Race to erase [Privado]

por **Lukian d'Auxerre** Vie Oct 09, 2015 11:35 pm

Lo más importante de la vida es aprender a dar amor y a dejarlo entrar.
Mitch Albom

Su ultimo encuentro con Karla no había sido lo que esperaba, apenas unos meses habían trascurrido desde que ella tomara la determinación de mantenerse separados y ahora resultaba que ella estaba casada. La Sartre, ahora de apellido Marquand no solo contrajo matrimonio con un hombre que definitivamente no debía amarle como Dorian, sino que además, estaba embarazada de aquel sujeto. Enterarse de eso no había sido lo mejor para el inmortal, quien también había pasado por sus propios cambios personales, cambios que le dejaron en un estado sumamente errático. Al enterarse de todo lo que Karla había pasado, cambio de la ira a la tristeza, de la desesperación por llevársela lejos a las ganas de matarla a ella y al hombre al que debía llamar Karla esposo; pero había terminado por alejarse de ella, dejando a la ahora señora Marquand con marcas en el cuerpo de la presencia de Dorian, marcas que deseaba viera el esposo de la humana para que después le buscara.

Ahora, lejos de la presencia de Karla se encontraba más solo y confundido que nunca. Caminaba entre los callejones de París como un ente, no llevaba rumbo fijo, no tenía finalidad alguna, solo caminaba porque podía hacerlo y porque de esa manera mantenía los sentidos enfocados en todo lo que le rodeaba y no en lo que sentía dentro. Podía percatarse de las personas que caminaban por las callejuelas más cercanas, de las risas, de las palabras que atravesaban las puertas de las residencias pero nada de eso le importaba. Dorian había perdido algo aquella noche, al menos así lo sentía; sus pasos le guiaron por muchas otras calles, hasta que en determinado momento se detuvo y sin ser del todo consciente de lo que hacía, recargo su espalda en la pared más cercana y permaneció inmóvil ahí, mirando a la nada y dejando que su mente analizara con detenimiento los últimos acontecimientos, como si necesitara cerciorarse de que eran realidad y no simplemente una alucinación de la sangre maldita que ahora corría por sus venas.

No estuvo seguro de cuanto tiempo transcurrió en completa soledad, pero si fue consciente del momento en que unos pasos presurosos se acercaban por el callejón donde el se encontraba. En otras circunstancias seguramente se hubiera lanzado a beber de la sangre de quien fuera que se acercaba, pero aquella noche, el sabor de la sangre de Karla le había dejado sin ganas de beber en algunos días. Su mirada se dirigió hacía el sitio donde esperaba apareciera el mortal que se atrevía a salir a aquellas horas de la noche y después de una breve espera, fue testigo de la aparición de una joven mujer. El hecho de que fuese mujer le llevó nuevamente a recordar a la ahora Marquand y una sonrisa burlona apareció en sus labios.
– Buenas noches – murmuro una vez que la joven estuvo a la distancia adecuada como para escucharle. Seguramente la apariencia de Dorian daba pena, pero nada le importaba en esos instantes, ni siquiera el agradable aroma que despedía la mortal aquella que para mala o buena suerte, se topaba con él.

por **Julia Rondizzoni** Miér Oct 28, 2015 11:12 am

- ¡Por Dios!, que tarde es – refunfuño, suspirando, al consultar su reloj de pechera. Cerró los parpados, por un instante, mientras seguía caminando por aquel callejón. Tan decepcionada se encontraba, que aquella desilusión no la dejaba tranquila. Como mujer, había apostado todo por re conquistar el amor de Tristán, más él, siguió viendo en ella a una amiga, y confidente fiel, pero nada más, ¿de que valía que el mago, le hubiera dicho que se equivocó en no desposarla, si al final, volvía a elegir a otra? Solo que ésta vez, su elección era aún más desastrosa. Kelsey, podía intuir que algo en aquella mujer no era real, y que nada bueno le traería a su amor imposible, mas éste había elegido y ella, otra vez era derrotada. Solo que no permitiría que la hirieran más. Le presentaría su renuncia, se iría lejos de él.

Deseó gritar, llorar, pero jamás había dejado de ser una dama, y como tal, las tristezas había que dejarlas para la intimidad del lecho, mordería su almohada mientras el llanto dejaría su huella en ésta y el grito se ahogaría en su interior. Era verdad que había jurado cuidarlo, pero su juramento no le costaría la vida, debía huir lo antes posible, en especial, porque su alma se destrozaría. y solo fuese un ente viviendo en una sociedad egoísta y mal intencionada, - como la nueva novia de Tristán – volvió a refunfuñan, aunque luego negó con la cabeza, - lo dices porque estas herida en tu orgullo, él jamás te vio como una mujer deseable, eres una buena amiga, una buena empleada, pero nada más – caviló, mientras las primeras lagrimas se deslizaban por sus mejillas.

Apretó sus mandíbulas y apresuró el paso, con su mano derecha se limpió el rastro de lágrimas y continuó su camino. Comprobó que la noche era ya cerrada, cuando casi en todo su trayecto, el callejón se mantuvo vacío, sin siquiera un alma a la vista. A poco de llegar a la intersección del callejón con una de las calles principales, escuchó la voz de un hombre. Tan ensimismada en sus pensamientos, no le había prestado atención, más algo en esa persona, la hizo menguar sus pasos hasta se detenerse. Su mirada se detuvo contemplando a ese hombre, era un poco mayor que ella, ¿de veinticinco años? Se preguntó, más lo que llamó su atención fue su mirada intensa y la piel extremadamente blanca, además de la forma misteriosa que, había surgido de entre las sombras para acercarse.

Kelsey, no pudo apartar la vista, aprisionada su mirada en la ajena, como si ésta poseyera un magnetismo, que no la dejaba huir. Abrió su boca, más ninguna palabra salió de ella. Palideció aun más, cuando el extraño hizo otro paso achicando las distancias, fue en ese instante, que pudo reaccionar, - no… no tengo nada de valor – tartamudeó, con la mirada cargada de angustia, - so…so… solo éste broche… pero dudo que le den algo por él – continuó, avergonzada y bajando la mirada, dándose cuenta, que por amor, había olvidado cuidar de su futuro y de sus necesidades. La inglesa, no poseía nada, ni siquiera el suficiente metálico para no se arrojada a una fosa común, si un delincuente la asesinaba.

por **Lukian d'Auxerre** Vie Nov 20, 2015 12:02 am

Dorian dudaba que algo peor de lo que había vivido en los últimos tiempos fuera a pasarle. Consideraba además que aquello era una especie de castigo por todo el mal que antes había causado a otros, así que ahora no le quedaba nada más que hacer, solo enfrentar lo que él mismo había cosechado. En la soledad de aquellos callejones, pensaba únicamente en Karla, Vibeke y su gemelo Lorian o al menos así fue hasta que un par de pasos le sacaron de su ensimismamiento y lo llevaron a observar a una joven que caminaba en dirección a donde él se encontraba.

El inmortal sabía que no se veía bien, que era nada más que una sombra del vampiro que hacía algunos meses atrás fuera y sin embargo, al aparecer frente a la mortal que caminaba despreocupada por los callejones se sintió sumamente ofendido de ser confundido con un vulgar ladrón. ¿Qué tan bajo necesitaba caer para decidirse a levantarse? ¿Sería necesaria otra humillación como la que ahora sentía para poder reaccionar y hacer finalmente algo con su existencia? Una amarga sonrisa apareció en sus labios y su cabeza se movió dando una negativa a la fémina.
– ¿Tan patético luzco como para parecer que voy a robarte? – ladeo el rostro, observando con atención las expresiones femeninas – No estoy aquí para robarte nada, afortunadamente para ti. Simplemente te he saludado porque es lo que la cortesía señala que debe hacerse, ¿o me equivoco? – de manera un tanto despreocupada, Dorian dio algunos pasos hacía atrás y recargó su espalda en la pared más cercana. A pesar de que la distancia entre ambos había aumentado, la joven aquella seguía luciendo entre angustiada y avergonzada, algo que causo gracia al vampiro y lo hizo reír bajito – Debes agradecer que te has topado conmigo y no verdaderamente con algún ladrón, a quien por cierto no le importaría si es que tu broche tiene valor o no, igual se lo llevaría y no dudaría ni un segundo en hacerte daño con tal de ver si es que ocultas algo – sus palabras no debían ser lo que alguien como la mortal aquella deseaba escuchar en momentos como aquel, después de todo, nadie salía de manera voluntaria a exponer su vida sino que todos, sin excepción, eran llevados a las calles por algún motivo – y, antes de que te vayas… ¿Qué haces a estas horas sola por las calles? Es demasiado peligroso como ya podrás haberte dado cuenta y tu no pareces ser precisamente muy valiente – los ojos del de Bordeaux recorrían el cuerpo femenino, buscando alguna pista del motivo que llevaba a la chica a exponerse a los peligros de la noche.

por **Julia Rondizzoni** Mar Dic 29, 2015 7:00 pm

Totalmente avergonzada por el comentario del caballero. Si, lo había confundido, porque no muchos hombres honorables se escondían en las tinieblas de un callejón, - aún fuera para llorar sus penas... como yo - caviló mentalmente, intentando justificar sus resquemores. Pero aquel hombre tenía razón, de haber sido un delincuente, Kelsey estaría desangrándose en el piso de aquel mugriento callejón y nadie sabría que fue de ella.

Ruborizada, asintió con la cabeza, disculpe, tiene razón. - No soy de las personas que juzgan a sus semejantes por la primera impresión... pero... es que desde hace un tiempo a ésta parte... pareciera que no me equivoco con aquello que siento apenas conocer a alguien - se disculpó, bajando la mirada al piso y acomodándose unos cabellos que se habían escapado de su peinado recogido.

Escuchó con atención lo que el caballero le preguntara y aunque le pareció que su pregunta estaba fuera de lugar, decidió que responder a su pregunta, podría llegar a ser una forma de disculparse por haberle prejuzgado. - pues, debería estar en mi trabajo... bueno, en la mansión en donde trabajo... en realidad, entraré a trabajar, apenas el alba se presente - suspiró frustrada.

Levantó la mirada y buscó los orbes ajenos, aunque éstos se mantenían bastante ocultos por la penumbra del lugar - por cierto, mi nombre es Kelsey Faulkner - dijo extendiendo su mano, - y tiene razón, me retrasé por pasar la tarde ayudando en el orfanato... es que con la llegada del invierno, los casos de fiebres y tos se vuelven más repetitivos y nunca sobran las manos para ayudar a esos niños - dijo sonriendo débilmente y esperando que el caballero se presentara. Aún con la mano extendida, pregustó - ¿y cual es su gracia?... digo, ¿a quien tengo el gusto de conocer? -.

por **Lukian d'Auxerre** Miér Feb 17, 2016 10:43 pm

Los interrogantes lanzados a la mujer recibieron una veloz respuesta.
– Así que no te equivocas al juzgar a otros – chasqueo la lengua, cruzó los brazos a la altura de su pecho y movió la cabeza a manera de negativa – Pues muy mal, porque conmigo ha pasado de esa manera y si fuera tú, comenzaría a dudar de mis habilidades para juzgar a primera vista – decía aquello con seguridad, pese a que la realidad fuera que los instintos de la mortal le guiaban bastante bien. De haber estado Dorian en otra situación, ella ya ni siquiera estaría respirando y su primera impresión por ende, hubiese sido correcta. Aún así, al de Bordeaux le gustó el poder restregarle en la cara que estaba equivocada y solo por eso, es que pensó en que de encontrarla en ocasiones posteriores, nunca le haría daño.

Cuando la mortal le aseguro que iba a su trabajo, Dorian enarco la ceja. El inmortal no veía el sentido de andar por las calles a esa hora, si para el alba aún faltaba bastante tiempo.
– ¿No se expone demasiado? – preguntó – es decir, aun falta bastante para su entrada a trabajar y… – sus ojos recorrieron la calle – No creo que sea lo mejor para una dama pasar las horas fuera de su casa, expuesta a toda la maldad de las calles – una sonrisa apareció en sus labios y volvió a dirigir su mirada a la mortal – Además que no puedo comprender que clase de empleador es tan desconsiderado y expone a sus trabajadores de esa manera.

La mano de la joven fue estirada en dirección a Dorian y un nombre fluyó de aquellos labios, solo para después dar una mayor explicación de lo que hacía a esas horas en las calles.
– Es usted entonces todo un ángel, más preocupada por otros que por usted misma – con un movimiento lento, dio nuevamente un paso en dirección a ella todo para observar directamente a aquellos ojos que le miraban – Tiene entonces más razones de las que pensaba yo para mantenerse a salvo… Un trabajo al que llegar, niños a los que ayudar – suspiró con pesar y movió la cabeza de un lado a otro – Kelsey, usted debe tener mucho cuidado porque muerta no le serviría a su empleador y tampoco podría ayudar a los niños – dijo aquello, al tiempo que estiraba la mano y la frialdad de su cuerpo tocaba la cálida mano femenina – Dorian de Bordeaux, para servirle – la sonrisa ilumino el rostro de vampiro y una inocencia asomó a sus facciones, siendo esa la característica que más solía atraer a las presas del inmortal – Y dime Kelsey, ¿tienes mucha prisa? Espero que no, porque sé que sonara abrupto pero me gustaría invitarte a dar un paseo a mi lado ya que aun falta bastante para su hora de entrada al trabajo – con suavidad soltó la mano que sujetaba y se mantuvo expectante de la respuesta ajena.

Aquella noche no había comenzado bien, pero eso no significaba que no pudiera terminar de manera decente.

por **Julia Rondizzoni** Vie Mar 18, 2016 9:14 am

Sonrió cohibida, era verdad, había salido de su hogar mucho antes de su hora de trabajo, y aun no sabía porque, si al fin de cuentas, lo que menos quería era tener que coincidir con aquella mujer, ese ser que lograba ponerle los cabellos de punta. ¿como podía ser que un hombre tan inteligente como era Tristan, no pudiera darse cuenta que esa mujer solo deseaba usarlo? ¿iría tras su fortuna? o sus intenciones serían aún mas negras, si eso era posible. Aquellos pensamientos le habían estado espantando el sueño aquella noche, al igual que muchas otras, desde que el licántropo llegara a la mansión con esa mujer, no hacía mas de unos meses atrás.

Pero no deseaba pensar en ello ahora, tal vez era tiempo de permitir que el destino llegara a cada uno como le correspondía, ¿cuantos años había dedicado al cuidado de aquel hombre? ¿cuanto amor le había brindado, para que siempre terminara olvidándola? si, tal vez era momento oportuno para dejar todo aquello atrás, y volver a fijar sus horizontes, muy lejos de allí.

Le volvió a sonreír, y asintió con un leve gesto de su cabeza, - creo que tiene razón, falta demasiado tiempo para que llegue el alba... no quedaría bien que apareciera en la mansión aún siendo de noche... y tras lo que ha dicho... no me siento segura de andar sola por las calles - sentenció, algo cohibida por la situación.

Pero había un problema, ¿existiría algún lugar donde poder tomar algo a esa altura de la madrugada? ¿podría un café mantener aún sus puertas abiertas, o por el contrario, abrirlas, antes que los coches y los transeúntes, llegaran a ser lo suficientemente numerosos para que la vida en la ciudad volviera a surgir, haciendo que los comercios abrieran sus puertas? En verdad no lo sabía, pero solo podía estar segura de que deseaba pasar un tiempo en compañía con aquel caballero, había algo en él que lograba transmitirle paz, a pesar que al conocerlo, le había parecido que un cierto dejo de tristeza y rabia lo embargaba.

por **Lukian d'Auxerre** Sáb Abr 16, 2016 10:35 pm

Las desventuras que Dorian experimentaba eran grandes, sus cambios de humor sumamente repentinos y su miseria interna enorme; aun así, sonreía con una facilidad increíble. No sabía por qué el sonreír siempre le resultaba tan sencillo; quizás porque la sonrisa del inmortal no era solo para atraer a sus presas, sino que en parte también era un mecanismo de defensa que impedía que los demás vieran la realidad. El vampiro era un monstruo, siempre lo fue, solo que antes lo ocultaba tras la serenidad y pensamientos claros respecto a maneras de actuar, pero esas mascaras habían sido eliminadas gracias a Vibeke y su experimento; el que fue terminado gracias a Karla y sus rechazos, esos que Dorian ya no quería recordar más.

Con la posibilidad entonces de terminar la noche de una manera mucho más positiva o algo diferente, se ofreció a hacerle compañía a aquella mortal de los presentimientos acertados. Esperando entonces la respuesta de la humana, Dorian sonreía, tratando de lucir lo más inocente y bondadoso posible. Un simple asentimiento de cabeza fue lo que le hizo sentir la victoria, seguido el gesto de la voz de Kelsey.
– Y tampoco sería apropiado que anduviera sola por las calles cercanas a su trabajo, puede ponerse en peligro como ya le he dicho – hizo una pausa – o pueden pensar las personas que la vean que es una amenaza y bueno… cosas malas pueden suceder cuando se cree que los otros son seres de mal – la referencia iba nuevamente a si mismo y a la primera impresión que le dio a ella. Oírla asegurar que no se sentía segura en las calles provoco un gozo interno en Dorian, eso le gustaba, generar en los mortales la duda de si estaban a salvo o no, siendo que la realidad es que nunca nadie estaba a salvo, pese a lo que se creyera –Yo no me sentiría bien si la dejó ir sola – ofreció entonces su brazo – ¿Nos vamos? – aguardo un momento porque ella se aferrara a él, siendo el instante en que ella se sujeto a él, un indicador para que los pies de Dorian comenzaran a guiarle por las calles.

El vampiro no tenía en mente un lugar fijo al que ir, solamente caminaba.
– Kelsey, ¿Cuándo algún pensamiento la agobia suele salir a caminar de esta manera? – la pregunta salió de sus labios sin afán de ofenderla, era en cambio, mera curiosidad pues aún no podía explicarse que la llevaba a arriesgarse de esa manera pudiendo estar plácidamente en su hogar esperando la llegada del alba – Si mi pregunta le incomoda, no es necesario que la responda – de no hacerlo, igualmente estaría respondiendo con su silencio que algo la agobiaba, demostrando que esa noche dos almas agobiadas se abrían encontrado.

por **Julia Rondizzoni** Lun Mayo 09, 2016 9:52 am

Su mano se apoyó en el fuerte y frío brazo del caballero, en su rostro hubo un momento de incertidumbre, ¿porque aquel hombre estaba tan helado?, era cierto que el frío reinaba en el ambiente, pero jamás pensó que se pudiera sentir así. Intentó calmarse pensando que seguramente era el rocío de la noche que había helado el abrigo de su acompañante. Mas solo dejó sus cavilaciones en la nada, cuando Dorian le preguntó sobre su paseo, un suave rubor se marcó en sus mejillas, había levantado su mirada hacia los misteriosos orbes del vampiro, pero pronto sus ojos buscaron el suelo para ocultar su vergüenza. Instintivamente apretó con su mano el brazo del caballero, mientras pensaba en que contestar, pues en verdad jamás lo había meditado.

Volvió a levantar su mirada y mientras contemplaba el camino que los acercaba a una de las calles principales, sonrió dulcemente, antes de girara su rostro i enfrentar nuevamente la mirada inquisitiva de su acompañante, - pues... ahora que lo medito... si, siempre que alguna situación me quita la tranquilidad, suelo salir a caminar... mas nunca a ésta hora... - dijo algo extrañada con su propia respuesta, porque en realidad, había despertado en mitad de la noche y un impulso que aun no comprendía, la había orillado a tomar su abrigo y salir rumbo a la mansión de Tristán. ¿sería que su amor imposible necesitaba de ella? ¿o acaso aquella fatua mujer, que se interponía entre el hombre que creía amar y ella, estaba por cometer un acto irreparable? una angustia se apoderó de su alma, el mismo sentimiento podría ser distinguido por cualquiera que la mirara, por eso volvió a desviar la mirada, - cálmate, nada malo le pasará, él es un hombre fuerte, ademas de un... un... lobo - caviló recordando la primera vez que le contempló transformado, la impresión había sido tan grande que se había desmayado.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo, recordando como había descubierto que en el mundo, en su mundo existían seres que solo pensó, eran reales en los cuentos de terror o infantiles, aquellos que se contaban para advertir a los niños que no debían salir de casa sin permiso, y menos en la noche. No debía seguir hundiéndose en sus cavilaciones, porque sino, ¿que tipo de compañía sería para el caballero que gentilmente le hacía compañía? volvió a sonreír, como siempre lo hacia, bondadosa, alegre, sin malicia, tal cual era ella. Sus ojos buscaron los ajenos, - no sé, cual haya sido ese motivo que logró sacarme de mi hogar, varias horas antes, lo verdaderamente relevante, es que gracias a eso, pude encontrarle y conocer a una persona muy especial... ademas con un caballero tan solicito, no temeré, ni a lobos de cuentos, ni a vampiros de leyendas - rió ruborizándose, porque a pesar de saber que Tristán era un lobo sería sumamente difícil toparse con otro sobrenatural en París, ¿cuantos podían existir?

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