviendo, por lo que la bajó inmediatamente y la puso en la mesa de madera para que se enfriara un poco, en otro cuenco puso un poco de mantequilla y fritó un par de huevos. Tardó al rededor de 10 minutos pues como cocinero estaba acostumbrado a trabajar contra reloj los pedidos de los clientes y cuando regresó a la sala, traía una bandeja que colocó sobre la mesita de centro frente a Golnar.

- Algo improvisado, pero espero te guste – Comentó, había pan Francés y un gran bloque de queso gouda y en una cacerola dos huevos fritos con unas hojitas de orégano y algo de pimienta blanca espolvoreada por encima. Regresó a la cocina y trajo dos tazas con humeante café negro que depositó en la mesa – ¿Quieres azúcar en el café? - Le preguntó mientras le echaba dos cubitos al suyo y comenzaba a revolverlo – Bon apetit -

Le iba a decir que no era necesario que le preparase nada pero él no le dejó tiempo para si quiera pronunciar una palabra. Se alejó hacia la cocina y Golnar se dedicó a pasear su vista por los libros. Quizá podía reconocer algún título pero lo dudaba mucho. Cogió uno que parecía de botánica y lo abrió. Solo esperaba que a Mirko no le importase que revisara aquello. Algunas páginas había dibujos y explicaciones. Leyó algo por encima y, cuando escuchó que Mirko volvía, colocó el libro de nuevo en su sitio. No quería que pensara que era una cotilla o que no tenía respeto por las pertenencias de su casa. No debería haber tomado tantas confianzas pero lo hecho estaba hecho.

Se acercó a él y se volvió a sentar. Olía muy bien y sus tripas rugieron levemente de manera casi insonora pero ella las escuchó y decidió que les haría caso. Era algo improvisado pero era más de lo que ella hubiera pedido. Se conformaba con un solo trozo de pan pero él le había hecho algo más.

─Gracias, no tenías por qué molestarte en hacer algo─ le dijo con una sonrisa mientras apreciaba mejor lo que había traído─. Sí, con lo que has echado tú me vale─ desde que se habían conocido no habían comido juntos. La primera vez, él era el que estaba comiendo, la segunda ella. Era un pensamiento estúpido y sacudió su cabeza para intentar alejarlo. Decidió coger un poco de pan y queso─¿Qué tal el trabajo?─ le preguntó como simple tema de conversación.

Off rol:

Se sentó frente a ella quien tomó un pedazo de pan, Mirko tomó la taza caliente y disfrutó del toque tibio en sus manos frías, una de las cosas que más le molestaban del invierno era mantener las manos frías, la piel se le solía resecar y se le abrían molestas cortadas que resultaban dolorosas en sus labores diarias en el restaurante ya que cocinar con guantes era muy complicado.

- Bien - Mintió y bebió un poco de café, estaba dulce como le gustaba, desvió la mirada hacía el fuego y se sintió mal por no contarle la verdad, él no era bueno con las mentiras, cada que decía una sentía como si se le atascara una bola de estambre en la garganta - En realidad no tanto... - Soltó y carraspeó - El jefe se enojó conmigo por el incidente con el marinero -

Esperaba que ella no se sintiera mal al respecto ni mucho menos culpable, la culpa había sido completamente de aquel hombre sin modales, hubiera podido no ser Golnar sino otra mujer y el comportamiento de ese marinero no habría cambiado.

- Desde el día del incidente, han ido menos marineros al restaurante, el chisme se ha regado como la pólvora ¿Sabes? el jefe cree que le ha dado mala imagen al negocio - Finalizó bajando la cabeza, se sentía muy avergonzado por causar problemas en su sitio de trabajo ¿Pero de que otra forma hubiese podido actuar? Ya era cosa del pasado y no podía hacer nada al respecto.


Off Rol: no te preocupes ^^

Le sonrió, aunque sintió que no había algo que encajaba, parecía como si le intentase ocultar algo. Le dio un bocado al pan y tomó un poco de café. Los volvió a dejar sobre la mesa, esperando a ver si él seguía hablando. Y lo hizo, no le gustó ni un poco lo que oía. Por su culpa había pasado eso... Había sido tan tonta al pensar que podía salir a algún lado y que no la tratasen como lo que era...

Se levantó del asiento y le dio la espalda al joven. Odiaba aquella situación. Odiaba que otros sufrieran por su culpa. Si el jefe del restaurante tuviera que enfadarse con alguien debería ser con ella. O ¿por qué no? Con aquel marinero. Ella simplemente había entrado en un restaurante, como todo el mundo... El desalmado era el que se había acercado a ella. Mirko solo había intentado protegerla.

─Lo siento, Mirko. Me siente horrible por lo ocurrido─ le dijo volviéndose a sentar─. Solo causo problemas a los que están a mi alrededor. Perdóname, debería haberme quedado en mi casa aquel día. De hecho, ni siquiera tenía derecho a irrumpir en tu vida de esa manera. Seguro que antes no habías tenido problemas... Todo por mi culpa.

En ese momento, solo pensaba en lo mal que lo había hecho. Ella no quería entrometerse de esa manera en la forma de vivir de alguien. Pero lo había hecho y sin siquiera pedir permiso. No sabía por qué, ella simplemente se limitaba a estar con los suyos pero no desde que conoció a Mirko. El día en el que le visitó en el restaurante, le pareció buena idea mientras iba de camino pero una vez allí, supo que se había equivocado.

Ser sincero siempre le traía sentimientos encontrados, porque casi siempre que era completamente honesto, resultaba en situaciones en las que claramente la otra persona estaba molesta o herida. Generalmente le importaba dos cuartos de queso lo que pensara o sintiera la gente a su alrededor al punto de que las pocas personas con las que interactuó en sus años en la Universidad terminaran por evitarlo. Se había acostumbrado a no tener amigos cercanos sino sólo personas con las que trabajaba y se veía obligado a socializar.

Por primera vez en su vida, se encontró realmente preocupado por lo que estuviera pensando o sintiendo Golnar. ¿Porqué ella entre todas las mujeres que había conocido? ¿Porqué no podía pasar de largo de su cara triste como lo hacía con la mayoría del mundo?.

¿Era eso lo que se sentía tener un amigo?
Pero si apenas se conocían, se recordó así mismo que sólo había pasado una semana desde que se habían visto por primera vez.

- No es tu culpa y lo sabes – Dijo al fin y su voz sonó un poco severa – La culpa es enteramente del marinero – Se quedó unos segundos callado y agregó – Y mía, por haber reaccionado sin pensar... además aunque te dediques a la prostitución, pienso que, ningún hombre tiene derecho a tratar a una mujer de esa forma... tengo una hermana menor ¿sabes? No podría imaginar lo que haría si un hombre tratase así a mi hermana – Meneó la cabeza con el ceño fruncido – Es cuestión de principios -

Le escuchó atenta. Sabía que diría algo como lo que acababa de decir. Era lo normal, era lo políticamente correcto que decir. Pero, sin embargo, había algo en su tono de voz que le aseguraba que hubiera hecho lo mismo si se volvía a presentar semejante situación.

─Ya...─ dijo intentando poner sus pensamientos en orden. Había tantas cosas que podía decir que no se decantaba por ninguna de ellas─. Pero se supone que las prostitutas están para eso. No son más que meros objetos.

Hablaba como si ella no trabajara en ello, como si ella fuese una desconocida que abordaba el tema por primera vez. Ser prostituta no estaba bien visto por la sociedad pero allí estaban todas ellas, ganándose la vida a base de entregar su cuerpo a hombres extraños que deleitaban con poseerlas de aquella manera.

─Una puta siempre será una puta, ¿no?─ le preguntó con media sonrisa en el rostro─. O al menos eso es lo que dicen.

Sacudió su cabeza para sacar aquellas ideas de su cabeza. No estaban hablando de ella. Siempre tenía sentimientos encontrados al hablar de aquel tema. A veces, no le disgustaba su trabajo y, otras, lo odiaba con toda sus ganas. Cuando estaba con Mirko, lo segundo se acentuaba aún más. Parecía como si no fuese lo correcto, como si no fuera lo más adecuado.

─Pero no estamos aquí para hablar de eso─ tenía que cortar el tema de raíz, no le apetecía seguir con ello─. Si no lo recuerdo mal, tenemos un baile mañana─ le sonrió y le dio un sorbo a su café. Cuando terminase de comer, le enseñaría a bailar, al menos las cosas principales.

Mirko no era una persona religiosa, había dejado de ir a la iglesia desde que se independizó y dejo de vivir con sus padres, por lo que no noción de pecado que enseñaba la biblia y no consideraba el sexo como algo malo, él lo veía como una molesta 'necesidad' que obsesionaba a la mayoría de hombres. No consideraba a las prostitutas como impuras o pecaminosas, ellas ofrecían un servicio y centenares de hombres estaban dispuestos a pagar.

Sin embargo, gracias a haber crecido con mujeres, Mirko tenía una idea de lo que una dama debía ser en sociedad, de como debía comportarse y de como debía ser tratada. Golnar era una mujer más allá de su trabajo como prostituta, por lo tanto merecía respeto sin importar que.

-¿Crees que eres sólo una prostituta? - Le preguntó cuando ella hubo acabado de hablar sobre el asunto – ¿O eres más que una profesión? - Quería saber como se consideraba ella, pues a veces daba respuestas ambiguas.

- Es verdad, el baile... - Recordó y posó las manos sobre la taza de café para calentarse las palmas – Come tranquila, ya ensayaremos cuando termines -

La pregunta de Mirko la tomó por sorpresa. No supo que responder ante algo así. Al menos no en un principio. ¿Cómo comunicarle todos esos pensamientos confusos con una sola respuesta? Lo más importante era si debía abrir su corazón al joven que tenía delante. Era un tema delicado y jamás lo había tenido que hablar con alguien. Ya fuese porque no le interesaban o porque ella no quería exponer sus sentimientos tan fácilmente.

─Supongo que soy una mujer antes que nada...─admitió, no podía decir lo contrario─Pero la sociedad no me ve como tal. Solo se fijan en la clase social a la que pertenece y en si tiene un trabajo digno o no. Tengo una etiqueta que cita claramente lo que soy.

Pero ella no siempre había sido así. Costaba creer que tan solo unos cuántos años atrás había pertenecido a una clase alta. Echaba de menos todos aquellos lujos y mimos que recibía de los otros. Cuando se era rico, se tenía la vida solucionada.

─Es agradable tener a alguien que no te ve como los demás─ le dijo, mirándolo directamente. Estaba claro que Mirko no la veía como solo una prostituta, podía no tener ni idea de cómo era en realidad pero al menos no era solo un trabajo.

Se levantó justo cuando había terminado de comer y le sonrió al joven mientras extendía una de sus manos. Era hora de enseñarle algunos pasos de baile. Ella había bailado innumerables horas en su mansión, sola y acompañada. No era muy buena pero la práctica hacía al experto.

─Venga, es hora del baile─ se quedó en silencio y pensativa─. En realidad, tenemos que hacerlo bien. Y, normalmente, es él quien pide a la dama bailar. Así que─ se volvió a sentar y tomó una posición desenfadada, como si estuviera esperando algo─ imagina que soy Aline y me tienes que invitar a bailar─ le sonrió esperando que hiciera lo que le había pedido. Había que practicar hasta el más mínimo detalle para que él no se pusiera demasiado nervioso a la hora de la verdad.

ra verdad, en la sociedad existían etiquetas para todo, desde la forma en como vestías, hasta el tipo de trabajo que llevabas, todo finalmente se resumía a un título o etiqueta que definía como los demás te tratarían por el resto de su vida. La respuesta de Golnar le hizo sentir algo triste, ¿Significaba que a parte de Mirko ningún otro hombre la respetaba como mujer? La idea de que otros hombres la trataran de la forma en que lo había hecho el marinero hacía unos días le hizo sentir molesto, pero ella sonreía y al parecer quería cambiar el tema. Ya encontraría otro momento prudente para abordar ese tema de nuevo.

Se sentó y se acomodó como si estuviera esperando a ser invitada a bailar, Mirko sabía que era sólo una práctica, pero de sólo imaginárselo se puso nervioso, estaban solos y ni siquiera había música, no podía pensar en cuan nervioso estaría rodeado de miradas curiosas. Apretó los labios intentando visualizar en su mente a Aline y descubrió que, ya no recordaba su rostro, lo único que podía ver era la cara de Golnar frente a él.

-¿Me... concede... esta pieza Mademoiselle? - Dijo al fin luego de unos minutos de vacilación y se inclinó con una corta reverencia y luego estiró la mano para tomar la de ella, estaba tan nervioso que no midió la fuerza y haló de ella haciéndola levantar de golpe y la atrajo contra si mismo, quedando ella torpemente contra su pecho – P...perdón- Se apresuró a decir tomándola por los hombros para separarla de si mismo.

Su cara se había puesto tan roja como los tomates que tenía en la cocina, ¡Que suerte que nadie estuviera mirando!

Esperó hasta que se decidiera a pedirle bailar. No sabía por qué pero se sentía bastante nerviosa. Era solo un baile. Un baile entre amigos, ¿no? ¿Por qué no lo sentía entonces de aquella manera? Ella le sonrió, había utilizado las palabras propias y asintió con la cabeza.

A penas pudo reaccionar. Él había tirado de ella de tal manera que se levantó y su rostro quedó casi pegado a su pecho. Se tomó una milésima de segundo para aspirar su aroma pero él la separó lo más rápido que pudo, pidiendo disculpas.

─No te preocupes─ le dijo ella intentando hacerle ver que no pasaba nada─. Tienes que tener mucha delicadeza con las damas. Como... si tuvieses que transplantar una flor, ¿entiendes?─ quería ponerle ejemplos que él pudiese relacionar y que entendiera con más claridad.

Cogió una de las manos de Mirko y la llevó a su cintura. Ella puso la suya sobre su hombro y después agarró la otra mano libre de Mirko, elevándola a la altura conveniente.

─Tienes que intentar mantener siempre la espalda recta y la cabeza elevada, mirando a tu acompañante. Pero... como te enseñaré, te dejaré que estés atento a los movimientos de tus pies─ le sonrió intentando que se tranquilizarse e intentando tranquilizarse ella misma─. Son pasos muy sencillos. Paso uno: derecho delante. Paso dos: izquierdo delante. Paso tres: derecha atrás. Paso cuatro: izquierdo atrás─ lo hizo a medida que lo fue diciendo para que viera cómo se hacía─. Todo ello dando vueltas en círculo.  No tenemos música pero puedo tararear alguna. Recuerdas que debes ser tú quien guíe a la chica─ esperó a que él comenzara a dar los pasos de baile para poder tararear una de las canciones que había escuchado alguna vez en algún baile.

El contacto físico era definitivamente algo que no le hacía sentir cómodo, quizás era la falta de experiencia con el mismo, él llevaba mucho tiempo sin hablar con mujeres o tenerlas cerca, mucho menos bailar, las cosas que solía sostener eran tubos de ensayo y no delicadas manos femeninas. Luego del estrujón inicial que le había dado a Golnar, ella le indicó como colocar las manos y como mover los pies. Mirko intentó memorizar sin éxito las indicaciones e derecha, izquierda atrás y adelante mientras giraba, pero se encontró moviéndose como si se hubiera tragado una varilla de metal y no pudiera mover las caderas o la cintura con propiedad.

Aquel ritual era más complejo de lo que esperaba y se preguntaba si iba a poder aprenderlo en un par de horas. Estaba casi que seguro de que terminaría pasando una vergüenza en el baile.

-Es... complicado – Musitó desviando la mirada hacía los pies, sabía que no debía mirarlos constantemente pues se suponía que debía mirar a su compañera a la cara, pero no podía coordinar si no lo hacía – No se como lo hacen parecer tan natural, casi como si fuera algo automático – Opinó con una sonrisa nerviosa.

Comenzó a dar vueltas siguiendo mentalmente el 'uno derecha adelante, dos izquierda adelante...' y así sucesivamente, quizás si lo repetía en su mente mientras lo hacía terminaría por memorizarlo, giró sintiéndose bastante inseguro de ser quien guiaba los movimientos ¿Y si los guiaba de manera incorrecta?.

- ¿Demasiado rápido o demasiado lento? - Le preguntó a Golnar - ¿Está bien esta velocidad? -

Al menos no le estaba pisando los pies. Era bastante bueno y se concentraba en lo que estaba haciendo. Aún no era capaz de seguir los pasos mirándola al rostro pero no le iba a pedir más de lo que le daba.

─Lo suelen práctica muy a menudo. Por eso parece algo natural─ le dijo mientras intentaba que sus pasos fueran los correctos. Ella hacía mucho que no bailaba pero no se le había olvidado─Un, dos, tres, cuatro─ le fue marcando los pasos para ayudarle de esa manera a que fuera acorde.

Sonrió ante la pregunta. No era la primera vez que le preguntaban algo semejante. Claro que no eran las mismas condiciones en la que se encontraban. Algunos clientes le preguntaban aquello como si realmente les importase, solo para fingir un papel de buen amante.

─Tranquilízate, es un baile no el camino hacia la guillotina─ le dijo con una sonrisa, intentando que el joven simplemente se dejase llevar─. Tienes que intentar dejarte llevar. Mírame, vamos a intentar hacer los pasos sin fijarnos en los pies, ¿vale?─ poco a poco tendría que ir mejorando. Paso a paso podían conseguir bailar en armonía y sin tener que estar pendiente de ver lo que sus pies hacían.

Mirko se preguntó entonces que le verían de interesante al acto de bailar para que lo practicaran a menudo, para él ese tipo de cosas eran un desperdicio de tiempo, eran actividades que no servían para mejorar el intelecto, ¿No era más importante investigar curas para las diversas enfermedades que mataban pacientes día a día? ¿O estudiar el comportamiento de los fenómenos naturales para así prevenir catástrofes en la ciudad? Para Mirko era obvio que era más importante, pero el resto del mundo parecía más preocupado sobre que casarse rápidamente, tener vestidos elegantes o participar en bailes.

Aún así se encontró disfrutando del momento con ella, Golnar hacía que las cosas que antes le parecían imprescindibles, se convirtieran en momentos gratos. Sonrió ante este pensamiento aún con la mirada en sus pies, era agradable saber que tenía un amiga, era una sensación completamente nueva para él, Golnar le estaba ayudando a mejorar no sólo en el baile sino también como persona, si era capaz de socializar con otras mujeres en el baile de mañana, seguro que se convertiría en un nuevo Mirko.

Cuando le pidió que le mirara a la cara mientras seguían con los pasos, no pudo evitar ponerse colorado, las mejillas se le habían puesto como un par de duraznos maduros, mirarla a los ojos se le hacía difícil estando tan cerca ¿Iba a pasar lo mismo con Aline? No quería ponerse nervioso y parecer un idiota sin poder mirarle a la cara. Soltó una risita nerviosa y desvió la mirada hacía un lado.

-No soy capaz – Aceptó al fin y le soltó, luego carraspeó pues se le había ocurrido una idea - ¿Quizás mañana deba beber algo de vino para sentirme más cómodo? - Le preguntó, a lo mejor el vino le soltaría un poco y podría mirar a Aline a los ojos.

Sonrió al verle sonrojarse. Sin duda alguna no era como los otros hombres que había conocido. Le gustaba mucho esa parte de él, no se encontraba gente así todos los días. Las palabras de Narcisse volvieron a su cabeza. No, no podía pensar más en cosas así. Tenía que centrarse. Iban a ir a un baile juntos pero Golnar no iba a ser la pareja de baile de Mirko, ni mucho menos. Ella simplemente se quedaría al margen, disfrutando de los canapés y poco más.

─Si te sientes más seguro así, creo que no vendrá mal que tomes algunas copas antes de bailar─ le dijo encogiéndose de hombros. No era algo que ella aconsejaría, lo mejor para cautivar a la dama era sin ni una gota de vino en el cuerpo pero él necesitaba alguna ayuda. Ni siquiera podía mirarla a ella a los ojos...─. La verdad es que bailas bastante bien. Creo que si ganas un poco de confianza en ti mismo, serás excelente.

No podía negar que estaba nerviosa por saber cómo se desarrollarían los acontecimientos el día siguiente. Había intentado averiguar algo más de la chica y solo había encontrado cosas que ya sabía: buscaba un pretendiente y lo quería rápido. Había invitado a muchos hombres casaderos y a algunas damas solo para que no fuese todo tan sospechoso y hubiese chicas suficientes para bailar con todos los hombres que asistirían. Pero el principal objeto de mirada debería ser ella: Aline.

─¿Qué te parece si practicamos un poco más y lo dejamos para mañana?─ le sugirió, con que supiera los pasos básicos y algunos giros que podía hacer con la dama que le acompañase era más que suficiente. El baile era solo una excusa para conversar con el acompañante.

Asintió a lo que ella decía, intentaría tomar al menos una copa de vino antes de invitar a Aline a bailar, había escuchado que el vino ayudaba a soltar la lengua y quizás eso le ayudara a sentirse más confiado en si mismo. Golnar le halagó y le animó para que siguieran practicando, Mirko no se sentía especialmente confialos do ni sentía que fuera bueno, pero al menos ya sabía los pasos básicos y no pasaría una vergüenza quedándose congelado en medio de la pista sin saber como comenzar.

Esperaba al menos dar una buena impresión y tener el chance de hablar con ella.

-Esta bien, practiquemos una vez más - Tomó a Golnar de nuevo por la cintura y de la mano para iniciar una vez más la práctica, esta vez sintió que era un poco más fácil, volvían a repetir los mismos pasos adelante y atrás, izquierda y derecha y Mirko se encontró un poco más suelto y menos tensionado que la primera vez.

- Ahora viene el siguiente problema ¿Cómo debería vestir? - Le preguntó mientras daban vueltas lentamente – Es mi primera vez asistiendo a este tipo de eventos, no se cual es el protocolo para el vestido – Le confesó, lamentó ser tan inepto en ese tipo de menesteres sociales, pero el nunca se había interesado en ese tipo de nimiedades – No recibo un gran salario en el restaurante como puedes ver, así que no tengo trajes elegantes o costosos ¿Que sería apropiado vestir? -

Golnar sonrió al ver que había mejorado. Ya no estaba tan tenso y se mostraba un poco más seguro que antes aunque seguía sin mirarla a los ojos pero supuso que, cuando llevara un par de copas de vino, sería más fácil para él poder mirar a la joven a los ojos y, seguro, dedicarle algunas palabras bonitas. No supo por qué pero en ese momento envidió a la mujer que bailase con él, al menos ellas tenían alguna posibilidad. No, no, ¿qué estaba pensando? Eso no era lo que ella debía pensar. Todo lo contrario, tendría que estar feliz porque Mirko había decidido darle una oportunidad al tema del amor, aunque no encontrase a la mujer de sus sueños de primeras.

─Pues coge el traje que más nuevo esté. A veces no importa la calidad de la tela o si está de moda o no. Con que te quede bien, estará estupendo. Puedes llevar guantes y un sombrero, no quedará mal a la hora de entrar en la fiesta.─ le dijo mientras seguían bailando.

Le explicó entonces cómo debía manejar un poco a la mujer. Haciéndola girar, para ello, tuvo que tomar durante unos segundos el papel de hombre para que él viese cómo debía hacerlo. Bailaron hasta que le salió medianamente bien. Finalmente, Golnar se alejó de él y se sentó en el sillón algo exhausta.

─Bien, creo que es suficiente por hoy. Los pies me dolerán más si sigo bailando─ le dijo mientras resoplaba─. Mañana lo harás bien. No olvides practicar algunas frases bonitas que decirle a la chica. Algo como: tu sonrisa me ilumina la noche o, tal vez, tus ojos podrían ser la perdición de cualquier hombre─ le sonrió pensando que seguro que a una mujer le gustaría oír semejantes palabras─. Te pondré en un aprieto una vez más. Dime alguna frase bonita─ le retó, le gustaba verlo trabajar bajo presión, solo esperaba que esta vez consiguiese decir algo más que sus ojos eran de un color u otro.