AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
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Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
La muchacha se metió bajo un toldo de una zapatería maldiciendo en arameo su mala suerte, pues había hecho sol todo el día y justo antes de salir se había puesto a llover de forma continuada, la noche se había vuelto desapacible. Tantas molestias por lavarse el pelo y cepillarlo, recogiendo los extremos de las sienes en una trenzas pegadas a la raíz… para nada.
¿Y cuál era la razón de que Elora se engalanase a esas avanzadas horas? pues no era otra que esperar la ronda nocturna de Gael. Hacía un año que habían coincidido por primera vez en un callejón, y desde entonces habían trabado un poco de amistad. El cazador trabajaba en un restaurante y alguna vez le había traído alguna cosa deliciosa que de otra forma jamás hubiera probado.
Vivía sola, dormía sola, no tenía familia y tampoco amigos de verdad, la única persona del mundo que la echaría de menos si desapareciese sería la vieja Brisienne, la dueña de la tienda de hierbas y especias donde trabajaba, y quizás Gael. Al menos un poco, o eso quería pensar. La cuestión es que no se hacía ilusiones, ya que ella era escoria de la clase más baja, a pesar de ser mucho más decente que muchas mademoiselles de salones que no eran más que zorras implacables; y aún así, le resonaba en su fuero interno un cascabelillo cuando lo veía.
Al final de cuento, las brujas siempre eran las malas y acaban solas, desterradas o muertas, lo asumía. Pero mientras llegaba ese destino fatal a su vida, no pasaba nada por aprovechar un poco de tiempo con alguien que siempre se había mostrado agradable y educado. Esperó casi una hora hasta que lo vio enfilar calle abajo. {Mierda. Joder…estás tonta!! te arden las mejillas!!! deja de ponerte roja!! menos mal que es de noche y no se ve.} Sus pensamientos la asaltaron sin piedad, reprochándole ese pequeño rubor de emoción. Se puso mas manos frías sobre los pómulos para rebajarlo y después trató de apartarse el pelo descontrolado de la cara.
— ¿tienes el santo y seña? si no, no puedo dejarte pasar… este es mi callejón.— Buf. Qué mal sonaba eso, parecía que estaba diciendo que era una puta que guardaba su esquina. Le sonrió a Gael, quien a pesar de ser tan serio, a veces mostraba un buen humor que era muy agradable. ¿Por qué le daba la impresión de que todo lo que le decía al cazador sonaba estúpido? si de normal ella no era así. Le tocaba bregar con calaña barriobajera a diario, y nadie le había enseñado modales. Frunció el ceño al darse cuenta de eso y después resopló con fastidio. En fin. Ya estaba dicho.
¿Y cuál era la razón de que Elora se engalanase a esas avanzadas horas? pues no era otra que esperar la ronda nocturna de Gael. Hacía un año que habían coincidido por primera vez en un callejón, y desde entonces habían trabado un poco de amistad. El cazador trabajaba en un restaurante y alguna vez le había traído alguna cosa deliciosa que de otra forma jamás hubiera probado.
Vivía sola, dormía sola, no tenía familia y tampoco amigos de verdad, la única persona del mundo que la echaría de menos si desapareciese sería la vieja Brisienne, la dueña de la tienda de hierbas y especias donde trabajaba, y quizás Gael. Al menos un poco, o eso quería pensar. La cuestión es que no se hacía ilusiones, ya que ella era escoria de la clase más baja, a pesar de ser mucho más decente que muchas mademoiselles de salones que no eran más que zorras implacables; y aún así, le resonaba en su fuero interno un cascabelillo cuando lo veía.
Al final de cuento, las brujas siempre eran las malas y acaban solas, desterradas o muertas, lo asumía. Pero mientras llegaba ese destino fatal a su vida, no pasaba nada por aprovechar un poco de tiempo con alguien que siempre se había mostrado agradable y educado. Esperó casi una hora hasta que lo vio enfilar calle abajo. {Mierda. Joder…estás tonta!! te arden las mejillas!!! deja de ponerte roja!! menos mal que es de noche y no se ve.} Sus pensamientos la asaltaron sin piedad, reprochándole ese pequeño rubor de emoción. Se puso mas manos frías sobre los pómulos para rebajarlo y después trató de apartarse el pelo descontrolado de la cara.
— ¿tienes el santo y seña? si no, no puedo dejarte pasar… este es mi callejón.— Buf. Qué mal sonaba eso, parecía que estaba diciendo que era una puta que guardaba su esquina. Le sonrió a Gael, quien a pesar de ser tan serio, a veces mostraba un buen humor que era muy agradable. ¿Por qué le daba la impresión de que todo lo que le decía al cazador sonaba estúpido? si de normal ella no era así. Le tocaba bregar con calaña barriobajera a diario, y nadie le había enseñado modales. Frunció el ceño al darse cuenta de eso y después resopló con fastidio. En fin. Ya estaba dicho.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 04/04/2016
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Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
Jueves. Casi todos los Jueves cada dos semanas o cada vez que había luna llena solía hacer la primera ronda de reconocimiento por los callejones de los barrios pobres, una gran fuente de sangre y carne para las bestias de la noche, sobre todo para captar esclavos de sangre, sangre por sangre y dinero. ¿Qué más podía pedir alguien pobre? Para ellos ser esclavo de sangre de un vampiro rico era como si les hubiese tocado la lotería... Eso si tenían suerte y el vampiro les cogía cariño, que si no, los mataba desangrados. Por ello siempre hacía estas rondas y porque también estaba Elora.
Había conocido a Elora un año atrás, desde entonces teníamos una especie de pacto en la que ella me ayudaba a curar las heridas con hierbas y otras cosas medicinales naturales y yo le daba algo de dinero, pero lo que más le llevaba era comida que había sobrado del restaurante, comida que jamás podría costearse. Disfrutaba al verla comer, se le iluminaban los ojos probando nuevos platos. Esta noche le había traído un estofado y de postre unos brownies de chocolate y caramelo.
Enfilé el callejón cuando ya llevaba un rato lloviendo, menos mal que llevaba un paraguas de Adaline, el cual me protegía a mí y a la comida de la incesante lluvia. Sonreí al verla a la entrada del callejón de siempre, cuando llegué a su altura no dudé en reírme por su comentario. ―Te traigo comida.― Le mostré la bolsa que contenía la comida y se la dejé en las manos para que pudiese oler el aroma que desprendía el estofado. ― ¿Podemos resguardarnos en algún sitio? Primero quiero que comas, después... Ya veremos que hacemos hoy.― Hoy la noche parecía tranquila y no había luna llena, por lo que no habría lobos a los que matar... Pero quizás sí vampiros. Tenía que estar alerta, aunque era temprano para que alguno saliese a comer.
Había conocido a Elora un año atrás, desde entonces teníamos una especie de pacto en la que ella me ayudaba a curar las heridas con hierbas y otras cosas medicinales naturales y yo le daba algo de dinero, pero lo que más le llevaba era comida que había sobrado del restaurante, comida que jamás podría costearse. Disfrutaba al verla comer, se le iluminaban los ojos probando nuevos platos. Esta noche le había traído un estofado y de postre unos brownies de chocolate y caramelo.
Enfilé el callejón cuando ya llevaba un rato lloviendo, menos mal que llevaba un paraguas de Adaline, el cual me protegía a mí y a la comida de la incesante lluvia. Sonreí al verla a la entrada del callejón de siempre, cuando llegué a su altura no dudé en reírme por su comentario. ―Te traigo comida.― Le mostré la bolsa que contenía la comida y se la dejé en las manos para que pudiese oler el aroma que desprendía el estofado. ― ¿Podemos resguardarnos en algún sitio? Primero quiero que comas, después... Ya veremos que hacemos hoy.― Hoy la noche parecía tranquila y no había luna llena, por lo que no habría lobos a los que matar... Pero quizás sí vampiros. Tenía que estar alerta, aunque era temprano para que alguno saliese a comer.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
- Mensajes : 445
Fecha de inscripción : 23/12/2015
Edad : 32
Localización : Detrás de ti
Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
Le encantaba la comida tan sofisticada que traía Gael, pero sobre todo le gustaba porque iba acompañada del cazador. Cuando no estaba él de por medio, le daba igual si tenía que comer pan duro, como si tuviera que comer una rata, no sería la primera vez en su vida. Realmente ahora no lo necesitaba porque tenía un trabajo más o menos decente y le daba para mantenerse.
— pues… no se me ocurre ningún lugar a resguardo más que mi buhardilla.— Ya había estado en ella en algunas ocasiones, pero la bruja trataba de mantenerlo alejado de allí. Era un lugar pequeño, viejo y feo, sobre la azotea de un edificio desvencijado. Su casa constaba de una sola habitación donde tenía una cocina de hierro colado con dos fogones y un pequeño horno; una tina de porcelana desconchada para bañarse, una cama doble y apenas un par de muebles más. El baúl donde guardaba sus escasas pertenencias, unos taburetes bajos, el brasero y una mesita.
Subieron los cinco pisos hasta la vivienda y al entrar, el brillo de las brasas incandescentes del brasero los recibió, exhalando un aroma espiritual. Siempre echaba unas pocas hierbas a las brasas para que éstas aromatizaran el ambiente. Se sentó sobre el taburete y desplegó la magnífica cena sobre la mesa, tomando un pellizco de aquí y otro allá, poniendo los ojos en blanco y exclamando:
—¡Madre mía! esto tiene que ser delito, está buenísimo!..— {Como él, que también está buenísimo. Tchsssshhhhhh. Para de pensar así.} — Oye Gael, estaba yo pensando que… jum. A ver cómo lo digo sin que pienses que estoy ida de la cabeza. Algunas de las criaturas que persigues son bastante peligrosas y yo… bueno… a ver.— lo que fuera que tuviera que decir le estaba costando mucho hacerlo, era una mezcla de vergüenza y otra de miedo al rechazo. Vale, él sabía que ella era un poco bruja, lo que no sabía era cuánto.
— tengo habilidades que a veces dan grima y…hum. Quería hacerte un regalo. Tú cuidas de que no haya ataques aquí, por tanto estás guardándome la espalda y yo…quería agradecértelo con algo, pero quizás me lo tires a la cara cuando te diga lo que es.— Se armó de valor, porque al final del día, ella seguía siendo una bruja y moriría siendo una bruja, y esto es lo que las brujas sabían hacer. Sacó de su bolsillo un botón, era un botón simple y redondo, de un bonito color naranja. Miró a Gael tragando saliva. — es un talismán. En ese botón hay un alma errante atada, tiene órdenes de desbaratar o entorpecer cualquier acción o plan que alguien quiera ejercer contra ti. Por ejemplo, si alguien te quiere lanzar un objeto, el guardián lo hará tropezar antes de que consiga lanzártelo…ese tipo de cosas. No puede contra más de uno, pero puede serte útil. Puedes llevarlo en el bolsillo o coserlo y tiene orden de obedecerte si le pides algo que pueda hacer.
Desvió la mirada hacia el plato y dejó los cubiertos sobre la mesa. Era un talismán vivo, con un ente sobrenatural atado, y quizás eso podía dar muy mal fario. Exhaló el aire despacio esperando cualquier reproche o mala cara, porque la gente normal regalaba flores, bufandas o calcetines, y no espíritus atados a botones.
— pues… no se me ocurre ningún lugar a resguardo más que mi buhardilla.— Ya había estado en ella en algunas ocasiones, pero la bruja trataba de mantenerlo alejado de allí. Era un lugar pequeño, viejo y feo, sobre la azotea de un edificio desvencijado. Su casa constaba de una sola habitación donde tenía una cocina de hierro colado con dos fogones y un pequeño horno; una tina de porcelana desconchada para bañarse, una cama doble y apenas un par de muebles más. El baúl donde guardaba sus escasas pertenencias, unos taburetes bajos, el brasero y una mesita.
Subieron los cinco pisos hasta la vivienda y al entrar, el brillo de las brasas incandescentes del brasero los recibió, exhalando un aroma espiritual. Siempre echaba unas pocas hierbas a las brasas para que éstas aromatizaran el ambiente. Se sentó sobre el taburete y desplegó la magnífica cena sobre la mesa, tomando un pellizco de aquí y otro allá, poniendo los ojos en blanco y exclamando:
—¡Madre mía! esto tiene que ser delito, está buenísimo!..— {Como él, que también está buenísimo. Tchsssshhhhhh. Para de pensar así.} — Oye Gael, estaba yo pensando que… jum. A ver cómo lo digo sin que pienses que estoy ida de la cabeza. Algunas de las criaturas que persigues son bastante peligrosas y yo… bueno… a ver.— lo que fuera que tuviera que decir le estaba costando mucho hacerlo, era una mezcla de vergüenza y otra de miedo al rechazo. Vale, él sabía que ella era un poco bruja, lo que no sabía era cuánto.
— tengo habilidades que a veces dan grima y…hum. Quería hacerte un regalo. Tú cuidas de que no haya ataques aquí, por tanto estás guardándome la espalda y yo…quería agradecértelo con algo, pero quizás me lo tires a la cara cuando te diga lo que es.— Se armó de valor, porque al final del día, ella seguía siendo una bruja y moriría siendo una bruja, y esto es lo que las brujas sabían hacer. Sacó de su bolsillo un botón, era un botón simple y redondo, de un bonito color naranja. Miró a Gael tragando saliva. — es un talismán. En ese botón hay un alma errante atada, tiene órdenes de desbaratar o entorpecer cualquier acción o plan que alguien quiera ejercer contra ti. Por ejemplo, si alguien te quiere lanzar un objeto, el guardián lo hará tropezar antes de que consiga lanzártelo…ese tipo de cosas. No puede contra más de uno, pero puede serte útil. Puedes llevarlo en el bolsillo o coserlo y tiene orden de obedecerte si le pides algo que pueda hacer.
Desvió la mirada hacia el plato y dejó los cubiertos sobre la mesa. Era un talismán vivo, con un ente sobrenatural atado, y quizás eso podía dar muy mal fario. Exhaló el aire despacio esperando cualquier reproche o mala cara, porque la gente normal regalaba flores, bufandas o calcetines, y no espíritus atados a botones.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
Cualquier lugar era bueno en el que pudiésemos resguardarnos de la maldita lluvia que estaba cayendo sobre nosotros, estaba algo mojado, el paraguas cumplía a la perfección su función de protegerme del agua, pero era algo pequeño como para que pudiese taparme a mí y a ella, además, quería que comiese en un lugar lo bastante cómoda para que pudiese disfrutar de la comida y que no lo hiciese de pie. ―Está bien, tu buhardilla servirá... Vamos.― Había estado solamente un par de veces en su "casa" por llamarlo de alguna forma, era un lugar pequeño, pero tenía lo suficiente para que una persona pudiese sobrevivir día tras día.
Nos pusimos en marcha hacía su buhardilla, subimos los cinco pisos que estaban por debajo hasta llegar a la buhardilla. Al abrir la puerta, el olor que salió de la pequeña estancia me hizo sonreír, Elora siempre se preocupaba porque su casa oliese bien y de verdad lo hacía. Pasamos y cerré el paraguas, dejándolo a un lado de la puerta para no mojarle mucho el suelo con las gotas de agua. Puso la comida en la mesa y comenzó a comer. Me senté en frente de ella, disfrutaba al verla comer y más si era comida preparada por mí mismo. ―Me alegro mucho de que te guste. ― Sonreí en su dirección y me quedé escuchándola con atención. Fruncí el ceño intentando seguirla ¿Qué me quería decir? Conocía sus habilidades como bruja, aunque no hubiese visto más allá que unas pocas pociones...
Abrí los ojos de par en par cuando vi el botón naranja sobre la mesa y todo lo que me estaba contando de él. ¿De verdad había un espíritu ahí metido que estaba en exclusiva para obedecerme a mí? La miré a ella y al botón seguidamente durante unos segundos, no sabía si se trataba de una broma, o iba completamente en serio. Cogí el botón entre mis dedos y comencé a darle vueltas, como intentando buscar al ente que habitaba en él. Miré a Elora y me mordí el labio. ―¿Es enserio? ¿Aquí dentro hay un ente? ¿Cómo se ha metido ahí? ― Tenía muchas preguntas para ella. ―Vamos a ver si funciona. Intenta hacerme algo para ver si me protege.― Si de verdad funcionaba, este objeto me podía ser de gran ayuda.
Nos pusimos en marcha hacía su buhardilla, subimos los cinco pisos que estaban por debajo hasta llegar a la buhardilla. Al abrir la puerta, el olor que salió de la pequeña estancia me hizo sonreír, Elora siempre se preocupaba porque su casa oliese bien y de verdad lo hacía. Pasamos y cerré el paraguas, dejándolo a un lado de la puerta para no mojarle mucho el suelo con las gotas de agua. Puso la comida en la mesa y comenzó a comer. Me senté en frente de ella, disfrutaba al verla comer y más si era comida preparada por mí mismo. ―Me alegro mucho de que te guste. ― Sonreí en su dirección y me quedé escuchándola con atención. Fruncí el ceño intentando seguirla ¿Qué me quería decir? Conocía sus habilidades como bruja, aunque no hubiese visto más allá que unas pocas pociones...
Abrí los ojos de par en par cuando vi el botón naranja sobre la mesa y todo lo que me estaba contando de él. ¿De verdad había un espíritu ahí metido que estaba en exclusiva para obedecerme a mí? La miré a ella y al botón seguidamente durante unos segundos, no sabía si se trataba de una broma, o iba completamente en serio. Cogí el botón entre mis dedos y comencé a darle vueltas, como intentando buscar al ente que habitaba en él. Miré a Elora y me mordí el labio. ―¿Es enserio? ¿Aquí dentro hay un ente? ¿Cómo se ha metido ahí? ― Tenía muchas preguntas para ella. ―Vamos a ver si funciona. Intenta hacerme algo para ver si me protege.― Si de verdad funcionaba, este objeto me podía ser de gran ayuda.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/12/2015
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Localización : Detrás de ti
Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
Miró a Gael escrutando sus facciones tratando de discernir si de verdad era curiosidad o estaba pensando que era una loca extraña que daba mal fario.
— Pues… no es que se haya metido ahí por voluntad propia, le hice un conjuro para atarlo y lo doblegué a obedecerte, es… una habilidad que normalmente no me había servido para nada más que para hacer travesuras de bruja pequeña.
¿Probarlo? por qué no. Ahora el ente tenía que obedecer a Gael y protegerlo de todo lo que pudiera, a fin de cuentas era sólo un espíritu y su forma de interactuar con el mundo físico era limitada. Para que la obedeciese a ella tendría que volver a hechizarlo, así que técnicamente era un siervo del cazador.
— se llama Mordekai, y era un esclavo haitiano que murió en una galera, estaba atrapado en este mundo buscando venganza, y de esta forma podrá vengarse de los vivos, pero protegiéndote a ti.— Se puso en pie.— está bien, probemos.
Caminó hasta la cocina y rebuscó en un cajón, sacando dos cuchillos. Respiró hondo porque si no funcionaba su hechizo iba a hacerle daño a Gael y no sólo la tomaría por una chalada loca de las hierbas sino que además creería que era una mentirosa y una asesina. Se giró sin previo aviso y le lanzó el primero de los cuchillos, directo hacia su persona. Y como no era pequeño, la trayectoria iba en línea recta hacia su tronco. En ese mismo momento Gael sufrió una sacudida extraña cayendo al suelo de madera como si alguien lo hubiera empujado violentamente, esquivando el impacto.
No estaba segura de si eso lo había hecho Mordekai o había sido el cazador así que ni corta ni perezosa, se lanzó en tromba contra él, cuchillo en alto, agarrado con fuerza por el mango, pero a tan solo dos palmos del hombre tendido en el suelo, trastabilló y se cayó de bruces. El brazo se le dobló hacia dentro del cuerpo con lo cual el filo metálico dejó de ser visible desde el punto de vista horizontal de Gael. Elora levantó la cabeza y apoyó la mano libre.
—creo…que… funciona…
Le faltaba el aliento, que tenía entrecortado. Se elevó un poco más y comenzó a temblar, era muy consciente de lo que había sucedido. Cuando su brazo quedó al descubierto, Gael pudo observar una mancha roja sobre el mandil de la chica. El cuchillo estaba clavado por debajo de la última costilla flotante y una mancha oscura y roja comenzaba a extenderse sobre la ropa y la mano que todavía sujetaba la empuñadura.
— Pues… no es que se haya metido ahí por voluntad propia, le hice un conjuro para atarlo y lo doblegué a obedecerte, es… una habilidad que normalmente no me había servido para nada más que para hacer travesuras de bruja pequeña.
¿Probarlo? por qué no. Ahora el ente tenía que obedecer a Gael y protegerlo de todo lo que pudiera, a fin de cuentas era sólo un espíritu y su forma de interactuar con el mundo físico era limitada. Para que la obedeciese a ella tendría que volver a hechizarlo, así que técnicamente era un siervo del cazador.
— se llama Mordekai, y era un esclavo haitiano que murió en una galera, estaba atrapado en este mundo buscando venganza, y de esta forma podrá vengarse de los vivos, pero protegiéndote a ti.— Se puso en pie.— está bien, probemos.
Caminó hasta la cocina y rebuscó en un cajón, sacando dos cuchillos. Respiró hondo porque si no funcionaba su hechizo iba a hacerle daño a Gael y no sólo la tomaría por una chalada loca de las hierbas sino que además creería que era una mentirosa y una asesina. Se giró sin previo aviso y le lanzó el primero de los cuchillos, directo hacia su persona. Y como no era pequeño, la trayectoria iba en línea recta hacia su tronco. En ese mismo momento Gael sufrió una sacudida extraña cayendo al suelo de madera como si alguien lo hubiera empujado violentamente, esquivando el impacto.
No estaba segura de si eso lo había hecho Mordekai o había sido el cazador así que ni corta ni perezosa, se lanzó en tromba contra él, cuchillo en alto, agarrado con fuerza por el mango, pero a tan solo dos palmos del hombre tendido en el suelo, trastabilló y se cayó de bruces. El brazo se le dobló hacia dentro del cuerpo con lo cual el filo metálico dejó de ser visible desde el punto de vista horizontal de Gael. Elora levantó la cabeza y apoyó la mano libre.
—creo…que… funciona…
Le faltaba el aliento, que tenía entrecortado. Se elevó un poco más y comenzó a temblar, era muy consciente de lo que había sucedido. Cuando su brazo quedó al descubierto, Gael pudo observar una mancha roja sobre el mandil de la chica. El cuchillo estaba clavado por debajo de la última costilla flotante y una mancha oscura y roja comenzaba a extenderse sobre la ropa y la mano que todavía sujetaba la empuñadura.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
¿Cómo se metía un ente en un objeto? ¿Cómo se encontraba al ente para poder meterlo en un botón? Eran tantas las preguntas que se agolpaban en mi cabeza que no sabía cual debía de decir primero y si le preguntaba ¿Me lo diría? ¿Sería su secreto de bruja? ¿Podía decir esas cosas a una persona que no tenía magia? Suspiré y me animé a preguntar, por si las moscas. ―¿Cómo metes a un ente ahí? No lo entiendo... ¿Puedes explicármelo? ― Continué inspeccionado el botón entre mis dedos, como si esperase a que le saliesen ojos o patas por algún sitio.
¿Qué el ente tenía nombre? Esto me estaba dejando fuera de lugar, al igual que me había quedado cuando me había enterado de joven de la existencia de seres sobrenaturales. ¿Es que no había nada normal en este País o qué pasaba? ―Parece más un amigo imaginario que un ente atado a un botón... Mordekai. Tiene nombre de gato.― Esperaba que al ente del botón no le hubiese molestado mi comentario sobre su nombre. ¿Se podía molestar un ente por eso? Yo ya no me fiaba ni de mi propia sombra.
Me quedé de pie mientras ella se dirigía a la pequeña cocina para coger algo de un cajón. ¿Que pensaba lanzarme? Esperaba que nada que pudiese herirme de gravedad si resultaba que el ente del botón no funcionaba... Pero me equivoqué, me lanzó con todas sus fuerzas un cuchillo, el cual esquivé con la agilidad de un gato, hasta que caí en el suelo. ¿Había sido yo mismo o había sido el botón? Me quedé un tanto pensativo en el suelo, hasta que miré y vi como se lanzaba sobre mí con el cuchillo en la mano, pero se tropezó con algo y se cayó al suelo.
Me levanté de inmediato del suelo y corrí a su lado a socorrerla, la sangre se veía por todas partes. ―¡Elora! ¡Joder! ¿Que hago? ¡Dime que hago!― La puse boca arriba para evitar que la gravedad hiciese que su sangre cayese más rápido, me quité la camiseta y la puse alrededor del cuchillo. Seguro que ella tenía un remedio para curarse y que esto fuese una simple anécdota. ―¡Ente, cúrala! Elora no te duermas, por favor.― Le quité el cuchillo del cuerpo y lo aparté lejos, mientras seguía presionando la herida.
¿Qué el ente tenía nombre? Esto me estaba dejando fuera de lugar, al igual que me había quedado cuando me había enterado de joven de la existencia de seres sobrenaturales. ¿Es que no había nada normal en este País o qué pasaba? ―Parece más un amigo imaginario que un ente atado a un botón... Mordekai. Tiene nombre de gato.― Esperaba que al ente del botón no le hubiese molestado mi comentario sobre su nombre. ¿Se podía molestar un ente por eso? Yo ya no me fiaba ni de mi propia sombra.
Me quedé de pie mientras ella se dirigía a la pequeña cocina para coger algo de un cajón. ¿Que pensaba lanzarme? Esperaba que nada que pudiese herirme de gravedad si resultaba que el ente del botón no funcionaba... Pero me equivoqué, me lanzó con todas sus fuerzas un cuchillo, el cual esquivé con la agilidad de un gato, hasta que caí en el suelo. ¿Había sido yo mismo o había sido el botón? Me quedé un tanto pensativo en el suelo, hasta que miré y vi como se lanzaba sobre mí con el cuchillo en la mano, pero se tropezó con algo y se cayó al suelo.
Me levanté de inmediato del suelo y corrí a su lado a socorrerla, la sangre se veía por todas partes. ―¡Elora! ¡Joder! ¿Que hago? ¡Dime que hago!― La puse boca arriba para evitar que la gravedad hiciese que su sangre cayese más rápido, me quité la camiseta y la puse alrededor del cuchillo. Seguro que ella tenía un remedio para curarse y que esto fuese una simple anécdota. ―¡Ente, cúrala! Elora no te duermas, por favor.― Le quité el cuchillo del cuerpo y lo aparté lejos, mientras seguía presionando la herida.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/12/2015
Edad : 32
Localización : Detrás de ti
Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
Elora trató de respirar para serenarse un poco y calmar el dolor, pero aquello dolía un infierno. ¿Por qué había sido tan idiota? aprender el arte de la hechicería por ensayo y error era la peor de las elecciones aunque no le había quedado otra. {¿En serio Elora? un cuchillo? no podías haberle tirado un jarrón?} A veces su mente parecía tener vida propia y era su principal enemiga.
Se dejó voltear hacia arriba para evitar la pérdida de sangre. Vio la cara de preocupación de Gael y sus palabras desesperadas “Ente, cúrala”. ¡Ay! por Dios que mono.”¡No te duermas!".Para comérselo, como si ese momento fuera momento de echarse a roncar. Le costaba respirar y le dolía el costado una barbaridad pero aquel gesto espontáneo del cazador la hizo reír. Soltó una carcajada mezclándose en su rostro el dolor y una expresión risueña. Definitivamente estaba un poco chalada.
— Já…¡Ay! lo siento. Mucho me temo que el ente no sabe nada de curación, y yo tampoco, así que estoy jodida. Pero… oye, no es mala idea la de echarme una siesta justo en este momento.
Agradecía el esfuerzo de Gael, pero la puta realidad es que estaba bien jodida. Agarró el cuchillo con la mano y se movió un poco para incorporarse.
—¡No lo quites! mientras esté dentro parará la hemorragia. He de…— resolló por el esfuerzo y porque la hoja estaba lacerando músculo y piel, por suerte había esquivado el hígado.— he de llegar al escritorio… ayúdame.
Se levantó mal que bien acompañada por la fuerza del hombre que la sostenía y consiguió llegar hasta el escritorio.
—¿Puedes alargarme ese libro? y también ese plato de cobre…aaaagh.
Con cada movimiento notaba la mordida del acero en su abdomen, pero con que no hubiera alcanzado un órgano vital, se daba por satisfecha. Luego tendría que combatir la fiebre, pero al menos no estaba sentenciada desde el principio.
— vale… no te asustes tan solo… llena un cubo de agua por si acaso, podemos salir en llamas. — resopló varias veces armándose de valor, que ella sí que estaba asustada, y tratando de concentrarse.— voy a calentar la hoja hasta que esté al rojo vivo para cauterizar la herida y poder sacarlo. Si me desmayo tira del cuchillo y que sea lo que tenga que ser.
Debía de estar loca. Iba a calentar hasta temperatura de brasa un metal que tenía hundido en el cuerpo, aquello podía ser una agonía terrible. Resopló dos veces más, pintó en el plato de cobre un símbolo extraño con la propia sangre que manaba de su herida y murmuró algo con los ojos cerrados. Sus dedos se cerraron sobre la empuñadura por encima de los de Gael, que estaba dispuesto a sacarle el cuchillo y la hoja comenzó a calentarse al rojo. Un tufillo a carne chamuscada y un poco de humo certificaron que estaba saliendo el hechizo como debía salir. Se tensó como la cuerda de un arco y su cara se descompuso en un gesto de dolor, apretando los dientes y soltando un quejido que terminó en alarido cuando la hoja se deslizó afuera, tirando juntos del arma.
La herida estaba sellada, pero ni magia ni hostias. Fuego, como toda la vida. Que ella podía ser bruja, pero de curación no sabía más que cuatro potingues para los forúnculos y un par de ungüentos para las heridas superficiales. Una vez que el cuchillo salió respiró aliviada. Estaba pálida y a punto de entrar en shock por el dolor y la tensión, la pérdida de sangre no había sido excesiva.
— ya está… todo se está poniendo oscuro…si me muero avisa a Paine, buscalo en el cruce de Saint Germain…. por favor.
La cara de Gael y el dolor del costado se difuminaron fundiéndose a negro cuando perdió la consciencia.
Se dejó voltear hacia arriba para evitar la pérdida de sangre. Vio la cara de preocupación de Gael y sus palabras desesperadas “Ente, cúrala”. ¡Ay! por Dios que mono.”¡No te duermas!".Para comérselo, como si ese momento fuera momento de echarse a roncar. Le costaba respirar y le dolía el costado una barbaridad pero aquel gesto espontáneo del cazador la hizo reír. Soltó una carcajada mezclándose en su rostro el dolor y una expresión risueña. Definitivamente estaba un poco chalada.
— Já…¡Ay! lo siento. Mucho me temo que el ente no sabe nada de curación, y yo tampoco, así que estoy jodida. Pero… oye, no es mala idea la de echarme una siesta justo en este momento.
Agradecía el esfuerzo de Gael, pero la puta realidad es que estaba bien jodida. Agarró el cuchillo con la mano y se movió un poco para incorporarse.
—¡No lo quites! mientras esté dentro parará la hemorragia. He de…— resolló por el esfuerzo y porque la hoja estaba lacerando músculo y piel, por suerte había esquivado el hígado.— he de llegar al escritorio… ayúdame.
Se levantó mal que bien acompañada por la fuerza del hombre que la sostenía y consiguió llegar hasta el escritorio.
—¿Puedes alargarme ese libro? y también ese plato de cobre…aaaagh.
Con cada movimiento notaba la mordida del acero en su abdomen, pero con que no hubiera alcanzado un órgano vital, se daba por satisfecha. Luego tendría que combatir la fiebre, pero al menos no estaba sentenciada desde el principio.
— vale… no te asustes tan solo… llena un cubo de agua por si acaso, podemos salir en llamas. — resopló varias veces armándose de valor, que ella sí que estaba asustada, y tratando de concentrarse.— voy a calentar la hoja hasta que esté al rojo vivo para cauterizar la herida y poder sacarlo. Si me desmayo tira del cuchillo y que sea lo que tenga que ser.
Debía de estar loca. Iba a calentar hasta temperatura de brasa un metal que tenía hundido en el cuerpo, aquello podía ser una agonía terrible. Resopló dos veces más, pintó en el plato de cobre un símbolo extraño con la propia sangre que manaba de su herida y murmuró algo con los ojos cerrados. Sus dedos se cerraron sobre la empuñadura por encima de los de Gael, que estaba dispuesto a sacarle el cuchillo y la hoja comenzó a calentarse al rojo. Un tufillo a carne chamuscada y un poco de humo certificaron que estaba saliendo el hechizo como debía salir. Se tensó como la cuerda de un arco y su cara se descompuso en un gesto de dolor, apretando los dientes y soltando un quejido que terminó en alarido cuando la hoja se deslizó afuera, tirando juntos del arma.
La herida estaba sellada, pero ni magia ni hostias. Fuego, como toda la vida. Que ella podía ser bruja, pero de curación no sabía más que cuatro potingues para los forúnculos y un par de ungüentos para las heridas superficiales. Una vez que el cuchillo salió respiró aliviada. Estaba pálida y a punto de entrar en shock por el dolor y la tensión, la pérdida de sangre no había sido excesiva.
— ya está… todo se está poniendo oscuro…si me muero avisa a Paine, buscalo en el cruce de Saint Germain…. por favor.
La cara de Gael y el dolor del costado se difuminaron fundiéndose a negro cuando perdió la consciencia.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
¿Que podía hacer? ¿Qué iba a pasar? Yo nunca me había enfrentado a nada como esto, nunca había tenido que curar ninguna herida de arma blanca, más que nada porque nunca me habían clavado uno, siempre era yo quien clavaba sus dagas en la piel de los licántropos o en la piel de los vampiros, y nunca al revés. Por eso estaba ahora como estaba, de los nervios, pensando mil soluciones para arreglar esto cada una más descabellada que la anterior. Ella tenía que saber como curarse, era bruja ¿No? Tenía que saber hacerlo.
Fruncí el ceño cuando empezó a reírse ¿Se reía de mí? ¿De que carajos se estaba riendo? Suspiré, era mejor que estuviese de buen humor y no llorando, eso hacía las cosas más fáciles. La escuché con atención, dejando el cuchillo en su interior y la ayudé a levantarse mientras la sostenía por la cintura por si sus pies no eran capaces de soportar su peso. Pensaba obedecerle en todo lo que me dijera... Tenía que saber como curarse.
Una vez en el escritorio, le pasé lo que me había pedido y me quedé ahí, parado. ¿Fuego? ¿Cómo que podía salir fuego? ¿Qué iba a hacer? Le hice caso, mirándola como si tuviese delante a un perro de color verde y me preparé con el cubo, por si era necesario. ―¿Qué vas a hacer? ― Pregunté, pero era una pregunta que no quería ni saber la respuesta, seguramente ella me lo iba mostrar en breves. Me contestó y me quedé aún más alucinado. ¿De verdad iba a hacer eso? ―No te desmayes, te perderías mi torso desnudo...― Quise darle un poco de humor al asunto, pero por favor, que no se desmayase.
La hoja comenzó a cambiar de color y ponerse del color del fuego y un olor a cerdo quemado llegó hasta mi nariz. ¿Prefería esto? Esto era muchísimo más doloroso que si le hubiese cosido la herida... Aunque era más sano, así no habría ninguna bacteria que pudiese infectar la herida. Estiré del cuchillo cuando creí que ya había sido suficiente y le saqué el cuchillo, cayendo con ella al suelo, pero sujetandole la cabeza para que no se golpease. ―¿Quien es Paine? No vas a morir esta noche Elora, por encima de mi cadáver.― Y la perdí.
Se acababa de desmayar del dolor. Un dolor que tenía que ser de dimensiones desproporcionadas, esta mujer estaba como una puta cabra. La cogí en mis brazos y la puse en su cama, así estaría en un lugar algo mullido y no en el suelo. Cogí mi camiseta y la puse en la tina de agua, la limpié lo más que pude hasta que no salió agua roja y la volví a mojar, para volver a donde estaba ella y ponérsela en la cara, quizás así, volvería en sí.
Fruncí el ceño cuando empezó a reírse ¿Se reía de mí? ¿De que carajos se estaba riendo? Suspiré, era mejor que estuviese de buen humor y no llorando, eso hacía las cosas más fáciles. La escuché con atención, dejando el cuchillo en su interior y la ayudé a levantarse mientras la sostenía por la cintura por si sus pies no eran capaces de soportar su peso. Pensaba obedecerle en todo lo que me dijera... Tenía que saber como curarse.
Una vez en el escritorio, le pasé lo que me había pedido y me quedé ahí, parado. ¿Fuego? ¿Cómo que podía salir fuego? ¿Qué iba a hacer? Le hice caso, mirándola como si tuviese delante a un perro de color verde y me preparé con el cubo, por si era necesario. ―¿Qué vas a hacer? ― Pregunté, pero era una pregunta que no quería ni saber la respuesta, seguramente ella me lo iba mostrar en breves. Me contestó y me quedé aún más alucinado. ¿De verdad iba a hacer eso? ―No te desmayes, te perderías mi torso desnudo...― Quise darle un poco de humor al asunto, pero por favor, que no se desmayase.
La hoja comenzó a cambiar de color y ponerse del color del fuego y un olor a cerdo quemado llegó hasta mi nariz. ¿Prefería esto? Esto era muchísimo más doloroso que si le hubiese cosido la herida... Aunque era más sano, así no habría ninguna bacteria que pudiese infectar la herida. Estiré del cuchillo cuando creí que ya había sido suficiente y le saqué el cuchillo, cayendo con ella al suelo, pero sujetandole la cabeza para que no se golpease. ―¿Quien es Paine? No vas a morir esta noche Elora, por encima de mi cadáver.― Y la perdí.
Se acababa de desmayar del dolor. Un dolor que tenía que ser de dimensiones desproporcionadas, esta mujer estaba como una puta cabra. La cogí en mis brazos y la puse en su cama, así estaría en un lugar algo mullido y no en el suelo. Cogí mi camiseta y la puse en la tina de agua, la limpié lo más que pude hasta que no salió agua roja y la volví a mojar, para volver a donde estaba ella y ponérsela en la cara, quizás así, volvería en sí.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
La inconsciencia de Elora se prolongó dos horas más, durante las cuales su mente divagó entre lugares oscuros y tétricos, llenos de espíritus sibilantes y crujir de ramas secas. Cuando recuperó el sentido sus ojos se abrieron y la escasa luz de la lámpara de aceite impactó sobre sus retinas haciéndola parpadear.
Tenía un dolor mordiente y pulsátil en la zona donde el cuchillo se había clavado y posteriormente el ascua al rojo vivo había destruido el tejido en aras de evitar la hemorragia y la infección. Poco a poco los sonidos y los olores fueron llegando a su cerebro. Seguía en su guarida, en su cuchitril, de hecho estaba en su cama. Pero no estaba sola, Gael seguía allí. ¿Por qué se había quedado? no tenía necesidad, no era familia suya, sólo su particular obra de caridad. No podía evitar pensar que debía ser algo así. La veía sola, rara, pobre y seguramente pensaba que ayudando a algunas personas a tu alrededor te ganas el cielo o algo por el estilo. O quizás tuviera mucha mierda que compensar, sabía que era algo más que cocinero, que era un cazador que velaba para que las calles de París fueran seguras, pero todo el mundo esconde algo ¿no?
Abrió los ojos del todo y giró la cabeza, levantando la mano para quitarse la camiseta húmeda de la frente. Era su camiseta, y ahora estaba que daba asco. Susurró.
— lo siento… te compraré una.
Trató de incorporarse un poco, el corsé se le estaba clavando en la espalda, y de todas formas ahora estaba inservible, como la camisa. Menos mal que su padre le había dado algo de dinero y podría costearse otro al día siguiente, porque no le daba para lujos, pero al menos para comer y vestir de forma sencilla sí.
—al menos ahora sé que el hechizo funciona. No tengo magia curativa, vaya decepción para ti ¿no?.— Era una puñetera nigromante que hablaba con los muertos; magia negra, oscura y arcana. No tenía el don de poder hacer milagros, de salvar familias, niños y enfermos, de devolverle a una mujer a su marido gravemente herido en la guerra…tenía una mierda de magia que sólo sirve para propósitos oscuros y malignos. Podía maldecir, condenar tu espíritu, esclavizarlo y jugar con las fuerzas del más allá, invocando criaturas que no deberían pisar jamás la faz de esta realidad. Pero no era capaz de curar un miserable corte. Vaya estafa de bruja.
Se miró las manos, que tenía recogidas sobre el regazo, prefería no ver en los ojos del cazador el asco, la desconfianza, el gesto de rechazo. Y además estaba sin camiseta. Era como cuando de pequeña observaba los dulces en el escaparate de la pastelería, pero luego nunca podían comprarlos. El dinero que conseguía su madre siempre lo reinvertía en más material para hechizos. Aunque pensándolo bien, era mucho dinero y ellas no tenían apenas gastos. Había vivido siempre con la impresión de que su madre le ocultaba algo, que ese dinero había ido a parar a algo que a ella se le escapaba. Pero en fin, la cuestión es que prefería no mirar de nuevo un dulce que no podía tener.
Tenía un dolor mordiente y pulsátil en la zona donde el cuchillo se había clavado y posteriormente el ascua al rojo vivo había destruido el tejido en aras de evitar la hemorragia y la infección. Poco a poco los sonidos y los olores fueron llegando a su cerebro. Seguía en su guarida, en su cuchitril, de hecho estaba en su cama. Pero no estaba sola, Gael seguía allí. ¿Por qué se había quedado? no tenía necesidad, no era familia suya, sólo su particular obra de caridad. No podía evitar pensar que debía ser algo así. La veía sola, rara, pobre y seguramente pensaba que ayudando a algunas personas a tu alrededor te ganas el cielo o algo por el estilo. O quizás tuviera mucha mierda que compensar, sabía que era algo más que cocinero, que era un cazador que velaba para que las calles de París fueran seguras, pero todo el mundo esconde algo ¿no?
Abrió los ojos del todo y giró la cabeza, levantando la mano para quitarse la camiseta húmeda de la frente. Era su camiseta, y ahora estaba que daba asco. Susurró.
— lo siento… te compraré una.
Trató de incorporarse un poco, el corsé se le estaba clavando en la espalda, y de todas formas ahora estaba inservible, como la camisa. Menos mal que su padre le había dado algo de dinero y podría costearse otro al día siguiente, porque no le daba para lujos, pero al menos para comer y vestir de forma sencilla sí.
—al menos ahora sé que el hechizo funciona. No tengo magia curativa, vaya decepción para ti ¿no?.— Era una puñetera nigromante que hablaba con los muertos; magia negra, oscura y arcana. No tenía el don de poder hacer milagros, de salvar familias, niños y enfermos, de devolverle a una mujer a su marido gravemente herido en la guerra…tenía una mierda de magia que sólo sirve para propósitos oscuros y malignos. Podía maldecir, condenar tu espíritu, esclavizarlo y jugar con las fuerzas del más allá, invocando criaturas que no deberían pisar jamás la faz de esta realidad. Pero no era capaz de curar un miserable corte. Vaya estafa de bruja.
Se miró las manos, que tenía recogidas sobre el regazo, prefería no ver en los ojos del cazador el asco, la desconfianza, el gesto de rechazo. Y además estaba sin camiseta. Era como cuando de pequeña observaba los dulces en el escaparate de la pastelería, pero luego nunca podían comprarlos. El dinero que conseguía su madre siempre lo reinvertía en más material para hechizos. Aunque pensándolo bien, era mucho dinero y ellas no tenían apenas gastos. Había vivido siempre con la impresión de que su madre le ocultaba algo, que ese dinero había ido a parar a algo que a ella se le escapaba. Pero en fin, la cuestión es que prefería no mirar de nuevo un dulce que no podía tener.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
La dejé tumbada sobre la cama y decidí esperar a ver si se recuperaba, si se moría o si se volvía un ente como este que tenía en el botón. Maldito ente, pues sí que me quería para protegerme, aunque igual lo había hecho porque estaba enfadado con Elora porque lo había encerrado ahí sin su consentimiento. ¿A donde iban los entes cuando morían? ¿Qué habían sido en su vida? ¿Eran fantasmas de gente muerta? Había muchas cosas que desconocía y que me daba miedo conocer, algunas cosas eran mejor no conocerlas, en la ignorancia está la felicidad... Fueron las dos horas más largas de toda mi vida, cada quince minutos iba a controlar si respiraba o no, y por suerte, sí que lo hacía. ¿Que estaría soñando? Era todo un misterio.
Su voz me hizo girarme en su dirección y acudí corriendo a su cama, para ver si de verdad se encontraba bien. ―Tengo miles de camisetas, no te preocupes.― Sonreí con cariño mirándola, me alegraba muchísimo de que ya estuviese consciente. La escuché sin quitar ni un segundo la sonrisa de la cara, puede que no fuese una bruja curativa, pero era algo mucho mejor que eso, sabía controlar a los muertos para meterlos en botones... era brillante. ―Eres mejor que una bruja que sepa curar con magia.― Me quedé sin sonrisa en cuanto me percaté de que no me miraba a la cara. ¿Le pasaba algo? ¿Estaba enfadada conmigo? A fin de cuentas, había sido mi culpa el que estuviese herida. Mordí mi labio, sin saber muy bien que hacer, por lo que me alejé de la cama y le serví un vaso de agua. ―Ten bebe, te sentirás mejor. Y...― Saqué del bolsillo del pantalón una chocolatina, siempre solía llevar una para aplacar la ira de Jane cuando se enfadaba conmigo. ―Toma, esto te ayudará a estar como antes. Tiene poderes. ― Me reí, era una simple chocolatina normal, pero todo era mejor cuando te lo tomabas con humor y con positivismo.
Su voz me hizo girarme en su dirección y acudí corriendo a su cama, para ver si de verdad se encontraba bien. ―Tengo miles de camisetas, no te preocupes.― Sonreí con cariño mirándola, me alegraba muchísimo de que ya estuviese consciente. La escuché sin quitar ni un segundo la sonrisa de la cara, puede que no fuese una bruja curativa, pero era algo mucho mejor que eso, sabía controlar a los muertos para meterlos en botones... era brillante. ―Eres mejor que una bruja que sepa curar con magia.― Me quedé sin sonrisa en cuanto me percaté de que no me miraba a la cara. ¿Le pasaba algo? ¿Estaba enfadada conmigo? A fin de cuentas, había sido mi culpa el que estuviese herida. Mordí mi labio, sin saber muy bien que hacer, por lo que me alejé de la cama y le serví un vaso de agua. ―Ten bebe, te sentirás mejor. Y...― Saqué del bolsillo del pantalón una chocolatina, siempre solía llevar una para aplacar la ira de Jane cuando se enfadaba conmigo. ―Toma, esto te ayudará a estar como antes. Tiene poderes. ― Me reí, era una simple chocolatina normal, pero todo era mejor cuando te lo tomabas con humor y con positivismo.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
(voy a ponerle BSO a la escena) https://www.youtube.com/watch?v=XsTjI75uEUQ
La bruja elevó los ojos al escuchar ese tono jovial. Eso era buena señal, no estaba reprochándole su torpeza con la magia y el percance de la herida. Enarcó una ceja cuando le trajo el agua y el chocolate. ¿Qué debía hacer con eso? es decir…sabía que tenía que beber y comer pero… ¿Cómo encajaba aquello?
Era la primera persona amable que la trataba como tal. Lo había sido desde el principio, trayéndole comida, recomendándole que se guareciera cuando hacía frío o llovía, advirtiéndola que no saliese sola de noche. Había confiado en ella para que le hiciera algunos remedios de hierbas, sabiendo que era una bruja y que era rara y de la peor calaña de la ciudad. En ningún momento más que en ese, se había sentido como un perro callejero abandonado al que por fin alguien le acaricia la cabeza y le trata con dignidad y con amabilidad. Ese calorcillo era peligroso. {Cuidado Elora, porque el odio ya sabes donde llega, lo demás no. Y se sufre mucho menos cuando nada te importa lo suficiente como para hacerte daño.}
Levantó la chocolatina con ademán de morderla pero tenía un nudo en el estómago. La dejó sobre la colcha y tan sólo tomó un sorbo de agua, momento en el cual tuvo que cruzar sus ojos oscuros como el alma del demonio, con los azules como el mar de Gael. Le estaba sonriendo a ella y daba igual lo que estuviera diciendo, en realidad sus palabras no llegan a ser procesadas en sus neuronas. Estaba atrapada en una visión azul, en un calor imperceptible que emanaba de su aura, iluminando la oscuridad que siempre parecía rodear a la muchacha. Tragó saliva y apretó los dientes, porque notaba como algo cálido empujaba desde los pulmones subiendo hasta los lagrimales, y no pensaba ponerse a llorar, le parecía escuchar la voz de Leif llamándola “zagala débil y cobarde”. Apoyó las manos en la cama y giró el cuerpo, bajando los pies descalzos al suelo e incorporándose.
—gra..gracias. Tengo que vendar la herida…— de nuevo evitó mirarlo, porque era como ver una primavera tras la que inevitablemente vendría el crudo frío del invierno. Fue a buscar unas venda de lino en un cajón y con ella en la mano suspiró. Su buhardilla sólo tenía una única estancia, y tenía que quitarse el corsé y la camisa y no sabía que era peor: darle la espalda y que quedasen al descubierto los golpes y latigazos que le propinó un cabrón que en breve iba a ser un ente más atado al culo de un cerdo; o darle la visión de la parte frontal. {Sentido común, Elora, ya no puede ser peor.} Se volvió y se desató los cordeles del corsé que comprimía la camisa sobre su cuerpo enjuto, como el de un perro de caza, delgado y de piel medio olivácea. Dejó las prendas a un lado y se presionó el costado con la venda, deslizándola como una faja alrededor de sus costillas.{No preguntes… No preguntes…} Seguro que iba a preguntar, así que antes de que lo hiciera soltó la lengua con voz monocorde, como el que habla por hablar.
— Supongo que tienes muchas preguntas sobre el botón.— no esperó a que las formulara.— El mundo espiritual es un mal chiste de Dios o del Diablo, no lo sé. Esa gente queda atrapada aquí, sin posibilidad de seguir hacia delante. Son almas errantes que están perdidas, que no tienen ningún propósito.— dio otra vuelta a la venda, despacio.— A Mordekai le di uno, y estará contento de servirte, él sólo hizo el trabajo que le mandé, no puedo culparlo por eso.— anudó los extremos del vendaje sobre su ombligo.— La mayoría de las almas van a algún lugar; podríamos decir que el Cielo y el Infierno para entendernos, pero algunas no y ésas son las que puedo ver, con las que puedo hablar y las que… puedo hechizar.
Exhaló de nuevo el aire, despacio y se colocó la camisa, sin el corsé, porque no pensaba salir en un par de días de aquella guarida, no quería que el mundo se riese en su cara de su mala suerte, recordándole que había tenido su merecido por bruja. Se quedaría allí como un perro vagabundo apaleado, deseando que pasasen los días y poder ir hasta Saint Germain, con la única persona con la que no se sentía fuera de lugar, su padre, el loco, el monstruo, otra criatura llena de dolor y rabia. El único con el que no se sentía juzgada a cada minuto, en deuda por ser lo que era, como si tuviera que devolverle a mundo el doble que los demás, por haber nacido así.
Ya tenía la camisa puesta. ¿Y ahora qué?. {Valor. Una vez más, aunque estés cansada, aunque puedas notar ya el aliento del olvido, porque te borrará de su vida, como la lluvia arrastra el barro.} Encaró los ojos del cazador.
—Seguro que te estarán esperando en algún lado…deberías ir.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
Cruzó su mirada con la mía y el tiempo pareció detenerse en ese instante. Me había quedado atrapado en sus ojos oscuros al igual que ella se había quedado atrapada en los míos. ¿Que estaría pensando? ¿Seguiría en la habitación o solamente estaba su cuerpo físico? Dejó la chocolatina en la colcha, ni siquiera llegó a abrirla. ¿No tenía hambre? Quizás le dolía demasiado la herida como para poder comer algo o si quiera beber, porque solamente le había dado un sorbo al vaso. Pensé en algunas pociones con hierbas que me había enseñado, recordaba una que ayudaba a calmar el dolor en el cuerpo y a mí me había servido en varias ocasiones desde que me la había enseñado a prepararla cuando volvía de cazar. ¿Se la preparaba? ¿Y si no la quería? Quizás... Suspiré, si no la cuidaba yo, nadie lo iba a hacer.
Se levantó de la cama para vendarse la herida, vi como cogía unas vendas de lino y se iba desnudando poco a poco. Se dió la vuelta para darme la espalda y que no pudiese verla desnuda, aunque tampoco iba a mirar si lo hacía de cara a mí. Inspeccioné su espalda y me percaté de que tenía moratones por todas partes, como si alguien le hubiese dado una paliza brutal. Iba a preguntarle por ello, estaba apunto de hablar, pero ella se me anticipó, seguramente porque sabía que le iba a preguntar por ello. Me sorprendió su pequeña historia sobre los entes. —¿Puedes ver muertos? ¿De verdad existe el cielo y el infierno? ¿Que pinta tienen los entes? ¿Cómo los fantasmas?— Había conseguido distraerme sobre los moratones, pero no olvidaba tan fácil, pensaba preguntarle de una forma u otra.
Su siguiente frase me dejó noqueado, como si ella fuese un boxeador y me acabase de dar en toda la cara. ¿Quería que me fuese? ¿Porqué? ¿Quería dormir? Fruncí el ceño mirándola y me dediqué a rebatirle, no pensaba irme, aún no. —No me esperan en ningún sitio salvo aquí, así que no voy a irme. Si quieres dormir duermes, pero te voy a hacer una poción para aliviar el dolor. Tu siempre me ayudas y esto ha sido culpa mía, así que voy a intentar ponerle algo de remedio.— Me levanté de donde me encontraba sentado y la senté con cuidado sobre su cama, ahí estaría más cómoda. —Cómete el chocolate, no me hagas enfadar.— Le avisé y le di la espalda para comenzar a hacerle la super mágica poción.
Cogí un pequeño caldero y le puse agua a calentar, no tenía que hervir. Cogí opio en polvo, hojas de adelfa, un poco de hierba buena y miel. Lo machaqué todo junto en otro bol y lo metí en el caldero cuando el agua ya estaba lista. Lo revolví un poco hasta que se quedó el agua de color verde oscuro. Lo serví en un vaso que encontré y volví hasta la cama donde estaba ella. —Ten, toma. Te quitará el dolor, espero que me haya acordado de todos los ingredientes.— Le pasé el vaso y me senté a su lado esperando que se tomase toda. Había hecho de sobra para que se tomase cuando se le pasase el alivio.
Se levantó de la cama para vendarse la herida, vi como cogía unas vendas de lino y se iba desnudando poco a poco. Se dió la vuelta para darme la espalda y que no pudiese verla desnuda, aunque tampoco iba a mirar si lo hacía de cara a mí. Inspeccioné su espalda y me percaté de que tenía moratones por todas partes, como si alguien le hubiese dado una paliza brutal. Iba a preguntarle por ello, estaba apunto de hablar, pero ella se me anticipó, seguramente porque sabía que le iba a preguntar por ello. Me sorprendió su pequeña historia sobre los entes. —¿Puedes ver muertos? ¿De verdad existe el cielo y el infierno? ¿Que pinta tienen los entes? ¿Cómo los fantasmas?— Había conseguido distraerme sobre los moratones, pero no olvidaba tan fácil, pensaba preguntarle de una forma u otra.
Su siguiente frase me dejó noqueado, como si ella fuese un boxeador y me acabase de dar en toda la cara. ¿Quería que me fuese? ¿Porqué? ¿Quería dormir? Fruncí el ceño mirándola y me dediqué a rebatirle, no pensaba irme, aún no. —No me esperan en ningún sitio salvo aquí, así que no voy a irme. Si quieres dormir duermes, pero te voy a hacer una poción para aliviar el dolor. Tu siempre me ayudas y esto ha sido culpa mía, así que voy a intentar ponerle algo de remedio.— Me levanté de donde me encontraba sentado y la senté con cuidado sobre su cama, ahí estaría más cómoda. —Cómete el chocolate, no me hagas enfadar.— Le avisé y le di la espalda para comenzar a hacerle la super mágica poción.
Cogí un pequeño caldero y le puse agua a calentar, no tenía que hervir. Cogí opio en polvo, hojas de adelfa, un poco de hierba buena y miel. Lo machaqué todo junto en otro bol y lo metí en el caldero cuando el agua ya estaba lista. Lo revolví un poco hasta que se quedó el agua de color verde oscuro. Lo serví en un vaso que encontré y volví hasta la cama donde estaba ella. —Ten, toma. Te quitará el dolor, espero que me haya acordado de todos los ingredientes.— Le pasé el vaso y me senté a su lado esperando que se tomase toda. Había hecho de sobra para que se tomase cuando se le pasase el alivio.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
Gael era una caja de sorpresas. ¿Había fruncido el ceño? Uh…estaba cabreado. Había torcido el semblante en una mueca de enfado. ¿En serio se había enfadado consigo mismo por algo de lo que Elora tenía el cien por cien de la culpa? era adorable. No pudo evitarlo y amagó una carcajada, la cual murió en su garganta y fue sustituida por una amplia sonrisa y un gesto risueño.
— vaya… tienes malas pulgas…¡Señor, sí señor! No sabía que fueras tan mandón— Agarró el tazón de hierbas que le había preparado y la chocolatina que empezó a mordisquear tratando de aguantarse la risa.— Se te da bien esto de las hierbas. Si sigues así me quitarás el trabajo y la vieja Brisienne estará encantada de tener un empleado tan gua…ehm..dispuesto.
¡Uy! casi se le escapa. Le dio un bocado al dulce y después un sorbo de poción. Ciertamente estaba asquerosa, pero funcionaba, eso lo sabía bien. No estaba segura de qué cual de todas las cosas que habían sucedido allí esa tarde era la que había revuelto su conciencia. Como bruja se sentía frustrada, por el ridículo espantoso que había hecho, y como persona se sentía como una mierda porque a pesar de todo Gael no la despreciaba como se suponía que debía ser.
Era todo una verdadera maraña sin sentido. No quería que él la considerase escoria, pero tampoco creía merecer nada más que eso, y por si no fuera suficiente con eso, él la cuidaba y le brindaba una mano que inflamaba algo cuando la agarraba. ¿Por qué todo tenía que ser tan complicado?. No existía para él, y estaba bien así. Así debía continuar. A Gael le estaba esperando un destino, un propósito, un mundo al que ella no pertenecía. Ahora estaba allí, lo tenía para ella durante unas horas y cuando se marchase se desvanecería esa ilusión como humo en el viento. Ya que iba a despertar a la cruda realidad en cuanto él saliese por la puerta, bebería de esos momentos atesorándolos y guardándolos sólo para ella. Hizo acopio de aire y sostuvo la taza entre las manos. Comenzó a hablar, pero esta vez en un tono mucho más relajado.
— sí, puedo ver y hablar con los fantasmas y a las almas errantes. Los llamamos entes porque no todos los espíritus son almas humanas, hay algunos que no pertenecen a este mundo. Es un don algo macabro, y no te creas que hace mucha gracia que a veces me asalten sin permiso. Pero al final…es casi un consuelo. Yo ya sé qué hay tras la muerte, así que la vida es sólo un estado más porque el que pasamos todos y no me da miedo morir. Las almas errantes no saben que están atrapadas, así que en realidad son como nosotros, presos del destino y de la mortalidad.
Los edificios de la Rue de Saint Severin estaban muy pegados, tanto que las fachadas estaban separadas por apenas la distancia del eje de un carruaje. Una cría estaba asomada a la ventana de su buhardilla, y los observaba con la barbilla apoyada sobre la mano. Desde el punto de vista de la niña, tras los cristales rayados del desván de Elora, había dos personas compartiendo confidencias, sonriéndose pero siendo todavía un par de extraños. Era la primera vez que veía aquella casa con esa luz de velas y el sonido de la charla; normalmente sólo había prendido un candil y la morena inclinada sobre un libro. Los observó largo rato tratando de descifrar el misterio de lo que eran: amigos, hermanos, novios… ¡Ah! la chica se había terminado el vaso, le sonreía al chico, que a su vez le devolvía la sonrisa y finalmente ella acomodaba la cabeza en la almohada cerrando los ojos. Un rato después él se marchaba. Debían ser novios. Cuando el cazador puso un pie en la calle la morena abrió los ojos, no estaba dormida. La vio levantarse y apoyar la mano en el cristal rayado viendo como se alejaba calle abajo. La niña se encontró con los ojos de Elora que estaban cargados de tristeza y resignación, levantó su manita como saludo. La bruja le devolvió el saludo levantando la suya, apagó las velas y la buhardilla se tiñó de negro de nuevo tragándose su soledad hasta que el sueño la llevase a otros lugares donde las cosas no tenían reglas.
http://www.goear.com/listen/8ff767a/solo-mi-miserables-el-musical
— vaya… tienes malas pulgas…¡Señor, sí señor! No sabía que fueras tan mandón— Agarró el tazón de hierbas que le había preparado y la chocolatina que empezó a mordisquear tratando de aguantarse la risa.— Se te da bien esto de las hierbas. Si sigues así me quitarás el trabajo y la vieja Brisienne estará encantada de tener un empleado tan gua…ehm..dispuesto.
¡Uy! casi se le escapa. Le dio un bocado al dulce y después un sorbo de poción. Ciertamente estaba asquerosa, pero funcionaba, eso lo sabía bien. No estaba segura de qué cual de todas las cosas que habían sucedido allí esa tarde era la que había revuelto su conciencia. Como bruja se sentía frustrada, por el ridículo espantoso que había hecho, y como persona se sentía como una mierda porque a pesar de todo Gael no la despreciaba como se suponía que debía ser.
Era todo una verdadera maraña sin sentido. No quería que él la considerase escoria, pero tampoco creía merecer nada más que eso, y por si no fuera suficiente con eso, él la cuidaba y le brindaba una mano que inflamaba algo cuando la agarraba. ¿Por qué todo tenía que ser tan complicado?. No existía para él, y estaba bien así. Así debía continuar. A Gael le estaba esperando un destino, un propósito, un mundo al que ella no pertenecía. Ahora estaba allí, lo tenía para ella durante unas horas y cuando se marchase se desvanecería esa ilusión como humo en el viento. Ya que iba a despertar a la cruda realidad en cuanto él saliese por la puerta, bebería de esos momentos atesorándolos y guardándolos sólo para ella. Hizo acopio de aire y sostuvo la taza entre las manos. Comenzó a hablar, pero esta vez en un tono mucho más relajado.
— sí, puedo ver y hablar con los fantasmas y a las almas errantes. Los llamamos entes porque no todos los espíritus son almas humanas, hay algunos que no pertenecen a este mundo. Es un don algo macabro, y no te creas que hace mucha gracia que a veces me asalten sin permiso. Pero al final…es casi un consuelo. Yo ya sé qué hay tras la muerte, así que la vida es sólo un estado más porque el que pasamos todos y no me da miedo morir. Las almas errantes no saben que están atrapadas, así que en realidad son como nosotros, presos del destino y de la mortalidad.
Los edificios de la Rue de Saint Severin estaban muy pegados, tanto que las fachadas estaban separadas por apenas la distancia del eje de un carruaje. Una cría estaba asomada a la ventana de su buhardilla, y los observaba con la barbilla apoyada sobre la mano. Desde el punto de vista de la niña, tras los cristales rayados del desván de Elora, había dos personas compartiendo confidencias, sonriéndose pero siendo todavía un par de extraños. Era la primera vez que veía aquella casa con esa luz de velas y el sonido de la charla; normalmente sólo había prendido un candil y la morena inclinada sobre un libro. Los observó largo rato tratando de descifrar el misterio de lo que eran: amigos, hermanos, novios… ¡Ah! la chica se había terminado el vaso, le sonreía al chico, que a su vez le devolvía la sonrisa y finalmente ella acomodaba la cabeza en la almohada cerrando los ojos. Un rato después él se marchaba. Debían ser novios. Cuando el cazador puso un pie en la calle la morena abrió los ojos, no estaba dormida. La vio levantarse y apoyar la mano en el cristal rayado viendo como se alejaba calle abajo. La niña se encontró con los ojos de Elora que estaban cargados de tristeza y resignación, levantó su manita como saludo. La bruja le devolvió el saludo levantando la suya, apagó las velas y la buhardilla se tiñó de negro de nuevo tragándose su soledad hasta que el sueño la llevase a otros lugares donde las cosas no tenían reglas.
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Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
Tras unas palabras algo serias por mi parte, conseguí que Elora accediese a tomarse la poción que le había preparado, ella misma sabía que le curaría el dolor que sentía en todo su cuerpo por lo que había ocurrido escasas horas atrás y que el chocolate le llenaría de energía por el azúcar que integraba en su interior. Me reí, ni mucho menos quería quitarle el trabajo, las hierbas no eran lo mío, aunque era sencillo de preparar una poción, pues tenía mucho en común a cuando hacías un tipo de sopa.
Escuché lo que me decía sobre los fantasmas que había pululando por ahí y no quise saber más acerca del tema. Era un tema que salía de mi comprensión por lo que decidí no añadir más leña al fuego en ese asunto. Se terminó el vaso y el chocolate. Se recostó en la cama y cerró los ojos, quedándose dormida al instante. Me acerqué hasta ella, la arropé un poco con la manta y besé su mejilla, después de eso, me marché a patrullar las calles, quería que durmiera tranquila, sin pesadillas.
Pasaron varios días hasta que volví a recorrer los callejones, era de noche, pero esta vez no iba con ropas de caza, tan solo iba con ropa normal y unas dagas en el cinturón, nunca se sabía lo que podía llegar a ocurrir. En la mochila, traía comida y provisiones suficientes para dos semanas, vendas, toallas, mantas, todo lo que había podido encontrar en desuso en mi casa. Toqué la puerta de Elora y esperé a que me abriese la puerta, quería ver como se encontraba, si estaba mejor o la herida se había infectado. No había tenido noticias de ella desde aquel día y estaba verdaderamente preocupado.
Escuché lo que me decía sobre los fantasmas que había pululando por ahí y no quise saber más acerca del tema. Era un tema que salía de mi comprensión por lo que decidí no añadir más leña al fuego en ese asunto. Se terminó el vaso y el chocolate. Se recostó en la cama y cerró los ojos, quedándose dormida al instante. Me acerqué hasta ella, la arropé un poco con la manta y besé su mejilla, después de eso, me marché a patrullar las calles, quería que durmiera tranquila, sin pesadillas.
VARIOS DÍAS DESPUÉS
Pasaron varios días hasta que volví a recorrer los callejones, era de noche, pero esta vez no iba con ropas de caza, tan solo iba con ropa normal y unas dagas en el cinturón, nunca se sabía lo que podía llegar a ocurrir. En la mochila, traía comida y provisiones suficientes para dos semanas, vendas, toallas, mantas, todo lo que había podido encontrar en desuso en mi casa. Toqué la puerta de Elora y esperé a que me abriese la puerta, quería ver como se encontraba, si estaba mejor o la herida se había infectado. No había tenido noticias de ella desde aquel día y estaba verdaderamente preocupado.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
Tras el episodio del restaurante, Elora creyó necesario ir al establecimiento a pedir disculpas y a reponer los perjuicios causados, y de paso a hablar con Gael, porque habían sido amigos, más o menos, y ahora sabía que había sido como un hermano para Xaryne.
Como mínimo se merecía una explicación. Estaba bastante atareada planeando los pormenores de la venganza que tenía entre manos, pero aquello era moralmente justo y cuanto antes lo hiciese, antes sentiría que no quedaban flecos sueltos en todo aquello.
Iba enfundada en un vestido marrón con algunas flores discretas estampadas, sombreo y guantes. Nada que ver con la Elora miserable que había conocido un año atrás, la que vivía en una buhardilla destartalada, y a las que se le marcaban las costillas de pasar hambre en algunos momentos. Entró en el establecimiento y habló con el responsable, entregándole una suma de dinero suficiente para reparar los destrozos y pedirle que dejase al margen a Gael, que él no había tenido la culpa, porque era un asunto privado que se había salido de madre y él sólo estaba allí por casualidad. El hombre pareció convencido, más que por la explicación, por el dinero, pero el caso es que aceptó y todo quedó en un desagradable altercado que ya había quedado atrás.
Pidió ver al cocinero y le indicaron que estaba trajinando en la parte de atrás del restaurante. Inspiró hondo, porque estaba nerviosa. ¿Por qué se ponía nerviosa delante de él? Pfff…en fin.
— Hola Gael. Siento molestarte aquí…no quería venir a fastidiarte de nuevo en el trabajo. Siento mucho lo de la otra noche, ya he hablado con el encargado y está todo resuelto. — Se retorció las manos porque no sabía donde ponerlas, y de pronto se sentía mal por estar allí, aparentando algo que no era, delante del primer amigo que había tenido. ¿Sólo amigo? Bueno, era fácil confundir los sentimientos cuando no se tenía nada en la vida. Pero ahora tenía a Xaryne y tenía muy claro qué era lo que sentía por ella, pero por el cazador… era confuso.
— Supongo que tendrás un montón de preguntas, yo en tu caso las tendría. Siento no haber sido sincera contigo, pero… era algo de lo que no quería hablar y ahora creo que te mereces la verdad porque tú siempre te has portado muy bien conmigo.— Suspiró y lo miró a los ojos.— Puede que después de esto no vuelvas a hablarme nunca más, lo tengo asumido.— hizo otra pausa y se arrancó a hablar.— ¿Recuerdas las cicatrices de mi espalda? me las hizo el tipo con el que estaba cenando la otra noche. Me voy a casar con él en dos semanas y… después me quedaré viuda. Sé que suena horrible, que debo ser muy mala persona, pero sólo te pido que no te interpongas en mi venganza.— Buuuum! la bomba había sido lanzada.— Y sé que Xaryne es como una hermana para ti, así que quiero que sepas que ella está al tanto de todo y que me está ayudando en esto porque… nos queremos.— Se detuvo un segundo a ver qué reacción mostraba Gael ante tal noticia.— Si algo le pasa a ella, yo…pfffff… y ahí entras tú. Sé que no tengo derecho a pedirte nada, pero… por favor, te ruego que cuides de ella, que no la dejes que se lance de cabeza a los problemas por mi culpa. Es muy impulsiva y yo a veces no consigo que piense antes de actuar.
Como mínimo se merecía una explicación. Estaba bastante atareada planeando los pormenores de la venganza que tenía entre manos, pero aquello era moralmente justo y cuanto antes lo hiciese, antes sentiría que no quedaban flecos sueltos en todo aquello.
Iba enfundada en un vestido marrón con algunas flores discretas estampadas, sombreo y guantes. Nada que ver con la Elora miserable que había conocido un año atrás, la que vivía en una buhardilla destartalada, y a las que se le marcaban las costillas de pasar hambre en algunos momentos. Entró en el establecimiento y habló con el responsable, entregándole una suma de dinero suficiente para reparar los destrozos y pedirle que dejase al margen a Gael, que él no había tenido la culpa, porque era un asunto privado que se había salido de madre y él sólo estaba allí por casualidad. El hombre pareció convencido, más que por la explicación, por el dinero, pero el caso es que aceptó y todo quedó en un desagradable altercado que ya había quedado atrás.
Pidió ver al cocinero y le indicaron que estaba trajinando en la parte de atrás del restaurante. Inspiró hondo, porque estaba nerviosa. ¿Por qué se ponía nerviosa delante de él? Pfff…en fin.
— Hola Gael. Siento molestarte aquí…no quería venir a fastidiarte de nuevo en el trabajo. Siento mucho lo de la otra noche, ya he hablado con el encargado y está todo resuelto. — Se retorció las manos porque no sabía donde ponerlas, y de pronto se sentía mal por estar allí, aparentando algo que no era, delante del primer amigo que había tenido. ¿Sólo amigo? Bueno, era fácil confundir los sentimientos cuando no se tenía nada en la vida. Pero ahora tenía a Xaryne y tenía muy claro qué era lo que sentía por ella, pero por el cazador… era confuso.
— Supongo que tendrás un montón de preguntas, yo en tu caso las tendría. Siento no haber sido sincera contigo, pero… era algo de lo que no quería hablar y ahora creo que te mereces la verdad porque tú siempre te has portado muy bien conmigo.— Suspiró y lo miró a los ojos.— Puede que después de esto no vuelvas a hablarme nunca más, lo tengo asumido.— hizo otra pausa y se arrancó a hablar.— ¿Recuerdas las cicatrices de mi espalda? me las hizo el tipo con el que estaba cenando la otra noche. Me voy a casar con él en dos semanas y… después me quedaré viuda. Sé que suena horrible, que debo ser muy mala persona, pero sólo te pido que no te interpongas en mi venganza.— Buuuum! la bomba había sido lanzada.— Y sé que Xaryne es como una hermana para ti, así que quiero que sepas que ella está al tanto de todo y que me está ayudando en esto porque… nos queremos.— Se detuvo un segundo a ver qué reacción mostraba Gael ante tal noticia.— Si algo le pasa a ella, yo…pfffff… y ahí entras tú. Sé que no tengo derecho a pedirte nada, pero… por favor, te ruego que cuides de ella, que no la dejes que se lance de cabeza a los problemas por mi culpa. Es muy impulsiva y yo a veces no consigo que piense antes de actuar.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
No me lo podía creer. Habían pasado unos días desde el incidente con Xaryne en el restaurante y aún mi cerebro no lo había podido asimilar. Me había costado una bronca por parte de Gerard, el gerente del lugar. Para mi suerte, era el mejor cocinero que tenían, así que no mencionó el despido, pero había incrementado mis horarios sin subida de suelo, lo que me imposibilitaba salir a cazar todo lo que yo quisiera... Mascullé una palabrota antes de cortarle la cabeza al pato que tenía delante.
La voz de Elora llegó a mis oídos y paré de hacer lo que estaba haciendo y me giré para mirarle, agarrando el cuchillo con fuerza. Estaba tan cabreado que se lo podía lanzar sin miramientos. Comenzó a hablar, sin dejarme decir nada al respecto, y lo que me estaba diciendo me estaba dejando helado. ¿Con el que había venido era el chico que le había dado una paliza? ¿Que tenía, complejo de Estocolmo? ¿Va a matarlo después de la boda? Dejé el cuchillo en la tabla, al lado del pato decapitado. Me acerqué un poco, hasta que me quede quieto al escuchar que ella y Xaryne se querían. Me entró la risa. ―¿A sí que Xar te ha llevado al mundo de las tijeras?― Alcé una ceja, esto era muy divertido. Y encima ahora me estaba pidiendo que la cuidase. Meneé la cabeza.
―Mira, vamos a ir por partes.― Pasé las manos por mi pelo, aclarando mis ideas para después poder decirle exactamente lo que quería. ―No me voy a meter en medio de tu venganza, es tu venganza y eres tú quien tiene que disfrutarla, al igual que haré yo el día de mi venganza cuando llegué la hora. Pero vamos a ver. Si lo matas nada más casarte va a cantar. Va a oler a kilómetros de distancia que has sido tu. ¿Porqué no esperas un tiempo? Va a ser mucha casualidad que tu nuevo marido muera de forma repentina y que a ti se te vea de repente con una mujer. ¿No crees? ¿Que van a pensar de ti, a parte de que eres una arpía enferma?― Notaba como mi enfado era trasladado a mis palabras, me iba a costar perdonar lo que había pasado aquí por su culpa y por culpa de Xaryne. ―¿Y quieres que la cuide? Ella sabe cuidarse sola. ¿Porqué no le das un botón como el mío? No he vuelto a saber de ella desde aquel día, ni quiero hasta que se me pase el cabreo.― Me crucé de brazos y esperé a que me replicase mis palabras.
La voz de Elora llegó a mis oídos y paré de hacer lo que estaba haciendo y me giré para mirarle, agarrando el cuchillo con fuerza. Estaba tan cabreado que se lo podía lanzar sin miramientos. Comenzó a hablar, sin dejarme decir nada al respecto, y lo que me estaba diciendo me estaba dejando helado. ¿Con el que había venido era el chico que le había dado una paliza? ¿Que tenía, complejo de Estocolmo? ¿Va a matarlo después de la boda? Dejé el cuchillo en la tabla, al lado del pato decapitado. Me acerqué un poco, hasta que me quede quieto al escuchar que ella y Xaryne se querían. Me entró la risa. ―¿A sí que Xar te ha llevado al mundo de las tijeras?― Alcé una ceja, esto era muy divertido. Y encima ahora me estaba pidiendo que la cuidase. Meneé la cabeza.
―Mira, vamos a ir por partes.― Pasé las manos por mi pelo, aclarando mis ideas para después poder decirle exactamente lo que quería. ―No me voy a meter en medio de tu venganza, es tu venganza y eres tú quien tiene que disfrutarla, al igual que haré yo el día de mi venganza cuando llegué la hora. Pero vamos a ver. Si lo matas nada más casarte va a cantar. Va a oler a kilómetros de distancia que has sido tu. ¿Porqué no esperas un tiempo? Va a ser mucha casualidad que tu nuevo marido muera de forma repentina y que a ti se te vea de repente con una mujer. ¿No crees? ¿Que van a pensar de ti, a parte de que eres una arpía enferma?― Notaba como mi enfado era trasladado a mis palabras, me iba a costar perdonar lo que había pasado aquí por su culpa y por culpa de Xaryne. ―¿Y quieres que la cuide? Ella sabe cuidarse sola. ¿Porqué no le das un botón como el mío? No he vuelto a saber de ella desde aquel día, ni quiero hasta que se me pase el cabreo.― Me crucé de brazos y esperé a que me replicase mis palabras.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
Aaaaaw. Gael tenía peor genio del que creía. Pero no podía culparlo, se había visto envuelto en aquel sinsentido sin comerlo ni beberlo. Puso los ojos en blanco y suspiró para calmar a la bestia interior que últimamente la tenía muy peleona. El estrés de todo lo que le estaba pasando la hacía estar más irritable y a la defensiva que de costumbre.
— Me da igual lo que piense la gente, ya piensan que soy una arpía, al menos les daré motivos reales. Y no soy tan tonta como para que todos me apunten con el dedo, será un accidente y será lejos de mí.— Evidentemente no iba a decirle a Gael que su padre era un licántropo y que él se encargaría, mientras ella tenía perfecta coartada para todo.— ¿ qué es lo que te hace gracia? ¿Que Xaryne haya encontrado a alguien o que la bruja rara se haya cambiado de acera porque no se come una rosca? ¿es eso? ¿es que tú también piensas que soy una arpía?.— lo miró entornando los ojos. No tenía claro si era eso lo que había querido decir, pero eso de “el mundo de las tijeras” le había sonado altamente ofensivo. Como si Xaryne la hubiese arrastrado a hacer una patochada.
Se cruzó de brazos y frunció el ceño. No le gustaba el color que estaba tomando aquella conversación. Ella había venido al restaurante guiada por un sentimiento de culpabilidad, a poner un poco de paz y pedir disculpas, y con la esperanza de que Gael la ayudase a cuidar de Xaryne, que estaba en una delicada situación y era fácil que hiciera alguna barbaridad sin pensar.
— No sé lo que esperaba de ti, pero desde luego no era esto. Que no me quieras ayudar a mí, lo entiendo, no tienes por qué. Pero creía que Xaryne era como tu hermana o algo así… bah! ya da igual. ¿Sabes qué? que no todo se soluciona con botones. Lo que te estaba pidiendo era un poco de apoyo moral, que ayudases a alguien que te quiere aunque no lo diga…— Negó con la cabeza.— Espero que cuando se te pase el cabreo no sea tarde, porque si acaba muerta, ten por seguro que no seré yo quien le hable en tu nombre, tendrás que buscarte otra bruja que hable con los muertos.
Ahora Elora también estaba cabreada, estaba claro que no conocía a Gael tanto como creía. Tenía doble cara, la había ayudado y había sido amable, y caballeroso y la había cuidado sin pedirle nada a cambio… pero ahora que de verdad lo necesitaban, se había atrincherado tras una gruesa capa de orgullo y lo demás le daba igual.
— Me da igual lo que piense la gente, ya piensan que soy una arpía, al menos les daré motivos reales. Y no soy tan tonta como para que todos me apunten con el dedo, será un accidente y será lejos de mí.— Evidentemente no iba a decirle a Gael que su padre era un licántropo y que él se encargaría, mientras ella tenía perfecta coartada para todo.— ¿ qué es lo que te hace gracia? ¿Que Xaryne haya encontrado a alguien o que la bruja rara se haya cambiado de acera porque no se come una rosca? ¿es eso? ¿es que tú también piensas que soy una arpía?.— lo miró entornando los ojos. No tenía claro si era eso lo que había querido decir, pero eso de “el mundo de las tijeras” le había sonado altamente ofensivo. Como si Xaryne la hubiese arrastrado a hacer una patochada.
Se cruzó de brazos y frunció el ceño. No le gustaba el color que estaba tomando aquella conversación. Ella había venido al restaurante guiada por un sentimiento de culpabilidad, a poner un poco de paz y pedir disculpas, y con la esperanza de que Gael la ayudase a cuidar de Xaryne, que estaba en una delicada situación y era fácil que hiciera alguna barbaridad sin pensar.
— No sé lo que esperaba de ti, pero desde luego no era esto. Que no me quieras ayudar a mí, lo entiendo, no tienes por qué. Pero creía que Xaryne era como tu hermana o algo así… bah! ya da igual. ¿Sabes qué? que no todo se soluciona con botones. Lo que te estaba pidiendo era un poco de apoyo moral, que ayudases a alguien que te quiere aunque no lo diga…— Negó con la cabeza.— Espero que cuando se te pase el cabreo no sea tarde, porque si acaba muerta, ten por seguro que no seré yo quien le hable en tu nombre, tendrás que buscarte otra bruja que hable con los muertos.
Ahora Elora también estaba cabreada, estaba claro que no conocía a Gael tanto como creía. Tenía doble cara, la había ayudado y había sido amable, y caballeroso y la había cuidado sin pedirle nada a cambio… pero ahora que de verdad lo necesitaban, se había atrincherado tras una gruesa capa de orgullo y lo demás le daba igual.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
La miré fijamente, era una Elora que nunca había visto, una Elora altanera, crecida, estaba demasiado lejos de la joven que había conocido hacía tiempo que vivía en su buhardilla. Y no me estaban gustando sus palabras. ¿De verdad se pensaba que yo pensaba que era una arpía? ¿Era idiota? Sin duda la venganza y su amor por Xaryne la habían trastocado el cerebro. ¿Desde cuando se amaban? ¿Porqué me molestaba tanto que se amasen? Chasqueé la lengua antes de hablar, rudo. —Estás muy equivocada si de verdad te crees que yo pienso que eres una arpía. De verdad que me has dejado a cuadros, Elora. ¿Quién eres? No eres quien yo pensaba. — Crucé los brazos y me quedé apoyado en la mesa, me estaba cansando de estar erguido. —Dices que no me entrometa entre tú y tu venganza. En cambio, te lo va a hacer otro por ti... Yo no soy Xaryne, yo no me voy a lanzar a querer matar a ese cabrón. Es tuyo, como si te casas y hacéis bebés. Me da igual, Elora. Cada uno hace lo que quiere.— ¿Con quién estaba más enfadado? Ni siquiera sabía porque me estaba enfadando más y más conforme esta conversación tenía lugar, debería de estar enfadado con Xar y no con Elora, ella fue la que lo estropeó todo, en cambio, le estaba lanzando mi mierda a la bruja.
—¡Jajajajajaja! La quiero, pero es mayorcita, no me va a hacer más caso que el que te hace a ti. Si se pone brusca dale un últimatum, Elora. Hazle chantaje. Con Xaryne eso funciona muy bien.— Me incorporé y me acerqué a ella, pero no demasiado, solo para poder mirarla a los ojos y querer entrar en ellos un rato, para que aprendiese que estábamos jugando en mi casa y yo tenía las de ganar. —No soy tonto Elora. Conmigo a buenas muy bien, pero a malas... Casi me cuesta el empleo, no puedes venir y pretender que la cuide cuando ella a mí no me ha cuidado esto. Sabe lo que este trabajo significa para mí. Y espero que estés aquí por tus propios medios, como te haya mandado ella para venir a pedirme perdón en su nombre... Pienso pegarle más fuerte de lo que le hice aquella noche.— En mi mente se repitió una y otra vez el tortazo que le había metido para que volviese en sí y se relajase.
—¡Jajajajajaja! La quiero, pero es mayorcita, no me va a hacer más caso que el que te hace a ti. Si se pone brusca dale un últimatum, Elora. Hazle chantaje. Con Xaryne eso funciona muy bien.— Me incorporé y me acerqué a ella, pero no demasiado, solo para poder mirarla a los ojos y querer entrar en ellos un rato, para que aprendiese que estábamos jugando en mi casa y yo tenía las de ganar. —No soy tonto Elora. Conmigo a buenas muy bien, pero a malas... Casi me cuesta el empleo, no puedes venir y pretender que la cuide cuando ella a mí no me ha cuidado esto. Sabe lo que este trabajo significa para mí. Y espero que estés aquí por tus propios medios, como te haya mandado ella para venir a pedirme perdón en su nombre... Pienso pegarle más fuerte de lo que le hice aquella noche.— En mi mente se repitió una y otra vez el tortazo que le había metido para que volviese en sí y se relajase.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
¿Pero de qué narices estaba hablando? Ah! aquello estaba derivando en una de esas conversaciones en las que dos personas se leían la lista de recriminaciones, con rencor y acidez, a pesar de que en realidad remaban en el mismo equipo, y todo se iba a la mierda. Genial. Estupendo. Por su culpa iba a perder al único amigo que había tenido y es posible que enrareciese la relación que él tuviese con Xaryne. Pues vaya panorama.
— ¿Quieres dejar el puñetero pato en paz? me estás poniendo nerviosa!! y no quieres que me ponga nerviosa porque puedo hacer volar las patatas y las cebollas y matarte a patatazos.— le apuntó con el dedo y con el ceño fruncido, en una mueca bastante cómica.— Bueno eso no te mataría, pero sería muy denigrante, y reza para que no me descontrole o volarán los cuchillos, y de eso no puede salvarte el ente, serían demasiados.
Miró a un lado resoplando y tratando de calmarse.
—Vale, oye, no vine aquí a joderte el día. Aunque no lo creas, vine a arreglar el entuerto de la otra noche, ya le pagué los estropicios a tu jefe y sólo quería explicarte cómo están las cosas, porque están sucediendo muy deprisa. Si quieres hablarlo con calma házselo saber a Mordekai, él puede avisarme. Resulta que los espíritus tienen una red de comunicación muy eficaz.
Se apartó de los utensilios de cocina y del dichoso pato que estaba ya sin cabeza hace un rato. Entonces recordó algo y la señaló con el dedo.— ¿Puedo quedármela? la cabeza, digo. No es para hacer estofado, así que si eres aprensivo mejor no preguntes… y… ¿En serio Gael? ¿Chantaje? y yo que me sentía mala persona por planear la muerte de un cabrón que la merece. No sé mucho del amor, pero el chantaje no me parece una buena forma de querer a nadie, ni como amigo, ni como hermano ni como pareja. Por el momento prefiero razonar con ella y si no funciona… bueno. La última vez destrocé media buhardilla, pero al final las dos entramos en razón.
La Elora triste y perdida se había quedado atrás. No quería ser de nuevo ese pequeño ser indefenso y patético. No. Ahora tenía una misión que iba a cumplir, y una persona que la esperaba para dormir, y cuyos ojos eran lo que deseaba ver al despertar cada mañana. Vio un bol con algo que parecía chocolate y metió el dedo para chupárselo después.— ¿Qué es esto? mmmm está bueno… como tú. Ahora te lo puedo decir, porque eres algo así como…. hum.. el hermano de mi novia.— Buuuuuuuuuum! a bocajarro y sin anestesia. Soltó una carcajada después.— ¡qué irónico! la vida es un chiste, ¿no crees? hace unos meses me gustabas mucho, pero apareció Mauritz y… desde entonces los hombres me ponen nerviosa, no puedo dejar de recordar esa horrible noche…y el milagro sucedió cuando conocí a Xaryne, con ella no me pasa. Pero no te lo vayas a creer,¿eh? que tampoco es para tanto.— le puso otra mueca cómica y repitió con el chocolate.
— ¿Quieres dejar el puñetero pato en paz? me estás poniendo nerviosa!! y no quieres que me ponga nerviosa porque puedo hacer volar las patatas y las cebollas y matarte a patatazos.— le apuntó con el dedo y con el ceño fruncido, en una mueca bastante cómica.— Bueno eso no te mataría, pero sería muy denigrante, y reza para que no me descontrole o volarán los cuchillos, y de eso no puede salvarte el ente, serían demasiados.
Miró a un lado resoplando y tratando de calmarse.
—Vale, oye, no vine aquí a joderte el día. Aunque no lo creas, vine a arreglar el entuerto de la otra noche, ya le pagué los estropicios a tu jefe y sólo quería explicarte cómo están las cosas, porque están sucediendo muy deprisa. Si quieres hablarlo con calma házselo saber a Mordekai, él puede avisarme. Resulta que los espíritus tienen una red de comunicación muy eficaz.
Se apartó de los utensilios de cocina y del dichoso pato que estaba ya sin cabeza hace un rato. Entonces recordó algo y la señaló con el dedo.— ¿Puedo quedármela? la cabeza, digo. No es para hacer estofado, así que si eres aprensivo mejor no preguntes… y… ¿En serio Gael? ¿Chantaje? y yo que me sentía mala persona por planear la muerte de un cabrón que la merece. No sé mucho del amor, pero el chantaje no me parece una buena forma de querer a nadie, ni como amigo, ni como hermano ni como pareja. Por el momento prefiero razonar con ella y si no funciona… bueno. La última vez destrocé media buhardilla, pero al final las dos entramos en razón.
La Elora triste y perdida se había quedado atrás. No quería ser de nuevo ese pequeño ser indefenso y patético. No. Ahora tenía una misión que iba a cumplir, y una persona que la esperaba para dormir, y cuyos ojos eran lo que deseaba ver al despertar cada mañana. Vio un bol con algo que parecía chocolate y metió el dedo para chupárselo después.— ¿Qué es esto? mmmm está bueno… como tú. Ahora te lo puedo decir, porque eres algo así como…. hum.. el hermano de mi novia.— Buuuuuuuuuum! a bocajarro y sin anestesia. Soltó una carcajada después.— ¡qué irónico! la vida es un chiste, ¿no crees? hace unos meses me gustabas mucho, pero apareció Mauritz y… desde entonces los hombres me ponen nerviosa, no puedo dejar de recordar esa horrible noche…y el milagro sucedió cuando conocí a Xaryne, con ella no me pasa. Pero no te lo vayas a creer,¿eh? que tampoco es para tanto.— le puso otra mueca cómica y repitió con el chocolate.
Elora Paine- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 04/04/2016
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Re: Érase una vez una bruja, un lobo y un cazador...
Me mordí el labio sin dejar de mirarla, intentando mantener la compostura de enfado y no comenzar a reírme por las tonterías que estaba diciendo. ¿Le ponía nerviosa el pato? Pues más iba a enredar con él. Lo cogí y empecé a desplumarlo. ―Mira, estoy tan enfadado contigo que me estoy imaginando que este puto pato eres tú.― Las plumas comenzaron a caer sobre mis zapatos, mientras seguía aguantando la risa, al límite de mi capacidad pues era una persona de risa fácil.
Comenzó a cambiar el tono, a que todo esto volviese a su cauce, a ser algo serio que había que hablar para arreglarlo, así que dejé el pato ya desplumado encima de la mesa. ¿Ahora el botón podía comunicarse con ella? ¿De qué iba querer hablar con ella? ¿No lo estábamos haciendo ya? ―Este es el momento para hablar Elora, deja a mi botón en su círculo tranquilo, que está muy relajado sin nada que hacer. No hay locas con cuchillos por aquí. ― Rodé los ojos un poco y sonreí, me estaba refiriendo a ella y a la primera vez en la que me dió el botón y ocurrió todo aquello.
Cogí la cabeza del pato, la envolví en papel de periódico y se la di en una bolsa. ―Toma, no la voy a utilizar. Y no soy aprensivo, mato vampiros y licántropos, no hay nada más asqueroso que ver sus tripas fuera de sus cuerpos. Asi que... ¿Que vas a hacer con la cabeza de Chimbo?― Me acababa de inventar el nombre del pato, así igual le daba pena. Me encogí de hombros respecto a lo de Xaryne. ―No se, tu eres su pareja, tú verás que puedes hacer para que te haga caso. El chantaje es una buena opción, puedes dejarla sin sexo, seguro que así accede. ― Esta vez reí sin poder evitarlo.
Metió el dedo en el chocolate que tenía listo para servir junto con el postre de hoy y me quedé completamente quieto al escucharla. ¿Yo le había gustado hacía tiempo? Pasé las manos por el pelo, me acerqué a ella y le quité el bol, era una guarrada lo que estaba haciendo, a saber en que parte del cuerpo de Xar había estado ese dedo. ―No soy creído, solo acepto que soy guapo, tengo un buen cuerpo y suelo atraer a las mujeres, pero nunca me creo que pueda atraer a mis amigas.― Le puse un poco de chocolate sobre un barquillo relleno de crema, el postre de esta noche, y le pasé un tenedor. ―Prueba y dime si te gusta, es el postre de hoy.― Dejé el chocolate en un estante y esperé a que probase. ―¡Ah! Tu también eres guapa.― Le saqué la lengua y le guiñé un ojo.
Comenzó a cambiar el tono, a que todo esto volviese a su cauce, a ser algo serio que había que hablar para arreglarlo, así que dejé el pato ya desplumado encima de la mesa. ¿Ahora el botón podía comunicarse con ella? ¿De qué iba querer hablar con ella? ¿No lo estábamos haciendo ya? ―Este es el momento para hablar Elora, deja a mi botón en su círculo tranquilo, que está muy relajado sin nada que hacer. No hay locas con cuchillos por aquí. ― Rodé los ojos un poco y sonreí, me estaba refiriendo a ella y a la primera vez en la que me dió el botón y ocurrió todo aquello.
Cogí la cabeza del pato, la envolví en papel de periódico y se la di en una bolsa. ―Toma, no la voy a utilizar. Y no soy aprensivo, mato vampiros y licántropos, no hay nada más asqueroso que ver sus tripas fuera de sus cuerpos. Asi que... ¿Que vas a hacer con la cabeza de Chimbo?― Me acababa de inventar el nombre del pato, así igual le daba pena. Me encogí de hombros respecto a lo de Xaryne. ―No se, tu eres su pareja, tú verás que puedes hacer para que te haga caso. El chantaje es una buena opción, puedes dejarla sin sexo, seguro que así accede. ― Esta vez reí sin poder evitarlo.
Metió el dedo en el chocolate que tenía listo para servir junto con el postre de hoy y me quedé completamente quieto al escucharla. ¿Yo le había gustado hacía tiempo? Pasé las manos por el pelo, me acerqué a ella y le quité el bol, era una guarrada lo que estaba haciendo, a saber en que parte del cuerpo de Xar había estado ese dedo. ―No soy creído, solo acepto que soy guapo, tengo un buen cuerpo y suelo atraer a las mujeres, pero nunca me creo que pueda atraer a mis amigas.― Le puse un poco de chocolate sobre un barquillo relleno de crema, el postre de esta noche, y le pasé un tenedor. ―Prueba y dime si te gusta, es el postre de hoy.― Dejé el chocolate en un estante y esperé a que probase. ―¡Ah! Tu también eres guapa.― Le saqué la lengua y le guiñé un ojo.
Gael Lutz- Cazador Clase Media
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